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2. ESTRATEGIAS DIDÁCTICAS EN EDUCACIÓN FÍSICA.

La Educación física es una disciplina que, en las últimas décadas, ha vivido


grandes cambios en relación con la manera en que se programa y se imparte
la docencia. La forma de tratar la práctica educativa como un problema técnico
ha sido siempre muy propia de la Educación física. Kirk (1990, p. 37), hace ya
algunos años, se refería a la manera en que los «teóricos del currículo de
Educación física han seguido esta orientación tradicionalista incluso más
celosamente que ningún otro grupo». En los últimos tiempos, sin embargo,
empiezan a ser más habituales aquellas formas de organizar la docencia de la
Educación física que centran la atención en la comunicación y en la
contextualización de las acciones.

La Educación física constituye una disciplina vivencial. No debemos olvidar que


el cuerpo y el movimiento son los ejes básicos en los que se centra su acción
educativa. Se trata, por un lado, de mejorar el comportamiento motor del
alumnado y con ello la consolidación de hábitos saludables, y, por otro, de la
educación a través del cuerpo y el movimiento para adquirir competencias de
carácter afectivo y de relación, necesarias para la vida en sociedad (Real
Decreto 1631/2006). Conseguir que esto sea una realidad dependerá de la
programación que se realice, de las estrategias metodológicas que se apliquen,
del clima de clase que se consiga, de la utilización de los recursos materiales y
tecnológicos, y de la forma en que se integre la evaluación en el proceso de
aprendizaje.
Paradigma ecológico, tareas y estrategias didácticas.

Desde el paradigma ecológico (Doyle, 1977) se afirma que la enseñanza en el


aula constituye un intercambio más o menos formalizado de actuaciones del
alumnado a cambio de calificaciones. Estas transacciones entre el profesorado
y sus alumnos y alumnas determinan los roles de cada uno de ellos, a la vez
que la forma en que experimentan el conocimiento académico en el aula.
Naturalmente, el papel que el alumnado desempeña, deducido de lo anterior,
tiene una gran influencia tanto en el sistema social de la clase como en su
estatus social y familiar, e incluso en su propio autoconcepto. Este intercambio
de adquisiciones por calificaciones se opera a través de un elemento central
de la enseñanza: las tareas escolares, que constituyen los actos materiales en
que se basan los procesos de enseñanza y aprendizaje, de tal forma que la vida
académica en un aula concreta viene determinada por el sistema de tareas, en
lo relativo tanto a las demandas de aprendizaje como al comportamiento del
grupo.

Desde este punto de vista, conocer las tareas académicas que se requieren en
un aula es una necesidad preferente del alumno, ya que su propia estructura
va a definir el clima de aquélla, las expectativas colectivas, las normas que
regulan la vida escolar, etc. Sin embargo, la definición de las tareas no resulta
nunca exhaustiva, ya que ni la estructura ni los criterios de éxito tienen una
perfecta delimitación, lo que provoca cierta incertidumbre acerca de las
posibilidades de éxito del alumno. Es por ello que no resulta extraño que, a
veces, los objetivos del grupo de alumnos y alumnas, ya sean de carácter
social, moral o emotivo, se opongan a los objetivos oficiales que persigue la
enseñanza.

Desde este punto de vista, conocer las tareas académicas que se requieren en
un aula es una necesidad preferente del alumno, ya que su propia estructura
va a definir el clima de aquélla, las expectativas colectivas, las normas que
regulan la vida escolar, etc. Sin embargo, la definición de las tareas no resulta
nunca exhaustiva, ya que ni la estructura ni los criterios de éxito tienen una
perfecta delimitación, lo que provoca cierta incertidumbre acerca de las
posibilidades de éxito del alumno. Es por ello que no resulta extraño que, a
veces, los objetivos del grupo de alumnos y alumnas, ya sean de carácter
social, moral o emotivo, se opongan a los objetivos oficiales que persigue la
enseñanza.

Respecto al concepto de participación legitima periférica, se refiere a que el


aprendizaje es legítimo cuando es auténtico y significativo, por lo que el
alumnado en clase de Educación física debe recibir conocimientos ligados a
comunidades de práctica, como sería el caso del deporte extraescolar. Así
mismo, el conocimiento aprendido debe servir para su actividad posterior.
Además, el aprendizaje es periférico, es decir, no se entiende sino como algo
que tiene su fin último más allá de las clases.

Referencia bibliográfica:
Didáctica de la educación física, Ministerio de Educación de España, 2010. ProQuest Ebook
Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/bidigecestsp/detail.action?docID=3219957.
Created from bidigecestsp on 2018-04-09 21:05:52.

 González, C. y Lleixa, T. (2010). Didáctica de la Educación Física. Barcelona: Graó.

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