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Clara Pusarelli Primer Parcial Literatura Alemana Comisión Martín Koval

DNI 38050848 Primer Cuatrimestre 2016 Lunes de 21 a 23

Prácticos

3. Misterio, engaño, complot y representación.

La palabra y su sombra

La palabra dramática posee una duplicidad: en su textualidad arrastra la sombra de


una acción. Los bandidos de Schiller (2006) y El gato con Botas de Tieck (1965)
presentan esta dicotomía entre palabra y acción y la problematizan para poner en
evidencia las tensiones que existe entre ambas. Este conflicto encuentra en las
configuraciones del engaño una resolución pero no en términos de equilibrio sino, por el
contrario, manifestando la victoria de una sobre la otra. Con esto en mente, la intención
de este trabajo es dar cuenta de que existe en ambos textos una supremacía de la palabra
sobre la acción y que esto se evidencia a través de dos recursos: el uso efectivo del
engaño y una reflexión del texto pensado en términos de representación.

El poder de la palabra, en Los bandidos, se pone de manifiesto a través de Franz


Moor. Éste hace del discurso una herramienta eficaz a través de la cual logra llevar a
cabo todos los acontecimientos que determinan el desarrollo de la obra. Pero todo el
ingenio discursivo se sirve de un único medio para realizar su propósito: el engaño. La
primera escena (Schiller, 2006: 79-88) inaugura la obra con una mentira planeada y
escrita por Franz. A través de la carta falsa, se hace un uso efectivo de la mentira
cargando al discurso de una potencia capaz de persuadir, destruir, e incluso enfermar.
“Y tú con tu palabrería me sacaste la maldición del corazón, tú…tú… ¡Devuélveme a
mi hijo!” (Ibídem: 120). Es en este punto donde se exhibe la dicotomía palabra/acción
ya que, como un Próspero maquiavélico, a partir del lenguaje hay un traslado del terreno
de lo oral al de los hechos. Franz posee la capacidad retórica lo suficientemente
poderosa como para armar y desarmar redes de complots y cimentar así las bases de su
plan. Desde su posición política, delega las responsabilidades a terceros a través de la
palabra. Este aspecto puede verse cuando Franz se dirige a Daniel: “¡Por tu obediencia!
¿Entiendes la palabra? Por tu obediencia te ordeno que mañana el conde no esté entre
los vivos” (ibídem: 165).

Pero este don del lenguaje aparece contrarrestado por una incapacidad física y
corporal. “Franz habla, y si no se contesta, entonces él…ordena” (ibídem: 147), pero no
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actúa. Este aspecto es el que más diferencia a Franz de su hermano Karl. Éste, en tanto
representante de una vida dedicada a la acción de ser bandido, sufre las consecuencias
de las mentiras y el engaño de su hermano a través del poder de la palabra. La rivalidad
entre Franz y Karl puede considerarse como la encarnación de la oposición
palabra/acción en la que triunfa la palabra ya que ésta posee un arma más letal: el
engaño.

En El gato con botas, el rol de la palabra también aparece vinculado a la mentira.


Hinze hace uso de la misma para tejer situaciones que irán desarrollando el
desenvolvimiento de la obra. Ya en la escena I, se presenta su primera demanda- las
botas- (Tieck, 1965: 85-87) la cual pone en evidencia la habilidad retórica de Hinze
quien, como Franz, hace uso de la palabra para la persuasión. “Confiad en que con mi
ayuda llegaréis a ser completamente feliz.” dice Hinze, a lo que Gottlieb responde: ¡Oh!
¡hombre noble y bueno!” (ibídem: 85). Tras conseguir su cometido, a través del uso
ingenioso del lenguaje, el gato logra ir fortaleciendo las redes de su complot para llevar
a Gottlieb a la corona. A medida que el plan se fortalece, se desarrolla una relación de
poder de Hinze con respecto al resto de los personajes ya que, al igual que Franz
mediante la palabra el gato logra persuadir al posadero y a Kunz de que actúen a partir
de sus órdenes y los mismos obedecen. (ibídem: 141-145)

Sin embargo, a diferencia de Franz, Hinze no se halla solamente ligado a la palabra


sino que la acción posee también un rol fundamental en términos de triunfo de la
mentira. Así como hace uso del discurso para persuadir a Gottlieb, Hinze se sirve de sus
habilidades felinas para engañar al Rey y despertar en él admiración frente a la
inventada figura del conde de Carabás: “el conde me ha mandado muy a menudo con su
cazador lindos y sabrosos presentes, a veces dos en un solo día. Mi reconocimiento
hacia él no tiene límites” (ibídem: 136). Este aspecto activo de su complot culmina en la
escena en la que éste se presenta con las ropas del Rey tras haber saltado desnudo al
agua. (ibídem: 147-148). Este momento deja ver el poder de Hinze tanto sobre el Rey,
quien cae sin desvíos en la trampa de su plan, como sobre Gottlieb, quien accede a
hundirse en el agua sin ropa. Esto demuestra que en tanto personaje que determina el
desarrollo de la obra, Hinze hace uso tanto de la palabra como de la acción para lograr
su cometido a través del engaño. En este sentido, aquello que se encontraba escindido
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en Karl y Franz, converge en Hinze y encuentra en él un punto de encuentro. Pero de


todos modos, si bien esta oposición parece alcanzar un equilibrio, la palabra termina
por tener la supremacía frente a la acción. El poder que Hinze ejerce sobre los
personajes de la obra, lo ejerce gracias al uso de la palabra: la mentira triunfa a través de
la capacidad retórica del lenguaje.

Pero así como el engaño triunfa arriba del escenario, fracasa rotundamente al
relacionarse con el público. La palabra, en el ámbito de la representación, se muestra
rompiendo constantemente la ilusión dramática potenciando la ira y el enojo del
público. “Antes de dejarme engañar de esa manera, preferiría no volver a ver una sola
pieza más en mi vida” (ibídem: 82). Al darle una voz a los espectadores, El gato con
botas plantea dos terrenos: ficción y realidad de la ficción. Ambos terrenos, construidos
a partir del lenguaje, se invaden mutuamente hasta romper por completo el engaño de la
representación. “SCHLOSSER: ¿Se atreve un bufón a dirigirnos la palabra?” (ibídem:
129). En este diálogo, el bufón cesa de ser un personaje para volverse un actor.
“BUFÓN: Pero ahora me dirijo a ustedes como simple actor que habla a los
espectadores.” (ídem). A través de la palabra, se logra que en un mismo cuerpo,
converjan dos figuras: una ficcional y otra conforme a la “realidad”. Gracias al poder
del lenguaje, los límites entre el teatro y el público - entre realidad y ficción - se disipan
cada vez más y ya no queda ningún misterio detrás del telón.

La figura del autor, como palabra de autoridad debilitada, también funciona como
mediador entre ambos terrenos. (ibídem: 131) En Tieck, “los respectivos
comportamientos del autor y público ficticios son ya de por sí una simulatio de lo que
ocurría en la realidad de aquel entonces” (García Canelles, 2004: 92). El público en El
gato con botas, podríamos decir, se presenta como aquel sobre el que Schiller escribe en
su “Prólogo” a Los bandidos ya que de una capacidad de ir más allá de lo representado.
“El espectador, encandilado por la potente luz de la representación, pasa frecuentemente
por alto tanto las bellezas más sutiles como las manchas que se escapan, cosas que solo
se revelan a la mirada del lector reflexivo” (Schiller, 2006:69). En esta cita se pone en
evidencia la prevalencia de la palabra por sobre la acción ya que en su materialidad,
puede ser entendida en mayor profundidad. Pensada de este modo, la palabra en
términos de representación se presenta como variación de lo que ya ocurre en la diégesis
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de la obra: la palabra ejerce una hegemonía sobre la acción. El método dramático, “nos
presenta, en cierto modo, su mundo como si estuviera presente y nos expone las
pasiones y los movimientos más recónditos del corazón en las propias palabras de los
personajes” (ibídem: 65). En cuestiones de la representación, la obra no fue destinada a
ser representada, no fue destinada a la acción sino que fue pensada para permanecer en
el terreno de la palabra.

En suma, en términos de representación dramática, podemos decir que tanto a través


de la ruptura de la ilusión en El gato con botas, como así también la prevalencia de la
lectura de la obra por sobre la experiencia teatral en Los bandidos, se puede ver la
supremacía de la palabra sobre la acción. A su vez, los usos de la mentira como
herramienta para crear y deshacer redes de complots dan cuenta de un triunfo del
engaño y este triunfo, en la literatura, puede pensarse como el triunfo de la palabra. La
hegemonía de la palabra termina por conquistar a la acción, relegando a la misma, una
vez más, a su sombra.

Bibliografía

 García Canelles, Ángela, “La estructura escénica en los cuentos-comedia de


Ludwig Tieck”. En Revista de Filología Alemana. s/l, 2004.

 Schiller, Friedrich, Los bandidos. Edición de Berta Raposo Fernández. Trad. de


José Antonio Calañas Continente. Madrid: Cátedra, 2006.

 Tieck, Ludwig, El gato con botas. Trad. de M. Bopp & E. García Maynes.
México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1965

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