En 1969, cuando era profesor de castellano de un colegio rural
cerca de Los Ángeles, el poeta Floridor Pérez escribió un poema dedicado al primer astronauta chileno. Muchos años después conoció a quien probablemente será el primer chileno en viajar al espacio. El artículo que reproducimos a continuación es de su autoría y fue publicado en la revista Casagrande N°9. "Usted es un personaje de mis libros, yo lo El 20 de julio de 1969, el módulo lunar de la nave Apolo 11 se inventé", fueron las posó suavemente sobre una pantalla gigante instalada en la palabras de Floridor al Plaza de Chillán. El gentío estalló en aplausos ¡el hombre había estrechar la mano de llegado a la Luna! A la mañana siguiente, encaramado en un Klaus. camión lechero, recorrí los treinta kilómetros desde Los Ángeles hasta mi escuela rural. Por ese día reemplacé el Libro de Lectura por todos los diarios del país. Los chicos que llegaban saltando charcos, deletreaban que ese "pequeño paso" en la luna, era "un gran salto para la humanidad", mientras muchos ojos incrédulos apuntaban al vidrio roto de la ventana, como al telescopio más confiable. El universo cabía entero en mi sala de clases y los chicos ...Un gran paso para la descalzos volverían a casa saltando de estrella en estrella. humanidad. Por la tarde, cuando me disponía a partir, la figura de la señora Rosa cubrió por completo la puerta de la sala. Sin mediar saludo, me largó: -Mire, profesor, nosotros siempre hemos dicho que usted se va a volver loco de tanto leer, pero una cosa no más voy a pedirle: que no vuelva loco a los chiquillos... ¿cómo se le ocurre salir con eso que el hombre llegó a la Luna...? -¡Pero si yo mismo lo vi en una pantalla de...! Cuando Klaus Von -Y usted -me atajó- ¿ha ido al teatro? Storch suba a una nave -Claro, pero... espacial, llevará consigo un DVD con -Y cuando en la película matan a un pistolero ¿usted también todos los mensajes cree que está muerto...? subidos al sitio de la revista Casagrande. Y partió como había llegado. Sin argumento posible, aunque ¿Dudas que sea más admirado que molesto, me paré ante el pizarrón, con un cierto? trozo de tiza en la mano. Debo haber parecido un escolar Escúchalo (video) del castigado disponiéndose a escribir mil veces: no debo decir propio Klaus. ciertas cosas... No debo... Pero lo que escribí resultó algo muy distinto: Manitos Trabajadoras Canción pal primer astronauta Creo que aquel día hice mi primera clase de la ciencia chileno que después patenté en el título de mi libro "Cielografía Para este viaje de Chile", que se abre con este poema. que quiero hacer Afortunadamente, la señora Rosa jamás lo leyó. Porque no sirve el barco si los yanquis le parecieron una locura ¿a quién "se le no sirve el tren. ocurre salir con eso" de un astronauta chileno, allá y entonces, cuando el bus rural sólo día por medio No sirve el agua cumplía el recorrido "Los Ángeles -Cerro Colorado- no sirve el riel Mortandad"? para este viaje que quiero hacer. 33 años después, en el invierno del 2002, los poetas de Casagrande -que han institucionalizado la locura como ¿Tal vez un ave actividad cultural- me invitan a una entrevista con el de blancas alas primer astronauta chileno. Me emociona pensar que voy llegará? a conocer a uno de mis personajes literarios, y trato de ¿O bien la escala imaginar qué sentiría, por ejemplo, Francisco Coloane si musical? lo invitaran a saludar al Último grumete de la Do Baquedano... Re Mi Klaus von Storch es abierto y cordial. No se parece a Fa mis alumnos que en 1969 inspiraron la "canción", pero Sol me recuerda el clásico "Quinto Vs. Sexto Humanidades" La del Liceo de Osorno, en 1949. Yo estaba en primero y Luna, fui de la barra del Quinto. Perdimos 1-0, con un penal soñar que marcaría algún rubio fornido, como este osornino que en una canción que ahora me saluda en el patio de La Chascona, la se sale a volar. casa de Neruda en el barrio Bellavista. Autro: Floridor Pérez Alguien le pide detalles sobre su vuelo espacial. Incapaz de entenderlos, me distraigo pensando en la importancia de la tecnología, gracias a la cual, aunque sea tres siglos o treinta años después, la realidad suele alcanzar el vuelo de la poesía. ¡Buen viaje, primer astronauta chileno! Y permíteme la pretensión de que, entre toda tu compleja tecnología, algo muy sencillo y muy nuestro se eleva en ti, convertido en título del sueño de un poeta-profesor chileno, escrito con tiza en la pizarra de tablas sin pulir de una escuela rural.