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Examen Físico General

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Examen Físico General

El examen físico general o inspección general comprende el estudio de distintos


hechos: estado de conciencia y orientación témporoespacial; temperatura; facies;
actitud y decúbito; marcha; hábito corporal; peso y estado de nutrición; estado de
hidratación; crecimiento y desarrollo. Comienza desde el primer contacto físico con el
paciente, aún antes de haber hablado con él.
A través de distintas observaciones se van reconociendo hechos trascendentes
para un diagnóstico sindromático “sólo con ver al paciente”: enfermo obnubilado o
febril; facies hipertiroidea, renal, paralítica; dolor coronario por la mano en garra
(Figura 17); lesión cerebral por la marcha; tendencia a enfermedades por el hábito
constitucional; si hay adelgazamiento u obesidad; suficiencia en la hidratación;
crecimiento acorde o no a la edad. Este cúmulo de conocimientos obtenidos, se reitera,
“sólo con ver al paciente”, es fundamental para la formación del estudiante y también
en el posterior desempeño profesional debiendo practicarse desde el momento que se
entra a la sala de internación, al consultorio e inclusive con los enfermos que están en
la sala de espera.

Estado de Conciencia. Orientación Témporoespacial


Conciencia es la capacidad que tienen los seres humanos de reconocerse a sí
mismo y de reaccionar adecuadamente ante el medio que los rodea. Este atributo está
dado por la relación entre un contenido superior proveniente del cerebro (ideación,
memoria, inteligencia) y la capacidad reactiva ante estímulos periféricos que depende
del tronco encefálico.

Semiotecnia. El examen mínimo y elemental de la conciencia a realizar por el médico


consiste en constatar una serie de hechos: saber qué conocimiento tiene el paciente
sobre sí mismo (rol de enfermo, necesidad de tratarse) y del ambiente que lo rodea
(médico, enfermeras); conocer si posee una orientación adecuada temporal (“¿qué
fecha es hoy?”) y espacial (“¿dónde se encuentra ahora?”).
Se dice que un paciente está lúcido, es decir con un estado de conciencia
normal, cuando presenta las siguientes características: se reconoce como tal y tiene
conciencia de su cuerpo (somatestesia o somestesia); percibe lo que ocurre a su
alrededor; reacciona ante estímulos externos; tiene una buena orientación
témporoespacial; presenta un lenguaje y conducta adecuados.
Este examen primario, identifica distintos estados de conciencia aunque con
límites no siempre precisos por tratarse de una evaluación personal y subjetiva. Por
ello es más efectivo aplicar métodos objetivos (escala de Glasgow) basada en la
respuesta del paciente ante distintos estímulos: ocular (cierre de ojos); verbal
(respuesta a preguntas cuyo contenido se evalúa); motora (reacción motora espontánea
o ante una estimulación dolorosa). Cada acción recibe una puntuación establecida en
forma convencional; ver cuadro 11 (Figura 66).

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Si el paciente tiene 15 puntos, se considera que está lúcido; por debajo de esa
cifra, presenta un estado de conciencia deficitario tanto mayor cuanto menor sea la
puntuación. El método permite también seguir la evolución en más o en menos de un
estado de conciencia ya sea que aumente o disminuya la cantidad de puntos.
Alteraciones. Existen estados anormales de conciencia que se establecen a través de la
anamnesis y examen físico. Los nombres utilizados para los cuadros de disminución
de la conciencia varían en forma significativa entre los distintos autores; por lo tanto, y
siguiendo un criterio impuesto en esta obra para casos similares, se siguen los
conceptos de la Cátedra de Neurología.
— Confusión. Consiste en la demora para referir correctamente palabras, ideaciones u
orientación témporoespacial aunque finalmente lo logra. Presenta disminución en la
reactividad y un poco de sueño; el lenguaje es dificultoso y su conducta variable. El
estado es comparable al de “unas copas de más” y delata una conmoción cerebral.
— Obnubilación. Somnolencia. Tendencia a dormir despertándose con estímulos,
elaboración mental lenta, lenguaje balbuceante, poco comprensible; deficiente
ubicación témporoespacial. Respuestas confusas y cambios del comportamiento
social; puede realizar actos motores automáticos. El caso típico es el nocaut de los
boxeadores y demuestra una conmoción cerebral importante.
— Delirio. Son cuadros confusionales agudos y transitorios, minutos a días,
caracterizados por la presencia de gran excitación, ilusiones y alucinaciones;
repetición de palabras incoordinadas y sin relación al momento que se está viviendo;
desorientación témporoespacial importante. La etiología es variada (alcoholismo,
cuadros febriles, intoxicaciones); la más frecuente es por la abstinencia de alcohol,
con aparición a los dos o tres días del llamado delirium tremens.
— Estupor. Sopor. El paciente está dormido profundamente; sólo reacciona en forma
breve ante estímulos dolorosos muy intensos sin despertarse en forma total; hay
incontinencia esfinteriana. Se presenta en afecciones con severo trastorno cerebral
(encefalopatía, drogas, diabetes, uremia).
— Síncope. Desmayo. Es la pérdida brusca y transitoria de la conciencia con duración
breve, a veces fugaz (neurológica, epilepsia, bloqueo AV completo); es una causa
frecuente de consulta referida por el paciente o sus familiares. Si el enfermo puede
relatar lo sucedido, se debe interrogar e insistir para reconocer tres hechos: qué sintió
antes de perder la conciencia; si sabe cuánto tiempo duró el episodio; qué sintió al
despertar.
La epilepsia y la falla cardíaca aguda (bloqueo AV completo, arritmia) con
isquemia cerebral son causas habituales de síncope. En ambos casos, hay
convulsiones preferentemente clónicas, lesiones por la caída y relajación de
esfínteres. Abogan por una epilepsia: antecedentes de cuadros similares y tratamientos
específicos anteriores; presencia de alucinaciones previas o auras (olfatoria, visual,
gustativa), que el paciente aprende a identificar y le permite buscar espacios para
protegerse de los golpes; mordedura de la lengua durante la crisis; obnubilación
posterior. El examen cardiovascular también es importante para establecer diferencias
y muestra marcada bradicardia del pulso arterial en los bloqueos cardíacos.
Otro cuadro que puede acompañarse de pérdida aguda de la conciencia, es el
accidente isquémico transitorio (AIT) por espasmo arterial cerebral. Suele no haber
convulsiones ni relajación de esfínteres pero sí la presencia de signos de parálisis o
paresias de distinta extensión que tienen pronta recuperación (horas, días).
No deben confundirse las situaciones orgánicas arriba mencionadas con algún

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episodio de simulación psicogénica que tienen las siguientes características:


prevalecen en el sexo femenino; situaciones con alta tensión emocional (discusiones,
gestaciones no queridas, abortos, problemas de pareja); siempre delante de otras
personas (“con público”) y cuidando de no lastimarse al caer; ausencia de
incontinencia esfinteriana.
— Coma. Pérdida de la conciencia, sensibilidad y motilidad voluntaria con
conservación de las funciones vegetativas (afecciones neurológicas, diabetes,
insuficiencia hepática, alcoholismo, uremia); ver capítulo 38.

Temperatura
Se llama temperatura corporal al grado de calor local o general del organismo y
que se expresa a través de la piel y las mucosas.
Semiotecnia. El examen consiste en constatar o medir la temperatura corporal local o
general en forma cualitativa o manual y cuantitativa o instrumental con el uso del
termómetro.
— Método manual. Se usa el dorso de los dedos, siempre de la misma mano, que se
coloca en distintas regiones estableciendo comparaciones de vecindad (Figura 68).
Este método es de valor ante la presunción de hipertermia, colocando la mano por lo
general en la frente (las madres captan mejor las diferencias con los labios); establece
comparaciones entre distintas partes del cuerpo; detecta aumentos de temperatura
localizados (artritis, dermatitis, tromboflebitis). El método tiene los inconvenientes de
no medir con exactitud la temperatura corporal sujeta a los cambios ambientales y
depender del calor de la mano y entrenamiento del explorador.
— Método instrumental. Termometría clínica. Para realizarlo se utiliza el termómetro,
tubo capilar de vidrio al vacío con una dilatación o bulbo inferior conteniendo
mercurio que tiene la capacidad de expandirse con el calor y de esa manera asciende a
medida que la temperatura aumenta. El tubo tiene una escala numérica equivalente a
grados que se subdividen a su vez en centígrados (Figura 69).
El termómetro se coloca en regiones ya establecidas y permite conocer con
exactitud la cifra de la temperatura; no es útil para hacer comparaciones entre distintos
segmentos. Previo a la toma se debe controlar que esté limpio y la columna descendida
hasta cerca del depósito; durante la medición hay que observar si la zona a estudiar
está en condiciones adecuadas; se amplía más adelante. El termómetro tiene que estar
entre dos a tres minutos en el lugar de control; en el seguimiento de una fiebre, las
mediciones deben hacerse al menos dos veces por día.
Las cifras de las mediciones, se registran en el cuadro térmico constituido por
líneas verticales que marcan día y hora de los controles y otras horizontales que
identifican numéricamente la temperatura obtenida (Figura 67).
Hay distintas regiones de control de la temperatura: externas (axilar e inguinal);
internas (bucal y rectal); especiales (conducto auditivo externo, vaginal).
• Temperatura axilar (Figura 70). Es la que se mide habitualmente en el país y,
si no hay otra referencia, se interpreta que es la constatada. Previo control que la piel
esté seca y sin inflamación local, se coloca el bulbo del termómetro en la axila y se
solicita al paciente que lleve la mano al hombro opuesto para efectuar una compresión
e impedir que se caiga. Los valores normales son 37º C (grados centígrados) ± 0.2.
• Temperatura inguinal. En casos de no poderse usar las axilas, se utiliza la

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región inguinal; para ello, se ubica al termómetro en dicha región con el paciente en
decúbito lateral opuesto. La cifra normal es similar a la axilar.
• Temperatura bucal (Figura 71). Es la que se toma habitualmente en los países
sajones y si no hay otra referencia, se interpreta que es la constatada. Se debe
examinar que la región bucal no presente procesos inflamatorios; también hay que
esperar algunos minutos si el paciente fumó, tomó bebidas muy heladas o calientes. Se
coloca el bulbo debajo de la lengua y se pide al examinado que mantenga los labios
cerrados y respire por la nariz. El valor normal de temperatura bucal es 37.3º C ± 0.2.
• Temperatura rectal. El termómetro se introduce por el ano buscando que el
bulbo contacte con la mucosa rectal. Es una medición muy influenciada por los
procesos pelvianos y el ejercicio físico; la temperatura rectal es útil para constatar la
ovulación. De todas maneras, resulta más estable que la axilar porque no actúa sobre
ella el ambiente externo; es de elección para seguir la evolución de un cuadro febril. El
valor normal de temperatura rectal es 37.5º C ± 0.2.
• Otras mediciones. La temperatura vaginal se usa sólo en circunstancias
especiales (absceso de ano, hemorroides); tiene valores muy estables y similares a la
rectal. El conducto auditivo externo mide la temperatura central; se utiliza una sonda
de alto costo y su estudio no es de rutina.
Alteraciones. La temperatura puede estar normal, aumentada o disminuida; su
detección es trascendente en distintas patologías y varía con las horas.
— Fiebre. Es la alteración fundamental y consiste en el aumento de la temperatura con
distintas formas sindromáticas; ver capítulo 10.
— Hipotermia. Consiste en el descenso de la temperatura central que se homologa con
cifras rectales por debajo de 35º C; la causa más importante es el enfriamiento por
bajas temperaturas externas. Se produce una disminución del flujo sanguíneo que
determina distintos signos: generales (tiritamiento o tiritona como eficaz mecanismo
de defensa, piel fría, con cianosis y livideces); cardiovasculares (arritmias, hipotensión
arterial); neurológicas (depresión de la respiración y conciencia, rigidez muscular con
arreflexia, midriasis bilateral).

Facies
Es la expresión fisonómica, color y morfología del rostro de una persona.
Cuando los tres hechos están normales, se considera facies compuesta; si alguno o
todos están alterados, se denomina facies descompuesta.

Semiotecnia. Consiste básicamente en la inspección de la cara.


— Expresión fisonómica. Su análisis consiste en tratar de deducir, en comprender, qué
dice, qué expresa el rostro del paciente. Depende del tono y contracción de los
músculos faciales y en especial de la expresión de la mirada. Se dice que es normal
cuando se observa que está atenta, tranquila (Figura 72). La interpretación del tipo de
expresión no siempre es fácil por tratarse de un hecho subjetivo pudiendo resultar
diferente para distintos observadores.
— Color. Depende de la cantidad de hemoglobina en sangre, pigmentos (melanina) y
grosor de la piel. El color normal de la mayoría de nuestra población es la rosada o
trigueña. Existen diferentes variaciones fisiológicas: piel negra (Figura 118), amarilla,
roja y cobriza; rubicundez en el ejercicio o “ponerse colorado” por alguna situación

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embarazosa (rubor púdico); aumento de pigmentación color marrón de la cara en


zonas variables y simétricas especialmente en mejillas(cloasma del embarazo) (Figura
73) (Figura 90).
— Morfología. Depende de los huesos y partes blandas (piel, tejido celular
subcutáneo, músculos). La forma normal es armónica, simétrica, sin cambios que
delaten enfermedad. En el estudio de la morfología, es conveniente hacer hablar al
paciente pues de esa manera algunas facies “normales” pueden convertirse en
asimétricas (lesión del 7º par poco evidente).
Alteraciones. Las alteraciones de la facies en cualquiera de sus componentes, ya sea
individual o combinados, se producen por afecciones cuyos rasgos orientan al
síndrome. A continuación se citan las más características.
— Expresión fisonómica. Es patológica cuando el rostro expresa distintos estados de
ánimo o de enfermedad: dolor (Figura 21), tristeza (Figura 74), indiferencia (Figura
75), disnea (Figura 76), preocupación, ansiedad.
— Coloración. Presenta distintas alteraciones que se pueden separar en generalizadas
y localizadas.
• Generalizadas. Amarilla (síndrome ictérico) (Figura 51) (Figura 52) (Figura
53) (Figura 54) (Figura 55); azulada (cianosis) (Figura 25) (Figura 26); negra
(Adisson) (Figura 77); grisáceas oscuras (hemocromatosis, porfirias, hemosiderosis,
seudocianosis); pálida (anemia) (Figura 78); rubicunda (fiebre, poliglobulia) (Figura
79).
• Localizadas. Máculo-pápula violácea en el dorso de la nariz y de las mejillas
(en alas de mariposa), dejando libres los surcos nasogenianos (lupus eritematoso
diseminado) (Figura 80); eritema malar o chapetón malar (neumopatías apicales
agudas).
— Morfología. Puede mostrar alteraciones en su configuración global o sólo en
sectores (facies asimétrica); tienen distintos orígenes.
• Neurológicas. Parálisis del 7º par (lagoftalmos o imposibilidad de cerrar el
ojo) (Figura 81); parálisis del 3° par (ptosis palpebral) (Figura 82).
• Endocrinas. Hipotiroidismo (redondeada con piel pálida, gruesa y fría, labios
engrosados, mirada indiferente) (Figura 83); hipertiroidismo (Figura 84) (adelgazada,
mirada brillante, exoftalmía, piel húmeda y caliente); aumento de función en la corteza
suprarrenal (facies en luna llena o de Cushing francamente redondeada, rubicunda)
(Figura 85); acromegalia (crecimiento óseo de regiones superciliares, mentoniana,
malares) (Figura 86).
• Genéticas. Está el síndrome de Down (presencia de epicanto o pliegue cutáneo
que se extiende desde la raíz de la nariz hasta la ceja cubriendo el ángulo interno del
ojo).
• Electrolíticas. La llamada facies hipocrática (deshidratación o peritonitis
severa) con mirada ansiosa, sequedad de piel y mucosas, rasgos afilados por franca
disminución del celular subcutáneo, ojeras marcadas) (Figura 694).
• Especiales. Gerontodermia (cara con muchas arrugas en persona joven); facies
del astrónomo (Hutchinson) por miastenia gravis (ptosis palpebral bilateral progresiva,
con el cuello extendido para poder mirar) (Figura 87); esclerodermia (engrosamiento
progresivo de la piel que aparece tirante, como pegada al hueso y sin arrugas) (Figura
88); caquéctica (franca marcación de los relieves óseos por disminución extrema del
tejido celular subcutáneo y de la bola adiposa de Bichat) (Figura 89).

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Actitud
Es la postura que adopta el paciente ya sea en posición de pie o sentado.

Semiotecnia. La observación junto a la anamnesis, permiten precisar si la posición que


adopta el paciente en el momento del examen es transitoria y no tiene problemas en
cambiarla o por el contrario, la toma porque le proporciona alivio de algún síntoma
(dolor, disnea). En el primer caso se dice que la actitud es indiferente; en el segundo
caso, que es obligada o forzada. Cuando en la historia clínica se refiere una actitud
obligada, hay que citar la causa determinante.
Alteraciones. Es trascendente poder captar diferentes posiciones o actitudes
preferenciales u obligadas que orientan sindromáticamente a distintas patologías
— Posición de pie. Es preferencial en distintas patologías donde resulta difícil sentarse
(dolores de columna, bartolinitis, absceso anal) (Figura 701). En el embarazo a
término es característica la posición de pie con las manos apoyadas en la región
lumbar (Figura 90).
— Posición de sentado. Generalmente para calmar dolores osteoartromusculares, en
especial de la columna lumbosacra.
— De cuclillas (Figura 93). El paciente, habitualmente un niño, la adopta para calmar
una crisis cianótica disneica (tetralogía de Fallot).

Decúbito
Es la posición que adopta el paciente cuando está acostado en la cama.

Semiotecnia. Lo primero a precisar es si el decúbito adoptado por el paciente es


pasivo o activo.
— Decúbito pasivo. El enfermo, consciente (Figura 98) o inconsciente (Figura 99),
está estático con sus miembros y cuerpo siguiendo la ley de la gravedad y sin poder
variarla por sí mismo (coma, caquexia, hemiplejías con gran deterioro físico).
— Decúbito activo. El paciente se moviliza y toma otras posiciones sin problemas
(decúbito activo indiferente) (Figura 96) o está limitado en ciertos movimientos por
alguna afección (decúbito activo obligado o preferencial) (Figura 97).
Existen decúbitos activos muy característicos que contribuyen en forma
importante a la integración sindromática.
• Ortopnea. Posición de semisentado, con varias almohadas (Figura 91) o
sentado en la cama (Figura 92) en los cuadros más severos, que el paciente adopta
para atenuar su disnea (insuficiencia cardíaca izquierda grave).
• Decúbito cambiante. El paciente varía en forma constante de posición sin
encontrar la que lo calme (típico del cólico renal). También se lo ve en el llamado
inquíes donde el enfermo febril, en especial niños, está inquieto con cambios
constantes de decúbitos (síndrome febril agudo) sin el dramatismo del cólico renal.
• Decúbito lateral. Se toma por distintas causas: derrame pleural extenso
(paciente recostado del lado del líquido para expandir mejor el pulmón contralateral);
bronquiectasias (para facilitar el drenaje bronquial hacia el exterior); cólico biliar
(lateral derecho); síndrome meníngeo (decúbito lateral pasivo con flexión de brazos y
piernas e hiperextensión de nuca).

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• Decúbito ventral o prono. Característico de los cólicos intestinales; recordar a


las madres con el hijo boca abajo en presencia de dolor abdominal.
• Decúbito dorsal o supino (de antarca en el N.O.A.). En las peritonitis el
paciente suele tomar un decúbito lateral con flexión de los miembros inferiores y
muslos, presionando con las manos el abdomen (Figura 94). En el infarto agudo de
miocardio, el paciente oprime con una mano su pecho como una garra aprisionando el
esternón (signo de Evans) (Figura 95).
• En plegaria mahometana. Paciente con tronco y miembros inferiores
completamente flexionados entre sí y la frente tocando el piso; se adopta para
disminuir el retorno venoso y volcar el líquido hacia delante (grandes derrames
pericárdicos).
• Decúbitos del tétanos. El paciente está en distintas posiciones según el grupo
muscular contracturado; el más frecuente es el opistótonos, con arco de concavidad
posterior (Figura 100).

Marcha

Es el traslado voluntario del cuerpo por medio de los miembros inferiores. Se


trata de un conjunto de actos complejos y coordinados donde intervienen, el aparato
locomotor y el sistema nervioso. La marcha normal es firme y segura (eubasia).
Semiotecnia. Se la estudia haciendo caminar al paciente hacia adelante, hacia atrás, en
forma lateral, primero con los ojos abiertos y luego cerrados.
Alteraciones. Se llaman disbasias y pueden estar afectados uno o ambos miembros
inferiores por distintas afecciones: generales (pesada, titubeante); locomotrices ya sean
congénitas (luxación de cadera) o adquiridas (coja, en pata de palo); neurológicas
(ebrio, parkinsoniana, tabética, parética, espástica, laberíntica, extravagante).
— Disbasias generales. Corresponden a afecciones orgánicas generales.
• Marcha pesada. El paciente camina en forma lenta, con dificultad para
moverse, arrastrando los pies (edema muy importante que toma ambos miembros
inferiores).
• Marcha titubeante. La estadía prolongada en cama, más en ancianos, produce
debilidad por atrofia muscular con marcha insegura, que requiere ayuda para
reiniciarse por el temor a una caída.
— Disbasias locomotrices. Corresponden a alteraciones del aparato locomotor.
• En pata de palo. El paciente no puede doblar la rodilla (anquilosis) y hace un
semicírculo con su miembro para avanzar.
• De pato. Recibe el nombre de bamboleante y el enfermo, por problemas de la
región superior de sus miembros inferiores (luxación bilateral de cadera, miopatías)
hace recordar al pato durante su traslación.
— Disbasias neurológicas. Corresponden a afecciones del sistema nervioso.
• Coja. Presenta un desplazamiento desigual de un miembro que se encuentra
más corto (lesiones que afectan a un solo miembro).
• Del ebrio. Cerebelosa. Insegura, vacilante, con las piernas abiertas; el paciente
no sigue una línea recta sino que se bambolea buscando apoyo en distintos reparos
para no caerse (síndrome cerebeloso).
• Parkinsoniana. Marcha a pasos cortos, lenta (hipoquinética, bradicinética)
pero con aumentos de la velocidad e inclinación del cuerpo hacia delante dejando

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Semiología Médica. “La Historia Clínica”

atrás el centro de gravedad; no se acompaña de balanceo de los brazos.


• Tabética. Taconeante. Taloneante. El paciente camina apoyando con firmeza
los talones y mirando sus pies; no puede hacerlo con los ojos cerrados (afección de la
sensibilidad profunda).
• Polineurítica. Parética. El enfermo eleva en forma exagerada uno o ambos
miembros hipotónicos, arrastra un poco la punta del pie y recién asienta el resto. Las
causas son unilaterales (lesión radicular, poliomielitis) o bilaterales (polineuritis).
• Espástica. El miembro inferior está rígido en extensión y debe hacer un
recorrido curvo de afuera hacia adentro para asentarlo; por lo general unilateral, se le
llama también marcha hemipléjica o en guadaña de Todd (piramidalismo); puede ser
bilateral (paraplejía espástica).
• Vestibular. La marcha está lateralizada siempre hacia el mismo lado.
• Extravagante. Puede simular a cualquiera, pero con ausencia de movimientos
acompañantes normales (histeria).

Hábito Corporal
Conjunto de atributos físicos que caracterizan a una persona. Tiene fuerte carga
genética y alguna repercusión sobre el psiquismo y la predisposición a enfermedades.

Semiotecnia. Se realiza mediante la inspección y con especial atención en los


miembros, abdomen y tórax.
El hábito normal es el normolíneo existiendo algunas variaciones que no
constituyen estados patológicos y donde se destacan dos prototipos muy
característicos: longilíneo y brevilíneo.
— Normolíneo (Figura 101). Tiene la estatura igual a la distancia existente entre los
dos dedos medios con los brazos abiertos (envergadura, braza); peso acorde a su
altura, edad y sexo; esqueleto proporcionado en sus diámetros con ángulo epigástrico
de 70º; corazón y estómago oblicuos.
— Longilíneo (Don Quijote de la Mancha) (Figura 102). Se le conoce también como
hábito leptosomático (lepto = largo) o asténico. El paciente es alto (talla mayor que
envergadura) y delgado; en la parte esquelética presenta el cuello, tronco y
extremidades alargadas, costillas verticalizadas con ángulo epigástrico menor de 70°;
predomina el diámetro longitudinal; sus órganos tienden a estar ptosados con
verticalización del corazón (en gota) y alargamiento del estómago (en palangana);
tendencia a la hipotensión arterial, úlcera gastroduodenal y psíquicamente a la
introversión.
— Brevilíneo (Sancho Panza) (Figura 103). Se le conoce también como pícnico
(compacto). El paciente es de baja estatura (altura menor que envergadura) y tiene por
lo general sobrepeso; en su parte esquelética presenta el cuello, tronco y miembros
acortados con abdomen prominente, costillas más horizontales y ángulo epigástrico
mayor de 70°; el diámetro ánteroposterior abdominal es predominante; el corazón y
estómago tienden a estar más horizontales; existe tendencia a la hipertensión arterial,
litiasis vesicular, diabetes, dislipemias y psíquicamente a la extroversión.
— Otros hábitos. Hay algunos tipos diferentes ya sean fisiológicos (atlético) o
patológicos que orientan al examinador (displasias variables, gigantismo, eunucoides,
hipoplásicos o infantiles). Constituyen patologías especiales y poco frecuentes que se

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Examen Físico General

ven en Clínica Médica.

Estado de Nutrición. Peso


Es la apreciación por el examen físico, del estado nutricional; se expresa por el
grosor del tejido celular subcutáneo y por el peso del paciente.

Semiotecnia. El estado de nutrición se estima de diferentes formas.


— Pliegues en el tejido celular subcutáneo (Figura 104). El pliegue tricipital, normal
hasta 10 mm, (Figura 105) es una buena referencia y varía en más o menos según el
estado nutricional.
— Circunferencia abdominal. Su medida a una distancia equidistante entre reborde
costal y crestas iliacas (Figura 106) no debe exceder de 102 cm en el hombre adulto y
88 cm en la mujer; por arriba de ello se considera exceso de peso y marcan un factor
de riesgo cardiovascular.
— Índice de Masa Corporal (IMC). Para un estudio más profundo (deportistas, dietas
especiales) se utiliza el IMC que se calcula dividiendo el peso en Kg sobre el cuadrado
de la talla en metros (normal = 19-25 Kg / m2.
— La forma práctica para calcular el peso ideal, es tomar como tal, los centímetros
que exceden al metro en esa persona.
Alteraciones. El estado de nutrición puede estar normal, disminuido o aumentado).
— Disminución de peso (IMC < 19). Se observa en diversos tipos de afecciones:
endocrinas (hipertiroidismo, diabetes, Addisson); digestivas (neoplasias, pancreatitis
crónica); psíquicas (bulimia, anorexia nerviosa); infecciosas (tuberculosis, sida);
generales (tumor maligno). Presenta distintos grados según el peso perdido.
• Adelgazamiento (disminución menor del 10 % del IMC).
• Adelgazamiento extremo (la pérdida del IMC sobrepasa el 15 %).
• Caquexia (descenso del IMC mayor al 20 %) que constituye un cuadro con
severo riesgo de vida (Figura 107) (Figura 434).
— Exceso de peso (IMC > 25) tiene distintos grados según el peso aumentado.
• Sobrepeso (IMC oscila entre 25/30) (Figura 108).
• Obesidad (IMC mayor de 30).
• Obesidad mórbida (IMC superior al 40 %) (Figura 109).
La obesidad se considera una enfermedad y puede ser de dos tipos: primaria
(responde a hábitos alimenticios, herencia); secundaria a Cushing (Figura 110),
hipotiroidismo (Figura 111), insulinomas o hipogonadismo.

Estado de Hidratación
Es la apreciación por el examen físico sobre la cantidad de líquido extracelular
del paciente.

Semiotecnia. Su estudio requiere varios pasos.


— Inspección del grado de humedad de la lengua (Figura 112) y mucosas yugales
siempre y cuando el paciente no respire por boca.

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Semiología Médica. “La Historia Clínica”

— Palpación de la lengua y las mucosas bucales (Figura 113).


— Para conocer la humectación de la piel, se la “pinza” con los pulpejos de los dedos;
en condiciones normales, el tegumento recupera su forma de inmediato (Figura 114).
— Existen otras maniobras para confirmar el grado de hidratación como ser el estudio
de la tensión de los globos oculares en los adultos o de las fontanelas en los recién
nacidos; ambos deben realizarse con mucho cuidado y por manos experimentadas.
Alteraciones. El estado de hidratación puede ser normal (normohidratado) o estar
alterado (aumentado, disminuido).
— Deshidratación. Es la contingencia más frecuente de encontrar en la práctica diaria.
En estos casos, la piel y mucosas del paciente, en especial la lingual (Figura 241)
están secas y el pliegue hecho en la piel persiste mayor tiempo (Figura 115) que el
normal. Se lo ve en variadas afecciones (quemaduras extensas, diarreas dramáticas
como en el cólera, vómitos incoercibles, hemorragias agudas). Si la deshidratación es
importante, se acompaña con signos de hipovolemia (hipotensión arterial, pulso
pequeño, taquicardia) pudiendo inclusive llegar al shock periférico.
— Sobrehidratación. Se expresa en general por edema; ver capítulo 8.

Crecimiento y Desarrollo
Es la armonía que debe existir entre edad, altura, sexo y desarrollo somático.
Semiotecnia. Para su estudio se utilizan tablas con índices, más importantes en
patologías del niño y adolescentes.
Respecto a la estatura o talla, especialmente de adultos, en nuestro país es
difícil establecer una media exacta por la conformación multirracial de su población.
Además, la importancia de la estatura, como parámetro individual, tiene escasa o nula
relevancia en el determinismo de alguna enfermedad y debe ser interrelacionada
siempre con la media familiar.
Algunos autores consideran para un adulto de sexo masculino, una estatura
standard que oscila entre 1.60 a 1.70 m considerándose altos o bajos por encima o
debajo de esas cifras; las mujeres miden en general 10 cm menos que el hombre.
Alteraciones. Ya con posibles implicancias clínicas, se consideran algunas formas
básicas; ver capítulo 39.
En general, se llama gigantismo cuando el paciente excede los 2 metros;
enanismo o nanismo cuando la estatura está por debajo de 1,20 metros.

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Examen Físico Especial

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Examen Físico Especial

El examen físico especial, complementa al examen físico general y constituye el


estudio de aparatos o sistemas distribuidos en todo el organismo. Los mismos pueden
presentar patologías propias, reflejar dolencias de otras estructuras o integrar
síndromes asociándose a otros signos y síntomas.

Piel
El estudio de piel es de gran importancia porque más allá de sus enfermedades
específicas, sirve de orientación trascendente sobre el estado general del paciente y el
diagnóstico de distintas afecciones sistémicas (anemia, ictericia, lupus,
distiroidismos).
La piel (Figura 116) está constituida por tres capas: epidermis, dermis e
hipodermis que corresponde al tejido celular subcutáneo; presenta importantes anexos
cutáneos (folículo piloso, glándulas sebáceas y sudoríparas, uñas). La epidermis es un
epitelio pavimentoso estratificado queratinizado, sin vasculatura, en constante
regeneración; espesor variable según la región, edad y sexo (0.04 mm en tímpano; 1.5
mm en palma de manos y planta de pies). Presenta capas que desde la superficie a la
profundidad son las siguientes: estrato córneo, estrato celular (granulosa de Malpighi)
y membrana basal o germinativa. La dermis tiene diferentes componentes: fibras
conectivas que sirven de sostén de la epidermis, con rica vascularización; receptores
de la sensibilidad superficial; glándulas sebáceas. La hipodermis presenta tejido
adiposo y conectivo, folículo piloso, plexos arteriales y glándulas sudoríparas.

Semiotecnia. Para el estudio de la piel, es imprescindible buena luz, de preferencia


natural, y a veces la ayuda de una lupa para mejorar la visión. A través de la
inspección y palpación, se realiza primero el examen de las características generales
de la piel y sus alteraciones individuales; se continúa luego con la búsqueda de
lesiones primarias y secundarias; ver cuadro 12 (Figura 117).
— Examen físico general. Estudia: color, estado de nutrición o trofismo (espesor,
humedad, superficie, elasticidad), temperatura y la sensibilidad superficial.
• Coloración. La normal de nuestra mayoría poblacional es la rosada o trigueña
y puede presentar modificaciones fisiológicas, patológicas y especiales. Dentro de las
variaciones fisiológicas están las siguientes: pieles raciales como negra (africano)
(Figura 118), amarilla (asiática) y roja (indios norteamericanos); cloasma del
embarazo (Figura 73); rubicundez (ejercicio, rubor púdico); más oscuras en lugares de
mayor exposición al sol o al roce (codos). Existen diferentes coloraciones patológicas:
amarilla (ictericia) (Figura 51) (Figura 52) (Figura 53) (Figura 54) (Figura 55);
azulada (cianosis) (Figura 25) (Figura 26); azulgrisácea (seudocianosis); negra
(Adisson) (Figuras 77) (Figura 745); pálida generalizada en la anemia (Figura 78);

161
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

pálida localizada por debajo de una obstrucción arterial (Figura 119); rubicunda
(fiebre, poliglobulia) (Figura 79). Como cambios especiales o artificiales se
encuentran los tatuajes, muy de moda en la actualidad, con diferentes formas, color o
ubicación (Figura 120).
• Trofismo. Es el estudio del estado de nutrición de la piel a través de distintos
parámetros (espesor, humedad, superficie, elasticidad).
-Espesor. Es variable según la zona: gruesa en el escroto; fina en los
párpados y en los niños. Patológicamente puede aumentar (hipotiroidismo,
esclerodermia) o disminuir (hipertiroidismo).
-Humedad. Su estudio se hace con la palpación que muestra una ligera
humectación la cual se aprende a valorar con la práctica. La humedad está normal,
aumentada (hiperhidrosis o piel húmeda) o disminuida (piel seca). El aumento de la
humedad puede tomar distintas extensiones: generalizada (fiebre, ejercicio físico,
shock, hipertiroidismo, hipoglucemia severa); localizada (palma de las manos y pies
en las distonías neurovegetativas, emociones). Si el sudor es maloliente recibe el
nombre de bromhidrosis (procesos bacterianos, micosis, alimentos, higiénicos). La
disminución de la humedad de la piel también puede ser generalizada (hipotiroidismo,
deshidratación, anhidrosis por ausencia de las glándulas sudoríparas) o local
(extirpación glandular).
-Superficie. Es en general lisa, salvo en el escroto; se torna rugosa en algunas
condiciones patológicas (mixedema, afecciones papulosas o cicatriciales) (Figura
121) (Figura 122).
- Elasticidad. Se estudia pinzando la piel con los dedos pulgar e índice y
realizando pequeños pliegues que normalmente desaparecen en forma inmediata al
cesar la compresión (Figura 114). Disminuye en forma fisiológica (ancianos) o
patológica (esclerodermia, deshidratación) (Figura 115).
• Temperatura. La piel tiene un grado de calor uniforme en toda su extensión y
la temperatura ambiente influye sobre el mismo. Se estudia con el dorso de una mano
comparando entre distintas zonas (Figura 68). Patológicamente presenta variantes:
generalizadas (aumento en el hipertiroidismo, fiebre; disminución en shock);
localizadas (en más en infecciones locales; en menos por debajo de obstrucciones
arteriales).
• Sensibilidad superficial. Corresponde a las sensibilidades algésica, térmica y
táctil; ver capítulo 29.
— Lesiones primarias o primitivas. Reciben este nombre, las lesiones que asientan en
una piel previamente sana. Se las divide en la siguiente forma: mácula; lesiones de
consistencia sólida (pápula, nódulo, tubérculo, goma, tumor) (Figura 123); lesiones de
consistencia líquida (vesícula, ampolla, pústula) (Figura 124); escama.
• Mácula. Es una mancha en la piel, sin relieves, depresiones, ni modificaciones
de consistencia o espesor. Su origen es vascular o pigmentario.
-Máculas vasculares. Se producen por distintos mecanismos: congestión
arterial o venosa; orgánicas; ruptura de la pared vascular (púrpuras); telangiectasias.
La congestión activa o arterial constituye el eritema y es producido por la
dilatación de las arteriolas dérmicas. Tiene color rojizo, evolución efímera y con la
característica semiológica típica de desaparecer con la compresión digital
reapareciendo cuando ésta cesa. Se lo ve en distintas circunstancias: fisiológica
(eritema púdico o “ponerse colorado”); patológicas (reacción alérgica, erisipela)

162
Examen Físico Especial

(Figura 125).
La congestión pasiva o venosa produce distintos tipos de cianosis periféricas;
ver capítulo 7.
La forma orgánica está constituida por el angioma plano (Figura 129), tumor
vascular congénito que se reduce lentamente por compresión ya que lo forman
dilataciones venosas en contacto con venas más profundas.
Las púrpuras son manchas color vinosa de aparición brusca, que no
desaparecen a la dígito o vitropresión y van variando su color del violeta al azul, verde
y amarillo sucesivamente (VAVA).Son producto de extravasaciones de glóbulos rojos
en piel o mucosas. Según su forma y tamaño se les llaman petequias (puntiforme)
(Figura 130); víbices (lineal o siguiendo un pliegue) (Figura 131); equimosis
(conglomerado de petequias mayor de 4 cm de diámetro) (Figura 132). Los
hematomas son colecciones de sangre que si se ubican en el celular subcutáneo pueden
infiltrar la piel (Figura 133) (Figura 299).
Las telangiectasias son dilataciones arteriolares que desaparecen con la
compresión de su parte central; a veces toman forma estrellada (arañas vasculares)
(Figura 127) que asientan en lacara, el cuello y la parte superior del tórax (cirrosis
hepática);en ocasiones, forman conglomerados en la piel de las regiones malares
(rosácea) (Figura 128).
- Máculas pigmentarias. Son producidas por trastornos de la melanina
(discromías) o acción de sustancias externas (tatuajes) (Figura 120). El aumento de
melanina (hipercromía o melanodermia) puede presentar distintas formas: localizada
como lunar o nevus (Figura 134), pecas o efélides (Figura 135) o generalizada
(Addison) (Figura 77) (Figura 745). La ausencia de melanina (acromía) también
puede ser localizada (vitiligo) (Figura 74) (Figura 136) o generalizada (albinismo).
• Pápulas (Figura 123) (Figura 137). Son elevaciones circunscriptas de la piel,
con bordes, consistencia sólida, que se resuelven en forma espontánea sin dejar
cicatriz. Asientan en la epidermis como la verruga plana (Figura138), lunar (Figura
139) o en la dermis (urticaria, roncha).
• Tubérculo (Figura 123). Es una lesión dérmica sólida, dura, circunscripta, que
hace relieve en la piel abriéndose luego para dejar una ulceración, y finalmente
cicatriz (sífilis, lepra).
• Nódulos (Figura 123). Se trata de lesiones sólidas que asientan en la
hipodermis por lo que son más palpables que visibles; no trascienden hacia la
superficie por lo que no dejan cicatriz (eritema nudoso).
• Goma (Figura 123). Asienta en hipodermis y se trata de un nódulo subagudo;
lesión más palpable que visible. Pasa por cuatro períodos (crudeza, reblandecimiento,
fistulización y reparación), es decir que se abre hacia el exterior produciendo una
úlcera y posterior cicatrización (tuberculosis).
• Tumores. Son formaciones no inflamatorias, benignas (Figura 140) o
malignas (Figura 269), de aspecto, tamaño y consistencia variable; tienen la
característica fundamental y que los identifica en la patología, de crecer o persistir
indefinidamente
• Vesículas (Figura 124). Consisten en cavidades circunscriptas de la epidermis,
multiloculares, menores de 5 mm de diámetro; contienen líquido claro y al romperse
dejan costra (varicela, herpes) (Figura 141).

163
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

• Ampollas (Figura 124). Cavidades mayores de 5 mm con contenido claro,


turbio o hemorrágico (pénfigo, impétigo) (Figura 142).
• Pústulas (Figura 124). Se trata de cavidades de la piel con contenido
purulento desde su inicio (viruela, foliculitis de la barba) (Figura 143).
— Lesiones secundarias. Son distintos tipos de lesiones que asientan sobre una piel
previamente enferma: escamas, queratosis, costras, escaras, soluciones de continuidad
(fisuras o grietas, excoriaciones, erosiones o exulceraciones, úlceras), cicatrices
normales y anormales, liquenificación, atrofia y esclerosis.
• Escamas. Son laminillas córneas, delgadas, que se desprenden en forma
espontánea y pueden observarse normalmente en los adultos mayores. Pueden ser
primarias (psoriasis) (Figura 144) (Figura 145) o secundarias a otras lesiones (eczema
crónico, eritrodermia).
• Queratosis. Espesamiento exagerado de la capa córnea (Figura 146); si toma
las plantas de los pies y/o palmas de las manos, se llama queratodermia.
• Costras. Resultan del secado de una lesión con sangre (herida), pus (pústula) o
suero (vesícula, ampolla) (Figura 147); cuando la secreción es serosa, toman un color
similar a la miel (costras meliséricas) (Figura 148).
• Escara. Tejido necrosado que tiende a eliminarse espontáneamente. Tiene
color negro, es indoloro, y frío. La profundidad y extensión, en relación a la lesión
causante, puede llegar hasta el hueso. Se producen por falta de irrigación (obstrucción
arterial) opresión sostenida en zonas de apoyo (escara de decúbito) (Figura 149).
• Soluciones de continuidad. Llamadas genéricamente heridas, reciben distintos
nombres de acuerdo a la profundidad que alcanzan en la piel (Figura 150).
- Fisuras o grietas. Son lesiones superficiales lineales, frecuentes en
pliegues, sin pérdida de tejido ni cicatriz posterior (boqueras) (Figura 151).
- Excoriaciones. Pequeñas pérdidas de sustancia muy superficiales de origen
traumático y trayecto lineal que sólo toman epidermis sin dejar cicatriz (lesiones de
rascado) (Figura 152).
- Exulceraciones o erosiones. Lesiones no traumáticas que toman solamente
el estrato córneo y celular no dejando por lo tanto cicatriz (chancro sifilítico).
- Úlceras. La pérdida de sustancia sobrepasa la membrana basal y toma la
dermis dejando cicatriz (úlcera por trastornos vasculares o nerviosos) (Figura 153). Se
les debe estudiar: forma, situación, tamaño, bordes, superficie o contenido,
profundidad, fondo, sensibilidad y tipo de secreción que presenta.
• Cicatrices. Formaciones de tejido fibroso y epitelial que se forman para
reparar lesiones inflamatorias o pérdidas de sustancia que llegan a la dermis o más
profundo; pueden ser normales y anormales (atrófica, hipertrófica o queloide).
- Cicatrices normales recientes (Figura 154). Son blandas, móviles, rosadas,
depresibles; al evolucionar se hacen acrómicas o hipocrómicas.
- Cicatrices anormales o viciosas. Pueden ser de distinto tipo: hipertróficas
(Figura 155); atróficas (Figura 156); queloide (Figura 157) forma especial de
hipertrofia debido a la reparación anormal del fibroblasto.
• Liquenificación. Placa superficial que presenta espesamiento, pigmentación y
aumento del trabeculado normal de la piel (rascado) (Figura 158).
• Atrofias. Lesiones provocadas por disminución del espesor y consistencia de
la piel que pierde su elasticidad plegándose fácilmente (lupus eritematoso cutáneo)
(Figura 159); traducen un trastorno nutritivo local del tegumento.

164
Examen Físico Especial

• Esclerosis. Es una fibrosis de la dermis que hace a la piel más firme, indurada,
poco plegable y más adherente a los planos profundos; las lesiones son de color blanco
cera o nacarado y palpatoriamente se percibe una sensación de “empastamiento”
(esclerodermia) (Figura 160).

Pelos

Son formaciones filamentosas cilíndricas que parten del folículo piloso de la


hipodermis y emergen exteriormente por distintas zonas del cuerpo. Su
normalidad está relacionada con el trofismo orgánico local y general. Las cejas,
pestañas, vello pubiano y los cabellos son formaciones estables salvo patologías que
los afecten.

Semiotecnia.
Mediante la inspección y palpación se investigan: forma, situación o
distribución, tamaño y grosor, consistencia, humedad, superficie y bordes,
sensibilidad, cantidad, coloración y trofismo (forma, humedad, grosor y consistencia).
— Forma. Es cilíndrica con variables individuales respecto a ser lacio u ondulado.
— Situación. Distribución. Presenta diferencias regionales según el sexo y la raza que
deben evaluarse antes de emitir un diagnóstico.
• Cabeza (Figura 161) (Figura 162). En el hombre el cabello se implanta
limpiando la frente y las sienes con forma triangular en la parte posterior; hay barba y
bigote. En la mujer el cabello avanza hacia la frente y sienes; en la nuca suele ser de
implantación horizontal.
• Tórax y abdomen (Figura 163). El hombre tiene en forma habitual, pelo en el
pecho y abdomen de diferente extensión; el vello pubiano es de distribución
romboidal. La mujer tiene mínima cantidad de pelos corporal; el vello pubiano
presenta una disposición superior horizontal. Esta distribución puede alterarse:
feminoide en hombres (insuficiencia hepática crónica, tumores feminizantes); tipo
masculino o virilismo en la mujer (tumores virilizantes).
— Tamaño. Grosor. El tamaño es variable y hay distinta tendencia de crecimiento:
forma continua (cabello, barba y bigote); permanece estable (cejas, pestañas, vello
pubiano). El grosor es también diferente siendo en algunas zonas más grueso (barba,
bigote, cejas, vello pubiano) y en otras más delgados (antebrazos).
— Consistencia. Específica, sui géneris, flexible. Disminuye en afecciones locales o
generales (enfermedades consuntivas, hipotiroidismo).
— Humedad. Los pelos en general, tienen cierto grado de humectación que se capta
con la palpación.
— Superficie. Bordes. La superficie es lisa y los bordes regulares. Ambas se alteran
por variadas afecciones locales o generalizadas (enfermedades consuntivas,
hipotiroidismo).
— Sensibilidad. Los pelos son indoloros.
— Cantidad. Está relacionada con la edad, sexo, raza y es diferente según la zona. El
aumento o hipertricosis se ve tanto en el hombre (racial, hereditario) (Figura 164)
como en las mujeres (hirsutismo por hiperfunción suprarrenal); el vello abundante en
niños se denomina bozo. La disminución o hipotricosis constituye en el hombre parte

165
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

del llamado hábito feminoide (paciente lampiño por falta de barba, bigote y a veces
cejas); su presencia en ambos sexos puede ser por afecciones consuntivas.
Específicamente con el cabello, la falta total se llama alopecia pudiendo ser
localizada (tiñas) (Figura 165) o generalizadas (calvicie) (Figura 166) (herencia,
afecciones del cuero cabelludo, citostáticos, insuficiencia hipofisiaria).
— Coloración. Es variable (negro, rubio, colorado) y uniforme. A partir de los 40
años, tienden a tornarse blancos (canicie) teniendo su aparición connotación genética.
La canicie precoz, a veces de instalación brusca, se ve en afecciones psíquicas o
físicas (enfermedad consuntiva, avitaminosis, infecciones severas, ateroesclerosis); el
pelo blanco uniforme puede encontrarse desde el nacimiento (albinismo).
— Trofismo. El grado de nutrición del pelo, se estudia atendiendo a la forma,
humedad, grosor y consistencia. Está disminuido en distintas circunstancias
(enfermedades de la piel o cabellos, tratamiento con citostáticos, caquexia,
hipotiroidismo, infecciones severas).

Uñas
Se trata de formaciones consistentes, nacaradas, transparentes y aplanadas que
ocupan la cara dorsal de la extremidad de los dedos de las manos y pies. Se adhieren al
plano subyacente (lecho ungueal) y crecen hacia delante desde la raíz donde se
encuentra la matriz. Están presentes desde el nacimiento.

Semiotecnia. Se utilizan la inspección y palpación para estudiar: forma, situación,


tamaño, consistencia, superficie, movilidad, bordes, sensibilidad y coloración.
— Forma. Es ligeramente plana (Figura 167). Presentan alteraciones como hacerse
más convexas (uñas en vidrio de reloj) (Figura 35) (anoxias cónicas) o en forma de
garra u onicogrifosis (Figura 168) (trastornos vasculares).
— Situación. Asientan sobre la última falange de los dedos de pies y manos pudiendo
faltar en forma congénita (anoniquia) o por enfermedades (micosis).
— Tamaño. Es acorde al dedo respectivo y cubre íntegramente al lecho ungueal;
crecen en forma permanente. El aumento de su grosor y tamaño (megaloniquia) es
congénita o se relaciona con enfermedades de la piel.
— Consistencia. Es firme y se altera por distintas causas (detergentes, dermatosis,
enfermedades generales y propias) que llevan a la disminución del espesor
(onicomalacia) (Figura 169); pueden llegar a doblarse (hapaloniquia) y romperse
(onicorrexis) (Figura 170).
— Superficie. Es lisa y brillante; pueden tornarse opacas e irregulares por trastornos
tróficos generales o locales (onicomicosis) (Figura 171). La excavación horizontal o
surco transversal de Beau se produce por micosis local (Figura 172); también puede
ser signo de isquemia aguda relacionada con alguna falla circulatoria severa general.
— Movilidad. Se encuentran fijas por sus bordes posterior y laterales; esa fijeza puede
disminuir (traumatismo, onixis, perionixis) (Figura 173) e inclusive perderse u
onicolisis (hipotiroidismo, afecciones vasculares, micosis).
— Sensibilidad. Son indoloras a la presión y si la misma desencadena dolor, trasunta
afecciones del lecho ungueal (inflamación, traumatismo).

166
Examen Físico Especial

— Coloración. Habitualmente traslúcidas, reflejan la vascularización y pigmentación


del lecho ungueal. En ocasiones presentan alteraciones: blancas o leuconiquia
(congénita, salmuera); azuladas (argirosis); amarillentas (tetraciclinas); negras
(mercurio, fenotiazida); con estrías (liquen) (Figura 174).

Tejido Celular Subcutáneo


Está formado por dos hojas de tejido conectivo: una superficial adherida a la
dermis; otra profunda de tejido conectivo laxo. Entre ambas se acumula tejido adiposo
y discurren los vasos y nervios superficiales. La semiología del tejido celular
subcutáneo es el parámetro objetivo para evaluar el estado de nutrición de una
persona, expresado por el grosor del panículo adiposo y peso del individuo.

Semiotecnia. Se utiliza inspección y palpación para investigar: forma, situación,


tamaño, trofismo, turgencia, consistencia, sensibilidad y formaciones especiales.
— Forma. Es regular, armónica, acorde con el sexo (“redondeado” en la mujer)
pudiéndose alterar en distintas circunstancias (lipomatosis, edema, Cushing,
síndromes adiposogenitales).
— Situación. Se sitúa por debajo de la piel en toda su extensión.
— Tamaño. En algunas áreas (palmas de las manos y plantas de los pies, punta de
nariz y axilas) la dermis se adhiere fuertemente por tractos fibrosos a los planos
profundos, la grasa queda comprimida y la piel es poco o nada extensible; en otras
zonas, por el contrario, el celular es muy laxo, fácilmente distensible (párpados). Estas
variantes producen un impacto diferente ante una retención hídrica en esas regiones
del cuerpo. Hay sustancias que aumentan el tamaño del tejido celular subcutáneo:
agua y sales (edema); grasa (obesidad); mixedema (hipotiroidismo).
— Trofismo. Permite conocer el estado de nutrición del individuo; ver capítulo 20.
— Turgencia. Indica el grado de hidratación que presenta el tejido celular. La
acumulación excesiva de líquido constituye un signo capital que es el edema.
— Consistencia. Puede alterarse por presencia de gas o enfisema subcutáneo (entrada
de aire desde pulmón por fractura costal, bacterias anaerobias locales). A la palpación
se percibe una sensación típica como burbujas que se rompen (crepitación) debida al
desplazamiento del gas por la compresión; no deja fóvea, como lo hace el edema.
— Sensibilidad. Es normalmente indoloro. Se hace doloroso en forma espontánea o a
la compresión cuando se inflama, proceso llamado paniculitis si es localizado o
celulitis si se hace difuso (Figura 175) acompañándose de rubor, tumor y calor.
— Formaciones especiales. Colección de pus, caliente, rubicunda, dolorosa que puede
estar encapsulada produciendo fluctuación u ola palpatoria (absceso) (Figura 176)
(Figura 177) o difusa e infiltrante (flemón) (Figura 178); formación nodular, no
inflamatoria, indolora, consistencia como tiza por el contenido de ácido úrico (tofos de
la gota) (Figura 179) (Figura 180).

Sistema Muscular
El sistema muscular periférico está compuesto por un tejido especial de fibras
contráctiles cuya función fundamental es producir movimientos.

167
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

Semiotecnia. Se exploran con la inspección (forma, tamaño) y palpación (trofismo o


estado de nutrición, tono, consistencia, fuerza muscular y sensibilidad).
— Forma. Es diferente según la región y función que cumplen (forma de huso en los
miembros, planos en el abdomen); puede alterarse en forma local (tumoraciones,
traumatismo muscular) o generalizada (miopatías).
— Tamaño. Masa muscular. Varía por distintas razones: constitución somática; edad
(mayor en jóvenes que en adultos); acorde a la función que cumple (uso laboral,
entrenamiento de algunos grupos musculares en especial); tipo de actividad
(deportistas, sedentarismo). El tamaño muscular puede estar normal, aumentado o
disminuido en forma generalizada o localizada. El aumento anormal de la masa
muscular puede ser generalizada (miopatías hipertróficas) o localizado (tumores,
hemorragias musculares). La disminución generalizada (Figura 181) se debe a
diferentes causas (gran desnutrición, miopatías atróficas, insuficiencia renal). Ante una
miopatía atrófica, el hecho semiológico importante es observar las zonas afectadas: si
se trata de patología muscular, está tomada la musculatura proximal; si es de causa
neurológica, la zona distal. La disminución localizada o regional se presenta en las
inmovilizaciones de cualquier causa o lesiones de la neurona periférica (poliomielitis)
(Figura 182).
— Trofismo. Es el estado de nutrición e integridad de la fibra muscular; está
normalmente aumentado en el deportista. Se determina por la suma de distintos
párametros (tono, tamaño, consistencia, fuerza) y debe estudiarse en forma
comparativa entre distintos sectores homólogos. La alteración básica es la disminución
o atrofia (neurogénica o muscular). La atrofia neurogénica se produce cuando el
impulso trófico de la neurona periférica no llega al músculo (lesiones del asta anterior,
traumatismos, polineuritis); son en general distales y arrefléxicas. En la atrofia de
origen muscular, la lesión es del mismo músculo (miopatía); son proximales e
inicialmente tienen reflejos normales.
— Tono. Estado de semicontracción del músculo en reposo que permite la fijeza
articular y que la persona pueda mantener una actitud estable de todo su cuerpo o
algún segmento; determina la llamada motilidad estática. Se investiga con la
inspección que muestra una musculatura acorde con la zona, de bordes definidos y con
la palpación de una formación carnosa que varía en forma sustancial con movimientos
antagónicos (flexión y extensión; contracción y relajación). El tono se altera de
distintas maneras: aumentado o hipertonía ya sea por espasticidad piramidal o rigidez
extrapiramidal (Figura 555) (Figura 556); disminuido o hipotonía (miopatías,
síndrome cerebeloso, parálisis periféricas). Su estudio se amplía en el capítulo 29.
— Consistencia. Normalmente es semielástica, tensa, firme; está aumentada en las
hipertrofias musculares y disminuida en las hipotrofias.
— Sensibilidad. Los músculos son indoloros; la presencia de dolor responde a distintas
causas (uso inadecuado, desgarro, miositis, tendinitis, tumores).

Articulaciones

Su estudio es trascendente en las afecciones reumáticas, traumatismos y


enfermedades del conectivo.

168
Examen Físico Especial

Semiotecnia. Las articulaciones se exploran con la inspección y palpación


investigándose distintos hechos: forma, tamaño, fijeza, sensibilidad, tejidos
circundantes, movilidad activa y pasiva, componentes específicos (líquido
intraarticular, sinovial); en forma complementaria se realizan mediciones y punción
intraarticular.
Forma. Tamaño. Son diferentes para cada articulación y relacionada con la función
que cumplen. Se alteran en diferentes tipos de procesos: desplazamiento de sus
formaciones óseas (luxación); tumores de hueso o de partes blandas; inflamaciones
(artritis reumatoidea) (Figura 183); degenerativos (artrosis) (Figura 184).
Fijeza. La constitución de una articulación es firme, sin movimientos anormales
ajenos a su función. En caso de producirse desplazamientos (lesiones ligamentosas),
generan los llamados bostezos articulares; se ponen de manifiesto fijando el miembro
a estudiar con una mano por encima de la articulación y produciendo movimientos de
lateralización con la otra ubicada por debajo (Figura 185).
Un hecho característico es el llamado signo del cajón que se produce por rotura
de los ligamentos cruzados de la rodilla (Figura 186). Para su estudio, y con el
paciente sentado o acostado, se toma con las dos manos la pierna flexionada por
debajo de la rodilla efectuando un movimiento firme de atrás hacia delante que
muestra un desplazamiento anormal de la pierna hacia adelante.
Sensibilidad. Son indoloras a la presión y con los movimientos. En caso de haber
sólo dolor, se denomina artralgia con diferentes nombres según el número de
articulaciones que se afectan: monoartralgia (una); oligoartralgia (dos a cuatro);
poliartralgia (cinco o más). La palpación con la punta de los dedos sobre la línea de
inserción de la cápsula articular y de los ligamentos, produce dolor en lesiones de esas
estructuras, en especial con movimientos.
Tejidos circundantes. Las formaciones blandas que recubren una articulación (piel
y celular subcutáneo), pueden presentar rubor en algunas artritis agudas (gotosa,
gonocócica) aunque no es la regla. Cuando se dice artritis, se hace referencia a una
inflamación articular. Según el número de articulaciones afectadas, recibirán el
nombre de mono, oligo o poliartritis similar a lo visto para las artralgias. En las
artropatías crónicas la piel puede atrofiarse; los músculos regionales también se
atrofian cuando el proceso determina una inmovilidad duradera.
Motilidad activa. Se estudia solicitando al paciente que realice movimientos. Si
no puede mover alguna articulación sana, se trata de una parálisis (lesiones del
sistema nervioso); si tiene dificultades en la realización del movimiento por
alteraciones locales, se le denomina impotencia funcional (derrames intraarticulares,
anquilosis, traumatismos, artritis).
Motilidad pasiva. Se investiga produciendo movimientos articulares con las dos
manos; se ve alterada en las afecciones de las carillas articulares de los huesos
(anquilosis, artritis reumatoidea). En caso de parálisis, la motilidad pasiva no se afecta.
Líquido intraarticular. Para investigarlo en la articulación de la rodilla se realiza
la maniobra del choque rotuliano (Figura 187). Paciente acostado con la pierna
extendida: se fija la rótula con una mano aplicada sobre su borde superior y
luego, con la punta del dedo índice de la otra mano, se presiona con movimientos
suaves y rápidos de arriba abajo. Normalmente no hay desplazamiento rotuliano pero
en caso de aumento del líquido intraarticular se nota un movimiento de la rótula en el
sentido de la compresión (choque rotuliano).

169
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

— Sinovial. Se estudia con la punta de los dedos que ejerciendo una presión suave y
sostenida sobre la interlínea articular (Figura 188) que no duele ni protruye; la sola
presencia de una saliencia franca, se interpreta como la sinovial que puede hacerse
reductible (derrame articular) o irreductible y dolorosa (sinovitis).
— Mediciones. Se utiliza un centímetro. Es útil para establecer comparaciones del
diámetro entre articulaciones homólogas.
— Punción intraarticular. Sirve para extraer líquido intraarticular que se estudia según
las necesidades.

Integración sindromática. El estudio pormenorizado del sistema articular permite


distinguir dos síndromes característicos: artrítico y artrósico.
— Síndrome artrítico. El paciente relata artralgia que persiste en reposo y aumenta
con los movimientos y compresión local. Un dolor que no se alivia en reposo es típico
de un proceso articular inflamatorio. Se acompaña de síntomas y signos propios de
inflamación: tumor, calor, impotencia funcional de la/s articulación/es afectada/s y
rubor en caso de artritis gotosa. Es fundamental interrogar la edad y sexo por distintas
prevalencias; forma de comienzo (aguda o crónica); número de articulaciones
afectadas; si el dolor es mayor en reposo o actividad. También se debe saber si las
alteraciones son simétricas o asimétricas; si se afectan las articulaciones grandes
(rodilla, hombro, codo) o las pequeñas (dedos); si las manifestaciones son fijas
(permanecen en la misma articulación), migratrices (están unos días en una
articulación y desaparecen para reaparecer en otra) o aditivas (van sumando otras
articulaciones); si hay rigidez (gran dificultad para realizar movimientos). El estudio y
asociación de estas características, permite reconocer distintas enfermedades
reumáticas que se estudian en Clínica Médica.
— Síndrome artrósico. El paciente relata dolor al querer iniciar un movimiento que
disminuye o cede al realizarlo; por ser un dolor de tipo “mecánico” calma en reposo.
Puede presentar deformaciones en la articulación enferma (Figura 184).

Huesos

Son formaciones de tejido óseo que sirven de sostén general al organismo.

Semiotecnia. Se exploran con inspección y palpación: forma, tamaño, consistencia,


superficie, movilidad, sensibilidad, tejidos circundantes y crujido óseo; en forma
accesoria pueden realizarse auscultación y mediciones. El estudio radiológico es un
complemento imprescindible del examen físico.
— Forma. Es adecuada a la función que cumplen pudiendo alterarse por distintas
causas (fracturas en especial, incurvaciones por descalcificación, tumoraciones,
periostitis, displasias óseas). En una fractura aguda, la alteración zonal importante de
la forma hace presuponer un desplazamiento de los huesos (Figura 189).
— Tamaño. Es el necesario para la función que cumple. Puede aumentar en forma
generalizada (acromegalia, gigantismo) o localizada (tumores, fístulas arteriovenosas).
También se encuentra disminuido en forma general (enanismo) o local (fracturas,
congénita, ablaciones quirúrgicas).
— Consistencia. La dureza característica, puede verse alterada localmente ante la

170
Examen Físico Especial

formación de callos blandos (raquitismo) o por la presencia de granulomas


(tuberculosis, sífilis).
— Superficie. Es lisa, con variaciones propias de la anatomía de ese hueso o por otras
causas (tumores, callos de cicatrización, fracturas).
— Movilidad. El hueso no tiene desplazamientos; la presencia de movilidad, habla de
una rotura, de una fractura completa de la cual siempre se debe interrogar si fue
espontánea o provocada.
— Sensibilidad. El tejido óseo es normalmente indoloro no así el periostio que los
recubre. La presencia de dolor espontáneo o provocado es siempre patológica
(osteomielitis, traumatismos, fracturas, periostitis).
— Tejido circundante. En una fractura, el estado de la piel permite clasificarla en
cerrada (hueso sin contacto externo) y abierta o expuesta (Figura 190) que requiere
siempre tratamiento quirúrgico por el riesgo cierto de infección.
— Crujido óseo. Signo importante que se puede obtener comprimiendo las partes
blandas que recubren un hueso presuntamente fracturado en especial costilla.
— Auscultación. Puede ser importante para captar crujidos (fracturas costales).
— Mediciones. Para la apreciación de asimetrías en miembros inferiores (Figura 191),
y con el paciente en decúbito dorsal, se colocan en un plano bien simétrico ambos
huesos coxales; se debe observar si existen o no diferencias a nivel de puntos salientes
como ser rodillas o tobillos. El método es útil en la fractura de cadera (Figura 192).

Arterias Periféricas
El estudio del sistema arterial periférico es de gran importancia por su función
trascendente de transportar sangre a la intimidad de los tejidos.

Semiotecnia. Se exploran con inspección y palpación y tienen una característica


semiológica fundamental: las arterias se palpan más de lo que se ven. La causa
principal de una mayor visualización del latido arterial es la insuficiencia aórtica. Se lo
ve también en otros estados: fisiológicos (embarazo); patológicos (anemia,
hipertiroidismo, fístulas arteriovenosas). Se debe investigar: presencia, forma,
situación, tamaño, consistencia, superficie y bordes, sensibilidad y posibilidad de
frémito; complementariamente se realizan auscultación y maniobras para investigar la
circulación local; ver capítulo 34.
— Presencia. La falta de palpación de una arteria puede deberse a distintas causas:
anomalías en el trayecto; obstrucciones (cateterismo, ateroma, fibrosis), panículo
adiposo importante.
— Forma. Es regularmente cilíndrica. Se puede alterar por la presencia de un
ensanchamiento parietal (aneurisma).
— Situación. Corresponde a sitios anatómicos estables siendo muy raros los trayectos
anómalos (arteria radial fuera del canal correspondiente).
— Tamaño. Varía según la ubicación, edad, sexo y función; va desde casi 1 cm en la
aorta abdominal a los 3 mm de la radial y menos aún en la temporal. Una
característica muy importante del sistema arterial, es que su calibre no disminuye al
elevar el miembro por encima del nivel del corazón como ocurre con las venas. El
tamaño se modifica en los aneurismas que producen agrandamiento en forma de huso;

171
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

si son muy grandes, en vez de un latido determinan una expansión de los dedos que
palpan (Figura 470). La ateroesclerosis puede producir disminución del tamaño
arterial.
— Consistencia. Es elástica y las paredes suelen ser deprimidas por la compresión
variable según el tamaño del vaso. La hipertensión arterial (hipertrofia muscular lisa) u
otras afecciones (ateromatosis, calcificación) producen una mayor dureza.
— Superficie. Bordes. La superficie es lisa y los bordes nítidos. Las alteraciones
pueden ser de distintas características: superficie y bordes irregulares, consistencia
aumentada o arterias en “tráquea de pollo” (arterioesclerosis); superficie con pequeños
nódulos parietales de 0.5 a 1 cm (periarteritis nudosa); arteria dura, deformada, con
nódulos palpables (arteritis temporal de Horton).
— Sensibilidad. Indoloras en forma espontánea y con la compresión. El dolor a la
palpación, puede ser de diferente extensión: generalizada (sepsis); localizada (fístulas,
cirugía, infección protésica, obstrucciones agudas).
— Frémito. La palpación capta sólo pulsaciones pero en casos que exista un soplo
subyacente (obstrucciones locales, fístulas arteriovenosas), se siente una sensación
“raspante” (frémito) debajo de los dedos.
— Auscultación. Siempre hay que terminar el estudio arterial con la auscultación.
Normalmente no produce ningún ruido pero en ocasiones se escuchan soplos
originados en problemas locales (obstrucciones, fístulas arteriovenosas) o propagados
(estenosis aórtica).
— Maniobras. Sirven para estudiar el grado de permeabilidad arterial y se ven en el
capítulo 34.

Venas Periféricas
El estudio del sistema venoso periférico es de importancia por la función de
retorno sanguíneo que cumple y la gran frecuencia de sus alteraciones en especial de
miembros inferiores que sufren el aumento de la presión hidrostática por la
bipedestación. .

Semiotecnia. Se exploran con la inspección y palpación que muestran una


característica semiológica típica: las venas se ven más de lo que se palpan y, salvo las
venas yugulares, no presentan latidos. Se les investiga: presencia, forma, situación,
tamaño, consistencia, superficie, bordes, sensibilidad, dirección de la corriente y
velocidad de llenado; en casos necesarios (sospecha de fístula arteriovenosa) la
auscultación.
— Presencia. La visualización del trayecto venoso se hace más marcado cuando está
por debajo del nivel del corazón pues de esa manera aumenta el llenado (Figura 193).
Una alteración frecuente es la circulación colateral donde se ven y se palpan venas de
mayor tamaño y distribución anormal (Figura 430); la determinación del sentido de la
corriente es importante ya que permite conocer el sistema venoso afectado.
— Forma. Tamaño. La forma habitual es cilíndrica y el tamaño variable según la zona
y el grado de repleción. La alteración más frecuente de la forma y del tamaño son las
várices de miembros inferiores, donde las venas, por alteración de sus paredes o de sus
válvulas, se agrandan y deforman haciéndose por lo general flexuosas y muy visibles

172
Examen Físico Especial

(Figura 687) (Figura 688).


— Consistencia. Las venas son fácilmente depresibles y aumentan algo su
consistencia en los casos que cursan con agrandamientos importantes (fístulas,
várices, circulación colateral).
— Superficie. Bordes. La superficie es lisa y los bordes redondeados; se alteran en
trastornos venosos (obstrucciones, várices, circulación colateral).
— Sensibilidad. Son indoloras espontáneamente y con la compresión; si se inflaman
(flebitis) se tornan dolorosas. El dolor puede aparecer con la presión sobre la pared
(flebitis superficial) o sobre alguna masa muscular (trombosis o flebitis profunda).
— Dirección de la corriente. La dirección normal de la circulación venosa es
centrípeta, hacia el corazón. Para investigarla (Figura 194), se comprime el trayecto
venoso a estudiar con los dos dedos índices juntos y luego se los separa sin dejar de
ejercer presión; en esta posición, se levanta primero el dedo superior y se ve el curso
de la corriente; luego se repite la maniobra completa levantando el dedo inferior.
— Velocidad de llenado. Se la estudia elevando un miembro a 90º y descendiéndolo
después que la vena se haya vaciado por completo; el tiempo de llenado no debe
exceder los diez segundos. Un tiempo mayor, es signo indirecto de alteración en la
circulación arterial.
— Auscultación. Se realiza ante la sospecha de una fístula arteriovenosa que permite
captar un soplo continuo.

Linfáticos Periféricos
Está constituido por una red de vasos y ganglios distribuidos por todo el cuerpo.
La médula ósea, timo, tejido linfoide del tubo digestivo y las amígdalas palatinas,
forman parte del sistema linfático que interviene ya sea en la defensa (reconocimiento
de anticuerpos) o en la inmunidad (formación de anticuerpos) del organismo.
Los vasos linfáticos se inician como capilares y originan vasos más grandes que
se canalizan por el conducto torácico para volcar la linfa en la vena subclavia
izquierda. Los ganglios linfáticos, según su localización, son de dos tipos:
superficiales, es decir en contacto con la piel (cervicales, supraclaviculares, axilares,
poplíteos, inguinales y epitrocleares); profundos (mediastino, abdominales y
retroperitoneales).
Semiotecnia. Los vasos y ganglios linfáticos no se ven ni se palpan en forma normal.
El agrandamiento ganglionar visible y/o palpable se llama adenopatía, adenomegalia o
linfoadenomegalia y es un hecho de singular importancia clínica que se produce por
distintos mecanismos: inflamatorios o tumorales. Es decir que puede deberse a hechos
triviales de la región (infecciones locales, arañazos de animales) o denunciar la
presencia de afecciones graves (neoplasias).
Las adenopatías superficiales se captan con la palpación y a veces inspección;
las profundas con exámenes endoscópicos o imagenológicos con o sin contraste
(linfografía). De todas maneras, el método más adecuado para el diagnóstico
etiológico es la biopsia ganglionar.

Semiología de una adenopatía. Comprende la anamnesis, inspección y palpación.

173
Semiología Médica. “La Historia Clínica”

— Anamnesis. Permite conocer distintos hechos: forma de inicio (aguda o crónica);


número de ganglios comprometidos; presencia o ausencia de dolor; antecedentes
previos. Respeto al sexo, hay diferentes prevalencias: mujer (inflamatorios,
colagenopatías); hombres (neoplasias, linfomas).
— Inspección y palpación. Permite estudiar: número de ganglios; forma; situación y
tamaño, consistencia; movilidad, bordes y superficies; sensibilidad y temperatura de la
piel circundante.
• Número. Cantidad. Según el número, si se palpa más de uno se le llama
poliadenopatía y se debe constatar la cantidad, localización y características
semiológicas; siempre se debe investigar la presencia de hepato y/o esplenomegalia.
Un hecho clínico trascendente es recordar que un solo ganglio afectado puede,
por sus características semiológicas, poner en la pista de una patología maligna; así,
una adenopatía supraclavicular solitaria hace alertar sobre la diseminación metastásica
de alguna neoplasia gástrica.
• Forma. Es redondeada; está conserva en las adenitis y varía en los tumorales.
• Situación. Localización. Las adenopatías localizadas responden a afecciones
regionales (otitis, amigdalitis, chancro sifilítico, neoplasias).Las generalizadas se
producen por distintas causas: infecciosas (sida, mononucleosis, toxoplasmosis,
rubéola); autoinmunes (lupus eritematoso); tumorales que incluye a las hematológicas
malignas (leucemia, linfomas) y neoplásicas de otro origen.
• Tamaño. Es muy variable. Se debe referir en centímetros; la comparación con
distintos elementos (lenteja, poroto) es un dato poco claro y hace difícil seguir su
evolución; las malignas suelen llegar a tener gran tamaño (Figura 253).
• Consistencia. Es una característica muy importante. Las adenopatías
bacterianas mantienen al comienzo su dureza habitual pudiendo luego aumentar algo;
las que acompañan a procesos tumorales suelen ser de consistencia dura pétrea
excepto las del linfoma que es dura gomosa.
• Superficie. Lisa en los procesos inflamatorios, se torna irregular o nodular en
los tumorales
• Movilidad. Está conservada en las de tipo inflamatorio; en las tumorales,
pueden estar fijos a planos superficiales, profundos e incluso adheridos entre ellos
formando conglomerados ganglionares.
• Bordes. En las adenopatías inflamatorias son nítidos y redondeados; en las
tumorales se hacen indefinidos e irregulares.
• Sensibilidad. Su estudio es un parámetro de importancia ya que las formas
inflamatorias son dolorosas y las tumorales indoloras (excepto por linfoma que duelen
al ingerir bebidas alcohólicas).
• Temperatura. En caso de poderla captar, la piel es caliente en la formas
inflamatorias (si se abscedan) y normal en la tumorales.
• Piel circundante. Puede ser rubicunda en las inflamatorias o con metástasis
dérmicas e infiltradas en las tumorales.
El cuadro 13 (Figura 195) permite diferenciar una adenopatía inflamatoria
benigna (adenitis) de otra tumoral.

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IMÁGENES CORRESPONDIENTES A LOS CAPITULOS
Figura: 17

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