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Lo que entendemos por nuestra perspectiva, recupera las ideas y conceptos en torno a los cuerpos
desarrollados por Michel Foucault y Judith Butler, por un lado, y por el otro, los resultados de las
investigaciones realizadas por el Prof. Ricardo Crisorio (UNLP), el Dr. Carlos Figari (UNCA), la Dra.
María Pía Lopez (UBA), la Dra. Meri Torrás (UAB), y las propias.
historia. Estas imágenes, las de las publicidades, que intentan convertirse en nuestros
imperativos categóricos (así debemos ser, vestirnos, sentirnos): MIENTEN. Nunca
antes el cuerpo se nos ha presentado como aquel lugar donde todo es posible:
fragmentario, flexible, maleable, el cuerpo es objeto y sujeto a la inscripción de
múltiples significaciones y sentidos.
Nosotros, en tanto colectivos políticos y ciudadanos, somos quienes damos vida
a las definiciones corporales y estéticas que nos inducen a someternos a dietas absurdas
y a intervenciones quirúrgicas riesgosas. Son nuestras prácticas cotidianas quienes
alimentan y fortalecen estos discursos que promueven una belleza decimonónica y
occidental. También, son nuestras prácticas, las que pueden promover otros modos de
relacionarnos con nuestros cuerpos y el cuerpo de los otros, que incluyan, como valores
fundantes, el placer y el disfrute.
Para ello debemos: a) analizar críticamente las estéticas dominantes que pugnan
por UN CUERPO joven, sano, medible, perfectible, armónico y bello según los
estándares estéticos de una modernidad occidental, b) considerar que hay múltiples
formas corporales, las cuales están ausentes, sino excluidas de las narrativas corporales
hegemónicas, y c) reflexionar sobre qué elementos de estos discursos y normativas
posibilitan (junto a otros por inventarse) la construcción de cuerpos luminosos y
personas felices, en un mundo donde todos podamos acceder a una apropiación creativa,
paradójicamente, de nuestros cuerpos.
Si nos detenemos un segundo, a contemplar con lucidez la realidad que nos
circunda: a) y descubrir que en este preciso instante, en la India y Estados Unidos se
ofertan blanqueadores de piel y cirugías para redondear rasgos faciales de millones de
hombres y mujeres que no responden al modelo de belleza “blanco y occidental”, b)
percatarnos que las desigualdades en materia de salud, entre quienes habitamos una
ciudad, se profundizan cada año; y que este hecho sucede en la mayoría de las
metrópolis del mundo, c) divisar que, cada uno de nosotros, somos parte de las políticas
corporales que trazan el devenir de los cuerpos contemporáneos. Parece perentorio que
nos preguntemos, YA, ahora mismo: ¿Qué mundo queremos in-corporar? ¿Cómo
habitamos nuestros cuerpos? ¿Cuáles son las categorías que lo vuelven visible? ¿Qué
puede un cuerpo? ¿Y cual es el poder de transformación de un “cuerpo colectivo” de
ciudadanos resistentes, comprometidos y reflexivos?