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MAYO SERÁ FEMINISTA

María de los Angeles Miranda Bustamante1


mmiranda@upla.cl

“Hubo un tiempo cuando era creencia general que la historia sólo la hacían los
varones. Es un error. También la mujer ha hecho historia y hoy más que nunca debe intervenir
con energía en los destinos del mundo”2. Son palabras de José Kentenich expresadas en 1930,
cuando en Chile las mujeres no tenían derecho a voto ni se había inventado la píldora
anticonceptiva.
Sus dichos entrañan la definición más arquetípica del feminismo, que podría ser algo
así como: “Corriente de pensamiento en permanente evolución por la defensa de la igualdad
de derechos y oportunidades entre ambos sexos”3. Esto es, sin más, el reconocimiento
explícito y social de que las mujeres tienen los mismos derechos humanos que los hombres.
Aunque esta afirmación parezca elemental, abundan algunos prejuicios que distancian el
feminismo del catolicismo, por llevar al extremo el poder de la mujer, incluso negando la
importancia del hombre, por defender el aborto, por atentar contra la femineidad o por los
desnudos femeninos en las protestas callejeras.
Sin embargo, sólo una abstracción desmedida, muy propia del mecanicismo, nos Commented [IS1]: Intentar una caracterización breve
para los menos habituados a esa terminología del
llevaría a hablar del feminismo en singular, como una ideología homogénea e inmutable. Más mecanicismo. Si no es una descripción al menos contexto
de descubrimiento.
bien, se trata de feminismos, que se han abierto paso de manera dificultosa en la historia, en
medio de distintos contextos sociales y políticos, y a los que las mujeres debemos al menos
el reconocimiento de los derechos laborales, sexuales, sociales y políticos, aunque aún falte
mucho para su consagración definitiva y universal.

1
Periodista Pontificia Universidad Católica de Chile; Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional
de Cuyo, Argentina; Magíster en Literatura por la Universidad de Playa Ancha; Directora del Departamento de
Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha, Valparaíso,
Chile.
2
KENTENICH, J. (1930). Citado en Schoenstatt (2013). María, la mujer nueva. En
http://www.schoenstatt.cl/maria-la-mujer-nueva/juventudfemenina/2013-03-01/110131.html
3
AMORÓS, C. (2007). Palabras y conceptos clave en el vocabulario de la igualdad.
http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1301
Podría caerse en la ignorancia de pensar que el feminismo, justamente, tiene el afán
mecanicista de separar a la mujer del hombre, de renegar de él y luchar por doblegarlo, como
en una venganza milenaria. Se puede escuchar, incluso tratando de ejemplificar el
separatismo mecanicista denunciado por la carta del 31 de mayo, que el feminismo es el
opuesto del machismo y que ambos buscan la equivocada supremacía de un sexo sobre otro.
Y en esto hay un gran error conceptual. El macho no es un hombre que lucha por sus derechos
humanos, sino que intenta encarnar un ideal que busca la dominación de las mujeres y la
competencia entre los hombres, con prácticas que incluyen la exhibición de la agresividad y
la sexualidad depredadora4.
Por otro lado, el patriarcado es el “sistema social de dominación masculina sobre las
mujeres”5. Luchar contra él no implica someter a los hombres, sino equiparar los derechos
de las mujeres en distintos contextos culturales e históricos.
Considerando que a partir de mayo de 2018 las voces feministas volvieron a
escucharse en las noticias, en las calles y en las aulas universitarias chilenas 6, es sin duda
una voz del tiempo desentrañar este mensaje de Dios y ponerlo en relación con la pedagogía
de Schoenstatt, especialmente por su centralidad mariana. Por eso, aquí abordaremos tres
aspectos de las teorías feministas que son consonantes con la misión del 31 de mayo, escrita
en 1949, justamente el mismo año en que Simone de Beauvoir publicó El Segundo Sexo7.

El feminismo también denuncia una herejía antropológica


Un aspecto primordial de la misión del 31 de mayo consiste en calificar el mecanicismo como
una herejía antropológica. Herejía viene del griego heiresis8, que apunta a una elección, a
una “opinión separada”, cuando hay dos o más puntos de vista en disputa. Con el
cristianismo, el término pasó a ser “la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de

4
CONNELL, R. (1995). Masculinities. Polity, Cambridge.
5
VALERO REY, A.(XXXX) Procesos de comunicación con perspectiva de género en el entorno. Tutor Formación:
La Rioja.
6
SEPÚLVEDA, P. (2019). “A un año del mayo feminista que remeció Chile, ¿cuál es su legado?” En Revista Qué
Pasa. https://bit.ly/2VFHylS.
7
Simone de Beauvoir, principal referencia del feminismo de la igualdad, publicó El Segundo Sexo en 1949,
que es su obra más conocida.
8 MONLAU, P. (1856). Diccionario etimológico de la lengua castellana, precedido de unos Rudimentos de
etimología. Rivadeneyra: Madrid.
una verdad que ha de creerse con fe divina y católica”9, como reza el Derecho Canónico. Es
decir, un atentado contra la unidad de los cristianos. Entonces, considerando orgánicamente
al ser humano como “representante” de Dios, por la ley de transferencia, la herejía
antropológica es igualmente un atentado separatista contra la creación divina predilecta, que
está hecha a su imagen y semejanza. Rebajar a esta creatura privilegiada en razón de su sexo,
implica negarlo como unitas multiplex, como afirma el Padre Kentenich10, porque que el ser
humano es una unidad múltiple, que ofrece diferentes facetas y estratos y no por ello pierde
dignidad, sino que, precisamente por esto, gana riqueza y complejidad.
De esta manera, el feminismo denuncia esta tendencia al separatismo (léase
mecanicismo) como una actitud propia del hombre, que, frente a distintas realidades, tiende
a instaurar dualismos del tipo Yo-Otros, que condenan a los que no son Sujetos a situarse en
una posición de subordinación. Simone de Beauvoir dijo que “la alteridad es una categoría
fundamental del pensamiento humano. Ninguna colectividad se define jamás como Una sin
colocar inmediatamente al frente a la otra”11. Así se separa el capitalista del proletario; el
blanco, del negro; el nacional, del migrante; el colono, del indígena. Pero el caso más grave
de este dualismo, argumenta Beauvoir, ha involucrado a la mitad de la población mundial
durante largos períodos de la historia: el hombre se erige como el Sujeto y la mujer como el
Otro.
De esta manera, ubicar a la mujer fuera de los márgenes de la historia, como el mismo
Padre Kentenich lo observa, es también una herejía antropológica. Al supeditarla a las
categorías masculinas, en prácticas como la división sexual del trabajo, la exclusión de la
esfera pública, obviamente la violencia de género y otras formas más sutiles pero igualmente
anulatorias, se deja de reconocer al Dios vivo que actúa a través de ella tomándola también
como su causa segunda, como reflejo mismo de sus derechos y perfecciones divinos.
El Padre Kentenich criticó al protestantismo por concebir a un Dios sin puentes hacia
la naturaleza humana, terriblemente trascendente, alejado del ser humano concreto, con el
que no tiene similitud alguna y por eso es “el enteramente Otro”. Porque, por el contrario,
Dios es el único Sujeto, quien puede decir ante Moisés “Yo soy el que soy” y por eso es

9 Código de Derecho Canónico (2002). Universidad de Navarra: Pamplona.


10
FERNÁNDEZ, R. (2019). Un paso audaz. El tercer hito de la Familia de Schoenstatt. Santiago: Patris.
11
DE BEAUVOIR, S. (2005). El Segundo Sexo. Madrid: Cátedra.
subjetividad absoluta12. De esta manera, como sus causas segundas, ni hombres ni mujeres
(ni negros, ni migrantes, ni pobres) pueden ser tratados como otros. En un mundo
personalizado sólo hay Sujetos (y Sujetas).

Hacer la diferencia
Dijimos antes que simplificar lo que es complejo también es una tentación
mecanicista. Los feminismos no tienen una sola mirada ni han permanecido fijos en la
historia. De entre la diversidad de enfoques, es posible destacar al menos dos vertientes del
feminismo, que, aunque buscan el mismo propósito de reivindicar los derechos humanos de
las mujeres, acentúan aspectos relevantes en cuanto al ser mujer.
En primer lugar, el feminismo de la igualdad, cuyo principal referente es Simone de
Beauvoir, busca profundizar el reconocimiento social de la igualdad entre los sexos, con los
mismos derechos y obligaciones para hombres y mujeres, sobre todo con base en el
convencimiento ilustrado de que la mujer es igualmente racional que el hombre.
De acuerdo a esta posición, el sexo, es decir, la determinación biológica que lleva a
ser mujer, no es relevante. El género, esto es, las categorías culturales que se le adjudican
socialmente al sexo femenino, no son impuestas por naturaleza, ni secretadas por los ovarios,
sino construcciones arbitrarias y artificiales. Por eso, Beauvoir afirma que “uno no nace
mujer: llega a serlo”. Y, al adoptar socialmente el género femenino, en la construcción social
patriarcal que impone lo masculino, lo femenino se sitúa a la sombra del Sujeto y relegado
como Otro. De esta forma, la mujer queda consagrada a la inmanencia, porque la
trascendencia está determinada por otra conciencia soberana, la masculina dominante13.
En el análisis del pensamiento orgánico, José Kentenich se refiere a la armonía del
ser humano entre la trascendencia y la inmanencia. Esto hace que cohabiten en él, la
trascendencia, el impulso que lo/la lleva a salir más allá de sí mismo/a, buscando al Dios
superior; y la inmanencia, que lo/a motiva a celebrar su naturaleza, en la que también

Formatted: Highlight
12
MORIN, E. (1994). La noción de sujeto. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad MORIN, E. (1994). La Formatted: Font: 10 pt, Font color: Text 1
noción del sujeto. Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad LA NOCIÓN DEL SUJETO. NUEVOS PARADIGMAS, Formatted: Font: 10 pt, Italic, Font color: Text 1
CULTURA Y SUBJETIVIDAD (PÁGS. 67-89).Buenos Aires: Paidós.
13 DE BEAUVOIR, S. (201505). El Segundo Sexo. México:adrid: Penguin Random House (PÁG. 207)Cátedra. Formatted: Font: 10 pt, Font color: Text 1
Formatted: Font color: Text 1
encuentra a Dios. La falta de trascendencia despoja al mundo de Dios y la falta de inmanencia
aleja a Dios de la naturaleza humana.
Por lo tanto, podemos decir que el “macho” es el hombre-Sujeto, que busca usurpar
la trascendencia de la mujer-Otro o mediar entre ella y lo trascendente es también una práctica
mecanicista. Así, de alguna manera, condena a la mujer a ser sólo causa segunda del hombre
y no causa segunda de Dios, en cuanto fue creada a su imagen y semejanza.
Incluso en los lugares donde esta obvia falta de igualdad ha sido superada y los
hombres ya “ayudan” en la crianza de los hijos y en los quehaceres domésticos y “dejan” a
la mujer salir a trabajar, perduran microagresiones que perpetúan la otredad femenina. Por
ejemplo, lo que la escritora Rebecca Solnit llama “mansplaining”, un acrónimo que une
“man” y “explaining”, que ya fue recogido por el Diccionario Oxford como: “La explicación
de algo por un hombre, típicamente a una mujer, de una manera que se considera
condescendiente o paternalista”14, aunque ella pueda saber al respecto más que él. Esta
actitud ignora los conocimientos, la inteligencia y la familiaridad que la mujer posea respecto
a ese asunto, infantilizando a la interlocutora15. De este modo, una mujer que fue creada para
ser causa segunda de Dios queda confinada a ser absorbida por el discurso de un Sujeto que
la condena a ser Otro. Si “Dios atrae al hombre mediante lazos humanos”16, nadie puede Commented [IS2]: Consignar página

hacer interferencia en ese proceso tan personal y único.


A menudo, este tipo de sensibilidades se le reprochan a la mujer como excesos, como
demostraciones de histeria (herencia de Freud17), pero, cuando la vida, la dignidad y la
expresión de la mujer han sido atropellados durante milenios, el respeto a esos derechos se
juega en lo cotidiano y en lo pequeño.
Como una segunda vertiente teórica, el feminismo de la diferencia, preconizado por
Luce Irigaray, reconoce los logros del feminismo de la igualdad, pero le parece que el término Commented [IS3]: Me parece que conviene una precisión
crítica de Luce Irigaray, parece que hubiese sintonía con
está equivocado. No se trata de abolir las diferencias intrínsecas entre hombre y mujer, sino Juan pablo II y José Kentenich. No conozco mucho, pero de
todas maneras creo que en ella existe una centralidad de lo
de devolverle el valor social y cultural a lo femenino. Llega a decir que pretender la sexual como exterioridad que no esté en los otros
pensadores. Tampoco aparece la complementariedad. Para
neutralidad sexual sería un genocidio, “significaría el fin de la especie humana”18. El tu consideración.

14
Traducción del inglés de la definición de “mansplaining” por el Oxford Dictionary. En:
en.oxforddictionaries.com
15
SOLNIT, R. (2016). Los hombres me explican cosas. Madrid: Capitán Swing Libros.
16
FERNÁNDEZ, R. (2019). Un paso audaz. El tercer hito de la Familia de Schoenstatt. Santiago: Patris.
17
FREUD, S. (1976). Tres ensayos sobre la teoría sexual. Buenos Aires: Amorrortu.
18 IRIGARAY, L. (1992). Yo, tú nosotras. Madrid: Cátedra (PÁGS. 9-10).
propósito de esta corriente “no consiste en ser iguales a los hombres, sino en cuestionar el
código secreto de un orden patriarcal que convierte las diferencias en desigualdades”.19
Esta tendencia, sin ser de corte confesional, tiene mucha consonancia con el
pensamiento de Juan Pablo II, cuando propone a las mujeres “un ‘nuevo feminismo’ que, sin
caer en la tentación de seguir modelos ‘machistas’, sepa reconocer y expresar el verdadero
espíritu femenino en todas las manifestaciones de la convivencia ciudadana, trabajando por
la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación”20. Commented [IS4]: No esta claro donde empieza cita.
Consignar página. Comienza donde están las comillas: “un
También aquí resuena la voz de José Kentenich, cuando parafrasea una expresión ‘nuevo feminimo’…

femenina, rescatando también su diferencia: “Estoy orgullosa de ser mujer. No quiero ser Commented [Office5R4]:

como el hombre. La conciencia del sexo encierra así la conciencia de ser distinta, pero al
mismo tiempo la conciencia de valer lo mismo”21.
Estas frases entrañan por un lado la importancia del sexo, es decir, de la singularidad
del cuerpo femenino y la distintiva experiencia de habitar en él. Las mujeres y los hombres
pueden tener idénticas funciones, dice-María Milagros Rivera, pero “la experiencia de vivir
en un cuerpo sexuado en femenino es distinta de la experiencia de vivir en un cuerpo sexuado
en masculino”, porque la diferencia sexual existe22.
Las palabras del Padre Kentenich también se refieren al concepto de género, es decir,
a la connotación social del sexo, que está implícita en la expresión “valer lo mismo”, es decir,
el aprecio cultural de lo femenino.
La exacerbada consideración social de lo masculino propia del régimen patriarcal
constituye una abstracción empobrecida del ser humano. Y también lo reconoce José
Kentenich: “Hoy se procura demostrar entonces que la época actual se caracteriza por el
predominio del hombre. El varón ha hecho valer en demasía su manera de ser, ha exagerado
todo hasta el extremo. De ahí que lo racional y lo egoísta en el hombre se hayan desarrollado

19
SENDÓN DE LEÓN, V. (2002). Marcar las diferencias: discursos feministas ante un nuevo siglo. Icaria:
Barcelona (PÁG. 47).
20 JUAN PABLO II (2015). Encíclica Evangelium vitae. Sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana.
Ediciones UC: Santiago. (PÁG. 192).
21
KENTENICH, J. (1930). Citado en Schoenstatt (2013). María, la mujer nueva. En
http://www.schoenstatt.cl/maria-la-mujer-nueva/juventudfemenina/2013-03-01/110131.html (S.P.)
22 RIVERA, M. (1997). El fraude de la igualdad. Barcelona: Planeta (PÁG. 79).
de tal modo que en él lo racional se ha convertido en un intelecto que corrompe todo, y lo
egoísta en egolatría”23.
De esta manera, el feminismo recoge la comprensión del hombre y de la mujer en su Commented [IS6]: No debería ser ciertas formas de
feminismo, pues tan feminista es Simone de Beauvoir,Luce
profunda igualdad y en su profunda diferencia. Irigaray como Judth Butler…

La medicina: La Mujer
Llevando hasta el extremo la relación entre esta postura feminista y la misión del 31
de mayo, según el Padre Fundador, la Mujer resulta ser la cura para el bacilo del colectivismo.
Es ella, llevada en María a su máxima expresión, quien sanó a José Kentenich en su historia
personal, en sus búsquedas de juventud, porque “el amor a María regala siempre de por sí
esta manera de pensar orgánica”24.
¿Y dónde reside esta naturaleza femenina sanadora? ¿En qué consiste? En el siglo
XIX se formuló el concepto de “eterno femenino”, asociado con una esencia inmutable de la Commented [IS7]: Pero José Kentenich utiliza esta idea,
por ejemplo en LA VOCACIÓN SACERDOTAL Y LA VOCACIÓN
mujer y que es recogido por Goethe en el final de Fausto, situando a las mujeres en la pureza LAICAL

contemplativa y al hombre, en la acción significativa. Esto le arrebata a la mujer el poder de


generar cambios y, por ello, ellas aparecen como angelicales y sobrenaturales. Por ello, de
alguna manera las mujeres, en este arquetipo, “carecen de yo, con todas las implicaciones
morales y psicológicas que esta palabra sugiere” 25. Así, en esta abstracción idealista (en el
pleno sentido del idealismo humanista descrito por el fundador de Schoenstatt26), ella puede
consolar y aconsejar, pero no tiene historia propia. Su virtud hace grande a su hombre, pero
no es grande en sí misma ni extraordinaria.
El simplificar a la mujer a esta visión inmutable de un bien suprahumano,
impermeable a la historia y a la diversidad individual, nuevamente nos lleva al mecanicismo
y a una pretendida trascendencia de la mujer que ignora su inmanencia concreta, alejada de
su naturaleza real, humana y también pecadora.

23 KENTENICH, J. (1934) Conferencia del Padre Kentenich a sacerdotes y educadores en la Jornada


Pedagógica del año 1934. https://bit.ly/2JPrkQ3
24 FERNÁNDEZ, R. (2019). Un paso audaz. El tercer hito de la Familia de Schoenstatt. Santiago: Patris.
25 GILBERT, S., GUBAR, S. (1998). La loca del desván: la escritora y la imaginación literaria del siglo XIX.
Madrid: Cátedra.
26 FERNÁNDEZ, R. (2019). Un paso audaz. El tercer hito de la Familia de Schoenstatt. Santiago: Patris. Según
el Padre Kentenich, el humanismo idealista “separa la idea de la idea y la persona de la persona”.
Desde luego, el pensamiento feminista de la igualdad niega la existencia del eterno
femenino, como una esencia inmóvil, impuesta y casi suprahumana. Pero, si negamos el
eterno femenino, decía Beauvoir, hay que preguntarse casi desoladamente, entonces, ¿qué es
la mujer? ¿De dónde proviene esta femineidad? “¿Está fijada en el cielo platónico? ¿Basta el
frou-frou de una falda para hacer que descienda a la Tierra?”27. Commented [IS8]: Consignar página

Aunque convengamos en que la experiencia del cuerpo de la mujer (es decir, el sexo)
la hace en parte diferente, no podemos aceptar antropológicamente en un ser libre tal nivel
de determinismo biológico. Por lo tanto, el género, la construcción social acerca de lo
femenino, tiene un rol primordial, que es artificial. Y, para ello, ¿dónde está el modelo?
Si no hay eterno femenino, si no hay Una Mujer, si no hay sólo determinismo
biológico, sino mujeres concretas y sujetos de su propia historia, ¿qué es lo que todas tienen
en común?, ¿cómo entonces pueden ser “la medicina” del colectivismo? Commented [IS9]: No logro captar si existe un rechazo o
aceptación de un “eterno Femenino”
Es Cristo mismo quien magistralmente reconoce que la mujer no es abstracción, sino
una realidad inmanente, concreta y diversa, llamada a (y no determinada por) la
trascendencia. En la casa de la familia de Betania, quiere a Marta (Lc. 10, 41), la inquieta,
perfeccionista y activa, que decide hacer el trabajo doméstico para agradar a su Invitado.
También ama a María, la contemplativa, que parece pasiva, pero que sabe que ha elegido la
mejor parte (Lc. 10, 42). Ama y conoce la historia de la extranjera, la mujer terrena,
samaritana, en su contexto social de discriminación y en su vida personal, en la que ha tenido
varios hombres y ninguno es su marido (Jn. 4, 1.-30). Quiere también a la pecadora que es
apedreada según una práctica patriarcal y la pone a salvo física y espiritualmente con su “vete
y no peques más” (Jn. 8.11).
De esta manera, Cristo mismo les ha reconocido a esas mujeres diversas y reales lo
que las feministas llaman “el derecho al mal”28. Amelia Valcárcel explica que esta expresión Commented [IS10]: Consignar página

recoge la posibilidad de hacer el mal, no sólo contraviniendo el bien que establece el ideal
del eterno femenino, sino que haciendo el mal “universal”, que practican los hombres según
su sistema ético patriarcal. Así, podremos también construir, entre hombres y mujeres, un
bien universal.

27 DE BEAUVOIR, S. (2005). El Segundo Sexo. Madrid: Cátedra.


28 VALCÁRCEL, A. (1994). Sexo y filosofía: sobre "mujer" y "poder". Barcelona: Anthropos. Formatted: Small caps
Jesús también deja claro que no hay géneros en la moral. Cuando la adúltera va a ser
apedreada por hombres, Él desafía al ruedo de escribas y fariseos que iban a apedrearla
aplicando la ley de Moisés: "Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera
piedra" (Jn. 8,7). El pecado y el mal están en todos y son comparables entre hombres y
mujeres. Además, el interrumpir con su desafiante mandato una práctica validada social y
religiosamente en la época, podría considerarse un escándalo, sobre todo si tomamos en
cuenta que hoy en Irán las mujeres adúlteras aún son lapidadas y que en Chile hasta 1994 la
esposa que era infiel a su marido podía ir a la cárcel, mientras que el marido no tenía ese
castigo29.
De este modo, podemos afirmar que el bien y el mal son universales para el hombre
y la mujer. Como consecuencia, lo femenino existe, no como un imperativo moral ni como
pesada carga, sino como una forma de ser humano.
¿Y cómo es esa manera femenina de ser humano? La misma Simone de Beauvoir
afirma: “Aunque ciertas mujeres se esfuerzan celosamente por encarnarla, jamás se ha
encontrado el modelo”30. Pero el mismo año en que ella publicó El Segundo Sexo, en la carta Commented [IS11]: Consignar página

del 31 de mayo, el Padre Kentenich propuso un modelo, no de mujer, sino de ser humano
orgánico: María.
Ella, siendo la Madre de Dios, está desvalida (y pasiva) porque depende de nuestro
libre albedrío, tanto como Dios mismo. Pero a la vez está tan activa que no nos queda más
opción que “aceptar sus deseos, entregarnos nuevamente a ella y dejarle a ella la
responsabilidad de esta gran Obra”31. María tiene una personalidad y deseos, es fiel, Commented [IS12]: Consignar página

poderosa, gran educadora. Es mujer, pero también es María, erigida no sólo como la
progenitora de Dios, sino también como su Corredentora32. De este modo, Dios conoce y
contraviene los prejuicios de género que pesan sobre la mujer: “Contra toda expectativa
humana, Dios escoge lo que era tenido por impotente y débil (cf. 1 Co 1, 27) para mostrar la
fidelidad a su promesa” y elige a María como Madre del Salvador33. Aunque Ella estaba

29 La Nación (2019). Cuando en Chile las mujeres podían ir a la cárcel por adulterio. https://bit.ly/2VPWYEx
30 DE BEAUVOIR, S. (2005). El Segundo Sexo. Madrid: Cátedra.
31 FERNÁNDEZ, R. (2019). Un paso audaz. El tercer hito de la Familia de Schoenstatt. Santiago: Patris.
32 San Juan Pablo II la llama así en numerosas intervenciones oficiales, como consta en el registro de
documentos vaticanos en vatican.va
33 Catecismo de la Iglesia Católica (1997). Número 488.
“predestinada” porque fue escogida desde toda la eternidad e incluso es concebida como
Inmaculada, Dios le da en cierto sentido el “derecho al mal”, porque el anuncio del ángel se
transforma en propuesta ante una creatura libre: “El Padre de las misericordias quiso que el
consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para
que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la
vida” 34.
De este modo, María es también una “unidad múltiple”, una complejidad libre, igual
a todas las mujeres, menos en el pecado. María como modelo no es una abstracción
inmutable. No es un “eterno femenino”, ubicado fuera de la historia y la cultura, pese a que
José Kentenich usa esa expresión35. Es una identidad dinámica, que puede adoptar distintos
rostros, pero que está abierta a ejercer su “maternidad sacerdotal”, como expresó el Padre
Fundador, que no es sólo acoger la voluntad de Dios, sino también crear y salir al mundo
como apóstol para llevar a los seres humanos hacia Él. Está por ello libremente abierta a
contemplar, pero también a actuar en el mundo. No sólo es sencilla y bondadosa, sino
también es “fuerte y digna”36. No sólo reparte amor, paz y alegría, sino que también recorre
nuestro tiempo, hace historia y cambio, preparándolo para Cristo Jesús.

34 Catecismo de la Iglesia Católica (1997). Número 488.


35
LOCHER, P.; NIEHAUS, J.; UNKEL, H. Y VAUTIÉR, P. (2012). Kentenich Reader. Tomo 3: Seguir al profeta.
Santiago: Patris
36 KENTENICH, J. Hacia el Padre. Número 609

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