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Conversión
de la Iglesia
al Reino de Dios
Para anunciarlo
y realizarlo en la histori
Sal Terra
"Uresencia^
Colección PRESENCIA TEOLÓGICA
18
IGNACIO ELLACURIA
CONVERSIÓN DE LA IGLESIA
AL REINO DE DIOS
PARA ANUNCIARLO Y REALIZARLO
EN LA HISTORIA
EL PUEBLO CRUCIFICADO
leído con poco rigor, puede dejar fuera del curso histó-
rico a u n a gran p a r t e de la h u m a n i d a d crucificada. Es
u n p u n t o en el que no podemos e n t r a r ahora, p e r o q u e
es menester no olvidar. Si el m a r x i s m o h a tenido la ge-
nialidad teórica de d a r al desposeído p o r razones histó-
ricas u n papel primordial en la recuperación total de la
h u m a n i d a d , en la construcción del h o m b r e nuevo y de
la tierra nueva, no p o r eso ha planteado en t o d a su uni-
versalidad ni en t o d a su intensidad, esto es, en t o d a su
globalidad, su aporte a la salvación integral de la histo-
ria h u m a n a .
Resulte o no escandaloso el p r o p o n e r la pasión y la
crucifixión de Jesús y del pueblo como centrales p a r a la
salvación del hombre,- la pasión de Jesús, precisamente
p o r su propia inverosimilitud salvífica, ilumina la inve-
rosimilitud salvífica de la crucifixión del pueblo, mien-
t r a s que ésta evita u n a lectura ingenua o ideologizada de
aquélla.
Por u n lado, la resurrección de Jesús y sus efectos
históricos son esperanza y futuro p a r a quienes están to-
davía en los días de pasión. Ciertamente Jesús m a n t u v o
la esperanza en el triunfo definitivo del Reino de Dios, al
que dedicó su vida y p o r el que murió. Tras Le 22, 15-18
(y su paralelo Me 14, 25), a pesar de los retoques de la
comunidad primitiva, es posible reconstruir u n a doble
profecía de la m u e r t e de Jesús: tras su m u e r t e , Jesús ce-
lebrará de nuevo la pascua y organizará u n b a n q u e t e en
el Reino de Dios que h a de llegar necesariamente. Su
m u e r t e no impedirá la salvación futura y El m i s m o no
será presa definitiva de la muerte. No quedarán, p o r tan-
to, separadas la irrupción del Reino y la m u e r t e violenta
de Jesús (Schürmann). La m u e r t e va inseparablemente
unida en el caso de Jesús a la llegada escatológica e his-
tórica del Reino, p o r lo que la resurrección no significará
tan sólo u n a comprobación o u n consuelo, sino la segu-
ridad de que ha de continuar su o b r a y de que El sigue
vivo p a r a continuarla.
32 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
1
Cfr. JEREMÍAS, J., Teología del Nuevo Testamento, Si-
gúeme, Salamanca 1974, pp. 97 ss.
LA IGLESIA QUE NACE DEL PUEBLO... 73
2
JEREMÍAS, J., op. cit., pp. 133 ss.
76 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
2
Cfr. Concilio Vaticano II (edición a cargo de Giovanni Ca-
prile), III, Roma, pp. 40 y ss.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 87
4
Cfr. GUTIÉRREZ, G., op. cit., «Pobres y liberación en
Puebla» (marzo 1979), pp. 239-302; SOBRINO, J., «Los documen-
tos de Puebla, serena afirmación de Medellín», ECA, 1979,
pp. 125-138.
90 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
5
Cfr. ELLACURIA, I., «Monseñor Romero, un enviado de
Dios para salvar a su pueblo», art. cit.
« Cfr. SOBRINO, J., MARTIN BARO, I. y CARDENAL, R.,
«La voz de los sin voz», San Salvador 1980.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 93
7
Cfr. VV.AA., Fe, justicia y opción por los oprimidos, Bil-
bao 1980, especialmente pp. 11-78.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 95
que aquí y ahora son los que más a fondo están luchando
contra la injusticia opresiva y represiva. El día en que
ellos se conviertan en opresores y represores, también el
pueblo de Dios se alzará contra ellos.
10
Homilía del 17 de febrero de 1980, La voz de los sin voz
(op. cit), p. 248.
" Ibid., p. 51.
12 Ibid.
13 Ibid., p. 254.
106 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
14
Homilía, 18 febrero 1979, La voz de los sin voz (op. cit),
p. 315.
15
Homilía, 17 diciembre 1978, ibid.
108 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
16
Cfr. ELLACURIA, I., «El pueblo crucificado. Ensayo de
Soteriologia Histórica», en VV.AA., Cruz y Resurrección, México
1978, pp. 49-82.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 109
17
Homilía, 23 marzo 1980, La voz de los sin voz (op. cit.),
p. 292.
110 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
18
Homilía, 17 febrero 1980, op. cit., p. 257.
» 15 julio 1979, ibid., p. 454.
20
24 junio 1979, ibid.
21
3 junio 1979, ibid., p. 460.
22
11 noviembre 1979, ibid.
114 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
26
23 marzo 1980, ibid., p. 271.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 121
27 Ibid.
28 Ibid., pp. 273-274.
122 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
29
18 noviembre 1979, op. cit., p. 457.
124 IGLESIA Y PUEBLO DE DIOS
30
La voz de los sin voz, pp. 168-170.
EL VERDADERO PUEBLO DE DIOS 125
LAS BIENAVENTURANZAS,
CARTA FUNDACIONAL DE LA IGLESIA DE
LOS POBRES
saciados ahora, contra los que ahora ríen, contra los que
son alabados y estimados por el mundo. No se trata aquí
tampoco primariamente de disposiciones espirituales,
sino de situaciones reales; no se trata tan siquiera de ac-
titudes, sino de determinaciones cuasi-físicas. Basta con
ser ricos, con estar saciados, etc., para merecer la impre-
cación de Jesús, lo cual no significa necesariamente que
cualquier riqueza merezca la misma condena, aunque sí
significa que cualquier riqueza, para no ser condenada,
debe buscar una justificación, ya que el hecho mismo de
ser rico es, en determinadas situaciones históricas, indi-
cio (que habrá de aclararse) de algo que marcha mal. Más
aún, la maldición no se formula abstractamente (rique-
za, saciedad), sino concreta y grupalmente (ricos, sacia-
dos) ; no es que la riqueza tenga peligros, sino que es algo
más; es que el grupo de los ricos es el que, como grupo,
nada tiene que esperar del Reino de Dios si no entran
en camino de conversión a través de la pobreza.
Que estas afirmaciones suenen duras no es de extra-
ñar. Por ello han sido disimuladas en muchas fases de
la predicación cristiana. Si hubieran sido pronunciadas
hoy, serían anatematizaads como subversivas, como sus-
citadoras del odio y de la lucha de clases. Sin embargo,
la Iglesia ha tenido el coraje de conservarlas al correr
de los siglos, y los mejores de sus hijos, desde los prime-
ros Padres de la Iglesia hasta los mejores profetas de
nuestros días, no han dudado en repetirlas, en reforzar-
las y en aplicarlas a las diferentes situaciones. La famosa
y terrible frase de San Jerónimo —«pues todas las rique-
zas descienden de la injusticia y, sin que uno haya per-
dido, el otro no puede hallar. Por eso me parece a mí
que es verdaderísimo aquel proverbio común: el rico o
es injusto o es heredero de un injusto»— es un recorda-
torio y una actualización del problema planteado por las
maldiciones de Jesús como parte integrante de las ben-
diciones.
Ciertamente, todas estas afirmaciones deben histori-
142 IGLESIA DE LOS POBRES
3. Consideraciones finales
1
Aunque bajo este término se entenderían corrientes diver-
sas (como no puede ser menos, dada su propia definición como
quehacer histórico), preferiría mantener el término por lo que
tiene de diferenciación.
180 IGLESIA DE LOS POBRES
2
Cfr. X. ZUBIRI, «El hombre y su cuerpo», Salesianum
n. 3 (1974), pp. 479-486.
184 IGLESIA DE LOS POBRES
5
Este punto fue desarrollado en ELLACURIA, I., «Iglesia
y realidad histórica», ECA 331 (1976), pp. 213-220.
188 IGLESIA DE LOS POBRES
6
Me remito a la traducción francesa, aparecida en La Do-
cumentation Catholique (4-18 Sept. 1977), n.° 1726, pp. 761-768.
192 IGLESIA DE LOS POBRES
7 Ibid., p. 766.
SACRAMENTO HISTÓRICO DE LIBERACIÓN 193
8
Cfr. «Historia de la salvación y salvación en la historia»,
en Teología política, San Salvador 1973, pp. 1-10 (hay traducción
inglesa: Freedom tnade Flesh, Orbis Books, New York 1976);
«El anuncio del Evangelio a la misión de la Igelsia», ibid., pp. 44-
69; «Liberación: misión y carisma de la Iglesia latinoamericana»,
ibid., pp. 70-90; «Tesis sobre posibilidad, necesidad y sentido de
una teología latinoamericana», en VV.AA., Teología y mundo con-
temporáneo, Cristiandad, Madrid 1975, pp. 325-350; «Hacia una
fundamentación del método teológico latinoamericano», en ECA
(agosto-septiembre 1975), pp. 409-425; «En busca de la cuestión
fundamental de la pastoral latinoamericana», en Sal Terrae 759/
60 (agosto-septiembre 1976), pp. 563-572; «Teorías económicas y
relación entre cristianismo y socialismo», en Concilium (mayo
1977), pp. 282-290; «Fe y Justicia», en Christus (agosto y octu-
bre 1977).
194 IGLESIA DE LOS POBRES
10
RAHNER, K., «Oekumenische Basisgemeinden», en Ak-
tion 365 (Themen des Glaubens). Frankfurt a.M. 1975.
206 IGLESIA DE LOS POBRES
11
A partir de aquí sigo ciertas reflexiones que ya publiqué
en «Notas teológicas sobre religiosidad popular», Fomento So-
SACRAMENTO HISTÓRICO DE LIBERACIÓN 207
Praxis eclesial
i
7
5. A modo de conclusión
Es u n p u n t o de vista p r e d o m i n a n t e m e n t e político.
Pero, desde u n p u n t o de vista p r e d o m i n a n t e m e n t e cris-
tiano, n o es aceptable la ecuación entre ideologizar y
evangelizar, máxime si se entiende la ideología como el
a c o m p a ñ a n t e necesario de u n a acción organizada cuya
finalidad es la revolución; de m o d o que la evangelización
tiene y h a de tener u n a dimensión política, pero n o ago-
ta su plenitud en esta dimensión, ni siquiera desde la
perspectiva de u n a salvación histórica.
Y esto p o r dos tipos de razones. Desde un análisis fi-
losófico, p o r q u e el h o m b r e y la persona, a u n considera-
dos como centro de relaciones sociales, consistirían en
ser «centro», lo cual rebasa el ser p u r a relación social;
igualmente h a de distinguirse entre la personificación
a que todo h o m b r e se ve forzado p o r ocupar u n lugar
u o t r o en la e s t r u c t u r a social y la persona que subyace
al personaje como «rol» social.
Estos dos aspectos fundamentales hacen que ningún
mensaje, y menos el mensaje evangélico, pueda reducir-
se al cultivo de la relación social y de la personificación
social. Y es que, a u n en el supuesto d e u n a s estructuras
socio-económicas que fueran las mejores posibles en u n
m o m e n t o histórico dado, las vidas liberadas n o lo serían
plenamente; u n a cosa es que sin u n determinado orde-
namiento socio-político n o se den las condiciones plenas
p a r a u n a liberación integral, y otra que ese ordenamien-
to agote el c a m p o de la vida personal. La teoría y la
práctica m u e s t r a n que n o es así. Y aunque a m b o s as-
pectos no p u e d a n ser separados, necesitan u n tipo de
cultivo distinto. La fe cristiana trasciende incluso la vida
política, es m á s q u e ella en ella m i s m a y no fuera de
ella.
274 PRAXIS ECLESIAL
LITURGIA Y LIBERACIÓN
EL SEGLAR CRISTIANO EN EL
TERCER MUNDO