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LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA

POLÍTICA EN MÉXICO
DIRECTORIO

LIC. MIGUEL ÁNGEL CORREA JASSO


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DR. JOSÉ ENRIQUE VILLA RIVERA


Secretario Académico

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Secretario de Administración

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Secretario Ejecutivo de la Comisión de Operación
y Fomento de Actividades Académicas

ING. MANUEL QUINTERO QUINTERO


Secretario Ejecutivo del Patronato
de Obras e Instalaciones
LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA
POLÍTICA EN MÉXICO

Rosendo Bolívar Meza

INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL


— México —
La construcción de la alternancia
política en México

Primera edición: 2003

D.R. © 2003 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL


Dirección de Publicaciones
Tresguerras 27, 06040, México, DF

ISBN 970-36-0106-5

Impreso en México/Printed in Mexico


Para Laura Patricia
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 9

INTRODUCCIÓN

A partir de 1988 se comienza a hablar en México de


la transición a la democracia. Es más, hay una co-
rriente muy importante de politólogos llamados los
“transitólogos”, para quienes ésta se consolida en el
año 2000, con el triunfo electoral de Vicente Fox
Quesada en las elecciones presidenciales. Nuestra hi-
pótesis es que en el proceso político de los últimos
años se va construyendo no la transición a la demo-
cracia, sino la alternancia política acompañada, eso sí,
de una democracia electoral. Veamos por qué.

Sin un afán de parecer nostálgicos, se puede encon-


trar que a partir del movimiento estudiantil-popular
de 1968 se generaliza la crítica al autoritarismo del
sistema político mexicano, ya que sus demandas ha-
cen evidente la falta de democracia y la necesidad de
realizar cambios políticos, puesto que estaba en duda
la legitimidad democrática del sistema político mexi-
cano. La respuesta del gobierno a las demandas de
democratización es mediante la ya sabida represión,
por lo que a partir de entonces surgen algunos acto-
res políticos que más que la negociación buscan la
9
10 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

confrontación con el gobierno, como es el caso de


algunos movimientos guerrilleros e incipientes parti-
dos de izquierda y de derecha que buscan llegar al
poder mediante la lucha electoral.

Sin embargo, muchas de estas luchas fracasan al toparse


con un partido hegemónico o dominante: el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), capaz de movilizar
a grandes sectores de la población y de dar respuesta
satisfactoria a algunas de las demandas sociales a tra-
vés de políticas públicas de beneficio social.

Una de las consecuencias del movimiento estudiantil


popular de 1968 es la llamada “apertura democrática”,
que como su nombre lo indica, a partir de la década de
los años setenta el gobierno busca abrir espacios polí-
ticos, mediante la creación de nuevos partidos, a los
que quieran seguir el camino de la lucha electoral. Pero,
quienes no participan en este camino y buscan la toma
del poder por la vía armada, mediante la lucha guerrille-
ra, son combatidos con la “guerra sucia” orquestada
por distintas corporaciones policiacas y militares del
gobierno federal, y consiste en exterminar físicamente
a las guerrillas y controlar, por medio de la represión, a
la disidencia política.

Realmente, en todo este periodo las elecciones se rea-


lizan con regularidad, pero en un esquema de com-
petencia controlado por las instituciones del Estado,
I NTRODUCCIÓN 11

por lo que se convierte en un ritual de renovación de


los poderes federales y locales, así como en espacios
de negociación con diversas fuerzas políticas, pero
no en la arena donde se desarrolla la lucha real por el
poder.

Gracias a la inteligencia política de Jesús Reyes Heroles,


entonces secretario de gobernación durante el go-
bierno de José López Portillo, se buscan una serie de
alternativas para evitar que se generalice la violencia y
se pudiera caer en la ingobernabilidad. Por eso, en
1977 se aprueba la Ley Federal de Organizaciones
Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE), que además
de ser una reforma electoral, es también una reforma
política que logra atraer a los actores y a los parti-
dos políticos de oposición y acercarlos a la lucha elec-
toral y a la actividad parlamentaria. Esto no significa,
de ninguna manera, un cambio de régimen político,
ya que aunque gradualmente los partidos de oposi-
ción van ganando espacios en la Cámara de Diputa-
dos, en lo fundamental el PRI sigue ocupando un lugar
predominante en los tres poderes federales y en las
gubernaturas de los estados.

Es precisamente aquí donde se presenta lo que los


“transitólogos” consideran como el inicio de la tran-
sición a la democracia, o lo que otros consideramos
como la construcción de la alternancia, ya que la re-
forma político-electoral de 1977 logra que el espacio
12 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

electoral se convierta en el centro de la lucha por con-


quistar ciertos espacios de poder para una parte im-
portante de las fuerzas de oposición, permitiendo
que se desarrollen viejos y nuevos partidos que toda-
vía en ese momento no representan un serio peligro
para la hegemonía del PRI como partido gobernante.

Con la reforma político-electoral de 1977 se presenta


un doble proceso: por un lado, se incrementa la legiti-
midad del gobierno, ya que es una apertura promovida
desde el poder ejecutivo, y por el otro, el autoritaris-
mo comienza a debilitarse ya que las demandas de
participación política se incrementan, los partidos di-
ferentes al PRI se vuelven más competitivos y la im-
portancia del voto aumenta.

Los cambios políticos impulsados por el propio gru-


po gobernante y avalados por los partidos de oposi-
ción, brindan la posibilidad de promover reformas
políticas y electorales que en lo general permiten avan-
zar en la democratización.

Se desarrolla un proceso en el cual los movimientos


sociales y políticos dan mucha importancia a las elec-
ciones y a los partidos, hasta llegar a las elecciones de
1988, cuando entra en crisis el sistema electoral y po-
lítico, por el alto nivel de competencia alcanzado por
la oposición, en particular por el Frente Democrático
Nacional (FDN) que apoya la candidatura de Cuauhté-
I NTRODUCCIÓN 13

moc Cárdenas Solórzano a la Presidencia de la Repú-


blica, quien obtiene un alto porcentaje de la votación y
que seguramente logra más votos de los que se le reco-
nocen oficialmente.

La gran flexibilidad del sistema político le permite


reconstituirse, aún después de las elecciones presi-
denciales de 1988, tan cuestionadas en su resultado,
inclusive en el ámbito internacional.

Pese a ello, el PRI logra conservar la mayoría en el Po-


der Legislativo Federal hasta 1994, y la Presidencia
de la República hasta el año 2000, aunque la votación
en su favor disminuye elección tras elección, a grado
tal de perder varias presidencias municipales, guber-
naturas y espacios en el Poder Legislativo. Cabe pre-
cisar que durante este lapso, muchas elecciones son
fuertemente cuestionadas por falta de transparencia
en los resultados y por la desigualdad en las condicio-
nes de la competencia.

En todo este proceso, el PRI –como partido hegemó-


nico y dominante–, gradualmente es despojado de
sus privilegios y, al mismo tiempo, los demás partidos
dejan de estar subordinados al sistema.

Pero ¿qué es lo que realmente pasa en las eleccio-


nes presidenciales del año 2000? Como se sabe, des-
pués de setenta y un años ininterrumpidos, el Partido
14 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Nacional Revolucionario-Partido de la Revolución


Mexicana-Partido Revolucionario Institucional pier-
de la Presidencia de la República, pero mantiene la
mayoría simple en la Cámara de Diputados, la mayo-
ría de los congresos locales, la mayoría de las guber-
naturas y la mayoría de las presidencias municipales
del país. Se mantienen las mismas leyes, las mismas
instituciones y casi las mismas formas de hacer políti-
ca. Cabe cuestionarnos si a partir del año 2000, con
un nuevo gobierno encabezado por Vicente Fox, ha
habido un cambio que nos indique que hoy México es
un país más democrático que hace seis o doce años.
¿Qué es entonces lo que en realidad cambió? Cambió
el partido en el poder con la llegada de un grupo
gobernante distinto pero no mejor que el anterior,
hay una alternancia en el poder pero no necesaria-
mente una transición a la democracia.

La transición a la democracia implica un nuevo pacto


fundacional, es decir, nuevas leyes, nueva constitución,
nuevas instituciones, nuevas formas de hacer política
y nuevos actores políticos.

En México, a partir del año 2000, se sigue aplicando


en buena medida el mismo marco constitucional di-
señado desde 1917. Persiste el sistema presidencialista
aunque, eso sí, la figura presidencial ya no goza de los
poderes que le daba el control del Poder Legislativo
Federal y del partido hegemónico o dominante. No
I NTRODUCCIÓN 15

hay todavía un proyecto viable para la reforma del


Estado ni para una nueva Constitución General de la
República donde se plasmen los acuerdos entre los
partidos políticos sobre las nuevas reglas para el futuro.

El valor fundamental de la alternancia es que no sólo


cambien las personas o los partidos en el poder,
sino que haya un cambio positivo en el funcionamien-
to de las instituciones de una democracia representa-
tiva. No es sólo un cambio de individuos, programas
o ideologías, sino una modificación en la distribución
del poder acompañado de una introducción de con-
troles institucionales a la discreción gubernamental,
generar incentivos para hacer políticas públicas más
eficientes y equitativas, incitar a los políticos a satis-
facer de manera más efectiva los intereses de sus re-
presentantes y contribuir a disminuir la incertidumbre
asociada a cualquier proceso de transición.

Es probable que la democracia surja sin la alternancia, pero


no es posible que la democracia funcione sin la alternancia.
El verdadero valor de la rotación en la titularidad del poder
ejecutivo no tiene que ver con individuos, ni programas ni
ideologías. Se trata simplemente de uno de los mecanismos
centrales para que las tuercas y tornillos de las instituciones
democráticas se echen a andar. Al introducir una distribu-
ción más competitiva y equitativa del poder, la alternancia
quizás abra una enorme ventana de oportunidades para la
verdadera reforma del Estado... La alternancia, no hay duda,
también introduce retos y peligros. Los peligros, sin embar-
16 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

go, serán menores en la medida en que el poder esté mejor


distribuido entre las distintas fuerzas políticas. A esto, pre-
cisamente, contribuye la alternancia.1

En suma, la transición a la democracia es un cambio


pactado que permite evitar confrontaciones violen-
tas. La transición no se limita a un resultado electoral
ni a un cambio de gobierno. La transición es mucho
más que eso.

1
Guillermo Trejo, “¿Por qué el funcionamiento de la democracia requiere de la
alternancia?”, en Nexos, pp. 20-22.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 17

LAS LEYES ELECTORALES DURANTE


LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA
POLÍTICA EN MÉXICO

Es innegable que los asuntos electorales son el punto


de partida de la transición mexicana hacia la democra-
cia, aunque la democracia va más allá de las cuestiones
electorales. El ejercicio de elecciones libres y transpa-
rentes facilita que los valores en torno a la libertad del
ser humano prosperen y a la vez permitan su desarro-
llo integral. En el plano político, los procesos electorales
democráticos otorgan la legitimidad necesaria para que
los gobernantes se desempeñen con aceptación de la
ciudadanía. Esto se logra de mejor manera cuando en
las elecciones pueden participar todos los partidos po-
líticos que tienen representatividad e influencia en la
ciudadanía, cuando hay una competencia equitativa
entre los contendientes y cuando se respeta el resulta-
do de las elecciones.

Entre 1929 y 1977, es decir, desde la creación del


Partido Nacional Revolucionario (PNR) y su transfor-
mación posterior a Partido de la Revolución Mexicana

17
18 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

(PRM) en 1938 y la creación del Partido Revoluciona-


rio Institucional (PRI) en 1946, y hasta 1977, año de la
promulgación de la Ley Federal de Organizaciones
Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE) y de la puesta
en práctica de una reforma política importante, el
sistema político mexicano se define como de partido
hegemónico con su figura central: el PRI, el cual ejerce
tanto el gobierno federal como los estatales y la ma-
yor parte de los municipios, así como con amplias
mayorías tanto en la Cámara de Diputados federal y
el Senado como en los congresos estatales.

Los partidos de oposición que surgen en este periodo


se pueden dividir en tres bandos: los partidos satélites
como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana
(PARM) y el Partido Popular Socialista (PPS), que inclusi-
ve se adherían a las candidaturas presidenciales del
PRI; la llamada oposición leal representada por el Par-
tido Acción Nacional (PAN); así como la oposición extra-
institucional representada fundamentalmente por el
Partido Comunista Mexicano (PCM), que representaba
una oposición real pero excluida de los cauces y proce-
dimientos electorales. Los llamados partidos satélites
recibían pequeñas cuotas de poder y subsidios oficiales.

A principios de los años setenta, con la apertura democráti-


ca del gobierno de Luis Echeverría, surgen nuevos partidos
políticos como el Partido Mexicano de los Trabajadores
(PMT), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), el Par-
tido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y el Partido
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 19

Demócrata Mexicano (PDM), que amplían la gama de opcio-


nes políticas en el país, aunque sin posibilidades reales de
triunfo, pues el PRI seguía siendo hegemónico.2

Es en 1977, con la aprobación y puesta en vigor de la


LFOPPE, cuando al menos en el ámbito electoral se
inicia la construcción de la alternancia política en Méxi-
co. Con esta reforma política-electoral de 1977 se co-
mienza a sanear al sistema político mexicano, por
medio de la flexibilidad del Estado ante la sociedad
civil a partir de la incorporación de las minorías descon-
tentas en partidos políticos registrados o condicio-
nados al resultado de las elecciones, por medio de lo
cual buena parte de la lucha política manifestada por
vías no institucionales se manifiesta por medio del
voto electoral y por los debates parlamentarios; así el
Estado logra la institucionalización de la oposición y
el descontento.

La reforma política electoral de 1977 es una salida


política a la inconformidad de ciertos sectores de la
sociedad que no tienen acceso a la participación polí-
tica; surge como respuesta a la falta de confianza y
credibilidad en el sistema político mexicano que se
encontraba en crisis desde 1968.

2
Daniel Ramos Torres, “Del gobierno y la oposición democrática en México: el pacto
institucional”, en Estudios Políticos, p. 16.
20 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La burocracia política gobernante se vale de la refor-


ma política de 1977 como vía para salvar y fortalecer
el sistema. Para ello, tiene que abrirse democrática-
mente y dar espacio a la acción de las corrientes polí-
ticas opositoras. Con esto logra recuperar cierto
consenso, credibilidad y legitimidad, ya que da la
apariencia de ser un régimen democrático y pluralista.

Antecedentes de la reforma
política-electoral de 1977

En 1946, al finalizar el gobierno de Manuel Ávila


Camacho, se elabora una ley electoral que establece los
requisitos para el registro de los partidos nacionales:
contar con 30 mil afiliados en todo el país, en por lo
menos las dos terceras partes de las entidades fede-
rativas y un mínimo de mil afiliados por entidad fe-
derativa.

En 1953, ya durante el gobierno de Adolfo Ruiz


Cortines (1952-1958), se reforma la Constitución para
establecer el derecho de voto a la mujer y, un año
después, se elabora la Ley Electoral de 1954, que esta-
blece que para que un partido político obtenga regis-
tro debe tener afiliadas a un mínimo de 75 mil personas
repartidas en por lo menos las dos terceras partes de
los estados del país, con más de 2,500 afiliados en
cada uno de ellos.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 21

Durante el gobierno de Adolfo López Mateos (1958-


1964), se realiza una reforma electoral importante co-
nocida como Ley Electoral de 1963, y consiste en la
creación de los diputados de partido, que establece
que si un partido político de oposición obtiene el 2.5
por ciento del total de la votación, puede tener en la
Cámara de Diputados cinco representantes y por cada
0.5 por ciento extra de votación un diputado más,
hasta un máximo total de 20. Lo anterior es con la
finalidad de favorecer a los partidos políticos minorita-
rios para que tengan representación en la Cámara de
Diputados. Esto permite que a partir de 1964 el PAN,
creado en 1939, el PPS creado en 1948 y el PARM funda-
do en 1954, si cubren el requisito mínimo de porcenta-
je de la votación, pueden tener sus propios diputados.

Como antecedente inmediato de la reforma política


electoral de 1977, con la que se dan las bases legales
para la construcción de la alternancia política en Méxi-
co, se encuentran la apertura democrática del gobier-
no de Luis Echeverría, las reformas electorales de 1973
y el surgimiento de nuevos partidos políticos.

La apertura democrática puesta en práctica como con-


secuencia del movimiento estudiantil popular de
1968,3 consiste en una ley de amnistía de 1971, con
3
Dos de los mejores estudios sobre el movimiento estudiantil-popular de 1968 y sus
consecuencias son el de Sergio Zermeño, México: una democracia utópica, Siglo XXI, y el
de Sergio Aguayo Quezada. 1968: los archivos de la violencia, Grijalbo, 1998.
22 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

la cual quedan libres todos los presos políticos, inclu-


yendo a los participantes en el movimiento de 1968.
Incluye la cooptación y el cuidadoso halago a los inte-
lectuales, el aumento al presupuesto de las institucio-
nes públicas de educación superior, el consentimiento
de que la mayoría de éstas se administren en forma
propia mediante la autonomía, mayor tolerancia a la
información y comentarios periodísticos, con algu-
nas excepciones en el caso del periódico Excelsior en
1976, crítica y autocrítica del régimen y, en general, un
intento de restablecer la comunicación entre el gobier-
no y los grupos disidentes que opten por el camino de
la política como medio para dirimir las diferencias y
construir los consensos.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, no se frenan del


todo las diferencias entre los estudiantes y el gobier-
no, ya que continúan algunos movimientos estudian-
tiles en distintas universidades del país. El caso más
importante es la represión estudiantil del 10 de junio
de 1971, conocida como “jueves de corpus”, en la
que durante una marcha en la que participan estu-
diantes de diversas instituciones educativas de la ciu-
dad de México, encabezados por algunos de los
exlíderes estudiantiles del movimiento de 1968 que
acababan de obtener su libertad, son reprimidos y
asesinados por un grupo paramilitar llamado “los hal-
cones”. Esta marcha se realiza en apoyo a los estu-
diantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León,
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 23

quienes se oponen a la nueva ley orgánica de su insti-


tución, por lo que realizan paros y manifestaciones, y
la respuesta oficial es poner como rector de esa uni-
versidad a un militar.

Producto de la represión al movimiento estudiantil


del 10 de junio de 1971 fue la renuncia del regente de
la ciudad de México, Alfonso Martínez Domínguez,
así como del jefe de la policía, Rafael Curiel.

Al igual que en el movimiento de 1968, no se sabe


tampoco el número real de muertos.

La respuesta del gobierno hacia los movimientos es-


tudiantiles es la represión y el encarcelamiento, lo que
trae como consecuencia que algunos de ellos consi-
deren que los canales de diálogo con el gobierno es-
taban cerrados, por lo que parte de ellos organizan
grupos guerrilleros urbanos como la Liga Comunista
23 de Septiembre, que durante la década de los seten-
ta realiza secuestros, robos y enfrentamientos armados
contra el ejército y la policía. El gobierno de Luis
Echeverría responde con la fuerza y se implementa lo
que se conoce como “la guerra sucia”, que consiste
en terminar a toda costa con los grupos guerrilleros.
Algunos de sus integrantes son desaparecidos o en-
carcelados en prisiones clandestinas, y otros más son
asesinados o mueren en condiciones raras.
24 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Con los grupos sociales no radicales el gobierno de


Echeverría es tolerante, aplica la apertura democráti-
ca y favorece la creación de nuevos partidos políti-
cos, por lo que se forman varios grupos políticos y
organizaciones de oposición, en su mayoría de iz-
quierda pero de diferentes corrientes, y un partido de
derecha, demasiado conservador, como lo es el PDM,
que retoma buena parte del sinarquismo mexicano.

De la fusión de varios grupos trotskistas, algunos con


cerca de veinte años de antigüedad, se constituye el
PRT y se convierte en la sección mexicana de la IV
Internacional. Del Comité Nacional de Auscultación
y Organización (CNAO) se desprenden dos partidos:
el PMT y el PST. De este último se desprende el Movi-
miento de Organización Socialista (MOS) que después
se convierte en el Partido Socialista Revolucionario
(PSR), de corta vida. De una escisión importante del
PPS se forma el Partido Popular Socialista Mayoritario
que se transforma más tarde en el Partido del Pueblo
Mexicano (PPM). Una mención aparte corresponde al
PCM, creado desde 1919 y con muchos años de clan-
destinidad y de ser un partido sin registro, el cual
obtiene producto de esta apertura democrática.4

El fomento directo o indirecto para la creación y for-


mación de nuevos partidos políticos, por parte del

4
Octavio Rodríguez Araujo, La reforma política y los partidos en México, pp. 52-53.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 25

grupo gobernante, es para abrir nuevas vías electora-


les e incrementar la participación electoral de los ciu-
dadanos, buscando que por medio del pluripartidismo
los ciudadanos se acerquen a las urnas. Por otro lado,
la creación de estos partidos contribuye a evitar la lu-
cha violenta por el poder y a institucionalizar la opo-
sición y el descontento, buscando que éste se manifieste
en las urnas. Con la creación de estos partidos, auna-
dos a los ya existentes: PRI, PAN, PPS, PARM y PCM, se
abren e incrementan nuevas vías de participación con
la contribución electoral de los ciudadanos, así como un
pluralismo y pluripartidismo, en que el electorado tiene
más opciones políticas para elegir la de su preferencia.

La apertura democrática también busca la democra-


tización sindical, por lo que intenta renovar la direc-
ción del “charrismo” sindical oficial, llegándose a
auspiciar el surgimiento de nuevos líderes. En un pri-
mer momento el gobierno de Echeverría fomenta el
sindicalismo independiente encabezado por la ten-
dencia democrática del Sindicato Único de Trabaja-
dores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM),
al frente de la cual se encuentra Rafael Galván. Ante
la democratización sindical y el fomento del sindica-
lismo independiente, el gobierno de Echeverría da
marcha atrás ante el temor de que la clase obrera
rebase los instrumentos de sujeción y control.
26 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La apertura democrática se traduce en una estrategia de


control, ya que al ser el Estado más permisivo logra
mediatizar las demandas de los sectores de la sociedad.

Dentro de esta apertura democrática también se da


la elaboración de la Ley Electoral de 1973, la cual esta-
blece el derecho de voto a los ciudadanos a partir de
los 18 años (antes era a los 21). Se retoma de la Ley
Electoral de 1963 la figura de los diputados de partido
y con la reforma electoral de 1973 disminuye el límite
mínimo de porcentaje de votación nacional para dipu-
tados de partido, pasando de 2.5 a 1.5 por ciento el
porcentaje para que un partido de oposición obtenga
cinco diputados hasta un máximo de 25 diputados
por partido, respetando que con cada 0.5 por ciento
de más en las votaciones se puede contar con un
diputado adicional. Los diputados de partido, una
vez designados, tienen el mismo rango y carácter que
los diputados que llegan al cargo por haber obtenido
la mayoría de votos en sus respectivos distritos elec-
torales.

Las reformas electorales de 1963 y 1973 se proponen


otorgar representación a las minorías, fijando un mí-
nimo y un máximo de representatividad. El mínimo
obedece a la necesidad de impedir que el sistema dege-
nere en una inútil e inconveniente proliferación de pe-
queños partidos, que no representen corrientes de
opinión realmente apreciables por el número de quie-
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 27

nes las sustenten, ya que como objetivo básico de


estas reformas está el que dentro de la representa-
ción popular estén las minorías, siempre y cuando
tengan un mínimo de significación ciudadana. El
máximo de 25 diputados fijado a los partidos mino-
ritarios –incluidos en este número los que hayan triun-
fado por mayoría en los distritos– se impone “para
conservar como sólida base del sistema el principio
de la mayoría”.5 Al referirse a la reforma electoral de
1973, Luis Echeverría establece que:

La reforma electoral busca incorporar a un mayor número


de ciudadanos y fuerzas sociales al proceso político
institucional. Su propósito es ampliar la representatividad
del poder público, consolidar en el plano legal las nuevas
tendencias de la democracia mexicana, alentar la participa-
ción de las minorías y, en general, lograr que todas las mani-
festaciones tengan expresión en los órganos representativos
de la voluntad popular.6

¿A qué obedece la reforma política?


La reforma política obedece a una necesidad de
flexibilizar al Estado y disminuir la brecha entre éste y
la sociedad civil. Obedece a las necesidades de de-
mocratizar el sistema político, evitando, por un lado,
su encerramiento, y por el otro, incorporar a los gru-
5
Javier Patiño Camarena, Análisis de la reforma política, pp. 92-93.
6
Ibidem, p. 56.
28 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

pos disidentes que no tenían acceso a la participa-


ción política, para dar una imagen plural y, por tanto,
recuperar legitimidad y consenso, a través de la parti-
cipación legal de la oposición.

Con la reforma política se intenta evitar el estallido


abierto y violento del conflicto, el cual ya empezaba
a clarificarse cuando los sectores y grupos de oposi-
ción se organizaban en guerrillas para manifestar su
descontento ante el régimen político. Es a partir de
1968 en que se nota claramente el deterioro y la crisis
por la que atravesaba el sistema político mexicano, al
darse manifestaciones múltiples y complejas de gue-
rrillas y terrorismo en Guerrero, Jalisco y Distrito
Federal; movimientos estudiantiles y conflictos uni-
versitarios en Morelia, Puebla, Monterrey, Sinaloa, Gue-
rrero, Veracruz y Distrito Federal; movimientos de
trabajadores a lo largo del país por mejores salarios,
prestaciones y representaciones sindicales auténticas,
dentro de un proceso creciente de “insurgencia obre-
ra”; movimientos campesinos y de comunidades in-
dígenas con ocupación de tierras en numerosos estados
de la República; tomas de presidencias municipales,
palacios de gobierno y renuncias de varios goberna-
dores como protesta por actos gubernamentales o por
resultados electorales no apegados a la decisión de los
votantes.7

7
Pablo González Casanova, El Estado y los partidos políticos en México, p. 73.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 29

Según cifras de la CEPAL, la tasa de crecimiento económico


cayó de 7.6% en 1973, a 5.9% en 1974, a 4.2% en 1975 y a
1.9% en 1976. El deterioro de la economía mexicana se
conjugaba con el desgaste del sistema político, cuya legiti-
midad disminuía en forma igualmente espectacular. Un pro-
grama reformista era inevitable si la burocracia gobernante
quería detener una tendencia que probablemente conduci-
ría a su propio desplazamiento.8

Ese programa reformista, con el que el grupo gober-


nante da salida a la crisis política, es precisamente la
reforma política-electoral de 1977.9 Jesús Reyes Hero-
les, secretario de gobernación de los primeros años
del gobierno de José López Portillo, y principal prota-
gonista de esta reforma, es quien concibe la necesi-
dad de ampliar las posibilidades de la representación
política, de tal manera que se pudiera captar en los
órganos de representación el complicado mosaico ideo-
lógico nacional de una corriente mayoritaria –en este
caso el PRI– y pequeñas corrientes que, difiriendo en
mucho de la mayoría, formen parte de la nación.10

8
Carlos Pereyra, “Estado y sociedad”, en México hoy, Pablo González Casanova y
Enrique Florescano (coordinadores), p. 300.
9
“La reforma electoral de 1963 tuvo una enorme importancia; el propio Reyes Heroles
dijo, en algún discurso, en la Comisión Federal Electoral de entonces, que la reforma
de 1977 se montaba sobre la de 1963, es decir, es impensable la de 1977 sin una reforma
previa que agota sus posibilidades. Esa reforma de principios de los sesenta es espe-
cialmente valiosa porque inaugura la construcción de espacios para la representación
proporcional y, por tanto, para la pluralidad”; Alonso Lujambio, “Peculiaridades de
una transición”, en Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz, Escenarios de la transición en
México, pp. 186-187.
10
Silvia Gómez Tagle, “La transición mexicana”, en coyuntura, p. 10.
30 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Para tal efecto pronuncia un importante discurso so-


bre el por qué de la necesidad de realizar estas refor-
mas, en cuya parte central señala que:

México se enfrenta a una situación económica difícil. El


gobierno no ha tratado de encubrir este hecho ni las medi-
das a que él obliga; con esfuerzos constantes, con racionali-
zación de acciones públicas, sociales y privadas y con
decisiones oportunas, saldremos de esta crisis, dado que con-
tamos con recursos naturales y, sobre todo, con recursos
institucionales que lo garantizan.

Según Reyes Heroles, para salir de esta crisis al Esta-


do sólo le quedan dos caminos: encerrarse en sí mis-
mo y caer en el totalitarismo, o abrirse políticamente
para evitar el estallido político.

Partiendo de esta situación difícil, hay quienes pretenden


un endurecimiento del gobierno, que lo conduciría a la rigi-
dez. Tal rigidez impediría la adaptación de nuestro sistema
político a nuevas tendencias y a nuevas realidades; supon-
dría ignorarlas y desdeñarlas. El sistema, encerrado en sí
mismo, prescindiría de lo que está afuera en el cuadro social
y reduciría su ámbito de acción al empleo de medidas coac-
tivas, sin ton ni son, canalizando al fortalecimiento de la
autoridad material del Estado recursos que demandan ne-
cesidades económicas y sociales. Es la prédica de un autori-
tarismo sin freno no barreras.

Es por ello que se opta por la apertura política, bus-


cando la unidad democrática de mayorías y minorías,
respetando la pluralidad de ideas.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 31

Endurecernos y caer en la rigidez –decía Reyes Heroles– es


exponernos al fácil rompimiento del orden estatal y del or-
den político nacional. Frente a esta pretensión, el presiden-
te López Portillo está empeñado en que el Estado ensanche
las posibilidades de la representación política, de tal mane-
ra que se pueda captar en los órganos de representación el
complicado mosaico ideológico nacional de una corriente
mayoritaria, y pequeñas corrientes que, difiriendo en mu-
cho de la mayoritaria, forman parte de la nación.

La unidad democrática supone que la mayoría prescinda de


medios encaminados a constreñir a las minorías e impedirles
que puedan convertirse en mayorías; pero también supone el
acatamiento de las minorías a la voluntad mayoritaria y su
renuncia a medios violentos, trastocadores del derecho.

Quiere esto decir que el gobierno de México sabrá introdu-


cir reformas políticas que faciliten la unidad democrática
del pueblo, abarcando la pluralidad de ideas e intereses que
lo configuran. Mayorías y minorías constituyen el todo na-
cional, y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica den-
tro de la ley, es base firme del desarrollo, del imperio de las
libertades y de las posibilidades de progreso social.

En su mismo discurso, Reyes Heroles dice que la re-


forma política establece la posición del gobierno fe-
deral por evitar el autoritarismo y la anarquía, por
medio de ejercer la autoridad con apego al derecho.

Algunos, ante enfrentamientos ideológicos, desearían que


surgiera la autoridad sin derecho, la que comprime y actúa
sin norma que la proceda. Por otro lado, están los que recu-
32 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

rriendo a las vías de hecho, violentas o atentatorias de dere-


chos, desearían que en México se diera el triste caso del
derecho sin autoridad. En contra de unos y otros, la posi-
ción del gobierno federal es bien clara: ni autoridad sin de-
recho, ni derecho sin autoridad.

La autoridad fundada en la ley, apoyada en ella, aplicándo-


la, es más que suficiente para impedir que los conflictos de
ideas puedan degenerar en conflictos de hecho, en violen-
cia, sin sanción para los responsables. El derecho con auto-
ridad y la autoridad precisamente con derecho garantizan
que la intolerancia no se erija en sistema, que los conflictos
no se conviertan en antagonismos irreductibles, que las con-
tradicciones no nos lleven a una sociedad antagónica en sus
bases y esencia.11

Es obvio que la reforma política-electoral de 1977 obe-


dece a la necesidad de reajustar el sistema político mexi-
cano, tratando al mismo tiempo de detener el peligro
de cambio, y fortalecer al Estado mediante la fórmula
de “reformar para preservar”.
Es menester disminuir la brecha entre el Estado y la socie-
dad civil, abrir nuevas vías para que aquél logre una base de
consenso y legitimidad mayores, sin romper, por supuesto,
su estructura de control vertical, centrada en el sistema de
partido oficial dominante. Sólo así se abrirá una alternativa
a la violencia, la anarquía y su inevitable contraparte: el
autoritarismo.12
11
Jesús Reyes Heroles, Discurso pronunciado en Chilpancingo, Gro., el 1 de abril de
1977, en Reforma Política, p. XI-XII.
12
Luis Villoro, “La reforma política y las perspectivas de democracia”, en Pablo
González Casanova y Enrique Florescano (coordinadores), op. cit., p. 354.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 33

Para ello el Estado debe flexibilizarse ante la sociedad


civil para recuperar consenso y legitimidad, eliminar
las tensiones acumuladas en los conflictos anteriores,
recuperar la soberanía nacional perdida ante el emba-
te imperialista, reconstruir vínculos con los sectores
distanciados, devolverle al Estado la iniciativa en la
política económica, atender la agricultura, formular
medidas de orden redistributivo y, en fin, salvar los
restos del proyecto de desarrollo nacional e indepen-
diente.13

La reforma política es la vía por la que el grupo go-


bernante intenta consolidar el efectivo funcionamiento
del sistema político mexicano. Ampliar los reducidos
márgenes de democracia, permite institucionalizar en
gran medida el conflicto social y dar espacio legal a
las corrientes políticas opositoras. Con esto se logra
una mayor flexibilidad del sistema y, al mismo tiem-
po, mayor solidez.

Propósitos de la reforma política


A pesar de la crisis económica prevaleciente en los
años setenta, no se suscitaron conflictos o crisis polí-
ticas serias debido al funcionamiento y la implemen-
tación de la reforma política-electoral que da espacio

13
Carlos Pereyra, op. cit., pp. 297 y 303-304.
34 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

legal a la acción de los partidos políticos opositores, e


incorpora a los grupos disidentes que no tienen acce-
so a la participación política, como es el caso de los
movimientos guerrilleros que proliferaron desde los se-
senta y principios de los setenta. Para ello, en 1977, se
establece una segunda ley de amnistía a los grupos
guerrilleros para que dejen el camino de las armas y se
incorporen a la participación política mediante los par-
tidos políticos.

La reforma política cuenta entre sus propósitos recu-


perar la legitimidad y la credibilidad en el sistema po-
lítico, “encauzando” a la oposición por el camino de
la institucionalidad, dando espacios para que el des-
contento se manifieste en el ámbito electoral y parla-
mentario.

Con la reforma política se busca el perfeccionamien-


to de las instituciones vigentes, en tres aspectos esen-
ciales: a) la institucionalización de las diversas corrientes
de opinión existentes en el país por medio de orga-
nizaciones políticas eficientes y adecuadamente in-
tegradas a los procesos de toma de decisión; b) la
reestructuración de los órganos de representación po-
pular para que reflejen de mejor manera la composi-
ción plural de la sociedad que representan; y c) el
funcionamiento más democrático de los procesos elec-
torales abiertos a la acción de un mayor número de
partidos. Por ello se busca la apertura del sistema po-
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 35

lítico de dos formas: tanto cualitativa como cuantita-


tivamente. La primera, por medio de la mejor com-
prensión normativa de la función que desempeñan
los partidos en la integración del perfil político del
país. Son éstos los que deben recoger y hacer operan-
tes las demandas difusas de la población por medio
de su racionalización en torno a las ideologías y crite-
rios políticos de todo tipo que deben concurrir a la
formación de la voluntad política del pueblo. En la
segunda, la reforma política deberá traducirse en me-
jores sistemas para llevar la voz de los partidos al seno
de los órganos colegiados –Cámara de Diputados, con-
gresos locales y ayuntamientos–, a fin de que influyan
en la toma de decisiones en exacta proporción al nú-
mero de votos que avalen sus ideologías.

Para llevar la voz de los partidos a la Cámara de Dipu-


tados, es necesario hacer una serie de reformas elec-
torales y a diferentes artículos constitucionales,14 para
facilitar el registro de los nuevos partidos políticos.
Todo esto desemboca en la elaboración y promul-
gación de la LFOPPE, aprobada por el Congreso el 27
de diciembre de 1977. A partir de este momento se
reconoce a los partidos políticos como entidades de
interés público, con derecho al uso de los medios de
comunicación y libertad en la manifestación de sus
ideas.

14
Para mayor detalle se puede consultar a Javier Patiño Camarena, op. cit., pp. 17-19.
36 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La ley facilita el registro de los partidos condicionado


al resultado de las elecciones, y otorga a los partidos
registrados prestaciones y garantías para la difusión de
sus ideas. La reforma acepta el agrupamiento de fuer-
zas sociales disidentes en organizaciones comprome-
tidas a respetar el juego político conforme a reglas:
legitima interlocutores válidos y responsables y admite
que éstos sean, parcialmente al menos, independientes
del régimen. Con ello intenta transformar algunos gru-
pos importantes de presión en partidos registrados
que canalicen sus demandas al campo electoral.15

La reforma electoral de 1977 amplía el tamaño de la


Cámara de Diputados, pasando de 300 a 400 diputados
federales, de los cuales 300 son de mayoría relativa,
es decir, un diputado por cada uno de los 300 distri-
tos electorales en que se divide al país, y cien de repre-
sentación proporcional repartidos entre los partidos
de oposición que hubieran obtenido el mínimo de
1.5 por ciento del total de la votación. En esta ley se
mantiene que por cada 1.5 por ciento de la votación
que obtenga un partido en las elecciones, tendrá cin-
co diputados de representación proporcional y por
cada 0.5 por ciento extra de votación un diputado
más hasta un máximo de 25. Se contempla también
la pérdida del registro para el partido que no alcance
el 1.5 por ciento de la votación nacional.

15
Luis Villoro, op. cit., p. 355.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 37

La LFOPPE establece el régimen electoral mixto, que


combina el sistema mayoritario y el de representa-
ción proporcional. En el primero cada elector vota
por uno de los candidatos a diputados para su distrito,
en el segundo, vota por alguna de las listas de candida-
tos propuestas por cada uno de los partidos y en cada
una de las tres regiones o circunscripciones en que se
divide el país para tal efecto. En el sistema de repre-
sentación proporcional las curules se reparten entre los
candidatos que participan en el proceso electoral, en
proporción al número de votos obtenidos en cada
región.

Con base en la LFOPPE, los partidos políticos pueden


ser registrados con carácter definitivo, sujeto al resul-
tado de las elecciones, o como asociaciones políticas,
debiéndose cubrir para cada uno de los casos dife-
rentes requisitos.

Los requisitos para el registro definitivo de los par-


tidos políticos son: a) afiliación: contar con 3 000 afi-
liados en cada una de la mitad de las entidades
federativas, o 300 afiliados en cada uno de la mitad
de los distritos electorales uninominales, así como un
total nacional de afiliados no menor de 65 000; b) do-
cumentos: contar con declaración de principios,
programa de acción y estatutos; c) haber celebrado: asam-
blea nacional constitutiva, asamblea estatal en cada
uno de los estados y asamblea distrital en cada distri-
38 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

to electoral; d) órganos: contar con asamblea nacio-


nal, un comité nacional que tenga la representación
del partido y un comité por entidad federativa y por
distrito electoral.

Los requisitos para el registro condicionado al resul-


tado de las elecciones son: a) afiliación: el partido con
registro condicionado al resultado de las elecciones
obtiene el definitivo si logra al menos el 1.5 por cien-
to del total de la votación; b) documentos: contar
con declaración de principios, programa de acción y
estatutos; c) actividades: probar que representa una
corriente ideológica, haber realizado una actividad po-
lítica permanente durante los cuatro años anteriores
a la solicitud de registro, o haber funcionado como
asociación política nacional un año antes de la con-
vocatoria para el registro; d) órganos: haber realizado
asamblea nacional, contar con un comité nacional
que tenga la representación del partido, y contar con
un comité en las entidades federativas o en los distri-
tos electorales donde tenga presencia.

Los requisitos para el registro de las asociaciones polí-


ticas nacionales son: a) afiliación: contar con un míni-
mo de 5 000 asociados en el país; b) documentos:
presentar lineamientos ideológicos, normas para la
organización interna; c) actividades: haber efectuado
actividades políticas durante los dos años anteriores
a la fecha de solicitud de registro, así como haber
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 39

difundido su ideología; d) órganos: contar con un


órgano directivo de carácter nacional, así como dele-
gaciones en cuando menos diez entidades de la Re-
pública.16

Esta ley se estrena en las elecciones federales de 1979,


donde por primera vez en la historia de México los
ciudadanos tienen nueve distintas opciones políticas
por las cuales votar, que son los ya existentes: PRI,
PAN, PPS y PARM, los creados a principios de la década
de los setenta y que participan por primera vez en
elecciones como PMT, PST, PRT y PDM, así como el PCM,
creado desde 1919, pero que obtiene su registro hasta
1979. Con base en esta ley, y por medio de estas
elecciones, varios partidos de oposición tienen sus
primeros representantes en la Cámara de Diputados.

En 1981 obtiene su registro definitivo el Partido Socia-


lista Unificado de México (PSUM), el cual se conforma
por la fusión de varios partidos y organizaciones políti-
cas como el PCM –que al desaparecer cede su registro al
nuevo partido–, el Partido del Pueblo Mexicano (PPM), el
Partido Socialista Revolucionario (PSR) y el Movimiento
de Acción y Unidad Socialista (MAUS). Ese mismo año
también obtienen su registro definitivo el PDM y el PST.
Partidos con registro condicionado al resultado de las
elecciones son el PRT y el Partido Social Demócrata (PSD),

16
Javier Patiño Camarena, op. cit., p. 355.
40 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

de reciente creación. Entre las asociaciones políticas


nacionales se encuentran registradas la Corriente So-
cialista (CS), el Movimiento Revolucionario del Pueblo
(MRP), la Liga Obrera Marxista (LOM) y otras.
De acuerdo con la LFOPPE, los partidos con registro
condicionado sólo pueden participar en elecciones
federales, pero no en las municipales ni en las estata-
les. Por otra parte, aunque con voz, carecen de voto
en la Comisión Federal Electoral, organismo depen-
diente de la Secretaría de Gobernación y encargado
de realizar todo el proceso electoral, y en cuyas ma-
nos está el otorgar o cancelar el registro de los parti-
dos y de las asociaciones políticas.17
Aquí se presenta un vacio legal, ya que si un partido o
asociación política pierde su registro ante la Comi-
sión Federal Electoral, puede apelar ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, la cual en realidad no
se conformaba como la máxima autoridad en ma-
teria electoral. Su función es verificar los plantea-
mientos que formule el partido o asociación política
reclamante, y determinar si existen violaciones en el
desarrollo del proceso electoral o en la calificación de
las elecciones. Las resoluciones emitidas por la corte
tienen solamente carácter declarativo y, en consecuen-
cia, no convalidan ni anulan la calificación hecha por
los colegios electorales.
17
Luis Villoro, op. cit., p. 357.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 41

El objeto de este sistema parece ser el de evitar la indebida


injerencia del poder judicial en el legislativo. Este punto es
uno de los más controvertidos de la reforma, por cuanto se
involucra en cuestiones políticas a un poder eminentemen-
te jurídico; pero sin que cuente con atribuciones políticas
reales, de ahí que se considere necesario buscar un sistema
más claro de apelación a las resoluciones de la Cámara.18

A pesar de que la Comisión Federal Electoral presen-


ta a partir de 1977 una composición más equilibrada
que antes, en ese momento continúa teniendo un
número mayor de representantes del PRI y del gobier-
no (el secretario de gobernación –que es su presiden-
te–, un representante de la Cámara de Diputados y
otro del Senado que son del PRI por ser el partido
mayoritario, y un representante del PRI como parti-
do), mientras que cada partido con registro cuenta
con un solo representante.

La reforma política como razón


de Estado
La razón de Estado busca a toda costa preservar el
Estado sin modificarlo sustancialmente. La reforma
política es un medio para conservar y fortalecer al Es-
tado, ya que así como facilita la mayor participación
de la ciudadanía en la cosa pública, es un intento de la
clase política para recuperar consenso y legitimidad.
18
Javier Patiño Camarena, op. cit., p. 20.
42 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Esta medida, la reforma política, significa, por un lado, la


ampliación de las libertades políticas y, consecuentemente,
la mayor participación de la ciudadanía en la cosa pública.
Por el otro, consiste en el esfuerzo gubernamental por recu-
perar el apoyo necesario para mantener la legitimidad de la
representación política, en términos de liberalismo, y reno-
var las formas de control político.19

Con el empleo de la fórmula “reformar para conser-


var”, el grupo gobernante, consciente del deterioro
del sistema político, de la falta de credibilidad, de las
escasas bases de legitimidad y consenso en que se
sostiene, busca abrirse democráticamente, reforman-
do su sistema electoral y partidista para dar cabida a
la oposición y a los grupos descontentos, a lo que se
ha dado en llamar “las minorías”, para que éstas pue-
dan manifestarse por medio del sufragio o de la lucha
parlamentaria.

Toda minoría política persigue –y en buena medida ésta es


su justificación– convertirse en mayoría y así gobernar. Las
minorías tienen el derecho a transformarse en mayorías, pero
[ los gobernantes están obligados a preservar el Estado con
todas sus legítimas facultades]. De no asumir esta actitud,
el Estado andaría al garete y las minorías, que pueden llegar
a ser mayorías, al serlo encontrarían meros residuos o des-
pojos del Estado. No puede estar en la lógica de las mino-
rías que aspiran a gobernar intentar el desgarramiento del

19
Octavio Rodríguez Araujo, Ponencia presentada ante la Comisión Federal Electoral
el 28 de abril de 1977, en Reforma política, p. 20. Consultar del mismo autor La reforma
política..., pp. 49-50.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 43

aparato estatal; no puede estar en la lógica de los gobernan-


tes permitir el desgarramiento del aparato estatal, pues, de
hacerlo, no cumplirían ni con las mayorías ni con las mino-
rías y mucho menos con el propio Estado.20

Con esta reforma política, eficaz para el Estado, se


logra una mayor y mejor representación de las mino-
rías por medio de su participación en partidos políti-
cos que tienen acceso a la Cámara de Diputados, se
frena el avance del descontento, salvando al Estado
de toda posible fractura. Por medio de la reforma
política, el grupo gobernante cumple con su razón de
Estado, ya que dispone de un arma para preservar, e
incluso para ampliar, el poder estatal.

Agreguemos que tenemos que entender la razón de Estado


como un criterio excepcional, no erigida en norma general,
ni de gobernantes, ni del Estado mismo. En este carácter de
criterio excepcional encontramos parte de su sustancia. Debe
recurrirse a la razón de Estado cuando los intereses objeti-
vos –el principal de los cuales es la sobrevivencia del pro-
pio Estado– lo demanden.21

Toda reforma proviene del Estado y por lo tanto no


busca un cambio demasiado profundo, ya que no está
dispuesto a autodestruirse; las reformas que se em-
prenden desde el Estado logran sanear lo que le está

20
Jesús Reyes Heroles, Discurso pronunciado como representante del Poder Ejecuti-
vo ante la subcomisión relatora para la reforma política, en Reforma política, p. 357.
21
Jesús Reyes Heroles, En busca de la razón de Estado, p. 48.
44 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

enfermando y que por lo tanto lo debilita, es por ello


que, por medio de las reformas el grupo en el poder
busca la permanencia y el fortalecimiento del Estado.

La reforma política proviene del Estado, es puesta en


marcha por sus ideólogos, con el afán de salvar los
tropiezos del sistema político mexicano. La reforma
política de 1977 –con la cual se inicia de hecho la
construcción de la alternancia política– es producto
tanto de presiones sociales como de una concesión
del Estado, que le permite cooptar y encauzar por la
vía parlamentaria a los opositores al sistema. A partir
de entonces gradualmente comienzan a existir par-
tidos políticos en plural, distintos y auténticos, que
acuden a las elecciones;
en ciertos comicios ganan algunas posiciones legislativas y
en otros conquistan posiciones de gobierno; de ahí promue-
ven reformas que les dan más derechos, seguridades y pre-
rrogativas. Los partidos, fortalecidos, participan en nuevas
elecciones donde se hacen de más posiciones y lanzan un
nuevo ciclo de exigencias y reformas electorales... que en-
contró en cada reforma electoral el pivote para una nueva
fase del cambio.22

A partir de 1977 se inicia y se configura la estructura


del cambio y del camino hacia una dirección demo-
cratizadora, acompañada del fortalecimiento de los
partidos políticos con presencia electoral, capaces de
22
José Woldenberg, La construcción de la democracia, pp. 22-24.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 45

entablar negociaciones y participar en la realización


de reformas electorales. Poco a poco, varias corrien-
tes políticas que no participaban en actividades elec-
torales se van incorporando a ellas, construyendo
nuevas alternativas o fortaleciendo las ya existentes.

El Código Federal Electoral de 1986


Con el propósito de acrecentar la credibilidad en los
partidos políticos, aminorar las dudas sobre la transpa-
rencia de los procesos electorales y buscar la partici-
pación ciudadana en las elecciones, se realizan cambios
constitucionales y se elaboran nuevas leyes electorales
para eliminar los desaciertos de la ley electoral de 1977
–que se mantiene vigente nueve años–, a la vez de
consolidar algunos de sus avances más significativos.

La sociedad mexicana y los partidos políticos comien-


zan a plantear demandas democráticas. En esos años,
el partido de derecha con más años de fundado: el
PAN, comienza a tener avances electorales considera-
bles, sobre todo en los estados del norte del país. El
caso más evidente es en Chihuahua, donde en 1986
existen serias dudas de que el PRI hubiera ganado la
gobernatura.23

23
Una versión de este proceso electoral se puede consultar en Francisco Barrio Terra-
zas, “Yo soy un desobediente civil”, en Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz, op. cit.,
pp. 153-161.
46 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

En 1986 se elabora una nueva legislación electoral


llamada Código Federal Electoral, que aunque susti-
tuye a la LFOPPE de 1977 retoma muchos aspectos de
ella, la cual se aplica en las elecciones federales de 1988.
En esta nueva ley electoral se incrementa el número
total de diputados federales de 400 a 500, por lo que
el número de diputados plurinominales o de repre-
sentación proporcional pasa de 100 a 200; el reparto
de éstos últimos también beneficia al partido que haya
obtenido el primer lugar de la votación, sin que en
ningún caso el partido ganador pueda exceder el 70
por ciento del total de legisladores en la Cámara de
Diputados, es decir, 350 diputados. También estable-
ce renovar el Senado cada tres años por mitades, du-
rando los senadores en su encargo seis años, y se crea
el Tribunal de lo Contencioso Electoral para resolver
las quejas en materia electoral. Para que un partido
tenga derecho a obtener diputados de representación
proporcional debe obtener por lo menos el 1.5 por
ciento del total de la votación emitida en cada una de
las cinco circunscripciones en que se divide al país. Con
relación al registro de los partidos se mantienen los
mismos mínimos de afiliados establecidos en la ley de
1977, aunque se suprime la figura del registro de los
partidos condicionado al resultado de las elecciones.

Uno de los aspectos centrales de esta ley electoral de


1986 es que se pretende la igualdad de condiciones
en la competencia electoral, particularmente en lo re-
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 47

lativo al acceso a los medios de comunicación y al


financiamiento público a los partidos. En este sentido,
se establece como criterio otorgar a todos los partidos
políticos nacionales un tiempo igual gratuito en radio
y televisión, y cada partido puede libremente contra-
tar tiempos adicionales de acuerdo con los recursos
con que cuente. Se establece el predominio del finan-
ciamiento público a los partidos –el que otorga el
gobierno federal– sobre el privado; el financiamiento
a cada partido se otorga con base en el resultado que
haya obtenido en la elección federal anterior. Esta-
blece tres mecanismos de alianzas partidistas que son:
los frentes, las coaliciones y las alianzas que se pueden
dar entre dos o más partidos, como se da en 1988 en
favor de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas.
Un cambio muy importante respecto a la ley de 1977
es que se elimina el recurso de reclamación por pro-
blemas electorales ante la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, por su ineficacia, y en su lugar se estable-
ce la creación del Tribunal de lo Contencioso Electoral
como organismo autónomo de carácter administrati-
vo facultado para resolver los recursos en materia elec-
toral, cuyas resoluciones sólo pueden ser modificadas
por la Cámara de Diputados.24

24
Para profundizar sobre las principales propuestas del Código Federal Electoral de
1986 puede consultarse a Carlos Sirvent, “Reformas electorales y representación polí-
tica en México, 1910-2000”, en Carlos Sirvent (coordinador), Partidos políticos y procesos
electorales en México, pp.73-78.
48 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

En 1987, 1988 y 1990 se llevan a cabo negociaciones


entre los diferentes partidos políticos para realizar
modificaciones en materia electoral. Entre los cam-
bios más importantes a la Constitución General de la
República y al Código Federal Electoral de 1986, des-
tacan los siguientes: 1) reforma al artículo 35, que
consiste en prohibir la militancia forzosa y corporati-
va en los partidos políticos; 2) se incrementa el nú-
mero total de senadores de 64 a 128 y se dispone que
se elegirá a la mitad del Senado cada tres años; y 3) se
crea la Asamblea de Representantes del Distrito Fe-
deral a partir de 1988, después Asamblea Legislativa
del Distrito Federal, con funciones muy similares a
las de la Cámara de Diputados.25

El asunto más polémico es el de la llamada “cláusula


de gobernabilidad”, en la que el PAN y el PRI votan a
favor de que con el 35 por ciento de los votos un
partido político pueda obtener el número de lugares
suficientes para garantizar el 50 por ciento más uno
de las posiciones en la Cámara de Diputados, y por
cada punto porcentual extra ese partido obtendrá dos
diputados más, lo cual es considerado como antidemo-
crático por los demás partidos políticos. Se determina
que ningún partido político puede contar con más de
350 diputados y aquel que obtenga por lo menos el
1.5 por ciento de la votación y que participe en por lo

25
Ibidem, pp. 242-245.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 49

menos 200 distritos electorales, tendrá derecho a que


se le otorguen diputados plurinominales.

En 1986, dentro del ambiente político, surgen dentro


del PRI demandas de democratización interna, como
hacer de manera abierta y democrática la designación
de su candidato a la Presidencia de la República, así
como cambios en el rumbo del gobierno y de la polí-
tica económica para defender el proyecto del naciona-
lismo revolucionario. En este proceso y con este objetivo
se crea la Corriente Democrática del PRI, encabezada
por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz
Ledo, quienes al no lograr la democratización del PRI
rompen con este partido y manifiestan abiertamente
su interés por participar en la contienda electoral de
1988. Cabe resaltar que en torno a la candidatura pre-
sidencial de Cuauhtémoc Cárdenas se realiza una gran
movilización social.26

Las elecciones federales de 1988 para Presidente de la


República, diputados y senadores, es de las más con-
curridas y participativas de la historia del país. Partici-
pan cinco candidatos a la Presidencia, representando
a las fuerzas políticas más importantes de la época.
26
Para profundizar sobre la importancia de la Corriente Democrática del PRI y sus
consecuencias, así como la coyuntura electoral de 1988 puede consultarse a Luis Javier
Garrido, La ruptura: la Corriente Democrática del PRI, pp. 224; María Xelhuantzi López, “La
Corriente Democrática: de la legitimidad y de las alianzas (junio de 1985 a julio de
1987), en Estudios políticos, pp. 19-34 y Raúl Benítez Manaut, “México, 1982-1988, Los
conflictos políticos en la crisis”, en Estudios políticos, pp. 13-15.
50 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Cuauhtémoc Cárdenas es el candidato del Frente De-


mocrático Nacional (FDN), integrado por la Corriente
Democrática, el Partido Mexicano Socialista (PMS)
–creado en 1987 al fusionarse el PSUM con el PMT–, el
PPS, el PARM y el Partido del Frente Cardenista de Re-
construcción Nacional (PFCRN). Manuel J. Clouthier
es el candidato del PAN, Gumersindo Magaña es el
candidato del PDM, Rosario Ibarra de Piedra del PRT y
Carlos Salinas de Gortari del PRI, pese a la oposición
de los dirigentes sindicales de la Confederación de
Trabajadores de México.

Existe un amplio cuestionamiento a la legalidad y le-


gitimidad de todo el proceso electoral de 1988 y de
su calificación. El más grave y absurdo es la explica-
ción de la “caída del sistema” de cómputo de los
resultados electorales,27 lo que hace evidente la im-
perfección de la ley electoral de 1986. Salinas y Cárde-
nas anuncian cada uno su triunfo, mientras Clouthier
pide la anulación de las elecciones y Rosario Ibarra de
Piedra reconoce el triunfo de Cárdenas. Al final, con
el voto en contra de toda la oposición en la Cámara
de Diputados, en ese momento órgano calificador
de las elecciones presidenciales, Salinas obtiene una
apretada y cuestionada ventaja sobre Cárdenas, su

27
Manuel Bartlett Díaz, en ese entonces secretario de gobernación, niega rotundamen-
te que “la caída del sistema” haya sido intencional y expone su versión, la versión
oficial, de este proceso electoral en Manuel Bartlett Díaz. “De Europa al error de
Camacho y Salinas”, en Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz, op. cit., pp. 239-257.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 51

principal contendiente, y asume la Presidencia de la


República para el periodo 1988-1994 en medio de
una gran duda respecto a la limpieza del proceso elec-
toral y de un gran cuestionamiento a que el gobierno
sea el que prepare y realice las elecciones.

Estas elecciones arrojan una composición totalmen-


te diferente de la Cámara de Diputados, ya que por
primera vez el PRI no es mayoría absoluta (66 por
ciento de los diputados), ni puede aprobar por sí sólo
las reformas constitucionales. La composición del
Senado cambia, ya que también cuatro candidatos
de oposición, los senadores por el Distrito Federal y
Michoacán, miembros del FDN, llegan al Senado.

En 1989 surge un nuevo partido político, el Partido de


la Revolución Democrática (PRD), integrado por anti-
guos militantes del PRI agrupados en la Corriente De-
mocrática, así como del PMS y otras organizaciones
sociales y políticas, quienes al fusionarse dan origen al
PRD. A partir de este momento se consolidan tres
fuerzas político-electorales importantes: PRI, PAN y PRD.

Ante las condiciones de irregularidad electoral pre-


sentes en los comicios presidenciales del 6 de julio de
1988, uno de los primeros compromisos del gobierno
de Salinas de Gortari y uno de los reclamos más fuer-
tes de los partidos políticos de oposición, es reformar
la Constitución en materia electoral.
52 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

El Código Federal de Instituciones y


Procedimientos Electorales de 1990
y sus sucesivas reformas hasta 1996
Como resultado de varias reformas, se crea una nue-
va ley electoral llamada Código Federal de Institucio-
nes y Procedimientos Electorales (Cofipe), aprobada
en 1990, con los votos a favor de todos los diputa-
dos del PRI y la mayoría del PAN, con la excepción de
26 de éstos agrupados en el Foro Democrático y
Doctrinario, quienes votan en contra, y rompen pos-
teriormente con este partido. Todos los diputados
del PRD y los independientes también votan en con-
tra. Esta ley electoral –que ha tenido modificaciones
importantes entre 1991 y 1996– es la de mayor dura-
ción en los últimos años, se pretende sea la definitiva
una vez que se considera que la democracia electoral
mexicana se encuentra madura.

Entre los aspectos más importantes del Cofipe des-


tacan la ampliación de los derechos de los partidos
políticos; nuevo mecanismo de financiamiento para
los partidos con base en el número de votos obteni-
dos en la última elección federal; así como imparciali-
dad de los órganos electorales encargados de preparar,
realizar, vigilar y calificar el proceso electoral. Se esti-
pula la creación del Instituto Federal Electoral (IFE)
–encargado de preparar, organizar y calificar las elec-
ciones–, en sustitución de la Comisión Federal Elec-
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 53

toral, dándosele patrimonio y personalidad jurídica


propia. Pertenece al IFE el Registro Federal de Electo-
res, encargado de formar un padrón electoral confia-
ble y expedir la credencial de elector con fotografía
para votar y el reconocimiento de su validez como
documento de identidad oficial. Se crean los conseje-
ros magistrados y el Tribunal Federal Electoral –má-
xima autoridad en materia electoral– para sancionar
los delitos electorales, los cuales son tipificados en el
Código Penal Federal. Se establece que todo partido
político que participe en elecciones federales debe ob-
tener al menos el 1.5 por ciento del total de la vota-
ción para obtener cinco diputados de representación
proporcional y para no perder su registro. Se recrea la
figura de asociación política bajo el nombre de agru-
pación política.

Durante el segundo semestre de 1993 el Congreso


de la Unión reforma el artículo 82 constitucional, es-
tableciendo que, a partir del año 2000, podrá aspirar
a la Presidencia de la República un mexicano por na-
cimiento, hijo de padres mexicanos, sin importar que
alguno de ellos sea de origen extranjero pero natura-
lizado mexicano con al menos 20 años de residencia
en el país; esta disposición entra en vigor el 31 de
diciembre de 1999. Antes de dicha reforma, el candi-
dato presidencial debía ser hijo de padres mexicanos
por nacimiento. Con esta reforma se abre la posibili-
dad de que muchos mexicanos hijos de padre o ma-
54 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

dre de origen extranjero, pero nacionalizados mexi-


canos, puedan acceder al cargo presidencial, como es
el caso de Vicente Fox Quesada en el año 2000.

Entre 1993 y 1994, todavía durante el gobierno de


Carlos Salinas de Gortari, se hacen reformas al Cofipe
para crear la figura de los observadores nacionales
para las elecciones, así como de los consejeros ciuda-
danos –en sustitución de los consejeros magistra-
dos– que se incorporan al consejo general del IFE,
integrado también por representantes de los poderes
Ejecutivo y Legislativo. Se elimina la autocalificación
de los diputados y de los senadores a partir de la
elección federal de 1994. Se reforma además el Códi-
go Penal para incluir un capítulo que sancione delitos
electorales como los siguientes: presionar a los elec-
tores el día de la votación para inducir el voto por
algún partido en especial, obstaculizar el desarrollo de
las elecciones, pagar votos con dinero, introducir o
robar votos de las urnas, alterar los resultados de las
elecciones, atentar contra el secreto del voto, y otros;
para ello se crea la Fiscalía Especial para Delitos Elec-
torales. Una modificación importante es que se elimina
la “cláusula de gobernabilidad”. Dentro de esta serie
de reformas se aprueba que el partido con registro
definitivo que no obtenga el 1.5 por ciento de la vota-
ción en dos elecciones federales consecutivas pierde
sus derechos y prerrogativas, al mismo tiempo, se de-
termina que en ningún caso un partido político podrá
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 55

contar con más de 315 diputados por ambos princi-


pios: representación proporcional y mayoría relativa.

En 1996, durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce


de León, se reforma nuevamente el Cofipe para buscar
la mayor equidad entre los partidos, un financiamiento
transparente para ellos, la autonomía del IFE sin la parti-
cipación del Poder Ejecutivo y conformado por conse-
jeros electorales designados por la Cámara de Diputados,
afiliación libre e individual a los partidos políticos, crea-
ción de un sistema para garantizar la posibilidad del voto
de los mexicanos residentes en el extranjero, el Tribunal
Federal Electoral pasa a formar parte del Poder Judicial
Federal, equidad en el uso de los tiempos y espacios de
los medios de comunicación para la propaganda de los
partidos políticos, queda en 300 el número máximo de
diputados tanto uninominales como de representación
proporcional que puede tener un partido, se establece
ya no en 1.5 sino en 2 por ciento el porcentaje mínimo
de votos para que un partido pueda mantener su regis-
tro y representantes en la Cámara de Diputados y el
número total de afiliados de un partido no podrá ser
menor a 0.13 por ciento del Padrón Electoral Federal
con un mínimo de 3 mil afiliados en por lo menos diez
entidades federativas y se crea la figura de asociación o
agrupación política.

Respecto al Senado, en 1993, se incluye una reforma


al Cofipe para introducir la representación propor-
56 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

cional. En ese momento la fórmula que se aplica con-


siste en aumentar a cuatro el número de senadores
por estado, tres para al partido que hubiera obtenido
la mayoría y uno para la primera minoría, es decir,
para el partido que en la votación hubiera obtenido el
segundo lugar. De esta manera, el Senado queda com-
puesto por 128 senadores en lugar de los 64 existen-
tes anteriormente. Sin embargo, como en realidad el
sistema no era realmente proporcional, en 1996, se
lleva a cabo una nueva reforma que incorpora el siste-
ma de representación proporcional para el 25 por cien-
to de los senadores, quedando de la siguiente manera:
dos senadores de mayoría, uno de primera minoría y
para toda la República 32 de representación proporcio-
nal a través de una lista nacional votada en una sola
circunscripción plurinominal nacional. De igual manera,
desaparece la renovación del Senado por mitades, por
lo que a partir del año 2000 se realiza la elección de la
totalidad de los 128 senadores por un periodo de seis
años, que coincide con los seis años de gobierno presi-
dencial.

Dentro de las modificaciones al Cofipe destaca la re-


forma política del Distrito Federal, la cual señala que
para 1997 se elegirá por primera vez al jefe de gobier-
no del Distrito Federal y en el año 2000 a los jefes
delegacionales, así como la ampliación de facultades a
la Asamblea Legislativa del Distrito Federal para ejer-
cer funciones de congreso local. Se conserva el finan-
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 57

ciamiento público sobre el privado para los partidos


políticos, entregando el 30 por ciento en forma igua-
litaria entre todos los partidos, y el 70 por ciento restan-
te de manera proporcional al porcentaje de votación
alcanzado por cada partido en la elección federal ante-
rior, se limitan las aportaciones de los simpatizantes de
un partido a máximo un 10 por ciento del financia-
miento público obtenido, así como se establecen lími-
tes a las aportaciones en dinero que realice cada persona
física y topes máximos de gastos de campaña. Se esta-
blece que el día de la jornada electoral y durante tres
días anteriores no se permiten actos de campaña, y
durante ocho días previos a la elección queda prohi-
bido difundir resultados de encuestas y sondeos de
opinión sobre preferencias electorales.28

Esta reforma electoral resulta, en algunos sentidos,


una contrarreforma, ya que para evitar una gran coa-
lición electoral como la de 1988 con la creación del
FDN, aumenta el control a los partidos de oposición al
obstaculizar que dos o más partidos propongan can-
didaturas comunes y se hace casi imposible crear coali-
ciones electorales.29

28
Carlos Sirvent, “Reformas electorales y representación política en México, 1910-2000”,
en Partidos políticos y procesos..., pp. 81-116.
29
Octavio Rodríguez Araujo, “Los partidos políticos en México, origen y desarrollo”,
en Carlos Sirvent (coordinador), Partidos políticos y procesos electorales en México, p. 53.
58 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Las leyes electorales y su aplicación en el


sistema político mexicano como facilitadoras
de la alternancia política: conclusiones
En 1977 se produce la primera de una serie de refor-
mas políticas centradas en lo electoral, y concluye con
el Cofipe y sus reformas de 1996,30 que liberalizan
paulatinamente al régimen político, amplían los espa-
cios de participación de las fuerzas políticas oposi-
toras y permiten el crecimiento de segmentos de la
sociedad civil cada vez más críticos, que empiezan a
utilizar su voto como lo hacen todos los ciudadanos
de los países democráticos. Simultáneamente, se van
construyendo partidos políticos cada vez más aptos
para la competencia electoral. Este prolongado pro-
ceso de reformas electorales significa avances y re-
trocesos en la consolidación de un sistema plural de
partidos con instituciones capaces de garantizar la
transparencia en la organización y calificación de las
elecciones. En muchos sentidos, las constantes refor-
mas electorales son una de las maneras en que el PRI y
el gobierno responden a las demandas y presiones de
los grupos sociales y los partidos de oposición, ya sea
para abrir espacios a la participación o para cerrarles
el paso, evitando que ciertas fuerzas opositoras cre-
cieran en importancia, pudieran coaligarse o presen-
30
La reforma electoral de 1996, es decir, el Cofipe, es la única desde 1977 que ha durado
más de una elección federal. Desde 1996 y hasta la primera edición de este libro, no se
reformaron las leyes electorales, mientras que antes se modificaban muy frecuentemente.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 59

tar candidaturas comunes, así como establecer la anti-


democrática “cláusula de gobernabilidad” para garan-
tizar la mayoría en la Cámara de Diputados al partido
con más votos, aunque éste no rebasara el 50 por
ciento del total de la votación.

Si bien es cierto la pluralidad política se fortalece des-


pués de 1977, con el registro de varios partidos polí-
ticos de oposición, algunos de reciente creación y
otros de larga trayectoria como el PCM –que había
estado prohibido por muchos años–, la pluralidad
también da como resultado la fragmentación de los
partidos de izquierda.

A partir de 1988 México es un país en muchos senti-


dos políticamente nuevo. Si bien es cierto continúa el
predominio del PRI como partido mayoritario, en buena
medida producto de las reformas políticas y electorales
surge una oposición más competitiva representada
tanto por el PAN como por el PRD, a grado tal que por
primera vez, después de 60 años, durante el sexenio de
Carlos Salinas de Gortari, se inicia la alternancia polí-
tica, ya que llegan a la gubernatura de algunos estados
de la República candidatos que no son del PRI, como
es el caso de los panistas Ernesto Ruffo Appel en Baja
California, Francisco Barrio Terrazas en Chihuahua
y Carlos Medina Plascencia como gobernador interi-
no de Guanajuato, así como la influencia del PRD en el
Distrito Federal y Michoacán.
60 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

A pesar de ello, las irregularidades electorales y las pro-


testas postelectorales, con tintes de violencia, son la
tónica de los gobiernos de Miguel de la Madrid y Car-
los Salinas de Gortari.

Otro elemento importante es que en el sexenio sali-


nista hay 17 gobiernos interinos, es decir, de gober-
nadores que no concluyen su mandato de seis años y
son sustituidos por otros, o porque llegan al poder
no por elecciones sino mediante el nombramiento de
los poderes legislativos estatales, sin haber mediado
una elección para ello.

En agosto de 1994, México también vive un proceso


electoral muy importante, pues pese a la creencia de
una transición democrática y pluralidad entre los par-
tidos políticos, el PRI continúa como el partido domi-
nante, mientras que el PAN y el PRD se sitúan como la
segunda y tercera fuerza electoral, respectivamente.31

Ernesto Zedillo Ponce de León se convierte en el


triunfador en las elecciones. Después del 21 de agos-
to de 1994, México se queda con un modelo de opo-
sición política real. Un último factor que contribuye a

31
Los cambios en la esfera electoral durante el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de
León se dejan ver en la composición del gobierno federal y de los gobiernos estatales; las
tres fuerzas políticas con mayor presencia nacional: PRI, PAN y PRD son gobierno y participan
dentro del Estado. Todo esto se debe a que la democracia electoral ha mostrado su poder
para cambiar el sistema de relaciones políticas, José Woldenberg, op. cit., p. 73.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 61

la legitimidad democrática de las elecciones de 1994,


es la amplia participación de organizaciones civiles en
favor de la democracia, las cuales vigilan el desarrollo
del proceso y dan a conocer los resultados de la elec-
ción mediante encuestas y conteos rápidos el mismo
día de la elección.

Un elemento que no debe quedar de lado es que con


la apertura política expresada en la reforma de 1977,
la votación en favor del PRI comienza a disminuir,
mientras que avanza la de la oposición, tanto de de-
recha como de izquierda. En la única elección federal
en que se presenta una recuperación del PRI es en
1991, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari,
aunque los resultados de esta elección son cuestiona-
dos por la oposición, la cual considera que en mu-
chos casos las instituciones electorales siguen
favoreciendo al PRI. De ahí en adelante la votación en
favor de este partido sigue a la baja, hasta perder el
Distrito Federal en 1997 en favor del PRD y la Presi-
dencia de la República en el 2000 ante la Alianza por
el Cambio integrada por el PAN y el PVEM.

Con el resultado electoral del 2000 –no cuestionado


por ningún partido, ni siquiera por los perdedores–,
se consuma la alternancia política en la Presidencia de
la República y se consolida un sistema plural de parti-
62 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

dos, teniendo por lo menos tres grandes partidos


políticos: PRI, PAN y PRD.32

Como bien lo señala José Woldenberg, los cambios


políticos se desarrollaron de la periferia al centro y de
abajo hacia arriba. 33 La alternancia en el poder no
puede entenderse en una sola elección: la del 2000,
sino que es la historia de cientos de procesos que con
los triunfos de la oposición primero en las presiden-
cias municipales y en los congresos locales, y después
en las gubernaturas de los estados, hasta llegar a la
Presidencia de la República, hacen desaparecer el sis-
tema de partido hegemónico con una cultura política
autoritaria, para abrir las puertas a la democratiza-
ción.

Por la vía electoral México entra a un régimen político


distinto y de carácter democrático. Antes se tenía un
sistema de partido hegemónico; hoy se tiene un régi-
men pluripartidista y competitivo. Antes había un
presidencialismo con enormes capacidades constitu-
cionales y metaconstitucionales; hoy existe un presi-
dencialismo acotado. Antes había una subordinación
de los Poderes Legislativo y Judicial al Ejecutivo; hoy
los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial son inde-
pendientes. Antes el federalismo era formal y el cen-
32
Amalia García Medina, “La ruta de la transición”, en Coyuntura, p. 15 y Silvia Gómez
Tagle, op. cit., pp. 9-10.
33
José Woldenberg, op. cit., pp. 24-25.
LAS LEYES ELECTORALES DURANTE LA CONSTRUCCIÓN ... 63

tralismo real; ahora los diferentes niveles de gobierno


también multiplican sus grados de autonomía y ope-
ran por sí mismos. Antes las elecciones se realizaban
prácticamente sin competencia o en condiciones des-
iguales, hoy las elecciones son altamente competidas.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 65

MÉXICO 1988-1994:
LA TRANSICIÓN INCIERTA

A partir de 1977, una vez puesta en vigor la Ley Fe-


deral de Organizaciones Políticas y Procesos Electo-
rales (LFOPPE) e instrumentar la reforma política,
surgen nuevos actores políticos con posibilidades
de participación electoral. Se inicia así “un proceso de
liberalización política dirigido y controlado desde el
poder estatal para abrir nuevos cauces y procedimien-
tos electorales, con vías de relegitimar el sistema
presidencialista y de partido hegemónico que se pro-
longara hasta 1988”.34

Con la reforma político-electoral de 1977 se otorga


registro al Partido Comunista Mexicano (PCM) el cual,
junto con los demás existentes, puede participar en las
elecciones intermedias de 1979 para renovar la Cáma-
34
Daniel Ramos Torres, “Del gobierno y la oposición democrática en México. El pacto
institucional”, en Estudios Políticos, pp. 16-17. La liberalización política diversifica la
oferta partidista, alienta la participación y presiona a los partidos a eliminar rigideces
burocráticas y ser más eficientes. Induce a la innovación en la gestión pública bajo la
lógica del más apto y capaz. El elector dispone de mejores y mayores posibilidades de
elección. Cuauhtémoc López Guzmán, “Liberalización política en México: un enfo-
que de mercado a la competencia electoral”, en Estudios Políticos, pp. 226-227.

65
66 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

ra de Diputados. Se desarrolla así una doble oposición


al Partido Revolucionario Institucional (PRI): a la dere-
cha se encuentran el Partido Demócrata Mexicano
(PDM) y el Partido Acción Nacional (PAN), mientras que
a la izquierda del PRI se encuentran otros partidos
atomizados y polarizados como el Partido Mexicano
de los Trabajadores (PMT), el PCM que después se con-
vierte en Partido Socialista Unificado de México (PSUM)
en 1981, y que a su vez desaparece en 1987 para dar
origen al Partido Mexicano Socialista (PMS). Otro caso
es el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que en
1988 cambia su denominación por Partido del Frente
Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), o el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que
pierde su registro por no alcanzar el porcentaje míni-
mo de votación requerido en 1988, que es el 1.5 por
ciento del total de la votación.

En esta etapa la oposición llega a la Cámara de Diputados


por la vía de las elecciones, mediante candidaturas de
representación proporcional. Con las reformas electo-
rales de 1977 y 1986 se incrementa la representación
proporcional en la Cámara de Diputados de 100 a 200
escaños, respectivamente, con lo que se da una aper-
tura política gradual y controlada de liberalización polí-
tica, para dar cabida a la oposición en el juego político,
a la vez de recomponer el poder presidencial y el siste-
ma de partido hegemónico.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 67

Entre 1988 y 1994 se da el tránsito del sistema de


partido hegemónico a partido dominante. Con la can-
didatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano a la Presidencia de la República en 1988,
los partidos satélites: el Partido Popular Socialista (PPS)
y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana
(PARM), abandonan su relación con el PRI y el gobierno
para darle su apoyo a Cárdenas con la integración del
Frente Democrático Nacional (FDN). Lo mismo hace
el PMS, quien inclusive un año después cede su registro
para dar paso a la creación del Partido de la Revolu-
ción Democrática (PRD), el cual queda formalmente
constituido en 1989.

La escisión de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz


Ledo, Ifigenia Martínez y otros destacados miem-
bros del PRI, entre 1986 y 1987, agrupados en la Co-
rriente Democrática y su coalición con algunos
partidos de izquierda, permite construir una alterna-
tiva unificadora capaz de competir con el PRI a nivel
presidencial y posibilita que en 1988 se produzca un
gran realineamiento de estas fuerzas en torno a la
candidatura de Cárdenas, con una votación oficial
reconocida cercana al 30 por ciento, pero que en los
hechos puede haber sido mucho mayor, a grado tal
de que es probable que Cárdenas haya sido el gana-
dor de la elección. El éxito de la Corriente Democrá-
tica del PRI y después del FDN se debe a su capacidad
de revalorar los postulados de la revolución mexicana
68 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

y del nacionalismo revolucionario, pero también, a


que sus impulsores supieron interpretar un momento
histórico en el que había un gran descontento social
por el abandono que el grupo gobernante tenía res-
pecto a estos postulados y el desmantelamiento –en
la práctica– de su política social, por lo que se resiste a
permitir que por la vía electoral y con procedimientos
democráticos llegue al poder un grupo con un pro-
yecto diferente al de los tecnócratas neoliberales.35

Cabe hacer aquí un paréntesis para señalar que los


antecedentes de la pugna entre políticos y tecnócra-
tas, que se hace evidente en 1986-1987 con la crea-
ción de la Corriente Democrática del PRI, se da desde
la década de los setenta durante el gobierno de Luis
Echeverría quien, con la promesa de la apertura demo-
crática, es el primer presidente que forja sus propios
cuadros políticos y administrativos en perjuicio de
los privilegios y la dirigencia del PRI. Luis Echeverría
incluye en su gobierno (1970-1976) a universitarios y
politécnicos, académicos y técnicos con poca rela-
ción con el PRI. Algo similar hace José López Portillo
entre 1976 y 1982.

El caso más claro se da en el gobierno de Miguel de la


Madrid (1982-1988), quien incorpora a su gobierno a

35
Silvia Gómez Tagle, “La transición mexicana”, en Coyuntura, pp. 10-12.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 69

los llamados tecnócratas que son economistas forma-


dos en las teorías económicas del neoliberalismo con
racionalidad administrativa más que política, que pro-
vienen de posgrados en el extranjero y carecen de una
militancia partidista arraigada, lo cual aumenta las dife-
rencias entre el grupo gobernante y los grupos de poder
del PRI. Con esto, una generación entera de políticos
priístas (con militancia, cargos partidistas y carrera políti-
ca en cargos de elección popular postulados por el PRI)
es desplazada, es decir, no incorporada en los diferentes
puestos públicos gubernamentales, por lo que se abre
un conflicto entre la élite tecnócrata cercana al presiden-
te y los políticos tradicionales que habían hecho toda su
carrera política dentro del PRI, pero que se encontraban
excluidos de los cargos en el gobierno.

Es así como el grupo encabezado por Cuauhtémoc


Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez,
miembros distinguidos –cuyas voces no podían ser
desoídas por el PRI–, ponen en tela de juicio el lide-
razgo del presidente De la Madrid,36 buscan demo-
cratizar los mecanismos de elección del candidato a la
Presidencia y recuperar el proyecto del nacionalismo
revolucionario. Al no tener éxito rompen con el PRI y,
con el apoyo de otros partidos y organizaciones polí-
ticas, Cárdenas registra su candidatura a la Presiden-
cia de la República en 1988.
36
Rosa María Mirón Lince, “El PRI antes y después del 2 de julio. Entre la resistencia y
la renovación”, en Estudios Políticos, pp. 16-18.
70 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Por su parte, el PAN como oposición leal obtiene bue-


nos dividendos con la candidatura presidencial de
Manuel J. Clouthier, mientras que el PRI, con su candi-
dato Carlos Salinas de Gortari, gana la Presidencia
para el periodo 1988-1994, con resultados electorales
muy cuestionables y con una de las votaciones más
bajas recibidas por el PRI en su historia.

La cerrada victoria de Carlos Salinas de Gortari pro-


fundiza más el proceso de liberalización política du-
rante todo el sexenio comprendido entre 1988 y 1994,
que se traduce, entre otras cosas, en una mayor com-
petencia electoral, el acceso del PAN y el PRD al Senado,
el surgimiento del PRD con fuerte presencia electoral
como partido de centro-izquierda, así como el triun-
fo electoral del PAN en las gubernaturas de Baja
California en 1989 y de Chihuahua en 1992.

A pesar de ello, en el aspecto electoral se empantana


el proceso de transición hacia la modernidad política
o, dicho de otro modo, la transición se hace incierta,
como lo demuestran los conflictos postelectorales de
Guanajuato y San Luis Potosí en 1991, y en Michoa-
cán en 1992, que culminan con la salida de los gober-
nadores priístas electos, así como los cuestionados
triunfos del PRI en las elecciones para gobernador en
Nayarit, Chiapas en 1993 y Tabasco en 1994. Con
todo lo anterior se evidencia que entre 1988 y 1994 el
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 71

PRI pierde su carácter hegemónico y pasa a ser un


partido dominante.37

En el México posterior a 1988 –pese al despertar ciu-


dadano y la amplia participación electoral que pone
en crisis al sistema político mexicano–, no se cum-
plen las condiciones de una democracia política efec-
tiva, ya que no hay sujeción a las normas jurídicas.
Existe todavía una subordinación de los poderes Le-
gislativo y Judicial al Ejecutivo, con un partido de Es-
tado que pese a las reformas político-electorales vuelve
desigual la competencia electoral, ya que el gobierno
actúa en favor del PRI, además de que buena parte de
las organizaciones de la sociedad civil se encuentran
sometidas de manera abierta o encubierta al gobierno
o a su partido. Esto no significa que se trate de una
dictadura o de un régimen totalitario, sino más bien
que el régimen mexicano sigue siendo fundamental-
mente autoritario, ya que predominan relaciones ver-
ticales de poder, en que el eje de la vida política nacional
lo constituye el sistema presidencialista. No se cumplen
del todo las expectativas ni las demandas de los acto-
res políticos centrales, como es el caso de los partidos
políticos y los ciudadanos.

En lo que se refiere a la cultura política falta un espíri-


tu y práctica de competencia abierta donde se admi-

37
Daniel Ramos Torres, op. cit., pp. 17-18.
72 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

tan las derrotas propias y las victorias de otros. No


basta con mejorar los elementos de la contienda elec-
toral, como sería el padrón electoral, el código electo-
ral, los sistemas de cómputo de la votación, la
concertación con los partidos, etcétera, si no cambia
la voluntad política en un sentido democratizador.

La democratización en México debe incluir no sólo


la transparencia electoral, sino también la división de
poderes, la adecuada impartición de justicia, el respe-
to a los derechos humanos, la garantía de los dere-
chos ciudadanos, el respeto a la aplicación de la ley,
así como la modernización y objetividad de los me-
dios de comunicación.

En este capítulo se parte de la premisa de que el régi-


men político mexicano empieza a ser más abierto y
plural, pero también es cierto que todavía está muy
lejos de ser democrático. La participación y la com-
petencia se amplían, pero los resultados del proceso
político formal todavía son revestidos por la inter-
vención de fuerzas y de tácticas ajenas a este proceso
(caso Chiapas con el Ejército Zapatista de Libera-
ción Nacional que hace su aparición pública el 1 de
enero de 1994 y pone en crisis al sistema político
mexicano). Esto significa que durante el sexenio de
Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), México no da
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 73

el paso crucial del autoritarismo a la democracia que,


de acuerdo con Soledad Loaeza,38 consiste en la trans-
ferencia del poder de un grupo de personas a un
conjunto de reglas.

Antecedentes
A partir de 1929, con la creación del Partido Nacio-
nal Revolucionario (PNR), el sistema político mexica-
no se desarrolla por encima del régimen constitucional
en torno a un partido de Estado que prevalece sobre
los demás partidos políticos, y a un Presidente de la
República que, apoyándose en éste, ejerce el poder
de manera discrecional y teniendo como rasgo funda-
mental su carácter metalegal. El sistema se funda en
reglas no escritas, hechos consentidos y costumbres
políticas, lo que a muchos parece pasar desapercibido.
Se consolida una cultura política presidencialista que
desdeña no sólo la legislación política del país sino la
propia normatividad interna del partido gobernante
que muy pocos conocían.

Históricamente, en el sistema político mexicano el Pre-


sidente de la República lograba imponer su candidato
al partido gobernante, no sólo en virtud de su autori-
dad sobre la burocracia política y sindical, como “jefe

38
Soledad Loaeza, “La incertidumbre política mexicana”, en Nexos, pp. 47-48.
74 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

nato” del PRI, sino también debido a la imposibili-


dad de las bases de participar en la vida interna del
partido por una serie de impedimentos estatutarios, es
decir, por la antidemocracia de las normas escritas.39

El Estado mexicano que se consolida en la década de


los treintas se caracteriza por ser un régimen autori-
tario en que el Ejecutivo fuerte subordina a los pode-
res Legislativo y Judicial, y el poder central predomina
sobre las entidades federativas. A pesar de la existen-
cia de partidos de oposición, se da el caso de un par-
tido dominante, hegemónico, dependiente del Estado,
que durante muchos años controló de manera casi ab-
soluta la Cámara de Diputados y el Senado, así como
las gubernaturas de los estados, los congresos locales
y la mayoría de las presidencias municipales.

Los procesos electorales no constituían el medio de


asegurar que a través del respeto al voto se constitu-
yera un verdadero sistema de partidos con posibili-
dades reales de alternancia en el poder, sino más bien
una forma de legitimar los cambios de las cúpulas
dirigentes del régimen. De esta forma, el PRI, creado
en 1946, se convierte, más que en un verdadero par-
tido político, en un sistema burocrático que se reno-
vaba por cooptación y no por elecciones democráticas

39
Luis Javier Garrido, La ruptura: la Corriente Democrática del PRI, pp. 101 y 107.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 75

internas. El régimen político favorecía el ejercicio dis-


crecional y arbitrario del Ejecutivo, particularmente
del Presidente, impidiendo la vigencia de un verdade-
ro régimen de derecho que garantizara el cumplimien-
to de la ley y el respeto de las libertades políticas y los
derechos humanos.

Para su funcionamiento, el régimen político se asegura


una base social de apoyo amplia, a través de una red
corporativa que incluye a las agrupaciones sociales
más importantes del país. Es un corporativismo esta-
tal que subordina a la sociedad civil garantizando el
control vertical de los principales grupos sociales, a tra-
vés de organizaciones que mantienen el monopolio de
interlocución con el Estado. Fueron los movimientos
y las agrupaciones políticas ajenas al régimen las que
desarrollaron una cultura en busca de la democracia
política y de un verdadero Estado de derecho.40

El régimen postrevolucionario ha tenido varias opor-


tunidades para iniciar de manera paulatina, controlada
y segura el desmantelamiento de su autoritarismo. La
democratización del partido dominante pudo haber
empezado con la gestión de Carlos Madrazo en los
sesentas, cuando ocupó la dirigencia del PRI. Como
se vio en el capítulo anterior, la idea de un cambio

40
Julio Labastida, “México: transición democrática y reforma política”, en Revista
Mexicana de Sociología, pp. 127-128.
76 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

controlado desde arriba –para modernizar el régimen


político mexicano– toma forma junto con el auge petro-
lero en 1977 y con la reforma política impulsada por
Jesús Reyes Heroles, para revivir el ala izquierda del
espectro político mexicano, al percatarse del gran de-
safío para el sistema que le vendría de la derecha.41

A partir de 1977 en México se inicia una etapa de tran-


sición, cuyo rasgo principal es el replanteamiento de las
reglas del juego que normen la relación entre el sistema
político y los actores sociales a lo largo de nuestra histo-
ria posrevolucionaria. Es una etapa que se caracteriza
por el cuestionamiento de los canales tradicionales de
acceso al poder, las formas de negociación y el sistema
de representación política en su conjunto, aunado al des-
gaste del PRI como pieza clave del sistema político, en
tanto que desde 1982 ha dejado de articular y expresar
los intereses de los actores sociales fundamentales, mo-
nopolizar los puestos públicos, formar a la clase política
y apoyar y legitimar las políticas gubernamentales.42

Debido a las elecciones presidenciales de 1988 y su


cuestionable resultado, el gobierno mexicano encabe-
zado por Carlos Salinas de Gortari se inicia con una
crisis de legitimidad que limita sus bases de apoyo, lo

41
Lorenzo Meyer, “La democracia política: Esperando a Godot”, en Nexos, p. 46.
42
Esperanza Palma, “Notas sobre el PRI y las transformaciones políticas actuales”, en
Sociológica, pp. 75-76.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 77

que propicia una modernización del autoritarismo que


tiene como propósito generar cambios en la ley elec-
toral y en la lucha partidista, para debilitar a la disiden-
cia y fortalecer la autoridad presidencial bajo la apariencia
de una reforma política democrática.43 Pone en prác-
tica un proceso de modernización económica acom-
pañado de un reajuste en sus bases de poder y de un
nuevo diseño de sus mecanismos de legitimidad. El
proyecto político considera la renegociación de pac-
tos con grupos dentro del partido y el acercamiento
a nuevos actores como la iglesia católica, los empre-
sarios y grupos del exterior, sobre todo de los Esta-
dos Unidos.

Respecto al PRI los objetivos centrales son reordenar


la estructura corporativa, conservando las piezas cla-
ves de los sectores, como es el caso de los maestros y
los petroleros, con una base territorial fortalecida y
con una reformulación de la ideología tradicional. El
Presidente se vale de las presiones electorales para
recompensar a los aliados reformistas dentro del PRI
y castigar a los opositores a las reformas.44

La ausencia de un nuevo pacto social que sustituyera


al viejo acuerdo corporativo y el propósito del go-

43
Javier Rosas Sánchez, “Liberalización política y reforma económica en México: 1988-
1992”, en Estudios Políticos, p. 47 y Julio Labastida, op. cit., pp. 135-136.
44
Leopoldo Gómez y John Bailey, “La transición política y los dilemas del PRI”, en Foro
Internacional, pp. 68-70.
78 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

bierno de insertar a la economía mexicana en un tra-


tado comercial con Estados Unidos y Canadá, lo for-
za a una política que le resulta muy antipopular, basada
en la caída de los salarios reales, la privatización de em-
presas estatales estratégicas y la cancelación de algu-
nas cláusulas importantes en los contratos colectivos
de trabajo. Ante la negativa de las masas por apoyar
el proyecto neoliberal salinista, el Presidente pierde
cierto liderazgo político, viéndose obligado a gober-
nar con el uso franco de la autoridad del Estado para
recomponer, sobre nuevas reglas, las relaciones entre
los principales grupos sociales. Así, el autoritarismo
político se convierte en la principal palanca para man-
tener el nuevo orden social y alcanzar las metas del
nuevo acuerdo de productividad.

El modelo de industrialización aplicado por el gobier-


no salinista implica la modernización de las empresas
públicas del sector productivo. Para profundizar sus
transformaciones, las cuales enfrentan ciertas resis-
tencias sociales, requiere de un uso intensivo de la
autoridad estatal, centralizada en las decisiones presi-
denciales, lo cual frena, si no es que cancela, toda
posible reforma democrática del Estado, ya que no
distribuye el poder sino que lo concentra. Este modelo
de ninguna manera presiona a la apertura democráti-
ca del Estado, sino más bien a la disminución de la
participación ciudadana en las decisiones públicas, ya
que las transformaciones tecnológicas avanzadas con-
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 79

llevan a la desigualdad y al descontento social, el cual


se controla a través del marginamiento político de las
mayorías asalariadas.45

La cultura política del autoritarismo


Los regímenes autoritarios se caracterizan por pre-
sentar un pluralismo limitado, por lo que requieren de
un significativo apoyo popular. Aunque existen pro-
cesos electorales, la sustitución de gobernantes no se
hace mediante elecciones competitivas y limpias, sino
a través de otros mecanismos. Es precisamente en
este tipo de regímenes en donde se presentan proce-
sos de transformación pactados entre el gobierno y
la oposición, los cuales se dificultan en los sistemas
presidencialistas como el nuestro.

El autoritarismo presidencial no implica necesariamen-


te el uso excesivo o arbitrario del poder estatal, sino la
imposición de decisiones con el apoyo de los apara-
tos de gobierno, contando con un mínimo de con-
senso. La modernización del autoritarismo se destina
a recomponer fuerzas y recursos políticos de acuerdo
a nuevos criterios de eficacia electoral, así como a la
desmovilización de los grupos opositores.

45
Javier Rosas Sánchez, op. cit., p. 48-50.
80 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La crisis de los autoritarismos y los procesos de tran-


sición y consolidación de la democracia política se
dan en medio de una crisis de agotamiento de un
modelo de acumulación e inserción internacional y
de su intento de reemplazo en el contexto de una revo-
lución tecnológica y financiera. Las transiciones y las
consolidaciones deben abarcar tanto la construcción
institucional como la reorganización socioeconómica.

Las transiciones políticas modernas incluyen procesos


políticos que se apartan del modelo revolucionario o
insurreccional, en la medida en que la clase en el poder
no es derrocada en el sentido de eliminación física,
sino que ellos deciden, forzados por la sociedad, su
retiro del poder político directo.46

El régimen político autoritario en México ha tenido en


el pasado gran respaldo en una cultura política que
en gran medida lo propiciaba o toleraba. De acuerdo
con Francisco José Paoli Bolio,47 se trata de una cul-
tura política pasiva, providencialista, ritual y llena de
consensos implícitos o de sobreentendidos generali-
zados. Esta cultura se expresa en actitudes reveren-
ciales hacia el poder y en las expectativas de amplias
46
Rosa María Mirón Lince, “Elecciones y transición democrática en México”, en Estudios
Políticos, p. 17; Javier Rosas Sánchez, op. cit., pp. 50 y 58-59; y Manuel Antonio Carretón,
“Del autoritarismo a la democracia política”, en Revista Mexicana de Sociología, pp. 283-288.
47
Francisco José Paoli Bolio, “El régimen presidencialista de partido de Estado y su
cambio”, en Sociológica, pp. 103 y 108. Del mismo autor puede consultarse también
“Providencialismo, rasgo de la cultura política mexicana”, en Revista A, pp. 31 y 35.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 81

masas para obtener soluciones rápidas de quienes lo


detentan. Esta cultura política ha hecho viable el
populismo de los caudillos y el populismo institucional
de los gobiernos postrevolucionarios. Con o sin votos,
los gobiernos postrevolucionarios obtenían su legiti-
midad con prestaciones sociales y con una gran ha-
bilidad para negociar con los grupos de interés, fueran
campesinos, obreros o empresarios. Esto fue posible,
en gran medida, con la intervención del Estado en
educación, salud pública, servicios, empresas, insti-
tuciones financieras y crediticias, comunicaciones, et-
cétera. Sin embargo, a partir de que el Estado benefactor
ha entrado en crisis, el sostenimiento del partido de
Estado se ve imposible e inconveniente.

En México se vive una cultura política presidencia-


lista que otorga un valor muy alto al poder personal y
su representación nacional, tanto para gobernar como
para desarrollar la oposición al gobierno. Si el poder
se ejerce acumulando en la figura presidencial muchas
facultades legales y poderes reales, la oposición se cons-
truye también con figuras individuales que por diver-
sas razones han cobrado una fuerza social reconocida
por su nombre, sus recursos y su prestigio.

Se dan asimismo rasgos de una cultura política pasiva


que acepta los actos y estructuras del poder autárquico
en general, en que los gobernados asumen como le-
gítimos a los gobernantes que no tienen su fuente de
82 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

poder mediante formas representativas y eleccio-


nes populares, sino a través de decisiones cerradas de
una cúpula de poder, conformada por un grupo redu-
cido, y es frecuentemente jefaturada por una sola per-
sona. El presidencialismo es por lo tanto el ejemplo
más evidente de la cultura política pasiva en nuestro
país.

Un problema muy grave en México es la falta de credi-


bilidad en el proceso electoral, en los partidos, en sus
programas y en sus candidatos. Todo esto se debe a
una larga historia de engaños, corrupción y manipula-
ción. Por ello, una de las principales manifestaciones
de la crisis por la que ha atravesado el sistema electoral
mexicano es que durante muchos años los resultados
de las elecciones no eran creíbles. Antes no se creía en
los resultados electorales pero se les aceptaba; era muy
común que después de algunas elecciones hubiera una
negociación postelectoral. Muchas elecciones compe-
tidas entre 1988 y 1994, tanto a nivel federal como
estatal y municipal, dejaron tras de sí una fuerte carga
de inconformidad expresada en protestas, marchas, blo-
queos, éxodos y plantones. Por eso, los resultados y
consecuencias de algunos de los comicios electorales
realizados durante el sexenio salinista demuestran que
se alteraron constantemente las reglas del juego políti-
co y se minimizó el marco legal electoral, a grado tal
que el resultado de los comicios tuvo que ver más con
la negociación y las movilizaciones que con los votos.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 83

Las elecciones para gobernador realizadas en Guana-


juato y San Luis Potosí, durante el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari, dejan ver que a pesar de que se cuen-
ta con un marco legal para regir los comicios, los actores
políticos no están plenamente convencidos de su perti-
nencia, lo que propicia que los litigios electorales tien-
dan a desarrollarse al margen del marco legal, dando
pie a la instauración de una nueva modalidad de hacer
política. A partir de entonces, el escenario electoral está
marcado por la posibilidad de las negociaciones post-
electorales.

Por parte del gobierno de Salinas se acepta con agra-


do la centralización de la negociación postelectoral, ya
que esto significa la posibilidad de adoptar solucio-
nes políticas, rápidas y directas, fundadas en la deci-
sión presidencial, que pasan por alto las instancias
electorales formales pero que permiten una salida acep-
table para las partes en conflicto.

Con esto, los partidos de oposición apuestan más a


los recursos extralegales y a la voluntad presidencial
para calificar las elecciones, que al intento de validar los
comicios, lo que significó que el eje de la lucha se des-
plazara de las elecciones y los procesos previos hacia la
negociación postelectoral, lo cual implica la capacidad
de movilizar sectores en marchas, manifestaciones, pro-
testas, denuncias en foros internacionales y, en general,
movimientos extralegales que se utilizan como meca-
84 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

nismos comunes para vetar los resultados electorales y


lograr si no un triunfo total, sí al menos una nego-
ciación que aumente su fuerza y presencia política.
Todo lo anterior es sumamente negativo y riesgoso
porque debilita y desacredita la legislación y las instan-
cias electorales, ya que traslada la competencia electoral
al ámbito incierto e indefinido de la negociación políti-
ca y las “concertacesiones”,48 lo que debilita la credi-
bilidad y necesidad de los comicios. Por tal motivo,
restablecer la legalidad y la institucionalidad de los pro-
cesos electorales aparece como una necesidad.49

Se requiere, por consiguiente, de una cultura política


democrática asociada a la confianza y a la eficacia polí-
tica. La confianza política es el sentimiento de los ciu-
dadanos de que las instituciones y los políticos
encargados de ellas funcionan adecuadamente. La efi-
cacia política alude a los sentimientos de efectividad
política de la participación ciudadana referente a que

48
Se conoce como “concertacesiones” a una serie de acuerdos políticos puestos en
práctica entre el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y la dirigencia del PAN para que este
partido votara a favor de las propuestas salinistas en la Cámara de Diputados, a cambio de
reconocerle al PAN triunfos electorales –algunos reales y otros puestos en duda– en
algunas presidencias municipales, gubernaturas e incrementar el número de diputados
panistas.
49
Para abundar sobre esto puede consultarse a Lorenzo Meyer, “México, o la cultura de la
desconfianza”, en Cuaderno de Nexos, p. XIV; José Luis Reyna, “La credibilidad y la legitimi-
dad de las elecciones mexicanas”, en Cuaderno de Nexos, p. XVIII-XIX; Héctor Aguilar Camín,
“La obligación del mundo”, en Nexos, p. 51 y Rosa María Mirón Lince, “Elecciones y
transición democrática en México”, op. cit., pp. 10-11 y 13.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 85

los ciudadanos creen que pueden influir políticamen-


te en las decisiones de los líderes.50

La cultura política democrática tiende a concebir a los


gobernantes como mandatarios, es decir, como servi-
dores públicos que son llevados a posiciones de poder
a través de procesos electorales y fórmulas de repre-
sentación, y pueden ser removidos o confirmados en
sus cargos por el voto popular. Incluye la participación
creciente y organizada de los ciudadanos en las deci-
siones del Estado y en la elección de los gobernantes,
mecanismos legales como un sistema electoral y un
sistema de partido, división y equilibrio de poderes,
libertades de reunión, expresión y asociación.

La transición incierta

Veinte años después del movimiento estudiantil-po-


pular de 1968, verdadero revelador de la crisis del
régimen de la revolución mexicana, con las eleccio-
nes del 6 de julio de 1988 se percibe el inicio del recla-
mo democrático, por lo que quedan dos posibilidades:
transitar a la democracia o, mediante el endurecimien-
to del autoritarismo, conservar el sistema político tal

50
Sobre los rasgos de una cultura política democrática puede consultarse a Carlos
Sirvent, “Cultura y democracia: Confianza y eficacia en la participación política”, en
Estudios Políticos, pp. 193-194 y Francisco José Paoli Bolio, “Providencialismo, rasgo de
la cultura política mexicana”, op. cit., pp. 31-32.
86 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

cual. 1989 es el año del inicio de la transición. El des-


enlace de esta transición todavía inacabada, depen-
derá de la habilidad y la voluntad de los actores que le
dieron impulso. La alternancia y la concertación for-
man parte incipiente de la cultura política mexicana, y
son un elemento imprescindible para la transición.51

La transición mexicana hacia la democracia se inicia


como consecuencia de la crisis del modelo autoritario
producto de la irrupción electoral de la ciudadanía. Esta
irrupción no organizada, desde abajo y sin un progra-
ma definido, no exige una nueva legalidad constitucio-
nal, sino el respeto y la aplicación de la ya existente.

De acuerdo con Guillermo 0’Donnell y Philippe Sch-


mitter,52 la transición es:

El intervalo que se extiende entre un régimen político y


otro... Las transiciones están delimitadas, de un lado, por el
inicio del proceso de disolución del régimen autoritario, y
del otro, por el establecimiento de alguna forma de demo-
cracia, el retorno a algún tipo de régimen autoritario o el
surgimiento de una alternativa revolucionaria. Lo caracte-
rístico de la transición es que en su transcurso las reglas del
juego político no están definidas. No sólo se hallan en flujo

51
Arturo Anguiano, “Transición política, ¿hacia dónde?”, en El Cotidiano, p. 3 y Jaime
Sánchez Susarrey, “1989: El inicio de la transición”, en Vuelta, p. 43.
52
Guillermo 0’Donnell y Philippe Schmitter, Transiciones desde un gobierno autoritario,
pp. 19-20.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 87

permanente sino que, además, por lo general son objeto de


una ardua contienda; los actores luchan no sólo por satisfa-
cer sus intereses inmediatos y/o los de aquellos que dicen
representar, sino también por definir las reglas y procedi-
mientos cuya configuración determinará probablemente
quiénes serán en el futuro los perdedores y los ganadores.
En verdad, estas reglas emergentes definirán en gran medi-
da los recursos que legítimamente pueden aplicarse en la
arena política y los actores a los que se permitirá participar
en ella.

Por otra parte, durante la transición, en la medida que exis-


ten reglas y procedimientos efectivos, éstos suelen estar en
manos de los gobernantes autoritarios... La señal típica de
que se ha iniciado una transición es que estos gobernantes
autoritarios, por cualquier motivo, comienzan a modificar
sus propias reglas con vistas a ofrecer mayores garantías
para los derechos de los individuos y grupos.

El tránsito de un régimen autoritario a uno democrá-


tico se expresa a través de diversas fases. Una de ellas
es la de la liberalización, la cual se presenta cuando el
gobierno decide iniciar un proceso de apertura en
busca de legitimidad expresada a través de la prome-
sa de realizar elecciones libres y justas, lo cual legitima
temporalmente al gobierno, reduce la movilización y
propicia en los líderes opositores asumir posiciones
moderadas. Todo ello se da siempre y cuando los
intereses del grupo gobernante estén plenamente ga-
rantizados.
88 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La liberalización contiene un momento de apertura y


tolerancia frente a las libertades civiles dentro del régi-
men autoritario. Puede tender hacia la democratiza-
ción total de la sociedad, hacia un cambio de régimen,
pero ello no siempre ocurre así. Implica principalmente
el reconocimiento de derechos políticos, la libertad de
prensa, el derecho a la información, el respeto formal a
las oposiciones, la reducción de la represión y otras por
el estilo. No se puede hablar de democratización sino
hasta que se da la instauración de procesos electora-
les participativos y competitivos, se reconocen los triun-
fos electorales de la oposición, se devuelve la soberanía
al pueblo y se establece una legislación electoral im-
parcial e inviolable. En el caso de los sistemas de par-
tido único implica que el partido en el poder pierda
su posición privilegiada y pase a ser uno más de los
partidos que conforman el concierto electoral.

Si bien es cierto la liberalización es un avance con res-


pecto a una situación autoritaria, de ninguna manera
garantiza una evolución inevitable hacia un régimen
democrático. Toda transición hacia la democracia es
incierta y confusa, ya que nadie puede garantizar su
éxito, puesto que se sabe cómo y por qué se inicia
pero no cómo terminará. No todos los actores
involucrados en el proceso tienen la misma interpre-
tación del proceso, qué tipo de régimen establecer, ni
cómo lograrlo.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 89

La transición puede conducir a una regresión auto-


ritaria o a una democratización política en sentido
amplio. Con base en lo anterior, la transición política
abarca el intervalo que va de un sistema o régimen a
otro, siendo su principal característica el hecho de
que durante la transición las reglas jurídico-políticas
no están plenamente definidas. La transición exitosa
concluye con la consolidación de un régimen político
democrático, donde se supera la incertidumbre del
proceso transitorio. La consolidación se presenta
cuando todos los actores políticos han aceptado una
nueva institucionalidad, que supone a la vía democrá-
tica como la forma exclusiva de alcanzar el poder.

Las reformas legales y la voluntad política son ele-


mentos importantes para lograr la democratización.
Además de reglas claras también se requiere credibili-
dad y confianza en la opinión pública, y que los acto-
res políticos coincidan en la necesidad de avanzar en
la consolidación de una institucionalidad verdadera-
mente democrática.

Durante la transición se vive una negociación perma-


nente entre los partidos y grupos políticos, lo cual puede
crear altas expectativas en la oposición y malestar e in-
conformidad por parte de los grupos más reaccionarios
de dentro y fuera del gobierno. Esta situación incierta
puede desembocar en una reacción antidemocrática del
grupo gobernante que tiende a endurecer su imagen, o
90 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

a estallidos violentos por parte de los grupos sociales


afines a la oposición partidista o fuera de ella.53

La transición a la democracia requiere restaurar la con-


fianza entre los actores fundamentales de los proce-
sos políticos, lo cual supone no sólo disciplinar a las
fuerzas regionales y nacionales que se dedican a explo-
tar, desde el oficialismo o desde la oposición, el
empantanamiento de la transición, sino también pro-
mover un debate efectivo y serio sobre las necesarias
transformaciones del régimen político, sobre sus tiem-
pos y modalidades, que establezca el marco mínimo
de coincidencias para acceder, sin menoscabo de la
indispensable pluralidad ideológica y política, a proce-
dimientos democráticos efectivos y eficaces.54

La transición a la democracia se anula como posibili-


dad si la cultura política necesaria para acompañar
este proceso no logra desarrollarse y consolidarse como
nuevo elemento rector del teatro político. Requiere
tanto la participación ciudadana como la actuación
gubernamental que reconozca ese desafío para abrir
el sistema político. Si alguno de esos dos componentes
falla puede ocurrir que no haya transición o que ésta
no sea pacífica.
53
Rosa María Mirón Lince, “Elecciones y transición democrática en México”, op. cit.,
pp. 16 y 17-19.
54
Antonio Camou, “Gobernabilidad y democracia”, en Nexos, p. 57; Rosa María Mirón
Lince, op. cit., pp. 16 y 20-21 y Roberto Gutiérrez, “Cultura política y transición a la
democracia. PRI y PRD en la coyuntura actual”, en Sociológica, p. 45.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 91

La movilización ciudadana está obligando al régimen


a abrir el sistema como nunca antes lo había hecho, y
a ceder más espacios a la oposición de los que jamás
había cedido. Estos cambios son más lentos de lo que
la ciudadanía requiere. Si la presión crece a un ritmo
mayor a la apertura del sistema se podría propiciar
una desestabilización. El establecimiento de un orden
democrático requiere de un nivel de participación ciu-
dadana más o menos permanente durante un lapso
importante de tiempo. Lo anterior se da porque para
instaurar un orden democrático es necesario superar
un régimen autoritario, sean cuales sean sus caracterís-
ticas particulares, lo cual implica que no se dispone de
canales institucionales eficaces para la defensa y pro-
moción de los derechos y demandas ciudadanas. Por
tal motivo, los ciudadanos interesados en democrati-
zar el régimen político tienen que realizar una fuerte
movilización, generalmente por fuera de los canales
establecidos para eso, ya que de otra forma no se lo-
grará ejercer una presión suficiente para conseguir
dichos cambios.55

En el México de 1988 a 1994, es decir, del gobierno


de Carlos Salinas de Gortari, se registran avances en
la transición a la democracia como es la alternancia
en el poder en algunas gubernaturas y presidencias

55
José Antonio Crespo, “Democratización: el esfuerzo ciudadano”, en El Cotidiano,
pp. 13 y 18.
92 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

municipales importantes, así como el aumento gra-


dual de votos a favor de los diferentes partidos de
oposición, la cual está presente en las dos cámaras
del Poder Legislativo. Existen mecanismos para la de-
nuncia y para el castigo a la violación de los derechos
humanos realizada por la fuerza pública y las autori-
dades. Sin embargo, tanto en esto como en el terre-
no electoral todavía falta mucho por avanzar. La
legislación electoral mantiene muchos vicios y canda-
dos que limitan el libre juego de los partidos políticos,
y los procesos electorales siguen estando acompaña-
dos de acusaciones de fraude y violencia. Otro freno
al avance democrático en este sexenio lo constituye
el hecho de que a pesar de que cada vez hay más
personas que votan, sigue habiendo fuertes dudas
sobre el resultado de las elecciones.

Si bien es cierto, durante el gobierno de Carlos Sali-


nas de Gortari se da un mejoramiento en las normas
jurídicas electorales y en algunos canales para acrecen-
tar la civilidad política, lo real es que la consolidación
de la democracia está lejos de cumplirse. El sistema
electoral vigente en ese momento –el Código Federal
Electoral de 1986 y el Código Federal de Instituciones
y Procedimientos Electorales (Cofipe) de 1990–, siguen
mostrando una serie de vicios y candados, el voto no
ha sido el medio para conformar el poder público, la
alternancia en el poder se ha dado como excepción y
no como regla, no se respeta la legalidad escrita y se
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 93

opta por las soluciones negociadas, como es el caso


de las “concertacesiones” del gobierno con el PAN.

La reforma democrática del Estado mexicano exige


la formación de un verdadero sistema de partidos y
de partidos que realmente lo sean.56

A pesar de las reformas legales que se han vuelto casi


sistemáticas, de las concertaciones y pactos entre las
fuerzas políticas, y de las declaraciones de éstas sobre
su absoluta identificación con los valores y procedi-
mientos democráticos, las elecciones de esa época, por
ser mínimamente competidas siguen representando un
penoso espectáculo de forcejeos y ataques recíprocos
que desacredita, y en muchos casos lleva a la negocia-
ción e inclusive a la modificación “política”, los resul-
tados legales oficiales.57

En la situación de transición política que vive Méxi-


co, a veces se dan pasos importantes hacia la plena
democratización como serían algunos cambios en la
legislación electoral, otras que evidencian un retorno
a las prácticas autoritarias que se creían ya superadas.
Así, podemos ver que durante el gobierno de Carlos

56
Jaime Sánchez Susarrey, “La transición democrática”, en Vuelta, pp. 55 y 56; Alejandro
Medina Giopp, “Los mitos de la transición”, en Revista Quorum, p. 40; Julio Labastida, op.
cit., p. 138; Antonio Camou, op. cit., pp. 61-62; Rosa María Mirón Lince, op. cit., pp. 21-22 y
Luis Salazar, “¿Cómo se reforma la revolución?”, en Cuaderno de Nexos, p. III.
57
Luis Salazar, “Los misterios de nuestra transición”, en Cuaderno de Nexos, pp. I-II.
94 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Salinas de Gortari la situación de México respecto a


su transición política es la siguiente:

‹ El régimen y el sistema político atraviesan por un


proceso de transición acentuado a partir de las
elecciones de 1988, y que continúa sin resolverse.

‹ Aunque el proceso de transición se pretende dar


hacia una democratización política en sentido am-
plio, se producen también regresos o retrocesos
de carácter autoritario.

‹ El régimen político pretende la profundización de-


mocrática en virtud de que su punto de partida lo
constituye un régimen político no democrático o
poco democrático.

‹ El sistema político está atravesando por un proce-


so de transición democrática en la medida en que
su punto de partida lo constituye un sistema polí-
tico de carácter autoritario o semiautoritario.

‹ La crisis de legitimidad y pérdida de los valores de


la revolución mexicana.

‹ La debilidad de la sociedad civil, cuyos nuevos y


numerosos grupos actúan en aislamiento y a nivel
local.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 95

‹ La reducida influencia y alcance social de la esfera


pública.

‹ La falta de relaciones entre la sociedad civil y la


sociedad política.58

Por ello, para todo proceso de transición se requieren


al menos los siguientes tres momentos:

81. El de la ruptura o crisis del régimen autoritario

82. El de la transición propiamente

83. El de la consolidación

La relación entre estos tres momentos es compleja,


ya que una transición acelerada no es garantía de una
rápida estabilización y consolidación del régimen de-
mocrático; un colapso social tampoco es garantía de
una transición acelerada y estable. Más bien, la transi-
ción depende en primer término de la concertación
entre los actores políticos que desempeñan un papel
central en la conformación del marco legal y en el
desarrollo de una nueva cultura política democrática.
La consolidación y la estabilidad de la democracia
dependen de factores socioeconómicos como la via-

58
Antonio Camou, op. cit., pp. 57 y 60 y Alberto Olvera y Leonardo Auritzer, “El
concepto de sociedad civil en el estudio de la transición democrática”, en Revista
Mexicana de Sociología, p. 245.
96 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

bilidad de la economía y la capacidad de satisfacer


determinadas expectativas sociales.59

Para el caso particular de México, una auténtica tran-


sición a la democracia y una verdadera moderniza-
ción del sistema político mexicano requiere al menos
los siguientes elementos:

‹ Desvinculación del partido oficial con respecto al


aparato estatal, es decir, que el PRI se asuma como
cualquier partido en plena igualdad con los demás.

‹ Que el Presidente de la República abandone el pa-


pel de jefe nato del PRI o de cualquier partido, y que
se asuma plenamente como mandatario del Estado
y no de una parte organizada de la sociedad.

‹ El desmontaje de todo el complejo aparato utiliza-


do por el gobierno para obstruir la actividad de
los partidos de oposición, es decir, plena neutrali-
dad gubernamental con respecto a la lucha parti-
daria.

‹ La formación de organismos realmente represen-


tativos de la sociedad, que tengan a su cargo la
preparación y organización de los procesos elec-
torales, sin mayorías automáticas prefabricadas.

59
Jaime Sánchez Susarrey, “La transición democrática”, op. cit., p. 56.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 97

‹ Verdadera neutralidad de los medios masivos de


comunicación, particularmente de los electrónicos
(radio y televisión), es decir, que sean auténticos re-
presentantes de la sociedad y no voceros faccio-
sos de un solo partido.

‹ Posibilidades reales de alternancia en el poder, tan-


to a nivel nacional como a nivel local, producto de
los votos y no debida a la aceptación discrecional
por parte del gobierno de “en donde” y “con quién”
perder.

‹ El establecimiento de un sistema de representa-


ción proporcional completo para la elección de los
legisladores, y que se fortalezca la carrera parlamen-
taria.

‹ Elección de jueces y magistrados.

‹ Constituir un Tribunal Electoral con amplias facul-


tades, en que la designación de sus magistrados
sea por los partidos con base en la votación pro-
porcional, y que se legisle lo referente al amparo en
relación con las decisiones del Tribunal Electoral.

‹ Democratización del gobierno del Distrito Federal


y representación proporcional absoluta en la inte-
gración de la Asamblea Legislativa del Distrito Fe-
deral.
98 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

‹ Modificación a las constituciones estatales para otor-


gar registro a los partidos en las distintas entidades.

‹ La reforma del Estado, que constituye una reinter-


pretación de la historia de México y de las funciones
del Estado.

‹ La reconversión del sistema político, mediante la


recomposición del sistema de partidos y la reforma
electoral.

‹ Un nuevo diseño institucional de reorganización de


la sociedad desde el Estado, sustituyendo al corpo-
rativismo autoritario, patrimonial y clientelar del vie-
jo modelo histórico-social, buscando edificarse sobre
dos nuevos ejes: la ciudadanía y la productividad.60

Transitar a la democracia implica, en consecuencia, la


superación de la existencia de un partido oficial, fundi-
do y confundido con el gobierno y el Estado y la for-
mación de un sistema competitivo de partidos con
arraigo en la sociedad civil. La mancuerna PRI-presi-
dencialismo extremo era uno de los obstáculos para
la vigencia efectiva de las reglas y los principios de la
democracia política. Sin embargo, la transición a la de-
mocracia no requiere solamente del incremento del
60
Pablo Javier Becerra, “Las elecciones de 1991: la transición difícil”, en Polis. Anuario
de Sociología, p. 199; Francisco José Paoli Bolio, “Elecciones y cultura política”, en El
Cotidiano, p. 7; Nuri Pimentel González y Francisco Rueda Castillo, “Reforma del PRI:
entre la apertura económica y el proteccionismo político”, en El Cotidiano, pp. 27-28.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 99

número de los partidos, ni de las posibilidades de que


los partidos de oposición obtengan triunfos distritales,
municipales o en alguna entidad. Más bien, el com-
ponente fundamental que hasta el gobierno de Sali-
nas caracteriza al sistema electoral mexicano como
no competitivo, ha sido y sigue siendo la relación del
PRI con el conjunto del aparato gubernamental y la
actitud de éste con respecto al proceso electoral. Esto
se refleja en que el PRI controla el organismo electoral
por ser mayoría, es decir, el sistema electoral es apa-
rentemente plural pero realmente excluyente y no
competitivo, debido al fuerte control del gobierno y
del partido oficial sobre el proceso de preparación,
organización y vigilancia de los comicios.61 La transi-
ción a la democracia que se persigue todavía en este
sexenio es que el gobierno realice elecciones libres,
con el fin de revertir el poder al electorado.

La efectividad de la transición se pone en duda ya


que mientras se registran avances en el pluralismo y
en la alternancia en el poder, por otro lado, persisten
las viejas prácticas y se introducen nuevos métodos
para alterar los resultados electorales. Así pues, el avance
plural y la heterogeneidad política se acompañan de
altas tasas de abstencionismo y, en muchos casos, del
retorno al predominio del partido único.

61
Sobre esto puede consultarse a Luis Salazar, “¿Cómo se reforma la revolución?”, op. cit.,
p. II y a Pablo Javier Becerra, op. cit., p. 198.
100 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Los partidos ante la transición


Si México aspira a la democracia requiere la construc-
ción definitiva de un sistema de partidos competiti-
vo, con partidos fuertes y arraigados en la sociedad.
Existen tres referentes electorales importantes (PRI,
PAN y PRD) que son el germen de un sistema de parti-
dos. La transición a la democracia requiere no sólo la
participación del PRI o del gobierno, sino también de
las fuerzas de oposición.

De mucho sirve hacer reformas legales para modifi-


car las reglas de la competencia entre partidos, sobre
todo respecto a su financiamiento y al acceso y com-
portamiento de los medios masivos de comunica-
ción. En el primer caso, evitar que los recursos del
Estado se destinen al PRI lo convierte en algo más pa-
recido a un partido y menos a una agencia guberna-
mental. En el segundo caso, la apertura de todos los
medios de comunicación redundaría en el fortaleci-
miento de un clima de convivencia democrática en el
país.

En las entidades en que los partidos opositores han


logrado captar la adhesión de franjas importantes de
ciudadanos, las relaciones políticas se han modificado
considerablemente, como es el caso de Baja California,
Michoacán, Guanajuato y Chihuahua donde, aún en
los marcos de una competencia desigual, la fortaleza
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 101

del PAN o del PRD ha comenzado a convertir al PRI, en


esos estados, en un partido entre otros.

Para el grupo gobernante siempre ha sido menos cos-


toso hacer concesiones a la oposición que transfor-
mar al PRI. Muestra de esa actitud es el reforzamiento
de la alianza del gobierno de Carlos Salinas de Gortari
con el PAN para asegurarse un interlocutor perma-
nente, a través de las negociaciones en torno a los
casos de Guanajuato y San Luis Potosí y el reconoci-
miento de importantes triunfos del PAN en las elec-
ciones locales posteriores a 1991 en Nuevo León,
Guanajuato y Chihuahua.

Frente a la rivalidad estructural y programática entre


el PRI y el PRD, el PAN cobra la capacidad de inclinar la
balanza hacia uno u otro lado. Si el PAN hubiera
actuado en coordinación con el PRD para deslegitimar
al gobierno, pondría a éste en serios aprietos. La alianza
PAN-PRD representa una grave amenaza a la hegemo-
nía del PRI y a su sobrevivencia como partido domi-
nante, por lo que el gobierno de Salinas hace todo lo
posible para distanciar ambas oposiciones.

Para el PRD, el no contar con el respaldo del PAN en


una estrategia política de acción común le ha sido
muy gravoso, puesto que queda aislado. El PAN, en
cambio, queda capacitado para dar o quitar legitimi-
dad al gobierno ya que logra convertirse en el fiel de
102 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

la balanza, puesto que también concede o retira in-


fluencia política al PRD actuando conjuntamente con
él. Por lo mismo, tiene la facultad de contribuir en
gran medida a que el proceso de democratización
avance de manera decisiva o prolongar la espera. Por
esta fuerza estratégica del PAN, tanto el PRI como el
PRD se disputan su alianza durante el gobierno salinista.

En esta competencia por allegarse al PAN el gobierno


de Salinas tiene más ventajas y éxito, no sólo por su
vinculación o similitud programática, sino porque el
gobierno puede ofrecerle el reconocimiento de algu-
nos de sus triunfos electorales. El PAN sigue un juego
de negociación con el gobierno, ineficaz para el avance
democrático, pero su dirigencia lo justifica para evi-
tar la cerrazón política o la ingobernabilidad.

El PRD, en cambio, no tiene mucho que ofrecer du-


rante este sexenio. La base de la alianza con el PAN es
la lucha por la democratización política del régimen,
pero los métodos propuestos por el perredismo no
encajan con los intereses, expectativas, programa y
tradición política del PAN, el cual prefiere su ancestral
política de gradualismo a través del diálogo con el
gobierno, en lugar de la confrontación.62

62
Sobre la alianza PAN- PRI y la exclusión del PRD puede consultarse a José Woldenberg,
“De la revolución a la democracia”, en Nexos, p. 47; Jacquelinne Peschard, “PRI. Los
desafíos de la recuperación”, en Cuaderno de Nexos, p. II, y José Antonio Crespo, “ PAN:
límites del gradualismo”, en Cuaderno de Nexos, p. III-IV.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 103

a) El Partido Revolucionario Institucional


El obstáculo más fuerte para la democratización del
PRI fue durante muchos años la presidencia mexica-
na, por ser la estructura central e indispensable del
sistema político mexicano. Un PRI que dejara en manos
de sus bases la decisión de elegir libremente a sus re-
presentantes a puestos partidarios más altos, y sobre
todo a los candidatos a los puestos de elección popu-
lar, no necesariamente sería un PRI más democrático,
pero sí sería un PRI donde las fuerzas locales y secto-
riales, y no el Presidente, serían quienes decidirían
sobre el partido.

La simbiosis existente entre el PRI y el gobierno hizo


que las condiciones de la competencia fueran suma-
mente desiguales. Al usufructuar recursos materiales
y humanos provenientes del Estado distorsionó las
reglas del juego democrático.63

Desde hace algunos años el PRI atraviesa por una se-


vera crisis política producto de sus errores, como ha
sido la selección de candidatos sin arraigo para ocu-
par cargos de elección popular, lo cual ha fortalecido
en parte a los partidos de oposición. Esta crisis se
refleja en la pérdida de votos, obligándolo a revisar

63
Lorenzo Meyer, “La democratización del PRI : ¿Misión imposible?”, en Nexos, p. 32 y
José Woldenberg, op. cit., p. 47.
104 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

sus vínculos con la sociedad y sus relaciones internas.


La problemática del PRI se expresa básicamente en
los siguientes tres aspectos:

1. El partido sufre una enorme falta de consenso y


credibilidad de la sociedad, particularmente de los
ciudadanos.

2. La renovación de los mecanismos para la selección


de dirigentes y candidatos implica desestructurar el
tipo de relaciones del aparato partidario, construi-
das desde los años treinta.

3. La superación de la relación de dependencia con


el Estado.64

Por otro lado, las divisiones que se presentan al inte-


rior del PRI durante el gobierno de Carlos Salinas de
Gortari, entre los “modernizadores” y los “tradicio-
nales”, giran en torno a lo siguiente:

‹ Al mantenimiento del origen revolucionario del


régimen como principio ideológico y de legitimi-
dad fundamental.

‹ Al desmantelamiento o la reforma del corporati-


vismo estatal.

64
Juan Reyes del Campillo, “¿La modernidad alcanzó al PRI?”, en El Cotidiano, p. 58.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 105

‹ A la democratización del sistema político a corto


plazo, incluyendo al propio partido y, en ese con-
texto, la redefinición de la relación entre el PRI y el
gobierno.

Para el grupo gobernante en este sexenio: los “tec-


nócratas modernizadores”, el PRI es disfuncional por-
que las corporaciones son un obstáculo para la
implementación de la política económica neoliberal y
porque el partido se ha tornado fuente deslegitimadora
del grupo gobernante. El proyecto de moderniza-
ción económica requiere la destrucción de privilegios
corporativos para introducir criterios de eficiencia y
productividad. Dentro del proyecto modernizador
se le da prioridad a los intereses empresariales, por lo
que se requiere la transformación de las relaciones
tradicionales entre el gobierno y las corporaciones, la
cual apunta a la negociación directa entre sindicatos
y empresa. Por otro lado, el proyecto pretende encauzar
al PRI para adecuarlo a la nueva realidad electoral ha-
ciéndolo más competitivo, para que se convierta de
nuevo en una instancia que legitime al gobierno, bus-
cando que pase de partido hegemónico a partido ma-
yoritario.

Lo anterior propicia, obviamente, conflictos entre el


PRI nacional y algunas direcciones estatales, por ejem-
plo la de Baja California a raíz del triunfo panista
en 1989, así como con las corporaciones, particular-
106 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

mente con la Confederación de Trabajadores de Mé-


xico. A pesar de estos intentos, también se continúa
con los métodos tradicionales priístas de acarreo,
clientelismo, utilización de recursos estatales, lo cual
contradice los supuestos deseos de modernización,
puesto que el grupo gobernante requiere al PRI para
mantenerse en el poder, por lo que se puede ver que
en ese momento el gobierno y el PRI no forman parte
de ámbitos excluyentes o autónomos.

Durante mucho tiempo las cúpulas de los tres secto-


res del PRI, los “tradicionales”, se han opuesto a las re-
formas políticas, y han decidido anteponer sus
intereses gremiales a las necesidades de reforma del
sistema en su conjunto.

En las soluciones que se dan en Guanajuato y San


Luis Potosí en 1991, donde la oposición cuestiona el
resultado electoral, los mandatarios estatales electos
por el PRI, Ramón Aguirre Velázquez y Fausto Zapa-
ta, respectivamente, son obligados a renunciar y se
llega al extremo de que el propio Comité Ejecutivo
Nacional del PRI, a través de sus diputados locales,
propone en Guanajuato al panista Carlos Medina
Plascencia como gobernador interino. Con los casos
de Baja California, Guanajuato y San Luis Potosí los
“modernizadores” priístas demuestran su “vocación
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 107

democrática”, aún cuando ignoran la voluntad de los


priístas locales.65

Para que hubiera un cambio real en el partido se re-


quería la democracia interna, entendida como la par-
ticipación de las bases en las asambleas, en los consejos,
en las reuniones del partido en que se discuten los
problemas y se toman las decisiones. Para lograr y
arraigar estas premisas es fundamental que los diri-
gentes de los comités seccionales y municipales o de
los subcomités seccionales tengan la oportunidad
de elegir a sus representantes en las asambleas, con-
venciones y consejos del partido.

Para el PRI se logra un paso hacia la transición demo-


crática al darse una legislación renovada que permita
una mayor transparencia. A partir de lo anterior, el PRI
considera que lo demás consiste en vencer la intran-
sigencia de los partidos de oposición, carentes de una
cultura democrática suficiente como para aceptar sus
derrotas en elecciones vigiladas y transparentes. Para
el PRI la consolidación de la democracia no depende
tanto de una transformación desde el Estado, sino tam-
bién de la posibilidad de asegurar el respeto de los parti-
dos a la validez de los métodos electorales vigentes.66
65
Julio Labastida, op. cit., p. 134; Esperanza Palma, op. cit., pp. 82-84; Lorenzo Meyer, “La
democratización del PRI: ¿Misión imposible?”, op. cit., p. 33; y Rogelio Hernández Rodríguez,
“La reforma interna y los conflictos en el PRI”, en Foro Internacional, pp. 248-249.
66
Rodolfo González Guevara, “Para cambiar al PRI”, en Nexos, pp. 7-8 y Mauricio
Merino, “Democracia, después”, en Nexos, p. 52.
108 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Los intentos de reforma del PRI han dejado la ense-


ñanza de que sin competencia electoral no hay refor-
ma posible. Para que el partido pueda renovarse se
necesita que gane autonomía respecto del Presidente
de la República, contando con la voluntad del propio
Presidente, lo que representa en sí una paradoja. De
acuerdo con Rafael Segovia el PRI es una pieza central
del sistema político y en la medida en que el país se
transforme, este partido habrá de adaptarse a las nue-
vas circunstancias políticas.67

b) El Partido Acción Nacional

La crisis y el surgimiento de un panismo distinto,


agresivo y con amplias bases sociales en regiones del
centro y norte del país, principalmente, lleva a que el
gobierno pierda su ánimo renovador. A partir de las
victorias del PAN en Chihuahua en 1983, el presidente
Miguel de la Madrid y los encargados del control po-
lítico dan marcha atrás en relación a su compromiso
de seguir adelante con la democratización de México,
como la mejor válvula de escape ante la presión que
se había venido acumulando en la sociedad mexicana
en contra de su gobierno y del régimen mismo. Des-
graciadamente el gobierno vuelve a recurrir al fraude
electoral a partir de 1985. Los costos resultan altos

67
Rafael Segovia, “El PRI: las nuevas circunstancias”, en Cuaderno de Nexos, p. III.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 109

no sólo porque se pierde credibilidad interna, sino


porque ante el mundo se hace patente la desconfian-
za en torno a la legitimidad y viabilidad del régimen
mexicano.

Después del resultado de las cuestionables elecciones


de 1988, al PAN le quedan dos opciones: a) aceptar y
participar en la convocatoria del gobierno salinista y
buscar la negociación para impulsar la transición a la
democracia, o b) mantener una postura antiguberna-
mental basada en la ilegitimidad de origen del gobier-
no de Salinas de Gortari.

De estas dos opciones el PAN busca el diálogo con el


gobierno convirtiéndose en una oposición leal debi-
do a la coincidencia en el proyecto económico, ya
que de hecho el salinismo contiene consignas tradicio-
nales del PAN, tales como la reducción del interven-
cionismo del Estado en la economía, la reforma en
las relaciones entre el Estado y la Iglesia, y la abierta
defensa de los derechos humanos. De hecho, se trata
de un gobierno virtualmente “empanizado”, lo cual
acerca al PAN con el gobierno en el sentido de la coin-
cidencia programática.

Después de las elecciones de 1988 el PAN replantea su


estrategia política y opta por colaborar antes que por
enfrentar al gobierno. Aunque inicialmente cuestiona
la legalidad de las elecciones y la legitimidad presiden-
110 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

cial, rápidamente tiende puentes de acuerdo con él.


Este hecho, junto con las pugnas con los seguidores
de Cárdenas tanto del FDN en 1988 como con el PRD
a partir de 1989, cambian la relación de fuerzas políti-
cas nacionales. Para el gobierno de Carlos Salinas es
más fácil negociar con el PAN que con el PRD, cuyos
planteamientos sobre el rumbo económico y político
del país son incompatibles.

Esta política dialoguista propicia que el PAN se con-


vierta en un factor indispensable para la toma de
decisiones, convirtiéndose en un interlocutor privile-
giado del gobierno. Esta estrategia política gradualista
le permite al PAN ir consiguiendo poco a poco sus
objetivos, pues comienza a conquistar avances reales,
a grado tal de dejar de ser la tradicional oposición
leal, para convertirse en un socio del poder.68

A partir de 1989, a raíz del triunfo del panista Ernes-


to Ruffo en la gubernatura de Baja California, la di-
rección panista entra en contacto directo con el
Presidente de la República y abandona el tono agre-
sivo y beligerante de su discurso para reivindicar su
tradicional vía “gradualista”, declarada al momento
de firmar el acuerdo con el PRI para reformar la Cons-
titución General de la República en materia electoral,

68
Gabriel Corona Armenta, “Relaciones PAN-gobierno”, en Francisco Reveles Vázquez
(coordinador), Partido Acción Nacional: los signos de la institucionalización, pp. 75, 78 y 80.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 111

en octubre de ese año. Este pacto con el gobierno es


interpretado por algunos como traición a los postu-
lados básicos del PAN, lo cual provoca una fuerte divi-
sión en la dirigencia que desemboca en la creación
del disidente Foro Democrático y Doctrinario, en fe-
brero de 1990, en ocasión de la reelección de Luis H.
Álvarez como presidente panista.

Para los integrantes del Foro Democrático y Doctri-


nario representado por José González Torres, Jesús
González Schmall, Jorge Eugenio Ortiz Gallegos, Ber-
nardo Bátiz y Pablo Emilio Madero, entre otros, el
PAN entra a una etapa de pragmatismo, de simbiosis
con el sistema y de prácticas contrarias al espíritu de
sus fundadores. Consideran indebido y antidemocrático
el acercamiento con el gobierno y el apoyo abierto a
la política estatal, critican la creciente injerencia de las
cúpulas empresariales en la vida del partido y denun-
cian el autoritarismo interno, la burocratización del
partido y la intransigencia de la dirección nacional
con los grupos y las opiniones divergentes. Denun-
cian al PAN como un partido prosalinista, proliberal y
pragmático. Los integrantes del Foro rompen poste-
riormente con el PAN, formando su propia organiza-
ción, cuya mayoría de dirigentes se vinculan con el
PRD en las elecciones presidenciales de 1994, siendo
propuestos por este partido para algunos cargos de
elección popular.
112 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Con las concertaciones del PAN con el gobierno, en


que aquél obtiene las gubernaturas de Baja California
y Chihuahua, así como la gubernatura interina de
Guanajuato, el gobierno logra crearse una imagen
de respeto a los triunfos de la oposición, crear un
bipartidismo de hecho como única opción para el
juego político efectivo y fomentar las expectativas de
una lucha democrática. A cambio de ello el PAN acepta
la reforma electoral antidemocrática del gobierno por-
que para él era más importante apoyar el proyecto de
liberalización económica del régimen por coinciden-
cia programática, dejando para después la lucha por
la democracia electoral. De esta manera, el PAN nego-
cia con el gobierno su oposición crítica hacia el régi-
men, frenando la transición a la democracia,
legitimando la reforma electoral del régimen y el frau-
de electoral.69

De acuerdo con José Antonio Crespo,70 durante el


gobierno salinista, el PAN acepta un acercamiento con
el grupo gobernante, sin abandonar sus banderas de-
mocráticas, lo cual se refleja en los siguientes aspectos:

69
Sobre esto puede consultarse a Jacqueline Peschard, “El PAN después de medio siglo:
los límites de la oposición leal”, en Estudios Políticos, pp. 150-151; Víctor Manuel
Reynoso, “El Partido Acción Nacional: ¿La oposición hará gobierno?”, en Revista
Mexicana de Sociología, p. 147; Matilde Yáñez Maldonado, “La alianza PAN-gobierno en la
aprobación de las reformas constitucionales en materia electoral (1988-1989)”, en
Estudios Políticos, pp. 38-39 y Javier Rosas Sánchez, op. cit., pp. 56-58.
70
José Antonio Crespo, “La evolución del sistema de partidos en México”, en Foro
Internacional, pp. 611-614.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 113

‹ En el gobierno salinista el PAN logra un avance sig-


nificativo en su programa económico.

‹ En 1988 el PAN toma conciencia de que la demo-


cracia no significa llegar al poder, sino compartirlo.

‹ El PAN prefiere optar por un avance gradual en


materia político-electoral, en lugar de mantenerse
en la oposición y arriesgar la estabilidad política y
la transición en su conjunto.

‹ El PAN maneja la idea de que con su acercamiento


al gobierno otorga a Salinas la oportunidad de cum-
plir sus promesas democráticas, las cuales requie-
ren un acto de confianza para concretarse.

‹ El acercamiento con el gobierno le da al PAN posi-


ciones clave y privilegio dentro de la oposición in-
dependiente que no tuvo antes.

A partir de su coincidencia en el programa económi-


co, el PAN y el gobierno salinista encuentran la razón
para aliarse en contra de quien presenta un programa
diferente al suyo: el PRD, el cual es el adversario co-
mún a vencer ideológica y políticamente.71

Para el PAN la transición a la democracia exige un ma-


yor trabajo electoral por parte de todos los partidos
71
Cuauhtémoc Cárdenas, “El perfil del PRD ”, en El Cotidiano, pp. 4-5.
114 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

políticos, y la más amplia movilización popular posi-


ble. Elecciones limpias y presión social son las dos
consignas que sintetizan la estrategia propuesta por
ese partido: ganar el poder palmo a palmo, no sólo
en elecciones vigiladas sino con sus partidarios to-
mando la calle en caso de dudas sobre la limpieza de
los comicios. Cuenta con el diálogo y la negociación
como un recurso adicional para conquistar posiciones.
Con todo ello, el PAN ha reiterado que la transición a la
democracia no culminará sino hasta el momento en
que el PRI deje de gobernar.72

c) El Partido de la Revolución Democrática

Para Cuauhtémoc Cárdenas,73 la modernización eco-


nómica no se puede consumar si no corresponde con
una apertura política que garantice los derechos demo-
cráticos, que el ciudadano pueda optar libremente por
las distintas alternativas políticas que se le presentan,
así como el respeto al voto. El PRD se propone edificar
una democracia de amplia participación social en la
que todos los ciudadanos tomen parte en las decisio-
nes que afectan sus formas de vida, sus oportunida-
des, su trabajo y su ejercicio del poder. Esto se edificará
a partir del respeto al voto ciudadano, del estímulo y

72
Rosa Albina Garavito, “La intransigencia democrática del PRD y su modernidad”, en El
Cotidiano, p. 17.
73
Porfirio Muñoz Ledo, “Entrevista” de Pablo Trejo Romo, en Estudios-Políticos, pp. 86-87.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 115

desarrollo a las formas de autogestión para la pro-


ducción y los servicios, de crear un sistema de
planeación democrática donde sean determinantes y
se concilien los distintos intereses.

El PRD busca desarrollar un sistema donde se practi-


que la solidaridad social, la solidaridad humana, donde
se aliente la búsqueda y el desenvolvimiento de for-
mas de cooperación entre diferentes grupos sociales,
entre regiones distintas que puedan coincidir en pro-
yectos comunes entre trabajadores, instituciones educa-
tivas, centros de investigación y empresarios, cuyo
concurso sea necesario o conveniente para la reali-
zación de proyectos y programas determinados.

En esta propuesta el Estado debe promover su propia


democratización, la de las instituciones, de las formas de
organización social y los procedimientos para que las
agrupaciones sociales tomen sus decisiones. Debe in-
tervenir activamente para superar atrasos, marginaciones
y exclusiones sociales, combatir desigualdades e injusti-
cias y para incorporar adelantos científicos y tecnológi-
cos a la planta productiva de manera permanente.

Un planteamiento político central del PRD es que el país


no puede iniciar su transición a la democracia mien-
tras no se respete el voto. Los costos del fraude no
son únicamente para los partidos, sino fundamental-
mente para el país, cuya crisis política se profundiza.
116 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Por ello, para detener el proceso de descomposición


política, el PRD propone que los votos cuenten y que
se cuenten. Se deben sentar las bases para la disolu-
ción del régimen de partido de Estado para que el PRI
deje de usar los recursos públicos, que se abran los
medios de comunicación, que se respeten los dere-
chos humanos y los derechos sociales de los trabaja-
dores y para que la integración comercial con Estados
Unidos y Canadá contribuya a un desarrollo estable,
suficiente, justo y soberano.74

Para Porfirio Muñoz Ledo,75 –en ese entonces diri-


gente perredista– la transición a la democracia no ha
avanzado absolutamente en nada, sobre todo si se
toma en cuenta la alianza del gobierno de Salinas de
Gortari con el PAN, la cual impuso la ley electoral con
mayores controles políticos que se hayan dado. Las
ofertas salinistas de una reforma política han sido una
mentira, ninguna se ha concretado, lo que puede pro-
piciar que si no se avanza en un sentido democrático
en las leyes y en las prácticas electorales del país se
pueda llegar a los conflictos postelectorales.

Por tal motivo, el PRD plantea una reforma democráti-


ca entendida como una cultura de cambio de un siste-
ma claramente antidemocrático y autoritario a un

74
Rosa Albina Garavito, op. cit., p. 17.
75
Porfirio Muñoz Ledo, op. cit., pp. 86-87.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 117

sistema verdaderamente plural, un sistema de partidos


con claras posibilidades de alternancia en el poder y
con absoluta honestidad para desarrollar y respetar los
procesos electorales.

El PRD se niega al diálogo con el gobierno salinista por


considerarlo mediatizador e insuficiente. Propone un
diálogo abierto que es rechazado por el gobierno, lo cual
refleja que para el régimen la apertura política incluye un
pluralismo limitado y un acuerdo negociado en desigual-
dad de condiciones entre los actores políticos.

La democracia esperada

Entre las sociedades antiguas y las sociedades mo-


dernas la práctica de la democracia ha cambiado con-
siderablemente. En la antigüedad, el ciudadano ejercía
la democracia participando activa y directamente en las
decisiones públicas, mientras que en las sociedades
modernas o postmodernas la democracia se ejerce a
través de la reivindicación de los derechos y las reglas
del juego político que garanticen la competencia, la
libertad de expresar opiniones, sufragio universal y
elecciones periódicas, respeto al voto emitido, liber-
tad de asociación, pluralismo, organizaciones autó-
nomas al Estado que representen los diversos intereses
de los ciudadanos, el respeto al otro, al que piensa
diferente, la existencia de estructuras e instituciones
118 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

de carácter democrático, normas y valores democrá-


ticos y el desarrollo de una cultura política participativa
basada en la creencia compartida de que la democracia
es la mejor forma de gobierno para resolver y neutrali-
zar el conflicto político.

Partiendo del hecho de que la democracia no puede


ser directa sino representativa, implica que la demo-
cracia es una forma de gobierno sustentada en orga-
nizaciones antes que en la participación individual.
Tomando en cuenta la imposibilidad de que todos
participemos activa y directamente en la política, en la
noción moderna de la democracia las organizaciones
juegan un papel protagónico en la articulación, organi-
zación y agregación de las demandas e intereses ha-
cia el sistema político. A través de las organizaciones
y los partidos políticos se materializa el acto de la
representación. Por lo tanto, para la existencia de un
régimen democrático se requiere una pluralidad de or-
ganizaciones autónomas del Estado, a través de las
cuales el ciudadano pueda manifestar libremente sus
demandas, intereses y preferencias políticas.

La democracia política propicia la libre competencia


mediante la difusión de todos los programas y pro-
yectos emanados ante la opinión pública, alimentan-
do el debate y materializando la práctica democrática.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 119

De esta manera, la sociedad y los ciudadanos van tra-


zando su preferencia política, madurando su decisión
y dándole orientación al voto según su preferencia.

Así pues, la democracia impone la confrontación pú-


blica de las ideas y los proyectos, impulsa el debate y
el análisis, profundiza el diálogo, el disenso y el con-
senso, perfeccionando la cultura política y la capaci-
dad de juicio de cada uno de los ciudadanos.76

La ausencia de un marco legal consensado por todos


los partidos políticos en condiciones de igualdad
para los mismos, que realmente dirija y conduzca
los procesos electorales antes y después de los comicios,
y que ayude realmente a eliminar el descrédito y des-
prestigio del sistema político mexicano, hace poco
factible el cambio hacia la democracia y aumenta el
riesgo de confrontaciones violentas.

Por ello, durante el gobierno de Carlos Salinas de


Gortari, las elecciones conflictivas son atendidas de
manera particular, debido a la falta de un sistema elec-
toral confiable y limpio.

Por lo anterior, se hace urgente la necesidad de ins-


taurar una verdadera democracia, sin adjetivos, sin

76
Juan Antonio Leclercq, “La lucha por la responsabilidad”, en La Jornada Semanal, p. 16
y Gloria Brasdefer, “Cultura política”, en Revista Quorum, p. 14.
120 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

preferencias, sin tutelas, sin selectividad, con igualdad


de condiciones entre los participantes, que establezca
la validez, credibilidad y confianza de los ciudadanos
en la participación política y en los sufragios.

Las transformaciones democráticas que requiere la


sociedad deben pasar por las leyes y la consolidación
de una cultura política ciudadana participativa. Los
largos años de existencia del sistema de partido “casi
único” y sus formas de hacer política dejaron una
herencia que cuesta trabajo desechar. No todos los
partidos políticos adoptan las posturas tolerantes que
deben acompañar a una transición democrática.
Aprender a vivir en democracia es, para la mayoría de
los mexicanos, una aspiración.

La democracia puede sustentarse en un sistema de


alianzas que acreciente la organización y participa-
ción social desde abajo. Un país democrático tendrá
gobiernos legítimos, con mayor credibilidad, desperta-
rá más confianza y logrará concertaciones más am-
plias y sólidas para favorecer la inversión y el crecimiento
económico. La voluntad de los actores políticos pre-
ocupados por la democratización “reclamada”, debe
convertirse en una democratización “concertada”.
Todo ello se logra con la conformación de un siste-
ma estable de partidos con una amplia base repre-
sentativa y con vocación democrática.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 121

El desarrollo y el fortalecimiento de un sistema de-


mocrático requieren de una legislación electoral
confiable y un sistema de partidos fuerte. El consen-
so y respeto a la legislación electoral es vital en cual-
quier orden democrático.77 Un sistema político que
se precie de ser democrático debe cumplir las siguien-
tes condiciones:
‹ Mantener un Estado de derecho.

‹ Establecer una verdadera división de poderes.

‹ Contar con un sistema competitivo de partidos y


autonomía de las instituciones y organizaciones de
la sociedad civil.

‹ Que los sujetos involucrados en los procesos de


toma de decisiones sean la mayoría de la pobla-
ción adulta.

‹ Que el procedimiento de toma de decisiones se rija


por el principio de mayorías.

‹ Que estén garantizadas un conjunto de libertades


básicas (de opinión, de información, de asociación,

77
Rosa María Mirón Lince, op. cit., p. 12; Leonardo Valdés Zurita, “Elecciones y democra-
cia en México. Un ensayo”, pp. 21-22; Manuel Villa, “ PRI: después de la asamblea”, en
Nexos, p. 63; Antonio Camou, op. cit., p. 65; Jaime Sánchez Susarrey, “Reformas políticas:
ayer y hoy”, en Vuelta, p. 47 y Beatriz Magaloni K., “Pobreza y democracia”, en Cuaderno
de Nexos, p. XIV.
122 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

de reunión, etcétera) que permitan a los sujetos


involucrados presentar y/o elegir opciones políti-
cas definidas sin que medien sobre ellos mecanis-
mos de coacción.

La ausencia de una o varias de estas condiciones nos


habla de rasgos autoritarios en un sistema político.
La no sujeción a la legalidad establecida da lugar a
poderes discrecionales que con toda impunidad ma-
nipulan o pervierten los resultados electorales; la inexis-
tencia de una división y equilibrio entre los poderes
propicia la concentración de las decisiones; la ausen-
cia de partidos competitivos convierte las votaciones
en mero trámite burocrático o plebiscitario; la no au-
tonomía de la sociedad civil, de sus instituciones y
organizaciones propicia el predominio de relaciones
autocráticas que convierten en súbditos a los presun-
tos ciudadanos, haciendo nulos los derechos políti-
cos individuales.78

La democracia requiere que no haya perdedores abso-


lutos ni minorías importantes excluidas. No resuelve
los problemas de injusticia social como la marginalidad
y la pobreza, ni tampoco asegura el desarrollo econó-
mico. Sin embargo, establece acuerdos básicos y reglas
del juego claras para que los distintos intereses políti-

78
Luis Salazar, “Partidos políticos y transición a la democracia en México”, en Socioló-
gica, pp. 27-28 y Antonio Camou, op cit., pp. 56-57.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 123

cos y sociales puedan expresarse y encontrar soluciones


legítimas. No puede haber un verdadero avance demo-
crático si la sociedad (que todavía no vive una democra-
cia plena) no identifica la democracia con su propia
prosperidad.

A manera de conclusión

En el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se pos-


pone la decisión de enfrentar la apertura real del sis-
tema político, ya que en vez de impulsar la transición
a la democracia se recurre al discurso de la moderni-
zación, asignándole un papel central a la institución
presidencial en la tarea modernizadora. Estas accio-
nes sólo son perceptibles en las transformaciones ope-
radas por la regulación estatal de la economía y no en
la transformación de la vida política.

En lugar de la transición a la democracia se ofrece


una modernización que no reconoce la necesidad de
reestructurar las viejas formas de organización polí-
tica del país. Se aplica una modernización vertical que
llega a la esfera económica mas no a la esfera política.
Se pospone la transición política para concentrarse
en la reforma económica, sobre todo en materia de
privatización de empresas antes propiedad del Es-
tado.
124 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

En este sentido, la modernización emprendida por el


gobierno de Carlos Salinas de Gortari es excluyente y
autoritaria, ya que no admite consensos desde abajo,
ni acuerdos políticos con toda la oposición, ni igual-
dad de condiciones en la competencia legal y pacífica
del poder,79 aunque ya se cuenta con un marco legal
que permite que esto se pueda dar.

En la medida en que los partidos políticos se ganen


un espacio importante en la sociedad, con un pro-
yecto nacional articulado que pueda ser puesto sobre
la mesa de negociaciones como punto de partida para
llegar a acuerdos, se podrá plantear que se ha alcanza-
do el punto en que el sistema político puede dar un
giro que permita la alternancia electoral sin conflictos
y en el que las instituciones democráticas acaben im-
perando.

En una “democracia tutelada” como la que se presen-


ta todavía en el sexenio salinista, el gobierno afirma su
capacidad de intervenir en los procesos electorales con
el propósito de vigilar y, de ser necesario, alterar las
condiciones de la competencia electoral y hasta los
resultados, para que éstos favorezcan a los candida-

79
Gabriel Corona Armenta, “El papel de la institución presidencial en la transición
política de México”, en Víctor Alarcón Olguín y Héctor Zamitiz Gamboa (coordinado-
res), “Enfoques Contemporáneos en Ciencia Política”, en Revista Conmemorativa del 25
Aniversario del Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública A. C., 1974-1999,
pp. 230-232.
MÉXICO 1988-1994: LA TRANSICIÓN INCIERTA 125

tos de cierto partido. En una “democracia selectiva”,


cuyos rasgos se siguen presentando en el sexenio 1988-
1994, el gobierno otorga eventuales concesiones a la
oposición, cuya postura, en última instancia, resulta
afín a la del propio partido gobernante. Esta “demo-
cracia selectiva” se da por parte del PRI hacia el PAN,
pero no se cede ningún terreno en el caso del PRD.

En el México de 1994 todavía existen grupos sociales


que no son interlocutores efectivos de la democracia,
ya que no fueron convocados ni participaron en la
elaboración del juego democrático y la convivencia
política. Ejemplo de ello son los grupos indígenas chia-
panecos, los cuales no están representados por las
diferentes entidades políticas como instituciones o
partidos, sino que su exclusión y marginación los con-
duce a un disenso extremo que puede ser peligroso
para la transición a la democracia en el país.

Con la experiencia de la insurrección en Chiapas el


primer día de 1994, y el peligro que esto representa,
se puede encontrar el punto de partida para el avance
hacia la obtención de espacios democráticos, los cua-
les den a la sociedad mexicana la posibilidad de llegar
a un acuerdo nacional para un nuevo pacto demo-
crático acorde con las nuevas condiciones del país.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 127

LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA
POLÍTICA EN MÉXICO: (1994-2000)

La transición mexicana no es el proyecto de un grupo


ni de un partido en particular, no tiene un protagonis-
ta privilegiado ni un sujeto único. No obedece sólo a
una fecha, una coyuntura, una reforma, un episodio
y mucho menos a una campaña electoral, por impor-
tante que sea. La transición es la suma de todo eso y
mucho más.

La solidez, estabilidad y productividad política de las


democracias dependen de la calidad de los partidos y
sistemas de partidos. Igualmente, la transición se debe
en buena medida a una sociedad modernizada que
ya no cabe en el formato político de partido de Es-
tado, hegemónico o dominante, pues México es más
complejo, diverso y plural y un solo partido ya no
representa ni concilia todos los intereses y proyectos
nacionales. Es un proceso histórico que se gesta en
1977 con la reforma política; a partir de entonces se
inicia un proceso de sustitución y reemplazo de rela-

127
128 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

ciones políticas autoritarias, hacia unas que preten-


den ser cada día más democráticas.80

Superar las herencias y tradiciones del viejo sistema


autoritario de partido implica para las tres fuerzas
políticas más importantes del país: Partido Revolu-
cionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional
(PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD),
un difícil proceso de reformulación organizativa, prag-
mática y de imagen pública. Su evolución implica de-
jar vicios del pasado para ubicarse en el espacio de la
transición mexicana.81

Fue difícil que los principales actores políticos de Méxi-


co aceptaran la idea de una transición a la democracia.
Para el PRI, por ejemplo, lo que más se podía era hablar
de “profundización” o “perfeccionamiento” de una
democracia ya existente. Para la oposición, en cambio,
las reformas a las leyes e instituciones electorales eran
un maquillaje al autoritarismo del régimen. Por su par-
te, algunos politólogos señalan que en nuestro país se
había vivido una liberalización pero no una verdadera
transición democrática, la cual sólo comenzaría con el
derrumbe institucional del régimen (ya sea mediante
una “revolución democrática” perredista) o mediante
la alternancia a nivel federal (“nueva mayoría” panista).

80
José Woldenberg, La construcción de la democracia, p. 21.
81
Luis Salazar, “Carta a los partidos políticos”, en Cuaderno de Nexos, pp. 12-13.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 129

La expresión y la idea de transición como un proceso


gradual que implica pactos encaminados a construir
reglas e instituciones capaces de convertir los comicios
en un medio efectivo de elección de gobiernos y auto-
ridades, termina por imponerse en el discurso y en la
lógica de los partidos políticos. Con esto se permiten
elecciones cada vez más competidas, transparentes y
confiables, y con los cambios constitucionales perti-
nentes se otorga plena autonomía al Instituto Federal
Electoral (IFE) y se crea el Tribunal Electoral de la Su-
prema Corte de Justicia para dictaminar sobre la
constitucionalidad de los códigos electorales y atender
las impugnaciones de los partidos.

En lo que corresponde a la creación de las leyes e


instituciones encargadas de organizar y realizar el
cómputo de los votos, la transición a la democracia
presenta un gran avance, aunque eso no significa que
por ese simple hecho ya se cuente con una democra-
cia consolidada, con un sistema de partidos funcio-
nal y ni siquiera con una legislación plenamente
adecuada. Falta reformar y remodelar instituciones y
establecer nuevas maneras de entender y ejercer la au-
toridad, es decir, nuevas formas de una gobernabilidad
propiamente democrática, plenamente compatible
con comicios competidos en los que la alternancia en
el poder se vea como algo normal y hasta deseable.
130 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Se hace necesario, además, que los partidos aprendan


a responder a los intereses, preocupaciones y sensibi-
lidades de sus potenciales electores, y no solamente a
los de sus afiliados. También es necesario acceder a
un Estado de derecho propiamente dicho, traducien-
do la nueva legitimidad democrática en vigencia
irrestricta de la legalidad.

La transición a la democracia terminará cuando se


cumpla todo lo anterior y la discusión ya no sea so-
bre si hay o no democracia, sino sobre la clase de
democracia que se puede construir.82

Los síntomas de la transición en México


En su discurso de toma de posesión como Presiden-
te de la República el 1 de diciembre de 1994, para el
sexenio comprendido hasta el 30 de noviembre de
2000, Ernesto Zedillo Ponce de León anuncia el com-
promiso de llevar a cabo una nueva reforma electoral
que atienda las demandas de mayor transparencia y
equidad en la competencia. Días después, el 17 de
enero de 1995, ante la presencia del Presidente de la
República, los dirigentes de los partidos políticos con
representación en la Cámara de Diputados firman el
documento “Compromisos para un Acuerdo Polí-

82
Luis Salazar, “¿Cómo terminar la transición?”, en Cuaderno de Nexos, pp. 11-12.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 131

tico Nacional”, en que establecen la necesidad de im-


pulsar la reforma electoral, coincidiendo con Zedillo
en que los temas centrales de la reforma deben aten-
der la demanda de procesos electorales equitativos y
confiables, así como asegurar su legalidad y transpa-
rencia.

El presidente Zedillo comienza a utilizar el término


de “instaurar la normalidad democrática”, concepto
impreciso que a decir de sus críticos supone que en el
pasado se había vivido en la anormalidad.83

Paralelamente a los trabajos para la firma del acuerdo


político nacional entre los partidos políticos y el Eje-
cutivo Federal, se conforma un grupo alentado por
organizaciones sociales y algunos consejeros ciuda-
danos, que se reúne en el Castillo de Chapultepec, con
el propósito de elaborar y presentar una posición uni-
ficada sobre la reforma electoral, que se resume en
los siguientes puntos: autonomía e independencia
plena del IFE; control constitucional del ejercicio de
los derechos políticos; igualdad en el otorgamiento
del financiamiento público a los partidos; equidad en
el acceso a los medios de comunicación; prohibición
al uso de los colores y los símbolos patrios por los
partidos políticos; desaparición del registro condicio-

83
Carlos Sirvent, “Reformas electorales y representación política en México, 1910-2000”,
en Carlos Sirvent (coordinador), Partidos políticos y procesos electorales en México, p. 99.
132 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

nado a los partidos; reducir los requisitos para la for-


mación de coaliciones y asociaciones políticas; crea-
ción de la cédula de identidad ciudadana; prohibición
a la identificación y utilización de los programas públi-
cos con los programas partidistas; así como prohibi-
ción de la afiliación colectiva a los partidos políticos.
Del resultado del Seminario del Castillo de Chapul-
tepec se desprenden cuatro puntos importantes: im-
parcialidad de los órganos electorales; equidad en la
competencia electoral; representación equitativa; y sis-
tema de partidos fuerte.

El 25 de julio de 1996, los coordinadores de los grupos


parlamentarios de los partidos con representación en
la Cámara de Diputados, así como el Presidente de la
República, presentan conjuntamente una iniciativa de
reforma a la Constitución General de la República en
materia electoral, que es aprobada. Esto da paso a re-
visar y reformar también el Código Federal de Insti-
tuciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), para
adecuarlo a la nueva reforma constitucional, aunque
se presentan ciertos desacuerdos en cuanto al monto
del financiamiento público, así como a la flexibilización
de las coaliciones, por lo que la reforma al Cofipe se
hace sin el voto del PAN y del PRD.84

Pese a ello, a partir de entonces la democracia electo-


ral se encuentra relativamente consolidada, ya que por
84
Ibidem, pp. 99-100.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 133

lo general las elecciones son libres, transparentes y


sus resultados son creíbles. Lo importante a partir de
ahora es que de esas elecciones limpias emerjan go-
biernos eficaces y responsables, capaces de encauzar
y procesar productivamente la pluralidad política y
social y sean promotores de bienestar. La calidad de
estos gobiernos dependerá de tres factores: a) de la
existencia de instituciones eficaces, profesionalizadas
y sensibles a las demandas sociales; b) de la existencia
de partidos representativos y responsables ante los
electores; y c) de una sociedad civil cuyas organizacio-
nes sean capaces de promover la participación ciuda-
dana en la demanda, elaboración, deliberación y
aplicación de las políticas públicas.

Desde esta perspectiva, la tarea de construir una de-


mocracia eficiente y relevante supone reformar y for-
talecer al Estado, comenzando por las instituciones
encargadas de la seguridad pública y la procuración
de justicia. La consolidación democrática pasa por la
transformación de los procesos de toma de decisión,
por la inclusión o incorporación del adversario y por
la conducción, que sería la capacidad de mando y
dirección adecuada de los cambios.

En la fase de la transición mexicana presentada duran-


te este sexenio, ni siquiera con las elecciones presiden-
ciales de 2000 –en que el PRI pierde la Presidencia de la
República– se presentan desplomes institucionales.
134 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Ha sido, en cambio, un proceso sin duda jalonado por crisis


y agravios, pero sobre todo promovido por negociaciones,
compromisos y reformas graduales. En este trayecto han
perdido tanto las posturas conservadoras, siempre reacias a
asumir los cambios, como las posiciones radicales, igual-
mente incapaces de reconocer los avances parciales.85

Los síntomas de la transición en México durante estos


seis años de gobierno zedillista se perciben en que se
pasa de un régimen de partido hegemónico o domi-
nante, a un régimen multipartidista de competencia
electoral, junto con la construcción de instituciones
electorales adecuadas a la pluralidad real del país.

En estos años comienzan a existir varias condiciones


sin las cuales hubiera sido imposible la competencia
democrática:

‹ Partidos políticos reales, con afiliados reales y vo-


tantes reales. Los partidos políticos son nacionales,
bien estructurados, arraigados y son parte funda-
mental del soporte del nuevo funcionamiento del
Estado. Este moderno sistema de partidos re-
presenta los intereses de sectores importantes de
ciudadanos e incluye toda la gama de ideologías
políticas en México.

85
Luis Salazar, “La democracia que vino”, en Nexos, p. 31.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 135

‹ El régimen y el sistema político atraviesan por un


proceso de transición acentuado a partir de las
elecciones de 1988, y que continúa sin resolverse.

‹ Instituciones y leyes electorales equitativas que ga-


rantizan la celebración de elecciones limpias.

‹ Una ciudadanía real que se expresa realmente, que


vota y ejerce su voluntad, y que ha aprendido a usar
el voto como su instrumento de inserción en la
vida política del país.

‹ Hay una opinión pública alerta y unos medios de


comunicación con mayor credibilidad.86

De las condiciones anteriores destaca en buena me-


dida la creación del IFE, su urbanización y autonomía
respecto al Poder Ejecutivo, por su contribución a la
normalidad jurídica y política, ya que desde su crea-
ción los comicios federales –tanto para Presidente
de la República como para diputados federales y se-
nadores– resultan cada vez más confiables, mejor or-
ganizados y más equitativos. En la década de los
noventa el papel del IFE es crucial para mantener abier-
ta y transitable la vía electoral, sobre todo después del
descalabro que se vivió por la crisis electoral de 1988,
como condición indispensable para hacer factible la
86
Héctor Aguilar Camín, “La transición y el escollo de la violencia”, en Nexos, p. 45 y
José Woldenberg, op. cit., pp. 34-35 y 57.
136 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

transición democrática y que los partidos políticos y


la opinión pública entiendan y se comprometan con
la vía electoral. La legitimidad y eficacia del IFE se deja
ver en que los resultados electorales son asumidos,
respetados y acatados por los partidos políticos y la
ciudadanía.

Por otra parte, las condiciones de la competencia han


mejorado. Los recursos públicos para los partidos pre-
valecen sobre los privados. Con esto se logra trans-
parentar el origen de los recursos, garantizar la
independencia de los partidos, tener condiciones ade-
cuadas de equidad en la competencia y evitar la ten-
tación de acudir a fuentes ilegítimas de financiamiento.
También se establecen topes a los gastos de campa-
ña que pueden hacer los partidos y todos los candi-
datos a ejercer un cargo de elección popular. Se regulan
las aportaciones que pueden hacer los particulares a los
partidos y se prohíbe que instituciones gubernamen-
tales, organizaciones extranjeras, ministros de culto,
empresas de carácter mercantil o mexicanos residen-
tes en el extranjero contribuyan a las finanzas de los
partidos políticos.87

87
José Woldenberg, op. cit., pp. 39-40, 46-47 y 60-61.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 137

1994-1997: la nueva distribución del


poder entre los partidos

Con las elecciones presidenciales del 21 de agosto de


1994 y el triunfo del PRI, dentro del sistema político
mexicano se define un esquema de partido dominante
con un “modelo de oposición democrática bipolar
antitética con pluralismo limitado y no polarizado”.88

El PAN y el PRD se sitúan como la segunda y tercera


fuerza electoral, quedando el Partido del Trabajo (PT)
como cuarta fuerza, pero muy por debajo de los an-
teriores. Los otros partidos participantes en la con-
tienda electoral: Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana (PARM), Partido Popular Socialista (PPS), Par-
tido del Frente Cardenista de Reconstrucción Na-
cional (PFCRN), Partido Demócrata Mexicano (PDM) y
Partido Verde Ecologista de México (PVEM) no obtie-
nen la votación mínima requerida, por lo que no tie-
nen representación en la Cámara de Diputados y
pierden su registro, aunque algunos de ellos lo recupe-
ran posteriormente.

En estas elecciones se da un 77 por ciento de partici-


pación electoral. El triunfo –con casi el 50 por ciento
de la votación efectiva– es para Ernesto Zedillo Ponce

88
Daniel Ramos Torres, “Del gobierno y la oposición democrática en México: el pacto
institucional”, en Estudios Políticos, p. 19.
138 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

de León, candidato sustituto del PRI, después del ase-


sinato de Luis Donaldo Colosio cuando se encontra-
ba en campaña. Diego Fernández de Cevallos del PAN
y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del PRD, ocupan
el segundo y tercer lugar, respectivamente. En la inte-
gración del Congreso de la Unión, el PRI logra la mayo-
ría absoluta en el Senado y en la Cámara de Diputados.
Fuera del esquema de partidos, pudiéramos decir que
el voto por el PRI es por la continuidad, mientras que el
voto por la oposición en su conjunto es el voto por
el cambio. Se inicia así el tránsito de un sistema de
partido dominante hacia un sistema competitivo de par-
tidos, ya que las oposiciones continúan su tendencia
al alza en cuanto a resultados electorales y, en muchas
entidades federativas, entre 1994 y 2000, dejan de ser
oposición para pasar a ser gobierno.89

Al asumir Ernesto Zedillo Ponce de León la Presi-


dencia de la República, señala que marcaría una “sana
distancia” del PRI, que se entiende como dejar de par-
ticipar en la vida interna del partido y dejar de ser el
líder real del partido. También marca su distancia de
Carlos Salinas de Gortari, con quien inclusive hay un
rompimiento muy claro al apoyar la detención y en-
carcelamiento de Raúl Salinas de Gortari, hermano
del expresidente, por ser sospechoso de corrupción,
tráfico de influencias, lavado de dinero y de la autoría

89
Ibidem, pp. 7-8 y 19-20.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 139

intelectual del asesinato del político priísta José Francis-


co Ruiz Massieu.

El presidente Zedillo manda un mensaje de colabora-


ción y cercanía al PAN, al incluir en su gabinete a un
panista como Antonio Lozano Gracia, quien es nom-
brado Procurador General de la República.

Las elecciones intermedias de 1997 para diputados


federales, la mitad de los senadores y para jefe de
gobierno del Distrito Federal son muy significativas.
Por primera vez en la historia de México, en 1997,
Porfirio Muñoz Ledo, un diputado de oposición, en
este caso del PRD, contesta el informe presidencial
apoyado por todos los partidos de oposición al PRI.
Esto se debe a que en esas elecciones el PRI deja de
ser mayoría en la Cámara de Diputados, pues obtiene
menos de la mitad de la votación, y se enfrenta al
hecho de no poder aprobar por sí sólo las leyes en el
congreso. Este hecho cambia la relación, el debate y
la discusión en el interior del congreso y, por primera
vez, el PRI se enfrenta al hecho de no poder aprobar
por sí mismo los paquetes financieros económicos,
así como un conjunto de legislaciones.90

90
Martí Batres Guadarrama, “Legislación electoral, partidos políticos y procesos elec-
torales”, en Ana Alicia Solís de Alba, et. al. (coordinadores), El último gobierno del PRI .
Balance del sexenio zedillista, p. 131.
140 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Con el resultado electoral del 6 de julio de 1997, se mar-


ca un profundo cambio político en el conjunto de las
instituciones y estructuras que regulan la lucha por el
poder electoral y su ejercicio. A partir de entonces se
cuenta con la presencia de tres fuerzas políticas si-
milares: PRI, PAN y PRD en que a la vez que son gobier-
no, también son oposición, iniciándose así un proceso
más consolidado de alternancia política, lo que habla
de una nueva distribución del poder electoral entre
partidos políticamente competitivos.

El PRI es el gran perdedor de esta elección, el PAN


sufre una inesperada derrota en el Distrito Federal
que distorsiona sus cálculos nacionales, mientras que
el PRD obtiene un crecimiento considerable en térmi-
nos de votos y de curules, aunque se sigue mante-
niendo como un partido con presencia regional.

En las elecciones intermedias de 1997, el PRI obtiene


el 39 por ciento de la votación nacional para diputa-
dos, que si bien lo mantienen en el primer lugar, muy
arriba de sus principales contendientes, significa una
caída del once por ciento respecto a los resultados
para diputados que obtuvo en 1994, y del 22 por cien-
to respecto a 1991. La disminución de la votación en
favor del PRI también se refleja en las curules que logra
ganar, obteniendo en total 164 diputaciones de mayo-
ría relativa, es decir, 109 menos que en 1994.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 141

Tomando en cuenta que gracias al sistema plurinomi-


nal o de representación proporcional le son asignadas
75 diputaciones más, el PRI llega a un total de 239
diputados en 1997 y, por primera vez en su historia,
pierde la mayoría relativa en la Cámara de Diputados.

A nivel regional también sufre serias derrotas. En la


capital de la República, por ejemplo, pierde la jefatura
del gobierno del Distrito Federal y no logra ganar
ninguna de las 40 diputaciones locales para la Asam-
blea Legislativa del Distrito Federal, y ninguna de las
30 diputaciones federales correspondientes a la capital
del país, además de que pierde dos de las seis guber-
naturas en disputa: Nuevo León y Querétaro. Sin em-
bargo, se recupera significativamente en otras entidades
como Puebla, Oaxaca, Veracruz y Tabasco, en donde
logra conservar sus niveles de votación y recuperar-
se frente al PAN y al PRD.91

En las elecciones de 1997 el PAN mantiene práctica-


mente el mismo porcentaje que en 1994, aumentan-
do su votación sólo en dos por ciento y ubicarse en
un 26.9 por ciento del total, obteniendo 64 curules
de mayoría relativa y 57 de representación propor-
cional, es decir, un total de 121.

91
Carlos Sirvent, “Las elecciones de 1997. El voto por la alternancia”, en Estudios
Políticos, pp. 67-68.
142 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

A nivel regional el PAN tiene un desempeño desigual,


ya que mientras por un lado en 1997 triunfa en dos
gubernaturas importantes como Nuevo León y Que-
rétaro, por el otro sufre una seria derrota en el Distrito
Federal, donde cae al tercer lugar de la votación.

En estas elecciones el PRD obtiene el 25.5 por ciento


de la votación nacional, lo que significa un crecimien-
to del diez por ciento con respecto a 1994. Alcanza
70 diputaciones de mayoría y 55 de representación
proporcional, o sea 125 diputados en total, y en el
Distrito Federal gana tanto la jefatura de gobierno en
favor de Cuauhtémoc Cárdenas, como 38 de las 40
diputaciones locales de mayoría y 28 de las 30 diputa-
ciones federales en disputa.

Como resultado de los comicios intermedios de 1997,


la oposición en su conjunto se convierte en mayoría
nacional con respecto al PRI. El PAN gobierna a casi 38
millones de personas y el PRD a 17.5 millones, que
equivalen al 61 por ciento de la población nacional.
De igual manera, en la Cámara de Diputados la opo-
sición en su conjunto cuenta con la mayoría absoluta,
con lo que el PRI pierde el control del congreso. Del
resultado de estas elecciones se desprende que el PRI
comienza a gobernar sobre menos de la mitad de la
población del país.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 143

Como lo señala Carlos Sirvent,92 del análisis y los re-


sultados de las elecciones de 1997 se destaca que el
principal avance democrático es la limpieza, credibili-
dad y confianza ciudadana. La Cámara de Diputa-
dos comienza a conformarse por tres fuerzas políticas
importantes: PRI, PAN y PRD que evitan que una de las
tres fracciones parlamentarias tenga la mayoría abso-
luta y abre la expectativa real de una alternancia polí-
tica, pasando de la periferia al centro, es decir, de las
gubernaturas a la capital de la República.

Con esta derrota electoral del PRI el 6 de julio de 1997


se facilita una mayor competencia y una más amplia
representación política, que en realidad significa una re-
distribución del voto a favor de partidos distintos al
PRI. El hecho relevante de todo esto es que el electo-
rado vota por la diversidad, la pluralidad y busca la
alternancia en el poder.

Al no obtener el PRI la mayoría de las diputaciones


producto de las elecciones de 1997, los representan-
tes del resto de los partidos conforman un bloque
mayoritario opositor que funciona para ciertas coyun-
turas como la conformación de comisiones al inte-
rior de la Cámara de Diputados, o para que diputados
de partidos diferentes al PRI pudieran responder los
informes de gobierno. Sin embargo, al igual que en el

92
Ibidem, pp. 69-71.
144 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el PAN prefiere


entablar negociaciones y firmar pactos con el PRI y el
gobierno de Zedillo, en vez de apoyar la conformación
de una verdadera alianza opositora que funcionara para
todos los aspectos importantes de la agenda nacio-
nal. Esto se da porque para hacer leyes reglamenta-
rias y modificaciones a la Constitución General de la
República, el PRI requería del apoyo del PAN, ya que el
PRD no se lo otorga.

Sin una estrategia global clara, el PAN se sumó a las políticas


de los gobiernos de Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.
Aunque su trabajo parlamentario rindió frutos, su presencia
electoral se estancó y, en algunos casos, hasta decreció rela-
tivamente en los comicios federales y en la mayoría de los
locales de 1997 y 1998.93

Si bien es cierto en el bloque opositor el PAN juega un


papel ambivalente, lo cierto es que en general la Cá-
mara de Diputados de la legislatura comprendida en-
tre 1997-2000, queda bajo el control del bloque de
diputados de oposición, con lo que el sistema autori-
tario mexicano entra en una nueva etapa de su histo-
ria y se presenta como un contrapeso real del Ejecutivo.
A partir de ese momento se dan las condiciones para
acotar los poderes metaconstitucionales tradicional-

93
Francisco Reveles Vázquez, “Las señales de la institucionalización del PAN ”, en
Francisco Reveles Vázquez (coordinador), Partido Acción Nacional: los signos de la
institucionalización, pp. 58-59.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 145

mente ejercidos por la Presidencia, para obligarla a


respetar la división de poderes y a impulsar la transi-
ción a la democracia.

Debido a la nueva composición política de la Cámara


de Diputados, las pugnas entre el Poder Ejecutivo y
el Poder Legislativo se acentúan, lo cual evidencia a
partir de ese momento la capacidad del legislativo
para frenar las facultades metaconstitucionales del
Presidente.94

Con base en las ideas sobre los procesos de cambio


político y la instauración de la democracia, a partir de
1997, en México se expresa una democracia electoral
efectiva, ya que existen libertades políticas individua-
les, hay un sistema de partidos competitivo, eleccio-
nes libres y sufragio universal efectivo.

Se deja atrás el viejo régimen del presidencialismo sin


fronteras, de inequitativa competencia electoral, y en
su lugar comienza a cobrar forma una Presidencia
acotada, un sistema de partidos competitivo, hay elec-
ciones libres, libertad de expresión y una sociedad
más organizada y participativa. Hasta ahora, el eje de

94
Gabriel Corona Armenta, “El papel de la institución presidencial en la transición
política de México”, en Víctor Alarcón Olguín y Héctor Zamitiz Gamboa (coordina-
dores), “Enfoques contemporáneos en ciencia política”, Revista Conmemorativa del 25
Aniversario del Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública A. C., 1974-1999,
p. 238.
146 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

la transición ha sido el proceso de cambio a un régi-


men democrático con partidos competitivos y elec-
ciones libres, donde si bien es cierto ya existe un marco
legal generalmente aceptado y válido, falta todavía re-
solver algunos aspectos instrumentales y procedimen-
tales que requieren perfeccionarse, como es el caso
de la regulación y fiscalización de los recursos de los
partidos políticos,95 pues éste es uno de los aspectos
que empañan la elección presidencial del 2000 y que
afecta tanto al PAN como al PRI.

1997-2000. La construcción de la
alternancia presidencial

A partir de los resultados electorales de 1997, la alter-


nancia en el Distrito Federal y la nueva composición
en el Poder Legislativo, los partidos políticos de opo-
sición al PRI: PAN PRD PT y PVEM, inician una serie de
trabajos en materia electoral.

Uno de ellos consiste en aprobar por primera vez, en


diciembre de 1998, el Código Electoral del Distrito
Federal, ya que por ser la capital de la República antes
se aplicaban las leyes electorales federales. Entre sus
innovaciones más importantes se establece el dere-
cho de los ciudadanos de participar como observa-

95
Alberto Begné Guerra, “¿Y después de la transición?, en Nexos, pp. 53-54.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 147

dores electorales en cualquier etapa del proceso. Se


establece que ningún partido político puede postular
a más del 70 por ciento de candidatos de un mismo
género, y esto se refiere no sólo a los propietarios sino
también a los suplentes. También se establece san-
cionar a los partidos que rebasen los topes de cam-
paña. Se prohíbe el financiamiento a los partidos
políticos proveniente de personas morales, a fin de evi-
tar fuentes de financiamiento de difícil ubicación. Se
establecen mecanismos para garantizar el acceso a
los partidos políticos en los medios de comunicación
a través de la contratación de tiempo aire por parte
del Instituto Electoral del Distrito Federal. Algo muy
importante y que este código sí incluye –a diferencia
del Cofipe, que rige a nivel nacional–, es que en el
Distrito Federal se reconoce el derecho a formar can-
didaturas comunes.96

También los partidos de oposición al PRI discuten


una serie de aspectos, entre 1997 y 1999, para una
nueva reforma electoral, que aunque no prospera es
importante señalar. Se incluye lo relativo al voto de
los mexicanos en el extranjero; la eliminación de la
sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión; la
reducción del número de legisladores; la creación de
una Comisión de Fiscalización de los Recursos de los
Partidos y Agrupaciones Políticas en las campañas y

96
Martí Batres Guadarrama, op. cit., pp. 136-137.
148 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

precampañas; eliminación de los “candados” a las coa-


liciones, para que los partidos coaligados mantengan
las prerrogativas y el financiamiento público que les
corresponde a cada uno de ellos de manera individual;
garantizar la existencia de coaliciones parciales, que
significa la posibilidad de que la coalición se pueda dar
exclusivamente para una candidatura, como puede
ser la presidencial, o para un número indeterminado
de candidaturas. Incluye también la candidatura co-
mún, que determina que dos o más partidos, sin me-
diar coalición, puedan postular al mismo candidato.

Pese a que esta propuesta de reformas se presenta en


el Senado, el PRI logra detenerla, desecharla y archi-
varla por no ser de su conveniencia.97

Si bien es cierto el PAN sufre una severa caída de su


votación en las elecciones federales de 1997, a partir
de entonces comienza a fortalecerse en el plano muni-
cipal y estatal. Para 1999 gobierna varios estados de la
República: gana la gubernatura de Jalisco con Alberto
Cárdenas, retiene la de Baja California con Héctor
Terán, Guanajuato con Vicente Fox Quesada, Fer-
nando Canales Clariond gana en Nuevo León, Felipe
González en Aguascalientes e Ignacio Loyola Vera hace
lo mismo en Querétaro. Cabe precisar que el PAN pier-

97
Sirvent, “Reformas electorales y representación política en México, 1910-2000”, op. cit.,
pp. 117-118.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 149

de Chihuahua ante el PRI, que tiene como candidato a


Patricio Martínez. Controla 287 presidencias munici-
pales (entre ellas 12 capitales de estado), cuenta con
varios diputados en congresos locales, 121 diputados
federales y 32 senadores.

El PRD también incrementa su presencia política en el


país, ya que aprovecha el rompimiento de muchos
priístas con su partido, quienes pasan a afiliarse al PRD.
Con candidatos expriístas, pero con las siglas del PRD,
este partido gana las gubernaturas de Zacatecas con
Ricardo Monreal, Tlaxcala con Alfonso Sánchez Anaya,
Nayarit con Antonio Echavarría, así como Chiapas
con Pablo Salazar Mendiguchía, estos tres últimos en
alianza con otros partidos.

Desde finales de 1998 es evidente que la mayoría de


los mexicanos quiere que pierda el PRI en las eleccio-
nes presidenciales de 2000; lo que no estaba claro era
quién querían que ganara. Según Macario Schettino,98
las encuestas y datos duros de la época dicen que
entre 60 y 66 por ciento de la gente quería que per-
diera el PRI; pero no alcanzaban a seleccionar entre
los posibles candidatos de oposición a alguien que
pudiera conjuntar, por sí solo, esa cantidad de votos.

98
Macario Schettino, “Necesitamos partidos ideológicos”, en Gastón Luken Garza y
Virgilio Muñoz, Escenarios de la transición en México, p. 327.
150 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Es por ello que a principios de 1999, se comienza a


discutir la posibilidad de hacer una gran alianza opo-
sitora que, precisamente, cosechara ese 60 o 66 por
ciento de los votos antiPRI. Esta idea de la alianza se
comienza a negociar entre marzo y abril, alcanza su
punto más alto en julio y se agota en agosto.

Antes de que iniciara formalmente la campaña presi-


dencial con miras a las elecciones federales de 2000,
el PAN y el PRD se enfrascan en una serie de negocia-
ciones para ver si podían conformar una coalición
electoral en contra del PRI.99 Teniendo como abande-
rados tanto a Vicente Fox como a Cuauhtémoc Cár-
denas, respectivamente, ambos partidos y candidatos
no logran llegar a acuerdos, sobre todo en cómo de-
finir de entre los dos al candidato postulado para la
alianza. Mientras que el PRD y su candidato pugnan
por hacer una elección primaria, Fox y los panistas
prefieren un sondeo de opinión. Ninguno de los can-
didatos declina en favor del otro y finalmente la alianza
no se realiza.100

99
Según Sergio Aguayo Quezada, en esta posible alianza del PAN y el PRD contra el PRI
juegan un papel clave dos partidos menores que participan en las elecciones de 2000,
pero que al no lograr la votación requerida pierden su registro. Estos partidos son
Convergencia por la Democracia, de Dante Delgado, y el Partido del Centro Democrá-
tico, de Manuel Camacho Solís. Ambos convencieron a las dirigencias del PAN y del PRD
de que iniciaran diálogos para llegar a una alianza de un solo candidato. El primer
encuentro se realiza en la casa de Manuel Camacho. Sergio Aguayo Quezada, “La
alianza que no fue”, en Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz, op. cit., pp. 14-15.
100
Francisco Reveles Vázquez, “La victoria de Vicente Fox y del Partido Acción
Nacional en las elecciones del 2000”, en Estudios Políticos, pp. 18-19.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 151

La campaña electoral del año 2000 para la Presiden-


cia de la República, renovar el Senado y la Cámara de
Diputados se realiza dentro de un marco legal demo-
crático, con disposiciones legales aprobadas y cono-
cidas desde 1996 con el Cofipe reformado. Los partidos,
las coaliciones y sus candidatos ganan o pierden en
condiciones de equidad. Los ciudadanos son los gran-
des protagonistas del proceso al aprender a utilizar el
voto como verdadero medio de elección de sus gober-
nantes y saberlo diferenciar para elegir la opción de
su preferencia.

Para la elección presidencial hay tres fuertes candida-


tos que son Cuauhtémoc Cárdenas, quien renuncia a
la jefatura de gobierno del Distrito Federal para ser
postulado por la Alianza por México (una coalición
de cinco partidos encabezada por el PRD e integrada
además por el PT, Convergencia por la Democracia,
el Partido Alianza Social y el Partido de la Sociedad
Nacionalista), Francisco Labastida Ochoa es el can-
didato del PRI y Vicente Fox Quesada, quien renuncia
a la gubernatura de Guanajuato e inicia su precampaña
desde 1997, es apoyado por una organización deno-
minada los “amigos de Fox”,101 y es postulado ofi-
cialmente por la Alianza por el Cambio conformada
por el PAN y el PVEM.
101
Los “amigos de Fox” es una asociación civil, dirigida por Lino Korrodi, que se
constituye al margen del PAN y del comité de campaña, mucho antes de que iniciara
formalmente la contienda electoral. Está conformado por personas cuyos vínculos
152 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

Si bien es cierto el PRD incrementa su votación en 1997,


en el 2000 no se logran capitalizar esos triunfos.
Cuauhtémoc Cárdenas tiene que renunciar para par-
ticipar como candidato presidencial, primero por el PT,
luego por el PRD y finalmente por la Alianza por Méxi-
co –como ya se dijo– a la jefatura de gobierno del Dis-
trito Federal, donde tuvo una gestión sin sobresaltos y
sin hacer una propaganda adecuada de los resultados
positivos de su gestión. Se presentan además dos acon-
tecimientos internos en el PRD que seguramente afectan
el resultado electoral, como es el caso de la anulación de
las elecciones internas para seleccionar a su dirigencia
nacional, en la cual resulta electa la planilla encabezada
por Amalia García, así como la renuncia al PRD de Porfirio
Muñoz Ledo, uno de sus fundadores y principales
ideólogos, quien se sale del partido junto con su co-
rriente, llamada Nueva República, por ver cerradas
sus posibilidades de participar en una contienda in-
terna para postularse como candidato presidencial por
el PRD, cargo que según Muñoz Ledo le correspondía.

Cabe señalar que Porfirio Muñoz Ledo al renunciar al


PRD logra ser candidato del PARM a la Presidencia de la
República, pero después renuncia y se adhiere al lla-

amistosos, profesionales y políticos con Fox datan de tiempo atrás. Su función consiste
en ganar mayores adeptos no para el PAN, sino para la candidatura foxista y allegarse de
recursos económicos para la precampaña –que Fox inicia en 1997 al renunciar a la
gubernatura de Guanajuato– y la campaña iniciada formalmente en enero de 2000. En el
comité de campaña participan tanto panistas como integrantes del grupo “amigos de
Fox”, Francisco Reveles, en Estudios Políticos, pp. 21-23.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 153

mado “voto útil” en favor de la candidatura de Vi-


cente Fox.102

Por primera vez en su historia, el PRI realiza una elec-


ción interna para elegir a su candidato a la Presidencia
de la República, en la cual participan cuatro precandi-
datos que son: Manuel Bartlett Díaz, Roberto Ma-
drazo Pintado, Humberto Roque Villanueva y
Francisco Labastida Ochoa, de los cuales obtiene el
triunfo este último, no sin antes dejar al interior del
partido ciertas fracturas debidas a quejas por fraude
en las elecciones internas. Por primera vez en este
partido no se da el llamado “dedazo” o imposición
abierta del Presidente de la República hacia el candi-
dato del PRI a la Presidencia, aunque es claro que
Labastida es el precandidato que más cuenta con la
simpatía del presidente Zedillo. La “sana distancia”
que éste adopta hacia el PRI desde el inicio de su go-
bierno –que debe entenderse como falta de apoyo
del Presidente al PRI o el no inmiscuirse en sus asun-
tos internos– es uno de los aspectos que ayudan a
entender la derrota de este partido en la elección
presidencial.

El triunfador de la contienda presidencial del año 2000


es Vicente Fox Quesada, candidato de la Alianza por
102
La versión completa sobre esto, explicado por el propio actor político se encuentra
en Porfirio Muñoz Ledo, “El sistema no era de leyes, sino de prácticas”, en Gastón
Luken Garza y Virgilio Muñoz, op. cit., pp. 175-180.
154 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

el Cambio; con casi 16 millones de votos, lo que re-


presenta el 42.52 por ciento de la votación emitida;
mientras que Francisco Labastida Ochoa, candidato
del PRI obtiene el 36.1 por ciento equivalente a 13.5
millones de votos y la Alianza por México, encabeza-
da por Cuauhtémoc Cárdenas se queda con el 16.6
por ciento de la votación equivalente a 6.2 millones
de votos. El resto de los votos emitidos es para los
partidos minoritarios que al no obtener la votación
legal mínima para mantenerse como tales, pierden su
registro como el Partido del Centro Democrático di-
rigido por Manuel Camacho Solís, el PARM y el Partido
Democracia Social encabezado por Gilberto Rincón
Gallardo.103

El triunfo de Fox y la Alianza por el Cambio es apo-


yado por una buena cantidad de mexicanos que de-
seaban el cambio político en México y romper con la
hegemonía y el dominio de un solo partido político
(el Partido Nacional Revolucionario-Partido de la Re-
volución Mexicana-Partido Revolucionario Institucio-
nal) que se mantuvo en el poder durante 71 años
ininterrumpidos. Por otro lado, la composición en la
Cámara de Diputados y en el Senado cambia, ya que
también ahí el PRI deja de ser el partido con mayoría
absoluta, por lo que se realiza la alternancia política en

103
Carlos Sirvent, “Reformas electorales y representación política en México, 1910-2000”,
op. cit., pp. 120-126.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 155

México, y se da un paso adelante en la transición a la


democracia. Su indiscutible victoria es posible en paz
y con estabilidad porque ya estaban dadas las condi-
ciones democráticas de la alternancia política.

Parte del éxito de la campaña foxista gira en torno a


su postura antiPRI, antigobierno y a favor del llamado
“voto útil” que promueve durante los últimos 45 días
de su campaña. Ante la aparente imposibilidad de ga-
nar por sí sólo, Fox hace varios llamados a Cuauhtémoc
Cárdenas, a los militantes y simpatizantes de la Alian-
za por México, para conceder su voto al panista y
“sacar al PRI de los Pinos”. Este llamado al “voto útil”
no tiene mucho eco entre los dirigentes de los parti-
dos a los que se hace el llamado, pero sí entre inte-
grantes de la sociedad civil y militantes de los partidos.
Inclusive esta propuesta se ve enriquecida al plantear
Vicente Fox en la recta final de su campaña la posibi-
lidad de la creación de un gobierno de transición,
incluyente, comprometido con la transformación del
régimen político y dispuesto a aceptar las adhesiones
y propuestas de otros actores políticos.104

Una de las razones del candidato presidencial perredista


contra el “voto útil” es que el PRD era un partido de
principios y no pragmático, pero la realidad es dife-

104
Francisco Reveles Vázquez, “La victoria de Vicente Fox y del Partido Acción
Nacional en las elecciones del 2000”, op. cit., pp. 33-34.
156 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

rente, ya que en la Alianza por México, que postula a


Cárdenas como candidato presidencial, participan
partidos con dudosos orígenes y trayectorias, lo que
hace pensar que para captar más votos el PRD hace a
un lado los principios y pone al frente el pragmatismo
electoral. A pesar de ello, la votación nacional a favor
de la Alianza por México es menor que la obtenida
por el PRD en 1994, a pesar de que el padrón electoral
crece en cerca de doce millones de ciudadanos más
de 1994 a 2000. En 1997, sin alianzas, el PRD logra el 25
por ciento de los votos para el Congreso de la Unión y
en el 2000, en alianza con cuatro partidos, alcanza alre-
dedor de 19 por ciento.105

El verdadero “voto útil” es el que ejerce la ciudadanía


el día de la elección presidencial y federal para reno-
var también el Poder Legislativo. Aunque se detiene
la posibilidad de la alianza opositora, sigue siendo evi-
dente que la población quería que “saliera el PRI de los
Pinos” y concede su voto a Vicente Fox, el candida-
to de oposición con más posibilidades de derrotar al
PRI, como lo indican las encuestas del momento.106

El voto diferenciado es la característica de esta elec-


ción y significa que los ciudadanos votan por un par-

105
Octavio Rodríguez Araujo, “Los partidos políticos en México, origen y desarrollo”,
en Sirvent, Carlos (coordinador), Partidos políticos y procesos electorales en México, p. 56.
106
Macario Schettino, op. cit., pp. 328-329.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 157

tido para la Presidencia y por otro partido distinto


para elegir representantes al Poder Legislativo, por
ejemplo, quienes votan por la Alianza por el Cambio
en favor de Fox, no hacen lo mismo para los candi-
datos a diputados por esta coalición entre el PAN y el
PVEM, ya que entre ambos sólo obtienen 223 de los
500 diputados federales (206 del PAN y 17 del PVEM),
mientras que el PRI es mayoría simple en la Cámara de
Diputados con 211 legisladores, 50 del PRD, 7 del PT, 4
de Convergencia por la Democracia (CD), 3 para el
Partido de la Sociedad Nacionalista y 2 para el Parti-
do Alianza Social, por lo que ningún partido por sí
solo –tomando en cuenta su número de diputados–
puede modificar la Constitución ni aprobar leyes, ya
que para el primer caso se requiere de la aprobación de
la mayoría calificada, es decir, 66 por ciento de los
votos a favor, o para el segundo caso, del 50 por
ciento más uno del total de la aprobación de 500
diputados federales. Respecto al Senado, el PAN obtie-
ne 46 integrantes, el PRI 60, el PRD 15, el PT 1, el PVEM 5
y CD 1.107 Con esto se observa que ningún partido ni
coalición tiene la mayoría calificada (66 por ciento) o
relativa (50 por ciento más uno). El PAN gana la Presi-
dencia y controla el Poder Ejecutivo, pero el PRI obtie-
ne la mayoría simple en el Poder Legislativo (con el
36.92 por ciento de los diputados que en números
absolutos corresponde a 209 diputados federales) y

107
José Woldenberg, op. cit., pp. 49-51.
158 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

el PRD, con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador


como jefe de gobierno del Distrito Federal gobierna
la capital de la República, lugar de asentamiento de los
tres poderes de la unión. Cualquier iniciativa de
ley que deba ser aprobada por la Cámara de Diputados
debe ser producto de un acuerdo parlamentario entre
varios partidos.

Por otro lado, al tomar posesión como Presidente de


la República el 1 de diciembre de 2000, Vicente Fox
se encuentra con que de las 32 entidades federativas
del país, 25 cuentan con gobernadores que no son del
PAN, es decir, sus gobernadores son del PRI o del PRD
por lo que también se hace obligada la negociación y
el acuerdo con éstos, sin olvidar los congresos locales
o las presidencias municipales bajo control de parti-
dos diferentes al PAN. ¿Cuál es el resultado de esto? Un
“presidente democráticamente acotado” que está
obligado a la negociación y a llegar a acuerdos con las
fuerzas de oposición en los tres niveles de gobierno
(federal, estatal y municipal) y entre los poderes federa-
les, concretamente entre el Ejecutivo y el Legislativo.108

Algo más a considerar sobre el triunfo del PAN en la


elección presidencial de 2000 es el realismo electoral,
que implica tomar en cuenta que la población mexi-
cana ha demostrado ser mayoritariamente conserva-

108
Ibidem, p. 54.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 159

dora y poco informada de las propuestas –cuando


las tienen– de los partidos políticos. El éxito del PAN
no se explica sin este conservadurismo, aunado, claro
está, al voto de castigo para derrotar al PRI.
Dicho de otra manera, los partidos ahora son más competi-
tivos por estar menos definidos ideológicamente, por ser
incluyentes (catch all), por la crisis del viejo régimen y del
PRI y, concomitantemente, por el desprestigio del régimen
tecnocrático y antipopular que se sobrepuso al anterior.
Asimismo, por la baja conciencia política generalizada de la
población (que se expresa como conservadurismo, defensa
sustancial de lo que hay) y, quizá, porque cada vez hay más
gente que quiere cambios pero no sabe con precisión hacia
dónde.109

Los saldos del 2 de julio de 2000

La derrota del PRI en las elecciones presidenciales del


año 2000 es un duro revés para este partido, pero no
significa su desintegración, ya que aunque pierde el
Poder Ejecutivo Federal se mantiene en primer lugar
en el Poder Legislativo Federal, controla la mayoría
de las gubernaturas, congresos estatales y presiden-
cias municipales. Sus posibilidades de sobrevivencia
en un sistema competitivo de partidos son amplias si
se toman en cuenta los resultados y posiciones del
PRI en la República mexicana.

109
Octavio Rodríguez Araujo, op. cit., p. 56.
160 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

En las elecciones del 2 de julio de 2000, el PRI logra


una votación de 13.5 millones de votos, que repre-
sentan el 36.1 por ciento del total. Gana la votación
presidencial en 11 estados y es segundo lugar en otros
20. Es primera opción para senadores en 16 estados
y para diputados en 17. Para la legislatura compren-
dida de 2000 a 2003 cuenta con 211 escaños en la
Cámara de Diputados de un total de 500, mientras
que en el Senado cuenta, para el periodo 2000-2006
con 59 de 128 posiciones. Aunque haya perdido la
Presidencia, estas cifras lo hacen ser la fuerza política
mayoritaria en ambas cámaras. Con relación a las legis-
laturas locales, el PRI controla el 59 por ciento de ellas.110

De manera gradual, pero marcadamente en el 2000,


el sistema de partidos en México es diferente. Ya no
existe el sistema de partido hegemónico o dominan-
te. Ahora es tripartidista. Los partidos también han
cambiado al abandonar sus antiguos principios ideo-
lógicos y doctrinarios para convertirse en partidos
con una definición ideológica intencionalmente am-
bigua, más pragmática, en busca de votos y que
adecuan su discurso político para presentarse como
partidos políticos competitivos.111

110
Rosa María Mirón Lince, “El PRI antes y después del 2 de julio: entre la resistencia y la
renovación”, en Estudios Políticos, pp. 33-34.
111
Octavio Rodríguez Araujo, op. cit., p. 59.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 161

De la alternancia política del 2 de julio de 2000 que,


como se ha visto, se va dando de manera gradual, se
desprenden varias cosas:

‹ El presidente pierde el control del congreso.

‹ El PRI se queda sin el liderazgo del Presidente de la


República.

‹ El Presidente pierde gran parte del megapoder que


le daba el control del partido.

‹ Se desarticulan setenta y un años de mecanismos


clientelares de control político.

‹ Las corporaciones sociales (sindicatos, uniones cam-


pesinas, movimientos urbanos, cámaras empresa-
riales, colegios profesionales, etcétera) tienen la
oportunidad de democratizarse porque sus líderes
tradicionales ya no tendrán el apoyo del Presiden-
te y su partido ya no está en el poder.
8
‹ El Poder Judicial también podrá adquirir mayor au-
tonomía al romper los vínculos con el PRI y el Pre-
sidente.

Nada de esto garantiza que no se puedan reconstruir


a futuro los hilos del control autoritario por otros
mecanismos similares o diferentes. Hay aspectos for-
males que permanecen en las instituciones, persiste
162 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

aún un sistema presidencialista y faltan mecanismos


para lograr una verdadera rendición de cuentas. Algu-
nas entidades de la República tienen todavía estructu-
ras de poder autoritarias, concretamente los estados
gobernados por el PRI y, en muchos casos, las institu-
ciones electorales de los estados no han alcanzado el
nivel de desarrollo que se tiene a nivel federal. De ahí
que se pueda afirmar que pese a la alternancia en el
poder federal la estructura del régimen político y sus
instituciones no ha cambiado mucho, aunque el sis-
tema de partidos y las elecciones sí lo hayan hecho.112

Ofrecer un cambio político para continuar con el mo-


delo neoliberal es parte de la estrategia seguida por la
élite económica, es decir, se promueve la alternancia
política pero no la alternancia económica. A lo más
que se puede aspirar es a su instrumentación eficiente.
Es por ello que el cambio político debe venir acompa-
ñado de una mejoría en las condiciones de vida de la
población y no la continuidad del sistema económico
vigente en los últimos años. Si se quiere lograr esto, se
tienen que cambiar las políticas, particularmente la po-
lítica económica y el manejo de las finanzas públicas.

La ruta de la alternancia y su camino rumbo a la con-


solidación de la transición aún es incierta. Nada garan-

112
Silvia Gómez Tagle, “La transición mexicana”, en Coyuntura, pp. 12-13.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 163

tiza plenamente que la alternancia conduzca al país a


un régimen más justo, democrático y defensor de la
soberanía.

Efectos de la alternancia política en México:


a manera de conclusión
Es necesario considerar que la alternancia es sólo parte
importante de la transición, ya que han cambiado las
condiciones de la competencia entre los partidos, es
más, un partido sustituye en el poder a otro, pero no
ha cambiado la estructura general e institucional del
Estado.

En la democracia la alternancia no significa por sí


misma transición. Un verdadero sistema democrá-
tico ofrece y permite la renovación de las élites políti-
cas, los partidos y hasta los proyectos de nación (dentro
de ciertos límites), sin que esto signifique llegar a ruptu-
ras institucionales violentas, sino solamente a través de
la competencia electoral. Cuando existe un régimen
democrático la alternancia en el poder entre un par-
tido y otro no significa por sí misma transición, pero
cuando esto sucede en regímenes políticos no demo-
cráticos –como el caso mexicano– el cambio de grupo
gobernante puede tener más importancia.
164 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La alternancia en sí misma no supone avanzar hacia una


transición realmente democrática. Inclusive, la transición
puede tener una involución hacia formas represivas o más
autoritarias que conduzcan a la cancelación o limitación de
derechos individuales, colectivos y sociales; a las restriccio-
nes de las libertades; a la vigencia de la impunidad y al cobi-
jo de la corrupción… Por el carácter del proyecto impulsado
por Fox, la tendencia de la alternancia puede, por tanto,
reducirse a refuncionalizar el sistema de dominación, des-
plazando al grupo en el poder porque ya no era útil y repre-
sentaba un alto costo político a los intereses de las clases
dominantes, vinculadas al capital financiero.113

La alternancia debe servir para iniciar la liquidación


del aparato de dominación autoritario y corrupto, sus-
tentado en una amplia red de complicidades que du-
rante los años de la hegemonía y el dominio priísta
prevaleció en México. Por ello la alternancia debe ser-
vir para avanzar y profundizar hacia la plena demo-
cratización del poder y la sociedad.

La transición a la democracia no termina con la alter-


nancia, por el contrario, apenas comienza. Es un cam-
bio pactado entre fuerzas en conflicto que permite
evitar confrontaciones violentas; dicho de otro modo,
transición a la democracia significa traspasar el poder
de un actor a otro, siguiendo ciertas reglas y sin vio-
lencia. Lo que es claro es que la transición a la demo-
113
Mario Saucedo Pérez, “Democratización del poder y la sociedad, las tareas del PRD”,
en Coyuntura, p. 20.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 165

cracia no se limita a un resultado electoral que produce


alternancia en el poder, cuando un partido simple-
mente sustituye a otro en el gobierno o en la mayoría
del congreso. Si no hay modificación en el proyecto
económico dominante, ni se afectan muchos de los
intereses de los grupos más poderosos, ni cambia la
correlación de fuerzas reales de poder, no hay transi-
ción sino alternancia.

Como bien dice HCF Mansilla,114 un elemento a con-


siderar para las transiciones o alternancias es el que se
refiere a la calidad intelectual y ética de los grupos
dirigentes encargados de aplicar las reformas moder-
nizadoras, consolidar las democracias y asumir los
gobiernos respectivos. La democracia no se limita
solamente a que las elecciones sean limpias y con re-
sultados creíbles que puedan generar alternancia polí-
tica; la democracia también implica que el grupo
gobernante sea capaz y eficiente para gobernar.

114
H. C. F. Mansilla, “Las carencias de la democracia actual y las limitaciones de las
teorías de la transición”, en Estudios Políticos, p. 27.
LA TRANSICIÓN A LA ALTERNANCIA POLÍTICA : 1994-2000 167

EPÍLOGO

La alternancia política es parte indispensable de la tran-


sición, pero también parte insuficiente de ésta. La tran-
sición mexicana es única, ya que no hubo un acuerdo
previo entre los principales actores políticos, de cómo
se quiere transitar y hacia qué se quiere transitar.

Alternancia y transición son dos conceptos distintos,


ya que dado el marco electoral y las ofertas políticas,
se puede dar la alternancia y prácticamente cualquier
partido puede ganar una elección, sin que eso signifi-
que necesariamente transitar a la democracia.

Una de las principales características de la mayoría de


las transiciones no es ganar o perder elecciones y cam-
biar de partidos en el gobierno, sino que más bien es
el derrumbe del sistema político que le antecedió, ya
que el sistema anterior deja de tener vigencia en todo.
Hay transiciones pacíficas, como la española, y otras
producto de la sublevación social, como es el caso de
algunos países de la Europa del Este.

167
168 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

En el caso de México, que es el que nos ocupa, las


cosas son diferentes. El pasado político no muere con
la alternancia en la Presidencia de la República en el
año 2000, aunque muchas de sus características –par-
ticularmente las reglas no escritas del sistema político
mexicano– sí desaparecieron con el cambio del gru-
po gobernante. Con base en esto, se puede afirmar
que aunque en materia electoral se han logrado gran-
des avances, no se puede decir lo mismo respecto del
fin del sistema anterior y el principio de uno nuevo.

La transición política en México es el resultado de un


intenso y prolongado proceso de consolidación demo-
crática, en el que los distintos actores supieron, pese a
sus diferencias, promover y concretar los cambios a
través de hacer reformas políticas y electorales, y for-
talecer la vía pacífica del voto.115

La transición mexicana es muy peculiar con relación


a otras ocurridas en los últimos años. La realidad es
que la transición mexicana no se inicia con la alter-
nancia en la Presidencia de la República en el año
2000, sino antes, desde el sistema priísta, el cual tuvo
la característica de mantener una constante evolución
y una paulatina flexibilización –liberalización dirían
algunos– que apuntaba hacia la democracia electoral,
pero que no terminaba de cuajar. Muchos de los cam-

115
Gastón Luken Garza y Virgilio Muñoz, Escenarios de la transición en México, p. 7.
EPÍLOGO 169

bios políticos y electorales de los últimos años de los


gobiernos priístas, que se analizaron en el primer ca-
pítulo, avanzaban hacia la democratización, pero al
mismo tiempo, de manera deliberada se retardaba su
consolidación, con el fin de prolongar con cierta legi-
timidad la hegemonía del Partido Revolucionario
Institucional (PRI).

En este sentido, el PRI colaboró en parte con la transi-


ción y la alternancia, precisamente a partir de la
flexibilización del régimen, para seguir legitimando al
sistema político mientras se mantuviera la hegemonía
priísta. Como partido hegemónico o dominante, el PRI
necesitaba de la oposición. Si esta no hubiera existido,
el PRI hubiera sido partido único, de Estado, sin tener
legitimidad interna y externa. De ahí entonces que el
PRI contribuyera a realizar parte de los cambios políti-
co-electorales que animaran a la oposición, la forta-
lecieran hasta cierto punto y la estimularan a seguir
compitiendo, pero siempre con la precaución de que
no se fortaleciera demasiado.

De esta forma se puede afirmar que la transición mexi-


cana no fue pactada, sino que ocurrió fundamental-
mente en las urnas, es decir, la alternancia política
se dio como una transición votada, no pactada o
acordada por los distintos actores políticos. La elec-
ción del año 2000 trajo como resultado el cambio de
un sistema de partido hegemónico o dominante –aun-
170 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

que a partir de 1988 con dos partidos de oposición


en ascenso– a un sistema de partidos altamente com-
petitivos, en donde la disputa real por el poder y la
alternancia son cada vez más factibles.

En lo tocante a los escenarios de la transición, cada


quien los vislumbra de diferente manera. Para unos la
transición es en sí la alternancia. Para otros la alter-
nancia es sólo una etapa de la transición, la cual se
consolida hasta que no queda ningún vestigio del an-
terior sistema político. Lo que sí es cierto es que en
México, en el año 2000, se da un hecho inédito en el
sentido de que un partido pierde el poder en las elec-
ciones y lo entrega a otro con diferentes orígenes
políticos e ideológicos, de manera pacífica y sin que
se presenten sobresaltos.

Lo realmente importante de la transición es que no


sólo haya un cambio de gobierno o, mejor dicho, de
partido en el gobierno, sino generar un régimen polí-
tico institucional diferente, en que se pase de un régi-
men político autoritario a uno democrático, ya que no
se puede seguir funcionando con las mismas reglas y
las mismas instituciones de un régimen autoritario en
uno democrático, aunque haya habido alternancia.

Con la alternancia del 2000 –pacífica, civilizada y re-


conocida internacionalmente– se consolida la demo-
cracia electoral, que es sólo la llave para entrar a otros
EPÍLOGO 171

aspectos de la democratización como reforzar la au-


tonomía total del Poder Judicial, libertad total a los
medios de comunicación, conciliar la gobernabilidad
con la democracia, dar eficacia a las acciones de go-
bierno, tomar decisiones de manera ágil, etcétera.

Cabe hacer mención que, a diferencia de lo que mu-


chos esperan, la democracia no garantiza la eficacia;
la democracia no ofrece ninguna garantía de que el
gobernante que llegue al poder de manera legal y legí-
tima vaya a hacer un buen trabajo, ni que del congre-
so vayan a salir buenas leyes por el simple hecho de
que los legisladores llegan a ocupar el cargo mediante
elecciones limpias y transparentes.

La transición electoral ya se dio porque se logró en


México la alternancia, pero la transición política y jurí-
dica no se ha dado. Lo que hay que hacer ahora es
definir cuáles son los cambios que la sociedad requiere,
qué tipo de nuevo arreglo político y jurídico se necesita
y, sobre todo, sobre qué bases se tiene que reconstruir
la relación del ciudadano con la política.

Falta en realidad mucho por hacer, aunque ya se dieron


los primeros pasos, como lo reconoce Cuauhtémoc Cár-
denas, uno de los principales artífices de la transición:

Lo que se logra con la elección del 2 de julio de 2000 es,


efectivamente, la alternancia en cuanto que sale un partido
172 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

del gobierno y el titular del ejecutivo ya no es miembro del


PRI; existe una relación cualitativa distinta entre Fox y el PAN
y lo que eran las relaciones de los presidentes... con su par-
tido. Creo que esto es un logro real, un avance que resulta
indiscutible; pero considero que el voto del 2 de julio no fue
nada más por la alternancia del cambio de personas y de
partidos, sino que era por el cambio también en las políticas
públicas; esto es, que se diera más atención a las cuestiones
de carácter social y a lograr un desarrollo económico con
crecimiento. Entonces, lo que... está aún pendiente, y que
era parte de la intención profunda del voto del 2 de julio, es
mejores salarios, mejor ingreso en términos generales, más
equidad en su distribución, empleo, que no siga dándose la
migración como se está dando, mejor escuela, mejor aten-
ción a la salud, más inversión en vivienda y obra pública...
Esto es lo que está pendiente; el crecimiento económico, y
tiene que ver tanto con políticas internas, sociales, econó-
micas, reformas políticas, como también con la relación in-
ternacional.116

¿Qué falta por hacer y cómo? Sin duda alguna mejorar


la democracia y ampliarla. Si bien es cierto la democra-
cia político-electoral ya está en marcha, falta instaurar
una plena vigencia del Estado de derecho, la eficacia
del Poder Judicial, la vigencia del pacto federal y, sobre
todo, la creación de condiciones materiales de vida
que igualen las oportunidades de los mexicanos. Esto
es más complicado y tardado que la construcción elec-
toral, pero debe darse dentro de la democracia.
116
Cuauhtémoc Cárdenas, “Un camino a la democracia”, en Gastón Luken Garza y
Virgilio Muñoz, op. cit., pp. 292-293.
EPÍLOGO 173

El debate público refuerza la democracia política. Por


ello, la democracia electoral debe ir acompañada de
la deliberación, es decir, el debate público entre los
políticos, no sólo para derrotar al contrincante y de-
mostrar que se tiene mayor elocuencia. Los debates
contribuyen a conocer las propuestas de los actores
políticos, proveen a los electores de información, au-
mentan el interés por las elecciones y, sobre todo,
ayudan a consolidar la democracia. Tiene la función
de educación política, tanto para los contendientes
como para los electores, pues por medio de los deba-
tes se puede dar la confrontación de ideas y trayecto-
rias políticas de los debatientes, sin que esto implique
que deba haber infundios o acusaciones personales.117

Hay que seguir reformando la política: pero no para negar a


partidos y a políticos sino para que ellos estén a la altura de
su aventura. La calidad de la democracia no depende sólo
ni principalmente de sus instrumentos electorales. La cali-
dad de la democracia es directamente proporcional a la ca-
lidad de los partidos y de los políticos.118

117
María Amparo Casar, “La democracia en público”, en Nexos, pp. 13-14.
118
José Woldenberg, op. cit., p. 55.
B IBLIOGRAFÍA 175

SIGLAS

CD Convergencia por la Democracia

CEPAL Comisión Económica para América Latina

Cofipe Código Federal de Instituciones y


Procedimientos Electorales

FDN Frente Democrático Nacional

IFE Instituto Federal Electoral

LFOPPE Ley Federal de Organizaciones Políticas y


Procesos Electorales

PAN Partido Acción Nacional

PCM Partido Comunista Mexicano

PDM Partido Demócrata Mexicano

PFCRN Partido del Frente Cardenista de


Reconstrucción Nacional
175
176 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

PMS Partido Mexicano Socialista

PMT Partido Mexicano de los Trabajadores

PNR Partido Nacional Revolucionario

PPS Partido Popular Socialista

PRD Partido de la Revolución Democrática

PRI Partido Revolucionario Institucional

PRM Partido de la Revolución Mexicana

PRT Partido Revolucionario de los Trabajadores

PST Partido Socialista de los Trabajadores

PSUM Partido Socialista Unificado de México

PT Partido del Trabajo

PVEM Partido Verde Ecologista de México


B IBLIOGRAFÍA 177

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B IBLIOGRAFÍA 189

ÍNDICE

Introducción .................................................................. 9

Las leyes electorales durante la construcción


de la alternancia política en México ......................... 17

Antecedentes de la reforma
política-electoral de 1977 ..................................... 20
¿A qué obedece la reforma política? .................. 27
Propósitos de la reforma política ....................... 33
La reforma política como razón de Estado .... 41
El Código Federal Electoral de 1986 ................. 45
El Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales de 1990
y sus sucesivas reformas hasta 1996 ................. 52
Las leyes electorales y su aplicación
en el sistema político mexicano como
facilitadoras de la alternancia política:
conclusiones ........................................................... 58

México 1988-1994: la transición incierta ................ 65


Antecedentes ......................................................... 73
189
190 LA CONSTRUCCIÓN DE LA ALTERNANCIA POLÍTICA EN M ÉXICO

La cultura política del autoritarismo .................. 79


La transición incierta ............................................ 85
Los partidos ante la transición ......................... 100
La democracia esperada .................................... 117
A manera de conclusión .................................... 123

La transición a la alternancia política en


México (1994-2000).................................................. 127

Los síntomas de la transición en México ....... 130


1994-1997: la nueva distribución del
poder entre los partidos .................................... 137
1997-2000. La construcción de la
alternancia presidencial ...................................... 146
Los saldos del 2 de julio de 2000 ..................... 159
Efectos de la alternancia política en México:
a manera de conclusión ..................................... 163

Epílogo ........................................................................ 167


Siglas ............................................................................ 175

Bibliografía .................................................................. 177


B IBLIOGRAFÍA 191

Impreso en los Talleres Gráficos de la


Dirección de Publicaciones del
Instituto Politécnico Nacional
Tresguerras 27, Centro Histórico, México, DF
Octubre 2003. Edición: 1 000 ejemplares

CUIDADO EDITORIAL
Y CORRECCIÓN : Leticia Ortiz Bedoya
FORMACIÓN: Ma. Guadalupe Ojeda Cota
DISEÑO DE PORTADA: Gerardo López Padilla
SUPERVISIÓN: Manuel Toral Azuela
PROCESOS EDITORIALES: Manuel Gutiérrez Oropeza
PRODUCCIÓN: Alicia Lepre Larrosa
DIVISIÓN EDITORIAL: Jesús Espinosa Morales
DIRECTOR: Arturo Salcido Beltrán

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