A diario escuchamos que una gran parte de la actividad económica
de los peruanos se desarrolla en un ambiente informal. Sin embargo, nos cuesta entender a cabalidad la informalidad, en qué consiste, por qué queremos hacer que disminuya o cuáles son sus causas. En realidad, se trata de un concepto poco preciso al que diferentes personas adscriben significados distintos, y con una línea difusa entre lo formal y lo informal. Nos referimos al empleo informal como aquel donde el trabajador no goza de todos los beneficios enumerados en la ley. Informales son las empresas que no cumplen con el pago de impuestos o cuyos trabajadores no se encuentran en planilla. Informales son igualmente los trabajadores independientes, se trate de un gasfitero, un agricultor o un cirujano, que no cumplen con el pago de sus impuestos. Uno de los grandes problemas estructurales de la economía peruana se ha acentuado durante el 2018. La informalidad laboral está acelerando su ritmo de crecimiento en lo que va del año y, en términos anualizados a junio, se ha incrementado 5,1%; un ritmo similar al registrado a marzo de este año y, además, superior a la tasa a la que crecía en años anteriores. Esto implica que en el país ahora hay 12,2 millones de personas que trabajan en esa condición, es decir, un 73% de la fuerza laboral. Esta es la participación más alta desde mediados del 2015; tras haberse reducido ligeramente entre el 2016 y el 2017. Entre junio del año pasado y junio del 2018, se han creado 413.000 puestos de trabajo informales, lo que implica que la informalidad domina la dinámica del mercado laboral. En el mismo lapso, se han destruido 21.100 empleos formales (0,5% del total).