Está en la página 1de 24

El campo de la

evaluación y la
intervención
social
Marisela Montenegro Martínez
Marcel Balasch Domínguez
Blanca Callen Moreu
PID_00141842
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 El campo de la evaluación y la intervención social

Los textos e imágenes publicados en esta obra están sujetos –excepto que se indique lo contrario– a una licencia de
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada (BY-NC-ND) v.3.0 España de Creative Commons. Podéis copiarlos,
distribuirlos y transmitirlos públicamente siempre que citéis el autor y la fuente (FUOC. Fundación para la Universitat
Oberta de Catalunya), no hagáis de ellos un uso comercial y ni obra derivada. La licencia completa se puede consultar en
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/legalcode.es
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 El campo de la evaluación y la intervención social

Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 6

1. Intervención social como campo disciplinar............................. 7


1.1. La historiografía tradicional de la intervención social ............... 7
1.2. Historiografía crítica: intervención social y poder ...................... 9
1.2.1. El surgimiento de las disciplinas científicas: los
antecedentes de la intervención social .......................... 9
1.2.2. El binomio saber-poder en la intervención social ......... 12
1.2.3. La gobernabilidad en la intervención social ................. 14

2. La crisis de las ciencias sociales y la controversia en la


intervención social............................................................................ 17
2.1. Sujetos de conocimiento ............................................................. 18
2.2. Objetos de intervención ............................................................. 20

Bibliografía................................................................................................. 23
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 5 El campo de la evaluación y la intervención social

Introducción

(1)
Un sistema comúnmente empleado para aproximarse al conocimiento de un Para no complicar la lectura con
el uso de es/as, y para evitar la dis-
ámbito disciplinar, como es la intervención social, consiste en trazar un breve
criminación de género, optaremos
recorrido de sus orígenes y evolución histórica. Para llevar a cabo este recorri- por utilizar siempre el femenino.
Se podrá considerar que siempre
do se suele hacer referencia a los factores que incidieron en su surgimiento, nos referimos al nombre femenino
omitido "persona".
al contexto histórico y político en que se enmarcó, a sus elementos y autora1
"fundacional", a cómo se fueron delineando los conceptos y las orientaciones
teóricas, etc. Cabe reconocer, sin embargo, que la reconstrucción de la historia
de cualquier disciplina jamás es unívoca. Existen muchas formas de relatar y
escribir la historia. Cada una de estas explicaciones o relatos acentuará, enfa-
tizará ciertos aspectos y, asimismo, "olvidará" algunos otros. Enfrentarse a la
tarea de elaborar una historiografía de un ámbito como la intervención social
implica, por tanto, decidir qué elementos, acontecimientos o sucesos históri-
cos son relevantes y qué otros pueden ignorarse. Obviamente, esta decisión
no es inocente; responde a los objetivos concretos que se persiguen al escribir
la historia.

Pues bien, el objetivo del apartado que iniciamos aquí es el de trazar una
explicación sobre la evolución histórica y los orígenes de la intervención
social en tanto que campo�disciplinar.

Como veremos, esta aproximación historiográfica se alejará de las concepcio-


nes académicas dominantes acerca del surgimiento de la intervención social.
Por ahora, simplemente hay que recalcar que la historiografía que se desarro-
llará aquí asumirá una perspectiva�crítica, es decir, cuestionará la idea de que
nos hallamos ante un campo de conocimiento estable, compacto y aproble-
mático. Asimismo, reflexionaremos acerca del papel que las relaciones de po-
der han desempeñado en el surgimiento y evolución de esta disciplina.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 6 El campo de la evaluación y la intervención social

Objetivos

Como consecuencia de la apuesta realizada, que enfatiza la necesidad de re-


flexión sobre los fundamentos de las perspectivas de intervención social, se
plantean los siguientes objetivos:

1. Conocer y analizar las diferencias entre las dos historiografías desarrolladas


acerca de los antecedentes y la evolución de la intervención social.

2. Analizar la vinculación entre el surgimiento y la evolución de la disciplina


de la intervención social y el cambio del paradigma del poder.

3. Comprender la relación entre las herramientas teóricas de las perspectivas


críticas y el cuestionamiento de las formas tradicionales de intervención
social.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 7 El campo de la evaluación y la intervención social

1. Intervención social como campo disciplinar

Antes de adentrarnos en la concepción de la intervención como campo disci- Historiografía Whiggish


plinar, repasaremos, brevemente, los elementos clave que conforman la his-
Se refiere a una historia escrita
toriografía estándar, las explicaciones y aspectos históricos que habitualmen- por los vencedores que ratifica
te suelen vincularse al surgimiento del ámbito de la intervención social. La y glorifica el presente (Butter-
field, 1931; citado en Ibáñez,
reconstrucción histórica estándar responde a lo que se ha denominado histo- 1990).
riografía Whiggish. La historia Whiggish legitima la situación presente bus-
cando en el pasado la confirmación de los valores y significados actualmente
dominantes.

1.1. La historiografía tradicional de la intervención social

La historiografía estándar ubica el surgimiento del ámbito de la inter-


vención social en el contexto de las luchas�sociales,�políticas�y�econó-
micas acontecidas a finales del siglo XIX y principios del XX.

Según esta explicación, las demandas sociales planteadas en aquella época de-
sembocaron en la necesidad de una administración con capacidad para dar
respuesta a los problemas planteados por dichas luchas y para proporcionar
las prestaciones pertinentes con el objetivo de atenderlas. Asimismo, la histo-
riografía estándar menciona diversas líneas de pensamiento que surgieron en
aquel contexto que, al converger, incidieron decisivamente en la conforma-
ción de lo que hoy conocemos como el Estado�del�bienestar.

Según López Cabanas y Chacón (1997), algunos de los pensamientos que son Lectura complementaria
considerados antecedentes de la intervención social son:
Podéis ampliar los conoci-
mientos sobre los anteceden-
• La aprobación de la legislación prusiana de Von Bismark que trataba de tes históricos que dieron lu-
gar a la creación de la inter-
responder a las demandas de los movimientos obreros mediante la pro- vención social leyendo la
moción de la mejora de sus condiciones de vida. obra siguiente:
López Cabanas, M. y Cha-
cón, F. (1997). Intervención
• La aparición de la "teoría del bienestar", que permitía medir el nivel de psicosocial y servicios sociales:
Un enfoque participativo. Ma-
bienestar colectivo. drid: Síntesis.

• La irrupción del keynesianismo, que abogaba por la mediación del Estado


en las fases de crisis económicas mediante el aumento del gasto público
para paliarlas.

Siguiendo a estos mismos autores, en el contexto europeo, el surgimiento del


sistema de servicios sociales tiene su origen en dos subsistemas. Por un lado,
el sistema de beneficencia pública, o asistencia social, que era esencialmente
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 8 El campo de la evaluación y la intervención social

no contributivo y heredero de la caridad inspirada por las instituciones reli-


giosas. Este sistema fue regulado más tarde, en el siglo XVIII, por la Ley de la
Beneficencia. Por otro lado, el sistema de previsión social o de seguridad social,
de tipo contributivo, fruto de las revoluciones liberales e industriales del siglo
XIX. Ambos subsistemas terminan por integrarse a partir de la Segunda Guerra
Mundial en el Estado del bienestar, que conlleva la universalización de ciertas
prestaciones relacionadas con la sanidad o las pensiones y el reconocimiento
de derechos sociales.

En el contexto del Estado�español, el desarrollo del sistema de prestaciones


se retarda unos treinta años en relación al resto de Europa. Dichos autores
distinguen tres grandes etapas:

• Beneficencia (1812-1900).

• Previsión social (1900-1963).

• Seguridad social (1963-1978).

Resumiendo, los orígenes�de�la�intervención�social se localizan, según


esta historiografía, en la convergencia, por un lado, de las luchas so-
ciales que expresan las carencias, las necesidades y el incremento de la
desprotección social surgidas a raíz de las transformaciones que supuso
la Revolución Industrial y los inicios del sistema capitalista. Y, por otro,
del incremento de la preocupación de las administraciones públicas en
relación con dichas demandas.

Con el objetivo de ofrecer respuestas y soluciones a los problemas planteados


y paliar las deficiencias del sistema capitalista, carente de intervencionismo,
el sistema de administraciones públicas se va fortaleciendo progresivamente.
La confluencia de estos factores desemboca en la emergencia de lo que se ha
denominado el Estado del bienestar.

Desde esta historiografía se argumenta que, para poder hacer frente a los pro-
blemas sociales emergentes de finales del siglo XIX y principios del XX y, al
mismo tiempo, desprenderse de la cosmovisión metafísica propia de la edad
medieval, fue necesario desarrollar el pensamiento científico. Sólo mediante
esta nueva forma de conocer era posible conciliar el orden y el progreso, y
proporcionar a las sociedades las herramientas necesarias para su evolución
y mejora.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 9 El campo de la evaluación y la intervención social

1.2. Historiografía crítica: intervención social y poder

Siguiendo las aportaciones de Tomás Ibáñez (1990), en este subapartado de-


sarrollaremos una historiografía crítica de los antecedentes, orígenes y evolu-
ción histórica de la intervención social.

El objetivo de la historiografía�crítica es el de poner de manifiesto los


supuestos implícitos de las explicaciones que se dan por sentadas, así co-
mo el de distanciarse de las explicaciones académicas dominantes acer-
ca de los orígenes de la intervención social, como la expuesta en el su-
bapartado anterior.

Asimismo, dicha perspectiva historiográfica se preocupa por analizar el papel Lectura recomendada
que han desempeñado las relaciones de poder en la emergencia de la inter-
Para profundizar sobre el re-
vención social en tanto que ámbito de conocimiento. corrido que hace la historio-
grafía crítica en cuanto a la
emergencia de la interven-
1.2.1. El surgimiento de las disciplinas científicas: los ción social, podéis leer la si-
antecedentes de la intervención social guiente obra:
Ibáñez, T. (1990). Aproxima-
ciones a la psicología social.
Aunque, como hemos visto en el apartado anterior, la historiografía estándar Barcelona: Sendai.

ubica los antecedentes de la intervención social a finales del siglo XIX en el


contexto de la Revolución Industrial, en este subapartado argumentaremos los
motivos por los que es relevante localizarlos en otro contexto histórico.

Concretamente, queremos ubicar los antecedentes en los siglos XVI y XVII, en


los que se fragua una nueva forma de producir los conocimientos. En efecto,
las formulaciones de Copérnico, Descartes, Galileo o Newton constituyen los
albores de un conjunto de prácticas que desembocan en lo que denominamos
la "ciencia�moderna". Evidentemente, la humanidad siempre ha producido
conocimientos sobre el mundo, pero es en este contexto en el que emerge un
tipo de saber con unas características particulares y que se diferencia sustan-
cialmente de las formas de producción de conocimiento anteriores. Nos refe-
rimos a la racionalidad científica moderna.

Ahora bien, ¿por qué es pertinente establecer los antecedentes de la interven-


ción social en este contexto histórico? Los antecedentes de las ciencias socia-
les y, por lo tanto, de la intervención social, se encuentran en la transforma-
ción de la forma de acceder al conocimiento que supuso el surgimiento de la
"ciencia moderna", y que supuso que disciplinas como la intervención social
se constituyeran como saberes relacionados con ámbitos de especialización
creciente.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 10 El campo de la evaluación y la intervención social

Tal como afirma Ibáñez (1990) la historiografía crítica localiza los anteceden-
tes en aquel contexto, ya que pretende enfatizar que las ciencias sociales cons-
tituyen un tipo de construcción social particular que:

"tiene sus normas y sus mecanismos de funcionamiento específicos, que se caracteriza por
una forma institucionalizada de promover la producción de conocimientos, de aceptarlos
o rechazarlos, de transmitirlos o sepultarlos, que dispone de sus laboratorios, sus cátedras
y sus revistas".

T. Ibáñez (1990, p. 22).

Estas prácticas, normas y procedimientos propios de las disciplinas�en�cien-


cias�sociales�–incluida la intervención social– arrancan precisamente en aque-
llas fechas en que empezó a fraguarse la racionalidad científica moderna.

En el contexto europeo, el surgimiento de las disciplinas en ciencias sociales,


sin embargo, no se produce hasta el siglo XIX, momento en el cual se consti-
tuyen los Estados modernos. La refundación de medio millar de entidades po-
líticas independientes y con características diversas en unos pocos Estados ge-
neraba nuevos retos. La diversidad cultural, étnica, lingüística, etc. de las po-
blaciones que fueron paulatinamente integradas en los Estados en construc-
ción, desembocó en una nueva preocupación: el mantenimiento del control
social. Es decir, cómo integrar a las múltiples poblaciones en un mismo siste-
ma político-administrativo sin tener que recurrir a la constante presión mili-
tar. El problema del orden social al que se enfrentan los nuevos Estados remi-
te a la necesidad de mantener ciertas relaciones de poder, a tener capacidad
para poder controlar a las poblaciones y disciplinarlas. Si, tradicionalmente,
el poder se había ejercido mediante el uso de la fuerza o la amenaza militar,
a partir de ese momento emerge una nueva forma de ejercerlo que ya no em-
plea tecnologías de guerra, sino tecnologías de conocimiento. Los presupues-
tos de la racionalidad científica moderna que había desarrollado conocimien-
tos orientados al dominio de la naturaleza se trasladaron, así, al ámbito de lo
social. En este escenario conformado por poblaciones diversas aglutinadas en
un mismo sistema político-administrativo, la preocupación por mantener el
orden social, el dominio y el control de las sociedades se garantizó a través de
la generación de conocimientos orientados a gobernar a dichas poblaciones.

De este modo, la sociedad es entendida como un objeto susceptible de recibir


el mismo tratamiento que los objetos de conocimiento de la naturaleza habían
recibido de las ciencias naturales. En este caso, la cuestión del orden social, el
dominio y gobierno de las poblaciones y el mantenimiento de las relaciones
de poder fueron los encargos que tuvieron que afrontar las incipientes ciencias
sociales. Para gobernar adecuadamente a las poblaciones, se hacía necesario
un saber que fuera lo suficientemente preciso sobre las sociedades. Dicho de
otro modo, para ejercer el poder se hacía necesario un saber, un conocimiento
preciso de la sociedad que requería la recolección de datos e información sobre
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 11 El campo de la evaluación y la intervención social

la misma. Era necesaria la investigación�social. Para poder intervenir sobre las


poblaciones, era necesario disponer de las ciencias sociales, descubrir cuáles
eran las leyes que regulaban a las sociedades.

Como hemos visto, la historiografía crítica interpreta el surgimiento de las


ciencias sociales como la respuesta a un problema de gobernabilidad: la in-
tegración de poblaciones diversas en un mismo sistema administrativo. Para
ello, se necesitaron herramientas que produjeran un saber sobre las sociedades
y unas técnicas de intervención adecuadas. Esta explicación acerca de los an-
tecedentes de la intervención social se opone radicalmente a la historiografía
estándar. Aunque ambos relatos mantienen fechas y momentos históricos si-
milares, guardan enormes diferencias en relación con la cuestión del poder.

Merece la pena recordar que, como hemos visto en el subapartado anterior,


la historiografía estándar considera que los antecedentes de la intervención
social pueden rastrearse en el contexto de las luchas sociales de la Revolución
Industrial, momento en el que surgen los Estados con el objetivo de dar res-
puesta a las reivindicaciones y demandas que se formulaban y paliar los efectos
sociales del capitalismo para mejorar la evolución de las sociedades. La histo-
riografía crítica, en cambio, pone de manifiesto que las ciencias sociales irrum-
pen para dar respuesta a la creciente preocupación por dominar y gobernar
a las poblaciones mediante su conocimiento. Es decir, mientras que desde la
primera concepción se pone el énfasis en que la intervención social surge por
la preocupación de las administraciones por dar respuesta al incremento de la
desprotección social y a las fuertes demandas sociales surgidas en el contexto
de la Revolución Industrial, desde la perspectiva crítica se pone de manifiesto
que el nacimiento del Estado moderno, en cambio, está intrínsecamente aso-
ciado a una substancial transformación de los regímenes de poder.

Si hasta entonces el dominio es ejercido mediante la fuerza militar o la coer-


ción, y el modo de operar es el de la soberanía que tiene como objetivo prin-
cipal el mantenimiento y aumento del poder mediante la acumulación de ri-
quezas, ejércitos y leyes, poco a poco apareció la idea de que es la población,
más que el territorio, la que debe ser el objeto por excelencia del Gobierno
político. El ejercicio del poder político fue visto como dependiente de proce-
sos de cálculo y planificación racional, que permitirían desarrollar métodos
para actuar sobre los individuos y poblaciones, no sólo para evitar el mal, sino
también para promover el bien. A partir de ese momento, se empieza a fraguar
un cambio en el paradigma del poder, que pasa a ejercerse mediante un nuevo
dispositivo: el conocimiento de las poblaciones que se quieren gobernar basa-
do en la racionalidad científica. El desarrollo posterior de esta nueva forma
de producir conocimiento se orienta hacia la especialización por ámbitos que
finaliza con el nacimiento de las diversas disciplinas en ciencias sociales.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 12 El campo de la evaluación y la intervención social

Antes de adentrarnos en las especificidades del campo disciplinar de la inter-


vención social y su vinculación con el gobierno de las poblaciones, vale la pe-
na detenernos para sintetizar las características fundamentales de la relación
entre saber y poder.

1.2.2. El binomio saber-poder en la intervención social

Partiendo de las aportaciones del filósofo francés Michel Foucault (1976), sin-
tetizaremos, a continuación, los elementos clave que permiten comprender la
transformación del paradigma del poder mencionada en el subapartado ante-
rior.

Según dicho autor, el poder o, más concretamente, las formas mediante las Lectura recomendada
que opera el poder, sufren una transformación esencial durante los siglos XIX
Para profundizar sobre este
y XX. En este sentido, se produce el paso del paradigma del poder� jurídico tema, podéis leer la obra si-
al paradigma del poder� estratégico. Se pasa de un régimen centrado en la guiente:
Foucault, M. (1976). Vigilar y
soberanía a un régimen dominado por las técnicas�de�gobierno.
castigar. Nacimiento de la pri-
sión. Madrid: Siglo XX (6.ª
ed. en España, 1988).
El paradigma jurídico del poder responde a la concepción tradicional que so-
lemos tener del poder y que, según este autor, debemos poner en duda para
poder comprender cuáles son los mecanismos mediante los cuales opera el
poder en nuestras sociedades occidentales contemporáneas. Concretamente,
hay un conjunto de "evidencias" o cuestiones acerca del poder que han sido
dadas por sentadas desde el paradigma jurídico y que debemos poner en duda:

1) El poder no debe entenderse como una sustancia que poseen ciertas perso-
nas, instituciones o grupos. El poder no parte de un lugar para darse en otro. El
poder�opera�en�las�relaciones, existe y se da en el ejercicio mismo de las rela-
ciones. Es una relación de fuerzas bidireccional. La soberanía se caracteriza por
la acumulación de poder en la figura del soberano, que tiene una relación de
exterioridad y trascendencia respecto a la población que domina. El paradig-
ma estratégico, en cambio, se ejerce de forma inmanente, en todas y cada una
de las relaciones e interpela a toda la sociedad y no únicamente al soberano.
El poder no parte de grandes instancias para descender hacia los individuos.
Al contrario, el poder se genera en cada uno de los ámbitos de lo social.

2) El poder no es una instancia negativa que opera mediante la sanción, la


coacción, la prohibición ni la coerción. El poder no traza límites a nuestra au-
tonomía ni nos reprime, no nos constriñe. Según Foucault, uno de los elemen-
tos más relevantes que ha puesto de manifiesto la emergencia del paradigma
estratégico es que el poder�es�positivo,�tiene�la�capacidad�de�producir, ha-
ce cosas. Así, no es que nuestro deseo está controlado por el poder, sino que
nuestro deseo está producido por las relaciones de poder. De hecho, la mayor
operación del poder estratégico es que nos constituye como sujetos. Esta for-
ma de poder se entrelaza con el saber. Poder y saber mantienen una relación
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 13 El campo de la evaluación y la intervención social

intrínseca. Es imposible ejercer poder sin producir saberes ni conocimiento, y


tampoco es posible construir conocimiento sin que genere efectos de poder.
Esta relación ha sido denominada binomio saber/poder.

Este nuevo paradigma, en realidad, no sustituye de forma tajante a las eviden-


cias clásicas acerca del poder. Sin embargo, al ponerlas en cuestión, Foucault
nos muestra que el poder no se reduce al mero ejercicio de la represión por
parte de una figura soberana y enfatiza que ésta es sólo una parte del mismo.

Así pues, es necesario analizar también el poder en tanto que un discurso ba-
sado en el conocimiento de la realidad. El conocimiento producido desde la
racionalidad científica crea la forma de lo normal e induce a que todo converja
hacia la norma socialmente establecida. Así como el poder legislativo se impo-
ne mediante el establecimiento de leyes y para ser eficaz requiere de la sanción
como medida ante su incumplimiento, el poder basado en las prácticas y dis-
cursos que establecen la normalidad no tendrá efecto si no se legitima dicha
norma. Un discurso en términos de norma exige que aceptemos la verdad de
ese discurso. El único discurso legitimado para decir verdad es el discurso cien-
tífico. Por eso, conocimiento�y poder�están indisociablemente�conectados.

Foucault pone de manifiesto la inextricable vinculación histórica entre las


prácticas de gobierno y dominio de las poblaciones con el conocimiento pro-
ducido por las ciencias sociales. Gobernar implica vigilancia, inspección, re-
gulación, adoctrinamiento, evaluación, prevención. Dichas prácticas son lle-
vadas a cabo por la investigación en ciencias sociales que permiten anotar, re-
gistrar, enumerar, medir y clasificar las sociedades. Este conjunto de prácticas
y operaciones permiten constituir, definir y organizar las poblaciones, de tal
modo que no sea necesario recurrir al ejercicio propio de la fuerza y la coerción
del paradigma jurídico para poder ejercer poder.

Así, el desarrollo de formas cada vez más sofisticadas de gestionar las poblacio-
nes va parejo a la expansión de un tejido de saberes disciplinares propios de las
ciencias sociales (Foucault, 1976) que, como la intervención social, participan
en la producción de tecnologías, conocimientos y discursos que sirven para
gestionar y regular a las personas y las poblaciones. Desde este análisis crítico
de la relación saber-poder, la gestión y regulación de las poblaciones, como
vemos, no responde tanto a una cuestión de redistribución social y resolución
de los desequilibrios sociales, sino más bien al mantenimiento de las relacio-
nes de poder en un contexto con fuertes tensiones sociales. Métodos como
el examen, la medida o la confesión, que más tarde evolucionarán hasta la
encuesta, la entrevista, los test y la estadística, son, en sí mismos, prácticas de
intervención y conocimiento. El conocimiento de las disciplinas de las cien-
cias sociales se orienta a "encauzar conductas", corregir o reducir desviaciones,
es decir, hacer del individuo un cuerpo dócil, un objeto moldeable, utilizable
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 14 El campo de la evaluación y la intervención social

y eficaz, es decir normalizarlo. Estos conocimientos son medios para fijar la


norma, la regla, la división, la exclusión, y es en este sentido que unen la for-
mación del saber con el ejercicio del poder.

Veamos, seguidamente, cuáles son las especificidades de este entramado de


poder y conocimiento en el contexto de la intervención social.

1.2.3. La gobernabilidad en la intervención social

Tal como hemos visto, los antecedentes de la intervención social pueden ras-
trearse en el contexto del cambio de paradigma del poder, que supuso una
nueva forma de ejercerlo basada en diversas técnicas de conocimiento.

El entramado de conocimientos producidos por las ciencias sociales acerca de


lo social ha generado un sinfín de conceptos, explicaciones y aproximaciones
que dan cuenta de la realidad. Es decir, las formas de que disponemos para
explicarnos la realidad, la forma en que el mundo es entendido, responde a
artefactos sociales, a productos sociohistóricamente situados. La concepción
que han desarrollado las ciencias sociales sobre la realidad, como hemos co-
mentado, no debe entenderse meramente como una forma más entre muchas
posibles. Al contrario, el conocimiento producido por las disciplinas en cien-
cias sociales se erige como el único conocimiento legítimo sobre el mundo
(paradigma estratégico del poder).

En este sentido, Hacking (1999) afirma que las ideas no surgen en el vacío, Matriz de Hacking
no deben entenderse como una especie de entidad mental, sino que habitan
Para ejemplificar el funciona-
y emergen en un escenario social. Dicho autor denomina matriz al espacio miento de la matriz, Hacking
dentro del cual una idea o concepto es formado. La matriz en la cual se forman emplea la noción de mujer re-
fugiada: esta noción respon-
las ideas acerca de lo social es un complejo de instituciones, conocimientos y de a un complejo formado por
instituciones, abogados, artí-
actuaciones. Las concepciones que compartimos socialmente sobre determi- culos de prensa, decisiones de
nados temas responden a un entramado simbólico (los significados y discur- la corte, procedimientos de in-
migración, etc. que le otorga
sos que dan cuenta del tema en unos términos y no en otros) y material (los un significado específico. Pe-
ro también requiere de cierta
artefactos sociales que sostienen esa concepción). infraestructura material como
las siguientes: barreras, pasa-
portes, uniformes, empleados
Hacking nos advierte, de este modo, que los conceptos y las clasificaciones de aeropuertos, centros de de-
tención, tribunales, campos de
sociales que damos por sentadas y aceptamos acríticamente surgen y son po- vacaciones para los niños y ni-
ñas refugiados, etc.
sibles únicamente en el seno de una matriz simbólica y material compleja que
hace que funcionen.
Lectura recomendada
La intervención social, en tanto que disciplina en ciencias sociales, constituye
Para profundizar en el con-
uno de los nodos de la matriz desde el que emergen los conceptos, aproxima- cepto de matriz ideado por
ciones y actuaciones relacionadas con la intervención en fenómenos, colecti- Hacking, leed:
Hacking, I. (1999). The Social
vos o territorios señalados como afectados por los problemas sociales y sobre Construction of What? Cam-
los que se busca promover algún cambio social. Este nodo, al estar inserto en bridge, MA: Harvard Univer-
sity Press.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 15 El campo de la evaluación y la intervención social

la matriz sociocultural más amplia, también es influido por otros nodos de la


misma matriz, como pueden ser otras disciplinas de las ciencias sociales, los
medios de comunicación, las demandas sociales, el marco legal, etc.

Uno de los autores que ha analizado con mayor profundidad toda esta cuestión Lectura complementaria
es Nikolas Rose (1996). El trabajo de este autor se orienta hacia el análisis de
Podéis ampliar el concepto
la relación entre el poder y las ciencias sociales. Siguiendo las aportaciones de de gobernabilidad leyendo la
Foucault en relación con el cambio de paradigma del poder, este autor deno- obra siguiente:
Rose, N. (1996). Inventing
mina gobernabilidad a la relación entre ciencias sociales y ejercicio del poder.
our selves: Psychology, power
and personhood. Nueva York:
Cambridge University Press.
El análisis de esta relación no busca describir qué instituciones, agentes esta-
tales o núcleos de poder son los más relevantes a la hora de ejercer poder, si-
no que se preocupa por identificar el conjunto de líneas de pensamiento, de Regímenes de verdad
voluntad, de invención, de programas, etc. que establecen un determinado
El ensamblaje para ejercer el
estado de conocimiento y acción. Esta heterogeneidad de prácticas convergen poder establecido por los re-
en lo que denomina regímenes�de�verdad. Dichos regímenes conciernen a la gímenes de verdad está com-
puesto por formas de conoci-
dirección de la conducta, a las formas de decir verdad, a las personas autoriza- miento práctico, ejercicios de
cálculo, vocabularios, tipos de
das para decir verdades, a las formas de representar las verdades y a los costes autoridad, formas de juicio,
formas arquitectónicas, capaci-
que tiene todo ello; en definitiva, a la invención y ensamblaje de aparatos y dades humanas, objetos y dis-
dispositivos específicos para ejercer el poder e intervenir sobre determinados positivos no humanos, técnicas
de inscripción, y está atravesa-
problemas. do por la aspiración a conse-
guir determinados resultados
en la conducta de quienes son
Desde esta metodología de análisis, por lo tanto, se pone de manifiesto que gobernados y evitar otros efec-
tos indeseados. Estos conjun-
el poder o, en sus propias palabras, la gobernabilidad, opera produciendo las tos son heterogéneos, diver-
sos, hechos de conexiones de
condiciones de posibilidad e inteligibilidad para determinadas formas de ac- diferentes tipos, no esenciales.
tuar sobre la conducta de las personas y lograr determinados objetivos. Su tra-
bajo se orienta a atender críticamente estas estrategias de gobernabilidad, to-
mando en consideración sus presupuestos, asunciones, exclusiones y regíme-
nes de visión y puntos de ceguera.

La gobernabilidad, por tanto, implica, en primer lugar, el establecimiento de


un régimen de inteligibilidad: el poder opera en la medida en que logra que
algo sea pensable, nombrable. Por este motivo, la función del lenguaje no es
secundaria en la cuestión del poder, sino que le es constitutivo. El papel que
juega el lenguaje en la cuestión de la gobernabilidad excede la mera constata-
ción de que a través de él producimos conceptos y palabras. Según este autor,
el lenguaje debe ser entendido como un régimen�entero�de�enunciación que
está atravesado por conflictos sobre quién puede hablar, de acuerdo a qué cri-
terios de verdad, desde qué sitios, de qué formas se está autorizado a hacerlo,
mediante qué máquinas propias de los medios de comunicación, utilizando
qué formas de retórica, simbolismo, persuasión o seducción. No tiene que ver
con lo que un texto o palabra significa, sino con analizar qué cuenta como
verdad, quién tiene el poder de definir lo que es verdad y no, el rol de las
diferentes autoridades de verdad y las condiciones técnicas, institucionales y
epistemológicas para la producción y la circulación de la verdad.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 16 El campo de la evaluación y la intervención social

Como hemos visto anteriormente, las estrategias de gobierno modernas se


apoyan en mecanismos que definen algunos discursos como verídicos y otros
no. El ejercicio del poder de este modo se ha fraguado y, a la vez, ha depen-
dido de conceptos producidos por "expertas en enunciar la verdad", que con-
tribuyen a enunciar ciertos fenómenos a partir de la normalidad/patología,
peligro/riesgo, orden y control social.

Esta red de conceptos, prácticas y actuaciones permiten hacer pensable y re-


presentable un espacio con el objetivo de ejercer poder sobre él. Para gobernar,
es necesario volver visible el espacio sobre el que se debe ejercer el gobierno.
No es sólo una forma de mirar, sino que tiene que ver con las prácticas de
representación, en las que se destacan determinadas características, mientras
que otras quedan invisibilizadas.

Tal como vemos, el análisis de la gobernabilidad se centra en conocer qué se


construye, qué objetivos se plantean, qué enemigos y alianzas se buscan y
qué lenguajes y categorías se usan para describir la realidad sobre la que se
quiere intervenir y qué formas de colectivización y de división implementan.
Es decir, hay que conocer los efectos, en términos de poder y gobierno de
las poblaciones, que se desprenden de este conjunto de prácticas, técnicas,
relaciones de autoridad y conocimientos de un campo disciplinar como es la
intervención social.

Las aportaciones de Rose (1996) nos permiten poner en cuestión la forma en


que se ha dado inteligibilidad desde la intervención social a determinados pro-
blemas, repensar cuáles son sus límites y presupuestos e interrogarnos acerca
de la posibilidad de reformularlos. Puesto que el poder se ejerce mediante la
verdad, este análisis nos permite, precisamente, mostrar su contingencia y lo-
calización histórica y desproveerla de su carácter inamovible.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 17 El campo de la evaluación y la intervención social

2. La crisis de las ciencias sociales y la controversia en


la intervención social

La intervención social está constituida como disciplina, es decir, como


un campo de significados y prácticas cotidianas que tienen como obje-
tivo transformar aquellas situaciones y condiciones de vida definidas
como problemáticas.

Este campo disciplinar es una actividad sociohistóricamente construida, ya Lecturas


que las teorías y metodologías sobre la acción social son producto del entorno complementarias

en el que se han desarrollado (Payne, 1995; Fawcett et al., 2000). El conoci- Fawcett, B., Featherstone, B.,
miento generado por la intervención social ha sido producido en y desde una Fook, J. y Rossiter, A. (2000).
Practice and research in so-
matriz (Hacking, 1999) que implica una densa red de agencias, profesionales, cial work: postmodern feminist
instituciones, grupos de presión, etc., que han generado perspectivas teóricas, perspective. Londres: Routled-
ge.
metodológicas y técnicas a través de las cuales se constituye aquello sobre lo Payne, M. (1995). Teorías con-
cual se intervendrá. En dicha matriz, se conforman los límites de este campo temporáneas del trabajo social.
Una introducción crítica. Bue-
y las características que lo atraviesan. nos Aires: Paidós.

Así, de manera explícita y formal (a través, por ejemplo, del diseño de leyes
y normativas), o de modo más implícito (a partir de los diferentes imagina-
rios sociales compartidos), se definen el marco institucional, los objetivos, los
agentes, las metodologías, las prácticas, las organizaciones, los discursos y los
ámbitos de actuación que conforman la matriz reguladora de este campo dis-
ciplinario. Mediante instituciones, valores, normas y roles predominantes en
un momento sociohistórico dado, se construyen y reproducen constantemen-
te los marcos de referencia, en forma de pautas y dispositivos duraderos, que
regulan la vida social.

Sin embargo, este marco de acción instituido y normativo que definimos como
intervención social es dinámico; esto es, no está definitivamente cerrado ni
totalmente definido. No se trata de una realidad incontrovertible, sino de un
espacio social que se constituye como un campo de fuerzas disímiles, e incluso
antagónicas, entre agentes, prácticas y discursos heterogéneos que tratan de
establecer unos u otros significados y prácticas en torno a la intervención. En
este sentido, como hemos dicho anteriormente, en el interior de la misma
disciplina existen diferentes paradigmas y perspectivas.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 18 El campo de la evaluación y la intervención social

A pesar de que actualmente es posible identificar una multiplicidad de pers- Lectura complementaria
pectivas en intervención social, existe una controversia interna fundamental
Ibáñez realiza un buen estu-
que ha puesto en tela de juicio las formas en que esta disciplina había sido dio sobre la crisis de las cien-
entendida hasta entonces. De hecho, la actual heterogeneidad existente res- cias sociales:
Ibáñez, T. (1996). Fluctuacio-
ponde, en buena parte, a las consecuencias que dicha controversia supuso en
nes conceptuales en torno a la
el seno de la disciplina. Concretamente, durante las décadas de los cincuenta postmodernidad. Caracas: Uni-
versidad Central de Venezue-
y sesenta, germinó una corriente de pensamiento crítico que terminó por de- la.
sencadenar lo que más tarde se denominó la crisis�de�las�ciencias�sociales. A
grandes rasgos, el pensamiento crítico desarrolló un conjunto de argumentos
que cuestionaban los presupuestos clásicos de las ciencias sociales, sentando
las bases para la emergencia de perspectivas distintas de estudio y reflexión
sobre los asuntos sociales (Ibáñez, 1996). En el caso de la intervención social,
esta crisis se sostuvo sobre una crítica fundamental que veremos a continua-
ción. La brecha abierta en el seno de la disciplina ha permeado su posterior
desarrollo y, en la actualidad, las aproximaciones de intervención social exis-
tentes han incorporado, en diversos grados, los cuestionamientos que fueron
manifestados por parte de las perspectivas críticas. La controversia inaugurada
por el pensamiento crítico sigue, por lo tanto, abierta en la actualidad.

El argumento central de las corrientes críticas afirma que la intervención so- Lectura complementaria
cial tradicional no contribuye a alcanzar el bienestar social, sino más bien que,
Correa, N., Figueroa, H. y Ló-
a través de la asunción de perspectivas positivistas y objetivistas de interven- pez, M. (1994). La psicología
ción, contribuye a la generación de efectos de control social y opresión de social: pasión inútil del Es-
tado terapéutico. Anthropos,
ciertos colectivos y grupos sociales. Autoras como Correa, Figueroa y López 156, 33-38.
(1994) afirman que las soluciones planteadas desde la intervención social de
orientación positivista han tenido la función de moldear las conductas de las
personas y colectivos y de establecer/definir los límites de lo normal y lo anor-
mal, lo incluido y lo excluido, ayudando así al control social. La intervención
social tradicional, según estas autoras, se orienta a reconducir las resistencias
sociales (Correa, Figueroa y López, 1994). Estos efectos de control se dan a
través, básicamente, de dos mecanismos:

• La relación que se establece entre equipos interventores y personas inter-


venidas.

• Las maneras en las que se definen aquellos ámbitos dignos de transforma-


ción.

2.1. Sujetos de conocimiento

La primera cuestión que vertebra la controversia existente en el ámbito de la


intervención social –formulada en el contexto de la crisis de las ciencias socia-
les– remite a la pregunta acerca de quién está legitimado para conocer, inter-
venir y actuar. La intervención social tradicional ha asumido que aquello que
otorga legitimación a las intervenciones sociales es el sistema de conocimiento
sobre el cual se basa (credenciales, conocimientos especializados, instituciones
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 19 El campo de la evaluación y la intervención social

académicas y profesionales, etc.). A partir de esto, se ha tendido a establecer


dos roles claramente diferenciados. Por un lado, las personas intervenidas y,
por otro, los equipos interventores. La intervención social, por tanto, se edifi-
ca a partir de esta escisión entre ambos roles, que ha fijado las posiciones de
cada uno de estos actores dentro de un entramado de relaciones sociales.

Mientras las personas� intervenidas son aquellos colectivos o indivi-


duos que son definidos como problemáticos y sobre los cuales se llevan
a cabo diversas actuaciones, los equipos�interventores constituyen el
cuerpo de "expertos" encargados de identificar y definir cuáles son las
problemáticas sociales, así como de diseñar e implementar las actuacio-
nes necesarias para solucionarlas. La intervención social se edifica seña-
lando aquellas posiciones autorizadas para decir la verdad (intervento-
ras) y aquellas que no lo están (intervenidas).

Desde aportaciones recientes a esta discusión, (Espai en Blanc, 2008), se afirma Lectura complementaria
que las sociedades complejas han delegado la responsabilidad por la toma de
Para conocer estas aportacio-
decisiones importantes en la figura de las "especialistas". La creciente profesio- nes recientes a la discusión,
nalización de diversos ámbitos sociales hace que las decisiones acerca del rum- leed:
Espai en Blanc y VV. AA.
bo que debe tomar una sociedad, ante el surgimiento de nuevos retos, recaiga
(2008). La sociedad terapéu-
en las figuras autorizadas para hacerlo. Esta organización social decide quién tica. Materiales para la sub-
versión de la vida. Barcelona:
está legitimado para intervenir ante los conflictos sociales y de qué forma. Este Ediciones Bellaterra.
mecanismo implica un ejercicio de poder y al impedir que sea el conjunto de
la sociedad el que intervenga para alcanzar el consenso y la cohesión social y
se relegue en las voces "autorizadas" las decisiones sobre qué resoluciones de-
ben tomarse. Las perspectivas de intervención tradicionales operan trazando
una distinción entre las posiciones autorizadas (en base a su conocimiento) a
decidir el rumbo que debe seguir la sociedad y aquellas que no ostentan dicha
autoridad; para ello, no emplea la fuerza bruta ni la dominación sino formas
más sutiles y sofisticadas que invisibilizan el propio ejercicio de poder e inclu-
so favorecen que sea visto como algo socialmente beneficioso.

En el marco de estas perspectivas de intervención, se considera relevante po-


der ubicar, describir, estudiar y diagnosticar –a través de medios técnicos ava-
lados por las instituciones académicas y profesionales– los problemas sociales
y desarrollar formas efectivas de combatirlos. La construcción de estas formas
de representación es compleja y requiere prácticas como la exploración, la en-
cuesta, la estadística, el desarrollo de proyectos, el uso de símbolos, de escalas,
etc. Las representaciones producen objetividad, tienen una mayor capacidad
que otras técnicas (como el habla cotidiana, por ejemplo) para producir efectos
de verdad y, al mismo tiempo, de autoridad. Los dispositivos de representa-
ción son técnicas intelectuales, técnicas materiales de pensamiento que hacen
posible la extensión de la autoridad sobre lo que representan. Dichas técnicas
producen el mundo que, simultáneamente, gobiernan. Se hace énfasis en que
el diagnóstico, la intervención y la evaluación deben llevarse a cabo a partir
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 20 El campo de la evaluación y la intervención social

de criterios de objetividad. El saber legitima las decisiones que se hacen con


relación a dónde y con quién se interviene, para qué, por qué y cómo. Para
esto, el conocimiento que se erige como legítimo se realiza desde las expertas
técnicas que conocen cómo diagnosticar la realidad y poseen herramientas
para producir la transformación.

Las críticas realizadas a raíz de la crisis de las ciencias sociales sostienen que Reflexión
si se asume que el conocimiento sólo puede ser válido desde la posición de
¿Quién está legitimado para
experticia, se redunda en relaciones asimétricas entre equipos interventores producir conocimiento y quién
y personas intervenidas. Esta discusión, presente hasta nuestros días, obliga no lo está?

a plantear la pregunta sobre quién está legitimado a producir conocimiento


y quién no, así como sobre las maneras en las que se produce dicho conoci-
miento.

2.2. Objetos de intervención

El segundo eje de discusión que emerge a partir de las críticas formuladas du-
rante la crisis de las ciencias sociales tiene que ver con el objeto sobre el cual
se produce conocimiento y se generan intervenciones sociales. En concreto, la
crítica se refiere a las maneras en las que, desde los ámbitos de investigación e
intervención social, se ha realizado la aproximación a los problemas sociales
y la forma de abordarlos.

Estas críticas parten de la constatación de que, en la literatura referida a la in- Lecturas


tervención social, es recurrente la alusión a los "problemas�sociales" y las di- complementarias

ferentes formas de solucionarlos. Desde las perspectivas tradicionales, un pro- Casas, F. (1996). Bienestar so-
blema social surge cuando hay condiciones que suponen una falta de armonía cial: Una introducción psicoso-
ciológica. Barcelona: PPU.
con los valores sociales de una sociedad determinada (Clemente Díaz, 1992).
Clemente Díaz, M. (1992).
Existen problemas sociales cuando ocurre un desequilibrio en las formas de Psicología social aplicada. Ma-
drid: Eudema.
organización social que tiene efectos negativos en personas, colectivos o en
el conjunto de la sociedad y, además, cuando su competencia apela a la res-
ponsabilidad colectiva (Casas, 1996). En esta literatura, se describen diferentes
condiciones en las que surgen los problemas sociales. Condiciones como la
desviación de ciertos grupos sociales con respecto a las normas mayoritarias, la
transformación o evolución de ciertas prácticas sociales, los desacuerdos con
respecto a las reglas de convivencia o los conflictos de valores e intereses en-
tre grupos son razones por las cuales pueden surgir problemas sociales (López
Cabanas y Chacón, 1997; Clemente Díaz, 1992). Esta definición parte de la
asunción de que es posible, por medio de métodos científicos, ubicar en qué
momento y lugar se produce un desequilibrio o falta de armonía con los va-
lores de una sociedad. De este modo, se parte de la idea de que, en la articu-
lación de la sociedad, hay espacios (problemas, colectivos) que no funcionan
adecuadamente y es necesario adecuarlos para que sean funcionales a ella.

La sociedad crea instituciones para lidiar con los desperfectos que ella misma
produce. Estas instituciones, por tanto, cumplen funciones de mantenimien-
to de las relaciones dominantes presentes en la sociedad, a través de la capa-
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 21 El campo de la evaluación y la intervención social

cidad de lidiar con estos problemas por medio de un poder legítimo (Correa,
Figueroa y Román, 1994). Esta clase de intervención busca establecer la armo-
nía entre los diferentes grupos sociales, que acceden a los recursos de manera
desigual.

Esta función se acomete a través de la intervención directa sobre aquellos ám-


bitos, colectivos o territorios señalados socialmente como problemáticos, bus-
cando promover, ejercer u orientar algún cambio social que los dirija hacia un
horizonte definido como "deseable" y que sea compatible con el orden social
establecido. Más concretamente, mediante la dotación de recursos, aprendi-
zajes, herramientas y competencias acordes a las necesidades e intereses del
sistema en un momento/tiempo dados, se busca la máxima funcionalidad,
aprovechamiento y reintegración de las personas intervenidas.

De modo que, si se define el problema a partir del señalamiento de personas o


colectivos no adaptados al contexto social o carentes en el sentido de que no
tienen formas de vida acordes a los parámetros de lo definido como normal,
entonces, la intervención tenderá a focalizarse sobre estos individuos, grupos
y colectivos, sin prestar atención a los contextos en los que emergen elemen-
tos problemáticos. Si, además, este señalamiento se da a partir de un conoci-
miento definido como experto, entonces, los efectos de control sobre las po-
blaciones serán aún más poderosos. La potencia enunciativa de este discurso
convierte en socialmente deseable la intervención sobre las personas –y no
sobre los contextos de emergencia de los problemas sociales–, haciendo invi-
sibles sus efectos en términos de poder, hasta tal punto que los propios agentes
autorizados, los equipos interventores, quienes ejecutan cotidianamente estas
prácticas de poder, llegan a considerar su quehacer como socialmente deseable
y beneficioso.

Para ilustrar esta idea, pensemos por un momento en la noción de minusvalía.

La noción de minusvalía

Este concepto ha asumido la idea de que algunas personas tienen carencias físicas
o cognitivas y que es necesario intervenir sobre ellas para capacitarlas y mejorar su
adaptación al entorno. Dicha concepción ha sido producida y sostenida por una ma-
triz de conocimientos, prácticas, instituciones y actuaciones que ha invisibilizado
otras aproximaciones posibles a esta cuestión. Al considerar que algunas personas se
encuentran en situación de carencia y falta de recursos, se ha optado por intervenir
sobre ellas, mediante su evaluación, diagnóstico y corrección. Esta forma de repre-
sentar el espacio sobre el que se quiere intervenir lo ha hecho pensable, inteligible.

Este régimen de enunciación llevado a cabo por las "expertas en enunciar la verdad"
ha hecho emerger la noción de minusvalía basada en el binomio normalidad/pato-
logía. Esta construcción conceptual es producida desde una noción de "normalidad"
a partir de la cual se clasifica a aquellas personas que no lo son, en este caso, como
minusválidas. Sin embargo, al analizar críticamente esta aproximación nos damos
cuenta de que asume que el entorno es neutro y aséptico, de tal modo que queda ex-
cluido del ámbito que debe ser intervenido, recayendo todo el peso de las actuaciones
sobre las "personas minusválidas". La noción de minusvalía asume que las personas
carecen de capacidades para desenvolverse en un entorno determinado, negando que
los entornos sociales, arquitectónicos, simbólicos, etc. puedan ser, a su vez, "minus-
válidos" –o "generadores de minusvalía"– y que, por tanto, la intervención deba foca-
lizarse en éstos y no en las personas. A modo de ejemplo, la noción de minusvalía ha
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 22 El campo de la evaluación y la intervención social

explicado que la incapacidad de ciertas personas con movilidad reducida para subir
o bajar escaleras requiere de su entrenamiento y capacitación para lograrlo, omitien-
do y haciendo invisible a su vez el papel que las barreras arquitectónicas, sociales o
simbólicas desempeñan en este contexto y, por tanto, la necesidad de intervención
sobre los "espacios minusválidos".

Como vemos en el ejemplo, se asume que la respuesta frente al surgimiento


de determinados problemas sociales pasa por intervenir sobre las personas o
colectivos considerados como problemáticos para adaptarlos al sistema esta-
blecido, negando la posibilidad de transformar dicho sistema para mejorar las
condiciones de vida de las poblaciones.

A partir de la crisis de las ciencias sociales, se comienza el cuestionamiento del


modelo que define como problemático o carente a las personas intervenidas.
Como hemos visto en el ejemplo anterior, este movimiento permite dar luz a
otras interpretaciones posibles de los fenómenos sociales; en el caso expuesto,
cambiar el foco de las personas con carencias a las carencias del entorno en el
que las personas se desenvuelven, posibilitando formas de intervención que
puedan incidir en el contexto social donde emergen ciertas cuestiones como
problemáticas. Esto da pie, a su vez, a preguntarse sobre las maneras en las
que se están entendiendo, desde contextos concretos de intervención social,
los problemas a los que es necesario referirse y, en consecuencia, las maneras
de abordarlos.

El desarrollo de estas discusiones ha mantenido abierta la pregunta acerca de


los efectos de control que pueden tener las actuaciones llevadas a cabo desde la
intervención, señalando la necesidad de promover actuaciones encaminadas a
cuestionar el orden existente y reflexiones y acciones para su transformación.

En resumen, en el caso concreto de la intervención social, a partir de las apor-


taciones críticas referidas a los efectos de control social de las intervenciones
tradicionales, se han abierto múltiples líneas de discusión acerca de qué se ha-
ce cuando se emprenden procesos de intervención social. Es por esto que, a
raíz de esta crisis y hasta ahora, han surgido propuestas que promulgan otras
formas de intervención social desde las que resolver o sortear los cuestiona-
mientos que se han venido realizando. Lo cual, a su vez, obliga a preguntar-
nos, en casos específicos de procesos de intervención, sobre qué debe ser in-
tervenido y qué no, hacia dónde deben dirigirse las intervenciones sociales,
quienes son definidos como "personas intervenidas" y "equipos interventores"
y las metodologías con las que se trabaja. Como hemos comprobado, todas
estas preguntas generan un espacio de controversia que definen las maneras
de intervención concretas, que veremos en los próximos módulos.
CC-BY-NC-ND • PID_00141842 23 El campo de la evaluación y la intervención social

Bibliografía
Casas, F. (1996). Bienestar social: Una introducción psicosociológica. Barcelona: PPU.

Clemente Díaz, M. (1992). Psicología social aplicada. Madrid: Eudema.

Correa, N., Figueroa, H. y López, M. (1994). La psicología social: pasión inútil del Estado
terapéutico. Anthropos, 156, 33-38.

Espai en Blanc y VV. AA. (2008). La sociedad terapéutica. Materiales para la subversión de la vida.
Barcelona: Ediciones Bellaterra.

Fawcett, B., Featherstone, B., Fook, J. y Rossiter, A. (2000). Practice and research in social work:
postmodern feminist perspective. Londres: Routledge.

Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI Editores (6.ª
ed. en España, 1988).

Hacking, I. (1999). The Social Construction of What? Cambridge, MA: Harvard University Press.

Ibáñez, T. (1990). Aproximaciones a la psicología social. Barcelona: Sendai.

Ibáñez, T. (1996). Fluctuaciones conceptuales en torno a la postmodernidad. Caracas: Universidad


Central de Venezuela.

López Cabanas, M. y Chacón, F. (1997). Intervención psicosocial y servicios sociales: Un enfoque


participativo. Madrid: Síntesis.

Payne, M. (1995). Teorías contemporáneas del trabajo social. Una introducción crítica. Buenos
Aires: Paidós.

Rose, N. (1996). Inventing our selves: Psychology, power and personhood. Nueva York: Cambridge
University Press.

También podría gustarte