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A cada paso
Sentimos morir nuestro atado a la espalda
Escurrirse el lento peso de ilusiones
Oscuros viajeros sin árboles ni cisternas
Así partimos a otra orilla (¿a otras voces?)
Extraños compañeros de un barquero sin nombre
Extraños como vinimos. Aún sin certezas
Tal vez mis pies sobre esta hiervan
Empañan la mirada eterna de un difunto
Tal vez la brisa exista
Solo para despeinar a los árboles
Si el blanco es un color invisible
¿Qué será de la flecha?
Miro al cielo y aguardo las señales del trueno
Y de los pájaros
Este juego cuya gracia tal vez es no entenderlo
Todo ese cielo entrevisto
En el amor entre dos
O en el dulce amor solo
Cuando la carne canta
Todo nace del corazón del cielo
El agua, la piedra, el pasto suave
Todo brota de su extraño corazón
La luna que nos hace buenos
Con solo mirarla
La noche
Que es la forma oscura y continua
Del resuello pavoroso de un Dios
El corazón es un cuenco sediento y extraño
Toda el agua del cielo cabe en él
Sin derramarse
Nunca se colmaría aunque lloviera
Todo el cielo
Aunque todo el cielo se derramara
Como una cosecha de llanto
El cielo y la tierra
Suspendido de un hilo que no vemos
Palpita en su misterio el corazón del hombre
Cuentan Entre
Que no son rectos los caminos que hasta allá
Conducen
Tampoco hay señales visibles
Solo su latido
Como una flauta lejana llenando el alma
Solo esto sabe la leyenda
Solo esto cuentan los más viejos sabios
Del mundo
Acaso sea nuestra sombra
Indeleble sello de Dios
oscuro emblema del vacío
Que nos acecha
Nada oscuro seguía nuestros pasos en el jardín
Solo en el agua nuestra clara sombra
Mirándonos
Solo la extraña ofrenda de un sol manual
Y suave
Nada sumiso a nuestros pies como una mancha
Que no olvida
Y todo era sol
Pues el sol moraba nuestra sangre
Un ángel de alas blancas
Venía a mojar su pan en nuestro plato
Era el más hermoso entre los ángeles
Sus alas blancas llenando el aire
Mojaba su pan en nuestro plato
Como diciéndonos:
Solo hay en el mundo antorchas encendidas
En el materno recinto de los árboles
Como un manto o una ancha mano extendida
El juego de las ramas eran delgados niños
En un país muy dulce como un claror de ángeles
Y todo era sol
Pues el sol doraba nuestra sangre
Regazo ya imposible o sueño despertado
¿Qué manos
Empañaron el cristal
Con el perenne duelo de su roce?