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10.

ª
SUSPENSIÓN Y SUSTITUCIÓN DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA
I. Finalidad de la suspensión y sustitución.–

II. Suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad.–

1. Características de la suspensión.–

2. Requisitos para la concesión de la suspensión.–

2.1. Suspensión ordinaria. Régimen general.–

1
2.2. Supuestos especiales de suspensión condicional de la ejecución.–

2
III. Sustitución de las penas privativas de libertad.–

1. Criterios legales para la sustitución.–

2. Módulos de conversión.–

3. Efectos del quebrantamiento de la pena sustitutiva.–

Aunque no es nuevo
, en la actualidad cobra fuerza el debate en el que se plantean nuevas fórmu
las que superen la ejecución clásica de la pena privativa de libertad, sin necesid
ad de que ésta desaparezca del catálogo penal
. Se promueven, por un lado, nuevas formas de cumplimiento –
más modernas y humanitarias–
y, por otro lado, se intenta potenciar los sustitutivos penales. Se trata, en definitiv
a, de que la pena privativa de libertad sea la «ultima ratio» dentro del sistema
penal. Cfr. supra, lección 2.IV.3.

En la doctrina se han propuesto alternativas a la pena en sentido estricto, entre las

que destacan: i) idear formas diversas de cumplimiento de la privación de libert


ad a través de medios innovadores del sistema institucional, en atención a los fi
nes resocializadores de la pena y a la personalidad de los reclusos: por ejempl
o, la prisión abierta, hospitales asistenciales psiquiátricos y establ
1ecimientos de terapia. ii) Tratamientos en libertad a través de regímenes de pro

bation,
2
sursis, o de puesta en libertad a prueba y con supervisión por las autorida
des. Y iii) alternativas superadoras de la pena de prisión clásica, que irían desd
e nuevas formas de penas privativas de libertad, como la localización permanen
te, hasta las auténticamente sustitutivas de la pena de prisión, como los trabajos
en beneficio de la comunidad, los programas de diversion (sobre todo en justi
cia de juvenil).
En Derecho penal español de adultos los sustitutivos de ejecución de las penas pri
vativas de libertad se concentran sobre todo en la suspensión (para penas priv
ativas de libertad de corta duración, cuyo cumplimiento se deja en susp
enso bajo determinadas condiciones: arts. 80‐87) y sustitución (del cum
plimiento de penas privativas de libertad también de corta duración, en cuyo

lugar entran otras menos aflictivas: arts. 88‐89), a los que cabe añadir la liberta
d condicional (arts. 90‐93), que estudiaremos en la lección 13.II.2.

La idea de suprimir las penas cortas de prisión no es nueva, sino que se remonta a von Liszt.

Esta sería la pretensión de las llamadas posturas abolicionistas, que no han tenido gran a
cogida doctrinal. Sobre esta cuestión, véase la introducción a la lección 1.

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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I. Finalidad de la suspensión y sustitución.‐

El legislador ha manifestado en 3diversos momentos de la redacción del código


penal su firme tendencia a evitar penas de prisión de corta duración porque e
ntiende que desocializan al delincuente al hacer que ingrese en prisión y tenga co
ntacto con otros delincuentes y porque no permiten, por falta de tiempo, tra
tamientos efectivos. Por otro lado, como estas sanciones responden no
rmalmente a delitos de escasa gravedad pueden sustituirse por otras me
didas menos gravosas. En definitiva, se trataría de sustraer a ciertos deli
ncuentes al ambiente de los establecimientos 4 penitenciarios habituales. Los susti

tutivos penales aparecerían como medios de los que dispone la moderna Polític
a criminal para luchar frente a las penas cortas privativas de libertad por la const
atación de su inutilidad e ineficacia o, al menos, por el convencimiento de que s
e puede lograr mejores resultados con penas o sanciones alternativas.
5

El actual ordenamiento jurídico penal español acoge esta tendencia a eludir en al


gunos casos concretos la pena de prisión y prevé otras alternativas 6a la pena de
prisión de corta duración
.3 Entre éstas, algunas sanciones menos desocializadoras (multas, trabajos
en beneficio de la comunidad, privación de algunos derechos...), o ciertas vías
para evitar la prisión (suspensión de la ejecución de la pena o la sustitución
de la pena privativa de libertad) .

El ingreso en prisión en algunos casos podía tener un efecto contrario al mandato c


onstitucional recogido en el art. 25.2 CE que hace referencia a la función de reeducación y rei
4nserción social de las penas. Sobre este precepto el TC ha señalado lo siguiente: «es juri
sprudencia reiterada de este Tribunal (por todos, SSTC 2/1987, 21 enero, FJ 2; 8/2001, 15 de ener
o, FJ 1) la que afirma que el art. 25.2 CE no contiene un derecho fundamental susceptible de prote
cción mediante recurso de amparo, sino un mandato dirigido al legislador para orientar la legisla
ción penitenciaria en su conjunto a que las penas privativas de libertad se ejecuten tendien
do a la consecución del fin de resocialización y reinserción social del contenido» (STS 202/2004
, 15 noviembre).

Por todos, cfr. GIMBERNAT ORDEIG, «Prólogo», en Código penal, Madrid, Tecnos, 1995, p XIX: «El si
stema de penas y medidas de seguridad del NCP (...) supone, tal vez, la más importante y pr
ogresista innovación del nuevo texto. La supresión en cualquier caso de las penas privativas de
5 libertad inferiores a seis meses continuados de permanencia en un establecimiento pe

nitenciario; los sustitutivos de las penas cortas mediante, fundamentalmente y por una parte, la pe
na pecuniaria, que ahora sí que puede ser eficaz al adoptarse el sistema de los días‐multa y, con e
llo, su determinación individualizada sobre la base de la situación económica del autor, y, por ot
ra,
6
mediante el arresto de fin de semana (...): todo ello configura una sanción de prisión que tra
ta en lo posible de evitar —acudiendo a otros medios—
la contaminación y la marginalidad, sin ventaja alguna como contrapartida, que suponen
las penas cortas, y la destrucción psíquica que conllevan las largas privativas de libertas».

De diferente opinión se muestra BACIGALUPO ZAPATER, «Alternativas a la pena privativa de lib


ertad en el Derecho Penal Europeo actual», en PJ 1996 (43‐44 II), pp 131‐132, destacando de la sus
titución y la suspensión su carácter sumamente restrictivo y reducido y el hecho de no haber sido
acogidos lo
s principios Sobre los fundamentos y principios que orientan estas instituciones pueden verse, entre otros t
de la políti rabajos: LÓPEZ CONTRERAS, La sustitución de las penas privativas de libertad (aspectos procesales y pen
ca criminal ales), San Sebastián, 2004, pp 33‐48; NAVARRO VILLANUEVA, Suspensión y modificación de la conde
moderna. na penal, Barcelona, 2002, especialmente pp 30‐32.

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En
Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena
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tro
Ord
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mie
Ambas alternativas a la pena de prisión ponen de relieve la tensión entre el nto
debido cumplimiento de la ley (y la sentencia) por el delito cometido y la juríd
búsqueda de la resocialización del delincuente. En terminología que nos es más fa ico
miliar, la de los principios del Derecho penal, podemos decir que en estas me exist
en
didas se ponen de manifiesto la seguridad (necesidad de tutela de la vida social
dos
) y el respeto de la dignidad: en concreto, la regla de la no desocialización (cfr. su sup
pra, lección 2.IV.2.iii]). uest
os e
spec
En definitiva, ambas instituciones responden a una finalidad semejante: la or ífico
ientación general de la Política criminal a eliminar los efectos desocializadores y de es s en
tigmatizantes que lleva consigo la pena, que resultan especialmente de
los
sproporcionados cuando se trata de penas de prisión de corta duración.
que

se pr
ohíbe
exp
resa
II. Suspensión de la ejecución de las penas privativas de libertad.‐ ment
e la

aplic
La suspensión de la ejecución de la pena consiste, según se 7
deriva del propio ar ació
tículo 80 CP, en excluir provisionalmente y bajo la imposición de condiciones, el c n d
umplimiento de la pena privativa de libertad impuesta en sentencia firme al delin e la
cuente primerizo autor de un delito castigado con pena privativa de libert
ad inferior a dos años, si el Juez o Tribunal sentenciador considera que no es pro alter
bable que la persona vuelva a cometer nuevos delitos. Si el penado cumple nati
va p
las condiciones impuestas durante el plazo fijado, se remite definiti
enal
vamente la pena, y se da ésta por cumplida
. Si incumple las condiciones, se revoca la suspensión y se ordena su cumplimi de l
ento. a su
8
spen
sión
En Derecho comparado existen instituciones similares a la suspensión de la pena. El
de l
modelo español se corresponde con el europeo continental de la sursis. Este sistema, de o
a eje
rigen francobelga, presupone la declaración de culpabilidad del delincuente y la imp
cuci
osición de una pena, cuya ejecución sin embargo se suspende y se fija un plazo de prueb
ón: i
a. Transcurrido dicho plazo, si el culpable no recae en ninguna actividad delictiva, se enti
) La
ende que la condena ha sido cumplida y se da por remitida la ejecución.
LO 4
/198
1, de
En Derecho angloamericano, la declaración de culpabilidad se hace en un momento di 1 de
7
stinto del pronunciamiento de la condena en la que se fija la pena. Para la probation juni
8
, si el culpable se somete a una serie de condiciones que ha de cumplir bajo el control o, so
y vigilancia de un funcionario especializado y supera con éxito el período de prueba, bre l
el juez no dictará condena. Si dentro del plazo de prueba se quebrantan las condicione os E
s impuestas, se revoca el beneficio concedido. stad
os d
e Al
arma
, Excepción y Sitio,

STS de 7 junio 2002 (RJ 5353).


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Sobre esta cuestión, ampliamente, GONZÁLEZ ZORRILLA, “Suspensión de la pena y probation”, e
n CID MOLINÉ/LARRAURI PIJOÁN (coords), Penas alternativas a la prisión, Barcelona, 1997, pp 59‐ 89.

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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que prohíbe (art. 30.2) este beneficio durante la vigencia del estado de excepción para lo
s condenados por delitos contra el orden público o la seguridad ciudadana. ii) El có
digo penal militar (arts. 44 y 57) excluye también este supuesto para los militares con
denados. El Tribunal Constitucional ha avalado esta regulación (STC 180/1985, de 19 de
diciembre), por entender que no afecta al derecho de igualdad ante la ley.

II.1. Características de la suspensión.‐

i) Es discrecional 10 y no preceptiva
. En efecto, el art. 80.1.I establece que “los jueces o tribunales podrán dejar en s
uspenso...”. Por tanto, aunque se den los requisitos establecidos por el legislador
para la suspensión de la pena, es el juez quien debe decidir en cada caso, si lo consi
dera oportuno, puede no conceder la suspensión de la ejecución de la pena
. Puede entenderse esta mención como una vía para respetar la seguridad (la nec
esidad de tutela de la vida social).

ii) Busca evitar efectos desocializadores de las penas privativas de libertad en el de


lincuente. Así, la posible desocialización del delincuente sancionado es el otr
o factor a considerar por el juez en su decisión, puesto que se trata de la tensió
n entre seguridad y respeto de la dignidad. Por esta misma razón, se refiere s
ólo a penas (privativas de libertad) y no a la responsabilidad civil, cuya obligaci
ón de pago subsiste.

iii) Es condicional, con imposición de obligaciones o deberes (art. 83, en el s


entido de que si el delincuente comete algún delito durante cierto plazo, queda si
n efecto) y no un indulto. Por tanto, no da lugar a la mera inaplicación de la pe
na privativa de libertad, sino a la imposición de la condición de que se im
pondrá la pena suspendida si vuelve a delinquir dentro de un plazo.

El art. 80.1.I se hace mención a un factor de la decisión que resulta confuso: «se atenderá fu
ndamentalmente a la peligrosidad criminal del sujeto, así como a la existencia de otr
os procedimientos penales contra éste». Si tales datos se toman como condiciones abs
olutas para la suspensión, de modo que el más mínimo riesgo impide ya la con
cesión, aquélla carecería de sentido, pues siempre hay un riesgo de reincidir (de ahí que
9
se impongan reglas de conducta como condición). Además, la referencia a «otros proce
dimientos penales contra» el delincuente no puede entenderse como sinónimo de haber s
ido condenado con anterioridad, pues es requisito siempre haber delinquido por primera
10 vez (art. 81.1.ª). Este elemento debe interpretarse a la luz de los datos que aporta la
historia del precepto: fue introducido en la reforma por LO 15/2003, para endurecer l
a suspensión e impedir que fuera otorgada sin garantías suficientes de

Tratándose de una facultad discrecional no es revisable en casación ante el Tribunal Supremo (


cfr. las SSTS de 18 de febrero de 2000 [RJ 8719], 16 de abril de 2000 [RJ 8775] y los AATS de 12 d
e septiembr 5].
e de 2001 [
RJ 7320], 25
de marzo d Debe destacarse, en cambio, como dato negativo, la derogación de la suspensión (condena c
e 2002 [RJ 4 ondicional) obligatoria prevista en el art. 94 CP 1973, para los casos de eximente incompleta y de
028] y 20 de solicitud expresa de la víctima en los delitos perseguibles a instancia de parte. En este último supue
febrero de 2 sto, el Juez o Tribunal tan sólo debe oír al ofendido o a quien lo represente, sin estar vincul
006 [RJ 578 ado por su opinión (art. 86 CP).

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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manera que se convirtiera en una forma de burlar la ejecución de penas. Así las cosas, de
be entenderse como referida a la existencia de otros delitos todavía no juzgados .

La decisión de suspender la pena, en definitiva, debe atender a los principios que rigen la
institución y el Derecho penal mismo. En concreto, en esta decisión judicial han de int
ervenir aquellos factores que laten detrás de la institución de la suspensión: como ya se
ha dicho, se trata de una tensión entre seguridad y respeto de la dignidad («regla de la n
o desocialización»), con predominio de esta última; de este modo, el juez habrá de moti
var su decisión teniendo en cuenta, por un lado, que sea tolerable por razones de seguri
dad (necesidad de tutela) dejar en suspenso la ejecución (lo cual parece garanti
zado, de entrada, porque sólo es posible para penas no superiores a dos años); por otro
lado, la posible resocialización o evitación de efectos desocializadores
12 (lo cual deriva del
sentido y fin de la institución). Como contrapeso al principio preponderante de respeto d
e la dignidad, el de seguridad (tutela de la vida social) se ve garantizado por la imposi
ción de condiciones (que no vuelva a delinquir en el plazo de tiempo y, potestativame
nte, ciertas obligaciones y deberes: art. 83) .

11

Ya que el legislador no ha creado ninguna clase de Registro de procedimientos penales. En e


sa misma línea, debe destacarse que bajo el concepto de procedimientos penales deben, en pur
idad, incardinarse los procesos por juicios de faltas. En cuanto al fondo, resulta sumamente criti
cable la introducción del criterio en la medida que la existencia de un procedimiento penal pue
de determinar la denegación de la suspensión pese a que dicho procedimiento concluya con un s
obreseimiento o sentencia absolutoria. Téngase en cuenta que, por lo general, resulta sufici
ente con una denuncia o querella que reúna los requisitos formales para que ésta sea admiti
da a trámite y se incoe el correspondiente procedimiento. Ello puede dar lugar al inicio de pro
cedimientos carentes de verdadero contenido con la espuria finalidad de conseguir la denegac
ión de la suspensión de la ejecución de la pena. Hubiera sido mucho más acertado introduci
r, como criterio, la existencia de sentencias pendientes de recurso o, si se prefiere de autos de p
rocesamiento o de transformación del procedimiento abreviado que cuentan con más garantías q
ue el mero inicio del procedimiento. Además, se plantea al problema de qué va a suceder en l
os casos en que se deniegue la suspensión de la ejecución de la pena basándose, precisamente,
en la existencia de otros procedimientos penales que, posteriormente, resultan archivados. De
justicia sería, desde luego, que la decisión pudiera ser revocada y la suspensión concedida, pero
ni en las leyes penales ni en las procesales se contempla ni es posible la articulación de me
12
canismo alguno en ese sentido.

En relación con la dificultad de realizar un pronóstico sobre la peligrosidad del condenado, cfr.
GÓNZALEZ ZORRILLA, en CID MOLINÉ/LARRAURI PIJOÁN (coords), Penas alternativas, pp 65, 66 y 72‐
74.

En esta misma línea, lo previsto en el art. 86 («En los delitos que sólo pueden ser perseguidos
previa denuncia o querella del ofendido, los Jueces y Tribunales oirán a éste y, en su caso, a
quien le represente, antes de conceder los beneficios de la suspensión de la ejecución de la pe
na») tendría sentido como medio para asegurar la vida social a pesar de la preponderancia de la
dignidad.
En relación con la dificultad de realizar un pronóstico sobre la peligrosidad del condenado, cfr.
GÓNZALEZ ZORRILLA, en CID MOLINÉ/LARRAURI PIJOÁN (coords), Penas alternativas, pp 65, 66 y 72‐
74.

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