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ISBN: 84-9822-075-0
THESAURUS:
Tematología, historia de las ideas, literatura comparada, motivo, tipo, mito, imagen,
figura literaria, símbolo, tradición literaria.
1. Introducción
El estudio de los temas literarios es uno de los más ricos, amplios, variados y
antiguos de la historia de las letras, a pesar de que hace poco más de un siglo que ha
empezado a considerase como un método de análisis crítico y como una herramienta
de trabajo dentro de la Literatura comparada. Esto es algo que no debe sorprender
porque tradicionalmente la obra literaria se estudiaba atendiendo a sus dos grandes
aspectos, la forma y el contenido, es decir, lo intrínseco y lo extrínseco. A principios
del siglo XX se estudiaba −y enseñaba− la literatura a partir de una clara y quizá
excesiva división en épocas, periodos, movimientos y autores, que podían y debían
encuadrarse fácilmente en cada una de sus etiquetas correspondientes. Lo mismo se
podía decir del estudio particular de las obras, pues se aludía a categorías estancas
como la forma, la estructura, el tema o el estilo. Naturalmente, este modo de enfocar el
análisis crítico de los textos literarios favorecía la concepción de la historia con una
cierta continuidad, que no planteaba mayores problemas ni suscitaba tampoco otros
cuestionamientos más transgresores, subversivos o simplemente alternativos.
Sin embargo, todo acercamiento al estudio de la literatura, ya sea de base
histórica, formal, genérica, estilística, temática o de cualquier otro tipo, supone la
adopción de una orientación particular, que no es más que la respuesta a un
determinado interés por un aspecto o modo específico. Por esta razón, no es
necesario incidir aquí en el hecho de que la primera toma de contacto de cualquier
lector a una obra nunca se hace desde el vacío sino que siempre hay presuposiciones
y expectativas que derivan de nuestras respectivas experiencias como lectores de
textos anteriores. Así, cada corriente crítica, cada teoría que se aplique a la
interpretación de un texto literario no es más que una forma peculiar de análisis que no
se puede desligar de sus mismas implicaciones ideológicas, ni del contexto histórico,
social o cultural desde el que se realiza. Y, desde luego, la tematología no es una
excepción. Por esta razón, tanto la enseñanza de la literatura como la lectura e
interpretación de cualquier obra debe tener siempre presente los métodos concretos y
las ideologías que ponen de manifiesto.
Si se entiende la literatura como un hecho socio-cultural que se manifiesta de
forma abierta y plural, a partir de la comunicación o de las relaciones literarias
internacionales que la definen y modifican en su continuo intercambio, su estudio no se
puede concebir sino dentro de un sistema o sistemas que, como construcciones
culturales, permiten explicar el dinamismo de su variación en el tiempo y el fenómeno del
cambio literario. Desde esta perspectiva, son muchos los críticos que han formulado
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3. ¿Qué es la tematología?
El estudio de los temas, tipos y motivos literarios es una de las orientaciones más
ricas y propiamente “comparables” o “comparativas” de la literatura comparada −valga la
redundancia−, al permitir establecer lazos de unión, conexiones, similitudes,
paralelismos y, en definitiva, todo tipo de relaciones entre literaturas –u otras formas de
expresión– alejadas tanto en el tiempo como en el espacio. Además, la historia universal
nos enseña que los grandes temas literarios, como el amor, la vida y la muerte, se van
reescribiendo sucesivamente adaptándose a nuevas formas, incorporando otros motivos
o simplemente variando su verdad contextual pero, sin duda alguna, siempre invitando a
la comparación. En términos generales se podría decir que la tematología es una línea
de investigación que muchas veces se solapa con la mitología o la imagología, por lo que
parece necesario delimitar conceptos.
La tematología no sólo se ocupa del estudio de los temas –de su contenido,
entiéndase– que conforma una determinada obra, movimiento o escuela, sino que
estudia igualmente la forma que adoptan y el modo como se construyen. En muchas
ocasiones, el tema es el elemento estructurador del texto al contribuir a edificar su
armazón interno. Piénsese en el tema del adulterio vivido por Ana Ozores en La Regenta
(1884) de Leopoldo Alas “Clarín” o, mejor aun, en el donjuanismo, tema clave tanto del
conocido drama de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla (1613, public 1630) como del
Don Juan Tenorio (1844) de José Zorrilla o incluso de la versión más actual de Gonzalo
Torrente Ballester, Don Juan (1963), en la que el escritor ofrece su propia versión de un
tema convertido ya en mito. En cuanto a los motivos o imágenes, se puede decir de
forma general que forman parte del tema, pues contribuyen a dar un sentido más
completo al mismo. Esto ocurre, por ejemplo, en el motivo del viaje interior metafórico
que vive Pedro, el protagonista de la novela de Luis Martín-Santos, Tiempo de silencio
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(1962), mientras deambula por las calles de Madrid, o el de la guerra, motivo que evoca
de manera recurrente Álvaro en Señas de identidad (1966), de Juan Goytisolo, por citar
sólo unos ejemplos de la literatura española. Es decir, que temas como el exilio, la
muerte, el amor, la relación padre-hijo, el honor o la locura actúan como tales sólo
cuando se emplean en su sentido más amplio dando forma a una determinada obra
literaria y cuando engloban otros conceptos sobre los que se apoya su significado. Este
sería el caso de los motivos, los topoi o las imágenes, entre los que podemos incluir la
religión, la pareja, el suicidio o el amor cortés. Todo esto no viene sino a demostrar que el
significado de los términos “tema”, “motivo”, “tipo” o “tópico” varía al adaptarse a la
función que ejerce en una determinada obra pudiendo perfectamente un tema constituir
el eje central de una novela, mientras que en otra se limita a funcionar como un motivo
más, un símbolo o una imagen.
De ahí que no sorprenda la postura de Harry Levin, cuando a finales de los años
sesenta llegó a afirmar que la tematología no era más que una denominación nueva para
lo que la crítica literaria había venido haciendo con la tradicional dicotomía
forma/contenido. Según él, esto explicaría por qué la novela epistolar presenta una
diferencia formal, mientras que hablaríamos de un tema distinto para la novela gótica
(1972: 93). Aunque el ejemplo de Levin es suficientemente claro a este respecto, habría
que matizar que no se cumple en todas las ocasiones y mucho menos en la literatura
más actual de tendencia postmoderna en la que la hibridación, la reescritura, la
metaficción, la autorreflexión literaria y la subversión tanto de temas como de formas,
valores e ideologías se transgreden formando juegos ficcionales que rompen con la
linealidad de la narrativa anterior. Una novela como Plenilunio (1997) de Antonio Muñoz
Molina, por ejemplo, explora temas transcendentes de la sociedad actual, como la
violencia, la inseguridad ciudadana o incluso el amor, desde los postulados del género
detectivesco, a la vez que subvierte el valor que se ha otorgado tradicionalmente a la
literatura popular. Algo parecido se podría decir de la metaficción historiográfica, o de la
novela histórica postmoderna tal y como puede tomar forma en la producción literaria de
Eduardo Mendoza.
Otra cuestión sería atender al estudio diacrónico de los temas literarios, que
también constituye un ámbito de estudio bastante ilustrativo. De hecho, un seguimiento
comparativo de la forma y el modo cómo ha ido evolucionado un tema en la obra de un
determinado autor o, más aún, en diferentes escritores a lo largo de diversas épocas
puede arrojar algo de luz sobre cuestiones bastante pertinentes para la historiografía
literaria, como pueden ser los gustos literarios, el horizonte de expectativas o el espíritu
socio-político y cultural del momento. Un buen ejemplo podría ser analizar cómo ha
evolucionado el tema de la locura desde que fuese inmortalizado por Cervantes en su
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Argumento
Tema
Motivo
Otras precisiones con respecto a esta misma clasificación serían las de, por un lado,
Harry Levin, quien diferencia motivos de temas señalando que los primeros se refieren
a lo que se describe, mientras que los segundos muestran la forma que se adopta
para tratar los motivos (1972: 100). Por otro lado, Guillén ha definido el tema como lo
que
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espacio narrativo, como verdadero locus discursivo y textual. Piénsese en una novela
como Tiempo de silencio (1962), en la que además de ofrecer una verdadera
radiografía del Madrid de postguerra, Luis Martín-Santos se recrea en la misma
descripción detallada de la ciudad, a la que dedica varios apartados específicos con el
fin de ahondar en el vínculo hombre-ciudad de claros tintes deterministas.
Y para terminar este apartado, baste añadir que como aportación teórica
contemporánea a los topoi clásicos tenemos el concepto de cronotopo, o complejo
espacio-temporal, propuesto por el crítico ruso Mitjail Baktin, que él mismo define de la
siguiente manera:
A unit of analysis for studying texts according to the ratio and nature of the
temporal and spatial categories represented. The distinctiveness of this
concept as opposed to most other uses of time and space in literary
analysis lies in the fact that neither category is privileged; they are utterly
interdependent. The chronotope is an optic for reading texts as x-rays of
the forces at work in the culture system from which they spring. (1981:
425-26)
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recurrente, con lo que entonces nos encontramos con una segunda acepción, la del
“leitmotiv”. Este es un término que también proviene del alemán y que originariamente
hacía referencia a un tipo de repetición musical, por lo que se suele emplear para aludir
a las recurrencias de una frase o idea en una determinada obra. Si pensamos, por
ejemplo, en Cinco horas con Mario (1966), de Miguel Delibes, podríamos decir que uno
de los temas claves de la novela es la incomunicación, un motivo sería la necesitad de
confesión –así como del perdón– de Carmen quien, frente al lecho de muerte de su
marido Mario, rememora sus casi veinte años de vida juntos, y un leitmotiv de su
monólogo se situaría ente el rencor y los celos, motores ambos de sus confidencias.
Se dice que, en general, los motivos suelen ser elementos más fáciles de
identificar que los temas porque se refieren a las unidades más pequeñas incluidas en
éstos. Para resumir, citaremos a Elizabeth Frenzel quien, desde el estructuralismo, ha
definido el motivo “como una unidad pequeña e indivisible cargada de significado que
aparece en una sola obra”, a lo que añade que desde una perspectiva histórica y
comparada, se “concibe como una unidad semántica intertextual que se repite en
diferentes obras con pocas variaciones” (2003: 45). Sin embargo, como sabemos, esto
no siempre es así porque en muchas ocasiones resulta difícil separar un tema de un
motivo, un símbolo o incluso una idea. En este sentido, Adridge sugiere acertadamente
que si podemos hablar del tema de Fausto, del tema de Don Juan o incluso del tema de
la muerte, también en la misma línea podríamos hablar de la leyenda de Fausto, del mito
de Don Juan o de la idea de la muerte (1969: 106). Es decir, que es cada obra literaria
entendida como totalidad la que nos desvelará el lugar que ocupa y la función que ejerce
tal o cual motivo o tema. Será posteriormente el crítico quien, desde una visión
panorámica más amplia, identifique y sitúe a cada uno en su cruce de relaciones con su
propia tradición literaria y con las que le preceden tanto en el tiempo como en el espacio.
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entrar dentro del análisis de una figura literaria tematizada, lo que para uno es mitología
para otro es estudio de temas, y lo que para uno es estudio de género para otro es
adaptación de un tema a un estilo y una forma determinadas.
Así las cosas, han sido varios los teóricos que tan tratado de establecer tipologías
y clasificaciones de los temas literarios. Por un lado, Aldridge ha propuesto una
clasificación de temas propia y apunta que el grupo mayor lo constituye el de las
personalidades, cuyos rasgos, maneras o comportamientos han establecido
tradiciones literarias. Los orígenes de estas personalidades pueden ser de diversos
tipos, que él agrupa de la siguiente manera:
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