Si hay algo que ha marcado fuertemente a la sociedad colombiana, ha sido la
violencia. Desde de la lucha por la independencia contra la monarquía española,
pasando por varias guerras civiles, el narcotráfico, hasta el presente, donde sigue existiendo conflicto entre el estado y grupos rebeldes armados, se ha vivido en este país la crueldad de la violencia. Toda esta barbarie ha permeado tanto la cultura colombiana, que se tomó las calles y los hogares. La literatura, producida inevitablemente por la influencia de su contexto, ficcionaliza toda esta dura realidad, de hecho “Colombia tiene una larga tradición literaria vinculada a sus ciclos de violencia desde los años 50” (Gardeazábal, pág. 140). Este texto busca mostrar cómo las novelas ¡Que viva la música! (1977) de Andrés Caicedo y Mateo solo (1984) de Evelio Rosero, nos dan una visión literaria del vivir violento tanto en las calles, como en los hogares de Colombia, sobre todo de los niños y adolescentes: los cimientos de la construcción de una sociedad.