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Barrrado C Stor Miguel D Az El Derecho Internacional
Barrrado C Stor Miguel D Az El Derecho Internacional
INTERNACIONAL DEL
TIEMPO PRESENTE
Dykinson
EL DERECHO INTERNACIONAL DEL TIEMPO
PRESENTE
Cástor Miguel Díaz Barrado
Catedrático de Derecho Internacional Público
© Copyright by
Universidad Rey Juan Carlos
Servicio de Publicaciones
Cástor Miguel Díaz Barrado
Madrid, 2004
ISBN: 84-9772-350-3
I. Consideraciones iniciales...................................................................................................11
Nota bibliográfica...............................................................................................................203
PROLOGO
¿De qué nos servirá a la postre que pueda sostenerse, porque, sí, creo que
se puede, como su autor mantiene que el "Derecho Internacional del Tiempo
Presente" aboga por la validez universal de los derechos humanos, por el
establecimiento de sistemas democráticos, por la afirmación constante del
desarrollo, y que se orienta a la consecución de la paz en todas sus dimensiones, si
resulta que en la práctica el terrorismo internacional, al que algunos Estados
ayudan y respecto del que muchos callan, es combatido unilateralmente y manu
militari por el Hegemón una vez (Afganistán, 2002) (...) y otra (Iraq, 2003), si
resulta que el problema palestino se pudre sin remisión, si resulta que por primera
vez en la historia de la descolonización a un pueblo colonial (el saharaui) se le da
largas (...), si resulta que no hay manera de que los Estados más "culpables" se
comprometan en la reducción de los gases que acabarán si Dios no lo remedia con
este planeta azul, si resulta que para las violaciones graves de normas imperativas
la Comisión de Derecho Internacional (por miedo al que dirán estatal) no se ha
atrevido a imponer sino unas consecuencias tan insignificantes como aparatosa es
la denominación que se les da ("obligaciones de solidaridad"), si resulta que un
Estado culpable de violar gravemente las normas imperativas del Derecho
internacional general (las que protegen, Cástor amigo, intereses de "tu comunidad
internacional" en su conjunto) puede ser demandando por cualquier otro Estado del
Universo mundo ante cualquier tribunal internacional (...) ¡que tenga jurisdicción
sobre el caso (...).
1D. COLARD, Les Relations Internationales de 1945 à nous jours, 7ª ed., París, 1997.
12
sociedad internacional contemporánea a la sociedad internacional del tiempo
presente, podría abocar en la creación de una comunidad jurídica internacional.
Para lograrlo no son suficientes las dosis de buena voluntad que se aporten
por parte de los internacionalistas, sino que lo que realmente se precisa es que los
Estados manifiesten la voluntad política real de ir avanzando en la construcción de
esa comunidad, aunque no se deberá perder de vista, como lo ha indicado C. del
Arenal, que nos hayamos en presencia de un "sistema mundial o planetario, cerrado
espacialmente, profundamente fragmentado, heterogéneo y complejo,
crecientemente transnacionalizado, interdependiente y global, y políticamente no
estructurado o integrado"2. En realidad, se debe construir la comunidad
internacional con los instrumentos que aporta una sociedad compleja en la que
conviven, con cierta naturalidad, elementos de división y elementos de unión.
2C. DEL ARENAL, Cambios en la Sociedad Internacional y la Organización de las Naciones Unidas,
Jornadas sobre el Cincuenta Aniversario de las Naciones Unidas, 1995, p. 14.
13
a través del reconocimiento constante de ciertos principios y normas que se estiman
fundamentales e intangibles.
3S. BELAID, Rapport de Synthèse, en R. B. ACHOIR y S. LAGHMANI (dirs.) Les nouveaux aspects
du droit international, París, 1994, p. 288.
4J. C. PEREIRA y P. A. MARTINEZ, Documentos básicos sobre Historia de las Relaciones
Internacionales 1815-1991, Madrid, 1995, p. 19 (cursiva añadida).
14
corto de la historia5. La verdad es que es difícil resumir en pocas palabras los
elementos centrales que lo definirían y lo que cabe señalar ahora es que, durante el
mismo, han tenido lugar sobresalientes transformaciones no sólo en el seno y en el
desarrollo de las sociedades internas y de las relaciones entre ellas sino, también, lo
que es más importante para nosotros, en el conjunto y en la misma configuración
de la sociedad internacional.
Con ello, nos resulta difícil definir y precisar con exactitud la sociedad
internacional en la que realmente nos encontramos y, por ende, los elementos
específicos que han de caracterizar el ordenamiento jurídico encargado de regular
las relaciones que se produzcan en el seno de la misma. En particular, el último
cuarto de siglo y los primeros años del presente han deparado nuevas situaciones
en el sistema internacional; han modificado el contexto en las relaciones entre los
actores internacionales; y, también, han supuesto, de algún modo, los inicios de
una nueva etapa que, muchas veces, se ha caracterizado como de tránsito y de
incertidumbres en el devenir de la sociedad internacional.
Todo ello, considero que puede llevarse a cabo destacando, eso sí, un
aspecto, sin duda muy relevante de la actual sociedad internacional, es decir, su
heterogeneidad. Sobre la base de la constatación que, en su día, realizó M. Virally
al decir que "la sociedad internacional contemporánea se volvió muy heterogénea
tanto desde el punto de vista de las orientaciones ideológicas y del nivel de
desarrollo económico como desde el del poder político y militar de sus
miembros"12. Al mismo tiempo, se puede propugnar la existencia de solidaridades
en este entorno societario de carácter muy heterogéneo que representa la actual
sociedad internacional por lo que, en definitiva, no es descabellado reflexionar
sobre el ordenamiento jurídico internacional como el sistema jurídico propio de
una comunidad internacional.
todas las revoluciones anteriores, no hay acuerdo sobre las causas ni sobre las consecuencias", De
Gutenberg a Internet, Madrid, 1998, p. 21 (cursiva añadida).
11C. M. DIAZ BARRADO, La sociedad internacional en busca de un orden constitucional, Anuario
Argentino de Derecho Internacional, 1994-1995, páginas 13-40. Característica que he atribuido,
también, al ordenamiento jurídico internacional y, por ello, al hilo del análisis del proceso codificador
he afirmado que "lo que sucede, en el fondo, es que el rápido discurrir de la sociedad internacional y
el tránsito del Derecho Internacional Contemporáneo al Derecho Internacional del tiempo presente se
compaginan mal con el apacible avanzar de los procesos de codificación, y quizá ello nos haga perder
de vista que aún nos encontramos tan sólo en los inicios de la necesaria codificación de nuestro
ordenamiento", La necesidad de la codificación en el Derecho Internacional Público, R.E.D.I., 1995-
1, p. 53.
12M. VIRALLY, El devenir del Derecho Internacional. Ensayos escritos al correr de los años,
México, 1997, p. 230 (cursiva añadida).
17
1. Algunos hechos relevantes que han acontecido en la sociedad internacional
y su influencia en el ordenamiento jurídico
13A. PELLET, Le droit international à l'aube du XXème siècle (La société internationale
contemporaine - Permanences et tendances nouvelles), Cursos Euromediterráneos Bancaja de
Derecho Internacional, 1997, I, p. 40.
14En concreto, N. CHOMSKY, Super-Potencias en colisión. La nueva guerra fría de los años
ochenta, Madrid, 1985. No obstante, cabe adelantar que, como ha dicho A. REMIRO BROTONS, "la
universalidad de la sociedad y del Derecho Internacional no ha sido impugnada seriamente en los
últimos cincuenta años. Los conflictos Este-Oeste y Norte-Sur han animado las políticas sobre el
Derecho Internacional, pero no han supuesto una quiebra de su unidad -y universalidad- esencial",
Universalismo, multilateralismo, regionalismo y unilateralismo en el nuevo orden internacional,
R.E.D.I., 1999-1, p. 55, p. 29.
15Ver, los artículos de V. ABELLAN publicados en El País los días 7 y 8 de noviembre de 1985.
18
estimaron frustradas. Esto demostró que, en nuestro ordenamiento, priman los
elementos de coexistencia o convivencia, como base y garantía última de la futura
cooperación internacional, ya que, más allá de la "relativa homogeneidad"
ideológica que tiende a consagrarse, subsisten diferencias y desigualdades notables
entre los diversos actores de las relaciones internacionales.
Entre los hechos a los que nos referimos cabe resaltar, a mi juicio, tres
acontecimientos que tuvieron lugar, precisamente, durante el año 1979 y que, se
quiera o no, resultaron notables en el devenir de las relaciones internacionales: En
primer lugar, hay que recordar la entrada de tropas soviéticas en Afganistán, que
hizo que un país, perteneciente, entonces y con intensidad, al movimiento de los
países no alineados, pasase a formar parte de la esfera de influencia soviética,
desatándose así una escalada de violencia verbal entre las grandes Potencias; en
segundo lugar, hay que destacar el triunfo de la revolución sandinista en
Nicaragua, lo que suponía el principio de todo un proceso de cambio que se estaba
gestando desde hacía tiempo en Centroamérica, avivando los temores en Estados
Unidos por perder su protagonismo en la zona; y finalmente, hay que valorar, sobre
todo, el cambio de régimen ocurrido en Irán, lo que abrió el camino de una
importante "escisión ideológica" en las relaciones internacionales con la
proclamación del fundamentalismo islámico como instrumento, también, de la
política internacional, alejado de la influencia de las grandes Potencias y
enfrentado a ellas18.
16F. MARIÑO MENENDEZ, La Carta de París para una nueva Europa, R.I.E., 1991, pp. 153-176.
17Ver, en C. M. DIAZ BARRADO, El uso de la fuerza en las relaciones internacionales, Madrid,
1991, p. 217.
18Vid., C. M. DIAZ BARRADO, Laudatio Doctor Honoris Causa de D. Oscar Arias, Universidad de
Extremadura, mayo de 1996.
19
gestando, y que operaba ya en la sociedad internacional y en su orden jurídico,
consistía básicamente en la intensificación de las relaciones internacionales, la
profundización en los aspectos reales de la distensión y la cooperación, y la
consolidación de las normas esenciales que rigen las relaciones entre los actores
internacionales.
Más tarde, a finales de los ochenta y durante los primeros años del decenio
de los noventa, nuevos acontecimientos sobresaltaron, una vez más, a la sociedad
internacional y comenzó a reflexionarse, con la misma celeridad que antes, en
torno a las sustanciales transformaciones que se estaban produciendo. Se habló,
cómo no, de "un nuevo orden internacional", que traería consigo una mayor
integración y cooperación entre los Estados, y que haría que los principios de la
libertad y la democracia recorriesen todos los rincones del planeta, muchas veces
ante la mirada atónita de aquellos que, proscritos de la "sociedad internacional
satisfecha", no llegaban, ni llegan, a alcanzar el profundo significado de esas
palabras. De esta forma, el Secretario General resumía la situación en el Programa
de Desarrollo, al indicar que "la situación crítica de los países menos adelantados,
cuya marginación de la economía mundial es especialmente marcada, exige la
19J. PIÑOL I RULL, Los asuntos de las actividades militares y paramilitares en Nicaragua y en
contra de este Estado (Nicaragua contra Estados Unidos de América), R.E.D.I., 1987, p. 99. También
la doctrina norteamericana resaltó el importante papel de esta sentencia, en concreto, HIGHET, K.
Evidence, the Court, and the Nicarague Case, A.J.I.L., 1987, p. 1. Véase, igualmente, el trabajo de A.
J. RODRIGUEZ CARRION, El derecho internacional en la sentencia de la Corte Internacional de
Justicia en el asunto Nicaragua-Estados Unidos, Cursos de Derecho Internacional de Vitoria -
Gasteiz, 1987, pp. 15-63.
20
atención prioritaria de la comunidad internacional en su conjunto, en apoyo de
políticas económicas y sociales adecuadas a nivel nacional"20.
Entre los hechos a los que nos referimos, cabe resaltar, sin duda, la caída
del muro de Berlín durante la noche del 9 de noviembre de 1989 y lo que ello
significó tanto respecto a la unificación alemana como en relación con la
importante fractura que se produjo en uno de los bloques que, desde 1945,
configuraban el esquema básico de la sociedad internacional; en segundo lugar, el
proceso de disgregación y cambio de actitud ideológica en la Unión Soviética que
finalmente llegó a la creación de la Comunidad de Estados independientes y al
surgimiento de nuevos Estados que reclamaban su soberanía e independencia21. Y,
finalmente, el denominado conflicto del Golfo Pérsico, cuyo inicio tuvo lugar,
como se sabe, el 2 de agosto de 1990 con la invasión iraquí de Kuwait y que
finalizó, prácticamente, con la rendición de las tropas iraquíes el 28 de febrero de
1991 y que, a la postre, trajo consigo el establecimiento de sanciones contra el
Estado iraquí.
Por último, a finales del decenio de los noventa y en los principios del
presente decenio, nuevos acontecimientos, eso sí mucho más puntuales, vendrán a
confirmar que la incertidumbre se ha apoderado del análisis propio de los
internacionalistas y que la sociedad internacional, en términos generales, discurre
entre elementos y caminos de difícil compresión. En el marco del proceso de
maduración de conceptos como mundialización y globalización quizá corresponda
mencionar cuatro hechos acontecidos durante el citado periodo que vienen a
mostrar las indecisiones y las contradicciones que habitan en la sociedad
internacional y que, además, se reflejan, con nitidez, en su ordenamiento jurídico.
Tampoco podemos olvidar, en esta línea, que las navidades de 1999 y los
primeros meses del año 2000 fueron testigos de la "impotencia" de la comunidad
internacional en relación con los sucesos de Chechenia, territorio en el que han
acontecido y siguen aconteciendo, ante el silencio cómplice y las manifestaciones
timoratas, violaciones graves y masivas de los derechos humanos, adornadas, eso
sí, con la mayoría absoluta obtenida por Putin en las elecciones presidenciales
rusas, el 26 de marzo de ese año. Finalmente, quizá de mayor envergadura para el
devenir de las relaciones internacionales, habría que mencionar que el 11 de
septiembre del 2001 tuvo lugar “el ataque” contra los Estados Unidos con el
derrumbe de las “Torres Gemelas” del Word Trade Center que abrió una escalada
de “violencia internacional” cuya primera manifestación se produjo en la noche del
8 de octubre con el inicio del ataque sobre Afganistán y que, de alguna forma, se
encuentra en el origen de la guerra contra Irak, iniciado en marzo de 2003. Estos
últimos acontecimientos están poniendo de manifiesto la escasa intervención de
Naciones Unidas y el papel secundario, y pasivo en ocasiones, de la misma27.
25A. REMIRO BROTÓNS, Un nuevo orden contra el Derecho Internacional: El caso de Kosovo, Revista
Electrónica de Estudios Internacionales, nº 1/2000, p. 1. Aun admitiendo que esta actuación debería haber
sido reconducida dentro de la Carta de las Naciones Unidas, las reacciones que se produjeron después de
esta intervención no tenían como objeto de crítica de las motivaciones que “¿teóricamente?” la
provocaron, esto es, la violación sistemática de derechos humanos básicos para toda persona humana en
cualquier circunstancia. De este modo, como ha sostenido S. RIPOL CARULLA, esta crisis ha reforzado
la obligación de respetar estos derechos, poniendo de relieve el consenso suficiente para admitir una
reacción ante crímenes internacionales relacionados con su violación, El Consejo de Seguridad y la
defensa de los derechos humanos, Revista Española de Derecho Internacional, 1999, nº 1, p. 87.
26C. M. DIAZ BARRADO, Asunto 0/0: Democracia y derechos humanos contra Augusto Pinochet
Ugarte, Revista de Occidente, octubre 1998; y M. COSNARD, Quelques observations sur les
décisions de la Chambre des Lords du 25 novembre 1998 et du 24 mars 1999 dans l'affaire Pinochet,
R.G.D.I.P., 1999, pp. 309-328.
27Desde luego, con carácter general, para determinar las consecuencias jurídicas más relevantes de
este acontecimiento, cabe la consulta, en la doctrina española, de los trabajos sobre “el orden
internacional tras los atentados del 11 de septiembre de 2001”, publicado en la REDI, de 2001. Y el
trabajo de C. GUTIÉRREZ ESPADA, ¿No cesaréis de citarnos leyes viendo que ceñimos espada?,
A.D.I., 2001, pp. 25-38. Por lo que se refiere a la “guerra contra Irak”, tanto los antecedentes como el
final que, a mi juicio, aún no se ha producido del conflicto, merecen una consideración especial.
23
se acrecienta la distancia entre el derecho y la realidad y que, con seguridad, falta
un largo camino por recorrer a la hora de que la sociedad internacional tenga la
impresión de que se procede, con naturalidad, a un eficaz y correcto cumplimiento
del ordenamiento jurídico internacional. Ahora todo se confunde y entremezcla,
una sociedad internacional segura e insegura, cierta e incierta, cerrada y abierta y,
en resumen, parece que el devenir de la humanidad durante el siglo XXI se irá
configurando sobre bases que están aún por determinar.
A lo largo de este trabajo será preciso, pues, reflexionar sobre todos estos
cambios y realidades, y respecto a muchos más que han tenido lugar, en un marco
general, fuera -aunque no alejado- de los hechos coyunturales que, de vez en
cuando, causan fuertes impresiones en la sociedad internacional. Porque, en el
fondo, no debemos olvidar, como lo señaló C. del Arenal, que existen en la
sociedad internacional contemporánea, por un lado, factores de cambio de acción
inmediata y, por otro lado, factores de acción profunda29, siendo, a mi juicio, más
sustanciales estos últimos que los primeros. Y estas reflexiones deberán hacerse,
por supuesto y en nuestro caso, sobre la base de la incidencia de esos cambios en el
ordenamiento jurídico internacional.
28Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Suplemento nº. 1 (A/52/1), Nueva
York, 1997, párrafo 1.
29Cfr. C. del ARENAL y A. NAJERA, La Comunidad iberoamericana de Naciones, Madrid, 1991,
pp. 398 ss. También se refiere a ello C. del ARENAL en El nuevo escenario mundial y la teoría de las
relaciones internacionales, Homenaje a M. Díez de Velasco, Madrid, 1993, pp. 85 ss.
24
incluso ante acontecimientos de tanto “impacto visual” como los atentados
ocurridos en Nueva York (e, incluso, la acción ilícita de los Estados Unidos y Gran
Bretaña en territorio iraquí). Como lo señaló, hace algún tiempo, H. Thierry, el
derecho internacional es un producto de la historia, siendo así que será la historia
del siglo XX quien debe responder de lo que es y de lo no es el derecho
internacional, y "cette histoire a en effet deux versants. L'un trés sombre qui rend
compte des infirmités du droit international, l'autre plus éclairé qui répond de ses
avances"30. En todo caso, coincido con la opinión de S. Torres Bernárdez quien, al
referirse al denominado nuevo orden mundial, afirma que "el jurista tiene que
preguntarse antes de aceptar la mencionada expresión si se han producido
realmente cambios estructurales, institucionales y normativos. Por mi parte
confieso que no veo en las relaciones internacionales ningún cambio de este
tipo"31.
Por esto, quiero ser consciente, por un lado, de que, a lo largo del último
siglo y a principios de éste, se han producido importantes transformaciones en la
sociedad internacional y, por otro lado, que los cambios que han ocurrido en los
últimos años incidirán también, en mayor o menor medida, en la evolución del
Derecho Internacional. La consecuencia final, de todos modos, es clara y fue
perfectamente detectada por M. Lachs hace tiempo, para quien era indudable el
desarrollo positivo que había experimentado el ordenamiento jurídico internacional
durante el presente siglo32. Por lo que, como lo indicó el Sr. B. Ghali, "hay que
tomar conciencia de que el Derecho Internacional contemporáneo experimenta
considerables modificaciones que le afectan en lo más hondo de sí mismo y que se
refieren tanto a las instituciones internacionales como a la normas jurídicas"33.
Pero la visión que intentamos transmitir fue bien expresada, como decimos,
por M. Lachs. Para este autor, no nos resistimos a reproducir su posición: "nous
avons conscience des changements prodigieux qui se sont produits au cours des
dernières annés et nous pouvons prévoir que le droit international connaitra un
développement particulièrement brillant". La vida es hoy posible gracias a la
existencia de miles de normas jurídicas que diariamente se aplican en el espacio
terrestre, en el mar, en los espacios atmosféricos y extra-atmosféricos y, en
realidad, "en dépit des caprices du droit, son progrès s'est somme doute avéré
30H. THIERRY, Cours général de droit international public, R.C.A.D.I., 1990, p. 19.
31S. TORRES BERNARDEZ, Perspectivas en la contribución de las Naciones Unidas al
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales: Comentarios y observaciones sobre la
declaración de los miembros del Consejo de Seguridad de 31 de enero de 1992, Homenaje a M. Díez
de Velasco cit., p. 745. Una actitud, también, prudente la de L. FERRARI BRAVO, Prospettive del
diritto internazionale alla fine del secolo XX, R.D.I., 1992, p. 527.
32Cfr., M. LACHS, Le Droit International a l'aube du XXIe siècle, R.G.D.I.P., 1992.
33Acto de investidura cit., p. 17 (cursiva añadida). Hace más tiempo, M. BEDJAOUI, sostuvo que "lo
que caracteriza al derecho internacional actual no es su crisis sino más bien su transformación rápida,
en un mundo que está en crisis", Hacia un nuevo orden económico internacional, París, 1979, p. 218.
25
inéluctable et doit être consigné. Nous vivons à une époque d'énorme
développement du droit international"34.
Pese a esto, se reconoce también que los cambios señalados han de incidir
necesariamente en ciertas normas jurídicas y en determinadas instituciones
propias del Derecho Internacional, propiciando, quizá, un cambio de visión o
perspectiva en algunas de ellas. Piénsese, por ejemplo, en el reconocimiento de
Estados en el que no dejan de existir nuevos aspectos jurídicos, debido,
fundamentalmente, al fuerte incremento de nuevos Estados que, en los últimos
años, han surgido como consecuencia de las secesiones y desmembramientos en
los países del Este. Con mayor razón aún, la denominada sucesión de Estados se
ha visto muy afectada en función de la práctica que al efecto se sigue. Y en este
caso, como decimos, mucho más, porque si es cierto que las normas básicas en
materia de reconocimiento están, a mi juicio, plenamente asentadas, no sucede lo
mismo por lo que se refiere a la sucesión de Estados tanto en materia de tratados,
como de bienes, archivos y deudas, o en la cualidad de miembro de una
Organización internacional; o, más allá, en materia de nacionalidad. Por su parte,
cabría reflexionar también respecto a las nuevas perspectivas y desarrollos del
derecho a la autodeterminación de los pueblos. Por lo menos, como ha indicado,
M. P. Andrés, salvo en lo relativo a la descolonización "los perfiles y límites de la
34M. LACHS, Le Droit International a l'aube cit., pp. 537 y 548 (cursiva añadida). M. VIRALLY se
mostró, sin embargo, más escéptico a la hora de abordar esta cuestión, op. cit., pp. 13-16, ("Le droit
international ne semble donc pas à la haueur de ce que l'histoire exige de lui"), op. cit., p. 19.
35E. REY CARO, Reflexiones jurídicas sobre la nueva realidad internacional, Homenaje al
Bicentenario 1791-1991, t. I, Universidad Nacional de Córdoba, p. 157.
26
libre determinación en otros supuestos no están totalmente definidos"36; o en torno
a los avances que se están produciendo en la exigencia de responsabilidad
internacional del individuo. Al menos, es verdad, como dice L. Condorelli, que la
creación por el Consejo de Seguridad del TPIY, en 1993, y el TPIR, en 1994,
representan "indiscutiblemente una de las novedades principales acontecidas en el
orden jurídico internacional en los últimos decenios; se trata, en efecto, de uno de
los frutos más llamativos de la revolución del sistema de las relaciones
internacionales de fines de los años 80"37.
Desde luego, hoy más que nunca, el debate principal está girando en torno
a los perfiles del uso de la fuerza en las relaciones internacionales y, en términos
más amplios, en relación con los conceptos básicos que han de definir el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Los atentados de Nueva
York y, cómo no, las reiteradamente “anunciadas” guerras contra Iraq a lo largo
de los años 2002 y 2003 que culminaron en marzo de este último año con la
“invasión y ocupación” de este Estado y el derrocamiendo del régimen de Sadan
Hussein y, quizá, contra Corea del Norte, Siria e Irán, como integrantes del “eje
del mal”, hacen reflexionar, aceleradamente, sobre estas cuestiones al conjunto de
la doctrina iusinternacionalista y, también, hacen que se expresen muchas
posiciones “dispares y diferentes” por los Estados que conforman la comunidad
internacional.
Por citar algunos ejemplos, aunque con un carácter muy parcial, podemos
recordar las expresiones que se contienen en la Declaración de Guadalajara de
1991 por la que se creó formalmente la Comunidad Iberoamericana de Naciones y
En suma, los cambios ocurridos van a influir, sin duda, en los objetivos y
finalidades a los que responden, así como en los mecanismos a instaurar para el
logro de los mismos, por lo que se llega a la conclusión de que nos encontramos
ante un escenario en el que, en realidad, "la Sociedad internacional se encuentra a
medio camino entre la comunidad y la anarquía. Su naturaleza es mixta: presenta
caracteres ordenados y desordenados. Lo que se explica por el hecho de que es
objeto de múltiples contradicciones"49.
47Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa. Textos fundamentales, Madrid, 1992, pp. 296
y 297.
48Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Suplemento nº. 1 (A/53/1), Nueva
York, 1998, párrafos 1 y 2 (cursivas añadidas).
49D. COLARD, Les Relations internationales cit., p. 35.
31
"Chacun le sait, la notion même d'ordre international est chargée d'ambiguïtés
profondes. Car le concept d'ordre international -si tant est qu'il en soit un - remplit,
dans la vie des Etats et des peuples, des fonctions diverses. Il contient tout à la fois
une dimension économique, une dimension sociale, une dimension culturelle... Il
peut tout autant servir d'argument juridique aux Etat les plus puissants que de
discours militant aux Etas les plus faibles. Bref, ce que nous appelons l'ordre
internatioanl est tout aussi bien l'expression d'un rapport des forces présent que
l'idéalisation d'une société à venir"50.
50R. B. ACHOIR y S. LAGHMANI (dirs.) Les nouveaux aspects cit., p. 10 (cursiva añadida).
32
española, J. A. Carrillo quien, al estudiar la evolución de las Naciones Unidas, ha
señalado que la continua adaptación de esta Organización "a las cambiantes
circunstancias de las relaciones internacionales y a las transformaciones
experimentadas en la comunidad internacional es una realidad que justifica (la)
afirmación (...) de que el signo del cambio ha presidido la historia de las Naciones
Unidas entre 1945 y 1990"51.
Pero, por otro lado, como ya señalé "<la aspiración, en todo orden jurídico,
por crear y formular reglas de conducta mínimas que aseguren la convivencia no
deja de ser, en último término, expresión de las necesidades que habitan en las
relaciones sociales. Los ordenamientos internos han encontrado fórmulas a través
de la cuales fijan las condiciones básicas y la reglas elementales por las que se han
de regir dichas relaciones, plasmándolas igualmente en un texto escrito que sirve
de fundamento al resto del ordenamiento jurídico. La constituciones cumplen, de
este modo, como dijera, entre otros, G. Peces-Barba, las funciones de seguridad,
justicia y legitimidad>54.
Lo que hay que resaltar, en todo caso, es que el análisis de los rasgos que
caracterizan a la sociedad internacional contemporánea y la delimitación de los
elementos propios del actual ordenamiento jurídico internacional, exigen
necesariamente no olvidar los procesos históricos de formulación y maduración de
ambos y, aunque éste no sea el momento apropiado para profundizar en ello, sí se
podría rescatar, una vez más, el pensamiento de M. Aguilar Navarro, para quien el
Derecho Internacional "es el más histórico de todos los derechos: su dependencia
de las circunstancias sociales es extremada; peca acaso de una auténtica
servidumbre en la que se encuentra con relación a los acontecimientos históricos".
Para continuar indicando este autor que "La sociedad internacional es una sociedad
en formación; el Derecho Internacional es un Derecho en proceso de gestación", de
tal modo que en ausencia de una visión histórica nuestro ordenamiento resultaría
incomprensible60.
De esta forma, no está mal recordar, como lo hace A. Pigrau Solé, al tratar
sobre el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia, que "la creación de este
Tribunal no debe ser considerada como un hecho aislado en Derecho Internacional.
Más allá de los precedentes creados tras la segunda guerra mundial, conecta con la
tendencia iniciada con fuerza en los años veinte por algunos sectores doctrinales, e
58Ibid., p. 15.
59F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público. Parte General, Madrid, 1995, pp. 19-
20.
60M. AGUILAR NAVARRO, Derecho Internacional Público, Madrid, 1952, t. I, vol. I., p. 35.
También: POCH Y GUTIERREZ DE CAVIEDES, A. Consideración histórica del Derecho
Internacional, R.E.D.I., 1968, pp. 548-569.
36
impulsada desde entonces en el seno de distintas asociaciones científicas (...)"61. Y
lo mismo se podría decir del fenómeno de las minorías nacionales que, como se
sabe, ha "reaparecido" con fuerza a partir del decenio de los noventa y que, sin
embargo, recibió un tratamiento jurídico detallado durante el período de la
Sociedad de las Naciones. Por esto, aunque C. Fernández Liesa en un ámbito
específico de los derechos de las minorías, como es el caso de los derechos
lingüísticos, sostenga, desde el principio, que "la cuestión de las lenguas y de los
derechos lingüísticos es un tema novedoso desde la perspectiva jurídico
internacional", también reconoce este autor que fue "objeto de un sistema de
protección elaborado" en la época citada62.
Por continuar con los mismos ejemplos, se podría observar con toda nitidez
cómo la determinación de los derechos de las minorías nacionales varía
sustancialmente en la actualidad de la regulación que ha recibido en el pasado, ya
que los dos principios básicos y fundamentales en cuyo entorno han de ser
diseñados ahora esos derechos no se encontraban plenamente consagrados con
anterioridad. En efecto, sólo a partir de que se reconocen, con alcance general, la
protección internacional de los derechos humanos y el derecho a la libre
61A. PIGRAU SOLE, Reflexiones sobre el Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia desde
la perspectiva de la codificación y el desarrollo progresivo del Derecho Internacional, A.H.L.A.D.I.,
1994, pp. 212-213.
62C. FERNANDEZ LIESA, Derechos lingüísticos y Derecho Internacional, Madrid, 1999, p. 1. Lo
mismo en C. M. DIAZ BARRADO, La protección de las minorías nacionales por el Consejo de
Europa, Madrid, 1999. Véase, un trabajo completo y detallado: F. MARIÑO MENÉNDEZ, C.
FERNÁNDEZ LIESA y C. M. DIAZ BARRADO, La protección internacional de las minorías,
Madrid, 2001.
63A. TRUYOL Y SERRA, Historia del Derecho Internacional Público, Madrid, 1998, p. 15 (cursiva
añadida).
37
determinación de los pueblos como principios estructurales del orden jurídico
internacional, es cuando se pueden precisar los derechos que corresponden a las
minorías, determinar sus contenidos y límites, así como articular sistemas eficaces
de protección. Esto no quiere decir que el sistema de la Sociedad de las Naciones
no produjera, en algunos casos, excelentes resultados, pero hay que tener en cuenta
que, ya durante ese periodo, algunos (los más avanzados) situaron la cuestión de
las minorías nacionales en el marco de la protección de los derechos humanos64.
Pero se podría llegar, incluso, más lejos y comprobar cómo, en ocasiones, lo que se
produce es el cambio o modificaciones en ciertos aspectos de una determinada
institución del ordenamiento jurídico internacional. En tal sentido, podemos
contemplar que la protección diplomática permanece, en este ordenamiento,
configurada de manera plena desde principios del siglo XIX, pero que, sin
embargo, se están produciendo sucesivas transformaciones en numerosos aspectos
de la misma.
De todas maneras, cabe destacar, en esta línea, que existe una abundante
práctica en materia de protección diplomática y, al mismo tiempo, se advierte una
ingente documentación normativa en la materia. Como se ha dicho “la protección
diplomática es un tema sobre el cual se cuenta con mucho material en la forma de
codificación, convenciones, práctica de los Estados, jurisprudencia y doctrina. De
hecho, es probablemente cierto que no existe ninguna otra rama del derecho
internacional sobre el que exista tanto material. Sin embargo, ello no quiere decir
que necesariamente haya claridad o certeza en las normas que gobiernan la
protección diplomática en general”, siendo así que “las fuentes son en general
incoherentes y contradictorias y apuntan a varias direcciones”67.
68R. B. ACHOUR, Actualité des principes de Droit International touchant les relations amicales et la
coopération entre Etats conformément à la Charte des Nations Unies, Les nouveaux aspects cit., p. 32
(cursiva añadida).
69C. JIMENEZ PIERNAS, El método cit., p. 9 (cursiva añadida).
70"Así, por ejemplo, mientras que el principio de la igualdad soberana de los Estados es reconocido
prácticamente desde el surgimiento, en la edad moderna, de los Estados-Nación; el principio a la libre
determinación de los pueblos no se plasma realmente y con cierta eficacia jurídica hasta el decenio de
los sesenta del presente siglo. En otros casos, la plena consolidación de un principio se ha producido
de forma más rápida que la de otros, cuyos orígenes eran más remotos. De este modo, por ejemplo, el
principio de no uso de la fuerza en las relaciones internacionales se consagró formalmente, y a nivel
universal, antes que el principio de la no intervención, a pesar de que este último había sido
reconocido, al menos en el ámbito regional, mucho antes que aquél". C. M. DIAZ BARRADO, La
sociedad cit.
40
lo que supone que las normas jurídicas que dichos principios informan poseen un
mayor o menor grado de precisión y, en consecuencia, imponen a los sujetos de
derecho internacional obligaciones más o menos específicas", lo que permite
"destacar el carácter evolutivo de estos principios hasta el punto de que, con el
tiempo, no sólo vayan adquiriendo nuevos significados, sino que éstos lleguen a
predominar en la concepción del principio en cuestión"71.
71Ibid.
72C. GUTIERREZ ESPADA, Derecho Internacional Público, Madrid, 1995, p. 61.
73Ibid., p. 86.
41
revisión74.
76Primero, es verdad, como indicó el Tribunal Internacional de Justicia, en su sentencia relativa a las
actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua, en 1986, que existen estrechas
relaciones entre el principio del respeto de la soberanía y los principios que prohíben el uso de la
fuerza y la no intervención, llegando a afirmar que "los efectos del principio del respeto de la
soberanía territorial y los efectos de los principios que prohíben el uso de la fuerza y la no
intervención hasta cierto punto se recubren inevitablemente" (T.I.J. Recueil, 1986, p. 118, párr. 251).
Y, segundo, no podemos olvidar que el principio de la no intervención en los asuntos internos de los
Estados ha recibido desarrollos normativos autónomos. Más allá, de la inclusión en el artículo 2, 7 de
la Carta de las Naciones Unidas (aunque se podría discutir su significado), fue recogido, como tal, en
la Resolución 2625 (XXV). Pero, sobre todo, en la Resolución 2131 (XX), de la A.G. de las Naciones
Unidas, Declaración sobre la inadmisibilidad de la intervención en los asuntos internos de los Estados
y protección de su independencia y soberanía, de 24 de diciembre de 1965; y, todavía más, en la
Resolución 36/103 de la A. G., Declaración sobre la inadmisibilidad de la intervención y la injerencia
en los asuntos internos de los Estados, de 9 de diciembre de 1981.
77Informe sobre la Cumbre del Milenio (El Papel de las Naciones Unidas en el siglo XXI.
Documentos Oficiales, Nueva York, 2000), párrs. 215-219.
78T.I.J. Recueil, 1986, p. 99, párr. 207.
43
¿qué sucedería en el caso de que esas consideraciones políticas comenzasen, cada
vez con mayor amplitud e intensidad, a penetrar en el orden jurídico internacional?
Para resumir, se podría decir que, por un lado, el Derecho Internacional del
tiempo presente es una de las manifestaciones históricas de este ordenamiento
jurídico. Por otro lado, nos encontramos aún, pese a los desarrollos que ciertamente
se han producido, en una etapa aún inicial de la formación de este ordenamiento
jurídico por lo que respecta al contenido de sus normas. Por último, la evolución
histórica que ha experimentado el Derecho Internacional demuestra que, todavía,
están ausentes elementos de consolidación respecto, incluso, a principios
79Ibid., p. 156. Opinión individual. Vid. C. M. DIAZ BARRADO, La sociedad cit., pp. 32-33.
80Un trabajo reciente sobre esta cuestión: J. F. ESCUDERO ESPINOSA, Cuestiones en torno a la
intervención humanitaria y el Derecho Internacional actual, Universidad de León, 2002.
81Cfr., F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., p. 96. (T.I.J. Recueil, 1986,
párr. 263).
44
esenciales del ordenamiento jurídico internacional.
84Universalidad que, ciertamente, se debe entender en varios sentidos. Por un lado, es evidente el
aumento en el número de actores que intervienen en las relaciones internacionales. Por otro lado,
resulta significativa la incorporación a la sociedad internacional de actores plurales y diversos; y
finalmente, queda claro que se está produciendo un fenómeno, cada vez mayor, de globalización de
los problemas. J. A. CARRILLO ha dicho que la "sociedad internacional actual ha llegado a ser una
sociedad verdaderamente mundial. Se asiste hoy, en efecto, al desarrollo de un fenómeno de
mundialización generalizado: mundialización de la economía, mundialización científica y técnica,
mundialización de las comunicaciones y de los intercambios, mundialización de la información",
Droit International et souveraineté des États. Cours général de droit international Public, Recueil des
Cours de l'Académie de Droit International, 1996, vol. 257, p. 51.
85C. GUTIERREZ ESPADA destaca que es una sociedad heterogénea "por cuanto sus componentes
son enormemente diversos y diferentes entre sí" y en cuanto se "encuentra profundamente dividida",
Derecho Internacional cit., p. 25 (cursiva añadida). Asimismo, véanse las posiciones que se expresan
en N. Q. DINH, P. DAILLIER, y A. PELLET, Droit international Public, 6ª ed., París, 1999.
También, D. COLARD ha afirmado, con rotundidad que "Le milieu international n'est pas homogène
mais hétérogène", Les Relations internationales cit., p. 35.
86Para P. M. DUPUY, "Même si l'accroissement effectif du rôle des organisations internationales
atténue quelque peu le phénomène, on doi ainsi constater que la société internationale reste
décentralisée", op. cit., p. 3, párr. 5 (cursiva añadida); y Ch. DE VISSCHER, Théories et réalités en
droit international public, 3 ed., París, 1960. Por su parte, D. COLARD ha indicado que uno de los
elementos que definen a la sociedad internacional es su carácter "imparfait, inorganisé et peu
structuré", Les Relations internationales cit., p. 16.
87En palabras de F. MARIÑO MENENDEZ estamos ante una sociedad internacional "en cuyo seno
aún hoy no son claramente verificables procesos claros de integración social e ideológica, a escala de
la humanidad", Nociones de Derecho Internacional, Zaragoza, 3ª ed., 1991, p. 16 (En Derecho
Internacional Público. Parte General, Madrid, 1995, este autor afirma que se trata de una sociedad "no
organizada y no integrada", p. 29). Por su parte, hasta los que no son internacionalistas, como A. Ruiz
Miguel, destacan el carácter básicamente interestatal de la sociedad internacional. Este autor ha
indicado, en particular, que "el Estado, es el destinatario no único pero sí dominantemente
privilegiado (de las normas internacionales) hasta reducir casi a excepción el todavía reciente proceso
de incorporación de nuevos sujetos, como las personas individuales en algunos ámbitos limitados,
como el relativo a los derechos humanos o también, y precisamente, el de la responsabilidad por
crímenes de guerra", Guerras justas e injustas: entre la moral y el derecho, Cursos de Derecho
Internacional de Vitoria/Gasteiz, 1991, pp. 115-116.
46
yuxtaposición (o relacional), una sociedad internacional institucionalizada, y una
sociedad internacional comunitaria88.
88Veánse, P. REUTER, Principes de Droit International Public, R.C.A.D.I., 1961-II, pp. 425-656; y
R.J. DUPUY, Le Droit International, 5º ed., París, 1976, pp. 23 ss. (así como Communauté
internationale et disparités de développement, R.C.A.D.I., 1979-IV, pp. 9-232). En la doctrina
española, respecto a la estructura institucional A. G. CHUECA SANCHO ha señalado que, aunque
estemos ante una comunidad internacional heterogénea y escasamente integrada, poco a poco se va
dando una institucionalización de la misma. Dicha institucionalización se produce de modo
simultáneo y no coordinado a nivel universal, regional e incluso subregional, mediante las oportunas
Organizaciones Internacionales" Proyecto docente, Zaragoza, 1992, p. 24. En relación con la
estructura comunitaria, ya A. MIAJA DE LA MUELA destacó que el amplio contraste "de unos
miembros de la sociedad internacional con otros nos demuestra la debilidad de los vínculos
comunitarios que ligan a la totalidad de los Estados actuales; pero no puede de ello deducirse la
inexistencia radical de tales vínculos (...)", Introducción al Derecho Internacional Público, 7ª ed.,
Madrid, 1979, p. 13.
89R. J. DUPUY, L Cloture du système international. La cité terrestre, París, 1989. Véase, asimismo,
La Communauté internationale entre le mythe et l'histoire, París, 1986.
90M. LACHS, Le Droit International a l'aube cit., p. 542 (cursiva añadida).
47
Occidente, ha pasado a transformarse en uno de los factores determinantes de las
dinámicas del actual sistema mundial, determinando desde el fenómeno creciente
del regionalismo hasta el cambio en la naturaleza de los conflictos"91.
No sé si queda algo más por explicar, pero de lo que se puede estar seguro
es de que el elemento de la heterogeneidad, que como veremos seguidamente se
manifiesta fundamentalmente en la diferencia y en la desigualdad e, incluso, en la
diversidad, es un punto de partida inexcusable para comprender, hasta dónde se
pueda, los perfiles de la sociedad internacional contemporánea y, lo que es más
importante para nosotros, los rasgos esenciales que definen al actual ordenamiento
jurídico internacional.
94CHAUMONT, Ch. Course général de droit international public, 1970-I, vol. 129, pp. 335-528.
95J. A. CARRILLO SALCEDO, Curso cit.,
96C. GUTIERREZ ESPADA, Sobre las funciones, fines y naturaleza del Derecho Internacional
Público Contemporáneo, Home. M. Hurtado Bautista, p. 54.
49
1. Una Sociedad internacional diversa en busca de una "relativa
homogeneidad"
97Cfr., J. BARBERIS, Los sujetos del Derecho Internacional actual, Madrid, 1984, p. 28.
98A. PELLET, Cfr., Le droit international à l'aube cit., p. 67.
99Cfr., B. DELCOURT y O. CORTEN, La face cachée du nouvel ordre mondial: l'application
discriminatoire du droit international, loc. cit., p. 37.
100A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI, Universidad
de Málaga, 1999, p. 14.
50
diferenciado en la comunidad internacional, muchas veces en razón de los sujetos
eventuales beneficiarios o titulares de determinados derechos. El propio Secretario
General de las Naciones Unidas ha constatado, en la Memoria de 1999, que "si
bien la crisis de Kosovo ha dominado los titulares de la prensa mundial este último
año, en general se ha hecho caso omiso de crisis de igual o mayor gravedad en
otras partes del mundo", llegando a decir, con un sentido profundo, que "si esta
negligencia se limitara únicamente a los medios de información, la situación no
tendría mayor gravedad, pero la falta de atención de los medios de información
refleja la actitud de buena parte de la comunidad internacional, como ha resultado
evidente en la disminución del apoyo con que se ha respondido a los llamamientos
humanitarios para África"101.
Por otro lado, nada tiene que ver lo anterior, en cuanto al fondo, con el
hecho de que, en el ordenamiento jurídico internacional, se coloca a los sujetos
cuyas relaciones regula en "situaciones jurídicas subjetivas internacionales
determinadas"102, pero sí tiene que ver respecto al influjo de la diferencia, de la
desigualdad y de la diversidad y, en último término, de la heterogeneidad de la
sociedad internacional, en la configuración del ordenamiento jurídico. En este
marco conceptual, adquieren pleno sentido las denominadas, en palabras de F.
Mariño Menéndez, "situaciones específicas y condiciones particulares
internacionales de los Estados"103, lo que sería perfectamente aplicable a otros
sujetos o destinatarios de normas jurídicas internacionales104.
101Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Nueva York, 1999, p. 10,
párr. 71 (cursiva añadida).
102F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., p. 74. Y de este autor, un reciente
e interesante trabajo que presenta elementos de alcance general: Las situaciones jurídicas subjetivas al
Derecho Internacional público, Cursos Euromediterráneos Bancaja de Derecho Internacional, vol
III-1999.
103F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., pp. 121 ss.
104Nada de lo anterior debe interpretarse en el sentido de que se quiebre, por estas vías, el principio
de la igualdad soberana de los Estados y el significado más profundo del mismo. A. Pellet, lo ha
dicho con toda claridad: "Il faut bien comprendre que l'égalité souveraine n'est pas une description
factuelle, mais une constatation juridique", ya que no se puede sostener razonablemente que los
Estados sean iguales de hecho, pero sí que lo son en derecho, A. PELLET, Le droit international à
l'aube cit., p. 54.
51
abundan las desigualdades en todas sus manifestaciones y dimensiones. Segunda,
precisamente por la existencia de estas diversidad,es nos podemos encontrar ante
supuestos en los cuales el ordenamiento jurídico internacional ofrezca soluciones
distintas.
En la actualidad, está claro pues que los Estados no son los únicos
creadores del orden jurídico; que el conjunto de las normas que florecen en su seno
no están destinadas exclusivamente a ellos; que ni tan siquiera son los únicos que
Ahora bien, esto no explica, a la luz de los hechos, que el Estado en cuanto
tal sea objeto de discusión, porque, ¡paradoja!, la disgregación de un Estado lo que
da lugar, usualmente, es a la creación de más Estados o, por lo menos, los
movimientos secesionistas tienden y aspiran a la creación de nuevos Estados. Con
radicalidad, se diría que el objetivo básico de los grupos integrados en un Estado
“La crisis” que afecta al Estado se concreta tanto en el plano externo como
interno. Si desde el primero se puede observar una cierta incapacidad del Estado para
encauzar fenómenos tan intensos como la globalización, no menos importantes son
algunos graves conflictos a que puede verse sometido y que pueden afectar a su
cohesión interna. Desde una perspectiva jurídico-internacional, un interés especial han
despertado estos últimos, porque, como se sabe, han conducido a una cierta
revitalización y actualización de instituciones tan importantes como la protección de
las minorías, el reconocimiento de Estados o la sucesión de Estados112.
Sin duda, el proceso de integración europea sirve mejor que cualquier otro
para ilustrar esta situación y, por ello, se pueden suscribir las palabras de A.
Mangas y D. Liñan en el sentido de que "la sustancia de la que se nutre este
Tratado" (TUE) "es federal <una suerte de federalismo internacional> y, por ende,
política. No sólo los preceptos iniciales (arts. 1-7) están a todas luces impregnados
de la esencia y del método federal, sino que los tratados CE, CECA y CEEA, desde
su fundación se han servido del método federal"116. Y, aunque menos avanzados en
el logro de los objetivos que se han marcado, se podrían también citar, con todos
los matices que se quiera, otros procesos de integración tales como Mercosur o la
Comunidad Andina117.
Aunque la Unión Europea sería un buen ejemplo, no hay que olvidar que,
en otros casos, también se aspira a que la Organización Internacional que lidera el
proceso de integración asuma protagonismo propio en la escena internacional. En
este sentido, estimo que hay que interpretar "los deseos" de la Comunidad Andina
por elaborar, diseñar y llevar a cabo su propia "política exterior" y que, aunque sea
poco, ha producido algunos resultados120.
Por último, es verdad como lo ha indicado E. Rey Caro que "la ausencia
de instancias internacionales universales obligatorias a imagen de las existentes en
los ordenamientos jurídicos estatales" es lo que hace que cada proceso de
integración, teniendo en cuenta sus propias características, elabore y diseñe
mecanismos de solución de controversias"122, pero es que, tras ello, se encierra la
realidad de que en los procesos de integración los mecanismos de solución de
controversias adquieren dimensiones específicas, tanto por lo que se refiere a los
procedimientos de solución, como a la determinación de los contenidos de los
mismos. Basta, en esta línea, comparar las reglas generales en materia de arbitraje
120Vid., en particular, la Decisión 458 sobre los "Lineamientos de la Política Exterior Común"; y la
Decisión 431, de 3 de abril de 1998, por la que se procede a la incorporación de la Comunidad a la
Asamblea General de las Naciones Unidas en calidad de observador.
121C. M. DIAZ BARRADO, Iberoamérica cit.
122Cfr., E. REY CARO, La solución de controversias en el Mercosur, A.A.D.I., 1996-1997, p. 279.
58
internacional con el sistema arbitral establecido en el seno de Mercosur para poder
observar cómo varían las mismas123.
Pero, por otro lado, y aunque ciertamente todavía, "las Naciones Unidas no
son capaces de hacer respetar suficiente y universalmente los principios de base
129A. LEWIN, La coordination au sein des Nations Unies: Mission impossible?, A.F.D.I., 1983, pp.
9-22.
130J. A. CARRILLO SALCEDO, La ONU, cincuenta años después, Cursos de Derecho
Internacional de Vitoria-Gasteiz, 1995, p. 33 (cursiva añadida).
131Chr. TOMUSCHAT, L'adaptation institutionnelle des Nations Unies au nouvel ordre mondial, Les
nouveaux aspects cit., pp. 159-173. En la doctrina española, un trabajo reciente, aunque cenrado en un
órgano de las Naciones Unidas, R. RIQUELME CORTADO, La reforma del Consejo de Seguridad
de la ONU. El incremneto de sus miembros y su más adecuada representación equitativa, Madrid,
2000.
61
sobre los que se creó"132, estimo que se ha producido, no obstante, un cambio en la
percepción de esta Organización Internacional a nivel mundial. Tal y como se
dejaba entrever en la Memoria del Secretario General de 1992, a éste le
preocupaba sobremanera el logro de una estabilidad financiera, porque "en el
tumulto de exigencias que se le impone, no puede darse el lujo de convertirse en
víctima de su propia popularidad, de sufrir una crisis de expectativas y no, como
sucedía anteriormente, de falta de credibilidad en su capacidad de alcanzar
consensos"133.
Claro que sí, las Naciones Unidas han servido mejor que nunca, en los
últimos tiempos, como medio imprescindible para la pacificación de conflictos
regionales, y se han ido poniendo de relieve, en particular, los resultados obtenidos
por el Secretario general en el ejercicio de sus funciones de mediador. En esta
línea, Parece que el Secretario general, J. Pérez de Cuellar, quiso hacer realidad su
propio pensamiento, cuando indicó que en periodos de tensiones y dificultades,
"su misión es buscar todas las posibilidades que puedan presentarse para mejorar la
comunicación y los acercamientos entre los Estados en desacuerdo, y sacar partido
de estas posibilidades. En mi opinión, negarse a actuar y no preocuparse del
resultado de una cuestión o diferencia por parte del Secretario general será
De este modo, por citar algunos ejemplos, el fin del conflicto bélico entre
Irán e Iraq, las negociaciones tendentes a poner fin a los conflictos de Namibia y
Angola, la búsqueda de una solución a la cuestión chipriota, la participación directa
en los procesos de pacificación en Centroamérica, la solución al conflicto de
Kampuchea, las aportaciones a la solución del conflicto en Timor Oriental y la
preparación de un plan de paz para el Sahara, cuya aplicación, como se sabe, no
deja de ser turbulenta, son, entre otras, actuaciones que pasan a engrosar el haber
de las Naciones Unidas. En tales casos, la O.N.U. se suma así a la función de
coexistencia que cumple el Derecho Internacional, y se revela como el foro más
adecuado para discutir y resolver los problemas relativos al mantenimiento de la
paz y la seguridad internacionales.
Pero, en perspectiva mundial, quizá fuera la crisis del Golfo Pérsico la que
reveló que las Naciones Unidas deberían tener un protagonismo más cualitativo en
la escena internacional. Por lo menos, como lo ha señalado L. I. Sánchez
Rodríguez, "La actuación del Consejo de Seguridad durante la crisis (...) ha dado
lugar a apasionados juicios de valor en términos políticos; pero ha dado ocasión
también para desempolvar las olvidadas páginas del Capítulo VII de la Carta de las
Naciones Unidas para analizar, con mayor precisión, desde un punto de vista
jurídico, las competencias que el sistema le atribuye. La crisis ha servido al menos,
para reexaminar el sistema en toda su complejidad y con todas sus implicaciones,
y para terminar de convencer a los analistas de la potencialidad de un mecanismo
al que la guerra fría había sumido en un profundo y largo letargo"135.
134J. PEREZ DE CUELLAR, Le rôle de Secrètaire général des Nations Unies, R.G.D.I.P., 1985, p.
235 (cursiva añadida).
135L .I. SANCHEZ RODRIGUEZ, La invasión de Kuwait por Iraq y la acción del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, Cursos de Derecho Internacional de Vitoria/Gasteiz, 1991, p. 22
(cursiva añadida).
136M. LACHS, Le Droit International a l'aube cit., p. 542.
63
mantenimiento de la paz"137.
Pero nada de ello impide suscribir las palabras del Secretario General de la
Organización, para quien "el papel singular de las Naciones Unidas en la nueva era
mundial proviene de su composición y alcance y de los valores compartidos
consagrados en nuestra Carta. Nos incumbe la tarea de asegurar que la
mundialización proporcione beneficios no sólo a algunos, sino a todos; que la paz y
la seguridad se mantengan, no sólo para unos pocos, sino para muchos; que existan
las oportunidades, no sólo para los privilegiados, sino para todos los seres
humanos"138.
Para continuar indicando que "las Naciones Unidas son necesarias hoy mas
que nunca para salvar las diferencias del poder, cultura, tamaño e intereses entre
los Estados, de modo que puedan ser el lugar en el que se expongan claramente la
causa de la humanidad común y se la haga avanzar. Hace falta más que nunca un
ordenamiento jurídico internacional sólido, junto con los principios y la práctica
del multilateralismo, para definir las reglas fundamentales de una nueva
civilización mundial en la que pueda expresarse el mundo en toda su rica
diversidad"139.
140D. VIGNES, Les organisations internationales sont-elles devenues des sujets de plein droit du Droit
International Public?, en Estudos en Homenagem ao Prof. Doutor A. FERRER CORREIA, Coimbra,
1991, pp. 99-100.
141J. A. PASTOR RIDRUEJO, Curso de Derecho Internacional Publico, Madrid, 1ª ed., 1986, p. 68.
142Ibid., p. 185.
65
des instruments dont le peuple se sert pour agir mais n'est rien en soi... Les sujets
de l'histoire sont les peuples, qui sont également les sujets du droit"143.
Con seguridad, se suscitan múltiples cuestiones que derivan del hecho del
reconocimiento de la persona humana como actor, también privilegiado, de las
relaciones internacionales y, por ende, como eventual destinatario de principios y
normas que emanan del ordenamiento jurídico internacional. En todo caso, podríamos
centrarnos en algunas de ellas:
Para O. Casanovas "en los últimos años este fondo de valores comunes que
fundamentaría la universalidad del respeto a los derechos humanos, ha sido puesto
en tela de juicio. La primacía otorgada al desarrollo económico como primer
objetivo de los países en vías de desarrollo, el fundamentalismo islámico e, incluso,
la crítica al individualismo en el pensamiento occidental, han puesto en entredicho
150C. M. DIAZ BARRADO, La Segunda Conferencia Mundial sobre derechos humanos, Revista
Extremadura, 1995.
151A. MAHIOU, La Charte arabe des droits de l'homme, Mélanges H. Thierry cit., pp. 305-320. Y
M. CHARFI, Les Etats musulmans et les droits de l'homme, Home. Boutros Ghali, Bruselas, 1998,
pp. 991-1017.
152Cfr., V. ABELLAN HONRUBIA, Los derechos humanos en la Conferencia de Seguridad y
Cooperación en Europa, Cursos Vitoria/Gasteiz, 1989, pp. 85 ss.
153Vid. C.N. KAKORIS, La universalité des droits de l'homme: le droit d'être différent. Quelques
observations, Homenaje M. Díez de Velasco cit., pp. 415-426. Asimismo, la cláusula al respecto
incluida en el Documento Final de la Conferencia de Viena en la que se dice que "Todos los derechos
humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están relacionados entre sí", pero, al
mismo tiempo, se reconoce "la importancia de las particularidades nacionales y regionales, así como
de los diversos patrimonios históricos, culturales y religiosos (...)". M. CHARFI nos ha recordado que
el representante iraní, en la 39 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, sostuvo que la
Declaración Universal de Derechos Humanos "ilustra una concepción laica de la tradición judeo-
cristiana" y que, por lo tanto, "no puede ser aplicada por los musulmanes", loc. cit., p. 994.
68
el universalismo de los derechos humanos"154. En el mismo sentido se ha
pronunciado K. Mbaye al señalar y subrayar ciertas amenazas que pesan sobre la
universalidad de los derechos humanos, tales como las transformaciones que se
han producido en la sociedad internacional, en particular, los progresos de la
ciencia y la tecnología, la intransigencia religiosa y el subdesarrollo, aunque para
este autor, la "universalidad se puede salvar"155.
Esperemos, en todo caso, que se hagan realidad las palabras del entonces
Presidente del Gobierno español en la Conferencia de Paz de Madrid, celebrada en
1991, cuando señaló que "somos conscientes de la complejidad del proceso, pero
los españoles sabemos cómo la cooperación entre las culturas y la unión de los
esfuerzos colectivos pueden generar una convivencia pacífica. La paz es la
158Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Suplemento nº. 1 (A/56/1),
Nueva York, 2001, párrafo 196.
159A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI cit.
70
condición necesaria. La región tiene recursos naturales y capital humano que en un
clima que sustituya el conflicto por la cooperación puede garantizar el desarrollo y
el bienestar de todos los seres humanos que habitan en ella"160.
Desde luego, hay que partir en esta cuestión de la posición que, en 1992,
adoptara el Secretario General de las Naciones Unidas cuando indicó, en una frase
que por repetida no ha perdido valor, es decir, que "las Naciones Unidas no han
cerrado sus puertas, pero si cada grupo étnico, religioso o lingüístico pretendiera
formar un Estado, la fragmentación no tendría fin, con lo que serían aún más
difíciles de alcanzar la paz, la seguridad y el bienestar económico para todos"163.
Posición que, de otra forma, reiteró en el seno de la Universidad Carlos III de
Madrid, cuando sostuvo que “algunos pueblos, en medio de trágicos balbuceos,
intentan conciliar la racionalidad del Estado y los impulsos del micronacionalismo. Y
debemos plantearnos gravemente la cuestión de saber si el principio del derecho de
los pueblos a disponer de sí mismos no corre a veces el riesgo de favorecer en cierto
modo la aparición de micronacionalismos, en contra de la idea que todos tenemos del
Derecho Internacional"164.
suscitado que tal derecho podría ser predicable de cualquier pueblo, siempre y cuando esta pretensión
haya sido sometida al reconocimiento y a la validación a través de diferentes procedimientos, Cfr., I.
BROWNLIE, International Law at the Fiftieth Anniversary of the United Nations, Recueil des Cours de
l'Académie de Droit International, 1995, vol. 255, pp. 55-63. De este modo, se le atribuyen al
reconocimiento un valor y una eficacia de gran interés que podría incidir, claramente, en la creación de
nuevos Estados; tanto es así que, como ha puesto de relieve F. Mariño, "en las actuales condiciones de la
Sociedad Internacional, no cabe excluir completamente el nacimiento de Estados nuevos por procesos no
legitimados por el principio de autodeterminación. En tales supuestos, la efectividad del nuevo Estado
(mantenida en el tiempo y reconocida por un número suficiente de Estados) bastaría para que aquél
adquiriera subjetividad internacional, al margen de la "legitimidad" de la lucha por la secesión”, F.
MARIÑO MENÉNDEZ, Naciones Unidas y el Derecho de autodeterminación, en Balance y perspectivas
cit., p. 99.
165Vid., I. LIROLA DELGADO y M. MARTÍN MARTINEZ, La Corte Penal internacional. Justicia
versus impunidad, Barcelona, 2001.
166Déclaration de Kofi Annan, Secrétaire général des Nations unies, faite le 18 juillet 1998 à Rome à
l'occasion de la signature du Statut de Rome de la Cour pénale internationale (Communiqué de Presse,
SG/SM/6643, L/289).
72
B) La diversidad ideológica y el camino hacia el establecimiento de sistemas
democráticos
Lo que está claro, en todo caso, es que los cambios en el plano ideológico,
que han tenido lugar recientemente, no nos pueden llevar a afirmar que en la
sociedad internacional contemporánea no se deje sentir el influjo de las ideologías.
Desde luego, "sería peligroso concluir -como lo han hecho ciertos autores- en la
muerte o el declive de las ideologías en las relaciones inter-estatales";170 y, por lo
tanto, es verdad que el factor ideológico, a través de unas u otras manifestaciones,
tendrá relevancia en la configuración del ordenamiento jurídico internacional. En el
caso del fundamentalismo (islámico o no) ya tendremos oportunidad de indicar
algo más, pero tengamos en cuenta, ahora, que el mantenimiento de estas tesis
tiene, con claridad, su reflejo en el orden jurídico internacional y, en consecuencia,
en las normas y principios que lo configuran
168 S. BASTID, Adaptation du Droit International au realtions nouvelles entre Etats, Mélanges à M.
Virally, París, 1991, p. 82. M. VIRALLY, R.C.A.D.I. cit., pp. 33-36.
169D. COLARD, Les Relations internationales cit., p. 52. En realidad, como ha indicado este autor lo
importante es que la doctrina clásica del Islam "tiene una concepción muy particular de las Relaciones
internacionales: una sociedad internacional jerarquizada, desigualitaria y conflictual", p. 53. En
esencia, pues, sería equivocado olvidar "el peso del factor religioso en las relaciones internacionales",
Cfr., p. 79
170ibid., p. 79.
74
entre los Estados de la denominada "Comunidad de Estados socialistas", a través de
los principios del "internacionalismo socialista". Tan es así, que en el discurso
jurídico soviético se produjo una superposición de los principios del Derecho
Internacional General con los principios jurídicos inter-socialistas, como principios
rectores de las relaciones "internacionales" entre los Estados de este ámbito
político171.
171TUNKIN, G.I., International Law and other social norms functionning within the international
system, Essays G. Schwarzenberger, Londres, 1988, pp. 282-300.
172 R. CHARVIN, La doctrine américaine de la souveraineté limitée, R.B.D.I., 1987, pp. 5-17.
173 Anuario Iberoamericano, Hechos y documentos, 1965, pp. 170-172.
174R. CHARVIN, loc. cit., p. 13.
75
presencia y la presión directa de los Estados Unidos. Quizá por esto, el punto
relativo a la democratización en los acuerdos de Esquipulas II, resuma mejor que
cualquier otro la autonomía relativa de los Estados centroamericanos frente a los
Estados Unidos.
Se constata así que, incluso, uno de los cambios que se vienen operando es
precisamente la instauración de sistemas democráticos en Estados que han llevado
a cabo una verdadera transformación en todos los sectores, y se puede apreciar,
además, que la comunidad internacional se ve interesada por esos cambios. Por lo
menos, esto cabría deducir de las expresiones que se contienen en el punto 17 de la
Declaración de Copenhague relativa al Desarrollo Social, en la que los Estados
participantes en la Conferencia reconocen que los países que están experimentando
“transformaciones fundamentales en lo político, en lo económico y en lo social,
incluidos los que se encuentran en un proceso de consolidación de la paz y la
democracia, requieren el apoyo de la comunidad internacional"179.
178M. ORTEGA CARCELEN, Hacia un gobierno mundial, Salamanca, 1995, pp. 171-172 (cursiva
añadida). Por su parte, J. Roldán ha señalado que “la cooperación democrática en el orden
internacional adiciona un sistema de protección suplementario a las libertades internas. Las relaciones
internacionales, no sólo el Derecho internacional stricto sensu, representan una garantía contra
atentados a Constituciones democráticas. El medio internacional vela por la libertad interna y
reacciona cuando el orden estatal ha sucumbido al autoritarismo”, J. ROLDAN BARBERO,
Democracia y Derecho Internacional, Madrid, 1994, p. 147.
179A/CONF. 166/9, 19 de abril de 1995, Informe de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social,
Copenhague, 6 a 12 de marzo de 1995.
180Un programa de Paz, Naciones Unidas, 1992, p. 5, párr. 9. B. B. Ghali ha abogado por un
Derecho Internacional de la Democracia, en particular, Pour un Droit International de la Démocratie,
Theory of International Law at the Treshold of 21 century, Essays Skubiszewski, 1996, pp. 99-108
(Vid., Una Agenda para la Democracia de B. Ghali, A/51/761, 20 de diciembre de 1996). Y los
trabajos de R. BEN ACHOUR, La contribution de Boutros Boutros-Ghali à l'émergence d'un droit
international positif de la démocratie, Home. B. Ghali, Bruselas, 1998, pp. 909-924; y R. GREEN, La
democratización de las relaciones internacionales: aspiración de Boutros Ghali, ibid., pp. 1085-1102.
78
apoyo del sistema de Naciones Unidas a los esfuerzos que se desarrollan por los
gobiernos para promover y consolidar las nuevas o restablecidas democracias, en
la que, este órgno onusiano se muestra consciente, desde el principio, de que
existen "lazos indisolubles" entre los principios consagrados por la Declaración
Universal de Derechos Humanos y los fundamentos de toda sociedad democrática.
181Vid. Declaración de Viena, de 1993; el texto, en RIE, 1993, pp. 1085 ss. También, Declaración
de Estrasburgo de 1997.
182En este ámbito, como lo ha indicado J. Roldán Barbero “el adoctrinamiento de la cultura
democrática recogido en los documentos de la Conferencia se dirige fundamentalmente de hecho a las
democracias nacientes, pero su espíritu no resulta ocioso para las más asentadas. El régimen de
libertades se concibe como patrimonio y responsabilidad colectiva de toda Europa”, J. ROLDAN
BARBERO, Democracia y Derecho Internacional cit., p. 61. No debemos olvidar, en esta línea, el
informe al Consejo de la CSCE del Seminario de expertos de la CSCE sobre Instituciones
democráticas, Oslo, 15 de noviembre de 1991, Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa,
Textos fundamentales, Madrid, 1992, pp. 275 ss.
183C. KAMINSKI y S. KRUK, Le nouvel ordre internacional, París, 1993, p. 39.
79
Por lo que se refiere a la Unión Europea, basta recordar que ya en el
Tratado de la Unión, de 7 de febrero de 1992, los Estados miembros confirmaban
“su adhesión a los principios de libertad, democracia y respeto de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales y del estado de derecho” y que en, en el
artículo 6. 1 del Tratado de Amsterdam, dentro de las disposiciones comunes, se
estipula que “la Unión se basa en los principios de libertad, democracia, respeto de
los derechos humanos y de las libertades fundamentales y el Estado de Derecho,
principios que son comunes a los Estados miembros”. Se trata, como han señalado
A. Mangas Martín y D. Liñan Nogueras de una “exigencia para poder ser
miembros y para permanecer en la Unión y es otra forma más de regular, de forma
concreta, las relaciones entre los Estados miembros y sus pueblos”184.
187C. M. DIAZ BARRADO, Las fracturas de España en el seno de la integración europea, España
invertebrada, Bosquejos de algunos pensamientos históricos, Cáceres, 1999, pp. 197-198.
188Ibid.
189C. KAMINSKI y S. KRUK, op. cit., pp. 105-108. Como han indicado estos autores "l'évolution
vers la démocratie a réussi à atteindre les pays parmi le plus défavorisé de la planète, contradisant
ainsi les anciennes thèses. Néanmoins, ce processus conduit souvent à exacerber les crises latentes,
économiques, sociales et politiques", p. 106.
190J. RODRIGUEZ ELIZONDO, Democracia y Seguridad en América Latina, en América Latina y
nuevos conceptos de seguridad, Zaragoza, 1992, p. 23.
81
No cabría negar, ciertamente, la extraordinaria contribución de los Estados
de este continente, durante los últimos años, a la consolidación de la democracia
como un valor básico de la sociedad internacional contemporánea en el ámbito
americano191. En este caso, la aceptación y la difusión del principio democrático
adquiere un significado especial, ya que estos Estados se sitúan, en términos
generales, en el segmento de la sociedad internacional que cuando afirma el valor
de la democracia lo hace sobre la base de lograr el respeto de los derechos
humanos, el desarrollo económico y la participación; y no como un valor a
imponer, con condiciones, a otros Estados del planeta; y, asimismo, en un contexto
regional marcado precisamente por la ausencia real de buena parte de los valores
mencionados.
Considero relevante, a este respecto, destacar dos ámbitos en los que estos
Estados han afirmado y propalado el valor del principio democrático en sus
relaciones mutuas y, de este modo, lo han extendido, de forma más general, en el
marco de las relaciones internacionales.
De todos esos documentos quizá merezca la pena reseñar ahora las expresiones que
se contienen en la Declaración de Esquipulas I, de 25 de mayo de 1986, en la que
se afirma que “la paz en América Central sólo puede ser fruto de un auténtico
proceso democrático pluralista y participativo que implique la promoción de la
justicia social, el respeto a los derechos humanos, la soberanía e integridad
territorial de los Estados y el derecho de todas las naciones a determinar libremente
y sin injerencias externas de ninguna clase, su modelo económico, político y social,
entendiéndose esta determinación como el producto de la voluntad libremente
expresada por los pueblos”.
192Documento de Trabajo presentado por el Dr. César Gaviria al Consejo Permanente, el día 6 de
abril de 1995. El fortalecimiento de la democracia en el hemisferio: Hacia una Acción integral para
la democracia, y la Unidad para la promoción de la Democracia.
83
los discapacitados, los niños, ancianos y las minorías.
La democracia efectiva requiere que la corrupción sea combatida de manera
integral, toda vez que constituye un factor de desintegración social y de distorsión
del sistema económico que socava la legitimidad de las instituciones políticas”193.
Por si fuera poco lo dicho hasta ahora, no cabe olvidar que, precisamente el
11 de septiembre del 2001, la Asamblea General de la OEA adoptó la Carta
Democrática Inter-americana, en la que se parte del principio de que “el carácter
participativo de la democracia en nuestros países en los diferentes ámbitos de la
actividad pública contribuye a la consolidación de los valores democráticos y a la
libertad y la solidaridad en el Hemisferio”; y en la que se indica que “la solidaridad
y la cooperación de los Estados americanos requieren la organización política de
los mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa y
que el crecimiento económico y el desarrollo social basados en la justicia y la
equidad y la democracia son interdependientes y se refuerzan mutuamente”196.
193Es de sumo interés el Plan de Acción que se aprobó en dicha Cumbre y en el que se destina una
parte a “La Preservación y el Fortalecimiento de la Comunidad de Democracias de las Américas”.
(Asimismo, véase la Primera Cumbre Ministerial de Comercio y Foro empresarial, Denver, Colorado,
junio-julio de 1995, la segunda Cumbre celebrada en Cartagena de Indias, Colombia en marzo de
1996; la tercera cumbre celebrada en Belo Horizonte en Brasil en mayo de 1997). En lo mismo se
incide tanto en la Cumbre de Santiago de Chile de 1998 como en la Cumbre de Québec del 2001.
194J. ROLDAN BARBERO, Democracia y Derecho Internacional cit., p. 71. También, J. ROLDAN
BARBERO, La Carta democrática interamericana cit.
195Se podría, incluso, realizar un estudio detallado de este principio en los principales procesos de
integración que acontecen en América Latina y el Caribe, como Mercosur, la Comunidad Andina o la
Comunidad del Caribe. En todos ellos, se afirma, con rotundidad, el princpio democrático como
fundamento de la integración., vid., C. M. DIAZ BARRADO, Iberoamérica cit.
196Vid., J. ROLDAN BARBERO, La Carta democrática interamericana cit.
84
Más aún, cabría interpretar cómo se formula y proyecta la democracia en
este continente sobre la base de lo que se establece en el artículo 1 de dicha Carta
en la que, su mera lectura, es suficiente para comprender la intensidad y
profundidad de la afirmación del principio. El precepto señalado estipula que “los
pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación
de promoverla y defenderla. La democracia es esencial para el desarrollo social,
político y económico de los pueblos de las Américas”, y a lo largo del documento
se establecen algunos efectos relevantes de la afirmación de la democracia, sobre
todo, en su relación con los derechos humanos; en su vinculación con el desarrollo
integral y el combate de la pobreza; en el marco del Fortalecimiento y
preservación de la institucionalidad democrática; y, en particular, se detalla, en la
línea de resoluciones anteriores de la OEA, la relación entre la democracia y las
misiones de observación electoral, abogándose, incluso por una promoción de la
cultura democrática197.
197Ibid.
85
reconocimiento de Estados se han visto enriquecidas por la exigencia particular de
que los nuevos Estados respeten y garanticen un sistema de carácter democrático.
En este ámbito, podríamos sostener, con J. Roldán Barbero, que “en los últimos
años, el valor democracia ha ganado indiscutiblemente terreno a la libre elección
del sistema político. En lo atinente al reconocimiento de Estados y de Gobiernos,
por ejemplo, han acontecido novedades, singularmente en el marco europeo”198.
Pero, incluso, con un alcance más general, cómo interpretar si no, por citar
un ejemplo de los primeros, el artículo 1 del acuerdo-marco de cooperación
la cuestión de la democracia bajo el título: “Hacia una acción integral para la democracia” en la que
se comienza diciendo lo siguiente: “El fortalecimiento, el ejercicio efectivo y la consolidación de la
democracia constituyen la prioridad política fundamental para las Américas. La Organización de
Estados Americanos es el principal organismo hemisférico para la defensa de los valores y las
instituciones democráticas”; y se dedica otra de las partes del mismo a la “La Unidad para la
promoción de la democracia”. En esta línea, hemos de señalar también que el impulso que la
democracia ha recibido en el seno de la OEA ha supuesto la adopción de diversas resoluciones al
efecto como, por ejemplo, la resolución 1402 (XXVI) de la Asamblea General sobre la Promoción de
la Democracia de 7 de junio de 1996 (la anterior: resolución 1337 -XXV- de 9 de junio de 1995) o la
resolución 1401 (XXVI) sobre la promoción de la democracia representativa de 7 de junio de 1996; lo
que, en buena parte, encuentra sus orígenes en la resolución 1080 (XXI) de 5 de junio de 1991 sobre
la democracia representativa, y en el compromiso de Santiago con la democracia y con la renovación
del sistema interamericano, aprobado en la tercera sesión plenaria, celebrada el 4 de junio de 1991.
Vid., también, los Informes generales anuales del S.G. de 1994-1995 y 1995-1996 (Unidad para la
promoción de la Democracia); y algunos de los discursos y declaraciones del Secretario General,
César Gaviria, tales como el pronunciado en la Conferencia de Paz y Democracia de Centroamérica,
Tegucigalpa, Honduras, 23 de octubre de 1994; en el Foro democrático, Democracia y Derechos
indígenas, Washington, 25 de abril de 1997; o en la Conferencia del Comando Sur sobre las “fuerzas
armadas, democracia y derechos humanos en el umbral del siglo XXI”, Miami, 5 de febrero de 1997.
201Vid., S. LAGHMANI, loc. cit., pp. 261-264. De todas formas, para comprobar los elementos más
relevantes de este asunto y los resultados finales: R. PANIAGUA REDONDO y J. ACOSTA, La
crisis haitiana y Naciones Unidas, Barcelona, 1994. Ver, en general, H. CAMINOS, The role of the
Organization of American States in the promotion and protection of democratic governance,
R.C.A.D.I., 1998, vol. 273, pp. 103-238.
87
comercial y económica entre la Comunidad Económica Europea y la República
Argentina, de 8 de octubre de 1990, que, por de pronto, adoptaba el enunciado de
"Fundamento democrático de la cooperación", y en el que se establecía que "1. Las
relaciones de cooperación entre la Comunidad y Argentina, así como todas las
disposiciones del presente Acuerdo, se fundamentan en el respeto de los principios
democráticos y los derechos humanos que inspiran las políticas internas e
internacionales de la Comunidad y Argentina. 2. El fortalecimiento de la la
democracia y la integración regional son los principios fundamentales del presente
Acuerdo y constituyen una preocupación compartida por ambas Partes (...)"202.
205Ni que decir tiene que la democracia tambien aparece en las declaracions finales de las dos
Cumbres Unión Europea-América Latina celbradas hasta ahora. En partitucar, en el Compromiso de
Madrid, de 17 de mayo de 2002, se dice: “Los Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, de
América Latina y del Caribe, reunidos en Madrid, nos comprometemos a avanzar en nuestra
asociación estratégica birregional basada en la Declaración y el Plan de Acción adoptados en la
Primera Cumbre que tuvo lugar en Río de Janeiro en junio de 1999. Nuestra historia y cultura, junto
con los valores y principios que compartimos, constituyen la base de esta relación privilegiada, así
como de nuestro enfoque común sobre las principales cuestiones internacionales. Necesitamos
enfrentar conjuntamente los graves desafíos y aprovechar las oportunidades el siglo XXI. Con un
espíritu de respeto mutuo, igualdad y solidaridad, reforzaremos nuestras instituciones democráticas e
impulsaremos los procesos de modernización de nuestras sociedades, teniendo en cuenta la im-
portancia del desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la diversidad cultural, la justicia y la
equidad social”.
206Cfr., L. Bizzozero, El acuerdo marco interregional Unión Europea-Mercosur: dificultades y
perspectivas de una asociación estratégica, Argentina, 2001.
207Es de interés, también, la Declaración común sobre el Diálogo político entre la Unión Europea y
la Comunidad Andina (Roma, 30 de junio de 1996) en la que se habla de que ambas partes están de
89
Por último, hay que reconocer que son principalmente los Estados
europeos-occidentales, los que favorecen y propician el establecimiento de
regímenes democráticos en todas las zonas del planeta, siendo así que, tales
actitudes, producen, a veces, distorsiones importantes en el objetivo final. En
palabras de Edgar Pisani "en la actitud de Occidente con respecto a la
democratización del Este y del Sur hay algo de insoportablemente vanidoso.
Pretendemos estar en la posesión de la solución, y esperamos que sea aceptada
como verdad revelada. En un momento en que nosotros mismos nos estamos
cuestionando sobre la evolución necesaria de nuestros sistemas, los imponemos
como palabra del evangelio. Olvidamos que para que echen raíces, derechos del
hombre y democracia deben ser el fruto de la lucha que los pueblos libran contra
las dictaduras y contra ellos mismos"209.
acuerdo en "guiarse por los valores democráticos", y se pone de relieve que "el respeto de los
derechos humanos, las libertades individuales y el principio de la constitucionalidad del Estado, que
es la piedra angular de la sociedad democrática, guían la políticas interior y exterior de los países de
la Unión Europea y de la Comunidad Andina y sientan la base de su proyecto común". Un buen
anális, de todo ello, en W. HUMMER, El “Diálogo político” y el “Compromiso democrático” en las
zonas de integración en América Latina, Homenaje E. Rey Caro 2002, cit., pp. 1241 ss.
208Vid., E. REGAN, Are sanctions against Austria legal?, ZÖR, 55 (2000), pp. 323-336. Pero, como
he señalado, ciertas previsiones, más o menos definidas, se han contemplado también en otras
Organizaciones Internacionales, como Mercosur o la Comunidad Andina, adoptándose Protocolos
adicionales a los tratados constitutivos de estas Organizaciones y relativos al respeto, por los Estados
miembros, del principio de la democracia, C. M. DIAZ BARRADO, Iberoamérica cit.,
209EL País, 30 de julio de 1992. La transición democrática.
90
actitudes y comportamientos que los Estados europeos-occidentales han mantenido
en relación con ciertos acontecimientos o, quizá, en sus relaciones con otros
Estados. Tal aspiración puede llegar, incluso, a adquirir dimensiones más
considerables y demostrar, no sólo una actitud "contradictoria" de los Estados de
tradición occidental respecto a situaciones similares sino, incluso, contraria a
ciertas normas fundamentales del Derecho Internacional.
Por esto, aunque con otras palabras menos amargas, podríamos suscribir el
fondo de las reflexiones de A. Remiro Brotons cuando ha indicado que:
“guardémonos de ir deprisa. Pretender introducir cuñas federalistas en un contexto
internacional conduce a una secuencia imparable de despropósitos. Viejas recetas,
ahora con un plus de incoherencia. No juguemos con las necesidades del Tercer
Mundo, moviendo las fichas del Primero. No demos por descontado que ellos
quieren lo que nosotros queremos que quieran. No acabemos suscribiendo planes
que, bajo la apariencia de espectaculares avances normativos, suponen lamentables
retrocesos institucionales. ¿Qué significa en términos prácticos que Estados Unidos
y la comunidad internacional deberían no sólo asistir, sino garantizar el resultado
de elecciones libres y el establecimiento de una democracia constitucional?"211.
210Vid., P. NANDA, The validity of United States Intervention in Panamá under International Law,
A.J.I.L. 1990, pp. 494-503.
211A. REMIRO BROTONS, Civilizados, bárbaros y salvajes en el nuevo orden internacional,
Madrid, 1996, pp. 68-69.
91
Pero no por ello, hay que negar que la tendencia apuntada sea
extraordinariamente clara y significativa. Tan es así que, en unos casos, la presión
sobre los Estados que no admiten dicho régimen, aunque también por otras
razones, se deja sentir con toda virulencia, como es, claro está, el caso cubano. Y
en otros supuestos, los gobernantes de ciertos Estados, como es el marroquí, se ven
forzados a establecer una "democracia aparente" con el fin de mantener y
profundizar en sus relaciones con los Estados occidentales.
Pero, no por ello, dejaron de subrayar que "ningún país debe usar su poder
para dictar su concepto de democracia y derechos humanos o para imponer
condiciones a otros". Durante el mismo mes, la Asamblea paritaria ACP/CE no
pudo adoptar el informe relativo a la "democracia y el desarrollo" elaborado por el
eurodiputado español Sr. José Enrique Pons Grau, por la oposición de los
representantes de los países ACP, siendo destacable que algunos de los elementos
que provocaban el rechazo eran precisamente: la afirmación, en el informe, del
derecho de injerencia democrática proclamado por los parlamentarios europeos, y
la condicionalidad de la ayuda, consecuencia práctica de ese pretendido derecho de
injerencia212.
212Cfr., Europa-desarrollo, nº 38, noviembre 1992, p. 2. Habrá que llegar, por lo tanto, a un acuerdo
respecto al contenido de la democracia en el ordenamiento jurídico internacional. Una aproximación a
ciertos aspectos en J. Y. MORIN, L'Etat de droit: émergence d'un principe du droit international,
R.C.A.D.I., 1995, vol. 254, pp. 9-464.
213J. SALMON, Vers l'adoption d'un principe cit., p. 86.
92
Roldán Barbero, que “la democracia se ha convertido en un vector indiscutible de
las relaciones internacionales; el derecho internacional se configura como un activo
agente de democratización; en cierto sentido, como un contrato social entre Estados
para la defensa de la democracia”214. Por lo que cabe señalar, con el énfasis que
corresponda, que la democracia va penetrando en las entrañas de la sociedad
internacional del tiempo presente y comienza a producir efectos, y cada vez más,
en el plano del ordenamiento jurídico internacional.
Considero, por lo tanto, que merece la pena diseñar, aunque sea con
carácter muy general, algunos de los efectos que la consideración de la democracia
pueda producir en el ámbito del principio relativo a la igualdad soberana, del
principio concerniente a la no intervención y del principio que reconoce el derecho
de los pueblos a la libre determinación, siempre, claro está, sobre la base del
carácter evolutivo de estos principios que se encuentran en constantes procesos de
transformación. Y, asimismo, observar cómo la democracia se vincula, también,
con otros principios de este ordenamiento, como es el caso del relativo al
reconocimiento y protección de los derechos humanos.
Con todo, observamos cómo los Estados y los pueblos podrán determinar
libremente su sistema político, de tal manera que el derecho internacional no
establece prima facie elementos de legitimidad en razón del sistema político que se
establezca. En otros términos, de las expresiones que se contienen en los
mencionados principios, no cabría deducir que la democracia tendría que ser
necesariamente el sistema político adoptado por los Estados y por los pueblos y,
menos aún, que tuviera que tratarse de la democracia representativa.
218Conferencia Mundial de Derechos Humanos, Naciones Unidas, Nueva York, 1995, p. 6 (cursiva
añadida).
219Ibid, pp. 9 y 10 (cursiva añadida).
220Sobre el papel de la democracia en el ámbito del derecho al desarrollo (“no puede haber desarrollo
duradero sin promoción de la democracia y, por ende, sin respeto de los derechos humanos”). Y de la
relación indispensable entre democracia y pacificación de conflictos y solución de controversias (“la
democracia es una garantía para la paz”), Ibid, p. 21.
96
derechos individuales y los derechos colectivos, los derechos de los pueblos y los
derechos de las personas. Sólo la democracia concilia los derechos de los Estados y
los derechos de la comunidad de Estados”221.
226 Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Suplemento nº. 1 (A/56/1),
Nueva York, 2001, párrafo 11.
227Cfr., M. MERLE, Sociologie des relations internacionales, 3º ed., París, 1982, p. 219.
100
de desigualdad. En este contexto, encuentran sentido, con un alcance más general,
las expresiones de S. Belaid, para quien "outre ses composantes inégalitariste et
non-solidariste, le libéralisme économique est, en dernière analyse, la doctrine du
<chacun pour soi> dans les relations internationales et de la prédominance de la
logique strictement <nationaliste> ou plutôt <egoïste> dans la considération et
l'inter-action des intérêts en présence"228.
Con esto, y aunque se debe reconocer que el concepto que une al conjunto
de Estados de la comunidad internacional, "la igualdad soberana, puede parecer
paradójico cuando no provocador"235, lo cierto es que no son del todo satisfactorios
los recientes avances en el objetivo de la igualdad político-jurídica. En esencia, en
la sociedad internacional contemporánea habitan profundas desigualdades,
manifestándose jurídicamente o de hecho estas desigualdades no sólo entre los
Estados sino también entre los seres humanos que habitan en el planeta. Pero no
olvidemos, al mismo tiempo, que, de manera un poco paradójica, el aumento de las
desigualdades se produce simultáneamente con el crecimiento de elementos de
solidaridad en el "sistema internacional".
Sobre estas bases, podemos apreciar, aunque sea de manera sucinta, ciertos
ámbitos o sectores de las relaciones internacionales en los que se producen, con
claridad, elementos de desigualdad, destacando, sin duda, la desigualdad político-
militar entre los Estados y la desigualdad económica entre ellos.
237A. MANGAS MARTIN, El tratado de la Unión Europea, Gaceta Jurídica, curso monográfico,
1992, p. 33.
104
(1992) por medio de la cual, actuando en virtud del capítulo VII de la Carta,
decidía que el gobierno de Libia debía entregar en un plazo determinado en
extradición a Estados Unidos o al Reino Unido, para ser juzgados allí, a dos
súbditos libios sospechosos de actos de terrorismo, particularmente de haber
provocado la explosión en vuelo de un avión de pasajeros de la compañía Panam
sobre territorio escocés”238.
Para este autor, “el Consejo de Seguridad decidía además que en caso de
incumplimiento de su primera decisión, a partir del 15 de abril siguiente los
Estados adoptarían determinadas sanciones específicas contra Libia, sanciones que
se especificaban en el propio texto". Si se quiere, se puede ser aún más radical y
afirmar, con este autor, que es "cierto (y el Tribunal así lo reconoce) que la
resolución 748 (1992) alteró la base jurídica y el Derecho aplicable por la
Ordenanza del Tribunal a la petición de medidas provisionales (...). Ha habido,
pues, en cierto modo una acción mediatizadora del desarrollo del procedimiento
judicial, adoptada por el Consejo, que el Tribunal aceptó sin otras consideraciones
que su vinculatoriedad y sin dictar ninguna otra medida provisional"239.
244Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Nueva York, 1999, p. 18,
párr. 127.
245J. J. ISRAEL, Le droit au développment, R.G.D.I.P., 1983, p 27.
246V. ABELLAN HONRUBIA, Algunas consideraciones sobre el Nuevo Orden Económico
Internacional, R.F.D.U.C., ONU año XL, Madrid, 1987, p. 217.
247M. FLORY. Mondialisation et Droit International du développement, R.G.D.I.P., 1997-3, p. 610.
107
internacional". Para este autor, con mayor precisión, "quienes afirman la vigencia
del principio que impone la obligación de respetar el derecho al desarrollo también
afirman la obligación de los Estados de cooperar para el desarrollo. Pero ello es así
porque el principio de cooperación queda afectado por el nuevo principio y debe
ser entendido en su interrelación con él, al igual que deben serlo todos los demás
principios que, como se ha dicho, integran lo que puede denominarse <constitución
material del ordenamiento internacional (...)>"248.
Esto nos permite hacer, con carácter general, ciertas reflexiones sobre la
base de que "se han producido cambios profundos, sobre todo desde el fin de la
guerra fría, que ponen en tela de juicio algunas de las formas habituales de hacer
frente a los desafíos del desarrollo"249.
Con lo que debe quedar claro, entonces, que existen numerosos aspectos
del desarrollo o, por lo menos, que este fenómeno se puede abordar desde
diferentes perspectivas. El desarrollo, como se dice en la Declaración sobre el
Derecho al Desarrollo, "es un proceso global económico, social, cultural y
político, que tiende al mejoramiento constante del bienestar de toda la población y
de todos los individuos sobre la base de su participación activa, libre y significativa
en el desarrollo y en la distribución justa de los beneficios que de él se derivan".
Ahora bien, sería equivocado contemplar el desarrollo de una manera parcial o
fragmentada, más allá de los análisis teóricos, ya que todos y cada uno de los
elementos que definen el derecho al desarrollo están indisolublemente unidos,
motivo por el que, en la citada Declaración, se estipula, en su artículo 9, que
"Todos los aspectos del derecho al desarrollo (...) son indivisibles e
interdependientes y cada uno de ellos debe ser interpretado en el contexto del
conjunto de ellos".
256Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Nueva York, 1999, p. 20,
párr. 145.
112
Mundial sobre Derechos Humanos, celebrada en Viena, en 1993, supone, desde la
óptica de la afirmación del derecho al desarrollo como un derecho humano, un
avance bastante significativo. Ya en su discurso inaugural, el Secretario General de
las Naciones Unidas recordaba el vínculo existente entre democracia, desarrollo y
derechos humanos, y sostenía que "una cosa es segura: no puede haber desarrollo
duradero sin promoción de la democracia y, por ende, sin respeto de los derechos
humanos"257.
Esta posición del Sr. Boutros Ghali va quedar bien reflejada en el texto de
la Declaración y el Programa de Acción, lo que nos permite decir, con F. Mariño
Menéndez, que el "Documento Final" de esta Conferencia "hace una vigorosa
reafirmación del derecho al desarrollo como derecho universal e inalienable y
como parte integrante de los derechos humanos fundamentales"258. En efecto, la
Declaración de Viena, una vez que, en su punto 8, establece la relación
democracia, desarrollo y respeto de los derechos humanos y libertades
fundamentales, sobre la base de que "la comunidad internacional debe apoyar el
fortalecimiento y la promoción dela democracia, el desarrollo y el respeto de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales en el mundo entero, dedica
íntegramente los puntos 10 y 11 a precisar el contenido del derecho al desarrollo en
la línea marcada por la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo, y aborda, de
nuevo, cuestiones referidas al desarrollo en el apartado titulado "Cooperación,
desarrollo y fortalecimiento de los derechos humanos" del Plan de Acción
(apartado C, puntos 66 a 77).
269Cfr., DINH, N.Q., DAILLIER, P. y PELLET, A. Droit international Public, 5ª ed., París, 1994,
p. 29.
270J. PEREZ DE CUELLAR, Reflexión sobre los variados aspectos de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, Consolidación de derechos cit., p. 33.
271Acto de investidura cit., p. 21 (cursiva añadida).
118
que dimanen obligaciones específicas y concretas para los Estados y demás sujetos
del Derecho Internacional; y, en suma, en sistemas institucionales que garanticen el
cumplimiento de los principios y de las normas. Lo que sí se advierte, en todo caso,
es que determinados sectores del ordenamiento jurídico internacional van
elaborando el entramado jurídico correspondiente con fundamento en esos valores
y, todo ello, hace que, a la postre, normas concretas sean, en el fondo, la expresión
jurídica y obligatoria del propósito que las inspira.
Por centrarnos en dos ámbitos que han sido objeto de nuestra investigación
y que, a mi juicio, presentan un interés reciente, cabría recordar que tanto el
reconocimiento y la protección de los derechos de las minorías nacionales como la
asunción de obligaciones en el marco de procesos de integración económica, se
inspiran y se plasman jurídicamente en los valores mencionados. En otras palabras,
las normas y principios que emanan en cada uno de estos sectores encuentran su
fundamento último en la existencia de determinados valores.
En tal sentido, qué duda cabe que cuando las diversas Organizaciones se
han ocupado, o se ocupen más intensamente, de esta materia lo han hecho y lo
harán, o por lo menos no podrán olvidar, que se van satisfaciendo progresivamente
ciertos pilares en los que se fundamenta cada una de estas Organizaciones, en
particular, la democracia y el estado de derecho, la protección de los derechos
humanos, y el respeto a la diversidad regional y cultural en Europa"274. Con ello,
se nos pone de relieve que la adopción de normas, en materia de reconocimiento y
Por ello, era posible decir que “desde esta perspectiva, hay que partir, sin
duda, de fundamentos de diverso contenido pero que, (...), podríamos resumir en la
existencia de vínculos históricos y en la presencia de lazos de carácter cultural
entre los Estados que participan en los procesos de integración (...); en la necesidad
de crear espacios en los que reine la seguridad y la estabilidad como expresión de
la estrecha colaboración y de las relaciones pacíficas entre los Estados
participantes; en la voluntad política de crear y consolidar regímenes de carácter
democrático en los que se asuma el reconocimiento y la protección de los derechos
humanos; y todo ello en el marco del establecimiento de un espacio económico que
asegure el bienestar y el desarrollo en los Estados implicados”276.
Por lo demás, es constatable que los valores que venimos mencionando han
supuesto un cambio decisivo en las concepciones de las relaciones internacionales
y que, por ello, han encontrado su reflejo en el ordenamiento jurídico internacional.
Hace menos de un siglo que los principios, valores y conceptos que primaban en la
sociedad internacional eran, precisamente, los contrarios a los que venimos
indicando y aquéllos, admirados y tolerados, encontraron, en su época, una perfecta
traducción jurídica.
278Conferencia Mundial de Derechos Humanos, Naciones Unidas, 1993, pp. 10, 20 y 21.
121
los supuestos de dominación colonial, observaban, con resignación, cómo se
procedía al expolio de los recursos naturales y sufrían, en consecuencia, la
explotación económica más grave de la que ha tenido conocimiento la historia y la
humanidad. El principio jurídico era el colonialismo y la dominación colonial y las
consecuencias de todo ello, en el ámbito económico, eran de todos conocidas.
Por último, "homo hominis non sacra res" sería una máxima válida, en la
sociedad internacional de hace tan sólo sesenta años. Los derechos eran de los
Estados y no de los seres humanos y las violaciones de los derechos humanos,
incluso de los más elementales y básicos, además de constituir un asunto interno de
cada Estado, no eran violaciones del ordenamiento jurídico internacional. El
reconocimiento y protección, en el plano internacional, de los derechos humanos
tardó mucho tiempo en consagrarse como un objetivo y como un asunto de interés
para los Estados.
279Ibid.,, p. 16.
280F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., p. 59. Tres trabajos en los que se
abordan, con detalle y rigurosamente, cuestiones relativas a la comunidad internacional: Ch.
TOMUSCHAT, Obligations arising for States without o againts their will, R.C.A.D.I., 1993-IV, pp.
195-374; B: SIMMA, From bilateralism to community interest in International Law, R.C.A.D.I.,
1994-VI, pp. 217-384; y A. FROWEIN, Reactions by not directly affected to breaches of Public
International Law, R.C.A.D.I., 1994-IV, pp. 345-437.
123
haber muchas ocasiones en las que se utiliza la expresión "comunidad
internacional" otorgándole el contenido y las connotaciones que, en realidad, le
corresponden. En sentido amplio, J. A. Carrillo Salcedo ha dicho, con razón, que
"la vie internationale reste dominée par les rapports interétatiques, mais le recours à
la notion de communauté internationale (...) est de plus en plus fréquent en raison
de la force évocatrice des termes qui l'expriment et de la subordination qu'ils
suggèrent des souverainetés particuliéres au bien commun"281.
284En M. DIEZ DE VELASCO, Instituciones de Dercho Internacional Pubíco, Madrid, 1999, pp.
67-68.
285O. CASANOVAS Y LA ROSA, Unidad cit., pp. 146-147.
286F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., p. 18. Con ello se eliminarían
ciertas incertidumbres y se insistiría en los elementos de cohesión que deben habitar en la sociedad
internacional. No caben dudas de que el establecimiento de norma de contenido y alcance general es
uno de los objetivos del Derecho Internacional Contemporáneo.
125
toujours été depuis l'avènement des Etats modernes: un faisceau de relations
bilatélares (et plurilatérales). D'autre part, de façon encore balbutiante, il consacre
des solidarités globales qui affleurent dans la sphère juridique et que l'on
synthétise en parlant de <communauté internationale>"287.
Pero por si fuera poco, se ha dicho, también con razón, que ciertas
características básicas de la actual sociedad internacional no impiden el
surgimiento de una comunidad internacional. Para O. Casanovas "la presencia de
conflictos en las relaciones entre los Estados, e incluso las guerras que en entre
ellos han existido, no constituyen un obstáculo insuperable a la idea de comunidad
internacional", puesto que, en definitiva, "el conflicto presupone una cierta
comunidad de intereses y puede tener aspectos positivos"289.
290A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI cit., p. 20.
127
Internacional de Estados en su conjunto". De nuevo, la expresión "comunidad
internacional" aparece en un sector eminentemente jurídico y tomando como punto
de referencia a determinada categoría de normas internacionales de gran
significación jurídica. Sin duda, la codificación del derecho de los tratados revela
una de las manifestaciones esenciales del Derecho Internacional y está impregnada,
como no podía ser de otro modo, del valor del consentimiento en los procesos de
asunción de obligaciones jurídicas. Ahora bien, la referencia puntual, en el citado
artículo 53, a la comunidad internacional esconde una reflexión más profunda que
aparece, con menor espectacularidad, en otros preceptos del citado Convenio y que
hacen florecer relaciones que van más allá de las meramente bilaterales y
multilaterales, alcanzando la defensa y la protección de intereses comunes.
293Como ha dicho la C.D.I. “el artículo 48 se basa en la idea de que en los casos de violación de
obligaciones específicas que protegen los intereses colectivos de un grupo de Estados o los intereses
de la comunidad internacional en su conjunto, pueden invocar la responsabilidad Estados que no son
Estados lesionados en el sentido del artículo 42”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional,
53º periodo de sesiones (23 de abril a 1 de junio y 2 de julio a 10 de agosto de 2001), A. G.
Documentos Oficiales, 56º periodo de sesiones, suplemento nº 10 (A/56/10), Capítulo IV,
Responsabilidad de los Estados, p. 349.
294Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 353, (cursiva añadida)
129
el proceso histórico de los últimos siglos, sino también por ser un fenómeno
perteneciente al ámbito de realidad, es un hecho jurídicamente relevante"295.
2. La presencia de solidaridades
Como ha dicho este autor, "the international community appears as an institutional arrangement
called upon to shoulder the ultimate responsability for the fate of the community of human beings
living in Namibia", ibid., p. 231.
297Cfr., O. CASANOVAS Y LA ROSA, Unidad cit., p. 152.
131
preguntarnos, entonces, con D. Colar: ¿Porqué no se puede sostener que "los
elementos de solidaridad, los intereses comunes son más importantes que los
factores de división o de oposición"?, o admitir, por lo menos, que "la Sociedad
internacional contemporánea presenta un cierto grado de organización, incluso de
integración a nivel regional", y que esto conduce, inevitablemente, a disminuir la
desigualdad y a equilibrar el conjunto de las relaciones internacionales298.
298Cfr., D. COLARD, Les Relations internationales cit., pp. 31 y 32. Como ha dicho este autor: "Las
relaciones entre los actores de la escena internacional son tanto pacíficas como belicosas: no están
fundadas exclusivamente en relaciones de fuerza. Y, en muchas circunstancias, la solidaridad, la
cooperación, la negociación priman sobre la confrontación", p. 34. Porque, en definitiva, ello es una
consecuencia de la interdependencia, "La sociedad mundial actual forma una unidad orgánica por las
interdependencias complejas que existen en todos los niveles y en todos los campos. Las fronteras
estatales ya no son herméticas: han llegado a ser permeables y penetrables", p. 33.
299Cfr., DINH, N. Q., DAILLIER, P. y PELLET, A. Droit international Public cit., p. 37. Estos
autores hablan de comunidad jurídica internacional, en p. 38.
300Un programa de Reforma cit., párr. 93.
301D. COLARD, Les Relations internationales cit., p. 34.
302Ibid., p. 36.
132
organizaciones internacionales no pueden hacer frente a ellos por sí solos", y ello
después de sostener que "los múltiples y diversos desafíos que plantea (...)
constituyen el motivo más inmediato y obvio para el fortalecimiento de la
cooperación multilateral"303. Lo que nos pone de relieve el Secretario General es
que se está configurando una sociedad internacional en la que los elementos de
integración, cohesión y certidumbre han de ir ocupando, cada vez, un lugar más
sobresaliente entre las características que la definen e incide, de esta manera, en las
relaciones de interdependencia y, ello, se hará patente en todos los sectores del
ordenamiento jurídico.
303Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización, Nueva York, 1999, pp. 32 y
34, párrs. 220 y 234.
304A. CHUECA SANCHO, El derecho al desarrollo cit., p. 40.
305Cfr., D. COLARD, Les Relations internationales cit., pp. 119-120.
133
corresponde a los hombres y a los Estados definir "la Casa Común Universal en la
que deberán cohabitar pacíficamente"306.
Ahora bien, como decimos, debe tratarse de algo más que una mera
comunidad de Estados, aunque se deba reconocer que a éstos les corresponde
Pero hay que advertir, sin duda, que el largo camino de la codificación de
las normas en materia de responsabilidad de los Estados por hechos
internacionalmente ilícitos ha recorrido tan sólo parte del camino que, a la postre,
le conduzca, de ser el caso, a su plasmación en un instrumento jurídico de carácter
vinculante. Para ser así, aún faltaría quizá la adopción de una resolución por parte
dela Asamblea General y la celebración de una Conferencia internacional que
decidiese adoptar un convenio en la materia.
317J. A. PASTOR RIDRUEJO, Las Naciones Unidas y la codificación del Derecho Internacional.
Balances y perspectivas en el cincuentenario de la Organización, Balance y perspectivas cit., pp. 111
ss.
318A.G.D.O. Suplemento nº 10 (A/54/10), p. 6.
319Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,
137
320Ibid.
321C. VILLAN DURAN, El futuro de protección de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas,
Balance y perspectivas cit., p. 26.
138
normativos e institucionales del Derecho Internacional, sabiamente combinados,
nos ofrecen un panorama en el que se va construyendo progresivamente la
comunidad internacional. De esta manera se entrelazan los intereses de contenido
social y los intereses de carácter normativo.
322A. MANGAS MARTIN y D. LIÑAN NOGUERAS, Instituciones 1999 cit., pp. 24-25.
139
a confundirse e integrarse, afortunadamente, las funciones de coexistencia, de
cooperación y de solidaridad, tanto por lo que se refiere a los sectores que
tradicionalmente han sido analizados con base en una u otra de ellas, como en lo
relativo a los instrumentos y estructuras empleados para hacerlas eficaces.
323C. GUTIERREZ ESPADA, Sobre las funciones, fines y naturaleza cit., p. 62.
324A. RODRIGUEZ CARRION, Lecciones de Derecho Internacional Público, Madrid, 1994, p. 69
(cursiva añadida).
140
Pero, como decíamos, y según el iusinternacionalista polaco, el
funcionamiento de las Naciones Unidas en la aplicación del artículo 2, 4 de la
Carta debería cambiar. Para él, "Les dispositions de la Charte peuvent recevoir une
nouvelle signification: ses articles peuvent être interpretés d'une manière qui mette
davantage l'acent sur la cooperatión", posición que ilustra con lo sucedido en la
crisis del Golfo, poniendo de relieve que, según él, el Consejo de Seguridad llegará
a ser, en el siglo XXI, un instrumento de cooperación internacional realmente
efectivo, para salvaguardar los intereses de los Estados, tanto grandes como
pequeños325. Por otra parte, después de destacar la importancia de la economía en
el mundo de hoy y de subrayar el problema existente en las relaciones entre el
norte y el sur, este autor constató que, lo que él denomina "la seguridad colectiva
para el desarrollo", no ha llegado a entrar aún en el mundo de los hechos, por lo
que "el derecho puede y debe ofrecer las respuestas adecuadas". Nos enfrentamos,
por lo tanto "a la radical oposición que existe en las relaciones entre los ricos y los
pobres"326. Con ello, se apuntan determinadas direcciones en las que debería
caminar el Derecho Internacional Contemporáneo y se sitúa el acento en los
cambios que, a juicio de este autor, se habrían de producir en la actual sociedad
internacional en el marco de la cual, como hemos dicho, el Derecho Internacional
cumplirá sus funciones.
329E. VILARIÑO PINTOS, Curso de Derecho Diplomático y Consular, Madrid, 1987, p. 14 (cursiva
añadida).
142
el modo de ser de la regulación jurídica de estas viejas y siempre renovadas
instituciones diplomática y consular"330.
Como se sabe, hace ya algunos años que los acuerdos bilaterales entre las
grandes Potencias en materia de desarme alejaron, al menos provisionalmente, los
temores de que se produjera un enfrentamiento nuclear a escala mundial. El
fenómeno, sin embargo, no es nuevo, pues, en verdad, la imperiosa necesidad de
asegurar la paz mundial siempre ha traído consigo la preocupación por el control
330Ibid., p. 15.
331M. P. ANDRES, Nuevas perspectivas del arreglo pacífico de conflictos en Europa: Teoría y
práctica, R.I.E. 1992, p. 489.
143
de armamentos y el desarme, en cuanto vías para la consecución de aquel objetivo.
De alguna manera, los Estados han manifestado, de manera constante, su
preocupación por establecer normas claras y seguras en este sector normativo.
335Contemporary practice the U.S. relating to International Law, A.J.I.L., 1988, p. 346. Un trabajo
muy interesante: M. L. AZNAR GOMEZ, Los métodos de verificación en el Derecho Internacional
del Desarme (1945-1995), Madrid, 1995.
336M. CHEMILLIER- GENDREAU, La solution de la crise des Nations Unies: Application de la
Charte plutôt que revision, R.B.D.I., 1987.
337F. MARIÑO MENENDEZ, Tratado sobre fuerzas convencionales en Europa, R. E.D.I., 1991, pp.
57-74.
145
adecuada y conforme a los valores y principios que estarían en la base del
surgimiento de intereses propios de una comunidad internacional.
Más aún, se podría señalar el nuevo enfoque que se está realizando en esta
materia con la finalidad de obtener resultados satisfactorios, como es el caso, del
denominado micro-desarme del que el Secretario General de las Naciones Unidas
pudo decir que tenía "gran importancia en la actualidad, por la enorme
proliferación de las armas de asalto automáticas, las minas antipersonal y otras
armas similares"338.
Cabría esperar, quizá, algo más, pero el Tribunal consideró que el estado
actual del Derecho Internacional tan sólo permitía sostener una posición tan
ambigua como ésta y que deja, sin lugar a dudas, un excesivo margen para la
reflexión.
340Vid., en particular, X. PONS RAFOLS, Opinión consultiva del TIJ sobre la legalidad de la
amenaza o empleo de armas nucleares, Barcelona, 1997; y R. RANJEVA, L'avis consultatif sur la
liceité de la menace ou de l'emploi d'armes nucléaires et le problème de la guerre juste, Cursos
euromediterráneos Bancaja de Derecho Internacional, 1998, pp. 21-34.
341Cfr., El País, 11 de enero del 2003.
147
de ningún voluntarismo, sino como conclusión o solución a nuevas metas y nuevas
necesidades"342.
Una de las razones que hacen que se dude de la existencia de una verdadera
comunidad jurídica internacional se encuentra en el hecho de que el ordenamiento
jurídico internacional utiliza procedimientos de carácter descentralizados tanto a la
hora de consumar la creación de normas como, por si fuera poco, cuando se trata
de la aplicación de este ordenamiento jurídico, en el que no se dispone,
usualmente, de instancias ni de mecanismos institucionales que aseguren
cabalmente la misma. De ahí la existencia de un derecho, como decimos,
"descentralizado" en el que los poderes legislativo y de ejecución de normas se
encuentran inequívocamente dispersos y fragmentados y se fundamentan, en la
mayoría de los casos, en la voluntad de los Estados y única y exclusivamente en la
voluntad de éstos. El Derecho Internacional Contemporáneo, como en los tiempos
de sus orígenes, continúa siendo pues un derecho que se sustenta básicamente en el
consentimiento de los Estados y se proyecta, sobre el conjunto de las normas y
principios que lo integran, sobre la base del mismo.
342A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI cit., p. 61.
343J. A. CARRILLO SALCEDO, Droit International cit., p. 71.
148
La cuestión que debemos plantear ahora es, sin embargo, la contraria, es
decir, si de alguna forma se está produciendo y en qué medida un cierto grado de
"centralización" en el sistema jurídico internacional que coadyuve a la plena
consolidación de la comunidad internacional o, por lo menos, determinar si los
procedimientos de creación de normas internacionales y los mecanismos
institucionales, que aseguren su aplicación, albergan en su seno elementos que no
obstaculizan o impidan la instauración de dicha comunidad.
344J. A. PASTOR RIDRUEJO, Le droit international à la veille du XXième siècle cit., p. 37.
149
tiende, por parte de los Estados, a la consecución de objetivos comunes, se refuerza
la presencia del Derecho Internacional y, en su seno, se “fabrican” normas y se
establecen procedimientos de aplicación que gozan de mayor certidumbre y
solidez.
Con independencia del fondo del asunto, lo que nos interesa resaltar ahora
es que el Tribunal Internacional de Justicia ha decidido rechazar la petición
yugoslava referente a la adopción de medidas provisionales y ha manifestado,
asimismo, que no goza de competencia para conocer del asunto. Y todo ello,
precisamente, porque el Estado español tan sólo está obligado en relación con
aquello para lo que otorgó su consentimiento y en el marco de los establecido en el
mismo. A tal efecto, “Pour fonder la compétence de la Cour, la Yougoslavie a
invoqué les déclarations par lesquelles les deux Etats ont accepté la juridiction
obligatoire de la Cour à l'égard de tout autre Etat acceptant la même obligation
(article 36, paragraphe 2, du Statut de la Cour), ainsi que l'article IX de la
convention pour la prévention et la répression du crime de génocide, adoptée par
l'Assemblée générale des Nations Unies le 9 décembre 1948. L'article IX de la
convention sur le génocide prévoit que les différends entre les parties contractantes
relatifs à l'interprétation, l'application ou l'exécution de la convention seront soumis
à la Cour internationale de Justice”348.
348Ibid.
349Ibid.
151
devant la Cour le 29 avril 1999. Elle indique qu'il ne fait aucun doute que les
conditions d'exclusion spécifiées dans la déclaration de l'Espagne sont remplies. La
Cour conclut que les déclarations faites par les parties ne sauraient manifestement
pas constituer une base de compétence en l'affaire, même prima facie”. Pero más
aún, “A propos de l'article IX de la convention sur le génocide, la Cour indique
qu'il n'est pas contesté que tant la Yougoslavie que l'Espagne sont parties à cetme
convention, mais que l'instrument d'adhésion de l'Espagne, déposé auprès du
Secrétaire général des Nations Unies le 13 septembre 1968, comporte une réserve
«touchant la totalité de l'article IX». La convention sur le génocide n'interdisant pas
les réserves et la Yougoslavie n'ayant pas présenté d'objection à la réserve faite par
l'Espagne, la Cour considère que l'article IX ne constitue manifestement pas une
base de compétence, même prima facie”350.
Por todo lo cual, y con expresiones muy claras al respecto, “La Cour
conclut qu'elle «n'a manifestement pas compétence pour connaître de la requête de
la Yougoslavie» et qu'elle «ne saurait dès lors indiquer quelque mesure
conservatoire que ce soit». Elle ajoute que «dans un système de juridiction
consensuelle, maintenir au rôle général une affaire sur laquelle il apparaît certain
que la Cour ne pourra se prononcer au fond ne participerait assurément pas d'une
bonne administration de la justice»”351.
350Ibid.
351Ibid.
352A. PELLET, Le droit international à l'aube cit., p. 43.
353Cfr. J. A. CARRILLO SALCEDO: El Derecho Internacional en un mundo cit., p. 192.
152
Por un lado, estimo que hay que insistir en el valor que tiene el
reconocimiento del principio de la buena fe en las relaciones internacionales que,
necesariamente, debe ir más allá de su significado técnico-jurídico y de sus
consecuencias prácticas en ámbitos tales como el derecho de los tratados o la
solución pacífica de las controversias. Este principio debe ser entendido con un
sentido más general y como un principio que inspira el conjunto del ordenamiento
jurídico. Como lo ha dicho S. Belaid, debería ser un principio con alcance general
y por, su connotación moral evidente, debería primar sobre los otros principios368.
La dimensión ética del principio de la buena fe trasciende, por lo tanto, de su
significación sólo jurídica y hace que penetre, con mayor o menor intensidad, en
las esencias del Derecho Internacional del Tiempo Presente369.
372C. M. DIAZ BARRADO, La sociedad cit. (C. GUTIERREZ ESPADA, Hacia un compendio, p.
141).
373Ibid.
374T.I.J., Recueil, 1996, párr. 79.
161
b) Ciertos procedimientos de creación de normas en la expresión de una
comunidad jurídica internacional: El papel de la costumbre internacional
La visión, por lo tanto, podría ser desoladora: Todo parece que retorna a
sus orígenes y allí donde empezamos es donde se acaba; la formación de las
normas internacionales vaga entonces interminablemente por una constelación
asimétrica en la que cada norma permanece inalterable destellando reflejos de
cambio. Lo que el tratado determina con claridad hoy, lo deshace mañana la
costumbre382, el futuro se hace cada vez más incierto, y en las entrañas del
ordenamiento internacional habita el recuerdo de Penélope, tejiendo y destejiendo
aceleradamente, en nuestro caso, el contenido de las normas383.
ii) Pero también, no debemos olvidar que la labor normativa realizada por
ciertas Organizaciones Internacionales contribuye, de manera decisiva, a la
conformación de un ordenamiento jurídico menos fragmentado y disperso, menos
relativo y más homogéneo. La labor, en particular, de las Naciones Unidas en esta
materia es, sin duda, encomiable y se hace patente, por ejemplo, en el sector
concerniente a la protección de los derechos humanos. En efecto, ciertas
resoluciones de la Asamblea General alcanzan, desde luego, este significado. En
ellas se concentran dos elementos que apuntan al objetivo de aportar coherencia al
ordenamiento jurídico internacional:
385Cfr., ibid.
386Cfr., C. M. DIAZ BARRADO, La sociedad cit.
387T.I.J. Recueil, 1984, p. 424, párr. 73.
167
Primero, el "carácter codificador" que albergan. Como ya lo expresé "el
Derecho Internacional o, con mayor precisión, ciertas normas consuetudinarias
internacionales han sido "también codificadas o incorporadas" en otros
instrumentos jurídicos, tales como determinadas resoluciones de Organizaciones o
Conferencias Internacionales. Las resoluciones a las que nos referimos declaran
normas o principios básicos para la convivencia mundial que se han ido
consolidando durante un largo periodo de tiempo y que, finalmente, quedan
reflejados, de forma sistemática, en aquéllas388. Segundo, esas resoluciones
suponen el reflejo de aspiraciones de contenido comunitario de la sociedad
internacional, estando destinadas a traducir jurídicamente valores de la comunidad
internacional389 y, de este manera, nos hallamos en presencia de instrumentos
jurídicos que, en realidad, tienen un contenido y un alcance de mayor profundidad
que el que les corresponde desde la perspectiva meramente formal.
Pues bien, sobre estas bases, hemos de resaltar que, por un lado, muchas de
las resoluciones citadas toman como punto de referencia, a la hora de determinar su
contenido, la práctica de los Estados, incluso en aquellos casos en los que se ha
dicho que crean "derecho nuevo". Por tanto, no sólo, como dice, C. Gutiérrez
Espada, "contribuyen al nacimiento de nuevas normas consuetudinarias"390 sino
que, también, traducen y "codifican" la costumbre o, en palabras del autor citado,
contribuyen "a la mejor precisión y claridad de las costumbres ya existentes"391.
Por esto, en el punto 88 del Plan de Acción que emanó de esta Conferencia
se recomendaba, con rotundidad, que "los Estados Partes en instrumentos
internacionales de derechos humanos, la Asamblea General y el Consejo
Económico y Social consideren la posibilidad de analizar los organismos creados
en virtud de tratados de derechos humanos y los diversos mecanismos y
procedimientos temáticos con miras a promover una mayor eficiencia y eficacia
mediante una mejor coordinación de los distintos órganos, mecanismos y
procedimientos, teniendo en cuenta la necesidad de evitar la duplicación y
superposición de sus mandatos y tareas"399.
397Ver, con carácter general, el completo e interesante trabajo de C. VILLAN DURAN, Curso de
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, Madrid, 2002.
398Desde luego, cabe reirerar que un estudio muy completo de estos mecanismos lo encontramos en
la obra citada de C. VILLAN DURAN, quien ha afirmado que “las UN y los organismos
especializados del sistema (...) han creado, a lo largo de los años, una tupida red de órganos
subsidiarios a través de los cuales se asegura la institucionalización de la cooperación internacional de
los Estados en las tareas de promoción y protección de los derechos humanos”, op. cit., p. 124.
399Conferencia Mundial de Derechos Humanos, Naciones Unidas, 1993, p. 74.
172
i) En tal sentido, hay que partir del hecho de que, en esencia, el poder de la
“comunidad internacional” para dictar las normas y ejecutar las decisiones radica
402Aquí debemos recordar con C. GUTIERREZ ESPADA que nos hallamos ante una materia
delicada e importate, ¿Quo vadis cit., pp. 394-395.
175
en los Estados considerados individualmente o actuando en conjunto. Es decir, la
comunidad internacional se manifiesta, en los supuestos de aplicación de normas, a
través básicamente de los Estados que, en definitiva, son los encargados de que se
cumplan las normas internacionales. Sólo advirtiéndolo desde esta óptica es posible
reconocer que en las relaciones internacionales contemporáneas habita una
comunidad internacional cuyas características, en el ejercicio de las competencias
que le correspondan, difieren de las que definen y perfilan a otros tipos de
comunidades. La comunidad internacional, a la hora de ejecutar las normas, sólo
cuenta con la acción de los Estados bien actúen de manera individual o de forma
colectiva o bien manifiesten su acción a través de Organizaciones Internacionales
que, las más de las veces, quedan condicionadas por las posiciones adoptadas por
los Estados miembros. Como ha dicho A. Rodríguez Carrión "en derecho
internacional el Estado no sólo es el sujeto primordial y básico del ordenamiento,
así como la base esencial para la creación de normas jurídicas a través de sus
consentimiento, sino que igualmente es él mismo quien tiene encomendada la
verificación, control y sanción en los supuestos de vulneración de sus
disposiciones, cualquiera sea quien las incumpla"403.
ii) También hay que constatar que es difícil sistematizar los procedimientos
de aplicación de normas internacionales y construir así una teoría general en
torno a la aplicación del Derecho Internacional. Este ordenamiento jurídico
penetra por cualquiera de los resquicios que encuentra a la hora de dar plena
eficacia a sus normas y se aprovecha, todo lo que puede, de los mecanismos
disponibles para asegurar una cabal aplicación. Salvando todas las distancias, se
podría decir que en el ámbito relativo a la aplicación de normas internacionales
rige un principio similar al que está presente en los procesos de creación de normas
y que consistiría en la no exigencia de formalidades previamente establecidas a la
hora de asegurar la aplicación de una norma. Ello produce, sin duda, como
resultado, que el análisis del fenómeno de la aplicación del ordenamiento jurídico
internacional debe tener siempre presente que determinados mecanismos no tienen
un significado ni un alcance general sino que, tan sólo, producen efectos jurídicos
en determinados ámbitos de las relaciones internacionales. En otras palabras,
algunos de los procedimientos de los que se vale el ordenamiento internacional
para asegurar la aplicación de sus normas no pueden se utilizados con carácter
general y deben limitarse al sector en el que realmente producen sus efectos. De
esta manera, ni el control internacional ni la aplicación del Derecho Internacional a
través de los ordenamientos jurídicos internos se podrían concebir, por ahora,
como medios de aplicación general del ordenamiento jurídico internacional a pesar
de que, paulatinamente, tanto uno como otro procedimiento vayan expandiendo sus
ámbitos de actuación.
403A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI cit., p. 66
(cursiva añadida).
176
Nada de ello constituye, sin embargo, un obstáculo insuperable para
concebir una comunidad internacional como se puede apreciar en un ámbito que, a
primera vista, estaría muy alejado del diseño de una verdadera comunidad
internacional, como es el relativo a la aplicación de medidas coercitivas en
supuestos de incumplimiento de normas internacionales. En esta materia, con el
objeto de llegar al fenómeno de las sanciones, podemos hacer un cierto balance del
significado de las contramedidas, pero antes conviene aclarar que hemos
seleccionado este sector de la aplicación del ordenamiento jurídico internacional
porque en él se aprecia, de manera bastante clara, la existencia de dos aspectos que
habitan en el conjunto de la aplicación del ordenamiento jurídico.
Todo ello sobre la base de que las características de los derechos internos
harían que la norma internacional, al tiempo que ganaría en eficacia y eficiencia,
sirviese como elemento de cohesión y afirmación de una determinada comunidad
jurídica. Pues bien, no siempre queda garantizada esta solución y, así, nos
405A. RODRIGUEZ CARRION, El Derecho Internacional en el umbral del siglo XXI cit.., p. 70
(cursiva añadida).
406M. AZNAR GOMEZ, Los métodos de verificación cit., p. 22.
178
En suma, también en el marco de la aplicación habría que atender a eso que
se ha denominado "situaciones subjetivas" de los Estados, de tal manera que una
misma norma puede encontrar diferentes vías de aplicación en razón de factores
tales como el instrumento jurídico en el que se haya plasmado, la posición de cada
uno de los Estados ante el mismo, o el contenido que llegue a tener.
Hay que constatar, ante de todo, que ha sido una constante en el Derecho
Internacional hablar de las medidas de auto-tutela. La falta de mecanismos que
aseguren la aplicación de las normas ha llevado a los Estados a establecer
mecanismos mediante los cuales eviten ser lesionados o puedan obtener una
reparación en caso de lesión y, todo ello, en función del comportamiento exclusivo
del Estado lesionado que actuaría en defensa de sus propios derechos aunque con
ello se reestableciese, al mismo tiempo, la legalidad cuya ruptura le sería atribuible
a otros Estados.
408Como lo ha dicho C. GUTIERRREZ ESPADA, "la institución de la autotutela (...) es, desde
luego, una figura presente en nuestra disciplina", Derecho Internacional cit., p. 53.
409J. A. CARRILLO SALCEDO, Droit International cit., p. 104. Para J. FERRER LLORET "Hay
que decir que a pesar de las muchas críticas que se pueden hacer a los procedimientos
descentralizados de aplicación de normas, continúan estando vigentes dado el carácter no centralizado
de la Sociedad internacional contemporánea y, por lo tanto, se configuran como absolutamente
necesarios, coexistiendo con las sanciones institucionalizadas",, Responsabilidad internacional por
violación grave y masiva de los derechos humanos: práctica española, R.E.D.I., 1995, p. 79.
180
Derecho Internacional y la existencia de una cierta organización e
institucionalización política en la sociedad internacional. Por muy discutible que
sea, y a pesar de las reiteradas imprecisiones terminológicas, la verdad es que los
modos y maneras de reaccionar en los supuestos en los que se incumple la norma
internacional están conduciendo a una clara sistematización de la aplicación
coercitiva del ordenamiento jurídico internacional.
410Como se ha dicho “las contramedidas existían innegablemente y habían sido reconocidas como
parte del derecho internacional, como había confirmado la Corte Internacional de Justicia en el asunto
relativo al Proyecto Gab íkovo-Nagymaros; a diferencia de otras circunstancias que excluían la
ilicitud, las contramedidas desempeñaban un papel decisivo en la aplicación de la responsabilidad, ya
que su finalidad era hacer que el Estado autor de un hecho ilícito cumpliera no sólo su obligación de
cesación sino también la de reparación; el régimen de contramedidas contenido en los artículos 50 a
53 y 55 ofrecía un marco estricto para tomar contramedidas evitando los abusos, establecía unos
límites más claros que las normas vagas e indeterminadas del derecho internacional consuetudinario
en la materia y representaba un equilibrio frágil cuya estructura esencial debía mantenerse”, Informe
de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 15.
411Quizá, por esto, en el seno de la Comisión de Derecho Internacional se propuso la supresión del
Capítulo correspondientes a las mismas. A tal efecto, recordemos que “Otros miembros creían que el
capítulo debía suprimirse por las siguientes razones: las disposiciones eran innecesarias y, en aspectos
importantes, no reflejaban el estado del derecho ni la lógica de la función de las contramedidas; el
régimen de las contramedidas en derecho consuetudinario sólo estaba desarrollado en parte, y el
capítulo trataba de modalidades de un concepto que no estaba claramente definido. Además, las
disposiciones eran insatisfactorias en otra serie de aspectos: no se ocupaban de los múltiples fines de
las contramedidas, establecían condiciones de procedimiento demasiado estrictas y eran
incompatibles con la jurisprudencia y las decisiones arbitrales internacionales”, Informe de la
Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 15.
181
De todas formas, hay que sostener que, en principio, esta modalidad de
aplicación de normas internacionales interviene en el marco de una sociedad
descentralizada en la que, precisamente, adquieren pleno sentido, por lo que “las
contramedidas son un elemento de un sistema descentralizado por el cual los
Estados lesionados pueden buscar la vindicación de sus derechos y la restauración
de la relación jurídica con el Estado responsable que ha sido rota por el hecho
internacionalmente ilícito”412.
412Ibid., p.356.
413Y así se ha reflejado, finalmente, en el artículo 22 de proyecto de artículos sobre la
responsabilidad de los Estados por hechos internacionalmente ilícitos, titulado “Contramedidas en
razón de un hecho internacionalmente ilícito”, en el que se estipula que “La ilicitud del hecho de un
Estado que no esté en conformidad con una obligación internacional suya para con otro Estado queda
excluida en el caso y en la medida en que ese hecho constituya una contramedida tomada contra ese
otro Estado de conformidad con el capítulo II de la tercera parte”. De tal modo, que como se ha dicho
en el comentario a este proyecto de artículo “En algunas circunstancias, la comisión por un Estado de
un hecho internacionalmente ilícito puede justificar que otro Estado lesionado por ese hecho adopte
contramedidas que no entrañen el uso de la fuerza a fin de lograr su cesación y obtener reparación por
el daño sufrido”, Ibid., p. 183.
414R.S.A, vol. XVIII, pár. 81 (cursivas añadidas).
182
del comportamiento en cuestión queda excluida por el momento debido a su
carácter de contramedida, pero sólo a condición de que se cumplan las condiciones
necesarias para adoptar las contramedidas y mientras se cumplan dichas
condiciones”415.
Primero, hay que constatar que no hay una comunidad internacional capaz
de asumir y dirigir las respuestas que correspondan en supuestos de violaciones de
normas internacionales, de tal modo que la comisión de un hecho
internacionalmente ilícito por parte de un Estado se resuelve, muchas veces, por la
acción de otro Estado decidida unilateralmente por éste. O en palabras de C.
Tomuschat, "Given the dramatic lack of an adequate institutional framework of
international community, the only viable way out is to recognize a rigth to take
sanctions in the form of counter-mesures to every member of the international
community"416.
415Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 185. Veáse el trabajo de C.
GUTIERREZ ESPADA, Las contramedidas de Estados “terceros” por violación de ciertas
obligaciones internacionales, A.A.D.I., 2001-2002, pp. 15-50.
416C. TOMUSCHAT, Obligations arising for States cit., p. 365.
417T.P.J.I., vol. II, (1930), p. 1052.
183
sería conforme a esta definición y no podría justificarse en tanto que
contramedida”418.
Segundo, sólo cuando el Estado lesionado tiene capacidad real para actuar
en contramedida se puede responder a la lesión causada, con lo que, en algunos
casos, se quiebra y/o mutila el principio de la igualdad soberana de los Estados, ya
que nos podríamos encontrar ante situaciones en las que no cabe respuesta por la
418Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 185. Más aún, como ha
indicado la C.D.I., “Las contramedidas pueden sólo excluir la ilicitud en las relaciones entre el Estado
lesionado y el Estado que ha cometido el hecho internacionalmente ilícito”, ibid.
419Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 386.
420Para la C.D.I., “en la actualidad no parece reconocerse claramente el derecho de los Estados
mencionados en el artículo 48 a adoptar contramedidas en interés colectivo”, lo cual podría ser objeto
de amplia discusión, a la luz de la práctica en la materia, Informe de la Comisión de Derecho
Internacional, 53º periodo cit., pp. 392-393.
421Vid., con carácter general, J. CRAWFORD, J. The relationship between sanctions and
countermeasures", Colloque, (United Nations sanctions and International Law) organisée par
l'Institut des Hautes Etudes Internationales, Génève, juin 1999.
184
incapacidad real del Estado de proceder a la reacción o, en su caso, estaríamos en
presencia de profundas desigualdades de los Estados en esta materia. Desde luego,
la práctica es rica en supuestos en los que la comisión de un hecho
internacionalmente ilícito, más allá de las reacciones verbales en forma de protesta,
se ha visto, de hecho, sin respuesta alguna por la abismal diferencia de poder
político o militar entre los Estados interesados en el asunto.
Por un lado, habría que mantener, como principio general que no es posible
actuar mediante contramedidas que supongan el uso de la fuerza, de tal manera
que, en principio y en todos los casos, contramedidas de esta índole estarían
prohibidas por el ordenamiento jurídico internacional. La C.D.I. se ha expresado al
respecto con suficiente claridad al afirmar que “La prohibición de emplear
contramedidas que entrañen el uso de la fuerza se prescribe en la Declaración
sobre los principios de derecho internacional referentes a las relaciones de amistad
y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones
Unidas, en la cual la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó que -los
Estados tienen el deber de abstenerse de actos de represalia que impliquen el uso de
la fuerza-. La prohibición está asimismo conforme con la doctrina prevaleciente
así como con un cierto número de pronunciamientos autorizados de órganos
judiciales y otras entidades internacionales424.
426En la línea de lo que señalo K. Anand, ante la Comisión de Derecho Internacional, el 4 de julio de
1997, es decir, que el "cimiento de la ONU es el derecho. Es la idea de que el comportamiento de los
Estados y las relaciones entre ellos deberán ser regidas por una misma ley, equitativa y aplicable a
todos".
427F. MARIÑO MENÉNDEZ, Derecho Internacional Público cit., pp. 491 y 492. En esta línea hay
que pensar que, en determinados supuestos, ya existe oposición a la aplicación de contramedidas,
como es el caso de medidas coercitivas que tengan un carácter unilateral y que supongan una
respuesta económica a países en desarrollo, Vid., J. FERRER LLORET, loc. cit., pp. 77 ss. De este
mismo autor, en particular sobre las retorsiones y represalias (su práctica en materia de derechos
humanos), Responsabilidad internacional del Estado y derechos humanos, Alicante, 1998, pp. 149 ss.
187
límites que señalan el "núcleo constitucional internacional" y que la defensa de sus
propios intereses y derechos, por legítimos que sean, no podrá alcanzar a la
violación de aquellas obligaciones que dimanan de normas de ius cogens. En pocas
palabras, F. Mariño Menéndez ha dicho que "ciertas contramedidas están
prohibidas. En síntesis, las contrarias a normas imperativas de Derecho
Internacional general"428. En estos casos, de lo que se trata es de proteger el
"interés jurídico común" que pertenece y que tiene la comunidad internacional y
los Estados, aunque muchas veces sean quienes ejecutan el poder que corresponde
a ésta, han de abstenerse de actos o comportamientos que pongan en tela de juicio
la expresión jurídica de los valores en los que se sustenta la sociedad internacional.
En esta línea, estimo que hay que interpretar las posiciones que ha asumido
la C.D.I. cuando ha previsto que “las contramedidas no afectarán: a) la obligación
de abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza, como está enunciada
en la Carta de las Naciones Unidas; b) las obligaciones establecidas para la
protección de los derechos humanos fundamentales; c) las obligaciones de carácter
humanitario que prohíben las represalias; d) otras obligaciones que emanan de
normas imperativas del derecho internacional general”. Con ello, queda
absolutamente claro que “no deben suponer ninguna desviación respecto de ciertas
obligaciones básicas (...), en particular las obligaciones dimanantes de normas
imperativas del derecho internacional general”429.
430Y así se dice que “En el apartado d) se reitera, a los efectos del presente capítulo, el
reconocimiento enunciado en el artículo 26 de que las circunstancias que excluyen la ilicitud que
figuran en el capítulo V de la primera parte no afectan la ilicitud de cualquier hecho de un Estado que
no esté conforme con una obligación que emana de una norma imperativa de derecho internacional
general”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 371.
431En todo caso, que quede claro, como lo ha indicado la C.D.I. que “establece un límite esencial a la
adopción de contramedidas por un Estado lesionado en cualquier caso, sobre la base de
consideraciones de proporcionalidad. Es pertinente para determinar qué contramedidas pueden
aplicarse y su grado de intensidad. La proporcionalidad constituye una medida de seguridad en cuanto
que las contramedidas no proporcionadas pueden dar lugar a responsabilidad de parte del Estado que
las adopta”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 376 (cursiva
añadida). Siendo así que “la proporcionalidad es un requisito bien establecido para la adopción de
contramedidas, ampliamente reconocido en la práctica de los Estados, la doctrina y la
jurisprudencia”, ibid.
189
como la importancia del interés protegido por la norma violada y la gravedad de
la violación”432.
432Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 379 (cursiva añadida).
433Ibid., (cursiva añadida).
434Ibid., p. 359 (cursiva añadida).
435Ibid.,p. 366.
190
436A. PELLET, Le droit international à l'aube cit., p. 45. También, el análisis detallado de D.
ALLAND, Justice privée et ordre juridique international- Etude théorique des conre-mesures en
droit international public, París, 1994.
437Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 222.
191
la norma y auque la comunidad internacional no llegase a alcanzar o a cubrir todas
las situaciones posibles438.
Por otro lado, la sanción se reserva para aquellos casos en los que se ha
producido una violación grave de una obligación dimanante de norma
fundamental del ordenamiento jurídico internacional no siendo, por lo tanto, un
mecanismo para la exigencia de responsabilidad internacional ni habitual ni
aplicable a cualquier supuesto, cualquiera que sea el alcance y el contenido de la
440La C.D.I. ha señalado, como mucho, que “cuando el hecho internacionalmente ilícito constituye
una violación grave por el Estado de una obligación nacida de una norma imperativa de derecho
internacional general, esa violación puede tener ulteriores consecuencias para el Estado responsable y
para otros Estados. En particular, todos los Estados tienen en esos casos las obligaciones de cooperar
para poner término a la violación, de no reconocer como lícita la situación creada por la violación y
de no prestar ayuda o asistencia al Estado responsable para mantener la situación así creada”, Informe
de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 223.
441F. MARIÑO MENENDEZ, Derecho Internacional Público cit., p. 496.
442Pero, por ejemplo, sí ha indicado que no se deben reconocer las situaciones derivadas de tales
violaciones, siendo así que “El no reconocimiento colectivo parecería ser un requisito previo para
cualquier respuesta concertada de la comunidad a esas violaciones y representa la respuesta mínima
necesaria por parte de los Estados a las violaciones graves a que se hace referencia en el artículo 40”,
Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 313 (cursiva añadida).
443En todo caso, no olvidemos que el párrafo 3 del artículo 41 prescribe que “El presente artículo se
entenderá sin perjuicio de las demás consecuencias enunciadas en esta parte y de toda otra
consecuencia que una violación a la que se aplique el presente capítulo pueda generar según el
derecho internacional”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 32.
193
flagrante, de normas fundamentales del ordenamiento jurídico internacional y por
las que están interesados el conjunto de Estados y la comunidad internacional444
debe producir necesariamente consecuencias distintas a las que se derivarían de
hechos internacionalmente ilícitos que mereciesen otra consideración. Por lo
menos, podemos decir, con la Comisión de Derecho Internacional, que “Además,
es probable que las violaciones graves a que se refiere este capítulo sean objeto de
la atención de las organizaciones internacionales competentes, incluidos el Consejo
de Seguridad y la Asamblea General. En el caso de la agresión, la Carta atribuye
una función específica al Consejo de Seguridad”445.
444Por esto, la C.D.I. ha indicado en el marco de la cooperación entre los Estados que “Lo que se
pide es que ante las violaciones graves todos los Estados realicen un esfuerzo conjunto y coordinado
para contrarrestar los efectos de esas violaciones”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional,
53º periodo cit.,p. 310.
445Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit.,p. 309.
446Ibid., p. 316 (cursiva añadida).
447J. A. PASTOR RIDRUEJO, Le droit international à la veille du XXième siècle cit., p. 32.
194
de manera más acertada a mi juicio, se refiere a las "funciones sancionatorias" en el
marco precisamente de los "medios institucionalizados para la aplicación del
Derecho Internacional"448.
Pero, por otra parte, la actuación de una Organización así en relación con
terceros Estados por la presunción de la eventual comisión de un hecho
internacionalmente ilícito por éstos no se englobaría en el concepto de sanción
internacional sino que supondría, en realidad, una contramedida, eso sí colectiva y
con el apoyo institucional de la Organización en cuestión. Entenderlo de otro modo
significaría otorgar a determinadas Organizaciones regionales, tales como la
OTAN o la Unión Europea o, incluso, la Organización de Estados Americanos, una
representación de la comunidad internacional que no les corresponde. La clara
ilicitud de la intervención militar de la OTAN en Kosovo, en 1999, no se podría
encubrir bajo la noción de sanción internacional, cuando ni tan siquiera se suscitó
la preocupación por contar con la autorización de las Naciones Unidas453.
las Islas Malvinas (Falkland), el Consejo de Seguridad le pidió que se retirara de inmediato . A
instancias del Reino Unido, los miembros de la Comunidad Europea, Australia, Nueva Zelanda y el
Canadá impusieron sanciones comerciales, entre ellas la prohibición temporal de todas las
importaciones de productos argentinos, lo que contravenía el artículo XI:1 y, posiblemente, el artículo
III del GATT”, Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 388.
454Informe de la Comisión de Derecho Internacional, 53º periodo cit., p. 357.
455A/50/60, 25 de enero de 1995, párr. 73. Para el Sr. Boutros Ghali, las sanciones aplicadas en
virtud del artículo 41 de la Carta no tienen por objetivo castigar ni tomar represalias de otra forma,
sino "modificar la conducta de una parte que pone en peligro la paz y seguridad internacionales",
ibid., párr. 66. Posición que, sin embargo, recibe ciertos matices por parte del actual Secretario
General quien, en su Memoria de 1999, sostiene que "Cada vez tiene mayor aceptación la necesidad
de mejorar el concepto y la aplicación de las sanciones que impone el Consejo de Seguridad, así como
la de reducir en la mayor medida posible el costo humanitario que representan las sanciones para la
población civil", párr. 124.
456A/52/871- S/1998/318, 13 de abril de 1998, párrs. 25 y 26.
197
457Ibid.
IV. Consideraciones finales
Como decía C. del Arenal, aunque ciertamente en otro contexto, hay que
atribuir a la retórica el significado y el sentido que le corresponden, ya que "el
realismo mismo exige ser conscientes de que la retórica no siempre es algo
superfluo, sino en ocasiones algo muy necesario, por cuanto que, al mismo tiempo
que es reflejo de las percepciones, contribuye igualmente a crear percepciones y
adhesiones, con la importancia que esto tiene en orden a la realización de todo
proyecto"460. La percepción básica, en la actual sociedad internacional es que, con
todas las limitaciones que se quiera, se está "fabricando" un nuevo modelo de
relaciones internacionales de una manera progresiva y paulatina, sin sobresaltos en
el contenido y con espectaculares cambios en las formas, pero, al fin y al cabo, se
está diseñando un "marco constitucional" que, dotado de sus propias
características, debe responder a la exigencias que se vayan planteando en el siglo
XXI.
Estos son, en definitiva, los valores que están presentes y que van
encontrando su traducción jurídica a través de los diversos modos de generar el
Derecho Internacional. Nuestra visión puede conceptuarse, sin duda, como algo
optimista pero, de manera intencionada, se ha querido poner el énfasis en los
elementos comunitarios y de solidaridad que habitan en la sociedad internacional.
Sin olvidar cómo está configurada y caracterizada esta sociedad, tampoco se trata
de decir cómo debería ser sino, en realidad, se señala hacia donde apunta su
construcción.
462Además de la bibliografía que se cita a píe de página, es conveniente la lectura de otros trabajos,
entre los que destacamos los que se incluyen en esta nota bibliográfica.
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