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Osario de Sedlec o

“Iglesia de las 40 000 calaveras”


(Kevin Warneros)
El Osario de Sedlec es una pequeña capilla católica situada bajo la iglesia del
Cementerio de Todos los Santos, en Sedlec, un suburbio de Kutná Hora, en la
República Checa, es una iglesia construida sobre lo que alguna vez fue un
cementerio, considerado como “santo” por los pobladores y que data
aproximadamente de mediados del siglo XIV. Mas su singular sobre nombre no lo
lleva debido a su ubicación, sino a que está completamente decorada con huesos
humanos, 40 000 cadáveres humanos.
Al parecer (“parecer” ya que la información disponible se encuentra sólo a modo
de leyenda), la cantidad de muertes en la región aumentó exorbitantemente debido
a epidemias como “la peste negra” y los conflictos armados provenientes de las
guerras husitas (cruzadas), por lo que llegó un punto en que en el cementerio
simplemente no se podía enterrar a nadie más, por lo que (según la leyenda),
decidieron usar los restos de los muertos como ornato para la iglesia, para que así
pudieran descansar también en esa tierra que consideraban una especie de portal
hacia el cielo.
En esta Iglesia es posible apreciar un sinfín de huesos que decoran y sustituyen
los ornatos comunes de las iglesias. Los huesos fueron usados para crear
candelabros, esculturas, decorar pilares, bóvedas o incluso, forrar paredes enteras,
generando sensaciones únicas en quien lo aprecia. En el área específica del osario
es posible ver un altar, cuya pared está completamente cubierta con cráneos,
disúestps uno junto a otros, bastante simétricos; las paredes laterales así mismo
están completamente forradas con cráneos y huesos amóntonados que parecen ser
húmeros o qui´za fémures; en el techo se encuentran húmeros (eso sí estoy seguro
que son húmeros) en pares formando una X, con un cráneo sobre ellas, que
refuerzan la simetría casi a modo de mosaico que generan los cráneos del fondo,
pero que a la vez, parecieran relajar un poco lo abrumador de éstos.
Dado que se trata de una iglesia, donde de hecho se siguen celebrando misas, y
dado por supuesto, que el hecho de que parte de la materia prima que edifica ese
espacio son huesos humanos, lo primero que hay que hacer para intentar realizar
un juicio estético de esta construcción, es hacer a un lado su carácter religioso y,
aunque pueda costar trabajo, también hay que quitarle la cualidad de “cadáver” al
material de ornato, para que éste pueda cumplir su fin.
Tal vez se puede obviar el por qué de desprender el edificio de lo religioso para
poder juzgarlo (la religión trae consigo siempre una moral), y no suceda lo mismo
con la parte de los cadáveres. Esta calidad se remueve primeramente porque, en
caso contrario, se podrían generar juicios morales que impidan la percepción
estética del objeto; genera también un morbo en quien la contempla que no le
permite ver un espacio decorado, sino un espacio lleno de muertos; pero sobre todo
es removida porque de hecho quienes dispusieron de este material, lo hicieron con
el fin mismo de adornar una iglesia, aunque hubiese una leyenda del descanso
eterno, el fin y uso que perdura hasta ahora es el de adornar. De hecho, bien podría
afirmarse que no se trata de cuerpos humanos como materia prima, en todo caso
se habla sólo de huesos, ya que en dicho espacio no vemos cuerpos, vemos partes
dispuestas con el fin de ser otra cosa, dejamos de ver falanges y cúbitos, para ver
los colguijes y brazos de un candelabro, vemos mosaicos en ver de ver cráneos, y
lo que fue un homóplato y un cráneo, es la representación de un ángel.
Una vez que dejemos de ver cuerpos podemos apreciar completamente la
composición del Osario de Sedlec, podemos apreciar su estilo casi barroco, en
cuanto a la saturación de cráneos, aunque ausente de curvas; podemos disfrutar
las líneas sin fin que generan las coyonturas de las partes, podemos ver la
composición, casi a manera de rompecabezas, percibimos también los colores y
atmósferas que generan éstos, una sensación de calidez, aunque abrumadora por
lo abarrotado de sus paredes.
Ahora que creo haber encontrado la palabra cable para concluir este intento de
juicio de gusto, composición, afirmo tímidamente que estamos ante un objeto bello.

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