Ocho explosiones se han sucedido el Domingo de Resurrección en cuatro establecimientos hoteleros y tres iglesias, principalmente en Colombo Interior de la iglesia de San Antonio, en Colombo.
Sri Lanka sufrió este domingo el
ataque más devastador desde que en 2009 terminó una guerra civil de casi tres décadas. Una sucesión de explosiones en iglesias cristianas y hoteles de lujo de la capital de la pequeña isla del Índico, Colombo, y otras dos localidades, causó una matanza con más de 200 muertos, decenas de ellos extranjeros, y dejó al menos otros 450 heridos. El Gobierno, que había recibido un aviso del jefe de la Policía sobre posibles atentados contra iglesias 10 días antes, anunció ocho detenciones y apuntó a extremistas religiosos como autores de la matanza. Varios de los ataques los perpetraron terroristas suicidas. Ningún grupo se atribuyó la autoría.
El Ejecutivo convocó un gabinete de seguridad nacional y el presidente,
Maithripala Sirisena, anunció una investigación exhaustiva de los atentados, mientras se sucedían las condenas a la barbarie en todo el mundo. El Gobierno encabezado por el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, reconoció que recibió alertas previas sobre posibles atentados, pero no quedó claro si se adoptaron precauciones. El jefe de la policía de Sri Lanka, Pujuth Jayasundara, alertó hace 10 días en una nota a altos mandos de la seguridad del Estado de que el grupo musulmán radical National Thowheed Jamath planeaba ataques suicidas contra “iglesias importantes, así como la Embajada india en Colombo”