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TEXTO CONVERSACIONAL

Es el texto en el que se intercambia información entre dos o más interlocutores que alternan el turno de palabra. Se suele introducir con verbos de
habla (dijo, preguntó, declaró, afirmó, contestó...).

Comúnmente, no demanda un esfuerzo intelectual mayor que el habitual al que se encuentra acostumbrada la persona en su círculo de amigos o en
razón de su trabajo” (Moreno, et al, 2014); a excepción, por supuesto, de los textos conversacionales en el género literario, cuyos subgéneros: novela,
cuento, teatro, poesía, leyenda, mito, fábula, crónica, entre otros, cuando utilizan el diálogo, exigen un enfoque comunicacional mucho más pensado,
trabajado y elaborado artística, lingüística, semántica, pragmática y psico-sociológicamente bien organizado.

El texto conversacional de interacción cotidiana oral, por no ser abstracto y más bien situacional, posee un bajo rigor lingüístico, debido a que es
espontáneo, especulativo y se produce dentro de la inmediatez, de lo efímero, de la ocurrencia ocasional, de la sorpresa del momento. Y por estar
alejado del rigor de la lengua escrita, es un texto mucho más sencillo en la construcción de sus estructuras de pensamiento personal.

DIÁLOGO vs CONVERSACIÓN

El diálogo, además de ser la base del género teatral, en cualquier tipo de ficción narrativa ha resultado ser uno de los mecanismos para eliminar o
limitar la presencia del narrador (los personajes hablan por su cuenta) y fomentar que los propios personajes informen sobre la situación, el
conflicto,la acción del relato. De esta forma el lector conoce directamente a los personajes, a través de sus palabras y sus formas de expresión
(Kohan, 2000:12)

El diálogo desempeña en la novela o el cuento las siguientes funciones: configura escenas; aporta información; forma parte de la trama del cuento o
del capítulo de una novela; define un personaje; actúa como hilo conductor del acontecimiento principal; indica los nudos argumentales; reemplaza la
acción o la representa; impulsa el relato; libera al ojo de una narración demasiado larga; complementa una acción; y provee de pistas al lector.

Ahora bien: no conviene perder de vista que los textos dialogados son recreaciones de la lengua hablada: el lenguaje coloquial representa una
modalidad oral conversacional, pero sin copiar el discurso oral, sino que, por el contrario, supone respetar su ritmo para conseguir la necesaria fluidez
que exige el texto. (Teodoro Alvarez Angulo - El diálogo y la conservación en la enseñanza dela lengua, 2001, pág 25)

Según Teodoro, La conversación, por tanto, es una actividad principalmente lúdica, no tiene un fin trascendente, goza de un alto grado de libertad,
mientras que el diálogo es una actividad al servicio de una finalidad, tiene mayor normatividad.

(Teodoro Alvarez Angulo - El diálogo y la conservación en la enseñanza dela lengua, 2001, pág 26)
FUNCIONES DEL LENGUAJE. (preguntar a la profesora)
Función referencial

También llamada función informativa, se refiere al uso del lenguaje para indicar algún aspecto del universo exterior del emisor, es decir, de la
realidad misma. Por ende, se centra en el mensaje a transmitir más que en el resto de los elementos comunicativos: es la función “objetiva” del
lenguaje, que sirve para indicar algo concreto.

Por ejemplo, cuando describimos cómo lucía ayer un amigo común, cuando indicamos el resultado de una operación matemática o cuando le decimos
la hora a un transeúnte. Estamos indicando, informando o referenciando la realidad a nuestro alrededor.

Función emotiva

La función emotiva o expresiva del lenguaje tiene que ver con la realidad psíquica o emocional del emisor, en quien lógicamente se centra. A
menudo contiene formas verbales en primera persona, aunque no necesariamente; en todo caso se basa en transmitir al receptor algún elemento de
ánimo o de subjetividad del emisor.

Por ejemplo, cuando nos quejamos tras recibir un golpe, o cuando nos lamentamos con un amigo tras haber sido abandonados por la pareja, o cuando
le decimos a alguien cómo nos sentimos o qué sentimos en ese exacto momento, ya sea directamente o a través de metáforas: “¡Qué hermoso día!” o
“Me siento de la patada”.

Función apelativa

También llamada conativa, es la que se centra en el receptor, pues busca producir en él una reacción deseada. Se trata de la función imperativa del
lenguaje, la que empleamos para lograr que otros hagan lo que deseamos, ya sea que les estemos pidiendo un favor, ordenando algo o amenazando si
no lo hacen.

Por ejemplo, cuando le decimos a alguien que nos abra la puerta, cuando le indicamos a alguien qué calle tomar para llegar a su destino, cuando
pedimos que nos digan la hora o mandamos a callar a alguien.

Función fática

La función fática o relacional sirve apenas para comprobar que el canal de comunicación, en el cual se centra, está activo y podemos iniciar la
transmisión del mensaje. No tiene ningún otro propósito y por lo general está comprendido por palabras desprovistas de otro sentido e incluso
significado.

Por ejemplo, en algunos países, al atender el teléfono se dice “¿Aló?”, “¿Hola?” o “Diga”, palabras que no tienen un sentido real en el mensaje a
transmitir, simplemente sirven para verificar que hay alguien del otro lado del aparato.

Función poética

La función poética o estética es quizá la más complicada, pues se centra también en el mensaje a transmitir, pero también sobre el código en que se lo
hace, ya que tiene lugar cuando buscamos embellecer, hacer más efectivo o más lúdico (juguetón) el mensaje, como en el caso de las rimas poéticas,
los acertijos, los refranes y otros giros de lenguaje que se usan para hacer más potente y rica la comunicación.

Por ejemplo, cuando recitamos un poema, o cuando usamos una figura retórica para expresarnos (metáforas, hipérboles, etc.) o cuando hacemos
juegos de palabras.

Función metalingüística

Esta función le permite al lenguaje hablar de sí mismo, ya que se centra en el código comunicativo, dándonos oportunidad de aclarar términos,
preguntarle al otro si nos comprende o corregir el modo en que decimos las cosas.

Por ejemplo, cuando le corregimos la gramática o la ortografía a alguien, o cuando explicamos a un niño el significado de una palabra, incluso
cuando usamos el lenguaje para aprender una lengua (código) nueva
INTENCIÓN COMUNICATIVA
Expresa emociones, preguntas, ordenes, busca prometer, dialogar, informar (en algunos casos, el diálogo o las conversaciones escritas dan a conocer
detalles de la situación o del contexto)

ESTRUCTURA
Un texto conversacional (conversación telefónica, interacción cotidiana oral, debate, entrevista, diálogo de novela o teatral, etc.) se presenta, según
Adam (1992), como una serie de secuencias jerarquizada llamadas intercambios comunicativos (Échanges), de modo que la unidad constituyente
del texto conversacional es la secuencia conversacional, formada por macro-proposiciones: las intervenciones, compuestas a su vez por micro-
proposiciones: los actos de habla.

Las formas de articulación textual de las secuencias pueden ser de: intercambio simple (de una sola secuencia); intercambio complejo (dos o más
secuencias), y estas, a su vez, pueden ser: coordinadas (de igual importancia) o subordinadas (secuencia principal y subordinada).

La secuencia elemental, según Adam (1992:156), consta de dos macroproposiciones de base (Pc) en la estructura de intercambio confirmativo, del
tipo:
A: Buenos días!
B: ¡Buenos días!

En el caso de intercambio reparador, figura una tercera macroproposición; con este ejemplo lo ilustra el autor

A: Perdón. ¿Tiene hora?


B: iCómo no! Son las seis.
A: Gracias.

Este último ejemplo, según Adam, nos permitiría describir una secuencia conversacional de la siguiente manera:

A través del ejemplo que aparece a continuación, Adam plantea un caso de intercambio complejo en el que la macroproposición (P2) abre una nueva
secuencia (intercambio subordinado), representado por la pregunta (a3) que, a su vez, es respondida por la siguiente intervención [A2].

A: Perdón. ¿Tiene hora?


B: ¿No tiene reloj?
A: No
B: Son las seis.
A: Gracias.

Según Adam, el acto iniciativo de una conversación, puede ser directo:

A: ¿Qué hora es?


B: Las siete y cuarto

O indirecto, es posible generar una reacción con una valoración o por reglas sociales de comportamiento:

A: No me gusta la verdura
B: Pues tienes que comértela toda.
SUBCLASES DEL TEXTO CONVERSACIONAL
Según Adam, la conversación es un macrogénero porque sus características son comunes en otros tipos de textos. Por lo tanto, inluye subclases:
Conversación, aparte, chat, charla, coloquio, debate, discusión, entrevista, murmuración, parrafeo, regateo, tertulia.

ELEMENTOS LINGUÍSTICOS
 Variedad de tiempo y personas verbales
 Utilización de vocativos (expresión que sirve para llamar o nombrar a una persona o cosa personificada cuando nos dirigimos a ella. Ej:
Venga un momento, señor.) e interjecciones (constituyen una sola palabra, comprendida entre signos de admiración o de interrogación:
¡ah!: sirve para expresar asombro, comprensión de lo oído, sorpresa, placer.)
 Exclamaciones, interrogativas
 Coloquialismos

 Características del texto dialogal-conversacional (Según Teodoro Alvarez Angulo, pág 30)
Como los demás tipos de texto, el diálogo y la conversación tienen una serie de características lingúísticas y textuales, que, si bien no son exclusivas,
aparecen más frecuentemente en ellos, y cuyo conocimiento contribuye al desarrollo de una mayor competencia tanto en la comprensión como en la
producción discursivo-textual.

En el cuadro que exponemos a continuación relacionamos los principales aspectos (esquemáticos o cognitivos, estructurales, sociopragmáticos y
pragmalingíjísticos) que hay que considerar a la hora de trabajar con estos tipos de texto.
Algunos de estos fenómenos son muy frecuentes en estos textos, como: los deicticos, los modalizadores discursivos y los conectores lógico-
pragmáticos.

a) La deixis es la parte de la gramática que tiene que ver con la descripción elementos deicticos, fundamentales del discurso (Carbonero,
1979; Rauh, 1983; Cifuentes, 1989; Vicente Mateu, 1994; Green, 1995; Vigara, 1997; Carranza, 1998; Eguren, 1999). Es un tipo de
vínculo referencial, dice Eguren (1999), entre ciertas unidades o expresiones lingüísticas y aquello que representan en el mundo o en el
universo del discurso: el hablante, el interlocutor (o los interlocutores) y el momento y el lugar en que se emite un enunciado.
El sistema deictico se considera «egocéntrico» por los tres orígenes (yo-aquí-ahora) que proporcionan los puntos básicos de referencia para
la construcción del espacio deíctico, en cuanto que los deicticos tienen la función de dirigir la atención del oyente.

El fenómeno deíctico se extiende a todas aquellas expresiones de la lengua que identifican y localizan a sus referentes en el contexto,
tomando como punto de partida el eje de coordenadas yo, aquí ahora del hablante (Vicente Mateu, 1994 y Carranza, 1998).

Es decir, la diexis funciona como el "punto de referencia". Es el fenómeno relacionado con aquellas palabras (deícticos) cuyo significado
es relativo a la persona hablante y que puede conocerse únicamente en función de ella Si alguien dice: Tendrás que llevarlo allí mañana, la
persona a quien se dirige no podrá entender a qué se refiere la expresión si no conoce el contexto.

Los deicticos son, pues, marcas o indicadores que refieren a otros elementos del texto que pueden ir delante (anafóricos) o detrás
(catafóricos); esta función hace que sean elementos importantes en la cohesión discursivo-textual, en cuanto que se trata de una
operación que permite relacionar los objetos y sucesos del mundo a las coordenadas de lugar y de tiempo asociados con el locutor.

b) Las marcas de modelización o modalizadores. Estas marcas introducen el punto de vista del emisor en el discurso, bien mediante verbos
modales (poder, desear), de opinión (creer, opinar) o performativos (prometer, jurar); o por otros procedimientos, como la cuantificación, la
calificación mediante adjetivos o elementos equivalentes, el uso de exclamaciones o interrogaciones retóricas, los adverbios oracionales, la
connotación, el léxico marcado positiva o negativamente, el uso de comillas o guiones para marcar la distancia y el posicionamiento del
enunciador respecto del enunciado.

Tales marcas o indicadores tienen que ver con la actitud que el sujeto hablante (enunciador) adopta con respecto a sus producciones
verbales (enunciados); y por ello indican el grado de adhesión (incondicional o mitigada), de incertidumbre o de rechazo del sujeto de la
enunciación con respecto a los contenidos enunciados.

 Los modalizadores pueden ser asertivos: plantean la veracidad o falsedad de un enunciado, a través de: Verbos de opinión que
indican la actitud del enunciador (estimar, creer, opinar, se piensa. .); formas impersonales (es evidente, no hay que decir que...);
elementos adverbiales (sin duda, a decir verdad, en mi opinión, desde mi punto de vista, naturalmente...); verbos que presuponen
la verdad o falsedad de lo que se dice (revelar, confesar, dudar, imaginar...) y la expresión lo cierto. La aserción está ligada a la
modalidad cierto/no cierto; expresiones como poder, puede ser, es posible, parece que... marcan las reservas del enunciador a
propósito de algo.

 Los modalizadores apreciativos son aquellos en que el sujeto establece juicios de valor que sitúa en relación a categorías de
oposición, como bien/mal, mejor/peor. Lingüísticamente aparecen formulados mediante: frases impersonales (es una suerte, es
angustioso, qué bien...); adverbios (felizmente, desgraciadamente...); interjecciones (¡ay!, ¡mejor!...); sustantivos (imbécil, genio,
cretino, lumbrera...); verbos (vociferar en vez de gritar, manosear en vez de tocar...); adjetivos calificativos: categoría léxica más
ligada a las apreciaciones del enunciador (afectivos: horroroso, maravilloso evaluativos: vasto, feísimo, precioso...).

 Los modalizadores deónticos son aquellos en los que la enunciación tiene en cuenta la presencia del coenunciador, y por ello
estos modalizadores se refieren a la idea de permiso, de obligación y de prohibición. Las expresiones lingtiísticas más frecuentes
para expresar la modalización deóntica son: el imperativo (no digas, haz...); las formas impersonales (está permitido,
prohibido...); determinados verbos (exigir, ordenar, permitir, prohibir...)

c) Los conectores: Son las unidades que en la estructura profunda del texto se encuentran uniendo las proposiciones subyacentes a las
oraciones, de las secuencias de oraciones y de otras partes del texto. Los conectores o marcadores del discurso son unidades invariables, no
ejercen una función sintáctica en el marco de la predicación oracional y tienen como principal función establecer el desarrollo lógico de un
tema: articular los constituyentes (proposiciones, párrafos o cualesquiera otras unidades o fragmentos del discurso o texto) y guiar las
inferencias que se han de efectuar, además de poner las informaciones al servicio de la intención argumentativa global de los textos o
discursos.

Por ello, los conectores constituyen una gran ayuda en la comprensión de los textos, ya que establecen una serie de relaciones, entre las que
predominan las de causa/consecuencia, las de reformulación, las de ejemplificación, las de explicación, las de certeza o constatación, las de
excepción o salvedad, las de resumen... Como dice Bernárdez (1995:227):

Es de esperar que los índices de conexión y deixis proporcionen resultados inversos: cuanto mayor sea el índice de conexión, más
accesible será un texto a cualquier receptor, pues es menor la energía que deberá gastar en el procesamiento; en cambio, cuanto mayor
sea el indice de deixis, mayor será la dificultad de procesamiento.
RASGOS QUE LA DEFINEN

 Pluralidad (1 o más participantes, para distinguirse del monólogo o el soliloquio)


 Interacción y cooperación entre los hablantes (a través de la ALTERNANCIA DE TURNO y las intervenciones) (Brizz 1998: 52, 53). Sin
embargo, no toda intervención supone turno, algunas podrían no ser aceptadas, reconocidas o atendidas)
 Coherencia

Rasgos secundarios: El medio de comunicación, el contenido, la forma del discurso, la relación entre el hablante y el oyente, las circunstancias, etc

TODAS LAS SUBCLASES YA MENCIONADAS (charla, entrevista, etc) presentan estas características.

¿ES TIPOLOGÍA? ES PURA?

No cabe duda de que los intentos de clasificación de los textos han seguido pautas muy diversas cuyos resultados son heterogéneos. De esta manera,
Loureda Lamas (2009: 57) y otros investigadores suelen distinguir, en líneas generales, tres grandes modalidades de tipologías: a saber, las que
parten de características internas o propiedades verbales, las que parten de características externas o factores comunicativo-pragmáticos, y las que
combinan ambos (Villanueva 1990: 27 y Bassols Torrent, 1997: 19 apud Loureda Lamas, ibid.).

 Las tipologías que parten de características verbales de los discursos tienen como principales representantes a Weinrich, Biber y
Posner; a su vez, tienen en cuenta fundamentalmente la estructura informativa (cómo se ordena el contenido), el tema del que se trata
(desplegado en campos semánticos), el análisis de marcas modales y aspectuales de los verbos, las estructuras sintácticas que predominan,
las marcas de progresión temática, los elementos de referencia y correferencia (índices de la anáfora, de la catáfora o de la deixis), etcétera.

 En segundo lugar, aquellas tipologías que consideran el texto como un hecho pragmático incluyen las clasificaciones de autores como
Sandig, Werlich, Grosse o Adam; Se destaca el acto de habla como punto de partida y, por consiguiente, se detienen en la intencionalidad
del hablante, en la relación entre los interlocutores, en la condición del oyente, en la situación comunicativa y en el contexto o en la función
global del acto de habla.

 Finalmente, en tercer lugar se incluirían otras tipologías que combinan los dos puntos de vista anteriores, interpretando, en esencia, que
todos los rasgos son internos, propios del acto de habla. Así, para estas tipologías, tan interna es la progresión temática como la relación
entre el hablante y el oyente, mostrada verbalmente por procedimientos de atenuación o intensificación.

- Isenberg, Horst, “Cuestiones fundamenales de tipología textual”, en Bernández, Enrique (comp), Lingüística del texto, Madrid, Arco,
1987, pp 95-129

En ocasiones puede ocurrir que, en otros tipos de textos, se incluya diálogo. Al hacerlo, deberemos usar como signo para señalar que hay otra voz la
raya de diálogo. Así podemos encontrar textos narrativos con diálogo. Podemos ver textos expositivos o argumentativos que incluyen otras voces
distintas a su autor, señaladas en ocasiones con comillas. Estos no pasarán a ser por esto textos conversacionales, ya que su silueta y sus rasgos serán
otros. Diremos que los mismos tendrás secuencias conversacionales, incrustadas en textos que narrativos, expositivos o argumentativos.
BIBLIOGRAFÍA
 Jean, Adam. M. (1992). Les textes: types et prototypes. Récit, description, argumentation, explication et dialogue, París, Nathan.
 Alvarez, Teodoro. A. (2001). Textos expositivo-explicativos y argumentativos, Madrid, Octaedro.
 Isenberg, Horst. (1983). Cuestiones fundamentales de tipología textual”, en E. Bernárdez (comp.), Lingüística del testo, Madird,
Arco/libros.
 Bernández, Enrique. (1987). Lingüística del texto. Madrid, Arco.
 Estela, María. (11 de enero, 2019). Funciones del Lenguaje. Recuperado de https://concepto.de/funciones-del-lenguaje/
 Silva De Marco, Jennifer. El texto conversacional. Graphene Themes. Recuperado de http://www.a43d.com.uy/jenny/el-texto-
conversacional/?fbclid=IwAR3onpRV5dtTI0lVF-MDo34ez_hWuDl3ViBzNdeNK5F_kqOgLKWvUZYSJwQ

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