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El representante de Buenos Aires, ministro de hacienda de Rosas, José María Roxas y Patrón,

sostenía:
[...]De ningun modo puedo persuadirme de la injusticia con que se deben prohibir algunos
productos extranjeros para fomentar otros, que, o no existen todavía en el país o son escasos e
de inferior calidad. La necesidades de la sociedad son interminables [...]
¿Cuáles son las ganancias que nos quedan de comprar caro los lienzos, los calzados y otros
ramos, bien sea por la prohibición absoluta o por la alza de derechos (aduaneros)?[...]
¿Por qué a estos hombres y sus familias se les ha de obligar a comprar caro, y por lo mismo
escaso, lo que pueden tener barato y abundante, y a distraer una parte de capital que podían
economizar?

El correntino, Pedro Ferré le responde:


[...] Considero la libre concurrencia (librecambio) como una fatalidad para la nación. Los pocos
artículos industriales que produce nuestro país, no pueden soportar la competencia con la
industria extranjera.
[...] Se destruyen los capitales invertidos en estos ramos y se sigue la miseria.
La exclusiva del puerto es otro mal, raíz de infinitos.
[...] debe mirarse como indispensable una variación en el actual sistema de comercio.
Me parece también, que ésta debe fundarse en los siguientes puntos:
1° prohibición absoluta de importar alguno artículos que produce el país.
2° habilitación de otro u otros puertos más que el de Buenos Aires.

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