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TEMA: ¿Dime quien eres tú?

OBEJTIVO GENERAL:

OBJETIVOS ESPECIFICOS:

INTRODUCION:
A. INTRODUCCIÓN.

El estudio de la persona y de la obra del Espíritu Santo debe


ser necesariamente, para el cristiano devoto, una cuestión de
vital interés. Estudiar lo concerniente al Espíritu Santo, es
estudiar lo concerniente a aquella actividad de Dios por medio
de la cual El se mueve para comunicarse a sí mismo, y para
ministrar aquellos que le pertenecen. El Espíritu Santo es
aquélla persona de la santa trinidad cuyo oficio es tocar sobre
el creyente, y servir como el canal divino que provee
comunión personal. El conocimiento de Dios por parte del
creyente no puede nunca ser completo si no conoce la tercera
persona de la Deidad.
El ministerio activo del Espíritu Santo marca la edad de
la Iglesia como la "Edad del Espíritu", en contraste con la era
de los Evangelios que es descripta como la "Era del Hijo", y el
Antiguo Testamento que es llamado "La era del Padre". Todos
aquellos que están genuinamente en la Iglesia del Señor
Jesucristo, son producto de la obra creativa del Espíritu Santo
por medio de Sus múltiples ministerios.
El Espíritu Santo morando en el creyente le asegura la verdad
que el Cristianismo no es la mera mirada intelectual en
la naturaleza de una religiónfilosófica. Contrastando
conceptos analíticos o naturalmente éticos, la doctrina
Cristiana llega a ser una fe vivificada con ímpetu dinámico y
validez convincente. La diferencia es debida al ministerio del
Espíritu Santo. Puede ser dicho que en la medida que el
creyente ha apropiado el Espíritu Santo, en esa medida ha
participado del poder del Evangelio de Cristo Jesús.
Para el creyente, el Espíritu Santo es la llave a toda dádiva y
aproximación espiritual. Bien se ha dicho: "El Espíritu Santo
es la experiencia de Dios en el creyente", y "El Espíritu Santo
es la acción viviente de Dios en el mundo". El Espíritu Santo
en su ministerio se concierne especialmente en transmitir al
creyente los frutos de la victoria de la obra consumada por
Cristo sobre el Calvario.
El estudio del Espíritu Santo permite al creyente:
1. Apreciar más adecuadamente la naturaleza y la persona de
Dios.
2. Comprender mejor la naturaleza de la Iglesia como cuerpo
orgánico vivificado por el poder del Espíritu Santo.
3. Comprender el plan de Dios para el creyente y Su provisión
divina para una vida Cristiana victoriosa.
LA DEIDAD DEL ESPIRITU
Él claramente es llamado Dios (Hch. 5: 3, 4;
(5:4) ουχι→¿No µενον→permaneciendo σοι→a ti
εµενεν→estaba permaneciendo και→y πραθεν→habiendo
sido vendido εν→en τη→la ση→tuya εξουσια→autoridad
υπηρχεν→estaba existiendo? τι→¿Por qué οτι→que
εθου→te pusiste εν→en τη→el καρδια→corazón σου→de
ti το→el πραγµα→hecho τουτο→este? ουκ→No
εψευσω→mentiste ανθρωποις→a hombres αλλα→sino
τω→a/al/a el θεω→Dios
TEO=DIOS theos (θέος, 2316). (A) En el politeísmo de los
griegos, denotaba a un dios o deidad (p.ej., Hch 14.11;
19.26; 28.6; 1 Co 8.5; Gl 4.8).
(B) (1) De ahí, la palabra fue tomada por los judíos y
retenida por los cristianos para denotar al Dios único y
verdadero. En la LXX theos traduce, con pocas excepciones,
a las palabras hebreas Elohim y Jehová, indicando la
primera su poder y preeminencia, y la segunda su
existencia inoriginada, inmutable, eterna y
autosustentante.
En el NT se afirman estos y todos los otros atributos
divinos. A Él se ascriben, p.ej., su unidad o monismo (p.ej.,
Mc 12.29; 1 Ti 2.5); existencia propia no originada (Jn
5.26); inmutabilidad (Stg 1.17); eternidad (Ro 1.20);
universalidad (Mt 10.29; Hch 17.26-28); poder infinito (Mt
19.26); conocimiento infinito (Hch 2.23; 15.18; Ro 11.33);
poder creador (Ro 11.36; 1 Co 8.6; Ef 3.9; Ap 4.11; 10.6);
santidad absoluta (1 P 1.15; 1 Jn 1.5); justicia (Jn 17.25);
fidelidad (1 Co 1.9; 10.13; 1 Ts 5.24; 2 Ts 3.3; 1 Jn 1.9);
amor (1 Jn 4.8,16); misericordia (Ro 9.15,18); veracidad (Tit
1.2; Heb 6.18). Véase BUENO, C, Nº 2 (b).
(2) También se afirman o indican los atributos divinos de
Cristo de una manera patente (p.ej., Mt 20.18-19; Jn 1.1-3;
1.18; 5.22-29; 8.58; 14.6; 17.22-24; 20.28; Ro 1.4; 9.5; Flp
3.21; Col 1.15; 2.3; Tit 2.13; Heb 1.3; 13.8; 1 Jn 5.20; Ap
22.12,13).
Siguiendo con el asunto:
Lv. 26:11, 12

con 2Co. 6:16; 1Co. 3:16, 17; Dt. 32:12 con Is. 63:14; Sal.
78:17, 18 con Is. 63:10, 11).
Características divinas son atribuidas a él: eternidad (He.
9:14); inmensidad (Sal 139:7); omnipotencia (Mi. 2:7; Isa.
40:28); preconocimiento (Hch. 1:16); omnisciencia (1Co.
2:10, 11); autoridad soberana sobre la iglesia (Hch. 13:2, 4;
20:28). Él es la tercera Persona de la Divinidad (Mt. 28:19;
Ap. 1:4, 5). Todo lo que Dios hace, lo hace como un Dios
trino. Cada Persona de la Trinidad esta envuelta en cada
acción de Dios. Sin embargo al mismo tiempo cada
Persona tiene un papel especial para cumplir en esa obra.
En este sentido, la creación es la obra especial del Padre, la
salvación es la obra especial del Hijo, y la obra especial del
Espíritu Santo es traer la salvación a los pecadores,
capacitándolos para que la reciban. El Padre empieza, el
Hijo sostiene, y el Espíritu Santo completa todas las cosas
(Ro. 11:36; Col. 1;17; He. 1:3). Así el Espíritu Santo esta
activo en todo lo que Dios planea y hace. Vemos esto en la
creación. Las obras de la naturaleza. Dios crió todas las
cosas de la nada (Gn. 1:1). El Espíritu de Dios ‘se movía
sobre la haz de las aguas’ (Gn. 1:2), ‘se movía’, así como
los pájaros lo hacen sobre sus nidos. La palabra Hebrea
ruach, significa el ‘viento’ de Dios. ‘Movía’ significa un
fácil, gentil movimiento como pájaros moviéndose sobre
sus nidos (Dt. 32:11; Jer. 23:9). Pero no hay información en
Genesis 1:1-2 sobre la creación de este viento. Solo puede
ser el Espíritu de Dios y su obra que esta describida aquí.
La creación natural del hombre (Gn.2:7) El material usado
por Dios para crear al hombre fue el ‘polvo de la tierra’. El
principio dador-de-vida que hizo al hombre un alma
viviente fue ‘el aliento de Dios’, el resultado de la unión del
material con el aliento de Dios, ese el cual era espiritual,
fue que el hombre vino a ser un alma viviente. Aquí el
‘aliento’ de Dios es una descripción vivida del Espíritu. Así
Dios es visto en su glorioso poder y sabiduría. Él toma tal
materia humilde como el polvo y de eso crea una criatura
gloriosa. El hombre, siendo recordado que es simplemente
polvo de la tierra, es mantenido humilde y dependiente en
la sabiduría y bondad de Dios.
La creación moral del hombre (Gn. 1: 26, 27; Ec. 7:29) No
es por nada que Dios nos dice que alentó el espíritu de vida
en el hombre (Gn. 2:7; Job 33:4). Era la obra del Espíritu
Santo de dar vida al hombre por lo cual el hombre vino a
ser un alma viviente, porque el Espíritu Santo es el aliento
de Dios. Al hombre se le dio mente y alma para que él
obedeciera a Dios y lo gozara, y había tres cosas
necesarias para hacer apto al hombre para una vida con
Dios. Debería ser capaz de conocer la mente y voluntad de
Dios para poder obedecerlo y
agradarlo. Debería tener un corazón que alegremente y
libremente amára a Dios y a su ley, y deberia ser capaz de
llevar a cabo perfectamente todo lo que Dios requiere de
él. Todas estas son las obras del Espíritu en el hombre. Y
todas estas habilidades se perdieron por el pecado.
Solamente pueden ser restauradas por la obra de
regeneración del Espíritu Santo.

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