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I. INTRODUCCIÓN
1
CÓRDOBA, La posición de la víctima, p. 84 (destacado en el original).
1
es que la víctima, para participar en la persecución penal pública,
prefiera intervenir en el proceso como querellante. Ello sucede de esta
manera a menos que no se cuente con la figura del querellante para
delitos de acción pública.
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II. La intervención del querellante —o acusador particular— en los
delitos de acción pública representa uno de los supuestos de
mecanismo que reconoce derechos de participación formal a la víctima
en el procedimiento penal. En este supuesto, se trata de garantizar la
intervención del ofendido con el objeto de que éste colabore en el
desarrollo del tratamiento penal del caso y en la imposición de la
sanción de carácter punitivo eventualmente contemplada en el
derecho material. Así, en el ámbito del derecho procesal, la figura del
acusador particular constituye una expresión de “la necesidad de
reconocerle al ofendido mayores facultades procesales, que le
permitan no sólo participar decisivamente en la persecución penal,
sino también, bajo ciertas circunstancias, disponer de ella”2.
2
CÓRDOBA, La posición de la víctima, p. 82.
3 Se trata de un mecanismo que permite que un delito de acción pública se convierta
en delito de acción privada sólo perseguible por el acusador particular, sin
intervención alguna del ministerio público. La conversión de la acción reconoce el
interés de la víctima vinculado a la necesidad de llevar adelante al procedimiento
para lograr la imposición de las consecuencias tradicionales del derecho penal.
Representa, claramente, una excepción al principio de la persecución pública.
Además, permite a la víctima jugar un papel decisivo en la definición del conflicto
desde su punto de vista personal y, al mismo tiempo, le otorga poder de disposición
de la acción penal convertida en privada. Por otra parte, aumenta las posibilidades
del imputado de llegar a una conciliación que ponga fin al caso, y simplifica
notablemente el procedimiento, pues resultan aplicables las reglas del proceso de
acción privada.
3
todo, ampliando el ámbito de los delitos de acción privada”4.
Las facultades sobre la decisión del caso no operan del mismo modo
ante distintas situaciones. Cuando el acusador estatal continúa la
persecución penal, y la víctima desea la suspensión o el cese del
procedimiento, la opinión de esta última, en general, cuenta con
escasas posibilidades de influir en la resolución del problema. Con
excepción de los delitos de acción privada, y de la revocación de la
instancia en los delitos dependientes de instancia privada 5 —delitos
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CÓRDOBA, La posición de la víctima, ps. 82 y s. (destacado en el original).
5
Tradicionalmente, el único poder con que contaba la víctima en los delitos de acción
pública dependiente de instancia privada (CPP Guatemala, art. 24, num. 2; CPP Costa
Rica, art. 18) consistía en brindar la autorización que permitía iniciar la persecución.
Iniciada esta persecución, la víctima carecía de todo poder de disposición sobre ella.
En la actualidad la tendencia se orienta a reconocer a la víctima la facultad de retirar
la autorización que exige la clausura de la persecución penal ya iniciada. El CPP
Guatemala dispone en su art. 35, párr. I: “La instancia particular podrá ser revocada
por el agraviado o su representante legal, con anuencia del acusado”. La revocación
de la instancia particular se extenderá “a todos los partícipes en el hecho punible”
(art. 35, párr. II). El efecto de la revocación de la instancia particular consiste en la
extinción de l la persecución penal (art. 32, num. 6). El CPP Costa Rica prevé en su
art. 17, párr. IV: “La víctima o su representante podrán revocar la instancia en
cualquier momento hasta antes de acordarse la apertura a juicio. La revocatoria
comprenderá a los que hayan participado en el hecho punible”. El efecto de la
revocatoria consiste en la extinción de la acción penal (art. 30, lit. h).
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condicionados a instancia particular—, la víctima cuenta con escasas
posibilidades de interrumpir la persecución penal pública apoyada por
el acusador del Estado.
IV. Los controles a que hacemos referencia son, a título de ejemplo, los
del procedimiento intermedio8. En el CPP Guatemala, el querellante
cuenta, en esta etapa del procedimiento, con facultades notablemente
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En el mismo sentido opera, en el procedimiento intermedio, la discrepancia en el
contenido de la acusación, cuando el ministerio público “omite algún imputado, o
algún hecho o circunstancia de interés para la decisión penal”. En este supuesto, el
querellante puede objetar la acusación del fiscal y requerir “su ampliación o
corrección” (CPP Guatemala, art. 337, num. 3).
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Un sistema similar está previsto en el CPP Nación (Argentina), art. 348, según el
cual si el tribunal no comparte el criterio del ministerio público, “apartará al fiscal
interviniente e instruirá en tal sentido al fiscal que designe el fiscal de cámara o al
que siga en orden de turno”.
8
Sobre las distintas maneras de organizar el control del requerimiento fiscal en el
procedimiento intermedio, cf. ÁLVAREZ, El control jurisdiccional de los requerimientos
acusatorios o conclusivos del ministerio público, ps. 155 y siguientes.
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efectivas para garantizar la continuación de la persecución o
determinar el contenido de la acusación. La legislación guatemalteca,
en este sentido, se aparta del modelo tradicional y otorga a la víctima
derechos sustantivos sobre el contenido del requerimiento del
acusador estatal. El querellante puede, en primer lugar, “objetar el
pedido de sobreseimiento o clausura” del ministerio público (art. 337,
inc. 4). Por otra parte, cuando el ministerio público acusa, pero “omite
algún imputado, o algún hecho o circunstancia de interés para la
decisión penal”, el querellante puede objetar la acusación del fiscal y
requerir “su ampliación o corrección” (art. 337, inc. 3). Si el tribunal
concuerda con él, modifica la acusación del fiscal conforme a la
petición del acusador particular. Ello significa que la voluntad del
acusador “adhesivo” se impone sobre los criterios del acusador estatal
que, según se supone, es el titular exclusivo de la acción penal pública.
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“Presupuesto para la apertura a juicio. El auto de apertura a juicio se
podrá dictar con base en la acusación del Ministerio Público o la del
querellante.
Si se abre el juicio con base únicamente en la acusación particular, el
querellante continuará en forma exclusiva el ejercicio de la acción,
sin perjuicio de que el representante del Ministerio Público opte por
continuar interviniendo en el procedimiento, pero no estará obligado
a mantener la pretensión de aquel”.
El nuevo CPP Guatemala (art. 116) y el CPP Costa Rica (art. 75), por
ejemplo, prevén la intervención del acusador particular (querellante)
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en los delitos de acción pública. La primera de estas tres
circunstancias, en este sentido, consiste en el hecho de que la
tradicional institución del querellante se ha expandido a sistemas
jurídicos que no la contemplaban anteriormente —v. gr., CPP Costa
Rica (1973) derogado—, aunque no es éste el caso de Guatemala, que
contemplaba la figura del acusador particular en la legislación
derogada10.
10
Del mismo modo, el CPP Venezuela (art. 301); CPP Chile (art. 111); CPP El Salvador
(art. 95); CPP Bolivia (art. 78).
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Esta ampliación no ha sido contemplada en códigos que, a pesar de que han sido
aprobados recientemente, organizan un modelo de enjuiciamiento anticuado. Ello
sucede, por ej., en el caso del CPP Nación (Argentina), que representa una copia
desprolija del CPP Córdoba 1939 (Argentina). Este antecedente no contemplaba la
figura del querellante. El modelo cordobés, expresivo de una filosofía conservadora e
inquisitiva, tuvo gran influencia en el desarrollo del derecho procesal argentino y, en
consecuencia, trasladó sus presupuestos conservadores a aquellos códigos que lo
tomaron como fuente. Por este motivo, se afirma, respecto del CPP Nación
(Argentina): “Es seguramente debido a esta filosofía, que más parece tolerar que
favorecer una mayor intervención en el procedimiento de una víctima de la cual se
desconfía, que el nuevo CPP no contempló la posibilidad de ampliar el concepto
tradicional de víctima-querellante...” (CÓRDOBA, La posición de la víctima, p. 93).
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del concepto tradicional de víctima-querellante”12.
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al art. 78).
El CPP Costa Rica, por su parte, define como víctima legitimada para
actuar como querellante a “las asociaciones, fundaciones y otros
entes, en los delitos que afectan intereses colectivos o difusos,
siempre que el objeto de la agrupación se vincule directamente con
esos intereses” (art. 70, lit. d).
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afectada por la comisión del delito.
Así, puede actuar como querellante el titular del bien jurídico protegido
por la figura penal de que se trate. Esta coincidencia entre víctima y
querellante se da en la mayoría de los delitos comunes con víctimas
individualizables. En este marco, la intervención del querellante se
halla, en cierta medida, restringida. Ello pues sólo se permite la
intervención de personas físicas o jurídicas consideradas titulares
directas del bien jurídico protegido. Por esta razón, un individuo no
tiene derecho a ser querellante cuando se trata de delitos que afectan
bienes jurídicos colectivos o difusos.
II. El artículo 116, párr. I, del CPP Guatemala, establece quién tiene el
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Cuando el delito provoque la muerte del ofendido, se extiende la legitimación a sus
padres, sus hijos, su último representante legal o su cónyuge (CPP Nación
[Argentina], art. 82, párr. III).
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derecho de intervenir en el procedimiento penal por delito de acción
pública como acusador particular:
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paradójicamente, por el CPP Costa Rica, que define como víctima al
“directamente ofendido por el delito” (art. 70, lit. a).
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Llama la atención que se desconfíe de la capacidad del acusador
público para representar determinados intereses, también públicos. Al
mismo tiempo, la justicia penal, aún estructurada sobre el principio de
la persecución penal oficial, debe representar, a través del ministerio
público, los intereses de todos los sectores sociales. Sin embargo,
cuando se trata del Estado, se alega la especificidad de ciertas
actividades —como si los intereses de los sectores sociales que el
ministerio público debe representar presentaran algún parámetro de
homogeneidad—, para corregir los problemas generados por la
representación atribuida al acusador estatal.
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El CPP Guatemala autoriza a cualquier ciudadano —o asociación de
ciudadanos— a intervenir como querellante en los delitos de acción
pública en dos supuestos: a) cuando se trate de delitos cometidos por
agentes estatales, en ejercicio de su función o con ocasión de ella, que
representen una violación directa de derechos humanos; y b) cuando
se trate de delitos cometidos por funcionarios públicos que abusen de
su cargo.
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indudablemente, tanto a las personas físicas como a las personas
jurídicas. El atributo de la ciudadanía, en este caso, es innecesario.
Basta que, según el derecho costarricense, quien pretenda intervenir
como acusador particular revista la calidad de “persona”.
El art. 118 del CPP Venezuela, por su parte, permite que “[c]ualquier
persona natural o asociación de defensa de los derechos humanos
podrá presentar querella contra funcionarios o empleados públicos, o
agentes de las fuerzas policiales, que hayan violado derechos humanos
en ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas”.
El artículo 111, segundo párrafo, del CPP Chile, dispone que “se podrá
querellar cualquier persona capaz de parecer en juicio domiciliada en
la provincia, respecto de hechos punibles cometidos en la misma que
constituyeren delitos terroristas, o delitos cometidos por un funcionario
público que afectaren derechos de las personas garantizados por la
Constitución o contra la probidad pública”.
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esencial de la intervención del querellante se vincula con la
desconfianza hacia los órganos estatales encargados de la persecución
penal, y con la necesidad de controlar a estos órganos en el
desempeño de su tarea. El mecanismo representa un control de la
sociedad civil respecto de la actuación de los órganos estatales,
encargados regularmente de la persecución penal, cuando se trata de
delitos cometidos por otros agentes del Estado, tales como delitos
contra los derechos humanos o delitos cometidos por funcionarios con
abuso de su cargo.
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no en relación con estos supuestos específicos, en las conclusiones del
II ENCUENTRO PANAMERICANO DE DERECHO PROCESAL. Se consideró que la
conveniencia de la participación del querellante dependía de las
condiciones sociales, y se agregó que esa participación sería
“recomendable donde y cuando se compruebe la deficiencia del
Ministerio Público”17.
18
(art. 70, lit. d).
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domiciliada en la región, respecto de delitos cometidos en la misma
que afectaren intereses sociales relevantes o de la colectividad en su
conjunto”.
19
Proyecto de ley: “Protección integral de la víctima del delito”, presentado por el
diputado CAFFERATA NORES, (Expte. Cámara de Diputados 5728-D-96).
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en el procedimiento penal hoy se han reconocido como insuficientes.
Así, la figura del actor civil, el querellante en los delitos de acción
privada, el querellante en los delitos de acción pública, el actor civil, y
las figuras dependientes de instancia privada se han mostrado como
insuficientes para satisfacer la tendencia a reconocer cada vez más el
reconocimiento de los derechos de la víctima.
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acción pública a ciudadanos —o personas— y asociaciones
cuando se trate de delitos que representen violaciones a los
derechos humanos.
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BIBLIOGRAFÍA
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