Está en la página 1de 11

DIFERENCIA ENTRE ÉTICA Y

MORAL
Se diferencia en que la ética es el estudio filosófico y científico de la moral y es
teórica mientras que la moral es práctica.
La ética trata sobre la razón y depende de la filosofía y en cambio la moral es el
comportamiento en el que consiste nuestra vida.
Etimológicamente “ética” y “moral” tienen el mismo significado.
“moral” viene de latín “mos” que significa hábito o costumbre; y “ética” del griego
“ethos” que significa lo mismo.

OBJETIVOS DE LA ÉTICA
La ética tiene un doble objetivo que es: el objetivo material que es el acto humano
como fuente y como modo de llegar a los hábitos de costumbre. Y el objeto
formal, que es el mismo acto humano pero regido por normas y principios que
hacen que el ser humano pueda ser aceptado en una sociedad. Reconocer y
valorar el ser humano, como ser capaz de darse a sí mismo principios que
orienten su vida, individual y colectivamente. Identificar y analizar críticamente
los problemas morales, valores y proyectos éticos de la sociedad.

 Sin embargo, en la actualidad han pasado a significar cosas distintas y


hacen referencia a ámbitos o niveles diferentes. La moral tiene que ver
con el nivel práctico o de la acción. La ética con el nivel teórico o de la
reflexión.
 Moral es el conjunto de principios, criterios, normas y valores que dirigen
nuestro comportamiento. La moral nos hace actuar de una determinada
manera y nos permite saber que debemos de hacer en una situación
concreta. Es como una especie de brújula que nos orienta, nos dice cuál
es el camino a seguir, dirige nuestras acciones en una determina
dirección. La brújula nos indica el camino. En la vida hay que intentar no
perder el norte.
 Ética es la reflexión teórica sobre la moral. La ética es la encargada de
discutir y fundamentar reflexivamente ese conjunto de principios o normas
que constituyen nuestra moral.
 Como conclusión: moral y ética se plantean cuestiones distintas. La moral
tiene que ver el nivel práctico de la acción y trata de responder a la
pregunta ¿qué debo hacer?; la ética con el nivel teórico de la reflexión y
trata de responder a preguntas del tipo ¿qué es la moral? ¿cómo se aplica
la reflexión a la vida cotidiana?
 Empecemos a hacer ética respondiendo a la primera pregunta: ¿qué es
la moral? Para ello definiremos: acciones morales, normas morales,
valores morales y dilema moral.

Diferencia entre ética y moral


El uso de la palabra ética y la palabra moral está sujeto a diversos
convencionalismos y que cada autor, época o corriente filosófica las utilizan de
diversas maneras. Pero para poder distinguir será necesario nombrar las
características de cada una de estas palabras, así como sus semejanzas y
diferencias.

1. Características de la moral. La moral es el hecho real que encontramos en


todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de
generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes
diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica,
estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa
sociedad.

2. Características de la ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de


algunas personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto
ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta.

3. Semejanzas y diferencias entre ética y moral. Los puntos en los que


confluyen son los siguientes:
 En los dos casos se trata de normas, percepciones, debe ser.
 La moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de
transmitir de generación en generación y la ética es un conjunto de
normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su propia mentalidad.

Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes:


 La moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecida en
el seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa
en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio, la ética surge
como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia
reflexión y su propia elección.
 Una segunda diferencia es que la moral es un conjunto de normas que
actúan en la conducta desde el exterior o desde el inconsciente. En
cambio, la ética influye en la conducta de una persona, pero desde si
misma conciencia y voluntad.

Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas


morales impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y
punitivo. Es decir, en las normas morales destaca la presión del valor captado y
apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma ética es el valor,
no el valor impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la
reflexión de un sujeto.
Con lo anterior podemos decir existen tres niveles de distinción.
1. El primer nivel está en la moral, o sea, en las normas cuyo origen es
externo y tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto.
2. El segundo es la ética conceptual, que es el conjunto de normas que
tienen un origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o
no con la moral recibida, pero su característica mayor es su carácter
interno, personal, autónomo y fundamentan te.
3. El tercer es el de la ética axiológica que es un conjunto de normas
originadas en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.
1.1 Ética material

El filósofo griego Aristóteles para la formación de su hijo Nicómaco, escribió un famoso


texto de moral llamado ÉTICA PARA NICOMACO, donde le expuso un sistema o una
cantidad de normas conocidas como ÉTICA DE BIENES O ÉTICA MATERIAL.
Aristóteles explica en este texto que existen cuatro clases de bienes que son:

a) los bienes falsos o aparentes: que nos atraen, pero luego nos dejan desilusionados,
heridos y arruinados, por ejemplo: la droga, el robo, la pérdida de tiempo, etc.

b) el bien placentero o que nos gusta: por ejemplo: un vaso de refresco, la compañía de
un amigo o amiga.

c) el bien útil: es decir, que sirve para algo bueno, por ejemplo: el zapato para el pie,
una casa, el dinero, la comida.

d) el bien apropiado: que es aquello que contribuye al perfeccionamiento y a la


verdadera felicidad de la persona humana; por ejemplo: lo que es justo, noble y virtuoso,
el respetar a la propiedad ajena, el ayudar a los necesitados, el honrar a los padres.
Esto no sólo es bueno para nosotros, sino que es bueno en sí mismo. Este bien
apropiado a veces es también placentero, por ejemplo: el comer y beber con medida. El
bien apropiado a menudo es también útil: como el descansar o el dormir, el estudiar.
1.2 Ética formal.

El filósofo alemán Emmanuel Kant también sostiene que la persona es fin de sí misma
y nunca puede ser usada como medio o como fin de ninguna otra persona u otra cosa.
Según Kant El ser humano tiene autonomía, es decir, es independiente de todo y todos
y está sujeto sólo a la ley del deber o ética formal.
Kant critica la ética Aristotélica del bien apropiado y la considera como una ética egoísta,
porque en ella el hombre actúa para perfeccionarse a sí mismo, para ser feliz, para ir al
cielo. Kant se refiere a la ética de Aristóteles como una ética de esclavo donde uno actúa
para evitar un castigo o para conseguir un premio. Kant expresa su ética del imperativo
categórico o imperativo absoluto universal así:" ACTUA EN MODO TAL, QUE TU
CONDUCTA PUEDA SER SEGUIDA COMO UNA NORMA O FORMA UNIVERSAL
POR TODOS LOS HOMBRES Y LAS MUJERES". Esta ética Kantiana tuvo y tiene
todavía muchos admiradores y defensores.

LA MORALIDAD

Se llama moralidad a la correspondencia de nuestras palabras y acciones con los


dictados de la moral. La palabra proviene del latín "MOS" o "MORE" y "MORALIS" que
significa costumbre, hábitos.
La moral está constituida por el conjunto de normas y valores que representan el modelo
de conducta que debe ser seguido por los individuos en su vida social.
La moral es aquello que permite diferenciar aquello que está bien de lo que está mal.
En filosofía, la moral es el objeto de estudio de la ética.

De este modo, conducirse con moralidad implica el respeto y el acatamiento de todos


esos códigos que orientan nuestra forma de actuar en la vida cotidiana.

Vemos también Ética y Moral.

Por ejemplo, un presidente prometió, cuando era candidato, acabar con la corrupción,
no obstante, durante su mandato la corrupción continúa campante, e, incluso, algunos
casos lo salpican al él y a su entorno íntimo. En este caso, podemos decir que el
presidente no ha actuado con moralidad.

Otro ejemplo: un taxista critica siempre la deshonestidad de sus colegas que aumentan
automáticamente la tarifa si el pasajero es un turista. Un día, sube a su taxi un turista, y
el taxista le cobra la tarifa normal, tal como predica. El taxista en cuestión sí ha actuado
con moralidad.

La moralidad es muy importante en una sociedad; está relacionada con el respeto, el


sentido común, y el cumplimiento de nuestras obligaciones; implica acatar las normas
sociales y la ley; respetar al otro, obedecer a las autoridades y actuar en conformidad
con nuestros propios principios.
En este sentido, la moralidad puede venir dada por el derecho y por todo aquello que
establece dentro del marco legal, pero también puede estar suscrita dentro del campo
de la religión o dentro de una doctrina o ideología política; la moralidad puede obedecer
a los principios deontológicos del profesional, o puede tener su razón de ser dentro de
los códigos de conducta establecidos, de manera más o menos espontánea o tácita, por
una sociedad.

La moralidad, pues, tiene mucho que ver también con ser consecuentes con aquello que
decimos y actuar conforme a nuestra conciencia.

ACCIÓN HUMANO
El rasgo más característico de los seres humanos es que actúan.

La acción humana debe de ser el principal objeto de estudio de las actualmente


llamadas ciencias sociales.

La Acción Humana se define como el comportamiento deliberado/intencionado que


llevan a cabo los seres humanos con un propósito o meta.
La verdadera acción humana es el comportamiento deliberada/intencionada,
distinguiéndose así del resto de comportamientos humanos que no son intencionados,
como por ejemplo los actos reflejos.

Los seres humanos actúan de forma intencionada porque tienen el deseo/intención de


alcanzar una meta o propósito, al que llamaremos fin.

Resulta por tanto que la acción humana entendida como comportamiento deliberado,
está asociada a la consecución de un fin o conjunto de fines, los cuales están vinculados
con algún periodo del tiempo futuro, por ello diremos que los fines que se persiguen al
actuar son inter-temporales, en referencia a que están distribuidos a lo largo del tiempo.

Por tanto, todo comportamiento deliberado está motivado por la consecución de un fin
o conjunto de fines inter-temporales.

Cuando los seres humanos alcanzan un fin este hecho les produce una satisfacción o
un aumento del bienestar, es por esta razón por la que actúan de forma intencionada.
Toda Acción Humana es un intento del individuo que actúa por cambiar su situación de
bienestar presente por una situación de mayor bienestar futuro.

Si el individuo al actuar estima que su bienestar ha aumentado su acción le habrá


generado beneficios psíquicos. Si por el contrario estima que su bienestar ha disminuido
su acción le habrá generado pérdidas psíquicas.

Los seres humanos no actúan en el vacío, sino que se encuentran en un entorno, con
el cual interactúan, empleando los elementos que este les proporciona para intentar
satisfacer sus fines.

Los elementos del entorno que los seres humanos emplean al actuar para intentar
alcanzar sus fines son denominados medios.

Pero para alcanzar un fin el ser humano previamente debe de poseer


un conocimiento sobre qué medios usar y cómo usarlos de la forma más adecuada/útil
para alcanzar dicho fin.
A este conocimiento aplicado a toda Acción Humana lo denominaremos Método de
actuación.

Asique los individuos emplearán aquellos medios que creen o saben que les permitirán
alcanzar sus fines de la forma que creen o saben que les será más útil para alcanzar
dichos fines.
El error es un elemento presente en toda acción Humana.

Si un individuo no posee un conocimiento método de actuación adecuado para alcanzar


un fin, o bien no lo intentará alcanzar, o bien intentará alcanzarlo y fracasará al haber
empleado unos medios erróneos o unos medios correctos de la forma errónea.

Toda acción humana tiene lugar en el tiempo. Y el tiempo del que dispones los humanos
es escaso.
El tiempo es un medio escaso omnipresente en toda acción humana, puesto que
disponemos de una cantidad de unidades de tiempo limitada por la duración temporal
de nuestra vida.

Al ser el tiempo un medio escaso omnipresente en toda acción humana, esto implica
que todos los individuos al actuar deben de economizarlo/racionarlo y elegir que fines
deciden alcanzar con su medio escaso tiempo y que fines no.

Pero el tiempo no es el único medio escaso que interviene en la acción humana.

La mayoría medios que intervienen en la acción humana son medios escasos que
precisan de ser economizados, esto significa que las unidades de estos medios de las
que dispone el sujeto son inferiores a los fines que subjetivamente estima que podría
satisfacer con dichos medios.
De esto derivan dos conclusiones:

Debido a que la mayoría de los medios que intervienen en las acciones humanas son
escasos, los individuos tienen que economizarlos, y esto implica asignarlos a la
consecución un conjunto de fines inter-temporales y no otros, a los que se renuncia.

Pero ¿A qué fines?

Pues a aquellos fines que cada sujeto considera subjetivamente más valiosos, de entre
todos los fines que consideren que los medios de los que disponen les permiten
alcanzar, de manera que los fines a los que renuncien serán aquellos que cada sujeto
considere menos valiosos.
Los individuos eligen que fines intentaran alcanzar en algún momento futuro basándose
en su escala de valores o preferencias subjetivas respecto a esos fines.

Toda acción humana al estar sujeta al uso de medios escasos (como el tiempo) implica
renunciar a fines.

Toda acción humana conlleva unos Costes de Oportunidad, ya que toda acción humana
asociada al logro de un fin o conjunto de fines inter-temporales, precisa del empleo de
medios de una forma concreta y no de otras alternativas, de manera que toda acción
humana implica renunciar a alcanzar fines alternativos durante el periodo de tiempo que
dura la acción con los medios empleados en dicha acción, incluyendo entre estos
medios el tiempo.

El Coste de Oportunidad es equivalente al valor presente del fin o conjunto de fines inter-
temporales alternativo más valorado a cuyo intento de satisfacción se renuncia, al
menos durante el periodo de la acción, al actuar con unos medios determinados de una
determinada manera y no de otras alternativas.

El coste de oportunidad es un coste omnipresente en toda acción humana, ya que para


el desarrollo de todas se precisas de medios escasos (el tiempo quizá sea el
principal) que requieren de ser economizados.

Otra premisa básica a destacar es que la Acción Humana no implica que los individuos
tengan que, al actuar, dejar de desarrollar la acción que estaban llevando a cabo.
Tan Acción Humana es continuar realizando la acción X en lugar de realizar la acción
Y, como dejar de desarrollar la acción X y pasar a ejecutar la acción Y.

Es decir, basta con que se presente una alternativa de acción que sea rechazada para
clasificar ese acto como comportamiento deliberado, y por ende como acción humana.

También hay que advertir que tan acciones humanas son aquellas acciones que se
ejecutan de una forma calculadora y tras un profundo análisis previo de los beneficios y
costes de actuar, como aquellas acciones que son llevadas a cabo de una forma rápida
y sin un previo análisis profundo.

Toda acción Humana implica que los individuos que actúan poseen una incertidumbre/
desconocimiento sobre los eventos futuros. Si los individuos ya conocieran los eventos
futuros que les van a afectar, no actuarían, ya que no podrían hacer nada por modificar
dichos eventos futuros que están destinados a suceder.

LO MORAL COMO UN HECHO

1.- La existencia de lo moral no la niega nadie. Nadie niega que haya


algunos actos inmorales y otros virtuosos. Nadie negaría que dar una paliza a un
anciano para divertirse no sea inmoral, ni que la caridad heroica de San Maximiliano
Kolbe, que sustituye a un compañero de prisión para morir de hambre, sea virtuosa y
meritoria.
En el hecho moral se da un hecho interno que se manifiesta en el hombre como
fuerza que manda o que prohíbe y que se impone al espíritu de modo inmediato y
constante. Su intuición es la conciencia moral. "Eres libre, pero estás obligado, puedes,
pero no puedes". Es un saber del valor o no valor de los propios actos, de los preceptos
y leyes. Leyes, que por ser al mismo tiempo necesarias y violables, escapan a toda
identificación con las leyes fisicoquímicas o instintivas.
En este hecho real de nuestra experiencia hay un substrato real, vital, un hecho
que está en la realidad básica, objetiva, no puesta por el juicio y acto intelectivo míos.
Es una realidad que se me pone delante, no empírica, sino esencial, que no dice relación
al mundo físico, biológico o psicogenético, sino al significado y dignidad de la conducta
en cuanto tal, a la coherencia de la persona con lo que él mismo es.

2.- Esta experiencia moral no es de una sola clase, sino variada:


a) Nos muestra, en primer lugar, una serie de imperativos y prohibiciones: haz el bien,
no hagas el mal, no debes mentir, no robes, no hagas daño al prójimo, etc.
b) Y también nos muestra juicios de valor ético o morales. Estos juicios no obligan ni
prohíben, simplemente dicen que "algo", una acción humana, es buena o mala
moralmente. Pueden ser ejemplos de juicio moral los siguientes: "Sacrificarse por los
demás es un bien para mí y los demás", "engañarlos es un mal para mí y los demás".
El juicio moral aparece como forma de experiencia explícita en la que se desvela
a la conciencia un cierto estado de las cosas, una realidad objetiva, y la conciencia
toma acta de ello y, dinámica y libremente, se empeña en afirmarlo. Se trata de una
toma de posición de la conciencia frente a una realidad que el acto de juicio no crea,
sino reconoce y ratifica.

El juicio moral es además un acto existencial vivido, que brota de las raíces de
la condición humana, en el que el sujeto, en busca de un por qué y del sentido de la
vida, expresa precisamente el valor de aquellos actos que se le muestran como
constitutivos y enriquecedores en orden a tal significado.
Estos juicios de valor:
a) Son de una experiencia: se dan en el orden de los hechos, es un juicio de una realidad
que sucede, no son un mero juicio formal, vacío de realidad.
b) Se trata de una experiencia real, "tangible", empírica, presente en la conciencia
psicológica, del significado y valor especial, moral, de una acción.
c) De una acción libre y motivada. No se trata de un mero suceso, sino de un acto guiado
por motivos y realizado porque yo quiero. Está desvinculada de condicionamientos fisio-
socio-psicológicos. No surge sin más de mi natural eufórico, agresivo... Está provocada
por algo que no es mío sino del objeto.
d) La cualificación ética dice relación a algo objetivo, que no depende de mí. Yo no
puedo cambiar su valor moral. Pero yo la puedo hacer mía (haciéndome partícipe de
esa cualificación, "bueno o malo"), a la acción y su valor, obrando la acción. Pero en
este caso yo no creo el valor (bueno o malo) sino que me lo incorporo a mí: el acto que
es malo, me hace malo a mí.

3.- Pero además el "fenómeno moral", tal como aparece en la


conciencia humana, incluye muchos aspectos.
El estímulo de la conciencia.
Todos tenemos la experiencia de que la conciencia aprueba o desaprueba
nuestras acciones según sean justas o injustas. Además de ese juicio de la conciencia,
sentimos también que ésta nos incita al bien y trata de retraernos del mal. A este
fenómeno solemos llamar vulgarmente "la voz de la conciencia".
En la conciencia luchan a veces como dos YOS. El antagonismo entre los dos
"yo" es un hecho ínsito en la naturaleza humana. La conciencia moral constituye un
impulso hacia el "mejor yo" contra el impulso o tendencia natural hacia el "otro yo". Se
llama "mejor yo" al que es conforme con la perfección y plenitud mostrada a la persona
humana por la luz de su razón. El "otro, el peor yo" es el mismo hombre
condescendiendo con las inclinaciones que contradicen a la razón y perfección de la
persona humana. Esta oposición es lo que suscita el estímulo de la conciencia: no debes
hacer esto, haz lo otro.
En el estímulo de la conciencia se muestra, por una parte, la intuición racional
de la exigencia absoluta del deber y, a la vez, el querer racional como incitación a una
conducta conforme a la naturaleza racional, a pesar de la resistencia que pueden oponer
a ello las inclinaciones de la naturaleza humana.
El estímulo de la conciencia puede ir acompañado de una carga sentimental o
emocional. Sin embargo, no es en modo alguno, en su esencia, un sentimiento o un
movimiento del ánimo.
Los sentimientos pueden apoyar fuertemente el estímulo de la conciencia, pero
quien los experimenta cae en la cuenta de que se trata de algo distinto del estímulo
moral y que han de estar sometidos a la decisión moral determinada por el juicio y el
estímulo de la conciencia.
En la decisión colaboran la razón y la voluntad. Esta como ordenación intrínseca
al bien y la razón como capacidad de discernimiento ético según verdad ante la futura
decisión.

4.- El remordimiento de la conciencia.


El remordimiento es la exteriorización de la conciencia que condena mi actitud
ante determinada acción. La condena ha surgido por haberme determinado a una acción
en contradicción con la dignidad de la persona humana. Es un sentimiento padecido, no
querido, un hecho que sufro, no un acto que pone mi libertad.
El remordimiento se refiere siempre a un hecho determinado y en esto se
distingue del sentido de culpabilidad, que hace al hombre verse envuelto en culpa en
todo lo que obra. El remordimiento supone la propia responsabilidad. El mero disgusto
o displacer no implica responsabilidad, ni es remordimiento.
Consumada la acción, la conciencia condena o absuelve y según ello el hombre
dice tener mala o buena conciencia. La mala se sensibiliza en la inquietud y la buena en
la tranquilidad.
El remordimiento es la expresión de la conciencia que el individuo normal
experimenta más espontáneamente. Es un sentimiento de condena que sigue al acto
cognoscitivo con que se juzga determinada acción bajo el punto de vista de su verdad
ética. Efectivamente el hombre puede pasar por encima de la conciencia bajo el influjo
de pasiones que preceden o acompañan a la acción, pero, una vez consumada, cuando
la pasión cese y esté dispuesto para la reflexión, comenzará a aclararse a sí mismo por
qué fue malo su comportamiento y en qué grado.

5.- El arrepentimiento. Va más allá que el mero remordimiento. No se


refiere sólo al pasado, sino que modifica el presente. Anula realmente el mal. Toca al yo
en lo íntimo de la personalidad, al yo del que surgieron las raíces del acto malo, que
viene repudiado y eliminado de la totalidad de la persona. Incluye la percepción del
contravalor y del valor superior de nuestra existencial. Es una prueba de la libertad y
admite la propia responsabilidad: me verifico capaz de reprenderme y de cambiar; me
reconozco responsable y quiero cambiar.

6.- La obligación.
Es considerada por muchos, no sin razón, como el hecho decisivo de la conciencia
moral.
El núcleo de la moralidad lo constituyen los preceptos y prohibiciones a que el hombre
está ligado por la obligación.
Obligación se llama a la necesidad de adoptar una forma de conducta bajo el mandato
de la conciencia. Hay ciertamente actos moralmente buenos, pero no obligatorios. No
se presentan inexorablemente ligados a la dignidad y sentido de la vida del hombre.
Pero otros sí: v.g. evitar el mal.
El juicio teórico sobre el valor moral es más tranquilo, no "toca" a la persona en su fondo.
Es estático, teórico y contemplativo. El juicio sobre la obligación difícilmente es
meramente teórico. Lleva siempre una carga que afecta a la voluntad, una urgencia
autoritativa.
Los hombres de todas las culturas son guiados, en la vida práctica, por ciertas normas
o reglas que se les imponen desde dentro, a veces con gran fuerza: "mi conciencia me
lo dicta".
La ley de la conciencia expresa de modo perentorio el deber, cuyo cumplimiento se
exige de modo absoluto, siempre y en todas partes.
La explicación del deber incondicional para la libre decisión del hombre es tema
fundamental de la ética. Esta ha de tratar, pues, de la obligatoriedad del deber o, en
otras palabras, de la necesidad que comporta la obligación en general.
Puesto que el hombre, como ser espiritual y libre, no está sometido a ninguna coacción
interna ni ha de ser coaccionado desde fuera, sólo resulta posible guiarlo haciendo que,
mediante el "tú debes" de la conciencia moral, se ponga delante de su decisión el espejo
de su propio ser. La fuente, pues, de la obligación moral es el orden del ser.
La obligación se nos presenta como absoluta y condicionada. Absoluta, puesto que es
independiente de nuestros deseos e intereses; y condicionada, pues no se fuerza como
una ley física, sino que está condicionada a nuestra libertad.

7.- La responsabilidad. Es una consecuencia necesaria de la libertad y de


la imputabilidad fundada en ella. Libertad de la voluntad es la capacidad del ser espiritual
para decidir por sí mismo una dirección frente a valores limitados conocidos, elegir o no
elegir un bien limitado o para elegir este o aquel bien. Imputabilidad es el elemento moral
por el que se atribuye a una persona la pertenencia (autoría) de una acción y de las
consecuencias que de ella se derivan.

Responsabilidad es la conciencia del hombre de que la acción puesta por él, libre y
deliberadamente, es suya y ha de responder de ella ante su conciencia-juez y ante Dios
y aceptar las consecuencias de su acción. El arrepentimiento es prueba de que
reconocemos que el acto puesto por nosotros ha dependido de nuestra libre elección.
El sujeto de la responsabilidad es la persona capaz de una acción moral. El objeto de la
misma es la acción plenamente humana que procede de la parte esencial espiritual del
hombre a través de su voluntad libre.
Por eso la persona sólo es responsable cuando se da el conocimiento moral suficiente
y el querer libre no está afectado por el impulso demasiado vehemente o la sorpresa.
Los fenómenos espontáneos correspondientes a la impulsividad sensitiva: ira,
concupiscencia, egoísmo... no son libres, en cuanto tales, pero la voluntad libre puede,
refrenándolos, influir en ellos. De aquí surge la cuestión: hasta qué punto lo bueno o
malo de una acción puede decirse suyo. Una cosa es sentirse responsable de
determinada acción y otra sentirse responsable de los movimientos pasionales y del
carácter en cuanto influyen en el acto. Puede así hablarse de dos responsabilidades:
una de la acción particular y otra del ser moral de uno mismo: hábitos, sentimientos,
deseos, pensamientos...
La conciencia de responsabilidad, por lo tanto, no se refiere solamente a las acciones
en sentido estricto, sino también a los hábitos, sentimientos, deseos, pensamientos, etc.

8.- La culpa.
Culpa es el reato de la decisión libre y, por lo mismo, imputable, contrario a la ley moral
y al valor ético. La violación de la ley mediante determinado acto y la responsabilidad de
ello es el primero de los rasgos que se distinguen en la culpa. Ello presupone un juicio
de conciencia sobre una determinada acción u omisión.
Puesto que la obligación moral tiene su fundamento definitivo en la voluntad legisladora
de Dios, la acción culpable es "pecado", es decir, una ofensa a la voluntad de Dios y a
la "ley" establecida por El; más aún, una ofensa a su majestad y bondad.
El hombre espiritualmente sano sólo siente la conciencia de culpa cuando la violación
de la ley ha sido consciente. De no serlo, la conciencia lo absuelve.
La conciencia culpable, de que hablamos, no es en modo alguno un sentimiento
inconsciente y vago de culpabilidad, sino que se apoya en un juicio racional sobre una
conducta determinada.
El sentimiento de culpa no es ningún deshonor, sino expresión de la dignidad de la
persona humana y de una conciencia fina y elevada.
El segundo rasgo característico de la conciencia de culpa está en que es independiente
de que la mala acción haya sido o pueda ser descubierta. Por más que el hombre trate
de olvidar su mala acción, no logrará escapar a su conciencia.
Ni siquiera el perdón obtenido del ofendido librará al ofensor de la conciencia de culpa.

9.- Este hecho es totalmente general. Aunque haya diferencia en


cuanto a juzgar algunas cosas moralmente buenas y otras malas, no existe persona ni
sociedad que no experimente la realidad del hecho moral.

También podría gustarte