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Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de

marzo de 1943-Reikiavik, Islandia; 17 de enerode 2008),1 fue un gran


maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del
ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spaski en el llamado «Encuentro del Siglo».
Sin embargo, después de lograr el título, no volvió a jugar nunca más en torneos
internacionales. Estadounidense de nacimiento, su país dictó orden de busca y captura
contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro contra Borís Spaski en Sveti
Stefan (Yugoslavia, país contra el cual Estados Unidos había decretado un bloqueo) y más
tarde revocó su pasaporte. En julio de 2004, Fischer fue detenido en
el aeropuerto Narita ―en Tokio (Japón)―, por intentar salir del país utilizando un
pasaporte no válido; fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a Islandia, país
que acababa de concederle la nacionalidad a pesar del malestar que ello generó en las
autoridades de Estados Unidos. Falleció en Islandia tres años después.

Índice

 1Primeros años
 2Ajedrez profesional
o 2.1Olimpiadas de Ajedrez
o 2.2Torneos internacionales
o 2.3Encuentros de Candidatos
 3Fuerza de juego
 4El llamado «Encuentro del Siglo»
 5El eclipse
 6El final
 7Véase también
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Primeros años[editar]
Estrictamente hablando, Bobby Fischer no fue un niño prodigio como lo fueron José Raúl
Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien
lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad
superior; antes de esa edad no se apreciaban en sus resultados y su calidad de juego
signos de extraordinario talento ajedrecístico. Es exacta la aseveración del árbitro
internacional español Pablo Morán en el sentido de que «Como niño prodigio no fue muy
brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del
ajedrez».2
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender, inteligente y políglota, y del físico de origen
alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue
el padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.3
Se considera casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi,
dotado de asombrosa inteligencia de tipo matemático. En cualquier caso, Regina y Hans-
Gerhardt no obtuvieron el divorcio hasta 1945; Bobby, que entonces tenía dos años,
quedó, junto con su hermana mayor Joan, al cuidado de su madre. En 1949 Regina se
trasladó con sus dos hijos a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer
aprendió a jugar ajedrez por sí mismo a la edad de 6 años,a partir de las instrucciones que
venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. Su afición por el
ajedrez fue aumentando hasta llegar a la obsesión; su madre, preocupada, le llevó a la
consulta de un psiquiatra pero la actitud del chico no varió. En enero de 1951, gracias a un
anuncio en el periódico, Bobby participó en una sesión de simultáneas contra el maestro
Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió le
sirvió, según confesión propia, para seguir esmerándose en ajedrez. El presidente del
Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, le enseñó los fundamentos
de la estrategia y le introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
En 1955 ingresó en el Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el
Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en
Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo
otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School a los
16 años para dedicarse por completo al ajedrez; aducía que estudiar era una pérdida de
tiempo. Sus profesores le recordaban como un muchacho difícil. Probablemente tenía un
coeficiente intelectual alto (tal vez de 187), aunque era asocial. En 1956, John Collins, que
había sido tutor de otros jugadores sobresalientes como Robert Byrne y William Lombardy,
le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura
paterna para Fischer.
Sobre su partida con Donald Byrne, conocida por algunos como la «partida del siglo» en
1956, el doctor Max Euwe, campeón del mundo entre 1935 y 1937, comentó: «Que un
renombrado maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y
sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del
ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un
escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores
jugadores de Estados Unidos. Las combinaciones de Fischer no son particularmente
profundas, aunque tampoco evidentes».4
Cuando Bobby tenía 17 años su madre le abandonó, dejando solo a su hijo en el
apartamento de Brooklyn, entregado totalmente al ajedrez.

Ajedrez profesional[editar]
Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética de ajedrez que,
subvencionada por el Estado, dominó la disciplina desde 1948 hasta la desintegración de
la Unión Soviética en 1991, con el paréntesis de Fischer; y aun después de dicha
desintegración, los jugadores formados en dicha escuela soviética estuvieron en la cima
durante años. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tuvo para la Federación
Internacional de Ajedrez (FIDE) en el sistema de Candidatos al título mundial, categoría
Zonal. Bobby, ya campeón juvenil de Estados Unidos y que había terminado noveno en la
edición anterior del campeonato absoluto, se alzó con el primer lugar, y se clasificó para el
Torneo Interzonal de Portoroz (hoy Eslovenia) del año siguiente, en el que obtuvo el sexto
puesto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos y obtener
de forma automática el título de gran maestro. Muchos jugadores han superado desde
entonces el récord de precocidad de Fischer en obtener el título de gran maestro (lo hizo
con quince años y medio); cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó
con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística,
particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima; en solitario y sin
entrenadores (mientras que los jugadores soviéticos recibían apoyo oficial), y sin el auxilio
de potentes programas de juego y bases de datos disponibles para los jugadores actuales.
Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva
marca.
Donald Byrne vs Bobby Fischer, New York, 1956. Posición después de 16 - Ae6.

Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el


campeonato de Estados Unidos. En su primera participación solo pudo ganar un par de
partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne de la que ya hemos hablado,
lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas
prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer venció mediante un brillantísimo
juego combinativo, aún más sorprendente si se toma en cuenta que apenas contaba con
trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo en todas el título nacional
con al menos un punto de ventaja sobre el segundo clasificado. En la edición de 1963
logró además la proeza de coronarse campeón venciendo en todas las partidas; una
hazaña sin precedentes pues participaban en el certamen figuras de la talla
de Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.

Olimpiadas de Ajedrez[editar]
Bobby Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En
todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de
bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo de
la Unión Soviética, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo,
produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig (Alemania), en
1960, empató espectacularmente con el soviético entonces campeón del mundo Mijaíl Tal;
al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: «No juega usted mal», a lo que
Tal respondió: «Es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría
que jugué como un genio».5
En Varna (Bulgaria), dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik,
al que dominó durante toda la partida aunque este salvaría el empate gracias a la ayuda
en el análisis de la posición aplazada de sus compañeros de equipo, especialmente
de Efim Geller, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la
Olimpiada de La Habana (Cuba), el equipo de la Unión Soviética reservó al campeón
mundial Petrosián, por lo que Fischer se enfrentó al entonces subcampeón Borís
Spassky con quien firmaría las tablas después de cincuenta y siete movimientos en una
partida que comenzó con la Apertura Española o Ruy López. En su última presentación
«olímpica», en Siegen (Alemania), Spassky, ya como campeón mundial, derrotaría
brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó 40 partidas, empató 18 y
perdió 7 en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de
efectividad de 75,4 por ciento.

Torneos internacionales[editar]
Aún con su enorme talento y dedicación al juego, el campeonato del mundo habría de
esperar algunos años. En el maratoniano torneo de Candidatos 1959, en Yugoslavia (se
jugó en tres ciudades: Bled, Zagreb y Belgrado), terminó en quinto lugar, empatado a
puntos con Svetozar Gligorić, gran figura del ajedrez internacional; en esta ocasión Fisher
perdió sus cuatro partidas con Tal. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolmo (Suecia),
con dos puntos de ventaja sobre Tigrán Petrosián (1929-1984), quien se coronaría
campeón del mundo un año después, y Geller. En el torneo de Candidatos
de Curaçao (Antillas Holandesas), sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en
un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Paul Keres y Geller, y denunciaría en un
artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas
fáciles entre ellos para repartirse los puntos y reservarse, con objeto de alejar de los
puestos preferentes a otros jugadores. Desde luego, las acusaciones de Fischer no
pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del
mundo, sustituyendo el sistema del torneo de Candidatos por el de los enfrentamientos
individuales.
Fischer se apartó temporalmente del ajedrez profesional durante algunos meses entre
1964 y 1965, se dedicó a dar exhibiciones y no participó en el ciclo de candidatos que
culminó con el encuentro por el título mundial entre Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni
acudió a la Olimpiada de Tel Aviv (Israel). En 1967, no obstante, se presentaría al
Interzonal de Sousse (Túnez) en una nueva acometida por el título mundial. Después de
diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete
victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, alegando
un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había
estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencias
religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky,
pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por
incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa
facilidad a su ilustre contrincante.

Planilla de anotación de Fischer correspondiente a la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de


1970, frente a Miguel Najdorf.

Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de
1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con solo dos excepciones: el Torneo
Memorial Capablanca de 1965 (que se celebró en La Habana y Bobby jugó por teletipo
desde Nueva York), en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y
Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la
que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spassky. En toda su carrera
jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga
ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957, y en 1961 dejó inconcluso un duelo con
Reshevsky, que quedó en empate después de once partidas, a causa de desacuerdos con
los organizadores; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó tres victorias
inapelables (ante el danés Bent Larsen y los soviéticos Mark Taimanov y Petrosián), y
finalmente derrotó a Spassky en el ya mencionado y famoso Match del Siglo. Veinte años
después, en 1992, disputó frente a su viejo rival Spassky un encuentro de exhibición, del
que hablaremos.
Una de las características que distinguían a Fischer era la rapidez de su juego. En muy
contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera
ágil y muy correcta. No es de extrañar que con su excepcional talento se convirtiera en uno
de los mejores jugadores de partidas rápidas (llamadas blitz, donde cada jugador dispone
de cinco minutos para toda la partida). En 1970 se disputó en Herceg Novi (Montenegro,
antigua Yugoslavia), el torneo de partidas rápidas más importante celebrado hasta
entonces. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles contra
rivales de primerísima fila, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smyslov y
los exaspirantes David Bronstein y Reshevsky. Solo Fischer y Tal fueron capaces de
reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado (Serbia, antigua Yugoslavia) el entonces anual
encuentro entre la Unión Soviética y el resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en
el segundo tablero, cediendo el primero a Larsen, que había obtenido mejores resultados
en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo
que enfrentarse a Petrosián, entonces subcampeón mundial, a quien venció
convincentemente 3 a 1 (dos victorias y dos tablas), a pesar de haber permanecido alejado
de los tableros. En la edición 1971, el estadounidense ganaría por primera vez el Óscar del
Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.

Encuentros de Candidatos[editar]
En 1972, finalmente, alcanzó el derecho a disputar el Campeonato del Mundo. Obtuvo el
primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca (Islas Baleares, España) de
1970, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó (las últimas siete del
torneo de forma consecutiva), algo verdaderamente inusual tomando en consideración el
nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrolló en el ciclo de
Candidatos disputado a lo largo de 1971 a los grandes maestros Mark
Taimánov (soviético) y Bent Larsen (danés, el único que había logrado derrotarle en el
Interzonal del año anterior), por idéntico resultado en sus respectivos enfrentamientos al
mejor de 10 partidas: un sonrojante 6 a 0 que, en el caso de Taimánov, le supuso serios
problemas con el aparato comunista soviético que lo acusó falta de carácter y de no haber
sabido defender la honra patriótica. De hecho, ese resultado causó un enorme revuelo
entre las autoridades ajedrecísticas de la Unión Soviética, que no solo acusaron a
Taimánov, sino a todo el potente equipo de analistas que lo acompañó durante el
encuentro.6
Lo excepcional de estos resultados solamente se puede explicar diciendo que el gran
talento de Fischer había llegado a su máximo esplendor. Para comprender la magnitud de
la hazaña de Fischer, hay que tener en cuenta que, en el ajedrez de alto nivel, el empate
es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo
romper el equilibrio. Hay que remontarse casi cien años atrás para hallar un resultado
similar: en 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, el primer campeón
mundial Wilhelm Steinitzderrotó por 7 a 0 a Joseph Henry Blackburne, uno de los mejores
jugadores de la época, aunque, en ese caso, Steinitz contaba con la gran ventaja de
acabar de sentar las bases del ajedrez moderno que le proporcionaba una evidente
superioridad sobre el resto de jugadores. En 1971 repetir ese resultado en la alta
competición resultaba increíble, y más aún repetirlo dos veces consecutivas.
En la final de Candidatos, Fischer derrotó en Buenos Aires (Argentina) al ex campeón
mundial, el soviético Tigrán Petrosián, por 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a
enfrentarse a Spassky con el título mundial en juego. Su cadena de 20 victorias
consecutivas (las siete últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y
Larsen y la primera de su encuentro con Petrosian) constituye un auténtico hito en la
historia del ajedrez de élite, como también lo es el haber cedido solo 2,5 puntos (una
derrota y tres tablas) en las 21 partidas que disputó en las tres eliminatorias del ciclo de
Candidatos. Algo que asombraba al mundo ajedrecístico y amedrentaba a sus rivales.

Fuerza de juego[editar]
A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico
húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz
de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que
durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista.
Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos,
entre ellos, cinco campeones del mundo, Garri Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir
Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como los grandes maestros Levon
Aronian, Alexander Grischuk y Fabiano Caruana. Este hecho por sí solo, sin embargo, no
significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos
desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como «inflación
del Elo».7 Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero
sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las
causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,8 es cosa
establecida que la evaluación Elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de
ajedrecistas pertenecientes a diferentes épocas. No obstante hay que reconocer, siendo
justos, que el nivel general de los maestros de ajedrez en los tiempos modernos ha
aumentado considerablemente, lo que hace más difícil ascender en el «escalafón».
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin
duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios
rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica,
preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.

El llamado «Encuentro del Siglo»[editar]


El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones,
aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik, capital de Islandia,
representó el enfrentamiento de dos mitos del tablero. El primero era el propio Fischer, que
nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus
excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal
lograron interesar al gran público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez
profesional. Lo excepcional del estadounidense, sin embargo, eran sus resultados. Su
puntuación Elo era 125 puntos superior a la de Spassky. Si no se hubiera tratado del
número uno y dos del escalafón mundial, la estadística indicaría solamente el
enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría. Tal era la distancia que Fischer
llegó a tener con relación a sus contemporáneos.
El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, se enfrentaba a un rival temible, otro
auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era solamente Spassky, un jugador de
talento excepcional al que Fischer no había podido vencer antes de este encuentro, sino la
poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación
Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones
mundiales desde 1948, y había ganado todas y cada una las Olimpíadas que se habían
efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado
fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes
implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la
superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos
de un aspirante de Estados Unidos. El ex campeón mundial Mijaíl Botvinnik puso a
disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; Ígor
Bondarevski abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay
Krogius, de la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física
del campeón.9 El apoyo de Fischer lo componían Lombardy, el abogado Paul Marshall
(que tuvo un papel destacado) y Fred Cramer, por parte de le Federación de Ajedrez de
Estados Unidos. El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero
evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que
aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de
ajedrez.
Tras la jugada número 30 de la primera partida, los dos jugadores llegaron a una posición
completamente simétrica (dos alfiles de casillas negras y seis peones repartidos de igual
manera por ambos flancos). Fischer perdió cuando cometió un error amateur al comer un
peón con su alfil que después del movimiento de un peón de Spassky queda sin
escapatoria siendo una presa fácil para el rey que se encontraba cerca. No se presentó a
la segunda partida alegando disconformidad con la organización. Parecía que Spassky
retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer venció en la tercera. La
cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro
estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas
(Spassky abandonó por teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se
coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas,
3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.

Transcripción (en notación algebraica) de


la partida 21 y última del match:
Blancas: Spassky
Negras: Fischer
1.e4 c5 2.Cf3 e6 3.d4 cxd4 4.Cxd4
a6 5.Cc3 Cc6 6.Ae3 Cf6 7.Ad3 d5 8.exd5
exd5 9.O-O Ad6 10.Cxc6 bxc6 11.Ad4 O-
O 12.Df3 Ae6 13.Tfe1 c5 14.Axf6
Dxf6 15.Dxf6 gxf6 16.Tad1 Tfd8 17.Ae2
Tab8 18.b3 c4 19.Cxd5 Axd5 20.Txd5
Axh2+ 21.Rxh2 Txd5 22.Axc4
Td2 23.Axa6 Txc2 24.Te2 Txe2 25.Axe2
Td8 26.a4 Td2 27.Ac4 Ta2 28.Rg3
Rf8 29.Rf3 Re7 30.g4 f5 31.gxf5 f6 32.Ag8
h6 33.Rg3 Rd6 34.Rf3 Ta1 35.Rg2
En esta posición, tras la mala jugada 41. Ad7, Re5 36.Ae6 Rf4 37.Ad7 Tb1 38.Ae6
quedó aplazada la partida. El blanco abandonó Tb2 39.Ac4 Ta2 40.Ae6 h5 41.Ad7. En
esta posición la partida quedó aplazada,
antes de la reanudación. pero el blanco abandonó antes de la
reanudación porque el rey negro puede
ahora apoyar el avance de su peón de la
columna h mediante 41.- Rg4, ganando.
Spassky debió haber jugado 41.Rh3, con
buenas posibilidades de tablas. Claro que
la jugada anterior de Fischer también fue
floja, pues en lugar de 40.- h5 debió haber
jugado 40.- Rg4, con la misma idea de
apoyo a su peón libre e impidiendo el paso
al rey contrario.

El eclipse[editar]
Resultó incomprensible para todo el mundo que el momento culminante de la carrera de
Bobby Fischer al conquistar el campeonato mundial significase también su abrupto y
completo final, pues nunca más quiso volver a jugar una sola partida de competición oficial
a pesar de tener solamente 29 años. La única explicación plausible para esta actitud es un
temor insuperable a ser derrotado, lo cual se suma a los diversos indicios de obsesión y
desequilibrio mental que hasta entonces había dado. Además de que al no volver a jugar
frustró las expectativas de todos los aficionados y organizadores del mundo, hay que
observar que la única fuente de futuros ingresos de Bobby sería el ajedrez o estaría en
estrecha relación con este.
Cumplido el siguiente ciclo de clasificación tres años más tarde, en 1975, llegó una vez
más la ocasión de que el campeón defendiera su título frente al nuevo aspirante, en este
caso el joven soviético Anatoli Kárpov (n. 1951), de 24 años. Entonces Bobby planteó a la
FIDE que no deseaba defender su título de la misma forma que lo había ganado, sino
según otro esquema anterior a 1948, que consistía, entre otras cosas, en que la victoria
sería para quien primero alcanzara 10 victorias (sin contar las tablas), reteniendo el título el
campeón en caso de empate a 10. Hasta aquí puede decirse que es un planteamiento
equitativo y razonable; de gustos personales, si se quiere, pero razonable. El gran
inconveniente es que Fischer pretendía introducir además la condición de que él (Fischer)
también retendría el título si se empataba a nueve.
Aunque la FIDE y la delegación soviética aceptaron las restantes exigencias de Fischer, la
cuestión del empate a nueve no era razonable ni admisible. Para que se entienda mejor lo
irracional de esta condición, podemos enunciarla así: «El campeón será Kárpov si gana
diez partidas, y Fischer si gana nueve». Esta condición sería ridícula en otros deportes que
se disputan a un tanteo prefijado, como el tenis, o cuando en fútbol hay que recurrir al
lanzamiento de penaltis. Botvinnik calificó esta condición de «unfair» (injusta). La FIDE
desautorizó esta pretensión, pero entonces Fischer se negó en redondo a jugar. No quedó
otra opción que desposeer a Fisher de su título y proclamar campeón a Kárpov, quien, con
sus resonantes triunfos en grandes torneos y matches por el campeonato mundial durante
los diez años siguientes, se hizo merecedor indiscutible al título mundial y, con el paso del
tiempo, ha demostrado ser uno de los jugadores más formidables de la historia del ajedrez,
que ha ganado un casi increíble total de 160 torneos de ajedrez de élite.
Fischer, decepcionando profundamente a la afición mundial, continuó sin jugar e incluso
desapareció de la vida pública. Kárpov, que dijo sentirse como un niño al que no le dan un
juguete largo tiempo prometido, se entrevistó en 1976 con Bobby para concertar un
encuentro, pero su intento no tuvo éxito. En 1981 Bobby, con aspecto de vagabundo, fue
detenido en Pasadena (California) cuando la policía le confundió con el atracador de un
banco.
Mucho después, en 1992, Fischer, a la sazón de 49 años, aceptó jugar un encuentro
amistoso de exhibición contra su antiguo adversario Spassky, de entonces 55 años de
edad. El match comenzaría en Sveti Stefan, a orillas del Adriático, y acabaría en Belgrado,
enclaves ambos de la República Federal de Yugoslavia, nación procedente del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Aunque tuvo notoriedad por ser la reaparición
de Fischer después de veinte años, este encuentro estaba muy lejos de ser una repetición
del famoso de 1972, pues la Unión Soviética se había disuelto y ya no había intereses ni
tensiones internacionales; Spassky se había nacionalizado francés y ―esto es
destacable― había retrocedido en la clasificación internacional Elo hasta el puesto 124; y,
por último, no había en juego ningún título oficial ni extraoficial. Lo único realmente
relevante era el apartado financiero, pues la exhibición estaba dotada con sustanciosos
premios en metálico: 3,65 millones de dólares para el vencedor y 1,35 para el perdedor. El
Gobierno de Estados Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos―
involucrarse en el match a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la
República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de Bosnia. Ante
las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en la mesa) escupió
sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a desistir de jugar. El encuentro
se celebró y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad de las partidas y
el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso interés en el mundo del
ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron orden de búsqueda y captura contra
Fischer, lo cual podía llegar a costarle hasta 10 años de cárcel.
A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental comenzaba a deteriorarse, Bobby
Fischer se había caracterizado por lanzar furibundos
pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de
ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un negacionista del
Holocausto.1011 En al menos una oportunidad se había declarado a favor de un hipotético
golpe militar derechista en su país, seguido de la destrucción de sinagogas y la ejecución
de cientos de miles de judíos.12
En una entrevista a una radio filipina el 12 de septiembre de 2001, Fischer proclamó su
satisfacción por los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono ocurridos
el día anterior y se pronunció en durísimos términos contra Estados Unidos e Israel.13 Sin
embargo, cabe aclarar que su odio nunca se extrapoló al tablero pues durante toda su vida
mantuvo una cordial relación con otros ajedrecistas judíos.

El final

Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de
marzo de 1943-Reikiavik, Islandia; 17 de enerode 2008),1 fue un gran
maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del
ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spaski en el llamado «Encuentro del Siglo».
Sin embargo, después de lograr el título, no volvió a jugar nunca más en torneos
internacionales. Estadounidense de nacimiento, su país dictó orden de busca y captura
contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro contra Borís Spaski en Sveti
Stefan (Yugoslavia, país contra el cual Estados Unidos había decretado un bloqueo) y más
tarde revocó su pasaporte. En julio de 2004, Fischer fue detenido en
el aeropuerto Narita ―en Tokio (Japón)―, por intentar salir del país utilizando un
pasaporte no válido; fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a Islandia, país
que acababa de concederle la nacionalidad a pesar del malestar que ello generó en las
autoridades de Estados Unidos. Falleció en Islandia tres años después.

Índice

 1Primeros años
 2Ajedrez profesional
o 2.1Olimpiadas de Ajedrez
o 2.2Torneos internacionales
o 2.3Encuentros de Candidatos
 3Fuerza de juego
 4El llamado «Encuentro del Siglo»
 5El eclipse
 6El final
 7Véase también
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Primeros años[editar]
Estrictamente hablando, Bobby Fischer no fue un niño prodigio como lo fueron José Raúl
Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien
lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad
superior; antes de esa edad no se apreciaban en sus resultados y su calidad de juego
signos de extraordinario talento ajedrecístico. Es exacta la aseveración del árbitro
internacional español Pablo Morán en el sentido de que «Como niño prodigio no fue muy
brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del
ajedrez».2
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender, inteligente y políglota, y del físico de origen
alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue
el padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.3
Se considera casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi,
dotado de asombrosa inteligencia de tipo matemático. En cualquier caso, Regina y Hans-
Gerhardt no obtuvieron el divorcio hasta 1945; Bobby, que entonces tenía dos años,
quedó, junto con su hermana mayor Joan, al cuidado de su madre. En 1949 Regina se
trasladó con sus dos hijos a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer
aprendió a jugar ajedrez por sí mismo a la edad de 6 años,a partir de las instrucciones que
venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. Su afición por el
ajedrez fue aumentando hasta llegar a la obsesión; su madre, preocupada, le llevó a la
consulta de un psiquiatra pero la actitud del chico no varió. En enero de 1951, gracias a un
anuncio en el periódico, Bobby participó en una sesión de simultáneas contra el maestro
Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió le
sirvió, según confesión propia, para seguir esmerándose en ajedrez. El presidente del
Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, le enseñó los fundamentos
de la estrategia y le introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
En 1955 ingresó en el Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el
Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en
Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo
otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School a los
16 años para dedicarse por completo al ajedrez; aducía que estudiar era una pérdida de
tiempo. Sus profesores le recordaban como un muchacho difícil. Probablemente tenía un
coeficiente intelectual alto (tal vez de 187), aunque era asocial. En 1956, John Collins, que
había sido tutor de otros jugadores sobresalientes como Robert Byrne y William Lombardy,
le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura
paterna para Fischer.
Sobre su partida con Donald Byrne, conocida por algunos como la «partida del siglo» en
1956, el doctor Max Euwe, campeón del mundo entre 1935 y 1937, comentó: «Que un
renombrado maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y
sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del
ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un
escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores
jugadores de Estados Unidos. Las combinaciones de Fischer no son particularmente
profundas, aunque tampoco evidentes».4
Cuando Bobby tenía 17 años su madre le abandonó, dejando solo a su hijo en el
apartamento de Brooklyn, entregado totalmente al ajedrez.

Ajedrez profesional[editar]
Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética de ajedrez que,
subvencionada por el Estado, dominó la disciplina desde 1948 hasta la desintegración de
la Unión Soviética en 1991, con el paréntesis de Fischer; y aun después de dicha
desintegración, los jugadores formados en dicha escuela soviética estuvieron en la cima
durante años. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tuvo para la Federación
Internacional de Ajedrez (FIDE) en el sistema de Candidatos al título mundial, categoría
Zonal. Bobby, ya campeón juvenil de Estados Unidos y que había terminado noveno en la
edición anterior del campeonato absoluto, se alzó con el primer lugar, y se clasificó para el
Torneo Interzonal de Portoroz (hoy Eslovenia) del año siguiente, en el que obtuvo el sexto
puesto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos y obtener
de forma automática el título de gran maestro. Muchos jugadores han superado desde
entonces el récord de precocidad de Fischer en obtener el título de gran maestro (lo hizo
con quince años y medio); cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó
con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística,
particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima; en solitario y sin
entrenadores (mientras que los jugadores soviéticos recibían apoyo oficial), y sin el auxilio
de potentes programas de juego y bases de datos disponibles para los jugadores actuales.
Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva
marca.

Donald Byrne vs Bobby Fischer, New York, 1956. Posición después de 16 - Ae6.

Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el


campeonato de Estados Unidos. En su primera participación solo pudo ganar un par de
partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne de la que ya hemos hablado,
lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas
prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer venció mediante un brillantísimo
juego combinativo, aún más sorprendente si se toma en cuenta que apenas contaba con
trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo en todas el título nacional
con al menos un punto de ventaja sobre el segundo clasificado. En la edición de 1963
logró además la proeza de coronarse campeón venciendo en todas las partidas; una
hazaña sin precedentes pues participaban en el certamen figuras de la talla
de Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.

Olimpiadas de Ajedrez[editar]
Bobby Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En
todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de
bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo de
la Unión Soviética, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo,
produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig (Alemania), en
1960, empató espectacularmente con el soviético entonces campeón del mundo Mijaíl Tal;
al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: «No juega usted mal», a lo que
Tal respondió: «Es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría
que jugué como un genio».5
En Varna (Bulgaria), dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik,
al que dominó durante toda la partida aunque este salvaría el empate gracias a la ayuda
en el análisis de la posición aplazada de sus compañeros de equipo, especialmente
de Efim Geller, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la
Olimpiada de La Habana (Cuba), el equipo de la Unión Soviética reservó al campeón
mundial Petrosián, por lo que Fischer se enfrentó al entonces subcampeón Borís
Spassky con quien firmaría las tablas después de cincuenta y siete movimientos en una
partida que comenzó con la Apertura Española o Ruy López. En su última presentación
«olímpica», en Siegen (Alemania), Spassky, ya como campeón mundial, derrotaría
brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó 40 partidas, empató 18 y
perdió 7 en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de
efectividad de 75,4 por ciento.
Torneos internacionales[editar]
Aún con su enorme talento y dedicación al juego, el campeonato del mundo habría de
esperar algunos años. En el maratoniano torneo de Candidatos 1959, en Yugoslavia (se
jugó en tres ciudades: Bled, Zagreb y Belgrado), terminó en quinto lugar, empatado a
puntos con Svetozar Gligorić, gran figura del ajedrez internacional; en esta ocasión Fisher
perdió sus cuatro partidas con Tal. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolmo (Suecia),
con dos puntos de ventaja sobre Tigrán Petrosián (1929-1984), quien se coronaría
campeón del mundo un año después, y Geller. En el torneo de Candidatos
de Curaçao (Antillas Holandesas), sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en
un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Paul Keres y Geller, y denunciaría en un
artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas
fáciles entre ellos para repartirse los puntos y reservarse, con objeto de alejar de los
puestos preferentes a otros jugadores. Desde luego, las acusaciones de Fischer no
pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del
mundo, sustituyendo el sistema del torneo de Candidatos por el de los enfrentamientos
individuales.
Fischer se apartó temporalmente del ajedrez profesional durante algunos meses entre
1964 y 1965, se dedicó a dar exhibiciones y no participó en el ciclo de candidatos que
culminó con el encuentro por el título mundial entre Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni
acudió a la Olimpiada de Tel Aviv (Israel). En 1967, no obstante, se presentaría al
Interzonal de Sousse (Túnez) en una nueva acometida por el título mundial. Después de
diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete
victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, alegando
un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había
estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencias
religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky,
pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por
incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa
facilidad a su ilustre contrincante.

Planilla de anotación de Fischer correspondiente a la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de


1970, frente a Miguel Najdorf.

Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de
1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con solo dos excepciones: el Torneo
Memorial Capablanca de 1965 (que se celebró en La Habana y Bobby jugó por teletipo
desde Nueva York), en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y
Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la
que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spassky. En toda su carrera
jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga
ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957, y en 1961 dejó inconcluso un duelo con
Reshevsky, que quedó en empate después de once partidas, a causa de desacuerdos con
los organizadores; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó tres victorias
inapelables (ante el danés Bent Larsen y los soviéticos Mark Taimanov y Petrosián), y
finalmente derrotó a Spassky en el ya mencionado y famoso Match del Siglo. Veinte años
después, en 1992, disputó frente a su viejo rival Spassky un encuentro de exhibición, del
que hablaremos.
Una de las características que distinguían a Fischer era la rapidez de su juego. En muy
contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera
ágil y muy correcta. No es de extrañar que con su excepcional talento se convirtiera en uno
de los mejores jugadores de partidas rápidas (llamadas blitz, donde cada jugador dispone
de cinco minutos para toda la partida). En 1970 se disputó en Herceg Novi (Montenegro,
antigua Yugoslavia), el torneo de partidas rápidas más importante celebrado hasta
entonces. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles contra
rivales de primerísima fila, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smyslov y
los exaspirantes David Bronstein y Reshevsky. Solo Fischer y Tal fueron capaces de
reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado (Serbia, antigua Yugoslavia) el entonces anual
encuentro entre la Unión Soviética y el resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en
el segundo tablero, cediendo el primero a Larsen, que había obtenido mejores resultados
en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo
que enfrentarse a Petrosián, entonces subcampeón mundial, a quien venció
convincentemente 3 a 1 (dos victorias y dos tablas), a pesar de haber permanecido alejado
de los tableros. En la edición 1971, el estadounidense ganaría por primera vez el Óscar del
Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.

Encuentros de Candidatos[editar]
En 1972, finalmente, alcanzó el derecho a disputar el Campeonato del Mundo. Obtuvo el
primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca (Islas Baleares, España) de
1970, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó (las últimas siete del
torneo de forma consecutiva), algo verdaderamente inusual tomando en consideración el
nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrolló en el ciclo de
Candidatos disputado a lo largo de 1971 a los grandes maestros Mark
Taimánov (soviético) y Bent Larsen (danés, el único que había logrado derrotarle en el
Interzonal del año anterior), por idéntico resultado en sus respectivos enfrentamientos al
mejor de 10 partidas: un sonrojante 6 a 0 que, en el caso de Taimánov, le supuso serios
problemas con el aparato comunista soviético que lo acusó falta de carácter y de no haber
sabido defender la honra patriótica. De hecho, ese resultado causó un enorme revuelo
entre las autoridades ajedrecísticas de la Unión Soviética, que no solo acusaron a
Taimánov, sino a todo el potente equipo de analistas que lo acompañó durante el
encuentro.6
Lo excepcional de estos resultados solamente se puede explicar diciendo que el gran
talento de Fischer había llegado a su máximo esplendor. Para comprender la magnitud de
la hazaña de Fischer, hay que tener en cuenta que, en el ajedrez de alto nivel, el empate
es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo
romper el equilibrio. Hay que remontarse casi cien años atrás para hallar un resultado
similar: en 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, el primer campeón
mundial Wilhelm Steinitzderrotó por 7 a 0 a Joseph Henry Blackburne, uno de los mejores
jugadores de la época, aunque, en ese caso, Steinitz contaba con la gran ventaja de
acabar de sentar las bases del ajedrez moderno que le proporcionaba una evidente
superioridad sobre el resto de jugadores. En 1971 repetir ese resultado en la alta
competición resultaba increíble, y más aún repetirlo dos veces consecutivas.
En la final de Candidatos, Fischer derrotó en Buenos Aires (Argentina) al ex campeón
mundial, el soviético Tigrán Petrosián, por 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a
enfrentarse a Spassky con el título mundial en juego. Su cadena de 20 victorias
consecutivas (las siete últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y
Larsen y la primera de su encuentro con Petrosian) constituye un auténtico hito en la
historia del ajedrez de élite, como también lo es el haber cedido solo 2,5 puntos (una
derrota y tres tablas) en las 21 partidas que disputó en las tres eliminatorias del ciclo de
Candidatos. Algo que asombraba al mundo ajedrecístico y amedrentaba a sus rivales.

Fuerza de juego[editar]
A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico
húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz
de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que
durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista.
Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos,
entre ellos, cinco campeones del mundo, Garri Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir
Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como los grandes maestros Levon
Aronian, Alexander Grischuk y Fabiano Caruana. Este hecho por sí solo, sin embargo, no
significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos
desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como «inflación
del Elo».7 Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero
sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las
causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,8 es cosa
establecida que la evaluación Elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de
ajedrecistas pertenecientes a diferentes épocas. No obstante hay que reconocer, siendo
justos, que el nivel general de los maestros de ajedrez en los tiempos modernos ha
aumentado considerablemente, lo que hace más difícil ascender en el «escalafón».
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin
duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios
rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica,
preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.

El llamado «Encuentro del Siglo»[editar]


El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones,
aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik, capital de Islandia,
representó el enfrentamiento de dos mitos del tablero. El primero era el propio Fischer, que
nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus
excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal
lograron interesar al gran público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez
profesional. Lo excepcional del estadounidense, sin embargo, eran sus resultados. Su
puntuación Elo era 125 puntos superior a la de Spassky. Si no se hubiera tratado del
número uno y dos del escalafón mundial, la estadística indicaría solamente el
enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría. Tal era la distancia que Fischer
llegó a tener con relación a sus contemporáneos.
El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, se enfrentaba a un rival temible, otro
auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era solamente Spassky, un jugador de
talento excepcional al que Fischer no había podido vencer antes de este encuentro, sino la
poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación
Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones
mundiales desde 1948, y había ganado todas y cada una las Olimpíadas que se habían
efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado
fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes
implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la
superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos
de un aspirante de Estados Unidos. El ex campeón mundial Mijaíl Botvinnik puso a
disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; Ígor
Bondarevski abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay
Krogius, de la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física
del campeón.9 El apoyo de Fischer lo componían Lombardy, el abogado Paul Marshall
(que tuvo un papel destacado) y Fred Cramer, por parte de le Federación de Ajedrez de
Estados Unidos. El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero
evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que
aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de
ajedrez.
Tras la jugada número 30 de la primera partida, los dos jugadores llegaron a una posición
completamente simétrica (dos alfiles de casillas negras y seis peones repartidos de igual
manera por ambos flancos). Fischer perdió cuando cometió un error amateur al comer un
peón con su alfil que después del movimiento de un peón de Spassky queda sin
escapatoria siendo una presa fácil para el rey que se encontraba cerca. No se presentó a
la segunda partida alegando disconformidad con la organización. Parecía que Spassky
retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer venció en la tercera. La
cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro
estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas
(Spassky abandonó por teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se
coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas,
3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.

Transcripción (en notación algebraica) de


la partida 21 y última del match:
Blancas: Spassky
Negras: Fischer
1.e4 c5 2.Cf3 e6 3.d4 cxd4 4.Cxd4
a6 5.Cc3 Cc6 6.Ae3 Cf6 7.Ad3 d5 8.exd5
exd5 9.O-O Ad6 10.Cxc6 bxc6 11.Ad4 O-
O 12.Df3 Ae6 13.Tfe1 c5 14.Axf6
Dxf6 15.Dxf6 gxf6 16.Tad1 Tfd8 17.Ae2
Tab8 18.b3 c4 19.Cxd5 Axd5 20.Txd5
Axh2+ 21.Rxh2 Txd5 22.Axc4
Td2 23.Axa6 Txc2 24.Te2 Txe2 25.Axe2
Td8 26.a4 Td2 27.Ac4 Ta2 28.Rg3
Rf8 29.Rf3 Re7 30.g4 f5 31.gxf5 f6 32.Ag8
h6 33.Rg3 Rd6 34.Rf3 Ta1 35.Rg2
En esta posición, tras la mala jugada 41. Ad7, Re5 36.Ae6 Rf4 37.Ad7 Tb1 38.Ae6
quedó aplazada la partida. El blanco abandonó Tb2 39.Ac4 Ta2 40.Ae6 h5 41.Ad7. En
esta posición la partida quedó aplazada,
antes de la reanudación. pero el blanco abandonó antes de la
reanudación porque el rey negro puede
ahora apoyar el avance de su peón de la
columna h mediante 41.- Rg4, ganando.
Spassky debió haber jugado 41.Rh3, con
buenas posibilidades de tablas. Claro que
la jugada anterior de Fischer también fue
floja, pues en lugar de 40.- h5 debió haber
jugado 40.- Rg4, con la misma idea de
apoyo a su peón libre e impidiendo el paso
al rey contrario.

El eclipse[editar]
Resultó incomprensible para todo el mundo que el momento culminante de la carrera de
Bobby Fischer al conquistar el campeonato mundial significase también su abrupto y
completo final, pues nunca más quiso volver a jugar una sola partida de competición oficial
a pesar de tener solamente 29 años. La única explicación plausible para esta actitud es un
temor insuperable a ser derrotado, lo cual se suma a los diversos indicios de obsesión y
desequilibrio mental que hasta entonces había dado. Además de que al no volver a jugar
frustró las expectativas de todos los aficionados y organizadores del mundo, hay que
observar que la única fuente de futuros ingresos de Bobby sería el ajedrez o estaría en
estrecha relación con este.
Cumplido el siguiente ciclo de clasificación tres años más tarde, en 1975, llegó una vez
más la ocasión de que el campeón defendiera su título frente al nuevo aspirante, en este
caso el joven soviético Anatoli Kárpov (n. 1951), de 24 años. Entonces Bobby planteó a la
FIDE que no deseaba defender su título de la misma forma que lo había ganado, sino
según otro esquema anterior a 1948, que consistía, entre otras cosas, en que la victoria
sería para quien primero alcanzara 10 victorias (sin contar las tablas), reteniendo el título el
campeón en caso de empate a 10. Hasta aquí puede decirse que es un planteamiento
equitativo y razonable; de gustos personales, si se quiere, pero razonable. El gran
inconveniente es que Fischer pretendía introducir además la condición de que él (Fischer)
también retendría el título si se empataba a nueve.
Aunque la FIDE y la delegación soviética aceptaron las restantes exigencias de Fischer, la
cuestión del empate a nueve no era razonable ni admisible. Para que se entienda mejor lo
irracional de esta condición, podemos enunciarla así: «El campeón será Kárpov si gana
diez partidas, y Fischer si gana nueve». Esta condición sería ridícula en otros deportes que
se disputan a un tanteo prefijado, como el tenis, o cuando en fútbol hay que recurrir al
lanzamiento de penaltis. Botvinnik calificó esta condición de «unfair» (injusta). La FIDE
desautorizó esta pretensión, pero entonces Fischer se negó en redondo a jugar. No quedó
otra opción que desposeer a Fisher de su título y proclamar campeón a Kárpov, quien, con
sus resonantes triunfos en grandes torneos y matches por el campeonato mundial durante
los diez años siguientes, se hizo merecedor indiscutible al título mundial y, con el paso del
tiempo, ha demostrado ser uno de los jugadores más formidables de la historia del ajedrez,
que ha ganado un casi increíble total de 160 torneos de ajedrez de élite.
Fischer, decepcionando profundamente a la afición mundial, continuó sin jugar e incluso
desapareció de la vida pública. Kárpov, que dijo sentirse como un niño al que no le dan un
juguete largo tiempo prometido, se entrevistó en 1976 con Bobby para concertar un
encuentro, pero su intento no tuvo éxito. En 1981 Bobby, con aspecto de vagabundo, fue
detenido en Pasadena (California) cuando la policía le confundió con el atracador de un
banco.
Mucho después, en 1992, Fischer, a la sazón de 49 años, aceptó jugar un encuentro
amistoso de exhibición contra su antiguo adversario Spassky, de entonces 55 años de
edad. El match comenzaría en Sveti Stefan, a orillas del Adriático, y acabaría en Belgrado,
enclaves ambos de la República Federal de Yugoslavia, nación procedente del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Aunque tuvo notoriedad por ser la reaparición
de Fischer después de veinte años, este encuentro estaba muy lejos de ser una repetición
del famoso de 1972, pues la Unión Soviética se había disuelto y ya no había intereses ni
tensiones internacionales; Spassky se había nacionalizado francés y ―esto es
destacable― había retrocedido en la clasificación internacional Elo hasta el puesto 124; y,
por último, no había en juego ningún título oficial ni extraoficial. Lo único realmente
relevante era el apartado financiero, pues la exhibición estaba dotada con sustanciosos
premios en metálico: 3,65 millones de dólares para el vencedor y 1,35 para el perdedor. El
Gobierno de Estados Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos―
involucrarse en el match a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la
República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de Bosnia. Ante
las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en la mesa) escupió
sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a desistir de jugar. El encuentro
se celebró y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad de las partidas y
el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso interés en el mundo del
ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron orden de búsqueda y captura contra
Fischer, lo cual podía llegar a costarle hasta 10 años de cárcel.
A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental comenzaba a deteriorarse, Bobby
Fischer se había caracterizado por lanzar furibundos
pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de
ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un negacionista del
Holocausto.1011 En al menos una oportunidad se había declarado a favor de un hipotético
golpe militar derechista en su país, seguido de la destrucción de sinagogas y la ejecución
de cientos de miles de judíos.12
En una entrevista a una radio filipina el 12 de septiembre de 2001, Fischer proclamó su
satisfacción por los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono ocurridos
el día anterior y se pronunció en durísimos términos contra Estados Unidos e Israel.13 Sin
embargo, cabe aclarar que su odio nunca se extrapoló al tablero pues durante toda su vida
mantuvo una cordial relación con otros ajedrecistas judíos.

El final

Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de
marzo de 1943-Reikiavik, Islandia; 17 de enerode 2008),1 fue un gran
maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del
ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spaski en el llamado «Encuentro del Siglo».
Sin embargo, después de lograr el título, no volvió a jugar nunca más en torneos
internacionales. Estadounidense de nacimiento, su país dictó orden de busca y captura
contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro contra Borís Spaski en Sveti
Stefan (Yugoslavia, país contra el cual Estados Unidos había decretado un bloqueo) y más
tarde revocó su pasaporte. En julio de 2004, Fischer fue detenido en
el aeropuerto Narita ―en Tokio (Japón)―, por intentar salir del país utilizando un
pasaporte no válido; fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a Islandia, país
que acababa de concederle la nacionalidad a pesar del malestar que ello generó en las
autoridades de Estados Unidos. Falleció en Islandia tres años después.

Índice

 1Primeros años
 2Ajedrez profesional
o 2.1Olimpiadas de Ajedrez
o 2.2Torneos internacionales
o 2.3Encuentros de Candidatos
 3Fuerza de juego
 4El llamado «Encuentro del Siglo»
 5El eclipse
 6El final
 7Véase también
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Primeros años[editar]
Estrictamente hablando, Bobby Fischer no fue un niño prodigio como lo fueron José Raúl
Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien
lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad
superior; antes de esa edad no se apreciaban en sus resultados y su calidad de juego
signos de extraordinario talento ajedrecístico. Es exacta la aseveración del árbitro
internacional español Pablo Morán en el sentido de que «Como niño prodigio no fue muy
brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del
ajedrez».2
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender, inteligente y políglota, y del físico de origen
alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue
el padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.3
Se considera casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi,
dotado de asombrosa inteligencia de tipo matemático. En cualquier caso, Regina y Hans-
Gerhardt no obtuvieron el divorcio hasta 1945; Bobby, que entonces tenía dos años,
quedó, junto con su hermana mayor Joan, al cuidado de su madre. En 1949 Regina se
trasladó con sus dos hijos a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer
aprendió a jugar ajedrez por sí mismo a la edad de 6 años,a partir de las instrucciones que
venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. Su afición por el
ajedrez fue aumentando hasta llegar a la obsesión; su madre, preocupada, le llevó a la
consulta de un psiquiatra pero la actitud del chico no varió. En enero de 1951, gracias a un
anuncio en el periódico, Bobby participó en una sesión de simultáneas contra el maestro
Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió le
sirvió, según confesión propia, para seguir esmerándose en ajedrez. El presidente del
Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, le enseñó los fundamentos
de la estrategia y le introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
En 1955 ingresó en el Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el
Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en
Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo
otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School a los
16 años para dedicarse por completo al ajedrez; aducía que estudiar era una pérdida de
tiempo. Sus profesores le recordaban como un muchacho difícil. Probablemente tenía un
coeficiente intelectual alto (tal vez de 187), aunque era asocial. En 1956, John Collins, que
había sido tutor de otros jugadores sobresalientes como Robert Byrne y William Lombardy,
le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura
paterna para Fischer.
Sobre su partida con Donald Byrne, conocida por algunos como la «partida del siglo» en
1956, el doctor Max Euwe, campeón del mundo entre 1935 y 1937, comentó: «Que un
renombrado maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y
sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del
ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un
escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores
jugadores de Estados Unidos. Las combinaciones de Fischer no son particularmente
profundas, aunque tampoco evidentes».4
Cuando Bobby tenía 17 años su madre le abandonó, dejando solo a su hijo en el
apartamento de Brooklyn, entregado totalmente al ajedrez.

Ajedrez profesional[editar]
Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética de ajedrez que,
subvencionada por el Estado, dominó la disciplina desde 1948 hasta la desintegración de
la Unión Soviética en 1991, con el paréntesis de Fischer; y aun después de dicha
desintegración, los jugadores formados en dicha escuela soviética estuvieron en la cima
durante años. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tuvo para la Federación
Internacional de Ajedrez (FIDE) en el sistema de Candidatos al título mundial, categoría
Zonal. Bobby, ya campeón juvenil de Estados Unidos y que había terminado noveno en la
edición anterior del campeonato absoluto, se alzó con el primer lugar, y se clasificó para el
Torneo Interzonal de Portoroz (hoy Eslovenia) del año siguiente, en el que obtuvo el sexto
puesto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos y obtener
de forma automática el título de gran maestro. Muchos jugadores han superado desde
entonces el récord de precocidad de Fischer en obtener el título de gran maestro (lo hizo
con quince años y medio); cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó
con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística,
particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima; en solitario y sin
entrenadores (mientras que los jugadores soviéticos recibían apoyo oficial), y sin el auxilio
de potentes programas de juego y bases de datos disponibles para los jugadores actuales.
Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva
marca.

Donald Byrne vs Bobby Fischer, New York, 1956. Posición después de 16 - Ae6.

Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el


campeonato de Estados Unidos. En su primera participación solo pudo ganar un par de
partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne de la que ya hemos hablado,
lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas
prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer venció mediante un brillantísimo
juego combinativo, aún más sorprendente si se toma en cuenta que apenas contaba con
trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo en todas el título nacional
con al menos un punto de ventaja sobre el segundo clasificado. En la edición de 1963
logró además la proeza de coronarse campeón venciendo en todas las partidas; una
hazaña sin precedentes pues participaban en el certamen figuras de la talla
de Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.

Olimpiadas de Ajedrez[editar]
Bobby Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En
todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de
bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo de
la Unión Soviética, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo,
produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig (Alemania), en
1960, empató espectacularmente con el soviético entonces campeón del mundo Mijaíl Tal;
al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: «No juega usted mal», a lo que
Tal respondió: «Es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría
que jugué como un genio».5
En Varna (Bulgaria), dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik,
al que dominó durante toda la partida aunque este salvaría el empate gracias a la ayuda
en el análisis de la posición aplazada de sus compañeros de equipo, especialmente
de Efim Geller, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la
Olimpiada de La Habana (Cuba), el equipo de la Unión Soviética reservó al campeón
mundial Petrosián, por lo que Fischer se enfrentó al entonces subcampeón Borís
Spassky con quien firmaría las tablas después de cincuenta y siete movimientos en una
partida que comenzó con la Apertura Española o Ruy López. En su última presentación
«olímpica», en Siegen (Alemania), Spassky, ya como campeón mundial, derrotaría
brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó 40 partidas, empató 18 y
perdió 7 en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de
efectividad de 75,4 por ciento.

Torneos internacionales[editar]
Aún con su enorme talento y dedicación al juego, el campeonato del mundo habría de
esperar algunos años. En el maratoniano torneo de Candidatos 1959, en Yugoslavia (se
jugó en tres ciudades: Bled, Zagreb y Belgrado), terminó en quinto lugar, empatado a
puntos con Svetozar Gligorić, gran figura del ajedrez internacional; en esta ocasión Fisher
perdió sus cuatro partidas con Tal. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolmo (Suecia),
con dos puntos de ventaja sobre Tigrán Petrosián (1929-1984), quien se coronaría
campeón del mundo un año después, y Geller. En el torneo de Candidatos
de Curaçao (Antillas Holandesas), sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en
un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Paul Keres y Geller, y denunciaría en un
artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas
fáciles entre ellos para repartirse los puntos y reservarse, con objeto de alejar de los
puestos preferentes a otros jugadores. Desde luego, las acusaciones de Fischer no
pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del
mundo, sustituyendo el sistema del torneo de Candidatos por el de los enfrentamientos
individuales.
Fischer se apartó temporalmente del ajedrez profesional durante algunos meses entre
1964 y 1965, se dedicó a dar exhibiciones y no participó en el ciclo de candidatos que
culminó con el encuentro por el título mundial entre Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni
acudió a la Olimpiada de Tel Aviv (Israel). En 1967, no obstante, se presentaría al
Interzonal de Sousse (Túnez) en una nueva acometida por el título mundial. Después de
diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete
victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, alegando
un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había
estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencias
religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky,
pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por
incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa
facilidad a su ilustre contrincante.

Planilla de anotación de Fischer correspondiente a la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de


1970, frente a Miguel Najdorf.

Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de
1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con solo dos excepciones: el Torneo
Memorial Capablanca de 1965 (que se celebró en La Habana y Bobby jugó por teletipo
desde Nueva York), en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y
Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la
que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spassky. En toda su carrera
jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga
ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957, y en 1961 dejó inconcluso un duelo con
Reshevsky, que quedó en empate después de once partidas, a causa de desacuerdos con
los organizadores; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó tres victorias
inapelables (ante el danés Bent Larsen y los soviéticos Mark Taimanov y Petrosián), y
finalmente derrotó a Spassky en el ya mencionado y famoso Match del Siglo. Veinte años
después, en 1992, disputó frente a su viejo rival Spassky un encuentro de exhibición, del
que hablaremos.
Una de las características que distinguían a Fischer era la rapidez de su juego. En muy
contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera
ágil y muy correcta. No es de extrañar que con su excepcional talento se convirtiera en uno
de los mejores jugadores de partidas rápidas (llamadas blitz, donde cada jugador dispone
de cinco minutos para toda la partida). En 1970 se disputó en Herceg Novi (Montenegro,
antigua Yugoslavia), el torneo de partidas rápidas más importante celebrado hasta
entonces. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles contra
rivales de primerísima fila, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smyslov y
los exaspirantes David Bronstein y Reshevsky. Solo Fischer y Tal fueron capaces de
reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado (Serbia, antigua Yugoslavia) el entonces anual
encuentro entre la Unión Soviética y el resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en
el segundo tablero, cediendo el primero a Larsen, que había obtenido mejores resultados
en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo
que enfrentarse a Petrosián, entonces subcampeón mundial, a quien venció
convincentemente 3 a 1 (dos victorias y dos tablas), a pesar de haber permanecido alejado
de los tableros. En la edición 1971, el estadounidense ganaría por primera vez el Óscar del
Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.

Encuentros de Candidatos[editar]
En 1972, finalmente, alcanzó el derecho a disputar el Campeonato del Mundo. Obtuvo el
primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca (Islas Baleares, España) de
1970, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó (las últimas siete del
torneo de forma consecutiva), algo verdaderamente inusual tomando en consideración el
nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrolló en el ciclo de
Candidatos disputado a lo largo de 1971 a los grandes maestros Mark
Taimánov (soviético) y Bent Larsen (danés, el único que había logrado derrotarle en el
Interzonal del año anterior), por idéntico resultado en sus respectivos enfrentamientos al
mejor de 10 partidas: un sonrojante 6 a 0 que, en el caso de Taimánov, le supuso serios
problemas con el aparato comunista soviético que lo acusó falta de carácter y de no haber
sabido defender la honra patriótica. De hecho, ese resultado causó un enorme revuelo
entre las autoridades ajedrecísticas de la Unión Soviética, que no solo acusaron a
Taimánov, sino a todo el potente equipo de analistas que lo acompañó durante el
encuentro.6
Lo excepcional de estos resultados solamente se puede explicar diciendo que el gran
talento de Fischer había llegado a su máximo esplendor. Para comprender la magnitud de
la hazaña de Fischer, hay que tener en cuenta que, en el ajedrez de alto nivel, el empate
es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo
romper el equilibrio. Hay que remontarse casi cien años atrás para hallar un resultado
similar: en 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, el primer campeón
mundial Wilhelm Steinitzderrotó por 7 a 0 a Joseph Henry Blackburne, uno de los mejores
jugadores de la época, aunque, en ese caso, Steinitz contaba con la gran ventaja de
acabar de sentar las bases del ajedrez moderno que le proporcionaba una evidente
superioridad sobre el resto de jugadores. En 1971 repetir ese resultado en la alta
competición resultaba increíble, y más aún repetirlo dos veces consecutivas.
En la final de Candidatos, Fischer derrotó en Buenos Aires (Argentina) al ex campeón
mundial, el soviético Tigrán Petrosián, por 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a
enfrentarse a Spassky con el título mundial en juego. Su cadena de 20 victorias
consecutivas (las siete últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y
Larsen y la primera de su encuentro con Petrosian) constituye un auténtico hito en la
historia del ajedrez de élite, como también lo es el haber cedido solo 2,5 puntos (una
derrota y tres tablas) en las 21 partidas que disputó en las tres eliminatorias del ciclo de
Candidatos. Algo que asombraba al mundo ajedrecístico y amedrentaba a sus rivales.

Fuerza de juego[editar]
A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico
húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz
de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que
durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista.
Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos,
entre ellos, cinco campeones del mundo, Garri Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir
Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como los grandes maestros Levon
Aronian, Alexander Grischuk y Fabiano Caruana. Este hecho por sí solo, sin embargo, no
significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos
desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como «inflación
del Elo».7 Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero
sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las
causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,8 es cosa
establecida que la evaluación Elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de
ajedrecistas pertenecientes a diferentes épocas. No obstante hay que reconocer, siendo
justos, que el nivel general de los maestros de ajedrez en los tiempos modernos ha
aumentado considerablemente, lo que hace más difícil ascender en el «escalafón».
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin
duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios
rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica,
preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.

El llamado «Encuentro del Siglo»[editar]


El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones,
aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik, capital de Islandia,
representó el enfrentamiento de dos mitos del tablero. El primero era el propio Fischer, que
nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus
excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal
lograron interesar al gran público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez
profesional. Lo excepcional del estadounidense, sin embargo, eran sus resultados. Su
puntuación Elo era 125 puntos superior a la de Spassky. Si no se hubiera tratado del
número uno y dos del escalafón mundial, la estadística indicaría solamente el
enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría. Tal era la distancia que Fischer
llegó a tener con relación a sus contemporáneos.
El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, se enfrentaba a un rival temible, otro
auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era solamente Spassky, un jugador de
talento excepcional al que Fischer no había podido vencer antes de este encuentro, sino la
poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación
Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones
mundiales desde 1948, y había ganado todas y cada una las Olimpíadas que se habían
efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado
fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes
implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la
superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos
de un aspirante de Estados Unidos. El ex campeón mundial Mijaíl Botvinnik puso a
disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; Ígor
Bondarevski abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay
Krogius, de la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física
del campeón.9 El apoyo de Fischer lo componían Lombardy, el abogado Paul Marshall
(que tuvo un papel destacado) y Fred Cramer, por parte de le Federación de Ajedrez de
Estados Unidos. El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero
evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que
aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de
ajedrez.
Tras la jugada número 30 de la primera partida, los dos jugadores llegaron a una posición
completamente simétrica (dos alfiles de casillas negras y seis peones repartidos de igual
manera por ambos flancos). Fischer perdió cuando cometió un error amateur al comer un
peón con su alfil que después del movimiento de un peón de Spassky queda sin
escapatoria siendo una presa fácil para el rey que se encontraba cerca. No se presentó a
la segunda partida alegando disconformidad con la organización. Parecía que Spassky
retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer venció en la tercera. La
cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro
estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas
(Spassky abandonó por teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se
coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas,
3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.

Transcripción (en notación algebraica) de


la partida 21 y última del match:
Blancas: Spassky
Negras: Fischer
1.e4 c5 2.Cf3 e6 3.d4 cxd4 4.Cxd4
a6 5.Cc3 Cc6 6.Ae3 Cf6 7.Ad3 d5 8.exd5
exd5 9.O-O Ad6 10.Cxc6 bxc6 11.Ad4 O-
O 12.Df3 Ae6 13.Tfe1 c5 14.Axf6
Dxf6 15.Dxf6 gxf6 16.Tad1 Tfd8 17.Ae2
Tab8 18.b3 c4 19.Cxd5 Axd5 20.Txd5
Axh2+ 21.Rxh2 Txd5 22.Axc4
Td2 23.Axa6 Txc2 24.Te2 Txe2 25.Axe2
Td8 26.a4 Td2 27.Ac4 Ta2 28.Rg3
Rf8 29.Rf3 Re7 30.g4 f5 31.gxf5 f6 32.Ag8
h6 33.Rg3 Rd6 34.Rf3 Ta1 35.Rg2
En esta posición, tras la mala jugada 41. Ad7, Re5 36.Ae6 Rf4 37.Ad7 Tb1 38.Ae6
quedó aplazada la partida. El blanco abandonó Tb2 39.Ac4 Ta2 40.Ae6 h5 41.Ad7. En
esta posición la partida quedó aplazada,
antes de la reanudación. pero el blanco abandonó antes de la
reanudación porque el rey negro puede
ahora apoyar el avance de su peón de la
columna h mediante 41.- Rg4, ganando.
Spassky debió haber jugado 41.Rh3, con
buenas posibilidades de tablas. Claro que
la jugada anterior de Fischer también fue
floja, pues en lugar de 40.- h5 debió haber
jugado 40.- Rg4, con la misma idea de
apoyo a su peón libre e impidiendo el paso
al rey contrario.

El eclipse[editar]
Resultó incomprensible para todo el mundo que el momento culminante de la carrera de
Bobby Fischer al conquistar el campeonato mundial significase también su abrupto y
completo final, pues nunca más quiso volver a jugar una sola partida de competición oficial
a pesar de tener solamente 29 años. La única explicación plausible para esta actitud es un
temor insuperable a ser derrotado, lo cual se suma a los diversos indicios de obsesión y
desequilibrio mental que hasta entonces había dado. Además de que al no volver a jugar
frustró las expectativas de todos los aficionados y organizadores del mundo, hay que
observar que la única fuente de futuros ingresos de Bobby sería el ajedrez o estaría en
estrecha relación con este.
Cumplido el siguiente ciclo de clasificación tres años más tarde, en 1975, llegó una vez
más la ocasión de que el campeón defendiera su título frente al nuevo aspirante, en este
caso el joven soviético Anatoli Kárpov (n. 1951), de 24 años. Entonces Bobby planteó a la
FIDE que no deseaba defender su título de la misma forma que lo había ganado, sino
según otro esquema anterior a 1948, que consistía, entre otras cosas, en que la victoria
sería para quien primero alcanzara 10 victorias (sin contar las tablas), reteniendo el título el
campeón en caso de empate a 10. Hasta aquí puede decirse que es un planteamiento
equitativo y razonable; de gustos personales, si se quiere, pero razonable. El gran
inconveniente es que Fischer pretendía introducir además la condición de que él (Fischer)
también retendría el título si se empataba a nueve.
Aunque la FIDE y la delegación soviética aceptaron las restantes exigencias de Fischer, la
cuestión del empate a nueve no era razonable ni admisible. Para que se entienda mejor lo
irracional de esta condición, podemos enunciarla así: «El campeón será Kárpov si gana
diez partidas, y Fischer si gana nueve». Esta condición sería ridícula en otros deportes que
se disputan a un tanteo prefijado, como el tenis, o cuando en fútbol hay que recurrir al
lanzamiento de penaltis. Botvinnik calificó esta condición de «unfair» (injusta). La FIDE
desautorizó esta pretensión, pero entonces Fischer se negó en redondo a jugar. No quedó
otra opción que desposeer a Fisher de su título y proclamar campeón a Kárpov, quien, con
sus resonantes triunfos en grandes torneos y matches por el campeonato mundial durante
los diez años siguientes, se hizo merecedor indiscutible al título mundial y, con el paso del
tiempo, ha demostrado ser uno de los jugadores más formidables de la historia del ajedrez,
que ha ganado un casi increíble total de 160 torneos de ajedrez de élite.
Fischer, decepcionando profundamente a la afición mundial, continuó sin jugar e incluso
desapareció de la vida pública. Kárpov, que dijo sentirse como un niño al que no le dan un
juguete largo tiempo prometido, se entrevistó en 1976 con Bobby para concertar un
encuentro, pero su intento no tuvo éxito. En 1981 Bobby, con aspecto de vagabundo, fue
detenido en Pasadena (California) cuando la policía le confundió con el atracador de un
banco.
Mucho después, en 1992, Fischer, a la sazón de 49 años, aceptó jugar un encuentro
amistoso de exhibición contra su antiguo adversario Spassky, de entonces 55 años de
edad. El match comenzaría en Sveti Stefan, a orillas del Adriático, y acabaría en Belgrado,
enclaves ambos de la República Federal de Yugoslavia, nación procedente del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Aunque tuvo notoriedad por ser la reaparición
de Fischer después de veinte años, este encuentro estaba muy lejos de ser una repetición
del famoso de 1972, pues la Unión Soviética se había disuelto y ya no había intereses ni
tensiones internacionales; Spassky se había nacionalizado francés y ―esto es
destacable― había retrocedido en la clasificación internacional Elo hasta el puesto 124; y,
por último, no había en juego ningún título oficial ni extraoficial. Lo único realmente
relevante era el apartado financiero, pues la exhibición estaba dotada con sustanciosos
premios en metálico: 3,65 millones de dólares para el vencedor y 1,35 para el perdedor. El
Gobierno de Estados Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos―
involucrarse en el match a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la
República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de Bosnia. Ante
las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en la mesa) escupió
sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a desistir de jugar. El encuentro
se celebró y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad de las partidas y
el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso interés en el mundo del
ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron orden de búsqueda y captura contra
Fischer, lo cual podía llegar a costarle hasta 10 años de cárcel.
A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental comenzaba a deteriorarse, Bobby
Fischer se había caracterizado por lanzar furibundos
pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de
ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un negacionista del
Holocausto.1011 En al menos una oportunidad se había declarado a favor de un hipotético
golpe militar derechista en su país, seguido de la destrucción de sinagogas y la ejecución
de cientos de miles de judíos.12
En una entrevista a una radio filipina el 12 de septiembre de 2001, Fischer proclamó su
satisfacción por los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono ocurridos
el día anterior y se pronunció en durísimos términos contra Estados Unidos e Israel.13 Sin
embargo, cabe aclarar que su odio nunca se extrapoló al tablero pues durante toda su vida
mantuvo una cordial relación con otros ajedrecistas judíos.

El final

Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (Chicago, Illinois; 9 de
marzo de 1943-Reikiavik, Islandia; 17 de enerode 2008),1 fue un gran
maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del
ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spaski en el llamado «Encuentro del Siglo».
Sin embargo, después de lograr el título, no volvió a jugar nunca más en torneos
internacionales. Estadounidense de nacimiento, su país dictó orden de busca y captura
contra él en 1992 por haber jugado otro encuentro contra Borís Spaski en Sveti
Stefan (Yugoslavia, país contra el cual Estados Unidos había decretado un bloqueo) y más
tarde revocó su pasaporte. En julio de 2004, Fischer fue detenido en
el aeropuerto Narita ―en Tokio (Japón)―, por intentar salir del país utilizando un
pasaporte no válido; fue liberado ocho meses después y autorizado a viajar a Islandia, país
que acababa de concederle la nacionalidad a pesar del malestar que ello generó en las
autoridades de Estados Unidos. Falleció en Islandia tres años después.

Índice

 1Primeros años
 2Ajedrez profesional
o 2.1Olimpiadas de Ajedrez
o 2.2Torneos internacionales
o 2.3Encuentros de Candidatos
 3Fuerza de juego
 4El llamado «Encuentro del Siglo»
 5El eclipse
 6El final
 7Véase también
 8Referencias
 9Bibliografía
 10Enlaces externos

Primeros años[editar]
Estrictamente hablando, Bobby Fischer no fue un niño prodigio como lo fueron José Raúl
Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien
lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad
superior; antes de esa edad no se apreciaban en sus resultados y su calidad de juego
signos de extraordinario talento ajedrecístico. Es exacta la aseveración del árbitro
internacional español Pablo Morán en el sentido de que «Como niño prodigio no fue muy
brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del
ajedrez».2
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender, inteligente y políglota, y del físico de origen
alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe controversia respecto de si este último fue
el padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.3
Se considera casi seguro que su padre biológico fue el físico húngaro Paul Nemenyi,
dotado de asombrosa inteligencia de tipo matemático. En cualquier caso, Regina y Hans-
Gerhardt no obtuvieron el divorcio hasta 1945; Bobby, que entonces tenía dos años,
quedó, junto con su hermana mayor Joan, al cuidado de su madre. En 1949 Regina se
trasladó con sus dos hijos a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer
aprendió a jugar ajedrez por sí mismo a la edad de 6 años,a partir de las instrucciones que
venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. Su afición por el
ajedrez fue aumentando hasta llegar a la obsesión; su madre, preocupada, le llevó a la
consulta de un psiquiatra pero la actitud del chico no varió. En enero de 1951, gracias a un
anuncio en el periódico, Bobby participó en una sesión de simultáneas contra el maestro
Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió le
sirvió, según confesión propia, para seguir esmerándose en ajedrez. El presidente del
Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, le enseñó los fundamentos
de la estrategia y le introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
En 1955 ingresó en el Manhattan Chess Club y participó por primera vez en el
Campeonato Junior de Estados Unidos, finalizando en décimo lugar. Un año después, en
Filadelfia, conquistaría el título juvenil, ganando ocho partidas, empatando una y perdiendo
otra. Poco después de esta victoria, Fischer abandonó la Erasmus Hall High School a los
16 años para dedicarse por completo al ajedrez; aducía que estudiar era una pérdida de
tiempo. Sus profesores le recordaban como un muchacho difícil. Probablemente tenía un
coeficiente intelectual alto (tal vez de 187), aunque era asocial. En 1956, John Collins, que
había sido tutor de otros jugadores sobresalientes como Robert Byrne y William Lombardy,
le aceptó como alumno. En algunas ocasiones se ha descrito a Collins como una figura
paterna para Fischer.
Sobre su partida con Donald Byrne, conocida por algunos como la «partida del siglo» en
1956, el doctor Max Euwe, campeón del mundo entre 1935 y 1937, comentó: «Que un
renombrado maestro se confíe demasiado ante un jugador joven en pleno progreso, y
sufra por ello una seria derrota, no tiene en sí nada de particular, y en la historia del
ajedrez se registran bastantes ejemplos. Mas lo que no sucede todos los días es que un
escolar de trece años supere francamente en la combinación a uno de los mejores
jugadores de Estados Unidos. Las combinaciones de Fischer no son particularmente
profundas, aunque tampoco evidentes».4
Cuando Bobby tenía 17 años su madre le abandonó, dejando solo a su hijo en el
apartamento de Brooklyn, entregado totalmente al ajedrez.

Ajedrez profesional[editar]
Su carrera coincide con el encumbramiento de la escuela soviética de ajedrez que,
subvencionada por el Estado, dominó la disciplina desde 1948 hasta la desintegración de
la Unión Soviética en 1991, con el paréntesis de Fischer; y aun después de dicha
desintegración, los jugadores formados en dicha escuela soviética estuvieron en la cima
durante años. El campeonato de Estados Unidos de 1957 tuvo para la Federación
Internacional de Ajedrez (FIDE) en el sistema de Candidatos al título mundial, categoría
Zonal. Bobby, ya campeón juvenil de Estados Unidos y que había terminado noveno en la
edición anterior del campeonato absoluto, se alzó con el primer lugar, y se clasificó para el
Torneo Interzonal de Portoroz (hoy Eslovenia) del año siguiente, en el que obtuvo el sexto
puesto. Un resultado magnífico que le permitió acceder al torneo de Candidatos y obtener
de forma automática el título de gran maestro. Muchos jugadores han superado desde
entonces el récord de precocidad de Fischer en obtener el título de gran maestro (lo hizo
con quince años y medio); cabe señalar, sin embargo, que el estadounidense lo alcanzó
con recursos muy limitados, en una época en la que la información ajedrecística,
particularmente la que llegaba a Estados Unidos, era mínima; en solitario y sin
entrenadores (mientras que los jugadores soviéticos recibían apoyo oficial), y sin el auxilio
de potentes programas de juego y bases de datos disponibles para los jugadores actuales.
Debieron pasar treinta y tres años para que la húngara Judit Polgár estableciera una nueva
marca.

Donald Byrne vs Bobby Fischer, New York, 1956. Posición después de 16 - Ae6.

Disputó nueve veces el Torneo Rosenwald de Nueva York, en el que se dirimía el


campeonato de Estados Unidos. En su primera participación solo pudo ganar un par de
partidas, aunque una de ellas, su victoria ante Donald Byrne de la que ya hemos hablado,
lo proyectó a la fama internacional pues se publicó en revistas especializadas
prácticamente de todo el mundo. En dicho juego Fischer venció mediante un brillantísimo
juego combinativo, aún más sorprendente si se toma en cuenta que apenas contaba con
trece años de edad. En sus restantes ocho apariciones obtuvo en todas el título nacional
con al menos un punto de ventaja sobre el segundo clasificado. En la edición de 1963
logró además la proeza de coronarse campeón venciendo en todas las partidas; una
hazaña sin precedentes pues participaban en el certamen figuras de la talla
de Reshevsky, Larry Evans, Pal Benko y Robert Byrne.

Olimpiadas de Ajedrez[editar]
Bobby Fischer acudió a cuatro Olimpiadas de ajedrez con el equipo de Estados Unidos. En
todas ellas consiguió resultados sobresalientes, incluyendo dos medallas de plata y una de
bronce defendiendo el primer tablero de su país. Sus enfrentamientos contra el equipo de
la Unión Soviética, cuyo primer tablero generalmente ocupaba el campeón del mundo,
produjeron partidas extraordinarias que recogen las antologías. En Leipzig (Alemania), en
1960, empató espectacularmente con el soviético entonces campeón del mundo Mijaíl Tal;
al término del juego, Fischer le dijo con sorna al campeón: «No juega usted mal», a lo que
Tal respondió: «Es la primera vez que usted lo reconoce, y si me hubiera ganado afirmaría
que jugué como un genio».5
En Varna (Bulgaria), dos años después, se encontraría con el legendario Mijaíl Botvinnik,
al que dominó durante toda la partida aunque este salvaría el empate gracias a la ayuda
en el análisis de la posición aplazada de sus compañeros de equipo, especialmente
de Efim Geller, alcanzando un final de tablas teóricas en desventaja material. En la
Olimpiada de La Habana (Cuba), el equipo de la Unión Soviética reservó al campeón
mundial Petrosián, por lo que Fischer se enfrentó al entonces subcampeón Borís
Spassky con quien firmaría las tablas después de cincuenta y siete movimientos en una
partida que comenzó con la Apertura Española o Ruy López. En su última presentación
«olímpica», en Siegen (Alemania), Spassky, ya como campeón mundial, derrotaría
brillantemente al gran maestro de Brooklyn. Fischer en total ganó 40 partidas, empató 18 y
perdió 7 en la máxima competición por equipos del ajedrez, con un porcentaje de
efectividad de 75,4 por ciento.

Torneos internacionales[editar]
Aún con su enorme talento y dedicación al juego, el campeonato del mundo habría de
esperar algunos años. En el maratoniano torneo de Candidatos 1959, en Yugoslavia (se
jugó en tres ciudades: Bled, Zagreb y Belgrado), terminó en quinto lugar, empatado a
puntos con Svetozar Gligorić, gran figura del ajedrez internacional; en esta ocasión Fisher
perdió sus cuatro partidas con Tal. En 1962, triunfó en el Interzonal de Estocolmo (Suecia),
con dos puntos de ventaja sobre Tigrán Petrosián (1929-1984), quien se coronaría
campeón del mundo un año después, y Geller. En el torneo de Candidatos
de Curaçao (Antillas Holandesas), sin embargo, Fischer terminaría sorprendentemente en
un lejano cuarto lugar, detrás de Petrosián, Paul Keres y Geller, y denunciaría en un
artículo de revista que los soviéticos jugaban en equipo, asistiéndose, y haciendo tablas
fáciles entre ellos para repartirse los puntos y reservarse, con objeto de alejar de los
puestos preferentes a otros jugadores. Desde luego, las acusaciones de Fischer no
pudieron probarse, pero poco después la FIDE cambiaría las reglas del campeonato del
mundo, sustituyendo el sistema del torneo de Candidatos por el de los enfrentamientos
individuales.
Fischer se apartó temporalmente del ajedrez profesional durante algunos meses entre
1964 y 1965, se dedicó a dar exhibiciones y no participó en el ciclo de candidatos que
culminó con el encuentro por el título mundial entre Petrosián y Boris Spassky en 1966, ni
acudió a la Olimpiada de Tel Aviv (Israel). En 1967, no obstante, se presentaría al
Interzonal de Sousse (Túnez) en una nueva acometida por el título mundial. Después de
diez rondas, Fischer encabezaba la clasificación con un récord impresionante de siete
victorias y tres empates, cuando decidió intempestivamente abandonar el torneo, alegando
un calendario cargado. La crítica de Fischer parecía injusta pues el torneo se había
estructurado, entre otras cosas, para respetar los días de descanso que sus creencias
religiosas le imponían. De ese certamen es memorable su partida frente a Reshevsky,
pues Fischer apareció en la sala de juego pocos minutos antes de perder por
incomparecencia, y con la mitad del tiempo asignado en su reloj derrotó con relativa
facilidad a su ilustre contrincante.

Planilla de anotación de Fischer correspondiente a la tercera ronda de las Olimpiadas de Ajedrez de


1970, frente a Miguel Najdorf.
Bobby Fischer ganó todos los torneos en los que participó desde el mes de diciembre de
1962 hasta el Campeonato del Mundo de 1972, con solo dos excepciones: el Torneo
Memorial Capablanca de 1965 (que se celebró en La Habana y Bobby jugó por teletipo
desde Nueva York), en el que quedó empatado en segundo lugar con Borislav Ivkov y
Geller, medio punto por detrás del ganador Smyslov; y la Copa Piatigorsky de 1966, en la
que ocupó el segundo lugar, un punto y medio detrás de Spassky. En toda su carrera
jamás perdió un enfrentamiento individual o match, como se le conoce en la jerga
ajedrecística. Derrotó al filipino Cardoso en 1957, y en 1961 dejó inconcluso un duelo con
Reshevsky, que quedó en empate después de once partidas, a causa de desacuerdos con
los organizadores; en su camino al campeonato del mundo se adjudicó tres victorias
inapelables (ante el danés Bent Larsen y los soviéticos Mark Taimanov y Petrosián), y
finalmente derrotó a Spassky en el ya mencionado y famoso Match del Siglo. Veinte años
después, en 1992, disputó frente a su viejo rival Spassky un encuentro de exhibición, del
que hablaremos.
Una de las características que distinguían a Fischer era la rapidez de su juego. En muy
contadas ocasiones se veía en apuros de tiempo, pues casi siempre jugaba de manera
ágil y muy correcta. No es de extrañar que con su excepcional talento se convirtiera en uno
de los mejores jugadores de partidas rápidas (llamadas blitz, donde cada jugador dispone
de cinco minutos para toda la partida). En 1970 se disputó en Herceg Novi (Montenegro,
antigua Yugoslavia), el torneo de partidas rápidas más importante celebrado hasta
entonces. Fischer triunfó al lograr diecinueve de los veintidós puntos posibles contra
rivales de primerísima fila, como los ex campeones mundiales Tal, Petrosián y Smyslov y
los exaspirantes David Bronstein y Reshevsky. Solo Fischer y Tal fueron capaces de
reproducir de memoria, una vez terminada la competencia, las partidas que habían jugado.
Ese mismo año se llevó a cabo en Belgrado (Serbia, antigua Yugoslavia) el entonces anual
encuentro entre la Unión Soviética y el resto del mundo. Bobby Fischer accedió a jugar en
el segundo tablero, cediendo el primero a Larsen, que había obtenido mejores resultados
en los meses anteriores, pues el estadounidense había permanecido inactivo. Fischer tuvo
que enfrentarse a Petrosián, entonces subcampeón mundial, a quien venció
convincentemente 3 a 1 (dos victorias y dos tablas), a pesar de haber permanecido alejado
de los tableros. En la edición 1971, el estadounidense ganaría por primera vez el Óscar del
Ajedrez, distinción que repetiría los dos años siguientes.

Encuentros de Candidatos[editar]
En 1972, finalmente, alcanzó el derecho a disputar el Campeonato del Mundo. Obtuvo el
primer lugar en el Torneo Interzonal de Palma de Mallorca (Islas Baleares, España) de
1970, en el que ganó quince de las veinticuatro partidas que disputó (las últimas siete del
torneo de forma consecutiva), algo verdaderamente inusual tomando en consideración el
nivel del torneo. Posteriormente, en el apogeo de su fuerza, arrolló en el ciclo de
Candidatos disputado a lo largo de 1971 a los grandes maestros Mark
Taimánov (soviético) y Bent Larsen (danés, el único que había logrado derrotarle en el
Interzonal del año anterior), por idéntico resultado en sus respectivos enfrentamientos al
mejor de 10 partidas: un sonrojante 6 a 0 que, en el caso de Taimánov, le supuso serios
problemas con el aparato comunista soviético que lo acusó falta de carácter y de no haber
sabido defender la honra patriótica. De hecho, ese resultado causó un enorme revuelo
entre las autoridades ajedrecísticas de la Unión Soviética, que no solo acusaron a
Taimánov, sino a todo el potente equipo de analistas que lo acompañó durante el
encuentro.6
Lo excepcional de estos resultados solamente se puede explicar diciendo que el gran
talento de Fischer había llegado a su máximo esplendor. Para comprender la magnitud de
la hazaña de Fischer, hay que tener en cuenta que, en el ajedrez de alto nivel, el empate
es un resultado natural, pues lo normal es que a los contendientes les cueste trabajo
romper el equilibrio. Hay que remontarse casi cien años atrás para hallar un resultado
similar: en 1876, una época de ajedrez aún rudimentario, el primer campeón
mundial Wilhelm Steinitzderrotó por 7 a 0 a Joseph Henry Blackburne, uno de los mejores
jugadores de la época, aunque, en ese caso, Steinitz contaba con la gran ventaja de
acabar de sentar las bases del ajedrez moderno que le proporcionaba una evidente
superioridad sobre el resto de jugadores. En 1971 repetir ese resultado en la alta
competición resultaba increíble, y más aún repetirlo dos veces consecutivas.
En la final de Candidatos, Fischer derrotó en Buenos Aires (Argentina) al ex campeón
mundial, el soviético Tigrán Petrosián, por 6,5 a 2,5, ganando con ello el derecho a
enfrentarse a Spassky con el título mundial en juego. Su cadena de 20 victorias
consecutivas (las siete últimas del Interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimánov y
Larsen y la primera de su encuentro con Petrosian) constituye un auténtico hito en la
historia del ajedrez de élite, como también lo es el haber cedido solo 2,5 puntos (una
derrota y tres tablas) en las 21 partidas que disputó en las tres eliminatorias del ciclo de
Candidatos. Algo que asombraba al mundo ajedrecístico y amedrentaba a sus rivales.

Fuerza de juego[editar]
A partir de 1970, la Federación Internacional de Ajedrez adoptó la fórmula del científico
húngaro Árpád Élő para estimar la fuerza de juego en el ajedrez. Robert Fischer, a la luz
de este sistema, vigente en nuestros días, alcanzó la marca de 2785 puntos, registro que
durante mucho tiempo se consideró el mejor rendimiento conseguido por un ajedrecista.
Con el tiempo, varios jugadores notables han ido superando la barrera de los 2800 puntos,
entre ellos, cinco campeones del mundo, Garri Kaspárov, Veselin Topálov, Vladímir
Krámnik, Viswanathan Anand y Magnus Carlsen, así como los grandes maestros Levon
Aronian, Alexander Grischuk y Fabiano Caruana. Este hecho por sí solo, sin embargo, no
significa que su desempeño haya sido superior al logrado por Fischer años atrás, al menos
desde el punto de vista estadístico. Esto se debe al fenómeno conocido como «inflación
del Elo».7 Los ratings de los jugadores han ido aumentando de manera imperceptible pero
sostenida a través de los años, y aunque excede el propósito de este artículo referir las
causas del fenómeno en cita, al que constantemente se le busca solución,8 es cosa
establecida que la evaluación Elo no resulta un criterio fiable para comparar el nivel de
ajedrecistas pertenecientes a diferentes épocas. No obstante hay que reconocer, siendo
justos, que el nivel general de los maestros de ajedrez en los tiempos modernos ha
aumentado considerablemente, lo que hace más difícil ascender en el «escalafón».
Con independencia de cómo pueda medirse la potencia de un ajedrecista, Fischer fue, sin
duda, un jugador excepcional. Su estilo no es fácil de definir, pero, según sus propios
rivales, se basaba en una combinación de energía y ambición de victoria, precisión táctica,
preparación teórica, firmeza estratégica y confianza en sí mismo.

El llamado «Encuentro del Siglo»[editar]


El encuentro por el campeonato del mundo de 1972 fue singular por diversas razones,
aunque algunas de ellas nada tenían que ver con el ajedrez. Reikiavik, capital de Islandia,
representó el enfrentamiento de dos mitos del tablero. El primero era el propio Fischer, que
nunca había ocultado su fobia deportiva hacia los grandes maestros soviéticos. Sus
excentricidades, exigencias y reacciones eventualmente infantiles, para bien o para mal
lograron interesar al gran público, de ordinario ajeno a las incidencias del ajedrez
profesional. Lo excepcional del estadounidense, sin embargo, eran sus resultados. Su
puntuación Elo era 125 puntos superior a la de Spassky. Si no se hubiera tratado del
número uno y dos del escalafón mundial, la estadística indicaría solamente el
enfrentamiento de dos ajedrecistas de diferente categoría. Tal era la distancia que Fischer
llegó a tener con relación a sus contemporáneos.
El retador, en efecto, parecía invencible. No obstante, se enfrentaba a un rival temible, otro
auténtico mito de invulnerabilidad. Ese rival no era solamente Spassky, un jugador de
talento excepcional al que Fischer no había podido vencer antes de este encuentro, sino la
poderosa estructura de ajedrez de la Unión Soviética, dirigida por el Comité de Educación
Física y Deportes, que había producido a todos los campeones y subcampeones
mundiales desde 1948, y había ganado todas y cada una las Olimpíadas que se habían
efectuado desde entonces. Ningún campeonato del mundo desde 1951 se había disputado
fuera de Moscú.
El ajedrez, en definitiva, era una cosa muy seria en la Unión Soviética, con importantes
implicaciones políticas, pues sus frecuentes triunfos eran considerados una prueba de la
superioridad del régimen; no podían permitirse, en consecuencia, perder el título a manos
de un aspirante de Estados Unidos. El ex campeón mundial Mijaíl Botvinnik puso a
disposición del equipo de Spassky un análisis exhaustivo de las partidas de Fischer; Ígor
Bondarevski abordaría la parte técnica; Efim Geller el repertorio de aperturas; Nicolay
Krogius, de la asistencia psicológica; e Ivo Ney se encargaría de la puesta a punto física
del campeón.9 El apoyo de Fischer lo componían Lombardy, el abogado Paul Marshall
(que tuvo un papel destacado) y Fred Cramer, por parte de le Federación de Ajedrez de
Estados Unidos. El match no podía ser, por sus circunstancias particulares, un mero
evento deportivo. Se enfrentaban dos maneras muy distintas de entender al mundo que
aspiraban a la supremacía. Por unos meses la Guerra Fría se trasladó a un tablero de
ajedrez.
Tras la jugada número 30 de la primera partida, los dos jugadores llegaron a una posición
completamente simétrica (dos alfiles de casillas negras y seis peones repartidos de igual
manera por ambos flancos). Fischer perdió cuando cometió un error amateur al comer un
peón con su alfil que después del movimiento de un peón de Spassky queda sin
escapatoria siendo una presa fácil para el rey que se encontraba cerca. No se presentó a
la segunda partida alegando disconformidad con la organización. Parecía que Spassky
retendría el título para el ajedrez soviético; pero Bobby Fischer venció en la tercera. La
cuarta partida fue tablas y, desde la quinta, se impuso rotundamente el gran maestro
estadounidense. Después de un tenso desarrollo, Fischer venció a su rival tras 21 partidas
(Spassky abandonó por teléfono la última partida, que había quedado aplazada) y se
coronó campeón mundial el 1 de septiembre de 1972 con un total de 7 partidas ganadas,
3 perdidas y 11 tablas. Ha sido el único estadounidense en conquistar el título.

Transcripción (en notación algebraica) de


la partida 21 y última del match:
Blancas: Spassky
Negras: Fischer
1.e4 c5 2.Cf3 e6 3.d4 cxd4 4.Cxd4
a6 5.Cc3 Cc6 6.Ae3 Cf6 7.Ad3 d5 8.exd5
exd5 9.O-O Ad6 10.Cxc6 bxc6 11.Ad4 O-
O 12.Df3 Ae6 13.Tfe1 c5 14.Axf6
Dxf6 15.Dxf6 gxf6 16.Tad1 Tfd8 17.Ae2
Tab8 18.b3 c4 19.Cxd5 Axd5 20.Txd5
Axh2+ 21.Rxh2 Txd5 22.Axc4
Td2 23.Axa6 Txc2 24.Te2 Txe2 25.Axe2
Td8 26.a4 Td2 27.Ac4 Ta2 28.Rg3
Rf8 29.Rf3 Re7 30.g4 f5 31.gxf5 f6 32.Ag8
h6 33.Rg3 Rd6 34.Rf3 Ta1 35.Rg2
En esta posición, tras la mala jugada 41. Ad7, Re5 36.Ae6 Rf4 37.Ad7 Tb1 38.Ae6
quedó aplazada la partida. El blanco abandonó Tb2 39.Ac4 Ta2 40.Ae6 h5 41.Ad7. En
esta posición la partida quedó aplazada,
antes de la reanudación. pero el blanco abandonó antes de la
reanudación porque el rey negro puede
ahora apoyar el avance de su peón de la
columna h mediante 41.- Rg4, ganando.
Spassky debió haber jugado 41.Rh3, con
buenas posibilidades de tablas. Claro que
la jugada anterior de Fischer también fue
floja, pues en lugar de 40.- h5 debió haber
jugado 40.- Rg4, con la misma idea de
apoyo a su peón libre e impidiendo el paso
al rey contrario.

El eclipse[editar]
Resultó incomprensible para todo el mundo que el momento culminante de la carrera de
Bobby Fischer al conquistar el campeonato mundial significase también su abrupto y
completo final, pues nunca más quiso volver a jugar una sola partida de competición oficial
a pesar de tener solamente 29 años. La única explicación plausible para esta actitud es un
temor insuperable a ser derrotado, lo cual se suma a los diversos indicios de obsesión y
desequilibrio mental que hasta entonces había dado. Además de que al no volver a jugar
frustró las expectativas de todos los aficionados y organizadores del mundo, hay que
observar que la única fuente de futuros ingresos de Bobby sería el ajedrez o estaría en
estrecha relación con este.
Cumplido el siguiente ciclo de clasificación tres años más tarde, en 1975, llegó una vez
más la ocasión de que el campeón defendiera su título frente al nuevo aspirante, en este
caso el joven soviético Anatoli Kárpov (n. 1951), de 24 años. Entonces Bobby planteó a la
FIDE que no deseaba defender su título de la misma forma que lo había ganado, sino
según otro esquema anterior a 1948, que consistía, entre otras cosas, en que la victoria
sería para quien primero alcanzara 10 victorias (sin contar las tablas), reteniendo el título el
campeón en caso de empate a 10. Hasta aquí puede decirse que es un planteamiento
equitativo y razonable; de gustos personales, si se quiere, pero razonable. El gran
inconveniente es que Fischer pretendía introducir además la condición de que él (Fischer)
también retendría el título si se empataba a nueve.
Aunque la FIDE y la delegación soviética aceptaron las restantes exigencias de Fischer, la
cuestión del empate a nueve no era razonable ni admisible. Para que se entienda mejor lo
irracional de esta condición, podemos enunciarla así: «El campeón será Kárpov si gana
diez partidas, y Fischer si gana nueve». Esta condición sería ridícula en otros deportes que
se disputan a un tanteo prefijado, como el tenis, o cuando en fútbol hay que recurrir al
lanzamiento de penaltis. Botvinnik calificó esta condición de «unfair» (injusta). La FIDE
desautorizó esta pretensión, pero entonces Fischer se negó en redondo a jugar. No quedó
otra opción que desposeer a Fisher de su título y proclamar campeón a Kárpov, quien, con
sus resonantes triunfos en grandes torneos y matches por el campeonato mundial durante
los diez años siguientes, se hizo merecedor indiscutible al título mundial y, con el paso del
tiempo, ha demostrado ser uno de los jugadores más formidables de la historia del ajedrez,
que ha ganado un casi increíble total de 160 torneos de ajedrez de élite.
Fischer, decepcionando profundamente a la afición mundial, continuó sin jugar e incluso
desapareció de la vida pública. Kárpov, que dijo sentirse como un niño al que no le dan un
juguete largo tiempo prometido, se entrevistó en 1976 con Bobby para concertar un
encuentro, pero su intento no tuvo éxito. En 1981 Bobby, con aspecto de vagabundo, fue
detenido en Pasadena (California) cuando la policía le confundió con el atracador de un
banco.
Mucho después, en 1992, Fischer, a la sazón de 49 años, aceptó jugar un encuentro
amistoso de exhibición contra su antiguo adversario Spassky, de entonces 55 años de
edad. El match comenzaría en Sveti Stefan, a orillas del Adriático, y acabaría en Belgrado,
enclaves ambos de la República Federal de Yugoslavia, nación procedente del
desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Aunque tuvo notoriedad por ser la reaparición
de Fischer después de veinte años, este encuentro estaba muy lejos de ser una repetición
del famoso de 1972, pues la Unión Soviética se había disuelto y ya no había intereses ni
tensiones internacionales; Spassky se había nacionalizado francés y ―esto es
destacable― había retrocedido en la clasificación internacional Elo hasta el puesto 124; y,
por último, no había en juego ningún título oficial ni extraoficial. Lo único realmente
relevante era el apartado financiero, pues la exhibición estaba dotada con sustanciosos
premios en metálico: 3,65 millones de dólares para el vencedor y 1,35 para el perdedor. El
Gobierno de Estados Unidos prohibió a Fischer ―como a todos sus conciudadanos―
involucrarse en el match a causa de las restricciones en el comercio impuestas a la
República Federal de Yugoslavia por su intervención en la reciente guerra de Bosnia. Ante
las cámaras, Fischer (que jugaba con una bandera estadounidense en la mesa) escupió
sobre la carta del gobierno de su país que le conminaba a desistir de jugar. El encuentro
se celebró y acabó con la victoria del estadounidense, aunque la calidad de las partidas y
el desarrollo general del acontecimiento despertaron escaso interés en el mundo del
ajedrez. Las autoridades de Estados Unidos dictaron orden de búsqueda y captura contra
Fischer, lo cual podía llegar a costarle hasta 10 años de cárcel.
A lo largo de años, al mismo tiempo que su salud mental comenzaba a deteriorarse, Bobby
Fischer se había caracterizado por lanzar furibundos
pronunciamientos antisemitas y antiestadounidenses. A pesar de ser él mismo de
ascendencia judía por el lado materno, admiraba a Adolf Hitler y era un negacionista del
Holocausto.1011 En al menos una oportunidad se había declarado a favor de un hipotético
golpe militar derechista en su país, seguido de la destrucción de sinagogas y la ejecución
de cientos de miles de judíos.12
En una entrevista a una radio filipina el 12 de septiembre de 2001, Fischer proclamó su
satisfacción por los ataques terroristas contra las Torres Gemelas y el Pentágono ocurridos
el día anterior y se pronunció en durísimos términos contra Estados Unidos e Israel.13 Sin
embargo, cabe aclarar que su odio nunca se extrapoló al tablero pues durante toda su vida
mantuvo una cordial relación con otros ajedrecistas judíos.

El final

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