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Cerebro y filosofía:
un vistazo al trabajo de
Gerhard Roth
Las neurociencias están incursionando en temas otrora exclusivos del
quehacer filosófico. La libertad, los fundamentos del conocimiento y la
realidad, o la interacción de la mente con el cuerpo, son algunos ejemplos.
El trabajo del neurobiólogo y filósofo alemán Gerhard Roth –presentado
de manera sucinta en las siguientes páginas–
ilustra lo que puede lograrse conjuntando
ambas disciplinas.
A
l estar frente a la puerta de su oficina en el Institut für Hirnforschung
(Instituto para la Investigación del Cerebro) de la Universidad de
Bremen, en Alemania, lo primero que salta a la vista es el curioso
título que antecede a su nombre: “Prof. Dr. Dr. Gerhard Roth”. No, no hay ningu-
na equivocación en el rótulo: el profesor Roth es doctor en Filosofía y doctor en
Biología, por lo tanto, el título de “Prof. Dr. Dr.” es perfectamente correcto. Una
vez aclarado esto, la siguiente pregunta que surge es: ¿qué es lo que dos campos
académicos tan distantes pueden tener en común? Esta pregunta nos ocupará a lo
largo del presente artículo.
El profesor Roth, nacido en Marburgo en 1942, es investigador en la Univer-
sidad de Bremen desde 1976, y fue director del Institut für Hirnforschung hasta
el 2008. Actualmente imparte la cátedra de Verhaltensphysiologie (Fisiología del
comportamiento). A lo largo de su carrera, ha ganado reconocimiento dentro y
fuera de Alemania por sus estudios interdisciplinarios que retoman muchas de las
preguntas clásicas de la filosofía –esas que parece ser que nunca recibirán una res-
puesta satisfactoria– para abordarlas desde los novedosos conocimientos generados
por las neurociencias.
la visión clásica de la academia. Al final del texto sar– que el mundo exterior que percibimos existe
se proporciona una breve bibliografía para que los independientemente de la experiencia subjetiva;
interesados puedan profundizar mucho más en estas que los objetos, personas, animales y demás seres que
y otras cuestiones. forman parte de nuestra experiencia cotidiana con-
tinúan existiendo aun cuando no haya ningún sujeto
que los perciba. Por otro lado, un idealista ontológi-
Primero, unos conceptos básicos co afirmará que el mundo percibido no es indepen-
Comencemos con la pregunta sobre el conoci- diente del sujeto que lo percibe; incluso, que existe
miento. La epistemología ha sido la rama de la filo- sólo como un contenido mental (una idea o repre-
sofía ocupada de discutir si es posible o no adquirirlo sentación) de ese sujeto.
y, en caso de serlo, determinar cuáles serían los me- Aunque lo usual es que el realismo y el idealis-
dios óptimos para lograrlo. mo ontológicos se acompañen de sus contrapartes
Entre las posturas epistemológicas que conside- epistemológicas, es posible encontrar también posi-
ran que sí es posible adquirir conocimiento certero ciones que combinan una ontología realista y una
(los escépticos, por ejemplo, niegan esta posibili- epistemología idealista; es decir, la suposición de un
dad), destacan como opuestos el realismo y el idea- mundo exterior que existe independientemente de
lismo. El realismo epistemológico considera que la la experiencia del sujeto, pero un conocimiento del
información proporcionada por la experiencia de los mismo que está limitado a las representaciones sub-
objetos del mundo exterior es la única fuente con- jetivas. La propuesta del filósofo alemán Immanuel
fiable de conocimiento. El idealismo epistemológi- Kant es una extraña mezcla de este tipo.
co, en cambio, descarta a los sentidos por ser fuen-
tes de información poco confiables que no reflejan
la realidad de los objetos percibidos. Desde
esta postura, el conocimiento será siempre
subjetivo, basado más bien en las ideas o
representaciones que construimos acerca de
cómo son las cosas.
El realismo y el idealismo epistemológi-
cos suelen ir de la mano con sus respecti-
vas contrapartes ontológicas. La ontología
es aquella rama de la filosofía que se ocupa
del estudio del ser y de la realidad. Así, la
pregunta por el conocimiento nos ha lleva-
do a la pregunta sobre lo real: las cosas que
conocemos ¿existen independientemente
de nuestra conciencia subjetiva? ¿O son
meras representaciones que aparecen
en dicha conciencia, pero que no
existen más allá de la experiencia
del sujeto?
Un realista ontológico,
por ejemplo, afirmará –co-
mo seguramente muchos
de nosotros estamos
acostumbrados a pen-
distintas entre sí: la res cogitans y la res extensa. Sin Esta visión, conocida como materialismo emergen-
embargo, nunca pudo explicar de manera satisfac- tista, es también ampliamente aceptada por la cien-
toria la interacción entre ambas sustancias. Desde cia actual.
entonces, y hasta la fecha, incontables científicos y De esta forma, es posible retomar a grandes rasgos
filósofos han propuesto diversas alternativas para so- la idea fundamental de Spinoza considerando a la
lucionar este problema. Los libros El error de Descar- mente y la conciencia como propiedades emergentes
tes, de Antonio Damasio (2006), o Yo soy un extraño de sistemas complejos en los que interactúa una úni-
bucle, de Douglas Hofstaedter (2008), son ejemplos ca sustancia: la materia. Siguiendo los principios del
de propuestas recientes, accesibles e interesantes. El constructivismo neurobiológico, sin embargo, es in-
profesor Roth, desde luego, tiene su propia respuesta, dispensable recordar que la experiencia que tenemos
que es curiosamente parecida a la que diera un con- de las entidades que tradicionalmente considera-
temporáneo de Descartes: Baruch Spinoza, filósofo mos materiales (nuestro cuerpo, los cuerpos de otros
holandés. y los objetos del mundo exterior, por ejemplo) son
A grandes rasgos, Spinoza considera que no es siempre representaciones que resultan de la activi-
necesario explicar cómo interactúan la mente y el dad del cerebro real, que organiza los impulsos que
cuerpo, pues tanto la una como el otro no son más recibe para construir la experiencia subjetiva. Por lo
que dos formas distintas en las que los seres humanos tanto, forman parte de la actualidad, al igual que los
experimentamos una misma, única, sustancia. La cien- contenidos mentales o la conciencia.
cia hoy en día coincide con él, al menos, en afirmar Siguiendo el constructivismo neurobiológico,
también la existencia de un solo tipo de sustancia sin embargo, al hablar de la materia como la única
(aunque no precisamente la misma que Spinoza de- sustancia no podríamos referirnos a aquello material
fendía). Esta sustancia única admitida por la ciencia que experimentamos a través de nuestros sentidos
es la materia; la de Spinoza era Dios. La ciencia ac- como parte del mundo fenoménico. Tal “materia”
tual es entonces monista (sólo hay una sustancia) y sería parte de la actualidad y, por lo tanto, una cons-
materialista (esa sustancia es la materia). trucción, una representación. La materia real –de la
Aunque el monismo materialista de la ciencia que está hecho nuestro cerebro real– queda siempre
ha probado ser sumamente versátil para explicar el oculta a nuestra percepción (si bien sería posible de-
mundo, tiene el riesgo de caer en posiciones reduc- ducir algunas de sus propiedades, debido a la corres-
cionistas. Por ejemplo, reducir la experiencia psico- pondencia evolutiva entre actualidad y realidad que
lógica de la mente y la conciencia a la mera actividad mencionábamos en el apartado anterior).
neuronal es, a todas luces, una sobresimplificación, ¿Y la solución al problema mente-cuerpo? El
ampliamente criticada desde hace varios años. Y es constructivismo neurobiológico nos da un intere-
que, como sostiene Roth, si no tuviéramos ya de en- sante punto de partida: tanto la experiencia de lo
trada la experiencia psicológica de la consciencia, no corpóreo como la experiencia de lo mental son cons-
podríamos derivar su existencia, sin más, solamente trucciones del cerebro real, que forman parte de la
de observar los procesos neuronales. actualidad. El problema mismo, entonces, podría no
La mente y la conciencia podrían, en cambio, ser más que una cuestión de apariencias.
ser explicadas como propiedades emergentes de
un sistema material complejo: el cerebro. Esta clase
de sistemas suele revelar propiedades que no pueden El problema de la libertad
predecirse del análisis por separado de los elemen- Otro viejo problema de la filosofía que ha revivido
tos que lo conforman (neuronas, neurotransmisores, con el desarrollo de la investigación del cerebro es la
células gliales, etcétera), pero que “emergen” como pregunta por el libre albedrío. ¿Somos capaces de to-
consecuencia de las interacciones entre todos ellos. mar decisiones y actuar libremente? La experiencia
De allí el nombre de “propiedades emergentes”. cotidiana parece proporcionarnos una respuesta afir-
también esencial en procesos de aprendizaje y en el que llamamos “yo” es una construcción del cerebro
desarrollo de conductas sociales complejas. real. En este sentido, la sensación que tenemos de
Como puede derivarse del ejemplo anterior, la “libre elección” es una mera apariencia, un mero
respuesta a la pregunta por la libertad no es sencilla. adorno que acompaña a los procesos del cerebro,
No lo era para los filósofos hace 2 000 años y sigue pero sólo porque el yo que percibe es también una
sin serlo pese a todos los avances alcanzados por las apariencia y una representación, un fenómeno de la
neurociencias; sobre todo, quizás, porque en los pro- actualidad. Ese yo que aparece en la conciencia no es
cesos de toma de decisiones están implicadas muchas lo que realmente somos. Los procesos emocionales in-
regiones y sistemas cerebrales que actúan de manera conscientes, los movimientos reflejos involuntarios,
inconsciente, como es el caso del sistema límbico, las acciones automatizadas y las reacciones instin-
asociado al procesamiento de emociones. A decir tivas al entorno: todos podrían ser igualmente pro-
del neurólogo portugués Antonio Damasio (2005 vocados de manera autónoma por el organismo real,
y 2006), por ejemplo, son estas áreas emocionales, con su cerebro real. Sólo ese organismo humano
inconscientes, del cerebro las que proporcionan la real, y no nuestra experiencia actual del yo cons-
motivación para actuar, pues sólo ellas pueden acti- ciente, podría ser considerado como un sistema
var nuestras cortezas motoras. autónomo, es decir, como un sistema capaz de ini-
¿Cuál es la posición de Roth al respecto? El crea- ciar acciones a partir de las interacciones internas
dor del constructivismo neurobiológico no podía de sus propios componentes. El paralelismo con
dejar de recordarnos la distinción entre realidad y ac- Kant, quien consideraba que la libertad era algo sólo
tualidad, ni de señalar que esa experiencia consciente concebible en el plano del noúmeno pero nunca en
el mundo fenoménico, vuelve a sorprendernos.