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Plásticos biodegradables

Un plástico no es otra cosa que un polímero, es decir, una larga cadena de moléculas que se
repiten llamadas “monómeros”. Un plástico ideal tendrá largas cadenas de polímeros que le
darán resistencia y flexibilidad. El almidón a utilizar como materia prima en sustitución del
petróleo, tiene dos componentes: amilosa y amilopectina. La amilosa en un polímero muy
largo y recto como el que buscamos. Sin embargo, la amilopectina es un polímero corto y
ramificado que producirá un plástico débil y quebradizo. Tenemos que hacer un par de cosas
para potenciar las propiedades de nuestro bioplástico. La primera es una técnica simple
llamada “hidrólisis ácida”. Si añadimos una pequeña cantidad de vinagre a nuestro plástico,
romperemos algunas de las ramas de la amilopectina que de otra forma lo convertirían en
frágil. La segunda es la adición de un plastificante: la glicerina, el cual se adiciona para
convertir el almidón en un material termoplástico, con el fin de obtener formas extruidas u
objetos moldeados. Pueden definirse como sustancias de bajo peso molecular que se
incorporan en una matriz polimérica para incrementar su flexibilidad y su procesabilidad. La
glicerina, cuya estructura se observa en la figura 1 y el agua son los plastificantes más
utilizados para el almidón. También se utilizan el xylitol, sorbitol y maltiol cuya estructura
química y propiedades físicas se muestran en la tabla 1.

Figura 1: estructura de la glicerina

Tabla 1: Propiedades químicas y físicas de algunos plastificantes

Los plastificantes deben ser compatibles con el polímero formado. Ellos reducen las fuerzas
intermoleculares e incrementan la movilidad de las cadenas poliméricas.

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