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PROGRESO Y HUMANIDAD
UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE
Y A SUS CRITERIOS DOGMÁTICOS
PROGRESS AND HUMANITY
AN APPROACH TO THE CONCEPT OF SUSTAINABLE HUMAN DEVELOPMENT
AND ITS DOGMATIC CRITERIA
RESUMEN
Por medio del presente artículo se busca sentar bases doctrinales suficientes que permitan el
esclarecimiento y la precisión de distintos aspectos y elementos conexos al concepto de
desarrollo humano sostenible. Bajo este orden de ideas, se hará alusión a las distintas
dimensiones de la noción de desarrollo, a la íntima relación desarrollo-economía –resultante de
la integración del Hombre y el Medio Ambiente—, a las distintas acepciones de la noción de
sostenibilidad y la revisión de las diversas interpretaciones que alrededor del concepto de
desarrollo humano sostenible son consideradas por la doctrina a nivel internacional y en
consideración de los múltiples avances que se han realizado en la materia. Con base a lo anterior,
en principio, nos ocuparemos del abordaje doctrinal de las nociones de desarrollo y
sostenibilidad como ejes definitorios y específicos del desarrollo humano sostenible, a partir de
los puntos previos, revisaremos la integración que, genéricamente en los distintos planes de
desarrollo, se ha realizado del componente del talento humano en las distintas interacciones,
actividades y fenómenos tendientes al progreso socio-económico, para así, finalmente,
permitirnos la especificación, determinación y/o discriminación de los puntos de mayor
relevancia e incidencia en la materia, a nuestro criterio, y la realización de conclusiones respecto
de la temática y aspectos tratados.
PALABRAS CLAVE
Adaptabilidad, Desarrollo Sostenible, Economía, Humanidad.

ABSTRACT
Through this article we seek to establish sufficient doctrinal bases that allow the clarification and
precision of different aspects and elements related to the concept of sustainable human
development. Under this order of ideas, reference will be made to the different dimensions of the
notion of development, to the intimate relationship development-economy -resulting from the
integration of Man and the Environment-, to the different meanings of the notion of
sustainability and the revision of the diverse interpretations that around the concept of
sustainable human development are considered by the doctrine at international level and in
consideration of the multiple advances that have been made in the matter. Based on the above, in
principle, we will deal with the doctrinal approach of the notions of development and
sustainability as defining and specific axes of sustainable human development, from the previous
points, we will review the integration that, generically in the different development plans , the
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human talent component has been realized in the different interactions, activities and phenomena
tending to the socio-economic progress, in order to, finally, allow us the specification,
determination and / or discrimination of the points of greater relevance and incidence in the
matter, in our opinion, and the conclusion of conclusions regarding the subject and aspects dealt
with
KEY WORDS
Adaptability, Sustainable Development, Economy, Humanity.

INTRODUCCIÓN
Una de las mayores preocupaciones de la modernidad, como resultado de la integración y
puesta en vigencia de un sistema estatal social de derecho, ha sido la consideración constante y
recurrente de la necesidad de velar por la subsistencia y conservación de la ciudadanía, la
garantía de existencia de recursos a futuro y la satisfacción a mediano y largo plazo de las
necesidades de la población, al tiempo que se observa y procura la preservación del Medio
Ambiente. El Hombre, como es evidente en los diversos estadios de la Historia, se ha
caracterizado por atentar de manera directa contra el Medio Ambiente, muchas veces obteniendo
provecho y utilidades a costas de la estabilidad -naturalmente—alcanzada por éste, como
resultado de la dinámica propia de la naturaleza. La conciencia de tal realidad ha sugerido, en el
mismo sentido, la necesidad de concientizarnos de los distintos efectos y repercusiones que, con
el paso de los años, se han ido agravando y acentuando en nuestro entorno, llegando incluso a
comprometer nuestras calidades de vida y los estándares a los que solemos estar acostumbrados.
En atención a la realidad acotada, múltiples naciones –orientadas por las directrices en
materia referidas por la ONU en sus comisiones de atención, cuidado y garantía medio
ambiental—se han encargado de la inclusión en sus planes de desarrollo de un componente que,
institucionalmente, comporte las bases esenciales según las cuales se ha de buscar la
sostenibilidad y, a la larga, tratándose de un criterio de fuerza vinculante y efectos progresivos, la
sustentabilidad de los estados y, consecuentemente, del bienestar de la ciudadanía como principal
eje definitorio de las intervenciones, interacciones y actividades de nuestras instituciones. Así las
cosas, sería recurrente la utilización y referencia del concepto de ‘desarrollo sostenible’ y
últimamente, la integración de un componente propio de la psicología y pedagogía para con éste,
traduciéndose finalmente en la expresión de ‘desarrollo humano sostenible’ en un ejercicio
práctico que tiende a la iniciativa de mejorar el acceso de la ciudadanía a información amplia,
oportuna y veraz sobre los asuntos de interés público en materia de cambio climático,
variabilidad climática y medio ambiente, de tal manera que sea mucho más probable la
participación activa de ésta para con los procesos que se vienen adelantando, vía gubernativa, al
respecto.
La estimación y validez del concepto de desarrollo humano sostenible viene dada desde la
necesidad de los estados de afrontar los diversos desafíos socio-económicos, culturales y
ambientales que, paulatinamente, se han ido presentando con ocasión de los efectos secundarios
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de la sobreexplotación y maltrato ambiental. Así, en últimas, aunados en el sistema de gobierno,


a saber, la democracia, los estados modernos apuntando a la sostenibilidad y sustentabilidad
procuran la formación ciudadana desde un criterio constructivo y decisorio respecto de las
nuevas determinaciones tendientes al desarrollo y a la mejoría de las circunstancias que dan fe de
éste.

OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
Interpretar los criterios fundantes y determinantes del concepto de ‘desarrollo humano
sostenible’ con una especial atención de las dimensiones de la noción de desarrollo,
sostenibilidad y humanidad, como bases teóricas de la nueva dogmática que se ha ido gestando
alrededor de estos puntos, orientando e identificando los sistemas jurídicos desde la conciencia
de un discurso de la imperiosa necesidad de procurar por el sostenimiento de las instituciones y
los elementos y recursos por éstas resguardados.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
- Analizar la operatividad y funcionamiento de los criterios de desarrollo y sostenibilidad
en la construcción del concepto de ‘desarrollo humano sostenible’.
- Examinar la incidencia de los criterios de humanidad y sostenibilidad en la
configuración de los distintos entendidos y dimensiones que comprende el concepto de
’desarrollo humano sostenible’.
- Precisar los elementos subyacentes e inherentes al concepto de ‘desarrollo humano
sostenible’.

METODOLOGÍA
El presente artículo se pretende como una investigación fundamentada en el paradigma
cualitativo de la investigación, con un enfoque tendiente a la revisión e inspección de los
distintos documentos, artículos y monografías más recientes en materia del desarrollo humano
sostenible. Se considera, de esta forma, como una investigación netamente cualitativa, dada esta
calidad, el artículo se orienta al estudio e interpretación dirigida a los textos, ideas y, en general,
comentarios vinculantes de la doctrina respecto de los conceptos de desarrollo, sostenibilidad.
Temporalmente hablando, es una investigación de naturaleza descriptiva que busca proporcionar
una mayor cobertura y entendimiento de la temática a abordar; en tratándose de las fuentes a
emplearse, nos basaremos en la utilización del método bibliográfico, anclándonos en la doctrina
internacional respecto del desarrollo sostenible.

JUSTIFICACIÓN
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La escogencia y abordaje de esta temática, siendo ésta, el desarrollo humano sostenible,


resulta pertinente, válido y oportuno toda vez que nos da la oportunidad de apreciar y considerar
las distintas dimensiones, posturas y entendidos que, en el marco de esta disciplina se han
alcanzado integrar en los distintos planes de desarrollo estatales; esto, atendiendo a la revisión de
los comentarios e ideales que social, económica y políticamente ha obtenido la doctrina como
resultado del enfoque los distintas entidades y corporaciones gubernativas le han ido
determinando a la sociedad colombiana, aunados en el tenor de los distintos planes de desarrollo
a nivel nacional, departamental y municipal que se han puesto en vigencia en los últimos años

MARCO CONCEPTUAL
Desde tiempo atrás, se ha hecho evidente la necesidad de incorporar e implementar en las
distintas políticas públicas de las naciones modernas los criterios de sostenibilidad y humanidad
en tratándose del desarrollo económico. Muchos han sido los tratadistas y doctrinantes que al
respecto se han permitido precisar la imperiosa necesidad de armonizar a los procesos y
actividades que se vienen adelantando por los estados contemporáneos, en un acompañamiento
constante de la cada vez más participativa ciudadanía, las implicaciones teóricas de la Economía
Ecológica, como una alternativa interdisciplinaria capaz y suficiente de integrar de manera
satisfactoria los distintos enfoques y aristas de naturaleza ecológico-ambientales, económicos y
socio-culturales, de modo tal que la inclusión y relación de estas disciplinas no resulte invasiva y
permita la construcción de una nueva cultura que permita la cohabitación ideal entre el Hombre y
el Medio Ambiente, sin que, lógicamente, la subsistencia de uno signifique correlativamente el
detrimento o lesión del otro.
Jiménez (1997) al respecto precisaría que la sociedad actual asiste a un replanteamiento de
los paradigmas clásicos de la Economía y del Desarrollo, que se han mostrado ecológicamente
depredadores, socialmente injustos y económicamente inviables, esto es, insostenibles; partiendo
de esta base, vemos que, muy a pesar de la considerable diferencia y distanciamiento
cronológico, son pocas o casi nulas las variaciones que en materia de atención, respeto y
tratamiento del Medio Ambiente, se han ido procurando en observancia de la guarda y garantía
de éste. Incluso, desde tiempo anterior, el concepto de sostenibilidad vendría a ser una idea
recurrente y constante en los discursos manejados por los distintos activistas e instituciones
ambientalistas, surgiendo por vía negativa, como resultado de los análisis de la situación del
mundo, que puede describirse como una “emergencia planetaria” (Bybee, 1991), un evento,
ciertamente, que no ha variado en lo más mínimo respecto de los últimos años del Hombre en
ejercicio de sus atribuciones como señor y dueño del mundo, en una concepción totalmente
egoísta de la noción de Humanidad y totalmente atentatoria de todas las calidades que se
entienden propias del Medio Ambiente como sujeto de derechos y, lo que es más, fuente
primaria de todos nuestros recursos, materiales y materias primas que condicionan y justifican
los distintos medios de producción.
De acuerdo a la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, en su informe
Nuestro Futuro Común, es inminente la concurrencia de un futuro desolador y en tela de juicio
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para la Humanidad, ‘Un futuro amenazado’ sería el rótulo que figuraría como primer capítulo del
informe Nuestro Futuro Común (CMMAD,1998) y que nos permitiría afirmar que se trata de la
primera alerta de uno de los mayores entes u organizaciones internacionales de naturaleza
asistencial a la hora de introducir, referirse y ratificar la importancia, validez e incidencia
efectiva del criterio de la sostenibilidad en el marco del desarrollo.
El desarrollo sostenible, es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación
presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades (CMMAD,1998), obedeciendo a esta definición sumaria sobre el entendido de
desarrollo en su dimensión conexa a la sustentabilidad vemos cómo la Comisión Mundial del
Medio Ambiente y del Desarrollo, se encarga de hacer las precisiones dogmáticas y teóricas
iniciales –en la época, innovadoras y esenciales para la configuración de esta dimensión del
desarrollo— que se habrían de tener respecto de la sostenibilidad, como una idea afín y de
conocimiento generalizado que no atañe mayores complicaciones argumentativas; se trata, pues,
de una definición, y si se quiere expresión de una idea fruto de la interpretación, proveniente del
sentido común de los receptores de tal concepto –a saber, desarrollo sostenible— que recalca la
necesidad intrínseca de las asociaciones, en los distintos estadios históricos, de preservar
recursos para las generaciones venideras, en un ejercicio de mera subsistencia.
La introducción, casi que abrupta, de un concepto totalmente nuevo en el contexto
histórico referido, supuso una multitud de traumatismos, principalmente, relacionados a la forma
cómo se observaba el mundo y los recursos, antaño, considerados como infinitos e ilimitados –
como habrían creído, alguna vez y de forma ilusa, nuestros antecesores—. El frenético ritmo en
que las variaciones climáticas fueron rindiéndole cuenta a las actividades socio-económicas de
nuestras generaciones pasadas terminó generando desbalances, como es de esperarse, en la
calidad y cantidad de productos y servicios que inicialmente se caracterizaban por gozar de
cualidades y características altamente reconocidas; si bien, el Medio Ambiente en procura de la
auto-regulación de sus circunstancias (resultante del proceso biológico de la homeostasis),
procuraría el restablecimiento de sus calidades y situaciones –entendidas como la rescisión de
sus circunstancias, sin alteración de sus cualidades y calidades básicas—, tales procedimientos
serían en perjuicio o a costas de las actividades humanas que, por supuesto, suelen estar viciadas
por su condicionalidad.
Antitéticamente, al tiempo que se venían gestando diversos apuntes doctrinales alrededor
del criterio de la sostenibilidad, la idea de la insostenibilidad se haría una idea fuerza, esto
comprendiendo que se entendería como la situación fáctica inicial que se habría de combatir y
superar, atendiendo a la censura de comportamientos anti-ambientalistas, que llegasen a
comprometer cualquiera de los distintos elementos que conforman y participan del Medio
Ambiente e incluso, que llegasen a sugerir la degradación paulatina, o en su defecto, el
favorecimiento de dicha degradación de los avances o logros alcanzados en esta materia.
De ahí que autores como Lobera (2008) estime a las distintas situaciones de
insostenibilidad, muy a pesar del impacto en retroactivo de éstas para con las condiciones de vida
de la población, como el principal motivante o motor para la búsqueda de un estadio o
circunstancia tendiente al desarrollo que supere el conflicto socio-ecológico que históricamente
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ha ido dotando de mayor validez. Tal postura, acuñada finalmente, por el grueso de los países
que incorporan en sus ordenamientos normativos las disposiciones de desarrollo sostenible,
comprendió la creación y gestación de una ideología entorno al progreso y la relación del
Hombre-Medio Ambiente, tradicionalmente considerada como una relación de dominio. El
criterio de sostenibilidad sería, en definitiva, una búsqueda compleja que implica una corrección
de las causas de insostenibilidad (ídem, 2008).
La cátedra de la UNESCO de Sostenibilidad, habría compilado y sintetizado los puntos
anteriormente acotados desde la evaluación del debate sobre el progreso y la forma cómo la
ciudadanía participa de los eventos y/o actividades que involucren al Medio Ambiente, así pues,
los catedráticos de esta institución entenderían que:
“(…) La sensibilidad al riesgo y a la crisis de insostenibilidad se ha incrementado de
forma considerable, en un momento en que se observa una cierta pérdida de legitimidad de la
política representativa. La participación es, hoy más que nunca, uno de los imperativos de la
búsqueda de la sostenibilidad (…) (UNESCO, 2008)”.
Con ocasión, y atendiendo a la última acepción referida atribuida a la UNESCO respecto
de la sostenibilidad y su íntima relación y dependencia del criterio de insostenibilidad como
primer punto de partida para la consecución y/o alcance de objetivos en materia de desarrollo
sostenible, vemos que, Pascual (2008), se referiría al respecto en los siguientes términos:
“(…) El desarrollo sostenible es un término ambiguo que forma parte del lenguaje
cotidiano; sin embargo, es importante aplicarlo con rigor. Es necesario insistir en la
importancia de utilizar la concepción ‘fuerte’ de sostenibilidad y usar el análisis de la
insostenibilidad actual como punto de partida. A partir de ella, se defiende el establecimiento de
las prioridades para la toma de decisiones propuestas por la Economía Ecológica para avanzar
hacia la sostenibilidad global (…)”.
La referencia explícita a la existencia de variedad de concepciones respecto del criterio de
sostenibilidad pone en evidencia la vaguedad conceptual existente respecto de las nociones
referidas y, finalmente, sólo se tendrá por validad la acepción aplicada y aplicable, desde los
contextos y escenarios prácticos y propios de cada sociedad. Desde el Informe Brundtland
(CMMAD, 1987) hasta la fecha, los conceptos previamente referidos se han utilizado para
diferentes finalidades y con diversas interpretaciones, todas dependientes de factores
condicionantes de sus entendidos y graduadores de los alcances de sus efectos. Con ello en
mente, vemos que es necesaria la precisión conceptual o, en su defecto, el anclaje o abordaje
específico de fuentes bibliográficas puntuales como ocurre de la mano de “la sostenibilidad
fuerte” (Daly, 2005) como una expresión recurrente en los diversos discursos críticos sobre el
desarrollo.
La precisión dogmática de una interpretación del criterio de sostenibilidad en su vertiente
‘fuerte’ o ‘débil’ viene dada en virtud de la consideración previa o, la advertencia, de la
concurrencia de situaciones de insostenibilidad que han generado –y han sido generadas—por la
dinámica misma del modelo de desarrollo económico vigente. Por ello, vemos cómo la
dogmática y, en general, la doctrina alrededor del desarrollo sostenible se trata de una estructura
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por completo recurrente y que se modifica a partir de sus bases teóricas desde la reordenación y
el redireccionamiento de las mismas; no se trata pues, del concepto tradicionalmente acuñado
para referirse al desarrollo económico armónico en atención de la reforestación y renovación de
los recursos –siguiendo los lineamientos propios de la Economía Ecológica—, sino, del estudio y
la gestión efectiva y coordinada desde la Economía y la Administración Pública, de los recursos
y efectos ambientales que tiendan a la obtención de un sistema más eficaz y reorientado al trato y
manejo de las situaciones de insostenibilidad que aletargan los esfuerzos mancomunados
tendientes a la mejoría de las condiciones y las actuaciones fundamentales que determinan el
derrotero a seguir por la sociedad y la ciudadanía, al menos, en lo que compete al Medio
Ambiente.
En el marco del criterio de sostenibilidad fuerte tenemos que la misma pluri-
dimensionalidad del concepto de desarrollo nos sugiere ciertas bases, estados o circunstancias
predeterminadas que orientan y permiten la satisfacción de los logros en esta materia. No
obstante, y como se ha reiterado, la participación de situaciones de insostenibilidad sugieren de
manera inmediata la necesidad de participación humana y, en la misma vía, de regulación de las
conductas, comportamientos e ideales de los sujetos intervinientes en estas esferas de modo tal
que se garantice, así sea, mínima y sumariamente, la satisfacción de las necesidades básicas de
todos (los ciudadanos) extendiéndonos las oportunidades de satisfacer nuestros deseos y
esperanza de una mejor calidad de vida (Macedo, 2005). Esta idea, sin mayor extensión de sus
implicaciones teóricas y/o axiológicas, con un especial cuidado del principio superior y
determinador de los Estados de Derecho de la Solidaridad, serían el pilar axiológico-
fundamentalista del concepto de desarrollo humano sostenible.
A partir de las orientaciones dispuestas según el Informe Brundtland, el concepto de
desarrollo humano sostenible se erige como resultado de la suma de distintos factores
intervinientes en la estructuración de una fórmula ideológica con la que, eventualmente, se
pudiese permitir la continuidad del productivismo capitalista sin buscar la corrección, reparación
y/o restauración de las condición previa del Medio Ambiente, puesto que se prevé toda
afectación ecológica-ambiental que pudiese ser producida a causa del sistema industrial. En
palabras de Riechmann (1995) –siendo una posición ampliamente replicado por los doctrinantes
en materia, la fórmula (ideológica) mágica es el crecimiento sostenido, o desarrollo sostenido, en
virtud del análisis de las interrelaciones e interacciones que propician el crecimiento económico
de las Naciones, reformando la producción, facilitando y permitiendo la participación de los
ciudadanos en los procesos de ésta y buscando mejorías y avances en la eficiencia y eficacia del
empleo y utilización de los recursos, haciendo ‘ecológica’ la producción y los resultado
adquiridos con y a través de ésta.
Muy a pesar de las intenciones y objetivos del desarrollo sostenible, es evidente que no se
podrá atender de forma exclusiva a la obtención o garantía de un nivel de subsistencia mínimo
que sea capaz de satisfacer las necesidades futuras –establecidas como resultado de la evolución
socio-cultural y de la dinámica propia y cambiante de las políticas públicas— si antes no se han
satisfecho las necesidades y aspiraciones humanas del presente, que tienden a saberse omitidas,
ignoradas o en muchas circunstancias, obviadas dado la forma cómo opera la sociedad a causa
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del modelo económico propio de ésta; el desarrollo humano sostenible viene a comportar las
distintas pautas de comportamiento tendientes a la generalización de medidas que permitan la
más mínima digresión o afectación de los componentes y/o recursos con los que éste se
relaciona.
 La satisfacción de las necesidades del momento vendría a ser uno de los principales
límites sociales del crecimiento o desarrollo sostenible toda vez que ello supone
implicaciones negativas o en detrimento de los objetivos idealizados o proyectados
en abstracto. La situación social de momento no puede desconocerse e incide,
condicionando a las situaciones de insostenibilidad.
Son innegables, de esta forma, el agotamiento o uso de los recursos, al igual que las
variaciones en el medio del que se extraen. La actividad humana, comprendida genéricamente
como participación, ocurre en la medida en que busca regular los procesos de cambio en los que
se explotan los recursos, al tiempo que orientan y orquestan la evolución de los medios y la
tecnología empleada para la puesta en marcha de la producción siempre atendiendo al principio
de capacidad de sustentación –una evolución teórica del principio de carga humana,
comprendido como la base de la sostenibilidad—. La cuestión esencial, bajo estos entendidos,
sería la forma cómo se consigue la regulación del uso y ahorro de la reserva de los recursos
naturales sin descuidar las necesidades propias de las comunidades y de las naciones, la
examinación y evaluación de las dinámicas de la Economía aplicada a éstos insumos vendría a
generar la comprensión de los recursos como ‘capital natural’ que habría de generar utilidades
con efectos a futuro; en estos términos, la sostenibilidad y la participación humana al desarrollo
vendrían dados en una menor dependencia del capital natural del que se dispone y una reducción
significativa de los flujos físicos y la afectación a las áreas ecosistémicas necesarias para sostener
la Economía (Rees, 1996).
Bajo el mismo orden de ideas Rees (1996) precisaría que, de acuerdo a la ideología que
sustenta axiológicamente el criterio de sostenibilidad, éste:
“(…) depende del grado de equidad en las relaciones internacionales, de los cambios
importantes en la relación de intercambio, de la propia autosuficiencia regional y de políticas
para estimular un gran incremento en la eficiencia material y energética de la actividad
económica (…)”.
Tal planteamiento, sugeriría en palabras de Hardin (1991) que ‘el principio de carga
humana’ –hoy por hoy comprendido como capacidad de sustentación— depende esencialmente
de la contabilidad demográfica y de la adecuada gestión administrativa y socio-económica; la
Humanidad, en su dependencia de la productividad y de los servicios vitales de la ecosfera –
dimensiones ecosistémicas— (Rees, 1990), ignora o desecha la necesidad de mantener el capital
natural fijo o en su defecto tendiente al superávit. La Humanidad y el consumismo de ésta,
propiciado por el capitalismo, incrementa consecuentemente el nivel y la ansiedad de producción
de la población económicamente activa. La capacidad de sustentación de las sociedades
modernas habría de estimarse desde la carga máxima de explotación ambiental que habría de
soportar en condiciones constante el medio ambiente, parafraseando a Catton (1986).
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La búsqueda de la armonía de las condiciones naturales y la productividad inherente a un


medio ecosistémico, estimado en función de la población humana y de su consumo per cápita
surge de la exigencia de la acomodación de los recursos a una población cada vez más creciente
y que tiende a la superación con creces de los recursos existentes y dispuestos en el mercado;
como resultado de estas tendencias, la presión y la carga que podría soportar el medio en que ésta
se concentra, tendería al declive y supondría una gran afectación directa al capital natural del que
disponemos.
Desde una perspectiva netamente funcional, la necesidad del desarrollo humano sostenible,
se traduce en la creación de nuevos planes, programas y herramientas –con base a nuestro
desarrollo tecnológico—que nos permitan la conservación y reserva de los mayores recursos
posibles con el menor desgaste posible del Medio Ambiente, manteniendo estables las relaciones
de producción y funcionamiento. En palabras de Rees (1991), en consideración de la finitud de
los recursos que disponemos y del mundo en que nos encontramos, ha de ser necesario:
“(…) (que) la evaluación económica de la condición humana sea basada, o al menos
informada, por los análisis ecológicos y biofísicos (de los recursos y del medio); (y que) los
análisis ecológicos adecuados estudien los flujos disponibles de recursos, sobre todo de
productores primarios, hasta niveles secuenciales de organismos consumidores en ecosistemas
(…)”.
Será, entonces, de vital importancia la intervención del talento humano en el estudio y
análisis de los niveles secuenciales de los distintos organismos consumidores en los ecosistemas
para la proyección de los objetivos deseados en materia de sostenibilidad y desarrollo
económico; es tarea, pues, de la población, encargarse del mantenimiento de los niveles del
capital natural al reconocerlo como el principal dador de soporte de vida y de los elementos
esenciales de producción y al reconocer la estructura y diversidad de intenciones, facultades y
conciencias al interior del sistema socio-económico en que nos encontramos, siendo esta última
particularidad uno de los mayores condicionantes del capital natural.
Finalmente, al precisar las dificultades de interpretación de lo que es comprendido por
sostenibilidad, desarrollo –en especial, su dimensión sostenible—, Humanidad –comprendida
como talento humano y en términos de participación— y la necesidad de protección del capital
natural del que disponemos, en virtud de la observancia del principio de capacidad de
sustentación¸ es menester comprender las tres (3) dimensiones que comprende el capital natural,
que es esencial y genéricamente primordial para la sustentabilidad, que para Costanza & Daly
(1992) y Rees (1995), son:
- “(…) Capital Natural Renovable, como las especies vivas o los ecosistemas, con
producción y mantenimiento propio usando la energía solar y la fotosíntesis; estas
formas de capital natural, pueden producirnos bienes materiales comerciables como la
madera, pero también pueden producirnos servicios esenciales no contabilizados cuando
se mantienen en su lugar;
- Capital Natural Reponible, como el agua subterránea o la capa de ozono, no se trata de
capital vivo pero sí a menudo dependiente del ‘motor’ solar para renovarse;
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- Capital Natural No-Renovable, como los combustibles fósiles o los minerales, siendo
análogos a las existencias y de uso limitado o en exceso restringido (…)”
Corolario de lo anterior, a partir de las bases ideológicas expuestas por Daly (1992) & Rees
(1996), es preciso afirmar que el crecimiento continuo de la economía puede ser conseguido a
expensas de la explotación y deterioro de nuestros medios ecosistémicos; el consumo económico
suele exceder la producción natural y se manifiesta, generalmente, en el agotamiento del capital
natural. De no aplicarse efectivamente los principios y objetivos de desarrollo sostenible nos
veremos en la labor imposible de la reestructuración de los ecosistemas, aumentando los
conflictos originados en la carencia e insuficiencia de los recursos para ser distribuidos y la
consecuentemente inestabilidad económica de las Naciones.
Dado que los modelos económicos adoptados por nuestras naciones no tienden a la
facilitación de las condiciones propicias para la garantía de capacidad de sustentación, será
necesario, de forma paulatina y progresiva, la revisión de los elementos incidentales y básicos
que orientan al desarrollo humano sostenible, considerando dos (2) puntos que, desde los
postulados de Rees (1996) no han variado siquiera ínfimamente, respecto del paso de los años,
siendo, a saber, los siguientes:
- “(…) La economía humana es una estructura disipativa altamente ordenada, dinámica y
lejos del equilibrio; y, al mismo tiempo
- La economía es un subsistema abierto y creciente de una ecosfera materialmente cerrada
y no creciente, y, es, por lo tanto, dependiente de la materia y energía disponibles de la
ecosfera, para su crecimiento y desarrollo (…)”.
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CONCLUSIÓN
A modo de colofón, podemos precisar que:
- Son muchas las dificultades interpretativas que existen con ocasión al concepto de
desarrollo sostenible y que, en el mismo sentido, son muchas las luchas desde la
interpretación de los textos y tenores contentivos de los planes de desarrollo de cada
nación; siendo estimado, por gran parte de la doctrina en materia, como una temática de
alta discusión y vaguedad conceptual.
- La clarificación conceptual que puede establecerse en materia de desarrollo sostenible
siempre será en virtud de la vertiente (propia de la doctrina) conforme a la cual se decida
la realización de las disposiciones y regulaciones tendientes a la operatividad e
integración de medidas de sustentabilidad ecológica.
- El desarrollo humano sostenible integra una construcción técnico-jurídica que acompasa
importantes elementos normativos y prácticos que desarrollan los principios esenciales de
los estados modernos como la democracia y la justicia social, en consideración de la
población humana y del Medio Ambiente.
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BIBLIOGRAFÍA
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Samuel Andrés Martínez Becerra


T00045740

Rafael David Naranjo Guardo


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