de
Jurisprudencia
7/2009
Prosecretaría de Jurisprudencia
Dra. Elena B. Hequera
2010
i
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Boletín de Jurisprudencia 7/09
INDICE GENERAL
PAG.
JURISPRUDENCIA....................................................................... 1 a 210
USO OFICIAL
1
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ACTOS JURIDICOS
CHEQUE
1688. CHEQUE: RECURSOS POR FALTA DE PAGO. JUDICIALES. LEGITIMACION ACTIVA. ACCION
EJECUTIVA. DEMANDADOS. EXCEPCION DE FALSEDAD DE TITULO. RECHAZO DE LA
USO OFICIAL
COMERCIANTE
1692. COMISION NACIONAL DE VALORES. AGENTES DE BOLSA. SANCIONES. "IN DUBIO PRO
REO". INAPLICABILIDAD. FUNDAMENTOS. 5.6.3. .................................................................................. 5
CONCURSOS
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1723. CONCURSOS: EFECTOS DE LA APERTURA. ACTOS PROHIBIDOS. DIES A QUO. 4.4. ......... 19
iii
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iv
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1776. CONCURSOS: PEDIDO DE QUIEBRA. RESOLUCION DEL JUEZ. RECHAZO. COSA JUZGADA.
POSIBILIDAD DE INICIAR UNA ACCION NO CONCURSAL. 18.4.2. ..................................................... 39
v
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vi
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vii
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DEL PROCESO POR PARTE DEL PETICIONANTE DE LA QUIEBRA. INACTIVIDAD (LEY 24522: 277).
FALTA DE CITACION AL DEUDOR. 40.6.1.1. ......................................................................................... 55
CONSTITUCION NACIONAL
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CONTRATO DE COMPRAVENTA
ix
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CONTRATO DE CONCESION
CONTRATO DE DEPOSITO
CONTRATO DE LEASING
CONTRATO DE LOCACION
CONTRATO DE MANDATO
CONTRATO DE PRENDA
x
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CONTRATO DE SUMINISTRO
CONTRATOS BANCARIOS
xi
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CONTRATOS INNOMINADOS
CONTRATOS
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DAÑOS Y PERJUICIOS
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xiv
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xv
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1970. DEFENSA DEL CONSUMIDOR: RESPONSABILIDAD POR DAÑOS. LEY 24240: 11. DAÑOS AL
CONSUMIDOR. INVOCACION DE GARANTIA DEL PRODUCTO. CADENA DE COMERCIALIZACION.
SOLIDARIDAD. 5. ................................................................................................................................... 123
xvi
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xvii
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xviii
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DERECHO PROCESAL
xix
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2062. DERECHO PROCESAL: MEDIDAS CAUTELARES. CADUCIDAD (CPR 207). 14.10. ............... 158
xx
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xxi
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2089. DERECHO PROCESAL: PARTES. COSTAS. IMPOSICION. PRINCIPIO OBJETIVO. 10.8.1.2. 167
2103. DERECHO PROCESAL: RECURSOS. RECURSO DE APELACION. MONTO DEL JUICIO (CPR
242). IMPROCEDENCIA.DECLARACION DE INCOMPETENCIA. 15.2.4.2. ......................................... 171
2107. DERECHO PROCESAL: RECURSOS. RECURSO DE QUEJA. IMPROCEDENCIA. 15.4.3. ..... 173
xxii
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HONORARIOS
INTERESES
2127. LETRA DE CAMBIO Y PAGARE: PAGO. MORA. INTERESES. DESVALORIZACION. 8.6.1. ... 181
xxiii
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2130. LETRA DE CAMBIO Y PAGARE: VENCIMIENTO. FORMAS. A DIA FIJO. 7.1.4........................ 182
MEDIACION
MORA
PAGO
2143. PAGO: PAGO POR SUBROGACION.DIFERENCIA CON CESION. 11. ..................................... 186
2144. PAGO: PRUEBA. MEDIOS DE PRUEBA.RECIBO DE PAGO. LIBERTAD DE FORMAS. 7.1. ... 186
PRESCRIPCION
xxiv
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SEGUROS
2164. SEGUROS: PRESCRIPCION. TERMINO.LEY 17418: 58. LEY 24240: 50. INAPLICABILIDAD.
15.1. ........................................................................................................................................................ 194
xxv
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SOCIEDAD CONYUGAL
SOCIEDADES
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2187. SOCIEDADES: FUSION. ESCISION. FUSION. CONCEPTO. EFECTOS (ART.82). 10.1. ......... 203
SUPERINTENDENCIA DE ART
xxvi
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TASA DE JUSTICIA
xxvii
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A
ABS QUALITY SRL S/ QUIEBRA C/ BOERO, ANDRES JUAN Y OTROS S/ ORDINARIO. (Sumario
Nro. 1817) ................................................................................................................................................... 56
ACRISTAL S.A. S/ CONCURSO PREVENTIVO S/ INCIDENTE DE VERIFICACION DE CREDITO
PROMOVIDO POR LANCIOTTI, KARINA. (Sumario Nro. 1730) ...................................................... 22
AERO VIP SA S/ CONCURSO PREVENTIVO S/ INCIDENTE DE VERIFICACION (POR SOUTO,
SILVIA). (Sumario Nro. 1816) .................................................................................................................. 56
AESA ACEROS ESPECIALES SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE APELACION ART. 250.
(Sumario Nro. 1763) .................................................................................................................................. 36
AESA ACEROS ESPECIALES SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE APELACION ART. 250.
(Sumario Nro. 1764) .................................................................................................................................. 36
AESA ACEROS ESPECIALES SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE APELACION ART. 250.
(Sumario Nro. 1765) .................................................................................................................................. 37
AGROBEL FRUITS SA S/ PEDIDO DE QUIEBRA (PROMOVIDO POR HIDROELECTRICA LOS
NIHUILES SA). (Sumario Nro. 1780) ...................................................................................................... 42
AIRA IBAÑEZ, ROSALIA C/ GARBARINO SAICEI S/ SUMARISIMO. (Sumario Nro. 1992) .......... 133
ALBA CIA ARGENTINA DE SEGUROS S.A. C/ RIO MANSO S.A. S/ ORDINARIO. (Sumario Nro.
1986) .......................................................................................................................................................... 131
ALBA CIA ARGENTINA DE SEGUROS S.A. C/ RIO MANSO S.A. S/ ORDINARIO. (Sumario Nro.
1990) .......................................................................................................................................................... 132
ALBA COMPAÑIA ARGENTINA DE SEGUROS S.A. C/ BODEGAS Y VIÑEDOS DEL VALLE S.A.
S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 1726) .................................................................................................... 21
USO OFICIAL
xxviii
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ASOCIACION PROTECCION CONS DEL MERCADO COMUN DEL SUR Y OTRO C/ INTERPLAN
SA DE AHORRO P/F DETERMINADOS Y OTROS S/ BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS.
(Sumario Nro. 2081) ................................................................................................................................ 166
ASOCIACION PROTECCION CONS DEL MERCADO COMUN DEL SUR Y OTRO C/ INTERPLAN
SA DE AHORRO P/F DETERMINADOS Y OTROS S/ BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS.
(Sumario Nro. 2085) ................................................................................................................................ 167
ASOCIACION PROTECCION CONS DEL MERCADO COMUN DEL SUR Y OTRO C/ INTERPLAN
SA DE AHORRO P/F DETERMINADOS Y OTROS S/ BENEFICIO DE LITIGAR SIN GASTOS.
(Sumario Nro. 2086) ................................................................................................................................ 168
AUTOLATINA ARGENTINA SA DE AHORRO P/F DETERMINADOS C/ GUERRERO, ANA MARIA
S/ EJECUCION PRENDARIA. (Sumario Nro. 2059) .......................................................................... 159
AUTOPISTAS DEL SOL SA C/ GIGARED SA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 1857) ....................... 74
AUTOPISTAS DEL SOL SA C/ GIGARED SA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 1858) ....................... 75
AVEMAR SCA C/ LOPEZ, SANDRA BEATRIZ S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 2036) ................... 150
AVILES, GUSTAVO DAVID Y OTRO C/ ASEGURADORA FEDERAL ARGENTINA SA S/
ORDINARIO. (Sumario Nro. 2113) ....................................................................................................... 177
ii
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iii
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...................................................................................................................................................................... 53
CASTREGE, JUAN JOSE S/ PEDIDO DE QUIEBRA (POR LA RURAL VDOS. Y BGAS SA.).
(Sumario Nro. 1778) .................................................................................................................................. 41
CCI CONCESIONES SA C/ OBRASCON HUARTE LAIN SA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 2075)
.................................................................................................................................................................... 164
CELA, FERNANDO JAVIER S/ PEDIDO DE QUIEBRA POR GALARZA, IRENE LUCIA S/
INCIDENTE DE RECUSACION CON CAUSA. (Sumario Nro. 2110) ............................................. 176
CHAMPION INTERNATIONAL BATTERIES C/ CHAMPION SA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro.
1913) ............................................................................................................................................................ 98
CHELAS SA S/ LE PIDE LA QUIEBRA (AVERY DANNISON DE ARGENTINA SA). (Sumario Nro.
1781) ............................................................................................................................................................ 43
CHENLO, MARIA VICTORIA S/ CONCURSO PREVENTIVO S/ INCIDENTE DE REVISION (POR
LA CONCURSADA AL CRED. DE MORENO CARLOS AGUSTIN JOSE). (Sumario Nro. 1813) 54
CHIDIAK, LILIANA C/ ASOCIACION DE BENEFICENCIA HOSPITAL SIRIO LIBANES S/
ORDINARIO. (Sumario Nro. 1683) ......................................................................................................... 14
CHONEV KIRIL IORDANOV KRSTEV C/ AMERICA LATINA LOGISTICA MESOPOTAMICA SRL
S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 1868) .................................................................................................... 79
CIRCULO DE SUBOFICIALES DEL SERVICIO PENITENCIARIO FEDERAL ARGENTINO S/
CONCURSO PREVENTIVO S/ INCIDENTE DE APELACION. (Sumario Nro. 1723) .................... 20
CLUB ATLETICO ROSARIO CENTRAL C/ GRINBANK, DANIEL ERNESTO S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 1687) .................................................................................................................................... 3
CLUB ATLETICO ROSARIO CENTRAL C/ GRINBANK, DANIEL ERNESTO S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2034) ................................................................................................................................ 149
COMISION NACIONAL DE VALORES C/ CARRANZA, HUGO MARCELO S/ RECURSO DE
APELACION. (Sumario Nro. 1693) ........................................................................................................... 6
COMISION NACIONAL DE VALORES C/ CARRANZA, HUGO MARCELO S/ RECURSO DE
APELACION. (Sumario Nro. 1694) ........................................................................................................... 6
COMISION NACIONAL DE VALORES C/ PABLO TELL S/ ORGANISMOS EXTERNOS. (Sumario
Nro. 1697) ..................................................................................................................................................... 9
COMPAÑIA DE INVERSORES DE ENERGIA SA (CIESA) S/ PEDIDO DE QUIEBRA (AEI).
(Sumario Nro. 1777) .................................................................................................................................. 41
COMPAÑIA DE INVERSORES DE ENERGIA SA (CIESA) S/ PEDIDO DE QUIEBRA (AEI).
(Sumario Nro. 1779) .................................................................................................................................. 42
COMPAÑIA FINANCIERA ARGENTINA SA C/ LEGUIZAMO, MARIANA INES S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2120) ................................................................................................................................ 179
COMPAÑIA FINANCIERA ARGENTINA SA C/ LEGUIZAMO, MARIANA INES S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2121) ................................................................................................................................ 180
COMPAÑIA FINANCIERA ARGENTINA SA C/ LEGUIZAMO, MARIANA INES S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2122) ................................................................................................................................ 181
COMPAÑIA FINANCIERA ARGENTINA SA C/ LEGUIZAMO, MARIANA INES S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2123) ................................................................................................................................ 181
COMPAÑIA FINANCIERA ARGENTINA SA C/ LEGUIZAMO, MARIANA INES S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2124) ................................................................................................................................ 182
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D
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EIDICO SA C/ BENZO, CECILIA MARIA S/ EJECUTIVO. (Sumario Nro. 2023) .............................. 146
ELIFOX CORPORATION S.A. S/ LE PIDE LA QUIEBRA (UTIPOL S.A.). (Sumario Nro. 1771) ..... 39
EMPRESA DE TRANSPORTES EL LITORAL S.A. S/ CONCURSO PREVENTIVO S/ INCIDENTE
DE VERIFICACION DE CREDITO PROMOVIDO POR GOBIERNO DE LA CIUDAD DE
BUENOS AIRES. (Sumario Nro. 1754) .................................................................................................. 32
EQUITY TRUST COMPANY ARGENTINA SA C/ FERNANDEZ, PATRICIA S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2128) ................................................................................................................................ 184
EQUITY TRUST COMPANY ARGENTINA SA C/ FERNANDEZ, PATRICIA S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2140) ................................................................................................................................ 187
ERKE SRL S/ QUIEBRA S/ CONCURSO ESPECIAL (POR FINANDEVO SA Y OTROS). (Sumario
Nro. 1790) ................................................................................................................................................... 46
ESPOSITO, JOSEFINA C/ HEWLETT PACKARD ARGENTINA SRL S/ ORDINARIO. (Sumario
Nro. 2040) ................................................................................................................................................. 151
ESTABLECIMIENTOS GATARU SA. S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE RESTITUCION DE
FONDOS (PROMOVIDO POR LAFEMINA, MARTIN). (Sumario Nro. 1755) .................................. 33
ESTACION DE SERVICIO SAENZ PEÑA SRL C/ ESSO SAPA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro.
1875) ............................................................................................................................................................ 82
ESTACION DE SERVICIO SAENZ PEÑA SRL C/ ESSO SAPA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro.
1876) ............................................................................................................................................................ 82
FANTINATO, SILVIA JUANA C/ FANTINATO SA S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 2052) ............... 156
FARMACEUTICOS ARGENTINOS SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE REVISION (POR
FARMACIA DODERA). (Sumario Nro. 2070) ...................................................................................... 163
FEVRE, MARIA ESTELA C/ CASTRO, GRACIELA EVA S/ EJECUTIVO. (Sumario Nro. 2004) ... 138
FIDEICOMISO DE RECUPERACION CREDITICIA LEY 12726 C/ ESTABLECIMIENTO RURAL
INDIGENA S.A. S/ EJECUCION PRENDARIA. (Sumario Nro. 2151) ............................................. 192
FIGUEROA, DIEGO CARLOS C/ GENERAL MOTORS DE ARGENTINA SX S/ EJECUTIVO.
(Sumario Nro. 2200) ................................................................................................................................ 210
FINANRIB COOPERATIVA DE CRED CONS VIV Y TUR LTDA C/ ROTAGRAF SA S/
EJECUTIVO. (Sumario Nro. 2003) ....................................................................................................... 138
FIRME SEGURIDAD SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE VERIFICACION DE CREDITO
PROMOVIDO POR GOMEZ, ALICIA GRACIELA. (Sumario Nro. 1919) ........................................ 101
FIRME SEGURIDAD SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE VERIFICACION DE CREDITO
PROMOVIDO POR GOMEZ, ALICIA GRACIELA. (Sumario Nro. 1921) ........................................ 102
FIRME SEGURIDAD SA S/ QUIEBRA S/ INCIDENTE DE VERIFICACION DE CREDITO
PROMOVIDO POR GOMEZ, ALICIA GRACIELA. (Sumario Nro. 1928) ........................................ 106
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NOVOSAD, ISABEL C/ DINERS CLUB ARGENTINA S/ SUMARISIMO. (Sumario Nro. 2111) ..... 176
NOYA, HORACIO C/ AUTOMOVIL CLUB ARGENTINO S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 2041) ... 152
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QBE ART SA C/ QUIMICA LEZ SRL S/ EJECUTIVO. (Sumario Nro. 2147) ..................................... 190
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xiii
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1869) ............................................................................................................................................................ 79
TOYOTA COMPAÑIA FINANCIERA DE ARGENTINA S.A. C/ ROCA CEREALES S.A. S/
SECUESTRO PRENDARIO. (Sumario Nro. 1867) .............................................................................. 78
TOYOTA COMPAÑIA FINANCIERA DE ARGENTINA SA C/ BAIGORRIA, VICTOR DANIEL
OSCAR S/ SECUESTRO PRENDARIO. (Sumario Nro. 1873) .......................................................... 81
TRANSPORTES PERPEN SA S/ QUIEBRA C/ PERPEN, ERNESTO Y OTROS S/ ORDINARIO.
(Sumario Nro. 1742) .................................................................................................................................. 27
TRANSPORTES PERPEN SA S/ QUIEBRA C/ PERPEN, ERNESTO Y OTROS S/ ORDINARIO.
(Sumario Nro. 1743) .................................................................................................................................. 27
TRANSPORTES PERPEN SA S/ QUIEBRA C/ PERPEN, ERNESTO Y OTROS S/ ORDINARIO.
(Sumario Nro. 2183) ................................................................................................................................ 204
xiv
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WILLA, ENRIQUE C/ KENISTEIN, CARLOS S/ ORDINARIO. (Sumario Nro. 2132) ....................... 185
xv
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JURISPRUDENCIA
El CCIV: 954 permite extraer tres elementos fundamentales para la procedencia del instituto de nulidad:
a) una grave desproporción no justificada, entre las prestaciones que se deben las partes; b) un estado
deficitario del lesionado, que deberá encontrarse en estado de "necesidad", "ligereza" o "inexperiencia";
c) explotación de alguno de esos estados por la parte que obtiene la ventaja excesiva sin justificación
(cfr. Bueres, Alberto - Highton, Elena, "Código civil y normas complementarias", t. 2 B, Ed. Hammurabi,
Bs. As. 2006, p. 605).
1 - En el caso de las llamadas ventas de inmuebles a non domino en las cuales no participa el verus
USO OFICIAL
domino, quien es sustituido por un tercero que aparenta esa condición mediante la falsificación de
instrumentos públicos y demás documentos necesarios para la transmisión del dominio, se han
insinuado diversos enfoques que, con argumentos disímiles, confluyen en la inaplicabilidad del CCIV:
1051- parte final.
2 - Según la teoría del acto inoponible, el acto jurídico de transmisión de derechos celebrado sin la
participación del verdadero titular sería un acto jurídico inoponible a éste (Alterini, J: "El artículo 1051 del
Código Civil y el acto inoponible", JA, 1971-634; Trigo Represas y Compagnucci de Caso: su aporte a
las Jornadas Sanrafaelinas de Derecho Civil, en "Temas de Derecho Civil", p. 51; Alsina Atienza: "Los
derechos reales en la reforma del Código Civil", JA, 1969-457; ídem SCBA, voto de la minoría in re
"Firinu, Angel A. c/ Frigorífico Alca S.R.L. y otros", del 07/11/95).
3 - Según la teoría del acto viciado de nulidad absoluta, el acto jurídico de adquisición de derechos, en
virtud de un instrumento materialmente falso, estaría afectado de nulidad absoluta, de manera que los
terceros no podrían adquirir un derecho válido sobre el bien (Cortés: "Los efectos contra terceros de la
nulidad de los actos jurídicos", LL, t. 139-906).
4 - La teoría del acto inexistente afirma que el acto jurídico celebrado sin la participación del verdadero
titular de los derechos sería un acto inexistente y, en consecuencia, el tercero, malogrado su buena fe y
título oneroso, en realidad nada adquirió y está obligado a restituir lo recibido (Llambías, Jorge J.:
"Tratado de Derecho Civil, Parte General", t. II, p. 583, n° 1909; Borda, Guillermo: "La reforma del
Código Civil", p. 161; Belluscio, Augusto C.: "Código Civil", t. VIII, pág. 733; Cifuentes, Santos:
"Elementos de Derecho Civil", pág. 416; Cobas, Manuel y Zago, Jorge: "Derecho Civil-Parte general",
Universidad, Bs. As. 2007, p. 481; ídem CNCivyCom, de San Martín, Sala I, in re "Olezza, Alberto v/
Gómez, Juan Carlos", del 26/02/08).
5 - En conclusión, desde todos los ángulos, se arriba al mismo resultado, la jurisprudencia mayoritaria
es concorde en que las transmisiones de dominio de inmuebles realizadas por quien no es el titular de
ese derecho real, sobre la base de una falsificación de documentos, no puede surtir efectos ni siquiera
respecto de terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe. Se considera que los principios de
apariencia jurídica, de protección a los terceros de buena fe y de la preferencia de la seguridad dinámica
frente a la estática, deben ceder frente al interés del verdadero propietario que no tuvo ninguna autoría o
participación en el acto y que siendo ajeno a la maniobra es su principal víctima (CNCiv, Sala C, in re
"Rebelo, Aldo J. v/ Rebelo Velasco, José y otros", del 26/03/85; ídem Sala D in re "Marins Domingo,
José y otra v/ Leone, Antonio", del 10/05/84; ídem Sala F in re "Erdman del Carril, Elisa M. E. y otros v/
Lozada, Mario", del 27/08/79; ídem Sala M in re "Plis, José v. Dellachiesa, Jorge H.", del 21/05/07). Hay
también quienes fundamentan esta conclusión, en la aplicación analógica del art. 2765, C. Civil, que
exige autoría para que se opere la transmisión del derecho y quede así protegido el tercero
(CNCivyCom, San Martín, Sala I, "Olezza, Alberto v. Gómez, Juan Carlos", del 26/02/08, citando a
Adrogué).
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Cumplido el requisito de "buena conducta" (Ley 20066: 33 inc. bº), exigido para la matriculación como
corredor, mediante la presentación de una declaración jurada suscripta por dos testigos, con firma
certificada, quienes manifestaron respecto del desempeño y honradez del requirente (RG 7/2005),
procede hacer lugar a su inscripción en la matrícula pertinente; no obsta a ello la circunstancia de que
en sede penal el requirente fue considerado "prima facie" autor penalmente responsable del delito de
malversación de caudales públicos; pues, un auto de procesamiento no configura automáticamente una
mala conducta incompatible con la actividad de corredor, sino que es necesario apreciar en cada caso y
en particular si la conducta imputada en sede penal se relaciona con la índole de la actividad para la
cual se requiere autorización; análisis éste que no resulta menester realizar, en la especie, en tanto de
conformidad con las copias certificadas acompañadas por el interesado, en la causa penal se declaró
prescripta la acción penal a su respecto, situación reconocida por la IGJ.
Vassallo - Dieuzeide.
Conforme lo dispuesto por el art. 65 de la Ley 24452, al no preverse en ese cuerpo legal el sistema
cancelatorio de cheques procede recurrir al régimen del art. 89 del Decreto Ley 5965/63 (CNCom, Sala
B in re "Stefano Holdings S.R.L. s/ cancelación", del 10/05/94); ello, en el entendimiento de que este
último refiere al portador del documento, a lo que resulta ajeno el librador en su exclusivo rol de
obligado. Este último debe atenerse a la vía del art. 5 de la Ley 24452, avisando al girado de que se
abstenga de pagarlos ante su eventual presentación (CNCom, Sala B in re "Proteco S.A. s/
cancelación", del 20/02/98; ídem, in re "Sources S.A. s/ cancelación", del 01/06/01; ídem "Estévez,
Patricia Marina s/ cancelación" del 16/05/06).
Cabe señalar que la Ley 24452: 3, establece que el domicilio que el titular de la cuenta corriente tenga
registrado en el banco podrá ser considerado domicilio especial a todos los efectos legales derivados
del cheque.
Cuando, como en el caso, la excepción de falsedad de título opuesta por el ejecutado resulta
procedente en tanto ha logrado probar que las firmas insertas en los cheques que dieron motivo a la litis
no pertenecían a ninguna de las personas que podían obligarla al tiempo del libramiento de los mismos,
el intento del ejecutante de atribuirle a aquélla un proceder irregular al demorar casi (2) años en efectuar
las denuncias pertinentes, por la sustracción de chequeras, es una cuestión que además de exorbitar el
análisis de las formas extrínsecas de los documentos de marras, ninguna incidencia reviste para
controvertir eficazmente el rechazo de esta ejecución.
2
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Cabe rechazar el recurso interpuesto contra la decisión del Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de
Comercio de Buenos Aires que declaró su competencia para entender en las cuestiones propuestas en
la demanda, precisando que al no haberse pactado arbitraje de derecho el caso debe resolverse "ex
aequo et bono" en virtud del Reglamento Orgánico: 2; ello así pues, de conformidad con el Reglamento
del Tribunal de Arbitraje General de la Bolsa de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires: 24 y 64, el
procedimiento arbitral se encuentra regido por sus reglas; dentro de las cuales establece
específicamente que los laudos de amigables componedores no son recurribles; de tal modo, si el laudo
final no es susceptible de apelación, implícitamente y por derivación lógica de ese principio, es evidente
que cualquier decisión previa, esto es, de mero trámite o interlocutoria, que conduzca a ese laudo
tampoco puede contar con un recurso directo de naturaleza judicial; por tanto, pretender modificar esa
regla invocando la aplicación subsidiaria de otra normativa (en la especie, la Ley Modelo de
UNCITRAL), implicaría una paradoja, cual es admitir el control judicial de la decisión preliminar sobre
competencia y denegar ese control respecto de la decisión más relevante del caso, cual es el laudo
definitivo; sin embargo, ello no importa abrir juicio sobre la pertinencia formal o procesal de un eventual
USO OFICIAL
planteo de nulidad del laudo (Reglamento: 65), ya que, como ocurre con nuestra normativa procesal,
sólo se encuentra regulada la acción de nulidad contra la resolución que pone fin al arbitraje (CPR: 771);
lo cual significa que la decisión que afirme la competencia del Tribunal Arbitral no es susceptible de
recurso inmediato y quien pretenda cuestionarla debe aguardar al laudo final para interponer en esa
oportunidad la nulidad fundada en la falta esencial que constituye la carencia de competencia para su
dictado (cfr. Rivera, "Arbitraje Comercial. Internacional y doméstico", p. 416/423, Buenos Aires, 2007).
1. Cabe confirmar la resolución dictada por el directorio del Mercado de Valores de Buenos Aires S.A.
por la que revocó la inscripción en el registro de Sociedades de Bolsa y la autorización para operar de
un agente de bolsa y sociedad de bolsa que él integra, por transgresiones al Reglamento Operativo del
Mercado de Valores de Buenos Aires S.A: 4-e, f y o ap. 1.a, 1.b, 1.c, 1.d, 1.f y 1.g apartado 2.c y 2.d
apartado 3., en virtud de haber sido ficticias las operaciones de compraventa de los títulos que se
habrían realizado por su intermedio sucesivamente entre su comitente y un tercero, con la única
finalidad de fijar un precio de referencia necesario para posibilitar las transacciones realizadas minutos
después en el segmento de negociación continua y por haber pagado a cierto banco, por la compra de
los títulos, un precio sustancialmente menor al que estaban ofreciendo los compradores del título,
perjudicando los intereses de su comitente, pese a que tenía conocimiento de oferentes de mejor precio;
toda vez que de las constancias del proceso surgen elementos de prueba suficientes que permiten tener
por probado que las citadas operaciones en rueda abierta no fueron reales -explicaciones
proporcionadas por la sociedad de bolsa y las declaraciones prestadas por el comitente y el tercero, del
que surge que la sociedad "no...determinó con el comitente la existencia de la especie a vender", sino
que se limitó a suponerla por sus antecedentes, por la premura en efectuar la operación en la rueda
tradicional y porque la emisión total de los títulos era mucho mayor que la que se estaba tratando de
negociar; es decir, que la apelante no comprobó en modo alguno la existencia de los títulos en poder del
vendedor sino que en la mejor hipótesis se limitó a suponerla.
2. Además si el accionante pretende que en todo título público o privado emitido en cantidades mayores
a las que le encargaba negociar un comitente -lo cual incluye prácticamente a todos los negociados en
el recinto de la bolsa-, esta sociedad de bolsa se limitaba a suponer su efectiva tenencia por parte de
aquel, sin comprobarlo en forma alguna ni cerciorarse si se trataba de una venta en descubierto, debió
acreditarlo en caso de que se tratara de una costumbre habitual de todos o de la mayoría de los agentes
de bolsa (cfr. Halperín - Butty, "Curso de Derecho Comercial" t. I, cap. II, nro. 8, p. 39, ed. 2000).
3. Asimismo, no controvirtió la obligación de informar las ventas en descubierto impuesta por la circular
nro. 3128 y afirmada por la auditoría interna ni por la asesoría letrada del Merval, ni tampoco que su
omisión constituía un hecho grave, sino que se limitó a calificarla como "insignificante e intrascendente"
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sin proporcionar los motivos por las que la consideraba así, y que desconocía que la venta era en
descubierto; pues la omisión de informar puede ser desde la óptica del apelante insignificante e
intrascendente" en comparación con la comisión de un delito penado con una pena de entre dos y
cuatro años de prisión -CP: 173-7° y 174-5°-, pero no necesariamente desde la óptica de los principios
que regulan la negociación de títulos valores.
4. Estos numerosos indicios -omisiones y discrepancias-, aunque no proporcionen la certeza absoluta, sí
revelan una conexión tan íntima y estrecha entre tales omisiones y discrepancias -sobre hechos que la
apelante y los testigos conocían claramente por haber sido protagonistas- con el hecho de que las dos
operaciones en rueda abierta no fueron reales, que conforman plena prueba en los términos del CPR:
165-5° sobre tal irrealidad (cfr. Leguisamón, H., " Las presunciones judiciales y los indicios" cap. IX.A, p.
92, ed. 1991); lo que permite confirmar la resolución dictada por el directorio del Mercado de Valores de
Buenos Aires S.A. por la que revocó la inscripción en el registro de Sociedades de Bolsa y la
autorización para operar de la sociedad de bolsa accionante.
Acreditada la infracción al Reglamento Operativo del Merval: 4-e, f y o ap. 1.a, 1.b, 1.c, 1.d, 1.f y 1.g
apartado 2.c y 2.d apartado 3., por parte de la sociedad de bolsa accionante, en virtud de haber sido
ficticias las operaciones de compraventa de los títulos que se habrían realizado por su intermedio
sucesivamente entre su comitente y un tercero, con la única finalidad de fijar un precio de referencia
necesario para posibilitar las transacciones realizadas minutos después en el segmento de negociación
continua y por haber pagado a cierto banco, por la compra de los títulos, un precio sustancialmente
menor al que estaban ofreciendo los compradores del título, perjudicando los intereses de su comitente,
pese a que tenía conocimiento de oferentes de mejor precio; resta pronunciarse sobre la gravedad de la
sanción pese a que no fue materia de agravio específica, sino solamente por cuanto al imponerla el
directorio del Merval tuvo en cuenta tres circunstancias: el perjuicio económico al referido banco; la
realización de operaciones ficticias e innecesarias violando el principio de realidad de las operaciones y
transparencia que debe primar en el ámbito bursátil y la trascendencia y repercusión pública que tuvo la
actuación de la citada sociedad de bolsa en la operatoria llevada a cabo en la Sesión de Negociación
Continua; si bien el perjuicio al banco no debe ser merituado para imponer la sanción por estar incluido
entre los hechos que fueron materia de pronunciamiento en sede penal, los dos restantes justifican la
sanción aplicada puesto que la transparencia del mercado bursátil (cfr. Radresa, E., "Bolsas y contratos
bursátiles", Introducción, nro. 10, p. 9, ed. 1995) constituye una condición esencial para el
funcionamiento de los mercados de capitales como instrumentos de captación y canalización productiva
del ahorro público, por lo cual la concertación de operaciones que no son reales por parte de quien
constituye un operador calificado legalmente (Ley 17811) para actuar en él, desnaturaliza y conspira
seriamente con el objetivo esencial de las bolsas de comercio; por lo que cabe confirmar la resolución
dictada por el directorio del Mercado de Valores de Buenos Aires S.A. que revocó la inscripción de la
sociedad de bolsa accionante en el registro de Sociedades de Bolsa y la autorización para operar.
Voto del Dr. Vassallo:.
1. Encontrándose probada la falsedad de las referidas operaciones, como que la recurrente no informó
que se trataran de ventas "en descubierto", ha quedado demostrado que la sociedad de bolsa incurrió
en conductas contrarias a la que cabe esperar de un agente del Mercado; en la especie la infracción a lo
dispuesto por el Reglamento Operativo: 4 inc. e , y la Ley 17811: 23 que constituye su antecedente
legal; lo que constituye suficiente fundamento para imponer al sumariado una de las sanciones previstas
por la Ley 17811: 59, que regula en funcionamiento de Bolsas y Mercado de Valores.
2. La sentencia en estudio dispuso revocar la inscripción de la recurrente para actuar como sociedad de
Bolsa; la sanción sólo estaba justificada por dos operaciones de compraventa, que fueron calificadas de
falsas, cumplidas en forma prácticamente simultáneas por dos comitentes de la sociedad recurrente, y
que comprendieron la negociación de un número poco significativo de títulos.
3. Si bien, la escasa entidad económica de tal negociación, parecería haberse anulado desde lo
comercial pues la inicial compra fue minutos después desanudada al vender el primitivo comprador los
títulos adquiridos al que fuera su vendedor; amén de que, la restante infracción imputada (no haber
declarado que se trataba de una operación en descubierto), no parecía tener la gravedad para justificar
la máxima sanción (revocación de su inscripción como sociedad de Bolsa); pues alguna jurisprudencia
parece reservar tal pena para actos de mayor relevancia (vgr. disposición indebida de títulos de terceros
y ocultamiento de pasivos: CNCom, Sala A, 12.5.2005, "Mercado de Valores de Buenos Aires Merval c/
Roberto E. Agra y Cía. S.A.", LL diario 12.5.2005; posponer el interés del cliente en beneficio del propio:
CNCom, Sala B, 4.2.1985, "García Badaraco, Juan C.", LL 1985-B, 246).
4. Sin embargo, a poco que se analice las consecuencias de tal negociación falsa, la presunta nimiedad
de la operatoria falsa, desaparece; pues, la primera venta tuvo por efecto "hacer plaza", esto es fijar un
precio base que permitiera luego la negociación directa en la "sesión continua"; de tal modo, tal precio
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base pudo ser tenido en mira por el banco comitente para vender su tenencia de títulos a la cotización
ofrecida por la aquí recurrente; aún cuando el agente de bolsa pudiera desconocer el interés de otro
banco comprador en los títulos adquiridos al tiempo de las operaciones falsas, no podía ignorar como
experto en la actividad bursátil que la maniobra en que fue parte alteró en forma artificial el juego de la
oferta y la demanda, logrando como resultado la fijación de un precio base irreal; infringiendo dos
principios esenciales a la actividad bursátil como lo son la "realidad de las operaciones" y la "veracidad
de las registraciones".
5. La legislación ha otorgado marcada relevancia a tales pilares (Ley 17811: 23, 25, 37, 45, 46, 47 y 49)
del cometido de los mercados de capital; y la jurisprudencia ha mostrado severidad para punir
conductas que se apartan de aquellos principios (CNCom, Sala E, 19.2.1982, "Jorge L. Torné y Cía. s/
sumario Mercado de Valores de Buenos Aires"; CNCom Sala A, 26.3.1984, "Pérez Iturraspe, Eduardo
C."); frente a tales exigencias, resulta incompatible con la actuación de una sociedad de Bolsa, su
intervención en operaciones bursátiles que sabe falsas (Bollini, Shaw C. y Goffan M., "Operaciones
Bursátiles y Extrabursátiles", página 27); por lo que cabe confirmar la sanción aplicada.
1692. COMISION NACIONAL DE VALORES. AGENTES DE BOLSA. SANCIONES. "IN DUBIO PRO
USO OFICIAL
La relevante función que es ejercida por los agentes de Bolsa ha llevado a la Corte Nacional a rechazar
la aplicación del principio "in dubio pro reo" cuando se advierten conductas de naturaleza infractora, al
destacar el privilegio que la ley les otorga para ejercer como intermediarios en forma excluyente en el
mercado, lo cual les impone una conducta ejemplar (CSJN, 24.3.1988, "Soto, José J. s/ sumario,
Comisión de Valores, Fallos 311:320).
Cabe imponer una sanción de apercibimiento al director de una Sociedad anónima gerente de fondos
comunes de inversión, por haber infringido los arts. 27 inc. a.3), b.1), c.1) y c.1.2) del capítulo XXI de la
normas (NT 2001); 59 y 274 de la Ley 19550 y 4° "in fine" de la Ley 24083. Ello así, pues la sociedad
gerente manipuló el precio de los bonos CEDEARS, afectó la formación de los precios y el volumen
negociado en las especies analizadas, y creó una apariencia falsa de oferta. En ese contexto, el
recurrente no puede sostener validamente que su responsabilidad como director se extinguió a través la
aprobación de su gestión pues la infracción que aquí se sanciona deriva del perjuicio que la "marcación
de precios" puede producir al mercado y no interesa a la marcha de la sociedad como ente. Por otro
lado, la asamblea que aprobó la gestión del director carece del mencionado Poder de Policía que posee
la Comisión Nacional de Valores en aras a la protección de los mercados; y si carece de dicho poder
tampoco puede exculpar por la vía de aprobación de la gestión de faltas cometidas hacia terceros o
hacia el mencionado "mercado". Tampoco obsta a la responsabilidad endilgada al recurrente el hecho
de que existiera un gerente operativo que transmitiera las decisiones a la sociedad bursátil, pues ello no
importó una delegación de funciones que lo liberen de la responsabilidad en su desempeño en los
negocios ordinarios del ente social (arg. arts. 266 y 270 LS).
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Cabe imponer una sanción de apercibimiento al director de una Sociedad anónima gerente de fondos
comunes de inversión, por haber infringido los arts. 27 inc. a.3), b.1), c.1) y c.1.2) del capítulo XXI de la
normas (NT 2001); 59 y 274 de la ley 19.550 y 4° "i n fine" de la Ley 24083. Ello así, pues la sociedad
gerente manipuló el precio de los bonos CEDEARS, afectó la formación de los precios y el volumen
negociado en las especies analizadas, y creó una apariencia falsa de oferta. En ese contexto, aun
cuando pueda imputarsele responsabilidad a un gerente operativo, ello no obsta a la responsabilidad del
director que debe vigilar la marcha de la sociedad, máxime considerando que en el caso la cuestión se
relaciona con el negocio mismo de inversiones que la caracteriza. En efecto, su conducta debe
apreciarse conforme al standard de responsabilidad agravada exigible del profesional titular de un
emprendimiento con alto nivel de especialización, que por su propia voluntad se sujetó a la autoridad de
control y requirió habilitación para el ejercicio de una específica actividad. Por ello, la designación de un
gerente no releva a los directores de las responsabilidad inherente al cargo, aun frente a la existencia de
personas mejor informadas que el recurrente para atender tales cuestiones (cfr. CNCom, Sala B, in re
"Comisión Nacional de Valores c/ E. Flaiban SA", del 17/03/72). Así la sanción, además de fundarse en
la apreciación acerca de la responsabilidad de los sumariados, encuentra sustento en la imputación de
transgresiones a lo dispuesto por la Ley 17811, y las Normas (t. o. en 2001), configurándose
infracciones a normas relacionadas con el aludido control de policía, por cuya observancia debe velar el
organismo.
1. Resulta incontrovertido, en la especie, que la intención de los actores al abrir una cuenta comitente, lo
fue para realizar inversiones bursátiles vinculadas con la custodia y colocación de dinero en operaciones
de "pase" y "caución bursátil" en la sociedad de bolsa accionada, esto es, operaciones que, en esencia,
representan un riesgo para quien participa en ellas. Ello así, conviene señalar que la "caución bursátil"
consiste en la compra de títulos al contado y su venta a un mayor valor a término en las cuales
interviene el Mercado de Valores garantizando la operación y constituyéndose en depositario de los
títulos objeto del negocio (cfr. cfr. Bollini Shaw, Carlos Goffan, Mario, "Operaciones bursátiles y
extrabursátiles", Ed. Abeledo - Perrot, Buenos Aires, 1995, págs. 9/10). Asimismo, se ha dicho que la
caución bursátil es empleada para obtener dinero sobre valores mobiliarios, conservando la propiedad
de los títulos, mediante la siguiente operatoria: el propietario de los títulos -tomador del dinero- los vende
al contado al dador del dinero, y éste, en el mismo acto, se los vende a término a un precio superior.
Desde tal perspectiva, la caución constituye una operación similar al "pase", en la cual el precio de venta
al contado es inferior al de cotización y surge de los aforos que fija periódicamente el Mercado; además,
el precio de venta a plazo es superior al de venta al contado (cfr. Radresa, Emilio, "Bolsas y contratos
bursátiles"; Ed. Depalma, Buenos Aires, 1995, pág. 196).
2. Por su parte, es frecuente que el alza o la baja del precio impulse a buscar la prolongación de la
ejecución del contrato. Esta nueva operación pone fin a la existente y crea una nueva, llamada "pase".
Es decir: se compra al contado y se revende a plazo. Quien ha comprado y no tiene los títulos, puede
tomarlos en pase. El pasador que toma el papel al contado se transforma en un prestamista que se
asegura un interés, integrado por la diferencia entre el precio de mercado del día y el posterior pactado
(cfr. Radresa, Emilio, ob. cit., pág. 195).
3. En el reporte o también denominado "pase" el reportador adquiere por una suma de dinero la
propiedad de títulos de crédito y se obliga a transferir al reportado la propiedad de otros tantos títulos de
la misma especie, en el plazo convenido y contra reembolso del mismo precio, más un premio. El
premio generalmente queda a beneficio del reportador (esto sucede porque habitualmente el reportado
está interesado en conseguir un préstamo de dinero y en no desprenderse definitivamente de los
títulos). Puede suceder que este contrato sea en beneficio del reportador, quien pagará dinero para
obtener provisionalmente acciones de una sociedad anónima que necesita para votar en una asamblea
y, en tal caso, será él quien pagará para poder obtener los títulos. En este supuesto, el plazo pactado
entre la entrega de los títulos y su devolución es esencial y según el art. 47 del Mercado de Valores de
Buenos Aires: 1) debe ser liquidado dentro de un plazo no mayor al mes bursátil a contar de la fecha en
que debe liquidarse la garantía que originó el pase cuando tenga por objeto diferir la liquidación de la
compra o venta a plazo; 2) para liquidar dentro de un plazo no mayor a un mes bursátil una venta a
término que sea consecuencia de una compra al contado efectuada en la misma rueda y por cuenta del
mismo comitente (operaciones de pase o reporte y reporte prórroga). En la actualidad, los pases, como
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los depósitos, no pueden ser a un plazo menor a treinta (30) días, lo cual derogaría el art. 47 del
M.V.B.A citado supra (cfr. Bollini Shaw, Carlos -Goffan, Mario, ob. cit., págs. 133/5).
4. La Comunicación A 2061/93 BCRA permite las operaciones de pase y caución por un plazo no menor
de 30 días, de títulos valores públicos y privados "en dólares" y también "en pesos", de títulos valores
públicos nacionales y privados, así como compras a término de títulos valores privados.
1. Abierto un sumario por transgresiones al Reglamento Operativo del Mercado de Valores de Buenos
Aires S.A: 4-e, f y o ap. 1.a, 1.b, 1.c, 1.d, 1.f y 1.g apartado 2.c y 2.d apartado 3., contra un agente de
bolsa y la sociedad de bolsa que él integra, en virtud de haber sido ficticias las operaciones de
compraventa de los títulos que se habrían realizado por su intermedio sucesivamente entre su comitente
y un tercero, con la única finalidad de fijar un precio de referencia necesario para posibilitar las
transacciones realizadas minutos después en el segmento de negociación continua y por haber pagado
a cierto banco, por la compra de los títulos, un precio sustancialmente menor al que estaban ofreciendo
los compradores del título, perjudicando los intereses de su comitente, pese a que tenía conocimiento
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de oferentes de mejor precio; cabe desestimar el agravio concerniente a la existencia de cosa juzgada
con fundamento en la sentencia dictada por el Superior Tribunal de una provincia que revocó la condena
dictada por el Tribunal Criminal de esa provincia contra el agente sumariado; toda vez que estos hechos
no constituyeron materia de la infracción al reglamento operativo: 4-e, por el cual fue abierto el sumario;
pues el delito por el que fue condenado por un Tribunal en lo Criminal provincial -cuya sentencia revocó
el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia- fue el delito de defraudación en perjuicio de la
Administración Pública, cuya tipicidad está definida por el CP: 173-7° y 174-5°.
2. Asimismo, en la sentencia por la que el Superior Tribunal de Justicia absolvió al accionante -en el
marco procesal de un recurso de casación y por arbitrariedad del fallo-, el fundamento central fue que se
consideró desacertada la valoración de la prueba de ciertos supuestos de hecho definitorios para la
concreción del delito, como la representación o el cuidado mediante cualquier forma jurídica de los
intereses del banco en cuestión, la connivencia delictiva con otro coprocesado, o el conocimiento previo
que pudo haber tenido el agente de bolsa del precio al cual se podían vender los títulos adquiridos al
banco.
3. Pero en modo alguno el Superior Tribunal descalificó la apreciación de otros supuestos de hecho
tenidos en cuenta en la sentencia casada para atribuir responsabilidad penal, como el carácter ficticio de
las operaciones en rueda abierta que habrían realizado el comitente y el tercero; por el contrario, la
sentencia del Superior Tribunal aclaró expresamente que compartía las conclusiones del tribunal "a quo"
sobre tal extremo de hecho, simplemente lo consideró poco relevante para fundar la condena.
4. Por consiguiente, aún si no se compartiera la distinción efectuada por la señora fiscal general entre el
tipo penal y el tipo infraccional propio del derecho administrativo -con cita de A. Nieto, Aftalión, E.,
García de Enterría E. y Fernández, T. R.- al que se le puede agregar la distinción de M. M. Diez en el
sentido de que el derecho penal propiamente dicho y el derecho penal disciplinario se basan en
principios radicalmente distintos por lo cual el ejercicio de la potestad disciplinaria es administración y el
de la potestad criminal es justicia (cfr. Diez, M. M., "Derecho Administrativo", T. I, cap. VII nro. 7, p. 326,
ed. 1963), basta la simple analogía con los principios del derecho privado reseñados precedentemente
por tratarse de situaciones jurídicas idénticas o similares a las del derecho civil (cfr. Diez, M. M., op. y t.
cit. cap. VII nro. 30 p. 370) para comprobar que la sentencia penal examinada no vincula a este tribunal
para juzgar si la sociedad de bolsa sancionada infringió el Reglamento Operativo del Mercado de
Valores de Buenos Aires S.A: 4-e, en cuanto a concertar operaciones que no fueron reales en la rueda
abierta de los títulos cuestionados que se habrían realizado por intermedio de la sociedad de bolsa
sucesivamente entre el comitente y el tercero.
Voto del Dr. Vassallo:.
1. Las infracciones imputadas a la sociedad de Bolsa recurrente pueden ser divididas, a efectos de su
descripción, en dos ítems diferenciados, diferencia que puede advertirse tanto en el tiempo en que
fueron concretadas como en el tipo de falencia atribuida; aunque, en el fallo administrativo, y su anterior
dictamen del asesor letrado del Mercado de Valores, estos hechos sean vinculados como la estructura
única de la conducta reprochada: a) en un primer dictamen del asesor letrado, que fue receptado por el
directorio del Mercado de Valores, fue dispuesto instruir sumario administrativo a la sociedad de bolsa
por "...presunta transgresión al artículo 4) inciso e) del Reglamento Operativo y Circular Nro. 3128"; en
tal etapa del sumario, le fue atribuido a la sociedad de Bolsa haber propiciado operaciones falsas y no
haber dejado constancia en aquellas que se trataba de compraventa de títulos "en descubierto"; b)
ulteriormente, y en el dictamen previo a la decisión administrativa, la imputación fue ampliada acusando
ahora a la misma sumariada de haber infringido, además, el Reglamento Operativo: 4, primer párrafo
incs. f), o) apartados 1.a., 1.b, 1.c, 1.d, 1.f, 2.c, 2.d y 3; por haber actuado en perjuicio de su comitente,
abonando a este un precio inferior por los títulos públicos cuya venta le habría sido encomendada, que
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el que le ofertaron interesados en su adquisición; así no sólo perjudicó a su cliente sino que se hizo de
una ganancia indebida en la ulterior enajenación de aquellos títulos a esos terceros.
2. Ello así, la imputación que le realizó el directorio del Merval y que luego desencadenó en la
revocación de su inscripción en el Registro de Sociedades de Bolsa y la autorización para operar como
agente, se basó en atribuirle haber pergeñado una construcción artificiosa con el fin de tomar para sí
una ganancia que debió derivar a su cliente; y en esta "construcción" se vincularon, siempre según la
decisión del directorio del Merval que aquí fue objeto de recurso, tanto las operaciones falsas como
luego la actuación indebida del agente; en rigor aquellas habrían constituido la plataforma necesaria
para lograr la espuria finalidad.
3. Por su parte, la causa penal incoada ante la Justicia provincial concluyó, en cuanto a la recurrente
importa, absolviendo al agente de bolsa en orden al delito de defraudación en perjuicio de la
Administración Pública; y rechazó la acción civil que el Tribunal de Cuentas de aquella Provincia inició
contra aquél; así lo dispuso el Superior Tribunal provincial, decisión que quedó firme al rechazar la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, el recurso extraordinario deducido por la querellante y el actor civil.
De tal modo, esa decisión hizo cosa juzgada, en los términos del CCIV: 1103, aplicable por analogía a la
actuación administrativa, a parte de la imputación que el Mercado de Valores hizo al agente y a la
sociedad de bolsa; es que el Tribunal Provincial entendió que no se aportaron elementos probatorios
suficientes para acreditar que el agente, uno de los titulares de la sociedad de Bolsa, hubiere incurrido
en una actuación desleal hacia su comitente, en el caso el banco cuestionado, en la adquisición de los
títulos en cuestión y luego en su venta a mayor precio, tal conclusión hizo cosa juzgada respecto de los
ataques contenidos en la ampliación del sumario administrativo, que normativamente fueron
enmarcados como infracciones a lo dispuesto en el Reglamento Operativo: 4, párr. 1°, incs. f), o)
apartados 1.a., 1.b, 1.c, 1.d, 1.f, 2.c, 2.d y 3; lo que torna abstracto el agravio que titula como "cosa
juzgada", y que impugna la ampliación de las causales del sumario que postuló el dictamen, luego
acogidas por la sentencia administrativa en estudio; de modo que, la sentencia dictada en la causa
criminal ninguna incidencia tiene respecto de los reproches que dieron motivo al inicio del sumario; ya
que la invocada falsedad de las operaciones de compra y venta de títulos, realizadas sucesivamente por
USO OFICIAL
el comitente y el tercero con la intervención del agente y la sociedad de bolsa, no fueron objeto de
puntual tratamiento en la referida causa.
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Las "cauciones bursátiles" se asemejan a las operaciones de "pase" en cuanto a que se refieren a las
partes intervinientes (compra al contado y venta a término) pero se diferencian de ellas en cuanto a que
en las primeras interviene el Mercado de Valores garantizando la operación y constituyéndose en
depositario de los títulos objeto del negocio. Como quiera que sea, y más allá de las diferencias
existentes entre ambos tipos de operatoria, es indudable que este tipo de operaciones representa una
actividad esencialmente riesgosa para los inversores, dada la índole estrictamente especulativa propia
de la operatoria bursátil de que se trata, que como es sabido- no puede mantenerse ajena a los
vaivenes económicos y financieros del mercado y que, por ende, debe ser soportada por quien las
realiza y no trasladada a quien oficia de agente de bolsa. Ello así, el pago materializado por la sociedad
de bolsa accionada y el consiguiente retiro voluntario de los fondos por parte de los accionantes, tuvo
efectos plenamente cancelatorios de la prestación debida y por ende que la propia índole riesgosa del
tipo de operatoria que enmarcó la génesis de la obligación de que se trata, resulta obstativa a toda
posibilidad de reconocimiento de una prestación adicional fundada en la ilegitimidad de la aplicación de
la normativa de emergencia. De lo expuesto se concluye que, ya sea porque la obligación de que se
trata no era -en esencia- una "genuina" obligación constituida en moneda extranjera, o porque de
haberlo sido, la propia naturaleza riesgosa de la operatoria bursátil en que se hallaba inmersa, o porque,
en definitiva, fueron los propios actores quienes consintieron y aceptaron -o hasta incluso propiciaron- el
tratamiento que la accionada le dio a las colocaciones luego de la entrada en vigencia de la normativa
"pesificatoria", lo cierto es que, en cualquier caso, no parece discutible la carencia de derecho de los
demandantes a pretender el reconocimiento de la diferencia que procuran a través de este pleito,
circunstancia que torna superfluo introducirse en la cuestión relativa a la constitucionalidad o no de
USO OFICIAL
dicha normativa.
Carece de legitimación para recurrir la resolución que rechazó la homologación del acuerdo preventivo
extrajudicial, el acreedor celebrante del mismo, por cuanto no concurre en el caso el extremo previsto en
el ordenamiento concursal para habilitar a favor del quejoso la vía recursiva. Es que el Cap. VII del
Título II de la LCQ no contiene una norma específica sobre la materia, correspondiendo aplicar la regla
establecida por el art. 51, que establece que resultan apelables, tanto la decisión que admite la
impugnación efectuada al acuerdo preventivo, como la que la rechaza, en primer lugar por el deudor, y
en el segundo, por el acreedor impugnante. Es claro pues, que el ordenamiento concursal prevé
concretamente quiénes y ante qué supuestos proceden las apelaciones deducidas contra las
resoluciones que resuelven cuestiones de esta naturaleza.
Cabe rechazar el pedido de concursamiento efectuado por un deudor que logró la homologación de un
acuerdo preventivo extrajudicial por encontrarse en el período de inhibición previsto por el art. 59 "in
fine" de la Ley 24522; toda vez que, es sabida la analogía existente entre el concurso preventivo y el
acuerdo preventivo extrajudicial; a tal punto que la LC: 76 (modif. por la Ley 25589: 18) dispone que la
homologación del acuerdo en este último proceso produce los efectos previstos en la LC: 56, quedando
sometido a las previsiones de las Secciones III, IV y V del Capítulo V del Título II de la ley, generándose
así, a partir de esta nueva regulación del instituto, una asimilación particularmente intensa entre ambas
figuras; y, efectivamente, el título II comienza con el art. 5 y termina con el art. 76, por lo que la
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aplicación al caso de la LC: 59 aparece de esta forma prevista -si bien por vía de remisión- en la
legislación vigente; asimismo, la "ratio legis" de la LC: 59 es, en definitiva, forzar a que el deudor obre
seriamente, encauce adecuadamente sus negocios y no convierta al concordato preventivo en una
solución reiterativa (cfr. Heredia, "Tratado exegético de derecho concursal", 2000, t. 2, p. 324 y 532),
constituyéndose, además, en un incentivo para que se procure obtener la declaración judicial de
cumplimiento, cesando entonces todos sus efectos; lo contrario sería facilitar al deudor a que acceda a
distintas alternativas de efectos similares pero con procedimientos disímiles, lo cual no parece emanar
de la propia coherencia interna del sistema (cfr. Molina Sandoval, "Acuerdo preventivo extrajudicial",
2003, p. 131/2); en nada obsta a la solución propuesta que, la nulidad de la decisión homologatoria
opuesta por la Sra. Fiscal General, se encuentre pendiente de resolución, pues hasta tanto el órgano
judicial dirima dicha cuestión, la resolución homologatoria mantiene plena vigencia.
1 - La comunicación o remisión a la justicia criminal para la instrucción de una causa en dicho fuero -en
los términos del art. 233 de la Ley de Concursos- no puede ser automática.
USO OFICIAL
2 - Habiendo desaparecido en el régimen concursal vigente la calificación de conducta (art. 290, LCQ),
ha quedado implícitamente derogada la prejudicialidad mencionada en el art. 1104, inc. 2, del Código
Civil y excluida la aplicación de los arts. 10 y sgtes. del Código Penal. Ante ese panorama normativo, la
remisión imperativa a la justicia del crimen cuando el fallido carece de bienes no tiene explicación
posible y derivaría en una regla irrazonable en los términos del art. 28 de la Constitución Nacional.
3 - Si se siguiera ad literam la disposición de la ley de concursos a que se hace referencia, se llegaría al
absurdo de que sin una valoración previa por parte del juez de la quiebra, con el único y exclusivo
presupuesto fáctico de la carencia o exigüidad de los bienes del fallido se crearía la presunción de un
comportamiento encuadrable en alguna figura delictiva descripta por el código penal. Esto es, ni más ni
menos, que erigir un dato de por sí inexpresivo -si no se lo relaciona con otros hechos- en una
presunción de culpabilidad claramente contraria al principio de inocencia que consagra la Constitución y
la ley (art. 18, Constitución Nacional, y art. 1, Código Penal).
4 - Elípticamente, transitando esa vía interpretativa se desemboca en una reimplantación de la prisión
por deudas o en el quebrantamiento del principio de inocencia, consecuencias ambas que no son
admisibles.
5 - La precedente conclusión impone, pues, propiciar una inteligencia del art. 233, LCQ, que torne
compatible su texto con los principios esenciales de nuestro sistema jurídico. A tal fin, teniendo siempre
en claro la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que la declaración de
inconstitucionalidad es la última ratio del orden jurídico (Fallos: 249:51), hay que proponer una
inteligencia razonable (Fallos: 247:121), y una interpretación razonable en la especie es que no pueden
verse automatismos en la última parte del art. 233 y que la presunción de fraude que subyace allí debe
extraerse de un examen integral de los hechos por parte del juez de la quiebra.
Disidencia del Dr. Ojea Quintana (Por los fundamentos del Dictamen Fiscal):.
La remisión a la justicia penal de las actuaciones en caso de inexistencia de activos del fallido, no
implica prejuzgamiento acerca de la inocencia o culpabilidad del fallido, sino simplemente una medida
que -sin visos de irrazonabilidad- pone en conocimiento del juez penal de las actuaciones a fin de que
investigue respecto de la posible comisión del delito de fraude. Será en el marco del proceso penal
donde cobraran relevancia y plena virtualidad las garantías constitucionales de legalidad (como corolario
del principio de culpabilidad por el hecho propio) y presunción de inocencia.
1 - La presunción de fraude a que alude el art. 232 LCQ, reconocería como presupuesto fáctico, pura y
simplemente, la falta de activo o su insuficiencia para satisfacer los créditos verificados o incluso los
gastos y honorarios del proceso concursal. En tales condiciones, nos encontraríamos ante una virtual
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reimplantación en nuestro sistema legal de la prisión por deudas, vedada por el art. 1 de la Ley 514
(conf. art. 7, inc. 7, Convención Interamericana de Derechos Humanos).
2 - La sola carencia de bienes suficientes, aislada de todo otro elemento de juicio, no podría erigirse en
una presunción irrefragable de fraude, la cual, sumada a la imperativa remisión de las actuaciones a la
justicia del crimen, estaría anticipando un veredicto acerca de la existencia del elemento subjetivo
principal de las figuras delictivas que habrían de ventilarse en el fuero penal. En otras palabras, de
seguirse este camino interpretativo, se estaría incorporando en nuestro derecho positivo una forma de
responsabilidad objetiva en materia penal.
3 - La regla en nuestro derecho positivo consiste, precisamente, en erigir una presunción genérica de
buena fe(conf. art. 2362, Código Civil). En tanto que el dolo o el fraude deben ser objeto de prueba
positiva y precisa, y no es dable presumirlos, salvo cuando media una específica norma legal que lo
establezca (v. gr. arts. 1297, 3604 y su nota, entre otros, del Código Civil).
Pero cuando esto ocurre, los alcances de tales presunciones se encuentran circunscriptos a los efectos
de determinados actos o negocios y su consecuencia repercute sobre la validez o, más frecuentemente,
sobre la eficacia de aquéllos. Vale decir, tales presunciones no se extienden a un juicio abstracto sobre
la conducta de ciertos sujetos y, menos aún, con el alcance de un preencuadramiento en un precepto
penal que equivaldría a una precalificación de una conducta según un tipo penal y vendría a contradecir
los principios consagrados por los arts. 1, 2 y 3 del Código Penal.
Es improcedente el argumento del apelante de que el magistrado concursal carece de competencia para
dictar la resolución en crisis -ordenó el pago del crédito verificado, obtenido por vía de subrogación,
hasta el límite de los fondos depositados en los términos de la Ley 24522: 266- ya que la quiebra había
concluído por avenimiento-. Es que el juez de la quiebra tiene atribución subsistente para aquellas
pretensiones que estuviesen pendientes de resolución judicial, sin que sea óbice para ello el
avenimiento. Ello así, debido a que de la LC 226, se extrae que resulta posible la continuación del
trámite incidental que es secuela procesal del trámite de la causa, máxime que -como en el caso- se
pretende involucrar la garantía afectada en los términos de la normativa antedicha que tiende al
afianzamiento de créditos aún pendientes de decisión y/o de satisfacción.
Cabe revocar la resolución del juez de grado que dio por concluido un proceso de quiebra en razón de
que en la etapa informativa se había presentado a insinuar su crédito un solo acreedor, y añadió que es
principio concursal la igualdad de acreedores, que supone la existencia de más de uno, y que por lo
tanto el único acreedor presentado podrá intentar el reconocimiento y proseguir la acción individual. Sin
embargo, cabe advertir que al momento de dictar la decisión en crisis, el proceso se encontraba en la
etapa prevista por la LCQ: 36; es decir, el magistrado de grado debía decidir sobre la procedencia y los
alcances de las solicitudes formuladas por los acreedores. En ese contexto, en el que solamente se
presentó en la etapa prevista por la LCQ: 32 un único acreedor, cuyo crédito resulta ser el insinuado por
la recurrente, cabe decidir que resultó prematura la resolución del magistrado de grado, ya que, en el
estado actual del proceso, se desconoce la existencia aunque sea de un sólo acreedor verificado.
Voto del Dr. Caviglione Fraga:.
Conforme lo resuelto in re "Sasson Morhaim, Jorge c/ Rodríguez, Marcelo s/ pedido de quiebra (conf.
Dictamen Fiscal de Cámara): "la existencia de un único acreedor no trae aparejada la conclusión del
procedimiento falencial, no sólo en virtud de la redacción que se ha impreso a la LCQ: 85, sino por lo
dispuesto por la LCQ: 229, que determina que la quiebra concluira cuando a la época en que el juez
debe decidir la verificación, no exista presentación de ningún acreedor y se satisfagan los gastos
integros del concurso, lo que no ocurre existiendo un acreedor verificado, en cuyo caso deben continuar
los procedimientos pertinentes."
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disposiciones en un concurso de garante, lo cierto es que ante el estado avanzado de las actuaciones y
el dictado de las providencias señaladas, no cupo rechazar la pretensión de la concursada de que se
computen las mayorías, a los fines de la homologación del acuerdo preventivo, con base en un pasivo
unificado. Es que, lo resuelto por la anterior magistrada no hizo más que ir en sentido contrario a
aquellas disposiciones dictadas con anterioridad en este proceso, afectando de ese modo los derechos
del deudor, quien, frente a la anterior aceptación de la magistrada, obviamente, continuó llevando el
trámite del concurso en esa misma línea. Por tales razones, y en atención al trámite que se ha otorgado
a este concurso preventivo, se estima que corresponde revocar la resolución apelada, debiendo tomarse
a los fines del cómputo de las mayorías el pasivo unificado de todos los concursos involucrados.
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a este concurso preventivo, se estima que corresponde revocar la resolución apelada, debiendo tomarse
a los fines del cómputo de las mayorías el pasivo unificado de todos los concursos involucrados.
Cuando el Banco Central de la República Argentina interviene en un proceso como sujeto procesal de la
causa como liquidador de una Compañía Financiera, las relaciones contractuales de este con sus
letrados en lo atinente a la remuneración de los ellos resulta res inter alios acta para el proceso, por lo
que la discusión sobre materia relativa al modo en que han de distribuirse, en su caso, los honorarios
que se estipulen a favor de la "la dirección letrada del Banco Central de la República Argentina",
extralimita el marco de conocimiento del proceso. Es que en la especie, los letrados que actuaron por el
BCRA lo hicieron en virtud del mandato conferido por esa institución en el ejercicio de la administración
y representación del ente en liquidación desplazando a sus órganos naturales, de tal suerte que la
remuneración no ha sido fijada a favor de cada uno de ellos en forma personal, sino en beneficio de la
dirección letrada de la entidad liquidadora.
USO OFICIAL
COMPAÑIA FINANCIERA PLAFIN SA (LIQ. POR BCRA) C/ DIAZ, ROBERTO CARLOS S/ EJECUTIVO.
Procede confirmar la resolución que dispuso, conforme lo previsto por la Ley 24522: 217, que el síndico
instara la realización de las subastas en ciertos juicios informados, a los fines del ingreso de fondos para
posibilitar una distribución de estos y así lograr la conclusión de la causa en cuatro meses. Ello así en
tanto, si bien -como en el caso- se trata de la liquidación de una entidad financiera, la Ley 21526 en su
artículo 46 ha dispuesto que la autoliquidación, la liquidación judicial y/o la quiebra de las entidades
financieras quedarán sometidas a lo prescripto por las Leyes 19550 y 24522 en todo aquello que no se
le oponga. Norma que se encuentra reafirmada por el art. 51 Ley 21526 en cuanto señala que, una vez
que el juez interviniente declara la quiebra, ésta queda sometida a las prescripciones de esa ley y de la
Ley de Concursos y Quiebras, salvo en los supuestos allí consignados. Asimismo, el art. 49, en su inciso
b), establece que se aplica en forma analógica lo dispuesto por la Ley de Concursos y Quiebras para la
liquidación de los bienes y proyecto de distribución y pago a los acreedores (inciso modificado por el art.
3º de la Ley 24485). Por ende, es claro que las disposiciones de la ley concursal, en lo relativo a la
realización de los bienes, son aplicables en supuestos como el de marras, en tanto no se contrapongan
a las disposiciones de la ley de entidades financieras, cuestión que en la especie no se da, pues, como
se señalara anteriormente, el juez de grado en ningún momento dispuso la continuación de la empresa
en marcha, ni la realización de los bienes según las disposiciones aplicables a dicho supuesto.
Argumento que por otro lado se advierte ajeno a las constancias de autos, pues los fondos cuyo ingreso
se procura provendrán de la realización de ciertos bienes de terceros a los fines de hacer efectivos
créditos que tenía la fallida contra aquellos. Finalmente, en cuanto a que el plazo de cuatro meses
dispuesto por el juez de grado resultaría exiguo, cabe señalar que tal lapso es el contemplado
legalmente por la ley concursal. Sin perjuicio de ello, no puede obviarse que si bien el objetivo de fijar un
plazo tan exiguo tiene como fundamento la celeridad y abreviación de los plazos de liquidación, ello no
impide que el juez de grado pueda ampliarlo y que, frente a circunstancias especiales, pueda
atemperarse la aplicación automática y rigurosa de las consecuencias previstas por esta norma para el
supuesto de incumplimiento del plazo legal. Es que, la aplicación mecánica de dicho lapso, y su
consecuente sanción para el síndico, puede resultar criticable, por la falta de realismo de un término tan
abreviado (en igual sentido: esta CNCom, Sala C, 30/5/00, "Barcessat, Jorge Simon s/ quiebra"). El a
quo en consecuencia habrá de atender a la adecuación de los plazos que requiera la índole de la
liquidación.
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Uzal - Míguez.
Cabe confirmar la resolución del juez de grado, en cuanto ordenó a la actora ocurrir por la vía
administrativa a fin de concluir los trámites pertinentes para hacer efectivo su crédito contra el Estado
Nacional. Ello así, en tanto del estudio de las actuaciones administrativas que se tienen a la vista
emerge que se exigieron a los acreedores ciertos requerimientos a pedido del "SIGEN", los cuales no se
advierten cumplidos. Véase que es en aquella sede donde debe tramitar, cuanto menos en esta etapa,
el cobro de la deuda de autos, pues resulta improcedente soslayar la aplicación de las leyes de
consolidación, atento el carácter de orden público de la normativa (CNCom, Sala B in re "Greco Hnos.
SAICA s/ incidente respecto del crédito de Establecimientos Agrícolas Las Cortaderas S.A. s/ incidente
de actuación por separado", del 05/10/06).
Cabe revocar la resolución que rechazo al deudor su presentación en concurso preventivo -conf. art. 13
LCQ- por haberlo entendido renuente en proporcionar los datos requeridos, amén de señalar la
inobservancia de las exigencias del art. 11 de la Ley 24522, descriptas en la providencia en crisis. Toda
vez que aún cuando se ha admitido jurisprudencialmente el cumplimiento en la Alzada de los recaudos
legales para pedir la apertura concursal (este Tribunal, Sala C, 9.4.01, "Nindia sa s/ concurso
preventivo"; Sala D, "Zapater Diaz ICSA s/ concurso preventivo" del 30/06/1994), en el sub examine se
advierten integrados de manera satisfactoria los requisitos legales exigidos por el art. 11 LCQ, con las
presentaciones, en la anterior instancia. Efectivamente, cupo dar por satisfecha la exigencia en torno a
los legajos previstos en el inciso 5° del art. 11 L CQ, con el acompañamiento de las constancias, en tanto
allí se detalla de manera pormenorizada e individual el nombre del acreedor, causa del crédito,
categoría, existencia de codeudores y/o fiadores, como copia de la documentación sustentatoria de la
deuda que se denuncia. Resultando también atinadas al estado del proceso las explicaciones vertidas
por el deudor respecto de su modus vivendi, sin que pueda conjeturarse que existió de su parte una
conducta reprochable u obstruccionista para el conocimiento liminar de su situación económica y
financiera que le impida ser merecedor de la vía que intenta (arg. art. 1071 Cpr.).
El art. 2 de la Ley 25750 establece que la propiedad de los medios de comunicación definidos en dicha
norma deberá ser de empresas nacionales, permitiéndose la participación de empresas extranjeras
hasta un máximo del 30% del capital accionario y que otorgue derecho a voto hasta por el mismo
porcentaje del 30%. Contempla, asimismo, que dicho porcentaje pueda ser ampliado en reciprocidad
con los países que preveen inversiones extranjeras en sus medios de comunicación hasta el porcentaje
en que ellos lo permiten. Esta disposición fue receptada en la reciente Ley N° 26522 de Servicios de
Comunicación Audiovisual, en su artículo 29 que remite a las disposiciones del primer y segundo párrafo
del art. 2 de la Ley 25750, indicando luego que: "cuando el prestador del servicio fuera una sociedad
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comercial deberá tener un capital social de origen nacional, permitiéndose la participación de capital
extranjero hasta un máximo del treinta por ciento (30%) del capital accionario y que otorgue derecho a
voto hasta por el mismo porcentaje del treinta por ciento (30%) siempre que este porcentaje no
signifique poseer directa o indirectamente el control de la voluntad societaria". Señálase que esta última
disposición podría traer aparejado en su caso, que el porcentaje de participación de capital extranjero se
limite a un porcentaje menor al 30% establecido. De otro lado, es cierto que el art. 5 de la Ley 25750,
dispone que, en caso de no alcanzarse acuerdo en los procedimientos concursales, a solicitud de la
concursada la propuesta de participación directa o indirecta de empresas extranjeras en la propiedad de
los medios de comunicación de empresas nacionales, deberá ser previamente autorizada por el Poder
Ejecutivo Nacional. Así, existiría la posibilidad, en caso de que se diera el supuesto alegado, en el caso,
por el recurrente, de que la concursada solicitaría la autorización contemplada en el artículo citado
precedentemente, permitiendo de este modo que los acreedores quirogarafarios que resultan empresas
extranjeras tengan una participación mayor a la prevista en el art. 2 referido.
El art. 43 de la Ley 24522 no habilita hic et nunc la prórroga del período de exclusividad fijado en la
resolución de apertura del concurso preventivo, pues sólo permite su extensión en función del número
de acreedores o categorías. A más, no debe perderse de vista la conveniencia de flexibilizar los resortes
legales en miras a no obstaculizar una solución concordataria siendo ella factible (conf. esta CNCom,
Sala C, 12/10/07, "Díaz y Quirini sa s/ concurso preventivo"). Sin embargo, debe señalarse que tal lapso
puede ser prorrogado sólo por el plazo de treinta (30) días, y no de cuarenta y cinco días como
pretendía la concursada. Sentado ello, en el caso, tomando en consideración que se ha ofrecido
propuesta de pago para los acreedores quirografarios no fiscales, quirografarios fiscales, quirografarios
laborales, privilegiados fiscales y privilegiados laborales y en atención al número de acreedores
verificados se estima que resulta conveniente hacer lugar a la prórroga solicitada, sólo por el plazo de
diez (10) días, contados a partir de la notificación de la presente; ello así aún cuando haya transcurrido
prácticamente la totalidad del plazo extraordinario previsto legalmente, computado desde la fecha de
vencimiento del lapso de exclusividad establecido en el auto de apertura.
A los efectos del cómputo de las conformidades prestadas al acuerdo presentado por la concursada, no
es necesario el bloqueo de los certificados de los tenedores de obligaciones negociables, toda vez que
ello no es requerido expresamente por la ley concursal para emitir la conformidad a la propuesta de
acuerdo, en tanto el art. 4 del Decreto 677/01, al referirse a certificados globales, como son los de la
especie, estipula que podrán expedirse comprobantes de los valores representados en aquellos a favor
de las personas que tengan una participación en los mismos, a los efectos y con el alcance indicado en
el inciso e) de dicho artículo. Ese inciso consigna la posibilidad de expedir comprobantes a los efectos
de legitimar al titular para reclamar judicialmente, presentar solicitudes de verificación de crédito o
participar en procesos universales, para lo que tal certificado, aparece como suficiente comprobante, sin
necesidad de autenticación u otro requisito. Asimismo contempla que su expedición importa el bloqueo
de la cuenta respectiva, sólo para inscribir actos de disposición por su titular, por un plazo de 30 días,
debiendo los comprobantes mencionar tales circunstancias.
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A los efectos del cómputo de las conformidades prestadas al acuerdo presentado por la concursada, no
es necesario el bloqueo de los certificados de los tenedores de obligaciones negociables, toda vez que
ello no es requerido expresamente por la ley concursal para emitir la conformidad a la propuesta de
acuerdo, en tanto el art. 4 del Decreto 677/01, al referirse a certificados globales, como son los de la
especie, estipula que podrán expedirse comprobantes de los valores representados en aquellos a favor
de las personas que tengan una participación en los mismos, a los efectos y con el alcance indicado en
el inciso e) de dicho artículo. Ello así, los comprobantes serán emitidos por la entidad del país o del
exterior que administre el sistema de depósito colectivo en el cual se encuentren inscriptos los
certificados globales. Cuando entidades administradoras de sistemas de depósito colectivo tengan
participaciones en certificados globales inscriptos en sistemas de depósito colectivo administrados por
otra entidad, los comprobantes podrán ser emitidos directamente por las primeras. En caso de
certificados globales de deuda el fiduciario, si lo hubiere, tendrá la legitimación antes indicada con la
mera acreditación de su designación. Ahora bien, tales expresiones permiten llegar a la conclusión de
que, al remitirse el párrafo correspondiente a los certificados globales a lo dispuesto en el inciso e) del
art. 4 del decreto citado, la expedición de los comprobantes de participación en dichos certificados
importa de por sí el bloqueo de la cuenta respectiva. No se desconoce que dicha norma requiere que tal
circunstancia sea mencionada en los comprobantes.
Actualmente no existe disposición alguna en la ley concursal que prohiba que varios acreedores presten
su conformidad a la propuesta concordataria otorgando poder, para ello, a la misma persona. En efecto,
si bien la Ley 19551: 48, contemplaba que, a los fines de la representación de los acreedores en la junta
de acreedores, un mandatario no podía representar a más de cinco (5) acreedores, no puede obviarse
sin embargo que dicha solución, moralizadora por cierto, que limitaba la cantidad de poderdantes por
apoderado, no fue mantenida en la actual ley concursal 24522, por lo que se ha visto indefectiblemente
derogada, lo cual implica a su vez un expreso criterio legislativo de restar trascendencia a ese aspecto,
más allá de que este sea o no compartido por el Tribunal que ciertamente no lo es puesto que
contribuye a restar confiabilidad y transparencia a las mayorías resultantes de la dinámica concursal.
Si bien la llamada "compra de votos" constituye una atipicidad dentro del régimen concursal; sin
embargo, la mera existencia de un pago por subrogación o una cesión de crédito no predican
necesariamente una ilicitud; en principio no es pertinente, por la sola invocación de estos institutos del
derecho civil, invalidar o privar de todo efecto ese negocio orientado a la transmisión del crédito, pues no
existe norma positiva que así lo autorice (CN: 19; Martínez Folquer, E. "Imponiendo previsibilidad a la
moralización de los procesos concursales", LLNOA 2008 (julio), 551); ya que la Ley 24522: 45 no prevé
como supuesto de exclusión del voto la adquisición de tal derecho por vía de cesión de crédito o pago
por subrogación; sólo lo contempla en caso que tal cesión la hubiere plasmado alguno de los sujetos
excluidos del cómputo, dentro del año anterior a la presentación; y, al tratarse de una situación de
excepción, no puede extenderse la restricción legal a supuestos no contemplados específicamente
(Graziabile, D., "El final del período de exclusividad y consideraciones sobre el cómputo de las
mayorías", LL 2005 E, 722; y doctrina allí citada, nota N° 20).
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En caso de cesión de créditos el cesionario lo adquiere con independencia de la voluntad del deudor, en
tanto sólo es exigible su notificación (CCIV: 1446; Llambías, J. J., "Tratado de Derecho Civil -
Obligaciones" t. II-B, ps. 59/50); así, el nuevo titular posee, desde el cumplimiento de este recaudo, el
derecho a percibir el dividendo concordatario; sin embargo, ello no implica que también legitime a ese
nuevo acreedor a intervenir en reemplazo del cedente; pues, como lo prevé el CPR: 44, aplicable en la
especie, conforme lo dispone la Ley 24522: 278, es menester que aquel cuente con la conformidad
expresa del deudor para poder intervenir en el juicio universal y, como consecuencia de ello, votar el
acuerdo (cfr. Heredia, P., "Tratado Exegético de Derecho Concursal", t. I, ps. 472/473; Vítolo, D.,
"Transferencia de créditos en el concurso y sustitución procesal", LL 2006-F-1375); lo que cabe tener
por cumplido si la misma deudora acompañó la conformidad del cesionario con la propuesta presentada.
No existe base legal para excluir del concurso a los cesionarios o subrogantes, sea ello visto desde una
óptica sustancial o desde lo procesal, por la simple invocación del título invocado para acreditar la
adquisición del crédito; sin embargo, sería reprochable, y eventualmente justificaría el rechazo de la
homologación del acuerdo, en caso de generar una situación de abuso o fraude a la ley (Ley 24522: 52-
4°), lo que podría darse, en caso de existir colusi ón entre el concursado y el cesionario en orden a
obtener, de forma irregular, el manejo de las mayorías; y la prueba de lo anterior resultará, en la mayoría
de los casos, de presunciones o indicios que permitan su sostenimiento, ya que será sumamente difícil,
en estos casos, obtener pruebas directas del manejo espurio, como habitualmente ocurre con cualquier
maniobra fraudulenta.
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Un accionista del ente fallido no goza de legitimación para intervenir en esta incidencia ya que la
capacidad procesal residual, admitida con carácter de excepción, reposa en la fallida (cfr. arg. art. 110,
LCQ), quien cuenta con la posibilidad de expresar opiniones durante el procedimiento liquidatorio en
cuestiones vinculadas a bienes desapoderados (con fundamento en su vocación al remanente, art. 228).
Por ende, no resulta atendible que sustituya a esta última en el ejercicio de sus atribuciones residuales y
en el entendimiento de que el derecho eventual a un remanente que alega tampoco convierte al
recurrente en un acreedor concursal. Tales extremos evidencian su falta de aptitud procesal para
recurrir trámites inherentes a la administración liquidatoria de los bienes sujetos a desapoderamiento.
(En el caso, el juez autorizó la locación de un inmueble, fijando un canon locativo, imponiendo al
oferente la obligación de exhibir el bien para el supuesto de que sea resuelta su enajenación,
procediendo a su inmediata desocupación una vez abonado el saldo de precio).
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A diferencia de lo que acontece con el fuero de atracción -cuyo inicio desde la apertura, o desde la
publicación edictal, es discutido en doctrina- no existen dudas de que el régimen de administración
concursal, específicamente en lo referido a los actos prohibidos contemplados por la Ley 24522: 16,
opera desde la presentación misma del deudor en concurso preventivo. En otras palabras, alcanza los
actos cumplidos "medio tempore" entre la presentación del artículo 11, y la resolución de apertura del
artículo 14, e interesa destacar que dicha previsión rige tanto respecto del deudor como de los
acreedores pues de lo contrario se consagraría un modo elíptico de violar la prohibición legal (ver
Heredia: "Tratado Exegético de Derecho Concursal", Tomo 1, página 431, con doctrina y jurisprudencia
allí citada; Buenos Aires, 2000).
Ballerini - Piaggi.
Procede confirmar la resolución que rechazó in limine la petición introducida por el concursado dirigida a
que el Juez del concurso declare que los importes de determinados títulos ejecutivos emitidos por ARBA
se encuentran extinguidos por efectos del pago y haga saber al ente recaudador que deberá abstenerse
de intentar trabar embargos sobre las cuentas de la requirente.- Ello así por cuanto, como en el caso, la
concursada pretende -so pretexto de la existencia de vinculación con un crédito que fue insinuado y
declarado inadmisible en la etapa informativa- que el Juez del concurso dicte una suerte de "sentencia
declarativa" sobre la extinción de determinadas obligaciones impositivas. Es evidente que la quejosa, en
rigor, procura evitar, a través de este medio, la promoción por parte de ARBA de una eventual acción en
su contra.- Desde esta perspectiva y sin perjuicio del estado en que se encuentra el sub examine -etapa
de cumplimiento del acuerdo homologado-, es claro que la materia propuesta no puede ser canalizada a
través del presente proceso, razón por la cual asiste razón a la Sra. Juez de Grado en punto a que el
reclamo pertinente debe instarse por la vía y forma que la interesada estime de corresponder.- En
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efecto, nada obsta a que, en la hipótesis de que el Fisco promoviera una acción individual en su contra
la recurrente excepcionara en su defensa con fundamento en los términos que, de corresponder,
resulten del acuerdo homologado.- En este sentido, debe tenerse presente que el carácter universal del
trámite concursal y la consiguiente atribución de competencia para conocer en todos los reclamos en
cabeza de un Juez único, no importa menoscabar los poderes y funciones correspondientes a las
autoridades administrativas, las leyes que los instituyen y que les confieren la competencia respectiva
(esta CNCom., esta Sala A, 31.3.98, "Devoto SA s/ concurso preventivo s/ inc. de apelación"; íd.,
23.12.98, "Droguería Meta SA s/ concurso preventivo s. inc. de apelación"; 14.08.07, "Intecel SA s.
concurso preventivo s. inc. de apelación art. 250 Cpr."; íd., 14.05.09, "Primer Operador Privado
Independiente Argentina SA s. concurso preventivo"; íd., 30.10.08, "Novas SRL s. concurso preventivo").
Si bien el contrato de seguro de caución fue firmado con anterioridad a la presentación en concurso de
la demandada, como las primas reclamadas se devengaron con posterioridad a dicha presentación, el
crédito resulta postconcursal y por lo tanto el proceso no es atraído por el juez del concurso; además, la
Ley 26086: 21 establece que quedan excluidos de los efectos del fuero de atracción los procesos de
USO OFICIAL
conocimiento en trámite, salvo que el actor opte por suspender el procedimiento y verificar su crédito
conforme lo dispuesto por la LC: 32 y ccdtes.; por lo tanto, si los procesos en trámite no resultan
atraídos, tampoco lo son aquellos que se iniciaron con posterioridad a la presentación en concurso.
ALBA COMPAÑIA ARGENTINA DE SEGUROS S.A. C/ BODEGAS Y VIÑEDOS DEL VALLE S.A. S/
ORDINARIO.
Cabe confirmar la decisión por la cual el Juez de Grado rechazo la competencia atribuida cuando como
en el caso el actor es una sociedad que se encuentra concursada en sede provincial, es que aún
cuando no es de aplicación el art. 21 de la Ley 24522 en tanto la acción no va dirigida contra el
concurso, pretendiéndose -cautelarmente- la vigencia del contrato de concesión de venta de
automotores que ligara a las partes y, ponderando que en ello consiste el giro principal del negocio de la
promotora, razones de evidente conexidad determinan la necesidad de evaluar tales aspectos a la luz
de la ley concursal. Ello autoriza el desplazamiento de la radicación de la causa ante el Tribunal ante el
cual tramita el concurso preventivo. Por lo demás, el conocimiento por parte del Tribunal que entiende
en el proceso universal, permitirá la unicidad de criterio en la valoración de los hechos y el derecho
invocados, el que -como se ha sostenido- inequívocamente proyectará sus efectos sobre el trámite
concursal, a partir de la alegada afectación en la capacidad de repago de los créditos novados por
efecto del art. 55 de la Ley 24522.
Uno de los principales efectos de la sentencia de apertura del concurso preventivo es el de producir el
vencimiento de pleno derecho de las obligaciones del concursado sometidas a plazo suspensivo (conf.,
Heredia Pablo, Tratado Exegético de Derecho Concursal, Tomo 1, pág. 475). Se ha dicho que el plazo
sólo difiere la exigibilidad de una obligación que reconoce su causa fuente en un hecho o acto anterior a
ese plazo, concluyendo la doctrina que deben presentarse a verificar los acreedores cuyos créditos sean
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con plazo vencido, pendiente de plazo, puro y simple, sujeto a condición o subordinado (Di Tulio José
Antonio, Teoría y Práctica de la Verificación de Créditos, pág. 10).
Procede revocar el pronunciamiento mediante el cual la Sra. Juez de Grado dispuso que el incidentista
debía ocurrir "por la vía y forma que corresponda" para obtener el levantamiento de las inhibiciones
generales decretadas contra el concursado en distintas ejecuciones fiscales promovidas por la
Administración Federal de Ingresos Públicos; con el objeto de perfeccionar la escrituración que ostenta
en su favor sobre un inmueble del concursado. Ello así, en tanto el régimen del concurso preventivo está
estructurado para producir efectos sólo con relación a los acreedores anteriores a la presentación del
deudor. Desde tal óptica, visto que en el trámite concursal las medidas cautelares no otorgan situación
preferente alguna a este tipo de acreedores que consiguieron su despacho pues, después de la apertura
del concurso es difícil concebir un argumento que justifique mantener medidas cautelares trabadas a
favor de aquéllos, es evidente que cupo a la magistrada concursal, en forma previa, recabar las
ejecuciones fiscales puntualizadas por el recurrente para determinar si ellas responden, o no, a
conceptos impositivos de título o causa anteriores a este concursamiento para asumir, en esos casos,
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jurisdicción en torno al levantamiento de las medidas inhibitorias decretadas contra el concursado; con
la prevención de que en lo atinente a los juicios fiscales postconcursales el recurrente, como tercero
interesado, podrá presentarse ante los magistrados que han decretado esas medidas e introducir allí los
planteos que estime de menester en procura de finiquitar la situación que se ha suscitado con el
cumplimiento de la sentencia de escrituración dictada, en su favor.
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El texto legal contenido en la Ley 24522: 59, es suficientemente claro al determinar que es "la fecha de
la declaración judicial de cumplimiento del acuerdo" el hito a partir del cual se debe computar el plazo de
inhibición para presentar un nuevo pedido de concurso preventivo, sin efectuar salvedad, distingo o
aclaración alguna que pudiere motivar una solución distinta (LC: 59, últ. párr.); esa resolución de
cumplimiento del acuerdo tiene carácter "declarativo" y no constitutivo; ello así, cuando el juez dicta el
pronunciamiento mencionado por la LC: 59-2ª parte, lo que hace es declarar "hoy" un cumplimiento que
tuvo lugar "ayer"; pero ello, sin embargo, no quiere decir que los efectos de esa decisión, en cuanto a
determinar el punto de arranque del plazo anual de inhibición, se retrograden a un tiempo pasado
distinto de la fecha en la que se dicta; ya que la propia letra de la ley excluye esa hermenéutica al fijar,
con claridad, que el mencionado plazo de un año se cuenta a partir de la fecha de la declaración judicial
de cumplimiento.
Vassallo - Dieuzeide.
La LCQ 56 dispone que el acuerdo homologado produce efectos respecto de todos los acreedores
quirografarios cuyos créditos se hayan originado por causa anterior a la presentación, aunque no hayan
participado en el procedimiento y son absolutamente nulos los beneficios otorgados a los acreedores
que excedan de lo establecido en el acuerdo para cada categoría. En tal órbita fue correctamente
desestimada la homologación de un convenio privado entre los incidentistas y la concursada, que fija un
monto mayor (U$S 270.000) a aquél que fue verificado (U$S 268.835). De atender tal convenio se
alteraría aquélla norma, lo que no resulta procedente.
No puede rebatirse la legitimación del síndico con el simple argumento de que la acción de ineficacia
entablada en los términos de la LC 119, carecería de interés actual, pues el hecho de que el crédito
privilegiado insinuado por los excepcionantes -con base en un mutuo con garantía hipotecariano hubiera
sido admitido en el pasivo concursal y, por ende, se encuentre revisionado, no inhibe desde ya al
funcionario concursal para reclamar, como lo ha hecho, la ineficacia de la constitución del gravámen
antes indicado por cuanto en la especie es evidente que no se han configurado los efectos de la cosa
juzgada previstos en el art. 37, párr.1°, LCQ en to rno al reclamo de los sedicentes acreedores, aquí
demandados.
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Procede confirmar la resolución que, pese a que los autos se encontraban en condiciones de dictar
sentencia, dispuso la suspensión de las actuaciones en los términos del art. 1101 Cciv, hasta tanto se
resuelva la causa penal sobre defraudación. Apúntase que para que proceda la suspensión a que alude
el art. 1101 Cciv, es menester que tanto el proceso penal como la acción civil reconozca una misma
causa, es decir, que el mismo hecho que motive la acusación penal, sea el que origina la pretensión a
ser dilucidada en sede civil. Tal es el fundamento de la prioridad que se asigna al proceso penal. Pues
bien, en el caso, los hechos que se investigan en sede penal guardan estrecha relación con el objeto del
presente proceso, en el que se persigue la revocatoria concursal respecto de la cesión del boleto de
compraventa efectuada por la hoy fallida de un inmueble y, paralelamente en sede penal, se procura
obtener la condena por defraudación de los directivos de la quebrada en virtud del mismo acto.- Ello así,
tanto la acción civil como la penal reconocen un mismo hecho generador: la enajenación de un bien del
patrimonio del banco en perjuicio de los acreedores. Es que de obviarse la existencia de una contienda
penal en trámite por el mismo hecho, se violentaría una norma de orden público como la contenida en el
artículo 1101 del Cciv haciendo susceptible de nulidad la sentencia que pudiera dictarse en este juicio.
Ahora bien, toda vez que el proceso penal pendiente, tiene como uno de sus principales antecedentes
fácticos el que se debate, precisamente, en estos autos, la decisión del Sr. Juez de Grado de suspender
el dictado de la sentencia hasta tanto recaiga resolución definitiva en sede penal, se evidencia ajustada
a derecho (Cciv: 1101, 1102 y 1103).
Procede confirmar la resolución que rechazó la escrituración solicitada por el incidentista con base en
que el boleto de compraventa allegado por éste no tendría fecha cierta en tanto sólo se arrimó copia
certificada de un instrumento privado. Ello así en tanto el boleto en cuestión fue realizado por
instrumento privado, que no surge de él intervención notarial respecto de su contenido ni en cuanto a la
autenticidad de su firmas, por ende, no cabe atribuirle a ese instrumento fecha cierta. Es que la
certificación notarial que se acompaña sólo se refiere a la certificación de una mera fotocopia. Y, aunque
la fecha cierta que podría extraerse de esa intervención notarial resulte posterior al decreto de quiebra,
en el caso, debe señalarse que no se habría tampoco producido el reconocimiento ante el escribano de
tal boleto frente a dos testigos, ni la protocolización o transcripción de ese instrumento en el registro
(arg. art. 1035, Código Civil). En realidad sólo se habría realizado una mera exhibición para certificar
una copia de un instrumento privado ante un notario, lo cual lejos de predicar la autenticidad del
documento solo exterioriza un acto de exhibición material.
Corresponde desestimar la pretensión de la incidentista de escriturar a su favor 1/4 del inmueble cuya
titularidad dominial ostenta el fallido. Ello así, pues si bien existe un boleto de compraventa del referido
inmueble cuya firma se comprobó que pertenece al fallido, lo cierto es que resulta improcedente la
escrituración cuando, -como en el caso-, se verifica que: a) el pertinente boleto carece de fecha cierta, lo
cual obsta a su oponibilidad a terceros (Cciv: 1034 y 1035); b) no demostró con certeza el pago del
precio pues sólo aparece volcado en el mentado boleto de compraventa, mas se contradice con los
términos de la escritura de la restante porción del inmueble; y c) el boleto data del mismo mes en que se
decretó la quiebra -21 días antes y en pleno período de sospecha- (CNCom, Sala B, in re "Conaut SA s/
quiebra s/ incidente de escrituración por Javes Antonio L.", del 06/03/03; ídem Sala A in re "Beleniski,
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Mario Oscar y Kuperman, Rita Beatriz s/ quiebra s/ incidente de escrituración por Dranovsky, Alberto",
del 13/07/01; ídem "Administración La Buena Vista S.A. s/ quiebra s/ incidente de escrituración por
Barone, Ana", del 07/12/04; ídem, Sala C in re "Fábrica de Soda La Marina SCA s/ quiebra s/ incidente
de escrituración por Maier, Pablo", del 06/10/08).
Cuando, como en el caso, el juez de grado otorgó en locación un bien inmueble perteneciente a la
fallida, sin que hubiese mediado publicidad de ningún tipo a fin de que puedan tomar conocimiento y
participar todos los eventuales interesados; en este marco, es evidente que la cantidad de ofertas
formuladas, sin que hubiera mediado un debido anoticiamiento para la captación de mayores
interesados en la operación e incluso sin habilitar una oportunidad de puja, revela la necesidad de que
se disponga la apertura de un proceso de mejora de oferta -cuyas condiciones serán fijadas por la
magistrada concursal- que coadyuve a mejorar el precio y, en el que podría, incluso tomarse como base
la oferta aceptada en el auto revocado, con las debidas garantías o la que se supere en mejores
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condiciones, según lo que la a quo disponga sobre el particular. Ello, debido a que ese procedimiento
confiere transparencia a este tipo de trámites y asegura la igualdad de oportunidades entre todos los
interesados, con lo cual, en definitiva, se resguarda, también, los intereses de la fallida y de sus
acreedores.
De acuerdo a los principales lineamientos objetivos previstos en el ordenamiento provincial para obtener
un permiso de transporte, que por cierto se encuentran enmarcados dentro de las facultades reservadas
a las provincias -art. 121, CN-, de regular, por ejemplo y en lo que aquí interesa, el servicio de
autotransporte intra-provincial, cabe sostener, desde tal perspectiva, que el carácter universal de la
quiebra no puede comportar mengua ni menoscabo en el poder de policía, que ejerce el Poder Ejecutivo
Provincial, a través de la Dirección de Transporte de la Provincia de Bs. As., organismo este último
facultado para adjudicar permisos, sean o no precarios. Entonces, si se evalúa que dentro de las
atribuciones de ese organismo tiene a su cargo la fiscalización de la Ley Orgánica de Transporte, resulta
evidente que la decisión del juez del juicio universal, al ordenar la venta del aludido permiso de
transporte y su consiguiente adjudicación, importó una injerencia sobre los poderes y atribuciones
discrecionales conferidas a las autoridades provinciales en virtud de la regulación específica en la
materia.- Ello así, al revestir carácter personal e intransferible el permiso de transporte, el mismo no
podía transferirse a terceros sin la autorización previa del organismo administrativo, con lo cual su venta
y la subsiguiente adjudicación en esta quiebra implicó por parte del juez concursal asumir el ejercicio de
facultades administrativas en violación a la división de poderes; ello, sin perjuicio, de que la adquirente
hubiera cumplido con los requisitos objetivos previstos por la normativa provincial -exigidos en el pliego
licitatorio aprobado en autos-, a efectos de lograr el mentado permiso de explotación.
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acción, o de excepción, entendiéndose por tal concebirlo como fundamento de la pretensión procesal.
De modo que no fue descalificable que la actora acudiera a un argumento constitucional para fundar en
derecho su pedido.
es útil acudir a la nómina de los actos que la Ley 19551 calificaba como fraudulentos (Martorell, E. E.,
"Tratado de Concursos y Quiebras", Ed. LexisNexis, Bs. As. 2004, págs. 457/8). Es notorio que los
hechos configurativos de ese obrar antijurídico, son aptos para responsabilizar a los administradores, en
tanto son susceptibles de ocasionar daños a la masa de acreedores sociales, bastando para ello remitir
a la existencia de un significativo pasivo concursal insoluto. Por todo lo expuesto, en los términos de la
LCQ: 173, resulta procedente la acción de responsabilidad incoada.
2 - A su vez, examinada la cuestión en el ámbito del derecho societario, los señalados incumplimientos
de los demandados, evidencian que desatendieron las obligaciones relativas a su cargo de directores
sociales que la ley les imponía y que, en definitiva, su conducta no se ajustó a los parámetros
establecidos por los citados artículos 59 y 274. Por lo tanto, corresponde responsabilizarlos solidaria e
ilimitadamente por los perjuicios causados a la masa de acreedores (LCQ: 173) que -en la especie-
representan el total del pasivo concursal que no pueda ser cancelado mediante la liquidación de su
activo; advirtiéndose que la expresada solidaridad la determina la naturaleza aquiliana de la
responsabilidad relativa a la relación de los administradores con los acreedores de la sociedad que, por
cierto, no es contractual.
(En igual sentido: Sala E, 22.12.09, "El Peregrino SA s/ Quiebra s/ Incidente de Acción de
Responsabilidad Promovido por la Sindicatura").
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INSUA, JORGE CLAUDIO S/ QUIEBRA (INC. DE APEL. PROM. POR JULIO BENJAMIN ALVAREZ).
INSUA, JORGE CLAUDIO S/ QUIEBRA (INC. DE APEL. PROM. POR JULIO BENJAMIN ALVAREZ).
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INSUA, JORGE CLAUDIO S/ QUIEBRA (INC. DE APEL. PROM. POR JULIO BENJAMIN ALVAREZ).
El art. 2 de la Ley 25750 establece que la propiedad de los medios de comunicación definidos en dicha
norma deberá ser de empresas nacionales, permitiéndose la participación de empresas extranjeras
hasta un máximo del 30% del capital accionario y que otorgue derecho a voto hasta por el mismo
porcentaje del 30%. Contempla, asimismo, que dicho porcentaje pueda ser ampliado en reciprocidad
con los países que preveen inversiones extranjeras en sus medios de comunicación hasta el porcentaje
en que ellos lo permiten. Esta disposición fue receptada en la reciente Ley N° 26522 de Servicios de
Comunicación Audiovisual, en su artículo 29 que remite a las disposiciones del primer y segundo párrafo
del art. 2 de la Ley 25750, indicando luego que: "cuando el prestador del servicio fuera una sociedad
comercial deberá tener un capital social de origen nacional, permitiéndose la participación de capital
extranjero hasta un máximo del treinta por ciento (30%) del capital accionario y que otorgue derecho a
voto hasta por el mismo porcentaje del treinta por ciento (30%) siempre que este porcentaje no
signifique poseer directa o indirectamente el control de la voluntad societaria". Señálase que esta última
disposición podría traer aparejado en su caso, que el porcentaje de participación de capital extranjero se
limite a un porcentaje menor al 30% establecido. De otro lado, es cierto que el art. 5 de la Ley 25750,
dispone que, en caso de no alcanzarse acuerdo en los procedimientos concursales, a solicitud de la
concursada la propuesta de participación directa o indirecta de empresas extranjeras en la propiedad de
los medios de comunicación de empresas nacionales, deberá ser previamente autorizada por el Poder
Ejecutivo Nacional. Y en el caso de que dicha autorización no fuera concedida, resultaría de aplicación
lo estipulado en uno de los puntos de la propuesta, al referirse al supuesto en que algún acreedor
verificado no pudiera ser accionista en virtud de prohibición de las leyes argentinas. De este modo se
advierte que, aún cuando luego de la reorganización societaria los acreedores extranjeros conformen un
mayor porcentaje de capital al establecido por el art. 2 de la Ley 25750, existirían remedios a tal
situación contemplados en la propia normativa y en el mismo acuerdo, por lo que tal circunstancia no
empece, prima facie, a la homologación de la propuesta votada favorablemente.
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Si bien la Ley 24522 ha innovado respecto de la legislación anterior en cuanto a las facultades del Juez
del concurso en materia de homologación de concordato, ello no significó eliminar por completo tales
facultades, puesto que, aún cuando se haya querido privilegiar la voluntad de los acreedores para
decidir la forma en que estarían dispuestos a percibir sus créditos en el marco del cuadro de cesación
de pagos que pesa sobre el deudor, tal circunstancia no impedía al Tribunal analizar la propuesta de
acuerdo bajo el prisma que proporcionan los principios generales del derecho, el orden público, la moral
y las buenas costumbres (arg. CCIV: 953, 1198 y cc.). En efecto, la legislación concursal no es una isla
o un compartimiento estanco, independiente del derecho común, sino que forma parte de éste, razón
por la cual no existe motivo para que la homologación del acuerdo no sea valorada atendiendo a su
compatibilidad con los principios superiores del orden público, la finalidad de los concursos y el interés
general. Es por ello -y sobre la base de estos principios- que el Juez no puede limitarse a un mero
análisis formal del acuerdo (cumplimiento de requisitos legales y falta de formulación de oposiciones o el
rechazo de éstas), sino que debe merituar si éste último resulta conciliable con los principios superiores
del orden jurídico, sin desatender tampoco las finalidades propias de los procesos concursales y los
principios generales que los inspiran, entre los que es dable incluir: i.) la conservación de la empresa; ii.)
la protección del crédito y del comercio en general; iii.) la prevención del fraude; iv.) la no discriminación
arbitraria entre los acreedores; v.) la descalificación de las propuestas "abusivas" (conf. esta CNCom,
esta Sala A, 11/9/07, "Barros, Claudio Angel s/ concurso preventivo"; íd. Sala C, 4/9/01, "Linea
Vanguard SA s/ concurso preventivo"; Juz. 16, Sec. 32, 10/3/04, "Havanna SA s/ concurso preventivo";
íd. 28/9/04, "Ferrum SA de Ceramica y Metalurgia s/ concurso preventivo"; íd. 12/9/05, "Modo Sociedad
Anónima de Transporte Automotor s/ Acuerdo Preventivo Extrajudicial"; Juzg. 26, Sec. 51, 28/11/96,
"Argentina Televisora Color SA (ATC) s/ conc. prev.").
El art. 53 de la Ley 24522 establece que la resolución que homologue el acuerdo debe disponer las
medidas judiciales necesarias para su cumplimiento. Si consistiese en la reorganización de la sociedad
deudora o en la constitución de sociedad con los acreedores, o con alguno de ellos, el juez debe
disponer las medidas conducentes a su formalización y fijar plazo para su ejecución, salvo lo dispuesto
en el acuerdo. Tal norma incluye una regla general que impone una obligación para el juez de disponer
las medidas judiciales necesarias para el cumplimiento del acuerdo. Usualmente estas medidas se
encuentran pactadas en el acuerdo al que prestaron conformidad los acreedores y, si no fuera así, el
juez oficiosamente debe hacerlo, o requerir las precisiones necesarias para establecer correctamente
las medidas necesarias para el cumplimiento de la propuesta, respetando la inteligencia, contenido y
finalidad del acuerdo. Se estima que en caso de no haberlo hecho el magistrado, el establecimiento de
estas condiciones puede ser solicitado por un interesado. Así las cosas, en el caso, no cupo al
magistrado de grado diferir el pronunciamiento sobre las medidas necesarias para asegurar el
cumplimiento del acuerdo, de conformidad con lo previsto por la LC: 53, debiendo haber solicitado, en
su caso, las aclaraciones que pudieran haber correspondido con anterioridad al dictado de la resolución
homologatoria.
1 - Cabe rechazar la solicitud de revocación incoada contra el auto homologatorio del acuerdo
preventivo, así como su planteo de nulidad, toda vez que la propuesta aprobada no configura un
supuesto de "fraude" o "abuso", puesto que la quita del 22% ofrecida en el acuerdo no habría excedido
el límite máximo según la anterior redacción de la Ley 24522: 43. Sin embargo, cabe observar un
aspecto que podría afectar el orden público, toda vez que el crédito de la acreedora impugnante fue
originado en el régimen de disolución y liquidación de la sociedad conyugal. A este respecto, la quita -
aunque exigua- y la falta de previsión de intereses en el acuerdo preventivo homologado, hacen
necesario adoptar algún mecanismo apropiado que, sin alterar la situación de terceros, tienda a
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preservar la integridad del referido crédito. En efecto, pues más allá del margen de autonomía que los
ex cónyuges pudieron tener para establecer dicho crédito en el proceso judicial de liquidación y división
de la sociedad conyugal, el resultado condensa la porción que correspondiera a la esposa en la
liquidación postcomunitaria, etapa en la que rigen los arts. 5 y 6 de la Ley 11357 (Bossert - Zannoni, op.
cit. p. 304/305, n° 349 y 350), como límite a la ev entual pretensión de los acreedores de uno de los
cónyuges respecto de los bienes propios y la mitad de los gananciales correspondientes al otro. En tal
contexto es preciso preservar la intangibilidad de la hijuela asignada a la esposa -aquí peticionante- en
orden a la exigencia de tales reglas imperativas. Con ese propósito se impone conciliar la tutela de esa
acreencia con las reglas propias de este proceso concursal (en particular los arts. 55 y 56 LC).
2 - Sentado lo anterior, la merma que traduce la quita y la falta de previsión de intereses en el
concordato, aconsejan adoptar una solución que, sin que sea menester invalidar el acuerdo preventivo,
éste resulte en esa parte inoponible a la ex cónyuge del concursado. En otras palabras, el acuerdo, si
bien válido, exhibe una ineficacia relativa (v. Ernesto Nieto Blanc, Ineficacia y Nulidad, ED, t. 116, p.
125) respecto del crédito de la acreedora originado en el convenio de liquidación de la sociedad
conyugal homologado en el juicio de divorcio. Esa obligación tiene que ser satisfecha en dólares, que
fue la moneda en que se expresó, con más los intereses pertinentes, deducción hecha, claro está, de lo
ya percibido por la acreedora. Otro tanto cabe predicar, por análogas razones, en torno del crédito
alimentario de la hija.
3 - La validez significa que el acuerdo continúa surtiendo sus efectos propios respecto de los restantes
acreedores, que aceptaron sus términos y sin duda su consumación, pues no se han invocado en autos
incumplimientos de las obligaciones concordatarias, salvo por cierto lo referente a la ex cónyuge y la hija
del concursado. Correlativamente, la ineficacia aludida no va más allá de la situación de la ex cónyuge y
de su hija, en razón de los derechos que ellas podrían invocar con base en reglas indisponibles.
Cabe rechazar la solicitud de revocación incoada contra el auto homologatorio del acuerdo preventivo,
así como su planteo de nulidad, toda vez que la propuesta aprobada consistió en el pago de todos los
créditos quirografarios verificados o declarados admisibles con una quita del 22% de los importes totales
resultantes de la resolución verificatoria o de las que se dicten en los términos de la Ley 24522: 56, en la
moneda de pago y en dos cuotas iguales: la primera a noventa días de quedar firme el acuerdo, y la
segunda a los 360 días; la propuesta de pago no incluyó intereses. En ese marco, se observa que el
acuerdo sometido a consideración no excede los parámetros usuales, sin que haya elementos de juicio
que convenzan de la configuración de un "fraude" o de un "abuso", pudiéndose constatar que, en sí
misma, la quita del 22% ofrecida en el acuerdo no habría excedido el límite máximo para una quita
según la anterior redacción del art. 43, LC, tomando el porcentual que allí se establecía (quita no mayor
al 60 %) como pauta de referencia para evaluar la significación de la propuesta en este concurso.
Cabe denegar la homologación del acuerdo alcanzado en un proceso concursal; toda vez que la
propuesta no obtuvo la doble mayoría exigida por la Ley 24522: 45; pues:.
1. Si bien no existe base legal para excluir del concurso a los cesionarios o subrogantes, resulta por
demás llamativa cuando se advierte la concentración de créditos en una persona; máxime si se trata del
hijo del principal acreedor de la concursada y con una composición accionaria de gran similitud en
cuanto a los titulares con la concursada, con lo cual claramente las sospechas se ahondan; vínculo que
ha sido reconocido expresamente por la concursada; amén que tampoco ha sido desconocido por esa
persona ser vicepresidente de otra empresa vinculada con la concursada, tan vinculada como que es su
único cliente.
2. Por otro lado, fue la única persona que votó en la categoría "acreedores quirografarios"; y lo hizo en
su condición de cesionario de 50 créditos verificados, contabilizando el voto de esa persona en forma
autónoma por cada crédito cedido; cuando tanto la doctrina y como la jurisprudencia han dicho que, aún
cuando se trate de acreedores titulares de uno o más créditos, su derecho se restringe a un solo voto,
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pues se tiene en cuenta una sola manifestación de voluntad por persona (cfr. Heredia, P., "Tratado
Exegético de Derecho Concursal",t. II p. 107; Quintana Ferreyra, F., "Concursos", t. I, p. 565; esta Sala,
16.9.1994, "Perelman, Ricardo s/ quiebra s/ incidente de apelación; CNCom, Sala E, 16.8.1996,
"Plusquimia S.A. s/ quiebra s/ inc. de apelación").
3. Lo anterior resulta congruente no sólo con lo que debe entenderse como una expresión de voluntad
"adecuada", pues es ilógico que una persona, en el caso, un acreedor, pueda manifestarse de modo
contradictorio cuando le es requerida que responda a una misma pregunta en un mismo tiempo y
circunstancia; sino también con la finalidad que el legislador persiguió al exigir una doble mayoría para
arribar a un acuerdo preventivo.
4. Tal exigencia legal de una mayoría de capital y otra de personas persigue reunir tanto la mayor parte
de voluntades, cuanto intereses (cfr. Cámara, H., "El concurso preventivo y la quiebra" t. II, ps. 1027 y
1036; Quintana Ferreyra, F., ob. cit., t. I, p. 588/589; Heredia, P., ob. cit., t. II, p. 106; García Martínez -
Fernández Madrid, "Concursos y Quiebras", t. I, p. 531; Loza Eufracio, "La ley de quiebras", p. 90; entre
otros).
5. Este complejo sistema, que pretende reunir una combinación equilibrada de voluntades e interés, fue
sustancialmente ignorado en la especie; pues entender que una sola voluntad puede ser computada
como si se tratara de cincuenta votos personales, con el sólo argumento de ser cesionario de igual
número de créditos, importaría una clara ficción contraria al espíritu y letra de la ley.
6. Y si se considera que la propuesta de la concursada para esta categoría comprendía la capitalización
de los créditos en acciones; fue una solución cuya conveniencia era por demás escabrosa, al no existir
elementos que permitan evaluar la rentabilidad de la empresa; ni siquiera el valor de mercado de estas
acciones en caso que sus nuevos titulares optaran por su venta; extender compulsivamente el acuerdo
a 47 acreedores disidentes (ni siquiera emitieron su "voto"), resulta a todas luces excesivo y carente de
base legal; no procediendo su homologación.
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En tanto la ley concursal no establece pautas para fijar estipendios en incidentes en los que se reclama
el reconocimiento de la calidad de locatario y de los derechos inherentes, se acudirá por analogía a lo
previsto por la Ley 24522: 287 para incidentes de verificación y revisión que, a su vez, remite a los
parámetros que preveén las leyes arancelarias locales para los incidentes; de tal modo, no corresponde
aplicar por analogía al presente las pautas previstas en la Ley 21839: 26, sino el genérico de la Ley
21839: 33, atento la manifiesta disimilitud entre los procesos allí regulados, esto es, juicios de desalojo y
consignación de alquileres, y el de solicitud del reconocimiento de la calidad de locatario y de los
derechos inherentes.
Procede confirmar la resolución que desestimó el planteo dirigido a que se dejara sin efecto la
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intimación que le fuera cursada al incidentista a fin de abonar los honorarios regulados a favor del
letrado del concursado. Ello así en tanto, de acuerdo al detalle de los procesos judiciales involucrado en
el "convenio de reconocimiento y pago de honorarios" acompañado por el profesional, éste no involucra
la acreencia reclamada en estas actuaciones. Es más, ni siquiera se dejó abierta la posibilidad de
interpretar que, además de los juicios allí enumerados, se encontrarían abarcados por sus términos
otras actuaciones judiciales, en las que también hubiera tenido intervención profesional dicho letrado.
Por otro lado, esta solución tampoco se ve afectada por el agravio del incidentista recurrente relativo a
que el profesional debía abstenerse de reclamar honorarios "por causa o título anterior a la firma" del
acuerdo, a poco que se repare en que las partes convinieron concretamente que los efectos de aquél se
proyectarían a los honorarios regulados en las actuaciones judiciales que expresamente se encuentran
indicadas en una de sus cláusulas, razón por la que la referencia a que "no tendrá nada más que
reclamar a los deudores…" debe considerarse circunscripta, en todo caso, a circunstancias relacionadas
con los expedientes allí indicados, mas no a estipendios fijados en otros expedientes.
La ley falimentaria no contempla la hipótesis de los abogados de los acreedores como sujetos a quienes
se le regulan los honorarios a cargo de la quiebra (arg. Ley 24522: 265/270), salvo en aquellos casos en
que la actuación redunde en beneficio del concurso habrá de reconocerse la retribución de ese obrar a
cargo de la masa. Ello así, en el caso, no cabe apartarse de la regla general apuntada precedentemente
pues la actuación de los recurrentes fue cumplida en interés exclusivo de sus clientes -acreedores
laborales-, a fin de resguardar sus derechos sobre el dividendo concursal, más allá de que
indirectamente el resultado de esa actuación haya redundado también en beneficio de los restantes
acreedores. Así las cosas, tal extremo no habilita a que sea la quiebra la obligada al pago de sus
emolumentos más allá de que la actuación del abogado no se presume gratuita (cfr. esta CNCom, esta
Sala A, in re: "Algodonera Lomas S.A Textil e Inmobiliaria s. quiebra", del 06.03.00). Así las cosas tales
tareas no gozan del carácter preferente de la Ley 24522: 240 y, como lógica derivación de ello, aquéllas
están a cargo de sus representados.
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Resulta improcedente la impugnación al acuerdo planteada por el acreedor, a poco que se repare en
que no se ha invocado ninguna de las causales de impugnación susceptibles de obstar a la
homologación pretendida en autos por lo que, teniendo en cuenta el carácter taxativo de la enumeración
contenida en el art. 50 LCQ, el planteo bajo examen aparece desprovisto de sustento normativo, carente
de motivación fáctica y formalmente improcedente.- Ello así en tanto, en el caso, el planteo esgrimido
por el incidentista, en realidad versó sobre la inexistencia de uno de los presupuestos necesarios para la
apertura del trámite concursal -estado de cesación de pagos- por lo que, en rigor, bajo la forma de una
impugnación al acuerdo articuló un virtual planteo de nulidad de la apertura del proceso, dado que el
fundamento fáctico esgrimido estaba presente en el inicio mismo de la instancia; y a más, tampoco
esgrimió que la propuesta resulte abusiva o que concurra en el caso, alguno de los extremos
enumerados en el art. 50 LCQ.
En el marco de la impugnación al acuerdo presentado por el grupo económico concursado, es claro que
debe reconocerse a los acreedores privilegiados la facultad de oponerse a las fusiones convenidas y
éstas no podrán perfeccionarse si no son desinteresados o debidamente garantizados esos acreedores
(conf. Ley 19550: 83). Ello, pues los acreedores de las sociedades que se disuelven al fusionarse, sin
duda, pueden verse afectados por esta operación al igual que los de la sociedad incorporante, máxime
cuando las entidades involucradas tienen fuertes pasivos (conf. Verón, Alberto V., "Sociedades
Comerciales". T. 2, pág. 78). Cabe recordar aquí también que la LS: 83-3° contempla la posibilidad de
que la fusión siga su curso siempre que los acreedores que efectuaron oposición sean suficientemente
garantizados, alternativa que los mismos acreedores impugnantes dejan abierta. En este marco,
precisamente, ante la posibilidad de aventar esas objeciones por vía de una adecuada y suficiente
garantía de sus derechos, se estima procedente abrir una instancia que permita mantener el proceso de
reestructuración propuesto a los acreedores quirografarios y conformado por éstos, toda vez que no
puede soslayarse que, en el caso, al ser un complejo acuerdo preventivo ha sido votado favorablemente
por las mayorías requeridas legalmente. En este marco, se estima prudente otorgar a la concursada la
posibilidad de concretar con éxito su propuesta, brindándole la alternativa de efectuar una readecuación
de los términos de su acuerdo que permita salvaguardar los privilegios de los créditos garantizados con
prenda. Ello importa recurrir a la apertura, pretoriana, es cierto, de una "tercera vía" alternativa a la
disyuntiva homologación vs. quiebra, que proteja los intereses involucrados en la conservación de la
empresa y de las fuentes de trabajo mediante la reestructuración societaria, siempre que ello respete
debidamente la prioridad que legalmente le asiste a los acreedores privilegiados, para mantener la
protección de sus derechos al asiento del crédito.
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acciones y cuotas sociales de las sociedades objeto de la reorganización acordada (arg. Cámara
Comercial, Sala C, 04.09.01, "Línea Vanguard SA s. Concurso Preventivo", fundamentos del Dr. José
Luis Monti). Ello así, en tanto esta solución se muestra como la más aconsejable a fin de procurar
conciliar los diversos intereses en pugna, cuales son, el interés de la concursada en honrar sus deudas
de la manera menos gravosa posible (de modo tal que le permita proseguir con el desarrollo comercial
de su especialidad), y el de los acreedores de obtener la mayor satisfacción de su crédito de acuerdo al
régimen jurídico de referencia, como así también los intereses generales ínsitos en la solución
preventiva (conf. esta CNCom, esta Sala A, 11/9/07, "Barros Claudio Angel s/ concurso preventivo").
Asimismo, atento la posibilidad que se le otorga a la deudora de reformular su propuesta, en igual plazo
deberá acompañar un cronograma detallado de los distintos actos jurídicos a realizar para llevar a cabo
la reorganización societaria en cuestión, a los fines de dictar las medidas judiciales necesarias para
asegurar el cumplimiento del acuerdo, conforme lo dispone la Ley 24522: 53.
Si bien, en principio, los acreedores prendarios impugnantes carecerían de interés, en principio, para
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impugnar un acuerdo del que no formarían parte; sin embargo, cabe conceder legitimación para ello si,
como se invoca, el capital que quedará, una vez completada la reorganización societaria y la
capitalización de las deudas y sobre el cual recaerían sus garantías, económicamente, no cubriera el
crédito de igual modo que con anterioridad a tales cambios. En efecto, tratándose de terceros
acreedores que tienen un crédito contra los accionistas, garantizado con las acciones y cuotas sociales
de titularidad de aquellos en distintas sociedades del grupo no puede pretenderse que se encuentra en
juego el manejo de mayorías y minorías de poder en la sociedad, pues se trata de terceros que no son
titulares de las acciones. Ello, aún cuando en los contratos prendarios se halle estipulado que, frente al
incumplimiento de las deudoras los acreedores podrían ejercer los derechos políticos correspondientes
a las acciones y cuotas sociales prendadas. Así, las cosas, de los términos de la propuesta surge que
toda la reestructuración prevista para viabilizar la solución concordataria transita el camino de una
compleja ingeniería de reorganización societaria en donde prácticamente la totalidad de las empresas
concursadas que conforman el grupo, se fusionan y son absorbidas unas por otras y la mayor parte de
ellas por una sola. Mediante este tipo de fusiones, las sociedades incorporadas se disuelven, aportando
sus patrimonios a las sociedades incorporantes, que son las únicas entidades intervinientes en la
operación que no se disuelven, subsistiendo como continuadoras de las demás (conf. Zaldivar, Enrique
"Cuadernos de Derecho Societario", T. III, Volumen IV, pág. 127).
En el marco de la impugnación al acuerdo presentado por el grupo económico concursado, es claro que
debe reconocerse a los acreedores privilegiados la facultad de oponerse a las fusiones convenidas y
éstas no podrán perfeccionarse si no son desinteresados o debidamente garantizados esos acreedores
(conf. Ley 19550: 83). Ello, pues los acreedores de las sociedades que se disuelven al fusionarse, sin
duda, pueden verse afectados por esta operación al igual que los de la sociedad incorporante, máxime
cuando las entidades involucradas tienen fuertes pasivos (conf. Verón, Alberto V., "Sociedades
Comerciales". T. 2, pág. 78). En efecto, los acreedores tienen derecho a oponerse al advertir que su
garantía patrimonial puede verse disminuída o que el cumplimiento de las obligaciones sociales para
con ellos pueda devenir incierto (conf. Vítolo, Daniel R. "Sociedades Comerciales", T. II, pág. 245). Por
otro lado, cualquiera que sea el procedimiento utilizado para la fusión, ésta producirá, frente a los
acreedores de las sociedades extinguidas, un cambio de deudor, sin satisfacer las exigencias legales
(conf. Cámara Hector, "Derecho Societario", pág. 416; Vanasco, Carlos Augusto, "Sociedades
Comerciales" T. 1, pag. 360 y sgtes). En ese sentido, si en un proceso de fusión por absorción un
acreedor puede legítimamente oponerse a ello, es evidente que ese derecho no puede violarse
mediante el recurso de acudir a plantear esa operatoria en el marco de un proceso concursal. Así pues,
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también debe admitirse la posibilidad del acreedor de efectuar tal oposición en un proceso universal,
como en el caso, en donde los recurrentes objetan el acuerdo, con base en que la reorganización
societaria estipulada, con más la capitalización del pasivo quirografario concursal, libre de prenda,
importaría una licuación de sus garantías. A los fines de considerar si el acuerdo homologado afecta los
derechos de los acreedores recurrentes, debe estarse, en primer lugar a los términos de los contratos
de prenda. A más, en cuanto a la propuesta en sí misma, se observa que la concursada, en ningún
momento indica en forma concreta y detallada cómo se encontrará representado, el capital de algunas
de las sociedades del grupo, considerando tanto las acciones originales, como las provenientes de las
absorciones y transferencias, que se encontrarían prendadas y la incorporación de las nuevas acciones
provenientes de la capitalización del pasivo quirografario concursal a los fines de poder observar. Tales
circunstancias permiten llegar a la conclusión de que una vez realizada la totalidad de la reorganización
societaria, la garantía patrimonial que ostentarían los acreedores recurrentes se vería efectivamente
reducida, de modo significativo. Ello otorga legitimación a los acreedores privilegiados para oponerse a
las sucesiones de fusiones susceptibles de licuar el asiento de su derecho al amparo de la LS: 83.
La comparación de los plazos establecidos en la Ley 24522: 56 y 224 no resulta posible porque la
primera de las normas se aplica exclusivamente en los concursos preventivos y la segunda sólo en las
quiebras; por otra parte, existe una distinción fundamental en cuanto al plazo de prescripción
establecido en la LCQ: 56 y el de caducidad previsto por la LCQ: 224 que impide asimilarlos para
argumentar que el segundo es irrazonablemente escaso; el primero importa una liberación del
concursado y el segundo la pérdida del derecho a cobrar los fondos ya asignados al acreedor y que la
ley presupone que son de su propiedad en la medida en que importaron el pago -total o parcial- de la
obligación (v. en este sentido, CNCom, Sala B, "Francisco Lofredo Nasti S.A.C.I. s/ Quiebra" del
29/12/04 y "Clínica Marini S.A. s/ Quiebra", del 16/8/07); además, en el primer caso, se justifica el
otorgamiento de un plazo más extenso por las dificultades que pueden existir para anoticiarse del
concursamiento, mientras que en el segundo, los acreedores ya se han presentado en el juicio universal
y han sido verificados sus créditos; finalmente, la reducción del plazo de caducidad de los dividendos
responde a una necesidad de evitar la prolongación injustificada de los procesos falenciales, de modo
que atiende a un interés público que impide tacharla de irrazonable.
Cabe rechazar el planteo de nulidad de la resolución que declaró operada la caducidad de los
dividendos pendientes de cobro y dispuso destinar los fondos al patrimonio estatal para el fomento de la
educación común, con fundamento en la falta de notificación de las resoluciones que aprobaron los
proyectos de distribución; toda vez que, atento a que los acreedores laborales verificados son
numerosos -106- y se ha cumplido con las publicaciones por edictos tanto en esta jurisdicción como en
la jurisdicción donde se encontraba el establecimiento de la fallida e incluso el pago se puso a
disposición en aquella jurisdicción; y todos los acreedores han consentido el modo de publicidad
dispuesto, que se ajusta a las pautas legales; no parece aconsejable o económicamente viable la
sustitución de tales publicaciones por notificaciones por cédula (LCQ: 219), como pretende la acreedora;
no se aprecia, tampoco, afectación constitucional por la forma de notificar la presentación del proyecto
de distribución de fondos; y los acreedores laborales -como los restantes- se encuentran sometidos -al
haberse insinuado en el proceso falencial- al trámite previsto en la ley concursal que deben conocer
desde un inicio; hacer una distinción al respecto, podría violentar la "pars conditio creditorum" por el solo
hecho de que la causa del crédito de ciertos titulares de dividendos haya sido en su momento de índole
laboral, lo que desde ningún punto de vista resulta admisible (cfr. CNCom, Sala A, "Case S.A.C.I.F.I.E.
s/ Quiebra", del 4/4/08); pues los acreedores laborales necesariamente se encuentran en este estadio
de la quiebra asesorados profesionalmente por abogados, que no sólo deben hacerles conocer las
etapas del proceso y los efectos de las notificaciones edictales, sino que también tienen la
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responsabilidad de mantenerse permanentemente informados del curso de los trámites del juicio
universal.
La Ley 24522 sólo establece que debe notificarse el proyecto de distribución -por edictos,
personalmente o por cédula, según el caso (LCQ: 218 y 219)-, mas no estipula lo mismo respecto de la
resolución aprobatoria del referido proyecto; y, siendo ello así, resulta de aplicación lo prescripto por la
LCQ: 273, inc. 5° -notificación por ministerio de l a ley- en tanto no media "disposición expresa contraria
de esta ley" (LCQ: 273 párr.1°).
La normativa concursal dispone en su art. 220 que las distribuciones de fondos complementarias
proceden en los casos en que existan "producto de bienes no realizados", importes "provenientes de
desafectación de reservas" o "fondos ingresados con posterioridad" a la presentación del informe final
previsto en el art. 218 de la LCQ. Obviamente, se entiende que en los supuestos precedentemente
descriptos se genera el derecho de los profesionales a la fijación de nuevos estipendios ante el ingreso
de nuevos activos a la falencia. Ello así, en el caso, se aprecia que no ha existido el ingreso de nuevos
fondos que habiliten una nueva regulación ya que los que aquí se consideran provienen de dividendos
no percibidos ya incluidos en distribuciones anteriores. Tal situación impide que pueda efectuarse una
nueva regulación a favor del síndico actual, pues no hubo realización alguna de otros bienes de la
fallida, ni ingreso de nuevos activos que no hayan sido ya contemplados en la primera regulación de
honorarios. (esta CNCom., Sala A, del 30/10/2009 in re "Quintana y Testa SA s/ Quiebra"). En caso
contrario, se estaría habilitando una doble regulación sobre un mismo monto (arg. contrario sensu, esta
CNCom., esta Sala A, fecha: 26/06/2007, "LAPA S.A s/ quiebra"). Es más, la solución que la ley
contempla para este tipo de supuestos no es una nueva distribución de los fondos entre los acreedores
sino la declaración de caducidad de esos dividendos y su destino al patrimonio estatal, para el fomento
de la educación común (LCQ: 224).
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No se advierte cuáles podrían ser los motivos que, en el caso, obstarían a que sea materializado en este
proceso el desahucio pretendido por quien resultó comprador en subasta de un inmueble en el supuesto
de que la propiedad se encuentre ocupada por el propietario y su familia.- Ello así, por cuanto, en primer
lugar, el "ocupante" referido no es un tercero que ha invocado mejor derecho que el adquirente a la
tenencia del bien, sino uno de los tres deudores hipotecarios titulares de dominio que fueron ejecutados
en estos obrados, quien, por ende, ha perdido la propiedad sobre su porción indivisa del bien a través
del procedimiento de ejecución judicial forzada y que, por lo tanto, carece de derecho legítimo alguno
para retenerla.- Señálese en este sentido que hay supuestos en nuestra legislación en que los dueños
están obligados a desprenderse del dominio de una cosa, debiendo intervenir el poder público a fin de
llegar a este resultado, si el propietario no se aviene a ello. Y ciertamente el procedimiento llevado a
cabo en este proceso es uno de ellos, lo que refuerza el principio de que el Juez que ordenó el remate,
es quien debe entender en la materia referida al desahucio. Máxime, que no resulta del decreto de
subasta respectivo ni de ningún otro pronunciamiento la disposición enunciada por la a quo de que la
propiedad se entregaría al adquirente "ocupada", más allá de poner en conocimiento de los interesados
la situación de "ocupación" en que se encontraba la propiedad, lo que conforma una situación diversa.-
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Repárese que de resultar los ocupantes del inmueble uno de los ejecutados y su familia, aquél, como
consecuencia de la venta realizada en la subasta debe desocupar el inmueble para, así, entregarlo al
adquierente, lo mismo que acontece cuando la venta opera en forma privada (véase en igual sentido
esta CNCom., esta Sala A, 17.10.06, "Panacom SA c/ Jorge Mario Héctor s/ Ejecutivo"; íd., 05.02.08,
"Nogueira Alicia Elena s. quiebra"; íd., 05.06.08, "Altamirano Manuela Isabel s/ quiebra s/ inc. de
concurso especial promovido por el Banco de la Ciudad de Buenos Aires", entre otros).
innecesario efectuar una constatación en el lugar que ella misma registró como domicilio; por otro lado,
el requerimiento a que los directores brinden explicaciones no constituye recaudo de procedibilidad de la
declaración de quiebra (cfr. CNCom, Sala D, "Piquillín S.R.L. s/ pedido de quiebra por Guerrero, Raúl"
del 11/10/06).
Disidencia parcial del Dr. Bargalló:.
Si bien, en términos generales, la notificación efectuada en el domicilio inscripto de la sociedad, resulta
eficaz y tiene validez legal; sin embargo, la aplicación sin más de tal temperamento, carecería en
principio de utilidad, habida cuenta de que la acción instaurada se endereza a que se decrete la quiebra
de la demandada; es que de acaecer tal circunstancia tendría suma relevancia el conocimiento del
domicilio real de la sociedad en orden a que resulte factible la incautación de bienes cuya eventual
ulterior enajenación permitiere pagar a los acreedores; por este motivo, resulta procedente -siempre que
ello no conlleve a una dilación desmesurada- librar un mandamiento de constatación, encomendándose
al oficial de justicia que efectúe las indagaciones que fuere menester a fin de detectar si los actuales
ocupantes del lugar o sus vecinos conocen el domicilio donde opera la accionada.
No hay impedimento para proceder a la citación por edictos en caso de ser desconocido el domicilio de
la persona a la que el peticionante atribuye el carácter de deudor. La doctrina se ha inclinado por admitir
la citación edictal en un pedido de quiebra (v. Fassi, Santiago - Gebhardt, Marcelo: "Concursos y
quiebras", Astrea, Bs. As., 2001, p. 238). En tal caso, rigen las leyes procesales locales. Por ello, en
caso de hallarse agotado en un pedido de quiebra el procedimiento tendiente a ubicar el domicilio de la
persona física a la que se le atribuya el estado de cesación de pagos, nada obsta a una citación por
edictos bajo apercibimiento de decretarse la falencia, a fin de que continúe el trámite.
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No corresponde librar una nueva cédula en los términos de la Ley 24522: 84 ni nuevos pedidos de
informes; toda vez que, de la compulsa de la causa -iniciada hace más de cinco años y mediosurge que
se ha intentado notificar al deudor en el domicilio que tenía registrado en el banco al emitir el cheque
base de este pedido de quiebra en aquel que fuera denunciado por el propio deudor al presentarse en
concurso preventivo, en el informado por la Policía Federal Argentina y en el consignado en el informe
del Registro Nacional de las Personas; y además, en dos oportunidades, ha quedado notificado
mediante cédulas diligenciadas bajo responsabilidad de la parte actora en el domicilio denunciado en el
concurso preventivo, resultando ello suficiente, más allá de las medidas que el magistrado pueda
adoptar para dar con el paradero del accionado y conocer su situación patrimonial.
Cabe revocar la decisión del juez a quo por la cual tuvo por desistido el pedido de quiebra, toda vez que
el peticionario -si bien en forma tardía- adjuntó el certificado previsto en el Decreto Ley 3003/56. La
decisión apelada adolece de excesivo rigorismo formal. Ello así en tanto el juzgado advirtió el
cumplimiento tardío del recaudo establecido en el citado decreto, cuando el formulario en cuestión ya
había sido acompañado por el peticionante de la quiebra con casi tres meses de anticipación.
Como principio general la ejecución colectiva resulta improcedente cuando no se han agotado los
trámites de la ejecución individual, resultando incompatible el mantenimiento simultáneo de la vía de
ejecución individual y la colectiva. Sin embargo, no cabe rechazar el pedido de quiebra intentado por el
acreedor, aún cuando existe un proceso ejecutivo entre las mismas partes, toda vez que éste proceso
fue promovido en el año 2001, lo cual predica sobre el prolongado lapso que medió entre aquélla
ejecución y el presente pedido de quiebra, iniciado en 2008. Asimismo, el embargo trabado en dicho
proceso ejecutivo quedó en la incertidumbre, ya que la operación fue anulada. Se suma a lo expuesto la
incomparecencia de la emplazada en autos, pese a haber sido notificada del traslado que establece el
art. 84 LCQ. Todos los anteriores son indicios de las dificultades justificadas del peticionante de la
declaración de falencia para hallar bienes de la sociedad emplazada. En ese contexto, se estima
apropiado disponer una nueva citación de la firma a la que se le imputa un estado de insolvencia. Ese
temperamento resulta más ajustado a la necesidad de apreciar las consecuencias de la duda sobre la
situación patrimonial de la requerida sin menoscabar el derecho de la peticionante a acudir a la vía de
ejecución colectiva, sin perjuicio de lo que corresponda decidir ante la eventual presentación de la
sociedad deudora.
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Cabe rechazar el pedido de quiebra incoado por una sociedad que invoca ser titular de obligaciones
negociables que debía pagar la demandada, aduciendo que ésta habría incurrido en mora en el
cumplimiento de su obligación y se hallaría demostrado su estado de cesación de pagos. Ello así, toda
USO OFICIAL
vez que en la especie se exteriorizó que entre las partes medió una vinculación jurídico-comercial
constituida por obligaciones recíprocas a partir de una operación de financiamiento instrumentado
mediante obligaciones negociables, aún no canceladas, habiéndose celebrado entre las partes, con
anterioridad a este trámite, una serie de negociaciones basadas en un convenio de reestructuración que
fue objeto de algunas sucesivas prórrogas. En ese sentido, si el peticionante de una quiebra invoca un
contrato bilateral y continente de obligaciones recíprocas, ello no satisface los recaudos del art. 83 LCQ,
en el caso que, dentro de la sumariedad del trámite, no se pueda alcanzar una certeza sobre si se halla
cumplida por aquél la obligación a su cargo o si se encuentra vencida la deuda atribuida a la presunta
cesante -como en la especie- (cfr. CNCom, Sala C, in re "Cobertura Federal de Salud S.A. s/ pedido de
quiebra por Clínica Privada Escobar SRL y otro", del 27/05/05; Sala A, in re "Kuropativa, Jorge s/ ped.
de quiebra por Novissima SA", del 20/07/95; Sala E, in re "Producar SA s/ pedido de quiebra por
Metrocop SA", del 07/03/88; v. Palermo, Pablo: "El pedido de quiebra por el acreedor", Círculo Carpetas,
Bs. As., 2005, p. 140).
1 - Cabe confirmar la resolución de grado que denegó el pedido de quiebra solicitado, toda vez que el
peticionante había invocado como base de su pretensión el incumplimiento de un acuerdo transaccional
alcanzado en sede de mediación en los términos de la Ley 24573. En ese orden, como las partes en
dicho acuerdo habían pactado que en caso de incumplimiento el requirente se hallaba facultado para
promover la ejecución del convenio conforme el procedimiento del art. 523 Cpr, no podía considerarse
que el título aducido trajera per se aparejada ejecución, no resultando por ese motivo suficiente para
declarar la quiebra del presunto deudor. Es que si las partes acordaron la fuerza ejecutiva, es porque
presupusieron que el acuerdo, por sí, carecía de dicha eficacia. Desde tal perspectiva, la vía individual
sería la procesalmente factible, según lo estipulado ante el funcionario de mediación, para reclamar
ejecutivamente la deuda. Así, la invocación del apelante basada en el art. 523, inciso 7º, Cpr, no se
compadece con tal circunstancia.
2 - En rigor, el procedimiento para ejecutar un acuerdo como el aducido no es el que mencionó el
apelante (art. 523), sino el regido por los arts. 499 y concordantes del Código Procesal, a los que remite
el art. 12 de la Ley 24573. Es decir, el procedimiento para ejecutar un acuerdo de mediación no es el del
juicio ejecutivo, como dijo el apelante, sino el de ejecución de sentencias. Por eso, la invocación del art.
523 no se ajusta a lo expresamente previsto por la ley de mediación.
CASTREGE, JUAN JOSE S/ PEDIDO DE QUIEBRA (POR LA RURAL VDOS. Y BGAS SA.).
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Cabe rechazar el pedido de quiebra incoado por una sociedad que invoca ser titular de obligaciones
negociables que debía pagar la demandada, aduciendo que ésta habría incurrido en mora en el
cumplimiento de su obligación y se hallaría demostrado su estado de cesación de pagos. Ello así, toda
vez que la emplazada de quiebra invocó que la cuestión de la prescripción de tales obligaciones es
materia del juicio llevado adelante aún ante los tribunales de la ciudad de Nueva York. En cuanto tal, la
existencia de ese juicio y el hecho que allí siga como punto controvertido la prescripción, más allá del
rechazo de ciertas medidas cautelares y de las vicisitudes procesales de aquella causa, no han sido
datos negados por la peticionante, aun cuando relativizó con énfasis su incidencia respecto del pedido
de quiebra. Al hallarse en discusión en otra jurisdicción la exigibilidad del crédito, a partir de la
invocación de que prescribió la acción para hacerlo valer, no se puede suponer que aquél se encuentra
hoy exigible. Al contrario, es materia de un juicio, por lo que constituye un crédito litigioso, que no
legitima al acreedor para pedir la quiebra del deudor (v. Fassi, Santiago - Gebhardt, Marcelo:
"Concursos y quiebras", Astrea, Bs.As., 2001, pág. 235; v. CNCom, Sala E in re "Alpargatas S.A. s/ ped.
de quiebra por Dabbler Gulf", del 07/12/00, citado por Palermo, Pablo: "El pedido de quiebra por el
acreedor", Círculo Carpetas, Bs.As., 2005, p. 140).
Si bien en principio es inviable el pedido de quiebra sustentado en facturas dado que la dilucidación de
las cuestiones inherentes a las operaciones que en ellas se instrumentan, no pueden ser efectuadas
sino mediante un proceso de conocimiento pleno por cuanto son documentos meramente probatorios
sujetos a reconocimiento por su índole de instrumentos privados, cabe -en el caso- apartarse de dicho
principio por cuanto las facturaciones que conforman base de esta vía universal ostentarían en principio
aptitud ejecutiva en virtud de las normativas que rigen el suministro de energía eléctrica.-En efecto, el
art. 84, Ley 24065, como así también su decreto Reglamentario 1398/92, establece que " la falta de
pago del suministro de energía eléctrica a usuarios finales...será sancionado con la interrupción y o
desconexión de dicho suministro. Para la percepción de los importes correspondientes a los precios de
compraventa en bloque y/o tarifas de suministros de usuarios finales, se aplicará el procedimiento
ejecutivo, siendo título habil la constancia de deuda que determine la reglamentación". En esos
términos, la Secretaría de Energía Eléctrica dictó la Resolución N° 29/95, la cual en su art. 8 y en l o que
aquí interesa, estipuló que: "el duplicado de las facturas emitidas por los Generadores, Cogeneradores o
Autogeneradores ..., serán título hábil para la aplicación del procedimiento ejecutivo en los términos de
lo establecido en el segundo párrafo del art. 84 de la Ley 24065, cuando los volúmenes físicos y
monetarios de la facturación realizada sean coincidentes con los resultados imputados al contrato en el
correspondiente Documento de Transacciones Económicas (DTE) de la Compañía Administradora del
Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima (CAMMESA) y contengan en su anverso la certificación
de estar vencidas e impagas".- La normativa antedicha y de sus decretos complementarios, en especial
la Resolución de la Secretaría de Energía n° 29/95, impone a los efectos de atribuir aptitud ejecutiva a
las facturaciones dos (2) certificaciones, una referida a que se deje constancia en ellas del hecho de
encontrarse las mismas vencidas e impagas y, la otra, vinculada con que los volúmenes físicos y
monetarios de la facturación realizada sean coincidentes con los resultados imputados al contrato en el
correspondiente Documento de Transacciones Económicas (DTE) de la Compañía Administradora del
Mercado Mayorista Eléctrico Sociedad Anónima (CAMMESA).
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Cabe admitir el pedido de quiebra fundado en una serie de facturas presentadas por el peticionante que
darían cuenta de la venta de mercaderías a la demandada, a las que adjuntó además los remitos que
acreditarían la recepción de los efectos sin observaciones; toda vez que, para promover un pedido de
quiebra no es menester contar con título ejecutivo o sentencia a favor, siempre que satisfaga la
exigencia prevista por la LCQ.: 83, que se circunscribe a la demostración sumaria del crédito; y si bien
es cierto que la operación instrumentada traería aparejadas obligaciones recíprocas para las partes, ello
no permite descartar que la documentación acompañada resulte idónea para probar sumariamente la
calidad de acreedor invocada; ya que la documentación en cuestión constituye un medio adecuado para
demostrar las alegadas relaciones contractuales (Ccom: 208 - 5º) y también puede constituirse en medio
apto para demostrar acreencias; además, la mora en el cumplimiento de una obligación es sólo uno de
los indicios demostrativos de la cesación de pagos que se atribuye -LCQ.: 79 - 2º-; y en la especie, la
peticionaria imputó además, y en virtud de ciertas circunstancias y pruebas que reseñó, la ausencia de
la deudora y de sus administradores sin dejar representante con facultades y medios suficientes para
cumplir sus obligaciones -LCQ: 79 - 3ºy la clausura de la sede de la administración y el cierre de su
establecimiento comercial -LCQ: 79 - 4º-; en tal contexto, no cupo rechazar "inaudita parte" el presente
pedido de quiebra, sino proveer el emplazamiento previsto por la LCQ: 84, sin perjuicio de cuanto pueda
decidirse en la oportunidad pertinente.
Fundamentos del Dr. Sala:.
Si bien he considerado que dicha documentación resulta inidónea "per-se" para probar la existencia de
un "crédito exigible" en los términos de la LCQ: 80; pues la dilucidación de las cuestiones inherentes a
las operaciones que se instrumentan en las aludidas facturas no puede ser efectuada sino en el ámbito
de un proceso de conocimiento pleno, dado que en el ordenamiento concursal nacional no existe juicio
de antequiebra -LCQ: 84-; sin embargo, en la especie, se invocaron otros hechos reveladores del estado
de cesación de pagos -vgr. ausencia de la deudora y de sus administradores sin dejar representante con
USO OFICIAL
facultades y medios suficientes para cumplir sus obligaciones (LCQ: 79 - 3º) y la clausura de la sede de
la administración y el cierre del establecimiento comercial (LCQ: 79 - 4º); por lo que, resulta procedente
el emplazamiento con arreglo a lo previsto por la LCQ: 84; sin perjuicio de lo que ulteriormente pudiera
resolverse una vez oída la emplazada.
Procede confirmar la resolución que rechazó la excepción de prescripción opuesta por la demandada,
cuando -como en el casotratándose de un seguro de caución es criterio del Tribunal que el plazo anual
de prescripción contemplado en el art. 58 LS debe comenzar a computarse recién a partir del momento
en que la obligación deviene exigible, y luego, en el caso de marras, en el que las primas resultan
pagaderas periódicamente, esto acaece recién frente al vencimiento de la última cuota. En efecto la
norma citada, en su segundo párrafo establece que cuando la prima debe pagarse en cuotas, la
prescripción para su cobro se computa a partir del vencimiento de la última cuota (cfr. esta CNCom.,
Sala A, 26/6/09, in re: "Alba Compañía Argentina de Seguros SA c/ Compañía Austral de Servicios SA y
otros s/ordinario") . En este marco, no resulta plausible concluir que el actor debiera verificar montos que
no eran exigibles al momento en que la demandada se presentó en concurso preventivo y respecto de
los cuales, dada la índole del seguro de caución, tampoco podía hacerse una previsión cierta, máxime
tratándose de prestaciones de un tercero que reconocen como causa la continuación de la ejecución de
un contrato celebrado con el concursado cuya exigibilidad resulta posconcursal. Ello así, si la última
cuota reclamada vencía el 1/5/07 y la presente demanda fue promovida el 29/2/08, no se encuentra
cumplido el plazo de dos (2) años previstos por el art. 56 LCQ.
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Boletín de Jurisprudencia 7/09
Cabe revocar la sentencia que rechazo la excepciones de nulidad, falsedad y prescripción que mando a
llevar adelante la ejecución de cuatro pagares emitidos antes de la presentación en concurso del
ejecutado y con vencimiento posterior ya que durante la pendencia del plazo los acreedores no pueden
realizar medidas tendientes a su cumplimiento, sin embargo, se encuentran -frente al concursamiento de
su deudor- habilitados para solicitar la verificación de sus respectivas acreencias conforme lo dispuesto
en Cciv: 572 y 753. Y no sólo es una facultad sino que la verificación del crédito es una carga para todos
los acreedores de causa o título anterior a la presentación del deudor en concurso a los efectos de ser
incorporados al pasivo concursal. Carga que puede llevarse a cabo insinuando el crédito ante el síndico,
o bien, mediante la verificación tardía, siempre que la acción no se hallare prescripta según lo dispone el
art. 56 de la LCQ., Advirtiéndose que a la fecha de interposición de la demanda ejecutiva ya había
transcurrido el plazo de 2 años desde la presentación en concurso del ejecutado previsto por la norma
mencionada, es que, corresponde determinar que el crédito pretendido en esta causa se encuentra - a
todas lucesprescripto.
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Boletín de Jurisprudencia 7/09
Toda vez que el domicilio real de la peticionante de su propia quiebra se ubica en la localidad de Ramos
Mejía, Provincia de Buenos Aires, desde que no se trata de un comerciante matriculado -la presentante
alude a su condición de ama de casa-, y no resultando acreditado que sea en la Capital Federal donde
posee la sede de la administración de sus negocios, corresponde atribuir la competencia a la justicia de
la Provincia de Buenos Aires (cfr. análogo "Pajon, Patricia Noemí s/ concurso preventivo", F.G.
101.924).
A fin de determinar cual tribunal debe intervenir en una quiebra refleja, decretada en el marco de un
incidente de extensión de quiebra, corresponde partir de la base de lo que establece la Ley 24522: 162-
2° párr.: "Una vez declarada la extensión, conoce e n todos los concursos el juez competente respecto
de aquel que prima facie posea activo más importante. En caso de duda, entiende el juez que previno".
Véase que la ley es clara cuando diferencia las dos hipótesis de los dos primeros párrafos del art. 162,
que aparecen separadas por el circunstancial de tiempo "una vez declarada la extensión". A partir de
ese momento, nace una nueva quiebra, y es competente en esa nueva quiebra, y de todas las reflejas,
el juez que sea competente en aquella "que prima facie posea activo más importante".
USO OFICIAL
Cabe revocar la resolución de grado que en el marco de un concurso especial hizo lugar a la oposición
formulada por un acreedor embargante contra el embargo planteado por el letrado del adquirente en
subasta. Ello así, pues no puede postularse en el marco de este concurso especial la aplicación de la
normativa prescripta por el art. 218 Cpr en tanto a la fecha en que fue planteada la nulidad del remate la
quiebra no se encontraba concluída. En segundo lugar, y aún cuando este Tribunal ha considerado que
la labor del letrado de un adquirente en subasta puede ser accesoria -a los efectos de evaluar el monto
de los emolumentos- lo cierto es que en el caso particular, el recurrente ha debido enfrentar el planteo
de nulidad de la subasta efectuado por el ex fallido y su cónyuge y la defensa que debió articular lo fue
en interés de su parte pero con claro beneficio de los restantes acreedores. Ello pues, si la declaración
de nulidad de un remate en un proceso falencial afecta a la masa de acreedores -que no ven ingresar
dinero en la quiebra- la situación contraria -la aprobación del aludido remate- los beneficia, y si para
lograr dicha aprobación un letrado debe defenderse de un planteo de nulidad, sus trabajos pueden
conceptuarse con el rango previsto por el art. 3879 Código Civil. De tal modo, se verifica una relación
directa e inmediata entre la tarea realizada -gasto de justicia- y el interés de los acreedores, resultando
procedente desestimar la oposición del acreedor embargante. Y no obsta a esta decisión el hecho de
que el aludido embargo haya sido anotado con anterioridad al dictado de la resolución de este Tribunal
que regula los honorarios del recurrente, pues las tareas realizadas en defensa del remate del bien del
fallido fueron realizadas con anterioridad.
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Es cierto que el crédito derivado de lo trabajado de horas extras tiene privilegio especial, en vista a su
naturaleza remuneratoria (v. Fassi-Gebhardt: "Concursos y Quiebras", pág. 546, ed. 2004); sin embargo,
con respecto a las remuneraciones devengadas con anterioridad a la presentación concursal y que
exceden el plazo de seis meses -con independencia de la fecha de presentación-, el Tribunal ha emitido
opinión en sentido favorable a limitar el privilegio discutido a los seis primeros meses adeudados en
concepto de horas extras (CNCom, Sala C, in re "Club Atlético San Lorenzo de Almagro s/ Concurso
Preventivo s/ Incidente de Revisión por Gerpe, Jorge E.", del 23/06/05).
No procede incluir el pago de la tasa de justicia dentro de la reserva a que alude la LC 244, habida
cuenta que no es un gasto que guarde vinculación directa con la enajenación del bien asiento del
privilegio, en tanto debe ser atendido en los términos de la LC 240. Ello así, no corresponde que el
acreedor hipotecario contribuya al pago de esa tasa (esta sala 17.5.00, "Fabián Poj"; 19.12.06, "Castaldi
s/ quiebra"; sala B, 31.10.01, "Fele s/ quiebra"; 12.4.06, "Viladevall s/ quiebra"; 15.12.04. "Campanini s/
quiebra..."; id. Sala C, 18.11.05, "Sielecki").
USO OFICIAL
Cabe denegar el pedido de la sindicatura falencial dirigido a que un crédito indemnizatorio verificado
contra otra quiebra tuviera el reconocimiento de gasto del concurso en los términos del art. 240 LCQ.
Ello así, toda vez que el crédito por ella invocado, y que fuera admitido al pasivo concursal de la quiebra
"deudora" no es un gasto o desembolso que deba ser cargado a ese concurso, porque no fue hecho
para su desarrollo, sino precisamente lo contrario: es una deuda a pagar por un concurso al otro
concurso. Eso evidencia la imposibilidad de subsumir el resarcimiento materia de este incidente en el
régimen del art. 240 respecto de dicha quiebra (v. en tal sentido, CNCom, Sala C, in re "Latinsport s/
quiebra", del 02/06/09). Por eso mismo, tampoco es admisible la pretensión de que ese crédito sea
objeto de un "pronto pago" tal como fue pretendido por la incidentista.
A fin de calcular los intereses del capital adeudado en concepto de expensas, corresponde admitir la
tasa de interés establecida en el reglamento de copropiedad; toda vez que, para modificar las pautas allí
insertas, es menester fundarse en un aprovechamiento abusivo de la tasa pretendida; lo cual,
ciertamente, no sucedió en la especie (arg. CCIV: 656, 1197 y ccdtes.; Rivera, Julio C. "Ejercicio del
control de la tasa de interés", LL sup. esp. intereses, Julio 2004, p. 105); además, la tasa de interés
establecida en el reglamento de copropiedad constituye una previsión que obliga a los consorcistas
como la ley misma (CCIV: 1197).
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Vassallo - Dieuzeide.
Cabe revocar la resolución que desestimó la revisión de lo decidido en la instancia de la LC: 36, en
materia de intereses del crédito insinuado por la AFIP, ya que dada la valiosa función de los impuestos
como complemento del principio constitucional que prevé atender al bien general, lo que justifica que las
leyes pertinentes contemplen medios coercitivos para lograr su oportuna satisfacción, en tanto su
existencia afecta de manera directa el interés de toda la sociedad (cfr., "Fallos" 243:148; 308:283, entre
muchos otros), es necesario adoptar una solución que compatibilice la finalidad que subyace en la
fijación de dichos intereses con la naturaleza universal del presente proceso y el resguardo que
merecen los restantes acreedores. Lo expuesto no supone controvertir la constitucionalidad de la ley
tributaria o de la atribución delegada al Fisco. Así pues no se trata de omitir su aplicación sino de
compatibilizarla con la normativa de que se trata y sus principios: el régimen concursal y el tratamiento
igualitario de los acreedores concurrentes (SCJ Mendoza, Sala Primera, 11.4.03 "AFIP s/ inc. de
revisión por Zapata Jorge J s/ concurso preventivo").
TORRES, GABRIEL ANTONIO S/ QUIEBRA S/ INC. DE REV. DE CREDITO PROMOVIDO POR FISCO
NACIONAL.
Es reconocida la facultad de los jueces de morigerar en cualquier caso los intereses cuando éstos
resulten excesivos; criterio que, por otro lado, resulta prácticamente uniforme en la totalidad de las Salas
que integran este Tribunal (Cciv. 953; en igual sentido, Sala A, 31.10.06, "Estampería Mario Caletti SA s/
inc. de revisión por Fisco Nacional"; Sala B, 3.9.09 "Lavalle 1506 SA s/ quiebra s/ incidente de revisión
(por Fisco Nacional)"; Sala C, 18.3.05, "Aserradero American S.A. s/quiebra s/inc. de revisión por Fisco
Nacional"; Sala D, 15.6.07, "Sortie SRL s/ quiebra s/ inc. de revisión por Fisco Nacional"; Sala E,12.9.08,
"Santax SRL s/ concurso preventivo s/ inc. de revisión por la concursada al crédito de la AFIP"). A tal fin,
corresponde establecer previamente un porcentual máximo admisible para liquidar los réditos. Es por
ello que, luego de un estudio pormenorizado de la cuestión en análisis que en casos como el de autos-
intereses de un crédito insinuado por la AFIP-, resulta prudente establecer como tope de intereses por
todo concepto, para este tipo de obligaciones, el que resulte de aplicar dos veces la tasa que percibe el
Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento, siempre que los intereses pretendidos
no resulten menores (Sala F, 24.11.09, "Asociación Civil Sagrado Corazón de Jesús s/quiebra s/
incidente de revisión por (AFIP-DGI)").
TORRES, GABRIEL ANTONIO S/ QUIEBRA S/ INC. DE REV. DE CREDITO PROMOVIDO POR FISCO
NACIONAL.
Cuando, como en el caso, el crédito reconocido en el marco de un proceso incidental tiene por causa los
honorarios fijados a favor del letrado de una de las partes en un expediente donde se ventiló el
reconocimiento de una acreencia de naturaleza laboral; posee, por expresa disposición legal, privilegio
general, dado que integra las costas impuestas a la concursada (arg. esta CNCom, esta Sala A,
09.10.85, "Escribas, Rodolfo c. Cooperativa Ferrocarriles del Estado Ltda s. quiebra s. inc. de
verificación"; íd., 16.05.86, "Mi Tesoro SA s. quiebra s. inc. de verificación por Alvarez, Antonio"; íd.,
Sala E, 03.05.02, "La Confianza Cía Arg. de Seguros SA s. liquidación s. inc. de verificación por García,
Mariano Alfredo"; íd., Sala D, 31.10.01, "Antonio Saccomanno SA s. concurso preventivo s. inc. e
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verificación de crédito por Coria José Leonardo"; íd., Sala C, 05.12.85, "Complejo Textil Bernalesa SRL
s. inc. de verificación por Erlijman", entre otros). Sobre tales bases, ponderando que el ordenamiento
legal que rige la materia estableció como principio general el reconocimiento de privilegio general para
"las costas judiciales" -Ley 24522: 246-1°- derivad as del pleito laboral, que los honorarios de los
abogados se encuentran incluidos dentro de ese rubro y que el legislador no ha efectuado distinción
alguna entre los diferentes conceptos que conforman esa categoría, el argumento de que el privilegio en
cuestión sólo alcanza a los estipendios del letrado del acreedor laboral, es inatendible.
La Ley 24522: 244 manda a que se "reserven" las sumas correspondientes a la conservación de la cosa
sobre la que recae el privilegio especial; la finalidad de esa reserva es pagar el crédito del conservador
con prelación al crédito con privilegio especial; es decir que, aunque la ley no lo diga expresamente,
esos gastos cuentan con una preferencia de cobro que los coloca por encima de los créditos con
privilegio especial (cfr. Villanueva, Julia, "Privilegios", p. 442, 1ra. Edición, Rubinzal-Culzoni, 2004); más
USO OFICIAL
cuando el acreedor reviste la doble condición, pues no sólo fue el sujeto que realizó los gastos de
conservación y en cuyo beneficio se reconoce la "reserva", sino que además es acreedor privilegiado
obligado a realizarla, resulta inútil la imposición de depositar sumas en concepto de reserva por gastos
que su propia parte efectuó. De manera que el crédito que en definitiva allí resulte reconocido podrá
compensarse.
Con independencia del criterio de esta Sala en punto al orden de preferencia que correspondería
asignar al crédito por ABL devengado sobre el inmueble que conformó el activo falencial durante el
período abarcado entre el decreto de quiebra y la toma de posesión por parte de los adquirentes, lo
cierto es que, en el caso, media la existencia de cosa juzgada, pues ya fue decidido en sede civil -en el
marco de una ejecución hipotecaria contra el fallido- que el adquirente en subasta no iba a ser
responsable de las deudas que registrara el inmueble en concepto de impuestos, tasas y contribuciones
devengadas antes de la toma de posesión-. En este sentido, se comparte el criterio que establece la
inmutabilidad de la sentencia, en virtud de que es de sustancia procesal el respeto a los actos
jurisdiccionales, porque ello hace al asiento certero de los derechos subjetivos.
Procede confirmar la resolución mediante la cual la magistrada concursal ordenó la suspensión del
trámite de este incidente de verificación hasta tanto exista conclusión en sede penal en la causa seguida
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contra el ex presidente de la fallida, por aplicación del principio de prejudicialidad establecido en el art.
1101 Código Civil, con base en que en la acción penal y en estos obrados existiría una íntima
vinculación -orientados a determinar la correcta o incorrecta determinación de deuda de parte del Fisco-
lo que justificaría suspender el curso del proceso. Ello así por cuanto si bien, como lo sostiene el
recurrente, en cuestiones tributarias existe la doble jurisdicción, no se encuentra controvertido que aquél
fue llamado a prestar declaración indagatoria en la acción penal instada en su contra. Desde tal
perspectiva, si bien en la ley penal tributaria se descarta el sometimiento de la cuestión tributaria a los
resultados alcanzados en sede penal, ello no empece a que se deba impedir la existencia de una
posible contradicción sobre aspectos esenciales comunes, por lo que debe condicionarse la apreciación
de los hechos a las conclusiones arribadas en el proceso penal.- De modo que, encontrándose
incontrovertido en la especie que el juez penal dio curso a la acción penal instada por el Fisco contra el
aquí recurrente con presumible incidencia en la correcta apreciación de la responsabilidad que cabrá
atribuir a la fallida en el caso y contemplando que en este proceso de verificación están en juego
cuestiones directamente vinculadas con lo que se debate en aquella sede, donde se imputarían diversos
ilícitos presuntamente detectados en el procedimiento administrativo previo que conllevó a la expedición
de los correspondientes certificados de deuda (que pretenden verificarse en este pasivo concursal),
resulta evidente que debe asignarse prioridad al proceso penal en este trámite concursal, extremo que
impone mantener el temperamento adoptado por la magistrada concursal pues, más allá de los
argumentos recursivos opuestos, en el actual contexto, la situación se condice con lo dispuesto por el
art. 1101 del Código Civil.
1 - La aludida "intangibilidad" que se predica respecto del crédito de la ex cónyuge del concursado
significa que, por una parte, éste no podría, mediante el simple expediente de una presentación en
concurso preventivo, disminuir la parte que se le hubo asignado a aquélla en el convenio de liquidación
de la sociedad conyugal homologado en el juicio de divorcio. Si tal cosa se admitiera, se avalaría un
proceder contrario a la buena fe genéricamente exigible en todo acuerdo sobre derechos patrimoniales
(CCIV: 1198) y, con mayor razón, cuando el origen de tal convenio está entrañablemente ligado a una
relación precedente regida por normas y principios de orden público (CCIV: 1299, 1315 y concs.).
2 - De su lado, los acreedores del esposo no podrían pretender hallarse en una situación mejor dentro
del concurso de su deudor que si éste se encontrara in bonis. En efecto, el derecho de dichos
acreedores se encuentra acotado por el límite que establecen los arts. 5 y 6 de la Ley 11357, es decir,
no pueden ir más allá de los bienes propios del marido y la porción de gananciales que a él ha
correspondido en la liquidación de la sociedad conyugal. De modo que no podrían pretender en el marco
de un concurso preventivo un derecho mejor o más extenso que el que tenían encontrándose el deudor
en una situación no concursal (en similar sentido: Sala C, in re "E., I. s/ quiebra", del 24/05/05, LL
30.8.2005, fallo 109.325).
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Cabe confirmar la resolución del juez del concurso por la cual admitió en el pasivo concursal un crédito
quirografario, originado en el pago realizado por la ex cónyuge del concursado en el marco de un juicio
ejecutivo anterior, para satisfacer una deuda de la cual correspondía al concursado, es decir su ex-
marido, hacerse cargo en un 50%, ya que la deuda cancelada había tenido carácter ganancial. En ese
sentido, no resulta admisible la apelación de la sindicatura, en tanto argumento que no había sido
invocado en la ocasión de celebrarse un convenio de liquidación de sociedad conyugal entre la
incidentista y el concursado, que estuvieron unidos en matrimonio; y que la incidentista habría debido
pedir la recompensa que le correspondía en oportunidad de dicho convenio. Sin embargo, tal postura no
es admisible porque la ausencia de una previsión en el convenio liquidatorio de la sociedad conyugal
acerca del crédito aquí en cuestión no podía obstar a que éste fuera invocado ante el concurso. No
podría válidamente afirmarse que la inexistencia de una estipulación al respecto hubiese implicado una
renuncia de derechos por parte de la ex-cónyuge del concursado, siendo de orden público las normas
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que imponen el modo de disolución y liquidación de la sociedad conyugal (arg. doctr. art. 1315, Código
Civil; conf. art. 872 Cciv).
VILAR, MANUEL JORGE S/ CONCURSO PREVENTIVO (INC. DE VERIF. POR LAFAGE, CLAUDIA
TERESA).
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La sentencia ejecutiva constituye título válido para la verificación, si la deudora, cuando se encontraba in
bonis, defendió sus derechos y no promovió proceso de conocimiento con el fin de ejercer defensas de
orden causal (conf. Rivera, Julio Cesar, Roitman, Horacio, Vítolo, Daniel Roque; "Ley de Concursos y
Quiebras"; T. 1, Ed. Rubinzal - Culzoni; Santa Fe 2005, pág. 556, CNCom. Sala E, 19.10.2000, in re:
"Collon Cura S.A."), tal como ocurrió en la especie. Ello así, resulta forzoso concluir que la sola
sentencia dictada en el proceso ejecutivo con excepciones rechazadas sienta una presunción a favor de
la existencia de la causa de la obligación, salvo que sea desvirtuada por un juicio ordinario posterior,
que en la especie, no fue deducido.
La quiebra -asentada en principios de orden público que tienden a asegurar el derecho de propiedad, la
igualdad de tratamiento, el debido proceso y la defensa en juicio de los derechos de todos los
acreedores- ordena el ejercicio de las pretensiones promovidas contra el fallido y su satisfacción
mediante un procedimiento obligatorio para todos los demandantes, de carácter colectivo y universal
(C.S.J.N., Fallos 323:160; 327:1002, etc.), cuyo objeto es la determinación de la real existencia del
crédito y del pasivo del deudor, a fin de evitar, primordialmente, que sean admitidos acreedores falsos o
por cantidades inexistentes; y, aun cuando medie juicio ejecutivo hipotecario, el acreedor munido de la
garantía real está sometido a la carga de verificar su crédito con intervención de la sindicatura; pues,
sólo el juez de la quiebra es quien puede determinar quienes son los acreedores llamados a participar
de la distribución de los fondos, previo análisis y decisión acerca de los títulos invocados a tal fin,
procedimiento que necesariamente debe realizarse a través de la verificación de créditos.
El proceso de verificación es un juicio de conocimiento pleno frente al que no puede invocarse la cosa
juzgada meramente formal que emana de una sentencia dictada en juicio ejecutivo (cfr. C.S.J.N., "Collón
Curá S.A. s/ quiebra s/ inc. de revisión por Banco de Hurlingham" del 3.12.02, LL 2003-C-732); y las
modificaciones que la Ley 26086 introdujo al instituto del fuero de atracción no importaron una alteración
de estos principios; de modo que la alegada validez de las sentencias como título verificatorio en el
concurso refieren únicamente a las que se dicten en los procesos de conocimiento y en los juicios
laborales que continuaron su tramitación ante el juzgado de origen; si bien la sentencia que se dicte en
estos procesos que continúan su trámite por ante los juzgados de origen resultan idóneas "como título
verificatorio en el concurso", en modo alguno implica que tengan "valor verificatorio", sino que tan sólo
constituyen títulos hábiles para lograrla (Molina Sandoval, "El cambio de las reglas del juego en el fuero
de atracción concursal", ED 10.4.06); ello así, no siendo vinculante en el proceso universal lo decidido
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en la ejecución hipotecaria, cuando el crédito reclamado con privilegio especial, se originó con
anterioridad al 3.2.02, se encuentra alcanzado por la pesificación prevista por la Ley 25561 y el decreto
214/02; además, si la sentencia ejecutiva que condenó a la fallida al pago de un crédito en moneda
extranjera, fue dictada con anterioridad al 6.1.01, es decir antes de que fuera promulgada la normativa
de emergencia; la apuntada "res iudicata" no resulta óbice, por sí misma, para impedir la "pesificación",
pues, estas normas alcanzan también a los créditos en moneda extranjera reconocidos en sentencias
firmes, tal como lo decidió la Corte Suprema en la causa "Souto de Adler, M. c/ Maiorano, M.", de
14.8.07.
de un tercero, en tanto de las pruebas producidas en autos -constancias remitidas por el Banco Ciudad
dan cuenta de la co-titularidad del actor y su cónyuge (beneficiaria de los cheques), así como la partida
de matrimonio adjuntada por el Registro Nacional de las personas - permiten concluir que los cheques
acompañados fueron presentados con el fin de acreditar los saldos impagos, siendo que sus montos
son coincidentes con las cifras que surgen del contrato modificatorio y máxime, si se tiene en cuenta
que la cónyuge del actor no se valió de tales cheques para verificar un crédito en este concurso. Por lo
demás, la concursada tampoco brindó una razonable explicación que permitiera pensar que entregó
tales cheques con base en una operatoria distinta a la descripta por el incidentista.
Ballerini - Piaggi.
Corresponde verificar el crédito insinuado por una aseguradora en el pasivo concursal, con fundamento
en un cheque emitido -finalmente no abonado- a fin de cancelar las primas adeudadas en virtud de dos
seguros de caución celebrados entre las partes, cheque que fue emitido con posterioridad al
devengamiento de las cuotas de la prima cuyo pago se instrumentó con ese título. Por consiguiente, la
concursada no puede alegar válidamente que dicha causal carece de causa, argumentando que esas
cuotas de la prima no debieron devengarse, porque las facturas que garantizaban las pólizas
respectivas habían sido previamente abonadas, en tanto no tendría sentido que la concursada emitiera
esa cambial en cumplimiento de una obligación que -según sostienen- a esa fecha resultaba inexistente.
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En el marco de un incidente de revisión corresponde incluir dentro del crédito laboral verificado el pedido
de aplicación de la indemnización contemplada por el art. 80 de la LCT. Ello así, pues aún cuando no se
ignora que medió una puesta a disposición del certificado de trabajo en oportunidad de cursarle a la ex-
dependienta el aviso de despido, sin embargo, recién muy avanzado este incidente fue adjuntado, no
habiéndolo sido en la oportunidad en que la concursada lo contestó. Al contestar la demanda, la
concursada sólo adujo que no correspondía el pago de la indemnización prevista en aquella norma por
haber puesto a disposición el certificado. En tal contexto, teniendo en cuenta que tampoco fue puesto a
disposición en la oportunidad del conteste de la acción, resulta procedente la indemnización que la ley
prevé como sanción ante la omisión de presentar el certificado.
ALPI ASOCIACION CIVIL S/ CONCURSO PREVENTIVO (S/ INC. DE REVISION POR MARIA ELENA
RUIZ).
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OSMATA S/ CONCURSO PREVENTIVO (S/ INC. DE REVISION POR MAZURSKI, FERNANDO LUIS).
Cabe dictar resolución civil aun cuando no haya recaído sentencia en sede penal (cfr. Belluscio-Zannoni,
"Código Civil y Leyes Complementarias. Comentado, Anotado y Concordado", t. 5, p. 304, Astrea, 2007),
cuando la pendencia del proceso penal sea de tal magnitud que impida en forma real el derecho de
defensa en juicio de los derechos, toda vez que las normas jurídicas, aun las imperativas y de orden
público, deben ser interpretadas razonablemente en función de las circunstancias particulares del caso
concreto, de los principios generales del ordenamiento jurídico y de las normas de jerarquía
constitucional que le atañen; pues si bien por un lado la prejudicialidad pretende evitar el dictado de
sentencias contradictorias; sin embargo, por el otro, puede producir importantes perjuicios a los
interesados en obtener una sentencia dentro de un plazo razonable.
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Cabe admitir la revisión pretendida por la incidentista y otorgar privilegio hipotecario al crédito
reclamado, en razón de "hipoteca abierta" constituida en garantía del saldo deudor de la cuenta de
gestión resultante del contrato de distribución que vinculó a las partes. Ello así, aún cuando las facturas
que dieron sustento a la pretensión verificatoria fueron emitidas con posterioridad a la rescisión
contractual decidida por la acreedora, pero con anterioridad a la revocación de la medida cautelar de no
innovar decretada contra la incidentista. En efecto, pues si bien la incidentista notificó por carta
documento a la concursada su intención de rescindir el contrato de distribución, lo cierto es que a los
diez días fue notificada de la medida de no innovar y prohibición de contratar con terceros. Es por ello
que continuó ejecutando el contrato de distribución tal como se dispuso y emitió las facturas
reclamadas. De lo expuesto se desprende que, mientras estuvo vigente la medida cautelar referida, la
revisionante debió continuar con sus operaciones habituales manteniendo inalterable la relación
contractual habida entre las partes. En ese contexto, si la medida cautelar decretada le ordenó a la
incidentista cumplir con las obligaciones emergentes del contrato de distribución en todas sus partes, su
ejecución -y la consecuente emisión de las facturas- no pudo verse privada de la garantía
oportunamente pactada. De este modo, y frente al saldo arrojado por la cuenta de gestión, la garantía
hipotecaria resultó procedente.
Ballerini - Piaggi.
USO OFICIAL
Procede confirmar la resolución que impuso las costas del incidente de verificación tardía al incidentista;
ello así por cuanto, si bien se sostiene que cuando la sentencia obtenida en distinto fuero es de fecha
posterior al decreto de quiebra, corresponde imponer las costas por su orden pues el incidentista no
pudo concurrir a verificar antes del vencimiento del plazo de verificación. (esta CNCom, esta Sala A,
26/12/06, "Plastitrebol SRL s/ quiebra s/ incidente de verificación (por Granara Maria Silvina)"; íd. Sala E
in re "Construmental Muller SA s/ conc. Prev. s/ Incid. Verificación por Keller Federico", del 05/07/1995),
sin embargo, la lc 21 debe interpretarse en forma conjunta con, el art. 56, párr. VII-. Así, del juego de
ambas normas cabe colegir que el proceso verificatorio resulta ineludible para los acreedores que
cuenten ya con resolución judicial firme dictada por el tribunal de origen, en la instancia prevista por la
LCQ: 32 eximiéndose de las costas en el proceso de verificación tardío únicamente al acreedor que
dedujera su verificación dentro del plazo de los seis meses referenciado en la LC: 56 - párr. 7°, extr emo
que, no se ha configurado en la especie, por cuanto el incidente de verificación recién fue iniciado el 4
de diciembre de 2004. En conclusión, los acreedores promovieron demanda en el fuero laboral,
obtuvieron sentencia favorable con posterioridad al decreto de quiebra de su contraria, pero iniciaron el
presente incidente de verificación una vez vencido el plazo de seis (6) meses que dispone el art. 56 de
la LCQ (mod. por Ley 26086), razón por la cual, la solución adoptada en la anterior instancia no puede
sino ser confirmada.
Si un letrado insinuó ante el síndico varios créditos por honorarios regulados en expedientes
sustanciados ante el fuero laboral, y la sindicatura, en su oportunidad, aconsejó parcialmente la
mentada insinuación pues, algunos de esos estipendios no se encontraban firmes, y el juzgador declaró
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inadmisibles dichos créditos; resulta evidente, en este contexto, que la recurrente sólo se encontró
habilitada para promover la verificación de estos créditos a partir del momento en que se hallaban firmes
las liquidaciones judiciales de los citados expedientes, por ende, aún cuando el pedido de verificación se
inició vencidos los dos (2) años dispuestos por la Ley 24522: 56 han existido en el caso actos
interruptivos de tal plazo cumplidos en sede laboral en los términos del art. 3986 del Código Civil. En
orden a ello, toda vez que las gestiones verificadas ante la justicia laboral en pos de los aludidos
créditos, fueron idóneas para interrumpir el lapso prescriptivo, cabe sostener entonces que el plazo de
dos (2) años debe computarse desde la oportunidad en que en los juicios laborales quedaron firmes las
liquidaciones allí practicadas. Es que se advierte que hubiera resultado inútil promover el planteo revisor
contra esa declaración de inadmisibilidad sin haber sido superada la objeción sindical relativa a la
ausencia de firmeza de aquellas regulaciones, para lo cual, resultaba insoslayable que en los juicios
laborables recayera pronunciamiento conclusivo de la Alzada laboral, extremos ocurridos luego de
transcurrido el plazo previsto por el art. 37 de la normativa concursal (cfr. esta CNCom., esta Sala D.,
Geowell SA s/ concurso preventivo s. inc. de verificación promovido por Hernandez Dora", del 22.12.97,
id., Sala B., in re: "Alpargatas Textil SA s/ concurso preventivo s/ inc. de verificación por Graiff Celia", del
16.07.08).
Uzal - Míguez.
Cabe rechazar el planteo de inconstitucionalidad del art. 233 LCQ, en tanto dispone que la clausura del
procedimiento por falta de activo importa una presunción de fraude, que impone el pase de las
actuaciones a la justicia penal. Ello así, toda vez que el fallido argumenta que el art. 232 de la misma ley
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al establecer una presunción de fraude instauraría un "delito de sospecha", violándose así el principio de
inocencia garantizado por la Constitución Nacional e instrumentos internacionales de derechos humanos
como la Convención Interamericana de Derechos Humanos (art. 8) y el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (art. 14); agregando que ante una situación objetiva como la inexistencia de activo, la
presunción de fraude y el consiguiente pase a la justicia penal importaría alterar los valores del derecho
penal, que se convertiría en un inconstitucional derecho penal de autor, y no de conductas. Ahora bien,
corresponde propiciar una inteligencia del art. 233, LCQ, que torne compatible su texto con los principios
esenciales de nuestro sistema jurídico. A tal fin, teniendo siempre en claro la doctrina de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que la declaración de inconstitucionalidad es la ultima
ratio del orden jurídico (Fallos: 249:51), hay que proponer una inteligencia razonable (Fallos: 247:121), y
una interpretación razonable en la especie es que no pueden verse automatismos en la última parte del
art. 233 y que la presunción de fraude que subyace allí debe extraerse de un examen integral de los
hechos por parte del juez de la quiebra. Interpretada esa norma con ese alcance, en el sub lite no se
advierten motivos para inferir que la mera ausencia de bienes suficientes se vincule de algún modo con
un proceder reprochable atribuible a la fallida. Por consiguiente, sin perjuicio de mantener la clausura del
procedimiento decretada por el juez de primera instancia, no se encuentran motivos para remitir la
causa a la justicia de instrucción.
Disidencia del Dr. Ojea Quintana (Por los fundamentos del Dictamen Fiscal):.
La remisión a la justicia penal de las actuaciones en caso de inexistencia de activos del fallido, no
implica prejuzgamiento acerca de la inocencia o culpabilidad del fallido, sino simplemente una medida
que -sin visos de irrazonabilidad- pone en conocimiento del juez penal de la las actuaciones a fin de que
investigue respecto de la posible comisión del delito de fraude. Será en el marco del proceso penal
donde cobraran relevancia y plena virtualidad las garantías constitucionales de legalidad (como corolario
del principio de culpabilidad por el hecho propio) y presunción de inocencia.
1 - Cabe revocar la resolución del juez concursal en cuanto admitió un crédito invocado por el Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires en concepto de impuesto a los ingresos brutos, y desconoció una
exención prevista en el art. 116, inciso 22º, apartado c) del Código Fiscal -t.o. 1999- según la cual la
actividad de la industria de la construcción se hallaba desgravada del impuesto a los ingresos brutos
durante los periodos reclamados (años 2001-2003). Ello así, en tanto el juez consideró aplicable el
decreto reglamentario de la Ciudad de Buenos Aires nº 2143/99, en cuanto condicionó el conferimiento
de la exención a que su beneficiario debía estar designado como "constructor" en los planos de obra
registrados. En ese marco, decidió que, como la concursada no figuró como empresa constructora en la
oportunidad del registro de los planos, en tanto habría sido la vendedora de las viviendas ya
construidas, no cabía la exención. Sentado lo expuesto, no hay espacio más que para declarar la
inaplicabilidad por inconstitucionalidad en la especie del decreto 2143/99 de la CBA, en cuanto definió el
concepto de beneficiario de la exención, pese a que ya estaba configurado en la ley en forma más
abarcativa de lo que dispuso el órgano ejecutivo. Denegar la exención a la aquí concursada por los
períodos alcanzados por el régimen anterior al actual importaría vulnerar el principio de legalidad
tributaria así como también el de irretroactividad de la norma tributaria, afectándose el derecho a la
propiedad y a la seguridad jurídica. Se configuraría también una confiscación de bienes al no tener su
respaldo legal la detracción del patrimonio del contribuyente. Razonar de otro modo importaría alterar la
jerarquía normativa que establece el art. 102 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, según el
cual el poder ejecutivo tiene la facultad de reglamentar las leyes sin alterar su espíritu, orden jerárquico
dictado conforme el establecido por la Constitución Nacional (v. arts. 31 y 99, inc. 2).
2 - El hecho que la concursada no hubiese impugnado en sede administrativa el rechazo del pedido del
beneficio no impide concluir del modo anticipado. En primer lugar, porque no se advierte que el
agotamiento de la vía administrativa hubiese sido exigible cuando la denegatoria de la solicitud de
exención tuvo lugar una vez iniciado este concurso, tal como surge del expediente administrativo. Por
eso, el reclamo fiscal habría de ser en sede concursal, como lo fue efectivamente. Y no hay en esas
circunstancias motivos para cercenar las defensas de la contribuyente. En segundo lugar, no puede
pasar desapercibido que desde hace mucho tiempo la jurisprudencia ha ido flexibilizando el requisito del
agotamiento de la vía administrativa. En tal sentido, siguiendo la Corte Suprema de Justicia consideró
renunciable la exigencia de la reclamación administrativa previa, por no afectar el orden público, cuando
se advierta la ineficacia del procedimiento (v. CNCom, Sala C in re "Establecimientos Industriales Febo y
otros c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires s/ ordinario", del 28/05/96, y jurisprudencia allí
citada).
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Cabe rechazar el planteó de nulidad efectuado por la concursada contra la resolución que, admitió
parcialmente cierta medida cautelar genérica solicitada por un banco en su rol de fiduciario de varios
Fideicomisos Financieros -intimándola a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la
institución bancaria y acreditándolo documentalmente en el expediente, todo bajo apercibimiento de
aplicar sanciones conminatorias por cada día de retardo-, con fundamento en los graves defectos
formales en que se incurriera al intentar subsanar la fecha de su emisión en contravención con lo
dispuesto por el Cciv: 992; toda vez que, dicha norma al establecer que el oficial público no puede
contradecir, variar ni alterar el contenido del instrumento público extendido, tiene como fundamento
proteger la presunción de legitimidad que asiste a los instrumentos públicos y evitar que el oficial público
pueda decir que no es verdad lo que el instrumento afirma y él amparó mediante su intervención, con la
fe pública (cfr. Belluscio-Zannoni, "Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y
concordado", t. 4, p. 545 y sus citas, Astrea, 2001); y, en la especie, lo relevante es que la resolución
atacada tiene como fecha de emisión el día 14 de mayo de 2009, pero en una providencia ulterior él
mismo magistrado que la dictara la aclaró -aduciendo un error de tipeo- en el sentido de que en realidad
fue dictada el 13 de mayo de 2009; por lo que cabe concluir que, esa rectificación de la fecha no importó
una contradicción, una variación ni una alteración del contenido del instrumento, sino meramente la
USO OFICIAL
corrección de un yerro material -evidente, además, por la fecha en que el fiduciario se notificó de la
resolución- que en modo alguno restó a la sentencia su presunción de legitimidad ni importó que el juez
variara el sentido o los fundamentos en virtud de los cuales había fallado.
Cuando, como en el caso, el juez rechazo las explicaciones que vertiera la concursada en la
oportunidad de la LC: 84 y la intimo a realizar el depósito bajo apercibimiento de quiebra, en principio
dicha providencia no seria susceptible de recurso de apelación. Empero, si el decisorio exhibe una
contradicción interna entre el desarrollo lógico de su fundamentación y aquello puntualmente decidido,
este extremo lo desmerece como acto jurisdiccional válido, privándolo de virtualidad, y por tal, habilita la
vía recursiva -que también comprende la nulidad, arg. art. 253 Cpr-; ello así en tanto, luego de
reprocharse el accionar del peticionante de la quiebra -a quien se sindica haber recurrido a la vía
colectiva sin haber agotado previamente la ejecución individual-, se desestimaron las defensas de la
deudora -que justamente pivoteaban sobre dicha argumentación. Por ello, procede dejar sin efecto el
decisorio y en tanto el magistrado ha emitido opinión, procede la remisión de la causa a otro juzgado a
fin de que provea lo pertinente y dicte nuevo fallo, en su oportunidad.
Cabe rechazar la apelación planteada por la concursada, contra la resolución que admitió parcialmente
cierta medida cautelar genérica solicitada por un banco en su rol de fiduciario de varios Fideicomisos
Financieros, intimándola a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la institución
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"influencia significativa" o "control" que según se alega la entidad bancaria ejercía respecto de la
concursada, por lo que tal agravia no será admitido.
Cabe rechazar la apelación planteada por la concursada, contra la resolución que admitió parcialmente
cierta medida cautelar genérica solicitada por un banco en su rol de fiduciario de varios Fideicomisos
Financieros, intimándola a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la institución
bancaria y acreditándolo documentalmente en el expediente, todo bajo apercibimiento de aplicar
sanciones conminatorias por cada día de retardo, con fundamento en que la medida ordenada
constituye un fin en sí misma ya que el fiduciario anunció que promovería un incidente de restitución -en
los términos de los arts. 138 y 188 de la Ley 24522- respecto de las sumas de dinero que entendió
ilegítimamente retenidas por la concursada y la medida cautelar apelada estableció que se lleve a cabo
dicha restitución coincidiendo, entonces, al menos en cuanto al monto involucrado, con el objeto de la
acción de fondo; toda vez que, la referida LCQ: 138 avala, en principio, tal alcance porque autoriza a los
terceros a requerir medidas de conservación del bien entregado al fallido mientras tramita el pedido de
restitución y el juez puede disponer su entrega a aquél en depósito; y, en la especie, el dinero cobrado
por el Administrador de los bienes fideicomitidos no sería de propiedad de la concursada, no obstante lo
cual, según lo expone ella misma, pretende utilizarlo para su giro ordinario; esa circunstancia justificó el
otorgamiento de la medida apelada, ante el riesgo de que, más allá de la fungibilidad del dinero, se
consuma y se torne imposible su posterior recuperación aun cuando medie sentencia de fondo favorable
a la pretensión; así, el peligro en la demora, es el que permite en este supuesto excepcional el dictado
de una medida cautelar que al menos parcialmente pudiera coincidir con el objeto de la acción, sin
perjuicio de la eventual obligación de restituir esos fondos que podría pesar sobre el fiduciario si no tiene
éxito en su pretensión sustancial.
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Cabe rechazar la apelación planteada por la concursada, contra la resolución que admitió parcialmente
cierta medida cautelar genérica solicitada por un banco en su rol de fiduciario de varios Fideicomisos
Financieros, intimándola a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la institución
bancaria y acreditándolo documentalmente en el expediente, todo bajo apercibimiento de aplicar
sanciones conminatorias por cada día de retardo, con fundamento la verosimilitud en el derecho se
encontraría afectada por la supuesta desnaturalización de los fideicomisos; toda vez que,.
1. El marco de cognición de un proceso cautelar no permite indagar en la supuesta nulidad de los
fideicomisos o su alegada desnaturalización.
2. No obstante, pretender que esos fideicomisos fueron desnaturalizados pues eran utilizados como
vehículos o mecanismos de pago de créditos preconcursales, importaría tanto como sostener que los
contratos en cuestión serían actos simulados que habría perjudicado a los acreedores concursales no
sólo por la desafectación de bienes del patrimonio del deudor, sino también porque se habría
posibilitado de ese modo violar la regla de la igualdad de los acreedores; y esa simulación sería ilícita y
su invocación estaría entonces vedada a quien fue parte en el negocio (Cciv: 959).
3. Por otra parte, no surge de este provisorio examen la alegada desnaturalización de los fideicomisos,
ni la existencia de obligaciones preconcursales pendientes de cumplimiento, ni se aprecia ilícita la causa
del negocio fiduciario como se denuncia, teniendo en consideración, en primer término que el instituto
tiene recepción legal y, en segundo lugar, que la causa-fin habría sido, según lo ha expuesto la propia
concursada, la obtención de financiación en el mercado de capitales contra la cesión de créditos pro
soluto y no en garantía; y que además cataloga como "la clave para el crecimiento" del sector y de la
empresa en particular.
4. No se advierte que mediante el giro de las cobranzas de los créditos cedidos se esté abonando una
deuda preconcursal en infracción a la Ley 24522: 16 o que se otorgue a los beneficiarios de los
USO OFICIAL
fideicomisos un privilegio que la ley no contempla; ello sin perjuicio de lo que pudiere decidirse en
definitiva al dirimir el aspecto sustancial del tema.
5. Según expresa la concursada, el fiduciario adelantaba al menos parte del resultado de la colocación
mediante préstamos puente, es decir que, "prefinanciaba" a la concursada, para luego cobrarse con el
producido de la colocación; pero de todos modos, la contraprestación ya habría sido entregada con la
cesión al fiduciario de los créditos al consumo; esos préstamos puente colocarían al fiduciario
transitoriamente en el lugar del beneficiario si, por la falta de colocación, hubiere debido quedarse con
certificados de participación -como se desprende del punto XI "Colocación y Negociación de los
Certificados de Participación", en cuanto alude a cierto convenio de underwriting-.
6. Del análisis de esa operatoria, siempre en el estrecho marco de cognición de toda decisión cautelar,
se desprende que la obligación que sí se encontraría pendiente de cumplimiento por parte de la
concursada, sería la de entregar las cobranzas percibidas en su rol, no ya de fiduciante, sino de
administrador de los bienes fideicomitidos, para el que fuera designada, a fin de percibir los pagos de las
cuotas de los préstamos personales otorgados a los consumidores o para perseguir su cobro judicial o
extrajudicialmente, fondos estos que, no serían de la concursada, sino que habrían integrado los bienes
fideicomitidos y, habrían debido ser depositados por el gestor de cobranzas en una cuenta especial, ya
que no integrarían su flujo de fondos, sino el de los créditos cedidos que serían, a su vez, los bienes
fideicomitidos, patrimonio de afectación que quedaría fuera de los alcances de los acreedores del
fiduciante (Ley 24441: 15).
Cabe rechazar la apelación planteada por la concursada, contra la resolución que admitió parcialmente
cierta medida cautelar genérica solicitada por un banco en su rol de fiduciario de varios Fideicomisos
Financieros, intimándola a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la institución
bancaria y acreditándolo documentalmente en el expediente, todo bajo apercibimiento de aplicar
sanciones conminatorias por cada día de retardo, con fundamento en que el juez "a quo" aludió a que su
criterio podía considerarse opinable ante la existencia de ciertos artículos doctrinarios en los que se
vertían otras visiones de la cuestión; toda vez que pretender que, ante la existencia de trabajos de
doctrina que avalen la postura contraria a la esgrimida por la pretensora de la cautelar, el juez deba
abstenerse de fallar de acuerdo a su saber y entender, importaría restarle toda potestad decisoria y
sujetarlo a las opiniones de autores que no están llamados a dirimir el conflicto.
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Cabe admitir lo solicitado por el banco fiduciario y ordenar a la concursada que cese de retener los
pagos de los créditos cedidos que los deudores le efectúen o hayan efectuado en su carácter de
administradora de los fideicomisos financieros desde la fecha de los últimos Informes Diarios de
Cobranza, hasta el día de la presentación y en el futuro, de conformidad con la resolución de la Alzada
que confirmó la decisión de primera instancia que ordenara a la concursada depositar los fondos
retenidos por cobranza de los créditos cedidos en las cuentas de los fideicomisos, en virtud de que esas
sumas dinerarias no pertenecerían a la concursada -quien ya habría cobrado el precio por la cesión de
los créditos-, sino a los fideicomisos financieros (esta Sala, 9/10/2009, "Bonesi SA s/ Concurso
Preventivo s/ incidente de apelación por la concursada", Expte. Nº 44729/09); ello así, pues esos
mismos motivos, ameritan extender la medida a todos aquellos montos cobrados o a cobrarse por la
concursada con posterioridad al último informe involucrado en el decisorio mencionado; pues ello evitará
que cada vez que medie cobranza de créditos por parte de la concursada, sea necesario solicitar una
ampliación de la originaria involucrando los montos percibidos con ulterioridad, lo que, en definitiva,
generaría un dispendio jurisdiccional.
USO OFICIAL
Cabe hacer lugar a la medida solicitada por el fiduciario -consistente en que se ordene la abstención de
la concursada de seguir cobrando los créditos cedidos-; toda vez que resulta complementaria a la ya
ordenada, por cuanto tiende a evitar que se sigan acumulando retenciones, todas -las pasadas y las
futuras- objeto de la demanda principal de restitución, es decir, tiene, relación de instrumentalidad con la
acción de fondo, al evitar que el objeto de la restitución eventualmente se acreciente; y, si bien es cierto
que no es objeto del incidente de restitución la remoción del administrador -que, por otra parte, ya habría
sido decidida en Asamblea de tenedores de los certificados de participación-; sin embargo, también lo
es que, incluso con posterioridad a ello, la concursada habría continuado actuando como agente de
cobro de los créditos cedidos; en virtud de esa circunstancia, si se ha admitido que la concursada debe
depositar los importes cobrados y a cobrar en el futuro en las cuentas bancarias de los fideicomisos
financieros, es porque se ha entendido que ese dinero no le pertenecería; por ende, permitir que siga
percibiendo esos fondos, para despúes intimarla nuevamente a depositar, con el riesgo de que -según la
misma concursada ha manifestado- el dinero sea utilizado para su giro ordinario, tornaría aquella
primera medida en ineficaz para conjurar el peligro en la demora.
1. Cabe ordenar el embargo solicitado por el banco fiduciario, aunque limitado a las cuentas y otros
fondos depositados o invertidos de la concursada en las entidades bancarias individualizadas; toda vez
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que la concursada no ha cumplido en los plazos establecidos con la orden judicial -que ya se encuentra
firme-, que la intimara a depositar cierta suma de dinero en las cuentas indicadas por la institución
bancaria y acreditándolo documentalmente en el expediente, todo bajo apercibimiento de aplicar
sanciones conminatorias por cada día de retardo.
2. Como se advierte, la aplicación de las astreintes ordenadas no hace más que elevar el importe de la
obligación dineraria, sin aportar mayor resguardo al derecho que se consideró verosímil al conceder la
medida cautelar solicitada; de modo que esta medida tal como fue oportunamente ordenada, no logró
ser efectivizada; ello no sólo demuestra la necesidad de sustituirla por el embargo solicitado, sino
también que no resulta procedente ejercer la prerrogativa establecida en el Cpr: 204 porque no se
advierte así la provocación de un perjuicio innecesario.
3. Asimismo, de poder cautelarse efectivamente fondos suficientes de la concursada en sus cuentas
bancarias, las astreintes dejarán inmediatamente de devengarse, de modo que no existirá superposición
de medidas; y, si las sumas retenidas superaran en alguna oportunidad el importe cautelado, dentro de
las 24 horas de que se informe esa circunstancia en el expediente, deberá procederse al levantamiento
automático e inmediato de las cautelares trabadas, en cuanto excedan aquella suma; ello bajo
responsabilidad de la entidad embargante.
4. No procede, en cambio, autorizar el oficio al BCRA solicitado, porque ello importaría extender
simultáneamente la medida a todos los bienes que por múltiples conceptos pertenecieran a la
concursada en el circuito financiero, a la vez que soslayaría la exigencia de determinar el asiento del
embargo y tornaría ilusoria la observancia del requerimiento legal de limitar la medida a los bienes
necesarios para cubrir el crédito reclamado y las costas -Cpr: 213.
Cuando, como en el caso, la cámara revocó la homologación del acuerdo preventivo, otorgándole a la
concursada la facultad de la tercera vía, esto es, la posibilidad de reformular la propuesta preventiva a
los fines de garantizar los derechos de los acreedores con privilegio especial, en ese contexto, procede
mantener la medida de no innovar decretada por el juez a quo que obste al perfeccionamiento mediante
la inscripción registral, de los actos jurídicos societarios de transformación y fusión, comprendidos en el
acuerdo, siendo que no resulta factible que se perfeccione la reorganización societaria, hasta tanto se
presente la reformulación de la propuesta y sea aprobada por los acreedores y por el magistrado de
grado, y la nueva resolución de homologación que se dicte, en su caso, se encuentre firme.
BONESI S.A. S/ CONCURSO PREVENTIVO (S/ INC. ART. 250 CPR. POR BANCO DE VALORES
S.A.).
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Cabe revocar el decisorio del juez concursal que tuvo por no contestada la demanda por parte de la
concursada. Ello así, pues luego de que el juez a quo proveyera la suspensión del plazo para contestar
la demanda a raíz de una primera y defectuosa notificación de su traslado, la concursada había
presentado la contestación; sin embargo consideró que la presentación fue tardía, entendiendo que de
los diez días previstos para contestar el incidente ya había consumido cuatro antes de pedir la
suspensión de ese lapso. Sin embargo, el decisorio fundado en que la contestación fue tardía porque la
emplazada no tenía diez días, sino seis, habiéndose consumido los primeros cuatro antes del proveído
de suspensión, no se compadece con la circunstancia de que, a la luz de la garantía constitucional de
defensa en juicio (Cn: 18), así como del deber que tienen los tribunales de mantener la igualdad de las
partes (art. 34, Cpr.), no sería equitativo que, después de un error de la actora, su contraparte no
contara con tiempo suficiente para contestar debidamente el traslado. Lo anteriormente expresado
supone que el traslado sólo podía contestarse adecuadamente una vez recibida la integridad de las
piezas a sustanciar. No es lógico admitir que con piezas fragmentadas la accionada hubiese podido
tener una acabada idea de la pretensión procesal. Ahí radica el riesgo que podría entrañar en autos
para la garantía de la defensa en juicio el mantenimiento del decisorio recurrido. Por tanto, más allá del
uso por parte del juez de la palabra suspender y de que la suspensión regía hasta la nueva notificación,
corresponderá revocar el decisorio apelado y tener por contestado el incidente por la concursada. En
todo caso, el remanente de duda que pueda arrojar la incidencia, debe resolverse en beneficio de la
defensa en juicio y proyectarse sobre el régimen de las costas.
Procede la queja por denegación de la apelación interpuesta respecto de la resolución que rechazó -
como en el caso- la conclusión de la quiebra por avenimiento, con el pago de los honorarios de los
profesionales intervinientes en el proceso. Ello pues, la decisión cuestionada no se inscribe dentro de
las normales alternativas de un juicio concursal y resulta susceptible de producir daño grave, por lo que
tiene atipicidad suficiente como para apartarse del principio de inapelabilidad de la Ley 24522: 273-3°.
Las disposiciones de la Ley 24522:49 son meramente declarativas sobre la existencia de acuerdo, ya
que los análisis relativos a sus aspectos formales, como así también a aquellos vinculados con su
legalidad se deben realizar al dictar el pronunciamiento que prevé la LC: 52, esto es, al momento de
decidir sobre la homologación del acuerdo (cfr. Rouillón, Adolfo A.N., "Régimen de Concursos y
Quiebras, Ley 24.522"; Escuti Ignacio A., Junyent Bas, Francisco: "Concursos y Quiebras. Reforma del
régimen concursal- Ley 24522, entre otros). Síguese de ello entonces, que la resolución aquí
considerada, esto es, la prevista por la LC: 49, resulta inapelable (LC: 273-3º), pues no importa
obviamente aprobación ni homologación del acuerdo, supuesto para el cual la ley concursal ha previsto
un trámite espécifico para impugnar la decisión que el juez dicte (LC: 50 y ss). Sentado ello y sin
desconocer que en otro contexto procedimental lo resuelto en punto a la exclusión del acreedor
recurrente podría haber habilitado el ejercicio de la doble instancia al importar un daño calificable como
grave a los intereses en juego, lo cierto es que en la especie, al haber sido resuelta la cuestión de
exclusión en un único pronunciamiento que declaró conjuntamente, además, la existencia de acuerdo
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preventivo, esa circunstancia impone considerar subsumido aquel otro tema en los efectos de la
irrecurribilidad de lo decidido en el marco del art. 49, LC. Ello, sin perjuicio de que esa cuestión pueda
ser reeditada por el interesado en la instancia prevista por la LC: 50 -vía impugnación al acuerdo- o de
que el juez la aborde al dictar el pronunciamiento sobre la homologación del concordato, oportunidad
ésta en la que la juzgadora, deberá efectuar un análisis integral sobre la legalidad sustancial de la
propuesta y si la misma resulta conciliable con las finalidades del concurso preventivo y los principios
superiores que lo inspiran, entre ellos el de conservación de la empresa, la protección del crédito y del
comercio, en general.
La decisión de notificar por cédula la existencia del acuerdo preventivo extrajudicial "...a los acreedores
y a quienes promovieron juicios de contenido patrimonial contra la deudora..." es insusceptible de
provocar gravamen irreparable (CPR: 242-2°). Opera además como norma corroborante de tal solución,
el régimen de inapelabilidad genérico establecido en la Ley 24522: 273-3° (CNCom, Sala B in re "Geprin
S.A. s/ acuerdo preconcursal s/ queja", del 04/08/09).
Cabe revocar la sentencia de primera instancia en cuanto declaró la inconstitucionalidad del dec.
1387/01: 39, dec. 1570/01: 6, de la comunicación del BCRA A-3398 y del dec. 214/01: 12, sustituido por
el dec. 320/02: 3; toda vez que.
1. Si bien el dec. 1387/01: 39 estableció un régimen claramente excepcional, en tanto permitió a los
deudores del sistema financiero que se encontrasen en determinadas situaciones de cumplimiento
deficiente de sus obligaciones según la normativa del Banco Central cancelar sus deudas bancarias con
plenos efectos liberatorios mediante la dación en pago de títulos de la deuda pública nacional a su valor
técnico, en momentos en que tales títulos podían adquirirse en los mercados a un precio muy inferior a
dicho valor; en tanto exigió la previa conformidad de las entidades bancarias para que los deudores que
se encontraban en situación 1, 2 y 3 -según normativa del BCRA- pudieran cancelar sus obligaciones
mediante la entrega de Títulos Públicos de deuda, a su valor nominal(decreto 1570/01, art. 6°, texto
introducido por el decreto 469/02); sin embargo, no por esa división puede considerarse inconstitucional
la norma, ya que el legislador puede establecer distinciones o fijar categorías de contribuyentes, siempre
que tales clasificaciones no revistan el carácter de arbitrarias o estén inspiradas en un propósito
manifiesto de hostilidad contra determinadas personas o clases (Fallos: 115:111; 132:402; 175:199,
entre tantos otros).
2. A respecto el Superior Tribunal dijo, en los fallos "Agüero, Máximo José y Ovejero Cornejo de Agüero,
Teresa c/ Banco de la Nación Argentina s/ acción declarativa de inconstitucionalidad" y "Coronel, Jorge
Fernando c/ Estado Nacional y otros s/ amparo e inconstitucionalidad", ambas dictados el 12.5.09,
remitiéndose a los fundamentos expuestos por el Señor Procurador General, que "...el art. 16 de la Ley
Fundamental no impone una rígida igualdad, por lo que tal garantía no obsta a que el legislador
contemple en forma distinta situaciones que considere diferentes. De ahí que se atribuya a su prudencia
una amplia latitud para ordenar y agrupar, distinguiendo y clasificando los objetos de la reglamentación
(Fallos: 320:1166), aunque también destacó que ello es así en la medida en que las distinciones o
exclusiones se basen en motivos razonables y no en un propósito de hostilidad contra determinada
persona o grupo de personas o indebido privilegio personal o de un grupo (Fallos: 315:839;
322:2346)...".
3. Apartir de tal criterio, concluyó que "...dicha garantía constitucional no se encontraba afectada por las
normas bajo examen, porque éstas distinguen a los deudores de acuerdo a su ubicación en las distintas
categorías que reflejan su situación de riesgo en el sistema financiero y, así, tratan de modo distinto a
situaciones diferentes (cumplidores o con riesgo normal, por un lado, y de difícil recuperación o
directamente incobrables, por el otro)..." y que "...la división entre estos dos grupos de una categoría
mayor se asienta en pautas objetivas y razonables, tanto en lo que respecta a sus destinatarios como en
lo que concierne al fin perseguido por el régimen...".
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Boletín de Jurisprudencia 7/09
Cabe hacer lugar al planteo de inconstitucionalidad del decreto 2143/99 de la Ciudad de Buenos Aires
en cuanto al reglamentar el artículo 125, inciso 22º, apartado c), del Código Fiscal local, -según t.o. 1999
USO OFICIAL
-, dispuso que el beneficiario de la exención al pago del impuesto a los ingresos brutos era la empresa
constructora a cuyo cargo se encontraba la construcción de los edificios. Ello así, toda vez que el
decreto reglamentario del código mencionado desvirtúa la exención prevista en este último, pues la
norma legal fiscal establecía que "Están exentos del pago de este gravamen… c) Los ingresos
provenientes de la construcción en esta jurisdicción de inmuebles destinados a vivienda…, cualquiera
sea el responsable de la construcción" (artículo 116, inciso 22º, ap. c, del código fiscal, t.o. 1999). Sin
embargo, el decreto reglamentario reza: "El responsable de la construcción a que se refiere esta norma
y por lo tanto beneficiario de la exención prevista en la misma es la empresa constructora a cuyo cargo
se encuentra la construcción de los edificios destinados a vivienda íntegramente terminados, ya sea
directamente o a través de terceros" (dec. local 2143/99). Así planteada la cuestión, se observa que a
medida que la norma legal fue interpretada, reglamentada y aplicada, fue paulatinamente excepcionada
por recortes de sus alcances. Es que, la Ley Fiscal ampliamente reconocía la exención impositiva en
todo caso de "ingresos" provenientes de la construcción, cualquiera sea el responsable de la
construcción, y no distinguía -según el texto aquí aplicable- entre personas, sino que hacía fincar el
hecho imponible -presupuesto de la norma impositiva- en los ingresos derivados de la construcción de
viviendas en ciertas condiciones -quienquiera que fuere su responsable-. Ahora bien, la reglamentación
(norma inferior) dispuso que la exención se acordaría sólo a la empresa a cuyo cargo se encontraba la
construcción de los edificios, incluso si aún así la ejecución de la obra se encomendaba a terceros. Se
observa, entonces, que el decreto reglamentario definió el concepto de beneficiario de la exención, pese
a que ya estaba configurado en la ley en forma más abarcativa de lo que dispuso el órgano ejecutivo.
Razonar de otro modo importaría alterar la jerarquía normativa que establece el art. 102 de la
Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, según el cual el poder ejecutivo tiene la facultad de
reglamentar las leyes sin alterar su espíritu, orden jerárquico dictado conforme el establecido por la
Constitución Nacional (v. arts. 31 y 99, inciso 2º).
El Tratado de Protección Recíproca de Inversiones, aprobado por Ley 24124, fue dictado a los fines de
promover una mayor cooperación económica entre nuestro país y Estados Unidos de América, con
respecto a las inversiones hechas por nacionales y sociedades de una parte en el territorio de la otra
parte. Si bien en una primera lectura de este Tratado, por la falta de reserva expresa de parte de nuestro
país en materia de radiodifusión y afines, pareciera que, en relación a inversores de Estados Unidos en
Argentina, no resulta aplicable la limitación de 30% de la participación de empresas extranjeras en el
capital accionario de las empresas que son medios de comunicación establecida en el art. 2 de la Ley
25750 y reproducida en el art. 29 de la Ley 26522, un análisis profundo de las normativas aplicables
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Boletín de Jurisprudencia 7/09
conduce a otras conclusiones. Ello, a poco que se repare en el texto del art. XI del Referido Tratado de
Protección. En efecto, en ese cuerpo legal, se estableció que éste "no impedirá la aplicación por
cualquiera de las partes de las medidas necesarias para el mantenimiento del orden público, el
cumplimiento de sus obligaciones para el mantenimiento o la restauración de la paz o seguridad
internacionales, o la protección de sus propios intereses esenciales de seguridad" (art. XI). Esta norma
contiene la fórmula de una cláusula especial de reserva del Tratado en protección del orden público,
autorizada en el marco de las normas contenidas en la "Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados de 1969" (art. 19).
Nuestro ordenamiento jurídico consagra una cláusula general de reserva de la legislación contenida en
el CCIV: 14-2° que no torna incondicional la aplica ción de un derecho extranjero o de un Tratado, los
que, en todo caso, se hallan sujetos a que la solución a que conduzcan resulte acorde con el debido
respeto del "espíritu de las leyes" de nuestro país. Los primeros principios que inspiran del derecho
argentino actúan así como "cláusula general de reserva" frente a las soluciones que emanen del
Derecho extranjero o de Tratado en cuestión. Tal cláusula de reserva hace excepción a la aplicación del
USO OFICIAL
Tratado o del Derecho extranjero, según el caso, funcionando como característica negativa de la
consecuencia jurídica de toda norma aplicable. Ello significa que si se ofende tal cláusula, que sintetiza
los principios subyacentes en el derecho argentino, la proyectada solución no se actualiza. Del mismo
modo, es técnica jurídica habitualmente utilizada que a través de cláusulas especiales de reserva, en el
ámbito de los Tratados, los Estados Nacionales se sustraigan a la aplicación de las disposiciones de
esos ordenamientos en ciertos y determinados puntos. La reserva de la tutela del orden público a través
de una cláusula especial, adquiere en este marco, particular significación. Así las cosas, si la literal
aplicación de un acuerdo condujese a violar una cláusula general de orden público, los jueces no lo
aplicarán en virtud de la facultad internacionalmente acordada con fuente en la cláusula especial de
respeto del orden público interno y/o internacional reconocida en el Tratado.
El debido resguardo frente a situaciones que evidencien incompatibilidad con el orden público, esto es,
el "espíritu de la legislación nacional" a que aluden tanto el artículo XI del Tratado de Protección
Recíproca de Inversiones, aprobado por Ley 24124, que fue dictado a los fines de promover una mayor
cooperación económica entre nuestro país y Estados Unidos de América, con respecto a las inversiones
hechas por nacionales y sociedades de una parte en el territorio de la otra parte, como la cláusula
general del CCIV: 14-2°, se actualiza ante la lesió n a principios generales inferidos de normas positivas
de la legislación. Es que no basta la sola contradicción con una norma o disposición particular de una
norma indisponible del derecho interno si no se contradice un primer principio general del derecho del
propio ordenamiento. Es cierta la dificultad proveniente de la vaguedad en la determinación de los
principios generales de orden público, la cual puede producir hesitaciones en los límites del principio
(conf. Boggiano, Antonio, "Derecho Internacional Privado", T. I, pág. 439 y sgtes), mas debe apuntarse
que el contenido del orden público se extrae del conjunto de principios -morales, culturales, jurídicos,
religiosos- que inspiran una legislación y hallan concreción en una o varias normas del sistema pues los
principios básicos a ser protegidos pertenecen a la legislación nacional,. Es por ello, que se ha dicho
que la denominación orden público internacional no hace referencia a principios de validez universal,
sino a principios esenciales sostenidos por cada uno de los Estados que integran la comunidad
internacional -a veces plasmados en un tratado internacional que obliga al Estado-, y que funcionan
como recíprocos controles de compatibilidad en las relaciones privadas internacionales. Se trata pues,
de un correctivo al funcionamiento del razonamiento en la aplicación del tratado que nos ocupa: "el juez
se reserva la posibilidad de descartar la aplicación de un tratado o de la ley extranjera cuando su
contenido conduce a una solución repugnante al espíritu del foro". (conf. en este sentido: Najurieta,
Maria Susana, "Orden Público Internacional y derechos fundamentales del niño", LL 1997-B, 1436). La
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cláusula especial de reserva del orden público preserva pues, primeros principios, que inspiran diversas
aplicaciones de nuestro orden jurídico, los que se imponen con una autoridad superior. De este modo,
debe coincidirse en que estos principios subyacentes integran el bloque de legalidad de un Estado
desde la vigencia del Tratado, y obligan a todas las autoridades del foro, especialmente a las judiciales,
a decidir conforme a ellos y a abstenerse de consentir una solución que responda a un espíritu contrario
(conf. Najurieta, ob. cit.).
No puede soslayarse que en materia de servicios de radiodifusión ya desde la Ley 22285 aparece clara
una nueva aplicación de los principios de orden público involucrados, en tal sentido, que el interés
privado de la explotación debe conciliarse con el interés público del servicio y con exigencias y razones
del debido resguardo de la soberanía nacional. Es claro pues, el interés público involucrado en los
servicios de radiodifusión en tanto tienden a resguardar principios que hacen a su correcta prestación y
al libre y debido acceso y manejo de la información, que devienen en cuestiones de orden público. En la
actualidad, no existe duda en cuanto a la aplicación en la materia de que aquí se trata, de la cláusula de
USO OFICIAL
reserva que se proyecta, en virtud de los principios de orden público internacional que la inspiran en lo
que aquí interesa, más allá de los límites del derecho interno, al Tratado de Protección Recíproca de
Inversiones, aprobado por Ley 24124, que fue dictado a los fines de promover una mayor cooperación
económica entre nuestro país y Estados Unidos de América, con respecto a las inversiones hechas por
nacionales y sociedades de una parte en el territorio de la otra parte bajo examen -véase incluso que la
reciente Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual ha receptado, en su artículo 29, la
limitación establecida en el art. 2 de la Ley 25750, e indicando expresamente que sus disposiciones son
de "orden público" (art. 165). Como consecuencia de lo expresado pues por aplicación de la cláusula
especial de reserva contenida en el artículo XI, del Tratado de protección de inversiones que nos ocupa,
es claro que tal acuerdo no puede ser utilizado por nacionales de Estados Unidos a los fines de violentar
la limitación fijada en nuestra legislación respecto de la participación extranjera en el capital de las
empresas propietarias de medios de comunicación.
La notificación exigida por el CCIV: 1459, partiendo de la premisa que no se ha cuestionado que la
misma pueda ser efectuada mediante el traslado de la demanda, o por otros medios, en tanto la ley no
exige forma especial, aún cuando pudiera esgrimirse que tal diligencia resultó inidónea -al no habérsele
adjuntado copia íntegra de las cesiones-, la falta de impugnación oportuna por vía de nulidad perjudica
la invocación de tal aspecto para sostener argumentalmente la defensa. Sin perjuicio de ello, a esta
altura del análisis, devino en una cuestión intrascendente por cuanto, la ulterior incorporación de los
deudores al proceso ha servido a tal propósito, clarificando la situación de las partes, e individualizando
la persona del nuevo acreedor a quien deben realizar el pago para liberarse de la obligación asumida.
No modifica la situación de los accionados, la calidad en que los créditos en cuestión fueran cedidos
como aportes de capital- en tanto, a todo evento, la responsabilidad de los cedentes por la existencia y
legitimidad del aporte (Ley 19550: 41) cuestión cuya aplicación opera en un contexto diverso y ajeno al
que es dable en este tipo de procesos, e inoponible a terceros (CCIV: 1199).
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La exigencia de que una cesión se haga por escrito como lo ordena el CCIV: 1454, no implica que se
trate de una formalidad solemne; antes bien, la opinión prevaleciente en doctrina ha considerado su
carácter "ad probationem o probationis causa", lo que significa que ante la falta de cumplimiento de tal
formalidad instrumental, se posibilite su prueba por otros medios admitidos por ley (conf. CCIV: 1185, y
citas formuladas en Bueres-Highton "Cód. Civil y normas complementarias" T° 4A, pág. 97 nota 4°).
Cabe revocar el decisorio que hizo lugar a la excepción de inhabilidad de título -tratada iuria novit curia-
y desestimó la ejecución incoada, ya que no resulta reprochable ni insuficiente la manera en que se ha
identificado el mutuo cedido. Por otra parte, la falta de incorporación en los instrumentos de cesión de
las personas de los codemandados, bien puede obedecer a la circunstancia que se trata de fiadores,
constituyendo una práctica habitual aceptada en este tipo de operatorias, el agotar la identificación de la
USO OFICIAL
acreencia con la sola mención del deudor principal. De igual manera, el hecho que los pagarés
acompañados no cuenten con endoso a favor de terceros no incide negativamente en la proponibilidad
de la acción, ni desmerece la cesión en sí, por cuanto su suscripción ha venido expresamente habilitada
por una cláusula del contrato, y su acompañamiento a la causa ha tenido por fin perjudicar su circulación
independiente.
Cabe atribuir responsabilidad a una sociedad administradora de un sistema de ahorro para fines
determinados, por la falta de entrega de la documentación necesaria para la inscripción del vehículo
adquirido por la actora mediante una concesionaria. Ello así, pues aún cuando la concesionaria no
resulte dependiente de la administradora, el consumidor pudo legítimamente suponer que existe tal
representación o que está contratando -de forma mediata- con ella y, que por lo tanto, los actos de la
concesionaria están avalados por la sociedad administradora (y/o fabricante). Es que, con anterioridad a
la entrega del vehículo, la concesionaria le emitió al actor un recibo por el dinero consignado para
"cambio de modelo" y "gastos", y en el margen superior izquierdo de dicho instrumento al lado de la
razón social de la concesionaria está inserto el logotipo de la administradora y fabricante, que también
se incluyó en otros documentos emitidos por la demandada. Teniendo en consideración lo expuesto,
corresponde resaltar la gran influencia que ejercen sobre el público las marcas y la publicidad. La
complejidad del contrato y la falta de información no permiten a los usuarios comprender las reglas y el
funcionamiento interno de la operatoria. Estas relaciones internas no interesan al tercero que confía en
el pseudo-representante (la concesionaria) como si realmente lo fuera, porque hay una apariencia
creada por quienes intervienen en este tipo de negocios y esa apariencia es la que lo vincula con los
consumidores (cfr. Sala A, in re "Poggi, Raúl Alberto y otra c/ Laprida SACI y otro s/ ordinario" del
29/12/08).
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Cabe atribuir responsabilidad a una sociedad administradora de un sistema de ahorro para fines
determinados, por la falta de entrega de la documentación necesaria para la inscripción del vehículo
adquirido por la actora mediante una concesionaria. Ello así, toda vez que en el ámbito de los planes de
ahorro previo, la Resolución Gral. 8/82 de la I.G.J. establece la responsabilidad de la administradora y
del fabricante por actos de la concesionaria, siendo esa también la tendencia jurisprudencial, dada la
posición que ocupa el fabricante y/o la administradora dentro de la operatoria económica. Su
responsabilidad se extiende a las consecuencias de los actos de los concesionarios y agentes de los
fabricantes de los bienes a adjudicar, a través de la apariencia configurativa de un mandato tácito.
1 - Cabe atribuir responsabilidad a una sociedad administradora de un sistema de ahorro para fines
determinados, por la falta de entrega de la documentación necesaria para la inscripción del vehículo
adquirido por la actora mediante una concesionaria. Ello así, toda vez que no puede la demandada
eximirse de responsabilidad toda vez que no ha probado que la causa del daño le ha sido totalmente
ajena, es decir que se ha roto el nexo causal. En este sentido, cabe extender la responsabilidad
aquellos otros sujetos o a otras empresas que no revisten el carácter de contratantes directos y con los
que el consumidor formalmente no contrata, pero que sin embargo participan de esa actividad y
comparten un mismo interés económico. Ese nexo funcional que existe entre las distintas empresas
económicas es el que permite la expansión de la responsabilidad de quienes concurren a integrar la
organización económica, obteniendo los beneficios.
2 - Dicha línea es la receptada por la Ley de Defensa del Consumidor en su artículo 40 el cual establece
la responsabilidad objetiva y solidaria del fabricante, importador, distribuidor, proveedor, vendedor, y
quien haya puesto su marca en la cosa o el servicio. Dicha norma no hace más que consagrar la
responsabilidad por el ejercicio de la actividad económica.
Cabe atribuir responsabilidad a una sociedad administradora de un sistema de ahorro para fines
determinados, por la falta de entrega de la documentación necesaria para la inscripción del vehículo
adquirido por la actora mediante una concesionaria. Ello así, toda vez que procede atribuir
responsabilidad a la sociedad administradora, pues quien ofrece una cosa al público a través de una
especializada red de distribución, asume una obligación de resultado frente al futuro consumidor,
consistente en la entrega de un producto para cumplir con una finalidad que constituya la razón
comercial que sirve para su remoción y eventual estímulo en el comprador para su adquisición. Más aún
cuando, tal como acontece en la especie, se trata de la compraventa de un bien mueble registral y la
inscripción reviste carácter constitutivo (decreto 6582/58: 1, t.O. Por Ley 22977)(CNCom, Sala A, in re
"Herrero Marcos s/ Quiebra s/ Incidente de actuaciones separadas", del 04/04/07). Por ello, el traspaso
de la propiedad no puede obtenerse por la mera tradición, sino que es necesaria la inscripción registral
de la transferencia y entonces es carga de la accionada poner a disposición de la actora toda la
documentación requerida para lograr tal resultado. En dicho sentido, para agotar el cumplimiento de las
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obligaciones asumidas en el contrato suscripto con el accionante debió transmitirle la propiedad del
automóvil.
No cabe condenar a una entidad bancaria que otorgara un préstamo garantizado con prenda, por un
eventual incumplimiento imputable a la aseguradora que eligiera para contratar un seguro a su favor con
la finalidad de proteger su crédito, toda vez que la fuente de responsabilidad de esta última -el contrato
de seguroes propia de esta última accionada, sin que ello se vea alterado por su pertenencia a un
mismo grupo económico.
No constituye un vicio o defecto de la cosa adquirida en los términos de la Ley 24240: 11 como del
CCIV: 2164 la falta de entrega, por parte del vendedor, del certificado de importación expedido por la
Administración Nacional de Aduanas -exigido para su anotación en el Registro Automotor- que debe
acompañar al motor importado vendido, si bien ello afectaba la utilización regular del vehículo, pues al
no encontrarse registralmente en regla, el usuario se exponía a una sanción administrativa (eventual
secuestro del rodado).
Ello así pues:.
1. La doctrina, con base en la definición del CCIV: 2164, ha definido los requisitos del vicio para que den
lugar a la redhibición: a) debe tratarse de un vicio material en la cosa en si misma; b) debe existir al
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tiempo de la adquisición; c) el negocio debe ser a título oneroso; d) debe tratarse de un vicio grave; e) el
adquirente debe haberlo ignorado; f) no debe haber pacto expreso de irresponsabilidad por vicios
redhibitorios (cfr. Spota, A. actualizado por Leiva Fernández, L., "Contratos - Instituciones de Derecho
Civil", t. VII, p. 1019; Lafaille, H., "Curso de Contratos", T. II, - "Contratos bilaterales", página 510).
2. El vicio debe ser oculto, importante y anterior a la venta (cfr. Borda, G. A., "Tratado de Derecho Civil -
Contratos", t. I, p. 178; íd. Salvat, R., "Derecho Civil Argentino - Fuentes de las Obligaciones", t. III, p.
453); debe tratarse de un vicio de hecho, oculto, ignorado, grave y existente al tiempo de la adquisición
(López de Zavalía, F., "Teoría de los Contratos Parte General", p. 461); además, los vicios jurídicos
tienen interés a los fines de la evicción y no de la acción redhibitoria; como lo precisa la misma definición
legal, trátase de un vicio "...de la cosa..." cuyo gravedad provoca "...que la hagan impropia para su
destino...".
3. Y, en la especie, el accionante nunca sostuvo que el motor (o el block, pues tal parece haber sido el
objeto de la compraventa), presentare al tiempo de su adquisición problemas de funcionamiento alguno;
menos aún que tales defectos, de existir, hubieran provocado la inutilidad de la cosa conforme el destino
para el que fue creado; sino que alegó que sus contrarios incumplieron el contrato por no haber
entregado el certificado de importación necesario para su inscripción registral, lo cual habilitaba
administrativamente el uso del rodado para el cual ese block fue adquirido.
4. La conclusión no varía, aunque se intente encuadrar la situación dentro de las disposiciones de la Ley
24240: 11; ya que esta norma prevé una "garantía legal" que debe ser otorgada al comprador de "cosas
muebles no consumibles" que atenderá los "...defectos o vicios de cualquier índole, aunque hayan sido
ostensibles o manifiestos al tiempo del contrato, cuando afecten la identidad entre lo ofrecido y lo
entregado y su correcto funcionamiento"; y si bien a diferencia de los "vicios redhibitorios", en este caso
los defectos o vicios comprendidos pueden ser de cualquier índole, no necesariamente ocultos, pues la
norma comprende también los "ostensibles o manifiestos"; sin embargo, al igual que lo señalado en el
código civil, deben referirse a la cosa al punto de afectar "... la identidad entre lo ofrecido y lo entregado
y su correcto funcionamiento".
5. Ello es compatible, además, con el derecho que otorga la Ley 24240 cual es la llamada "garantía
USO OFICIAL
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accesorios -en este caso la documentación necesaria para su registro-, sino que, por el contrario, al
hacerlo no se le proporcionó la información suficiente acerca de su idoneidad para el fin perseguido.
3. Además, la falta de entrega del certificado de importación fue de tal gravedad que produjo que el
motor adquirido resultara impropio para su destino, pues es evidente que el hecho de no haber podido
ser efectuado el registro de su instalación en el vehículo del cual el accionante ya era propietario,
provocó que este no pudiera utilizarlo en la vía pública así como es presumible de acuerdo con el
normal suceder de los hechos (cfr. Couture, E., "Fundamentos del derecho procesal civil", nro. 149, p.
231, ed. 1993) que de haber sabido que no lograría realizar los trámites pertinentes con la
documentación que le entregaron no habría concretado la compra del bien.
Cabe admitir la demanda de cumplimiento de contrato incoada contra una empresa fabricante de
automotores, con motivo de los desperfectos verificados en el motor del vehículo de la actora a los
pocos meses de su adquisición. Ello así, pues el nivel de consumo de aceite sobrepasaba el valor límite
máximo, y si bien según el experto ello pudo haber sido consecuencia del uso que le dio la actora, lo
USO OFICIAL
cierto es que acreditó hacerle los services con la regularidad que se le exigía y no hay otros elementos
de juicio que persuadan del mal uso. Por ello, teniendo en consideración que es esperable que una
camioneta 0 km, adquirida para uso familiar hace menos de un año y a la que se le realizaron los
cuidados exigidos tenga un consumo considerablemente inferior al detectado, cuanto menos concernía
a la demandada demostrar la negligencia de la demandante porque de lo contrario, y tal como establece
la Ley 24240, se debe estar a la solución más favorable para el consumidor, cual es, juzgar que los
vicios eran preexistentes. Ello pues, está acreditado que la camioneta alcanzó el tope de consumo de
lubricante desde que fue adquirida y nunca lo redujo. En virtud de lo expuesto, no puede considerarse
normal el consumo de aceite por lo que cabe imputarlo a una falla de fábrica. Más aún, considerando
que el fabricante, habiendo pasado 2 años desde la adquisición del vehículo -cuando la garantía duró un
año- hizo lugar al reclamo de la demandante y envió el motor a Buenos Aires para su arreglo. Por ello, la
conducta de la demandada sella la suerte del reclamo ya que de ella se infiere que sí había una
anomalía en el rodado adquirido por la actora porque de lo contrario no hubiese accedido sin más a
enviar el motor a arreglar con todo el costo que ello le genera, o cuanto menos, hubiese cobrado el
servicio. En consecuencia, corresponde declarar la obligación de la demandada de cambiar el motor por
otro original para ese modelo, o en su defecto, otro de características similares o la suma equivalente en
dinero.
Resulta procedente el reclamo de indemnización incoado por una concesionaria automotriz contra la
administradora de un sistema de ahorro previo para la venta de vehículos, por los daños y perjuicios
ocasionados a la actora a causa de la subfacturación de unidades adjudicadas y entregadas a través del
sistema de ahorro previo (Plan Óvalo). Ello así, toda vez que esa práctica se halla confirmada a raíz de
la aplicación de los llamados "precios congelados", pues se encuentra acreditado que la demandada
realizaba el cálculo de las comisiones sobre bases distintas a las previstas contractualmente, pues
tomaba precios congelados que obedecían a listas de precios anteriores a la adjudicación normalmente
coetáneas con la suscripción de las fórmulas de incorporación al plan por parte de los adherentes, que
obviamente eran muy anteriores a la fecha de adjudicación de la unidad. Ese congelamiento de precios
también se encuentra acreditado a través del peritaje contable de autos, de donde se desprende que
(desde 1977 hasta enero de 1990), la fecha del congelamiento de precios era bastante anterior a la
fecha de adjudicación del vehículo. En virtud del tenor de los términos contractuales, la retribución del
concesionario debía fijarse en función del precio de fábrica vigente a la fecha del sorteo o licitación,
fecha en que se adjudicaba el vehículo. Entonces es claro que, a través del mecanismo de
congelamiento de precios, la actora percibió márgenes comisiónales inferiores a los que le hubiesen
correspondido en virtud de las normas que regulaban el Sistema -Óvalo- a pesar de que la
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administradora cobraba siempre a los consumidores las cuotas del plan ajustadas a valores
actualizados durante todo el lapso de duración del período de financiamiento de la adquisición. Queda
acreditada de este modo la subfacturación, entendida como la acción de declarar en las facturas un
precio inferior al efectivamente pagado por los adherentes, quienes tenían que abonar las cuotas por los
vehículos a valores actualizados por las recurrentes.
La apuntada previsibilidad de los riesgos que adjetiva a la obligación de seguridad a cargo del
concesionario de una autovia, puede variar de un supuesto a otro, pues no todas las concesiones viales
tienen las mismas características operativas, ni idénticos flujos de tránsito, extensión lineal, condiciones
geográficas, grados de peligrosidad o siniestralidad conocidos y ponderados, etc. En muchos casos,
podrá establecerse un deber de previsión en atención al art. 902 del Código Civil que no puede ser
exigido en otros, lo cual vendrá justificado por las circunstancias propias de cada situación, siendo
notorio que no puede ser igual el tratamiento de la responsabilidad del concesionario vial de una
autopista urbana, que la del concesionario de una ruta interurbana, ni la del concesionario de una
USO OFICIAL
carretera en zona rural, que la del concesionario de una ruta en zona desértica. Como consecuencia de
ello, incumbe al juez hacer las discriminaciones correspondientes para evitar fallos que resulten de
formulaciones abstractas y genéricas (CSJN in re "Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c/ Provincia
de Buenos Aires y/ u otros", del 07/11/96 (LL 2007-B-287).
DEVECCHI, CARLOS ROBERTO Y OTRO C/ CONCESIONARIA VIAL DEL SUR SA (COVISUR SA) S/
ORDINARIO (JA 24.2.10, PAG. 72).
En el supuesto particular de accidentes ocurridos con ocasión del paso de animales por rutas sujetas a
concesión, ello es claramente previsible para el prestador de los servicios concesionados, ya que la
existencia de animales en la zona y la ocurrencia de accidentes anteriores del mismo tipo, constituyen
datos que un prestador racional y razonable no puede ignorar. En tal sentido, el prestador del servicio es
quien está en mejor posición para colectar información sobre la circulación de los animales y sus
riesgos, mientras que, al contrario, el usuario del servicio se encuentra en una posición desventajosa
para obtener esos datos, lo que sólo podría hacer a un altísimo costo. Por eso, la carga de auto-
información y el deber de transmitirla al usuario de modo oportuno y eficaz, pesa sobre el prestador del
servicio. Cabe agregar que aquella carga de auto-información importa también el deber de adoptar
medidas concretas frente a riesgos reales, de modo preventivo, lo que corresponde a la concesionaria
por encontrarse en mejor posición para tomar medidas de prevención genéricas al menor costo (CSJN
in re "Bianchi, Isabel del Carmen Pereyra de c/ Provincia de Buenos Aires y/ u otros", del 07/11/96 (LL
2007-B-287).
DEVECCHI, CARLOS ROBERTO Y OTRO C/ CONCESIONARIA VIAL DEL SUR SA (COVISUR SA) S/
ORDINARIO (JA 24.2.10, PAG. 72).
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Existiendo una relación contractual, cabe sostener que el concesionario de una autovia no asume una
obligación de dar el uso y goce de una cosa, sino de prestar un servicio. Esa calificación importa que
hay una obligación nuclear del contrato, constituida por la prestación encaminada al mantenimiento de la
ruta en todos sus aspectos y, también, deberes colaterales con fundamento en la buena fe (art. 1198,
Código Civil). Entre estos últimos existe un deber de seguridad, de origen legal e integrado en la
relación contractual, que obliga al prestador a la adopción de medidas de prevención adecuadas a los
concretos riesgos existentes en la ruta concesionada, en tanto resulten previsibles (CSJN in re "Bianchi,
Isabel del Carmen Pereyra de c/ Provincia de Buenos Aires y/ u otros", del 07/11/96 (LL 2007-B-287).
DEVECCHI, CARLOS ROBERTO Y OTRO C/ CONCESIONARIA VIAL DEL SUR SA (COVISUR SA) S/
ORDINARIO (JA 24.2.10, PAG. 72).
Resulta plenamente ajustada a derecho la sentencia de grado que, conforme a las previsiones
contenidas en el "Pliego general de bases y condiciones para adjudicar el permiso de uso de conductos
para fibra óptica" y a una de las cláusulas del Contrato de Permiso de Uso celebrado entre las partes,
consideró que resultaba clara la presencia de una condición suspensiva, determinada por el
acontecimiento futuro e incierto representado por la aprobación del OCRABA (Órgano de Control de las
USO OFICIAL
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n° 2); b) para entender renunciada la facultad de a rrepentirse del contrato, cuando se han pactado arras
penitenciales (art. 1202 del Código Civil; CNCiv. Sala I, 16/7/92, "Daverio, Luis c/ Colonna, Marta s/
escrituración"; Morello, A., El boleto de compraventa inmobiliaria, La Plata-Buenos Aires, 1975, p. 541 y
sgtes; Trigo Represas, F., La cláusula como seña a cuenta de precio y principio de ejecución, Arduino,
O., Contratos. Arrepentimiento. Principio de ejecución, Rev. Notarial, Colegio Escribanos La Plata, año
85, n° 842, ps. 141/146; etc.); pero es indiferente en orden al funcionamiento del pacto comisorio,
porque aunque la existencia de actos de ejecución puede implicar un obstáculo para arrepentirse del
contrato, de ninguna manera impide demandar su resolución por incumplimientos sobrevivientes (conf.
Morello, A., ob. cit., p. 557; Llambías, J. y Alterini, A., Código Civil Anotado, Buenos Aires, 1982, t. III-A,
p. 208, n° 13); y c) en el contrato verbal de locac ión urbana, para suplir la voluntad de las partes en
cuanto al plazo de vigencia y autorizar la intervención judicial para la fijación del precio (art. 1 de la Ley
23091).
3. Mas, el referido principio de ejecución de contrato no puede ser invocado para sostener que si hubo
actos de cumplimiento por parte de la accionada cabría tener por innecesaria la aprobación que del
Contrato de Permiso de Uso correspondía al órgano de contralor; pues, las partes previeron
expresamente en la documentación señalada, la posibilidad que el Contrato de Permiso de Uso
quedase "…automáticamente sin efecto como si nunca hubiera existido…" si el OCRABA no lo
aprobaba.
4. Por lógica implicancia, no puede entenderse que cualquier acto de cumplimiento pudiera tener
virtualidad para, por sí mismo, privar de valor a esa específica estipulación contractual desplazando la
aplicación de la condición suspensiva en ella contenida; por lo que resulta inútil toda indagación sobre si
hay o no prueba suficiente de la existencia de ese "principio de ejecución" contractual, pues aun si se
llegara a una respuesta afirmativa, no podría ser ello considerado para dar eficacia jurídica a un contrato
que, según lo pactado, solamente la tendría después de su aprobación por el órgano de contralor.
Las cuentas simples o de gestión son meras cuentas abiertas entre comerciantes y sus clientes -
generalmente, aquéllos son proveedores o mayoristas-, que tienen por función otorgar cierto crédito a
estos últimos, o conceder cierta espera en el pago de las operaciones celebradas. Suponen fluidez o
habitualidad en el trato comercial de ambas partes, presuponiendo también una dosis de confianza que
también debe existir (conf. Figueroa Casas, Pedro J., en "Código de Comercio - Comentado y Anotado",
Director: Rouillon, Adolfo A.N., L.L., 2005, T° II, pág. 230). Para determinar si se trata de una cuenta
simple o de gestión o, al contrario, de una verdadera cuenta corriente, hay que atenerse a las
particularidades de cada caso, teniendo en cuenta la naturaleza de las operaciones realizadas y la
intención de las partes, con prescindencia de la denominación que éstas le apliquen, pues el concepto
usual y empírico no coincide con el legal y jurídico (conf. CNCom., esta Sala A, 11/07/1996, in re: "Artes
Gráficas Aconcagua). En tal sentido, cuando -como en el caso- no se probó la existencia de remesas
recíprocas entre las partes, cabe concluir en que no ha mediado una relación de cuenta corriente
mercantil, sino tan sólo una cuenta simple que se guía por el derecho común, siendo aplicable la
disposición del artículo 624 del Código Civil. No ha mediado entre las partes una relación de cuenta
corriente mercantil si no hubo remesas recíprocas, no pudiendo considerarse que aquélla exista cuando
sólo se asientan mercaderías vencidas y sumas pagadas a cuenta de ellas, ya que de allí surge que las
partes no pueden asumir más que el papel de acreedor o deudor. A lo sumo, podría hablarse de una
"cuenta simple o de gestión", pues ella importa también una concesión de crédito -no recíproca como en
la cuenta corriente típica- pues son cuentas que suelen abrir los comerciantes a los clientes a quienes
no acostumbran a exigirles el pago de contado (conf. CNCom., esta Sala A, 03/10/1979, in re: "La Emilia
S.A. c/ Bentex S.A.", L.L., T° 1980-A, pág. 376).
La cuenta corriente mercantil es un contrato (típico, no formal, bilateral, conmutativo), en donde dos
comerciantes vinculados por un tráfico continuado/asiduo se ponen de acuerdo para compensar sus
créditos, que son el producto del conjunto de operaciones en ambos sentidos y al final determinar el
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saldo para saber cuál de ellos resulta deudor y cuál acreedor, cancelando el mismo. No se agota en una
sola actividad -como en la mayoría de los contratos-, aquí se requiere el acuerdo contractual previo, más
el ánimo compensatorio, más un conjunto de operaciones, más la determinación del saldo, más la
cancelación del mismo. El acuerdo contractual es el punto de partida en la secuencia tipificante, que
puede ser expreso o tácito, y que lo diferencia de la simple operación contable de cuenta corriente (conf.
Figueroa Casas, Pedro J., en "Código de Comercio - Comentado y Anotado", Director: Rouillon, Adolfo
A.N., L.L., 2005, T° II, pág. 226).
Para que pueda considerarse que existe un contrato de cuenta corriente mercantil, es necesario que las
partes hayan convenido en que los créditos y deudas que arrojen las operaciones que se efectúen en
determinado lapso pierdan su individualidad y se fundan en masas contrapuestas para liquidarse en una
fecha convenida, compensándose hasta la concurrencia de la menor y obtener así un saldo deudor para
una y acreedor para la otra (conf. CNCom., esta Sala A, 11/07/1996, in re: "Artes Gráficas Aconcagua
SACIF e I. c/ Guido Junín SA s/ Ordinario"). De lo expuesto, puede colegirse que la finalidad del contrato
de cuenta corriente mercantil es la concesión recíproca de crédito (conf. Figueroa Casas, Pedro J., en
"Código de Comercio Comentado y Anotado", Director: Rouillon, Adolfo A.N., L.L., 2005, T° II, pág. 226 ).
USO OFICIAL
Cuando, como en el caso, tanto el actor como la demandada son contestes en afirmar que la relación
comercial entre ambos se limitó a la provisión de neumáticos por parte de esta última y los pagos
efectuados en su consecuencia por el primero, lo que se halla corroborado por la pericial contable
producida en autos, de modo que, desde el comienzo hasta la finalización de la relación, el accionante
revistió en forma excluyente el carácter de deudor y el demandado el de acreedor, no confundiéndose
en momento alguno dichas cualidades. Ello determina la ausencia de la nota distintiva de la cuenta
corriente mercantil -su finalidad-, cual es, la concesión recíproca de crédito. Como lógico correlato de lo
expuesto, también se verifica la carencia de otro de los caracteres fundamentales del referido contrato,
como es la compensación entre el debe y el haber, que se traduce en la inexigibilidad de los valores
remitidos por los cuentacorrentistas hasta la conclusión del contrato respectivo. A más, tampoco puede
reputarse como una cuenta corriente mercantil a la relación comercial celebrada entre el actor y la
demandada, a la luz de lo prescripto por el artículo 780 del Código de Comercio.
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No es cuenta corriente mercantil aquella que un comerciante abre a su cliente, comerciante o particular,
por mercaderías que le entrega y que éste paga total o parcialmente en épocas convenidas de
antemano, pues en tal caso falta el requisito esencial de que las remesas de valores no tengan empleo
determinado (conf. CCiv. y Com. Santa Fe, Sala I, 14/04/1999, in re: "Bergamini, César L. c/ Burella,
Leonardo D.", L.L., 2000-C, 883. (42.588-S) - LL Litoral, 2000-133, citado por Figueroa Casas, Pedro J.,
en "Código de Comercio - Comentado y Anotado", Director: Rouillon, Adolfo A.N., L.L., 2005, T° II, pág .
241) -como lo ocurrido en la especie.- Ello así, tal como lo enuncia el Ccom 772 aquellas que no reúnan
todas las condiciones enunciadas en el artículo 771 del mismo cuerpo legal son cuentas simples o de
gestión y no quedan sujetas a las prescripciones del Título XII - De la cuenta corriente.
La circunstancia de que los créditos incorporados a la cuenta corriente mercantil no sean exigibles hasta
que se establezca su saldo, luego de realizada la compensación, no implica que hasta que se concrete
su cierre, ellos no generen intereses; toda vez que, es de naturaleza de la cuenta corriente que todos los
valores del débito y del crédito produzcan intereses legales, o los que las partes hubiesen estipulado y
que, tanto su saldo parcial como el definitivo, devengan intereses (CCOM: 777-4° y 785); la producción
de intereses de las partidas incluidas en la cuenta corriente se explica por la naturaleza comercial del
USO OFICIAL
contrato, ya que en el comercio todas las operaciones revisten carácter oneroso y no se admite que los
capitales queden improductivos; en consecuencia, siendo la producción de réditos inherente a la
relación que vinculó a las partes, resulta adecuado reconocer su aplicación aun antes del cierre de la
cuenta.
Al ser específico el concepto jurídico de la cuenta corriente mercantil y con reglamentación en el Código
de Comercio, toda prueba relativa a su existencia debe ser apreciada y valorada en función y en
armonía con el régimen normativo vigente, debiendo establecerse, con base en este último, la presencia
o no de dicho contrato, más allá de la designación que las partes hubieran dado a la cuenta o a sus
efectos (CSJN, "Ferrocarriles Argentinos c/ Yacimientos Petrolíferos Fiscales", del 15.3.05).
Procede la demanda incoada por una S.R.L. contra una S.A. en reclamo de cierta suma de dinero en
concepto de gastos de estadía de dos cámaras frigoríficas de la demandada en el predio de la actora.
Ello así, en tanto surge acreditado mediante acta (de fecha 1 de julio de 2005) que las partes acordaron
que las cámaras de frío que se encontraban dentro de la planta de transferencia de la actora con
residuos de la demandada serían vaciadas (el día 03/07/05) y en el curso de esa semana debían ser
retiradas de las instalaciones. Ante el incumplimiento de lo pactado, (el 22/07/05) la actora intimó a la
demandada a retirar las cámaras de frío dentro de las 48 horas bajo apercibimiento de cobrarle un
cánon de $ 150 por día, en carta documento que no fue respondida por la demandada. En
consecuencia, la actora emitió (02/09/05) la factura cuyo cobro persigue por la estadía de la cámara
frigorífica. En tal contexto, cabe inferir que más allá de que la actora haya instrumentado la deuda que
reclama mediante la emisión de una factura, lo que persigue en definitiva es un resarcimiento por el
incumplimiento de la demandada en retirar las cámaras de frío en el tiempo pactado en el acta. De tal
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forma, el reclamo de la actora encuentra base en los arts. 508 del Código Civil, en cuanto establece que
el deudor es responsable por los daños e intereses que su morosidad causare al acreedor, y 2224 del
mismo código que obliga al depositante a reembolsar al depositario todos los gastos que hubiese hecho
para la conservación de la cosa depositada, y a indemnizarle todos los perjuicios que se le hayan
ocasionado por el depósito.
Corresponde admitir la solicitud de que se libre oficio al registro respectivo comunicando la cancelación
de la inscripción de un contrato de leasing toda vez que, si bien a fin de inscribir la cancelación de un
contrato de leasing el Digesto de Normas Técnico-Registrales de la Dirección Nacional de los Registros
Nacionales de la Propiedad del Automotor y Créditos Prendarios: Título II, Capítulo XVII, Sección 2°, art.
6 inc. b), prevé sólo dos posibilidades que no requieren intervención judicial: la primera, consistente en
que se acompañe, con la solicitud respectiva, documentación que acredite que ha quedado resuelto el
contrato por haberse producido el secuestro del automotor en los términos de la Ley 24248: 21-a) (ap.
1); y la segunda consiste en que se agregue acta notarial por la que se instrumente la restitución
voluntaria del automotor por parte del tomador, con anterioridad al plazo fijado en el contrato (ap. 2); sin
USO OFICIAL
Cabe rechazar la demanda iniciada contra una empresa concesionaria del servicio de ferrocarriles, por
el supuesto desmantelamiento de una máquina containera, en el marco del convenio celebrado entre las
partes, de explotación del servicio de: izaje, carga y descarga de contenedores en la playa de una
estación de trenes administrada por la demandada. Ello así, pues no surge de los elementos adjuntados
a la causa que la demandada prohibiera a la accionante retirar la maquinaria luego de extinguido el
vínculo contractual que las unía; y tampoco tenía la defendida el deber de guardar y custodiar la cosa
que se hallaba en el predio concesionado. En consecuencia, no se encuentra demostrado con el
indispensable nivel de certidumbre que la accionada haya impedido u obstaculizado de algún modo el
retiro de la máquina en cuestión con posterioridad a la extinción de la relación contractual, razón por la
cual no corresponde atribuir algún grado de responsabilidad a la demandada por la omisión de retirar
oportunamente la máquina para levantar containers de la actora.
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Cabe rechazar la demanda deducida por cobro de honorarios derivados de las gestiones realizadas por
el actor a fin de que se concrete la venta de una parada de diarios y revistas, en virtud del contrato de
mandato celebrado entre las partes, mediante el cual la vendedora le otorgó autorización para realizar la
venta de la operación. Sin embargo, más allá de la naturaleza jurídica atribuida al contrato que ligó a las
partes: mandato o corretaje, es dable advertir que si bien la vendedora, quien pretendió enajenar la
parada de diarios y revistas, había solicitado la legalización de su situación ante el Ministerio de Trabajo,
pues se encontraba en posesión de aquélla, su carácter de titular no se hallaba resuelto al tiempo de la
encomienda por lo que la operación no podía concretarse. Así, cabe concluir que el actor no se informó
debidamente acerca de la factibilidad de la venta y sobre la titularidad de quien pretendió enajenar la
parada de diarios y revistas, siendo que quien intermedia en una operación y hace de ello su profesión
habitual (cfr. art. 902 del Código Civil) debe actuar con cuidado y previsión. En consecuencia, carece del
derecho al cobro de una comisión. Por ello, corresponde confirmar la sentencia apelada en relación con
este punto y, desestimar el agravio del actor.
La falta de reinscripción del contrato prendario, hace operar la caducidad del privilegio, por lo que la
USO OFICIAL
obligación subsiste como una obligación personal. Ello así, en lo que toca a los efectos que respecto de
esta acción ha proyectado sobre el juicio ordinario en el que el aquí codemandado promovió demanda
contra el banco a fin de disminuir el capital de las cuotas que formaban parte del contrato de mutuo con
garantía prendaria; cabe puntualizar que, si lo que perime es la primera instancia, el efecto es la
extinción del proceso a que se refiere, produciendo los efectos de una "anulación del trámite", perdiendo
eficacia todo el proceso y sus secuelas (cfr. Podetti, "Tratado de los actos procesales", p. 376-377;
Loutayf Ranea-Ovejero López, "Caducidad de la Instancia", p. 461 y ss., esta CNCom, esta Sala A,
25.07.08, "Ferrucci, María Lujan s. concurso preventivo"). En esa línea, el CCIV: 3987 establece que "la
interrupción de la prescripción, causada por la demanda, se tendrá por no sucedida…si ha tenido lugar
la deserción de la instancia según las disposiciones del Código de Procedimientos…". En efecto,
perimida la instancia ninguna de las actuaciones realizadas durante su trámite pueden considerarse
interruptivas de la prescripción (cfr. Loutayf Ranea-Ovejero López, ob cit., pág. 464). Sin embargo, ha de
tenerse presente que, en la especie, no se dio el supuesto de interrupción de la prescripción a causa de
la conducta adoptada por el acreedor dirigida a mantener vivo su derecho, sino por el reconocimiento
que el deudor hizo del derecho de aquél contra quien prescribía, a través de los diversos depósitos
efectuados. En este sentido, ha de concluirse en que el reconocimiento de una obligación como acto
interruptivo de la prescripción (CCIV: 3989), no queda "anulada" por el hecho de que hubiera perimido la
instancia de la causa judicial en cuyo marco fue exteriorizada, pues no sería lógico que la inactividad del
deudor redundase en su propio beneficio y en perjuicio del acreedor. Así cabe interpretar que los actos
que se aniquilan cuando opera la perención son los que forman la instancia, es decir, los que
constituyen la parte formal del procedimiento, pero no aquellos que la componen o producen, de tal
suerte que la verdad allí confesada se mantiene con su plena validez. Véase que el principio probata
remanente está consagrado en la ley procesal y, por tanto, no parece discutible el derecho de hacerlo
valer.
BANCO DE ITALIA Y RIO DE LA PLATA SA EN LIQ BCRA C/ SLAIBI, JORGE MAHAMRD Y OTROS S/
EJECUCION PRENDARIA.
Procede confirmar la resolución que hizo lugar a la excepción de prescripción deducida por los
codemandados y rechazó la ejecución con base en: 1) si bien operó la caducidad de la prenda, el
deudor no perdió su condición de tal, en tanto la obligación asumida subsiste con carácter personal,
siendo de aplicación al caso el plazo de prescripción previsto en el CCOM: 848-2°; 2) el plazo de
prescripción legalmente previsto para esta acción se encontraba agotado a la fecha de la interposición
de la demanda, sin que obste a ello la promoción de la acción ordinaria incoada por el aquí
codemandado contra la ejecutante, de la cual surge la realización de diversos depósitos por parte de
aquél en concepto de pagos derivados del contrato de mutuo con garantía prendaria que motivó este
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juicio, pues aún cuando se interpretara que ello importó un "reconocimiento de deuda" por parte del
deudor, extremo que interrumpió el curso de la prescripción, lo cierto es que el último depósito allí
acreditado hasta la de iniciación del presente juicio transcurrió -en el caso- el plazo de tres (3) años
establecido por el CCOM: 848-2°.
BANCO DE ITALIA Y RIO DE LA PLATA SA EN LIQ BCRA C/ SLAIBI, JORGE MAHAMRD Y OTROS S/
EJECUCION PRENDARIA.
Quien promueve una acción en los términos del art. 39 de la Ley 12962 debe ser el acreedor prendario,
que en el supuesto de autos, es aquél que surge del contrato prendario debidamente inscripto. En
consecuencia, siendo que la cesión denunciada no ha sido inscripta, conforme lo requiere el art. 24 de la
Ley 12962, ésta no autoriza a la supuesta cesionaria a promover una acción en los términos del art. 39
en cuestión.
Cabe revocar el decreto que denegó la petición orientada a transformar el secuestro prendario en
ejecución prendaría, pues no mediando inhabilitación legal -arg. artículo 19 Cn.- la petición de
conversión de este trámite al de ejecución debe entenderse admisible por razones de economía
procesal, evitándose así la duplicación innecesaria de actuaciones, sin que pueda verse afectación
alguna del derecho de defensa de las partes. (Conf. en igual sentido, este Tribunal, Sala C, 19.10.01,
"Banco Río de la Plata SA c/ Embón, Mario Enrique s/ secuestro prendario"; Sala D, 17.8.01 "Banco
Bansud SA c/ Urra Torres, Elizabeth A. s/ secuestro prendario", íd. 19.12.02 "Volkswagen Compañía
Financiera SA c/ Lena, Edgardo Ramón s/ secuestro prendario", íd. 13.2.03 "Volkswagen Compañía
Financiera SA c/ Areco, Liliana Margarita s/ejec.", entre otros); dado que si la entidad financiera
accionante no ha percibido la totalidad del crédito del producido de la venta del bien prendado, en virtud
de la subrogación real producida sobre ese monto pendiente de satisfacción, la recurrente se halla
habilitada para ejecutar al deudor prendario, con arreglo a las disposiciones del Decreto Ley 15348/46
(arg. art. 3 y ccdtes.).
1 - Cabe admitir la demanda deducida por una S.R.L. contra una S.A., en reclamo de la suma de dinero
indebidamente debitada de su cuenta corriente; así como que se dejen sin efecto los débitos efectuados
y no percibidos por la demandada. Ello así, pues, según la actora, las partes se vincularon mediante un
contrato atípico, de características similares al de abastecimiento o suministro, en el cual se pactó una
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cláusula de "no devolución" de las mercaderías, en cuya virtud la actora debía descontar un 1% mensual
a la demandada. Sin embargo, la demandada devolvió la mercadería "por defectuosa", rescindiendo el
contrato. En ese contexto, cabe señalar que la presunción prevista en el art. 470 del Código de
Comercio, que establece que el vendedor consiente la rescisión del contrato en el caso que reciba la
mercadería vendida sin hacer depósito judicial de los bienes, es una presunción iuris tantum y, por ende,
puede ser desvirtuada mediante prueba en contrario (Fernández - Gómez Leo: "Tratado de Derecho
Comercial", Ed. Depalma, Bs. As. 1993, t. III-A, pág. 411). Asimismo, si bien la mencionada cláusula
contractual no define qué se entiende por "no devolución" y las partes discuten si en esa estipulación se
encontraba comprendida también la mercadería fallada, debe considerarse que, como principio, la
demandada no podía devolver la mercadería recibida, en especial, si se tiene en cuenta que se trata de
una cláusula onerosa. Además, en el acta de constatación labrada en oportunidad de la devolución de
las mercaderías, la actora dejó constancia que "la recepción es como mercadería a controlar"; y si bien
la demandada alegó que la mercadería fue devuelta porque se encontraba fallada, ello no fue acreditado
en las actuaciones. En dicho punto, cabe recordar que en caso de controversia respecto de los vicios,
defectos o diferencia de calidades de las mercaderías vendidas es ineludible para el comprador acudir a
la vía establecida en el art. 476 del Código de Comercio, pues ése es el camino legalmente
contemplado para zanjar este tipo de controversias en materia de compraventas comerciales (v.
CNCom, Sala C, in re "Corupel SACIF c/ Laboratorios Promeco SA", del 29/06/84; ídem "Estructuras
Magdalena SA c/ Corporación Cementera Argentina SA" del 24/04/87; entre otros) -proceder que se
tornaba aún más imperioso habida cuenta la cláusula de "no devolución" pactada por las partes-. En
razón de lo expresado, corresponde condenar a la demandada a abonar a la actora la suma reclamada,
con más intereses desde la fecha de cada débito en la cuenta de la actora, calculados a la tasa activa
del Banco de la Nación Argentina, y cancelar los débitos efectuados en exceso en la cuenta de la
actora.
2 - Toda vez que fue demostrada la devolución de las mercaderías y la actora pudo venderlas como
chatarra o scrap, deberá detraerse del importe de la condena un 10%, que se estima prudencialmente a
fin de evitar un enriquecimiento sin causa a favor de la demandante que derivaría de la reventa de la
USO OFICIAL
Si bien el derecho argentino no recepta legislativamente el contrato de suministro, este contrato ha sido
definido por la doctrina comparada como aquel por el cual una empresa (suministrador o proveedor) se
obliga mediante el pago de un precio unitario a entregar a otra (suministrado) cosas muebles en épocas
y cantidades fijadas en el contrato o determinadas por el acreedor de acuerdo con sus necesidades
(conf. Garrigues, Joaquín, "Tratado de Derecho Mercantil", T. I, pág. 95). Si bien este contrato presenta
en la mayoría de las hipótesis notables semejanzas con la compraventa, el suministro se caracteriza
esencialmente por ser un contrato de duración dada por la periodicidad o continuidad de las varias
prestaciones singulares que debe cumplir el suministrante. (conf. esta CNCom, Sala C, 15.02.2008, in
re: "Enco Pack SRL y otros c/ Aerolíneas Argentinas y otros s/ ordinario", id. Sala B, 29.05.2006, in re:
"Sanchez Aureliano Aníbal c/ ESSO SA Petrolera Argentina s/ ordinario"). La periodicidad importa la
reiteración de prestaciones en plazos generalmente regulares y predeterminados, repetidos en el tiempo
y con individualidad propia; la continuidad comporta la no interrupción del suministro durante la vigencia
del contrato. Por ende, la característica fundamental es que no existe una única prestación, sino varias
que se suceden en el tiempo, en un plazo determinado o indeterminado contractualmente (conf. esta
CNCom. Sala E, 30.03.1989, in re: "Marrito Argentina CISA c/ Ciccone Hnos. s/ ordinario"). Agréguese,
que en la actualidad la función económica del suministro reviste suma importancia, ya que para las
empresas esta forma de contratación es indispensable para su funcionamiento, pues persigue nada
menos que el objetivo de asegurar el aprovisionamiento de materias primas, mercaderías, energía, etc.,
vale decir que garantiza la disponibilidad constante de elementos indispensables para la actividad
industrial o su comercialización (conf. Farina, Juan M., "Contratos Comerciales Modernos", Ed. Astrea,
Buenos Aires 1999, pág. 497; Stiglitz, Ruben S., "Concepto y función del contrato de suministro", LL,
1989-A-1074).
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La propia naturaleza del contrato de suministro hace que deba verse como una entidad y con una
envergadura tal que ante el simple incumplimiento de una entrega, o la falta o retraso en el pago de una
cuota mensualidad o documento no sean necesariamente generativos de la posibilidad resolutoria (conf.
Etcheverry, Raúl Anibal, "Derecho Comercial y económico. Contratos parte especial.", Ed. Astrea,
Buenos Aires, 1995, pág. 171). En este sentido, la jurisprudencia de nuestros tribunales ha esbozado
una tendencia a no admitir la resolución de un acuerdo cuando el incumplimiento no tiene una entidad o
una gravedad importante, protegiendo así la continuidad negocial en circunstancias en que el
incumplimiento fue simplemente accidental y no afecte a lo esencial del acuerdo por su falta de entidad.
(conf. Cam. Civ. Com. Cordoba, 03.10.1986, ED 124-441) En este caso la parte podrá, sin embargo,
reclamar el resarcimiento de los daños y perjuicios derivados de tal incumplimiento.
Cabe rechazar la demanda de cobro de saldo deudor de ciertas tarjetas de crédito incoada por una
entidad bancaria contra un usuario particular, toda vez que no existen constancias de las que pueda
inferirse que el demandado suscribió la solicitud que implicaba adherirse a un régimen contractual cuyas
estipulaciones estaban allí incluidas, ni que haya sido entregado una copia de ese contrato de emisión al
supuesto solicitante, de lo que se pueda inferir que dicha recepción importó una tácita aceptación de la
propuesta u oferta que cerró el ciclo de perfeccionamiento del contrato (cfr. CCIV: 1145 y 1146). Y aún
pudiendo considerarse que los contratantes omitieron firmar el convenio cuyo reconocimiento pretende
el actor, bien pudo acreditar la entrega del plástico al demandado -lo cual además resulta otro elemento
necesario para demostrar el vínculo-. De ello hubiera podido seguirse la ejecución del convenio
generador de obligación entre las partes. En consecuencia, corresponde rechazar el reclamo incoado,
pues no se verificó en la especie la firma del contrato ni probada la entrega del plástico, lo que
constituye una exigencia previa a acreditar los consumos.
El artículo 6 de la Ley 25065 enumera los requisitos que debe tener el contrato de tarjeta de crédito;
específicamente en su inciso "k" refiere a la firma del titular y del personal apoderado de la empresa
emisora. Ese artículo fija un carácter estrictamente formal y solemne del contrato de tarjeta de crédito
entre la entidad emisora y el titular usuario. Actualmente la formalidad es una condición de validez del
negocio jurídico. Establece una serie de recaudos que obligatoriamente, bajo pena de nulidad (artículo
13 y 14 de esta ley) debe contener el contrato de tarjeta de crédito entre la entidad emisora y el usuario.
Pese a la regulación legal, estos deben interpretarse en el sentido de protección al usuario del sistema,
de allí que la omisión de alguno no generarán la nulidad del contrato (cfr. "Régimen de Tarjetas de
Crédito. Ley 25.065. Comentada", página 67, Editorial Astrea, 2003).
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Cabe confirmar la resolución del juez a quo mediante la cual intimó a la ejecutante, bajo apercibimiento
de tenerla por desistida de la ejecución a: i) manifestar que la cuenta corriente bancaria cuyo saldo
deudor fue aducido como base de la ejecución no había sido abierta al solo fin de debitar saldos por el
uso de tarjeta de crédito, ii) en su caso, indicar cuál sería el monto de dichos débitos por tarjeta de
crédito, y iii) agregar el contrato. El juez fundó la intimación en lo dispuesto en la Ley 25065, arts. 14,
inciso hº, y 42. Ello así, pues si bien se desprende del art. 523 - 5º, del Código Procesal, que la
constancia de saldo deudor en cuenta bancaria -entre otros títulos- trae aparejada ejecución cuando
tuviera fuerza ejecutiva de conformidad con las disposiciones del Código de Comercio o ley especial en
el caso conforme con el art. 793 del código citado, no es menos cierto que no sería así si se diese la
situación contemplada por el art. 42 de la Ley 25065 (conc. art. 14, inciso "h", de la misma ley). En ese
marco, el recaudo exigido por el juez de la causa tiene como propósito prevenir un ejercicio ilegítimo o
abusivo de un derecho (art. 1071, código civil), ya que no es sino un menester implícito en la tarea de
aclarar que haya habido débitos o no débitos sin fuerza ejecutiva.
(En igual sentido: Sala C, in re "BBVA Banco Francés S.A. c/ Amuh, Héctor Fortunato s/ ejecutivo", del
19/11/02).
1. Cabe rechazar la acción incoada por el titular de una tarjeta de crédito contra la entidad bancaria con
la que operaba en reclamo del resarcimiento por los daños y perjuicios que, según postuló, le habría
generado la conducta ilegítima desplegada por la entidad bancaria al informar al actor como "deudor
irrecuperable" en la base de datos de empresas de informes comerciales, toda vez que, si bien al recibir
el resumen en el que constaba un importe en moneda nacional y otro en moneda extranjera, impugnó
esta última por considerar que cierta compra realizada en el extranjero había sido duplicada y que la
moneda extranjera había sido mal cotizada, sin embargo, sólo acompañó un talón de pago que acredita
el ingreso de la deuda en pesos, sin adicionar suma alguna por la cuenta en dólares, aún con las quitas
postuladas, cotizada al valor alegado y convertido el saldo a pesos, por aplicación del Decreto 214/02;
pues, reconocida la generación de la deuda, debió demostrar su cancelación pues, de otro modo, no
podía postular la responsabilidad del Banco por haber informado al Banco Central, sin causa alguna, ser
deudor contumaz.
2. Sabido es que la Ley 25065: 28-b) faculta al Banco a exigir el pago mínimo sobre los conceptos no
observados; así como que descarta todo efecto convalidatorio a tal abono (Ley 25065: 30); sin embargo
tampoco probó siquiera haber saldado ese pago mínimo sobre los conceptos reconocidos; y, al no
abonar la porción no impugnada, aunque fuera en los límites del llamado "pago mínimo", constituiría un
abuso de derecho (CCIV: 1071); conducta que tampoco estaría justificada en la normativa del CCIV:
1201, pues la observación de la cuenta fijó los límites del cuestionamiento y de su legítima negativa al
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pago, situación que no ampara a la porción reconocida; por tanto, no acreditada la conducta ilegítima
que el accionante imputó al Banco, presupuesto necesario de la acción resarcitoria intentada, la
demanda debe ser rechazada.
Cabe modificar la sentencia de trance y remate, que fijó la mora con la fecha de intimación judicial de
pago y desechó la capitalización de los intereses fijados con posterioridad a la clausura de la cuenta
corriente, al interpretar que el Ccom: 795 sólo rige durante la vigencia del contrato. Disponiéndose la
capitalización trimestral de los réditos con posterioridad al cierre de la cuenta corriente, fecha ésta a
partir de la cual habrán de correr los accesorios.
El cómputo de los intereses que corresponden adicionar al certificado de saldo deudor ejecutado, debe
ser establecido en la fecha del cierre de la cuenta. Ello en tanto, las especies previstas en el Título XII
del libro segundo del Código de Comercio producen intereses compensatorios desde tal evento. Así,
provista la base legal por el art. 777 - 4° del cue rpo normativo citado para la cuenta corriente mercantil -y
aplicable por analogía a la bancaria-, resulta obvio que la contingencia que provocó el cierre, no puede -
en derecho- otorgar el beneficio de que el interés resulte interrumpido, premiando así al
cuentacorrentista con el acotamiento del tiempo en que deben devengarse los accesorios, lo que
entrañaría una injusta recompensa para quienes no dieron satisfacción a sus obligaciones en tiempo
oportuno. Y ello en modo alguno importa desvirtuar lo decidido en el plenario del fuero in re "Banco de
Entre Rios c/ Genética Porcina", del 21.11.84; pues en lo tocante a los intereses punitorios que pudieren
haber sido pactados, indefectiblemente resultará necesaria la calificación del retardo emergente de la
mora -conf. Cód. Com: 792 y Cód. Civ.: 509 - 2º-, para responsabilizar al deudor por tales
consecuencias (Conf. este Tribunal, Sala A, "Banco de la Provincia de Buenos Aires c/Gráfica Marino
SRL s/ ejecutivo" del 5.9.07; Sala B, "Banco Patagonia SA c/ Kris Design SRL s/ ejec." del 29.08.2008,
voto en disidencia del Dr. Ojea Quintana en Sala C, "Banco de Galicia y Buenos Aires SA c/ CPG
Service SRL y otros s/ ejecutivo", del 16/11/07).
Cuando las partes expresamente pactaron la capitalización de los réditos en forma mensual, dicho pacto
constituye una excepción que justifica la aplicación de dicho mecanismo (CCOM: 795 y arg. art. 569).
(En igual sentido: Sala F, 26.11.09, "Banco Itau Buen Ayre SA c/ Santana, Pedro Eduardo y Otro. s/
ejecutivo").
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Procede la impugnación deducida por la Defensora Oficial a la sentencia que dispuso la capitalización
mensual de intereses con base en que el capital adeudado se vería incrementado en un 1230% con la
capitalización establecida en la sentencia, lo que resulta lesivo de los principios de la moral y las buenas
costumbres. Ello así en tanto, si bien el CCIV: 623 -después de su reforma- autoriza la capitalización
con un criterio más amplio que en la anterior redacción, sigue limitándola a los supuestos expresamente
contemplados por la norma, por lo que dado su carácter de excepción a la regla, no pueden ser
interpretados extensivamente. En tal sentido, debe evitarse toda posibilidad de menoscabo a las
garantías contempladas en los arts. 17 y 18 CN- A más, el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en los autos "Fabiani, Esteban Mario c/ Pierretegui, Jorge Alberto s/ recurso de hecho" (Fallos:
316: 3131), dejó sin efecto la capitalización de intereses aplicada sobre el monto de condena al advertir
una distorsión en la cantidad debida provocada por la aplicación del sistema de capitalización, que
superaba cualquier ajuste que pudiera haberse ordenado para mantener intangible el crédito; tal
situación se advierte configurada en la especie, pues la aplicación del sistema de capitalización produjo
una alteración tal en el monto debido que se ha producido un perjuicio en el derecho del deudor a la
propiedad amparado constitucionalmente, a poco que se repare en que el incremento financiero de la
suma reclamada en más de un mil secientos por ciento (1600 %) excede cualquier ajuste que pudiera
utilizarse para mantener intangible el crédito de la accionante.
1. Frente a la demanda por repetición de pago, incoada por una entidad bancaria contra las titulares de
una cuenta de depósito a plazo fijo, con fundamento en la errónea acreditación de fondos en esa cuenta
que éstas abrieran en la casa central del banco, sita en el extranjero, -cuyo cierre requirieran luego
transfiriendo esos fondos a la sucursal Buenos Aires-, las accionadas no pueden alegar que no se trató
de una acreditación errónea sino de un depósito que ellas efectuaron en esta sucursal, sin exigir ni
recibir comprobante alguno por ello, ya que así era de práctica según los usos y costumbres entonces
imperantes, que aparecieron como respuesta a la imposibilidad legal de girar divisas al exterior; toda vez
que, no acreditaron la existencia de la prohibición de girar divisas al exterior que invocara, sino sólo que
esa operación estaba sujeta al cumplimiento de ciertos recaudos reglamentarios establecidos por el
BCRA y, aún cuando hubiera existido una real prohibición de girar fondos al exterior, los usos y
costumbres invocados por las accionadas no podrían ser tenidos en cuenta para abonar su defensa
porque serían contrarios a una normativa imperativa y de orden público.
2. Sabido es que, el valor que en derecho, y especialmente en derecho mercantil, puede ser asignado a
los usos y costumbres (CCOM: arts. II del Título Preliminar, y 99, 129, 187, 217, 218 inc. 6, 219, 220,
238, 242, 256, 257, 274, etc.; y CCIV: 17), solamente podrían jugar frente a una ley dispositiva o
supletoria, pero no frente a la ley imperativa o los principios de orden público (cfr. Zavala Rodríguez, C.,
"Código de Comercio y leyes complementarias", Buenos Aires, 1967, t. I, p. 13, nº 11; Satanowsky, M.,
"Tratado de derecho comercial", Buenos Aires, 1957, t. 1, ps. 143/144, nº 75; Castillo, R., "Curso de
Derecho Comercial, Buenos Aires", 1956, t. I, p. 16, nº 14); y el régimen de control de cambios, dentro
del cual engarza la prohibición de girar divisas al exterior, es imperativo y de orden público ya que, tiene
por objeto proteger la moneda y su infracción causa un daño consistente en la perturbación u
obstaculización de la política económica y financiera del Estado (cfr. CSJN, Fallos 205:51 y 320:763).
3. Tampoco acreditaron que un depósito hecho en tales condiciones era válido según la ley que regía la
contratación, esto es, la de la sede de la casa central -en la especie, los Países Bajos (cláusula 29ª de
las "Condiciones Generales de la Asociación de Banqueros de los Países Bajos", fs. 59; CPR: 377;
CCIV: 12 y 950)-, y ello habida cuenta que no todas las legislaciones prevén un sistema uniforme para la
acreditación de los depósitos bancarios (cfr. Williams, J., "Contratos de crédito", Buenos Aires, 1986, t.
2-A, p. 258).
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Cabe admitir el derecho del banco de reclamar el reintegro correspondiente a una acreditación errónea
de fondos en una cuenta de depósito a plazo fijo, aún cuando lo acreditado indebidamente hubiera sido
cobrado bastante tiempo después de aquella indebida acreditación, y después también de que las
sumas pertinentes hubieran sido objeto de una transferencia bancaria o, mejor dicho, de un "traspaso"
que es el nombre con que se distingue a la transferencia bancaria entre cuentas abiertas a nombre de
una misma parte en un mismo banco -en la especie, de la casa central a una sucursal- (cfr. Bonet
Sánchez, J., "La transferencia bancaria", en la obra "Contratos bancarios & parabancarios" [director:
Ubaldo Nieto Carol], Valladolid, 1998, ps. 334/335); toda vez que, el error del banco no puede jugar a
favor del beneficiario; ello así, si el beneficiario no ha dispuesto del importe de la transferencia, el banco
puede deducirlo de su cuenta cuando por error practicó el asiento; y si el beneficiario recibe una
cantidad a la que no tiene derecho, el banco puede dirigirse contra él en repetición del pago de lo
indebido (cfr. Cabrillac, H., "El cheque y la transferencia bancaria", traducción de A. Reverte, Madrid,
1969, p. 175, n° 290; Bonet Sánchez, J., ob. cit., p. 349).
Frente a la demanda por repetición de pago, incoada por una entidad bancaria contra las titulares de
una cuenta de depósito a plazo fijo, con fundamento en la errónea acreditación de fondos en esa cuenta
que éstas abrieran en la casa central del banco, sita en el extranjero, -cuyo cierre requirieran luego
transfiriendo esos fondos a la sucursal Buenos Aires-, las accionadas no pueden alegar que la acción de
repetición sea improcedente en función de lo dispuesto por el CCIV: 929; toda vez que, el error como
vicio de la voluntad al que se refiere la citada norma, y el error como fuente de la repetición de un pago
indebido al que se refiere el CCIV: 784, contemplan situaciones distintas y responden a fundamentos
diversos, que justifican un régimen legal también distinto; el error como vicio invalida el acto; en cambio,
el error como causa de repetición no ataca ni destruye el vínculo; de ahí que la repetición proceda sin
que quepa articular cuestión alguna de inexcusabilidad fundada en el citado CCIV: 929, puesto que el
fundamento mismo de la acción reside en el principio que veda el enriquecimiento sin causa, no
concibiéndose cómo puede tolerarse que el accipiens se enriquezca con algo que no le pertenece, por
más que la conducta del solvens pueda merecer reparos (cfr. Galli, E., en Salvat, R. y Galli, E., "Tratado
de derecho civil argentino - Obligaciones en general", Buenos Aires, 1953, t. II, ps. 556/557, nº 1556-b;
Llambías, J., "Tratado de derecho civil - Obligaciones", Buenos Aires, 1970, t. II, ps. 992/994, nº 1678;
Borda, G., "Tratado de derecho civil - Obligaciones", Buenos Aires, 1976, t. I, p. 609, nº 810; Belluscio,
A. y Zannoni, E., "Código Civil y leyes complementarias, comentado, anotado y concordado", Buenos
Aires, 1982, t. 3, p. 637, nº 6).
Si una entidad bancaria al incoar una acción de repetición de lo pagado por error contra las titulares de
una cuenta de depósito a plazo fijo, con fundamento en la errónea acreditación de fondos en esa cuenta
que éstas abrieran en la casa central del banco, sita en el extranjero, -cuyo cierre requiriera luego
transfiriendo esos fondos a la sucursal Buenos Aires-, expresamente la fundara en el CCIV: 784, ello no
implica un abandono del derecho elegido por las partes -en ejercicio de su autonomía conflictual- para
regular dicho contrato bancario, esto es, un abandono de la legislación del país en el que el banco tiene
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su casa central; toda vez que, en la repetición de lo indebido, como se hace prevalecer una idea de
justicia y un castigo al fraude del que cobró sin derecho, corresponde aplicar la ley territorial del acto
(cfr. Argúas, M. y Lazcano, C., "Tratado de derecho internacional privado", Buenos Aires, 1926, p. 288);
pues, el pago de lo indebido se rige por el derecho del país donde el acto se ha verificado (cfr.
Goldschmidt, W., "Derecho internacional privado", Buenos Aires, 1982, ps. 425/426, nº 329), que para el
caso es la República Argentina, pues fue en nuestro país que se produjo el pago erróneo; ello así, no
puede causar agravio la aplicación del derecho nacional en orden a decidir la suerte y alcances de la
demanda, sin que quepa indagar acerca de si la invocación de la ley argentina hecha en el escrito de
inicio importó o no una renuncia al derecho extranjero elegido por las partes para regular lo atinente al
contrato bancario que las uniera, ya que la materia del presente litigio -repetición del pago indebido- es
claramente ajena al ejercicio de la autonomía conflictual, a punto tal que se la ha calificado como de
orden público (cfr. Argúas, M. y Lazcano, C., ob. cit., loc. cit.).
1. Cabe desestimar la defensa de falta de legitimación pasiva, opuesta por una de las accionadas, en la
USO OFICIAL
demanda de repetición de lo pagado por error, incoada por la entidad bancaria en la que tenía -con otras
dos personas- una cuenta de depósito a plazo fijo, con fundamento en que la totalidad de los fondos
habían sido retirados por las otras dos titulares; toda vez que, el hecho de que las cotitulares de la
cuenta hubieran podido retirar la totalidad de los fondos es indicativo de que se trataba de una cuenta
conjunta solidaria, pues de otro modo dichas personas no podrían haber dispuesto de lo que sería la
cuota viril que en el depósito le correspondía a la excepcionante.
2. La extensión del retiro demuestra que no se trataba de una cuenta simple, sino de una cuenta en la
que sus tres titulares eran coacreedores solidarios del banco depositario, debiendo descartarse un caso
de obligación disjunta (cfr. Busso, E., "Código Civil Anotado", Buenos Aires, 1955, t. V, p. 97, nº 63;
Llambías, J., "Tratado de derecho civil - Obligaciones", Buenos Aires, 1970, t. II, ps. 397/398, nº 1088;
Molle, G., "I contratti bancari", correspondiente al vol. XXXVI, t. 1, del "Trattato di Diritto Civile e
Commerciale", dirig. por A. Cicu y F. Messineo, Milano, 1966, ps. 118/119).
3. Tal conclusión está avalada por lo que resulta del documento obrante en la causa (no traducido) en
cuanto alude a la existencia de una "compte-joint", locución que, precisamente, da razón de un supuesto
de solidaridad activa entre los titulares, a la que se suma una solidaridad pasiva por la cual la entidad
bancaria tiene derecho a ejecutar solidariamente a cada uno de los titulares por el monto del saldo
deudor de la cuenta (conf. Williams, J., "Contratos de crédito", Buenos Aires, 1986, t. 2-A, p. 248, nota nº
96).
4. En las condiciones de existencia de una solidaridad activa, el pago hecho por el banco accionante en
manos de las otras dos cotitulares, debe entenderse también hecho a favor de la excepcionante; ya que,
en las obligaciones solidarias existe una representación recíproca de los co-interesados entre sí; y cada
co-interesado solidario es representante de los demás o, cada uno de los acreedores solidarios es
representante y mandatario de los otros (cfr. Vélez Sarsfield, nota al CCIV: 706; Salvat, R. y Galli, E.,
"Tratado de derecho civil argentino Obligaciones en general", Buenos Aires, 1953, t. II, ps. 85/87, nº 922,
923 y 923-a; Busso, E., "Código Civil Anotado", Buenos Aires, 1955, t. V, p. 89, nº 21.8; Llambías, J., ob.
cit., t. II, ps. 486/487, nº 1185, espec. nota nº 31; Bueres, A. y Highton, E., "Código Civil y normas
complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial", Buenos Aires, 2006, t. 2-A, p. 662, n° 5).
5. Por lo que cabe concluir que la acción de repetición intentada es también procedente contra la
excepcionante, ya que cuando el abono es recibido por un mandatario, como actúa por cuenta del
mandante (CCIV: 1946), la demanda de repetición procede también contra este último, aunque aquél
hubiere reservado para sí la utilidad del pago; esta última circunstancia, en su caso, podrá ser motivo de
dilucidación entre mandante y mandatario -representante y representado- pero no afecta al solvens que
es un extraño con respecto al mandato o la representación en sí (cfr. Salvat, R. y Galli, E., ob. cit., t. II,
p. 579, n° 1576; Llambías, J., ob. cit., t. II, p. 1001, n° 1684).
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La utilización de terminales de autogestión constituye una modalidad de ejecución que se agrega a las
operaciones bancarias tradicionales y constituye otro servicio mediante el cual el banco brinda al cliente
una nueva opción, mediante la utilización de un medio particular de depósito de dinero y de valores,
entre otras posibilidades. Es decir, el banco al ofrecer dicho servicio asume ciertos riesgos y deberes,
por los cuales -en principio- debe responder. Constituye un imperativo ético, por el que es responsable
ante el cliente por su cumplimiento deficiente.
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Las negociaciones bajo la modalidad "spot", es una típica situación de múltiples contratos (tal es la
modalidad utilizada por las partes en la contratación objeto de la litis), con la finalidad de asegurar la
función y el objetivo tenidos en miras al momento de celebrar el tipo de transacción de que se trata,
siguiendo los parámetros legales que tienen en consideración la optimización económica del sistema,
así como la seguridad del suministro (en el caso, de "gas natural", "condensado" o -también designado
por las partes- "gasolina"). Ello así, resulta necesario enfocar al proceso en su faz precontractual
conocida como la ideación del contrato, la cual depende, en la modalidad "spot" de una estructura
procedimental desarrollada en dos secuencias definidas y subsecuentes una de la otra, tanto temporal
como ontológicamente, para lograr concretar la pluricontratación (cfr. Sobre Casas Roberto P., "Los
contratos en el mercado eléctrico", Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998, pág. 308). Bajo
esta óptica, -y con el objeto de brindar claridad sobre la secuencia de acuerdos celebrados entre las
partes-, debe tenerse presente que en la teoría clásica de los contratos se distinguen dos momentos
precontractuales, cuales son: a) las tratativas "pourparlers" y, b) la oferta (cfr. Sobre Casas Roberto P.,
"Los contratos en el mercado eléctrico", Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998, pág. 308).
En un contrato bilateral aislado no existe mutualidad de prestaciones dirigidas a un fin sistemático al que
se subordinen; pues en un contrato de este tipo las cláusulas relativas a los objetos indirectos de los
contratos, es decir, cantidad y precio, son determinadas; en tanto que en las pluricontrataciones del
mercado "spot", ellas resultan determinables sólo cuando se producen las comprobaciones pertinentes.
Es claro, pues, que en estos contratos es normal la indeterminación inicial de diversos aspectos de las
condiciones de contratación, ya que tal indeterminación inicial permite su concertación y ejecución, lo
que no resultaría posible en un mercado abierto, pues se afectarían en éstos sus elementos iniciales. De
allí que los contratos desarrollados en el sistema jurídico "spot" -como el del caso-, tengan un objeto
vacío, hasta tanto éste sea establecido por los contratantes. Trátase, en definitiva, de una
pluricontratación que implica, en realidad, el convenio de procedimientos de actuación, es decir, reglas
que unirán a las partes, las cuales se irán especificando y desarrollando a lo largo del proceso
contractual, culminando con el cumplimiento de los contratos auténticamente celebrados (cfr. Sobre
Casas Roberto P., "Los contratos en el mercado eléctrico", Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos
Aires, 1998, 311). Desde ese punto de vista, los vínculos de larga duración tienen carácter procesal, en
el sentido de que su objeto no es una prestación consistente en un dar o un hacer determinado o actual,
sino determinable y de tracto sucesivo. Este es -puesel ámbito de las redes contractuales donde el
contrato es -además- una relación entre empresas basada en la colaboración, estableciéndose vínculos
múltiples, que se fundan en la confianza de los agentes para lograr una metodología de producción
flexible, acorde a las exigencias de la economía puntual. Se ha dicho pues que estos contratos son un
conjunto de reglas que establecen comportamientos procedimentales para lograr un resultado flexible,
basados en la cooperación de un conjunto de agentes económicos (cfr. Sobre Casas Roberto P., ob.
cit., pág. 311/2).
Las ofertas en el mercado "spot" son revocables, en supuestos limitados, para asegurar la eficacia de
los costos de transacción; constituyendo la revocabilidad de tales ofertas, mientras no sean aceptadas,
la regla general en casi todos los ordenamientos jurídicos (cfr. Sobre Casas Roberto P., ob. cit., pág.
313).
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Los llamados "sistemas de distribución comercial", surgen a raíz de la expansión de las actividades
económicas y la producción en masa que han llevado a que los comerciantes o empresarios incorporen
nuevas conexiones jurídicas contractuales que les permitan la incursión en modernos mercados y la
comercialización de mayor cantidad de productos, sin necesidad de distraer recursos; constituyen
"…aquellos contratos en virtud de los cuales los productores confían a empresarios independientes la
distribución y comercialización de sus productos…" (cfr. Julio César Rivera - Gustavo Javier Giatti,
"Sistemas de distribución comercial", LL 2005-D-812), y tienen los siguientes rasgos comunes: a) son
contratos comerciales, pues ambas partes son comerciantes y se ejecutan realizando actos de
comercio; b) los miembros que contratan son empresas autónomas, cada una con su organización
empresaria y jurídica independiente; c) el distribuidor y el distribuido (en sus disímiles acepciones),
cumplen funciones económicas variadas (una de las empresas crea o produce bienes o servicios y la
otra realiza su distribución); d) se establece entre ambos un nexo de colaboración; e) los intereses que
se confían recíprocamente importan la presencia de confianza, por lo que la relación es "intuitu
personae"; f) la unión es de tracto sucesivo, bilateral, onerosa, conmutativa, atípica y no formal y se
celebra por adhesión; g) por la necesidad de pautas uniformes para los distribuidores, tanto de
estructura como de actuación, generalmente existe una relativa subordinación del distribuidor al
distribuido, cuya gradación varía según el enlace y se manifiesta en lo económico y en lo técnico (cfr.
Eduardo L. Gregorini Clusellas, "Distribución Comercial: La indemnización resarcitoria", La Ley Online).
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asimismo, cabe destacar que los beneficios que obtuvo la accionante se mantuvieron siempre en las
mismas variables -durante años- y ésta lo consintió, porque obviamente así le convenía.
3. Finalmente, aún cuando en su carácter de controlada, corresponde ser más flexible en la justificación
de las vías convictivas aportadas para la configuración de los menoscabos patrimoniales reivindicados,
no puede inferírselos sin más por la presencia de esa sola coyuntura; por lo que este escenario no
aparece en sí concluyente para conceder cada deterioro impetrado; además, la LS: 33 no prevé la
nulidad de los actos acordados entre controlante y controlada; con esa precisión, incumbía pues a la
interesada proporcionar las evidencias para determinar cada perjuicio cuya reparación persigue y no lo
hizo.
una indemnización; con sustento en el abuso de posición dominante por parte de las accionadas, que
aduce, le impidieron actuar con discernimiento, intención y libertad, arguyendo la afectación de su
proceder por lesión, acorde con el CCIV: 954; toda vez que:.
1. Para que el planteo de nulidad del acuerdo funcione es menester que concurran tres elementos: a)
dos de carácter subjetivo, correspondiendo uno de ellos a cada una de las partes del acto: un elemento
subjetivo del lesionante, consistente en la explotación o aprovechamiento de la situación de inferioridad
de la contraparte, y un elemento subjetivo de la víctima precisado a través de la necesidad, ligereza o
inexperiencia; y b) un tercer elemento que es objetivo, que radica en la evidente e injustificada
desproporción de las prestaciones (cfr. CNCiv, Sala E, 28/11/1991, in re "Arizcuren, Rosa Esther y otro
c/ Casano, Leticia s/ nulidad de acto jurídico"; y, CNCiv.yCom.Fed., Sala II, 25/06/2004, "Ferreyra, Iris
del Valle c/ Caja de Seguros S.A. s/ daños y perjuicios").
2. Dado que la accionante es una sociedad comercial, no pudo válidamente invocar ligereza ni
inexperiencia, pues "...el ordenamiento jurídico mercantil requiere y supone aptitudes y capacidades
objetivas para el manejo de la administración de los negocios..." (CNCom, Sala B, 19/07/2002,
"Establecimiento Frutícola Sede S.R.L. c/ Coto Cicsa s/ sumario" y 27/08/2003, "Intermaco S.R.L. c/
Lami, Raúl E.", La Ley Online) y, sólo excepcionalmente, pudo alegar necesidad (CNCiv, Sala F,
12/05/1997, "Salones Acevedo S.A. c/ G.C.L.A.", LL 1997-E, 293; y C.S.J.N., 05/04/1994, "Kestner
S.A.C.I. c/ Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Sociedad del Estado)"), de modo que si pretendió fundar
su planteo de nulidad del acuerdo en tales elementos debió probarlo debidamente, y no lo hizo.
3. No puede tampoco fundar su planteo de nulidad del acuerdo transaccional al que arribara, alegando
desproporción, pues no es requisito de la transacción la equivalencia de los sacrificios de las partes, ya
que los realizados derivan de una consideración subjetiva del que los hace, que no permite contar con
parámetros para analizar su desproporcionalidad, entre los cuales pueden meritarse, por ejemplo, las
molestias o incomodidades de un pleito, la repercusión que pudiera tener en sus negocios (cfr. Salvat,
"Tratado de Derecho Civil Argentino-Obligaciones en general", t. 2, p. 357, nº 1847); por lo que, aún
cuando la suma otorgada no resultara suficiente para enjugar todos los daños de los que la accionante
se considerara acreedora, pudo ésta preferir privarse de parte del crédito que entendía le asistía, a
cambio de la certeza e inmediatez del cobro; de tal modo, no se configura el requisito objetivo del
instituto relativo a que la eventual afectación de la voluntad conduzca a un acto inequitativo (cfr. Julio
César Rivera, "La lesión en el proyecto de Código Civil de 1998", LL 1999-F, 1293).
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dominante por parte de éstas, que aduce, le impidieron actuar con discernimiento, intención y libertad,
arguyendo la afectación de su proceder por lesión, acorde con el CCIV: 954; toda vez que:.
1. El discernimiento "...consiste en la aptitud del espíritu humano que permite distinguir lo verdadero de
lo falso, lo justo de lo injusto, y apreciar las consecuencias convenientes o inconvenientes de las
acciones humanas..." y sus causas obstativas son la inmadurez mental del sujeto y su insanidad mental
(J. J. Llambías, "Tratado de Derecho Civil. Parte General", t. I, p. 256/257), cuestiones que no pueden
predicarse respecto de una sociedad como la accionante.
2. La intención es "...el propósito de la voluntad en la realización de cada uno de los actos
conscientes..."; sus causas obstativas son el error o ignorancia y el dolo; y siempre se presume su
existencia hasta la prueba en contrario, debiendo quien alegue encontrarse en alguno de los supuestos
excepcionales mencionados, desvirtuar tal presunción aportando las comprobaciones que permitan
configurar todas las circunstancias del error en que se ha incurrido o del dolo que se ha sufrido (J. J.
Llambías, Ob. Cit., p. 263, 265 y 266), conducta que la interesada no desarrolló.
3. Y la libertad consiste en "...la espontaneidad de la determinación del agente..." (J. J. Llambías, Ob.
Cit., p. 266/267); sus causas impeditivas son la violencia física -que tiene lugar cuando la voluntad se
manifiesta bajo el imperio de una presión física irresistible (CCIV: 936)- o moral -que consiste en la
amenaza de un sufrimiento futuro aunque inminente (CCIV: 937)-; pero siendo que la libertad absoluta
no existe y que siempre la actividad humana está condicionada por un cúmulo de factores que restan
posibilidades de opción al sujeto, "...para que pueda admitirse la falta de libertad en el sujeto de la
actividad será indispensable probar que el impulso personal del agente ha sido sustituido por una
voluntad extraña o un conjunto de circunstancias externas que se han erigido en causa principal de la
acción consecuente, y han eliminado enteramente la espontaneidad de la decisión de aquél..." (J. J.
Llambías, Ob. Cit., p. 267), cuestión que tampoco resultó comprobada.
4. Consecuentemente, es válida la transacción a la que arribaron las partes y operados sus efectos
vinculatorios, en virtud de los cuales -por el carácter contractual- las partes crearon una regla a la cual
deben someterse como a la ley misma (CCIV: 1197); y extintivos (CCIV: 850), en razón de que quienes
arribaron a ella no pueden hacer valer luego los derechos renunciados (J. J. Llambías, "Tratado de
USO OFICIAL
Si bien las partes titularon "Resolución del contrato" al convenio mediante el cual dieron por concluido un
contrato, desde un enfoque técnico, dicho convenio, no es tal sino una rescisión, en tanto operó en el
caso un acuerdo de voluntades por el cual se dejó sin efecto un contrato anterior y que ha fincado en
derechos de naturaleza patrimonial, de suyo disponibles por sus titulares; esta convención también
denominada "distracto", se encuentra dentro del ámbito de las negociaciones lícitas que pueden llevar a
cabo las partes, tanto más cuando se trata de derechos disponibles; ello así pues, del mismo modo
como pueden prorrogar un contrato o variar sus términos, es lícito también concertar su extinción; así lo
autoriza el CCIV: 1200; dentro de este marco de clara libertad negocial, los contratantes pueden, como
sucede con habitualidad, que definan hacia el futuro los alcances de tal rescisión y especialmente, de
los derechos que podrían derivar del contrato que es desecho.
Cabe rechazar la demanda incoada contra una entidad bancaria, en la que se le imputa incumplimiento
con respecto a una orden de transferencia de fondos al extranjero para pagar facturas a un proveedor,
solicitada el 06/12/01, pero realizada recién en marzo del año 2002, lo que le habría ocasionado graves
perjuicios a la sociedad actora, además de los que le habría provocado la devaluación del dólar. Ello así,
toda vez que el informe del perito contador, da cuenta que el día 6 de diciembre la actora no tenía en
sus cuentas bancarias el dinero suficiente para realizar la transferencia por el monto solicitado. Por otro
lado, parte del activo mencionado por ella se encontraba invertido en un fondo común de inversiones.
En estos casos, el reglamento que regulaba esta operación establecía un procedimiento para el rescate
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de los fondos que, en el caso particular, podía demorar hasta siete días hábiles (según el Reglamento
de Gestión). Asimismo, no se hubo acreditado una comunicación al banco que contuviera la solicitud
previa del rescate de los fondos, a fin de contar con la disponibilidad de la suma correspondiente al
momento de ordenar la transferencia, lo cual es corroborado por el peritaje mencionado
precedentemente. Ante estos elementos de juicio, cabe concluir, pues, que al 6 de diciembre de 2001, la
actora no disponía de la totalidad del dinero necesario para que el banco cumpliera ese mismo día con
la transferencia por el monto ordenado. En consecuencia, teniendo en cuenta que al día siguiente ya
entró en vigencia la reglamentación del Banco Central que prohibía la transferencia de remesas al
exterior (Comunicación "A" 3378), la demora en efectuar la transferencia no fue imputable al banco
demandado. Éste procedió de conformidad con las directivas de la autoridad superintendencial y lo
dispuesto por el ordenamiento de emergencia vigente en aquella época.
Si -como en el caso- al día siguiente del último depósito en "pesos" realizado por los actores, éstos
requirieron la conversión a moneda extranjera de la totalidad de los fondos existentes en la cuenta
comitente, justamente en las vísperas del dictado del decreto 1570/01, ello no puede sino haber
USO OFICIAL
implicado una simple especulación sustentada en las perspectivas de una inminente devaluación que se
cernía sobre la economía nacional, que si bien no tiene nada de ilícita y está dentro de lo que son las
reglas de juego del mercado, sí obstan a que quien las realiza pretenda ampararse en un régimen que,
como el consagrado por las normas de emergencia, se encontraba dirigido a conjurar perjuicios de
diversa índole. Ello así, la mejor demostración de la actitud especulativa que la conducta de los
demandantes deja entrever lo constituye la circunstancia de que, con posterioridad a la transformación
de los montos a "dólares estadounidenses", los pretensores continuaron colocando dinero en divisa
foránea que convirtieron a "pesos" para aplicarlos exclusivamente a operaciones de "caución bursátil",
hasta el día 04.01.02 (esto es, a tan sólo dos (2) días de la entrada en vigencia de la Ley 25561); e
incluso también después, tal como lo reconocieron los propios accionantes en el escrito inicial, lo que no
viene a corroborar que el posicionamiento en un tipo de moneda u otra no tenía nada que ver con la
naturaleza intrínseca de la obligación sino con oportunidades de negocios cuyas consecuencias no es
lícito que sean soportadas por quien oficia en esas operaciones como un simple agente de bolsa. Sin
embargo, con independencia de la actitud especulativa que la conducta de los actores entraña, lo cierto
es que el hecho de que los mentados depósitos fueran concretados mayoritariamente en "pesos"
(cuestión ésta que -se reitera- fue reconocida por ambos contendientes en sus respectivas
presentaciones), se muestra como un obstáculo a la procedencia de la acción, habida cuenta que, frente
al mencionado contenido de los fondos involucrados en la obligación de que se trata, no puede menos
que concluirse en la impertinencia de la aplicación de la normativa de emergencia a la obligación que
nos ocupa. Ello así, toda vez que dicho plexo normativo fue concebido para las prestaciones nacidas de
contratos con obligaciones originariamente contraídas en dólares estadounidenses u otras monedas
extranjeras; supuesto éste que no se halla verificado en la especie, al haber estado constituido el
depósito de cuya devolución se trata principalmente por moneda de curso legal en el país, esto es,
"pesos". Se sigue de lo expuesto que la obligación objeto del litigio no es susceptible de ser encuadrada
como "genuina" obligación en moneda extranjera a los efectos de la normativa "pesificatoria", motivo por
el cual es por demás dudoso que pueda predicarse de ella el agravio constitucional que se invoca como
antecedente de la supuesta afectación de la integridad de la inversión y el derecho de propiedad, ya que
si -en esencia- la obligación en cuestión no estuvo constituida desde el origen, en su gran mayoría, en
"dólares estadounidenses" sino en moneda nacional, no se verificaría el supuesto daño que daría
sustento al resarcimiento pretendido.
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reclamar luego la diferencia cambiaria pretendida en este juicio, pues dicha posición resulta
incompatible y contradictoria con el propio obrar anterior de aquéllos, consistente en haber brindado su
entera conformidad para el retiro de los fondos oportunamente invertidos, debidamente "pesificados", no
resultando aplicable a la especie el criterio sustentado por esta Sala con relación a la doctrina de la
CSJN en el caso "Cabrera" (cfr. esta Sala A, 16.12.08, "Roman Julio César y otros c/ Banco de la
Provincia de Buenos Aires s/ ordinario"; ídem, 26.04.07, "Mastrocola María Cristina y otro c/ Estado
Nacional y otro s/ sumarísimo"; íd., 26.04.07, "Gonta Carmen c/ Poder Ejecutivo Nacional y otros s/
amparo"; íd. 26.04.07, "Blanco José c/ Poder Ejecutivo Nacional s/ amparo"; entre otros), habida cuenta
que en dichos precedentes jurisprudenciales se trató de supuestos en los que los respectivos
reclamantes se habían limitado a retirar los fondos depositados sin haber brindado una expresa
aceptación de la "pesificación" ordenada por la legislación de emergencia, contrariamente a lo
acontecido en el sub-lite, donde los aquí accionantes no sólo brindaron "su entera conformidad" a la
pesificación dispuesta por la contraria, a la relación U$S 1 = $ 1,40, sino que dispusieron
voluntariamente de los fondos puestos a su disposición en "pesos".
Si bien en numerosos precedentes de esta sala se estableció que no resultaba de menester efectuar
"reserva" para percibir el capital mismo, cercenado por la pesificación y no ya, sus frutos (art. 624 del
Código Civil), debe añadirse que si bien todo derecho patrimonial puede ser renunciado, la renuncia a
percibir un derecho de esta índole, como lo es el saldo del propio capital invertido, sólo puede ser
expresa. En ese marco, el silencio observado ante un pago parcial o la aceptación, por imperio del
estado de necesidad, de mecanismos de acogimiento a determinadas condiciones, que viabilizaron la
percepción parcial de fondos propios retenidos, si no tenía el contenido de la expresa renuncia
legalmente requerida, no podía autorizar el cercenamiento de derecho alguno (arg. art. 874 del Código
Civil). Se concluyó entonces -en dichos casos- que la ausencia de "reserva" por parte del accionante no
constituía óbice para el andamiento de la pretensión. Esta solución no puede ser aplicada al caso, en
tanto los aquí accionantes no sólo brindaron "su entera conformidad" a la pesificación dispuesta por la
contraria, a la relación U$S 1 = $ 1,40, sino que dispusieron voluntariamente de los fondos puestos a su
disposición en "pesos".
La sola referencia o mención acerca de un menoscabo presuntamente sufrido no basta para justificar de
manera suficiente y conceder, sin otro trámite, un "reajuste equitativo del precio", más allá del ajuste
legalmente establecido (CER); pues debió haberse demostrado -y no se hizo- la existencia del perjuicio
efectivamente padecido al margen de aquél que equitativamente debiera ser asumido por cada parte a
la luz de las reflexiones a que la situación de emergencia ha conducido (cfr. esta CNCom., esta Sala A,
26.02.09, mi voto, in "Vitol Argentina S.A. c/ Petrolera SA s/ ordinario"; en igual sentido, ídem, 05.03.09,
mi voto, in re "Escuti Magdalena c/ Disco SA s/ ordinario"; en igual sentido, 30.06.08, in re "The Capita
Corporation de Argentina SA c/ Antonio Podrzaj e Hijos S.R.L. y otros s/ ordinario"). No hay
responsabilidad civil si no hay daño causado, pues no se puede imponer la sanción de resarcir donde no
hay daño cierto que deba ser compartido a la luz de las pautas legalmente acordadas. En este punto,
para que el daño que se pretende sea resarcible, debe existir plena certidumbre sobre su existencia
(CSJN, 13.10.94, in re "Godoy, Miguel A. c/ Banco Central"). Su prueba es esencial, puesto que si no se
halla demostrado, carece de sustento la pretensión resarcitoria que tuviera por presupuesto -justamente-
ese extremo. Ergo, y no habiéndose acreditado el perjuicio presuntamente sufrido por la actora -
requisito éste ineludible para la procedencia del "reajuste equitativo del precio" que se pretende con
fundamento en la normativa de emergencia-, no cabe sino desestimar la aplicación de la teoría del
"esfuerzo compartido".
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De conformidad con lo resuelto por el Alto Tribunal en el fallo in re "Massa" del 27.12.06, se declara el
derecho de los actores a obtener de la entidad bancaria el reintegro de su depósito convertido en pesos
a la relación de $ 1,40 por cada dólar estadounidense, ajustado por el CER hasta el momento de su
pago, más la aplicación sobre el monto así obtenido de intereses a la tasa del 4% anual -no
capitalizable- debiendo computarse como pagos a cuenta las sumas que -con relación a dichos
fondosfueron retirando con anterioridad al inicio de la presente demanda, y las que hubiese abonado la
entidad bancaria demandada a lo largo de este pleito, así como las que hubiera entregado en
cumplimiento de medidas cautelares. Sumas que deben ser descontadas a la fecha en que se
efectuaron los retiros. Ello así por cuanto, si bien la Corte Suprema señaló que al decidir el caso
"Cabrera" (Fallos: 327:2905) había considerado que la decisión apelada se ajustaba a una antigua y
uniforme doctrina del Tribunal acerca de que, con relación a los derechos patrimoniales, el voluntario
sometimiento de los interesados a un régimen jurídico, sin expresa reserva, determina la improcedencia
de su impugnación ulterior con base constitucional, y que, las garantías atinentes a la propiedad privada
USO OFICIAL
pueden ser renunciadas por los particulares expresa o tácitamente. Destacó, que esto último sucede
cuando el interesado realiza actos que, según sus propias manifestaciones o el significado que se
atribuya a su conducta, importan acatamiento de las disposiciones susceptibles de agraviar a dichas
garantías o suponen el reconocimiento de la validez de la ley que se pretende impugnar. Sin embargo,
entendió que en el precedente "Rodriguez Ramona" se presentaba "una situación distinta pues (...) en el
caso de las demandantes no se había configurado (...) un voluntario sometimiento, en los términos de la
doctrina aludida precedentemente. Dicha conclusión tiene fundamento en las constancias de la causa
relativas tanto a la avanzada edad de las actoras, como a su delicado estado de salud y la consiguiente
necesidad de consumir medicamentos, a lo exiguo de sus ingresos previsionales y al monto de los
depósitos realizados. Y en la especie, el actor fue operado quirúrgicamente en el año 1988 por padecer
un tumor maligno cerebral, luego de lo cual tuvo una crisis convulsiva, en diciembre de 2002, fecha a
partir de la cual se encuentra en control y medicado en forma permanente con anticonvulsivos. Según
fue manifestado en el escrito de inicio, no cuenta con cobertura de salud. Por su lado, la madre del
anterior, contaba al momento de iniciar la acción (19/5/03) con 74 años.
Cabe revocar la excepción de espera basada en la Emergencia Sanitaria opuesta por la institución
hospitalaria requerida, ante el reclamo de un crédito por el cobro de servicios de fumigación que la
accionante habría prestado a la accionada instrumentada mediante facturas y admitir la demanda
incoada, toda vez que, del análisis de los decretos 486/02, 2724/02, 1210/03, 756/04 y de las Leyes
25972, 26077, 26204, 26339, 26456, se desprende que, si bien aún rige la emergencia sanitaria
nacional, ninguna de las normas que la estableció -o prorrogó-, había suspendido el cobro o la
exigibilidad de créditos contra los Agentes del Sistema Nacional del Seguro de Salud como el que se
reclama en la especie, sino que lo que se suspendió fue la ejecución de sentencias condenatorias y la
traba de medidas cautelares contra dichos agentes; y al momento de oponer la excepción no existía una
sentencia cuya ejecución fuera pasible de ser suspendida, sino un procedimiento ordinario tendiente a
determinar si existía la deuda que el accionante reclamaba al referido agente; asimismo, al momento de
promoverse la demanda -y también al tiempo de oponerse la excepción de espera- ya se había
sancionado la Ley 26077 que exceptuó de la prórroga de la emergencia sanitaria las trabas de medidas
cautelares y las ejecuciones de sentencias firmes -Ley 26077: 2, primer párrafo.
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indicada, de acuerdo con el normal suceder de los hechos y como sucedió en cada ocasión de graves
alteraciones macroeconómicas en la historia de la economía de nuestro país, lo usual resultaba ser
pactar las obligaciones en dólares estounidenses para preservar el valor del contrato, lo cual es un
hecho público y notorio (cfr. Couture, E., "Elementos del derecho procesal civil", nro. 150, p. 233, ed.
1993); para desplazar la conclusión de esta hermenéutica contractual resultaba cuanto menos necesario
que la accionante acreditara que la costumbre rural en la zona y en la época era del contenido que
propone, lo cual ciertamente no fue materia de prueba (CCOM: 218-6º; Halperín I. - Butty E. "Curso de
derecho comercial"; t. I , cap. II, nro. II.8, p. 39, ed. 2000; v. Etcheverry, R.A. "Derecho comercial y
económico - Obligaciones y contratos comerciales - Parte general", nros. 92 a2.g. IV 96, pgs. 290 a 301,
ed. 1994; López de Zavalía, F. "Teoría de los contratos - Parte General", cap. 25, nros. VIII, IX y XI;
Garrido Cordobera, L.M.R. "La buena fe como pauta de interpretación en los contratos" en "Tratado de
la buena fe en el derecho", dirigido por Córdoba, M.M., t. 1, cap. XXII, pgs. 337/349); por tanto, resulta
indudable que a la moneda pactada debe aplicarse el régimen de la Ley 25561: 11 en tanto se trataba
de obligaciones de dar sumas de dinero anteriores al 6.1.02 y, en consecuencia confirmar la sentencia
de grado que condenó la accionada a pagar a la accionante la suma de $ 124.000 con más el cincuenta
por ciento de la diferencia entre esa paridad y el valor del dólar estadounidense en el mercado libre de
cambios en ocasión de practicarse la liquidación -descontándose los pagos parciales efectuados- más
los intereses a partir de la constitución en mora -fecha del último de los pagos mencionados-.
Dieuzeide - Heredia.
1. Cabe hacer lugar a la excepción de falta de legitimación activa opuesta respecto de la cónyuge del
titular de una caja de ahorro en dólares estadounidenses cuyos fondos fueran pesificados, respecto de
la acción por la que persigue la diferencia entre las sumas percibidas en razón de la pesificación
implementada y la que originalmente fue depositada, expresada según la cotización del dólar
estadounidenses en el mercado libre de cambios; toda vez que no aportó prueba alguna que acreditara
que dicha litigante hubiera sido cotitular de la caja de ahorro en la que fueron depositados los fondos.
2. Pues no puede alegar en sustento de su legitimación que le asiste un derecho patrimonial como
propietaria indiscutida de los fondos que serían eminentemente gananciales, para ejercer la acción en
beneficio y protección de su derecho de propiedad, habiendo padecido el perjuicio no solo ella sino todo
su grupo familiar; en tanto, el carácter ganancial de los fondos depositados, que inclusive podría
presumirse (CCIV: 1271), no excluye la administración separada prevista por el CCIV: 1276, en cuyo
marco corresponde entender nacido el depósito bancario al que se refiere las presentes actuaciones
que fuera impuesto por su cónyuge (y otro cotitular) y no por ella.
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3. Ni que el otorgamiento, por parte del magistrado, de la medida cautelar solicitada implicó un
reconocimiento judicial al derecho de dicha litigante de disponer de los fondos; pues, ello no habilita a
efectuar reclamo alguno a quien no es titular del depósito, siendo claro, además, que el otorgamiento de
la medida cautelar no precluyó la posibilidad de examinar su legitimación activa, máxime ponderando
que la excepción para cuestionarla se interpuso con posterioridad.
4. Como así tampoco, que no hubiese merecido objeción alguna al respecto, la carta documento a la
entidad bancaria consignando a dicha accionante como cotitular de la cuenta; pues, el silencio guardado
frente a la supuesta cotitularidad de la caja de ahorro de la accionante, consignada en dicha carta
documento, no puede ser entendido como aceptación tácita del banco de la verdad de tal manifestación,
porque el contenido de una carta documento, aunque no sea contestado, no es suficiente para tener por
acreditado lo que se afirma en ella, ya que no deja de ser una afirmación unilateral del remitente que el
destinatario no está obligado a rebatir.
5. Por lo que cabe concluir que no ha demostrado ser titular de la relación jurídica con base en la cual
dedujo el reclamo de autos, cabiendo señalar, a todo evento, que la persona a cuyo nombre se hace el
depósito bancario es quien está habilitada para operarlo (cfr. Fernández, R. y Gómez Leo, O., "Tratado
Teórico Práctico de Derecho Comercial", t. IV, pág. 124, Buenos Aires, 2004), y por tanto, para requerir
la restitución de las sumas depositadas (conf. Martorell, E., "Tratado de los contratos de empresa",
Buenos Aires, 1996, t. II, pág. 485).
Las droguerías no representan la condición de agentes del Sistema Nacional de Seguros de Salud,
conforme lo previsto por las Leyes 23660 y 23661; ni tampoco la Ley 17565, que regula sus actividades
les otorga tal condición; de tal modo, no se encuentran alcanzadas por las normas de emergencia
sanitaria, que por su condición de excepción debe ser aplicada con criterio restrictivo.
Heredia - Dieuzeide.
Resulta procedente la demanda incoada contra una entidad bancaria, con el objeto de obtener el
reintegro de la diferencia entre la suma que su parte depositó en dólares en la referida entidad, y el
importe en pesos que ésta le pagó tras pesificarlo. Ello así, pues a partir de la decisión de la C.S.J.N. in
re "Massa, Juan A. c/ Poder Ejecutivo Nacional", del 27/12/06, las entidades bancarias receptoras de
fondos de los depositantes deben abonar su depósito convertido a pesos a la relación de $ 1,40 por
cada dólar, ajustado por el CER, más los intereses calculados a la tasa del 4% anual; concluyendo que
la normativa de emergencia no ocasiona lesión al derecho de propiedad, y que el bloque legislativo que
fundamentó la regla general de pesificación es constitucional. De tal modo debe dirimirse la
controversia, dejándose sentado que los pagos a cuenta que hubiere abonado la entidad bancaria en el
marco del cumplimiento de medidas cautelares o a lo largo del pleito deberán ser computados del modo
previsto en el fallo CSJN in re "Kujarchuk Pablo Felipe c/ P.E.N. Ley 25561 decretos 1570/01 y 214/02
s/amparo Ley 16986", del 28 de agosto de 2007. Como consecuencia de lo expuesto, debe extenderse
la vigencia de la aplicación del CER para los casos de los titulares de depósitos que hubieren iniciado
acciones judiciales, como el sub judice, hasta el momento del pago; debiendo aplicar, sobre el monto así
obtenido, una tasa de interés del 4% anual -no capitalizablecomputándose como pagos a cuenta las
sumas que -con relación a dicho depósito- hubiese abonado la entidad bancaria. Dicho interés debe
calcularse desde el momento en que comenzaron a regir las normas que restringieron la disponibilidad
de los depósitos, desde la fecha de vencimiento del contrato, en el caso de que esta última haya sido
posterior a la entrada en vigor de tales normas, o a partir del 28/02/02, en el caso de que el vencimiento
de aquél hubiese operado con posterioridad a esa fecha; y hasta el día de su efectivo pago.
Disidencia de la Dra. Piaggi:.
No procede la pesificación de una deuda reclamada en dólares estadounidenses, contraída con
anterioridad a las leyes de emergencia (cfr. CNCom, Sala E, in re "Bacacay, Mario c/ Barroso de Zuleta,
Nélida", del 24/06/03. Con respecto a la constitucionalidad de la Ley 25820, según la cual ciertas
obligaciones de dar sumas de dólares estadounidenses deben ser convertidas a pesos con la paridad
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Cabe hacer lugar a la demanda de cumplimiento de contrato, y consignación, incoada contra la firma
demandada, toda vez que fue celebrado entre las partes un contrato mediante el cual la actora
compraba el 80% de la marca de la demandada, y las maquinarias necesarias para fabricar baterías de
plomo ácido. En ese marco, la actora efectuó el pago del 80% de la marca, y comunicó a la demandada
que ejercía la opción de compra del 20% restante y que lo pagaría tal como lo habían pactado; a tal fin,
depositó ese dinero. Sin embargo, la demandada se opuso a los pagos de cuotas consignados
judicialmente ya que alegó que el contrato de transferencia de marca se resolvió por la culpa de la
actora, y afirmó que con aquéllas sólo se canceló el 80% del precio. Asimismo, manifestó que no puede
dársele a la consignación la finalidad pretendida pues la determinación de las sumas que restaban para
adquirir la totalidad de la marca fueron delimitadas en una audiencia, celebrada con posterioridad al
depósito del dinero; por lo que mal pudo la accionante considerar que ejercía la opción convenida -20%
restante-, pues aún no sabía su precio. Sin embargo, cabe resaltar que la demandada en reiteradas
USO OFICIAL
oportunidades se opuso a recibir los pagos de las cuotas intentados por la accionante, por lo que ésta
última se vio obligada a iniciar la presente demanda a fin de consignar el dinero. No obstante ello, y
contrariando su anterior postura ("venire contra factum propium"), retiró el dinero que había consignado
la contraria en la moneda originariamente pactada -dólares estadounidenses- sin realizar ninguna
reserva. Lo planteado por la demandada no puede conducir sin más al rechazo de la acción, ya que se
desprende claramente que la actora tuvo en miras cumplir con lo pactado en el contrato -pagó las
primeras cuotas y luego consignó en pago las sumas establecidas con anterioridad a las fechas de
vencimiento acordadas para hacerlo-.
Si bien es cierto que la oferta como declaración unilateral está destinada a integrarse a un contrato, por
lo que constituye una expresión de voluntad que se postula como penúltima, no es menos cierto que, en
la terminología de nuestro Código Civil, es un acto jurídico en los términos de su art. 944; siendo su fin
jurídico inmediato el de acordar al destinatario la potestad de concluir un contrato en virtud de su
aceptación (cfr. Diez Picazo, Luis, "Fundamentos del derecho civil patrimonial", Civitas, Madrid, 1993, t.
1, pág. 281 y ss.) la oferta puede tener uno o varios destinatarios que resultan -en
principiodeterminados; existiendo verdadera oferta cuando se configuran una serie de requisitos, a
saber: a) seriedad: la comunicación debe revestir la característica de ser seria en la intención de
obligarse de modo definitivo, debe contener una determinación en lo que se refiere a los essentialis
negotii, o puede también confiarse su determinación al destinatario o a un tercero; b) completividad: una
proposición vale como oferta cuando después de la respuesta del destinatario no es necesaria ninguna
declaración de las partes para tener por concluido el contrato. No afecta la calidad de completa de la
oferta el hecho de que ésta deje ciertos puntos librados al destinatario, con tal de que se fijen los límites
dentro de los cuales podrá operar (cfr. Sobre Casas Roberto P., "Los contratos en el mercado eléctrico",
Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998, pág. 310). Pero, sin lugar a dudas, la oferta habrá
de contener todos los elementos necesarios para la existencia del contrato proyectado, es decir, que
esté destinada a integrarse en el contrato de manera tal que, recaída la aceptación, no habrá necesidad
de que el oferente lleve a cabo ninguna manifestación adicional. En esa línea, en caso de producirse la
aceptación -y siempre, claro ésta, que haya existido anteriormente una oferta-, el oferente queda
vinculado contractualmente (cfr. Sobre Casas Roberto P., ob. cit., pág. 310).
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En la teoría clásica de los contratos se distinguen dos momentos precontractuales, cuales son: a) las
tratativas "pourparlers" y, b) la oferta (cfr. Sobre Casas Roberto P., "Los contratos en el mercado
eléctrico", Ed. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998, pág.. 308). Es indudable que estos
momentos resultan previos al consentimiento contractual, constituyendo entonces, tales tratativas
previas, "todas las exteriorizaciones no idóneas para concluir un contrato, las que, sin embargo, tienen
por finalidad llegar al contrato" (cfr. Lacruz Berdejo, José L., "Derecho de obligaciones", Bosch,
Barcelona, 1994, vol. I, pág. 399/402). Así, la nota de no idoneidad de las tratativas se conecta con el fin
del contrato. Si ontológicamente la tratativa fuera por sí misma idónea, sería oferta o aceptación de la
misma, debiendo destacarse que no por revestir la calidad de idónea en el sentido comentado carece de
idoneidad lógica y ontológica, pues es necesaria en el proceso que lleva a la consecución de la
pluricontratación en la modalidad "spot" (cfr. Sobre Casas Roberto P., ob. cit., pág. 309). Es que si la
tratativa fuera por sí misma idónea para contratar, no sería necesaria la oferta. Sin embargo, la
idoneidad de la tratativa reside en que permite depurar la negociación, precisando su contenido con
relación a las prestaciones, deberes, cargas y modalidades que las partes concertarán (cfr. Sobre Casas
Roberto P., ob. cit., pág. 309). En cuanto a la segunda faz precontractual, esto es, la oferta, ha sido
definida como una declaración unilateral de voluntad que no es negocio jurídico, ya que para tener
efecto ha de integrarse con otra declaración de voluntad que se combine con ella. En ese punto, la
diferencia entre negocio jurídico unilateral y declaración unilateral de voluntad reside en que el primero
es un negocio jurídico perfecto y de ordinario irrevocable, mientras que la declaración unilateral es
solamente la génesis de un posible futuro negocio bilateral (cfr. Messineo, Francesco, "Doctrina General
USO OFICIAL
del contrato", trad. Sentís Melendo y Fontanarrosa, Ed. Ejea, t. II, Buenos Aires, 1987, pág. 344/5).
Cabe hacer lugar al reclamo de resarcimiento del daño moral promovida por una menor contra una obra
social a causa del contagio del virus H.I.V. mediante una transfusión de sangre efectuada a su madre en
el Policlínico de dicha Obra Social; toda vez que, según el informe psicológico además del daño
psicológico diagnosticado hay elementos para inferir la existencia de una profunda lesión en los
sentimientos, no solo por la muerte de la madre sino por su propia situación y las perspectivas que le
irroga para su futuro; por lo tanto el importe de $ 50.000 reclamado, debe ser admitido, de conformidad
con las facultades previstas por el Cpr: 165.
Dieuzeide - Heredia.
Cabe hacer lugar al reclamo de reparación del daño moral promovida por el cónyuge y los cinco hijos de
una mujer fallecida a causa del contagio del virus H.I.V. mediante una transfusión de sangre efectuada
en el Policlínico de la Obra Social accionada; toda vez que, en el orden natural de las cosas está que la
muerte de un ser querido de tan estrecha vinculación espiritual y/o biológica, como lo es una madre de
familia, debe herir en lo más íntimo el sentimiento y las afecciones de quienes se dicen damnificados por
encontrarse en esa situación. En tal sentido, la existencia de la lesión espiritual que torna procedente el
resarcimiento del aludido perjuicio, queda demostrada en el caso de cónyuge conviviente, por el solo
hecho de la acción antijurídica, sin que resulte adecuado exigir que se acredite concretamente su
producción, pues aquella se presume. El esposo conviviente que reclama la indemnización del daño
moral causado por la muerte de la esposa, no tiene que probar su dolo (conf. Cazeaux, P. y Trigo
Represas, F., Derecho de las Obligaciones, La Plata, 1979, t. 1, p. 386); lo mismo ocurre ,con mayor
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razón, cuando son los hijos quienes reclaman por la muerte de su progenitora o progenitor, sin que
impida tal presunción la circunstancia de que sean de corta edad al momento del deceso puesto que en
tal edad la pérdida de la madre -o del padre-, ocasiona a ellos un agravio espiritual de singular
gravedad, suceptible de ser sufrido desde la pérdida misma y por prolongado tiempo; además, es
innegable que no puede desconocerse la importancia de la figura materna -o paterna- en la adecuada
conformación de la personalidad de los menores (cfr. CNFed. Civ. Com. Sala II, 15/3/85, "Leo de
Micheltorena, María A. y otros c/ Cooperativa de Transporte Automotores Valle Ltda. y otros s/ daños y
perjuicios); si alguna duda cupiere sobre el enorme daño moral padecido en el caso de juzgado, queda
despejada con la lectura de peritaje psicológico; por lo tanto, ponderando que la propia entidad y
naturaleza jurídica del daño moral es totalmente independiente del daño material cabe admitir la
indemnización por este daño en la suma de $ 50.000 a favor del cónyuge, y en $ 20.000 para cada uno
de sus cuatro hijos no infectados a la fecha de la demanda, teniendo en cuenta que la indemnización
para la menor se fijó en forma independiente.
Dieuzeide - Heredia.
Procede hacer lugar al reclamo por daño moral solicitado por el accionante, en tanto no parece
irrazonable suponer que una persona normal y honesta experimente alteraciones en su estado anímico
y/o profundas preocupaciones por situaciones como las que, en la especie, le tocó injustamente vivir al
ver restringida su libertad y su desenvolvimiento profesional por hechos que resultaban totalmente
ajenos. En este punto, cabe señalar que, si bien no se desconoce que al hablar de "daño psíquico" para
diferenciarlo del "daño moral", se hace referencia a aquel daño que puede tener incidencias patológicas
en el ser humano -su psiquis- y ser incapacitante, por lo que habrá de apreciarse como pérdida de
aptitudes físicas en la víctima y, por ello, indemnizarlo en cuanto se traduzca en un perjuicio económico,
lo cierto es que el magistrado de grado al establecer el monto indemnizatorio por el "daño moral"
ponderó debidamente los perjuicios psíquicos sufridos -en lo que hace a la esfera extrapatrimonial-
razón por la cual, en el caso en análisis, procede que se fije una única cifra por ambos conceptos.
Máxime, teniendo en cuenta que las proyecciones patrimoniales referidas al daño psíquico, fueron
justipreciadas en forma separada por el juzgador, bajo el concepto de "tratamiento psicológico". Ello así,
a los fines de establecer la indemnización por el padecimiento moral, debe tenerse en cuenta que el
accionante era un profesional -ingeniero agrónomo -representante en Argentina de una empresa de
riego teniendo además una prestigiosa imagen en su lugar de residencia. Asimismo, deberá ponderarse,
que el accionante fue privado de su libertad, que se inició un proceso penal en su contra, que se le
ocasionó una incapacidad psíquica equivalente al 30 % y que estuvo informado en bases de datos
crediticias como deudor irrecuperable durante 4 meses. En consecuencia, habiéndose acreditado los
perjuicios, teniendo en cuenta las circunstancias del caso y recurriendo al criterio de estimación
prudencial que debe orientar la labor de los magistrados (CPR: 165), es adecuado confirmar la
indemnización por este rubro fijada por el juez de grado, a la suma de pesos cuarenta mil ($ 40.000),
debiendo dejarse aclarado que el importe en cuestión fue calculado al momento del acaecimiento del
evento dañoso.
Cabe hacer lugar a la indemnización del daño moral reclamado por la esposa y los hijos de quien
falleciera en oportunidad del frustrado atraco a un blindado de propiedad de la accionada, en el que la
víctima se desempeñaba como portavalores, al impactar dos proyectiles en su cuerpo causándole el
deceso; toda vez que.
1. La existencia de la lesión espiritual que torna procedente el resarcimiento del aludido perjuicio, queda
demostrada en el caso de cónyuge, por el solo hecho de la acción antijurídica, sin que resulte adecuado
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exigir que se acredite concretamente su producción, pues aquella se presume (cfr. Cazeaux, P. y Trigo
Represas, F., Derecho de las Obligaciones, La Plata, 1979, t. 1, p. 386).
2. Lo mismo ocurre cuando son los hijos que reclaman por la muerte de su progenitora o progenitor, sin
que forme óbice a ello la circunstancia de que aquellos fueran de corta edad al momento del deceso; por
el contrario, la pérdida del padre -o de la madre-, ocasiona a ellos un agravio espiritual de singular
gravedad, daño que habrá de ser sufrido desde la pérdida misma y por prolongado tiempo; ya que no
puede desconocerse la importancia de la figura paterna -o materna- en la adecuada conformación de la
personalidad de los menores (cfr. CNFed. Civ. Com. Sala II, 15/3/85, "Leo de Micheltorena, María A. y
otros c/ Cooperativa de Transporte Automotores Valle Ltda.. y otros s/ daños y perjuicios).
3. Si alguna duda cupiere sobre el enorme daño moral padecido, en la especie, ella queda despejada
con la lectura de peritaje psicológico que determino una incapacidad psíquica de la esposa y de su hijo
mayor del 35%, y la de menor del 20%.
4. Ello así, y ponderando que la propia entidad y naturaleza jurídica del daño moral es totalmente
independiente del daño material (cfr. CSJN, 9/12/93, "Harris, Alberto c/ Ferrocarriles Argentinos"),
corresponde fijar la indemnización de que se trata en la suma de $ 70.000 para la esposa y $ 50.000 en
favor de cada uno de los hijos (Cpr: 165); más un interés del 6% desde la fecha del deceso -27.12.00-,
pues en ese momento se produjeron esos perjuicios (cfr. CNCiv. en pleno, 16/12/58, "Gómez, Esteban
c/ Empresa Nacional de Transportes"), hasta la fecha de la sentencia de quiebra de la accionada (Ley
24522: 129); a partir de esta última fecha los intereses solamente podrán percibirse si se diera la
situación prevista por la LCQ: 228, segunda parte, de la Ley 24522.
Cabe rechazar la excepción de falta de agotamiento del procedimiento administrativo opuesta en una
acción por repetición de lo que la aseguradora tuvo que pagar con causa en la condena recaída en
ciertos juicios toda vez que, como la sentencia cuyo pago se intenta repetir se vinculó con un reclamo
por responsabilidad extracontractual, se hallaba habilitada la vía judicial directa en los términos de la Ley
19549: 32-b); y, una de las hipótesis en las que no es menester efectuar el requerimiento previo en sede
administrativa se presenta en los casos en que éste constituiría una formalidad estéril (cfr. CNCiv. y
Com. Federal, Sala 2, "Cuadrado, María Inés c/ ELMA S.A." del 24/4/03); situación ésta que se aprecia
configurada en la especie, donde se configura un supuesto excepcional cuya particularidad no puede
ser soslayada; en efecto, los términos de la contestación de la demanda y el tiempo transcurrido desde
los hechos generadores de la responsabilidad, así como el hecho de que existan juicios previos donde
la cuestión fue debatida, llevan a la convicción de que, en este caso, no procede exigir la interposición
de un reclamo administrativo, que no sólo sería inconducente, sino además dilatorio de la defensa en
juicio garantizada por la CN: 18 (arg. Ley 19549: 32-E); CNCiv. y Com. Fed., Sala 1, "Cipollone, Silvina
c/ Superintendencia AFJP" del 21/08/08); además, en supuestos de duda rige el principio "proactione"
por el que debe estarse a favor de la habilitación de la instancia (cfr. CSJN, Fallos 312:1017; 313:83; y
316:3231).
Cabe hacer lugar a la indemnización de la incapacidad psicológica reclamado por la esposa y los hijos
de quien falleciera en oportunidad del frustrado atraco a un blindado de propiedad de la accionada, en el
que la víctima se desempeñaba como portavalores, al impactar dos proyectiles en su cuerpo causándole
el deceso; toda vez que.
1. El inimpugnado informe pericial, tras brindar un exhaustivo y detallado análisis, determinó que la
incapacidad psíquica de la esposa y de su hijo mayor es del 35%, y la de menor del 20%; por ello,
teniendo en cuenta dicha probanza, corresponde fijar la reparación por incapacidad psíquica en la suma
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de $ 30.000 para la esposa; en $ 20.000 para su hijo mayor, y en $ 15.000 para su otro hijo, (Cpr: 165),
más un interés del 6% desde la fecha del deceso -27.12.00-, pues en ese momento se produjeron esos
perjuicios (cfr. CNCiv. en pleno, 16/12/58, "Gómez, Esteban c/ Empresa Nacional de Transportes"),
hasta la fecha de la sentencia de quiebra de la accionada (Ley 24522: 129); a partir de esta última fecha
los intereses solamente podrán percibirse si se diera la situación prevista por la LCQ: 228, segunda
parte, de la Ley 24522.
2. Además, el peritaje psicológico sostuvo que para atender el daño de que se trata era menester llevar
a cabo un tratamiento psicológico durante dos años y medio o tres, tanto en forma individual como
grupal -terapia familiar-, siendo en esta última donde podría ser incluido el menor de los hijos, que nació
con posterioridad al fallecimiento; la cantidad de sesiones indicadas, para cada uno de los reclamantes,
durante el tiempo allí precisado, lleva a fijar un resarcimiento para cubrir tales gastos de $ 30.000 para la
esposa y en $ 16.000 para cada uno de sus hijos, más un interés del 6% desde la fecha de su reclamo
en autos -19.2.2002- hasta la fecha de la sentencia de quiebra de la accionada (ley 24522: 129); a partir
de esta última fecha los intereses solamente podrán percibirse si se diera la situación prevista por la
LCQ: 228, segunda parte, de la Ley 24522.
1. La determinación del fundamento jurídico que habilitaría al adquirente de un motor importado que le
fuera entregado sin el correspondiente certificado de importación expedido por la Administración
Nacional de Aduanas necesario para su inscripción en el Registro pertinente, a demandar a la
importadora, resulta compleja; si bien el accionante fundó su reclamo por incumplimiento de la
vendedora en derecho común, cabe asimilar la acción en la prevista en la Ley 24240: 10 bis a) y, este
encuadre queda desdibujado al analizar la acción contra el importador, pues el adquirente no contrató
con éste; y la acción que deriva del mentado precepto parece restringida al vendedor de la cosa que ha
desatendido el cumplimiento exacto del negocio; este incumplimiento no parece reconocer, en el texto
legal, una disposición que autorice la solidaridad entre todos aquellos que formaron la cadena de
comercialización, como sí ocurre con la desatención de la "garantía legal" (LDC: 13) o por los daños
generados por el vicio o riesgo de la cosa (LDC: 40).
2. Aún cuando hay quien, no descarta, en estos casos, una eventual solidaridad que depende del
sistema de comercialización que adopte el fabricante o importador del bien (Farina, J., "Defensa del
Consumidor y del Usuario", p. 436); sin embargo, en la especie, no parece existir un vínculo entre el
importador y la vendedora que amerite una relación de dependencia de esta última respecto del primero,
no sólo evaluado desde una órbita laboral sino también empresarial.
3. La "relación de consumo" entendida ésta como comprensiva de todas las etapas, circunstancias y
actividades destinadas a colocar en el mercado bienes y servicios para ser adquiridos por los
consumidores o usuarios (Farina, J, obra citada. página 450), tampoco parece abonar la responsabilidad
solidaria del importador; es que todos quienes integran esa "cadena" de comercialización son
responsables frente a los consumidores o usuarios, conforme la CN: 42, por la protección de la salud,
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seguridad e intereses económicos de éstos, y están obligados a una información adecuada y veraz; sin
embargo, el incumplimiento imputado a la última vendedora (no entregar un certificado de importación),
no parece encuadrar en tales obligaciones; a diferencia de los daños producidos por los defectos o
vicios de la cosa, cuya solidaridad entre los integrantes de la cadena de comercialización por los
perjuicios causados en tal caso, no sólo reposa en aquellas responsabilidades legales, sino que también
ha sido expresamente regulada.
4. Por tanto, la condena a la importadora debe encuadrarse en una causal de responsabilidad
extracontractual, conforme el principio previsto por el CCIV: 1109.
Disidencia del Dr. Dieuzeide:.
Es responsable por el perjuicio sufrido por el comprador de un motor importado sin el pertinente
certificado de importación expedido por la Administración Nacional de Aduanas, la importadora
accionada, toda vez que, existiendo una cadena de comercialización entre el importador y el adquirente
final o consumidor que incluyó al distribuidor y a un comercio minorista, y el adquirente solo contrató con
el último eslabón de esa cadena y no con los intermediarios anteriores, si la importadora no acreditó en
modo alguno que hubiera entregado a su distribuidora junto con el motor en cuestión el correspondiente
certificado de importación, no corresponde eximirla de responsabilidad por los daños que la falta de tal
documento le produjo al comprador accionante; tal carga le incumbía para pretender la exención de
responsabilidad prevista por la Ley 24240: 40 "in fine" en tanto constituía el fundamento de su defensa
(cfr. Palacio, L. E., "Manual de derecho procesal civil", t. I, nro. 4, p. 438, ed. 1977).
Cuando el daño cuya reparación se reclama al importador, ha sido generado por la falta de entrega del
certificado de importación y no por ser defectuoso el producto adquirido por el accionante, encuadrado
en una causal de responsabilidad extracontractual, conforme el principio previsto por el CCIV: 1109; a
diferencia de la responsabilidad derivada de la aplicación de la Ley 24240, que es de naturaleza
objetiva, en este caso cabe acreditar no sólo la actuación ilícita, sino la culpa de la accionada; luego
cabrá demostrar la existencia de perjuicio y el nexo causal entre este y la conducta reprochada (cfr.
Bustamante Alsina, Jorge H., "Teoría General de la Responsabilidad Civil", 4ed., Bs. As. 1983, núm.
170, p. 86; Llambías, J. J., "Tratado de Derecho Civil, Obligaciones", t. I., p. 121, n° 98; Cazeaux, P. -
Trigo Represas, F., "Derecho de las Obligaciones", t. 4, p. 239) y, en la especie, tales recaudos han sido
largamente probados; toda vez que:.
1. No ha sido negado que quien debe entregar el certificado de importación al introducirlo en el
mercado, es quien ha realizado tal importación; quien si bien sostuvo haber entregado tal
documentación a la distribuidora, no lo acreditó.
2. Por el contrario el informe emitido por la Dirección Nacional de Registros Nacionales de la Propiedad
Automotor, y suscripto por el coordinador del "Área Delegaciones Aduaneras", revela que nunca fue
emitido, a favor de la importadora accionada ni de otro importador; con lo que ha quedado demostrado
que aquélla nunca gestionó la emisión del certificado de importación del motor adquirido por el
accionante y, a pesar de tan grave omisión, lo ingresó en el mercado local; es evidente que tal actuación
constituye una conducta reprochable generadora de responsabilidad por los daños que produjo.
3. Aún cuando no tuvo relación negocial directa con el adquirente, lo cual descarta la vía del
incumplimiento contractual, lo cierto es que como importador del bien y frente al requerimiento concreto
que el accionante le cursó mediante carta documento copiada, debió atender su reclamo y realizar las
gestiones que antes no había cumplido.
4. Más allá de la eventual infracción aduanera en que podría haber incurrido, lo evidente es que, como
importador de vehículos, motores y otros repuestos, actividad que cabe presumir cumple de modo
monopólico en relación a esa línea de productos, es su deber colocar esos bienes en el mercado de
forma regular y efectos de colocarse, y luego que así lo hagan sus concesionarios y usuarios, en
condiciones para el ulterior uso del vehículo o repuesto en las condiciones administrativas que exige
nuestro país; al no hacerlo así, no sólo perjudicó al accionante, sino que potencialmente coloca a todos
los eventuales adquirentes de sus productos, bajo engaño, en una clara situación de riesgo; no riesgo
físico sino legal, pues como ocurrió con el accionante, impedirá que estos se conviertan en usuarios
regulares de los productos que exijan ser registrados; ello es suficiente para confirmar la condena al
importador en punto a la falta de provisión del certificado de importación.
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Tratándose de un reclamo por daños y perjuicios, la petición de intereses debe considerarse incluida en
la pretensión correspondiente, de acuerdo con el principio de reparación integral (cfr. doc. art. 1078 y
1083, Código Civil), y desde el acaecimiento del hecho generador del daño (cfr. doc. art. 1069, Código
Civil; cfr. CNCom, Sala C, in re "BBVA Banco Francés c/ Calabrese, Daniel s/ ordinario", del 24/04/09).
En una acción de daños y perjuicios, procede que se tome como fecha de mora y dies a quo de los
intereses, en el caso, la fecha en la que se llevó a cabo una frustrada diligencia de secuestro del
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vehículo propiedad del accionante, y a partir de la cual se ocasionó un perjuicio cierto a los
coaccionantes. Es decir, que tales accesorios deben computarse desde la fecha de producción del
perjuicio y no a partir de la notificación de la sentencia (CNCiv, Sala G, 31.7.91, in re "Orell Yungosa de
Picallo, María T. c/ Nencini, Alberto y otros", entre otros).
La relación jurídica que vinculó al adquirente de un motor importado con ambos contrarios -la
importadora y la vendedora-, fue diversa y ello condiciona la calificación jurídica de la acción
emprendida, tendiente a obtener la entrega del certificado de importación expedido por la Administración
Nacional de Aduanas necesario para su inscripción en el Registro pertinente, que no le fuera entregado
al momento de la venta; y el pago de los daños que ello le causara; respecto a la vendedora es un
hecho indiscutido que no entregó al accionante el certificado de importación que, según las normas
registrales, era necesario para inscribir el cambio de motor que había realizado en su automóvil; de allí
que la responsabilidad imputada tiene naturaleza claramente contractual, pues lo imputado por el
accionante fue indubitablemente el incumplimiento de tal convenio; lo que no sólo permite enmarcar la
acción conforme las normas del derecho común, sino en la Ley 24240: 10-bis, en tanto encaró la
pretensión regulada en el inciso a) en punto a la entrega del certificado de importación; y la
complementaria acción de daños que permite también el último párrafo del artículo citado; por lo que
cabe mantener la condena impuesta por el juez de grado, en punto a su obligación de entregar el
certificado de importación; prestación que eventualmente podría ser sustituida dentro del trámite de
ejecución de sentencia, en caso de ser demostrado su imposibilidad de obtenerlo o gestionar un título
sustituto.
Voto del Dr. Dieuzeide:.
La vendedora de un motor importado, entregado sin el pertinente certificado de importación expedido
por la Administración Nacional de Aduanas, es responsable por el perjuicio sufrido por el comprador,
toda vez que, la referida certificación -que debe emitir la Aduana Nacional según lo dispuesto por el
Digesto de Normas Técnico Registrables, Título II, Capítulo III, Sección 7°- resultaba imprescindible para
efectuar el trámite respectivo ante el mencionado registro, y aquélla estaba obligada a brindarle al
accionante toda la información relacionada con las características esenciales del bien que le vendió y
con las condiciones de su comercialización (Ley 24240: 4); sin que obste a ello que la vendedora sea el
último eslabón de la cadena de comercialización en la que intervinieron también el importador y el
distribuidor, de tal modo no puede pretender eximirse de responsabilidad argumentado haber actuado
de buena fe en la compraventa y haber entregado al comprador del motor toda la documentación que
había recibido; pues la documentación aludida consistía simplemente en una nota emitida por la
importadora a la distribuidora oficial de aquella, extendida para ser presentada ante el Registro Nacional
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del Automotor en la que certificaba la entrega del motor, detallándolo, que en nada se asemeja al
certificado de importación en cuestión; y la circunstancia de que su actividad fuera un negocio menor de
venta de repuestos de vehículos de la marca a la que pertenecía el motor, que no se dedicaba a la
comercialización de motores, y que la venta considerada fuera ocasional, no le resta responsabilidad
pues más allá de ser cierto, no impide la aplicación de la ley por la sola invocación de su ignorancia
(CCIV: 923), ya que por su actividad -rubro automotor- debía conocer las características y
particularidades del bien que vendía, y en cualquier circunstancia, cuando decidió comercializar el motor
debió asesorarse acerca de sus pormenores, de la documentación necesaria y de los trámites
correspondientes, de manera que no cumplió con las disposiciones de la Ley 24240 al vender el bien,
pues no le brindó a su cliente la información correcta respecto de la documentación necesaria para su
inscripción en el registro respectivo, y, por el contrario, le entregó un documento que era inhábil,
debiendo saber que el tramite sería rechazado.
Es responsable la empresa de seguridad por la muerte de uno de sus empleados que se desempeñaba
USO OFICIAL
como portavalores, ocurrida en oportunidad del frustrado atraco al blindado de su propiedad, al impactar
dos proyectiles en su cuerpo; sin que la accionada pueda sostener, para resistir el reclamo, que a la
época en que sucedieron los hechos no existía ley o reglamentación alguna que indicara la calidad o la
cantidad de blindaje que debía tener un vehículo utilizado para transportar dinero; toda vez que.
1. Según surge de la inimpugnada prueba informativa agregada a la causa, a la fecha en que se produjo
el luctuoso hecho -27.12.00-, se encontraban vigentes las normas sobre seguridad impuestas por la Ley
19130 y su dec. regl. n° 2625/73: 13, que dispuso q ue el transporte de caudales por vía terrestre debía
realizarse con automotores blindados cuya carrocería y el torpedo debían ser de una estructura
totalmente blindada tipo monocasco capaz de impedir la entrada de proyectiles de hasta calibre 7.65 o
F.A.L. 7.62 tanto en los laterales del vehículo como en la zona de troneras; normativa esta dada a
conocer por el BCRA a través de la Com. "A" 2985, mantenida en la ulterior Com. "A" 3390, en vigor al
momento del hecho; de modo que contrariamente a lo sostenido por la fallida, existía una específica
reglamentación que imponía los requisitos que debían observar los blindajes de los vehículos
destinados al transporte de caudales, que no cumplió; lo que confirma el ostensible incumplimiento del
deber de seguridad que estaba a su cargo.
2. Tampoco proveyó a la víctima del respectivo chaleco antibala; pues aún cuando a la fecha del hecho
no existía obligación exigible del empleador de cumplir con esa entrega, pues vino impuesta por el
Conv. Colect. de Ttrab. n° 507/07: 20 celebrado ent re la Unión Personal de Seguridad de la República
Argentina (U.P.S.R.A) y la Cámara Argentina de Seguridad e Investigación (C.A.E.S.I.); sin embargo es
largamente sabido que el traslado y la custodia de valores es una actividad que, por su propia
naturaleza, constituye una labor históricamente riesgosa por ser un objetivo de los delincuentes y
especialmente en la actualidad ante los elevados niveles delictivos, por lo que la provisión del chaleco
antibala, no solo a los custodios sino también a los portavalores, era una medida de primaria necesidad
que igualmente se debió adoptar a los fines de garantizar el cuidado, la seguridad y la integridad de los
trabajadores del rubro; y si se tiene en cuenta que el impacto del proyectil letal fue en el abdomen,
superficie que debió ser protegida por el chaleco, podría colegirse que el desenlace fatal del caso, tal
vez, no se habría producido.
3. Aun cuando se prescindiera de considerar esto último, lo anterior vinculado al incumplimiento de
deberes de seguridad que sí le eran exigibles a la demandada al tiempo del evento - Ley 19130 y su
dec. regl. n° 2625/73-, basta para tener sobrados e lementos de juicio para responsabilizar a la
demandada por el daño extracontractual sufrido por quienes reclaman en autos (Cciv: 1109).
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Cabe rechazar la acción promovida contra una entidad bancaria por una de sus clientes en reclamo de:
a) revisión de la cuenta corriente que tenía abierta en el Banco demandado; b) exclusión inmediata de la
base de deudores morosos de Organización Veraz S.A.; y c) ser resarcido por los perjuicios que dijo
haber padecido frente a la actuación ilegal de la demandada, con fundamento en que al requerir la
apertura de una caja de ahorros en pesos le fue abierta una "cuenta acceso" informándole, ante su
reclamo, que tal modificación no le causaba perjuicios pues al igual que las cajas de ahorro, no
generaban gastos; sin embargo, luego de cesar en su uso, mas no de cerrar las cuentas, la demandada
en contradicción con lo informado le debitó gastos administrativos, al punto de considerarla tiempo
después deudora morosa y, en tal calidad, informarla como tal a las empresas de riesgo comercial con
"riesgo 5"; ello así pues, de los documentos obrantes en la causa surge que la accionante había
suscripto la solicitud de apertura de una "cuenta acceso", lo cual demostraba su conocimiento de la
cuenta contratada y sus alcances; y aún cuando alegó que nunca le fue brindada información suficiente
sobre esta cuenta, en particular que ella generaba gastos de mantenimiento, alegando tácitamente un
engaño, pues sostuvo que le fue comunicado que esta operaba como una caja de ahorro, sin costo
alguno; sin embargo no tachó de nulo el contrato que reconoció haber suscripto, y aún cuando haya
alegado que empleados del Banco le habrían informado telefónicamente que las "cuentas acceso" eran
cuentas internas del Banco que actuaban como cajas de ahorro, su firma de la solicitud de tal cuenta,
nunca desconocida en su autenticidad, desbarata tal construcción argumental; además, la revisión de
las copias de los resúmenes de cuenta agregados a la causa permite advertir indubitablemente que
desde que se procedió a la apertura de la mencionada cuenta, siempre se efectuaron los descuentos
por el mantenimiento de cuenta, los cuales nunca fueron impugnados por la recurrente hasta la
interposición de la demanda; y al detallar las condiciones generales, el instrumento específicamente
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enumera entre las comisiones y gastos asociados a ella, el de mantenimiento, de carácter mensual y la
suma pertinente, lo que se encontraba inserto en un cuadro a pocos centímetros del lugar destinado a la
firma del solicitante; no pudiendo, en consecuencia, alegar una estipulación, engañosa o detallada en
"letra chica"; por lo que cabe concluir que la accionante no sólo se encontraba en pleno conocimiento
que la cuenta generaba gastos por mantenimiento, sino que en su parecer éstos resultaban adecuados;
lo que lleva a la desestimación de su reclamo.
Cabe hacer lugar al reclamo de indemnización por los daños y perjuicios sufridos por la sociedad actora,
a causa de la resolución de un contrato de locación comercial. Ello así, toda vez que el contrato de
cesión del canon locativo a favor de la actora, suscripto por la demandada en su calidad de presidente
de la sociedad propietaria resultó nulo, atento que ésta se encontraba en estado de falencia, y por lo
tanto inhabilitada para realizar actos comerciales -al respecto, ya había sido previamente citada por el
juzgado a brindar explicaciones por una anterior cesión realizada a favor de otra sociedad-.
Consecuentemente, por el daño causado a sabiendas en detrimento de la accionante, deberá
responder.
1. Cabe hacer lugar a la demanda por resarcimiento de los daños y perjuicios que aseveró haber
padecido la accionante como consecuencia de la intempestiva ruptura del contrato que la ligaba a la
accionada, toda vez que, ante la ausencia de contradictorio en punto a la existencia de una relación de
larga duración e incontrovertida aquí por la accionada su obligación de preavisar en ese marco fáctico,
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la cuestión a decidir se circunscribe a elucidar si existió cierta oferta emitida por ésta -que continúe
prestando servicios de transporte de bienes de empresas distintas- que, al ser rechazada por la
accionante, la relevó de todo preaviso de esta última, cuestión que debió demostrar en este juicio.
2. Ello, en virtud de que en materia contractual se encuentra vigente el principio clásico que reza que el
demandado representa el papel del actor cada vez que invoca una excepción -"reus in excipiendo fit
actor"- (cfr. Mosset Iturraspe, J., "Contratos", Buenos Aires, 1988, p. 246).
3. De tal manera, ante la ausencia de toda prueba documental que acredite la existencia del mentado
ofrecimiento de continuidad, la prueba testimonial adquiere aquí singular relevancia; sin embargo, ante
las contradicciones entre los testimonios recolectados en la causa, la ambigüedad de las respuestas y
las endebles razones de los testimonios, la accionada, mediante la producción de la prueba testimonial,
no logró acreditar los hechos fundantes de su defensa.
4. Máxime considerando situaciones como en la especie, que por su índole y relevancia, exigen de las
partes mayor cautela y diligencia; dado que, en función del principio consensualista, el derecho recurre a
la formalidad en consideración a la importancia social de los actos, medida por los efectos que de ellos
pueden seguirse; a mayor importancia corresponde, en general, mayor rigor de forma (cfr. Barbero, D.,
"Sistema del derecho privado", Buenos Aires, 1967, t. I, p. 457, citado por Mosset Iturraspe, J., ob. cit.,
p. 222).
5. Desde esa óptica, resulta cuanto menos reprochable que una empresa de considerable magnitud
haya optado por emitir, en el marco de un contrato de duración, cuyo objeto era la prestación sucesiva
de servicios de transporte, una oferta completamente informal, sin cerciorarse de la identidad de los
destinatarios de la misma, y con total despreocupación por la conservación de alguna prueba de su
existencia.
6. Además, la accionada, al contestar la carta documento que le fuera oportunamente remitida por la
accionante, se amparó en argumentos distintos a los que integran la estrategia defensiva que luego
desplegó en esta causa; por lo que la irresoluble incertidumbre que la falta de probanzas idóneas
respecto de la existencia de la referida oferta genera, lleva de modo indefectible a fallar contra quien
debía levantar la carga procesal correspondiente (cfr. Peirano, J., "La carga de la prueba enfocada como
USO OFICIAL
norma de clausura del sistema", LL 2008-C748); que deberá responder por la terminación del contrato y
abonar la indemnización pertinente.
Cabe hacer lugar a la demanda de daños y perjuicios incoada contra una entidad bancaria, con motivo
de dos operaciones efectuadas por la actora a través de una terminal de autogestión, en la cual depositó
dos sobres que contenían dinero para cancelar los cargos de la tarjeta de crédito, aunque aclarando que
ensobró los importes en su domicilio por razones de seguridad; toda vez que ese día, alrededor de las
16 hs., le fue informado que los dos sobres por ella depositados se encontraban vacíos. Sentado lo
anterior, el hecho de que la actora no haya introducido los billetes ante las cámaras colocadas por la
institución para seguridad, no constituye elemento de atribución suficiente para responsabilizar a dicha
parte. Ello por cuanto el cliente no sólo no tiene obligación de hacerlo de ese modo, sino porque en este
caso quedó demostrado que las cámaras por su ubicación, únicamente captaban las imágenes de la
cintura para arriba. De todos modos, por la oscuridad del recinto nunca podría haberse visualizado el
valor de los billetes ni el número de los sobres. En ese contexto, la demandada es responsable por las
contingencias que pudieran ocasionarse por el uso del sistema de autogestión, mientras no pruebe un
accionar doloso del cliente.
Voto del Dr. Bargalló:.
Corresponde atribuir responsabilidad a la entidad bancaria demandada por los hechos imputados sub
lite, toda vez que: a) el sistema de cajero automático exhibe cierta falibilidad; b) las medidas de
seguridad existentes son insuficientes para determinar irregularidades tanto respecto de lo que actúan
los clientes como en relación de la actividad que despliegan los empleados del banco; c) en esa
sucursal se produjeron hechos similares al que motivó estos actuados con anterioridad y en varias
oportunidades; y d) las recomendaciones sobre la necesidad de extremar la seguridad, formuladas por
un sumariante de la entidad bancaria, luego de investigar los aludidos sucesos, no fueron atendidas.
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Resulta procedente la demanda incoada contra una entidad bancaria, con motivo de la inclusión de
cargos injustificados en las cuotas del seguro contratado sobre la prenda con registro celebrada entre
las partes. Ello así, pues si bien no existe impedimento legal para que la entidad bancaria cobre por los
"servicios" adicionales que presta, sin embargo, no cumplió con lo dispuesto por el art.4 de la Ley del
Consumidor, ni con el deber de información, a pesar de que se encuentra obligada a proporcionar a sus
clientes información veraz e idónea que les posibilite el adecuado control de sus cuentas, debiendo
indicar con precisión el concepto de los importes y los porcentajes aplicados. En efecto, pues la
defendida percibió porcentajes no determinados en la cláusula predispuesta, que solo aludía al pago de
"servicios". En ese sentido, la facultad de percibir una retribución por dicha tarea no otorga a la entidad
bancaria potestad unilateral y discrecional de fijarla a su arbitrio, ni considerar que existió conformidad
tácita para el cobro de comisiones y alícuotas susceptibles de cuestionamiento. Súmase a ello, el hecho
de que en la primer cuota el actor abonó la suma de $67,54 como prima del seguro automotor y un
importe por "servicio de contratación" de $ 51,36 -que parecía ser pagadera por única vez-. Empero, las
mismas cifras se repetían tanto en esa como en las siguientes cuotas. Véase que las sumas percibidas
en concepto de "servicio de contratación del seguro", representaban casi el 80% del importe de cada
cuota de prima. Ergo, aun cuando la accionante hubiera autorizado a la entidad en forma genérica a
incluir determinados "servicios" en las cuotas, resulta dirimente que la demandada no acreditó que el
porcentaje cobrado poseyera encuadre normativo, sino que se revela como contrario al art. 953 Cciv.
Cabe rechazar el reclamo formulado por una sociedad contra otras tres sociedades respecto de daños
derivados de la ruptura de diferentes vínculos contractuales atípicos (CCIV: 1143) que participaban de
los caracteres específicos de varios contratos pero que pueden encuadrarse dentro de los llamados
contratos de colaboración empresaria, suscriptos y ejecutados con la primera y la segunda sociedad
accionada -constituida esta última como una escisión de la primera- y contra una tercera sociedad a
quién la segunda había transferido la clientela, con anterioridad a la fecha en que celebraron un acuerdo
transaccional en virtud del cual convinieron la finalización de la relación comercial, que según la
accionante se vieron enmarcadas en una sujeción suya respecto de las demandadas; toda vez que,
dicho acuerdo implicaba "la transacción y finiquito íntegros" de la relación comercial habida
anteriormente entre ellas y la renuncia a cualquier derecho a efectuar reclamos que cualquiera pudiera
tener contra la otra, acordándose a favor de la accionante en concepto de indemnización "total y
completa por cualquier daño alegado o real", cierta suma de dinero -$ 400.000-; por otra parte, los
daños reclamados -según constancias de la causa- tampoco fueron comprobados de modo que aun
restando eficacia a la transacción, serían inadmisibles.
Cabe rechazar el reclamo indemnizatorio de los daños y perjuicios derivados de la ruptura del contrato
suscripto entre las partes, toda vez que, si bien debido a su reorganización mundial, la sociedad
accionada resolvió no renovar el acuerdo de suministro y agencia oportunamente celebrado con la
accionante, sin embargo, alegado por ésta que tal falta de renovación le causaba daños, ambas
arribaron a un arreglo acerca del modo de llevar a cabo la "finalización definitiva de su relación anterior y
de determinar cómo transar y finiquitar todos y cada uno de los reclamos mutuos que cualquiera de las
partes pudiera tener" y establecieron que en concepto de indemnización "total y completa por cualquier
daño alegado o real", la accionada acordaba abonar a la accionante una suma determinada -$ 400.000-;
en tanto esta transacción fue legítima, impide el reclamo contra las accionadas "...sus accionistas,
sucesores y/o de sus respectivos Directores, agentes o empleados..." por el resarcimiento de daños
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derivados de los contratos materializados y ejecutados con anterioridad a esa fecha (CCIV: 1197 y 850);
por lo que cabe rechazar el reclamo de indemnización de los distintos rubros que han compuesto la
cuenta reclamada -beneficios impositivos absorbidos directa e indirectamente; transferencia de clientela;
potenciación del valor de venta de la marca a precios más competitivos; costo de cierre de la empresa-,
los que además no fueron debidamente acreditados, de manera que aún en la hipótesis que se hubiera
invalidado la transacción, la conclusión en orden al reclamo indemnizatorio no variaría dado el déficit
probatorio indicado.
Cabe admitir el reclamo indemnizatorio del rubro "preaviso" derivados de la ruptura de los contratos
suscriptos entre las partes, toda vez que, si bien ambas arribaron a un arreglo acerca del modo de llevar
a cabo la "finalización definitiva de su relación anterior y de determinar cómo transar y finiquitar todos y
cada uno de los reclamos mutuos que cualquiera de las partes pudiera tener" y establecieron que en
concepto de indemnización "total y completa por cualquier daño alegado o real", la accionada acordaba
abonar a la accionante una suma determinada -$ 400.000-; el rubro "preaviso" -a diferencia de los otros
USO OFICIAL
rubros reclamados- no puede considerarse comprendido en dicha transacción; ello así pues este
instituto ínsito en la resolución contractual, está destinado a resarcir a quien deseaba continuar con el
contrato, otorgándole un lapso razonable para facilitarle el reacomodamiento de su operatoria comercial;
y, en la especie, al momento en el que se realizó el acuerdo transaccional la relación entre las partes
continuaba vigente mediante la celebración del nuevo acuerdo con la otra codemandada -constituida por
escisión de la primera-; y, aun si pudiera sostenerse que el rubro estaba incluido en la transacción, ésta
debería invalidarse por falta de intención -entendida ésta como la discordancia entre el fin o propósito
del acto y el resultado que éste produce (J. J. Llambías, "Tratado de Derecho Civil. Parte General", tomo
I, p. 263)- pues habría existido error esencial sobre el objeto del acuerdo (CCIV: 857 y 927), que habría
recaído sobre las consecuencias futuras, pues la accionante no podía razonablemente prever que la
relación contractual culminaría; ello así, dada su situación de parte débil y sometida a posición
dominante de sus contrarias, la accionante no pudo eximir a la codemandada de las consecuencias
futuras de este ítem concreto; y, que por consiguiente, aun en el caso de que se considerara incluido
este rubro en el acuerdo transaccional, las cláusulas que podrían validar una hermenéutica en tal
sentido devendrían nulas (CCIV: 900, 927, 954, 1037, 1045 y conc.).
1. Cabe admitir el reclamo indemnizatorio del rubro "preaviso" derivados de la ruptura de los contratos
suscriptos entre las partes, toda vez que, si se tiene en cuenta la naturaleza y particularidades del nexo -
diferentes vínculos contractuales atípicos (CCIV: 1143) que participaban de los caracteres específicos
de varios de los llamados contratos de colaboración empresaria-, su duración de aproximadamente 9
años y los ribetes que alcanzó la subordinación de la accionante, no luce razonable pretender que el
exiguo plazo de sólo un mes, resulte suficiente para que la pretensora pueda "...solucionar los
inconvenientes que normalmente origina la cesación del vínculo..." (cfr. CNCom, Sala B, in re
"Contreras, Pablo R. c/ Pepsico Snack Argentina S.A.", del 24/02/2005, LL 17/06/2005), reconducir su
actividad comercial, reestructurarse o encarar su disolución; y, yendo aún más lejos, la convalidación del
preaviso resultaría violatoria del llamado "principio de la reparación integral" que posee base
constitucional (cfr. CSJN, in re "Santa Coloma v. F., F. A.", Fallos 308:1160).
2. En mérito tanto del período por el que se prolongó la relación contractual como de aquél que resulte
necesario para evitar daños al distribuidor, sin que por ello deba aplicarse en forma automática una
suerte de "regla de tres simple" según la cual a determinados años de antigüedad en la relación
corresponda igual número de meses de preaviso; deberá admitirse este agravio y considerar que el
preaviso debió comprender al menos un plazo de nueve meses, que hubiera resultado adecuado para
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que la accionante pudiera reorganizar su estructura empresaria en cuanto fue afectada por la resolución
(CPR: 165-in fine).
3. La indemnización deberá calcularse sobre las ganancias netas correspondientes al promedio de las
obtenidas durante el último año de la relación, guarismo que deberá ser multiplicado por los 9 meses
que se estiman razonables como preaviso -descontando el mes ya saldado-; a dicha suma deberán
adicionársele intereses, calculados de acuerdo con la tasa activa del Banco Nación para sus
operaciones de descuento a 30 días (CNCom, en pleno, "S.A. La Razón s/ Quiebra s/ inc. de pago de
los profesionales", del 27/10/1994), sin capitalizar (CNCom, en pleno, "Calle Guevara, Raúl (Fiscal de
Cámara) s/ Revisión de Plenario", del 25/08/2003), a partir de la fecha en que se puso fin a la relación
contractual, dando así origen a su deber de resarcir el daño causado con su proceder (CCIV: 505-3°,
508, 511 y conc.).
4. No empece a lo expuesto que la accionante haya podido prever la culminación del contrato en tanto
éste se encontraba expresamente previsto en el acuerdo que celebró con la otra codemandada -
constituida por escisión de la primera-, del cual se infería que el plazo de vigencia era de dos años;
donde se estipulaba expresamente una indemnización a favor de la accionante, tan sólo si la
codemandada disponía la rescisión anticipada, mientras que si la rescisión era posterior a ésta la
notificaba con un preaviso de 30 días, no habría lugar a indemnización alguna; mas, tal conclusión se
impone, ya que la conducta desplegada anteriormente por las partes revelaba que a pesar de que los
sucesivos contratos llevaban ínsito un vencimiento, se renovaban o se transformaban en otros distintos
a su término, sin que se interrumpiera la relación contractual; y, que en valiosos precedentes fue
juzgado que la sucesiva renovación de contratos de plazo determinado convierte a éstos en uno de
plazo indeterminado (CNCom, Sala D, 11/09/2002, "To Talk S.A. c/ Miniphone S.A.", LL 2003-F, 1016).
5. Por esta indemnización, deben responder tanto la codemandada constituida por escisión de la
primera contratante, en su carácter de co-contratante de la accionante, y la primera contratante, en tanto
existió entre ambas sociedades demandadas una continuidad que permite calificarlas de "grupo
económico" e inferir que la segunda operaba tras el accionar de la primera o generaba tal apariencia.
USO OFICIAL
Cabe rechazar la defensa de falta de legitimación opuesta por una de las codemandadas en reclamo de
indemnización de los daños derivados de la ruptura de diferentes vínculos contractuales atípicos (CCIV:
1143) que participaban de los caracteres específicos de varios de los llamados contratos de
colaboración empresaria, suscriptos y ejecutados por la sociedad accionante con la excepcionante y con
la otra sociedad codemandada -constituida como una escisión de la primera-; toda vez que:.
1. Según constancias de la causa, la asamblea extraordinaria de la cocontratante de la accionante,
aprueba su escisión y los accionistas deciden por unanimidad proceder a la reorganización, en virtud de
la cual la accionada escinde de su patrimonio activos y pasivos para la creación de una nueva sociedad
anónima -la otra codemandada-, cuyo objeto será el de continuar con las actividades de la otra.
2. En dicha asamblea también se dispuso la modificación de los estatutos de la primer sociedad
accionada, "…a fin de reflejar la reducción de capital dispuesta, representado por acciones ordinarias
nominativas no endosables de $ 1 valor nominal cada una y con derecho a un voto por acción…"; se
facultó a su directorio a reemplazar los títulos accionarios por nuevos títulos representativos del actual
capital; uno representativo de una acción ordinaria, nominativa no endosable de un peso de valor
nominal y con derecho a un voto a favor de una persona física y el otro representativo de las restantes
acciones -1.082.015- a favor de una sociedad extranjera.
3. Por su parte, hasta la asamblea que resolvió la escisión de la primera y nacimiento de la segunda
sociedad, los accionistas de la primera eran la referida sociedad extranjera y una segunda sociedad
extranjera constituida por escisión de la primera y dos personas físicas; y luego de ciertas vicisitudes
ocurridas con las sociedades extranjeras, la mayoría accionaria de las sociedades nacionales
demandadas quedó en poder de la segunda sociedad extranjera y la minoría en manos de los otros dos
accionistas; y en el caso de las sociedades estadounidenses, la segunda nació como una suerte de
escisión de la primera, quien en definitiva asumió el control de la segunda que ya había cambiado de
nombre.
4. Ello, aunado al hecho de que la operatoria en Argentina, particularmente en la relación entre las
accionadas con la accionante se evidenció una perfecta continuidad entre las dos codemandadas, de la
que se desprende que ambas formaron un "conjunto económico"; o, cuanto menos aparentaron serlo
frente a su co-contratante; en tanto se advierte que ha existido entre ellas: "dirección unificada",
"reiteración de los mismos directores o administradores en todos los integrantes del grupo",
otorgamiento de "garantías" entre los miembros, "comunidad de bienes básicos para el
desenvolvimiento de la actividad", "identidad de sedes", "unicidad de asesoramiento jurídico",
conocimiento por parte de los terceros que entraron en relaciones negociales respecto de la existencia
del conjunto económico; determina el rechazo de defensa opuesta.
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5. No constituye óbice para esta solución, el hecho de que la accionante no hubiera formulado oposición
a la escisión (Ley 19550: 88) desde que, en ese momento, ésta no tenía interés alguno en oponerse a la
escisión pues el conflicto entre las partes sobrevino con ulterioridad.
Cabe rechazar el reclamo indemnizatorio de los daños y perjuicios derivados de la ruptura de diferentes
vínculos contractuales atípicos -(CCIV: 1143) que participaban de los caracteres específicos de varios
de los llamados contratos de colaboración empresaria-, suscriptos y ejecutados por la accionante con
dos sociedades, incoado contra una tercera sociedad a quién la segunda codemandada le había
transferido su clientela; toda vez que, no puede considerarse que quienes compraban productos durante
las épocas de la vinculación de la accionante con las otras dos accionadas, fueran clientes
pertenecientes a la accionante; de manera que si los compradores no eran clientes suyos sino de su
cocontratante, ésta gozaba de plenas facultades para transferirlos a la segunda accionada -constituida
por escisión de la primera- en el acto de escisión; y, más tarde, esta última se encontraba también
legitimada a cederlos a la tercera accionada.
USO OFICIAL
Cabe rechazar la demanda incoada por una de las partes de un contrato en reclamo del resarcimiento
de los daños y perjuicios que le habría generado el incumplimiento contractual por parte de su
cocontrante, toda vez que, si bien esta última reconoció la existencia del contrato, manifestó también
que al encontrarse, durante el desarrollo del contrato, en una situación de claro perjuicio para ambas,
con independencia de la responsabilidad que les quepa a una o a ambas, tal encrucijada las llevó a
negociar y luego a concertar el distracto del negocio que las unía mediante un convenio que titularon
"Resolución del contrato" en el que ambas partes, con incuestionada libertad, declararon que no tenían
"…obligaciones pendientes en virtud del contrato que se resuelve", que pudieran ser reclamadas
mutuamente; y, es habitual en tales circunstancias, que intentaran concluir íntegramente el conflicto en
que se encuentran sumidas; en tal dirección cabe interpretar el texto de aquella disposición contractual,
en tanto tal es el sentido habitual de este tipo de cláusulas (CCOM: 218-1° y 6°); de considerarse
dudosa la interpretación de la mentada disposición convencional, resultaría de aplicación, la regla
subsidiaria prevista en el CCOM: 218-7°, y en esta inteligencia estar por la liberación del presunto
deudor, calidad que cabe asignar aquí a quien ha sido demandado en tanto su contrario lo reconoce
como tal; por lo que cabe concluir que, los firmantes hicieron desaparecer uno de los presupuestos
esenciales de la acción resarcitoria ensayada por la accionante, por lo que corresponde desestimar su
reclamo.
Si en el marco de un "convenio de resolución de contrato" las partes acordaron, mediante una cláusula
que no tenían "…obligaciones pendientes en virtud del contrato que se resuelve", de una simple lectura
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de su texto, puede advertirse que se trata de una mutua declaración que parecería estar orientada a dar
total finiquito tanto a la relación comercial cuanto a la totalidad de sus efectos; ya que ante una situación
de claro perjuicio para ambas que las llevó a negociar y luego a concertar el distracto del negocio que
las unía, arribaron en el marco de las necesarias conversaciones preliminares, a una solución, siendo
habitual, que intentaran concluir íntegramente el conflicto en que se encontrarán sumidas; en tal
dirección cabe interpretar el texto de aquella disposición contractual, en tanto tal es el sentido habitual
de este tipo de cláusulas (CCOM: 218-1° y 6°); ello así, en tanto no se trató de una liberación unilateral,
sino que tal estipulación comprendió a ambas partes, concluyendo que tal cláusula de exoneración bien
pudo ser esgrimida por cualquiera de las dos partes, ante el posterior reclamo de la otra.
Cabe admitir la demanda entablada contra una empresa de medicina prepaga por haber incumplido su
oferta de incorporar a la actora al sistema. Ello así, toda vez que la empresa demandada había sido
contratada por la obra social de la actora para atender a sus afiliados, y la accionante desde hacia
muchos años era atendida en plan de hemodiálisis, pues había sido transplantada de un riñon. Y si bien
la demandada rescindió el contrato con la obra social ante el incumplimiento en el pago de los cánones,
USO OFICIAL
sin embargo comunicó dicha circunstancia mediante una publicación en un diario de circulación pública,
donde también hizo saber a los afiliados la opción de incorporarse voluntariamente a su sistema. En ese
contexto, resulta relevante el hecho de que la demandada brindó sus servicios a la actora durante dos
años; con lo que tal cobertura debió significar no sólo en el plano de la atención física de su afección
específica, sino también en el orden anímico-espiritual. Es que según el curso natural y ordinario de las
cosas (art. 901 Cciv), una paciente con la vulnerabilidad propia de haber recibido un transplante de riñón
y padecer una leve insuficiencia renal crónica debió depositar su confianza y seguridad anímica en la
estructura y los profesionales de la medicina que la atendieron y controlaron durante ese período; como
así también la expectativa de continuidad que ello suponía. Tal circunstancia, unida a la anunciada
promesa de incorporación como afiliada directa a la demandada -luego frustrada- permite concluir que
aquí no se ejerció de modo regular el derecho de admisión. Al contrario, ha de reputárselo abusivo. Es
que no se trató de una afiliación directa denegada, que no contara con antecedentes de atención previa
y prolongada de la paciente; en cuyo caso, es claro que podía desestimar la pretensión por la
preexistencia de la afección. Aquí se sumó esa atención durante casi dos años y el anuncio de
incorporación, generador de la razonable expectativa de continuidad del tratamiento por la misma
entidad. Tal conjunción de situaciones es lo que hace responsable a la demandada por el ejercicio
antifuncional de su invocada libertad de contratar.
Cabe revocar la sentencia de primera instancia que rechazo la demanda promovida por una menor
contra una obra social por indemnización de parte de los daños y perjuicios sufridos por el contagio del
virus H.I.V. mediante una transfusión de sangre efectuada a su madre en el Policlínico de dicha Obra
Social; toda vez que eximir de responsabilidad a la accionada es absolutamente errado y contrario a las
constancias del proceso, que demuestran de un modo acabado e irrefutable que de haberse observado
cabalmente las expresas directivas legales de la Ley Nacional de Sangre 22990 y de la Ley Nacional de
Sida 23798 las consecuencias dañosas no se hubieran producido, pues el incumplimiento de la
demandada no fue de meras formal