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ENSEÑANZA, PEDAGOGÍA Y FORMACIÓN

En los escritos de Bambozzi puedo identificar que el autor toma a la educación, no


solo como campo disciplinar, sino como espacio de construcción de nuevas identidades
democráticas en el horizonte de la formación integral de la persona. La educación es una
práctica social, en la que existe una reflexión llamada pedagogía. Sin embargo, no toda
práctica social es educativa ni toda reflexión sobre una práctica social es pedagogía.
La pedagogía como la educación tienen en común el mejoramiento integral de la
persona, es decir, una intencionalidad orientada hacia un estado positivo o lo que definimos
como una intencionalidad formativa.
Define a la educación como un hecho concreto, situado y significado históricamente,
cuya intencionalidad es mejorar a la persona, mejoramiento integral y no parcial.
Se presenta la categoría formación a la que definimos como sinónimo de educación en
el sentido de educación integral. Educar supone formar integralmente a la persona y hacer
pedagogía, establecer una reflexión sobre las condiciones de posibilidad de una formación
integral de las personas.
La pedagogía se ubica como ciencia autónoma que convoca desde su especificidad a
otras ciencias para colaborar en la formación integral de la persona, en que los docentes
deben tener como único objetivo educar. La pedagogía (actividad teórica) cumple la función
de los saberes mientras que la educación (actividad práctica) es la práctica de la misma.
La educación es entonces una práctica social ya que hace posible la participación del
individuo en la sociedad.
Se afirma que la educación es una práctica política y esta una práctica educativa,
porque los sujetos son una creación histórica que consiste en ejercer el poder, condicionados,
con la capacidad de actuar y transformar sus propias condiciones y su entorno, al reconocerse
como miembro de una sociedad o como ciudadano, interactúan con la sociedad,
políticamente, económicamente y culturalmente. Se educa para formar ciudadanos que
necesita el estado.
Paulo Freire señala la necesidad de una permanente actitud crítica para evitar la
acomodación. El medio para lograr esa superación es una educación dialogal y activa que
supone un trabajo educativo crítico.
La división entre oprimidos y opresores está vinculada a distintos niveles de conciencia
a la “conciencia intransitiva” genera una sociedad sin diálogo, sin comunicación que conduce a
la denomina cultura del silencio se lograría con una educación dialogal y activa. Y a la
“conciencia crítica” Se caracteriza por la profundidad en la interpretación de los problemas, la

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sustitución de explicaciones mágicas por principios causales. Por tratar de comprobar los
descubrimientos y estar dispuesto siempre a las revisiones.
Por la práctica del diálogo y no de la polémica, por la receptividad de lo nuevo, no sólo
por nuevo y por la no-negación de lo viejo sólo por viejo, sino por la aceptación de ambos, en
cuanto a su validez. Ambos niveles vienen dados por el contexto histórico, ambas están
vinculadas a las estructuras sociales vigentes en las sociedades. Se caracterizan por el
autoritarismo, la escasa o nula movilidad social, la conservación de los privilegios, un sistema
educativo poco extendido que funciona como instrumento de salvaguarda de los privilegios de
las clases altas.
El paso de la conciencia intransitiva a la conciencia crítica no es espontáneo exige la
participación de la educación con la finalidad de orientar el proceso educativo hacia la
responsabilidad social y política.
La alfabetización es una forma de superación de la conciencia intransitiva siempre que
el proceso alfabetizador no se reduzca a la descodificación de signos gráficos sino que lleve a
cabo la conexión entre las letras y la realidad.
Hace de la opresión y sus causas un objeto fundamental de la reflexión; es elaborada
con los oprimidos y no para los oprimidos. De esta manera, se facilitará el paso de la
conciencia intransitiva, ingenua, a la conciencia crítica que es la que permite ver las relaciones
causales entre los hechos de la realidad; por eso mismo, esta educación se convierte en
liberadora.
Educación bancaria/ Educación liberadora
Este tipo de relación educativa, dominante en la enseñanza, trata al educando como si
fuera un banco donde se depositan los conocimientos.
Se caracteriza por:
• Una relación entre educando y educador “narrativo”, “discursivo”, supone un
sujeto –el profesor– que narra y unos objetos pasivos –los alumnos-, que
escuchan.
• El proceso del aprendizaje es el acto de depositar, de transferir, de transmitir
valores y conocimientos.
• Está ausente la comunicación, ya que el saber es una donación de los que
están en posesión del conocimiento hacia los ignorantes, en un proceso
unilateral.

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• No permite la acción, la indagación, la creación y, en consecuencia, lleva a la
domesticación de los educandos, a adaptarlos, a ajustarlos a la realidad sin
permitir la posibilidad de planteamientos transformadores.
A esta educación opone la educación liberadora o problematizadora

Aquí juega un papel fundamental el diálogo que va unido a las circunstancias


existenciales de quienes dialogan, es decir, a la realidad.
La humanización de los procesos educativos
Debe considerar que todo proceso educativo se fundamenta en una concepción del
hombre, una concepción de la sociedad, una concepción psíquica y del desarrollo del
pensamiento, una concepción del conocimiento y una concepción de lo educativo.
La contextualización del proceso educativo
La función de la escuela debe trascender más allá de dar unos conocimientos hacia el
desarrollo de destrezas y habilidades, actitudes y valores que se hagan evidentes en la
interacción con otros, en contextos específicos,
La transformación de la realidad social
Es importante dar una mirada a la educación como base transformadora de una
sociedad. Por tal motivo se puede decir que frente al miedo, la angustia, el individualismo y el
egoísmo hay que impulsar culturas cooperativas orientadas a la emulación, compartir, la
alteridad, la fraternidad y la alegría.

La educación, el educando y el educador


No es tarea sencilla ser maestro hoy: se exige al docente una cantidad innumerable de
requisitos. El libro de Andrea Alliaud y Estanislao Antelo se propone reflexionar sobre esto
desde una perspectiva lúcida y desafiante, y cuestiona el sentido común de lo que debe y no
debe esperarse de un docente. En el libro, se apela a revisar las ideas preconcebidas y a
recuperar el costado artesanal del trabajo docente y el gusto por la enseñanza. Para eso, los
autores enfrentan supuestos arraigados en la pedagogía y se preguntan por las posibilidades
de reemplazar, en el imaginario social, a la "maestra modelo" por, simplemente, las "buenas
maestras" que trabajan en escuelas concretas y resuelven problemas reales. Los gajes del
oficio amerita ser leído por los futuros docentes y por aquellos profesores que creen necesario
revisar algunas certezas, que los alejan del oficio de enseñar, y los encierran en un castillo
teórico sin estudiantes, sin colegas y sin una realidad a la que responder.

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Cuando hablamos de ENSEÑAR nos referimos a un intento de transmitir cierto
contenido a otro (Basabe y Cols) (Pág. 19). Sin la enseñanza, no tiene mucho sentido hablar de
educación.
Debemos diferenciar dos verbos significativos a la hora del aprendizaje: Enseñar y
Transmitir. El primero hace hincapié en la distribución de diversas cosas, mientras que el
segundo solo es logrado cuando la enseñanza transmitida ocurre con éxito. La profesión tiene
sentido cuando en una clase, como resultado de una enseñanza, la trasmisión se produce. La
enseñanza es un intento, un ensayo; ni bien ni mal: es una enseñanza a secas.
Una variación de la enseñanza en el ejemplo. Puede resultar moral o instrumental,
aspira a la imitación. Indica un camino para seguir. En la enseñanza el indicar es instrumental,
algo que “sirve para”. Existen aprendizajes que se anclan más en lo gestual que en la retórica
explicativa del sermón. "te indico, pero si no lo entiendes, lo hago por ti". El fastidio es menor.
La enseñanza es una guía acerca de cómo se debe proceder. Sin su existencia el
hombre suele estar en dificultades. No muestra en lo que debe convertirse, sino con el proceso
y que es lo que se debe hacer durante este.
Enseñanza también quiere decir señalizar, mostrar o exponer una cosa. De esta forma
lo que se enseña se deja ver a otros, lo que puede suceder de forma intencionada o no
intencionada, de la misma manera en como sucede con el aprendizaje.
¿Por qué hay que enseñar? Porque los niños llegan al mundo sin ninguna orientación
previa, para educar a los niños es necesaria la utilización del estímulo para que logren
conectarse con el mundo.
Por lo tanto Phillipe Meirieu reflexiona que la enseñanza es obligatoria, pero el
aprendizaje es una decisión propia de quien está recibiendo la información.
Enseñar proporciona herramientas, con el fin de que los niños puedan desenvolverse
en la vida y lograr relaciones sociales, para esto se enseña.
El rol de la educacional es sumamente importante en la vida de todos, ya que somos el
resultado de lo que se nos ha dado mediante la educación, el marcar a un alumno con las
enseñanzas que se le impartieron, les permitirá enfrentar de la mejor forma su adultez.
El objetivo del docente es intentar enseñar lo más posible a sus alumnos, es imposible
el enseñar todo, pero debe haber un abanico de posibilidades de enseñanza.
La enseñanza se trata básicamente de enseñar lo desconocido para el alumno, ya que
si se enseña lo conocido, no se cumplirá el verdadero objetivo de la educación: que el niño
aprenda más de lo que sabe, ya que de otra forma no podrá desarrollar las herramientas
necesarias para su futuro.

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Hay varias instrucciones sobre cómo enseñar, las instrucciones son relatos acerca de lo
que se puede hacer. Pero existe un problema que sugiere George Steiner: ‘No es fácil entender
cómo se produce la transmisión’. La enseñanza es exitosa si consigue provocar, impresionar,
despertar curiosidad, suscitar interés, etcétera. No es fácil entender cómo funciona a pesar de
que existen muchos libros que expliquen cómo hacerlo. Es poco lo que sabemos. Sabemos
cuándo ya es tarde o sabemos que no sabemos y, entonces, sabemos lo más importante. Jon
Elster afirma: “nada resulta menos impresionante que una conducta destinada a impresionar
al otro” por ejemplo consideramos lo que habitualmente sucede con el tema de la creatividad:
se repite aquí y allá que tenemos que inventar actividades que propicien la creatividad.

Antes los maestros estaban amparados en la misión asignada por el Estado y


simbólicamente la figura del maestro y su obra se engrandecía y exaltaba de manera
proporcional a las expectativas depositadas en la educación escolar.
Hoy el estado se corre de la educación, se desliga. Existen nuevos medios de
transmisión y circulación de los saberes, hay masificación de la escolaridad. Se produce un
quiebre de prestigio y reconocimiento de los adultos en la cultura y se realizan cambios que se
presentan en la niñez, esta fragmentación social está producida por la expansión de la
pobreza, la vulnerabilidad y exclusión de grandes grupos.
El maestro actúa en soledad asumiéndose como único responsable ante las secuelas
de estas transformaciones sociales, en el capítulo 2 de los gajes del oficio, podemos diferenciar
dos actitudes opuestas pero que presentan una salida.
Optimismo: Los maestros novatos aceptan este gran desafío, se muestran activos,
planifican, buscan material, vuelven a sus apuntes, realizan cursos, sociabilizan materiales. El
reconocimiento de «todo» lo que les falta frente a la gran responsabilidad asumida, motoriza
la búsqueda. Esta tarea los enaltece.
Pesimismo: La grandeza del proyecto y la pretensión de perfección desalientan la
acción. Su propia magnitud la torna imposible. Esta tarea resulta frustrante.
Solución: Para alejarnos de la tensión que provoca la grandeza de la tarea de educar y
las decepciones que ello acarrea se propone transformar la enseñanza en un oficio pequeño
(Pág. 50). Una práctica que abandone la desmesura, la voluntad de salvación/conversión y se
atenga al paso a paso de todos los días.
Entre la entrega y la enseñanza emergen rasgos que pueden resumirse alrededor de lo
afectivo, no hay que magnificar el componente afectivo ni descalificarlo. No caer en el «querer
a los chicos» o en la supuesta «frialdad» del desconocimiento del otro.

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Los maestros nuevos asumen simbólicamente el gran proyecto de educar aunque se
reconocen «carentes» de elementos que permitan materializarlo en prácticas concretas. La
posición de responsables únicos de un grupo de alumnos, y de cada uno en particular y la
promoción de vínculos afectivos gratificantes favorece la existencia de un sentimiento de
propiedad, pertenencia y control sobre el grupo.

“La maestra modelo y el modelo de maestra”, Andrea Alliaud analiza desde una
perspectiva histórica la pedagogía del modelo, propia de la escolaridad moderna. Los procesos
de institucionalización tipifican formas de actuar y relacionarse con el mundo determinadas,
que funcionaban como base para pautar, definir y reglamentar. La educación tradicional fue
muy cuestionada desde las concepciones más activas y constructivas, dadas las acciones
pasivas e imitativas que promovían. Sin embargo, los modelos continuaron siendo utilizados de
manera implícita, conformando hasta la actualidad muchas de las prácticas educativas.
En este apartado, la autora reivindica el modelo como propuesta, presentando otras
perspectivas. Entre sus aportes se destacan: 1) Aprender de un modelo acabado (sea una obra,
un saber práctico, etc.) permite al que aprende traducirlo, inventarlo, adivinarlo, apropiarse
del mismo y al incorporarlo, crear y producir una obra o un saber diferente; 2) Aprender de
grandes maestros que rompían reglas, generando artistas más libres. Aprender utilizando el
lenguaje del otro, siempre que se reconozca la propia potencia en su hacer, la propia creación,
así el encuentro con un otro, puede permitir a cada uno encontrarse; 3) Aprender de modelos
vivos en acción, contar acerca de lo que uno es y hace, promoviendo a su vez que otros hablen
de sus saberes y quehaceres, encontrando una vía de comunicación directa. Se pone en valor
el uso de modelos como herramientas, que promuevan la formación como despegue (sin
quedar pegado a la forma).

Andrea Alliaud, nos dice que el oficio remite la manera en que uno hace su trabajo. Así
mismo la enseñanza está anclada en un oficio. A los individuos que la realizan se les forma y se
les paga para actuar sobre otros.
Enseñar es probar y probar haciendo, el docente que sabe es el que ha probado
muchas, distintas y divergentes formas y estrategias de enseñar. Enseñar es dar a conocer al
mundo, nadie puede enseñar lo que no conoce.
Si bien ya sabemos que quien enseña tiene como meta fundamental transformar a los
otros, por lo tanto hay que procurar que esta ocurra. Y dedicarse a esta procuración, también
forma parte de cómo hacerlo.

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Quien enseña tiene que hacer mucho más que cumplir un rol asignado, lo que se hace
requiere de negociaciones, acuerdos, justificaciones y explicaciones. El docente construye su
trabajo y en ese movimiento se construye así mismo.
Jackson y Dubet nos afirman que no es posible identificar la actividad de enseñar solo
mediante pruebas visuales. Los docentes lo hacen mucho mejor cuando tienen el sentimiento
de poseer un oficio.
Por otro lado Phillipe Meirieu dice que enseñar es organizar la confrontación con el
saber y proporcionar la ayuda para hacerlo propio.
Cuando uno inicia a la docencia, podemos imaginar que su comienzo, no resultara fácil,
el principio puede entusiasmar pero también desconcertar.
A veces los docentes no cuentan con las herramientas necesarias para afrontar el
desafío ya que no están seguros si gente con oficio o preocupada por la educación los
preparan para ello. Lo que se necesita es contar con docentes experimentados, que pudiesen
motivar, aconsejar, acompañar. Promover proyectos, trabajar en equipo.
La construcción de habilidades practicas durante la formación inicial y la primera etapa
de ejercicio profesional, la dotación de tutores que acompañen; son los mecanismos más
utilizados para apoyar y fortalecer el trabajo del docente. El ensayo y los errores durante el
proceso se aprenden y esto produce saberes.
No habrá enseñanza al menos que se tenga en cuenta el contexto en que esta tiene
lugar. Se debe tener en cuenta que quien enseña nunca debe dejar de aprender los tiempos
que requiere el aprender, porque saltar niveles o etapas de desarrollo instalaran la
desvalorización del tiempo dedicado al aprender.
Los autores describen las condiciones necesarias para que la enseñanza tenga éxito,
destacando algunos problemas que deberán ser develados y tenidos en cuenta para sortearlos.
Los autores mencionan la importancia dada a la adecuación de la enseñanza a los diferentes
contextos: escuelas rurales, urbanas, marginales, etc., entendidos como obstáculos, a fin de
analizarlos en conjunto con los destinatarios. El riesgo de poner el énfasis en estas cuestiones,
procurando querer saber a priori sobre los posibles resultados de la enseñanza, puede
conducirnos a convertir a la enseñanza en el arte de adecuación a la demanda. Los autores
rescatan el concepto de Meirieu acerca de la necesidad de recuperar el sentido de la
enseñanza: “No hay que olvidar nunca que se trata de la transmisión, por lo tanto, del
encuentro con la cultura de los hombres” (…).
“No hemos entendido del todo que no podríamos trabajar por los ‘alumnos’ más que
con los profesores” (Pág. 105). Otro elemento importante mencionado por los autores es que
la vocación es condición necesaria para posibilitar la enseñanza. Supone una inclinación al

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esfuerzo, la perseverancia y el deseo de concretar lo que uno quiere. Dentro de ella, enumeran
otros estados que coexisten: la gratificación personal, la trascendencia, la entrega, el
reconocimiento, la generosidad, la gratitud, etc. Hacia el final del apartado se hace mención de
los siguientes conceptos esenciales para facilitar la enseñanza: el conocimiento, la práctica, la
competencia y la experiencia, trabajados en otros apartados de manera exhaustiva.

E. Antelo analiza diferentes versiones del cuidado, exponiendo que “Enseñanza y cuidado no
sólo no se enfrentan, sino que se requieren mutuamente.” “…asistir es responder, estar en
algún lugar. El que asiste está presente” (Pág. 132).
Resalta la importancia que adquiere en la cultura el cuidado del otro por medio dela
enseñanza, en contraposición con las dos ideas que están en la base de la descalificación del
cuidado o la asistencia: (i) la proximidad del otro como amenaza o estorbo, y (ii) la
prescindencia del otro en un mundo regulado por la “individualización de la acción”, es decir,
un mundo donde “depender de alguien es señal de debilidad, un déficit” (Pág. 131).

El futuro del oficio docente, está en la importancia del compromiso con la transmisión,
acompañada con la lucha, la entrega, el afecto. De lo contrario, la tarea docente se transforma
en una mera técnica, se despolitiza, se orienta a contrapelo del reparto de bienes culturales.

Andrea Alliaud enumera dos constataciones enunciadas: a) La concepción de la


enseñanza como una actividad con altas dosis de incertidumbre y de algunas firmes certezas; y
b) Entender la formación profesional docente a través de prácticas, discursos y formatos que
permitan vincular el saber sobre la enseñanza con el saber enseñar. Además,
propone desafíos: descubrir, pensar y promover prácticas pedagógicas que “alteren”,
flexibilicen las estrategias y el funcionamiento de la escuela, aún con las características de la
modernidad (rigidez, secuenciación, etc.). Afirma la necesidad de
“propiciar que la información circule, de publicitar los objetivos, los métodos y las
orientaciones escolares” (Pág.151) con el fin de que resulten accesibles a todos, permitiendo
su democratización.

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