Rita Indiana Hernandez
La estrategia de Chochueca
COLEGCION LA MONTANA DE PAPELUno
Habjian matado a alguien afuera, Podfa ofr
los gritos y el correteo de la muchedumbre. Loca
por saber algo, yo también corr.
‘Un camién de cerveza habfa arrastrado aun
muchacho dejando la autopista cubierta de visceras
y sangre. La gente queria tirarse de los balcones,
corrfa morbosa a presenciar las excecrebles artesanias
de la muerte. Yo me abria paso entre dofias en bata
y nifios que explicaban el accidente con lujo de
detalles, caminé hasta que pude porque cuando
lograba acercarme otra turba me detenfa y me hacia
escuchar las voces de asco. Lo que escuché aquella
noche quedé pululando mis suefios. El cuerpo
deformado del muerto y sus mil versiones se me
aparecfan en medio de la conversacién mas
despreocupada, el real se quedé detras del circulo
que los vecinos y los peatones hicieron alrededor de
a.
Cuando todo terminé y la gente se fue a
acostar caminé adormilada por muchas calles, una u
otra me parecfan la misma
La sola accién de andar ofrece posibilidades
inevitables, se camina sin pensar que se camina, mas
bien tintineamos las caderas acompasando las piernas
ala cadencia autémata. Por un momento es delicioso
saberse sola en este subdesarrollo de mierda, Buscaba
un teléfono para llamar a Julia, a quien no vefa desde
hacia un aiio. Mi abuela me habja dado un mensaje
suyo: debia de lamarlaa las nueve de la noche desde
un teléfono puiblico.
-13-Desde ese momento debs sospechar que algo
grande e imitil como el Obelisco caerfa sobre mi,
pero no, asi que segut las instrucciones que Julia habia
hecho escribir a mi abuela en un pedacito azul de
papel; marqué el ntimero y enseguida lo levanté la
loca:
~2Y entonces?- Le pregunte.
~Tienes que ir ahora mismo a donde
Saturnino, él te va a dar lo que tit le prestaste, éte
acuerdas? Dile al sobrino de don Saturnino que te
lleve en su camioneta hasta un sitio donde guardar
lo que él te dé, lo que tii le prestaste, lo que él te va
a devolver €Ok? €OK? Majiana te llamo, no no mejor
ldmame ti.
Y colgé.
De que Octaviano estaba involucrado no me
cabfa la menor duda. Lo vefa como una vez me cont6;
cuando era nifio y lo levaban a la playa correteaba
horas al amanecer detras de un cangrejo, de esos
naranjas que se meten en las cuevitas de los arrecifes.
Me conté que persegufa estos cangrejos y cuando
atrapaba alguno le cortaba las patitas y un ojo,
dejando al pobre animal manco y tuerto arras-
trandose sin avanzar en la arena, Ahora era yo el
cangrejo, enterrandome enceguecida en arenas més
complicadas que las de la playa.
Sabia que Saturnino era el duefio de la casa
de empefio donde iba a parar todo lo que caia en
manos de Octaviano. Alli le conocian y también a
Julia porque se pasaban pocos dfas sin aparecer para
‘empefar el collar de la mama o el aparato de misica
del papa o de la amiga, quien estuviera cerca en
momentos de desesperacién.
Algo habfan dejado alli que habia que devolver
inmediatamente. Alguna prenda de oro quizé. “La
‘iltima vez trajeron unos relojes de muertos, se meten
en el cementerio a quitarles los relojes a los difuntos,
con eso no se juega, eso muchachito tan como mal
ot
de la cabeza”, me dijo Saturnino cuando me
identifiqué. “Te estaba esperando”, aitadié y me hal6
hasta un almacén en la parte de atrés donde habia
de todo. Huacales lenos de armas blancas, grandes
y pequeiias dagas al servicio de la poblacién,
televisores, tres o cuatro bicicletas, enciclopedias,
planchas y tostadoras, bates de baseball, un espejo
con el marco labrado feisimo, un Ifo de ropa en una
funda, cajitas de miisica, muebles que olfan a mocato,
cajas fuertes, discos compactos usados y nuevos, todo
‘en un supremo desorden, cada cosa encima 0 al lado
de la otra, en una sinfonfa barroca de metal, mierda
y fibra de vidrio; y al fondo una gran cosa cubierta
con una Jona azul: las bocinas.
Todo estuvo bien hasta que vi el tamaiio de
aquellas bocinas, pude, en medio de la sonrisa
nerviosa que me atacé, tener una nocién de en qué
estaba metido Octaviano. Por supuesto, Saturnino
muy buena gente y todo, no me dejaria llevarmelas
asi como asi. Salf a la calle. Necesitaba dinero. Un
vientecillo a ras del suelo arrastraba dos o tres
basuritas, llamé por segunda vez ylo cogié Julia, ahora
ms torpe:
~éQuién me habla? Silvia éUsted quiere hablar
con mi hermano? Ok éFue a buscar el mandado de
papi? cSe lo dieron el mandado de papi?, éConsiguié
dénde levarlo?
={Julia, de qué cofo tit me estés hablando?
Hablame claro, éde quién son estas bocinzs?
=Nuimero equivocado, llamé mal.- Me dijo y
colgé.
Primero pensé que Julia estaba ya completa-
‘mente loca, nunca habia estado muy bien, Pero ahi
estaban, como pruebas irrebatibles las bocinas que
ademés no tenfa idea de donde iba a meter luego de
sacarlas de allf, Llamé a Lorena, una jevita muy cool
que habia conocido por Salim, tenfa dinero porque
su mamé habfa muerto de cancer cuando ella era
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