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U n a Pu e

DOS CERRADURAS
T d in HAY DOS C ER R A D U R A S
i I I A P U E R T A H A C IA EL É X I T O ?

ii' d«' e n s e ñ a r A d m in istració n d e E m p re sa s en la u n ive rsid ad ,


i .i . i . m i tiii re; d e cristal y p re g u n ta rle s a lo s h o m b re s d e n e g o c io s del
|in- o p in a b a n q u e d e b ía e n s e ñ a r a m is e s tu d ia n te s . P e q u e ñ o s
1111 1 dijejron que n e c e s ita b a e n señ ar h ab ilid a d es g e re n c ia le s .
Lib an on lo m á s alto d e s u s In d u strias c o m e n ta ro n q u e e s o no
■1110 n e c e s ita b a e n s e ñ a r s o b r e el éxito . M e exp licaro n q u e a p e s a r
iin 1.1ilc". son im p o rta n te s , el v e rd a d e r o triu n fo só lo v ie n e a a q u e llo s
M i ¡ten d id o e l sentid o d e l éxito.

• ■. I d : m is e s tu d ia n te s e s tá n p a ra d o s fr e n te a u n a p u erta y al o tro la d o
i H u en tra el éxito . La p u e r ta tie n e d o s c e rra d u ra s y c ad a u n a re q u ie re
• ir.tin ta. C u an d o e n s e ñ o h ab ilid a d e s d e n e g o c io s, só lo les e s to y d a n d o
n i u n a d e las c e rr a d u r a s y ello s p o d rán a b rir una d e las c e rra d u ra s , p e ro
.ni a b rir la p u e rta . N e c e sita rá n la llave d e la o tra c e rra d u ra . Esas, so n las
II.i . . d el é xito .

ii.ib a e n to n c e s c o m e n z a r a e n s e ñ a r s o b r e el é x ito p ero te n ía un gran


i .l'l.'in .i: sab ía c ó m o e n s e ñ a r h a b ilid a d es d e n e g o c io s, lo h ab ía e s ta d o
■mío p o r v a rio s a ñ o s , p e ro n o sab ía c ó m o e n s e ñ a r las h ab ilid a d e s p ara
ii. i éxito . N unca lo h ab ía h e c h o ni m e h ab ía p r e p a ra d o para h a c e rlo . En e s e
m en tó fu e c u a n d o d e c id í d e ja r q u e m is e s tu d ia n te s s e co n virtiera n en m is
m.litros.

p e d ía to d o s en mi c la s e q u e e n co n tra rá n un libro s o b r e el éxito, c u a lq u ie ra sin


n i>1 iiH ta r el c a m p o o la p e rs p e c tiv a . El libro só lo te n ía q u e c o n te n e r la p ro m e s a
I' e n s e ñ a r alg o s o b r e el te m a . En cla se d e b a tía m o s s o b re e s to s lib ros y e s ta b a
■■i p ren d id o d e la calid ad d e n u e stra s d iscu sio n e s, así q u e c o m e n c é a realizar
1.1 ac tiv id a d c ad a s e m e s tr e . En los sig u ien tes a ñ o s , p a sé in n u m e ra b le s h o ra s
. on m is e s tu d ia n te s d isc u tie n d o s o b r e e s te te m a y su s d ife re n te s p e rs p e c tiv a s
e n c a d a c a m p o d e acció n .

Al final d el s e m e s tr e , lo m á s s o r p r e n d e n te s u c e d ió : to d o lo q u e s e h ab ía e scrito
so b r e el éxito , sin im p o rta r el c o n te x to en el q u e lo d iscu tié ra m o s, sie m p r e n o s
dirigía h acia los m ism o s p rin cip io s fu n d a m e n ta le s . L lam é a e s to s p rin cip io s: "L as
sie te llaves p ara to d o é xito ". Los invito a d e sc u b rir e n las p á g in as d e e s te libro las
llaves d el éx ito q u e m is e s tu d ia n te s m e e n se ñ a r o n . Ú se n la s p ara a b rir su p ro p ia
p u e rta h acia el éxito.

TALLER DEL

ÉXITO
U na puerta,
DOS CERRADURAS

LAS 7 LLAVES PARA ABRIR


LA PUERTA AL ÉXITO EN TODAS
LAS ÁREAS DE TU VIDA

TALLER DEL ÉXITO


Una puerta, dos cerraduras
Copyright © 2010 - Dr. Jim Muncy ■Taller del Éxito

Título en inglés: One Door, Two Locks


Traducción: Taller del Éxito Inc.

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
distribuida o transmitida, por ninguna forma o medio, incluyendo: fotocopiado, grabación o
cualquier otro método electrónico o mecánico, sin la autorización previa por escrito del autor
o editor, excepto en el caso de breves reseñas utilizadas en criticas literarias y ciertos usos
no comerciales dispuestos por la Ley de Derechos de autor.

Publicado por:

Taller del Éxito, Inc.


1669 N.W. 144 Terrace, Suite 210
Sunrlse, Florida 33323
Estados Unidos

Editorial dedicada a la difusión de libros y audiollbros de desarrollo personal,


crecimiento personal, liderazgo y motivación.

Diseño de carátula y diagramación: Diego Cruz

ISBN 10: 1-607380-46-3


ISBN 13: 978-1-6073-846-7

Printed in the United States of America


Impreso en Estados Unidos

Primera edición

10 11 12 13 14 E|UH 05 04 03 02 01
UNA PUERTA, D O S CERRADURAS

CONTENIDO

Prólogo 7

Introducción
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS 11

LLAVE 1
EL DISCERNIMIENTO:
JUZGUE LA SEMILLA POR LA COSECHA 35

LLAVE 2
EL OPTIMISMO:
SEA REALISTA, VISUALICE LO QUE PUEDE OCURRIR 6i

LLAVE 3
RESPONSABILIDAD:
PIENSE EN LOS RESULTADOS Y NO
EN LAS RAZONES 85

LLAVE 4
INICIATIVA:
FAVOREZCA LA ACCIÓN POR
ENCIMA DE LA CONTEMPLACIÓN INTERMINABLE 109

LLAVE 5
PERSEVERANCIA:
SEA PERSISTENTE PERO NO INTRANSIGENTE 135
D r . J im m uncy

LLAVE 6
A PROPÓSITO:
SEA EXCEPCIONAL, NO SIMPLEMENTE NORMAL

LLAVE 7
SACRIFICIO:
LA BÚSQUEDA DE RIQUEZA, NO DE DINERO

Conclusión
LA OPCIÓN:
FACILIDAD U OPORTUNIDAD
Una pu erta , d o s c er r a d u r a s

P R Ó L O G O

n p odos necesitamos estímulo. A veces necesitamos palabras


JL . de apoyo suaves y amables que alivien nuestra alma abatida.
En otras ocasiones necesitamos palabras más vigorosas que nos ani-
men a hacer frente a los cambios que la vida presenta. La clave está
en recibir el tipo de estímulo apropiado en el momento justo.

Steven Covey, autor y conferencista en temas de motivación per­


sonal, nos cuenta una historia que ilustra este punto. Cierta mañana
de domingo, Covey viajaba en el metro de Nueva York. Entonces, un
hombre junto con sus hijos abordaron el tren. El hombre se sentó
al lado de Covey mientras que los niños jugaban desordenadamen­
te, causando irritación a los demás ocupantes del vagón. El hombre
simplemente se sentó absorto en sus propios asuntos dejando a los
niños sin ninguna supervisión.

En algún momento Covey no lo pudo soportar más. Se viró ha­


cia el hombre y le dijo algunas palabras fuertes de estímulo. Con voz
firme, Covey le pidió al hombre que hiciera algo para controlar a los
niños.

El hombre de inmediato se dio cuenta que Covey tenía razón.


Los niños se estaban comportando mal. A continuación le dijo a
Covey que todos venían del hospital donde, justo una hora antes
la madre de los niños había muerto. Cuando Covey escuchó esto
comprendió que ese no era el momento de dar palabras fuertes de

7
DR. J I M M U N C Y

estímulo. Se disculpó y enseguida empezó a ofrecerle al hombre pa­


labras suaves de consuelo.

En ese momento, el compañero de metro de Covey no necesi­


taba ninguna palabra de exigencia. Necesitaba consuelo amigable. A
veces, en ocasiones, ocurre todo lo contrario. Las palabras suaves y
consoladoras nos impiden avanzar en la vida.

Tiempo atrás cuando era deportista me sentía contento porque


el equipo tenía entrenadores y no sólo preparadores físicos. El tra­
bajo del entrenador consistía en ayudarnos a soportar el dolor y a
recuperarnos cuando lo necesitábamos. A los preparadores físicos
no les importaba mucho el dolor que experimentábamos. Asumían
las lesiones como parte del Juego.

Pero cuando estás retorciéndote del dolor por una seria lesión
en tu pierna no quieres que el preparador físico venga a ti y te diga
que te pongas de pie y te reincorpores al Juego. En esos momentos,
uno necesita que el entrenador permita que uno descanse su pierna
hasta que esta se recupere. Y una vez esta ha sanado, el entrenador
te enviará de nuevo al preparador físico quien de nuevo te pondrá
a prueba para superar el dolor más allá de lo que uno cree soportar.

Así es, las palabras suaves de ánimo son muy importantes para
sanar. Sin embargo, las palabras suaves nunca nos ayudan a desa­
rrollar todo aquello que podemos ser. Los árboles más vigorosos
son aquellos que soportan los vientos más recios. Las tormentas los
fortalecen. Todos necesitamos palabras que nos exhorten, que nos
animen a enfrentar las tormentas de la vida.

En las páginas de este libro usted va a encontrar palabrasfuertes


de estímulo. Yo estoy personalmente convencido que todos nosotros
necesitamos escuchar este tipo de palabras enérgicas que nos ayu­
dan a esforzarnos por conseguir todo aquello que podemos alcanzar
en la vida. Lo anterior no quiere decir que soy inconsciente de que a
veces necesitamos palabras suaves. Sólo significa que esta no es una
de esas veces.
Un a puerta, d o s c erra d u ra s

En ocasiones necesitamos descansar para poder sanar. Pero


también hay un tiempo en el que debemos levantarnos, tomar la ini­
ciativa y ver cuánto podemos lograr. Si el presente es un tiempo para
que usted avance, y está listo para ello, entonces pasemos a explorar
las siete llaves que abren las puertas de todos los campos en los que
se puede alcanzar el éxito.

9
.

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k________
INTRODUCCIÓN

UNA PUERTA,
DOS CERRADURAS

“Cuando una puerta se cierra, otra se abre;


no obstante, con mucha frecuencia miramos la puerta cerrada
con tanta consternación que no logramos darnos cuenta
de la otra puerta que se nos ha abierto”.
—Alexander Graham Bell

11
D r. Jim Mu n c y

H
ace poco recibí un correo electrónico de una antigua estu­
diante llamada Ashley. Esto era lo que decía:

Algo me ocurría siempre que asistía a sus clases. Encontraba que


crecía como persona y podía mirar al exterior del mundo donde me en­
contraba atrapada. En ese tiempo estaba comprometida para casarme,
pero me sentía muy infeliz con esa relación. Estaba siendo sometida a
mucha presión, tanto en sentidofísico como emocional. Pensaba que te­
nía muy pocas razones para vivir y que no tenía adonde escapar. Su cla­
se me enseñó muchas cosas. Me di cuenta que tenía metas y sueños que
quería cumplir y que no había manera de cumplirlos mientras siguiera
experimentando tanto dolor. Poco después de graduarme, dejé mi empleo
y rompí mi compromiso de matrimonio. Me resolví a encontrar, no sólo un
trabajo, sino también un lugar donde prosperar, donde sintiera que había
motivos para superarse y experimentar lafelicidad genuina. Y esofue lo
que hice. Actualmente estoy haciendo algo que verdaderamente me hace
feliz y he logrado alcanzar las metas que me propuse cuando me mudé a
este lugar. Ya he obtenido dos ascensos en mi empleo, y ahora mismo estoy
fijando nuevas metas en mi camino.

Antes de este correo electrónico Ashley no tenía un rumbo a


donde ir. Su vida estaba llena de temores, y lo que enfrentaba hacia el
futuro todavía implicaba más dolor. Entonces, en tan sólo unos po­
cos meses, su forma de pensar empezó a cambiar. Y cuando lo hizo,
el rumbo entero de su vida también continuó cambiando.

12
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

LO QUE LA GENTE EXITOSA SABE

Y aquí está la parte interesante de la historia. La clase que As­


hley tomó y que cambió su vida se llamaba “Comercialización pro­
fesional”. ¿Cómo pudo una clase sobre ventas cambiar tan dramá­
ticamente la vida de alguien? La razón es que esta no era la clase
habitual de ventas. He aquí la explicación.

Hace varios años, decidí descender de mi torre de marfil y ha­


blar con la gente que estaba haciendo lo que yo enseñaba. Mi cátedra
era sobre las ventas de modo que me puse en contacto con todos los
vendedores que encontraba a mi paso. A algunos de ellos los invita­
ba a almorzar, en otras ocasiones me sentaba a su lado en las reunio­
nes sociales de la iglesia, también me reunía con ellos después del
trabajo, y así por el estilo. Entonces me resolví a conocer lo que ellos
pensaban sobre alcanzar el éxito en el mundo de las ventas.

Estas personas por lo general me hablaban de hacer prospec­


tos, presentaciones, escuchar, cerrar negocios, vencer objeciones,
construir relaciones, proveer un servicio postventa, y cosas por el
estilo. Y esos eran exactamente los temas de los cuales hablaba en
mi clase. Por algún tiempo, aquello me produjo un sentimiento de
tranquilidad interior. Me autofelicité porque estaba enseñando a mis
estudiantes exactamente lo que parecía que toda persona de nego­
cios necesita saber.

Pero ese sentido de tranquilidad pronto se desvaneció cuando


me di cuenta de algo. ¿Recuerdan que mencioné que hablaba con
todo tipo de personas en el ámbito de las ventas que encontraba a
mi paso? Así es, hablé con aquellos a quienes les estaba yendo muy
bien y que disfrutaban lo que hacían. No obstante, también hablé
con algunos que la estaban pasando muy mal y que luchaban para
simplemente sobrevivir.

Y ahí fue donde me encontré con una dolorosa verdad. Aquellos


vendedores que luchaban para sobrevivir sabían tanto de lo que yo
enseñaba como los vendedores que eran exitosos. Obviamente, ha­
bía algo más que se necesitaba para triunfar en las ventas. Tenía que
haber algo que la gente exitosa sabía que la gente no exitosa no sabía.
Y yo quería saber qué era eso.
13
D r . J im M u n c y

Y mientras investigaba a fondo sobre el tema, hacía compara­


ciones entre la gente exitosa y quienes no lo eran, y esto es lo que
descubrí: la gente exitosa entiende las estrategias y las técnicas de las
ventas... no obstante, la gente no exitosa también. El simple hecho
de entender las ventas no lo hace a uno exitoso en ese campo. La
diferencia está en que la gente exitosa entiende los principios clave
de todo tipo de éxito, mientras que la gente no exitosa no los entien­
de. La diferencia NO está en el desconocimiento de las estrategias
de ventas. La diferencia estaba en la falta de conocimiento de las
estrategias del éxito.

UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Piénselo de esta manera: existe una gran puerta sólida, y al otro


lado de ella se encuentra el éxito en las ventas. La puerta tiene dos
cerraduras: una es de manija y la otra es del tipo cerrojo. Cada ce­
rradura cuenta con múltiples llaves para activar sus mecanismos in­
ternos y permitir que se abra la puerta. Usando las llaves del éxito
abrimos la cerradura de cerrojo pero no la cerradura que tiene mani­
ja, y esto será posible sólo si utilizamos la llave de las ventas JUNTO
CON la llave del éxito. Sólo así podremos abrir la puerta, cruzar el
umbral y lograr nuestras metas y sueños.

He descubierto que esto es cierto no solamente en el ámbito de


las ventas sino también en todos los otros aspectos de la vida. Las
llaves del éxito son las mismas sin importar la profesión a la que nos
dediquemos. Y a menos que conozcamos estas llaves y las utilice­
mos, todas las puertas de aquello que deseamos alcanzar, permane­
cerán cerradas para nosotros.

Napoleón Hill, autor del libro Piense y hágase rico, categorizó


estos dos conjuntos de “habilidades generales” y de “habilidades es­
pecíficas” Las habilidades específicas comprenden el conjunto de
conocimientos necesarios para realizar cierta tarea o negocio en
particular. Por ejemplo, para convertirse en un golfista profesional
uno deberá aprender a utilizar de forma experta todos los hierros del
equipamiento y practicar una gran variedad de golpes a la bola. Por

14
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

otra parte, las habilidades generales son las habilidades personales


multipropósito que se necesitan para sacar el máximo provecho de
las capacidades propias, así como para llevarse bien con las personas
y alcanzar las metas propuestas.

A fin de lograr todo lo que uno se propone se necesita disponer


de estos dos conjuntos de habilidades. A la mayoría de personas, por
ejemplo, le gustaría lograr la prosperidad económica. Si ese es su
objetivo, entonces deberá aprender y aplicar las llaves generales del
éxito y las llaves específicas de la prosperidad económica. De otro
modo, si lo que usted desea es ser un buen padre, entonces se deberá
utilizar la llave general del éxito Y las llaves específicas de la buena
paternidad. Lo mismo puede aplicarse a la profesión, a la salud, a las
relaciones, al matrimonio, y a todo otro aspecto de la vida. A eso es
precisamente a lo que me refiero cuando digo que la puerta al éxito,
es una sola pero tiene dos cerraduras.

Comprender esto me dio una visión totalmente diferente de lo


que necesitaba para enseñar. Como profesor, estaba dando a mis es­
tudiantes las llaves de sólo una de las cerraduras. Les estaba dando
las llaves de las ventas pero no las llaves del éxito. Luego de asistir
a mis clases, los estudiantes que de algún modo lograban encontrar
las otras clases lograban el éxito. Los que no lo lograban, no con­
taban con esa fortuna. Así que si yo deseaba que mis estudiantes
pudieran sobrepasar la puerta de las ventas exitosas, yo necesitaba
darles las llaves tanto de las ventas como del éxito.

MIS ESTUDIANTES SE CONVIRTIERON


EN MIS MAESTROS

Me enfrenté a un gran problema. Sabía cómo enseñar sobre ven­


tas. Lo había estado haciendo por años. Pero no sabía cómo enseñar
acerca del éxito. Entonces busqué ayuda de parte de mis estudian­
tes. Empecé una clase especial con temas acerca del éxito. Podía es­
tructurar la clase de la forma que quisiera, de modo que les pedí a
todos que leyeran un libro sobre el tema. El único requisito era que
ellos tenían que leer sobre algo que les ayudara a mejorar su vida en

15
DR. JIM M U N C Y

algún sentido. Después de eso, durante la clase considerábamos lo


que estaban aprendiendo. En vez de yo enseñarles acerca del éxito,
explorábamos juntos el asunto.

Muchos de los estudiantes me dijeron que aquella clase era la


mejor que habían tomado en su vida. De hecho, las evaluaciones de
ese grupo resultaron ser las mejores en las encuestas de la facultad.
Durante años, los estudiantes regresaban para contarme historias
sobre cómo su vida había cambiado gracias a lo aprendido en la cla­
se. Con esto no quiero dar a entender que soy un profesor excepcio­
nal. Recuerden que yo no enseñaba esa área. Los estudiantes fueron
quienes desarrollaron el tema. La única diferencia era que yo recibía
un salario y ellos tenían que pagar la matrícula.

Aquel semestre marcó un punto de viraje en mi vida. Cambió


mi forma de enseñar. Ahora, con unas pocas excepciones y modi­
ficaciones incluyo esta metodología en todas mis clases. Llegué al
punto de desarrollar una clase llamada Explorando el éxito, donde
la clase gira en torno a que los estudiantes seleccionan y leen libros
de autodesarrollo.

LOS ESTUDIANTES CAMBIAN, LAS LLAVES NO

Ya han pasado varios años desde que he estado haciendo este


ejercicio de autodesarrollo como parte de todas las clases que dicto.
La naturaleza particular de cada clase cambia un poco dependiendo
del tema que enseño, pero el resultado es siempre el mismo. A los
estudiantes les encanta. Se involucran activamente en el proceso.
Y regresan, a veces años después, y me cuentan que las cosas que
aprendieron cambiaron por completo sus vidas. Los comentarios
como el de Ashley son muy comunes. De nuevo, no estoy diciendo
que soy el profesor excepcional. En realidad, no estoy enseñando.
Los estudiantes y yo simplemente estamos explorando lo que se ne­
cesita para alcanzar el éxito. Es lo que aprenden por su cuenta y lo
que comparten unos con otros lo que cambia sus vidas.
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

A mis clases asiste una amplia variedad de estudiantes. Algunos


de ellos tienen edad suficiente como para ser mis padres. Otros son
lo suficientemente jóvenes para ser mis hijos. Algunos son acauda­
lados; otros tienes escasas fuentes de ingreso. Algunos nunca han
tenido un trabajo y otros están bien establecidos en sus carreras.
Mis alumnos son de todas las razas y de todo tipo de antecedentes.
Provienen de todo el mundo. Muchos de ellos vienen de grandes
ciudades; otros vienen de lugares rurales y de comunidades peque­
ñas. Mis estudiantes pertenecen a todo tipo de profesiones y todos
ellos tienen diferentes aspiraciones en la vida.

Los libros que les


IDEA CLAVE
interesan a estas per­
Las mentes pequeñas están interesa­
sonas son bastante va­
das en lo extraordinario; las mentes
riados. Algunos libros
grandiosas en lo común.
tratan de temas espe-
—Elbert Hubbard
cíficos como encon- _____________________________________
trar trabajo, superar
una relación deshecha, manejar problemas alimentarios, o vencer el
desorden de ansiedad. Otros textos tratan sobre las habilidades en
las relaciones; y algunos otros sobre éxito en general. Las biografías
de las personas famosas también son bastante populares. Supongo
que debido a que enseño en una Escuela de Negocios a muchos de
mis estudiantes les gusta leer libros que traten sobre hacer dinero.
Con frecuencia los estudiantes leen libros de ayuda en el ámbito es­
piritual. Cuando nos reunimos, en realidad llegamos a considerar el
tema del éxito desde toda perspectiva imaginable. Nos reunimos y
discutimos nuestros hallazgos.

Hacia el final del semestre ocurre la cosa más asombrosa. A pe­


sar de la diversidad de los estudiantes, de los autores y de los temas
escogidos, siempre emergen algunos conceptos clave que resultan
ser la base de todo éxito. En toda área particular aparecen las mis­
mas llaves, cuyo número es reducido, para alcanzar el éxito. Esto
sucede una y otra vez cuando enseño. Los estudiantes cambian y los
libros que ellos leen también cambian. No obstante, las llaves del
éxito que ellos descubren son siempre las mismas. Y aquí está otro

17
D r . J im m uncy

aspecto que he notado. Las llaves del éxito que ellos descubren no
son tan difíciles de entender. De hecho, resultan bastante obvias.

EL PARADIGMA DE LAS POCAS LLAVES

Con la ayuda de mis estudiantes descubrí que había unas pocas


llaves para el éxito. Esto me llevó a cambiar mi forma de pensar. En
vista de que había pasado toda mi vida adulta en el entorno universi­
tario solía pensar que más profundo significa mejor. Los profesores
con frecuencia desestiman lo que es fácil de entender. Tendemos a
pensar que si todo el mundo puede entender algo, entonces vale la
pena saberlo.

Mis estudiantes me enseñaron que las llaves para obtener una


vida mejor no son tan complicadas de encontrar. Y gracias a ellos,
con el tiempo desarrollé un enorme aprecio por las verdades simples
de la vida. Al mismo tiempo me hice muy escéptico de los misterios
más profundos que ella encierra. No existen secretos para alcanzar
el éxito. La vida no es así de complicada. Quizás Elbert Hubbard
tenía razón cuando dijo "Las mentes pequeñas están interesadas en
lo extraordinario; las mentes grandiosas en lo común”

Personalmente encuentro esta sencilla verdad muy estimulante.


Lo que significa es que la vida que vale la pena no está reservada
para los súper listos. Para alcanzar el éxito no se necesita tener altos
niveles de cociente intelectual. Simplemente, lo que necesitamos es
tener la habilidad de discernir y utilizar unas pocas llaves que con­
ducen al éxito. Como lo descubriremos más adelante en este libro, se
necesita desarrollar una calidad de pensamiento superior para lograr
alcanzar un nivel de vida superior. Afortunadamente, esa calidad de
pensamientos se alcanza mediante el manejo de unas pocas llaves,
a diferencia de tener que develar una multitud de misterios ocultos.

En la actualidad centro toda mi enseñanza y toda mi vida en el


Paradigma de las pocas llaves. Esto es lo que dice mi paradigma:

El paradigma de las pocas llaves: Existen unas pocas llaves


universales que conducen al éxito y que aplican a todo lo que ha­
cemos. Del mismo modo, cada cosa que hacemos tiene su propio

18
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

juego de llaves único. Para lograr el éxito en cualquier cosa, debemos


identificar y aplicar ambos juegos de llaves. Necesitamos descubrir
y aplicar esas pocas llaves universales del éxito y las pocas llaves que
son específicas a aquello particular que estemos haciendo. Afortu­
nadamente, esas pocas llaves no son tan difíciles de descubrir.

Algunas personas creen que la persona más sabia que ha vivido


es el Rey Salomón. Ahora bien, tome nota de lo que él dijo sobre la
sabiduría que se necesita para lograr el éxito:

“Clama la sabiduría en las calles; en los lugares públicos levanta


su voz. Clama en las esquinas de calles transitadas; a la entrada de
la ciudad razona. “¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está
elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la
vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a
la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello”.

Si yo tuviera un
IDEA CLAVE
secreto que quisiera
Para triunfar, debemos buscar
mantener bien guar­
diligentemente lo obvio.
dado no lo publicitaria
(utilizando grandes le­
tras en negrita) en la valla más grande de una carretera interestatal.
Tampoco lo llevaría a una sección promocional del Súper tazón para
darlo a conocer allí.

Ahora bien, si tomamos el consejo de Salomón y lo traemos a


la actualidad, ese es el sitio donde él está diciendo que podemos en­
contrar la sabiduría. No está oculta en algún lugar secreto de modo
que no la podamos descubrir. Está allí en el sitio más transitado,
clamando a voz en cuello.

La verdad es que el secreto del éxito no es del todo un secreto.


Es algo disponible a todo el mundo. Es algo obvio. De modo que si
deseamos alcanzar el éxito, necesitamos buscar con diligencia lo que
es obvio. ¿Le parece absurda esta idea? Si algo es obvio, ¿por qué de­
beríamos buscarlo con diligencia? Existen tres razones para esto. Si
no buscamos lo que es obvio, nos perderemos de lo que es obvio, nos
olvidaremos de lo obvio y evitaremos lo obvio. Examinemos cada
uno de estos tres aspectos separadamente.
19
D r. J im M u n c y

CUANDO SE PIERDE LO OBVIO

Durante la Historia Universal nunca ha habido un experto en


escape como el gran Harry Houdini. Se dice que sólo en una ocasión
tuvo problemas para poder escapar. Se construyó una nueva prisión
y se retó a Houdini a escapar de una de las celdas. Él aceptó el reto.
Aunque él nunca había encontrado una cerradura que no pudiera
abrir, no pudo abrir la puerta de esta celda en particular. Luego de
quedar extenuado de intentarlo, colapso contra la puerta totalmente
desalentado. La puerta se abrió. Y la razón por la cual no pudo abrir
la cerradura es porque el guardia de la puerta le jugó una treta. Él
nunca aseguró la cerradura de la puerta.

Houdini nunca cometió ese error de nuevo. Antes de intentar


escapar de algún sitio, se aseguraba de que la puerta estuviera ver­
daderamente asegurada. Houdini aprendió a nunca pasar por alto lo
obvio. ¿No hemos cometido todos nosotros alguna vez el error de
Houdini? Figurativamente hablando, ¿no hemos intentado utilizar
nuestras habilidades más especiales para abrir una puerta que en
realidad nunca estuvo asegurada? A veces todos nos olvidamos de
lo que es obvio.

Nuestra tendencia a pasar por alto lo obvio es en realidad in­


trigante. Por eso es que nos fascinan las adivinanzas. Estas revelan
cuán fácil es pasar por alto lo obvio. Una buena adivinanza tiene
una respuesta obvia pero no es evidente aparentemente. Piense en la
siguiente adivinanza: alguien que se dedica a la plomería en Nueva
Jersey tiene un hermano que es electricista en Nueva York, pero el
electricista en Nueva York no tiene un hermano que sea plomero en
Nueva Jersey. ¿Por qué no? La respuesta a esta adivinanza es tanto
obvia como simple. Sin embargo, no muchos de mis estudiantes lo­
gran dar la respuesta fácilmente. (La respuesta se encuentra al final
de esta sección.)

Eso es lo que ocurre con las llaves del éxito. Son bastante sim­
ples, bastante obvias. Pero el problema es que todos pasamos mu­
chas veces por alto lo obvio. No obstante, una vez las descubrimos
por nuestros propios medios, nos damos cuenta de lo lógico que es

20
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

el asunto. Infortunadamente, en esa búsqueda pueden transcurrir


muchos años.

Pero cuando descubrimos las llaves del éxito, la vida puede ex­
perimentar un cambio total. Tuve un estudiante llamado Rodney y
vino a verme unos meses después de tomar mi clase sobre el éxito.
Dijo que sentía como si antes hubiera vivido su vida en una caverna.
Mencionó que era como si la clase lo hubiera llevado fuera de la
caverna para mostrarle un mundo que él no sabía que existía. Es ma­
ravilloso ver los árboles, el césped, las aves, las corrientes de agua, el
cielo, las nubes, y todas las demás cosas que tiene este hermoso pla­
neta en el que vivimos. Pero era como si Rodney no hubiera podido
ver esas cosas cuando estaba en la caverna. Él vino para agradecer­
me el cambio que había experimentado en su vida.

Yo le agradecí sus palabras, pero le dije que yo no había sido


quién cambió su vida. Él mismo lo había hecho al haberse aventu­
rado a salir de la caverna. Yo no inventé ni los árboles, ni el cés­
ped, tampoco pinté el cielo de azul, ni colgué las nubes. Yo no soy
el dueño de los pájaros, ni tampoco les enseñé a cantar. De hecho,
yo tampoco me las hubiera podido arreglar para salir de mi propia
caverna por mí mismo —yo recibí la ayuda de mis estudiantes que
me ayudaron a encontrar la salida.

Yo simplemente fui alguien que desperdició muchísimos años


en la oscuridad húmeda del suelo. Pero afortunadamente encontré a
un grupo de estudiantes que se aventuraron a salir de la cueva con­
migo. Encontramos un mundo hermoso, y ahora estoy buscando a
otros que quieran emprender ese viaje conmigo. Es fácil salir de la
caverna, pero con frecuencia hacerlo implica que alguien que sepa la
ruta nos muestre cómo hacerlo. De otro modo, pudiéramos transcu­
rrir la vida entera pasando por alto lo obvio.

A propósito, estoy seguro que ustedes no pasaron por alto lo


obvio, pero en el caso que lo hayan hecho, el electricista en Nueva
York tiene una hermana que se dedica a la plomería en Nueva Jersey.

21
D r . J im muncy

CUANDO LO OBVIO SE OLVIDA

Reconocer lo obvio puede ocurrir de forma rápida. Pero lograr


el control de lo obvio puede implicar mucho más. En los deportes
existen unas pocas llaves para tener un buen estado físico. Los atle­
tas sobresalientes no simplemente aprenden lo que se necesita, sino
que logran dominarlo con maestría. El jugador de béisbol golpea la
bola una y otra vez. El golfista practica su golpe una y otra vez. El
jugador de baloncesto hace la misma lanzada vez tras vez. Y cada
vez que lo hacen, perfeccionan su dominio y graban en su mente los
movimientos correctos.

Por lo tanto, nosotros no deberíamos esperar que logremos do­


minar algo, aún las sencillas llaves del éxito, con tan sólo escuchar de
ellas una vez. Debemos grabarlas constantemente en la mente cada
vez de forma más profunda. Logramos ese cometido, si escuchamos
sobre la clave del éxito una y otra vez. Con frecuencia yo leo los
libros buenos varias veces. Y cada vez que lo hago entiendo mejor
lo que el autor quiso decir. Así consigo hacer que los pensamientos
importantes se graben profundamente en mi mente. Yo leo distintos
libros sobre un mismo tema. De ese modo logro obtener diferentes
perspectivas de un mismo asunto. La intención es grabar los pensa­
mientos de forma profunda en mi cerebro.

Mediante la re­
IDEA CLAVE
petición es posible
Reconocer lo obvio puede ocurrir de
dominar un determi­
forma rápida. Pero lograr el control de
0 nado asunto. No po­
lo obvio implica mucho más.
demos parar nunca
ese proceso. Debe-
mos ser como los atletas quienes practican lo básico una y otra vez.
Si no lo hacen, vuelven a los malos hábitos del pasado. Si no nos
mantenemos alimentando constantemente la mente sobre las cla­
ves básicas del éxito, entonces empezamos a olvidarlas. Las puertas
que alguna vez estuvieron abiertas para nosotros se pueden volver
a cerrar.
Un a pu erta , d o s cer r a d u r a s

CUANDO SE EVITA LO OBVIO

Tal vez aprendamos sobre las llaves del éxito. Tal vez escuche­
mos de ellas una y otra vez. Pero eso no significa que las utilicemos.
Todo tipo de progreso implica cambio, y la mayoría de las veces el
cambio es doloroso. Tal vez evitemos lo obvio en un intento por evi­
tar el dolor que conlleva el cambio.

Tengo un amigo llamado Jed, quien se acerca a sus 50 años de


edad. Fuma como una chimenea y bebe como un pez. Tiene un so­
brepeso de 70 libras. No tiene energía y está empezando a expe­
rimentar algunos problemas de salud, respecto a los cuales no se
necesita haber asistido a una escuela de Medicina.

Con tan sólo unos pocos cambios la vida de Jed pudiera mejorar
dramáticamente. Él necesita dejar de fumar. Necesita dejar de beber,
o al menos reducir la bebida de forma considerable. También nece­
sita comer saludablemente y de forma proporcionada. Del mismo
modo, necesita aumentar gradualmente su nivel de actividad has­
ta que pueda establecer un programa de ejercicios apropiado. Sólo
hasta cuando él haga esas pequeñas cosas clave, dejará de sentirse
terrible. Y a menos que cambie su rumbo, se encamina al desastre.

Jed conoce las llaves de la buena salud. Pero no quiere pagar el


precio que implica abrir la puerta. Con esto no quiero desconocer
que resulte difícil para él. Sin embargo, si él desea tener una calidad
de vida razonable, deberá tomar las llaves y utilizarlas. Algo habrá de
motivarlo que lo impulse a cambiar.

Existe la probabilidad que alguien escuche algo noventa y nueve


veces y no cambiar, pero a la siguiente vez, la número 100, puede ser
que haya algo que lo impacte profundamente. Puede que sea un re­
lato que haga que todo tenga sentido. Puede ser una palabra o frase
lo que nos afecte. También puede ser el efecto final del poder acu­
mulativo de escuchar algo vez tras vez lo que nos conmueva. Puede
ser que escuchamos algo en el momento justo cuando estamos pre­
parados emocionalmente para el cambio.

23
D r . J im M u n c y

Mientras más escuchemos algo, aún algo que ya sepamos, mayor


oportunidad tendremos de experimentar alguna transformación.
Siempre debemos tener frente a nosotros las ideas que queremos
adoptar. Estas ideas ciertamente nos pueden afectar si las dejamos
en algún lugar a la mano. Si mantenemos lo obvio frente a nosotros,
entonces un día empezaremos a hacer las cosas obvias que necesita­
mos para lograr lo que queremos alcanzar.

¿QUÉ ES EL ÉXITO?

De modo que podemos preguntar, ¿qué es el éxito? Cuando


uno enseña una clase llamada Explorando el éxito, necesita tener
una definición del éxito. Durante mucho tiempo tomé la definición
prestada de otros. Por ejemplo Earl Nightingale dice: “El éxito es la
realización progresiva de una meta digna”. Esa definición me gustó
y por años la utilicé.

Con el tiempo construí mi propia definición de lo que significa


el éxito: "el éxito es divertirse encontrando el propósito de la vida y
colmándola de ese propósito". Para lograr el éxito, debemos encon­
trar el propósito de la vida, necesitamos llenarla de ese propósito y
divertirnos durante el proceso.

La diversión no es la meta. Nuestra meta debe ser la de descu­


brir por qué estamos aquí y qué fuimos enviados a hacer. Sin embar­
go, ello no tendrá mucho valor si durante el proceso la pasamos mal.
El mundo tiene suficiente gente malhumorada; no necesita más.
Cuando disfrutamos la vida, la enriquecemos de las personas que
se encuentran a nuestro alrededor. Pero si caminamos pareciendo
un limón recién caído de la caja, no contribuimos a la felicidad de
quienes nos rodean.

Una de mis estu­


IDEA CLAVE
diantes llamada April
El éxito es divertirse encontrando el
compartió reciente­
propósito de la vida y colmándola de
mente con nuestra
esepropósito.
clase que su padre
había muerto cuando

24
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

ella tenía doce años de edad. Él fue supervisor en una fábrica que
tenía varios miles de empleados. Lo que más recuerda ella sobre él
es su actitud inquebrantable. Para él la vida era sólo diversión. Y
gracias a eso todo el mundo lo apreciaba. De hecho, cuando murió,
construyeron una placa conmemorativa en su nombre. April dice
que ella atesora con orgullo la memoria de su padre porque su espí­
ritu inalterable produjo un gran impacto en muchísimas personas.

¿Qué legado hubiera dejado el padre de April si se le hubiese co­


nocido como alguien melancólico que siempre hubiera mantenido el
ceño fruncido? ¿Hubieran construido en su fábrica un monumento
de modo que todos pudieran recordar a tal persona malhumorada
como motivo de inspiración? Yo no creo que April hubiera recibido
comentarios de mucha gente diciéndole cuánto echaban de menos
los estados melancólicos de su padre. Él hubiera muerto, y a todo el
mundo le hubiera alegrado saber que su cuerpo permanecía debajo
del suelo.

La empresa no contrató al padre de April para que se la pasara


divertido en la fábrica. Su trabajo era hacer que la fábrica se man­
tuviera produciendo al máximo todo el tiempo. Para eso había sido
contratado. Sin embargo, a él se le recuerda por la alegría que mani­
festaba en su trabajo. De modo que no podemos avanzar en nuestro
camino al éxito ignorando la actitud que manifestamos a lo largo del
camino.

Hace años, leí sobre un optimista conductor de bus en una ciu­


dad grande. Cuando la gente se subía al bus, la saludaba con gran
entusiasmo. A medida que manejaba, hablaba con los pasajeros,
bromeaba con ellos y hacía agradable lo que de otro modo hubiera
sido un viaje aburrido. Cuando la gente se bajaba del bus, los des­
pedía con palabras de aliento y buen ánimo. Esto es lo que el autor
percibió. El ánimo de los pasajeros cambiaba en pocos minutos tras
subirse en el bus. La gente que se subía al bus a rastras se bajaba de
un brinco del peldaño.

El autor hizo una pregunta: ¿Cuánta gente cree usted que im­
pactó positivamente aquel conductor de bus aquel día? Algunos

25
DR. JíM M.UNCY

cientos de personas se montaron en su bus y él pareció levantarle el


ánimo a la mayoría. Pero él no solamente tenía un impacto positivo
en la gente que se subía al bus. Estas personas, al bajarse del vehí-
culo se dirigían a sus oficinas, salones de clase y hogares, y ya que
habían conseguido tener una actitud más optimista a causa de su
trayecto en el bus, probablemente transmitían esa misma actitud a
las otras personas que se encontraban a su paso. De hecho, con sólo
divertirse mientras trabajaba, este conductor de bus probablemente
afectaba miles de vidas cada semana.

EL LOGRO ES DIVERTIDO

La gente verdaderamente exitosa es la que se divierte mientras


llena de propósito su vida. De hecho, divertirse es mucho más fácil
cuando cumplimos con un propósito significativo. Quizás uno de
los impedimentos para disfrutar la vida es que nunca vemos la fina­
lidad de lo que estamos haciendo.

Cierto día, estaba hablando con un conocido mío llamado Lan­


ce. Él estaba contando lo inútil que era su existencia. Para él la vida
era totalmente sin propósito. Ni siquiera entendía por qué estaba
vivo.

Lance mencionó
IDEA CLAVE
a Dios, de modo que
Disfrutar de la vida es mucho más
le hice la pregunta:
fácil cuando tenemos un propósito
“¿En qué estaba pen­
significativo para realizar.
sando Dios cuando
lo creó a usted? Cree
usted que cuando Él terminó dijo, 'Bien, no sé muy bien qué se su­
pone que deba hacer con esto. Fíjese, ¡no tiene ningún sentido! Odio
cuando creo a alguien sin pensar qué es lo que voy a hacer con ese
ser. Bien, supongo que lo enviaré a la Tierra y veré qué pasa! ¿Es eso
lo que usted cree que Dios pensó?”.

Lance contestó, “No, probablemente no”.

"¡Absolutamente no!” —añadí enfáticamente. “Esto es lo que


Dios hizo. Él tenía algo específico que se necesitaba hacer. Por eso

26
Una pu erta , d o s c er r a d u r a s

dijo: ‘Sé lo que haré. Crearé a Lance para que lo haga para mí' A con­
tinuación te hizo exactamente como Él necesitaba que fueras para
cumplir ese propósito. Él te creó exactamente como eres por una
razón en particular”.

Lance pensó por un momento y dijo, "Bien, yo no sé cuál es esa


razón”.

Yo le contesté, "Por supuesto que tú no conoces esa razón. Por


eso es que te sientes inútil. La gente que encuentra su propósito en la
vida y que cumple con ese propósito no se siente inútil. Tú te sentirás
así hasta que encuentres ese propósito para ti. Deja de maldecir la
vida que Dios te dio. Empieza a descubrir la razón por la cual Él te
la quiso dar”

Unas semanas después vi de nuevo a Lance y su disposición ha­


bía cambiado totalmente. Él me dijo que estaba buscando. Yo le pre­
gunté, "¿Buscando qué?”.

"La razón por la que Dios me puso en esta Tierra. No la he en­


contrado todavía, pero no dejaré de buscarla hasta que la haya en­
contrado. Saber eso hace la vida mucho más manejable”.

EL PROPÓSITO HACE LA VIDA EMOCIONANTE

Lance descubrió la diferencia entre los que disfrutan la vida y


los que la soportan. La diferencia la constituye el propósito. Resulta
fácil pensar que lo que la gente más desea es la comodidad, Pero eso
no es cierto.

Lo que la gente más desea es tener un propósito. Si no logran


encontrarlo entonces intenta tener una vida de tranquilidad. Así es,
si vamos a vivir sin significado es mejor hacerlo sin propósito y có­
modamente que en medio de poca comodidad. Pero todos estamos
dispuestos a sacrificar todas nuestras comodidades en un instante
si encontramos que existe una razón para ello. No existe una sola
persona que no esté dispuesta a saltar de su sillón cómodo si aquello
resulta en hacer algo significativo y con propósito.

27
D r . J im m uncy

Pienso en las Fuerzas Militares Especiales. Ellos ciertamente


cuestionan la hipótesis que "todo el mundo está buscando tener una
vida fácil” Uno de mis estudiantes que había estado recientemente
en las Fuerzas Especiales describió ante la clase lo que ello signifi­
caba: "En el entrenamiento te someten a privaciones de alimento,
te congelan, te cocinan, te ponen al límite del cansancio físico, te
privan del sueño, y hacen cualquier cosa inimaginable para compli­
carte la vida. Lo hacen para prepararte para enfrentar las situaciones
más peligrosas. Cuando vamos a la guerra, los más susceptibles a
caer muertos o quedar heridos son los miembros de las Fuerzas Es­
peciales”.

¿Le parece a us­


IDEA CLAVE
ted la anterior una
Lo que la gente más desea es tener un
descripción de un
propósito en la vida. Si la gente no lo­
trabajo interesante?
gra encontrarlo entonces intenta tener
Uno pensaría que se­
una vida de tranquilidad ,
ría difícil encontrar
personas que se ins-
cribieran para hacer algo como lo descrito. Pero no es así. Sólo un
número limitado de los que aplican para pertenecer a las Fuerzas
Especiales son aceptados. Si todo el mundo está intentando tener
una vida tranquila, entonces ¿por qué tantos están intentando tener
el trabajo más difícil y peligroso del planeta?

¡Y qué decir de los atletas! He enseñado en un par de institucio­


nes con programas deportivos cuyos participantes han obtenido las
mejores clasificaciones de la NCAA. Entre mis alumnos he tenido a
muchos deportistas destacados incluyendo a varios clasificados con
la denominación "atletas de todas las estrellas” (all-star athletes ) y
All-Americans. Cuando ellos me cuentan lo que implica competir a
ese nivel yo me quedo asombrado. Prepararse para ser un ‘atleta de
todas las estrellas" no representa ninguna comodidad.

Son este tipo de deportistas a los que los niños idolatran. ¿Cuán­
tos niños sueñan con ser televidentes pasivos? ¿Cuántos niños re­
gresan de la escuela para buscar el sillón favorito de papá e inten­
tar tener una vida de tranquilidad? ¿Existen en este país niños que

28
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

aspiren a ser las personas más desocupadas del mundo? Me estoy


imaginando la siguiente escena:

"Sí, amigos, ahí está. Creo que va a ir por las papas fritas. No,
esperen, fue un falso intento por las papas, ha agarrado las crispetas.
¿Podrá hacerlo? ¡Sí, lo hizo! Pero por el movimiento dejó caer las
crispetas y la mitad de su bebida. Este chico es increíble..." El punto
es que la gente no va tras una vida de reposo en ausencia de propó­
sito. Hasta los niños aspiran a tener una vida relevante y no de ocio.

Cuando tenemos propósito, la vida es emocionante y divertida.


Tenemos algo por lo cual luchar. Tenemos motivos para levantarnos
cada mañana. Sin propósito, la vida es aburrida. No tenemos nada
por lo cual intentar algo. Y no es lo que ya tengamos, sino más bien
lo que hay por delante, lo que hace la vida emocionante.

Piense en los ni­


IDEA CLAVE
ños en la mañana de
No es lo que ya tengamos, sino más
Navidad. Antes de
bien lo que hay por delante, lo que
abrir los regalos es­
hace la vida emocionante.
tán completamente
ansiosos. El niño que
hace unos días estaba merodeando a las siete de la mañana, el día
de Navidad está utilizando la cama como trampolín desde las cinco
a.m., y antes de la apertura de los regalos los niños escasamente se
pueden contener.

Finalmente, lo que habían estado esperando con tanto anhelo


ha llegado. Los niños abren sus regalos. Ahora los tienen en sus ma­
nos y ya pueden utilizar los juguetes en vez de sólo contemplar las
cajas envueltas en papel. Ya tienen consigo lo que habían estado es­
perando con tanto entusiasmo. Y ¿qué sucedió con su entusiasmo?
Sorprendentemente, desaparece en cuestión de minutos. De hecho,
para la hora en que se sirve el pavo para el almuerzo, los niños con
frecuencia ya están indiferentes.

La razón por la cual muchas personas no disfrutan la vida es


porque no tienen algo por lo cual mirar hacia adelante. Se encuen­
tran errantes en un camino que no conduce a ningún lugar. Miran

29
DR. JIM MUNCY

hacia delante del camino y sólo ven que hay más camino como el ca­
mino que ya han andado. La única manera en que pueden hacer que
su vida sea emocionante es mediante tomar un camino diferente, un
camino que conduzca a algún destino.

EL FUTURO HAY QUE CONSTRUIRLO,


NO HAY QUE ESPERAR POR ÉL

Eso no quiere decir que uno deba esperar simplemente a que el


futuro sea mejor. Existe una gran diferencia entre construir el futuro
y aguardar pasivamente a que este venga. Cuando uno trabaja por su
futuro la vida es maravillosa. Cuando simplemente esperamos a que
el futuro venga, la vida se vuelve desdichada.

Yo les digo a mis estudiantes que recuerden cuando estábamos


en la escuela primaria: "En esa época pensábamos que la vida sería
grandiosa... ¿cuándo?” Ellos contestaban al unísono: "En la secun­
daria” "Entonces llegamos a la secundaria. Estando allí la vida sería
maravillosa... ¿cuándo?” "En la universidad”. Muy bien, ahora que
están en la universidad les pregunto, "¿Es la vida maravillosa ahora
o están pensando que la vida será grandiosa cuando se gradúen y
consigan un trabajo?”

Entonces les hago esta pregunta: "Si la secundaria no hizo que


la vida fuera genial y la universidad tampoco, ¿creen ustedes que la
vida será maravillosa cuando consigan un trabajo? El asunto es que
si no son felices mientras están en la universidad, tampoco lo serán
cuando encuentren el trabajo”.

Al emplearnos, nos damos cuenta que esto tampoco es la clave


de la felicidad, de modo que pensamos que las cosas van a mejorar
cuando nos casemos. Y una vez nos casamos pensamos que tener
hijos hará que la vida sea maravillosa. Y más tarde pensamos que la
vida mejorará cuando los niños dejen los pañales y empiecen a ir a la
escuela. Y después pensamos que la vida será maravillosa cuando los
niños puedan valérselas por sí mismos y tener independencia; y al
final, los niños se van y pensamos que la vida será estupenda cuando
nos pensionemos. ¿Y luego qué? ¿Será que la vida va a ser fenomenal
cuando nos muramos?
30
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

El asunto es que no disfrutaremos la vida si lo que buscamos en


ella es simplemente pasarla bien. Analice la Historia. Mire a su alre­
dedor. Quienes van en pos de los placeres nunca han sido y nunca
serán los que verdaderamente disfruten de la vida.

El disfrute de la vida no se consigue con simplemente esperar


que ella sea agradable. Si en verdad estamos esperando que algo su­
ceda para que podamos disfrutarla, entonces debemos olvidarnos de
esa idea. Si usted está esperando que la felicidad llegue, esta nunca
llegará. Si no hemos logrado descubrir el secreto de disfrutar de la
vida justo en el lugar donde estamos, entonces no estaremos en con­
diciones de encontrarlo en un lugar diferente. El secreto radica en
tener una disposición anhelante.

LA DISPOSICIÓN ANHELANTE

Hay cierto pensamiento que en verdad me sorprende. Lo leo


todo el tiempo en los libros. Lo oigo todo el tiempo cuando escucho
a los conferencistas. Es la idea de que la llave de la felicidad es dejar
de desear las cosas. No somos felices porque precisamente quere­
mos más de lo que tenemos. La teoría para dejar de desear propo­
ne que nuestros problemas nacen de querer más. De modo que si
aprendemos a desear menos, entonces nuestros problemas se van.

¿No es verdad?

Pero a pesar de lo
IDEA CLAVE
que muchos puedan
Si no hemos logrado descubrir el se­
pensar, el deseo no
creto de disfrutar de la vida justo en
nos hace indignos. Los
el lugar donde estamos, entonces no
deseos, hasta aquellos
estaremos en condiciones de encon­
que no se cumplen,
trarlo en un lugar diferente.
no son el problema. I„r................... __________________
El problema está en el
deseo de no estar dispuesto. Queremos algo, pero no estamos dis­
puestos a hacer lo que se requiere para alcanzarlo. Eso es lo que nos
hace desdichados. No es el deseo en sí. Es nuestra indisposición para
hacer todo lo que se necesita para cumplir ese deseo.

31
D r . J im M u n c y

Tal vez el artista más sobresaliente en la historia del mundo fue


Miguel Ángel. ¿Cómo llegó a tener semejante posición? ¿Fue por es­
tar satisfecho con lo que tenía? En lo absoluto. Esto es lo que Miguel
oraba: “Señor, concédeme que siempre pueda desear más de lo que
pueda alcanzar”. En esa oración subyace una sabiduría increíble.

La sabiduría convencional dicta que uno es exitoso cuando logra


alcanzar todo lo que desea. Pero en realidad, ese es el punto donde
ocurre el fracaso. Thomas Edison dijo: "Muéstrame una persona to­
talmente satisfecha y yo te mostraré el fracaso total”. ¿Por qué? El de­
seo es el que nos hace levantarnos cada mañana, es lo que nos hace
trabajar duro todo el día. Es el deseo el que nos hace estar dispuestos
a mejorar y a alcanzar más de lo que hemos logrado en el pasado.

En una ocasión alguien le preguntó a John D. Rockefeller cuál


había sido el millón más satisfactorio que había ganado. Él dijo: “El
próximo”. Rockefeller tenía más dinero del que pudiera gastar en
toda su vida, pero no estaba derivando todo su disfrute a partir de
lo que tenía. Él lograba el disfrute por lo que quería lograr en vez de
por lo que ya tenía.

Existen dos ma­


IDEA CLAVE
neras de ser desdi­
Feliz es quien sueña grandes sueños y
chado y sólo una de
que está dispuesto a pagar el precio
para hacerlos realidad.
a lograr el disfrute de la
vida. Una manera de
invitar la desdicha es
mediante nunca desear nada. Si no deseamos nada, nos quedaremos
totalmente satisfechos y estaremos completamente aburridos. Nos
sentiremos inútiles.

La otra forma de experimentar la desdicha es mediante tener


el deseo pero no estar dispuestos a hacer lo que se necesita para
alcanzarlo. Ese tipo de deseo no permite que disfrutemos de la vida.
Nos frustra. La falta de deseo hace que nos sintamos aburridos. La
ausencia de deseo causa tedio, produce irritación.

La única manera de disfrutar la vida es mediante tener un deseo


anhelante. Cuando yo era adolescente, tenía un afiche en la pared de

32
U na pu erta , d o s cerra d u ra s

mi alcoba el cual producía un gran impacto en mí. El afiche decía:


“Feliz es el hombre que sueña sueños y que está dispuesto a pagar
el precio para hacerlos realidad”. Si queremos disfrutar de la vida,
debemos tener deseos y debemos estar dispuestos a hacer lo que se
necesite para cumplir esos deseos.

¿Y qué se necesi-
IDEA CLAVE
ta para cumplir con
El crecimiento no es la llave del éxito,
nuestros deseos? Se
es la puerta.
necesita que estemos | _ _ __________ __
dispuestos a trabajar.
Que estemos dispuestos a arriesgar. Que estemos dispuestos a pos­
tergar el placer. Que estemos dispuestos a aguantar el dolor. Si el
deseo es lo suficientemente grande, estaremos dispuestos a hacer
estas cosas.

¿CUÁL ES LA PUERTA DEL ÉXITO?

Hay una cosa que debemos estar dispuestos a hacer para alcan­
zar nuestros deseos y que pocas personas afrontan. Debemos estar
dispuestos a cambiar. El verdadero dolor que implica el deseo no es
que yo quiera tener algo y no lo tenga. El verdadero dolor del deseo
proviene del hecho de que yo deseo algo pero aún así no estoy dis­
puesto a cambiar para conseguirlo.

Uno de los temas principales de este libro es el crecimiento. Este


tema será considerado en cada capítulo. El crecimiento no es una de
las llaves del éxito. Es la puerta. Si podemos lograr todo lo que que­
ramos con el ser que somos, no queremos tener nunca suficiente.
A medida que crezcamos, necesitaremos cambiar para convertirnos
en la persona que debemos ser para alcanzar nuestra meta. Crece­
remos en conocimiento. Creceremos en sabiduría. Creceremos en
entendimiento.

¿Y qué sucederá cuando crezcamos? Ocurrirá que estaremos en


condiciones de tener más, de hacer más cosas, de ir a más lugares, y
de ver mejores horizontes. La vida será excitante porque podremos
ver claramente la ruta por la que vayamos y disfrutaremos mejor el

33
D r . J im M u n c y

viaje. Nuestras relaciones interpersonales mejorarán. Las finanzas


también mejorarán. Y por querer más y estar dispuestos a cambiar,
obtendremos más de la vida y todo mejorará.

A medida que crezcamos, nuestra forma de pensar cambiará.


Ese es un cambio monumental ya que toda clase de éxito se logra
a través de la forma de pensar correcta. La primera llave del éxi­
to, revela cuán importante es evaluar nuestro pensamiento sobre la
base de considerar el lugar al que este nos lleva. Entonces, iniciemos
explorando la primera llave para obtener cualquier clase de éxito.

34
Una pu erta , d o s c er r a d u r a s

L L A V E 1

EL DISCERNIMIENTO:
JUZGUE LA SEMILLA
POR LA COSECHA

"La acción es elflorecimiento del pensamiento,


y sus frutos son el gozo y el sufrimiento".
—James Alien. Tomado de Como piensa el ser humano,
asi es su vida (As a Man Thinketh)

35
DR. JIM M U N C Y

esulta bastante fácil descubrir qué tipo de semilla plantó

R un sembrador en su campo. Todo lo que necesitamos hacer


es presentarnos al momento de la cosecha. Si el sembrador pla
trigo, veremos “oleadas de espigas doradas”. Si lo que plantó es al­
godón, veremos bolas de nieve blanca. Si lo que plantó fue maíz,
tendremos tallos de maíz.

No se necesita tener un título de doctorado para entender este


asunto. Todo lo que se necesita es tener conocimiento de la Ley más
básica de la vida. El sembrador recoge lo que siembra. Hasta un chi­
co de ciudad que nunca haya estado en el campo sabe eso.

Pero hay más que simplemente plantar la clase de semilla co­


rrecta. Los agricultores deben agregar fertilizantes y regar las plan­
tas. También deben desarraigar la mala hierba y mantener alejadas
a las pestes. El sembrador que implementa las técnicas apropiadas
de labranza puede producir una cosecha mucho más abundante que
aquel que sólo riega la semilla y se sienta a esperar a que todo salga
bien.

Sin embargo, hay algo que el sembrador no puede hacer. Una vez
haya plantado la semilla, no podrá cambiar la cosecha. Ni siquiera el
mejor sistema de fertilización y de irrigación puede producir maíz
de una semilla de algodón. De hecho, esta es una de las grandes frus­
traciones de la agricultura. Si el suelo está produciendo algodón, el
granjero tendrá que comerciar con algodón. El precio del algodón
puede estar por el piso y el precio del maíz elevarse a los cielos, pero
al tiempo de la cosecha, el agricultor estará vendiendo algodón, no

36
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

maíz. Hasta el sembrador más experimentado puede verse en pro­


blemas si escoge sembrar la semilla incorrecta, y al sembrador más
novato le puede ir bastante bien si siembra la clase de semilla co­
rrecta. Y ello se debe a que en la agricultura, todo crece a partir de la
semilla que se siembre.

NUESTROS PENSAMIENTOS
SON NUESTRAS SEMILLAS

Todo lo que obtenemos en la vida proviene de lo que hacemos,


y todo ello surge de lo que pensamos. De modo que las semillas de
nuestra vida son nuestros pensamientos. Y tal como el sembrador
no tiene opción una vez ha plantado su semilla, no tenemos opción
de elegir lo que la cosecha produzca una vez hayamos elegido nues­
tros pensamientos. Por supuesto, otras cosas podrán lograr algún
impacto en la cantidad del producto que obtengamos, pero nada
tendrá mayor impacto en nosotros, que la forma como pensamos.

Cualquier estudio
IDEA CLAVE
que hagamos sobre la
Las semillas de nuestra vida son
gente exitosa revela- x
nuestros pensamientos. No tendre­
rá de forma sorpren- J
mos opción de elegir lo que la vida
dente la habilidad de !
nospresente una vez hayamos elegido
estos individuos para
nuestros pensamientos.
superar casi cualquier
cosa. Ellos siempre lo­
gran superar las circunstancias. Y lo hacen todo el tiempo. Ni siquie­
ra los impedimentos físicos pueden detenerlos. Las dificultades y los
fracasos son comunes entre quienes han logrado cosas sobresalien­
tes en el mundo. Nosotros también podemos superar casi cualquier
cosa. Y ello depende de la calidad de nuestros pensamientos. Nada
en la vida nos puede mantener derrotados excepto nuestros propios
pensamientos.

Esta es la llave más básica de todas las llaves del éxito. Si desea­
mos alcanzar una calidad de vida superior, debemos tener un nivel
de pensamientos de calidad superior. La forma de alcanzar un mejor

37
D r . J im m uncy

estilo de vida es mediante mejorar la calidad de nuestros pensamien­


tos. Ellos determinan nuestras acciones y nuestras acciones deter­
minan los resultados.

LA SEÑORA CRAB Y GERTRUDIS

Hace varios meses, tuve una estudiante llamada Ménica. Ella


siempre estaba sonriendo y tenía una actitud maravillosa. Por ello
fue que me sorprendí tanto cuando cierto día vino a clase y no traía
su brillo habitual. No pasó mucho tiempo antes de que Mónica con­
tara a la clase lo que le estaba inquietando. Nos contó que trabajaba
con una mujer de mayor edad que constantemente la criticaba. No
recuerdo muy bien el nombre de la señora, pero por razones que se
harán evidentes más adelante, la llamaremos la señora Crab (crab
significa en español cangrejo).

La señora Crab tiene un título de maestría y sin embargo, el me­


jor trabajo que ha podido conseguir es un trabajo que alguien común
y corriente podría hacer. Ella dice que está sobre cualificada y que
su salario está por debajo de lo que debería ganar. Esa es la cruz que
ella carga.

Aquella mañana, antes de la clase, la señora Crab gritó en tono


desafiante a Mónica. “Ellos te engañan. Vienes y estás aquí todo el
día, ¿a cambio de qué? ¿De los salarios miserables que te quieren
pagar? No entiendo por qué crees que tienes que resolver los proble­
mas de cada cliente gimiente que entra por esa puerta. No entiendo
por qué piensas que debes trabajar tan duro. Nunca me verás ha­
ciendo eso, no por el salario que ellos pagan”.

A continuación Mónica me preguntó cómo debía manejar a la


señora Crab.

Yo le dije, “Eso depende”

Mónica preguntó, “¿De qué depende?”

“Depende del lugar en el cual quieras estar dentro de 10 años


¿Quieres terminar la universidad, obtener una maestría, trabajar por
diez años, y no alcanzar nada diferente a lo que ya tienes? Si así es, yo

38
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

prestaría cuidadosa atención a lo que dice la señora Crab. Parece que


ella sabe muy bien lo que es cometer un suicidio profesional. Bien,
si eso es lo que quieres, entonces, presta atención a lo que ella dice”.

Mónica contestó, “Vamos, tú sabes que eso no es lo que yo quiero”.

“Entonces no te enojes con la señora Crab,” le dije. “Ella simple­


mente está diciendo lo que es obvio”.

Mónica se quedó totalmente sorprendida. “¿Lo que estás dicien­


do es que ella está declarando lo obvio? ¿Tú estás de acuerdo con
ella?”.

“Completamente.
IDEA CLAVE
Yo estoy de acuerdo Nada en la vida nos puede mantener
con ella un 100%. Ella en la desgracia, excepto nuestra
dice que no entien-
forma de pensar.
de por qué haces las I___________ .__________________________
cosas que haces para
hacer que tu tienda sea un mejor lugar. Por supuesto ella no lo en­
tiende. Si lo entendiera, entonces también lo haría. No estaría deam­
bulando sin saber a dónde ir y no estaría llevando semejante cruz
en sus hombros. El hecho de que ella no haya resuelto su problema
prueba que ella no lo entiende. Yo concuerdo plenamente con ella.
Ella no lo entiende”.

Le recordé a Mónica el principio más básico de todo forma de


éxito. Nosotros nos hallamos en el lugar que nos hallamos en la vida
a causa de lo que pensamos. Para ilustrar el punto, compartí una
experiencia que mi esposa, Lisa y yo habíamos tenido justo esa ma­
ñana. Como lo hago con casi todo lo que escribo, enseño y hablo,
quería utilizar un pseudónimo. Entonces les pedí a los estudiantes*
de mi clase que me dieran un nombre.

Un estudiante que había sido anterior miembro de la marina gri­


tó, “Gertrudis”

Yo contesté, “Gertrudis está bien”. Y a continuación procedí a


contar a mi clase la historia de Gertrudis.

39
D R. J I M M U N C Y

Gertrudis irrumpió en nuestras vidas el día de acción de gracias.


Mi esposa me llamó y me dijo que conocía a una mujer que no tenía
nada para comer ese día. Al principio simplemente pensé que ella
no tenía pavo y ensalada. Pero estaba equivocado. Literalmente la
mujer no tenía absolutamente nada para comer con su familia en
casa, y no tenían manera de conseguir dinero durante las siguientes
dos semanas.

a
Yo no quería que
IDEA CLAVE
Gertrudis y su familia
Si queremos tener un nivel de vida de
pasaran hambre, pero
calidad, también debemos tener un
también consideraba
nivel de pensamiento de calidad.
____ ____ ______ ____ ____ ___________ ] que la gente debería,
en lo posible, ganar
su propio dinero. De modo que le solicité a Lisa que hiciera una lista
de cosas que Gertrudis pudiera hacer y que le dijera que si las quería
hacer, yo le pagaría cuando llegara a casa.

Gertrudis concordó en seguida, e hizo un gran trabajo; de modo


que continuamos invitándole para que nos ayudara con algunas co­
sas de la casa. En los siguientes meses Gertrudis estuvo ocupada tra­
bajando en nuestra casa todos los días. Remodeló nuestros baños,
pintó la parte exterior de nuestra casa, lavó los tapetes, Y cambió
los vidrios que necesitaban reemplazo. De esta manera, esta mujer
pudo conseguir alimento y conservar su dignidad, y yo pude dejar de
trabajar en la casa sin sentirme culpable.

Y dado que Gertrudis pasaba mucho tiempo en nuestra casa,


llegamos a conocer mucho de su vida, la cual era un verdadero des­
orden. No era sólo en la parte económica donde ella experimentaba
problemas. Las palabras más habituales que yo le escuchaba a su hijo
decirle eran, “Te odio mamá” Ella no estaba cien por ciento segura
de que su esposo fuera el padre del chico. Su matrimonio era una
confusión. Cuando nos dijo que su esposo amenazaba con golpearla
con una cadena de sierra nosotros le insistimos que solicitara pro­
tección en la oficina local de esposas maltratadas. Gertrudis lloraba
todo el tiempo. Sentía que no tenía amigos. Había sido rechazada
por sus padres y su hermano. Era muy difícil encontrar un aspecto
de su vida que no fuera un desastre.
40
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Por otra parte, Gertrudis tuvo la buena oportunidad de ver


cómo vivíamos con mi familia. Le sorprendía pensar que una familia
pudiera vivir como nosotros lo hacíamos. Una y otra vez Gertrudis
le decía a mi esposa que nosotros vivíamos como en “un cuento de
hadas”. Nuestros hijos nos amaban. Teníamos un matrimonio estu­
pendo. No teníamos penurias económicas, tanto Lisa como yo dis­
frutábamos de lo que hacíamos, nuestros padres y hermanos nos
querían, y teníamos buena salud. Gertrudis nos dijo que todo lo que
ella deseaba en la vida nosotros lo teníamos.

Lo curioso era que aunque Gertrudis envidiaba nuestros resul­


tados, por otra parte criticaba nuestros procesos. Envidiaba a nues­
tros hijos pero criticaba nuestra forma de criarlos. Envidiaba nuestra
situación económica pero criticaba la forma como manejábamos el
dinero. Envidiaba el amor que Lisa y yo nos teníamos pero criticaba
constantemente las dinámicas de nuestra relación.

Cierta noche, Lisa había invitado a varias amigas para compartir


un tiempo juntas. Gertrudis era una de las invitadas. Los hombres y
los niños no estábamos invitados, de modo que yo me quedé con los
niños en otra parte de la casa. Me fui a descansar antes de que la ve­
lada terminara y no tuve la oportunidad de hablar con Lisa sobre su
fiesta hasta el día siguiente. Cuando lo hice, me dio la impresión de
que no había podido dormir en toda la noche. Entonces le pregunté,
“¿Cómo salió todo anoche?".

Ella respondió, “Fue genial el 90% y 10% terrible”.

Entonces le dije, “Creo que puedo suponer el 10%. Tuvo que ver
con Gertrudis, ¿verdad?”.

Y ella asintió afirmativamente con su cabeza y agregó, “No pude


dormir en toda la noche por todas las cosas terribles que Gertrudis
contó”

“¿Qué contó?” Le dije.

“Ella se pasó toda la noche criticándome. Le dijo a mis invitadas


de la fiesta que ella consideraba que todo lo que yo hacía estaba mal”.
Para ese momento Lisa estaba a punto de llorar.

41
D r . J im M u n c y

“¿Y eso te molesta?” Pregunté sorprendido.

“Por supuesto que me molesta.” Contestó, “¿No te molestaría si


alguien criticara todo lo que haces en tu vida frente a tus amigos?”.

“No si esa persona es Gertrudis.” Contesté. “¿Sabes por qué te


critica? Es porque Gertrudis y tú piensan diferente. Si tú pensaras
como ella lo hace, ella no tendría nada de lo cual criticarte. Ambas
hubieran pasado toda la noche concordando sobre la forma de criar
a los hijos, el uso del dinero, las relaciones familiares y así por el es­
tilo. Cuando Gertrudis te critique recuerda que ella está declarando
lo obvio. Ella piensa de forma diferente a la tuya. Aunque, de hecho,
ella no tiene que abrir su boca para dejarlo saber”.

Lisa preguntó, "¿Por qué?”.

"Todos estamos en la situación en la vida en la que estamos por


la forma como pensamos. La forma como tú piensas te ha dado se­
gún Gertrudis ‘el cuento de hadas’ en el que vives. La forma como
piensa Gertrudis le ha dado el mundo de pesadillas que ella vive. Si
Gertrudis pensara como lo haces tú, tendría lo que tú tienes. Si tú
pensaras como ella, tendrías lo que ella tiene. Las vidas de las dos
son tan diferentes como la noche y el día. Eso significa tanto ella
como tú deben pensar de forma diferente”.

Yo agregué. “Eso debería molestarte sólo si quisieras tener la


vida que Gertrudis tiene. Así que dime, ¿qué parte de la vida de ella
es la que tú quieres? ¿Quieres que traiga a los niños aquí y te di­
gan ‘Te odio’? ¿Quieres que vacíe las cuentas de los bancos y vacíe
las alacenas de la cocina y que pasemos hambre por algunos días?
¿Qué quieres que haga? Dime específicamente qué parte de la vida
de Gertrudis es la que quieres”

Entonces Lisa respondió enfáticamente, “¡Yo no quiero ninguna


parte de la vida de ella!”

“Entonces, supongo que no importa que ella te critique. Supon­


go que no importa que tú y ella piensen de forma diferente. Alégrate
de que las cosas sean así”.

42
Un a pu erta , d o s cerra d u ra s

En seguida vi que la frustración desapareció del rostro de Lisa.


“Hubiera deseado despertarte anoche y haber tenido esta conver
sación antes. No hubiera desperdiciado mi tiempo preocupándome
por lo que dijo Gertrudis”.

LA VERDADERA FUENTE DE
NUESTROS PROBLEMAS

He visto a mucha gente señalar a alguien como Gertrudis o a la


señora Crab y decir de forma irreflexiva, “Ella simplemente quiere
ser infeliz”. Pero eso no es así. Nadie quiere tener una vida infeliz.
Gertrudis quiere ser feliz, y lo mismo la señora Crab. Si tan sólo ellas
supieran lo que se necesita para ser feliz, lo harían. El problema que
ellas tienen es que ninguna de las dos entienden por qué están donde
están en la vida.

Si usted le preguntara a la señora Crab las razones de sus pe­


nurias profesionales estoy seguro que daría varias respuestas. Se­
guramente culparía a la economía, culparía a su jefe, a los demás
empleadores de este planeta que no le dan el trabajo que ella quiere.
Culparía a su universidad por no prepararla para enfrentar al mun­
do real. Culparía al gobierno. Respondería que su situación se debe
al hecho de ser mujer. También diría que el problema es porque es
demasiado bonita o porque no lo es. Estoy seguro que señalaría al
hecho de que su piel es demasiado oscura o que no lo es. No faltarían
razones para la que la señora Crab sustentara por qué su carrera no
la está conduciendo a ningún lugar.

Lo que la señora
IDEA CLAVE
Crab no logra enten­
Estamos en el lugar que estamos por
der es que, a su alre­
laforma como pensamos.
dedor, la gente está
progresando en sus
carreras. Estas personas tienen jefes como los jefes que ella tiene.
Enfrentan las mismas entrevistas de trabajo que ella enfrenta. Fue­
ron a la misma universidad que ella fue. Muchas de estas personas
son mujeres. Algunas de ellas bonitas, otras no. Y provienen de to­

43
DR. JIM M U N C Y

das las razas. De hecho, uno pudiera hacer cualquier excusa con lo
que la señora Crab mencionó, pero también sería fácil encontrar a
muchas personas enfrentando la misma situación y progresando en
sus carreras. Lo curioso es encontrar a alguien con la misma dispo­
sición mental de la señora Crab, yendo cada vez más hacia atrás en
su propia carrera.

El verdadero problema de la señora Crab es que ella no pudo


encontrar la mismísima primera llave de la puerta hacia el éxito. To­
dos estamos donde estamos en la vida por la forma como pensamos.
Lo mismo puede decirse de Gertrudis. En los pocos meses que ella
dedicó a reparar nuestra casa, yo pudiera escribir un libro sobre por
qué su forma de pensar no la llevará a conseguir lo que desea en
la vida. Pese a ello, ella no lograba comprender el hecho de que el
origen de sus problemas estriba en su forma de pensar. Si la señora
Gertrudis o la señora Crab desean alguna vez mejorar su vida, debe­
rán hacerlo mediante mejorar su forma de pensar.

Y lo mismo puede decirse de todos nosotros. Albert Einstein


alguna vez comentó que los problemas que enfrentamos no pueden
ser resueltos con el mismo nivel de pensamiento que los creó. Nues­
tro nivel de pensamiento nos trajo al lugar donde estamos. El mismo
nivel de pensamiento no nos podrá sacar del problema.

Si lo que queremos es tener un mejor matrimonio, no necesita­


mos una esposa o esposo nuevo. Necesitamos mejorar nuestro nivel
de pensamiento sobre la forma como tratamos a nuestro cónyuge.
Si deseamos tener mejores hijos, no los podemos intercambiar con
los hijos del vecino. Tenemos que mejorar la forma como pensa­
mos respecto a lo que significa ser padres. Si queremos tener más
dinero, lo que debe mejorar entonces es nuestra forma de pensar
los asuntos financieros. Si lo que queremos es tener mejor salud,
no podemos ir a la tienda y comprar un cuerpo nuevo. Se necesita­
rá que cambiemos algo respecto a la forma de cuidar nuestro cuer­
po. Si continuamos pensando de la misma forma como lo hacemos,
entonces continuaremos haciendo lo que estamos haciendo, y por
ende, continuaremos obteniendo los mismos resultados que ya he­
mos conseguido antes. Para poder cambiar positivamente nuestra

44
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

situación en la vida, lo primero que tenemos que cambiar es nuestra


forma de pensar.

CÓMO EVALUAR NUESTRA FORMA DE PENSAR

Siempre hay lugar para mejorar nuestra vida. Por lo tanto, siem­
pre habrá la necesidad de mejorar nuestro pensamiento. Infortuna­
damente, pocas personas sienten la necesidad de mejorar su forma
de pensar y ello se debe a lo siguiente: Todos pensamos que estamos
bien todo el tiempo.

¿Alguna vez ha es­


IDEA CLAVE
cuchado a alguien de­
Los problemas no pueden ser resuel­
cir: "Él siempre piensa
tos con el mismo nivel de pensamien­
que tiene la razón”?
to que los creó.
Esa frase pudiera apli­
—Albert Einstein
car a todos nosotros.
Todos pensamos que estamos bien todo el tiempo. Por consiguien­
te, nadie ve la necesidad de cambiar su forma de pensar. Si yo creo
algo, creo que ese algo está bien. Si yo no creyera que está bien no
lo creería. Pero tan pronto como yo descubra que estoy equivocado,
cambiaré mi forma de pensar respecto a lo que creo. Y cuando lo
haga, volveré a pensar que tengo la razón. Creer en algo significa
creer que se tiene la razón.

Por ello es que creer que tenemos la razón es una forma muy
pobre de juzgar si verdaderamente estamos en lo correcto o no. Es
como lo expresó Jim Rohn: “La sinceridad no significa veracidad”.
Debemos encontrar una mejor manera de evaluar nuestra forma de
pensar que simplemente pensar que tenemos la razón o no.

Permítanme proponer una mejor manera de hacer esto. Esta


se basa en la Ley de la cosecha: Recogemos lo que sembramos. En
vista de que las semillas de nuestra vida son nuestros pensamien­
tos, podemos evaluarlos por los resultados que obtenemos. Esa es
la primera llave a todo tipo de éxito. Podemos evaluar la semilla por
el tipo de cosecha que obtengamos. Podemos evaluar nuestra forma
de pensar por la forma como vivimos.

45
D r . J im . M u n c y

Si cuando viene el tiempo de la cosecha obtenemos maíz, no


podemos pretender que lo que sembramos fue trigo. Si estamos en
banca rota, no podemos decir: “Pero yo sé que planté las semillas
de la prosperidad”. Si lo que tenemos es odio y discordia en nuestra
vida, no sigamos pensando que plantamos las semillas del amor. Si
tenemos sobrepeso y no estamos en forma, no nos engañemos pen­
sando que lo que plantamos fueron las semillas de la buena salud. Si
no tenemos una buena cosecha, no culpemos a la cosecha. Más bien,
busquemos una nueva semilla. La mejor forma de probar nuestra
forma de pensar es mediante considerar la situación en la que nos
encontramos. Nuestra forma de pensar no podrá estar bien, si nues­
tra vida no lo está.

Ahora bien, lo
IDEA CLAVE
anterior no quiere
Todos creemos que estamos bien todo
decir que todo lo que
el tiempo. Creer que estamos bien es
tengamos es porque
unaforma muy pobre de probar si
lo plantamos. Has­
verdaderamente estamos en lo
ta los agricultores
correcto o no.
tienen en sus cam­
pos cosas que nunca
plantaron. A esto se le conoce como mala hierba. Hasta el campo
plantado con las mejores semillas debe ser limpiado de la mala hier­
ba o de lo contrario la buena cosecha se verá afectada. Nuestra vida
también debe ser limpiada de cosas negativas. Debemos desarraigar
de raíz todo aquello que no queramos cosechar. Sin embargo, si lo
que desarraigamos es la mala hierba y al final encontramos que te­
nemos un campo vacío, entonces tenemos que reevaluar la calidad
de nuestra semilla.

De modo pues, que la prueba final de que nuestra forma de pen­


sar es correcta no es si podemos convencernos a nosotros mismos
de que estamos bien. Yo no soy el dueño de la verdad ni lo es usted.
La vida es la verdadera prueba de la verdad. Debemos someter nues­
tra forma de pensar a la prueba de la vida. Debemos juzgar la semilla
por la cosecha.
Una pu erta , d o s cerra d u ra s

NO ES UN ASUNTO DE INTELIGENCIA

Puesto que ni la señora Gertrudis ni la señora Crab están co­


sechando los frutos que desean, está claro que lo que deben hacer
es sembrar semillas diferentes. Ellas necesitan cambiar su forma de
pensar. Sólo hasta cuando lo hagan sus vidas va a ser diferentes. ¿Es­
toy diciendo con ello que Gertrudis no es inteligente? En lo absoluto.
De hecho, al haberme relacionado con la señora Gertrudis puedo
decir que ella es una persona extremadamente inteligente. Y estoy
seguro que lo mismo pudiera decirse de la señora Crab. Se necesita
ser muy inteligente para obtener un título de maestría.

El problema de la banca rota muy rara vez tiene que ver con un
Coeficiente intelectual bajo. Con frecuencia tiene que ver con haber
recibido el tipo de información incorrecta. Las personas no llega­
mos a creer en algo porque necesariamente sea verídico. Muchas
veces llegamos a creer algo porque lo hemos escuchado una y otra
vez. Hasta una mentira, cuando se dice una y otra vez, será recibida
por nuestras mentes como algo veraz.

En los inicios de su carrera como orador, Zig Ziglar escuchó a


un conferencista decir, "Usted está donde está en la vida porque ese
lugar es precisamente el lugar donde usted quiere estar”. Pues bien,
ello tuvo sentido para Ziglar, de modo que viajó por muchos lugares
proclamando ante diversas audiencias que ellos estaban exactamen­
te donde querían estar.

Entonces, cierta noche él terminó de dictar una conferencia en


Birmingham, Alabama. Al día siguiente, tenía que presentar un dis­
curso temprano en Meridian, Mississippi. A medida que conducía
desde Birmingham a Meridian se encontró con unos desvíos por
construcción. Entonces se detuvo para pedir instrucciones de cómo
llegar a su destino. Ziglar siguió las instrucciones al pie de la letra
sólo para descubrir que estas lo habían guiado en la dirección equi­
vocada.

47
DR. J i m m u n c y

IDEA CLAVE Una hora des­


Si nuestra vida está mal, nuestrafor­ pués, estaba sentado
ma de pensar no puede estar bien. a miles de millas lejos
Debemos examinar nuestra forma de de Meridian. Allí es
pensar ante el escrutinio de la vida donde él se dio cuen­
misma. ta de algo. Él no esta­
ba en ese sitio porque
hubiera querido estar allí. Él quería estar durmiendo en una cama
cómoda en Meridian. Desde entonces Ziglar nunca más mencionó a
la gente que ellos se encontraban en la vida en el lugar preciso donde
querían estar.

Zig Ziglar es un hombre muy inteligente. Él no se encontraba en


el lugar equivocado porque tuviera un Coeficiente intelectual bajo.
Él se encontraba en el lugar equivocado porque alguien le dio las ins­
trucciones equivocadas. Personalmente conozco a muchas personas
inteligentes cuya forma de pensar los está guiando en la dirección
equivocada. Su problema no es falta de inteligencia. Su problema es
que su mente ha sido alimentada con información equivocada. Sin
importar cuán equivocada esté cierta información creemos en ella
cuando la escuchamos una y otra vez.

Yo encuentro esto bastante interesante y les voy a decir por qué.


Eso significa que la buena vida no está reservada para los súperinte-
ligentes. Todos nosotros podemos acceder a los pensamientos que
necesitamos para alcanzar el éxito. Lo único que necesitamos es ser
muy cuidadosos con la forma como alimentamos nuestra mente.

Existen cuatro cosas que influyen predominantemente en la for­


ma como pensamos. Estas son, la gente con la que nos asociamos,
los libros que leemos, el entretenimiento que vemos y escuchamos
y el diálogo que sucede dentro de nuestra mente. Todos podemos
mejorar nuestra vida de forma trascendental si hacemos una buena
selección cuando escogemos sobre estas cuatro influencias con sabi­
duría. Exploremos cada una de estas.

48
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

1 A GENTE CON LA QUE NOS ASOCIAMOS

La mayor influencia en nuestra forma de pensar la recibimos


<lr las personas con quienes nos asociamos. Todos sabemos el gran
electo que tiene en nuestros hijos pequeños y adolescentes la pre­
sión de sus compañeros de su misma edad. Digamos que un adoles­
cente ha sido gran estudiante, nunca se ha metido en problemas, de­
muestra respeto a los adultos y así por el estilo. Entonces de repente
cambia. Empieza a beber y a fumar. Su desempeño académico se ve
afectado. Decide utilizar un lenguaje soez y ser respondón con sus
mayores. Si usted le preguntara a sus padres qué sucedió, la mayoría
de las veces dirían que el joven se asoció con “malas compañías”
Todos sabemos que los jóvenes son sorprendentemente susceptibles
a adoptar las actitudes, creencias y comportamientos de quienes los
rodean.

¿Cuándo cambia
IDEA CLAVE
todo eso? ¿Cuándo
La buena vida no está reservada para
dejamos de recibir
los súperinteligentes. Simplemente
la fuerte influencia
necesitamos ser cuidadosos respecto
de los demás? ¿A los
a la forma como alimentamos nues­
veinte años de edad,
tra mente.
a los treinta, a los
cuarenta? ¡En ningún
momento! Dejamos de ser influenciados por otras personas al mo­
mento en que morimos. Hasta entonces, seremos como las personas
con las cuales nos rodeamos.

Por lo anterior, necesitamos vigilar cuidadosamente el tipo de


personas de las cuales nos rodeamos. ¿Son ellas como nosotros qui­
siéramos ser? Si no es así, debemos asociarnos con quienes lo sean.
Tan desgastado como pueda sonar, usted no podrá volar con las
águilas si sólo está rodeado de pavos.

Eso no quiere decir que debamos cambiar de asociados de re­


pente. Eso ni siquiera es posible. Yo no estoy sugiriendo que usted
deba llamar a mamá para decirle “Lo siento, no te podré ver más.
Me estás perjudicando”, ya que a veces, dados los vínculos familiares
D r . J im M u n c y

y de trabajo hay personas que no podemos evitar. Por otra parte,


todos mantenemos cierta discreción respecto a la gente de la que
nos rodeamos.

Permanentemente hay gente entrando y saliendo de nuestro


entorno. No podemos cambiar a quienes nos rodean intentando
controlar ese ir y venir. El desafío está en asegurarnos que nos aso­
ciamos con los demás por elección y no por casualidad, pues esta
última obra en nuestra contra, y la razón es que las personas de las
cuales necesitamos aprender no están en la búsqueda de nosotros,
mientras que aquellas que resultan peligrosas para nuestra forma de
pensar, sí están en nuestra búsqueda.

Cuando empren­
IDEA CLAVE
demos un nuevo tra­
Muchas personas entran y salen de
bajo, podemos espe­
nuestra vida con regularidad. Pero
rar que alguien nos
aún asípodemos manejar elflujo de la
llevará aparte y pasa­
gente en nuestro entorno, intentando
rá a decirnos “cómo
controlar el ir y venir de quienes tran­
es que se hacen las
sitan a nuestro paso.
cosas aquí” ¿Ha ob­
servado usted quién
es este tipo de persona? ¿Es quien empezó como asistente de limpie­
za en la sala de correspondencia y que logró su ascenso a la posición
de vicepresidente sénior? No, por lo general es aquel que empezó al
final de la cadena jerárquica de la empresa hace veinte años y que
desde entonces ha estado siempre yendo a una posición más baja.
Quien nos quiere decir “cómo es que son las cosas aquí” no tiene
ninguna pista en realidad de cómo es que estas funcionan.

Quienes verdaderamente saben cómo es el engranaje están de­


masiado ocupados trabajando como para tomarse el tiempo de bus­
car a cada nueva alma que llega para decirle cómo llegar a la siguien­
te posición jerárquica. Ellos están dispuestos a hablar con nosotros,
pero nosotros tenemos que ir a buscarlos. Con esto no estoy que­
riendo decir que debamos ser unos esnobistas presumidos. Nunca
debemos actuar como si nos consideráramos “demasiado bien cali­
ficados” como para tener trato con los demás. Hace poco, un estu-

50
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

diante me preguntó si uno debería dedicar tiempo a las personas que


no están en la posición en que nos gustaría que estuvieran.

Yo contesté: “¡Por supuesto que debemos hacerlo! De hecho, las


mejores recompensas que recibimos en la vida provienen de aque­
llos a quienes ayudamos. Uno de los mejores estímulos de mejorar
en nuestra propia condición es que podamos ayudar a otros con lo
que hemos aprendido. Si otros buscan nuestra ayuda para ver cómo
pueden mejorar, debemos estar ahí para ayudarles. Sin embargo, hay
mucha gente que está haciendo justo lo contrario. Se agarran de no­
sotros para mantenernos abajo. A estos debemos evitarlos como si
se tratara de una plaga”.

A continuación
IDEA CLAVE
le expliqué a la clase
Hasta una mentira, si la escuchamos
cómo manejar a ese
suficientes veces, la terminaremos
tipo de personas. Es
aceptando como verdad.
como cuando se sale a ___________ _____________
cazar cangrejos. Uno
sale por la playa con un cubo en la mano para atraparlos. Cuando
uno atrapa el primero, lo pone en el cubo. Hasta ese punto es me­
jor que usted lo mantenga vigilado porque este puede escalar por
un lado del cubo y escapar antes que usted pueda hacer un suflé
de cangrejo. Así pues, con un ojo en el cubo y el otro en la playa
uno debe buscar el segundo cangrejo. Una vez que uno obtiene al
cangrejo número dos sus preocupaciones habrán terminado. Si un
cangrejo trata de escalar la pared del cubo, el otro se encargará de
mantenerlo abajo. Estos pueden escapar fácilmente del cubo pero no
lo hacen. Prefieren cocinarse juntos antes de cooperar entre sí para
poder escapar.

No podemos permitir que en nuestra vida entren individuos que


obren como cangrejos. Cuando intentemos escalar estos se aferra­
rán de nosotros para mantenernos abajo. No lo hacen mediante sus
pinzas. Lo hacen con sus palabras y con sus ideas. Dicen cosas como
“Tú sabes que eso no es posible hacerlo. No te dejarán. El sistema ya
funciona así. No llegarás a ninguna parte. ¿Qué te hace pensar que
lo lograrás? Nadie puede hacerlo”

51
DR. JIM M UNCY

Si uno escucha demasiado ese tipo de ideas, empezará a creer


en ellas. Nada de eso es cierto, pero recuerde, hasta una mentira, si
la escuchamos suficientes veces, la terminaremos aceptando como
verdad.

Cuando escogemos las personas con las que nos asociamos, es­
cogemos nuestros pensamientos. Cuando escuchamos a nuestros
pensamientos, escogemos la vida que queremos vivir. Por eso es que
debemos escoger nuestros asociados basándonos en la clase de vida
que queremos vivir.

LOS LIBROS QUE LEEMOS

Lo más importante que puedo hacer para ayudar a mis estudian­


tes es ayudarles a establecer el hábito de leer buenos libros. Muchos
de ellos ya han llenado sus mentes con miles y miles de horas de
televisión. A diario escuchan las mismas canciones una y otra vez
hasta que su letra es asimilada totalmente por sus mentes. Pero muy
poco de lo que ellos ven o escuchan los llevará al sitio al que quieren
ir. De hecho, mucho de lo que ven y escuchan los está llevando en la
dirección equivocada.

Mi primera meta no es la de enseñarles ideas sino la de estable­


cer un hábito. Yo les estimulo a leer libros sobre desarrollo perso­
nal todos los días a lo largo del semestre. Mi esperanza es que ellos
cultiven ese hábito y lo conserven. Si ellos continúan haciéndolo
después de cursar mi clase, yo habré logrado mi propósito. Si no lo
hacen, habré fallado. No evalúo mi éxito como profesor por lo que
mis estudiantes aprenden, por las notas que reciben, o por cuánto
valoren la materia. Yo evalúo mi eficiencia únicamente basándome
en el número de estudiantes que continúan su proceso personal de
desarrollo una vez han cursado mi clase.

Al inicio de cada semestre muchos de mis estudiantes titubean


antes de leer esta clase de libros. Piensan, “Yo no necesito libros de
autoayuda. Yo no necesito ninguna clase de ayuda”. Tienen el con­
cepto de que sólo la gente con vidas muy desordenadas necesitan
leer libros de desarrollo personal. Pero afortunadamente, al final del

52
Una pu erta , d o s cer r a d u r a s

semestre, se dan cuenta del error en su forma de pensar. Uno no


I iene que tener una vida terrible para poder mejorar como persona.

Descubren que el asunto es al contrario. Quienes leen este tipo


de libros experimentan menos problemas que los que no lo hacen.
¿Por qué? Aquellos que leen libros de desarrollo personal aprenden
asuntos vitales que conducen a obtener una mejor calidad de vida.
Y los que no leen este tipo de libros dejan de recibir el beneficio de
aprender sobre esos asuntos vitales. Es como todo lo demás en la
vida. Lo que uno practica es aquello en lo cual se hace diestro. Lo
que uno ignora es todo lo contrario.

Dese un paseo por su vecindario y mire los jardines. Observe


aquellos que necesitan trabajo y los que no. Entonces vuelva a re­
petir la caminata un sábado. ¿En dónde va a encontrar personas ha­
ciendo trabajo de jardinería? No será en los jardines descuidados. La
gente con los jardines hermosos estará trabajando en ellos. Por eso
es que sus jardines lucen bellos. La gente con los jardines descuida­
dos no estará allí. Sus jardines necesitan trabajo pero sus dueños no
están allí. Por eso es que necesitan trabajo.

Vaya al gimnasio local a las 5:30 de la mañana. Observe la clase


de personas que acuden allí. Es la gente que ya está en buena forma.
La gente que necesita estar allí está lejos dormitando en sus camas.
Pero la gente que tiene un buen estado físico está ejercitándose. Por
eso es que tienen buen estado físico.

Yo conduzco seminarios de liderazgo y ¿adivine quiénes asisten


a estos? No es la gente que en realidad necesita desarrollar sus habi­
lidades de liderazgo. Son quienes ya son buenos líderes los que están
buscando nuevas maneras de dirigir a su personal. El hombre que
no es capaz de guiar siquiera a una hormiga a donde está el azúcar
nunca se aparece por allí. Seguramente diría, “Yo no necesito apren­
der nada sobre el desarrollo del liderazgo o cosas de esas. Yo estoy
bien como estoy”

He escuchado decir que sólo los perdedores leen cosas sobre


desarrollo personal. ¿Quiénes hacen tal afirmación? Nunca es el que
Iiene su vida en orden. Siempre son personas que necesitan desespe­
DR. JIM MUNCY

radamente la instrucción que este tipo de libros puede dar. Cuando


escucho a alguien decir eso, me siento de algún modo como la mujer
del elevador. La puerta se abre y entra un hombre. El hombre expide
un olor corporal terrible. Ella quiere indicarle al hombre pruden­
temente que necesita cuidar más de él de modo que dice, “Uno de
nuestros desodorantes no está funcionando bien”.

Él contesta, “No es el mío. No estoy utilizando ninguno”.

La gente que lee

G*
IDEA CLAVE
libros sobre desarro­
La gente que lee libros sobre desarrollo
llo personal se está
personal se está desarrollando. desarrollando. Están
construyendo una
mejor vida. Por eso es que si entra en la casa de una persona alta­
mente exitosa, lo primero que usted va a notar es una biblioteca con
un buen inventario de libros. Si entra en los hogares de las personas
que viven por debajo de su potencial, lo más probable es que usted
encuentre el centro de entretenimiento más grande que el dinero
pueda comprar. Todo en la sala de visitas girará en torno a ello.

Y no es que se trate de que la persona exitosa pueda tener el


dinero para comprar la biblioteca y que todo lo que puedan com ­
prar las personas más necesitadas sea el centro de entretenimiento.
Quienes viven un buen estilo de vida lo consiguieron alimentando
sus mentes con cosas positivas. Los que se ven en necesidad conti­
nuarán en esa condición hasta que puedan empezar a aprender las
buenas ideas que tan abundantemente están disponibles en los li­
bros. Mark Twain lo expresó del siguiente modo: “Aquel que no lee
no es mejor que quien no puede leer” y yo concuerdo plenamente
con eso.

EL ENTRETENIMIENTO QUE
VEMOS Y ESCUCHAMOS

Lo que trataremos a continuación no implica que no debamos


ver televisión o escuchar música. La industria del entretenimiento
es enorme, es diversa. En esta encuentras algunas cosas que son po-
U na pu erta , d o s c erra d u ra s

sitivamente poderosas. Pero, por otra parte, también se encuentra


verdadera basura que puede afectar adversamente la forma como
pensamos. Debemos asegurarnos de que nuestro entretenimiento
enriquezca nuestra resolución de desarrollar pensamientos cons­
tructivos.

Con frecuencia
IDEA CLAVE
subestimamos el im­
El entretenimiento graba en nuestras
pacto poderoso que
mentes pensamientos de forma muy
el entretenimiento
profunda.
puede dejar en nues­
tra forma de pensar.
Cuando deseamos distraernos por un rato vemos la televisión, va­
mos al cine o escuchamos música. Somos afortunados pues tenemos
mucho que escoger en estos campos. Con todo, cuando hagamos
nuestra selección, hay algo que debemos recordar. El entretenimien­
to graba en la mente ideas y pensamientos de forma muy profunda.

Cuando se enciende la televisión o el equipo de sonido, la mente


no deja de asimilar información, sino que también utiliza la informa­
ción que recibe para formar creencias. Cada vez que alimentamos
nuestro cerebro con información, se está transformando nuestra
forma de pensar. Por lo tanto, ya que sabemos eso, debemos escoger
nuestra forma de entretenimiento con sumo cuidado.

Cuando les digo a mis estudiantes que la televisión, la música o


las películas pueden cambiar nuestra forma de pensar suelen reac­
cionar con cierto escepticismo. Para hacerme entender todo lo que
necesito es destacar cuán poderosa es la publicidad. En tan sólo los
Estados Unidos, se invierten cientos de millones de dólares en seg­
mentos de publicidad de 15 y 30 segundos. O estos comerciales, a
pesar de ser tan cortos, influyen en el comportamiento de la gente, o
los dueños de emporios comerciales están siendo incautos y desper­
diciando sus millones de dólares cada año.

Estos comerciantes no están equivocados. Hasta los comercia­


les cortos pueden cambiar nuestro comportamiento. Si eso es así,
imagine el impacto que pueden tener en nosotros cuatro horas de

55
DR. JIM M UNCY

televisión en una noche. ¿Y qué hay de una canción de tres minutos


que se escucha una y otra vez hasta que recordamos cada palabra de
su letra treinta años después? ¿Qué se puede decir de una película
de cine que tiene el poder de sacar lágrimas de nuestros ojos? El en­
tretenimiento que vemos y escuchamos tiene un impacto y sólo nos
engañamos cuando pensamos que no lo tiene.

EL DIÁLOGO QUE CONTINÚA


EN NUESTRA MENTE

Algo que también tiene un impacto profundo en nuestra forma


de pensar es nuestro diálogo interno. Algunos piensan que se debe
estar loco para hablarse a sí mismo. Pero en verdad, algo estaría mal
con nosotros si no lo hiciéramos. Todos mantenemos este diálogo
en nuestra mente todo el tiempo. Lo único es que no lo dejamos
descender a nuestra boca para que otros puedan oírlo.

Un anciano nativo americano habló en cierta ocasión respecto


al diálogo que mantenía en su mente. “Es como si hubieran dos pe­
rros peleando constantemente dentro de mí. Uno de los perros es
bueno y puro, y el otro es malo y feo. Se mantienen luchando día y
noche”. Alguien le preguntó cuál de los dos era el que usualmente
ganaba. El hombre pensó por un momento y contestó, “El perro al
cual alimento”.

Nuestra meta debe ser la de controlar ese diálogo. Debemos ase­


gurarnos de alimentar al perro que queremos que gane. Debemos
ejercer cautela con lo que nos decimos a nosotros mismos porque
si lo decimos una y otra vez, terminaremos creyéndolo. Y lo digo
de nuevo, hasta una mentira, si la escuchamos suficientes veces, la
terminaremos aceptando como verdad.

Por ejemplo, ¿alguna vez se ha escuchado decir, “No soy bueno


para recordar nombres”? Mientras usted siga repitiendo eso no será
bueno para recordar nombres. Su cerebro no toma ese comentario
como una simple observación. Lo toma como una orden: “Olvida
nombres”.

56
Un a pu erta , d o s cerra d u ra s

Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Deberíamos decirnos a noso­


tros mismos, “Soy genial para recordar nombres” cuando el hecho
es que no somos buenos para ello? No, lo que debemos hacer es
leer libros sobre cómo mejorar la memoria. Practique el recordar
nombres. Cuando lo hacemos le estamos diciendo a la mente: “Estoy
mejorando mi memoria para los nombres”.

Cuando le decimos a nuestra mente una y otra vez para dónde


vamos, no el sitio donde estamos, nuestra mente nos empezará a lle­
var a ese lugar. Por otra parte, si constantemente nos estamos que­
jando del sitio donde no queremos estar, nuestra mente nos llevará
allá. Escogemos el sitio al cual vamos, basados en lo que le decimos
a la mente.

NO TE DEBES ENGAÑAR A TI MISMO

Si alimentamos el intelecto con la información correcta, obte­


nemos lo que deseamos de ella. Allá afuera hay pensamientos que si
los acogemos nos darán casi cualquier cosa que deseemos de la vida.
Debemos encontrarlos y alimentarnos de ellos. Si los pensamientos
que tenemos no nos dan lo que deseamos de la vida, es el momento
de dar una nueva dieta a la mente y mejorar la forma de alimentarla.
Podemos engañarnos a nosotros mismos pero no podemos engañar
a la vida. Ella nos recompensará o nos castigará sobre la base de la
calidad de nuestros pensamientos.

John Sheppard es misionero en África. Él cuenta una historia


que sucedió cuando era niño. Él vivía en el campo. Era lunes y el
circo venía al pueblo el siguiente fin de semana. Él y sus hermanos
querían ir, pero era la estación de la siembra. Su padre les había di­
cho a los muchachos que podrían ir con tal que plantaran el campo
antes del viernes en la noche.

Ellos plantaron la mayor parte del campo, pero se dieron cuenta


que no concluirían el trabajo a tiempo para ir a ver el circo. De modo
que en vez de plantar los dos últimos surcos, arrojaron las semillas
en un tocón de árbol descompuesto. Luego le dijeron a su padre que
habían plantado todo el campo y él les dejó ir al circo.

57
DR. JIM M UNCY

Su pequeña hazaña funcionó mientras que las semillas estuvie­


ron ocultas bajo tierra. Infortunadamente para los chicos, las se­
millas crecieron. Dos semanas después había dos surcos vacíos sin
nada creciendo en ellos. Y cerca de allí, había un tocón de árbol con
perspectivas de dar una cosecha. No hace falta decirlo, pero el pa­
dre de Sheppard estaba bastante enfadado con los muchachos y este
manifestó su inconformidad de forma inequívoca. La ida al circo se
pagó a un precio demasiado alto debido al castigo que los mucha­
chos recibieron por desperdiciar la semilla.

Sheppard aprendió una importante lección. Podemos engañar


durante la plantación de la semilla y nadie notará la diferencia mien­
tras esta permanezca bajo tierra. Sin embargo, la semilla crecerá de
forma inevitable y la verdad será revelada. Podemos engañar a otros
por un tiempo. Hasta podemos engañarnos a nosotros mismos. Pero
no podremos engañar a la Ley de la cosecha.

Todos estamos
IDEA CLAVE
plantando las semi­
Cuando le decimos a nuestra mente llas de los pensa-
una y otra vez a dónde queremos mientos que se con-
llegar, ella empieza a llevarnos vierten en acciones, y
a ese lugar.
esas acciones se con­
vierten en cosechas.
Cosecharemos lo que sembremos. Bueno o malo segaremos mucho
más de lo que sembremos. Y en vista de que cosechamos después
de que sembramos, podemos engañarnos a nosotros mismos por
un tiempo. No obstante, una vez venga la siega, si tengo un terreno
vacío y un “frondoso” tocón de árbol, no podré culpar al campo o al
tocón de árbol. Tendré que buscar a la persona que plantó la semilla
y la podré encontrar en el espejo que veo cada mañana.

Por muchos años he tenido ese afiche colgando en mi oficina.


Me recuerda que la semilla crece y simplemente dice: “No puedes
engañarte a ti mismo”. El afiche está allí para recordarme la primera
llave al éxito. Siempre debo poner mi pensamiento a prueba. Puedo
evaluar mi pensamiento no sobre la base de que me parezca correcto
o no. Más bien, debo someter mi pensamiento a la prueba de la vida.

58
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

I 11 aquellas áreas donde quiero tener una calidad de vida superior,


se que también habré de desarrollar una calidad superior de pensa­
mientos.

Para ser honesto,


IDEA CLAVE
110 me gusta ser tan
La naturaleza se deleita
severo con respecto
en castigar a los insensatos.
a juzgar mis pensa­
—Emerson
mientos. Me gusta
pensar que tengo la
razón. No me gusta cambiar mi forma de pensar. Me gustaría fingir
que todo va bien. Yo tengo la razón, el mundo está equivocado. Lo
anterior sería agradable excepto por el hecho de que el mundo no se
inclinará ante mis pensamientos.

Emerson lo expresó muy bien cuando comentó: “La naturaleza


se deleita en castigar a los insensatos” Resulta doloroso someter mis
pensamientos a la Ley de la cosecha. Sin embargo, ya que muchas
veces he tenido que aprender las cosas de la manera difícil, es mu­
cho más doloroso ser un deleite para la “naturaleza”

59
L L AV E 2

EL OPTIMISMO:
SEA REALISTA,
VISUALICE LO QUE
PUEDE OCURRIR

"El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad;


el optimista ve la oportunidad en cada dificultad",
—Winston Churchill
D r . J im M u n c y

TJ
IH 1 optimismo es la raíz de toda forma exitosa de pensar. Si te-
■JL J nemos la convicción de que podemos lograr cosas grandio­
sas, las podremos lograr. Si por el contrario, creemos que estamos
destinados a una vida de mediocridad, eso es lo que conseguiremos.
De hecho Henry Ford tenía toda la razón cuando dijo: “Sea que usted
piense que puede o que no puede, en ambos casos tendrá la razón".

Infortunadamente vivimos en un mundo en el que los pesimis­


tas superan en número a los optimistas. Por supuesto, nadie piensa
de sí mismo que sea pesimista. Hasta la persona más pesimista que
podamos encontrar va a decirnos: “No estoy siendo pesimista, estoy
siendo realista”. Pregúnteselo a un pesimista y él va a decir: “Yo sim­
plemente denomino las cosas como son”. Pues, ese es el problema.
Lo irónico es que dado que los pesimistas no pueden ver más allá de
lo que pueden ver, no logran ver totalmente la realidad en todas sus
dimensiones.

Los pesimistas ven sólo lo que está delante de sus ojos y asumen
que eso es todo lo que puede existir. Los optimistas perciben que
las cosas pueden siempre mejorar. Cuando un pesimista nos insta
a ser realistas, en esencia nos está diciendo que limitemos nuestra
visión a lo que podemos ver. Pero el asunto es que todos sólo vemos
una pequeña fracción de lo que podemos llegar a ser. Los pesimistas
permiten que su vista limite su realidad. Los optimistas, en cambio,
permiten que su visión se convierta en su realidad. El optimista logra
ver la realidad antes que esta acontezca. Por eso es que el optimista
es más realista que el pesimista.

62
Una pu erta , d o s c erra d u ra s

LA REALIDAD QUE HEMOS CREADO

La realidad que experimentamos hoy la tenemos porque algu­


nas personas optimistas hicieron cosas extraordinarias haciendo
caso omiso al coro que los pesimistas cantaban diciendo: "Eso no se
puede hacer”. Algunas de las cosas que son muy comunes hoy en día
en el pasado cercano eran consideradas como imposibles.

Imagine por un momento que alguien del siglo diecinueve fuera


traído milagrosamente a la América del día actual. Esa persona se
sorprendería. Es posible que lo primero que viera fuera a mí hablan­
do a través de mi teléfono celular. No podría entender por qué estoy
de pie allí hablando con mi propia mano. Con una mirada extraña en
su rostro me preguntaría qué es lo que estoy haciendo.

Entonces le muestro mi celular y le digo que estoy hablando con


mi padre. El hombre mira la pequeña caja en mi mano y responde,
“Su padre debe ser demasiado pequeño para caber en esa cajita”.

Yo le respondo: “Mi padre no está dentro del celular. Está en


California”.

Eso no es una ex-


IDEA CLAVE
plicación razonable
Los pesimistas permiten que su vista
para nuestro viajero
limite su realidad. Los optimistas de­
en el tiempo. Mi pa­
jan que su visión se convierta en su
dre no está en la caja.
realidad. Por eso es que el optimismo
Él está al otro lado
siempre es más realista que el pesi­
del país, y ¿le estoy
mismo.
hablando desde aquí?
Ahora veo que necesi­
to explicar el funcionamiento de los teléfonos celulares. “Escucha,
mi voz se envía desde esta cajita a una torre que está a varias millas
de distancia. Desde allí es enviada al espacio exterior, donde rebota
en un satélite que está flotando allá arriba. Luego cruza el país don­
de otra torre la envía a mi padre, quien también tiene una de estas
cajitas”.

63
DR. JIM M UNCY

El viajero del tiempo entonces decide reírse un poco de mí. Dice:


“¿Y de qué estaban hablando tú y tu padre?”

“Mi padre va a volar desde California mañana. Viene a visitar­


me, y necesito saber a qué hora debo ir por él”

Con esta respuesta, el viajero del tiempo piensa que yo estoy


completamente loco. No sólo estoy haciendo que mi voz rebote en
objetos que están en el espacio exterior sino que mi padre va a volar
y atravesar el país en un día. El hombre dice: “Si tu padre va a volar
hasta aquí mañana, será mejor que te prepares para recoger los pe­
dazos en vez de sólo ir por él” Entonces se va sacudiendo su cabeza.

Cualquier persona realista del siglo diecinueve sabría que nin­


guna de estas cosas podía hacerse. En esa época la gente no volaba
y las voces no atravesaban el país. No obstante hoy, todo eso es la
realidad que vivimos.

Los teléfonos celulares, las comunicaciones por satélite y el viaje


en je t no son cosas que sólo llegaron a ser posibles en los últimos cien
años. Estas cosas han sido posibles desde el inicio de la humanidad.
El punto es que sólo fueron inventadas hasta hace poco. Lo que las
hicieron posibles son las leyes de la física, y estas leyes siempre han
sido las mismas. Nosotros no inventamos esas leyes recientemente,
sólo aprendimos a utilizarlas. Estas leyes fueron aprovechadas por
personas muy optimistas que se mantuvieron trabajando a pesar de
que un número incontable de pesimistas intentaban detenerlos.

Cuando pienso
IDEA CLAVE
en las muchas co­
la realidad que tenemos hoyfue crea­
sas extrañas que son
da por gente optimista que escogió
comunes hoy, temo
ignorar los presagios de los pesimistas
decir que algo es im­
que decían: "Eso no se puede hacer”.
posible. De hecho,
cuando un estudiante
utiliza la palabra imposible, pongo en sus manos mi diccionario de
oficina y le digo: “Busca la palabra ‘imposible’’’. Busca y busca y no
la puede hallar. Hace tiempo, tomé unas tijeras y recorté la palabra
“imposible” de mi diccionario. Ahora sólo existe un agujero en el lu­

64
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

^ar donde solía estar aquella palabra. A continuación les digo a mis
estudiantes que para mí no existen imposibles.

EL GRAN ATLETA MUDO

Debido a la tecnología en evolución los límites de lo que vemos


como posible constantemente están cambiando. De forma similar,
los límites de lo que usted o yo podemos hacer siempre están cam­
biando. Tenemos una fuerza casi ilimitada para lograr lo que nos
propongamos ya que contamos con el potencial que nos permite
lograrlo.

Si usted quiere saber cuánto puede cambiar la gente en corto


tiempo, pregúntele a alguien que me hubiera conocido cuando es­
taba en la escuela secundaria. Ahora me conocen como el doctor
Muncy. Pero en esa época, yo era conocido como el gran atleta
mudo. En mi lista, estudiar no era la prioridad. De hecho, ello nunca
hizo parte de mi lista. Yo consideraba la escuela como aquello en
que te ocupas mientras esperas el entrenamiento de baloncesto. El
único momento en el que me preocupaba por mis notas era cuando
pensaba en cómo explicárselas a mi entrenador.

Luego de graduarme de la secundaria y de pasar por una escuela


técnica poco conocida, intenté unirme a un equipo de baloncesto
de una universidad cercana. Conseguí una beca completa. Sabía que
si quería podría llegar a jugar como titular, pero, ¿y luego qué? No
se presentaban muchos cazatalentos en la Universidad Bautista de
Wayland. Dado mi nivel de compromiso con el baloncesto, sabía que
no tendría mucho futuro en el juego. De modo que tan rápido como
entré al equipo, volví a salir de él.

Ingresé al campus de una gran universidad estatal cercana. Es­


tando allí, decidí intentar algo que nunca había hecho antes. Decidí
intentar estudiar. Me puse la meta de graduarme con honores. Me
matriculé con una carga pesada de materias el primer semestre y me
puse a trabajar en ello.

Me sorprendí de mí mismo. El asunto de estudiar funcionó.


Conseguí muy buenas notas y continué recibiéndolas hasta cuando

65
DR. JIM MUNCY

me gradué con honores. No vi ninguna razón por la cual interrum­


pir mi proceso. No me sentía agotado de estudiar. Después de todo,
no lo había estado haciendo durante mucho tiempo, y apenas me
estaba empezando a acostumbrar. De modo que continué con mis
estudios y en pocos años, obtuve un título de doctorado.

Para el tiempo de mi reunión número diez de egresados de la se­


cundaria, ya estaba enseñando en la Universidad de Oklahoma. No
podía esperar la llegada de la reunión para escuchar a mis antiguos
compañeros de clase decir que se sentían orgullosos de mí.

La primera persona a la que quería ver era a Mark Redus. Él era


el “todero” en la secundaria. Estuvo corriendo en el distrito duran­
te dos años sin descansar. De cerca de seiscientos estudiantes, él se
graduó entre los primeros veinte puestos. Fue elegido el chico más
popular de toda la escuela. Nuestro anuario de secundaria parecía
su álbum personal de fotografías. Él lo tenía todo. Mark y yo había­
mos sido amigos. De hecho, yo fui su padrino de boda. Sin embargo,
perdimos contacto, y él no supo acerca de las cosas que yo había
logrado.

Tan pronto como lo vi en la reunión, me acerqué para saludarlo.


Le pregunté qué estaba haciendo, y me contó que estaba estudiando
en la universidad. Él también me preguntó qué estaba haciendo. Yo
le conté que era profesor en la Universidad de Oklahoma. Yó espe­
raba una sonrisa y unas palabras de aprobación y quería escuchar
la frase, "Sabía que lo lograrías”. Pero a cambio de eso, recibí una
mirada como si dijera, “Tú obviamente no entendiste mi pregunta”.

Le dije que había obtenido mi doctorado y que ahora estaba


enseñando en la UO (Universidad de Oklahoma). Hubo un silen­
cio total. Ese silencio pareció como de una hora. Pero seguramente
duró unos pocos segundos. Mark estaba intentando reconciliar dos
piezas de información totalmente incongruentes. Casi que podía
leer sus pensamientos: “Muncy, pésimo estudiante; ahora Muncy,
profesor con doctorado... Hay algo que no concuerda en esta esce­
na.” Nunca olvidaré las primeras palabras que pronunció. “Tú eres
absolutamente la última persona que yo esperaría que obtuviera un

66
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

doctorado”. Y sólo por si yo no lo había escuchado bien, repitió, “Tú


eres absolutamente la última persona que yo esperaría que obtuviera
un doctorado” Y se fue caminando como si necesitara tiempo para
asimilar la noticia.

Nadie en esa reunión dijo: "Sabía que lo lograrías”. Muchas per­


sonas hasta preguntaron: “Entonces, dinos, ¿qué es lo que en verdad
andas haciendo?” Todavía no estoy seguro si muchos de los que asis­
tieron allí creyeron que el gran atleta mudo era ahora, después de
todo, el-nuevo-doctor-atleta.

En realidad, el Jim Muncy que ellos conocieron no obtuvo ese


doctorado. No hubiera podido hacerlo. Se necesitó una versión sus­
tancialmente mejorada de Jim Muncy para lograrlo. Cierto, el chico
que ellos conocieron en la secundaria, no era el chico dedicado a la
academia. Afortunadamente, no continué siendo ese chico. Cuando
decidí que quería lograr más en la vida, todo lo que tuve que hacer
fue cambiar.

QUIÉN TIENE QUE HACERLO, PUEDE

Cierto proverbio judío dice: “Quien tiene que hacerlo, puede” Yo


les digo a mis estudiantes que cualquiera de ellos puede obtener la
calificación más alta si se lo propone. Cuando lo hago, surge el pen­
samiento negativo y pesimista: “Usted no sabe lo que enfrento. Ten­
go a ese profesor altanero este semestre. Él nunca da una calificación
alta. Trabajo cuarenta horas a la semana. Uno no puede sacar la nota
más alta trabajando cuarenta horas...” He escuchado todas las razo­
nes por las cuales ellos no lo intentan, pero nunca he escuchado una
sola razón que indique que no pueden lograrlo.

Para probar este punto, les planteo la siguiente situación a mis


estudiantes. Imagine que la persona que usted más ama en este
mundo está gravemente enferma. Si a esta persona no se le practica
una cirugía que es muy costosa, no logrará salvarse. Yo pagaría la
operación sólo a cambio de que usted obtenga las mejores notas este
semestre. Entonces les pregunto: “Bajo esas circunstancias, quién de
ustedes no obtendría las mejores notas en este o cualquier semestre”

67
DR. JIM M UNCY

Nunca he tenido un estudiante que me diga: “No, no puedo ha­


cer eso”. He tenido alrededor de diez mil estudiantes en mi carrera, y
sin una sola excepción, la meta de obtener las mejores notas ha sido
realista para cada uno de ellos.

Así es como funciona la vida. Si tenemos que hacer algo, en­


tonces podemos hacerlo. Eso significa que si no hacemos algo, no
es porque no podamos hacerlo. Es, más bien, porque escogemos no
hacerlo.

¿Significa eso que


IDEA CLAVE
tenemos la capacidad
Sin importar qué sea aquello que no
logramos, todavía hay muchísimas
cosas increíbles que realmente
podemos hacer.
B para hacer cualquier
cosa?
manera.
De ninguna
Hay cosas
que yo sé que nunca
podría hacer. Tengo
un cuerpo de un metro noventa de estatura con un armazón bastan­
te grande. Mi peso supera los ciento veinticinco kilos. Por eso, si la
vida de mi esposa Lisa estuviera en peligro y yo tuviera que montar
un caballo de carreras en el Derby de Kentucky para salvarla, ten­
dríamos que empezar a hacer arreglos para su funeral. Sencillamen­
te no podría hacerlo sin importar lo mucho que lo intentara.

No podemos hacerlo todo. No obstante, el número de lo que po­


demos hacer supera ampliamente el número de lo que no podemos.
Probablemente nunca llegue a ser campeón en las carreras de ca­
ballos del jockey. Con todo, puedo vivir una vida agradable y lograr
varias cosas increíbles aún cuando nunca vea un caballo de carreras.

Pero es tonto permitir que nuestras limitaciones nos conviertan


en personas pesimistas. Piense en Helen Keller. Nunca he conocido
a una persona tan limitada como ella. Sin poder ver ni oír tenía todas
las razones para ser pesimista. No obstante ella nunca permitió que
sus limitaciones la detuvieran. Ella tuvo el orgullo de contar entre
sus amigos a algunos presidentes. Fue condecorada por la realeza.
Por supuesto había muchas cosas que ella no podía hacer. Con todo,
siempre se mantuvo optimista, sabiendo que todavía había mucho
por alcanzar. En una ocasión dijo:

68
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

“Sólo soy una persona; pero soy una persona. No puedo hacerlo
todo, pero aún puedo hacer algo; y sólo porque no pueda hacerlo
todo, no rehusaré a hacer ese algo que sí puedo lograr.”

Al igual que Helen Keller, nunca deberíamos permitir que nues­


tras limitaciones nos hagan retraer del sin número increíble de cosas
que sí podemos hacer. Sin importar que haya cosas que no podamos
hacer, siempre habrá cosas bastante maravillosas para realizar.

EL OPTIMISMO GENERA CONFIANZA,


NO ARROGANCIA

El optimismo es un tipo de confianza, y la confianza es impres­


cindible para alcanzar el éxito. Infortunadamente, muchas personas
confunden la confianza con la arrogancia. La diferencia es enorme.

Digamos que yo
IDEA CLAVE
quisiera tomar un *
La confianza es saber que tendremos
viaje de crucero. Yo |
éxito si hacemos las cosas bien y que
esperaría que tanto el
somos capaces de hacer las cosas
capitán como su tri­
bien.
pulación manifesta­
ran confianza. ¿Qué pensaría yo si fuera a abordar el barco y los
miembros de la tripulación tuvieran puestos chalecos salvavidas? Yo
no me sentiría muy bien si escuchara al capitán dando un discurso
con las palabras: “Sé que muchos de ustedes no creen que este viejo
barco pueda hacerlo una vez más, pero crucemos nuestros dedos y
esperemos lo mejor. Si algo sale mal, búsquenme en la sección de
botes salvavidas...” Y me preocuparía si diera un vistazo al área de
los botes salvavidas y viera que el capitán mudó sus efectos persona­
les a uno de estos sólo por si acaso.

¿Abordaría el barco? ¡Por supuesto que no! Yo no lo abordaría a


menos que su tripulación estuviera cien por ciento segura de que va
a llevarme a mi destino y me va a traer de regreso a salvo.

Por otra parte, yo no abordaría el barco si considero que el ca­


pitán y su tripulación son arrogantes. No fue un iceberg lo que hun­
dió al Titanic. Fue la arrogancia. Cientos de barcos atraviesan las

69
DR. JIM MUNCY

mismas aguas heladas donde se hundió el Titanic. La tripulación de


todos esos otros barcos confía en que pueden navegar entre los ice­
bergs, y toman las precauciones necesarias para evitar el desastre.
Ellos disminuyen la velocidad y se mueven por esas aguas con respe­
to. Saben que un descuido puede invitar al desastre.

Pero eso no sucedió en el caso de la tripulación del Titanic. De­


bieron haber escuchado muchas veces que ni siquiera Dios podría
hundir al Titanic. Prefirieron pasar por alto las advertencias de otros
barcos que transitaban por el lugar. Avanzaron a todo vapor durante
la noche. Y mientras las otras tripulaciones de otros barcos tomaron
las medidas necesarias para evitar el hielo, la tripulación arrogante
del Titanic continuó pensando que avanzaría sin importar lo que
hubiera adelante. Navegar por entre los icebergs no es un asunto
demasiado complicado. Las tripulaciones de los barcos lo hacen de
forma segura todo el tiempo. Fue sólo cuando la tripulación del Tita-
nic pasó de ser confiada a arrogante que su barco se hundió.

La confianza implica que uno puede lograr las cosas, si las hace
bien y si tiene la capacidad de hacerlas bien. La arrogancia considera
que el éxito se asegura sobre la base de quién soy yo y de que nada
puede detenerme, a pesar de que fracase en hacer las cosas que el
éxito exige hacer. La arrogancia no nace del optimismo. Nace de la
estupidez, y de la incapacidad de entender la mismísima naturaleza
del éxito. La arrogancia es un gran estorbo. El optimismo genuino
nace de la confianza genuina, y siempre será un bien a nuestro favor.

CONFIANZA, ¿EN QUÉ?

Existen tres tipos principales de confianza. La confianza más


grande de todas es la creencia en algo mayor que uno mismo. En
la vida de muchas personas esta confianza toma la forma de una fe
---------------------------------------------------- espiritual. Para otros
IDEA CLAVE es la creencia en una
Los dos grandes potenciales de la vida causa con un propó­
son el potencial de crecer y el potencial sito mayor. Siempre y
de descubrir. cuando esta creencia

70
Un a pu erta , d o s cerra d u ra s

no sea dirigida erróneamente, esta fe o creencia puede convertirse


en una fuerza que puede llevar a la gente a hacer cosas asombrosas.
Personas como Susan B. Anthony, Martin Luther King, la Madre Te­
resa y Albert Schweitzer, así como muchos más, literalmente cam­
biaron al mundo cuando se guiaron por una confianza que estaba
basada en algo superior a ellos.

Una segunda forma de confianza es la confianza en sí mismo.


Por ejemplo, es la confianza que uno puede hacer algo porque ya lo
ha hecho en el pasado. Puede ser que en algunas áreas, yo manifieste
confianza, puede que en otras, no. Si yo fuera a ser sometido a una
cirugía, me gustaría que todos los miembros del equipo quirúrgico
tuvieran la confianza que proviene de la experiencia. A mí no me
gustaría que el cirujano abriera mi pecho y dijera: “¿Qué es eso que
se está moviendo allá? Oh, es el corazón. ¿Por qué está allí?” Con
autoconfianza, podemos continuar haciendo bien las cosas que ya
hacemos bien.

Sin embargo, la autoconfianza por sí sola no lo lleva a uno a em­


prender nuevos retos. Para eso se necesita tener optimismo, el cual
es el tercer tipo de confianza. El optimismo es confianza en poten­
cia. Específicamente es creer en el enorme potencial que tenemos
para hacer cosas grandiosas. Los pesimistas no creen en esto. Tal
como el ateo se define como la persona que no cree en Dios. El pesi­
mista puede definirse como la persona que no cree en su potencial.

Nos hacemos personas optimistas cuando descubrimos los dos


grandes potenciales de la vida. Estos son el potencial de crecer y el
de descubrir. Examinemos cada uno de ellos en detalle.

EL POTENCIAL DE CRECER

Si yo fijo mis pers­


IDEA CLAVE
pectivas de la vida ba­

Q
El crecimiento no es un aspecto
sándome en quién soy,
opcional cuando queremos
entonces lo que yo
desarrollar nuestro potencial.
tenga en el presente
Es un aspecto necesario.
es todo lo que siempre

71
DR. JIM M UNCY

podré tener. Si yo establezco metas basándome en quién puedo lle­


gar a ser, mis perspectivas se vuelven asombrosas. Para fijar la medi­
da de lo que podemos llegar a hacer no podemos fijarnos en la medi­
da de lo que somos ahora. Debemos mirarlo desde la perspectiva de
lo que podemos llegar a ser.

¿Alguna vez ha observado los actos de los elefantes en un circo?


Allí sale un enorme elefante siendo guiado por un hombre pequeño
con una pequeña cuerda. Toma una pequeña estaca, la fija en el piso,
y luego ata al elefante a esta. Esta enorme masa de músculos es su­
jetada por una pequeña cuerda que el elefante pudiera romper con
tan sólo un estornudo y la estaca pudiera ser arrancada del suelo con
el menor de los tirones. Sin embargo, el elefante nunca escapa. No
puede escapar. Se encuentra atado a algo muchísimo más poderoso
que la cuerda y la estaca. Está atado a la CREENCIA de que está
atado por la cuerda y la estaca.

Esto es lo que sucedió. El elefante fue capturado cuando era


bebé. Sus cazadores tomaron una gran cuerda y ataron con esta al
elefante a un enorme árbol. Durante muchos días el elefante intentó
escapar, pero al final se dio por vencido. Aprendió que no podía libe­
rarse y desde allí en adelante nunca intentó escapar de nuevo.

El elefante creció y nunca entendió su crecimiento. El elefante


cambió pero nunca entendió su cambio. La cuerda se hizo cada vez
más pequeña, y el enorme árbol se convirtió en una pequeña estaca,
pero el elefante nunca notó la diferencia. El elefante se quedó atra­
pado a la realidad del bebé elefante atado al gran árbol, se quedó
prisionero de una realidad que ya no existe.

Nosotros no podemos cometer el mismo error del elefante.


No podemos quedarnos atrapados en la realidad que desapareció
hace varios años. Si nos comprometemos a crecer y fortalecernos,
la realidad de la cual somos presos hoy, pronto se desvanecerá. Es
probable que en el presente seamos pequeños y puede ser que este­
mos atados a algo enorme. Las dificultades pueden estar en contra
nuestra. Esa no es la manera como tiene que ser siempre. Podemos
superar nuestros desafíos.

72
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Antes de que Sir Edmund Hillary conquistara triunfantemente


al Monte Everest, muchos lo habían intentado y habían fallado. Lue­
go de una expedición fallida en la cual murieron unos escaladores,
los sobrevivientes ofrecieron un banquete en honor a los que mu­
rieron. En la pared del salón había una gran fotografía del Monte
Everest. Cuando el orador se puso de pie, no se dirigió a la audiencia,
sino que dirigiéndose a la foto dijo:

“Everest, nos has vencido una vez, nos has vencido dos veces,
nos has vencido tres veces. Pero Everest, algún día te venceremos
porque no puedes llegar a ser más grande, pero nosotros sí”.

Con el tiempo, el Everest fue derrotado porque los humanos nos


hicimos más grandes. Sin importar lo altas que sean las montañas
que tengamos que superar, estas no se están haciendo más grandes,
pero nosotros sí podemos crecer.

LAS LLAVES DEL CRECIMIENTO

Nuestro potencial para alcanzar logros es casi ilimitado. Sin em­


bargo, a fin de desarrollar ese potencial, el crecimiento no es opcio­
nal. Es algo que se requiere. Por eso es que debemos procurar nuevas
formas de crecimiento. Hay cuatro cosas que podemos hacer para
asegurar que estamos creciendo de modo que estemos desarrollan­
do más y más nuestro potencial todos los días.

Debemos procurar ponernos en situaciones


que nos obliguen a crecer

Todos nosotros tenemos situaciones en las cuales nos gustaría


hacer algo al respecto, pero que pensamos que no tenemos la habi­
lidad de hacerlas. Ahí es donde tenemos dos opciones sobre las cua­
les elegir. Podemos abandonar lo que deseamos, o podemos decidir
convertirnos en la persona que puede lograrlo. Por supuesto, lo más
fácil es simplemente retirarnos y no intentar nada. Debemos resistir
esa tentación con todas nuestras fuerzas.

73
D r . J im m uncy

Y la razón para ello es que si rehusamos intentar nuevas cosas,


nos perdemos de una gran oportunidad de crecer. En vez de rehuir
a esas situaciones, las debemos acoger. Debemos procurar ponernos
en situaciones que nos ayuden a evolucionar. Crecer es difícil y no
estaremos dispuestos a hacer el trabajo si no existe una recompen­
sa por hacerlo. Es en esas ocasiones en las que algo capta nuestra
atención y nos damos cuenta que tenemos que cambiar para lograr
el éxito, que necesitamos del entorno para crecer y de la motivación
para hacerlo. Y al final tendremos tanto el crecimiento como la re­
compensa. La próxima vez que enfrentemos el mismo deseo de salir
huyendo, resistamos la tentación y quedémonos para poder crecer.

No deberíamos ponernos metas que podamos alcanzar con lo


que ya somos. Ahí no hay crecimiento. Debemos establecer metas
basándonos en el crecimiento que debe ocurrir cuando las alcance­
mos. Entonces, al lograr esa nueva meta, no sólo habremos alcanza­
do un tipo de victoria, sino que también tendremos una visión nueva
y mejorada de nosotros mismos. Un gran artista dijo una vez: “Me
comprometo con aquello que no puedo hacer. Así es como logro
llegar al sitio donde sí lo tengo que hacer”.

Haga de cada oportunidad una experiencia de aprendizaje

Cierto hombre estaba en una entrevista de trabajo para un em­


pleo en ventas. Su hoja de vida indicaba que había estado en ese
campo durante veinte años. El gerente que lo entrevistaba le hizo la
pregunta difícil. Señalando a su experiencia le preguntó: “¿Significa
esto que usted tiene veinte años de experiencia en las ventas? ¿O
que usted tiene un año de experiencia en las ventas y lo ha estado
repitiendo veinte veces?”. Buena pregunta.

Algunos dicen:
IDEA CLAVE
“La práctica hace al
La práctica progresiva hace al
maestro” Pero no es
maestro.
así. La práctica pro­
duce hábitos. Si uno
hace algo equivocadamente, vez tras vez, no se está perfeccionando.
Se está involucrando en un mal hábito.

74
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Hace varios veranos, encontré que tenía muy poco que hacer.
Para ese tiempo estaba enseñando en el Texas Tech, pero había
aceptado un puesto en la Universidad Clemson a casi medio país de
distancia. El nuevo trabajo habría de empezar en el otoño. Ya había
terminado todos mis proyectos de investigación y no tenía ningún
sentido iniciar algún proyecto nuevo hasta mi llegada a Clemson. De
modo que ese verano se convirtió en mi verano de golf.

Al principio del verano mi hermano vino a visitarme desde Ca­


lifornia. Nos inscribimos en un pequeño curso para ver qué pasaba.
Ninguno de los dos lo hizo muy bien, pero yo gané la ronda. Eso me
hizo tener la impresión de que con sólo un poco de práctica, podría
convertirme en un buen jugador de golf. De modo que pasé todo ese
verano jugándolo día tras día. A veces jugaba a los dieciocho hoyos
y al finalizar iniciaba de nuevo una y otra vez.

Al final del verano fui a visitar a mi hermano; él no había vuelto


a tomar un hierro desde que habíamos jugado la última vez. En cam­
bio yo había dedicado el verano entero a jugar. Jugamos una ronda
de golf y él me ganó. Mi verano de prácticas no me había ayudado a
mejorar. Sólo ayudó a perpetuar lo mal que lo hacía.

Desde entonces no he jugado golf en años, y no volveré a hacerlo


hasta que me dedique a aprender a jugarlo de la forma correcta. Vol­
veré a jugar sólo hasta cuando tenga el tiempo para tomar clases con
un golfista experto. Espero que para ese tiempo me haya recuperado
de mi mala práctica y esté de vuelta para comenzar de cero. La prác­
tica no hace al maestro. La práctica produce hábitos.

Rick Pitino modificó ese viejo refrán. Él dice que la práctica per­
fecta hace al maestro. Aún no estoy seguro si concuerdo con eso.
Cuando me aventure de nuevo al mundo del golf, tengo la seguridad
que ni siquiera el mejor profesional del mundo podrá lanzarme a la
práctica perfecta que mantiene la perfección.

Permítanme proponer un dicho mejor: la práctica progresiva


hace al maestro. Yo no debería continuar haciendo lo mismo una y
otra vez de la misma manera a menos que lo haya perfeccionado. Mi
meta debe ser la de analizar cada esfuerzo que haga mediante hacer­

75
dr . J im M u n c y

me dos preguntas: “¿Qué hice bien?" Sin importar lo mal que lo haya
hecho, debí haber logrado algo bien. La siguiente pregunta es: “¿Qué
debo hacer de forma diferente?”.

Note que yo no dije: “¿Qué hice mal?” Si nos enfocamos en lo


que hicimos mal lo repetiremos. Es como si le estuviéramos dicien­
do a nuestra mente que hiciera lo incorrecto. He tenido varios es­
tudiantes que fueron salvavidas. Ellos me han contado que si ven a
un niño corriendo y le gritan “No corras”, el niño simplemente sigue
corriendo. Si por el contrario le dicen “Camina” el niño empieza
a caminar. De la misma manera, no deberíamos decirnos a noso­
tros mismos lo que no queremos hacer. Debemos concentrarnos en
cómo hacer las cosas bien.

Haga del crecimiento parte de la rutina diaria

El crecimiento es una parte natural de la vida hasta cuando tene­


mos alrededor de 20 años de edad. Después de eso, se necesita hacer
un esfuerzo consciente para continuar creciendo. Si no hacemos un
esfuerzo consciente, no crecemos más.

Uno de mis servicios favoritos en la escuela siempre ha sido el


de la noche de los coros infantiles. El coro de los niños de preescolar
siempre se roba el show. Son muy tiernos. En realidad no cantan.
Algunos gritan y otros susurran. Todos se contonean. Algunos se ol­
vidan de la música y se la pasan todo el tiempo buscando a mamá. Y
siempre hay una niña que al pararse se levanta su vestido hasta la al­
tura de la cabeza. Es muy enternecedor ver a esos niños ahí parados
haciendo algo que ni siquiera se aproxima a cantar. La presentación
es sensacional porque los preescolares están siendo preescolares.

No obstante, no creo que causaría mucha gracia si un coro de


adultos se presentara un domingo por la mañana e hiciera exacta­
mente lo que estos niños hacen. Si en vez de cantar, apenas estuvie­
ran gritando, o susurrando, y si algunos de ellos estuvieran buscando
a sus mamás. ¿Sería divertido ver a la señora Smith, con sobrepeso y
de mediana edad, levantarse su vestido hasta la altura de la cabeza?
En lo absoluto. El director del coro probablemente sería despedido.

76
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Todos esperamos que los niños se comporten de esa manera.


Pero también esperamos que haya un proceso de maduración a me­
dida que estos crecen. Deseamos que los niños del coro del jardín
infantil estén un poco más maduros que los niños que apenas em­
piezan a caminar. Y esperamos que el coro de la secundaria tenga
más habilidad musical que el coro de los de primaria.

Pensaríamos que ocurre algo realmente terrible si alguien de


quince años se comportara como si tuviera cinco. Pero no nos mos­
tramos igual de preocupados cuando vemos a alguien de treinta y
cinco actuar como si tuviera veinticinco. No obstante, a nuestro al­
rededor hay muchas personas que están entre los treinta y cincuenta
años de edad sin demostrar crecimiento evidente en sus vidas. Y la
dificultad radica en que quienes se han rehusado a crecer no son
personas muy retrospectivas, de modo que no logran ver la desven­
tura que ha ocurrido en su pasado.

Este es el problema. En los niños el crecimiento hace parte natu­


ral de la vida. Los niños no tienen que hacer nada para madurar. Eso
es algo que ocurre con simplemente ser niños. Pero en los adultos
ese proceso natural de maduración cesa. En algún momento alrede­
dor de los 20 años, crecer empieza a implicar esfuerzo. Y a menos
que hagamos algo específico para asegurarnos de que estamos cre­
ciendo, ese proceso se detendrá.

Debemos asegurarnos que esa maduración continúe median­


te hacerla parte normal de nuestra rutina diaria. Comer es parte
normal de la rutina diaria. Lo mismo ocurre con bañarse. Implica
esfuerzo, así como también hacer ejercicio debe hacer parte de la
rutina diaria. Y todos nos aseguramos de hacer de estas actividades
parte de nuestro quehacer para asegurarnos de que nuestro cuerpo
esté bien atendido. Del mismo modo, necesitamos tener una rutina
para lograr que nuestro cerebro esté en buena forma.

Necesitamos tener el hábito de leer entre veinte minutos


y una hora al día toda clase de material que potencialice el poder
de nuestra mente. No deberíamos desperdiciar todo el tiempo que
pasamos en nuestro automóvil escuchando la radio. Consiga mate-

77
D r. Jim M u n c y

ríales de audio que estén relacionados con el desarrollo personal y


póngalos en el estéreo de su automóvil. Con tan sólo unos cambios
pequeños podemos empezar a cuidar de nuestra mente así como
también cuidamos de nuestro cuerpo.

Rodéese de personas que le impongan retos

La cuarta llave del crecimiento es rodearse de personas que es­


tén donde usted quiere llegar. Si yo lo quisiera, encontraría la forma
de jugar baloncesto en un lugar donde yo siempre fuera la estrella.
Iría a una escuela primaria para encontrarlo. No obstante, siempre
puedo encontrar a alguien, o algún lugar que me puedan retar a lle­
gar más lejos.

Sin embargo, si
IDEA CLAVE
frecuento a los ni­
Cuando somos niños, el crecimiento
ños de tercer grado
es parte natural de la vida. Cuando
no voy a lograr que
alcanzamos los veinte años de edad,
mejore mi juego. Si
crecer es algo que conlleva esfuerzo.
mi deseo es mejorar,
entonces tendré que
buscar a quienes jueguen mejor de lo que yo lo hago. Cuando juegue
al lado de ellos no me veré tan impresionante, pero estaré mejoran­
do. Mientras mejor sea la gente con la cual esté, mejor persona llega­
ré a ser yo. Y esto es cierto en todos los ámbitos de la vida. La gente
de la cual nos rodeamos tiene un impacto muy grande en la persona
que llegamos a ser.

Estas son las llaves del crecimiento. Podemos lograr cosas in­
creíbles si aprendemos a hacerlas bien, si las practicamos, y si nos
rodeamos de la clase de personas correcta. De nosotros dependerá
que hagamos que todo esto suceda. Cuando lo hagamos, estaremos
liberando uno de los grandes potenciales que tenemos en la vida —el
potencial de crecer.

78
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

II, POTENCIAL DE DESCUBRIR

Un segundo potencial que la mayoría de personas dejan de cul-


i ivar es el potencial de descubrir la solución a sus problemas. David
Schwartz nos cuenta una historia que es una crítica de mi profesión.
I lubo una vez un niño que quería crecer y tener su propio negocio.
( Cuando terminó la secundaria empezó a estudiar Administración de
Kmpresas en la universidad. Allí se instruyó todo lo que necesitaba
para empezar su propio negocio.

Aprendió que no es posible empezar un negocio a menos que se


tenga el capital suficiente y una ventaja competitiva. También apren­
dió que no se debe iniciar un negocio a menos de que se hayan esta­
blecido relaciones con los distribuidores. El joven no tenía ninguna
de las cosas que se necesitaban para iniciar el negocio, de modo que
cuando se graduó se empleó y empezó a trabajar para otra persona.

Años después este hombre se encontró con un amigo de la se­


cundaria. Su amigo era el dueño de un negocio exitoso. Él no ha­
bía ido a la universidad y no había aprendido todas las cosas que
se necesitan para iniciar un negocio. Él simplemente inició su ne­
gocio. No tardó mucho en darse cuenta de que necesitaba dinero,
de modo que se las arregló para conseguir el dinero que necesitaba.
Cuando descubrió que necesitaba tener gente a la cual venderle sus
productos, la encontró. También descubrió rápidamente que no po­
dría sobrevivir si su negocio era como todos los demás, de modo
que cambió. Este hombre no esperó hasta tener todos sus proble­
mas resueltos antes de abrir las puertas de su establecimiento. Él iba
resolviendo los problemas a medida que estos se iban presentando.
Él sabía que si esperaba a tener todas las cosas que necesitara para
iniciar su negocio, nunca lo empezaría.

Muy rara vez descubrimos las cosas antes de que las necesite­
mos. Es la necesidad la que nos lleva a los descubrimientos. Hace
algunos años, cuando yo apenas estaba recién casado, llegó a la ciu­
dad una nueva tienda por departamentos. Varios de nuestros amigos
quienes tenían niños pequeños en esa época nos dijeron lo buena
que era la tienda, de modo que Lisa y yo fuimos a darle un vistazo.

79
DR. JIM MUNCY

Fue una total decepción. No vimos nada en la tienda que nos llamara
la atención. Prometimos no regresar.

Tiempo después nosotros tuvimos niños pequeños, fuimos a la


misma tienda, y nos sorprendimos de descubrir que era la mejor
tienda que habíamos visto en nuestra vida. Todo en la tienda había
sido diseñado justo para nosotros. Pudimos haber gastado todos los
cheques del salario de un año en sólo una visita.

Más adelante, leí sobre la estrategia de esta compañía. Su objeto


comercial era las familias con niños, y todos sus productos eran se­
leccionados con ese segmento del mercado en mente. Sin niños yo
vi los productos y me marché de inmediato. La tienda no satisfacía
ninguna de mis necesidades en ese momento. Años después, cuando
tuvimos niños, entré a la misma tienda y vi toda clase de cosas que
yo necesitaba. La tienda no había cambiado. Eran mis necesidades
las que habían cambiado.

Nuestra atención
IDEA CLAVE
se enfoca según la
Las soluciones vienen después
necesidad. De repen­
de losproblemas, no antes.
te, nos sintonizamos
con aquello que ne-
cesitamos según el momento. Ignoramos lo que no necesitamos en
este momento. Por otra parte, si necesitamos algo, identificamos en
un instante dónde puede ser hallado.

Aún si carecemos de todo lo que necesitamos para lograr algo,


todavía podemos ser optimistas. Una vez nos fijemos una meta y
empecemos a andar en su dirección y búsqueda, nos sorprendere­
mos de todas las cosas que descubriremos durante el camino, que
resultan ser exactamente lo que necesitamos para alcanzar tal meta.
Sin embargo, ese proceso de descubrimiento no podremos iniciarlo
si en primer lugar no nos proponemos la meta.

Las soluciones vienen después del problema, no antes. Aún


cuando veamos las soluciones frente a nuestros ojos, no tendrán
ningún significado sino hasta cuando hayamos enfrentado el pro­
blema. No obstante, una vez estemos listos para la solución, la vere-

80
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

mos. Es como dice el viejo dicho: “Cuando el estudiante está listo, el


maestro aparece”.

En cierta ocasión yo era el orador principal para un grupo gran­


de de agentes de ventas. La persona que me solicitó la disertación
me dijo que la moral estaba por el piso y que ella quería que yo diera
un discurso para levantar el ánimo de su personal. No pasó mucho
tiempo antes que me diera cuenta cuál era la fuente del problema.

Mi discurso fue seguido a una presentación combinada por el


vicepresidente regional y el director regional de ventas. Ellos dieron
un discurso del tipo “El cielo se está cayendo” La compañía hizo al­
gunos cambios que harían muy difícil vender el producto. Sus com­
petidores estaban creciendo en uno de sus mercados principales.
Para el momento en el que estos dos hombres estaban hablando, el
auditorio se estaba durmiendo.

Yo tenía algo para decirle a este dúo deprimente, pero no quería


hacerlo directamente. En la mitad de mi discurso les envié un men­
saje a ellos. Yo no los miré mientras lo enviaba, pero esto fue lo que
dije:

“Superen todos
IDEA CLAVE
los desafíos y elimi­
Las grandes oportunidades vienen
nen los problemas de
con los grandes problemas. Las gran­
su trabajo. Todo el
des recompensas no residían de resol­
mundo puede hacerlo.
ver problemas pequeños.
En su trabajo ustedes
necesitarán enfrentar
desafíos significativos. Deberán resolver algunos problemas gran­
des. Alégrense por ustedes porque si no fuera por estos problemas,
ustedes serían prescindibles. Cualquiera estaría en capacidad de ha­
cer este trabajo. Su compañía no necesita alguien con sus cualifica-
dones para hacer la parte detallada de su trabajo. Ellos necesitan a
alguien con sus cualificaciones para resolver los problemas grandes.
Quiten la mitad de sus problemas y perderán la mitad de sus ingre­
sos”.

81
D r . Jim M u n c y

Las oportunidades siempre se presentarán en nuestro camino.


Cuando se presenten, siempre vendrán mezcladas con los proble­
mas. Tilomas Edison dijo que la razón por la cual muchas personas
no logran reconocer las oportunidades es porque estas aparecen
vestidas con overol y con la apariencia de mucho trabajo por ha­
cer. Si uno está buscando oportunidades sin problemas, nunca las
encontrará. Cuanto más grande sea la oportunidad, mayores serán
los problemas; y mientras más grandes sean los problemas, mayores
serán las oportunidades.

Tenemos dos maneras de responder cuando las oportunidades


aparecen mezcladas con los problemas. Podemos ver los problemas
y salir huyendo porque no sabemos cómo resolverlos inmediata­
mente. Podemos salir en busca de problemas más pequeños, pero
estos estarán vinculados a oportunidades más pequeñas. Podemos
encontrar oportunidades pequeñas con problemas pequeños y por
consiguiente tener una medida de éxito más pequeña.

Pero si queremos tener éxitos más grandes, entonces adoptare­


mos un enfoque diferente. Aceptaremos desafíos grandes. Cuando
lo hagamos, liberaremos el poder creativo de nuestra mente para
resolver esos problemas de magnitud que traen consigo también
las grandes oportunidades. Las soluciones a los problemas surgirán
después de que hayamos aceptado el desafío y hayamos enfrentado
el problema. No podemos esperar hasta que todas las luces de los
semáforos estén para ingresar al automóvil y emprender la marcha.

AVIVE SU ESPERANZA

Mediante la creatividad y el crecimiento lograremos cosas in­


creíbles. Por ello es que cualquier persona realista es optimista. ¿Ha
escuchado alguna vez a alguien decir: “No quiero que avivéis tus es­
peranzas” como si hubiera algo de malo en avivar las esperanzas?
Es la esperanza lo que nos motiva. Son ellas las que nos empujan a
alcanzar cosas grandes.

Recuerde al Apolo 13. Estaba a punto de alunizar cuando la nave


hizo el anuncio, “Houston, tenemos un problema”. Y vaya que tenían

82
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

tm problema. Cuando Houston se percató de la clase de problema,


. <|iié dijeron? “Muchachos, haremos lo mejor de nuestra parte para
l raerlos de regreso a la Tierra, pero no aviven sus esperanzas”. No,
eso no fue lo que ellos dijeron, más bien dijeron, “Los traeremos de
vuelta a la Tierra sanos y salvos”.

Y aquello implicó un gran desafío. Su nave espacial estaba se­


veramente dañada. No tenían la energía que necesitaban. El sumi­
nistro de oxígeno estaba a punto de agotarse. Aún así, el centro de
romandos procedió con confianza absoluta de que encontrarían la
manera de traer a los astronautas Lovell, Swigert y Haise de vuelta
a la tierra. Aquello implicó que cada neurona en la NASA pensara
en soluciones frente a los problemas que enfrentaban, pero fue la
esperanza lo que los mantuvo trabajando día y noche. Al final, la
esperanza ganó y la tripulación se salvó.

La vida tiene tres cosas qué ofrecer: fe, esperanza y amor. Así
es. Si perdemos alguna de estas, hemos perdido uno de los grandes
pilares que hacen que la vida valga la pena. Nunca diga a nadie, ni a
sí mismo: “No quiero que avives la esperanza” Eso nos priva de una
de las cosas grandiosas de la vida.

Las cosas no siempre resultan de la manera en que nos gusta­


ría. Por ello es que la esperanza siempre nos brinda el potencial que
necesitamos para aguantar el dolor. Pudiéramos acabar con la espe­
ranza para eliminar el dolor. Pero en ese caso la solución sería peor
que el problema. Eso es como si nos fuéramos de caza con un gran
cañón. Es cierto que usted podría matar unos cuantos pájaros, pero
nunca hallaría sus restos.

No intente eliminar la desilusión eliminando la esperanza. Al


contrario aprenda a mantener la esperanza y a manejar las decepcio­
nes. Unavez desarrollemos la habilidad de manejar nuestras decep­
ciones no tendremos miedo y seremos optimistas. En ese momento,
habremos avanzado gran parte del camino en la dirección en la que
la gente exitosa lo hace.

83
L L A V E 3

RESPONSABILIDAD:
PIENSE EN LOS
RESULTADOS Y NO
EN LAS RAZONES

"Hay razones y resultados.


Pero las razones no cuentan".
—Burke Hedges, conferencista y entrenador

85
D r . J im M u n c y

U
n muchachito había pasado varios meses siguiendo a su
abuelo en una pista de golf. Recibió un juego de palos de
juguete en su cumpleaños. Con gran entusiasmo fue al patio t
ro de su casa a mostrar cuánto había aprendido a jugar golf junto
a su abuelo. Mientras toda la familia observaba, el jovencito tomó
orgullosamente el primer hierro de la bolsa. Pero en vez de golpear
la bola con este, lo arrojó sobre un árbol y enseguida empezó a mal­
decir.

Era evidente que este jovencito había aprendido algo de su


abuelo. No aprendió a jugar golf. Había aprendido a culpar al juego.
Cuando su abuelo fallaba en un tiro culpaba al hierro. Tal vez esa era
la razón por la que el hierro continuaba cometiendo el mismo error
vez tras vez.

Gilbert Arland hizo una observación muy interesante. Dijo:


“Cuando un arquero falle el tiro, deberá volverse e intentar buscar
la falla en sí mismo. Fallar en el blanco nunca es la falla del blanco.
Para mejorar el tiro, se debe mejorar a nivel del tirador” Esa es la
clave del éxito.

Toda deficiencia al alcanzar los resultados esperados tiene sus


razones. Infortunadamente, las razones no substituyen a los resul­
tados. Si continuamos excusándonos de los malos resultados, eso es
lo que siempre tendremos, excusas y un desempeño pobre. Para al­
canzar niveles de éxito mejorados, debemos entrenar nuestra mente;
debemos pensar en los resultados, no en las razones.

86
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

I VITE LA FORMA PEREZOSA DE PENSAR

Uno de los libros favoritos de mis estudiantes es Padre rico, pa­


dre pobre, de Robert Kiyosaki. El padre real de Kiyosaki, a quien él
llama el padre pobre, recibió una buena educación a pesar de haber
sufrido económicamente toda su vida. Kiyosaki llamó al mejor ami-
K<>de su padre, su padre rico. El padre rico no tuvo la formación del
padre pobre, sin embargo, logró amasar una enorme fortuna. Mien-
i ras crecía, Kiyosaki notó que su padre rico y su padre pobre siempre
diferían en sus consejos. Kiyosaki explica que la gente rica piensa de
lorma diferente de los que son pobres o de clase media. Este libro
muestra claramente que dependiendo de la forma como uno piense
le determinarán los resultados que obtengamos en la vida.

Cierto día, cuando Kiyosaki era niño, fue a donde su padre po­
bre y le preguntó si podía tener una bicicleta. Su padre le dijo que
no. Cuando Kiyosaki le preguntó por qué, su padre le dijo que no
tenía el dinero suficiente para comprar una. Más tarde, su padre rico
se dio cuenta que algo estaba sucediendo y le preguntó cuál era el
problema. El niño contestó: “Quiero una bicicleta, pero no tengo el
dinero para comprarla”.

“No digas eso”. Respondió el padre rico de Kiyosaki. “Nunca


digas que no tienes el dinero para comprar algo. Eso es pensar de
forma perezosa. Más bien pregúntate ¿Cómo puedo comprarla?”
r.ntonces el padre rico de Kiyosaki procedió a explicar lo que decía.

“Cuando dices que no puedes comprar algo, te estás excusan­


do de tener que hacer el trabajo duro de pensar” Cuando queremos
algo, casi siempre hay una manera ética y legal de conseguirlo. Sin
embargo, tal forma no será tan evidente. Posiblemente implica un
esfuerzo mental significativo para lograrlo, o implica leer y estudiar;
o preguntar a la gente para obtener buenas respuestas; o analizar y
evaluar las cosas de forma tal que nuestro pensamiento se expanda.

“Si decimos: ‘No puedo comprarlo^ no tenemos que hacer todo


ese esfuerzo. Pero si por otra parte, nos preguntamos cómo pode­
mos comprarlo, nos estamos forzando a pensar. Decir: ‘No puedo
comprarlo’ antes de siquiera tomarnos el trabajo de siquiera expío-
D R. jI M M UNCY

rar una manera de hacerlo, es pereza mental. Decir: ‘No puedo’ en


realidad significa ‘No quiero intentarlo”!

ADIÓS A NUESTRAS EXCUSAS CÓMODAS

La forma de pensar exitosa es una forma de pensar optimista.


Sin embargo, el modo de pensar optimista no siempre resulta ser có­
modo. De hecho, obtenemos un increíble sentido de poder cuando
nos damos cuenta que podemos hacer casi cualquier cosa que nos
propongamos. Sin embargo, perdemos todas las excusas que nos
han hecho sentir cómodos a través de los años. La excusa del “no
puedo” ya no es una excusa viable para nosotros. Si yo no hago algo
es porque he escogido no hacerlo. Así ya no podré jugar el papel de
persona indefensa en dificultades, ni tampoco el papel de la víctima.
Yo tengo lo que tengo en la vida por las opciones que he tomado, y
soy responsable de esas decisiones.

En una ocasión,
IDEA CLAVE
estaba enseñando en
La expresión “No puedo”confrecuen­
una clase y el tema del
cia significa “No quiero intentarlo”.
día era responsabili­
dad. Yo les dije a mis
estudiantes que ellos podían hacer casi cualquier cosa que quisie­
ran hacer. También les dije que no deberíamos excusarnos cuando
la verdadera razón de nuestro fracaso ha sido porque no lo hemos
intentado. Poco me percaté en ese momento de cuán rápido se vol­
verían esas palabras contra mí para abofetearme en la cara.

Después de la clase una estudiante me abordó. Cerca de un mes


atrás ella me había pasado uno de sus exámenes y me había solicita­
do que lo revisara porque ella pensaba que la calificación estaba mal.
Ella quería saber si ya lo había revisado. Yo le contesté: “Lo siento, no
he tenido el tiempo para revisarlo”.

Ella me miró como si yo fuera el hipócrita más grande del pla­


neta. Había acabado de pasar una hora diciéndoles a mis estudiantes
que debíamos asumir la responsabilidad de nuestras acciones y les
había dicho que podíamos hacer casi todo lo que nos propusiéra-
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

luos. Había explicado que la expresión “no puedo” significaba “he


escogido no hacerlo”. Y en ese momento, yo le estaba diciendo a mi
estudiante que no había tenido cinco minutos en todo un mes para
mirar su examen.

Durante ese mes yo había tenido tiempo para contestar mis co-
i reos electrónicos. También había hallado el tiempo para tener tres
comidas al día. En las ocasiones que escuché un buen chiste, tuve
i iempo para pasar por las oficinas de mis colegas para compartir el
chiste. También había encontrado el tiempo para jugar baloncesto.
Sin duda que vivo una vida ocupada, pero en el último mes, había
<onseguido el tiempo para hacer todas las cosas que había querido
hacer. Pero no había hallado el tiempo para hacer todas las cosas que
debería haber hecho.

Tan pronto como entendí lo que estaba pasando, miré a mi es­


tudiante directamente a sus ojos y le dije: “Lo siento. Debí haber
apartado tiempo para revisar tu examen pero no lo hice. No estoy
viviendo de acuerdo con mis responsabilidades y te presento mis
más sinceras disculpas por ello. Te lo tendré de listo para la próxima
clase” Ese día hallé el tiempo para revisar el examen.

LAS PUERTAS CERRADAS


NO NOS PUEDEN IMPEDIR EL PASO

¿Cuántas veces
IDEA CLAVE
hemos escuchado
Cuando nos falta pasión, intenta­
a alguien utilizar la
mos encontrar las puertas abiertas.
expresión "la puer­
Cuando estamos dedicados comple­
ta estaba cerrada” al
tamente a desarrollar una meta, los
momento de explicar
muros no nos pueden detener.
la razón por la que no
hizo algo? Las puertas
cerradas no pueden impedirnos entrar a un edificio si lo que real­
mente queremos es estar dentro. Por supuesto, yo me he dirigido
hacia una puerta, he girado la perilla y he descubierto que estaba
cerrada. Pero no fue la puerta lo que me detuvo. Fue mi decisión de

89
D r . J im M u n c y

que aquello que estaba adentro no era lo suficientemente digno del


costo de conseguir estar dentro.

¿Qué sucedería si el edificio estuviera ardiendo en llamas y mis


hijos estuvieran al otro lado de la puerta? ¿Me dirigiría a la puerta,
intentaría girar la perilla y al descubrir que estaba cerrada, me iría
de allí? Por supuesto que no. Sin importar lo que fuera, haría lo im­
posible para abrirla. Cuando nos falta pasión intentamos encontrar
las puertas abiertas. Cuando estamos dedicados completamente a
desarrollar una meta, los muros no nos pueden detener. No debe­
mos culpar a las cerraduras de la puerta. El verdadero problema es
nuestra falta de deseo.

LOS OBSTÁCULOS EN CONTRASTE


CON LAS BARRERAS

Por supuesto, a veces surgen cosas que nos bloquean. Como lo


dije en el capítulo anterior, no podemos hacer absolutamente todo.
Pero sí podemos hacer casi absolutamente todo. Debemos aprender
a distinguir los obstáculos de las barreras.

Cuando emprendo un viaje, puedo anticipar que habrá obstácu­


los en el camino. Puede haber agujeros y escombros en la vía. Puedo
encontrar que la vía esté en construcción o vehículos varados. Es
natural esperar que ocurran este tipo de cosas. Cuando encuentro
un obstáculo, lo que normalmente debo hacer es pasar por un lado
y superarlo. No es de esperarse que yo cancele unas vacaciones fa­
miliares y regrese a casa si una de las ruedas de mi vehículo resulta
averiada por la vía interestatal. Se espera que yo supere este proble-
mita y siga adelante.

Sin embargo, hay veces que lo que encontramos son barreras.


No muy lejos de mi casa, se había caído un puente, de modo que
las autoridades del condado pusieron una barricada. Cuando llegué
a la barrera, no intenté sobrepasarla caprichosamente. Aunque los
obstáculos no nos detienen, las barreras sí.

Cuando nuestro paso es bloqueado por una barricada, no nos


quedamos allí a contemplarla para siempre. Es posible que necesi­

90
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

temos trazar una ruta diferente para nuestro viaje. Y dependiendo


del tipo de barrera que encontremos, también es posible que ne­
cesitemos posponerlo o cancelarlo. No obstante, normalmente no
detenemos nuestro viaje cuando encontramos una barrera.

La vida está llena


IDEA CLAVE
de obstáculos. No po­
Nuestra habilidad para distinguir la
demos planear núes- j
diferencia entre obstáculos y barre­
tro viaje pensando en í
ras, determinará lo lejos que llegue-
estos. Si permitimos
mos en la vida.
que ellos nos deten­
gan, no llegaremos a
ninguna parte. Sencillamente debemos seguir adelante sabiendo que
hemos de enfrentar obstáculos y cuando los encontremos, enfren­
tarlos de la forma más conveniente posible.

También encontramos que la vida presenta algunas barreras.


Cuando nos encontremos con una de estas, debemos detenernos
por un momento y reorganizarnos. Debemos averiguar si existe otra
ruta por la cual podamos llegar al destino que nos proponemos.
Normalmente existe una ruta alterna. Pero si esa ruta no existe, de­
bemos reconsiderar nuestro lugar de destino.

Cuando estaba en la universidad, asistí a una fiesta. Había una


mujer muy atractiva e interesante llamada Gerry. Para el final de la
reunión yo tenía estrellas en mis ojos. Cuando regresé a mi aparta­
mento le dije a mi compañero que yo quería invitarla a salir. Él me
miró de forma extraña. Me dijo que Gerry estaba casada. Ahí yo no
había encontrado un obstáculo, había encontrado una barrera. Las
estrellas de mis ojos pronto se desvanecieron y Gerry dejó de hacer
parte de la lista de personas a las cuales invitaría a salir.

Y sólo porque encontré una barrera ello no significaba que de­


jaría de invitar a alguien por el resto de mi vida. Cerca de un año
después, conocí a alguien que realmente me impactó. Infortunada­
mente, ya había aceptado un trabajo a seis horas de distancia. La
pasamos muy bien juntos, de modo que yo decidí continuar y le pedí
que tuviéramos una cita. Debo admitir que la distancia entre los dos
fue dolorosa. Aún así era un obstáculo, no una barrera. La supimos

91
D R . JIM M UNCY

manejar, y me alegra que lo hayamos hecho porque con el tiempo


nos casamos, y ya he disfrutado de muchos años maravillosos con
mi esposa, Lisa.

Nuestra habilidad para distinguir la diferencia entre obstáculos


y barreras, determinará lo lejos que lleguemos en la vida. Si desarro­
llamos el hábito de superar las barreras, superaremos muchos puen­
tes. Por otra parte, si nos detenemos en cada obstáculo del camino,
nunca llegaremos muy lejos. Ahora exploremos cómo podemos ex­
plorar las barreras.

LAS BARRERAS ÉTICAS

Cuando se trata de asuntos morales, debemos ser prestos a ver


los inconvenientes como barreras. Cualquier cosa que se acerque a
lo inmoral o a lo falto de ética deber ser vista como una barrera.

Había un hombre rico que vivía en lo alto de una montaña. Para


llegar y salir de su casa debía transitar por un camino ondulado con
riscos altos y empinados. El hombre necesitaba un chofer y entre­
vistando a los candidatos redujo la lista a tres personas. Él tenía una
pregunta que quería hacerles y de su respuesta decidiría a cuál con­
tratar.

Él le preguntó al primero cuán cerca podía acercarse al borde del


camino sin irse por el despeñadero. El primer candidato le contestó
que él podía estar a dos pies sin tener el peligro de irse por el borde.

El hombre le hizo al segundo candidato la misma pregunta. Este


hombre le contestó que siempre podía conducir a un pie de distancia
del borde y nunca colapsar.

A continuación le preguntó al tercer candidato lo mismo. El


hombre dijo, “No estoy muy seguro, pero permítame decirle esto.
Siempre intento permanecer tan lejos del borde como pueda’! El ter­
cer candidato obtuvo el trabajo.

Esa es la manera en la que debemos fijar la norma en los asun­


tos éticos. No debemos intentar ver cuán cerca podemos llegar a la
línea. Nuestra meta debe ser la de mantenernos tan alejados como
podamos.
92
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

¿CUÁN ALTA DEBE SER UNA NORMA?

Cuando se tra­
IDEA CLAVE
ta de asuntos que no
En los asuntos éticos debemos ser
son éticos o morales,
prestos a ver los asuntos como barre­
nuestra norma debe
ras. En todos los demás asuntos debe­
ser opuesta. Debemos
mos hacer lo contrario.
ver todo como un obs- ______________________________ ______
táculo y no como una
barrera.

En una oportunidad yo estaba enseñando una serie de lecciones


sobre alguien que había alcanzado una importante medida de éxito
y que este individuo no había sido superado por nadie más que yo
conociera. Lo interesante es que él nunca parecía aceptar excusas
de nadie. A pesar que él era alguien muy afectuoso, parecía querer
demasiado a las personas como para permitirles hacer excusas. Yo
concluí que una de las características sobresalientes de él era su ha­
bilidad de amar a la gente completamente sin permitir que la gente
se excusara por nada. Yo llamé a este hombre el “el rompe excusas”.

Cuando me disponía a salir cierta mañana, estaba compartien­


do mi lección del rompe excusas con mi esposa y mis cuatro hijos.
Cuando abrí la puerta de mi casa vi que había basura esparcida en
el jardín del frente. Esto ocurre cuando ninguno de nosotros pone
la basura en la caneca de la basura ubicada dentro del área de la
cerca interior de la casa. Si la basura se queda por fuera de la cerca
y supera el tamaño de la caneca, puede venir el perro de un vecino y
romper la bolsa y decorar el frente de nuestra casa con basura.

Yo pregunté mirando a mis cuatro hijos, “¿Quién no puso la ba­


sura donde debería ir?” Vi tres dedos señalando a uno de ellos y a
este jovencito deseando estar en otro lugar. “Cuando regresemos a
casa tendrás que recoger ese desorden” le dije. “Y no podrás comer
el siguiente postre”. Esa es nuestra pena habitual por no poner la
basura en el lugar adecuado.

Mi hijo respondió: “Pero fue que anoche estaba muy oscuro, y


sabes que odio la oscuridad. Estaba lloviendo y haciendo frío. No

93
D r . J im M u n c y

me quería mojar y odio el frío. Nunca pensé que un perro alcanzara


la bolsa”.

“Tienes que conseguir algo mejor” le contesté. “Esas excusas no


son suficientes y son inaceptables en mi clase del ‘rompe excusas”!
Entonces me dirigí a todos mis cuatro hijos y les dije: “De hecho, va­
mos a tener esta nueva regla en la casa. Si su excusa no es tan buena
como las del rompe excusas, no se aceptan”.

Así es como establecimos una nueva norma para las excusas que
aceptaríamos en nuestra casa. No me tomó mucho darme cuenta
que no había analizado las cosas lo suficiente antes de establecer la
norma. El problema no estaba con los niños. Ellos se ajustaban bas­
tante bien. El problema era que los niños esperaban que yo viviera
también según esa norma. Algunas de las excusas que yo daba en mi
casa de repente empezaron a verse bastante cojas. Y luego que mis
hijos me pillaron en algunas excusas flojas, empecé a preguntarme
por qué había establecido una norma tan alta.

Sin embargo, al final me alegra haberlo hecho de ese modo. Al


instituir la norma del rompe excusas descubrí que cuando se vive
una vida con estándares altos, se logran resultados increíbles. Es
posible que no siempre logremos alcanzar a estar a la altura de la
norma. No obstante, vale la pena intentar alcanzarla. Cuanto más
alta sea la norma que fijemos para las barreras, menor será nuestra
tolerancia para las excusas, y lograremos más cosas en la vida. ¿Por
qué? Porque cada vez que presentamos una excusa, invariablemente
rebajamos la norma del logro.

Cuando conside­
IDEA CLAVE
ramos el asunto se­
Presentamos excusas intentando
riamente, nos damos
evitar las consecuencias, o
cuenta que sólo hay
intentando sentirnos mejor por
dos razones por las
nuestras deficiencias.
cuales presentamos
excusas. Presentamos
excusas intentando evitar las consecuencias, o intentando sentirnos
mejor por nuestras deficiencias. Ninguna de estas dos razones es
buena. Veamos por qué.

94
U na puerta, d o s c er r a d u r a s

LA VIDA NO HACE EXENCIONES

En cierto semestre el profesor R.C. pidió a sus estudiantes que


presentaran cinco trabajos. En la programación que entregó el pri­
mer día de clase, informó la fecha de la entrega de cada uno de los
trabajos. También indicó que no se aceptarían trabajos después de
la fecha establecida. Cualquier trabajo que recibiera después de la
(echa estipulada tendría cero como calificación. Esa sería la conse­
cuencia.

Se presentó la fecha de la primera entrega y dos estudiantes


vinieron donde el profesor R.C, temblando de miedo. Tenían unas
excusas increíbles respecto a no tener listos los trabajos. El profesor
les dijo que no había problema, que los podían entregar la semana
siguiente.

Para la siguiente entrega otros estudiantes vinieron con algo de


miedo pero no temblando. Todos ellos tenían buenas excusas y el
profesor les permitió entregar los trabajos después de la fecha esta­
blecida. Luego vinieron las entregas tercera y cuarta. El profesor re­
cibió más trabajos tardíos. No hubo temor sino más bien una buena
cantidad de excusas flojas.

Entonces llegó el día en el que él debía recoger el último trabajo.


Cuando solicitó que sus estudiantes lo entregaran, estos respondie­
ron diciendo sin preocupación que habían tenido una semana muy
difícil y que los entregarían la siguiente semana.

El profesor preguntó: “John, ¿dónde está tu trabajo? ¿No lo tie­


nes? Tienes cero”

John se disgustó. “Eso no es justo. Lo traeré la próxima semana.


Tuve que estudiar para un examen de otra asignatura”

“John, tienes cero. Susan, ¿dónde está tu trabajo? ¿No hay traba­
jo? Entonces cero. Tom... cero. Ashley... cero”. Y continuó haciéndo­
lo del mismo modo. Cualquier estudiante que no hubiera presenta­
do su trabajo a tiempo obtuvo cero en la asignatura. Y la mayoría de
ellos tuvo que repetir el curso.

95
D r . J im . M u n c y

El profesor R.C. no estaba siendo injusto al pedir que sus estu­


diantes presentaran sus trabajos a tiempo. Ellos supieron desde el
mismo primer día de clase cuándo eran las fechas de entrega. Tres
meses es un tiempo razonable para que cualquier estudiante bajo
cualquier circunstancia entregue su trabajo. Donde hubo un error
fue cuando el profesor R.C. permitió que sus estudiantes tuvieran la
expectativa de que podían arreglárselas a partir de excusas. Cuando
él lo hizo, sus estudiantes empezaron a trabajar en sus excusas en vez
de trabajar duro en su asignatura.

Hay personas que como yo aceptamos de otros más excusas de


lo que deberíamos. ¿Sabe por qué hacemos eso? No es porque sea­
mos amables. Permitir que la gente adopte el hábito de presentar ex­
cusas es algo realmente poco amable. Aceptamos las excusas porque
es fácil hacerlo.

Como profesor no me cuesta mucho aceptar una excusa. Hace


poco tuve un estudiante que se quedó dormido y perdió un examen.
¿Qué hice yo? Le permití presentar el examen. ¿Lo hice porque pen­
saba que aquello era lo mejor en el interés del estudiante? En lo ab­
soluto. Lo hice porque era en el mejor de mis intereses. Para mí era
más fácil hacerle presentar un examen compensatorio en mis horas
de trabajo en la oficina que tener que lidiar con decirle que tenía
cero. No tenía por qué ser un fastidioso.

El estudiante pensó que yo era un buen tipo. Pero en realidad yo


estaba siendo perezoso, y en verdad le estaba enseñando una terrible
lección. Mi pereza le estaba enseñando que las excusas nos libran de
las consecuencias. Un profesor perezoso, un padre de corazón blan­
do, un juez indulgente o un supervisor condescendiente, pueden
darnos lo que queremos si tenemos una buena excusa. Pero cuando
la vida transcurre nos vemos enfrentados con situaciones donde las
excusas no valen.

Tal vez tengamos buenas razones para no dejar de fumar. No


obstante, nuestros médicos no nos pueden eximir del dolor, el sufri­
miento, y la muerte que provienen del cáncer de pulmón. Un alco­
hólico puede señalar que sus excesos con el licor se deben a causas

96
Un a pu er ta , d o s c e r r a d u r a s

hereditarias. Pero a su hígado poco le interesan esas excusas. Tal


vez tengamos buenas razones para no hacer nuestros pagos por el
Iiréstamo de un automóvil. Pero los bancos no aceptan las excusas a
• "libio de los pagos puntuales de nuestros créditos. Y si lo hicieran,
tendrían muchos préstamos no pagados que los conducirían rápida­
mente a la quiebra.

Tal vez tengamos buenas razones para no continuar adelante


con nuestro matrimonio. Pero esas son excusas baratas para la vida
familiar estable que nuestros hijos merecen. Es posible que tenga­
mos grandes excusas para no tener un buen desempeño en el tra-
liajo. Sin embargo, sólo hasta cuando nuestros empleadores puedan
l>agar sus facturas con nuestras excusas, nos despidan o terminen en
la quiebra, continuarán soportando esas excusas.

Cierta tarde me di cuenta lo fútil que es presentar excusas. Al


siguiente día tenía que hablar del tema de modo que estaba inmerso
en mis pensamientos. Yo estaba conduciendo mi automóvil, pensan­
do intensamente en el asunto, cuando escuché un pequeño sonido
de alarma. Cuando miré, mi tablero de instrumentos indicaba, “25
millas para quedar sin combustible”.

Como lo mencio­
IDEA CLAVE
ne, estaba inmerso en
Permitir que la gente caiga en el há­
mis pensamientos y
bito de presentar excusas es algo poco
no presté atención al
amable de nuestra parte.
aviso que había recibi­
do, hasta que el sensor
sonó de nuevo. En esta ocasión sólo tenía 10 millas antes de que­
darme sin combustible. Entonces dije: “Caray, lo olvidé”. Tenía una
excusa para no parar por gasolina. Tenía cosas muy importantes en
las cuales pensar y de nuevo me sumergí en mis pensamientos. En­
tonces decidí que llenaría el tanque luego de hacer una parada rápi­
da en la tienda. Infortunadamente las filas estaban más largas de lo
usual porque sólo habían dos cajas abiertas. Ahora que se me estaba
haciendo tarde tenía una gran excusa para no tomarme el tiempo
para ir a tanquear. Una gran excusa. Una excusa legítima. ¿Pero, a
cuantas millas extras me llevarían esas excusas? ¡A ninguna!

97
D R. JIM. MUNCY

Logré llegar a la estación de gas con el tablero alumbrando “4


millas para quedar sin combustible”. Y justo cuando llegué a la esta­
ción, se precipitó un gran aguacero. Entonces pensé: “No puedo ba­
jarme con este aguacero”. De nuevo una gran excusa. Pero a menos
que quisiera irme caminando a casa en medio de la lluvia, tendría
que tanquear. Mi automóvil acepta gasolina, no excusas. La verdad
era que un sólo galón de gasolina era mucho mejor que cualquier
excusa que pudiera tener. Terminé llegando a mi siguiente parada
tarde y escurriendo agua, pero mi auto tenía la gasolina que necesi­
taba. ¿Por qué? Porque mi auto no acepta excusas.

Infortunadamente, la vida se parece mucho más a mi automóvil


que a un profesor perezoso. Las excusas son vanas. No funcionan.
Rara vez cambian los resultados, de modo que no debemos caer en
el hábito de utilizarlas. No podemos permitirnos el lujo de pensar
que las excusas van a hacer que las cosas salgan bien. Más bien, de­
bemos dedicar nuestro tiempo a asegurarnos de que no necesitemos
presentar una excusa.

SENTIRSE BIEN NO SIEMPRE


SIGNIFICA ESTAR BIEN

Otra razón por la cual damos excusas es porque estas nos hacen
sentir bien cuando fallamos. Yo me siento mucho mejor como per­
dedor cuando puedo culpar a alguien o a algo por mis fracasos. El
problema es que sin importar a quién culpe todavía yo sigo siendo
el perdedor.

Salir con una gran excusa es algo fácil. Con tan sólo un poco de
creatividad, cualquiera de nosotros puede encontrar millones de ex­
cusas de cosas fuera de nuestro control para explicar por qué nues­
tra vida es una frustración. Está el gobierno, los maestros, la mala
suerte, los padres, los impuestos, el jefe, la América corporativa, la
genética, el destino, las estrellas, nuestro cónyuge, los niños, la edad,
la raza, la estatura, la mala salud, el pueblo asqueroso, la economía,
y las circunstancias. Estas son buenas excusas para aliviar el dolor.
El problema es que a pesar de todas estas excusas, nuestra vida sigue
siendo el mismo fracaso.

98
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Utilizamos las excusas como analgésico. Los analgésicos son


excelentes a menos que se hagan manifiestas las peligrosas enfer­
medades que esconden. Si tengo un dolor de cabeza, puedo tomar
una aspirina y sentirme mejor. Pero si esa aspirina me impide ir al
médico y descubro que tengo un tumor cerebral, habrá resultado ser
■i la larga algo perjudicial para mí.

Las excusas son analgésicos emocionales. Infortunadamente, el


<lolor que estas esconden usualmente está relacionado con algo que
necesita atención en nuestra vida. Las excusas esconden el dolor y
ísí nos privan de la motivación necesaria para mejorar nuestra vida.

He aquí una verdad vital. Perder duele. Y es bueno que duela.


Nunca debemos evitar el dolor que proviene de perder. Nuestra
meta debe ser la de nunca ser buenos perdedores. Si somos bue­
nos perdedores, nos haremos buenos en ello. Podemos hacernos tan
buenos en perder, que intentemos hacerlo todo el tiempo. Pero es
mejor atravesar varias pérdidas dolorosas y con el tiempo conver­
tirnos en ganadores, que conformarnos con perder y pasar nuestra
vida siendo perdedores.

Eso no significa que debamos comportarnos mal cuando perde­


mos. Una persona que hace esto, llora, grita, culpa a sus compañe­
ros, insulta a los reporteros, odia al entrenador, intenta indulgencias,
hace un hueco en la pared del pasillo de casilleros y luego se va a casa
y patea al perro.

Pero nunca queremos hacer algo como eso. Debemos estar agra­
decidos cuando perdemos. Debemos felicitar a los ganadores. Decir
a los reporteros cuán bien jugaron los contrincantes, y averiguar qué
podemos hacer para prepararnos mejor. Luego, cuando estemos so­
los, podemos llorar porque duele. Alimente el dolor de esa manera
para que ello lo motive a esforzarse más. Eso es lo que significa ser
un perdedor agradecido, no simplemente un buen perdedor.

No permití que mis hijos jugaran en cierta liga de baloncesto


el año pasado porque no mantenían el puntaje. ¿Por qué? Porque
la vida le hace anotaciones a uno todo el tiempo. Los funcionarios
que administraban la liga no querían que los niños se decepcionaran

99
DR. JIM M UNCY

si perdían. ¿Entonces? Yo quiero que mis hijos aprendan la lección


cuando pierdan. Yo quiero que ellos aprendan a manejar las pérdidas
de una forma divertida. Yo no quiero que pierdan tan mal que no
quieran volver a jugar. Pero yo quiero que ellos anoten. Ahí están
los ganadores y los perdedores. No debemos permitir que nuestras
excusas nos conviertan en perdedores.

ACEPTEMOS LA RESPONSABILIDAD

Las excusas no
IDEA CLAVE funcionan. Lo máxi­
Si suprimimos el dolor de la derrota, mo que pueden lo­
nos privamos de la motivación nece­ grar es hacer que nos
saria para mejorar nuestra vida. sintamos bien aún
cuando no debamos
sentirnos bien. De modo que debemos evitarlas. De hecho, debe­
mos hacer exactamente lo contrario. Debemos asumir plenamente
la responsabilidad de nuestras acciones.

La mejor forma de medir nuestra madurez es determinando si


aceptamos la responsabilidad de lo que somos y de lo que hacemos.
Uno puede tener noventa y nueve años de edad, pero si no asume
la plena responsabilidad de sus acciones, todavía es inmaduro. Un
niño que ha aprendido a aceptar su parte en responsabilidad está de­
mostrando mucha más madurez que muchos adultos que conozco.
A los hijos se les suelen dar privilegios basándose en la cantidad de
responsabilidad que puedan manejar. ¿No es esa también una buena
indicación de nuestra propia madurez?

No hay diferencia entre un adulto y un niño cuando las cosas


salen bien. Tanto adultos como niños se sienten satisfechos cuan­
do todo va bien. Pero la diferencia entre alguien maduro y alguien
inmaduro, es cuando las cosas no salen bien. La persona madura
asume su responsabilidad. La persona inmadura presenta excusas.

Patti era estudiante de medio tiempo en una de mis clases noc­


turnas. Durante el día trabajaba de tiempo completo para una agen­
cia del gobierno. A pesar que tenía alrededor de 25 años de edad,
todavía vivía en casa con sus padres.
100
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Cierta noche apliqué un examen a la clase. Patti fue la última


estudiante en entregar su examen. Estaba llorando. “Perdí este exa­
men,” sollozaba. Y a juzgar por todos los espacios en blanco de la
hoja yo intuía que ella tenía razón. No lograba entender por qué
había tomado tanto tiempo para escribir tan poco, pero dado que
todavía estaba llorando, no consideré aquel un buen momento para
preguntar.

Patti dijo: “¿Sabe por qué perdí este examen? Se trata de mis
padres. ¿Cómo no fallar así? Todos los días me dicen que soy una
tonta. Ellos creen que no puedo hacer nada bien. Me dicen que no
tiene caso que asista a la universidad, que soy demasiado tonta para
graduarme. ¿Cómo hacer algo bien si escucho eso todos los días?”.

Para mí la solución era bastante obvia. Aquí había una mujer de


veinticinco años sin hijos con un trabajo de tiempo completo con el
gobierno y viviendo en casa. Le dije, “Si tus padres te dificultan tus
metas de salir adelante, entonces, cámbiate de lugar de residencia”.

“No puedo” contestó. “No puedo costear el vivir sola”.

“Patti, ¿qué hay de


IDEA CLAVE
otras mujeres como tú
La mejor manera de medir nuestra
que ganan tu mismo
madurez es determinando si acep­
salario, viven ellas en
tamos la responsabilidad de lo que
su casa paterna? ¿No
somos y de lo que hacemos.
puede nadie, con tus
mismos ingresos, vivir
por su cuenta? ¿Las demás personas en tu situación, viven con sus
padres?”.

“No lo sé”, contestó ella.

“Vamos Patti" le dije, “no puedes dejar esta pregunta sin contes­
tar también”. A continuación repetí la pregunta.

“Supongo que hay gente que vive por su cuenta. Sólo que yo no
sé cómo lo hacen” respondió.

“Tendrás que averiguarlo” le dije. “Tu trabajo será averiguar


cómo lo hacen”

101
D r . J im m u n c y

“Yo no podría”, respondió, mientras sacudía su cabeza.

“No tienes que mudarte” le dije. “Eso lo decides tú. Pero si de­
cides permanecer en casa, deja de comportarte como el perrito de
la uña”.

“¿Cuál perrito de la uña?” preguntó.

“Es un viejo chiste que cuentan los agentes de ventas” contesté.


La historia es así:

'Había un vendedor que se perdió en un camino rural, de modo


que se detuvo en la casa de un granjero para solicitar indicaciones.
Mientras hablaba con el granjero un sabueso viejo y perezoso que
descansaba en la entrada alzó su cabeza y aulló. El perro sonaba
como si estuviera experimentando verdadero dolor. El perro hacía
eso más o menos cada minuto. Al final, el vendedor le preguntó qué
fue lo que le ocurrió al perro.

‘Está echado sobre una uña y le duele! contestó el hombre.

'Y, ¿por qué no se mueve de allí?! preguntó el vendedor.

El granjero pausó por un momento y dijo: ‘Supongo que es por­


que duele lo suficiente como para aullar, pero no lo suficiente como
para hacer algo al respecto’".

“Patti”, le dije, “si decides permanecer en casa deja de quejar­


te. Acepta que escogiste vivir con tus padres negativos y resígnate a
aceptar las consecuencias de tu decisión. Por otra parte, si no deseas
que tu crecimiento se vea afectado por ellos, entonces cambia de
lugar de residencia. Pero, sin importar la decisión que tomes, deja
de culpar y de dar excusas. Levántate y muévete, o deja de aullar por
el dolor”

Aquello fue duro, pero creo que la llevó a darse cuenta que esta­
ba fallando en aceptar la responsabilidad de su propia vida. Durante
el resto del semestre lo hizo muy bien, y hasta de hecho obtuvo una
muy buena nota en la asignatura. Más importante, pude observar
que su perspectiva de la vida empezó a cambiar. El último día del
semestre, dijo que todavía no estaba segura de lo que iba a hacer,

102
Una pu erta , d o s c er r a d u r a s

pero que al menos estaba buscando la mejor manera de reorganizar


los asuntos en su vida.

PONIÉNDO A PRUEBA NUESTRAS EXCUSAS

Yo le di a Patti una forma de juzgar sus excusas de una manera


sencilla. ¿Hay otros en mis circunstancias que estén venciendo los
desafíos que yo enfrento? Si así es, esos desafíos no son barreras,
son obstáculos. Si culpamos a los obstáculos entonces estamos dan­
do excusas.

Si decimos que somos demasiado jóvenes, entonces deberíamos


preguntarnos si alguien más joven que nosotros ha tenido lo que
deseamos. El hijo de uno de mis amigos obtuvo un doctorado de
la institución más prestigiosa del estado antes de tener veinte años
de edad. De modo que podemos preguntarnos, “¿Soy yo demasiado
joven para ir tras mi sueño?”

Si nuestra excusa es que somos demasiado viejos, debemos pre­


guntarnos si alguien más viejo que nosotros ha logrado alguna vez lo
que nosotros deseamos. El coronel Sanders, fundador de Kentucky
Fried Chicken, tuvo una increíble historia de pasar de los andrajos a
la riqueza. Cuando tenía sesenta y siete años todavía andaba en an­
drajos. Todo lo que tenía cuando se pensionó era un automóvil viejo,
un cheque de la seguridad social y una receta de pollo. Condujo por
todo el sureste promocionando su pollo. Y se convirtió en un mul­
timillonario porque rehusó utilizar la pobreza y la edad avanzada
como simples excusas.

Otra excusa común es que no contamos con las cualificaciones


necesarias. Entonces esta es la pregunta que debemos hacernos. ¿Ha
logrado alguien con menos cualificaciones que yo alcanzar la meta
que tengo? Los bebés no nacen cualificados. En algún momento en­
tre el nacimiento y la muerte todos llegamos a recibir las cualifica­
ciones para lo que hacemos. La gente no nace con las cualificacio­
nes, las obtiene.

Si nuestra excusa es la raza, debemos preguntarnos si alguien de


nuestra raza alguna vez ha superado el prejuicio que tenemos y ha

103
D r . J im M u n c y

logrado algo grandioso. No tenemos que ir muy lejos para ver per­
sonas de todas las razas logrando cosas asombrosamente increíbles.
¿Hace el prejuicio que las cosas sean más difíciles? Posiblemente.
Pero no hace que las cosas sean imposibles, de lo contrario no ve­
ríamos las contribuciones masivas que las gentes de todas las razas
están haciendo en diferentes ámbitos.

Tal vez nuestra excusa sean nuestros padres. ¿Ha habido alguien
con padres peores que los nuestros que haya superado una situación
de abuso y haya alcanzado la grandeza? Desde mi punto de vista,
podemos utilizar la excusa de los padres durante los primeros veinte
años de nuestra vida, pero los siguientes sesenta años corren por
cuenta nuestra.

¿Tenemos algún tipo de desafío físico? Piense por un momento


en Helen Keller. ¿Puede usted oír? ¿Puede ver? Si así es, usted le lleva
muchísima ventaja a ella.

¿Qué hay de nuestras circunstancias? ¿Podemos echarle la culpa


a nuestras circunstancias? De nuevo, ¿Ha logrado alguien vencer cir­
cunstancias peores que las nuestras para alcanzar cosas grandiosas?
Las estadísticas muestran que un inmigrante que llega a los Estados
Unidos sin un centavo y sin conocer a nadie tiene más probabili­
dades de convertirse en millonario en contraste con los que nacen
aquí. ¿Por qué? Los inmigrantes están atentos a las oportunidades,
no se excusan. Muchos de ellos franquean obstáculos como un cier­
vo en un bosque.

CUANDO DEJAMOS DE DAR EXCUSAS

Jihn Rohn es un ejemplo de una persona que se dio cuenta cuan


flojas son las excusas cuando inició su propio negocio. Muchas per­
sonas que han estudiado sobre el éxito han sido inspiradas por las
enseñanzas de Jim Rohn. Sin embargo, su viaje al éxito no comenzó
de forma tan exitosa. De hecho, cuando tenía 25 años de edad, su
vida no tenía rumbo definido. No cumplía sus promesas. Su dinero
eran unos pocos centavos y tenía acreedores golpeando en su puer­
ta. Había estado trabajando duro durante seis años, y sin embargo,
no podía mostrar evidencia de ello.
104
Una puerta, d o s c er r a d u r a s

Fue entonces cuando conoció a un hombre que le transformó


la vida. El nombre de ese hombre era Earl Shoaff. El señor Shoaff le
hizo a Jim Rohn una pregunta sencilla: “¿Cómo te está yendo?” Jim
Kohn contestó que no muy bien y el señor Shoaff le contestó: “Te su­
giero que no continúes haciendo lo que haces nunca más” Jim Rohn
■lio una larga lista de excusas para intentar explicar los problemas
de su vida. Culpó la a economía, culpó a los impuestos, culpó a los
bancos, culpó a los empresarios, y culpó a sus parientes negativos.

Pero el señor Shoaff no aceptó ninguna de las excusas de Jim


Kohn. “Conozco a muchas personas que les va muy bien, enfrentan
la misma economía que tú, negocian con los mismos bancos que
Iú, hasta pagan más impuestos que tú, sus parientes son negativos,
enfrentan todos los mismos desafíos que tú; y sin embargo, les está
yendo muy bien. Yo creo que tus problemas no son ni las personas ni
las cosas a las que les echas la culpa. Creo que tus problemas radican
en ti mismo”.

Jim Rohn se dio cuenta que el señor Shoaff tenía razón. Otras
personas enfrentaban los mismos desafíos que él enfrentaba, no
obstante, no estaban en la banca rota. No tenían acreedores rondán­
dole por todas partes. No andaban incumpliendo sus promesas. El
problema no estaba en las cosas a las cuales Rohn le echaba la culpa.
El problema era él mismo. Rohn describió la sensación que le produ­
jo descubrir esto: “trauma”.

Pero una vez el trauma dejó de ser novedad, Jim Rohn se lle­
nó de entusiasmo. Se dio cuenta que si allá afuera había problemas,
no había mucha esperanza de esperar que estos se solucionaran. El
gobierno no habría de cambiar, los bancos no iban a cambiar, los
impuestos no iban a cambiar. Pero, si el problema era él mismo, él
podía hacer algo al respecto. Él podría trabajar en ello de inmediato
para obtener soluciones.

El señor Shoaff desafió a Rohn del siguiente modo. Le dijo: “Has


estado trabajando duro durante seis años y no tienes nada que de­
muestre el fruto de ese trabajo. Te propongo que te fijes la meta de
tener un millón de dólares en los próximos seis años”.

105
dr. J im M u n c y

El señor Shoaff pasó a explicarle cómo podría alcanzar esa meta.


La única manera en la que puedes conseguir un millón de dólares es
mediante valer un millón de dólares. El dinero no es la mejor forma
de medir el valor de una persona, pero indica algo. Dedicamos la
mayor parte de nuestro tiempo diario a trabajar por el dinero, y si el
resultado de todo este trabajo es banca rota, entonces algo tiene que
estar mal. En ese momento Jim Rohn no valía un millón de dólares,
de lo contrario tendría un millón de dólares.

Jim Rohn aceptó el desafío. De inmediato se puso a trabajar en sí


mismo y sus siguientes seis años de vida fueron totalmente diferen­
tes. En ese tiempo Rohn llegó a ser millonario. Y su propia persona­
lidad mejoró significativamente en ese proceso.

Esto es lo que
IDEA CLAVE
Rohn dijo sobre esos
Si la fuente de nuestros problemas
seis años. El gobierno
está dentro de nosotros mismos, eso es
no cambió, los im­
una buena noticia. Eso significa que
puestos no cambia­
podemos cambiar inmediatamente
ron, la economía no
para solucionarlos
cambió, sus parientes
negativos no cambia-
ron. Ninguna de las cosas negativas a las cuales él echaba la culpa
en la vida cambiaron. Fue él quien cambió y cuando cambió, su vida
cambió.

La vida de Jim Rohn cambió cuando su vida cambió. Él vio las


posibilidades que había en su vida, y de inmediato dejó de dar ex­
cusas. El dicho popular dice: “Uno puede producir dinero o puede
producir excusas”, pero no puede producir ambas cosas al mismo
tiempo.

La opción de cambiar nuestra vida mediante cambiar nuestra


forma de pensar está disponible a todos nosotros. Todos podemos
vivir una vida de increíble plenitud y regocijo. No tenemos que espe­
rar a que alguien venga y arregle el mundo para nosotros. Lo único
que necesitamos mejorar es nuestro propio pensamiento.

106
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Ello comienza cuando vemos las inmensas posibilidades que te­


nemos ante nuestros ojos. Adoptamos la forma de pensar correcta
«nando dejamos de excusarnos y aceptamos la plena responsabili­
dad de nuestras vidas. Cuando lo hacemos, ocurren cosas increíbles,
l'.inpezamos a avanzar en la vida. Y esa es la siguiente clave para
abrir la puerta al éxito.

107
LLAVE 4

INICIATIVA:
FAVOREZCA LA
ACCIÓN POR
ENCIMA DE
LA CONTEMPLACIÓN
INTERMINABLE

“El cielo jamás ayuda a aquellos que no actúan”.


—Sófocles

109
D r . J im M u n c y

P
I uando Michael Eisner asumió el control de Disney como
gerente de operaciones, la compañía escasamente se man­
tenía a flote. Valía cerca de $2 billones de dólares. Después de 15
años bajo el mando de Eisner, Disney dominaba la industria del en­
tretenimiento y valía casi $100 billones.

Un par de años después de que Eisner se uniera a Disney, una


idea comenzó a tomar forma. Algunos ejecutivos pensaban que la
compañía podría abrir su propia cadena de tiendas minoristas que
ofrecieran una amplia variedad de productos Disney. Otros ejecu­
tivos pensaban que esto era una mala idea. Ambos bandos tenían
argumentos sobre porqué las tiendas Disney funcionarían y porqué
no. Durante meses, el asunto de las tiendas se convirtió, en un tema
de discusión candente en las oficinas centrales de Disney.

Con el tiempo, Eisner se dio cuenta que era tonto dejar que su
equipo de ejecutivos corporativos se sumiera en este debate. En lu­
gar de seguir pensando en si la idea funcionaría o no, Eisner simple­
mente tomó acción. No sería muy costoso alquilar una tienda en un
centro comercial local y llenarlo de mercancía. Si la gente se detenía
allí, entonces era una buena idea. Si esto no ocurría, simplemente
asumirían los gastos de una tienda en un centro comercial por unos
cuantos meses. Al fin y al cabo, una empresa de billones de dólares
podría darse ese lujo.

Y eso fue lo que hicieron. El 28 de marzo de 1987, se abrió la


primera tienda Disney en un centro comercial de Glendale, Califor­
nia. Esta, de inmediato se convirtió en un hit, de modo que Disney

110
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

comenzó a abrir más y más tiendas. Ahora hay más de setecientas


tiendas Disney alrededor del mundo. Cada año, 250 millones de per­
sonas visitan estas tiendas.

Eisner utilizó la cuarta llave del éxito. Favoreció la acción por


encima del análisis interminable. No sé si alguien en Disney llegó a
imaginarse cuán lucrativas se volverían estas tiendas. Sin embargo,
estoy seguro que Eisner sabía que ni siquiera todo el debate del mun­
do produciría un sólo dólar de ganancia para su compañía.

Cuando enseño investigación de mercados, mis estudiantes se


sorprenden de cómo comienzo la clase. Paso la primera semana del
semestre mostrándoles cómo decidir si realizar una investigación de
mercadeo o no. Llegan a clase pensando que siempre es sabio hacer
más investigación. Muy a menudo no es así.

Lo mismo es válido para todos nosotros. A diario debemos de­


cidir si debemos actuar o no. A veces avanzamos y tomamos acción.
En otras ocasiones no hacemos nada. A veces gastamos nuestro
tiempo pensando sobre lo que deberíamos hacer. El procedimien­
to que utilicemos para tomar nuestras decisiones tiene un gran im­
pacto en nuestro éxito. Entonces, ¿cómo decidir si actuar, pensar o
retirarnos?

¿CÓMO TOMAMOS NUESTRAS DECISIONES?

La teoría dice que la forma correcta de tomar una decisión es


la siguiente. Primero, deberíamos considerar el potencial más alto:
¿qué se puede lograr si las cosas salen bien? Luego, deberíamos ana­
lizar el riesgo más alto: ¿qué resultados adversos nos vendrían si
todo sale mal? A continuación deberíamos tratar de establecer las
posibilidades que estas dos cosas pasen. Si vale la pena correr el ries­
go más alto para conseguir el potencial más alto, entonces debería­
mos actuar. De lo contrario, no. Sólo deberíamos incurrir en hacer
más análisis si ello nos ayuda a tomar una mejor decisión. Pero con
frecuencia, esto no ocurre.

Regresando al ejemplo de las tiendas Disney, así fue como Eisner


tomó su decisión. Consideró el potencial más alto. Tenían la posibi­

111
D r . J im M u n c y

lidad de producir millones y millones de dólares. También analizó el


riesgo más alto. Si ningún cliente aparecía, sólo tendrían que cubrir
los gastos de la tienda por unos meses. Analizó la probabilidad de
éxito. Dado que algunos de sus ejecutivos más listos pensaban que
funcionaría, las posibilidades de éxito parecían buenas. Puesto en
esos términos, la decisión era fácil de tomar.

Eisner arriesgó
ID EA CLAVE
miles de dólares a
Respecto a las decisiones siempre nos
cambio de la posi­
inclinamos por hacer una de estas tres
bilidad de producir
cosas: actuamos, analizamos o nos re­
cientos de millones.
tiramos.
Para Disney la solu­
ción fue sencilla. Se-
ría genial que todas nuestras decisiones fueran tan fáciles de tomar.
Infortunadamente, no siempre es así. Las cosas, rara vez son así de
claras. Con frecuencia no siempre hay tanto para ganar y tan poco
para perder. A menudo no sabemos qué hacer.

¿Cómo tomamos nuestras decisiones cuando las cosas no son


tan claras? Algunos de nosotros tendemos a no hacer nada. Cuando
una oportunidad se nos presenta, automáticamente pensamos que
no funcionará. Otros preferimos reunir más información y pensarlo.
Caemos víctimas fácilmente de la “parálisis del análisis’! También
están aquellos a los que los gusta tomar acción. Estos son los que
tienden a ver las posibilidades y están dispuestos a tomar riesgos
razonables.

¿QUÉ TENDENCIA ES MEJOR?

Cada uno de nosotros tiene su propia tendencia. Nos inclina­


mos hacia tomar acción, hacia el análisis, o hacia no hacer nada.
Usualmente decidimos de forma consistente con nuestra propia ten­
dencia. ¿Hay alguna de estas tendencias que sea mejor que la otra?
¡Absolutamente!

Dos de los libros más influyentes escritos durante el último


cuarto del siglo veinte fueron In Search of Excellence escrito por
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Tom Peters y Robert Waterman y The 7 Habits of Highly Effective


People de Stephen Covey. In Search of Excellence se convirtió en el
libro de negocios más vendido de todos los tiempos. The 7 Habits of
Highly Effective People estuvo en las listas de libros mejor vendidos
por varios años.

Ambos libros analizaban el éxito, pero lo estudiaban en dife­


rentes áreas. In Search of Excellence se enfocaba en el éxito en los
negocios. The 7 Habits of Highly Effective People analizaba el éxito
personal. El enfoque de los dos libros al estudiar el éxito era el mis­
mo. Ambos tomaron una enorme cantidad de información y la con­
densaron hasta lograr unos pocos principios simples.

Peters y Waterman estudiaron a cientos y cientos de compañías


y trataron de ver qué hacía que las compañías realmente sobresa­
lientes fueran tan diferentes de las demás. Identificaron menos de
una docena de características comunes entre esas compañías. Covey
destiló más de 200 años de desarrollo personal hasta lograr extraer
sólo siete hábitos. Lo fascinante de estos dos libros es esto: aunque
examinaban el éxito en diferentes campos, los dos descubrieron que
el punto de inicio del éxito es el mismo.

Peters y Waterman lo llamaron “La tendencia a la acción”. Con­


cluyeron que todas las demás características de las compañías exito­
sas se derivan de este rasgo. Cuando se veían forzadas a elegir entre
los riesgos de la acción y la comodidad de no hacer nada, las com­
pañías exitosas escogían salir y tomar acción. Las compañías menos
exitosas eligen la comodidad.

Covey notó que lo mismo sucedía con las personas. El primero


de sus hábitos de las personas altamente efectivas es que son “pro-
activas”. Ven lo que se necesita hacer y lo hacen. Las personas menos
exitosas son reactivas, o peor aún, inactivas. Puede que dejen que
sus emociones las dominen o simplemente no hagan nada.

Sea que estemos buscando el éxito en los negocios o en nues­


tra vida personal, debemos tener una orientación a la acción. Como
dice Covey, debemos actuar u otros lo harán por nosotros. Como lo
señalan Peters y Waterman, a menos que aprovechemos nuestras
oportunidades mediante tomar acción, las perderemos
113
D r . J im M u n c y

EMPRENDER LA ACCIÓN SIGNIFICA ÉXITO

Sin duda, la vida recompensa la acción, y no la contemplación


interminable. Debemos asegurarnos que nuestros pensamientos
siempre se inclinen hacia la acción. En todas las situaciones debe­
mos investigar qué podemos hacer para avanzar. Infortunadamente,
con frecuencia tendemos a la inactividad.

¿Por qué? Esta


IDEA CLAVE
pregunta nos lleva de
Nuestros pensamientos siempre debe­
vuelta a la primera
rían indinarse hacia la acción. En to­
llave del éxito. Esta­
das las situaciones debemos investigar
mos donde estamos
qué podemos hacer para avanzar.
en la vida a causa de
la forma como pensa-
mos. Para poder avanzar constantemente debemos hacer en nuestra
mente la conexión entre acción y éxito. En lugar de eso hacemos las
conexiones erróneas. Pensamos que estabilidad significa seguridad.
Pensamos que actividad significa progreso. Pensamos que urgente
significa importante. Pensamos que el momento correcto es cuando
todo esté bien. Pensamos que ser valiente significa no tener miedo.

Cualquiera de estas conexiones erróneas puede impedirnos al­


canzar nuestras metas. Y juntas, pueden tener un efecto devastador
en nuestro éxito. Así que, a continuación dedicaremos algún tiempo
a ver cómo librarnos de algunas de esas formas de pensar peligrosas.

ESTABILIDAD NO SIGNIFICA SEGURIDAD

Vivimos en un tiempo fascinante de la historia humana. El mun­


do está cambiando. Nuestras vidas están mejorando. Pero todavía
anhelamos la estabilidad. El progreso representa cambio y este aún
desafía nuestro espíritu.

Durante la mayor parte de la existencia humana, la clave del éxi­


to fue la constancia, no la innovación. Nuestros ancestros se con­
centraron en aprender y transmitir tradiciones consagradas por el
tiempo. El desafío era entender cómo hacer las cosas exactamente

114
U na pu erta , d o s c erra d u ra s

de la misma forma como las había hecho la generación anterior. El


tiempo que pasaba antes que sucediera algo innovador podía medir­
se en generaciones, no en meses o años.

Los granjeros no reinventaron la agricultura cada cinco años. La


practicaron exactamente como la aprendieron. Hacer algo diferente
podría resultar en la pérdida de un cultivo, lo cual provocaría su
exterminio. Un herrero no cambiaba la manera de formar el metal
varias veces al año. Los mismos métodos eran pasados de genera­
ción en generación.

La vida actual ya no es así. La estabilidad es cosa del pasado. Ha­


cer las cosas como siempre se han hecho resulta fatal. Suelo decirles
a mis estudiantes que toda la tecnología que conocen en la univer­
sidad será totalmente obsoleta cinco años después que se gradúen.
La seguridad ahora se obtiene a través de la habilidad de cambiar al
mismo ritmo del tiempo.

El hecho de que
IDEA CLAVE
la tecnología haya
En el mundo de hoy lospeligros
irrumpido en la esce­
se hayan dentro de nuestra zona
na no significa que la
de control
naturaleza humana
haya cambiado. De muchas maneras, somos iguales a un granjero
o a un herrero medievales. Por naturaleza nos sentimos cómodos
aprendiendo a hacer las cosas como se han hecho siempre y hacién­
dolas de la misma forma. Todavía tenemos esa característica que les
permitió sobrevivir a nuestros ancestros.

Pero, la ciencia avanza. La tecnología avanza. Los negocios


avanzan. Aunque nuestras almas clamen por que las cosas se queden
igual, el cambio puede resultar emocionante, pero también es incó­
modo. No obstante, la acción que produce éxito no es la acción que
nos hace sentir cómodos. Una orientación a la acción nos empujará
siempre a hacer cosas que están fuera de nuestra zona de comodi­
dad.

En el mundo de hoy los peligros se hayan dentro de nuestra zona


de comodidad. John F. Kennedy resultó ser un profeta del mundo al

115
DR. JIM MUNCY

que nos estábamos adentrando cuando dijo: “Cada programa de ac­


ción genera sus riesgos y costos, pero a largo plazo estos son mucho
menores que los riesgos y costos de la falta de acción”.

Una vez, escuché a un orador decir: “Si siempre haces lo que


siempre has hecho, siempre lograrás lo que siempre has logrado”.
Eso tenía tanto sentido que empecé a decírselo a mis estudiantes.
Con el tiempo me di cuenta que había un problema con esa forma
de pensar, y consisten en lo siguiente.

Esa afirmación
IDEA CLAVE
asume que vivimos
Hacer lo mismo una y otra vez fun­
en un mundo estáti­
ciona cuando nada cambia. Pero las
co. Asume que nada
cosas están cambiando, Estabilidad
cambia. El proble­
ya no significa seguridad. Significa
ma es que las cosas
extinción.
siempre cambian. Por
ejemplo, un entrena-
dor de fútbol exitoso no puede apegarse a la idea de que si sigue
haciendo lo que ha hecho logrará lo que siempre ha logrado. Si insta
a sus jugadores a seguir corriendo por el centro, en poco tiempo la
defensa contraria se ajustará a ese esquema de ataque y lo bloqueará.
De la misma manera, no importa qué tan efectivo sea un pase, el
entrenador no podrá seguirlo utilizando muchas veces, si lo hace, el
equipo contrincante los interceptará y el equipo perderá.

Hacer lo que siempre se ha hecho porque ha resultado exitoso


en el pasado tampoco funciona en los negocios. En el momento en
que usted logra algo exitoso, hay cientos o hasta miles de competi­
dores tratando de copiar y mejorar lo que usted ha hecho. El mundo
cambia tan rápidamente que lo que hoy ha hecho exitoso a alguien,
lo enviará a la quiebra mañana. Es por eso que el libro ¿Quién se ha
llevado mi queso?( Who moved my cheese?) se hizo tan popular. Los
gerentes compraron grandes cantidades de ejemplares para sumi­
nistrárselos a sus empleados. El mensaje era que las cosas cambian,
sea que nos guste o no. Nuestras opciones son cambiar o morir. Para
ayudar a la gente a entender ese hecho, este libro contaba una his­
toria simple sobre dos ratones y dos hombres. Siga haciendo lo que

116
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

está haciendo y con el tiempo, lo habrán dejado de lado haciéndole


preguntarse qué pasó con todas las cosas que había llegado a disfru­
tar en la vida.

El cambio afecta todos aspecto de nuestra vida; así que para so­
brevivir, debemos adoptar nuevos enfoques y usar nuevas estrate­
gias. Cuando no renovamos nuestras acciones, la competencia se
ajusta. El mundo cambia. Sucede algo inesperado, como ocurrió con
la invención de Internet, lo que alguna vez funcionó pronto deja de
funcionar. Negarnos a acelerar el paso y tomar acción puede darnos
un sentido de estabilidad. Pero la estabilidad ya no significa seguri­
dad. En el mundo de hoy significa extinción.

ACTIVIDAD NO SIGNIFICA PROGRESO

En una ocasión, algunos investigadores le preguntaron a un gran


grupo de directores si tomaban o no la iniciativa. Todos sentían que
lo hacían. Entonces los investigadores les preguntaron qué signifi­
caba para ellos tomar la iniciativa. Los directores de rendimiento
medio y bajo mencionaron cosas como arreglar los objetos que rom­
pían, y contestar el teléfono cuando la secretaria estaba fuera. Los
directores de alto rendimiento veían esas cosas como rutina. Hacer­
las era simplemente parte del trabajo. Tomar la iniciativa significaba
mucho más.

Los investigadores descubrieron algo que es muy importante


que sepamos. Actividad no significa progreso. El hecho de que este­
mos haciendo algo no significa que estemos avanzando.

La mejor mane­
IDEA CLAVE
ra de evitar tomar
La mejor manera de evitar tomar
la iniciativa es estar
la iniciativa es mantenerse ocupado
ocupado pero impro-
pero improductivo.
ductivo. Estar ocupa-1— —-- —■..-.--I— ..—
do es la peor forma de pereza porque nos hace sentir bien pero no
nos lleva hacia nuestras metas. Cuando estamos en el sofá sin hacer
nada sabemos que estamos siendo perezosos. Sin embargo, cuando
nos movemos de un lado a otro haciendo todo tipo de cosas sin im­

117
D R. JIM MUNCY

portancia, en realidad nos sentimos productivos. Permitimos que


las actividades apacigüen nuestra mente mientras evitamos hacer lo
que debemos hacer.

Yo siempre tengo este problema cuando se trata de calificar.


Odio calificar documentos, así que es increíble lo ocupado que pue­
do estar cuando tengo exámenes sobre mi escritorio. Hace algún
tiempo estaba calificando exámenes finales cuando mi hija Alice me
dijo que había visto una pecera grande con todos los accesorios para
la venta. Durante veinte años yo había estado hablando de conse­
guir una pecera bonita, pero nunca lo hice. Es difícil conseguir uno
de esos grandes tanques en funcionamiento, así que nunca compré
uno. Sin embargo, esta vez fui por él.

Lisa me preguntó por qué finalmente había comprado la pecera


de la que había hablado por tantos años. Pude haberle dicho que me
la habían dado a buen precio o que simplemente era la que quería.
Podría haber dicho que me había sentido particularmente atraído
por los peces. Todo eso era verdad. Pero tenía que ser honesto con
ella, así que le dije que si no hubiera tenido todos esos exámenes
finales para calificar, ni siquiera la habría mirado.

No me siento bien si pospongo la tarea de calificar exámenes


por jugar baloncesto, ir al cine o relajarme en el sillón. Pero no me
siento para nada culpable cuando estoy ocupado “trabajando”. Me
ocupo en hacer cosas sin importancia para poder evitar hacer lo que
no quiero hacer. Conociéndome, sé que limpiaré la pecera a interva­
los regulares —cada vez que tenga exámenes para calificar.

Algunos vendedores se hacen expertos en ocuparse para evitar


vender. Toman los períodos de mayor venta y los usan para poner
en orden alfabético las tarjetas de presentación y clasificar sus clips.
Puede que su compañía necesite nuevos clientes, pero debido a la
pereza que les causa conseguir nuevos contactos, siguen llamando
a las cuentas existentes. No los encontraríamos durmiendo hasta
tarde o yendo al cine en la tarde, porque sus consciencias no se los
permitirían. Así que corren de un lado a otro haciendo cosas sin
importancia y de valor marginal. Se sienten bien porque están ocu­
pados. Su compañía sufre porque no son productivos.

118
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

El que los directores caigan en esa trampa, puede ser mortal.


El desplome de una compañía puede ocurrir cuando sus directores
usan el planeamiento y la organización como forma de evitar tomar
acción. El convocar a reuniones para evitar hacer frente a los pro­
blemas difíciles puede tener un efecto devastador. Al hacer eso, los
directores no sólo estarían evitando lo que tienen que hacer, sino
también alejando a su gente de lo que deberían estar haciendo.

Compilar datos puede ser otra forma mala de pereza. El análisis


sólo es útil si nos ayuda a tomar riesgos razonables. La recopilación
de información y la participación en el análisis más allá de eso es
simplemente una forma de evitar correr riesgos y pasar a la acción.
La vida no recompensa el análisis interminable, nos recompensa
cuando en realidad hacemos algo con nuestro análisis.

Si su agenda está llena pero usted no está mejor hoy de lo que


estaba ayer, entonces algo anda mal. Necesitamos ver si estamos in­
clinándonos hacia la acción o nos satisfice el estar ocupados. De otra
forma, no seremos más productivos que la persona que se sienta en
la silla mecedora —mucho movimiento pero ningún progreso.

URGENTE NO SIGNIFICA IMPORTANTE

La costumbre de postergar es un tercer exterminador de la ac­


ción. ¿Qué es postergar? He aquí una definición fantástica:

Postergar es dejarse llevar por la urgencia y no por la importancia.

Cada semestre veo cómo mis estudiantes caen víctimas de la


costumbre de postergar. Al comienzo de cada semestre se les asig­
na un plazo para la entrega de proyectos. Al recibirlos recuerdan la
crisis del final del semestre anterior, y la del semestre anterior a ese,
y la del que le precedió... Así que se comprometen a continuar y a
entregar los proyectos con tiempo.

Hay muchas co­


IDEA CLAVE
sas que no se pueden
La costumbre de posponer nos hace vivir
prever cuando se hace
bajo la tiranía de lo urgente.
un compromiso como

119
D r . J im m uncy

ese. Por ejemplo, ¿cómo podría saber que los muchachos organiza­
rían un gran juego de baloncesto justo cuando usted planeaba ir a la
biblioteca? ¿Quién podría haber sabido que habría una programa­
ción tan buena en la televisión precisamente la noche en que usted
planeaba organizar su investigación? No puede darle la espalda a
sus compañeros cuando lo necesitan. No puede ignorar a su novia o
novio. Quizás se presenta una oportunidad especial de ir a las pis­
tas de esquí o a la playa. Oportunidades como esas no se presentan
todos los días y usted ciertamente no puede dejarlas pasar. Como si
eso no fuera suficiente, ¿quién hubiera pensado que nuestro equipo
lograría entrar a la final? ¡No podemos perder ese juego!

Los estudiantes entienden la importancia del plazo para el pro­


yecto, No obstante, cuando lo posponen, no están respondiendo a la
importancia, sino a la urgencia. Pero esa urgencia no llega sino hasta
más o menos dos semanas antes de la fecha límite. Es allí cuando se
dan cuenta de que tendrán que hacer algo o reprobarán. Se quedan
despiertos toda la noche escribiendo. Viven de cafeína y azúcar. Se
la pasan cansados y de mal humor.

En el libro The 7Habits ofHabits ofHighly Effective People, men­


cionado antes, Stephen Covey hace una observación interesante.
Dice que las personas más efectivas reaccionan ante la importancia,
no ante la urgencia. Rara vez tienen que lidiar con asuntos urgentes,
ya que ya se han ocupado de estos mucho antes de que se volvie­
ran urgentes. Las personas que posponen viven bajo la tiranía de
lo urgente. Quienes posponen están constantemente dejando que
las cosas importantes se vuelvan urgentes, así que viven bajo estrés
constante.

Cuando las personas descubren todas las cosas que estoy ha­
ciendo en mi vida profesional y personal, inmediatamente asumen
que esta es muy estresante. Y en realidad no lo es. He aquí la razón.
Manejo mi tiempo muy de cerca. Me concentro en las tareas impor­
tantes, antes que estas se conviertan en labores urgentes. Una de
las mejores cosas que he hecho para mejorar mi calidad de vida ha
sido desarrollar un sistema de manejo de mi tiempo. Con este, hago
las cosas importantes antes que se vuelvan urgentes. De esa forma

120
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

puedo disfrutar mi muy ocupada vida en vez de estresarme por ella.


Hasta que aprendamos a responder a lo importante en lugar de a lo
urgente, nuestras vidas siempre serán estresantes.

Sin embargo, el
IDEA CLAVE
problema más grande
Muchas cosas importantes nunca se
de posponer no es el
convierten en asuntos urgentes. Si
estrés que esto crea.
sólo respondemos a lo urgente, estas
Es todo lo que deja
cosas importantes nunca se harán.
fuera de nuestra vida.
Algunas de las cosas
más importantes de la vida nunca se convierten en asuntos urgen­
tes. Si sólo respondemos a lo urgente, lo importante nunca se hará.

Recientemente tuve una estudiante llamada Kim. Era madre de


tres niños y tras ausentarse del estudio por varios años regresó a cla­
ses. Ella le contó a sus compañeros que durante años, pasaba frente
a la universidad en su automóvil pensando: “Necesito volver a estu­
diar”. Pero simplemente seguía su camino. Un día reconoció algo.
Justo frente a sí tenía una oportunidad de acceder a una muy buena
educación que podría llevarla a lugares a los cuales no tenía acceso,
pero ella estaba dejando escapar dicha oportunidad.

Nunca olvidaré lo que le dijo a la clase: “Un día me di cuenta


que la facultad de Administración no iba a dejar caer un título en el
asiento trasero de mi automóvil mientras pasaba por allí. Tenía que
hacer algo para ganarlo. El momento no era el idóneo, pero nunca
lo sería. Así que ese día, en lugar de simplemente pasar por allí, me
detuve. Y me inscribí. No fue fácil equilibrar mis responsabilidades
familiares y académicas, pero estoy muy contenta de haberlo hecho,
porque me gradúo en sólo dos semanas.

El semestre en que ella decidió volver a la universidad fue el que


cambió su vida. Como esposa y madre de tres niños, tenía muchas
cosas urgentes que hacer. Obtener una educación no era una de
ellas. Siempre habría otro semestre, y aún otro después de ese. No
fue sino hasta que Kim decidió responder a lo importante antes que
a lo urgente que su vida comenzó a mejorar.

121
Dr. jim M uncy

EL MOMENTO OPORTUNO NO SIGNIFICA


QUE TODO DEBA ESTAR BIEN

Una de las cosas que Kim había llegado a entender era que el
momento perfecto nunca llegaría. Nos dijo que cuando sus hijos
eran pequeños había pensado: “No es el momento apropiado. Es­
peraré hasta que los niños crezcan”. Los niños crecieron y ella se dio
cuenta que hubiera sido más fácil volver a la universidad cuando los
niños eran más pequeños. Una de las razones por las qu£üí> avanza­
mos y tomamos acción es que nos quedamos esperando a que llegue
el momento y la situación perfectos para empezar.

Las circunstan­
IDEA CLAVE
cias nunca serán per­
Emprenda la acción y haga los ajustes
fectas. El momento
necesarios en el camino.
nunca será perfecto.
—Josh Gordon
El momento y el lu­
gar para empezar son
ahora. Recientemente estaba hablando en una reunión religiosa. Le
dije a la audiencia que Satanás no necesita hacernos decir “no” Sólo
necesita que digamos “mañana”

En una de mis clases, tenía a un estudiante llamado Josh. Él esta­


ba leyendo la autobiografía de un hombre de negocios muy exitoso.
Nunca olvidaré la forma como Josh describió la manera de actuar de
este hombre de negocios. “Él tomaba acción y hacía ajustes en el ca­
mino”. Esa es una de las llaves del éxito. Debemos comenzar y hacer
ajustes en el camino mientras avanzamos.

Hay un tiempo de esperar y un tiempo de tomar acción. No obs­


tante, si nos quedamos esperando que las cosas sean perfectas antes
de emprender la acción, nunca lo haremos. George Bernard Shaw
resumió esa forma de pensar cuando dijo:

“Las personas siempre culpan a las circunstancias de su situa­


ción. Yo no creo en las circunstancias. Las personas que rigen este
mundo son los que se levantan y buscan las circunstancias que quie­
ren, y si no las que encuentran; más bien, crean las circunstancias
que necesitan”.

122
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

SER VALIENTE NO SIGNIFICA NO TENER MIEDO

Frecuentemente no tomamos acción porque tememos actuar. A


menudo hay miedos asociados a lo que queremos hacer. Tenemos
miedo de fallar, de perder dinero, de perder nuestro cargo, o de ser
despedidos. Nos atemoriza el cambio. Es posible que nos atemorice
triunfar.

No podemos dejar que nuestros miedos nos detengan. Todos


los tenemos. Las personas exitosas avanzan a pesar de sus miedos.
Sin embargo, alcanzaron la victoria porque derrotaron al miedo. Esa
es exactamente la consigna del palacio de guardia de la antigua Ate­
nas. Sobre el edificio central podían leerse estas palabras: “Todos
los hombres tienen miedos. Los valientes conquistan sus miedos y
avanzan —a veces hasta la misma muerte, pero siempre hasta la vic­
toria"

En nuestro cam­
IDEA CLAVE
pus tenemos una gran
Todos los hombres tienen miedos.
cantidad de estudian­
Los valientes conquistan sus miedos
tes a los que llamamos
y avanzan -a veces hasta la misma
“no tradicionales”. Eso
muerte, pero siempre hasta la victo­
significa simplemente
ria".
que no son adolescen­
—Palacio de guardia, Antigua Atenas
tes. ni tienen menos
de 25 años de edad.
Por diferentes razones, abandonaron sus estudios por algunos años
y después regresaron. Muchos de ellos están casados y tienen hijos.
Muchos de ellos trabajan de tiempo completo y van a la universidad
medio tiempo.

Todo estudiante no tradicional que he conocido ha tenido mie­


do de regresar a la universidad. No sabían qué esperar. Se pregunta­
ban si podrían competir con los estudiantes más jóvenes. No sabían
cómo empezar. No sabían si podrían con los gastos. No sabían lo
que dirían sus amigos. No sabían si podrían equilibrar las responsa­
bilidades de familia con las responsabilidades académicas. Por esas
razones, a veces les ha tomado años regresar.

123
DR. JIM MUNCY

Una vez que están en el salón de clases se dan cuenta que sus
miedos eran injustificados. Tienen la madurez que muchos de los
estudiantes tradicionales no tienen, y por eso en la mayoría de los
casos, les va muy bien. Encuentran que hay muchos otros que como
ellos han vuelto a estudiar cuando tienen treinta o cuarenta años.
Descubren que pueden manejar los desafíos.

Nelson Mandela dijo: “La valentía no es la ausencia de miedo


sino la conquista de los miedos”. Sin miedo^ne- podemos ser valien­
tes. No se necesita coraje para hacer algo que no nos produce mie­
do. ¿Cuánta valentía se requiere para acabar con una banana split?
Tener miedos no nos impedirá tener éxito. Si eso fuera así ninguno
de nosotros triunfaría. Tendremos miedos, pero también tendremos
coraje. Ser valientes no significa que no tendremos miedos. Significa
que no dejaremos que el miedo nos detenga.

EL DESARROLLO DE UNA
ORIENTACIÓN A LA ACCIÓN

Tener una orientación a la acción es la clave de todo éxito. Esta


es una de las llaves más difíciles de dominar. ¿Por qué? Porque nos
quita el falso sentido de seguridad. Nos obliga a progresar y no a
simplemente permanecer ocupados. Nos empuja a hacer lo impor­
tante y no sólo lo urgente. Nos ayuda a salir adelante cuando las
cosas no sean exactamente como deseamos. Nos obliga a enfrentar
nuestros miedos.

Si no fuera por­
IDEA CLAVE
que las recompensas
La valentía no es la ausencia de mie­
de tomar acción son
do sino la conquista de los miedos.
grandiosas, no val­
—Nelson Mandela
dría la pena hacer­
lo. Pero vale la pena.
Así que, ¿dónde empezamos? Para tomar la acción correcta, hay un
enigma mental que debemos resolver y una batalla emocional que
debemos ganar. Exploremos cada uno de ellos.

124
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

RESOLVER EL ROMPECABEZAS MENTAL

Es difícil aprender a encajar todas las actividades importantes


en un día. Programar nuestro tiempo es como resolver un rompe­
cabezas. A un lado tenemos una lista interminable de cosas que te­
nemos que hacer. Al otro lado tenemos una cantidad limitada de
tiempo. Específicamente, sólo tenemos veinticuatro horas cada día.
El desafío es hacer que todas las cosas importantes quepan en esas
veinticuatro horas. El rompecabezas no encajará si intentamos me­
ter las cosas equivocadas en ese período de veinticuatro horas.

Si dedicamos mucho tiempo a la televisión y no lo suficiente al


desarrollo personal, no podremos resolver el rompecabezas. Si pasa­
mos mucho tiempo en conversación ociosa sobre temas sin sentido
con gente de bajo rendimiento, tampoco podremos resolverlo.

A veces los rompecabezas requieren que uno descubra la canti­


dad exacta de tiempo que debe dedicar a cada cosa. No demasiado y
no muy poco. Por un tiempo, tomé la costumbre de jugar un partido
de básquetbol al medio día. Jugábamos por dos horas, tres veces a la
semana. Yo me justificaba mentalmente diciendo que lo hacía para
estar en forma.

Cierto, mi condición cardiovascular era envidiable. Sin embar­


go, el tiempo que me tomaba conducir hasta el gimnasio, cambiar­
me, hacer calentamiento, jugar dos horas, hacer estiramiento, du­
charme, vestirme y regresar a la oficina era de más de tres horas. Por
mejorar mi condición cardiovascular estaba restando más de diez
horas a la semana de tiempo que podría pasar con mi familia o tra­
bajando. Eso hizo que otras partes del rompecabezas no encajaran.
Tuve que dejar el juego y encontrar otra manera de mantenerme en
forma.

Lo bien que resolvamos este rompecabezas determinará qué tan


lejos llegaremos en la vida. Una vez escuché a un reportero que cri­
ticó la forma como Ronald Reagan manejaba su día. “Tiene una lista
de tareas pendientes. Parece que su alegría más grande en la vida es
tachar un ítem de su lista. No me puedo imaginar al Presidente de

125
D R. JIM M UNCY

los Estados Unidos haciendo esta lista de tareas y luego dedicando


su tiempo a tachar alegremente cada punto”.

Aquello no me pareció una mala idea. Quizás el reportero ne­


cesitaba aprender cómo hacer su propia lista de tareas. Después de
todo, Reagan estaba dirigiendo una nación mientras el reportero
trabajaba para un editor. Reagan vivía en la Casa Blanca y tenía a al
avión presidencial a su servicio. El reportero probablemente vivía en
un apartamento de una sola habitación y'féñía que esforzarse por
conseguir un espacio para estacionar su automóvil. Reagan toma­
ba grandes decisiones mientras el reportero simplemente escribía
sobre ellas.

Reagan llegó a la Casa Blanca trabajando a partir una lista de


tareas pendientes. ¿Cómo? Me imagino que debe haber puesto las
cosas correctas en su lista, tachándolas una a una. Hizo un gran tra­
bajo resolviendo su rompecabezas.

Si colocamos las cosas correctas en nuestra lista de tareas y las


hacemos, nos sorprenderá ver cuán lejos podemos llegar. ¿Cómo
decidiremos qué cosas poner en nuestra lista? Un montón de cosas
urgentes se abrirán camino hasta ella. Así es la vida. No obstante,
si al mirar nuestra lista notamos que todo lo que hay son cosas ur­
gentes, entonces algo anda mal. Debemos encontrar una forma de
añadir algunas cosas importantes que no sean urgentes. Eso es parte
de resolver el rompecabezas. Debemos descubrir cómo proteger a
nuestra lista de ser invadida por lo urgente o de lo contrario no que­
dará espacio para lo importante.

Para hacer eso, primero debemos descubrir qué es importan­


te. Esa es la otra parte del rompecabezas. Es extremadamente tras­
cendental que resolvamos esta parte primero. El rompecabezas no
puede ser resuelto hasta que descubramos qué es importante y qué
no lo es.

¿QUÉ ES LO IMPORTANTE?

El gato de Cheshire le enseñó a Alicia una lección mientras ella


caminaba perdida en su país de las maravillas. Alicia llegó a un cruce

126
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

de caminos. El gato de Cheshire se sentó en medio de la intersec­


ción. Mirándolo, Alicia le preguntó: “¿Qué camino debo tomar?”

“¿A dónde te diriges?” preguntó el gato.

“No lo sé” respondió Alicia.

“Entonces no importa”.

El gato compartió con Alicia una de las verdades más simples y


a la vez más profundas del universo. Si no sabemos hacia dónde va­
mos, no importa qué camino tomemos. Si nuestro destino es “cual­
quier lugar” entonces cualquier camino que tomemos nos llevará
allá. Como dice el antiguo refrán: “No hay buen viento para quien
no tiene puerto”.

Ronald Reagan
IDEA CLAVE
logró descubrir lo que
Si no sabemos hacia dónde vamos, no
necesitaba para con-
importa qué camino tomamos.
vertirse en Presidente ¡
porque sabía que que­
ría ser Presidente. Sabiendo eso, puso en su lista las cosas que lo
llevarían allá. Si hubiera querido ser productor de cine, indudable­
mente habría puesto cosas diferentes en su lista. Habría resuelto su
rompecabezas de forma totalmente distinta. Lo que deseamos de­
termina la forma como resolvemos nuestro rompecabezas.

Entonces, ¿es tan simple como decidir lo que queremos, luego


ponerlo en nuestra lista de tareas y eso nos llevará allá? No. Hay otro
componente: el crecimiento. El Ronald Reagan que se postuló y fue
elegido Presidente en 1980 no fue el mismo Ronald Reagan que ni
siquiera consiguió acercarse a la nominación del partido republica­
no cuando se postuló contra Richard Nixon en 1968. Tampoco fue
el mismo Ronald Reagan que casi venció a Gerald Ford por la nomi­
nación de su partido en 1976.

Cada vez que se postuló para ser Presidente, aprendió lecciones


y creció. Entendió mejor cómo resolver su rompecabezas. Puso me­
jores cosas en su lista de tareas. No sólo eso. También se hizo más
hábil en hacer lo que tenía en la lista. A través de su crecimiento,

127
DR. JIM MUNCY

su visión y el establecer las prioridades apropiadas, logró resolver


su rompecabezas. Se convirtió en Presidente de los Estados Unidos.

¿Qué tan bien está usted resolviendo su rompecabezas? Recuer­


de la primera llave de todo éxito: Juzgar la semilla por la cosecha.
Si no estamos obteniendo lo que queremos de la vida, es porque
no estamos resolviendo nuestro rompecabezas de la forma correcta.

EL DOMINIO DE NUESTRAS EMOCIONES

Una vez que descubrimos lo que queremos hacer, debemos


tener la madurez emocional para hacerlo. Eso siempre significará
hacer algunas cosas que no nos gusta hacer. Las personas exitosas
hacen lo que a las personas con pocos logros no les gusta hacer. No
es que a los exitosos les guste más hacer estas cosas que a los inca­
paces. Es sólo que los triunfadores se adelantan y las hacen de todas
formas. Las personas
IDEA CLAVE
de bajo rendimiento
Las personas exitosas hacen lo que a
no lo hacen.
las personas con pocos logros no les
gusta hacer. No es que a los exitosos De eso se trata la
les guste más hacer estas cosas que a madurez emocional.
los que obtienen pocos logros. Es sólo Es hacer lo que no
que los triunfadores se adelantan y las nos gusta porque hay
hacen de todasformas. una razón para hacer­
lo. ¿Cómo desarrolla-
mos esa clase de madurez? Lo hacemos mediante dejar que nuestras
emociones nos impulsen en lugar de detenernos.

Había dos muchachos caminando por el bosque cuando se en­


contraron con un oso grande. Uno de ellos salió corriendo. El otro
le dijo: “¿Qué estás haciendo? No puedes ser más rápido que el oso”.

Su compañero le respondió “No tengo que ser más rápido que


el oso. Sólo tengo que ser más rápido que tú”. Uno de ellos dejó que
sus miedos lo detuvieran. El otro dejó atrás sus miedos y se puso en
marcha. ¿Cuál de los dos tendría más posibilidades de sobrevivir?
La mejor manera de lidiar con nuestros miedos es permitir que nos
pongan en movimiento, no dejar que nos detengan.

128
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

DEJE SUS MIEDOS ATRÁS

Deberíamos poner nuestros miedos detrás de nosotros y no en­


frente. Si están frente a nosotros, nos detendrán. Si están atrás, nos
empujarán a la acción.

Si yo estuviera caminando y viera que en la esquina hay un perro


feroz gruñendo, me detendría. Por otro lado, ¿qué tal si el perro fe­
roz no estuviera delante sino detrás de mí? ¿Me detendría a esperar
que viniera por mí? No, el motivo de mi temor estaría detrás de mí,
así que me pondría en movimiento. Si ponemos las cosas que nos
atemorizan en frente de nosotros, estas nos detendrán. Si las pone­
mos detrás, nos impulsarán a lograr más.

El miedo más común de las personas es a hablar en público. El


segundo miedo más común es a la muerte. Cuando uno va a un fu­
neral, la mayoría de las personas preferirían estar en el ataúd que
tener que decir unas palabras. Infortunadamente, si no podemos ha­
blar en público, estamos limitando lo que podríamos alcanzar.

Hay dos formas de manejar el miedo a hablar en público. Una es


ponerlo en frente de nosotros y otra es ponerlo detrás. Si lo pone­
mos en frente nos detendrá de hablar. Cuando tengamos la oportu­
nidad de hablar no lo haremos. Al hacer eso, estaremos limitando lo
que podemos lograr.

Por otro lado, podemos poner el miedo a hablar detrás de no­


sotros. Sentimos el miedo, pero de todas formas hablamos. De esa
forma dejamos que nuestros miedos nos obliguen a preparar un dis­
curso magnífico porque no tememos hacerlo. Nuestros miedos nos
están empujando a lograr cosas en lugar de impedirnos intentarlo.

Esa es la mejor
IDEA CLAVE
parte de poner nues­
Pensamos que podremos actuar
tros miedos atrás. Con
cuando el miedo desaparezca. Suce­
el tiempo desapare­
de totalmente lo opuesto. Cuando ac­
cerán. Emerson dijo:
tuamos el miedo desaparece.
“Haz lo que te produ­
ce miedo, y el miedo

129
DR. JIM M UNCY

se desvanecerá. Pensamos que podremos actuar cuando el miedo


desaparezca. Sucede totalmente lo opuesto. Cuando actuamos el
miedo desaparece. La mejor manera de conquistar el miedo es hacer
lo que lo produce. La acción cura el miedo.

Cuando nuestros dos hijos menores Alien y Alaina, tenían tres y


cinco años de edad, visitamos un museo de ciencias. En el vestíbulo
había una exhibición de dinosaurios, con un enorme ejemplar me­
cánico de seis metros de altura que se metía y rugía. Estaba justo en
la mitad del museo. La única forma de evitarlo era pasar por detrás
de la librería.

La primera cosa que hice al llegar al museo fue acercarme al


dinosaurio. Alien y Alaina no me siguieron. Se quedaron escondidos
junto a la librería mirándome aterrados. Yo sabía que el animal no
era real, pero ellos no. Se quedaron detrás pensando, “Oh, no, ese
enorme monstruo verde se tragará a papá”.

Los miré y les dije, “Oigan, vengan aquí. No es real” No estaban


convencidos. Lucía muy real para ellos. Dejé que caminaran por de­
trás de la librería y los encontré del otro lado. Durante el día, siempre
que queríamos ir de un sitio del museo a otro teníamos que atravesar
el vestíbulo. Yo caminaba frente al dinosaurio y Alien y Alaina cami­
naban por detrás de la librería. Sin embargo, cada vez antes de tomar
la otra ruta, se acercaban un poco más al gran monstruo verde.

Finalmente, a eso de las dos de la tarde, Alien se lanzó. Corrió


tan rápido como pudo en frente del dinosaurio. Alaina no se iba a
quedar atrás, así que se lanzó también. No se detuvieron. No mira­
ron atrás. Sólo corrieron tan rápido como pudieron. Cuando llega­
ron al otro lado se podía ver en sus caras el alivio de no haber sido
engullidos.

A medida que la tarde avanzaba, Alien y Alaina se sintieron


cada vez más cómodos con Dino. Para el momento de irnos, estaban
bailando en frente de él diciendo “No puedes comerme” No tenían
ningún miedo. Les tomó tiempo pero lentamente, al hacer lo que les
producía miedo, este desapareció.

130
Una pu erta , d o s cerra d u ra s

Podemos conquistar cualquier cosa que nos atemorice si sólo


nos movemos lentamente hacia ella. La mente funciona de esta for­
ma: cuando enfrentamos algo nuevo o diferente, el miedo aparece.
No obstante, el miedo disminuye a medida que seguimos estando a
su alrededor.

No necesitamos
IDEA CLAVE
movernos muy rápi­
La prudencia debería indicarnos qué
do. De hecho acercar­
adoptar y qué eludir. No el miedo.
se muy rápido puede
tener el efecto contra­
rio. Recuerdo haber visto a un padre tomar a su pequeño que gritaba
y sostenerlo frente a la boca del dinosaurio. El niño estaba pensando:
“Oh, no, papá va a darme de comer al dinosaurio’! No estoy seguro
de cómo se llama la fobia a los museos, pero apuesto a que sé de dón­
de proviene. El niño puede haber quedado traumatizado de por vida.

Siempre y cuando seamos pacientes, no seguiremos temiendo


a las cosas que hacemos con regularidad. Es una característica de
todos los seres humanos. Cuando tomamos acción en dirección a
nuestros miedos, estos con el tiempo desaparecen. Tiene que suce­
der. Estamos hechos de esa forma. Está en nuestros genes.

Hay un lado positivo y un lado negativo de esa característica


de los seres humanos. El lado positivo es que podemos usarla para
conquistar cualquier miedo que nos esté impidiendo lograr nuestro
propósito en la vida. El lado negativo es que podemos acostumbrar­
nos a algo a lo que deberíamos tenerle miedo.

Así es como algunas personas arruinan su vida en las drogas.


Nosotros lo llamamos la pendiente resbaladiza. Un chico que jamás
ha probado el alcohol o el cigarrillo no dirá, “Voy a probar el crack”.
Él probará alguna de las drogas “suaves” Estas no lo matarán, así que
se sentirá cómodo con ellas. Con menos miedo, avanzará hacia dro­
gas cada vez más fuertes. Puede que la marihuana no lo mate, pero
sí puede matar su miedo a otras cosas que sí lo matarían.

Las personas que sufren accidentes o mueren por causa de equi­


po industrial peligroso, rara vez son los operadores nuevos. A los

131
D r . J im M u n c y

novatos les atemorizan las máquinas, y ese miedo los mantiene aler­
tas. Sin embargo, con el tiempo el miedo desaparece. Ya no sienten
miedo de algo que debería atemorizarlos, y es entonces cuando ocu­
rren los accidentes.

Si enfrentamos nuestros miedos, podemos eliminarlos. Si no los


enfrentamos, permanecerán. Debemos escoger con mucho cuidado
qué miedos eliminar. Algunos de ello^deberían conservarse. Nos
volvemos maduros emocionalmente a medida que eliminamos los
miedos que no nos permiten avanzar hacia el éxito.

PERMITAMOS QUE NUESTRAS ACCIONES


PRUEBEN QUE PODEMOS

Una de las historias más animadoras que he leído es la de Heidi


von Beltz. El padre de Heidi, Brad, era un exitoso actor de Hollywo­
od, y ella estaba siguiendo sus pasos. Mientras estaba filmando la pe­
lícula Cannonball Run, ella tuvo un accidente que hizo que su hom­
bro perforara su médula espinal. Los médicos dijeron a sus padres
que ella moriría en algunos meses. También les dijeron que, en los
últimos y dolorosos meses que le quedaban de vida, ella no podría
mover ni un sólo músculo del cuello para abajo.

Con voz firme, Brad les dijo a los doctores que no le comentaran
nada a Heidi acerca del pronóstico. Él tenía un plan diferente. To­
maría acción. No dejaría que su hija se consumiera y muriera. En su
libro, My soul purpose, Heidi relata lo que le costó recuperarse. Le
tomó años, pero con el tiempo pudo ponerse de pie, y hasta moverse
por sí misma con la ayuda de un caminador. No se consumió y mu­
rió como los médicos dijeron que sucedería. Tuvo una recuperación
increíble y siguió adelante logrando vivir una vida bastante normal.

Lo que más me impactó al leer su libro fue la filosofía que Heidi


desarrolló a través de su experiencia. Si ella hubiera escuchado a los
expertos, habría muerto. Su supervivencia puede atribuírsele al he­
cho de que se "desvió” e hizo algunas cosas que todos consideraban
irracionales e inútiles.

132
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Ella realmente no culpó a los médicos por pensar de la manera


en que lo hicieron. Al fin y al cabo, sus opiniones se basaban en años
de investigación. El problema era que su investigación provenía de
una forma de lógica circular. A otras personas que tuvieron acci­
dentes como el de ella se les dijo que no podrían sobrevivir. Que
no había nada que pudieran hacer al respecto. A causa de eso, no
hicieron nada. Debido a que no hicieron nada, no sobrevivieron. Al
no sobrevivir, la comunidad médica obtuvo los hechos y las cifras
que confirmaban que estaban en lo cierto. Heidi sobrevivió porque
se negó a convertirse en uno de esos hechos y cifras.

Heidi también tenía una perspectiva interesante en cuanto a los


medicamentos para disminuir el dolor. Ella decía que no disminuían
el dolor, sino la capacidad de prestar atención al dolor. Heidi no que­
ría disminuir su capacidad de prestarle atención al dolor. Quería ha­
cer que el dolor le ayudara.

La historia de Heidi von Beltz no es la historia de cómo una


persona se recuperó de un accidente. Es una historia sobre tomar
acción y no darse por vencido. La mayoría de nosotros no consegui­
mos los resultados que ella logró porque escogemos otro camino.
Pensamos que no podemos lograr cosas grandes, así que no lo in­
tentamos. Debido a que no lo intentamos, probamos que teníamos
razón. Optamos por los medicamentos que disminuyen el dolor que
realmente no logran ese objetivo. Sólo disminuyen nuestra capaci­
dad de sentirlo. Caminamos por la vida siendo una fracción de lo
que podríamos llegar a ser. Todo porque permitimos que la pereza
pruebe que no podemos triunfar, en lugar de dejar que nuestras ac­
ciones prueben que sí podemos.

No fue sólo la voluntad de Heidi de progresar lo que le dio la


victoria. Parecía haber algo dentro de ella que se negaba a darse por
vencida. Se había trazado una meta y nada podría impedirle alcan­
zarla. Al principio, su meta era muy modesta. Simplemente quería
ser capaz de controlar su propio flujo de orina. Pasó meses tratando
de alcanzar esa única meta. Después de meses de lucha, lo logró. Fue
una gran victoria. Imagínese pasar varios meses de su vida conquis­
tando algo tan simple que todos lo damos por sentado.

133
D r. J im m u n c y

Heidi se encaminó hacia el éxito porque fue capaz de avanzar y


tomar acción. Su victoria llegó como resultado de su perseverancia.
Salir de la zona de comodidad y tomar acción es una llave del éxito.
No obstante, esta sirve de poco sin la siguiente llave para lograrlo.
Volteemos la página y comencemos a explorar la llave de la perse­
verancia.

134
LLAVE 5

PERSEVERANCIA:
SEA PERSISTENTE PERO
NO INTRANSIGENTE

"La persistencia es el trabajo arduo que hacemos


después de haber trabajado duro".
—Newt Gingrich

13S
DR. JIM MUNCY

JJ
|H staban en el medio tiempo y el equipo iba perdiendo por 20
J puntos. El entrenador necesitaba dar un discurso para ins­
pirar a sus jugadores a seguir y no rendirse. He aquí lo que les dijo:

“¿Se rindieron los hermanos Wright?”, gritó.

“No, no lo hicieron” contestó su equipo.

“¿Se rindió Abraham Lincoln?"

“No, no lo hizo”.

“¿Se rindió Thomas Edison?”

“No, no lo hizo”.

“¿Se rindió Michael Jordán?”

“No, no lo hizo”.

“¿Se rindió Nate Mizersky?” Los jugadores miraron confundidos al


entrenador.

“Pregunté si se rindió Nate Mizersky”, gritó.

“Entrenador”, respondió uno de los jugadores. “No sabemos quién


es Nate Mizersky”.

“Claro que no lo saben” bramó el entrenador. “Él se rindió”.


UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

LO LOGRAREMOS, SI NO NOS RENDIMOS

La vida no les da mucho a los que se rinden. Por otro lado, la


vida difícilmente retiene algo de la persona que se niega a rendirse.
Como lo expresó Benjamín Disraeli, Primer Ministro de Gran Breta­
ña: “Nada puede oponer resistencia a la persona que es capaz de ju­
garse su propia existencia por una causa” Si persistimos y seguimos
creciendo lograremos cualquier cosa que nos hayamos propuesto
en la vida.

Harland era un IDEA CLAVE


hombre de edad, es- i , Á
La vida no puede retener nada de la
taba en la quiebra y lo \ -¿Jl
persona que se niega a rendirse,
único que poseía era |......................... .................................................
un método de cocinar
pollo. Comenzó a ir de un lado a otro buscando a alguien que lo
comprara. Recibió muchos no como respuesta antes de recibir un sí.
Habló con más de mil dueños de restaurantes y aún no lograba rom­
per la marca de los cien dólares en la venta de su receta para pollo.

Cualquiera en su sano juicio se habría dado por vencido mucho


antes. ¿Cuántas respuestas negativas se necesitaban para que él em­
pezara a dudar seriamente de si alguna vez alcanzaría su sueño de
venta? Harland no estaba dispuesto a rendirse y, andando el tiem­
po, el hombre que conocemos como el Coronel Sanders vendió su
receta. Su Kentuky Fried Chicken produjo millones y millones. Su
éxito llegó porque se negó a rendirse. Se negó a aceptar un no como
respuesta.

Si decidimos que queremos algo, y nos comprometemos a


nunca rendirnos hasta que lo consigamos, entonces está hecho. Es
nuestro. Podemos relajarnos y seguir trabajando para conseguirlo.
Seguro encontraremos problemas en el camino, pero podemos es­
tar convencidos de que si nos negamos a renunciar y continuamos
creciendo, con el tiempo tendremos lo que hemos estado buscando.

137
D r . J im m uncy

¿QUÉ NOS DA LA VIDA?

He escuchado decir que la vida nos da lo que queremos si tan


sólo lo deseamos con mucha intensidad. Eso no necesariamente es
verdad. Es cierto que el deseo nos motiva, pero he visto a muchas
personas lograr muy poco en comparación con lo que deseaban. No
importa lo mucho que deseemos algo, si no perseveramos, no lo lo­
graremos. Nos convertiremos en víctj/has frustradas de deseos es­
quivos. Caeremos en la trampa de pensar que desear es malo porque
no conseguimos lo que queremos. No es el deseo lo que nos frustra,
sino el abandonarlo.

Sabemos que la vida no nos dará justicia. Nuestros padres nos


decían eso cuando éramos pequeños. Decíamos: “No es justo” y
ellos respondían: “La vida no es justa”. Recuerdo haber oído eso tan­
tas veces cuando estaba creciendo que juré que jamás les diría eso a
mis hijos. Sin embargo, la primera vez que mi hijo dijo “No es justo”
adivine lo que respondí. Creo que debe haber algo en los genes de
los machos de nuestra especie que hace que respondamos instinti­
vamente, “La vida no es justa” Al menos estamos diciendo la verdad.
La vida no es justa. No podemos esperar que algo sea justo sólo por­
que se adapta a nuestra idea de justicia.

La vida tampoco nos dará lo que merecemos. No tenemos que


buscar muy lejos para encontrar personas que obtienen de la vida
mucho más de lo que merecen. El chico que se detiene en un su­
permercado de camino a casa para comprar cervezas y cigarrillos
y resulta que compra el billete de lotería ganador, está obteniendo
más de lo que merece. Una joven estudiante que muere a causa de
un conductor ebrio no está recibiendo lo que merece. La vida no nos
da lo que merecemos.

Si la vida no nos da lo que deseamos, lo justo o lo que mere­


cemos, ¿entonces qué nos da? La vida nos da lo que estamos de­
terminados a conseguir. Tan pronto como decidimos que queremos
algo, la vida nos prueba para ver qué tan serios somos en cuanto a
conseguirlo. Comenzará a poner obstáculos inesperados en nuestro
camino. Estas pruebas son la forma en la que la vida ve qué tanto

138
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

nos aferraremos a las cosas. La vida quiere saber si nos conformare­


mos con menos de lo que deseamos. Si lo hacemos, entonces no nos
dará lo que queremos. Sin embargo, si nos negamos a desistir, la vida
eventualmente se rinde y nos da aquello que estamos persiguiendo.

En una ocasión,
IDEA CLAVE
Henry Ford decidió
¿Qué nos da la vida?No lo que quere­
que quería un motor f
mos, ni lo que merecemos, ni lo que es
de ocho cilindros fun- 1
justo. La vida nos da aquello a lo que
dido en un sólo blo­
nos aferramos.
que. Les presentó el
problema a sus inge­
nieros, quienes le dijeron con prontitud que no podía hacerse. Que
eso era imposible.

Ignorando lo que le dijeron, Ford les mandó a dedicarse inme­


diatamente a ello. Imposible no significa mucho para la persona que
dijo “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes de todas
maneras tienes razón”.

“Por qué querríamos trabajar en un proyecto que está condena­


do al fracaso” preguntaron ellos.

“Porque si no lo hacen” respondió Ford, “los despediré y contra­


taré ingenieros que quieran trabajar en ello”

“Nos pondremos a trabajar inmediatamente” respondieron.


Cada dos semanas los ingenieros se reunían con Ford para tratar de
convencerlo de que era imposible fundir 8 cilindros en un sólo blo­
que. Ford se limitaba a decirles que siguieran intentándolo.

Esto continuó por algunos meses hasta que finalmente alguien


del equipo de ingenieros tuvo una idea. Habían estado tratando de
poner los ocho cilindros en línea recta. ¿Qué tal si los pusieran lado
a lado formando un ángulo? Lo intentaron y funcionó. Inventaron
el motor V8. Lo que llegó a ser uno de los progresos más grandes
en la industria del automóvil pudo nunca haber ocurrido si Henry
Ford hubiera dejado que sus ingenieros le dijeran que era imposible.
Henry Ford no se iba a conformar con menos, así que consiguió lo
que quería.

139
DR. JIM MUNCY

IDEA CLAVE La vida nos pone


En la vida, las recompensas vienen de a prueba para ver a
terminar algo, no de empezarlo. Nun- qué nos aferraremos.
ca terminamos nada porque seguimos |J i Si pasamos la prueba
empezando algo nuevo. Nunca cru­ obtendremos lo que
zaremos la línea de meta si seguimos deseamos. La razón
regresando a la línea de salida. por la que la vida nos
da tan poco de lo que
queremos es que la mayoría de nosotros no pasa la prueba. Decidi­
mos que queremos algo, lo perseguimos hasta que aparece un obstá­
culo en nuestro camino, nos rendimos y encontramos otra cosa que
desear. Continuamos en una dirección hasta que las cosas se ponen
difíciles, y entonces buscamos algo nuevo que hacer. Este ciclo es
continuo. Comenzamos, renunciamos y emprendemos un nuevo
proyecto.

En la vida, las recompensas vienen de terminar algo, no de em­


pezarlo. Nunca terminamos nada porque seguimos empezando algo
nuevo. Nunca cruzaremos la línea de meta si seguimos regresando
a la línea de salida. Con el tiempo podríamos terminar no empren­
diendo nada porque nunca conseguimos nada de lo que queremos.
El soñador se convierte en un haragán y el problema proviene de
renunciar antes de ganar la victoria.

¿Podemos concluir que la perseverancia nos da lo que queremos


todas las veces? No, sólo casi todas las veces. Por otro lado renunciar
no funciona ni siquiera una vez. Como observó un piloto de carre­
ras: “Para terminar primero, primero debes terminar”.

LA PARÁBOLA DE ¡PLAF!

Mi historia favorita, la cual cuento a mis estudiantes, es la pará­


bola de ¡PLAF! Es la historia de un joven que fue a donde el anciano
sabio de su aldea y le preguntó dónde estaba e l éxito.

El anciano señaló un camino en particular y dijo: “El éxito está


en esa dirección”. Emocionado, el joven se fue corriendo por el ca­
mino hacia el éxito. Un poco más abajo del camino, llegó un sonido:
¡PLAF! El chico se había caído.
140
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Magullado y maltratado, regresó tambaleándose a donde el an­


ciano sabio. “¿Dónde dijo usted que se encontraba el éxito?”

El anciano señaló el mismo camino. El joven se alejó camino


abajo por segunda vez. Llegó al mismo sitio en el camino y nueva­
mente: “¡PLAF!”

Aporreado, el joven se arrastró nuevamente hasta el anciano.


“Pensé que usted había dicho que el éxito estaba por ese camino”
dijo.

“Lo está” respondió el anciano. “Justo al otro lado del ¡PLAF!”

Todo lo que deseamos en la vida nos está esperando justo al otro


lado del PLAF. El problema es que hacemos exactamente lo que hizo
el joven de la parábola. Hacemos ¡PLAF! Y en lugar de seguir y recla­
mar la victoria, nos volteamos y regresamos.

RENUNCIAMOS JUSTO ANTES

Ross Perot comentó una vez sobre cuán cerca de la meta han
estado muchos cuando renuncian. Dijo:

“La mayoría de las personas se rinde justo cuando está a punto


de lograr el éxito. Renuncian cuando están en la zona de anotación.
Se rinden en el último minuto del juego, justo antes de marcar un
touchdown. En su libro clásico Piense y hágase rico (Think and Grow
Rich), Napoleon Hill cuenta la historia de un hombre llamado R. U.
Darby, que hizo exactamente eso.

Era la época de la fiebre del oro y el tío del Sr. Darby encontró di­
cho metal. Marcó la propiedad con estacas, hizo un mapa, enterró lo
que había hallado y regresó a Maryland para conseguir los recursos
necesarios para cavar una mina de oro. El tío tomó todo su dinero,
junto con el Sr. Darby y partió para Colorado. Compraron equipo de
excavación y salieron en busca del oro. Tuvieron algo de éxito, pero
lo obtenido rápidamente se desvaneció. Cavaron y cavaron pero no
obtuvieron nada. Con el tiempo desistieron, vendieron la propiedad
y todo su equipo a precio de costo para recuperar algo de dinero y
regresaron a casa en la quiebra.

141
DR. JIM M UNCY

IDEA CLAVE La persona que


La mayoría de las personas se rinden ...v
justo cuando están a punto de lograr j . mm Y el equipo continuó
el éxito. W m ) desde donde ellos
—Ross Perot I se habían detenido.
Cavó menos de un
metro y se topó con un yacimiento de oro de varios millones de dó­
lares. El Sr. Darby y su tío se habían djhdo por vencidos a sólo 90
centímetros del oro.

Afortunadamente el Sr. Darby aprendió su lección. Se convirtió


en uno de los vendedores de seguros más exitosos del país. Decía
que cada vez que pensaba en renunciar, recordaba la ocasión en que
lo hizo a menos de un metro de distancia del oro. Ese gran error le
dio una lección sobre la perseverancia, y esa lección lo convirtió en
un hombre rico.

¿Con qué frecuencia cometemos el mismo error? La vida nos


pone a prueba. Cuando queremos algo, ella pone obstáculos en
nuestro camino para ver si hablamos en serio. Entonces, Justo cuan­
do la vida está a punto de ceder, nos rendimos. La vida dice: “Pondré
un obstáculo más en el camino y luego les daré lo que quieren”. Es en
ese momento cuando renunciamos.

En una ocasión
IDEA CLAVE
Winston Churchill
Nunca se rindan. Nunca, nunca,
dio uno de los dis­
nunca se rindan.
cursos más cortos de
—Winston Churchíll
toda la historia. Se le
pidió que hablara en
la institución a la que asistió cuando era adolescente. Un instructor
de la institución les dijo a los estudiantes que prestaran mucha aten­
ción, ya que uno de los más grandes oradores que Inglaterra había
producido estaba a punto de pronunciar un discurso histórico.

Y lo fue. Churchill se puso de pie, miró a los estudiantes y dijo:


“Nunca se rindan. Nunca, nunca, nunca se rindan”. Luego tomó
asiento. Ese fue todo el discurso. Esas son quizás las palabras más

142
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

citadas de Winston Churchill. Me imagino que Churchill pensó que


eso era todo lo que los estudiantes necesitaban saber. Nunca se rin­
da. Sea persistente. Persevere.

LA PERSEVERANCIA NO ES TERQUEDAD

Algunas personas piensan que están siendo persistentes cuan­


do en realidad están siendo tercas. La persistencia es una llave para
el éxito. La terquedad puede ser fatal para nuestro éxito. ¿Cuál es
la diferencia? Persistencia es continuar persiguiendo una meta y no
nos damos por vencidos hasta alcanzarla. Puede que tengamos que
intentar diferentes cosas para lograr nuestra meta, pero seguimos
tras ella.

La terquedad, por el contrario, es seguir haciendo lo mismo una


y otra vez. Esto no significa que nos estemos acercando a nuestra
meta. Simplemente significa que somos incapaces de intentar algo
nuevo. Permítame tomar prestado un ejemplo de la naturaleza para
ilustrar la diferencia entre perseverancia y terquedad mediante dar­
les mi versión sobre los pájaros y las abejas.

LOS PÁJAROS Y LAS ABEJAS

Mi oficina en la universidad es un magnífico lugar para escribir.


Está en una esquina del segundo piso y tiene dos enormes ventanas
que dan a grandes zonas verdes llenas de árboles, pájaros y ardi­
llas. Los jardineros cuidan muy bien de estas zonas, así que siempre
lucen bonitas. A la distancia hay un arroyo sombreado, con flores,
enredaderas y arbustos como telón de fondo. Cuando hace buen
tiempo abro las ventanas para disfrutar de la brisa. Es el lugar más
cercano al cielo que he encontrado en la tierra.

Cada tanto, un visitante llega por la ventana. Puede ser una


mosca o una avispa. Dado que las ventanas son tan grandes, ocasio­
nalmente hasta un pájaro llega de visita.

Siempre tengo un vaso y un trozo de cartulina en mi archivador


para atrapar abejas y ayudarlas a escapar. ¿Por qué? Porque siempre

143
D r . J im . m u n c y

van a donde la ventana tiene vidrio e intentan salir por ahí. Golpean
el vidrio y al ver que no pueden salir lo intentan otra y otra vez. Si­
guen golpeándose contra el mismo panel de vidrio repetidas veces
hasta romper sus pequeñas cabezas. A tan sólo unos centímetros
hay toda una ventana abierta, pero nunca la encuentran. Están muy
ocupadas tratando la misma ruta vez tras vez. Eso no es persistencia.
Es terquedad.

Cuando algún pájaro entra en oficina, no se queda mucho


tiempo. Puede que se golpee, una o dos veces contra el vidrio, pero
sigue intentando diferentes rutas hasta que encuentran la ventana
abierta. Eso es persistencia. No siguen intentando la misma cosa una
y otra vez hasta romper su cabeza. Simplemente intentan diferentes
cosas hasta que alcanzan su meta. Eso es persistencia.

Nuestro proble­
IDEA CLAVE
ma es que a menudo
La perseverancia no significa hacer la
nos parecemos más
misma cosa una y otra vez. Significa
a las abejas que a los
apegarse a una meta aunque sea ne­
pájaros. Hacemos
cesario intentar diferentes cosas para
la misma cosa una y
lograrla.
otra vez y nos confor­
mamos con cualquier
resultado. Quizá hasta nos sentimos orgullosos de nosotros mismos
por apegarnos a nuestra meta y no rendirnos. Sin embargo, si sim­
plemente estamos golpeándonos la cabeza haciendo la misma cosa
una y otra vez, quizás queramos aprender una lección de los pájaros.
No es necesario que cambiemos de meta. Simplemente debemos in­
tentar una forma diferente de acercarnos a lo que queremos.

ESCRIBIR NUESTRAS METAS SOBRE CONCRETO

La perseverancia es escribir nuestras metas en concreto y nues­


tros planes en arena. Debemos ser inflexibles en cuanto a lo que que­
remos, pero flexibles en cuanto a cómo lograrlo. No nos rendimos
en la consecución de nuestras metas, sin embargo, si una táctica no
está funcionando estemos dispuestos a buscar otra opción que fun­
cione.

144
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

La terquedad IDEA CLAVE


es precisamente lo La perseverancia es escribir nuestras
opuesto. La terquedad metas en concreto y nuestros planes
es escribir nuestros en arena.
planes en concreto y '— -----------------------------------------------------
nuestras metas en arena. Hacer lo mismo una y otra vez no es ser
persistente. Es ser testarudo. Eso es especialmente cierto cuando
no tenemos una meta en mente. La persistencia sólo tiene senti­
do cuando tenemos una meta hacia la cual estemos avanzando, y
cuando estemos intentando todo método legal, moral y ético para
lograrla.

A veces les pregunto a mis estudiantes a qué edad quieren re­


tirarse. A menudo dicen que a los 65. Entonces les digo que es una
pregunta con trampa. Para retirarse no se necesita edad. Se necesita
dinero. Si tuvieran suficiente dinero, podrían retirarse ahora mismo.
A los veintidós años de edad, probablemente no lo llamarían estar
retirados, sino ser económicamente independientes.

Ser independiente económicamente es una buena meta. Si pu­


diéramos ayudar a otros sin importar cuánto dinero produjéramos,
probablemente podríamos hacer contribuciones increíbles al mun­
do. Sin embargo, nos pasamos la vida trabajando por el pago del
mes, y luego, cuando estamos viejos nos retiramos para conquistar
un curso de golf. Qué diferencia podrían hacer muchos jóvenes si lo­
graran retirarse cuando aún tienen sueños. Y qué diferencia podrían
hacer muchos que ya se han retirado si todavía tuvieran los sueños
que tenían cuando eran jóvenes.

Si nos trazamos la meta de ser independientes económicamen­


te, hay muchas maneras de lograrlo. Dos de los hombres más ricos
que el mundo ha visto son Bill Gates y Warren Buffet. Mientras es­
cribo, ellos son los número uno y dos en la lista de los más ricos del
mundo de la revista Forbes. Aun así, los dos usaron métodos total­
mente diferentes para acumular sus fortunas.

Bill Gates logró amasar la suya mediante producir artículos y


hacer una labor de marketing increíble. Warren Buffet creó su fortu-

143
D r . Jim M u n c y

na mediante inversiones. Ahorró dinero, lo invirtió muy sabiamente


y ganó dividendos enormes. Consiguió capital de otros e invirtió ese
dinero también. Mientras Bill Gates se hizo rico a través de la pro­
ducción de artículos, Warren Buffet lo hizo mediante proveer capi­
tal a compañías para que pudieran producir artículos.

Aunque estos son métodos totalmente diferentes de producir


dinero, los dos son buenas maneras devolverse independiente eco­
nómicamente. Dentro de estas dos grandes áreas hay muchos cami­
nos que tomar. Si queremos emplear el método de Bill Gates, hay
muchas industrias en las que podemos ingresar, y muchas habilida­
des que podemos usar. Podemos especializarnos en diseño, produc­
ción, contratación de terceros para servicios, ventas, marketing, etc.
Si tomamos el método de Warren Buffet podemos invertir en títulos,
propiedad raíz, compañías emergentes, etc. Las formas de alcanzar
la meta de la independencia económica no son escasas si crecemos
y perseveramos.

¿Cómo sabemos si estamos perseverando o sólo siendo tercos?


Recuerde la primera llave para el éxito: juzgue la semilla por la cose­
cha. Si quiero ser independiente económicamente, debo ver dónde
estoy. Si no estoy más cerca de la independencia económica de lo
que estaba hace unos años, entonces no estoy siendo persistente. Si
sigo haciendo lo que siempre he hecho aunque no esté produciendo
lo que quiero, entonces estoy siendo terco.

A los veinte años puedo decidir que quiero ser independiente


económicamente, así que desarrollo un plan. Decido obtener una
buena educación, encontrar un buen empleo y trabajar duro. Ese
es el plan. De hecho, es un buen plan. Si hago esas cosas, pero a los
treinta años no estoy más cerca de la independencia económica de lo
que estaba a los veinte, necesito reevaluar mis planes. Si estoy cerca
de los cuarenta y no he hecho un progreso significativo, necesito
pensar seriamente sobre mi situación.

La meta de la independencia económica sigue siendo buena.


Pero el plan para conseguirla es deficiente. Puede que necesite aña­
dir algo al buen empleo y al trabajo duro. Puede que necesite una

146
UNA PUERTA DOS CERRADURAS

estrategia de inversión o encontrar un negocio que pueda crear a


medio tiempo. Puede que no sea necesario que abandone mi empleo
actual, y que obtener una buena educación no haya sido mala idea.
Sin embargo, si el camino en el que estoy no me está conduciendo a
donde quiero llegar, será mejor buscar una salida. No puedo seguir
conduciendo por el mismo camino y esperar que me lleve a un lugar
diferente.

Esto se puede aplicar a todo aspecto de la vida. ¿Está mi estilo


de vida dándome la energía y vitalidad que deseo? Si no es así y no lo
cambio, estoy siendo terco. Necesito desarrollar persistencia.

¿Qué hay de mis relaciones? ¿Están funcionando como deseo? Si


no es así, entonces no debería ser terco y seguir haciendo lo que es­
toy haciendo. Debería ser persistente. Debería trazarme la meta de
construir mejores relaciones y luego comenzar a buscar diferentes
formas de conseguir las relaciones que quiero.

La perseverancia
IDEA CLAVE
siempre es una virtud.
Preocuparse es inútil. La mayoría de
La terquedad siempre
las cosas por las que nos preocupa­
es un vicio. Entonces
mos no suceden. Los verdaderos de­
¿por qué tendemos a
safíos son las cosas que jamás vimos
ser tercos más que a
venir.
ser persistentes? Por­
que la perseverancia es difícil.

LA PERSEVERANCIA ES DIFÍCIL

En mi opinión las mejores palabras iniciales de un libro en el


campo de la literatura sobre desarrollo personal, son las que se en­
cuentran en el libro de Scott Peck, The Road Less Traveled. La pri­
mera línea dice simplemente “La vida es difícil”. Luego, Peck pasa
a explicar que una vez que entendemos y aceptamos que la vida es
difícil, esta se vuelve mucho menos difícil. Nosotros mismos hace­
mos que la vida sea difícil al esperar que esta sea fácil. Cuando las
dificultades aparecen nos toman completamente por sorpresa. No
estamos preparados para lidiar con las dificultades. La persona que

147
DR. JIM MUNCY

entiende que los problemas surgirán, simplemente los acepta como


parte de la vida y puede manejarlos. Esto hace que la vida sea mucho
más fácil.

Déjeme darle una versión ligeramente modificada de lo que


dice Peck. La perseverancia es difícil. Una vez que entendemos y
aceptamos que la perseverancia es difícil, se vuelve mucho más fá­
cil perseverar. Si creemos que podremos persistir en alcanzar algo
importante sin dificultades, nos llevaremos una gran sorpresa. La
naturaleza misma del éxito es que sólo llega después de que hemos
perseverado. La naturaleza misma de la perseverancia es que perse­
veremos a través de las dificultades.

Cuando nos trazamos una meta, debemos aceptar el hecho de


que habrá dificultades. No deberíamos preocuparnos por ellas por­
que, de hecho, es completamente inútil. La mayoría de las cosas por
las que nos preocupamos nunca ocurren. Las cosas que realmente
nos golpean son las que no nos esperábamos. Podemos estar seguros
de que las dificultades aparecerán en el camino, pero no debemos
preocuparnos por cuáles serán.

Hay algunos desafíos con los que podemos contar. Cuando dis­
cutimos la llave anterior para el éxito hablamos del miedo. Decía­
mos que nuestros miedos pueden impedirnos actuar. He encontrado
que hay dos miedos principales que impiden a las personas intentar
algo nuevo. Son el miedo a fallar y el miedo a ser criticado.

Puedo declarar con absoluta certeza que hay dos cosas que les
sucederán a aquellos que se atreven a tomar acción. Fallaremos y
seremos criticados. Las dos cosas que más tememos en realidad pa­
sarán. No existe un camino alterno. No deberíamos tratar de en­
contrar una ruta al éxito que pase por un lado del miedo y el fracaso
porque no existe. De todas formas debemos aprender a navegar a
través del miedo y el fracaso para alcanzar nuestras metas.

La clave para el éxito no es eliminar las cosas que nos producen


miedo, sino perseverar a través de ellas. Las personas de éxito acep­
tan el hecho de que serán criticadas y de que fallarán. No es diverti­
do ser criticado, y fallar duele, pero estas son cosas que simplemente

148
U na pu erta, d o s c er r a d u r a s

tenemos que aprender a manejar si de veras queremos dominar la


perseverancia con maestría. Así que, discutamos cada una de ellas
individualmente.

EL FRACASO

El camino al éxito está pavimentado de fracaso. Si no estamos


fallando, eso no significa que estamos en el camino al éxito. Significa
que jamás hemos salido del garaje. Será difícil llegar a cualquier lu­
gar si hemos estado evitando el camino que nos llevará allá.

Para triunfar de­


IDEA CLAVE
bemos perseverar a
El camino al éxito está pavimenta­
través del fracaso.
do de fracaso. Si no estamos fallan­
Hay tres grandes mi­
do, eso no significa que estamos en el
tos acerca del fracaso.
camino al éxito. Significa que jamás
Mientras nos aferre­
hemos salido del garaje.
mos a esos mitos nun­
ca tendremos éxito.
Veamos cuáles son.

Mito 1: Las personas exitosas no fallan

El mito más grande acerca del fracaso es que las personas exi­
tosas no lo experimentan. Tendemos a pensar que el éxito es la au­
sencia de fracaso. Si eso es cierto, yo soy mejor jugador de golf que
Tiger Woods.

Si no me cree, escuche este increíble récord. En los últimos 3


años, he perdido menos torneos que Tiger Woods. He fallado me­
nos intentos que Tiger Woods y he perdido menos huecos que Tiger
Woods. ¿Sabe cómo he construido tan increíble récord? No he pisa­
do un club de golf en los pasados tres años.

Ahora, obviamente no jugar el juego no me hace mejor que al­


guien que lo hace. Pero esa es exactamente la forma de pensar que
está implícita cuando pensamos que el éxito es la ausencia de fraca­
so. Estudie a cualquier persona exitosa y descubrirá que sus vidas
estuvieron llenas de fracasos.

149
D R. JIM MUNCY

Si no fuera por Winston Churchill, Hitler probablemente habría


ganado. Churchill es, más que nadie el responsable de salvar a Eu­
ropa de caer bajo el régimen dictatorial. No está mal. Yo diría que
eso fue muy exitoso. Aun así, esta era su visión sobre el éxito. Él
dijo que el éxito era ir de fracaso en fracaso en fracaso sin perder el
entusiasmo.

¿Alguna vez ha
IDEA CLAVE
oído de un Honda?
El éxito es ir defracaso enfracaso
¿Sabe qué era Honda
sin perder el entusiasmo.
antes de ser una mar-
—Winston Churchill
___________ ca de automóviles?
Era una motocicle­
ta. ¿Qué era Honda antes de ser una motocicleta? Era una bicicle­
ta. ¿Qué era Honda antes de ser una bicicleta? Era una persona. El
señor Honda. Soichiro Honda fue el fundador de la Honda Motor
Corporation que emplea a más de 100.000 personas. Su nombre se
convirtió en un sustantivo. Nada mal para la persona que dijo “El
éxito se compone de fracasos en un 99%”. Él fracasó un 99% de las
veces y creó una corporación internacional de billones de dólares.

Otro exitoso de los negocios fue Thomas Watson. Tomó el con­


trol de una pequeña compañía que tenía un puñado de empleados.
Le cambió el nombre a International Business Machines, o IBM,
como la conocemos hoy. Cuando se retiró, IBM tenía 50.000 em­
pleados. Nada mal. Alguien le preguntó una vez cuál era la clave para
incrementar el número de aciertos. Su respuesta fue, incrementar la
cantidad de fracasos.

Analice la vida
IDEA CLAVE
de Abraham Lincoln.
Si Álbert Einstein estaba equivocado
Esta fue abundante en
el 99% de las veces, ¿qué nos hace pen­
fracasos. Déjeme dar­
sar que tenemos la razón el 100% de
le una breve sinopsis.
las veces?
______________________________________ Fracasó. Fracasó. Fra­
casó. Fracasó. Fraca­
só. Fracasó. Fracasó. Fracasó. Luego, fue elegido Presidente. Salvó
a la unión. Lincoln fracasó mucho más de lo que acertó, pero no lo

150
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

recordamos como un fracasado. Hay un monumento en su nombre


en Washington D.C., como tributo a su éxito.

El mundo de los deportes no es diferente. Babe Ruth es conoci­


do como uno de los mejores jugadores de béisbol de la historia. Sin
embargo, fue ponchado muchas más veces que ningún otro durante
sus días como jugador. Alguien le preguntó una vez en qué pensaba
cuando lo ponchaban. Él dijo que “en hacer más jonrones”. Los atle­
tas tienen registros de victorias y pérdidas. Para encontrar a uno con
un cero en la columna de pérdidas, tendríamos que buscar a alguno
que tuviera pocas victorias en la columna de aciertos. Mientras más
juguemos, más grandes son las posibilidades que experimentemos
fracasos.

Deberíamos ser apasionados en cuanto a ganar. Deberíamos


sentirnos desilusionados cuando perdemos. Sin embargo, debemos
reconocer que la peor pérdida de todas es no competir. Jim Rohn lo
expresó mejor cuando dijo: “Cuando la historia de tu vida sea escri­
ta, deja que muestren tus victorias, y deja que muestren tus fracasos.
Pero no dejes que muestren que no jugaste. ¿Cómo explicarías eso?”

Mito 2: La gente hábil no falla

A menudo pensamos que fallamos porque somos tontos. “Si tan


sólo hubiese sido más listo” pensamos, “esto nunca habría pasado”.

La gente hábil falla. Albert Einstein era muy listo. Todos esta­
rían de acuerdo en que él es una de las personas más listas que ha
vivido. Todos, menos Einstein. Una vez él dijo: “No es que sea más
listo que los demás. Es sólo que me que me apego por más tiempo
al problema”. ¿Lo notó? Él no atribuyó su éxito a su cerebro, sino a
su perseverancia. También dijo: “Creo que paso semanas y meses
pensando. El 99% de las veces estoy equivocado, y a la centésima vez
estoy en lo correcto”.

Ahora, si Albert Einstein estaba equivocado el 99% de las veces,


¿qué nos hace pensar que nosotros podemos estar en lo correcto el
cien por ciento de las veces? Nunca debemos tener miedo de come­
ter errores.

151
D r. J im m uncy

IDEA CLAVE Uno de los líderes


No queremos evitar cometer errores. más inteligentes que
Queremos evitar cometer errores he visto en acción es
tontos. Colin Powel. Powel
es lo suficientemen­
te listo para arriesgarse al fracaso. Cuando era comandante en el
ejército, Colin Powel tenía una regla. Dec^a que trataría de obtener
suficiente información como para tener de un 40% a un 70% de po­
sibilidades de éxito. Si tenía menos de 40% necesitaba reunir más
información. Sin embargo, si tenía más de 70% eso usualmente era
igual de malo. Si uno espera hasta que tiene más información que
esa, su oportunidad habrá pasado. Las personas más listas del mun­
do deben acostumbrarse al hecho de que a veces están equivocadas.

Ahora bien, el número aceptable de fracasos puede variar de­


pendiendo de la situación, teniendo en cuenta la severidad de las
consecuencias. Por ejemplo, no quisiera que el piloto del avión en el
que viajo esté satisfecho con un 70% de posibilidades de aterrizar el
aparato. No quisiera que mi cirujano tenga un 40% de posibilidades
de hacer lo correcto. No quiero que corte y corte cosas hasta que
finalmente encuentre la ruta correcta. En ocasiones el fracaso es de­
vastador. Sin embargo, no deberíamos halagarnos pensando que lo
que hacemos requiere tanto cerebro que no podemos fallar.

Las personas inteligentes toman riesgos inteligentes. Los demás


no toman riesgos o toman riesgos tontos. Una persona inteligente
examina los posibles buenos resultados del éxito y el daño que po­
dría causar el fracaso, y las posibilidades de que pasen. Si el posible
potencial positivo justifica el riesgo negativo, entonces se arriesga. Si
falla, no importa. Cometió un error inteligente.

No Queremos evitar los errores. Queremos evitar los errores


tontos. Por ejemplo, emborracharse, saltar al automóvil y conducir a
casa sería un error demente. Aunque llegáramos a casa sanos y sal­
vos, aquello sería un error estúpido. Todo lo que logramos fue aho­
rrarnos el dinero del taxi. No obstante, nos arriesgamos y pusimos
en riesgo a otros, pudimos haber sido arrestados, perdido nuestra
licencia de conducir y el seguro, destruido el automóvil, etc. Estos

152
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

riesgos son reales porque los conductores en estado de embriaguez


hacen esas cosas todos los días. Arriesgarse a todo esto sólo por aho­
rrar el dinero del taxi no es el tipo de riesgo que alguien inteligente
tomaría.

Mito 3: La gente talentosa nunca falla

El fracaso nos hace sentir tontos. Pensamos que la gente talen­


tosa de este mundo no falla. Seguimos repitiéndonos que si tan sólo
fuéramos más talentosos, no fallaríamos. Nada más lejano a la ver­
dad.

Michael Jordán ha sido uno de los mejores jugadores de balon­


cesto de todos los tiempos. Alguien le preguntó una vez qué lo hacía
tan exitoso. He aquí lo que dijo.

“He perdido casi trescientos juegos. He fallado más de novecien­


tos lanzamientos. Veintiséis veces he fallado el lanzamiento cuando
el juego estaba a punto de terminar. Por eso he sido tan exitoso”

Jordán entendió el éxito. Entendió que las personas talentosas


fallan. De hecho, por la posición que asumen, fallan a un nivel mu­
cho más alto. Cuando fracasan hay mucho más en juego y más per­
sonas lo notan.

Nunca usaremos nuestros talentos al máximo sin fallar una y


otra vez. Claro, Michael Jordán tenía habilidades increíbles. Sin em­
bargo, sacó lo mejor de sus habilidades porque no le tenía miedo
a fallar. Como lo dijo

á¡
una vez: “Puedo acep­ IDEA CLAVE
tar el fracaso. Todas “Unofalla el 100% de los
las personas fallan en lanzamientos que no hace’’.
algo. Lo que no puedo —Wayne Gretzky
aceptar es no inten­
tarlo”.

La verdadera grandeza de Michael Jordán no se vio en la cancha


de baloncesto sino en el campo de béisbol. Sí, ya sé que nunca lo
hizo muy bien ahí. Eso es lo que sacó a relucir su grandeza. Estuvo
dispuesto a abandonar su posición como jugador dominante en el

153
D R. JIM MUNCY

béisbol y afrontar un nuevo reto. Los que no entienden el punto re­


cuerdan que falló. El punto fue que se arriesgó al fracaso.

¿Quién es el mejor atleta de mi generación? Ni siquiera soy fa­


nático del hockey pero mi voto es para Wayne Gretzky. Todos sa­
bemos lo buen goleador que era. Antes de Gretzky el récord de la
temporada regular era de 152 puntos. Su récord era de 215. Esto es
un incremento de más del 40%. Hubo un año en que Gretzky pudo
haber dejado de jugar en enero 7, casi tres meses antes del final de la
temporada, y aun así habría ganado el título de goleador.

No simplemente acaparaba el puck en las anotaciones. Su ré­


cord de asistencias era aún más impresionante que el de sus anota­
ciones. Las mejores ocho temporadas de asistencias en la historia de
la NHL pertenecieron a Gretzky, por no mencionar las asistencias
de las temporadas diez, once y doce. Rompió el récord completo de
asistencias de Gordie Howe en 1.086 juegos, o en trece temporadas
menos de lo que le tomó a Howe establecerlo.

¿Cómo logró tanto? Ciertamente no fue por tener miedo de in­


tentar. Una vez dijo: “Uno falla el 100% de los lanzamientos que no
hace”. Aunque uno sea el mejor, fallará algunos de los lanzamientos
que haga y todos los que no haga.

CÓMO MANEJAR EL FRACASO

Tuve una estu­


IDEA CLAVE
diante que reprobó su
“El fracaso no es más que la oportu­
primer examen. Me
nidad de comenzar de nuevo pero de
dijo que había perdi­
forma más inteligente”.
do toda su esperanza.
—Thomas Edison
Que había reprobado
su examen, así que
probablemente reprobaría la asignatura. Si no podía aprobar su asig­
natura, probablemente nunca se graduaría. Dado que no hay muchas
oportunidades para quienes no cuentan con un título universitario,
¿qué haría? Pensé que en ese momento se arrastraría hasta el último
piso del edificio de la Escuela de Negocios y saltaría.

154
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Nuestro problema no es el fracaso. Es cómo lo manejamos. Ani­


mé a mi estudiante a calmarse y a analizar su fracaso. Había una
razón por la cual no le había ido bien en el examen. Le dije que inves­
tigara por qué lo había hecho mal, que hiciera ajustes y que lo hiciera
mejor en el siguiente examen. Así lo hizo, y en serio sacó una buena
calificación en la materia.

Ken Blanchard dijo que las personas exitosas son aquellas a la


que les cautiva lo que no funciona. Cuando analizamos nuestros fra­
casos, los estamos convirtiendo en escalones a victorias futuras.

He aquí el porqué. Estamos en mejor posición de lograr nuestras


metas después de intentar y fallar de lo que lo estábamos cuando ni
siquiera lo habíamos intentado. Como lo expresó Tilomas Edison:
“El fracaso no es más que la oportunidad de comenzar de nuevo
pero de forma más inteligente”. Si analizamos nuestros fracasos,
aprendemos de ellos, hacemos ajustes, y continuamos, entonces
nuestros fracasos pueden resultar ser buenos para nosotros. Sé que
yo mismo he aprendido mucho más de un sólo fracaso que de todos
mis aciertos juntos.

LA CRÍTICA

Los sonidos más fuertes que escucharemos en el camino al éxito


son los gritos de los que nos critican. No es que los criticones sean
los únicos que nos observan. Simplemente son los que más hablan.

Hay algunas personas que no tienen una vida, así que se la pasan
criticando las de los que las tienen. Ellas no son más del 10% de cual­
quier grupo. No obstante, son la minoría elocuente, así que parece
que hablaran por todos.

Los criticones siempre están hablando de aquellos que hacen


algo con sus vidas. La única forma de callar a un criticón es no decir
nada, no hacer nada y no ser nada. Y, en realidad eso tampoco los
callará. Encontrarán a alguien más de quién hablar.

Mi esposa y yo tenemos una filosofía en cuanto a los críticos.


Sabemos que van a hablar de alguien. Bien pudiera ser de nosotros.

155
DR. JIM M UNCY

Démosles algo de qué hablar. Cuando vemos que se necesita ha­


cer algo lo hacemos. Cuando el crítico dice que no se puede hacer,
nos aseguramos de que se pueda. En nuestras vidas, los críticos no
tienen importancia. Si ellos tuvieran mucho por hacer no tendrían
tiempo para estar criticando a otros.

Teddy Roosevelt lo expresó mejor: \

“No es el criticón quien cuenta. Ni el hombre que señala cómo el


fuerte tropezó o dónde el que hacía algo pudo haberlo hecho mejor.
El crédito pertenece al hombre que realmente está en la arena, cuyo
rostro está cubierto de polvo, por el sudor y la sangre; quien lucha
valientemente; quien comete errores y se queda corto una y otra vez
porque no hay esfuerzo sin errores y sin defectos; quien conoce los
grandes entusiasmos y las grandes devociones; quien se gasta por
una causa que vale la pena; quien en el mejor de los casos al final
conoce el triunfo del gran logro, y quien en el peor de los casos, al
menos fracasa arriesgándose enormemente, para que su lugar nun­
ca esté con esas almas tímidas que no conocen ni la victoria ni el
fracaso”

Seguro, el criticón puede señalar los errores en nuestros actos.


Pero, como dijo Roosevelt, todas las acciones tienen errores. Es me­
jor tener acciones, por más deficientes que sean, que sentarse por
ahí y no conocer ni la victoria ni el fracaso.

Nunca tome en serio a quienes lo critican. Recuerde, sin em­


bargo, que no todo el que nos critica es un criticón. A veces simple­
mente no ve lo que nosotros vemos. En una ocasión escuché a un
orador que lo explicó de esta forma. Él vivía en un canal interno en
el golfo. Todos en su vecindario tenían muelles personales. Un día,
salió por la puerta trasera con su perro y vieron una garza parada en
su muelle.

El perro salió corriendo. Quería ese pájaro. Sin embargo, la gar­


za no se iba a quedar allí y dejar que el perro se la tragara. Tan pronto
como el perro se acercó a medio camino del muelle, la garza voló
suavemente hasta el muelle vecino. El perro se detuvo, dio la vuelta
y corrió al lado tan rápido como pudo. La garza simplemente voló de
muelle en muelle hasta que el perro quedó exhausto.
156
Una pu erta , d o s c err a d u r a s

Al orador le pare­ IDEA CLAVE


ció muy gracioso ver Los sonidos másfuertes que escucha­
al perro correr tratan­ remos en el camino al éxito son los
do de atrapar al pája- gritos de los que nos critican.
ro. Luego preguntó al <---------------------------------------------------------
auditorio, "¿Qué habría pensado yo si no hubiera visto al pájaro?”
Qué tal si lo único que hubiera visto fuera al perro corriendo tan
rápido como podía de muelle en muelle ladrando emocionado a un
montón de arena? El orador dijo que no habría pensado que aquello
era gracioso sino que algo andaba mal con su perro.

La mayoría de las veces, cuando andamos tras nuestro propósito


en la vida, la gente no puede ver lo que estamos haciendo. Tenemos
una visión de lo que queremos o de dónde queremos estar. La visión
está en nuestra mente. Puede que tratemos de explicarla a la gente,
pero la mayoría no puede verla. Si pudieran ver nuestra visión, nos
aplaudirían por lo que estamos haciendo. En lugar de eso, nos ven
corriendo por todas partes y piensan que estamos locos. A menudo
cuando somos criticados no es porque algo ande mal con nosotros
ni con los que nos critican. Simplemente, ellos no ven lo que noso­
tros vemos.

TAN SÓLO SI PERSISTIMOS

Si somos persistentes, un día obtendremos nuestra victoria. Ha­


bremos encarado nuestros miedos y los habremos conquistado en el
camino. Habremos cometido errores, pero eso no importará. No te­
nemos que acertar la primera vez que lo intentamos. Sólo queremos
acertar la última vez que tratamos.

También habrá criticones en el camino. Eso tampoco importará.


Cuando ganemos, ellos estarán lejos, buscando alguna otra alma que
valga la pena criticar. Los demás se pondrán de pie y nos aclamarán.
Probablemente no tomemos sus ovaciones muy en serio. Lo que de­
beríamos tomar en serio es que no nos rendimos al hacer lo que
teníamos que hacer.

157
D R. JIM M UNCY

Por supuesto, eso da por sentado que sabíamos lo que debíamos


estar haciendo. ¿Cómo podemos determinar en qué debemos per­
sistir? Bueno, Esa es la sexta llave del éxito.

IDEA CLAVE
La mayoría de las veces, cuando an­
damos tras nuestro propósito en la
vida, la gente no puede ver lo que es­
tamos persiguiendo. Si pudieran, nos
aplaudirían.

158
L L A V E 6

A PROPÓSITO:
SEA EXCEPCIONAL,
NO SIMPLEMENTE
NORMAL

"La persona de rendimiento promedio


está tan lejos delfondo
como lo está de la cima".
—Anónimo

159
DR. JIM MUNCY

urante la niñez y la juventud, nuestro deseo más grande

D es sentirnos aceptados por los demás, que nos vean como


a uno más del grupo. Lo que menos queremos es sobresalir en
la multitud. Eso nos lleva a notar aun más aquellas cosas que nos
hacen distintos de los demás. Pero no queremos ser diferentes, sólo
queremos ser personas con un desempeño promedio.

Hay un gran problema con querer ser alguien así: equivale a ser
alguien común y corriente. Si nunca hacemos nada diferente a lo que
hacen los demás, pues nunca lograremos llegar más lejos que ellos.
La única forma de sobrepasar los logros de una persona con des­
empeño promedio, es no conformarse con ello. Hay que ser alguien
excepcional.

A mis estudiantes les digo que ser prmedio significa ser común
y corriente. Luego les pregunto: “¿En qué aspectos de la vida quieren
ser comunes y corrientes?” Primero les pregunto si les gustaría que
su matrimonio sea común y corriente.

¿Saben a qué equivale el matrimonio común y corriente en los


Estados Unidos? Al divorcio. Más de la mitad de los matrimonios es­
tadounidenses terminan en divorcio. ¿Y los que no? ¿Creen que es­
tán llenos de amor, abrazos y besos todo el tiempo? Haciendo un cál­
culo bondadoso, yo diría que la mitad no son tan buenos. Eso quiere
decir que, cuando se trata del matrimonio, si usted hace lo mismo
que hacen los demás, las probabilidades de llegar a tener un buen
matrimonio son de menos del 25%. Por mi parte, estoy convencido
de que no quiero que mi matrimonio sea uno común y corriente.

160
Un a pu erta, d o s c er r a d u r a s

¿Y un trabajo común y corriente? Muestro las estadísticas de


ingresos del trabajador común y corriente en nuestro país. Luego
les pregunto a mis materialistas estudiantes de negocios, cuántos de
ellos quieren vivir con apenas esa cantidad de dinero. Todos quieren
ganar más. Les digo que si se resignan a ser promedio, nunca van a
ganar más de lo que gana un trabajador común y corriente.

¿Qué tal ser unos padres promedio? El rector de la universidad


me dijo una vez que en nuestra región sólo un 30% de los recién
graduados de la secundaria llenan los requisitos para ser aceptados
en nuestra institución. De entre esos estudiantes, apenas la mitad
califican para ser admitidos en la Escuela de Negocios. Entonces, si
quieren darles a sus hijos la oportunidad de una buena educación,
más vale que no sean padres comunes y corrientes.

Y podríamos seguir hablando de una infinidad de ejemplos. Una


vida promedio es una vida común y corriente. Ser uno más del grupo
equivale a ser común y corriente. Puesto que ser común y corriente
no es gran cosa, deberíamos dejar a un lado la idea de querer ser
uno más del grupo. Fuimos creados con la capacidad de lograr lo ex­
cepcional, no para conformarnos con lo normal. Tenemos que asir­
nos del hecho de que
somos excepcionales. IDEA CLAVE
Esa es la motivación Ser alguien con desempeño promedio
que nos disparará le­ significa ser común y corriente. Ser
jos de la mediocridad uno más del grupo equivale a llevar
y nos impulsará hacia una vida común y corriente. ¿Qué
una vida de grandeza. parte de nuestra vida queremos que
Será lo que nos ayude sea común y corriente? Es nuestra
a estar a la altura del singularidad lo que nos disparará le­
propósito singular de jos de la mediocridad.
nuestra existencia.

MARQUEMOS LA DIFERENCIA

No vinimos a este mundo para vivir sin pena ni gloria. Nuestra


labor es averiguar cuál es el propósito singular de nuestra existencia

161
D r . J im m u n c y

y vivirlo a plenitud. Eso quiere decir que debemos causar un impacto


en nuestro entorno y luego hacer lo posible por marcar la diferencia
en la vida de alguien más.

Un hombre que se paseaba por la playa notó que había estrellas


de mar por todos lados. La marea había arrastrado miles y miles de
ellas hacia la orilla. Estaban muriendo bajo el calor abrasador. Este
hombre daba unos cuantos pasos, se agachaba para levantarlas y,
una a una, las lanzaba de nuevo al mar.

"¿Qué está haciendo?” preguntó alguien que estaba en la playa.


“La playa está abarrotada de estrellas de mar ya casi muertas. ¿Quién
va a notar la diferencia?”

El hombre se agachó, recogió otra, la lanzó al agua y dijo: “Esa


estrella de mar sí notará la diferencia”.

Todos estamos paseándonos por la misma playa. Pero no todos


marcamos la diferencia. Hay quienes podrían pisar una estrella de
mar y nunca darse cuenta. No marcan la diferencia porque sólo es­
tán conscientes de sus propias necesidades, no de lo que necesitan
los demás. Hay quienes sí notan la magnitud de las necesidades de
quienes les rodean, pero se sienten abrumados y como no pueden
hacerlo todo, mejor no hacen nada. Sin embargo, las personas que
toman acción y ayudan a otros en lo que esté a su alcance, son quie­
nes marcan la diferencia y logran una vida de éxito.

UN PROPÓSITO QUE VALE LA PENA CUMPLIR

No es difícil encontrar un propósito por el que valga la pena


vivir. Sólo hace falta abrir los ojos.

Hay gente sufriendo, niños con hambre. Hay quienes no saben


leer ni escribir. Hay que defender la libertad. Hay que proteger el
medio ambiente. La sociedad está pasando por un periodo de de­
cadencia moral. El nivel de vida y comodidades sigue escalando y la
gente busca más formas de disfrutar su prosperidad. La tecnología
avanza. Necesitamos cosas que nos hagan sonreír. También necesi­
tamos cosas que nos hagan pensar y reflexionar. Hay dinero que ga­

162
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

nar, disfrutar, gastar y regalar. A diario más vidas terminan arruina­


das por la adicción al alcohol y las drogas. Hay que fundar hospitales
para salvar vidas y traer bebés al mundo. Hay que enseñarles a los
niños a leer y a escribir, y a sentir empatia. Necesitamos una espe­
ranza para los desesperanzados y amigos para los marginados. Hay
familias que están quedando aplastadas por el peso de los proble­
mas económicos. Otros están buscando la manera de disfrutar más
tiempo en compañía de los suyos. No se han descubierto todas las
verdades. Hay carreteras y ciudades que construir. Hay que sembrar
y co.sechar comida para evitar que perezcamos. Todavía hay músi­
ca que componer y poemas que escribir. ¿Quién tocará esa música?
¿Quién leerá esos poemas?

Podríamos seguir hablando de los problemas a los que nos


enfrentamos y las posibilidades que tenemos ante nosotros. Cier­
tamente, si sólo miramos a nuestro alrededor, encontraremos algo
significativo que hacer, algo más que simplemente manejar a la per­
fección el control remoto de la televisión. El reto más grande no es
el de encontrar algo que hacer. En realidad, el reto es enfocarnos
en lo que deberíamos
estar haciendo. Sí, po­ IDEA CLAVE
demos marcar la di­ Con sólo mirar a nuestro alrededor
ferencia. ¿Pero cómo encontraremos un propósito en la
saber de qué manera vida, algo más significativo que ma­
exactamente marca­ nejar a la perfección el control remoto
remos la diferencia? de la televisión.

CÓMO ENCONTRAR NUESTRO PROPÓSITO

Barbara Sher escribió un libro titulado I Could Do Anything If


I Only KnewWhat It Was. Es un libro muy popular entre mis estu­
diantes, sobre todo por el título. A medida que se acerca el día de su
graduación, saben que tendrán que hacer de sus vidas algo significa­
tivo, pero la mayoría de ellos no tiene idea de cómo lo harán.

163
DR. JIM M UNCY

No es como un problema de algebra en el quellegaremos al re­


sultado correcto siempre y cuando usemos la formulacorrecta. No
hay una fórmula mágica que nos ayude a descubrir cuál es nuestro
propósito en la vida. Sin embargo, he aquí algunas claves que nos
ayudarán a encontrar ese propósito: ^

♦ Pruebe de todo un poco.

♦ Busque las respuestas en sí mismo.

♦ Déjese guiar por el corazón.

♦ Haga de sus virtudes su fortaleza.

♦ No espere hasta encontrar todas las respuestas.

Analicemos estas claves individualmente.

PRUEBE DE TODO UN POCO

No se puede guiar un automóvil cuando se encuentra estacio­


nado. Aún si mi automóvil está ubicado en la dirección equivocada,
tengo que ponerlo en marcha antes de poder guiarlo hacia la direc­
ción correcta. El principio más básico que nos ayudará a encontrar
nuestro propósito en la vida, es probar de todo.

¿Cómo saber si nos va a gustar algo diferente, si nunca lo hemos


probado? Al experimentar en diferentes campos, descubrimos algu­
nas cosas muy importantes. Nos damos cuenta de cuáles son nues­
tros talentos. Podemos distinguir entre lo que nos gusta y lo que no
nos gusta hacer. Descubrimos las maneras en que podemos dejar
nuestra huella y maneras en las que sólo estamos desperdiciando
nuestros esfuerzos. Sin embargo, no podremos descubrir ninguna
de estas cosas hasta cuando nos lanzamos y hacemos la prueba.

Tom Peters dijo:

“La vida es muy sencilla. Probamos algunas cosas. La mayoría


no dan buenos resultados. Algunas cosas sí resultan bien. Entonces
te dedicas a hacer lo que sí resulta bien. Si resulta muy bien, muy
pronto habrá quienes empiecen a hacer lo mismo. El truco es buscar
hacer algo distinto”.

164
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Cuando probamos algo, no es causa de vergüenza tener que de­


jarlo a un lado si nos damos cuenta que no es algo que nos beneficie.
Eso no quiere decir que nos hemos rendido con facilidad. Simple­
mente quiere decir que estamos en la etapa de búsqueda. Pero de­
bemos tener cuidado de no darnos por vencidos muy pronto. Te­
nemos que persistir en algunas de estas cosas para sobrepasar las
frustraciones y vergüenzas iniciales que siempre van a venir cuando
intentamos hacer algo nuevo.

En la vida, la oportunidad de probar algo nuevo siempre estará


en nuestro camino. Cuando cursaba octavo grado nos mudamos a
otra ciudad. Donde vivíamos antes no había fútbol americano juve­
nil, pero en la ciudad a la que llegamos, los muchachos empezaban
a jugar formalmente en equipos desde que entraban al tercer grado.
Todos los chicos de la escuela sabían si querían jugar fútbol o no,
pues ya habían jugado en un equipo desde pequeños. Pero yo no
sabía si era algo que me iba a gustar o no. Para mí era algo nuevo.

¿Entonces, qué
IDEA CLAVE
hice? Bueno, habría
¿Cómo saber si nos va a gustar
podido preguntarles
algo diferente, sí nunca
a los demás chicos de
probamos algo diferente?
la clase si yo debe-
ría unirme al equipo.
¿Qué respuesta me habrían dado? Bueno, depende de la persona a
la que le hubiera preguntado. Si le preguntaba a los chicos del club
de ajedrez, probablemente me dirían que no. Si le preguntaba a los
chicos del equipo de fútbol, probablemente dirían que sí. ¿Cuál sería
la respuesta correcta? Ellos no me iban a dar una respuesta tomando
en cuenta mi situación. Me darían una respuesta que fuera la más
acertada de acuerdo a su punto de vista. La única forma en que yo
podría saber si el fútbol era para mí o no, era haciendo la prueba yo
mismo. Eso fue lo que hice y descubrí que no me gustaba el fútbol
americano. Me quedé en el equipo durante toda la temporada, pero
no lo disfruté ni un solo día. Así que nunca más volví a formar parte
de un equipo de fútbol.

165
DR. JIM MUNCY

Tiempo después llegó la temporada de baloncesto. ¿Sería mejor


que el fútbol? ¿Cómo saberlo? Pues me uní al equipo. No es que me
haya gustado mucho al principio, pero para el final de la temporada
estaba encantado. Encontré algo de lo que he podido disfrutar du­
rante muchos años de mi vida. ^

Así es exactamente la manera en que podemos darnos cuenta de


lo que deberíamos hacer con nuestras vidas. Probamos algo. Persis­
timos en ello el tiempo suficiente como pára tener una buena idea
de si es lo que nos gusta o no. Entonces, o nos comprometemos a
ser expertos en la materia o buscamos otra cosa que probar. Nunca
se apresure a darse por vencido. Nunca tenga miedo de probar algo
nuevo.

A medida que vamos probando cosas diferentes, recuerde que


estamos en el proceso de búsqueda. La meta no es saltar de una cosa
a otra. La meta es encontrar un propósito y aferramos a él hasta
cumplirlo. El premio no se recibe sólo por haber intentado. El pre­
mio lo recibimos por haber encontrado algo que queremos hacer y
entonces, movidos por un sentido de compromiso, lo hacemos bien.

HAGA MUCHAS PREGUNTAS

El Nuevo Testamento dice: "Sigan pidiendo, y se les dará; sigan


buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá.” Si eso es cier­
to, el recibir está reservado para quienes piden, el encontrar para
quienes buscan, y las puertas abiertas están reservadas para quienes
siguen tocando. No esperemos encontrar ni recibir, si nunca busca­
mos ni pedimos. No podemos esperar que las puertas se abran, si
nunca tocamos.

Busque respuestas. Pregúntese a sí mismo. ¿Qué debería pre­


guntarse? Para empezar, permítanme darle dos ejemplos.

¿Qué es lo que quiero?

He oído a una infinidad de personas decir que simplemente no


saben qué es lo que quieren hacer. “Sigo preguntándome, ‘¿qué es lo
que quiero hacer?’ pero no puedo encontrar la respuesta”. No han

166
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

podido encontrar la respuesta acertada porque no se hacen la pre­


gunta acertada. No pregunte “¿qué es lo quiero hacer?” Pregúntese
“¿qué es lo que quiero?” Luego, haga lo necesario para lograrlo.

Una vez me pidieron ser orador en un seminario de investiga­


ción de consumo en Europa. La verdad es que no quería ir. Mi agen­
da ya estaba copada. Tenía sólo cinco días disponibles para preparar
y presentar el seminario que duraría tres días. Tendría que tomar
un avión, hacer presentaciones por tres días, abordar otro avión in­
mediatamente después y regresar. Yo pedí un pago de honorarios
bastante costoso, pensando que así buscarían a otro orador. Para mi
sorpresa, aceptaron mi oferta.

Le conté a un ami­
IDEA CLAVE
go mío que es econo­
No pregunte “¿qué es lo que quiero
mista que yo realmen- f
hacer?” Pregúntese “¿qué es lo que
te no quería ir. Sólo |
quiero?” Luego, haga lo necesario
lo hacía por el dine­
para lograrlo.
ro. Nunca olvidaré lo
que me dijo: “Por eso
te pagan. Nos tienen que pagar para que hagamos las cosas que no
queremos hacer. Si fuera algo que sí quisieras hacer, probablemente
no tendrían que pagarte”.

A los adolescentes les gustaque losentretengan, pero nos les


gusta tener que cargar bolsas llenas de víveres. Esa es larazón por
la que tenemos que pagarles para que empaquen nuestras compras
en el supermercado y la razón por la que ellos, a su vez, tienen que
pagar para entrar al cine.

Alguna vez escuché a una estrella del baloncesto explicarlo de


esta manera. Alguien le dijo que él era un hombre de mucha suerte
pues le pagaban para que jugara baloncesto. Él rápidamente respon­
dió que no era eso por lo que le pagaban. Él jugaría gratis. Hasta
pagaría para que lo dejaran jugar. Si no le estuvieran pagando, aun
así seguiría jugando tanto como pudiera.

Le pagaban para que entrenara sin descanso. Eso no lo haría si


no le estuvieran pagando. Le pagaban para que cuando tuviera que

167
D R. JIM M UNCY

jugar de visitante, se fuera de viaje lejos de su familia por varias se­


manas. Esas cosas no las haría si no le estuvieran pagando. Le pa­
gaban por asistir a ruedas de prensa, por jugar aun cuando estaba
lesionado y completamente exhausto, y un sin fin de otras cosas que
no haría si no le estuvieran p

El equipo tenía que pagarle una buena suma de dinero para que
siguiera haciendo las cosas que no le gustaba hacer. Si no le paga­
ran, él simplemente se inscribiría a un gimnasio, jugaría baloncesto
cuando él quisiera y no tendría que hacer nada de lo que no le gus­
taba hacer.

Una poderosa afirmación por la cual vivir la vida es esta: “Yo


haré las cosas que otros no quieren hacer para tener lo que otros
no pueden tener”. Tenemos que decidir qué es lo que queremos en
la vida y entonces hacer todo lo que sea necesario para lograrlo. Si
siempre hacemos lo que queremos hacer, nunca vamos a lograr ha­
cer lo que en realidad anhelamos hacer. Sin embargo, si hacemos lo
que no nos gusta, y tal vez por un buen tiempo, pero nos pagan por
hacerlo, entonces algún día lograremos hacer exactamente lo que sí
anhelamos hacer.

No estoy promo­
IDEA CLAVE
viendo la idea de que­
Haré lo que otros no hagan, así tendré
darnos toda la vida
lo que otros no tienen.
en un trabajo al que
odiemos. Completa-
mente lo contrario. Me encanta mi trabajo, pero no me encantaba
hacer las cosas que tuve que hacer para lograrlo. Tuve que hacer un
montón de cosas que no quería hacer para así, un día, poder hacer
lo que de verdad anhelaba. Muchas veces la gente me dice que les
encantaría enseñar en una universidad. Yo les digo, con entusiasmo,
que ser profesor universitario es el mejor trabajo del mundo. Luego
les digo que si quieren enseñar en ese nivel, deben obtener un doc­
torado. Las universidades sí contratan como instructores a personas
que no tienen un doctorado, pero siempre los tratarán como ciuda­
danos de segunda clase.
Un a pu erta , d o s c er r a d u r a s

“No sé si es algo que me gustaría hacer”, dicen muchas veces.

“Claro que no”, respondo. “Nadie que esté en todos sus cabales
pensaría en sufrir los sacrificios y las penas que significan obtener
un doctorado. Pero si de verdad anhela darse el gusto de vivir la vida
de un profesor universitario, ese es el precio que se tiene que pagar.
Hay que hacer lo que uno no quiere, si es que algún día quiere hacer
lo que de verdad anhela”.

¿Qué valor tiene?

Mucha gente se pasa la vida preguntando, “¿qué precio tiene?”


cuando lo que deberían preguntar es “¿qué valor tiene?”. Para ob­
tener algo de buena calidad, hay que pagar un precio más alto. Si
nos pasamos la vida obsesionados con el precio, nunca obtendremos
buena calidad. Pagar más no necesariamente significa que obten­
dremos mejor calidad. Sin embargo, nunca obtendremos cosas de
buena calidad si no pagamos más. No todo lo que cuesta más es de
mejor calidad, pero todo lo que es de mejor calidad cuesta más.

Si queremos una vida de buena calidad, entonces tenemos que


buscar la sección de calidad en lugar de la sección de descuentos. Si
siempre estamos en busca del precio más bajo, entonces nos llena­
remos la vida de baratijas. Si quiere una vida barata, busque siempre
el precio más bajo posible. Si quiere una vida de buena calidad, tiene
que dejar de pensar en el precio y más bien pensar en el valor.

No debemos fijar-
IDEA CLAVE
nos metas sólo porque
No deberíamos buscar el precio más
sean fáciles de alcan­
bajo y contentamos con cualquier va­
zar. De otra manera,
lor que tenga. Debemos encontrar el
cuando las alcance­
valor que deseamos y entonces pagar
mos, no habremos
cualquierprecio por obtenerlo.
logrado mucho. De-
bemos fijarnos metas
que le den más valor a nuestra vida. Así cuando las alcancemos,
habremos obtenido algo de valor. No deberíamos buscar el precio
más bajo y contentarnos con cualquier valor que tenga. Debemos

169
D R. JIM MUNCY

encontrar el valor que deseamos y entonces pagar cualquier precio


por obtenerlo.

DÉJESE GUIAR POR EL CORAZÓN

En son de broma, un famoso cineasta dueño de un largo histo­


rial de decepciones amorosas, dijo una vez que le era difícil lograr
que su cabeza y su corazón se pusieran de acuerdo. "De hecho” dijo,
“rara vez se hablan”. Estoy seguro de que en alguna ocasión todos
hemos experimentado cuán frustrante es tratar de conciliar los pen­
samientos con las emociones. Cuando no podemos hacer que la ca­
beza y el corazón trabajen en armonía, ¿a cuál deberíamos hacerle
caso? Todo depende.

Si estamos pensando en casarnos, deberíamos hacerle caso a la


mente y al corazón. Pero si estos dos no están de acuerdo, lo mejor
es quedarse soltero.

Cuando, en una mañana fría de invierno, empieza a sonar el des­


pertador, deberíamos ignorar tanto el intelecto como las emociones.
Más bien, debemos hacer caso al compromiso que fijamos la noche
anterior. El corazón nos va a suplicar que nos quedemos en la cama
y va a buscar buenas razones para convencer a nuestra mente de
hacerle caso.

Cuando nos ha­


IDEA CLAVE
yamos fijado una
Llegará el punto en que hacer cosas
meta encontraremos
grandes no será tan fácil y dejará de
maneras de alcanzar­
tener sentido. En ese momento, si sólo
la sólo si pensamos
le hacemos caso a la cabeza, pero no le
con la cabeza, no con
hacemos caso al corazón, nos daremos
el corazón. Las emo­
por vencidos.
ciones entorpecen
nuestra capacidad de
tomar decisiones buenas, sólidas, lógicas y objetivas.

Sin embargo, sí hay una cosa en la que deberíamos hacerle caso


al corazón y no a la cabeza. Se trata de cuando estamos tratando de
decidir cuál es nuestro propósito en la vida. En ese caso deberíamos

170
UNA PUERTA. DOS CERRADURAS

guiarnos por lo que dice el corazón, no la cabeza. He aquí el por


qué. Para lograr cualquier cosa importante, tendremos que superar
obstáculos gigantescos. Habrá ocasiones en que la cabeza nos dirá
“esto ya no tiene sentido”. En ese momento, si no entra en juego el
corazón, nos daremos por vencidos. Nos vamos a rendir e ir en bus­
ca de un objetivo que sea más fácil de alcanzar.

Esa es la razón por la que yo animo a mis estudiantes a seguir


la clase de estudios que les interesa a ellos, no a sus padres. Papá y
mamá siempre creen que ellos son los que deciden qué hará júnior
con su vida. Y normalmente, tiene sentido... excepto que eso no es lo
que le interesa a júnior. Si él lo hace sólo por darle gusto a sus padres,
ellos estarán encantados, pero Júnior es quien va a pasarla muy mal.
Ellos no sienten lo que él siente.

Yo les digo que escuchen los consejos de sus padres, que tomen
en consideración su sabiduría y experiencia. Pero que al final de
cuentas, son ellos mismos quienes deben tomar sus propias decisio­
nes. Sus padres no son los que tendrán que llegar a la oficina a las
8:00 de la mañana. Ellos no son los que van a trabajar por usted. Es
usted quién tendrá que soportar, por interminables horas, un trabajo
que detesta. Busque algo que disfrute con todo su corazón. Si no lo
encuentra, siga buscando. No deje que otros dicten lo que a usted
debería apasionarle. Así no son las cosas. Sólo usted puede sentir esa
pasión. Déjese guiar por ella.

Eso no significa necesariamente que nuestra pasión tenga que


ser nuestra vocación. Un joven amigo mío es uno de los vendedores
de seguros de vida más exitoso en todo el país. El otro día estábamos
almorzando juntos y me contaba que sí le gusta vender seguros, pero
que su verdadera pasión es trabajar con niños. No estaba seguro de
si debería seguir en un trabajo en el que le va bien o si debería renun­
ciar y hacer algo que de verdad le parezca gratificante.

Le sugerí que pusiera todo su empeño en su carrera por unos


años. Con su talento, podría agrandar su negocio hasta el punto de
sólo tener que trabajar unas cuantas horas por semana y aún así se­
guir ganando una buena cantidad de dinero. Después de eso tendría
suficiente tiempo para dedicarse a trabajar con niños.

171
D r . Jim muncy

Por otro lado, si dejaba de vender seguros y empezaba a trabajar


con niños, tendría que pensar en el dinero a la hora de decidir a
cuáles niños ayudar. Tendría que buscar un trabajo donde sí pudie­
ran pagarle. No sólo eso, su salario sería una carga para el programa
de niños con el que estuviera trabajando. Sin embargo, si primero
lograra ser económicamente independiente, entonces sí podría es­
coger la clase de programa con el que le gustaría trabajar y no se
convertiría en una carga económica para ellos.

Nuestra pasión no tiene que ser nuestra vocación. Nuestra voca­


ción puede tratarse de algo en lo que nos desempeñamos muy bien y
puede ser el medio que nos permita ir tras lo que realmente llene de
significado nuestra vida.

HAGA DE SUS VIRTUDES SU FORTALEZA

Jack Welch llegó a ser el director de General Electric en 1981.


En aquel tiempo a la compañía le iba bien, pero tenía 350 sucursales.
Desde el punto de vista de Welch, ninguna compañía podría mane­
jar eficazmente tal cantidad de sucursales. Welch tenía que decidir
de cuáles despojarse y con cuáles quedarse. Tomó una decisión ba­
sándose en lo que haría de esta compañía una entidad más fuerte.
Welch empezó a deshacerse de las sucursales que no lograban alcan­
zar el primer o segundo lugar en el mercado mundial.

Con el tiempo sólo quedaron 14 sucursales. Sin embargo, GE


disfrutaba de una posición única en cada una de esas 14 áreas por lo
cual gozaba de gran competitividad mundial. Cuando eran 350 su­
cursales, a la compañía le iba bien. Cuando el número de sucursales
se redujo a 14, el capital de negocios de GE aumentó 20 veces más en
menos de 20 años y se convirtió en la compañía mejor avaluada de
todo el planeta. Al concentrarse en sus puntos fuertes, el resultado
fue fenomenal.

Todos tenemos algo que nos distingue de los demás. Quizás


tengamos un talento muy particular. Tal vez seamos dueños de algo
especial o poseamos experiencia en ciertas cosas. Tal vez tengamos
una pasión motivadora que nos impulsa cuando los demás se que­

172
Un a pu erta , d o s c er r a d u r a s

dan inmóviles. Gozamos de circunstancias únicas en la vida para lo­


grar algo. No debería darnos miedo reconocer qué es lo que nos dis­
tingue de entre los demás y usar tal virtud para hacer cosas grandes.

Tengo dos hermanos mayores -E d y Eb. (Qué bueno que mis


padres no siguieron con la misma idea, de lo contrario mi nombre
habría sido ¡Eh!). Ed es supervisor de una compañía grande de trans­
porte público. Tiene autoridad sobre cientos de empleados. Eb es
abogado y político. He dicho en broma que cada uno de nosotros
tiene el trabajo perfecto. A Ed le encanta dar órdenes, por eso llegó
a ser supervisor. A Eb le encanta llevar la contraria, por eso llegó a
ser abogado y político. A mí me encanta hablar, por eso llegué a ser
profesor.

Cada uno de no­


IDEA CLAVE
sotros es único y cada
No debería darnos miedo reconocer
uno es capaz de lograr
qué es lo que nos distingue de entre
algo grande si aprove­
los demás y usar tal virtudpara hacer
cha sus virtudes. Yo
cosas grandes.
veo la misma situa­
ción en el caso de mis
cuatro hijos. Tengo uno que todo lo quiere aprender. Le decimos
la enciclopedia ambulante. Una de mis hijas es muy sensible, con
toques de artista. Tengo otro hijo que sólo puede pensar en cómo
ganar dinero. Mi hija menor vive tan llena de energía que a veces la
llamamos ‘‘el cohete”. También es muy sociable y tiene cualidades de
comunicación muy buenas. Una de las cosas más emocionantes de
ser padres es ver crecer a nuestros hijos e imaginarnos cómo es que
cada uno va a usar su personalidad tan singular para llenar su propio
espacio en este mundo.

NO ESPERE HASTA ENCONTRAR


TODAS LAS REPUESTAS

La vida es corta. No podemos esperar hasta que lo sepamos todo


antes de actuar. Como dijo una vez un exitoso ejecutivo de Hollywo­
od: “Siempre estoy cuestionando mis decisiones. Mi madre murió

173
D r. J im M u n c y

casi a los 40, así que dolorosamente estoy consciente del hecho de
que la vida no siempre nos garantiza la otra mitad”. Aun si la vida nos
diera ambas mitades, seguiría siendo corta.

Michael Landon fue una de las estrellas más atractivas, brillan­


tes y saludables que Hollywood jamás pudo haber producido. Sin
embargo, a los 55 de edad murió de cáncer. En momentos en que se
acercaba a su muerte, dijo:

“Alguien debería alertarnos del hecho que desde el momento en


que nacemos empezamos a morir. Tal vez así viviríamos la vida al
límite, cada minuto de cada día. Les digo, ‘¡Háganlo!’ Sea lo que sea
que quieren hacer, ¡háganlo ahora! Sólo quedan unos cuantos ama­
neceres más”.

No podemos darnos el lujo de esperar hasta conocer todos los


detalles de nuestra vida futura si ni siquiera hemos empezado a
construirla. El descubrimiento significa progreso. Nuestro propósi­
to será revelado progresivamente en la medida en que, con base en
lo que ya sabemos, tomemos acción para vivir la vida.

De los estudiantes de primer año que llegan por primera vez al


campus universitario, muy pocos saben exactamente qué es lo que
quieren hacer con sus vidas. La verdad es que la mayoría de los que
en su último año están a punto de graduarse tampoco lo saben con
seguridad. La mayoría de ellos van cambiando de opinión durante
sus años de estudio. Una gran parte de quienes se gradúan de la uni­
versidad no se dedican a trabajar en el campo para el que estudiaron.
¿Quiere decir eso que casi todos ellos están desperdiciando su tiem­
po? ¿Deberían esperar hasta que sepan exactamente qué es lo que
quieren sin antes ir a la universidad? De ninguna manera.

Aunque estos es­


IDEA CLAVE
tudiantes tal vez no
No podemos quedarnos a esperar que
sepan con exactitud
todos los semáforos estén en verde
para poder salir de la casa.
a qué es lo que van a
hacer con su vida, lo
que sí saben es que se
les abrirán más puertas si tienen un título universitario. Hay una

174
Un a pu erta , d o s c er r a d u r a s

gran probabilidad de que su preferencia laboral requiera tener una


licenciatura. Al empezar una carrera universitaria por lo menos em­
pezarán a dirigir su vida en la dirección hacía donde quieren llegar.
Los demás detalles se irán aclarando por el camino.

Entre más dispuestos estemos a tomar acción ahora, basados en


el conocimiento que ya poseemos, más fácil será descubrir nuestro
propósito en la vida. La clave es hacer lo que esté a nuestro alcan­
ce con nuestro limitado conocimiento mientras que continuamos
explorando nuestro futuro. No podemos quedarnos a esperar que
todos los semáforos estén en verde para poder salir de la casa.

MÁS QUE OTRA CARA BONITA

Pensar en lograr cosas grandes aprovechando las virtudes que


nos hacen excepcionales me recuerda a W. Mitchell. Él escribió el
libro, apropiadamente titulado, The Man Who Would Not Be Defea-
ted. Cuando era joven, la motocicleta que él conducía chocó contra
un camión que se había pasado la señal de pare. En una pelea de ca­
mión contra motocicleta, el camión siempre gana. Como si haberse
quebrado casi todos los huesos de su cuerpo no hubiera bastado,
el tanque de gas de la motocicleta explotó y envolvió su cuerpo en
un fuego llameante. Su rostro quedó gravemente cicatrizado por las
quemaduras.

Él siguió adelante luego de una recuperación médica de dos


años. Unos años después, el avión en el que viajaba se estrelló. Cuan­
do la pelea es de avión contra tierra, la tierra gana. Esta vez quedó
inválido de ambas piernas.

Mientras que estaba en terapia y aprendía a enfrentar las situa­


ciones que habían cambiado por completo su vida, conoció allí a un
atleta deprimido quien también había sufrido un accidente y tam­
poco podía caminar. He aquí lo que Mitchell le dijo: “Antes de mi
accidente podía hacer diez mil cosas. Ahora puedo hacer nueve mil.
Si logro hacer por lo menos algunas de ellas, podré disfrutar de una
buena vida y dejar una grata impresión en mucha gente”

175
D r. J im M u n c y

Eso es precisamente lo que ha hecho Mitchell. Se aventuró en la


política, llegando a ser el alcalde de Crested Butte, una ciudad en el
estado de Colorado. Casi logra un puesto en el congreso usando en
su campaña el eslogan: “No seré sólo otra cara bonita del congreso”.
Se aventuró en los negocios, construyó una compañía exitosa que le
dio trabajo a miles de personas. Se aventuró en la televisión, salió en
programas en los Estados Unidos y en el extranjero. Desarrolló una
carrera exitosa como orador público por la que recibió el premio
CAPE, el cuál es el premio de mayor importancia otorgado por la
Asociación Nacional de Oradores. Obtuvo su máster en la Univer­
sidad de Colorado. Ahora tiene oficinas en Colorado y en Australia
y vive en California y Hawái. El dicho favorito de Mitchell es: “Lo
importante no es lo que nos pase, sino la manera en que reacciona­
mos ante ello”.

Es difícil pensar en alguien como W. Mitchell y no creer que sí


podemos marcar la diferencia en este mundo. ¿Qué hizo él para al­
canzar tan elevados logros? No desperdició mucho tiempo pensan­
do en lo que no podía hacer. Se concentró en lo que sí podía lograr.
Marcó la diferencia dentro de su entorno. Probó algunas cosas. Unas
dieron resultado, otras no. Siguió en busca de una vida de calidad, no
una vida fácil. Hizo de sus virtudes su fuerte, aunque sí tenía algunas
debilidades muy notables. Reflexionó en lo que de verdad quería y
fue tras lo que le apasionaba. Fue verdaderamente excepcional. Eso
es lo que lo convirtió en alguien especial.

Usted también es excepcional. Sáquele provecho a su singulari­


dad, descubra su propósito y así podrá vencer al “enemigo llamado
común y corriente’!

176
LLAVE 7

SACRIFICIO:
LA BÚSQUEDA
DE RIQUEZA,
NO DE DINERO

“El hombre que muere en riqueza,


muere en desgracia”
—Andrew Carnegie

177
DR. JIM MUNCY

ndrew Carnegie tenía un par de sobrinos que asistían a la

A Universidad de Yale. Eso fue hace unos cien años cuando, a


diferencia de hoy, no había medios de comunicación instantánea. E
mejor método de comunicación era el correo postal de los Estados
Unidos.

Pero aquellos muchachos ni siquiera usaban el correo para co­


municarse con su madre, la hermana de Carnegie. Seguramente es­
taban tan absortos en su vida universitaria que nunca le escribían
una carta. Ella hizo todo lo posible para que sus hijos le escribie­
ran. Les rogó, les suplicó, hasta trató de hacer que les remordiera la
consciencia. Todo lo que ella quería era recibir alguna noticia de sus
hijos, aunque fuera una breve nota.

Carnegie abrió las apuestas para quien quisiera participar.


“Apuesto $100 a que puedo hacer que los muchachos le escriban una
carta sin siquiera pedirles que lo hagan”. Uno de sus amigos no pudo
resistir la oferta y así empezaron las apuestas.

Carnegie tomó una hoja de papel y una pluma y les escribió una
carta breve a los muchachos. Esto es todo lo que decía:

“Estaba pensando en ustedes y yo sé que cuando uno está en


la universidad cualquier dinerito puede servir de mucho. Les envío
cinco dólares para que los gasten en lo que quieran”

Esa era la época en la que cinco dólares le alcanzarían a un es­


tudiante universitario para comprar un montón de cosas. Carnegie
selló la carta y la puso en el correo, pero no incluyó el dinero.

178
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Tan pronto como el correo pudo llevar su carta a New Haven y


regresar con una respuesta, Carnegie había recibido una carta de sus
sobrinos. “Querido tío Andy, sinceramente apreciamos tu generosi­
dad, pero....” Carnegie había ganado la apuesta.

USÓ SU RIQUEZA PARA MARCAR LA DIFERENCIA

La mayoría de nosotros se pasa la vida pensando en que si tuvié­


ramos mucho dinero, sabríamos con exactitud cómo usarlo. Andrew
Carnegie sí supo, de verdad, como usar sus riquezas.

Por todo el país existen pruebas de su filantropía.

Usted puede pasearse por la Universidad Carnegie Mellon.


Puede visitar el Salón Carnegie. Puede sacar prestado un libro de
cualquiera de las 2.811 bibliotecas públicas que él construyó. Puede
visitar el sitio web de la Fundación Carnegie y ver cómo ésta sigue
contribuyendo de manera increíble a favor del avance de la Educa­
ción. Puede darle un vistazo al Fondo Carnegie para la paz interna­
cional y ver qué se está haciendo al respecto. Casi un siglo después
de su muerte, aquel hombre quien una vez fuera un inmigrante po­
bre y que llegó a fundar la compañía productora de acero, U.S. Steel,
todavía sigue marcando una diferencia en este mundo.

Carnegie fue un hombre muy inteligente y pudo darse cuenta


que ir tras la acumulación de dinero no sería la forma en que cam­
biaría al mundo. Hay muchas personas que llegan a ser ricas y todo
lo que dejan al morir es un montón de dinero por el que tendrán que
pelearse sus traicioneros parientes.

Por otro lado,


IDEA CLAVE
Carnegie no era tan
Entre más grande sea la pistola, más
ingenuo como para
lejos llegará el disparo.
no darse cuenta que 1 ______ __ _______ ______________ __
se necesitaría tener
cierto grado de riqueza para marcar la diferencia. El dinero no es la
única manera en que podemos causar un efecto duradero. Más bien,
ese fue el medio que Carnegie escogió. El dejó su huella bien marca­
da en el mundo debido a que tuvo muchísimo dinero para lograrlo.

179
DR. JIM MUNCY

Carnegie tenía altas aspiraciones en la vida. Él también pudo darse


cuenta que entre más grande la pistola, más lejos llega el disparo.

LA RIQUEZA DE UNA PERSONA


\
Anteriormente definimos el éxito como pasarlo bien a medida
que buscamos y cumplimos el propósito de nuestra vida. Todos de­
beríamos esforzarnos por alcanzar el éxito. Al esforzarnos por al­
canzarlo, también deberíamos esforzarnos por encontrar nuestra
riqueza. He aquí el por qué.

Definamos ri-
IDEA CLAVE
queza: es tener los

Í
Poseer riqueza significa tener los
medios necesarios
medios necesarios para alcanzar
para alcanzar el éxi­
el éxito.
to. Dicho de otra
manera, somos ri­
cos si tenemos los recursos necesarios para vivir a plenitud nuestro
propósito en la vida. ¿Cuáles recursos? Eso depende del propósito.
Quizás nuestro propósito requiera que tengamos dinero. Tal vez ne­
cesitemos conocer a personas influyentes. Seguramente necesitare­
mos energía y buena salud. Habrá cosas que necesitaremos saber. El
tiempo también es importante. La riqueza se presenta de diferentes
maneras, pero sin tener alguna forma de riqueza, nunca lograremos
mucho en nuestra vida.

En 1776, el año
IDEA CLAVE
en que se fundó nues-
Si no contamos con la riqueza nece
saria para cumplir nuestro propósito, ^ro Pals> economis
daría igual no tener propósito, el re­ ta escocés, Adam
sultado sería el mismo de todos mo- Smith, publicó el li
bro más importante
dos.
que jamás se haya es­
crito en el campo de
la Economía: La riqueza de las naciones (The Wealth of Nations).
Antes de Smith, la gente pensaba que las naciones más ricas eran
las que poseían más plata y oro. Entre más tuvieran, más ricas eran.
Un a pu erta , d o s cerra d u ra s

Todo este enfoque en la posesión de riquezas desvió la atención de


todos de lo que en verdad puede traerle riquezas al país —la pro­
ducción. Smith opinaba que era la capacidad de producción, no de
acumulación, lo que hacía rica a una nación.

Hoy en día nadie pone en duda seriamente el punto de vista de


Smith en cuanto a la manera de crear riqueza nacional. Sin embargo,
este es un hecho que no reconocemos cuando se trata de la riqueza
personal. Tenemos la tendencia a pensar que alguien es rico por lo
que ha acumulado, no por lo que puede hacer. No es así. La riqueza
debería verse como lo que podemos hacer, no como lo que tenemos.

Llegar a ser ricos nunca debería ser nuestra prioridad en la vida.


Siempre debería ser algo secundario. La riqueza crea oportunida­
des. Nos da la posibilidad de alcanzar nuestras metas principales, las
cuales van ligadas a nuestro propósito en la vida.

Pero eso no quiere decir que estamos libres de pasar por el


proceso de creación de riquezas. Si nunca conseguimos lo que ne­
cesitamos para cumplir nuestro propósito, daría igual no tener un
propósito. El resultado sería el mismo. No podemos pensar de una
manera ingenua como el vendedor que dice: “Tengo un tremendo
cliente en perspectiva, de verdad le gusta nuestro producto, sólo que
no tiene el dinero para comprarlo". Si la persona no puede pagar por
el producto, no podemos decir que sea un cliente. Aún si queremos
alcanzar el éxito, no lo lograremos si no contamos con los medios
necesarios.

LA RIQUEZA EN DIFERENTES FORMAS

Si nos tomamos en serio la tarea de cumplir con nuestro propó­


sito en la vida, nos tomaremos en serio la tarea de adquirir lo que sea
necesario para lograrlo. La riqueza nos permite hacer más con nues­
tras vidas. La riqueza tiene cinco formas básicas. Vamos a tomarnos
un momento para repasar cada una de ellas, comenzando por las
más obvias -e l dinero y las posesiones materiales.

181
D r . J im M u n c y

Dinero y posesiones materiales

La mayoría de la gente podría encontrar y cumplir su propósito


en la vida si supiera manejar mejor su dinero. Esta es la razón: Por
sí mismo, el dinero no es más que un montón de dibujos y números
que decoran un papel. Sin embargo, con\esos dibujos y números se
puede lograr algo muy significativo.

Cierto dicho afirma que “la felicidad no se compra con dinero”.


Eso es absolutamente cierto. El dinero no puede comprarnos la fe­
licidad, pero hay muchas cosas más que la felicidad no puede com­
prarnos, pero el dinero sí.

La próxima vez
IDEA CLAVE
que vaya a al super­
Hay cosas para las que no se necesita
mercado, llene su ca­
tener dinero. Pero en muchos casos,
rrito de víveres. Lue­
sólo el dinero puede cubrir nuestras
go, cuando la cajera
necesidades.
diga, “Son $183.29”,
sonría cálida y feliz-
mente y pídale que pase esa sonrisa por la máquina registradora en
lugar de su tarjeta de crédito y vea si la cajera empieza a empacar sus
víveres. No, no se puede comprar la felicidad con el dinero, pero la
felicidad no va a poner pan sobre la mesa.

Otra cosa que podría intentar. La próxima vez que se llegue la


hora de hacer él pago de la hipoteca, vaya a la sucursal del banco.
Sonría felizmente y diga, “Este mes decidí pagarles con mi maravi­
lloso y agradable carácter” Después, pida su recibo. A ver qué le dan.
No, no se puede comprar la felicidad con el dinero, pero la felicidad
no va a poner un techo sobre su cabeza.

¿Y qué piensa de esta opción? La próxima vez que haya una es­
casez de alimento, no envíe dinero a la agencia de ayuda. En lugar
de eso, envíeles una postal contándoles lo contento que se siente.
Pídales que hagan llegar esa postal a cada uno de los que en ese país
se están muriendo de hambre para que así llenen sus estómagos de
pensamientos felices. No, no se puede comprar la felicidad con el
dinero, pero la felicidad no va a alimentar a los niños con hambre.

182
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

La próxima vez que su hijo esté enfermo o se haya lastimado y


necesite ir al médico, trate de hacer lo siguiente. Cuando la enferme­
ra le pida el número de póliza de seguros, dígale: “Lo siento, no ten­
go una póliza de seguros. Pero lo que sí es seguro es que en nuestra
casa siempre estamos felices. Estamos seguros que el doctor estará
feliz de saberlo”. No se puede comprar la felicidad con el dinero, pero
no se puede pagar una cita médica girando un cheque de felicidad.

Inscríbase en un curso en la universidad más cercana. Cuando le


llegue el cobro, vaya a la oficina de Administración. Haga la fila. Lue­
go, luciendo su mejor sonrisa, diga: “No tengo dinero para pagar por
el curso, pero les prometo que, en todas las clases, seré la persona
más feliz que ustedes hayan visto” Yo tengo la certeza de que las uni­
versidades preferirían tener salones llenos de gruñones adinerados
que de estudiantes felices que no pueden pagar sus estudios. No se
puede comprar la felicidad con el dinero, pero la felicidad no puede
pagar por una buena educación.

No se puede comprar el cariño de los hijos, pero el dinero sí


puede garantizar que no se olviden de sus padres. Los Beatles tenían
razón al decir en su canción: “El dinero no puede comprarme amor”.
Sin embargo, cuando se trata de buscar pareja, el dinero ciertamente
aumenta las probabilidades de encontrar lo que se quiere. Casarse
por dinero es una de las cosas más tontas que alguien podría hacer.
Pero tratar de mantener a una familia sin tener un centavo, tampoco
es muy buena idea que digamos.

Lo que quiero decir es esto: el dinero no sirve para la mayoría


de las cosas de mayor importancia en la vida. Ser adinerado no es
gran cosa. Pero hay algunas cosas importantes que el dinero sí puede
hacer y para las cuales no existe un sustituto. Dejarse controlar por
el dinero puede ser un problema enorme. Dejarse controlar por la
falta de dinero no es la solución. El dinero es un muy mal amo, pero
un excelente servidor.

Para lograr cumplir nuestro propósito en la vida vamos a ne­


cesitar algo de dinero. La cantidad que necesitemos va a depender
de nuestro propósito. No tenemos que aspirar a ser la persona más

183
DR. JIM M UNCY

rica de la ciudad, pero deberíamos apuntar hacia un nivel de riqueza


económica que nos facilite lograr nuestras metas.

Salud y condición física

Hay otro medio por el cual alcanzar metas en la vida.


Tiene que ver con el nivel al que esté nuestra condición física. Estoy
convencido de que la falta de perspectiva es la razón por la cual en
Estados Unidos el nivel de rendimiento es deficiente. Sin embargo,
no muy lejos está la falta de energía que viene como consecuencia
de una mala dieta, la falta de ejercicio, poco descanso y el no saber
cómo controlar el estrés. Se necesita energía para cumplir nuestro
propósito. No deberíamos dejar que el descuido de nuestra salud
disminuya el impacto que podemos causar en la vida.

No deberíamos
IDEA CLAVE
apresurarnos a culpar
La razón principal por la que hay gen­
los años por nues­
te que no alcanza el éxito, es su falta
tra falta de energía.
de perspectiva. La segunda razón
Hace unos diez años
principal es lafalta de energía.
cambié de trabajo. En
aquel tiempo estaba
pasado de peso por varios kilos y tampoco le prestaba atención a
ninguna de las claves para una vida saludable. Le atribuía mi mala
salud a los ¿ños. Para mi fortuna, en mi nuevo trabajo, me mudé jus­
to al lado de un colega llamado Bill, quien era 15 años mayor que yo.
Bill siempre estaba lleno de energía. Probablemente era el miembro
más productivo de la facultad. Veía como entrenaba en el gimnasio
y podía hacer algunas cosas que muy pocos de nuestros estudiantes
de pregrado podían hacer.

Bill hizo quedar mal mi excusa de que la mala condición física


fuera culpa de los años. Durante unos meses me pasé preguntándo­
le a Bill qué hacía para mantenerse en tan buena condición física.
También empecé a leer libros acerca del tema. Entre más incorpo­
raba buenas costumbres saludables en mi vida, más energía tenía.
Con el tiempo, todos los achaques, dolores y falta de energía por los
que yo culpaba a la edad, fueron desapareciendo. Descubrí que el

184
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

problema no era mi edad. Todo era el resultado de una mala dieta y


la falta de buen ejercicio.

El poder de la mente

La mala salud puede limitar nuestro potencial de manera sig­


nificativa. Aun así, una buena condición física, aunque sí trae cier­
tos beneficios, tampoco lo es todo. Y es cierto que es importante
mantenerse en forma. Pero mantener la mente en forma es aun más
importante.

¿Cuánto dinero podríamos ganar en un trabajo manual? Aun­


que su condición física sea óptima, sólo podría ganarse unos cuan­
tos miles de dólares al mes si trabajara como obrero. Y no es que ser
obrero tenga algo de malo. Alguien tiene que cavar zanjas, arreglar
carreteras, y cortar el césped en los parques. Sin embargo, el poten­
cial de ingresos de un trabajo manual es muy limitado. Por otro lado,
¿cuánto dinero podríamos ganar usando la mente? Bill Gates tiene
una fortuna que está avaluada en decenas de miles de millones de
dólares. He visto a Bill Gates en persona. Les puedo asegurar que, lo
que lo llevó a ese nivel no fue su estado físico, sino su inteligencia.

Nuestro mayor
IDEA CLAVE
potencial de ganan­
En la era de la información, lo que
cia, tanto económica
nos hace ricos no es el dinero ni las
como no económica,
propiedades. Es el poder de la mente.
viene de nuestra capa- j
cidad para expandir la
mente, no el cuerpo. Sin embargo, ¿a cuál de los dos nos aseguramos
de alimentar bien? Si nos falta una comida al día, todo el mundo
tendrá que enterarse del hambre que tenemos. Si nos faltan dos,
empieza a desmoronarse nuestro mundo. Perder tres comidas es un
martirio. Nuestros cuerpos reciben toda la comida necesaria para
sobrevivir y a veces hasta un poco de más.

En contraste, pueden pasar días, semanas, meses y hasta años


sin que alimentemos la mente con algo de sustancia que sirva para
su crecimiento. Jim Rohn dijo una vez que muchas personas alimen-

185
D r . Ji m M u n c y

tan tan poco a su mente que llegan a sufrir de raquitismo cerebral.


Sería terrible dejar morir de hambre a nuestra mente.

La mayor parte de la existencia humana hizo parte de la era


agrícola. En ese tiempo, quienes poseían tierras, poseían riquezas y
poder. Todos los demás eran pobres y trabajaban para ellos. Después
llegó la era industrial. Las personas que llegaron a enriquecerse du­
rante la era industrial, fueron aquellos que montaron fábricas. Si se
quería ser rico durante la era industrial, había que tener una fábrica.

Hoy vivimos en la era de la información. ¿Quién lleva la ventaja


hoy en día? No son quienes poseen tierras, tampoco quienes tienen
fábricas. Son los que tienen las mejores ideas y los que poseen infor­
mación. Entre mejor sean nuestras mentes, mayores posibilidades
de supervivencia tendremos y seremos más prósperos en esta era de
la información. Los más influyentes serán quienes usen el poder de
la mente.

Las relaciones personales

“Lo que vale no es cuánto conocemos, sino a quién conocemos”.


¿Cuántas veces hemos oído a alguien decir esto? Esta afirmación tie­
ne algo de cierto. Lo que cuenta en la vida y los negocios es lo que
se conoce y a quién se conoce. No servirá de mucho conocer a per­
sonas importantes si todo el mundo piensa que uno es un ignorante.
Por otra parte, todo el conocimiento de la mente más brillante del
mundo sería inútil, a menos que, de alguna forma, pueda compartir­
se con ese mundo. Quien sea un ermitaño no tendrá gran oportuni­
dad de sacarle ganancia a toda su inteligencia.

He notado que
IDEA CLAVE
las personas más exi­
Las personas de mayor éxito son quie­
tosas en cualquier
nes durante sus vidas van creando
campo son aquellas
puentes que los unan con los demás.
que han descubierto
cómo beneficiar a un
mayor número de personas. A veces, los que de verdad alcanzan el
éxito, no son más que agentes de enlaces. Tienen una amplia red de

186
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

conocidos con quienes se mantienen en contacto y pasan sus vidas


facilitando el enlace entre ellos, lo cual les permite acumular puntos
a su favor.

Sam es un buen contador quien siempre está en la búsqueda


de nuevos clientes. George es dueño de un taller de mecánica auto­
motriz y necesita un buen contador. Un agente de enlaces hace que
Sam y George lleguen a conocerse para ayudarse el uno al otro. Así,
puesto que le deberán un favor, el agente de enlaces podrá pedirle
a Sam que le ayude con su contabilidad y a George que le ayude a
reparar su carro.

No estoy diciendo que deberíamos tratar de ayudar sólo a quie­


nes nos convenga. Así no funcionan las cosas. Nunca se sabe quién
podrá ayudarnos y por eso deberíamos ayudar a cuantas personas
podamos en todo lo que esté a nuestro alcance. Debemos construir
todos los puentes que podamos, pues no sabemos cuáles tendremos
que cruzar.

En un tiempo mi oficina estuvo ubicada en un edificio que hacía


poco se había remodelado. Todos nos sentíamos orgullosos de lo
bien que había quedado. Nuestro decano, en particular, había puesto
todo su empeño por recolectar fondos y supervisar el proyecto, así
que él era el más orgulloso de todos.

Poco después de esa remodelación, una de mis colegas me dio


una mesa que había estado arriba en su oficina. Era una mesa pe­
queña y liviana, así que la arrastré hasta mi oficina sin saber que una
de las patas había dejado un rayón por todo el camino. Dos pasillos
principales del edificio de negocios habían quedado marcados con
unos enormes rayones. Las marcas que habían dejado esos rayones
llegaban justo hasta mi oficina.

No tuvo que pasar mucho tiempo antes que el decano encontra­


ra esos rayones. Fue amable, pero se notaba que estaba molesto. Esa
noche fui al edificio de negocios y hablé con Fredy, quien era parte
del personal de limpieza. “¿Y cuándo tenías planeado brillar estos
pisos?" le pregunté.

“Dentro de unas tres semanas” me dijo.

187
DR. JIM MUNCY

Le conté a Fredy lo que había pasado. Yo no quería que el decano


se acordara de mí cada vez que viera este rayón durante las próximas
tres semanas. Le pregunté a Fredy si podría hacerme el favor de ade­
lantar la fecha para brillar el piso. El me dijo que iba a ver qué podía
hacer. Al día siguiente los rayones habían desaparecido.

Yo había pasado varios años cultivando mi amistad con Fredy.


No lo hice sólo en caso de necesitar un favor de su parte en el futuro.
Construí un puente sin pensar que algún día tendría que cruzarlo.
Pero me alegra haberlo hecho, especialmente el día en que tuve que
pedir un favor.

Los historiadores presidenciales han indicado que, de entre los


presidentes estadounidenses, algunos se han granjeado la adoración
de los empleados de la Casa Blanca, mientras que a otros de los que
también pasaron por allí como comandante en jefe, casi ni se los po­
dían aguantar. Los más notables en la categoría de adorables, fueron
Teddy Roosevelt y Ronald Reagan. Roosevelt trataba a cada jardine­
ro, ama de llaves o cocinero de La Casa Blanca como si todos perte­
necieran a una gran familia. Se dice que unos años después de haber
dejado la presidencia volvió de visita y uno de los cocineros dijo que
no había habido un solo momento feliz desde que él se había ido. El
personal de Reagan lo quería tanto, que cuando su helicóptero ate­
rrizaba, todos decían: “Llegó papá”.

¿Cuánto tiempo tenían que apartar Reagan y Roosevelt para


tratar con amabilidad y respeto al personal de La Casa Blanca? No
mucho. ¿Sirvió de algo en su carrera política? Probablemente no.
Pero sí hicieron de la Casa Blanca un lugar dónde la vida y el trabajo
eran más amenos.

No es que los presidentes tengan que cancelar sus juntas con


los miembros del gabinete ministerial para irse a un parque a jugar
un partido de fútbol americano amistoso con el personal doméstico.
Como todos nosotros, los presidentes necesitan pasar la mayoría de
su tiempo con las personas de mayor importancia en sus vidas. Sin
embargo, poner un poco más de empeño para conocer a quienes
nos rodean no es solamente algo bueno que hacer, más bien es lo
que deberíamos hacer. Entre más personas conozcamos y podamos

188
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

ayudar a lo largo de nuestra vida, más fácil será para nosotros encon­
trar ayuda cuando la necesitamos. Esa es, con seguridad, una gran
fuente de riqueza.

Tiempo

Bill Gates nació en 1965. Ese fue el año en que, como en ningún
otro de aquella época, nació la mayor cantidad de niños de la ge­
neración de la posguerra, también conocidos como baby boomers.
Desde aquel entonces, estos baby boomers han estado negociando
tiempo a cambio de otras cosas. Gates ha negociado mucho de su
tiempo a cambio de dinero -m ucho, pero mucho dinero. En térmi­
nos financieros, él ha sido el mejor negociante de tiempo de entre
nosotros.

Dios no le dio a Bill Gates días de 28 horas y a nosotros días de


20. A todos nos ha dado el mismo tiempo. Pero Bill Gates encontró
la manera de transformar esas 24 horas diarias en decenas de miles
de millones de dólares.

Nada es gratis. Todo tiene un costo mínimo, y ese costo es nues­


tro tiempo. Todos tenemos el mismo tiempo, un paquete de 24 horas
nuevas todos y cada uno de nuestros días. Todos negociamos esas
24 horas a cambio de algo. La manera en que negociemos nuestro
tiempo, determinará hasta dónde llegaremos en la vida. El tiempo
es el factor de riqueza más grande de todos. Las riquezas y la salud
se pueden recuperar. Las relaciones rotas se pueden enmendar. Pero
cuando malgastamos el tiempo, lo perdemos para siempre. Puesto
que es de un valor inestimable, tenemos que apreciar el tiempo que
tenemos y cuidar de la manera en que lo gastamos.

EQUILIBRIO Y RIQUEZA

Pues esas son las cinco formas de riqueza. Necesitamos tener la


cantidad precisa de cada una. El truco es no tener más de una cosa
que de otra. Tener más no siempre es ventajoso. Tener más de lo que
necesitamos muchas veces puede ser igual de desventajoso que no
tener lo suficiente.

189
DR. JIM M UNCY

A principios de mi carrera no tenía mucho de dónde escoger.


Tenía que aprovechar cualquier oportunidad que se me presentara.
Y eso era ventajoso para mí cuando no había muchas oportunidades
disponibles. Sin embargo, entre más cosas hacía, más cosas me pe­
dían hacer. Llegó una época, cuando tenía unos treinta y tantos años
de edad, en la que las oportunidades que se me presentaban eran
muchas más de las que podía manejar y al mismo tiempo desempe­
ñarme bien en cada una. Muchas cosas estaban pasando en mi vida
laboral y personal y me sentía agotado al máximo. No sólo eso, sino
que todo lo que hacía lo hacía a medias.

Todo lo que hacía me quitaba un pedazo de vida. Compré una


casa enorme con un terreno gigantesco. Tenía que gastar todo un
trozo de mi vida para mantenerla en buenas condiciones. Mi esposa
y yo tuvimos otro hijo. Ahí se fue otro trozo de mi vida. Llegué a
ser funcionario de una organización internacional de profesionales.
Un trozo más. Fundé una compañía. Perdí otro trozo. Otro hijo que
nace y otro trozo de mi vida que se deshace. Me encargué de la en­
señanza de una clase de 600 estudiantes. Se fue otro trozo. Acepté
un departamento dominical en la iglesia. Un trozo más. Acepté invi­
taciones a seminarios. Perdí otro trozo. Se presentó la oportunidad
de ampliar la compañía. Otro trozo perdido. Con el tiempo, quedé
destrozado.

No podía cumplir con mi propósito en la vida debido a que te­


nía demasiadas ocupaciones. Las cosas que no eran tan importantes
para mí estaban asfixiando el propósito principal de mi vida, cuidar
de mi familia. Mi otro propósito de importancia era cambiar vidas
mediante mi labor como profesor, orador y escritor. Para eso tam­
bién me empezaba a faltar el tiempo. Para poder aumentar mi rique­
za, tuve que empezar a perder algunas cosas. Cuando ya casi llegaba
a los 40, estaba más interesado en encontrar la manera de quitarle
cosas a mi vida en lugar de buscar qué agregarle.

Económicamente me iba bien. Eso no era ningún problema.


También estaba rodeado por las personas adecuadas para lograr
todo lo que quería hacer y más. Mi mente seguía expandiéndose,
aunque sí había ciertas deficiencias de buen juicio en mi pensar que

190
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

necesitaban corrección. Mis problemas más grandes eran mi forma


de manejar el tiempo y mi condición física.

Si hubiera tenido que calificar mi vida con base en las cinco for­
mas de riqueza, este habría sido el resultado.

Excelente

Bueno

Prom edio

Insuficiente

Deficiente

Finanzas M e n te Relaciones Tiem po Condición


personales física

Me iba bien en un área, mal en otra, y entre bien y mal en todas


las demás. En promedio, no me iba tan mal. Sin embargo, la rique­
za no es el resultado de sacar promedios. La riqueza de un área no
puede compensar la pobreza de otra. Hay cinco formas de riqueza
y nuestra mayor riqueza será proporcional a la medida de nuestra
mayor deficiencia en cada una de estas áreas.

Aunque estaba tratando de cumplir con mi propósito en la vida,


mi desempeño era muy deficiente debido a que no manejaba bien mi
tiempo. Para que las cosas mejoraran, tendría que mejorar en este
aspecto. Haber mejorado mi situación económica en ese momento
habría sido inútil. Se podía mejorar esa situación, pero ese tipo de
ganancias no traerían las mismas recompensas que sí podría obte­
ner al manejar mejor mi tiempo. Una vez que logré tomar control de
ello, pasé a hacer lo necesario para mejorar mi salud. Sólo así podría
usar las ganancias económicas para mejorar mi vida.

Por eso es que hay personas que son ricas, pero no son felices.
Les va muy bien económicamente, pero en sus relaciones persona­

191
D r . J im M u n c y

les, su tiempo, y su salud no les va muy bien. Esa también es la razón


por la que la vida de muchas estrellas de Hollywood es tan caótica.
Están en muy buen estado físico y tienen mucho dinero. Sin embar­
go, si no tienen tiempo y les va mal enlsus relaciones personales, es
igual que si fueran pobres. Se necesitan las cinco formas de riqueza
para ser verdaderamente rico. Tratar de acumular sólo una de ellas
hasta el máximo descuidando a todas las demás, es la fórmula per­
fecta para llegar a la pobreza.

DOS RUTAS QUE LLEVAN A LA RIQUEZA

El sólo hecho de acumular más y más es sólo una de las formas


de riqueza, no nos hace merecedores de una calificación de exce­
lente. Recuerde, ser rico significa tener los medios necesarios para
cumplir con éxito nuestro propósito en la vida. Si le agregamos cosas
a nuestra vida, y estas no nos sirven para lograr nuestro propósito,
entonces no estamos acercándonos a la riqueza. Si estas cosas nos
distraen de nuestro objetivo en la vida, entonces, la verdad es que
nos estamos acercando más a la pobreza. Quizás esta gráfica nos
ayude a visualizar lo que quiero decir.

¿Lo necesito? / ¿Es una distracción?

¿Lo n e c e s ito ? ¿Es u n a d is tr a c c ió n ?

• •
Lo t e n g o

o
¿L o t e n g o ? -A . mm

• •
N o lo t e n g o

R u ta d e a d q u is ic ió n R u ta d e d e s p o s e s ió n
H a cia la r iq u e z a h a c ia la riq u e z a

192
Una pu erta , d o s c er r a d u r a s

La riqueza proviene de tener lo que necesitamos y de no dejar


que lo que no necesitamos nos distraiga. Hay dos formas de pobreza.
Una es la pobreza por escasez, la cual ocurre cuando no tenemos
lo que necesitamos. Esto es lo que generalmente pensamos cuando
hablamos de pobreza. Sin embargo, también existe la pobreza por
apego, es decir, cuando nos aferramos a cosas que no necesitamos.
Ambas formas de pobreza son un obstáculo en nuestro camino al
éxito.

Entonces, ¿cómo podemos acumular verdadera riqueza? Hay


dos rutas que debemos tomar. Si necesitamos algo, pero no lo tene­
mos, lo conseguimos. Esa es la ruta de adquisición que lleva a la ri­
queza. Cuando alguien quiere llegar a ser rico, esa es, por lo general,
la única ruta en la que pueden pensar. Pero también existe la ruta de
desposesión. Este es el caso de cuando tenemos cosas que no nece­
sitamos en nuestra vida y que nos causan un estorbo, por lo tanto,
debemos desposeernos de ellas.

Tener más no siempre significa la solución a nuestros proble­


mas. Una de las primeras cosas que tuve que hacer cuando me di
cuenta de que tenía que mejorar mi calidad de vida, fue deshacerme
de ciertas cosas. Cambié de trabajo, vendí la compañía y me mudé
a una casa más pequeña en un terreno de la mitad del tamaño que
el anterior. Así pude manejar mejor mi tiempo y hacer ejercicio con
más regularidad. Literalmente, en unos cuantos meses, mi calidad
de vida había mejorado de aquí al cielo. En muy poco tiempo mi
riqueza aumentó en gran proporción, no mediante la acumulación
de más cosas, sino por deshacerme de lo que no me permitía enfo­
carme en mi verdadero propósito en la vida.

EL SACRIFICIO ES UNA VIRTUD

Es fácil juzgar a los demás por lo que tienen. Miramos a la gente


que vive a nuestro alrededor. Si vemos a alguien que tiene más que
nosotros, lo acusamos de ser codicioso. Si vemos a alguien que no
tiene tanto como nosotros, lo culpamos de holgazán. Cuanto ma­
yor sea nuestra riqueza material, más la veremos como una virtud.

193
DR. JIM M UNCY

Mientras que, cuanto menos tengamos, veremos más virtud en la


pobreza.

Tener mucho o poco no le agrega ni le resta virtud a nuestra


vida. Más bien, la virtud proviene de sacrificar lo que tenemos para
lograr nuestro propósito. Ni la riqueza ni la pobreza son virtudes. La
virtud está en hacer sacrificios para alcanzar un propósito.

Albert Schweitzer lo tenía todo. Era un músico increíblemente


hábil, cuyo talento tenía gran demanda por toda Europa. Además de
eso, había recibido entrenamiento médico de la mejor calidad y era
un médico de gran influencia. Estaba destinado a una vida de lujos
y comodidades propios de la clase élite tanto a nivel social como
económico de su época.

Pero Albert sen­


IDEA CLAVE
tía que su misión era
Ni la riqueza ni la pobreza son
ayudar a los menos
virtudes. La virtud está en el sacrificio.
afortunados practi­
cando la Medicina
como voluntario en África. Así que dejó atrás las comodidades y
riquezas de su hogar para irse a vivir por el resto de su vida ayu­
dando a gente que ni siquiera podía pagarle por la consulta médica.
Renunció a los lujos para vivir en pobreza con el ánimo de ayudar a
los necesitados. Aquel fue en verdad un acto virtuoso.

La Madre Teresa fue directora administrativa de una bonita es­


cuela católica de clase social media en la India. Tenía lo necesario
para vivir una vida cómoda. Más tarde, mientras visitaba la ciudad
de Calcuta, vio a alguien muriendo postrado allí en la calle sin si­
quiera una mano amiga que lo consolara. Ella dijo: “Nadie debería
morir solo”. Así que después de obtener permiso de sus superiores,
dejó atrás la comodidad de su escuela y pasó el resto de su vida ayu­
dando a los indigentes y a los pobres. Cuando murió, todas sus per­
tenencias sumaban cinco mudas de ropa. Eso era todo. Hasta los
cientos de miles de dólares que ganó por el premio Nobel de la paz
fue donado para ayudar a los pobres.

194
Un a puerta, d o s c erra d u ra s

Es una gran muestra de virtud escoger el camino de la pobreza


para gastarse en favor de los demás. Cumplir con nuestro propósito
requerirá que, de una manera u otra, tengamos que sacrificar algo en
la vida. Puede ser que nos lleve a vivir en la pobreza. Sin embargo, la
pobreza no es la virtud. El sacrificio sí lo es.

Billy Bob sobrepasaba en inteligencia a otros, pero nunca ter­


minó la secundaria porque odiaba estudiar. Se fue a trabajar en la
construcción porque ese era el único trabajo que podía conseguir.
De todas formas, las circunstancias tenían que ser muy favorables
y tenía que haber una escasez tremenda de mano de obra para que
Billy Bob pudiera encontrar un trabajo. Billy Bob no trabajaba muy
duro. De hecho, si los supervisores no estaban observándolo a cada
segundo, Billy Bob no hacía nada.

Hoy día, nadie quiere trabajar con Billy Bob pues tiene un tem­
peramento explosivo y frecuentemente resulta metido en peleas.
Tan pronto como sale del trabajo, se lleva el poco dinero que ha ga­
nado, compra cerveza y cigarrillos y se va a su pequeña casa, una de
esas casas desarmables tipo remolque, que está cayéndose a pedazos
debido a que él nunca arregla nada. Allí se pasa todas las tardes en el
sofá, bebiendo y fumando.

Billy Bob se siente muy orgulloso de no ser materialista como


su primo, William Robert, que sólo quería estudiar, estudiar y estu­
diar. Con el tiempo terminó sus estudios en Medicina y completó su
periodo de residencia médica en la rama quirúrgica. Ahora trabaja
largas horas salvando vidas. William Robert vive en una exclusiva
comunidad privada, manda a sus hijos a las escuelas más prestigio­
sas, y disfruta de fabulosas vacaciones por todo el mundo.

¿Cuál de los dos es el virtuoso? Nuevamente, la respuesta gira


en torno al sacrificio. Billy Bob no sabe lo que significa hacer sacri­
ficios, como resultado, vive en la pobreza. Billy Bob no es ningún
Albert Schwietzer ni es la Madre Teresa. Ellos fueron pobres porque
optaron por hacer sacrificios. Billy Bob es pobre porque él optó por
NO hacer sacrificios.

195
DR. JIM M UNCY

William Robert posee riquezas. Él puede cumplir con su propó­


sito en la vida puesto que ha hecho sacrificios. Sacrificó el ir a fies­
tas durante sus años de universidad para ojbtener las calificaciones
necesarias que le permitieran ir a la Escuela de Medicina. Sacrificó
años de su vida y también sus ingresos para graduarse como médico.

Sí, William Robert es rico. Pero ese dinero no lo obtuvo por ha­
berle quitado a otros. Vino como resultado de sacrificios personales,
año tras año, para así ser más útil a los demás. La virtud de William
Robert no está en su dinero. Al igual que Albert Schweitzer o la Ma­
dre Teresa, su virtud está arraigada en el sacrificio.

El punto es que no hay virtud en la pobreza. Asimismo, no hay


virtud en la riqueza. Sólo hay virtud en el sacrificio. Hacemos sacri­
ficios para obtener riquezas que nos permitan lograr nuestro propó­
sito. Esos sacrificios pueden traer riquezas. O pueden dejarnos con
muy poco dinero en el banco. Pero los sacrificios nunca nos dejarán
con las manos vacías, pues el éxito siempre trae consigo grandes re­
compensas. Concluiremos este libro explorando esas recompensas
en el próximo capítulo.

196
CONCLUSIÓN

LA OPCIÓN:
FACILIDAD U
OPORTUNIDAD

"La razón por la cual muchas personas no llegan a ningún lugar en


la vida es porque, cuando la oportunidad toca en su puerta, ellos
están fuera en el patio buscando tréboles de cuatro hojas".
—Water P. Chrysler

197
DR. JIM MUNCY

E
n la historia de la humanidad nunca ha habido un tiempo
como este donde la vida cómoda estuviera tan disponible
para las personas. La mayoría de nosotros puede obtener un empleo
que no es tan difícil de realizar. Podemos producir suficiente dine­
ro como para comprar un buen centro de entretenimiento, llenar el
refrigerador y pagar la televisión por cable. Podemos ir a trabajar y
regresar a casa para cambiar los canales de la televisión. Tenemos
novelas y videos musicales todo el día, y campeonatos deportivos
a lo largo de todo el año. Los computadores nos entretienen con
buscadores que nos llevan por todo el mundo y videojuegos que nos
llevan por mundos limitados sólo por la imaginación. Tenemos ba­
loncesto y fútbol de excelencia, así como televisión sobre la realidad.
Vivimos una vida cómoda, Estamos bien alimentados. Tenemos una
vida llena de docenas de videojuegos y quinientos canales de televi­
sión para escoger. Todo esto ciertamente es una vida fácil a nuestro
alcance, aunque sólo tenemos una opción de vivir nuestra vida.

Por otra parte, nunca ha habido un tiempo en la historia de la


humanidad donde haya habido tantas oportunidades para las perso­
nas de salir de su sillón favorito y hacer algo. Desde el tiempo en el
que Adán y Eva salieron huyendo en hojas de higuera, no hemos te­
nido tanta abundancia como la tenemos hoy. Podemos ir al sitio que
queramos, y hacer lo que queramos, ser la persona que queramos
ser, y tener lo que queramos tener.

Tenemos que elegir, ¿queremos tener una vida cómoda o que­


remos tener una vida de oportunidades? Si lo que usted quiere es

198
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

vivir una vida cómoda, puede estar agradecido de estar vivo en esta
época. La vida es tan cómoda como nunca lo había sido. Siéntese en
una silla reclinable, tome el control remoto y haga clic en el modo de
vida que quiere escoger. Pero, por otra parte, si lo que usted desea
es tener una vida de oportunidades y no de comodidades, también
puede estar agradecido de estar vivo en esta época. En nuestra era
hay muchísimas más oportunidades que en el pasado.

Es muy fácil vivir la vida de la manera cómoda. Y las oportuni­


dades también son fáciles de encontrar. Sin embargo, lo que nunca
encontraremos es a las oportunidades dispuestas de forma cómoda.
Las oportunidades excepcionales están ahí, pero sólo están disponi­
bles para las personas que estén dispuestas a enfrentar los desafíos
que estas conllevan. De modo que la pregunta que debemos encarar
no es si podemos hallar comodidades u oportunidades. La pregunta
es más bien, ¿qué escogeremos nosotros?

¿VALE LA PENA?

¿Valdrá la pena si optamos por la vida de oportunidades en vez


de la vida de comodidad? ¿Tiene sentido que dediquemos nuestra
vida a conseguir más de lo que ya tenemos?

En el año 1972, lo que Bruce Jenner tenía no era tan malo. Él


sorprendió a todo el mundo cuando obtuvo el tercer puesto en el
equipo de decatlón de los olímpicos de Estados Unidos. Nadie sabía
quién era él, y sin embargo, se presentó en los olímpicos. No ganó
ninguna medalla, ni siquiera estuvo cerca de ello. Tampoco lo es­
peraba. Él sólo estaba contento de participar y de hacer parte de las
celebraciones. Él tenía una historia bastante interesante para contar
respecto a lo que significa participar en los olímpicos.

Sucedió algo en las ceremonias de premiación. Su actitud de


“me alegro de estar aquí” cambió. Cuando Jenner estuvo en la can­
cha escuchando el himno nacional de Rusia, y cuando vio a Nicolay
Avilov ser coronado como el mejor atleta del mundo, surgió una pre­
gunta en su mente: ¿qué diferencia hay entre ser el campeón y ser la
persona que simplemente observa desde algún lugar al lado de las

199
D r . J im m uncy

palomas? Jenner concluyó que la diferencia era total y desde enton­


ces, se dedicó de lleno a su propósito. j

En ese momento Jenner estableció un gran compromiso. Du­


rante los siguientes cuatro años, dedicaría cada momento de su vida
a lograr llegar donde Avilov estaba ese día. Todo sería evaluado so­
bre la pregunta de si le ayudaría a obtener la medalla de oro del de­
catlón en los próximos juegos olímpicos.

Esa noche, este hombre regresó a su habitación en la villa olím­


pica para descansar de dos días de competencia intensa. Sin embar­
go, no pudo dormir. Permaneció en la cama con la imagen de Avilov
proyectada en su mente. Lo único que podía escuchar era el sonido
de los segundos del reloj. Sabía que con cada sonar del reloj estaba
un segundo más cerca de 1976, cuando se jugarían los siguientes
juegos olímpicos. Un segundo había sido desperdiciado y ese segun­
do no volvería de nuevo, un segundo que pudiera haber dedicado a
prepararse.

De modo que se
IDEA CLAVE
levantó de la cama,
Las oportunidades son fáciles de en­
se puso sus zapatos y
contrar, sólo que no será posible en­
empezó a correr por
contrarlas en un estilo de vida cómo­
la villa. Su prepara­
do.
ción comenzó aquella
misma noche, y no se detuvo hasta cuando logró alcanzar su sueño.
En 1976, Jenner ocupó el lugar más alto del podio. Allí colgaba una
medalla de oro en su cuello. Aquello le tomó cuatro años de dedica­
ción indisoluta a una meta particular. Fueron cuatro años de sacri­
ficio. Cuatro años de sudor, afán, dolor y agonía. Implicó que diera
todo lo que tenía, pero obtuvo el premio.

Jenner prefirió la oportunidad sobre la comodidad. ¿Valió la


pena? Cuando reflexionó sobre esa pregunta, cerca de veinte años
después, escribió:

“Cuando ganas la vida te trata diferente. Abre sus brazos hacia ti


completamente. Es cierto que la vida te da dolor y agonía por el ca­
mino. Pero cuando ganas, te da todo lo que puedas imaginar y más”.

200
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Es cierto, podemos pasar nuestra vida en el sillón cómodo, sim­


plemente viendo la televisión y desperdiciando nuestro potencial. Si
lo hacemos, la vida nos tratará de una forma. Pero si nos dedicamos
al dolor y a las luchas del éxito, la vida nos tratará de forma diferente
una vez ganemos. La vida recompensa a los que ganan.

¿Cómo recompensa la vida a los que ganan? Dediquemos las si­


guientes páginas a explorar cómo trata de forma diferente la vida a
los ganadores. El éxito trae cinco recompensas mayores. Observe
el orden. Consideraremos estas cinco recompensas mayores en el
orden de la menos importante a la más importante.

LO QUE CONSEGUIMOS

Cuando yo estaba en la universidad, conducía un automóvil


pequeño y muy económico en el cual escasamente cabía. También
vivía en el apartamento más barato que pude encontrar. ¿Ha escu­
chado usted del desayuno en la cama? Mi apartamento era tan pe­
queño que yo podía cocinar mi desayuno desde la cama. Entonces
tenía que comerlo en mi cama porque no había espacio suficiente
para una mesa y una silla. Yo trabajaba duro pero no experimentaba
recompensas materiales. Sin embargo, continué trabajando y las re­
compensas vinieron.

En la actualidad
IDEA CLAVE
conduzco un automó­
Cuando ganas, la vida te trata de
vil Lincoln Town, y en
forma diferente.
este quepo mejor, me
—Bruce Jenner
gusta la silletería en
cuero, se siente más
cómoda. He construido la oficina de mis sueños en mi propia casa,
algo que disfruto muchísimo. Esta oficina es muchísimas veces más
grande que el apartamento que tenía cuando estaba en la universi­
dad. He podido comprar todo tipo de artículos electrónicos, y dis­
fruto de todas las cosas que he conseguido durante mis años de duro
trabajo.

201
D r . J im M u n c y

Esto es lo que he notado de todas las recompensas materiales


que disfrutamos por ser exitosos. Estas constituyen la parte del éxito
más motivante y menos remuneradoras. Tengo que reconocer que
no hice un doctorado en Negocios porque esperara que me diera
una profunda sensación de logro. Lo que yo quería era obtener di­
nero. Yo vi que los profesores de Negocios que tenían trabajo en
la universidad ganaban buenos salarios. Muchos de ellos también
llevaban a la par lucrativos trabajos de consultoría. Vivían en vecin­
darios agradables y conducían carros costosos. Yo quería tener lo
que ellos tenían, de modo que hice lo que hice. Aquello representaba
el dinero y estilo de vida que yo quería tener.

No hay nada de malo en dejar que el deseo de alcanzar una vida


buena nos motive a conseguir algo. Saber que podemos conseguir lo
que nos proponemos nos puede impulsar a trabajar duro y con más
empeño. Nos impide darnos por vencidos para abandonar la lucha.

¿Suena codicioso o materialista estar motivado por un deseo de


comprar cosas? No lo creo. Cuando mi hija menor, Alaina, tenía sie­
te años de edad, decidió que quería comprar una bicicleta, y que iba
a ganar mucho dinero para comprarla. Ella estaba constantemente
haciendo cosas para conseguir dinero. En pocos meses ganó el dine­
ro y compró su bicicleta.

Yo no consideré que mi hija fuera codiciosa o materialista. Todo


lo contrario. Yo me sentía orgulloso de tener una hija que, a los siete
años de edad, tenía la madurez de fijarse una meta y hacer lo nece­
sario para alcanzarla.

Lo mismo aplica
IDEA CLAVE
a los adultos que tra­
Las cosas materiales que conseguimos
bajan duro para com­
son la parte del éxito más motivante y
prarse cosas buenas.
menos remuneradoras.
No están siendo co­
diciosos o materialis­
tas. Están demostrando la madurez que implica fijar metas y hacer
lo necesario para alcanzarlas.

202
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

LO QUE HACEMOS

Joñas Salk dijo, “La mayor recompensa de hacer algo es la opor­


tunidad de hacer algo más”. La gente que alcanza más cosas tiene
más opciones. Logran hacer más cosas.

Zig Ziglar es muy solicitado como orador. De hecho, le oí decir


a un grupo de personas que no había sido solicitado a participar en
un evento como orador en más de treinta años. Él cobra decenas de
miles de dólares por cada discurso, y rechaza la gran mayoría de dis­
cursos que se le ofrecen. Sólo acepta aquellos que realmente le inte­
resan y que no interfieren con las demás cosas que se propone hacer.

Pero él no empezó allí. Él inició aceptando toda invitación a


pronunciar discursos que se le ofrecía. Se levantaba a las 5:00 de la
mañana para hablar con la gente que entregaba el pan. Viajaba dos
horas a sus propias expensas para hablar a un puñado de personas.
¿Por qué no aceptaba él compromisos que lo llevaran a hablar ante
miles de personas? Porque esas oportunidades no estaban disponi­
bles para él cuando comenzó. Antes de tener éxito, tenía que aceptar
todo lo que se le ofreciera.

Antes de lograr lo que realmente queremos, por lo general tene­


mos que alcanzar el éxito en cosas menos interesantes. Esta es una
de las grandes recompensas del éxito. Las grandes oportunidades se
presentan en nuestro camino. Si queremos tener las oportunidades
con sabor a frambuesa, entonces primero tenemos que cultivar el
árbol de frambuesas. Y eso lo logramos a medida que cosechamos
pequeños logros.

¿Quién tiene el mejor trabajo, el asistente de limpieza o el presi­


dente de la compañía? ¿Quién tiene el día más interesante, Bill Gates
o la persona que escribe un código para Windows? Mientras más
éxito obtengamos, más interesantes serán nuestros días.

Con frecuencia observo que muchas personas esperan la opor­


tunidad perfecta para entonces hacer algo significativo en sus vidas.
Nunca hacen nada. Nadie empieza con las oportunidades perfectas.
Se nos recompensa con oportunidades perfectas cuando hacemos

203
D r . J im . m u n c y

un trabajo excepcio­
IDEA CLAVE
nal con oportunida­
La mayor recompensa de hacer algo
des que son menos
es la oportunidad de hacer más.
que perfectas y que se
—Joñas Salk
presentan en nuestro
camino.

LAS RELACIONES QUE CULTIVAMOS

No hay nada que una más a las personas que trabajar Juntas para
conseguir algo en común. Tuve a un estudiante de nombre Chris
que era profesional en el torneo de pesca. También trabajaba en un
campamento en un programa de ayuda para jóvenes con problemas.
Él llevaba a pescar a los padres junto con sus hijos a un lago cercano.
Lograba resultados sorprendentes en hacer que las familias con pro­
blemas se reconciliaran.

Chris me contó sobre su primera experiencia de hacer esto.


Cierto hombre de negocios muy exitoso se apareció junto a su hijo,
quien había tenido muchos problemas con la ley. Cuando comenzó
el día, ni siquiera se hablaban el uno al otro. Sin embargo, al final
del día, después de haber compartido la experiencia de pescar y de
aprender a hacerlo de la mano de un profesional, estaban pasando
un buen tiempo juntos. Padre e hijo atraparon una buena cantidad
de peces, pero lo más importante de todo es que construyeron una
relación que antes no existía. Después del día en el lago se fueron a
comprar un bote de pesca.

El problema con esa familia era que no tenían experiencias en


común que pudieran compartir. El joven no tenía ningún interés en
revisar los informes financieros de su padre. Al padre no le intere­
saba jugar video juegos con su hijo. Sin embargo, ambos pudieron
asociarse para conquistar el lago.

Lo que hacemos nos acerca a las personas que participan con


nosotros en hacerlo. Para construir relaciones fuertes no tenemos
que salir fuera a buscar amigos. Salimos a buscar hacer algo signi­
ficativo con nuestras vidas, y como resultado, se materializan amis­

204
Una pu erta , d o s c err a d u r a s

tades, cuando descubrimos a otros compañeros de viaje en nuestra


ruta.

¿Quiénes atraen a las personas más interesantes a su vida? Son


las personas que hacen las cosas más interesantes. ¿Quiénes hacen
las cosas más interesantes? Son las personas que logran lo máximo.
Cuanto más logramos, más construimos vínculos con personas in­
teresantes.

Si yo recibiera una llamada del Presidente de los Estados Unidos


y él dijera que le gustaría pasar algún tiempo conmigo yo estaría
eufórico. No importaría si ambos estuviéramos en polos opuestos
del espectro político. Yo contaría ese como uno de los mejores días
de mi vida. Imagine pasar tiempo con alguien que ve lo que el presi­
dente ve, alguien que experimente lo que experimenta el Presidente,
y sepa lo que el Presidente sabe. Pasar un día con el Presidente sería
una experiencia que yo atesoraría por el resto de mi vida.

¿Pero qué hay si


IDEA CLAVE
yo fuera secretario de
¿Quiénes atraen a las personas más
estado y recibiera una
interesantes a sus vidas? Son las
llamada del Presidente
personas que hacen las cosas más
diciendo que necesi­
interesantes.
ta pasar algún tiempo
conmigo? ¿Sería ese el mejor día de mi vida? No, aquello sería una
rutina. De hecho, buena parte de mi tiempo la pasaría hablando con
jefes de Estado. Todos los días la pasaría hablando con personas que
han ido a lugares increíbles, han conocido a personas muy intere­
santes y que han impactado un gran número de vidas. Conocer a las
personas extremadamente interesantes sería sólo parte habitual del
trabajo. Alguien que llega a ser secretario de Estado pasa un día tras
otro conociendo a personas verdaderamente interesantes.

Mientras más nos propongamos hacer, más vínculos tendremos


con personas que están haciendo algo significativo con sus vidas.
Mientras más exitosos seamos en lo que hacemos, más nos rodea­
remos de personas exitosas. Una clave para atraer a nuestras vidas a
personas de gran calidad es mediante convertirnos en personas de
gran calidad en las cosas que hacemos.

205
DR. JIM M UNCY

EL CRECIMIENTO QUE EXPERIMENTAMOS

He aquí algo interesante respecto a la vida. Cuánto más crece­


mos, más mejora la vida. Sin embargo, con frecuencia, la única ma­
nera de crecer es mediante ponernos al límite de lo que podemos
hacer. El problema es que no podemos hacer eso a menos que tenga­
mos una razón poderosa para hacerlo.

En clase, explico a mis estudiantes la diferencia entre la habili­


dad y el potencial. La habilidad está relacionada con lo que podemos
hacer por lo que somos. El potencial es lo que podemos lograr con
lo que podemos llegar a ser. En cierta clase, utilicé flexiones para
ilustrarlo. Les dije a mis estudiantes que yo podía hacer cincuenta
flexiones. Me tardé más en decirlo que en escuchar a uno de mis
estudiantes retarme a hacerlas. Dijo, “Muy bien, has cincuenta ahora
mismo”. Yo estaba metido en una situación exigente. Si yo no hacía
cincuenta, ellos no creerían cualquier otra cosa que dijera. De modo
que allí mismo, me agaché e hice cincuenta flexiones. Cuando termi­
né, estoy convencido de que no podía haber hecho siquiera una más.

Pero, ¿son cincuenta flexiones todo lo que puedo hacer? No.


¿Qué pasaría si yo me pusiera un límite como ese con regularidad?
Con el tiempo, estaría en condiciones de hacer cincuenta flexiones.
Luego, sesenta. Después, sesenta y cinco. Mi potencial es mucho
mayor que mis habilidades actuales.

¿Y por qué no hago eso cada vez que hago ejercicio? Tendría
beneficios increíbles si lo hiciera. Imagínese el buen estado físico
que tendría. Sin embargo, en el gimnasio no tengo razones para so­
brepasar mi habilidad actual. Todos los días cuando voy al gimnasio,
no tengo a cuarenta estudiantes preguntándose si pueden confiar
en lo que digo. Cuando estoy en el gimnasio puedo esforzarme por
ejercitarme bien para estar en forma pero no hay razones para que
me ponga al límite para hacer algo como lo que hice en la clase.

Como vemos, ese es uno de los beneficios del éxito. Para alcan­
zarlo, debemos trabajar duro. Cuando lo hacemos, nos hacemos me­
jores, crecemos. Y cuando crecemos nuestra vida se hace cada vez
mejor.

206
Una pu erta , d o s c erra d u ra s

A lo largo de este libro, uno de los temas considerados es que


debemos crecer para alcanzar nuestro potencial. De alguna manera
lo hemos considerado en cada uno de los capítulos. Dijimos que el
crecimiento no es la clave del éxito, pero es la puerta. Alcanzamos el
éxito cuando crecemos, y crecemos porque somos exitosos. El cre­
cimiento es más importante que el éxito.

Es posible obtener el botín del éxito sin haber crecido hacia el


éxito. Si lo hacemos nos habrá ocurrido una de las peores cosas que
nos pueden ocurrir. Por ejemplo, en nuestro camino a casa podemos
detenernos en la tienda que atiende 24 horas, podemos comprar un
paquete de cigarrillos, una caja de seis cervezas y un billete de lote­
ría. Los números pudieran coincidir y nos podríamos convertir en
millonarios en un instante. Por tan sólo dos dólares, podríamos lo­
grar lo que a otros les ha costado conseguir en años de educación,
crecimiento y duro trabajo. Tenemos el botín del éxito, pero no ha­
bremos sido refinados para saber manejarlo.

Es muy poco común la persona que puede manejar mucho di­


nero sin el crecimiento que se necesita para ganar mucho dinero.
Las posibilidades más altas serían que en unas circunstancias como
esas, el dinero arruinaría nuestras vidas. Cuando digo esto en la cla­
se, siempre escucho comentarios como: "Dame el dinero, me voy
a dar la oportunidad”. El tener mucho dinero no resuelve nuestros
problemas. Nos lleva a tener un conjunto de problemas diferentes.
Y si no nos hemos desarrollado para manejar ese nuevo conjunto
de problemas, podemos quedar sepultados bajo estos. Eso sucede
todo el tiempo. La gente gana la lotería y aquel es el suceso que les
destruye totalmente sus vidas.

¿Recuerda que
IDEA CLAVE
dijimos que las cosas
Muy pocas personas sienten la nece­
que conseguimos al
sidad de cambiar. Ojalá que encon­
ser exitosos son las
tremos ese algo que nos haga crecer
cosas más motivantes
para lograrlo.
pero menos remune­
radoras? Lo opuesto
también es cierto. Pocas personas se sienten motivadas a crecer. Por

207
D r. J im M u n c y

lo general, nos sentimos felices con lo que scjmos y no queremos


cambiar. Ojalá que deseemos algo lo suficiente como para que este­
mos dispuestos a cambiar para conseguirlo. Y cuando finalmente lo
consigamos, la recompensa será más grande por lo que llegamos a
ser, que por lo que obtenemos.

EL SENTIDO DE LOGRO QUE TENEMOS

La mayor recompensa de todas por vivir una vida de éxito es


el sentido de logro que experimentamos. Hay un momento cuando
miramos atrás en nuestra vida y nos sentimos muy bien por lo que
hemos logrado. En ese momento, recibiremos la gran recompensa
de saber que cumplimos el propósito de haber venido aquí.

La gente que ha vivido una buena vida por lo general no le teme


a la muerte. Por otra parte, las personas que no han logrado mucho
en la vida son quienes más le temen a la muerte. Es como si, muy
en nuestro interior, supiéramos que fuimos puestos en este planeta
para hacer algo. Si lo hemos hecho es como si estuviéramos en paz
cuando enfrentamos la muerte. Si no es así, la idea de la muerte nos
causa dolor y agonía. Es el dolor y la agonía de saber que no he­
mos cumplido nuestro propósito. Leonardo da Vinci lo expuso del
siguiente modo: “Tal como un buen día trae una buena noche de
descanso, así también una buena vida nos lleva a una muerte feliz”.

Solemos ver a la muerte como una tragedia. Pero no es así. Es


una realidad. De hecho, existen circunstancias trágicas que rodean a
muchas muertes. Algunos mueren demasiado jóvenes. Otras muer­
tes no tienen sentido alguno. Muchas muertes impactan de forma
negativa la vida de muchas personas. Las circunstancias de una
muerte pueden ser bastante trágicas. La muerte hace parte de la vida
como también ocurre con los nacimientos.

Pero la verdadera tragedia np es morir, sino nunca haber vivido.


Es algo realmente trágico cuando tomamos la vida que se nos ha
dado y la desperdiciamos en actividades carentes de propósito. Vivir
sin realmente haber vivido es la peor tragedia de todas.

208
UNA PUERTA, DOS CERRADURAS

Al final de la década de los años 50 del siglo pasado, Martin Lu


ther King Jr. fue apuñaleado. La navaja llegó a unos pocos milíme­
tros de su vena aorta. Si él hubiera estornudado, hubiera muerto.
Diez años después, King reflexionó sobre este suceso en uno de sus
discursos. Dijo que le alegraba no haber muerto debido a las cosas
increíbles que había experimentado durante esa década desde que
había sido apuñalado. En efecto, Martin Luther King fue enviado
aquí a hacer cosas increíbles, y las hizo en la década de los años 1960.

King concluyó ese discurso de una forma muy conmovedora.


Dijo:

“Bien, yo no sé
IDEA CLAVE
qué es lo que pasará
La muerte no es una tragedia. Es una
de aquí en adelante.
realidad. La verdadera tragedia es no
Tenemos algunos días
haber vivido nunca.
difíciles por delante.
Pero eso no importa.
Porque ya he logrado estar en la cumbre de la montaña. Como cual­
quier otra persona, me gustaría vivir una larga vida. La longevidad
tiene su encanto. Pero eso no me preocupa en este momento. Sólo
quiero hacer la voluntad de Dios. Y él me ha permitido subir a la
montaña. He logrado ver las cosas desde allí. He visto la tierra pro­
metida. Tal vez no llegue allí con ustedes. Pero esta noche quiero
que sepan, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la tierra pro­
metida. Y estoy feliz esta noche, de que no estoy preocupado por
nada. No temo a ningún hombre. Mis ojos han podido contemplar
la Gloria del Señor viniendo”.

Aquellas fueron las últimas palabras que King pronunció desde


una tarima. Al día siguiente, un asesino cobró su vida.

La muerte de King desoló a muchísimas personas. Las circuns­


tancias de la muerte de King fueron bastante trágicas. Hubo una
mente enferma que pensó que podría impedir la entrega de un men­
saje divino destruyendo al mensajero humano. Millones de personas
de bien se sintieron muy heridas por tan cobarde acto.

209
D r . J im m u n c y

Sin embargo, para el mismo Martin Luthef King, la muerte


no tuvo aguijón. Él cumplió el propósito de su vida. Él no buscó la
muerte, pero a pesar de no haber alcanzado su cumpleaños número
cuarenta, no temía morir. Él experimentó la mayor recompensa del
éxito. Él experimentó el gozo que sólo se deriva de saber que se ha
hecho lo que fue enviado aquí a hacer. Él vio la tierra prometida.
El vio el cumplimiento de su propósito. Una vez lo vio, enfrentó la
muerte con valor. Muchos años después de su muerte, su causa con­
tinúa. ¿Qué recompensa mayor puede haber en la vida? La recom­
pensa no se encuentra en la silla de la comodidad.

CONVIRTÁMONOS EN LO MEJOR
QUE PODAMOS LLEGAR A SER

Ahí están, las siete llaves que conducen a todo tipo de éxito. Al­
canzar el éxito no significa que se alcanza el éxito en todo. Hay cosas
que no se pueden hacer, sin importar lo disciplinado que uno sea o
lo duro que trabaje en conseguirlo. Sin embargo, eso no es lo que
importa. Lo que debemos hacer es averiguar qué es aquello que sí
podemos hacer... y hacerlo al máximo de nuestras habilidades. Uno
no necesita convertirse en otra persona para alcanzar el éxito. Lo
único que uno necesita es convertirse constantemente en una mejor
versión de sí mismo. Esa debe ser nuestra meta en la vida. Debemos
esforzarnos por alcanzar lo que se supone que debemos alcanzar
mediante desarrollarnos en la persona que debemos llegar a ser.

Permítanme concluir con un poema que escribí, el cual expresa


mi aspiración más profunda en la vida. Confío en que esta sea tam­
bién su propia aspiración.

210
Una pu erta , d o s cerra d u ra s

EL MEJOR YO QUE PUEDO LLEGAR A SER

Vi un pájaro en los árboles

Volópor los cielos con granfacilidad.

Deseé volar como él,

Pero entonces pensé que debería reconsiderar la idea.

Donde yo tengo brazos, el pájaro tiene alas;

Mis manos me permiten hacer muchas cosas

¿Me alegraría dejar de tener mis manos?

No, creo que sea en el suelo donde debo permanecer.

Vi un caballo que en verdadpodía correr;

Correr como el caballo sería muy divertido.

Deseé ser tanfuerte y tan rápido como él.

Pero entonces pensé que debería considerar el asunto de nuevo.

Me gusta leer, aprender, y crecer,

Mis libros me llevan a lugares donde el caballo no puede ir.

¿Estaría dispuesto a desechar todo esto?

No, en mis dos pies es donde permaneceré.

A mi alrededor veo a muchas personas;

Como ellas es como quiero llegar a ser.

Me esforzarépor ser como ellas.

Creo que es tiempo de considerarlo otra vez.

Laforma comofui creado es parte del plan;

Puedo cumplir mi propósito con ser quien soy.

Creo que sólo intentaré ver,

Que soy el mejor yo que puede haber.

211
Ir
HERRAMIENTAS PARA TRIUNFADORES

Mientras unos
se quiebran otros rebotan
Dr. Steve Price
ISBN: 1-607380-45-5

Mientra 144 páginas

se quiebran “Si la vida te da limones, has


otros rebotan limonada” dijo Dale Carnegie
allá en los años treinta, cuando
el mundo se encontraba pa­
sando por una de las más gran­
des depresiones económicas.

Es más fácil decirlo que hacer­


Dr. Steve Price lo.

TALLER D EL ÉXITO
La Gran Depresión quebró a
mucha gente en ese entonces.
El desempleo llegó al 25%.
Grandes fortunas se desvanecieron de la noche a la mañana. Casas
y empresas fueron embargadas. Muchos sueños quedaron hechos
cenizas.

Pero la gente más resiliente sobrevivió.


Muchos de ellos resurgieron.

Hoy en día, nos encontramos en una de las épocas más duras des­
de la Gran Depresión. Y lo más posible es que dure al menos una
década, o tal vez más. Los tiempos duros del presente nos van a
probar. En estos días la resiliencia no es una cualidad “adecuada” de
poseer... sino una necesidad.

La resiliencia es la habilidad humana de recuperarse después de la


adversidad o el fracaso. Las 10 reglas de las personas que jamás se
dan por vencidas, son las 10 reglas de la resiliencia que han ayudado
a incontables personas a convertir la adversidad en una ventaja. No
importa que tus retos sean financieros, emocionales o médicos (o
los tres), en este libro descubrirás por qué Mientras unos se quie­
bran otros rebotan.
HERRAMIENTAS PARA TRIUNFADORES

El poder de creer
en uno mismo
El Orison S. Marden
D O D ER ISBN: 1-931059-70-1
192 páginas

El Secreto para alcanzar el


éxito se encuentra dentro de tí.
Henry Ford solía decir: “Tanto
la persona que cree que puede,
como la que cree que no pue­
EL SEC R E TO de, las dos están en lo cierto”. Si
IV\RÁ A LC A N ZA R El t.X IT O
' •.St: E N C U E N T R A
hay algo que tienen en común
D E N T R O tM I I los grandes emprendedores es
una gran fe en ellos mismos.
C F^O hl 5 . M M P& i Poseen una fe inquebrantable
en su misión, sus habilidades
y sus metas, y esta confianza
multiplica su poder y libera su verdadero potencial. El mundo le
abre campo a una persona decidida. Los fracasos no logran desani­
marla, las caídas no pueden desilusionarla y las dificultades no van a
desviarla ni un centímetro de su destino. Pase lo que pase, mantiene
la visión en sus objetivos y sigue hacia delante.

No hay nada que pueda ayudar a triunfar a una persona que no


cree en sí misma. El fracaso comienza con la duda o el desprecio de
nuestras propias habilidades y la pérdida de la confianza en nuestra
capacidad para hacer que las cosas sucedan. En el momento en que
siembras duda y comienzas a perder la fe en ti mismo, te conviertes
en tu peor enemigo.

En esta extraordinaria obra, Orison Swett Marden nos muestra


cómo desarrollar esa fe y confianza en nosotros de modo que con
nuestras nuestras habilidades y talentos, podamos convertir en rea­
lidad todas las metas y objetivos que nos hemos trazado.

PRÓLOGO: DR. CAMILO CRUZ


Autor de los bestsellers “La vaca” y “La ley de la atracción”
INTRODUCCIÓN: NAPOLEON HILL
Autor del bestseller “Piense y hágase rico”
HERRAMIENTAS PARA TRIUNFADORES

Semillas de Grandeza
B e si s e 11 er Nacional
Deais Waitley
Sem illa s d e ISBN: 1-607380-35-8
Grandeza 240 páginas
LOS lOsrc R IT O S
M I : jO l í G U A R D A D O S
PARA L O G R A R t i l
“Cada una de estas semillas
ipyr ' é x it o i:n su v id a te harán crecer y te brindarán
estrategias específicas para
descubrir un futuro más pro­
metedor y emocionante.
Todo ser humano sobre este
planeta tiene plantadas in­
teriormente las semillas de
grandeza necesarias para cul­
D enis W a it ley tivar todo su potencial y co­
'* * Autoril?I btfstM'lli-r l a P¡it<>(ogth'iÍil ikoinilór
sechar los más ricos frutos de
f '.T A flE R D E l>Ílrfrd '
una vida de excelencia”

En Semillas de grandeza, De-


nis Waitley te enseña cómo explotar toda la grandeza que hay den­
tro de ti y te brinda un sistema que te permite lograr más rápida­
mente lo que a muchos les tomaría, inclusive años. De una forma
clara y práctica Waitley resalta diez atributos o semillas que te con­
ducen por el camino de la superación y el triunfo personal. Él se su­
merge en su propia experiencia y desde ella te impulsa eficazmente
hacia la realización de tus metas. Al final de cada sesión te ofrece
un espacio de autoreflexión, proponiéndote un plan de acción para
que apliques cada una de estas diez semillas en la práctica de tu
andar diario.

Estos secretos te enseñarán cómo:


- Combinar actitudes positivas con tus habilidades naturales.
- Escoger tus metas y seguir pasos específicos para alcanzarlas.
- Construir autoconfianza y mejorar tu autoestima.
- Entender a los demás y lograr que ellos te entiendan.
- Plantearte y proponerte metas más altas.

Los diez principios fundamentales que estás a punto de descubrir,


sembrarán en ti nuevas ideas y actualizarán tus recursos para que
empieces a hacer lo que realmente quieres lograr en tu vida: ¡Alcan­
zar tus sueños!

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