4. Historia y saciologia *108 Fernand Brae!
de reglas y métodos definides con perfeccin y
do uns ver para siempre digo que existen tam
tas maneras, diseutibles y discutidas, de abordar
el pasado como cetitudes hay frente al presene,
Que Ia historia puede incluso considerarse come
tun cierto estudio del presente.
Una ver dicho esto, gue nadie espere encontrar
aqui una respuesta, o ni siquiera un ensayo de
Tespuestas, alas habituales ‘preguntas sobre las
relaciones entre historia y sociologia, 0 una pro-
secucién de I polémies, eontimizmente rem
Prendida aunque nunca séa I misma, entre esos
vecinos que no pueden ni ignorarse ni conocerse
perfectamente y que en sus controversiss, cuando
Se definen Jo hacen unilateralmente, Existen fob
sas polémieas, de la misma mancra que cxisten
flees problemas. En todo caso, cl diatogo dal
seciclono y del isioriador constituye cat sion,
pre un falso dilogo. Cuando Frangots Simian
polemira con Charles Seignobos piensa estar hae
blando con la historia, cuando en realidad lo esta
haciendo con una cicrta historia, aquella que fue
bautizada por Henri Berr con el nombre de jis
torizante'. Cuando se enfreta, cn la misma épo-
ca, a Henci Hauser, lo hace ciertamente con al
indy brillante historlador de su generacién: pero
con sin historiador demasiado brillante, dem:
siado habil abogedo, sumido en éxitos precoces
Pee ips opreene tng ed
‘que haberse dirigido « Paul Lacombe para tenet
um adversatio de su talla. Pero, no corria en-
tonees precisamenta ol riesgo de Sneontrarse de
neuerdo con él? | 3 x
‘Ahora bien, Ia polémica sélo es posible cuando
tos adversatios se presan ell, cuando conic
ten en cbatirse con sable»? para utilizar palabras
un historiador irritado y divertido que repli
cube hace ye quick, a1 Wea econ asteo core
precisamente el propio Paul Lacombe. Este apo:
Histocia » sociologia 109
sionado de historia, en su deseo de hacer una
chistoria-ciencia», podia —imagino— entenderse
con Frangois Simiand sociélogo. Hubiera bastado.
ua poco de atencién. ¢No legaba, en efecto, La-
combe, en su deseo de escapar a los calleyones
sin salida y a Jas dificultades insclubles de nues
fro oficio, incluso hasta evadirse del tiempo?:
«EI tiempo! —deefa—. ;Pero si no es nads en
sf objetivamente, si sdlo es una idea nuestra...!»?
Desgraciadamente, Simiand enjuiciara tan’ sdlo
incidentalmente a Lacombe, arremetiendo en cam
Bio contra otros adversarios irreductibles, En
realidad, existe siempre una historia susceptihle
de concordar con uta sociologta; 0, evidentemen,
te, a Ia inversa, de devorarse mutuamente entre
si. Georges Gurvitch §, en un articulo de polemics
histérico-sociolégico, el mds reciente hasia la fe
cha en este género —que yo conozea, al menos,
se niega a llegar a un acuerdo con Henri Marrou;
sin embargo, se entenderfa mas [icilmente con
migo. Pera quizd habria que verlo mas de cerca:
gntre historiader y sociclogo, posiblemente 10
haya ni discusion ni entendimiento perfecto.
1
Primera y esencial precaticién: ‘vatemos de pre-
sentar répidamente a la historia, pero en ae
definiciones més recientes, Porque toda ciencia
ho cesa de cefinirse constantemente, de buscarse.
Todo historiador es forzosamente sensible « los
cambios que aporta, incluso involuntariamente, 2
un oficio flexible, que evuluciona tanto por si
mismo, bajo el peso de los nuevos conecimientos,
tareas y aficiones, como por el hecho del movi-
miento general de las ciencias del hombre. Todas
Jas ciencias sociales se contaminan unas a otras;
y la historia no eseapa a estas epidemias. De ahi
esos cambios de ser, de maneras"o de rostro.uo Fernand Braudel
Si nuestra retrospectiva empieza con este si
glo, tendremos @ nuesira disposicién por lo me-
nos diez analisis y mil retratos de le historia; y
ello sin contar con las posiciones que se perfilan
fen las mismas obras de los historiadores, ya que
éstos se hallan inclinados a pensar qué ponen
mejor de manifiesto sus interpretaciones y sus
puntos de vista en una obra que en una dis-
cusién precisa y formal de su pensamiento (de
ai el reproche irénico de los filosofos, a los
ojos de los cuales los historiadores munca saben
con toda exzetitud Ja historia que hacen),
Al principio de la serie coloquemos, puesto que
todo el mundo Io hace aun, la clasica Introdue-
tion aux études historigues de Charles-Victor Lan.
glois y Charles Seignobos®. Sefialemos, a su lado,
el articulo del joven Paul Mantoux (1903)*; dex:
pués, mucho mis tarde, tras la clasica ditroduc-
tion @ la philosopine de Uhistoire? de Raymond
Aron, punto de vista de un filésofo sobre Ia his-
toria, Ilegamos a la Apologie pour Thistoire de
Mare Bloch, obra péstuma ¢ incompleta (sin
duda bastante alejada de le que hubiera publi
cado su autor de no sorprenderle triigicamente
Ja muerte). Tenemos después los brillances Cam-
bais pour Thistoire de Lucien Febvre, recopila-
cién de articulos realizada por él mismo’, No
olvidemos, de paso, el ensayo muy rapido de
Louis Halphen®, ni el gil libro de Philippe
Aries", ni el alegato existencialista de Erie Dar
del ®, ni_un determinado articulo de André Piga-
S ni el discurso de Henri Marrow", intere-
sante’y sutil, aunque para mi gusto quiza dema-
siado ‘exclusivamente atento a los, espectaculos
de una historia de Ju Antigliedad y demasiado su-
mido en el pensamiento de Max Weber y preocu-
pado mas alld de toda medida en consecuencia,
por la objetividad de la historia. Objetividad, sub-
jetividad en materia social: ¢este-problema que
Historia y sociclogia au
‘ha apasionado al siglo 21x, descubridor de los
métodos cientificos, es hoy’ dia primordial? En
todo caso, no nos ¢s especifico. es universal. Se
trata de una deficiencia del espfritu cientifico s6lo
superable, como dice Henti Marrou con razén,
a costa de prudencia y honestidad. Pero, por fa
vor, jno desmesuremos al papel del Historiador,
incluso con H_ maytiscula!
Esta corta bibliografia, abreviada, incompleta,
limitada voluntariamente’a Ja literatura francesa
existente sobre cl tema, permitiria, no obstante,
puntualizar polémicas caducadas: jas jalona con
bastante precisisn. Pero falta mucho, por el con-
trario, para que los libros y articulos resefiados
pongan de relieve Ia multiplicidad actual y radi-
cal de la historia, siendo asi que se trata de lo
esencial. El movimiento profundo dc la historia
de hoy consiste, si no me equivoco, no en escoger
entre caminos ¥ puntos de vista diferentes, sino
fen aceptar, en sma, esas definiciones sucesivas
en les que en vano ‘se ha intentado encerrarla.
Porque todas las historias son nuestras.
‘A principios del siglo actual no se dudaba en
repetir, mucho después de Michelet, que la ehis-
toria cra la resurreccién del pasador. 1 Hermoso
tema, hermoso programa! La elabor de la histo-
ria consiste en conmemorar el pasado, todo el
pasados, eseribia Paul Mantoux en 1903, De ese
pasado, de hecho, gqué se tetenfa? Aquel joven
toriador de 1903 respondia sin. vacilaciones:
«Lo que es particular, 1o que no ocurre mas que
una sola vez, es lo ‘esencialrente historico» ",
Respuesta clasica, imagen de la historia que pro-
ponen de buena gana, con exclusién de todas las,
demas, filosofos y_socidlogos. Emile Bréhier, cl
historiador de la filosofia, en el barco que nos
transportaba al Brasil en 1936, se resistia a re-
nunciar @ esta concepcidn en el curso de nvestras
amistosas discusiones. Lo que se repetia en la