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DON DESORDEN Y LA LLAVE PERDIDA

(Cuento)

Autor: Maritza Valle Tejeda


Edad: 4 años

-¿En dónde está mi llave?, ¡ya tengo que irme y no la encuentro,


llegare tarde a mi trabajo! – gritaba desesperado papa lagarto
buscando sus llaves por toda la casa; pero como esto sucedía todos
los días, su esposa y sus hijas no le hacían caso y seguían en sus
quehaceres sin darle importancia.

Papá lagarto revolvía los cajones, tiraba los cojines y se metía debajo
de la cama busca y busca, de repente abrió su terrible bocota
diciendo furioso:

-¡si mis llaves no aparece en un minuto todos se quedaran sin propina y


sin salir a jugar!

Al escuchar esto todos los lagartitos se pusieron a buscar. Lagartín


encontró en un rincón de su cuarto un trompo que había perdido hace
mucho tiempo. Lagartina sacaba de una caja cintas, dulces, lápices y
todo cuanto se pueda imaginar. Asombrada doña Lagarta encontraba
en la cocina su tejido, revistas de moda y muchas cosas más, pero las
llaves continuaban sin aparecer.

Escondido detrás del ropero estaba don Desorden escuchando todo y


sintiéndose muy feliz porque esa casa era su reino. Él tenía las llaves
y no las entregaba porque mientras más buscaban más desordenaban
y él sabía que todo se quedaría así para su gran felicidad.

-¡Mis llaves, mis llaves! –seguía gritando y buscando don lagarto.

-Jo, jo, jo. Ja, ja, ja – reía burlón don Desorden, quien disfrutaba
mucho lo que estaba viendo.
Finalmente don Lagarto tuvo que salir por la ventana para irse a
trabajar, al igual que Lagartín y Lagartina para ir al colegio.

Doña Lagarta entonces se cambió para ir al mercado, se pintó la boca


de rojo brillante y se puso un poco de verde rubor, pero cuando quiso
salir por la ventana se quedó atracada porque era muy gorda.

-Auxilio, auxilio –gritó hasta que de tanto moverse, se desatoró solita


y viendo que no era posible continuar en esa situación, se dijo:

-buscare nuevamente esas llaves. Y al buscar comenzó a ordenar toda


la casa y a poner cada cosa en su lugar.

Don desorden se molestó mucho al ver que su reino se hacía cada vez
más pequeño y comenzó a temblar pensando que si doña Lagarta
ordenaba todo, él tendría que desaparecer.

Doña lagarta por su parte al ver su casa cada vez más ordenada y
limpia empezó a sentir gran satisfacción y siguió limpiando y
ordenando todo hasta que don Desorden desapareció dejando las
llaves en un rincón.

-Entonces las llaves, ya las encontré! – Gritaba llena de alegría.


Cuando llegaron don Lagarto y los lagartitos se admiraron de lo limpia
y ordenada que estaba la casa.

-¿Dónde está mi bata? –preguntó don Lagarto.

-colgada detrás de la puerta –Contestó doña Lagarta.

-¿Dónde están mis colores? –preguntó la Lagartina.

-En el cajón del escritorio –escuchó a su mamá.

Pronto toda la familia se dio cuenta que con orden encontraban


rápidamente sus cosas y la casa lucía muy bonita, por eso desde ese
día el orden reinó en esa casa y don Desorden no regresó nunca más.

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