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PROYECTO EDUCATIVO NACIONAL – PEN

Esta iniciativa del estado para ver más allá del centralismo en nuestro país, da a entender en la
primera parte del PEN al 2021 la relación reciproca de educación, democracia y desarrollo
sostenible, desde la cual se desprenden los sentidos de la educación. Algo que podríamos sintetizar
como: que educación necesitamos para un país más justo. Los sentidos sociales de la educación son
el cemento que permite que los objetivos estratégicos converjan y apunten al desarrollo sostenible.

Y en opinión mía Si se quiere lograr sosteniblemente la equidad educativa es necesario partir de la


atención integral a la primera infancia, pues las carencias y la inequidad temprana de los niños en
nuestro país marcan estratégicamente la trayectoria de la población en general .
Para ello nos parece necesario relanzar la política educativa recuperando el carácter vinculante de
los acuerdos de políticas, sin por ello considerarlos acabados. Está en el tapate del debate actual el
reposicionamiento del rol activo del Estado para garantizar una educación de calidad a todos los
peruanos por medio de la revalorización y apuesta por la escuela y universidad públicas y como
contraparte el postulado neoliberal de privatización vía el subsidio a la educación privada.

Si se quiere lograr sosteniblemente la equidad educativa es necesario partir de la atención integral a


la primera infancia, pues las carencias y la inequidad temprana marcan estratégicamente la
trayectoria de las personas. Si bien la ampliación de la cobertura de educación inicial es uno de los
casos más significativos de avance en el actual período[5], para el 2021 se requiere cumplir la meta
de universalización con calidad (sin olvidarla en secundaria y la enorme deuda en Básica
Alternativa). Pero es necesario recordar que la calidad con equidad requiere de la confluencia
multisectorial y de la atención a la diversidad, política que debería apoyarse en los municipios
potenciados y no en la llegada directa de los ministerios a las localidades, para compensar sus
déficits de legitimidad, imponiendo desde el centro una política uniforme[6].

A su vez, el otro gran desafío para la equidad educativa es atender el terrible retraso y la
especificidad del área rural. Felizmente el Minedu decidió formular una política para el área rural: es
clara su articulación con la de EIB y la política docente. Se trata de un tema social integral, en un
contexto a diagnosticar, designado hace unos años como una “nueva ruralidad”. Requiere un
programa respaldado, es decir parte de un acuerdo entre sociedad civil y Estado con posibilidades de
sostenibilidad y con descentralización. Es necesario ligar ruralidad, docencia e institucionalidad
escolar de manera pertinente. La transferencia de las intervenciones pedagógicas que ofreció el
MINEDU contribuye a crear condiciones para esta pertinencia.

Finalmente, la extrema desigualdad en el sector público, (también en el sector privado, que no está
contemplado en este breve artículo) que va desde las escuelas unidocentes hasta los Colegios de
Alto Rendimiento(COAR), hubiera sido mejor enfrentada ampliando el tiempo de aprendizaje -la
Jornada Escolar Completa (JEC)- con modalidades flexibles, desde la Educación Primaria y rural,
para los más vulnerables, en territorios de mayor pobreza. La JEC que se ha establecido sólo de
tercero a quinto de secundaria, amplía la inequidad en un primer período, como lo sostuvo el propio
ministro Saavedra,[7] quien dijo que tomará siete años incorporar a todos los alumnos y mientras ello
se produce la desigualdad se mantiene. Nosotros creemos que no tendría por qué producir inequidad
en ningún periodo si se hubiera seguido el PEN al 2021, iniciándolo desde la base del sistema
educativo y en los sectores más pobres, como el rural.

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