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¿Puede el Fortnite provocar agresividad?

La Universidad de Oxford tiene un departamento multidisciplinar de ciencias sociales e


informática denominada Oxford Internet Institute. Este instituto se dedica a estudiar, desde el
año 2001, todo lo relacionado con la tecnología, la comunicación y la información y su
influencia en la sociedad. No en vano, este instituto pertenece a la división de Ciencias
Sociales de esa prestigiosa universidad británica.

El Oxford Internet Institute publicó hace unas semanas un exhaustivo estudio sobre el efecto
de los videojuegos violentos, como el archiconocido Fortnite, en los jóvenes. El estudio, que es
el más completo jamás realizado en este campo, se ha centrado en aquellos adolescentes que
dedican gran parte de su tiempo a jugar con videojuegos violentos -según la clasificación
imperante en EE.UU. y Gran Bretaña- y ha buscado la correlación entre el uso intensivo de
esos videojuegos y el comportamiento agresivo de adolescentes de 14 y 15 años.

El profesor Andrew Przybylski, director de Investigación del Oxford Internet Institute y


responsable del estudio, partía de una premisa concreta: «La idea de que los videojuegos
violentos llevan a agresiones en el mundo real es una creencia popular, pero no ha sido
probado demasiado bien a lo largo del tiempo». Había pues, que probar -o no- si tal afirmación
era cierta.

La primera gran novedad, que diferencia a este estudio de otros previos, está en el hecho de
que en esta ocasión los datos no solo se han obtenido de los jóvenes objeto del estudio. El
equipo dirigido por el profesor Przybylski obtuvo datos también de los padres y tutores, que
fueron quienes juzgaron los niveles de agresividad de los adolescentes, su comportamiento
tras jugar con esos videojuegos violentos, como el Fornite, por ejemplo.

Los datos se obtuvieron a través de una muestra representativa de jóvenes británicos de entre
14 y 15 años, de distintas escalas sociales y económicas, y sus respectivos tutores,
totalizando 2.008 sujetos de estudio: 1.004 jóvenes y otros tantos progenitores.

Los jóvenes completaron en primer lugar un cuestionario sobre el uso que hicieron de los
videojuegos en el último mes. Una vez realizada esa primera parte del estudio, se hizo lo
mismo con los responsables de los jóvenes, pero en este caso se les preguntó sobre el
comportamiento violento que tuvieron tras jugar intensamente con los videojuegos, usando el
Strengths and Difficulties Questionnaire, un cuestionario ampliamente extendido en Gran
Bretaña para determinar el comportamiento de las personas.

El contenido violento de los videojuegos se determinó a través de la clasificación PEGI


utilizada en la Unión Europea y el sistema ESRB usado en EE.UU., así como por la propia
clasificación -siempre subjetiva- de los propios jugadores.

Primero se realizó una muestra previa a la obtención de los datos. De esta forma, los
investigadores del Oxford Internet Institute pudieron realizar modelos de comportamiento en
los que definieron la relación entre jugar regularmente con videojuegos violentos -realizado por
los adolescentes- y el comportamiento agresivo de estos -juzgado por los padres-. Los
resultados podían ser positivo, negativo, lineal o parabólico.

El resumen del estudio es definitivo: no hay ninguna relación entre jugar con videojuegos
violentos, como el Fortnite, y un comportamiento agresivo en los adolescentes. Muchos mitos
se han desmontado con este estudio científico.

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