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| \ | i La Revolucién de Mayo ntroduceion, selecclOn y notas de Ricardo A. Figueira lentisimo senor Ceamos #l sentimiento de venir cqmaton por sl pueblo y el elército,. eo estan ef armas, @ intimar a VE wresacién en el mando del virreinato Tesneros]: Bien pues. puesto que (Ppueblo no me quiere. y el ejército ol Ppandone, hagan ustedes 10 quo ‘quloren fatemoria autoblogrética de Mortin (Memes) [Ci pag. 426) En el acto procedieron a regular Jos votos: y hecha la regulacién con el més prolijo examen, resulta de ella § pluralided con exceso. que ol Excelentisimo Sefior Virrey debe cesar en el mando, y recaer provisionalmente en el Excelentisimo Cabildo [...} ‘Acta de! Cabildo de Buenos Aires del 23 de mayo de 1810] (Cf. pdg. 433] 3 En estas circunstancias el sefior Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios. que vestido de uniforme escuchaba la discusion en la sala contigua, reclinado en un sofa, casi postrado por largas vigilias observando la indecision de sus amigos, pusose de pie y subitamente y ® paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entré en la sala del club [el comedor de la casa del sefor Pefia) y lanzando una mirada en rededor de si, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: “‘Juro, dijo, a !a patria ya mis companeros, que si a las tres de la tarde del dia inmediato el virroy no hubiese sido derrocado, a fo de caballero, yo le derribaré con mis armas”. [Resefia histérica de Tomés Guido) (Cf. pag. 439]. 4 Estando en esa sesién la gente que cubria los corredores dieron Soles, por varias ocasiones, a la puerta de la Sala Capitular, oyéndose las voces de que querian saber lo que se . y uno de los sefiores comandantes ‘don Martin Rodriguez, tuvo que salir * equietarlas. [Acta def Cabildo do Buenos Aires del 25 de mayo de 1810} (Cl pig 442) 5 [.. 1 y el cabaliero Sindico Procuredor general, viendo congregedo un corto niimero de gente, con respecto al que se esperaba, inquirié que donde estaba ol pucblo, y después de varias contestaciones dedas por los que elli de que si has procedido con prudencia por que la ciudad no experimentase desastres. Seria ya preciso echar mano de los medios de violencia; que la gente. por ser hora inoportuna, se hsbie retirado a sus casas, que se tocase la campana del Cabildo y que e! pueblo se congregaria en aque! lugar cers satisfaccion del Ayuntamiento. [ } [Acta de! Cabildo de Buenos Aires det 25 de mayo de 1810} [Cf pag. 444} Principales documentos de este capitulo El 25 de mayo de 1810 segin Manuel Alejandro Pueyrredén. La situacion del Rio de la Plata vista por M. Moreno y por Cisneros Proclama de! 18 de mayo de 1810. Entrevistas y conversaciones e! 20 de mayo Cisneros, Saavedra. Martin Rodriguez La organizacién del Cabildo Abierto dol 22 de mayo: Acta del 21 de mayo Pedido do autorizacion al Virrey y respuesta de dste Invitacton al Cabildo Abierto El Cabildo Abierto det 22 de mayo segiin Cisneros Discusiones y votacién segun Sagui y las Actas del Cabildo Acta dol 23 de tnayo: Deposicion del Virrey y alteracién de los resultados de la votacion La Junta del 24 de mayo segun las Actas Capitulares. Reacciones ante la Junta del 24 de mayo (Tomés Guido) EI 25 de mayo: Actas del Cabildo y memorias de Belgrano y Saavedra. Cuando ef 24 de marzo de 1810 el virrey Cisneros orde- na a! gobernador Elio detenor en Montevideo buques procedentes de Espafia para impedir de ese modo la di- fusién de toda noticia prove niente de ja Peninsula, es bien consciente de que e! manto- nimiento del orden colo! cuyas debilidades ya se ha- bian puesto en evidencia con Ja intervencién inglesa da 1806 y 1807, dependia direc: tamente de fa situacién de ta Metropol. Espofia, a la zaga de ie Fran- cia napolednice durante mu- cho tiempo, cseré tinalmente en manos de! emperador: des- pués de Tratalgar e! manities- to monopolio inglés de los mares mueve a Napoledn a endurecer su prohibicién de comercial con las Islas Brits- nicas. Carlos IV, entonces, por el tratado de Fontain- bleau (octubre de 1807) suto- riza el paso de tropas france- sas por el territorio esparol y con destino @ Portugal, re- nuente a cumplir con las im- posiciones imperiales. Lisboa cayé en manos francesas y !a familia real lusitena se tras- ladé @ Rio de Janeiro, pero Carlos IV no pudo ya desha- cerse de los franceses. En marzo de 1808, después de entrentamientos familiares que Ilevaron a Carlos V a abdicar en favor de su hijo Fernando, ta familia real es- pefiola se reunié en Beyono con Nepoleén, quien dispuso que la corona volviera a Car- los y de 6! pasara al mismo emperador francés, quien la destinéd a su hermano José, rey de Népoles. Destronedos y prisioneros los monarcas, los espefioles no soportaron, sin embargo, la atrenta y resistieron a José | y @ Napoledn, constituyendo ademés Juntas —Iuego reunt- _ 25 de mayo dos en une Junto Central— naan on Fernando, e! cautivo. L@ ac: cién de Nepoledn produce Sdemds un signilicatlvo com- bio en of equillbrio de las ras, pues ahore onan éalineede junto a In- glaterra y @ Portugal y enfren- tando # Froncla. En io de ta Plata se reco. noce Junta y & feol- tad @ Fernando Vil. Sin om- bargo, los enfrentamientos en tre Uniers, ef Cabildo y al gobernador de Montovidoo, ademés de las tratativas roa fizades con 0 fa coru- nacién de la Infante Carlota Joaquina, hermana de Fernen do Vil, revelan que por enton ces pocos serian los que con sideraran lo situacién como definitive o que 1a solucién pudiera esperarse de la Me tr6poli En julio de 1809 la Junta Cen- tral reemploza a Liniers por Baltasar Hidalgo de Cisneros. quien, @ pedido de los comer. cientes ingleses y en vista de que fe situacién bélica impe- dia el comercio con Espaia y la conlusa situacién ameri- cane dificultabe a menudo e! comercio Interno, abrid las puertas de Buenos Aires al comercio con Inglaterra (por entonces, ya lo hemos dicho, aliada de Espana): mientras se resquebrajabe en el Rio de la corporacion al érea econdmi ca do otro imperio. mas pu: Jante y con otro estilo, y no deberé sorprendernos qua ef cos de guerra briténicos que hallebsn en el rio se cae galanaron con banderas. Una salva de cefonazos dio la bienvenida 9 la Revolucién. El capitén Fabién, de! berco de Su Majestad, ‘Mutine’, pro- nuncié un inflamado discurso 418 de Seville se vio obligads » refugierse en Cédiz. donde ce. di6 el poder @ un Consejo de Regencia cuye fuerza etecti. va y representativided eran més que dudosas, como pron- to se hizo notar en América Sdélo falteba entonces que |a noticia tlegare af Rio de lo Plata pare que e! complejo equilibrio que intentabs guar. der Cisneros se desrumbero, y con 6! ef orden politico-ins titucione! hispencemericano. El dia 25 de mayo de 1810 mi padre estaba en la plaza, con Todas las en las calles, el dia era oscu- ro, una neblina densa cubria et horizonte, la atmdsfera de aquel dia parecia anunciar desgracias. Dofa Rita Dogan, mi abuela, las temia, y su cul- dado era tan grande que en todo el dia no se movid de ta ventana volada de su casa, en la calle Santo Domingo, te- niéndome a mi asomado, co- mo centinela avanzado, mi- rando para la plaza. Asi permanecimos haste |as 465 de la tarde. que vino un aviso a mi padre anunciando el triunfo de los patriotas y la deposicién del virrey. Luego que esta noticia circulé en el barrio algunas ventanas se abrieron; en una de ellas, ca- si enfrente de casa, se asomé don Antonio Tejo y. dirigién- dose a mi abuela, dijo: —jOQué manda usted para Es- pafia, mi sefiora dofa Rita? —iCémo, que se va usted pa- ra Espafa, sefior don Antonio? —le contesté ésta. —Si, si —replico—. Me voy porque mis paisanos se han vuelto locos. —iAh, perro mulato jo mi abuela por lo bajo." ti Asi recordaba Menuel Alojon- dro Pueyrredon —joven sobri- no de Juan Martin de Pueyrre- don— la culminacién de fa crl- ‘sis politico-institucional del sistema espafiol en el Plato ablerta en 1806 con [a invasion inglesa y ahondada por | crecientes dificultades espa- fiolas en Europa, cuya preci- pitacién, finelmente, desenca- dena el proceso de Buenos Aires. Manuel Moreno, en 1812, re- conocla esta situacién: Los eventos desgraciedos do la metropoli vinleron @ pre: cipitar ta conclusion de la es ona, A mediados de mayo de 1810 Hlegaron a Buenos Al- més tristes res las noticit de tos sucesos de la oe con los franc y la disolu- cién de ta Junta Central, y ba- jo todo aspacto paraci® que la Paningula habla Hlegedo a tuna crisia funeste, 0 la nacidn ae hallaba en une com: plete anarquia, Se decia que {a Junta Central so habia disi- pado por violencia, 0 disuelts justamente por el enojo publi co como traidora a la nacién y era natural quo esto produ jese les mismas sensaciones que hemos visto antes obr6 en Caracas. Primero HNegaron a América las amargas quejas de los centrales perseguidos, que las proclamas de! Consejo de Regencia forjado en Cédiz. dandose a reconocer a si mis- mo como soberano. Sea fo que fuere, si la Junta Central fue arrojada con motives jus- tos de la autoridad que ejer- cia; si un cuerpo erigido con la mayor forma de legitimidad posible, y que habia llenado las esperanzas de la nacién, se veia de pronto decaido de ‘su confianza, degradado y contundido con cargos enor mes, .cémo era posible que fas cotonias reposasen en la expectativa de un sucesor, que aunque entrase al mando con las aparienclas mis lison- leras, no necesitaba de otra cosa que de poco mis de for- tuna o destreza que los contra: {or acertar en vender los intereses piiblicos? Y si es- tas imputaciones eran injus- tas y solo hilas de la compul- sién y la Intriaa, ,serla acer- tado esperar el efecto de cau- ‘sas tan deshonrantes? ;Quién deberia entretanto, aobernar fas vrovincias de América a nombre del cautivo monarca? 420 {Cua era et derecho que tp hie Cisneros pare retener in mando que en si 70 era otro cose que una delegacion de in Junta Central ya extinguida, y ‘que por lo tanto no podia ser legitimo sin recibir un nuevo ser de ta volunted de! puo. blo? * Jembién ef virrey —Cisne- ros— es consciente de que fa estabitided de! egrietado or dan politico-institucional rio. platense se encuentra firme mente vinculeda con el desti. no de Espata en el equilibrio europeo, y scti@ en conse- cuencia- Ya habia conseguido restable cer ta quietud publica. sunque no desvanecer de! todo las murmuraciones, la censura de! Gobierno, las especies se- diciosas. la diversidad de opi- niones sobre la suerte de Es- pafa. los presentimentos de independencia. siempre lison- jeros al vulgo de los pueblos. y otros mates politicos que habian originado en este Vi rreinato el estado de la Espa- fa y los notables sucesos an- teriores a mi mando. Pero en este estado se presentd de repente una nueva torments que Henaré de desconsuelo #1 real dnimo de V.M., asi co- mo ha derramado la copa de amargura en el mio y en todos tos buenos vasallos que tiene V.M. en estas distancias. La seduccién de unos y la debill- dad de otros han sido su tink ca causa: el pretexto ha sido la supuesta pérdida de Espafia, v el objeto la independencia Es el caso que Hleaaron a Mon- tevideo dos buques inaleses procedentes de Gibraltar con sacetas de su nacin y tam bién con diarios y proclamas impresas de Cadiz que conte: nla conspiracién sucedidy ‘en Sevilla contra la Supreme

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