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Que tu felicidad no dependa del

tiempo, pues cambia, ni del dinero,


pues se esfuma, ni de las emociones,
pues nos traicionan. Ni de las
personas pues no somos perfectos.
Que tu felicidad dependa de Dios que
nunca cambia y permanece para
siempre, El es fiel, es perfecto, y te
ama como nadie te amará jamás.

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