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GUAYAQUIL
MIKAELLA DOMÍNGUEZ CENTANARO
“La historia del tiempo comenzó con la modernidad. Por cierto, la modernidad es,
aparte de otras cosas y tal vez por encima de todas ellas, la historia del tiempo: la modernidad
misma manera ocurre en cada una de las épocas. En la antigüedad, se observaban edificaciones
como enormes columnas de ordenes clásicos y cúpulas soportadas por un sistema estructural
nunca antes diseñado. Siguiendo el hilo temporal se logra observar en el medioevo el desarrollo
del sistema de arbotantes, novedoso método, para la época, de distribución de cargas a través
de una serie de elementos portantes. Más adelante, en el periodo conocido propiamente como
edad moderna se incorporan nuevos criterios como la apreciación del genio y la manera propia
de interpretar el arte. Se deja de lado la copia y se imprime el carácter del autor en la obra, lo
cual, de cierto modo, se lleva a un extremo dando como resultado una distorsión de la idea de
ilustración se reescriben tratados y se prepara el camino hacia una nueva sociedad que será la
siglo XX, se desarrollan las vanguardias del movimiento moderno con la intención de generar
renovadores. Todo esto, como menciona Fajardo (2001), ejemplifica que la ciudad llega a ser
modernidad, en su forma más ambiciosa, fue la afirmación de que el hombre es lo que hace.
la arquitectura actual refleja esa ligereza de pensamiento y se podría decir que la “innovación”
refleja esta desnaturalización y pérdida de sentido en todas las obras expuestas en las ciudades,
Tal como menciona Donskis (2015), actualmente vivimos en una época de obsesión por
el poder, que por lo general va de la mano con la hegemonía económica. Todo producto de la
sociedad va ligado estrechamente con este concepto. Se construyen rascacielos, grandes centros
comerciales y otras superestructuras sin un fundamento que sirven como herramienta para
de hacerlo. Es por eso que se encuentran “formulaciones figurativas cada vez más dirigidas a
sustituir por puras imágenes la rigurosa construcción de forma.” (Tafuri. 1997). Y es así que
de la colonia. Por lo general se busca adoptar cualquier innovación ajena al medio para crear
esa falsa ilusión de progreso, cuando en realidad no se está avanzando sino dándole forma
tangible al consumismo.
la adopción de diferentes estilos extranjeros, por lo que se denota una carencia de identidad.
Tal como menciona Fernández Cox (1988), “la superioridad de los europeos y los
norteamericanos hace que sus modelos de avances resulten simbólicamente tan atractivos que
modelos a nuestra realidad.” Y esto se traduce en un problema. Se podría decir que esta
adopción de modelos foráneos denota claramente el rechazo a nuestra identidad. Se piensa que
algo extranjero es mejor simplemente por ser extranjero. Se adoptan modelos de edificaciones
que no tienen nada que ver con el contexto de la ciudad y la mayoría de las veces, si no son
edificio, y eso debe a que no se consideran las diferencias de medios climáticos, económico y
sociales de la ciudad de origen con Guayaquil. Esta falla que se arrastra desde la selección de
selecciona el emplazamiento más adecuado para dicho modelo. Por ejemplo, que se haya
ubicado el edificio The Point justo en frente del cerro Santa Ana rompiendo completamente
es que como este hay numerosos casos, de distintos ámbitos, a lo largo de toda la ciudad.
Una de las áreas más afectadas por este problema es la de los negocios. En la ciudad de
Guayaquil se han construido en los últimos años una gran cantidad de edificios destinados a
oficinas, tanto para grandes corporaciones como para alquiler de oficinas individuales para
negocios particulares a menor escala. En primer lugar, la gran cantidad de fondos destinados a
guayaquileña. Muchas veces los edificios no se construyen con un propósito específico, sino
solo para ser vendidos al mejor postor o al que esté en la capacidad de costearlo, por lo que en
ocasiones hay edificios nuevos y vacíos ocupando un lugar en el espacio sin ninguna función.
Además, que se los considere como hitos debido a su mero aspecto denota la importancia del
impacto visual en el medio. Tomando así a la “ciudad como campo de imágenes y por lo tanto
La característica que más resalta en ellos es la utilización del vidrio en las fachadas
queriendo simular el muro cortina de varios de los grandes rascacielos de las ciudades más
importantes del mundo, con lo cual lo único que consiguen es una mayor concentración de
sistemas de enfriamiento. Uno de los edificios que tiene la mayor parte de la fachada compuesta
dicha tipología no se consideró en lo absoluto las diferencias climáticas entre regiones y las
altas temperaturas que se dan en Guayaquil. El material utilizado únicamente potencia el efecto
toda morfología da como resultado la invariabilidad de los tipos. Esta replica constante
arquitectónica guayaquileña. Solo se lo utiliza por la concepción de que si tiene más vidrio es
“más moderno”, ignorando por completo todos los problemas que ese elemento conlleve en el
ámbito de Guayaquil.
una gran altura, se puede exponer como ejemplo a los edificios Xima y Del Portal en la vía
Samborondón. Con la gran altura se pretende demostrar el poder del área de los negocios,
construyendo edificaciones dominantes a simple vista, así estas no representen a una gran
marca o corporación en especial. Generalmente este tipo de edificios reúne diferentes tipos de
negocios lo que demuestra muy bien la sociedad globalizada y la proliferación del consumismo.
y cafeterías, lo cual prolonga la estadía del usuario prácticamente obligándolo a gastar a cada
Otro aspecto que comparten los tres edificios antes mencionados es que poseen un
edificio anexo de parqueo, ya sea en su base o como un elemento lateral o posterior adosado.
Esta construcción destinada netamente a parqueos choca de manera brusca con el estilo
mezcla de estilos, sin sello propio y sobretodo mal adoptados generan eclecticismo en
Guayaquil. Nada está definido, pero todo es replicado llegando a un notorio sin sentido. El
sello característico de los edificios de oficinas se vuelve la proyección de esta imagen de caja
A pesar de que se intenta lograr una innovación en la forma de los edificios, lo único
que se hace en realidad es modificar por lo general la cara frontal del prisma básico. En Blue
Towers se intenta modificar el aspecto del prisma rectangular, formado por dos prismas más
finos, mediante una curvatura en dos de sus caras externas. En el Xima, se realizan
sustracciones de elementos, dejando formas curvas en la fachada frontal, siendo esta la única
que contiene vidrio. Por último, en el edificio Del Portal, se logran observar curvaturas más
pronunciadas, hechas a base de vidrio en la fachada frontal, pero dicha forma es solo una
pantalla. Pues a simple vista se logra identificar lo poco o nada compatible que es el sistema
estructural, ya que a través de los mismos muro cortina se puede apreciar la existencia absurda
una de las plantas en altura. Pero, más allá de esas pequeñas adecuaciones poco innovadoras,
siguen siendo un intento fallido de asemejar a menor altura los rascacielos con el sistema de
muro cortina.
modernización, ya que impide una buena selección de modelos para ser aplicados en la ciudad,
porque simplemente se busca adoptar otro estilo diferente al propio. Si no se diera este
fenómeno, como indica Fernández Cox (1988), esta “condición de retraso relativo podría
significar una enorme ventaja: la de disponer una vastísima gama de ideas técnicas y modelos
vacíos, mudos y meramente reproducidos de alguna fuente externa. Así como existen los
edificios destinados a oficinas existen muchos otros que carecen de un lenguaje autentico y se
componen de los retazos de diferentes estilos, que muchas veces no tienen nada que ver uno
con el otro. Es importante resaltar que todo esto lo ocasiona la banalización de la cultura de los
últimos años; por lo que el desorden y la falta de identidad percibidos en Guayaquil hacen que
esta ciudad llegue a ser el escenario de la “representación teatral de los valores comunitarios”
(Tafuri 1974). Valores para nada positivos en este caso. Esta negación de identidad, escases de
náusea”” (Tafuri. 1997). Nada parece encajar y es evidente que todo lo que se construye o
replica, no solo fue sacado totalmente de su contexto, sino que también se lo ubica en el lugar
menos idóneo dentro de la ciudad. Esta sociedad de consumo y ambición por el poder,
originada por la globalización sin precedentes, solo intenta persuadir a las masas con imágenes
proyectadas en las fachadas vidriadas de las edificaciones y así reforzar las ideas de