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Dedicado a Abraham Bojárque:

¿ Ukamau y ké?

En memoria de Grazia Rita Serra

Diseño de la cubierta: Joaquín Monclús

© Fotografía de la cubierta: «Patio interior de la cárcel», Alfons Rodríguez, 2 0 1 2

© Francesca Cerbini, 2012

© Edicions Bellaterra, S . L . , 2012

Navas de Tolosa, 289 bis. 08026 Barcelona

www.ed-bellaterra.com

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previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

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Impreso en España

Printed in Spain

ISBN: 978-84-7290-593-1

Depósito Legal: B . 22.826-2012

Impreso por Impulso Global Solutions. Tres cantos (Madrid)


Índice

Agradecimientos, 13

Introducción, 17

Miradas, 17 • Encuentros, 18 • Enfermos, 20 • Invisibles, 25 • La et­

nografía desde «dentro», 26 • El contexto, 29 • Preguntas, 31 • Negli­

gencia y abandono como política de control y sumisión, 32

1 . La casa de jabón, 35

Érase una vez . . . , 35 • El panóptico nacional, 36 • Las celdas, 41 • In­

greso y compra-venta de celdas, 43 • Los saloneros, las obras de mante­

nimiento de la penitenciaría y la recaudación de fondos, 45 • La sección

Posta, 47 • «Población», 49 • La subsección Primero de Mayo, 49 •

Tráficos ilícitos, 50

2. Fuera y dentro, 53

La población de San Pedro, 53 • El narcotráfico y la Ley 1 . 0 0 8 , 56 • Los

pisacoca, 62 • La «retardación de justicia» y otras injusticias, 67

3 . ¿Acaso no somos humanos?, 71

La familia y las mujeres en prisión, 71 • Sin familia, 75 • El trabajo, 79

• Los auteros, 81 • Una «anarquía ordenada», 87

4. Al otro lado de la ley: cárcel, brujería y ofrendas rituales, 93

Rito, justicia y cárcel, 93 • Nacho Chura y los yatiris reclusos, 97 • Te­

ner fe, 100 • Maldiciones y rezos contra la mala suerte y contra los jueces,

104 • La justicia «no da así nomas»: las ofrendas de libertad, 112 • El es­

pacio ceremonial «cerrado», 120


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80 ------------------------ La casa de jabón
¿Acaso no somos humanos? ---------------------- 81

La falta de libertad convertía el penal en una verdadera trampa


Es necesario distinguir cuatro grandes categorías de internos. Aquellos
para ratones, donde había que ingeniárselas para generar ocupaciones
que recibían el dinero de sus parientes, que solían coincidir con los más
rentables, que de alguna manera reflejaran las necesidades de un buen
adinerados (residentes de la sección Posta o en «población», sobre todo
número de internos. Así, con un mínimo de conocimientos, quien podía
en la sección Pinos) y por eso no necesitaban generar ingresos desde el
se convertía en peluquero, sastre, lavandero o cocinero para los grandes
interior de la cárcel. Estos se afiliaban a las asociaciones artesanales sólo
o pequeños puestos de comida que se ubicaban en las diferentes seccio­
para conseguir su certificado de trabajo, útil para alcanzar los descuentos
nes de la cárcel, sin contar aquellos que, como veremos, curaban aflic­
de pena, mientras simplemente esperaban que su visita le trajese dinero.
ciones de todo tipo, mientras los más «intelectuales» escribían cartas
Luego había aquellos que, habiendo mantenido algún contacto con la fa­
para los familiares o ayudaban a leer y llenar formularios y trámites bu­
milia, obtenían ayudas «intermitentes» del exterior: no eran «ricos», pero
rocr�ti�os para gestionar las relaciones formales con la institución peni­
gozaban de cierto bienestar. Mientras que al otro extremo había reclusos
tenciaria
que vivían con sus familias, que eran una minoría, y aquellos que no
Las actividades remuneradas que se llevaban a cabo en San Pedro
mantenían ningún contacto con los parientes, es decir, la mayoría. Den­
eran po�· tanto el resultado de la iniciativa personal y del empleo de capi­
tro de esta última tipología se encontraban los reclusos más explotados o
tales pnvados que al mismo tiempo generaban sueldos sólo para sus in­ «empleados».

v_er_s?res. A menos de no tener fondos propios para invertir, no había po­

s1b1hdad de trabajar, pero tal y como estaba organizado este penal, donde

había que pagar para muchos servicios básicos, era casi imprescindible

para los reclusos recaudar dinero y emplearlo para la subsistencia en cau­ Los «auteros»
tividad:

En las actividades más rentables de la cárcel existían dueños y emplea­


A la fuerza hay que trabajar. Hay sastre, pensiones, pero si no hay capital
dos. Todos los internos interpelados coincidían en que la mejor inversión
estamos jodidos. Los que no tienen familia trabajan de salonero. Yo estaba
en la cárcel, dentro del margen de la legalidad, era en el ámbito de la pro­
de salonero , no tenía plata, sin plata he llegado. He estado trabajando tres
ducción de autitos, medios de transporte en miniatura, fieles reproduc­
meses en la cocina. Después hay que pagar ingreso, después celda, yo he
ciones en hojalata pintada de autos familiares, taxis, furgonetas, autobu­
trabajado [ . . . ] en las pensiones y poco a poquito, veinte centavos, cin­
ses y camiones, construidos para ser vendidos en muchas ferias de Perú
cuenta centavos, he aprendido a pijchar coca [mascar hojas de coca] y he
y Bolivia.
pagado poco a poco esta celda, como no tengo familia (Ma�io subsección

Monoblock, 28 de abril de 2008). La mano de obra de los «empleados» en la cárcel era mucho más

barata que en el exterior y las ventajas económicas hacían que, incluso

teniendo lista su libertad, no quiera irse quien era propietario de alguna


Los que poseían un capital montaban negocios y a su vez captaban a
de estas actividades empresariales. Los dueños se aprovechaban de los
otros reclusos como personal de servicio, pagados muchas veces con el

solo derecho a recibir comida «extra» o alojamiento: sueldos bajísimos y ahorraban gastos mediante el suministro gratuito de

electricidad y agua para sus actividades:

Si aquí no trabajas uno está por allí botado, nadie te dice: «Toma, te voy a

Tengo un amigo que tiene tres celdas y he visto que hace autitos. Le debe ir
regalar eso». Nada. Tienes que luchar trabajando, tienes que hacer de todo
bien, porque el tipo tiene su libertad y no quiere irse, imagínate. No se quie­
para que te ganes al día por lo menos dos pesos, tres pesos. Hay harto que
re ir porque si fabrica sus autos en la calle, no le conviene, porque él emplea
sufrir, ojalá que eso muy pronto se acabe, la corrupción del fiscal, del juez
un montón de electricidad para saldar los carritos, para pintar los carros, la
que comprendan que la mayoría, solamente por acá está la gente pobre

(Francisco, sección San Martín, 1 1 de marzo de 2008). mano de obra, por eso no quiere irse y dice que quiere cumplir la pena com­

pleta, ¡en serio! (Víctor, sección San Martín, 22 de abril de 2008).


¿Acaso no somos humanos? 83
82 ------------------------- La casa de jabón

Para lo� due�os, se trataba de un negocio tan rentable, que algunos, in­
En la feria de Alasitas de La Paz, por ejemplo, se venden todos los de­
c_lu_so disponiendo de dinero, tenían que esperar que alguien dejara su ac­
seos de éxito, suerte y riqueza «en miniatura» de los paceños: billetes en
t1�1dad para no generar una peligrosa competencia que no hubiera sido
euros o dólares, casas, coches, tiendas y también contratos de compra­
bien aceptada por la asociación de hojalateros. Así, sólo cuando el aute­
venta de inmuebles, pasaportes europeos o visados para Estados Unidos.
ro abandonaba su celda y su actividad se dejaba espacio a otro.
Dentro de esta fábrica de deseos, los reclusos de San Pedro, los especia­
El «dueño» de la actividad tenía que invertir un capital bastante ele­
listas indiscutidos y más a bajo coste, han conquistado el sector de los
vado para la compr_a de la hojalata, las herramientas y los materiales para

«autitos». la sold�dura y la pmtura del metal. En la celda, los autitos se producían


Los productores que han pagado su cuota de afiliación pertenecen
como sr fuera una cadena de montaje: algunos se ocupaban de la solda­
al rubro de los artesanos de hojalata de la cárcel y de tal manera poseen
dura de las piezas, otros de la pintura o del corte de la hojalata y otros de
la documentación útil para recibir los beneficios previstos por la ley para
las llant�tas de �orna. De tal manera, un grupo de personas fabricaba por
aquellos que desempeñan algún trabajo en cautividad, demostrando así
partes diferenciadas encargos de un mínimo de ciento veinte unidades a

su aportación «socialmente útil». Pero al margen de los beneficios que


confeccionar en el menor tiempo posible, puesto que el pago se hacía so­

otorga la institución penitenciaria, el mercado de los auteros, como se les


bre el número de autitos terminados, respetando la calidad de ejecución

llama a estos productores, es un campo muy codiciado por todos aquellos


requerida y los plazos de entrega:

que tienen una suma bastante elevada de dinero para invertir. De hecho

existe un verdadero monopolio de esta actividad por parte de aquellos Por ejemplo, de los minibuses pagan trescientos bolivianos, y de esto me

auteros que pueden asegurarse su mercado en el exterior. han d_ado quini:ntas [unidades], pero lo he hecho en dos meses y algo más,

Dentro, suelen instalarse en las secciones de San Martín y Cancha, trabajando el día y de noche más. Por ejemplo, esta celda no es mía, es del

dueño Y me da para que pueda trabajar. No es mío, fuese mío por lo menos
porque las celdas son más asequibles y el gasto para alojar a las oficinas
ganaría setecientos-ochocientos [bolivianos al mes]. Nos dan todo el ma­
de producción es más barato. Además, la mayoría de las personas más
terial que ves: lata, ácido, estaño, herramientas para cortar, palos. Nosotros
necesitadas, las mejores candidatas para trabajar, proceden de estas sec-
sólo hacemos mano de obra nomás y los dueños ganan. Unos cuantos tra­

cienes: bajan de ellos, otros sólo lo pintan nomás.

P. ¿ Cuánto gana un dueño?


Yo hacía [autitos] antes, pero como es mi celda pequeña entonces este auto
Los dueños ganan bien. Por ejemplo, si yo he preparado esto y se lo
son para celda grande. Cuando he entrado trabajaba gratuita nomás. Los
doy, aparte de todo el gasto que ha hecho de mí, ellos ganan cuatrocientos­
autitos, tres meses se trabaja gratuito, hasta que aprendemos [ . . . ] Estaba
quinientos sólo de esa flota, sin hacer nada.
soldando primerito, de ayudante, y no me pagaba. Al último ya he apren­
P. ¿Más o menos gana el doble que tú?

dido, pero aquí no hay pago casi, barato es el jornal, tres bolivianos,cinco
Casi. Sin trabajar, solamente dando lata y herramienta, pero ahora

bolivianos. Este trabajo al ojo friega, no es fácil[ . . . ] Pero yo cuando era


ellos ganan más porque lo pintan, ponen llanta y vidrio, y ganan el recon­

wawita [niño] no he estudiado, he estudiado acá tres años, primero básico, tradoble. El precio de cada unidad es de cincuenta, pintado, con llantas

hasta cuarto, aquí he aprendido a sumar, después de sastre, pero no había [ . . . ] �uando he llegado he trabajado seis meses como ayudante y sin suel­

quien trae material, después porcelana fría [ . . . ] fregado es para la vista do Y sm nada, en el 2006 desde junio, pasando año nuevo, y luego he pasa­

cuando soldamos. Estómago igual, da pulmonía, pues. Por eso yo he deja­ do a maestro para ganar algo. No tenía celda y por la celda estaba traba­

do, ataca el pulmón y la vista. Dentro del estómago, el corazón hace mal jando (Daniel Llanos, sección San Martín, 28 de abril de 2008).

porque el pulmón le ataca, de un año va a salir tubérculo [tuberculosis], po­

demos enflaquecer de la comida. Todo depende de cuidarse. Yo un poco to­


Los empleados contratados no estaban ni siquiera inscritos en la asocia­
sía y el ojo estaba m a l [ . . . ] Hay que meter esa llanta al horno [las llantas de
ción de hojalateros puesto que no solían disponer de los cincuenta boli­
los autitos], hay que meter goma y eso es humo, olor, negro. No nos cuidan
v�an�s necesarios para su admisión en el gremio. Además no percibían
aquí pero a la fuerza hay que trabajar (Mario, subsección Monoblock, 28
nmgun sueldo hasta superar el periodo de prueba dentro del cual apren-
de abril de 2008).
84 -------------------------- La casa de jabón ¿Acaso no somos humanos? ---�-----------85

dían el oficio. Obtenían a cambio solamente la posibilidad de alojarse en


te, puesto que no utiliza ninguna protección y además trabaja en _el �n­
la celda de propiedad del dueño, donde a la vez trabajaban.
torno cerrado de la celda. A pesar de comprender que las sustancias m­

Una vez trascurrido el periodo de prueba, que variaba desde los tres
haladas podían a largo plazo resultar dañinas para la sal�d, muchos �e­
a los seis meses, el empleado empezaba a percibir su sueldo. Ganaba de los
guían trabajando en la soldadura porque con las gananc_ias conseg�ian

tres a los cinco bolivianos por día y su jornada laboral duraba alrededor de
pagar su celda, comprar un poco de comida extra y cubnr las necesida­

ocho-diez horas, descansando para el almuerzo. Además de los materiales des más urgentes:

necesarios para llevar a cabo el trabajo, los dueños se encargaban también

de comprar cigarros y coca para los ayudantes, complementos simbólicos Al pulmón me ha afectado el ácido. Un fuego, temperatura f�erte Y :n la

fundamentales para los trabajadores que se enfrentan a actividades labora­ noche no podía descansar, pero era para ganar el pan de cada dfa, �Que voy

les agotadoras y peligrosas para la salud, como fabricar autitos. a hacer? Mis niñas me piden, sin respetar que haiga plata o no haiga plata,

obligado tengo que hacer un trabajo y ganar el pan de cada día, eso es muy
En p rinci p io, los empleados consideraban su ocupación una tarea
preocupante. He salido al hospital del tórax y me han dicho que me tengo
como otra en el ámbito de las restringidas posibilidades de ganancia sin
que comprar medicamentos, pero no tengo, señorita, qué voy a h�c�r [ . . . ]
inversión de capital que ofrece la penitenciaría. Además, siendo difícil
Yo me aguanto y me agarro coquita y eso me hace p a s a r [ . . . ] El ácido me
entrar en el grupo de los auteros, aque llos que conseguían este empleo
hace agrio, ese humo no es saludable [ . . . ] estoy lagrimeando a ratos. No
eran afortunados, pero justo detrás del «privilegio» se ocultaban las con­
puedo leer lejos ya. Estoy perdiendo la mente [ . . . ]
diciones perniciosas de trabajo:
P . ¿ Vas a seguir trabajando con los autitos?

El único es para ganarse, no hay o t r o [ . . . ]

Yo he soldado como dos años y creo que todavía no me ha afectado mucho, P. ¿Al principio has trabajado gratis?

pero creo que a la larga me va a afectar. Hay personas que están aquí cinco Sí, porque siempre al principio fallamos algunos detalles, no hace­

años y esas personas sí les han afectado porque se les nota que están de­ mos lo correcto que ellos quieren, entonces tenemos que aguantar para

macrándose, están enflaqueciendo, y se nota nomás. Por ejemplo, yo todo aprender. Estuve cuatro meses gratis; el primer año el 50 por 100 te. pagan,

lo que gano lo utilizo para alimentarme mejor, porque el alimento que dan depende de la consciencia de las personas, porque buscan cualquier pre­

aquí en el penal no es nada nutritivo (Daniel Llanos, sección San Martín, texto para criticar.

28 de abril de 2008). P. Cuando hay nuevitos que están trabajando, ¿le cuentas que ese tra-

bajo puede hacer daño? ,

Le digo, pero ni modo. Me dicen: «No hay de donde ganar, ¿que va­
Más investigaba en el mundo sumergido de los hojalateros más era evi­
mos a hacer aquí?». He intentado trabajar aquí en chamarras de cuero, pero
dente que el negocio de los autitos era otro tema tabú, como la violencia
no hay quien traiga material, ni capital, no hay cómo realizar [ . . . ]
explícita sobre los reclusos o la presencia de las mujeres y los niños y ni­
P. ¿ Tu esposa no trabaja?
ñas que vivían en cautividad. Los auteros rechazaban cualquier tipo de co­
No, igual es del campo, ni sabe leer.
loquio conmigo cuando entendieron que mis preguntas podían de alguna
P. ¿ Tú crees que la gente puede morir por los autitos?

manera hacer visibles las condiciones de trabajo de sus empleados. Por otro Sí. Hay compañeros que han salido, uno que se cerraba la cel�a Y

lado, los mismos empleados empezaron pronto a evitarme por miedo a per­ soldaba, no había ambiente, aire para tomar respiración. Como hay mira­

der su ocupación y al final tuve que ceñirme a las restricciones que me im­ mientos [envidias], no hay igualdad, por evitar problemas se cerraba en su

pusieron más o menos explícitamente algunos reclusos y dejé de pregun­ celda con una ventanita pequeñita, se ha intoxicado y ha muerto cuando se

ha ido en libertad. Muerto ha salido. Aquí en Cancha trabajaba otro señor


tar, aunque de vez en cuando, alguien conseguía contarme su experiencia.
e igual salió afuera, la clima ha chocado y ha muerto despué_s de dos me­
La mayoría de los ayudantes se empleaban para la soldadura de las
ses. La gente se muere al salir porque el clima afecta, el ambiente, porque
piez as del automóvil. Esta se obtiene mediante el uso de estaño y ácido
la calle es libre [ . . . ] El ácido hace daño a todos los órganos y a los pulmo­
muriático, que una vez juntados para pegar las piezas de hojalata emiten
nes te afecta todo, la respiratoria y mental, porque el humo de lo que sol­
un humo d enso, como una neblina que el empleado aspira continuamen-
damos te arruina (Fabricio, sección San Martín, 15 de abril de 2008).
¿Acaso no somos humanos? -------------------- 87
86 ------------------------- La casa de jabón

metido un delito seguimos siendo humanos, decimos. Pero bueno, aparte


Lo mismo o peor sucede con aquellos que fabrican las llantitas de los
eso, la seguridad en el trabajo aquí no la hay, y deberíamos comunicarnos
automóviles. Las gomas se ponen en moldes calientes y el contacto con
entre nosotros.

la superficie igualmente produce una combustión que da como resultado P. ¿Entre empleados ni siquiera?

un humo denso, negro y extremadamente tóxico. Nada, nada. No hay e s o [ . . . ] si nos matamos nos matamos, si tenemos

El sacristán de la iglesia, que dispensaba para toda la población los plata tenemos plata. Yo he visto tantas muertes que ninguna ha sido escla­

medicamentos ofrecidos a la población penitenciaria por el padre Filip­ recida. La única esclarecida tal vez es la de un amigo a quien le ha puntea­
2
do otro amigo y como no han abierto aquella maldita puerta se ha desan­
po, me contaba del funeral que se celebró para uno de estos empleados en
grado. Cuando le han llevado a audiencia [al agresor] le han dado un año
la fabricación de llantas. Como no tenía familia, nadie reclamó su cuer­
más como castigo, pero eso no es esclarecer, es sólo otro caso y otra sen­
po pero entre sus amigos de la sección Guanay organizaron el velorio en
tencia (Jesús Blanco, sacristán de la iglesia católica, 28 de abril de 2008).
la capilla del penal, poniendo cada uno una pequeña cuota de dinero para

su entierro:
Algunos internos explicaron que hay otras maneras de soldar las

piezas pero que resultarían mucho más caras que la solución adoptada
P. ¿ Qué síntomas tenía antes de morir?
por los empresarios del autito. Los soldadores lamentaban muchos dis­
Primero, dolor de estómago, no comía. Además le ha afectado a los
turbios pero, junto con las quejas, mostraban enseguida la resignación de
pulmones, le ha venido como chicha en los pulmones y por esa razón ha
3
su condición. Pijchaban con la esperanza de que este «olor», como mu­
muerto. Creo que ha durado dos o tres días en el hospital, en el [hospital

chos definían las exhalaciones del estaño en contacto con el ácido, se


del] tórax y nos han avisado [ . . . ] Ahora hay personas que tienen problemas

en los ojos y en el estómago por el hecho de soldar. Vienen con conjuntivi­ quedara dentro de la saliva que escupían junto con el bolo de hojas de

tis en los ojos, y en el estómago creo que el humo les hace daño porque no coca. No existen otras medidas de protección mediante las cuales espe­

hay medidas de seguridad para s o l d ar [ . . . ] La ignorancia de ellos hace que raban que esta sustancia no penetrara en el cuerpo.

creen que eso no les va a hacer mal, pero a la larga los resultados son fu- Los que trabajaban con los autitos manifestaban síntomas muy pa­

nestos [ . . . ] recidos entre ellos. La mayoría enflaquecía porque sentían que el ácido,

P. ¿Cuántos años ha trabajado ese señor haciendo llantitas? al penetrar dentro del estómago, inhibía la sensación de hambre. Además
Ha debido de ser un año, un año y más. Era antiguo, y era específi­
muchos notaban su boca «agria», sus mucosas secas y la vista se hacía
camente el que hacia llantas. Puede que más antes haya trabajado también
borrosa. Esto, junto con la sensación constante de mareo, de opresión a
[ . . . ] Suponte que un viernes le ha empezado a doler el estómago, lo han
los pulmones, daba una fastidiosa sensación de vértigo, como si el cuer­
llevado a la sanidad y le han dado un paliativo que le calmó un poco. Ha
po estuviese constantemente preparado para desmayarse.
pasado sábado, domingo un poco mal, y lunes lo sacaron afuera. Sentía

náuseas, gómitos [sic], dolor de estómago y ya no podía comer, no tenía

apetito [ . . . ]

P. ¿Mientras trabajaba, tenía percepción de que estaba muriendo?

Una «anarquía ordenada»


Noo , no n o , incluso nadie se imaginaba que era el problema de las

llantas que hacía, todos pensábamos que era un cálculo biliar y por el humo

de la llanta no hay calculo biliar, sino eso es por las grasas y demás cosas. La cárcel de San Pedro se configuraba como una suerte de «anarquía or­

Entonces cuando ha llegado el informe el médico dijo que se imaginaba denada». Los reclusos no eran disidentes, contestatarios, revolucionarios

que el señor debía de tener un trabajo donde había humo y claro, hemos di­ o rebeldes.4 Vivían abandonados a sí mismos mientras intentaban repro-

cho, ¡hacía las llantas! [ . . . ] Aquí eres un esclavo y tienes que trabajar y

producir y listo. «¿Cuánto hay que pagar? Aquí está». Y punto. A ese vie­
2. La puerta de la sección, que se mantiene cerrada por fuera durante la noche.

jito que ha muerto aquí: ¿quién le ha dicho que es malo? ¡Nadie! [ . . . ] Con 3. Pijchar quiere decir mascar hojas de coca.

4. De hecho la mayoría de los «presos políticos» eran asignados a la cárcel masculina de máxi­
eso, compañeros se les explota y esclaviza[ . . . ] ¿Acaso nosotros no somos
ma seguridad de Chonchocoro, en la ciudad de El Alto.
humanos? Seguimos siendo humanos aunque presos y aunque hayamos co-
88 ------------------------- La casa de jabón ¿Acaso no somos humanos? -------------------- 89

duc_ir las mism_as dinámicas sociales experimentadas y aceptadas por la Algunos internos demostraban mayor lucidez, generalmente porque

sociedad exterior, explotando a los más débiles o siendo solidarios con recibían ayudas desde el exterior y podían mantener un contacto cons­

ellos, preparando fiestas y acontecimientos sociales que recalcaban fiel­ tante con su situación jurídica. Actuaban de forma precavida, sabiendo

mente la vida ciudadana o comunitaria, adaptada a un medio con carac­ que salir de la cárcel era un proceso largo y doloroso por el cual era ne­

terísticas peculiares. cesario encarrilar desde el principio las energías disponibles, a partir de

Sus vidas se desarrollaban con mayor libertad que en muchas otras una estrategia eficaz de supervivencia.

cárcele� e incluso se podría llegar a creer que la existencia de algunos, en Cuando entró, Rodrigo Escobar enseguida decidió aprovechar las

el extenor, no hubiera sido mucho mejor. Pero si nos adentramos en las circunstancias para estudiar y en poco tiempo ganó el respeto de los de­

tra��s biográficas de la mayoría de los presos, menos favorecidos por la más compañeros y un puesto de dirigente dentro de la comunidad. Gra­

f�miha Y por su situación económica, el cuadro de privaciones y ausen­ cias a su pragmatismo y a su forma franca y directa de explicar la reali­

cia de derechos, como las dramáticas condiciones laborales antes descritas dad como él la vivía y la percibía, ha desenmascarado pronto los

aniquila la grata sensación de que la organización interna de los reclusos' mecanismos perversos que subyacían a la actuación de muchos abo­

en a�s.enci� de reJas, haya podido desmontar las rígidas constricciones; gados:

la vigilancia capilar de los resquicios más íntimos de la vida en cauti­

vidad. Yo aquí he estudiado y no he perdido el tiempo, pero que pasa también, por

ejemplo, uno llega aquí en enero y dice: «Doctor," quiero estudiar». «Noo ,
A pesar de la ambientación más familiar y del todo informal, se tra­
¡qué vas a estudiar! ¡ S i te vas a ir la próxima semana!» «Ah ya.» Pasa un
taba de una cárcel donde los «nuevos» igualmente se resistían a sentirse
mes: «Doctor, quiero estudiar». «No no, ya te vas a ir la próxima semana.»
parte de este «extraño barrio» o lo hacían declarando con insistencia su
«Quiero comprar mi celda.» «No, no te compres, ¿acaso te piensas quedar?
inocencia o su desconocimiento de la ley, manteniendo en la medida de
Alquílate nomás, ya te vas a ir, hazte alojar.» Y pasan seis meses.
lo posible_ su fac�ada de ciudadanos «convencionales», que a lo mejor
P. ¿Por qué te dan esos consejos, si saben que te vas a quedar?

por necesidad e mconsciencia habían incurrido en el castigo. No era Date cuenta que el profesional abogado más piensa en su bolsillo que

cuestión de mentir sobre la condición de uno, sino de seguir agarrado a en darte una respuesta veraz.

todo lo que se había dejado afuera y que todavía tendía su mano hacia P. ¿ Crees que lo dicen para sacar más dinero, alimentando la espe­

dentro. ranza de salir?

Sí, en la mayoría de los casos, porque de repente tienes la esperan­


Dejemos de lado a los ricos, que entraban y salían a su discreción
za de salir. La persona se siente feliz, el abogado le tranquiliza: «Te vas a
o , �l otro extremo, los «saloneros», que ni siquiera habían podido paga;
ir», y a la vez te está haciendo un daño grande, porque al momento de su
su mgreso a la prisión. Todos los demás que en su vida habían podido
sentencia entiende que se va a quedar quince años, cinco años, seis años.
ahorrar alg�, que tenían a lo mejor una propiedad o una familia dispues­
Bueno, uno acepta de quedarse, pero sabiendo, uno por lo menos se hu­
t� a tomar dmero prestado, optaban por ser asistidos por un abogado par­
biese comprado una celda, se hubiese puesto a estudiar, pensando a la vez
ticular y eventualmente «seducir» la justicia con dinero o , como se decía
qué hacer, cómo lucrar o cómo trabajar, comprándose herramientas. En mi
en la jerga común, mediante las coimas .
caso me han metido en esta población al mes y automáticamente he em­

La pri�e�a fas_e de la reclusión solía ser la más lucrativa para el pezado a trabajar, me he inscrito a la asociación, porque sabía cuáles eras
5
personal administrativo el personal penitenciario y los abogados, porque mis beneficios. Pero hay gente que no conoce y vive en esas falsas espe­

era el momento de mayor vulnerabilidad para los arrestados, dispuestos ranza. Yo les digo: «¡Estudiá!». «No , yo ya me voy a ir, ¿para qué? Me es­

a todo para recuperar su libertad. Los recién llegados derrochaban todo toy yendo a la siguiente semana.» Y cuando pasa el año hubiera debido

estudiar. Hay una carencia de asesoramiento de parte del profesional abo-


su _pequeño capital porque la ansiedad de salir era más fuerte que cual­

quier otra lógica o consideración. Corrían detrás de aquellos abogados


4. «Doctor» se refiere al abogado.
que aseguraban luchar por la cesación de la reclusión, por penas breves,
5. Pertenecer a una de las asociaciones de trabajadores del penal de San Pedro da derecho lue­

por el habeas corpus, por la absolución, o las bajas fianzas. go a un certificado de trabajo útil para recibir una reducción de la pena.
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