Se dice que la energía es la capacidad que tiene la materia para
lograr efectuar una función como consecuencia de su constitución (energía interna), de su movimiento (cinética) y de su posición (potencial). Es una dimensión equilibrada con el trabajo, por lo que se valora en las mismas unidades (en julios) dentro del sistema internacional. Dependiendo del sistema físico, o la manera en que se manifiesta, se tiene en cuenta distintas formas de energía: mecánica, térmica, eléctrica, química, nuclear, electromagnética, etc. La energía suele ser mensurable o medible, además que interviene en todos los estilos de acción o reacción. Las reacciones químicas, el desplazamiento, los cambios de estado de la materia, o incluso el estado de reposo, poseen su exposición en una cantidad de energía dentro de una clase en especial. Uno de los fundamentos básicos señala que la energía no puede ni crearse ni destruirse, tal como lo establece el principio de conservación de la energía, sin embargo, puede transformarse de un tipo a otro, así como sucede cuando se utiliza energía eléctrica (lo que es la energía lumínica), como la corriente eléctrica, calor, sonido, luz y movimiento.
Por lo tanto, la energía total de un sistema eventual se mantiene
permanente y en el universo, por ende, no puede haber creación o desaparición de energía, sino traspaso de un sistema a otro, o conversión de energía de una forma a otra. La energía es el resultado de la actuación a través de interacciones o conmutación de los cuatro tipos de fuerzas esenciales de la naturaleza: electromagnética, gravitatoria, nuclear fuerte y nuclear débil.