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Devenir e Implantación en el Mundo Occidental

Índice Pag

1.- Derechos Humanos - Devenir e Implantación en el Mundo Occidental 3


1.1.- Configuración de los DDHH en el Mundo Occidental. Origen
6
liberal de los DDHH.
1.2.- Crítica Jurídica a la Declaración de los Derechos Humanos. 9

1.3.- El Reconocimiento de los Derechos Humanos. 12


1.3.1.- El Estado Liberal y el Reconocimiento de los Derechos
de Primera Generación. 14
1.3.2.- El Estado Social o de Bienestar y el Reconocimiento de
los Derechos de Segunda y Tercera Generación. 15
1.3.3.- Marco Jurídico Venezolano:
Derecho Supranacional.
Derecho Nacional: Evolución constitucional (1936-1999). 17
1.3.4.- Movimientos y Luchas Sociales para el Reconocimiento
de los DDHH. 22
1.4.- Derechos Humanos, Globalización e Interculturalidad. 25

1. DERECHOS HUMANOS (DEVENIR E IMPLANTACIÓN EN EL MUNDO OCCIDENTAL)


“Los derechos humanos son demandas de libertades, facultades o prestaciones,
directamente vinculadas con la dignidad humana, reconocidas como legitimas por la
comunidad internacional y merecedoras de protección jurídica tanto en el plano interno
como internacional”.
A inicios de los años ochenta del siglo XX, se abrió un debate en el mundo académico e
intelectual en torno a las minorías étnicas, nacionales, grupos culturales, lingüísticos y
religiosos, así como sobre toda clase de entes colectivos que reclamaban extensas
reivindicaciones sociales y la titularidad de derechos como sujetos. En Europa y América
del Norte, especialmente en este, las minorías étnicas y nacionales en algunos Estados
plantearon una fuerte crítica a estas sociedades liberales occidentales. Amparados, estos
grupos sociales (“culturales”) por políticas del multiculturalismo y propuestas teóricas del
comunitarismo, el valor “identidad” se ha sumado a los valores “libertad” e “igualdad” como
la tríada que da sostén a los derechos humanos.
Asimismo, se afirma que los últimos escollos sociales que le quedan por vencer al modelo
de la democracia liberal occidental son los movimientos religiosos y las reivindicaciones de
las naciones que aún no se han constituido en Estados. Entonces, podemos afirmar a priori
que la democracia liberal occidental no es aún un modelo universal, y menos un pre
requisito de la post modernidad. Ciertamente, los derechos humanos, la democracia, y la
noción de Estado de Derecho se encuentran vinculadas en el mundo occidental, mas no de
igual forma en todos los países y en todas las culturas. Asimismo, las libertades políticas
que sustentan las nuevas exigencias políticas de las naciones, minorías étnicas y de las
religiones que no pertenecen a la cultura societaria imperante, son conocidas como
libertades de “no-dominación”, o el valor “identidad”, las nuevas nociones de la filosófica
política en la cual se sustentan los derechos comunitarios, y la fundamentación jusfilosófica
de los derechos humanos de tercera generación.
En este ensayo mostraremos los antecedentes de los vínculos entre los derechos humanos
y el mundo político, describiremos el desarrollo progresivo de los derechos humanos, hasta
llegar a los derechos colectivos, y analizaremos la contradicción entre la generación de las
nuevas libertades y el liberalismo clásico, con su propuesta jurídica de noción de derechos
humanos.
Podemos afirmar, a priori, que los derechos humanos se basan en una ideología
individualista y tienen como sustento jurídico la noción de derecho subjetivo. Sin embargo,
en el devenir histórico de la sociedad capitalista occidental, reivindicaciones de grupos
sociales con propia identidad política, social, cultural étnica, lingüística, nacional, etc. se
han amparado en derechos humanos nuevos, con valoraciones morales propias.
Asimismo, la guerra fría y el mundo polarizado incubó de cierta manera estas
contradicciones sociales que poco a poco fueron formándose en el seno de los Estados.
Las contradicciones políticas de los Estados expansionistas y hegemónicos hizo
conscientes teóricamente o no, a organismos internacionales, individuos y naciones
enteras la necesidad de un sistema internacional de protección de sus intereses como
colectividad, como nación, y más allá todavía, como humanidad.
Tanto el dialogo político hemisférico Norte y Sur, la experiencia del Grupo de los No
Alineados, así como el fin del colonialismo, la reivindicación de la autodeterminación de los
pueblos y de las religiones, y las exigencias de muchas naciones de constituirse en
Estados, son los elementos que constituyen el ambiente ideológico para los derechos
humanos de tercera generación . En un plano teórico, los comunitaristas como MacIntyre,
Sandel, Bellah, Taylor, Walzer, el propio Kymlicka, y sin dejar de mencionar una obra tan
crucial como la de Benededict Aderson, han realizado aportes en este campo ideológico
para la constitución de los derechos comunitarios.

Derechos Humanos, devenir e implantación en el mundo occidental:


Los derechos humanos son aquellos que gozamos, por el sólo hecho de ser personas, sin
distinción social, económica, política, jurídica e ideológica. El desarrollo del concepto de
derechos humanos en Occidente, se remonta a los pensadores griegos y romanos, pero
fue santo Tomás de Aquino quien desarrolló la teoría religiosa del "derecho natural", al cual
deben subordinarse todas las otras leyes del Estado.
En los siglos XVII y XVIII, los filósofos de la Ilustración, Jean Jacques Rosseau, John
Locke, el barón de Montesquiu, desarrollaron teorías sobre el derecho natural que
proviniesen del uso de la razón y elaboraron, basándose en derechos individuales, normas
sobre el Estado.
La "Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano", enunciada por la
Asamblea Nacional durante el proceso de la Revolución Francesa, aseguraba entre otros,
los derechos de la libertad, igualdad y afirmaban el principio republicano de la soberanía
popular.
Durante el siglo XX, la forma republicana de gobierno y los nuevos derechos que
implicaba, fueron generalizándose en los nacientes estados americanos; ya los Estados
Unidos la habían adoptado en 1776.
En este siglo, además, apareció la idea de que estos derechos deberían ser consagrados
como artículos del derecho internacional.
Los estados europeos fueron evolucionando hacia regímenes constitucionales, en los que
se limitaba el poder de las monarquías, influidos por los principios de la Revolución
Francesa. Pero a principios del siglo XX, parecían que estos derechos eran inalcanzables
para muchas personas afectadas por las guerras, el colonialismo, la ignorancia y la miseria.
En algunas partes del mundo surgieron gobiernos totalitarios, que violaban
sistemáticamente estas facultades y se cometían atroces violaciones contra la dignidad
humana, como los sucesos ocurridos durante la Primera y Segunda guerra mundial. Surgió,
entonces, la necesidad de una protección internacional de Derechos Humanos, para lo cual
era fundamental crear una organización que tuviera como objetivo la defensa y control del
cumplimiento de estos derechos.
De esta manera, el 24 de octubre de 1945, representantes de 50 países se reunieron en la
ciudad de San Francisco, en Estados Unidos y redactaron la carta de las Naciones Unidas,
que dio origen a esta organización internacional (ONU) destinada a "preservar a las
generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafirmar la fe en los derechos
fundamentales del hombre, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro
de un concepto más amplio de a libertad".
Esta carta es un documento jurídico, obligatorio y sus disposiciones no pueden
contradecirse por ninguno de los gobiernos de los estados que componen la organización.
Poco tiempo después, los delegados de cada Estado en la ONU, aprobaron el texto de
"Declaración Universal de Derechos Humanos", el 1 0 de diciembre de 1948.
Esta declaración no es una norma jurídica obligatoria, aunque con ella comienza la
internacionalización de los derechos humanos, caracterizados por un consenso
generalizado en la comunidad internacional, respecto de los cuales son derechos
inherentes a la dignidad del hombre, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión de las
personas.
Posteriormente, la ONU aprobó diferentes documentos que se refieren a diferentes
aspectos de los derechos humanos: la Declaración de los derechos del niño en 1959, la
Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer en 1967, el Pacto
internacional de derechos civiles, políticos y el pacto internacional de derechos
económicos, sociales y culturales en 1966, entre otros.
Si bien existe un Comité de Derechos Humanos en la ONU, que se ocupa de que estos
pactos se cumplan, su eficacia es restringida ya que no existe legislación internacional que
obligue a los gobiernos de los diversos estados, a proteger los derechos de las personas.
Pero las críticas y los informes ante la opinión pública mundial, son a veces modificadores
de algunas situaciones.
Existen además numerosos pactos y declaraciones de organismos regionales, como el
"Convenio europeo para protección de los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales", la "Declaración Americana de Derechos y Deberes del hombre" aprobado
por la OEA en 1948, la conocida "Declaración de Bogotá " y la "Declaración Americana
sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Ricá" aprobada en 1969.

1.1.- Configuración de los Derechos Humanos en el Mundo Occidental.


Pueden observarse hoy una serie de tendencias tanto políticas como económicas que
afectan a todo el área en mayor o menor medida y que han impedido que se realizaran
mayores progresos durante estos últimos diez años tanto en materia de cooperación
económica y política como en materia de seguridad, a través del Proceso de Barcelona y
del menos ambicioso y más limitado Diálogo Mediterráneo de la OTAN.
Las principales cuestiones o tendencias que se observan en materia política en el entorno
del mundo oriental podrían resumirse así:
La falta de solución de la cuestión palestina y la falta de esperanza en que pueda ser
resuelta a corto plazo de manera justa y satisfactoria, ha sido utilizada por muchos para
entorpecer procesos de acercamiento y ha supuesto – sin duda – para la calle árabe un
factor de resentimiento, odio y frustración hacia quienes consideran mantenemos una
actitud de “doble rasero” con la Potencia Ocupante, Israel.
El crecimiento exponencial de la amenaza terrorista, que afecta a todos por igual y que
tiene importantes implicaciones políticas en la ribera sur, al obligar a medidas de seguridad
que conllevan el riesgo evidente de paralizar o ralentizar los movimientos de apertura
política, lo que a su vez incide en la economía y en el progreso de las relaciones norte y sur
en general.
La creciente llamada de las sociedades árabes para una mayor participación y apertura de
la vida política, como consecuencia de un mayor grado de educación y las facilidades de
acceso a los medios audiovisuales (TV e Internet), que provoca en muchos lugares
tensiones internas con las oligarquías dominantes.
El auge en todas partes, bajo distintas formas o intensidades del “Islam Político”, frente al
aparente fracaso de los partidos tradicionales y los movimientos “nacionalistas” árabes, es
fuente creciente de inestabilidad y nerviosismo en los ámbitos políticos.
La reciente explosión de los movimientos migratorios en la región ya sea provenientes del
Sahel hacia la costa libia o del África central y occidental hacia Argelia, Marruecos y
Mauritania, hoy convertida en un intolerable tráfico de personas en manos de bandas
organizadas y conectadas con elementos corruptos de fuerzas de seguridad en la región,
constituye una nueva amenaza que mueve cantidades que pueden estar cerca de los 500
millones de euros.
Este reciente factor de inestabilidad que empieza a afectar seriamente a los países de
tránsito como son los del Magrheb obliga a montar un sofisticado aparato de cooperación
regional, subregional y bilateral y ha sido incluido en el nuevo Programa de Acción del
Proceso de Barcelona, como nuevo capítulo del Partenariado Euromed.
El relativo fracaso de la dinámica política europea junto a la nueva estrategia
intervencionista norteamericana, después de años de “laissez faire” en la zona: “keep the
soviets out, the oil flowing and the region quiet”. Hoy los EEUU han pasado de una
estrategia que consistía en gestionar el inmovilismo a otra que pretende provocar y
gestionar el cambio. Frente a ello, las dificultades internas en Europa hacen que se diluya
nuestra capacidad de presencia. “The important is not so much the credibility of the
message but of the Messenger” me decía el otro día un representante de la Liga Árabe.
En efecto, el relativo ensimismamiento de la UE, después del fracaso del Tratado
Constitucional y la difícil gestión de las ampliaciones recientes y las que se avecinan,
especialmente la turca, no facilitan la acción de la UE en la región y ello repercute
negativamente en la eficacia de nuestra Asociación mediterránea.
La toma de conciencia por parte de todos nuestros asociados del sur de la necesidad de
proseguir en la vía de los contactos multilaterales ya sea a nivel regional o sub – regional
para hacer frente tanto a los peligros que puede suponer la globalización como la no
deseada Origen liberal de los derechos humanos.
Los derechos humanos no son un invento del derecho positivo, los cuales anuncian los
valores que las antiguas culturas nos dieron; la mayoría de los pueblos civilizados han
guardado como patrimonio moral e históricos las experiencias que obtuvieron a través de
su vida comunitaria, pero es indudable que los derechos han sido reconocidos través de
convenciones y protocolos, en el ámbito internacional y de constituciones políticas en el
ámbito de cada estado.
La teoría de los derechos humanos tiene una tradición milenaria en occidente, desde los
antiguos pensadores griegos hasta nuestros días; contrariamente la positividad de esos
derechos pertenece a la edad moderna cuando se pasa paulatinamente de la sociedad
teocentrista y estamental a la sociedad antropocentrista e individual por la ola del
renacimiento, le reforma protestante, el humanismo, la ilustración, sucesos magnos de
pensamiento burgués Europeo.
En las antigua Grecia se desarrollaban los primeros elementos constitutivos de la
democracia tanto en el medio social, cultural, político como económico; en que surgieron
los primeros conceptos sobre Democracia, Derechos, y quienes eran sus protagonistas.
Los ideales de la democracia antigua son:
Democracia: Definida como el gobierno del pueblo se basó en igualdad política, igualdad
social, y gobierno del pueblo.
La libertad: para los griegos ser libre es no ser esclavo de nadie, esta libertad se fue
logrando sucesivamente así la libertad civil se alcanzó al abolirse la prisión por deudas, la
libertad jurídica al proteger al ciudadano con el habeas corpus, y la libertad política con el
derecho de obedecer la ley.
‘’Todos le deben obediencia porque, entre otras razones toda ley es una invención y un don
de los dioses al mismo tiempo que una descripción del hombre sabio, el contrato de una
sociedad al que todos sus habitantes deben adaptar su manera de vivir’’.
Cabe anotar que no todas las personas en la antigua Grecia eran consideradas
ciudadanas, era un privilegio para personas nacidas y educadas en la Ciudad Estado.

Roma:
En la antigua roma se crea el derecho romano: Los conflictos generados por las guerras
llevan a una nueva era de la organización del poder, con base en lazos de dependencia
personal de los campesinos o los siervos hacia los señores Barones y Reyes, esta
situación fue conformando un nuevo centro de decisión de poder en la corte, encabezada
por el Rey, conformada por Barones y campesinos súbditos donde en ultima quien
defendía los conflictos entre las personas era el Rey.
Con esta concentración del poder junto con la situación de conflictos que vivió Inglaterra
hacia los siglos XI, XII y XIII llevo a plantear una nueva relación entre las personas pues
con ello se creó la CARTA MAGNA, Otorgada por Juan Sin Tierra e 17 de Julio de 1215 la
cual dice:
‘Juan, Rey de Inglaterra por la gracia de Dios, Sor de Irlanda, todos sus funcionarios y leal
súbditos salud. Sabed que ante Dios, por el bien de nuestra alma y la de nuestros
antepasados y sucesores, para honor de Dios y saltación de la iglesia y para mejor
organización de nuestro reino‘.
Originada en Inglaterra buscaba la autoridad de Rey en beneficio de las libertades es decir
de los privilegios de la Iglesia y los Barones y al asociar las ciudades a estas nuevas
garantías se obligaban al Rey a no colocar impuestos sin el consejo de reino. La
Carta abrió la puerta para el desarrollo de la constitución y la democracia.

Algunas concesiones hechas por el Rey a cada grupo social:


A la Iglesia: el Rey concede que la iglesia Anglicana sea libre, tenga todos los derechos
enteros y la libertad de ser inviolables.
A los Condes y Barones: Obtienen que el derecho antiguo sea respetado en cuanto
servicio militar se refieren, así como a sucesión feudal, guarda, matrimonio, deudas,
patronato, etc.
A la clase media rural: No se puede obligar a las cargas militares indebidas o al
derecho de guarda obtienen garantías.
A la Burguesía mercantil: Que la ciudad de Londres tenga todas sus antiguas libertades
y libres costumbres, tanto por la tierra como por el agua.

1.2.- CRITICAS JURÍDICAS A LA DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS


Redactada en 1948, en plena guerra fría, La Declaración Universal de los Derechos
Humanos tiene serias deficiencias, vaguedades y omisiones que han dificultado la defensa
de los derechos fundamentales.
Para empezar, no existen en La Declaración ni definición de derecho ni definición de
libertad, de tal suerte que derechos, libertades y prohibiciones se intercalan
indiscriminadamente, reiterando obviedades y omitiendo afirmaciones básicas.
Tampoco hay jerarquización de derechos, lo cual ha permitido que en defensa de unos se
vulneren otros, a veces más importantes. Por ejemplo, el derecho a la propiedad intelectual
pasa con frecuencia por encima del derecho a la salud.
Por último, las facultades que le asigna La Declaración a la ONU para asegurar el respeto
efectivo de los Derechos Humanos, son totalmente insuficientes, dejando bajo la
responsabilidad de los gobiernos nacionales el decretar medidas para alcanzar
"progresivamente" derechos cuyo incumplimiento debiera ocasionar una inmediata acción
internacional.

Desarrollo mis ideas:


Si se considera que los derechos fundamentales son el reconocimiento y la asignación por
parte de una colectividad, de determinados bienes cuyo beneficio es considerado justo y
necesario para todos, entonces se comprenderá que las libertades no son otra cosa que el
usufructo de derechos. En otras palabras, el reconocimiento y la asignación de un bien,
tiene como consecuencia inmediata la creación de un límite, la demarcación de una esfera
de acciones legítimas, de otras que no lo son, pues afectarían al bien otorgado. En este
sentido, libertades y prohibiciones emanan del derecho, y la libertad no es más que la
posibilidad de actuar legítimamente.
Pues bien, cuando en el Artículo 1 de La Declaración se dice que todos los seres humanos
nacen libres; cuando en el Artículo 3 se afirma que todo individuo tiene derecho a la
libertad; o en el Artículo 4, que nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, o en el
Artículo 13, que toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia,
asistimos a un absurdo circunloquio sobre un derecho no reconocido abiertamente, el de la
autodeterminación.
Tratar de afirmar un derecho a partir de las libertades que de él emana, es una vasta labor
que arriesga ser insuficiente, pues es muy probable que queden acciones legítimas sin
enunciar.
Cuando en el Artículo 5 se dice que nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos
inhumanos, crueles o degradantes ¿qué derecho está expresado así, de forma negativa?
¿El derecho a la presunción de inocencia, el no mencionado derecho a la integridad física y
moral, o el aún más vago derecho a la dignidad? La dificultad de reconocer un derecho a
partir de una prohibición, es que no quedan claros los límites, lo cual lo vuelve inexigible en
términos positivos, y permite que sea vulnerado en circunstancias no previstas o cuando
varía la interpretación de lo que se prohíbe.
El Artículo 6, "Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su
personalidad jurídica" nos lleva directamente al problema de la nacionalidad. No es lo
mismo reconocer un derecho que otorgarlo. El Artículo 6 está redactado de tal forma que ni
las instituciones internacionales ni los gobiernos nacionales se ven obligados a otorgar
personalidad jurídica, sino a reconocerla cuando ya ha sido otorgada. Esto deja a millones
de personas en la indefensión, pues viven en países cuyos gobiernos carecen de los
recursos necesarios (o la voluntad) para identificar y tener el historial de cada uno de sus
habitantes.
Aquí se pierde la fabulosa oportunidad de que la personalidad jurídica no sea otorgada por
un gobierno nacional sino por una instancia internacional capaz de velar por derechos de
todos.
Uno de los problemas centrales de La Declaración es que plantea derechos universales
que sin embargo deben ser garantizados por gobiernos nacionales, que privilegian a sus
ciudadanos y funcionan como sistemas de exclusión.
Todos los hombres tienen derecho a la educación, a la salud, a la vida, al trabajo, etc. en
su país y no fuera de él, y como los países están en continua lucha comercial, resulta que
unas naciones se esfuerzan para que otras (la mayoría) no puedan garantizar los derechos
humanos de sus habitantes.
En este contexto queda evidente el cinismo del segundo inciso del Artículo 15, que dice: "A
nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiar de
nacionalidad". La palabra "arbitrariamente" permite que el mundo sea un sistema de
explotación basado en la imposibilidad de miles de millones de personas de cambiar de
nacionalidad, a pesar de que en sus países no tienen garantizado ningún derecho.
Mientras no exista un organismo internacional democrático, capaz de imponerse sobre las
arbitrariedades de las grandes potencias, La Declaración Universal de los Derechos
Humanos no será más que una bella declaración o, en el mejor de los casos, un ideal. La
universalidad de los derechos humanos implica necesariamente la existencia de un
gobierno internacional capaz de garantizarlos; lo demás son palabras y buenos deseos.
El Artículo 16 que trata sobre el derecho a casarse (que en realidad sería una libertad
otorgada por el derecho a la autodeterminación) omite escandalosamente desarrollar los
temas de la paternidad y los derechos del niño, que al ser considerados años después en
declaraciones independientes, pierden la contundencia de ser incluidos en una sola
declaración. Además, comete el error de considerar que los matrimonios sólo pueden ser
formados por hombres y mujeres.
Los Artículos 18, 19 y 20 hablan del "derecho a la libertad de", lo cual es absurdo. Como
mencioné al principio, las libertades emanan de los derechos y no al revés. En vez de
hablar de libertad "de pensamiento, de conciencia, de religión, de opinión, de expresión",
bastaría afirmar que los hombres tenemos derecho a expresar nuestras ideas, rendirle culto
a nuestras creencias y tener acceso a los medios masivos de comunicación.
Más allá del Artículo 27, creo que el tema de la investigación científica (como la de otra
índole) y la socialización de sus beneficios, merece tratarse en un artículo aparte, al igual
que el derecho a la información, cuya naturaleza y oportunidad deberían especificarse.
Los derechos expresados en los Artículos 22, 23, 24 y 25, son los que menos se respetan,
y esto es grave, pues no tener alimentación, vestido, vivienda, trabajo o asistencia médica,
pone en peligro la vida, que es sin duda el derecho universal más importante.
El mundo ha cambiado mucho desde 1948. Ahora tenemos los conocimientos y los medios
de producción suficientes para garantizar la supervivencia de todos, y sin embargo
privilegiamos el derecho a la propiedad. Nos parece justo que naciones ricas tengan gastos
superfluos, mientras obligan a las naciones pobres a cumplir compromisos y pagar deudas
que ponen en riesgo los derechos fundamentales de sus habitantes. Nos parece loable que
unas cuantas personas ganen millones de veces más de lo que necesitan, mientras las
mayorías desesperan en la miseria.
Esta visión errada debe modificarse con la redacción de una nueva Declaración Universal
de los Derechos Humanos, que deje clara la supremacía de la vida sobre la propiedad,
derrumbe el sistema de explotación creado por las fronteras, y abra el camino para
replantear las estructuras básicas de la ONU.

1.3.- EL RECONOCIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS.


El pensamiento filosófico, moral y ético que está detrás del concepto de derechos humanos
se remonta a los tiempos de las primeras civilizaciones.
Las luchas por conseguir libertades humanas fundamentales han transformado para
siempre la manera como los seres humanos se relacionan unos con otros, así como la
relación existente entre el individuo y el Estado, y las expectativas de justicia social, normas
internacionales consensuadas y un orden global.
Los derechos humanos han sido reconocidos y codificados a nivel internacional a lo largo
de los últimos 50 años, comenzando con la creación de la Organización de las Naciones
Unidas tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante las siguientes décadas, sin embargo, los derechos humanos no ocuparon un papel
central en las prácticas del desarrollo, y lo que sucedió fue que las organizaciones que se
esforzaban por introducir mejoras en los derechos humanos actuaron en paralelo con
practicantes del sector del desarrollo.
Los derechos humanos y el desarrollo no empezaron a convergir hasta el final de la década
de los noventa. Algunos cooperantes introdujeron mejoras en las prácticas del desarrollo,
con lo que se promovieron principios sobre métodos de trabajo que se acercaban cada vez
más a principios basados en los derechos humanos. Otros, y en especial aquellas
personas que luchaban en pro de los derechos civiles y políticos de grupos marginalizados,
ampliaron su misión para incluir la búsqueda de mejoras en el estatus social o económico.
Cualquiera que fuese la motivación, la adopción de un punto de vista basado en los
derechos humanos se ha convertido ya en uno de los principales intereses de la comunidad
internacional dedicada al desarrollo.
En 1997 se llegó a una coyuntura de importancia crítica para muchos organismos del
desarrollo cuando el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas hizo
una llamada a favor de que fuesen integrados (mainstreaming) los derechos humanos en
todo el sistema de las Naciones Unidas (es decir, incluyéndolos en todos sus temas y
aspectos). Desde entonces, la integración de los derechos humanos en la programación
del desarrollo – tema al que se ha dado el nombre de "planteamiento basado en los
derechos humanos" – viene ganándose cada vez con más intensidad la atención de las
personas dedicadas a estos temas, sea porque trabajan en los organismos de las Naciones
Unidas (notablemente UNICEF y OACDH), las ONG (tanto nacionales como
internacionales), o gobiernos donantes (como por ejemplo SIDA – Swedish International
Development Agency, Agencia sueca de desarrollo internacional - y DFID – Department for
International Development, Ministerio británico de cooperación internacional).

1.3.1.- ESTADO LIBERAL Y RECONOCIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS DE


PRIMERA GENERACIÓN
El Estado liberal es el que surge como resultado de la Revolución Liberal en sustitución
de la Monarquía absoluta propia del Antiguo Régimen. Es el sistema político propio del
comienzo de la Edad Contemporánea, en la nueva formación económico social que puede
denominarse Nuevo Régimen o Régimen Liberal. Su duración en el tiempo puede
entenderse como continua hasta la actualidad o limitarse hasta el período de entreguerras
(1918–1939), en que entra claramente en crisis.

Primera generación.
Surgieron por la revolución francesa en 1789, son también derechos consagrados por que
también son el derecho a la nacionalidad, derecho a la participación, derecho a la
movilización y libertad de expresión.
Estos derechos surgieron como respuesta a los reclamos que motivaron los principales
movimientos revolucionarios de finales del siglo xviii (18) en occidente. Estas exigencias
fueron consagradas como auténticos derechos y como tales difundidos internacionalmente.
Los derechos civiles y políticos están destinados a la protección del ser humano
individualmente, contra cualquier agresión de algún órgano publico.
Se caracteriza porque imponen al estado el deber de abstenerse de interferir en el ejercicio
y pleno goce de estos derechos por parte del ser humano el estado debe limitarse a
garantizar el libre goce de estos derechos, organizando la fuerza pública y creando
mecanismos judiciales que los protejan. Los derechos civiles y políticos pueden ser
reclamados en todo momento y en cualquier lugar, salvo en aquellas circunstancias de
emergencia que permiten el establecimiento de ciertas limitaciones en solo algunas
garantías.

1.3.2.- EL ESTADO SOCIAL Y DE BIENESTAR Y RECONOCIMIENTO DE LA SEGUNDA


Y TERCERA GENERACIÓN DE DERECHOS HUMANOS.
Estado Social o, en términos más recientes Estado Social de Derecho, es un concepto
propio de la ideología o bagaje cultural político alemán (Sozialstaat y "Sozialrechtsstaat"
respectivamente). El concepto se remonta a la formación del Estado alemán y, pasando a
través de una serie de transformaciones, en la actualidad forma las bases político-
ideológicas del sistema de Economía social de mercado.
El Estado social es un sistema que se propone de fortalecer servicios y garantizar derechos
considerados esenciales para mantener el nivel de vida necesario para participar como
miembro pleno en la sociedad.
El concepto Estado del bienestar denomina en ciencias políticas y económicas una
aproximación o propuesta política o modelo general del Estado u organización social,
usualmente entendida como una según la cual el Estado provee ciertos servicios o
garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.
T.H. Marshall lo define como una combinación especial de la democracia, el bienestar
social y el capitalismo.
Para algunos, es el añadido de un Quinto poder del Estado: el de intervención económica,
añadido a los tres poderes clásicos de Montesquieu y al cuarto poder, que son los medios
de comunicación. Para otros, como Claus Offe, es un cambio profundo que nos permite
hablar de un Estado Moderno.
Más que un concepto específico, se considera que el término es una categoría práctica
para designar ya sea un conjunto de propuestas o una propuesta general acerca de cómo
el Estado debe o puede proceder.

Segunda generación.
Se desarrollaron a finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XXI. La constituyen los
derechos económicos, sociales y culturales, incorporados en la Declaración de
1948, debido a los cuales, el Estado de Derecho pasa a una etapa superior, es decir, a un
Estado Social de Derecho.
De ahí el surgimiento del constitucionalismo social que enfrenta la exigencia de que los
derechos sociales y económicos, descritos en las normas constitucionales, sean realmente
accesibles y disfrutables. Se demanda un Estado de Bienestar que implemente acciones,
programas y estrategias, a fin de lograr que las personas los gocen de manera efectiva
Los derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y Culturales
tienen como objetivo fundamental garantizar el bienestar económico, el acceso al trabajo, la
educación y a la cultura, de tal forma que asegure el desarrollo de los seres humanos y de
los pueblos. Su reconocimiento en la historia de los Derechos Humanos fue posterior a la
de los derechos civiles y políticos, de allí que también sean denominados derechos de la
segunda generación.
La razón de ser de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales se basa en el hecho de
que el pleno respeto a la dignidad del ser humano, a su libertad y a la vigencia de la
democracia, solo es posible si existen las condiciones económicas, sociales y culturales
que garanticen el desarrollo de esos hombres y esos pueblos.
La vigencia de estos derechos se encuentra condicionada a las posibilidades reales de
cada país, de allí que la capacidad para lograr la realización de los mismos varía de país a
país.
Estos derechos económicos, sociales y culturales, pueden exigirse al Estado en la medida
de los recursos que efectivamente él tenga, pero esto no significa que el Estado puede
utilizar como excusa para el cumplimiento de sus obligaciones, el no poseer recursos
cuando en realidad dispone de ellos.
En este aspecto, deben verificarse los indicadores de desarrollo integral en relación con la
distribución que hace el Poder Público de sus ingresos en razón de la justicia social.

Tercera generación.
Es el derecho a un medio ambiente sano. Por su parte, la tercera generación de derechos,
surgida en la doctrina en los años 1980, se vincula con la solidaridad. Los unifica su
incidencia en la vida de todos, a escala universal, por lo que precisan para su realización
una serie de esfuerzos y cooperaciones en un nivel planetario. Normalmente se incluyen en
ella derechos heterogéneos como el derecho a la paz, a la calidad de vida o las garantías
frente a la manipulación genética, aunque diferentes juristas asocian estos derechos a
otras generaciones: por ejemplo, mientras que para Vallespín Pérez la protección contra la
manipulación genética sería un derecho de cuarta generación, para Roberto González
Álvarez es una manifestación, ante nuevas amenazas, de derechos de primera generación
como el derecho a la vida, la libertad y la integridad física. Este grupo fue promovido a
partir de los ochenta para incentivar el progreso social y elevar el nivel de vida de todos los
pueblos.

1.3.3.- MARCO JURÍDICO VENEZOLANO:


Derecho SupraNacional, Derecho Nacional y Evoluciona Constitucional 1936-1999.
Marco jurídico actual.
En este acápite debemos distinguir la normativa supranacional y los textos nacionales que
contemplan y regulan lo atinente a los derechos humanos. Así, tenemos:

A. Derecho Supranacional.
- Textos aplicables al continente americano en general.
Los derechos humanos reconocidos nacen de instrumentos sin otra fuerza vinculante que
no sean los principios éticos que recogen de la evolución histórica de la sociedad humana,
como son la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea
General de la Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 y la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada por la Novena Conferencia Internacional
Americana, también en 1948, que consagran los principios éticos que luego han sido
desarrollados tanto por las Naciones Unidas como por la Organización de Estados
Americanos a través de instrumentos de obligatorio cumplimiento por los Estados
signatarios, por ser Tratados, constituidos por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, que entró en vigor el 23 de marzo de 1976 (en Venezuela desde el 10 de mayo
de 1978) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, adoptada el 22 de
noviembre de 1969 y ratificada por Venezuela el 09 de agosto de 1977.
Existen otros instrumentos normativos de protección de los derechos humanos, como
Declaraciones, Reglas Mínimas, Códigos de Conducta y Resoluciones, que son adoptadas
por organismos del sistema universal, (ONU, OEA) cuya obligatoriedad para los Estados
suscriptores es discutida, por no ser propiamente Tratados, ya que la mayor parte de las
legislaciones nacionales contemplan un mecanismo específico de aprobación de éstos.
De los Tratados, surgen procedimientos convencionales y no convencionales. Los
primeros, contemplan la creación de Comités específicos. Así, del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, el órgano convencional más importante es el Comité de
Derechos Humanos, ante el cual toda persona que alegue violación de derechos humanos
puede acudir, cumpliendo ciertos requisitos de admisibilidad. Otros Comités son: El Comité
para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (creado por la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer); el Comité contra la
Tortura (creado por la Convención contra la Tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos y degradantes); Comité de los Derechos del Niño (creado por la
Convención sobre los Derechos del Niño). La competencia de estos Comités depende del
reconocimiento expreso de los Estados.

- Textos suscritos por Venezuela incorporados al derecho positivo venezolano.


Venezuela, al amparo de los Tratados suscritos (PIDCP y CADH) y de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y Convención Americana sobre Derechos Humanos,
ha firmado diversas Convenciones y Protocolos, ratificando su disposición a cumplirlas,
entre las que destacan:
Segundo Protocolo facultativo del PICDCP, relativo a la abolición de la pena de muerte, el
22-02-93; la Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio, el 12-07-
60; la Convención sobre derechos políticos de la mujer, el 31-05-83; la Convención
Interamericana sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
el 02-05-83; la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles y degradantes, el
29-07-91; la Convención sobre los derechos del niño, el 13-09-90; la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, el 26-08-91; la Convención
Interamericana sobre desaparición forzada de personas, el 09-09-94, entre otras.
Las actividades de organismos no Convencionales, como la Comisión de Derechos
Humanos, dependiente del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, no
generan responsabilidad jurídica y sus exámenes y recomendaciones sobre la situación de
los derechos humanos en determinados Estados, no pasan de ser sanciones políticas y
éticas.
El sistema de protección de los derechos humanos recogido en normas supranacionales, a
nivel regional, está constituido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El sistema europeo de protección de los derechos humanos está conformado por la
Convención para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales (Roma, 1950) y la Carta Social Europea (Turín, 1961) y el mecanismo de
defensa de los derechos humanos lo constituye el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos.

B. Derecho Nacional.
- Constitución de 1961 (Título III Capítulo III: Derechos Individuales; Capítulo IV: Derechos
Sociales; Capítulo V: Derechos Económicos; Capítulo VI: Derechos Políticos)
El constituyente venezolano de 1961 advierte que los derechos y garantías consagrados en
los indicados Capítulos son sólo a título enunciativo, y por tanto, no debe entenderse como
negación de otros que aunque no figuren expresamente en la Constitución son inherentes a
la persona humana (Art. 50). En tal sentido declara que la ausencia de una Ley que
reglamente tales derechos no menoscaba el ejercicio de los mismos.
En la disposición anterior (Art. 49) se consagra el amparo constitucional que constituye uno
de los institutos jurídicos más importantes de que se dispone sobre la materia. La redacción
de la fórmula empleada según la cual: "los Tribunales ampararán a todo habitante de la
República en el goce y ejercicio de los derechos y garantías que la Constitución establece,
en conformidad con la Ley", ocasionó, durante largo tiempo, muchas disquisiciones tanto a
nivel doctrinario como jurisprudencial acerca de su real operatividad, pues se sostenía,
desacertadamente en mi criterio, que mientras no fuese emitida la Ley a la que alude el
constituyente, tal disposición tenía simplemente carácter programático. Varias sentencias
del Supremo Tribunal y hasta un Acuerdo con carácter vinculante dictado en 1972 por la
misma Corte, reflejan ese criterio, como veremos más adelante.
En todo caso, haciendo abstracción de la jurisprudencia favorable a la admisión y
procedencia del amparo emanada en los últimos años tanto de los tribunales de instancia
como del Supremo Tribunal, la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales que entró en vigencia 27 años más tarde (en 1988) solventó
definitivamente el problema, al legitimar (Art. 1º) a toda persona que habite en Venezuela,
sea natural o jurídica, para solicitar ante los tribunales ese amparo al goce y ejercicio de
sus derechos y garantías constitucionales, aun de aquellos derechos fundamentales de la
persona humana que no figuren expresamente en la Constitución; con lo cual, obviamente,
se satisfacen los postulados de los artículos 49 y 50 constitucionales antes aludidos.

LA EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL VENEZOLANA.


En términos generales la delegación legislativa tiene su origen en el siglo XIX en Europa,
con la particularidad que durante mucho tiempo no es posible encontrar en los países de
dicho continente una línea doctrinaria o coherente, en virtud de estas primeras
experiencias estaban referidas a la "habilitación" de los gobiernos para reglamentar las
leyes.
No es sino hasta la primera guerra mundial cuando la delegación legislativa encuentra en
algunos países europeos la formulación de lineamientos conceptuales, que además son
recogidos en los respectivos ordenamientos jurídicos. Surgen de esas experiencias dos
técnicas legislativas con un origen único, pero con significados distintos: la legislación de
urgencia y la legislación delegada, que van encontrar un verdadero desarrollo normativo
en las Constituciones dictadas después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Por su parte, la tercera generación de derechos, surgida en la doctrina en los años 1980,
se vincula con la solidaridad. Los unifica su incidencia en la vida de todos, a escala
universal, por lo que precisan para su realización una serie de esfuerzos y cooperaciones
en un nivel planetario. Normalmente se incluyen en ella derechos heterogéneos como el
derecho a la paz, a la calidad de vida o las garantías frente a la manipulación genética,
diferentes juristas asocian estos derechos a otras generaciones: por ejemplo,
Vallespín Pérez la protección contra la manipulación genética seria un derecho de cuarta
generación, para Roberto González Álvarez es una manifestación, antes nuevas
amenazas, de derechos de primera generación como el derecho a la vida, la libertad y la
integridad física.
En Venezuela lo que podría considerarse la génesis de las "leyes habilitantes"
contempladas en el artículo 203 de la Constitución, no se conecta con la evolución
seguida en Europa, y responde a una situación fáctica derivada de los efectos de la
segunda guerra mundial sobre el país, que sólo pudieron ser enfrentados a la luz de la
Constitución vigente (1936), mediante la suspensión de garantías, que era el único medio
previsto en el ordenamiento, pero que resultó en ese contexto social e histórico
absolutamente desproporcionado para encarar esa situación. Por esa razón el Presidente
Medina Angarita propuso incluir en la reforma de la Constitución de 1945, una disposición
que confiriera al Presidente de la República facultades extraordinarias destinadas a
proteger la vida económica y financiera de la República, cuando la necesidad y la
conveniencia pública lo requiriesen".
La proposición presidencial fue acogida favorablemente (art. 104, num. 29), con la
particularidad de que el ejercicio de tales facultades, traducidas en la adopción de "medidas
extraordinarias", sólo procedía cuando el Presidente fuese autorizado por el Congreso
mediante ley formal. De modo, pues, que las "leyes autorizatorias" que dan lugar a las
"medidas extraordinarias" en materia económica o financiera, revelan el nacimiento de una
técnica legislativa atípica, que cabalga entre la delegación y la urgencia.
La norma es repetida con muy pequeñas correcciones formales en las Constituciones
de 1947, y de 1961, se mantiene en estas dos Cartas Constitucionales:
a) La potestad de dictar medidas (normas) con fuerza de ley del Presidente de la
República;
b) El ámbito de la ley autorizatoria sigue restringido exclusivamente a la materia económica
o financiera; y
c) Sólo procede la sanción de la ley en casos de urgencia (cuando lo requiriese el
interés público).
La Constitución de 1999 rompe abruptamente con esa tradición constitucional, porque,
introduce sin ninguna duda la técnica de la delegación legislativa y, por ende, suprime todo
rasgo de urgencia en cualquier materia como supuesto de procedencia de la ley; retorna al
Parlamento el monopolio para dictar normas con fuerza o rango de ley, erigiendo
en excepción a la delegación legislativa, y en virtud de ese carácter excepcional
condiciona en términos precisos y categóricos el proceso de delegación legislativa, al punto
que el Presidente de la República en ejercicio de la delegación debe respetar los
límites contenidos en la respectiva ley. Además establece como requisitos formales
la exigencia de que el texto legislativo sea sancionado con una mayoría de las tres quintas
partes de los integrantes de la Asamblea, y la fijación de un plazo de vigencia de dicho
texto.

1.3.4.- Movimiento y Luchas sociales para el reconocimiento de los derechos humanos.


El movimiento de mujeres.
En este caso, ya encontramos diferencias respecto al resto de los movimientos.
Posiblemente, este sea el movimiento que más se ha institucionalizado. Después de las
luchas de los años 80, cuando las organizaciones de mujeres formaron un solo bloque para
luchar por un nuevo código civil y luego de una acción política muy importante a través
de la Coordinadora No Gubernamental de Mujeres, este sector es reconocido como el de
mayor avance en las conquistas sociales. La creación del Instituto Nacional de la Mujer, la
lucha por la participación paritaria en la Asamblea Nacional y otras entidades políticas y del
Estado, la Ley contra la violencia doméstica, ya son realidades palpables. Incluso, en este
último caso, la infraestructura de la Fiscalía General de la República no es suficiente para
dar respuesta a las demandas de las mujeres. De los cinco poderes del Estado, tres están
encabezados por mujeres.
Sin embargo, cabe preguntarse, si una vez que se logran importantes avances en términos
institucionales ¿cómo continúan las luchas sociales de las mujeres?
El movimiento indígena.
Uno de los sectores de la población otrora invisible para la sociedad venezolana, algunos
argumentan que por su tamaño (un 3% de la población), ha sido de los que mayor
reconocimiento ha tenido por parte del Estado venezolano, incluso superando en más de
una ocasión sus expectativas. Agrupados en el Consejo Nacional Indio de Venezuela, más
de 20 pueblos indígenas tenían que enfrentar el olvido y la marginación de los mestizos
que prevalecían en las decisiones y la conducción del país.
Pero a partir de la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 se comienza a resarcir este
olvido con el reconocimiento de su contribución a la conformación de la sociedad
venezolana y se consagran los derechos de los pueblos indígenas, incluyendo la previsión
de una delimitación de territorios. Aparte de tener un lugar privilegiado en las políticas
sociales, los avances en materia de integración y respeto a sus culturas, este año se
alcanzó un punto máximo de este reconocimiento con la creación del Ministerio del Poder
Popular para los Pueblos Indígenas.
Sin embargo, es imposible obviar que la satisfacción completa de las necesidades de los
indígenas aún están lejos de haber sido resueltas, dada la cuantiosa deuda social que se
tiene con este sector de la población. La presencia de indígenas en las grandes ciudades
en situación de indigencia y las amenazas que sobre ellos continúan, producto del atractivo
de grandes riquezas existentes en su hábitat, son temas candentes que se mantienen en
agenda.

El movimiento estudiantil.
Producto de las movilizaciones estudiantiles de este año, este sector ha cobrado cierta
relevancia o al menos interés de parte de los actores políticos. Principalmente, se trata de
jóvenes estudiantes que provienen de las universidades autónomas y privadas, cuyos
líderes se han identificado con partidos opositores. Pero, como la polarización ha tenido su
efecto también en el sector, a una dirigencia estudiantil claramente opositora le ha salido al
paso otra dirigencia estudiantil plenamente pro-gobierno que obtiene un reconocimiento
especial a través de una Comisión Presidencia lEstudiantil donde participa directamente el
Vicepresidente de la República. A este sector habrá que prestarle mucha atención este y el
próximo año, ya que se convertirá en arena para la disputa del liderazgo entre gobierno y
oposición.

Otros movimientos.
Los ecologistas o ambientalistas, las ONG’s, derechos humanos, cooperativas han
quedado muy debilitados en los últimos años. Por una parte, varias de estas
organizaciones han transitado por dificultades propias relacionadas con su interpretación
de las nuevas realidades, en algunos casos se han quedado sin agenda o plataforma de
lucha, y en otros, su iniciativa ha quedado rezagada y sobrepasada por la audacia y el
poder de las propuestas gubernamentales. Un caso emblemático es el movimiento
cooperativo que modestamente contemplaba 800 cooperativas en 1999, y que luego de
una agresiva política gubernamental, la cantidad de cooperativas aumentó a más de
150.000. Sin embargo, ello no ha redundado en un crecimiento del movimiento ni de un
protagonismo respecto a la construcción de la economía social en el país. Es evidente, que
las relaciones Estado - Sociedad han cambiado y el gobierno privilegia la relación directa
con la población sin pasar por estructuras intermedias.
Pero por otra parte, hay que reconocer el avance de los medios alternativos de
comunicación o medios comunitarios, decenas de iniciativas de radio, TV y prensa popular,
los cuales han germinado y se han reproducido por todo el país, luego de jugar un papel
estelar en la época del golpe de estado de 2002. Como a otros sectores se les acusa de
ser amplificadores de la vocería gubernamental. Pero también es cierto, que mantienen la
lucha por el reconocimiento oficial, la emisión de permisos y el acceso al financiamiento
mediante fondos públicos de estos medios comunitarios.
Recientemente, con motivo de la Reforma Constitucional, dos sectores obviados en 1999:
los afro descendientes y las minorías sexuales, han alzado su voz para obtener un
reconocimiento explícito que derive posteriormente en políticas públicas adecuadas para
resarcir la deuda social existente con estos sectores.

1.4.- DERECHOS HUMANOS, GLOBALIZACIÓN E INTERCULTURALIDAD


No debe considerarse una casualidad que los trabajos filosóficos que se han venido
publicando con motivo de la celebración de los 50 años de la Declaración de los Derechos
del Hombre tengan como marco privilegiado de referencias el problema de la
interculturalidad. Algo verdaderamente serio en nuestra concepción de los derechos
humanos debe estar siendo puesto en cuestión por los fenómenos del multiculturalismo
como para motivar semejante coincidencia. Más que casual, la coincidencia es pues
reveladora. Y lo primero que ella nos revela es que el interculturalismo es un signo de los
tiempos, una suerte de nuevo fantasma que recorre el mundo y que lo recorre en un
sentido exactamente inverso al llamado proceso de globalización, que se caracteriza por
ser precisamente un proceso culturalmente uniformizante. “Las tribus han regresado” (“the
tribes have returned”), como dice Michael Walzer. Han regresado en el Este, han regresado
en el mundo árabe y en el mundo asiático, pero han regresado también a su manera, o han
resurgido, en el interior del mundo occidental mismo por la presencia en él de viejas y de
nuevas formas de identidad cultural que reclaman su derecho a existir con autonomía. El
tribalismo y la globalización parecen ser dos fenómenos contrapuestos que imprimen su
sello a la situación en que se encuentra la cultura mundial a fines del milenio.
Por qué esto es así, es decir: por qué el tribalismo ha adquirido de pronto legitimidad y ha
hecho en cierto modo vulnerable la concepción teórica de los derechos humanos, es algo
sobre lo que volveré más adelante. Por el momento quisiera sólo recordar que este proceso
está estrechamente emparentado con el cuestionamiento (también el auto
cuestionamiento) al que ha sido sometida la propia cultura occidental, y que en fecha
reciente ha dado lugar a movimientos filosóficos como el de la postmodernidad o el
comunitarismo. Estamos pues ante las dos caras de una misma moneda: la obtención de
legitimidad de las reivindicaciones culturalistas es el anverso, o el reverso, de la pérdida de
legitimación de las pretensiones universalistas de la cultura occidental. Se dice por eso
justamente que las tribus están “regresando”, no que están apareciendo; siempre
estuvieron allí, pero fueron en apariencia sojuzgadas por sistemas políticos universalistas y
uniformizantes que minimizaron su relevancia. Su retorno coincide pues con la crisis de
aquellos sistemas. Y que no se crea tampoco que esto es sólo pertinente respecto de las
tribus del Este o del Oriente. También en el interior de la sociedad capitalista liberal están
emergiendo voces tribales que hacen pensar en las limitaciones de este sistema para
procesar adecuadamente las diferencias culturales.

1. Primer paso: la confrontación abierta.


Comienzo pues en primer lugar con la confrontación principista y abierta entre los
culturalistas y los defensores de los derechos humanos. Las críticas culturalistas han
comenzado a hacerse sentir, como ya dije, en fecha reciente, y no sólo, aunque sí
principalmente, en contextos culturales ajenos a Occidente. En esencia, lo que se
cuestiona es la concepción individualista e instrumental subyacente a la noción de
derechos humanos, concepción que es, sí, propia de la cultura occidental, pero que quiere
hacerse pasar por una concepción válida en un sentido universal, es decir, supuestamente
independiente de condicionamientos culturales y consecuentemente vinculantes para todos
los seres humanos. No es en sentido estricto la dimensión moral de la defensa de la vida,
ni, menos aún, de la solidaridad humana, lo que se cuestiona, sino la creencia presupuesta
de que tales valores reposan sobre una noción atomística de la persona y sobre la
destrucción de sus lazos culturales. En la defensa de los derechos humanos se estaría
expresando implícitamente, esta vez incluso con buena conciencia, el atávico imperialismo
cultural de Occidente. Dependiendo de los autores que las formulan, estas críticas pueden
adoptar matices distintos: en algunos casos se dirigen en contra del secularismo de la
concepción occidental, es decir, en contra de la desvalorización de las cosmovisiones
religiosas a la que parece conducir necesariamente aquella concepción; en otros casos se
dirigen más abiertamente en contra del individualismo presupuesto en los derechos
humanos, por medio del cual se pretende legitimar indirectamente la lógica del mercado y
la desintegración de las comunidades culturales. Aceptar acríticamente la concepción de
los derechos humanos equivaldría, según estos críticos, a aceptar la cosmovisión
occidental que los sostiene y que privilegia el individualismo, la utilización tecnológica de la
naturaleza y el dominio de las leyes del mercado. Posiciones como éstas han podido
escucharse en la Conferencia de Viena de 1993 o en la Declaración de Bangkok sobre los
“valores asiáticos”, del mismo año, y siguen expresándose también en muchos otros foros
nacionales o internacionales.
Manteniéndonos en el nivel de la confrontación abierta y superficial, muchos defensores de
los derechos humanos rebaten estas críticas empleando un argumento teórico y un
argumento práctico. El argumento teórico es que también la posición de los culturalistas
expresa una cosmovisión implícita, que consiste en absolutizar los parámetros de
racionalidad o de moral inherentes a una cultura específica. Defender semejante
cosmovisión en un mundo globalizado equivaldría, se nos dice, a incurrir en una flagrante
reducción de la complejidad del problema, reproduciendo en cierto modo la situación que
se produjera en los inicios de la modernidad europea al momento de la guerra de las
religiones. Fue precisamente para afrontar y dar solución a esa disputa entre
cosmovisiones culturales que el Occidente europeo imaginó la idea de la tolerancia y del
respeto de los derechos individuales. El argumento práctico, de otro lado -un argumento
que adquiere cada vez más fuerza-, es que aquellas críticas a los derechos humanos no
serían sino un débil recurso de legitimación, un encubrimiento ideológico, de las frecuentes
violaciones de estos derechos en los países en los que las críticas se formulan. Basta
echar un vistazo a la situación de los países involucrados: es allí justamente donde se
conculcan los derechos de las mujeres o de los niños, o el derecho a la libertad de
expresión, a la libertad de culto, a la libertad de conciencia. Parece ser un recurso habitual
de los gobernantes de aquellos países el apelar a las características propias de su cultura
para legitimar estas violaciones. El discurso culturalista hablaría pues, como se dice en
castellano, por la herida.

2. Segundo paso: las razones o las raíces de la confrontación.


Una segunda razón teórica que asiste a los culturalistas, estrechamente ligada a la anterior,
es la denuncia de la cultura del individualismo subyacente a la concepción de los derechos
humanos. Éste es uno de los puntos más fuertes, y más conocidos, de la crítica de los
comunitaristas, de manera que no necesito abundar aquí en detalles. A lo que esta crítica
se refiere es a que los derechos humanos no se venden solos. Vienen acompañados de
muchas cosas más. El derecho a la libertad individual viene con la ley del mercado. El
derecho a la libertad de expresión viene con el derecho a la propiedad privada de los
medios de comunicación. El derecho al trabajo con el derecho a la acumulación de capital.
El derecho a la libertad de conciencia con la ruptura de la solidaridad social. Los derechos
humanos son, para decirlo en palabras de Michael Walzer, un maximalismo moral
disfrazado de minimalismo, es decir, son sólo en apariencia un código mínimo de principios
morales, porque a través de ellos se expresa, implícitamente, una cosmovisión bastante
más amplia y bastante más densa de valores de la cultura liberal.

3. Tercer paso: más allá del fundamentalismo o un consenso dialéctico.


El listado de argumentos que acabo de presentar no es, por supuesto, exhaustivo, pero es,
sí, suficientemente variado como para que entendamos por qué les debemos prestar una
atención especial. El problema es justamente que, frente a semejante heterogeneidad, y
teniendo en cuenta que las posiciones opuestas parecen gozar de validez relativa, muchas
veces la reacción natural consiste en restablecer el fundamentalismo. En lugar de aprender
de las críticas, nos aferramos a la posición originaria. Pero, a diferencia del
fundamentalismo inicial (de nuestro primer paso), que era inmediato e ingenuo, éste es
más peligroso, porque se ha endurecido en sus creencias, pese a haber tomado noticia de
las advertencias del interlocutor. Debe quedar claro, en todo caso, que fundamentalista no
es sólo la posición del defensor del culturalismo, sino también aquella de quien defiende la
concepción universal de los derechos humanos sin tomar en cuenta las razones de peso
esgrimidas en su contra.
Tenemos que abandonar el fundamentalismo. Y eso sólo puede hacerse reconociendo la
validez relativa de las posiciones en disputa, es decir, reconociendo que el punto de partida
es una verdadera controversia. Decía por eso que la solución debe ser dialéctica, en el
sentido estricto (o mejor dicho: en el sentido aristotélico) de la palabra. En su sentido
estricto, la dialéctica es un método de resolución de conflictos. Es decir, es un método que
sólo se emplea cuando no hay acuerdo entre los interlocutores, y se emplea justamente
para conseguir ese acuerdo. Pero, para solicitar la intervención de un método semejante,
hay que reconocer, en primer lugar, que la situación inicial es conflictiva, incierta, y que no
tiene la evidencia que conduce al fundamentalismo. Los interlocutores en este debate
deberían poder admitir que hay buenas razones que asisten a ambas partes, y que esas
razones los conciernen tanto en un sentido positivo como en un sentido negativo. En otras
palabras, es preciso admitir que hay aspectos de la propia posición que están siendo
seriamente cuestionados por la posición del interlocutor. Mientras esto no ocurra -mientras
no haga uno sobre sí mismo, como diría Hegel, lo que el otro hace sobre uno-, la disputa se
perpetuará como un diálogo de sordos, sin otra posibilidad de solución que la que se
impone por la fuerza. Mientras los países ricos no reconozcan que su discurso sobre los
derechos humanos es farisaico porque encubre una grave desigualdad estructural del
orden económico internacional; mientras no admitan que el status quo de las relaciones
internacionales habla en contra del discurso igualitario que presupone su propia defensa
universalista de los derechos de la persona; mientras no reconozcan en su debida
dimensión la autonomía de las culturas a las que por siglos han mantenido en situación de
dominación, habrá pocas posibilidades de que la concepción de los derechos humanos
llegue a ser aceptada como una concepción genuinamente universal. De otro lado, y
análogamente, mientras los defensores del culturalismo no reconozcan el peligro del
encapsulamiento en la propia tradición cultural; mientras sigan pretendiendo
instrumentalizar el discurso culturalista para fines políticos internos; mientras no sean
capaces de ofrecer una alternativa transculturalista que haga posible la convivencia entre
las diferentes culturas particulares, no habrá tampoco muchas posibilidades de hacer valer
con justicia las reivindicaciones de autonomía cultural.
Admitir la validez relativa de las críticas que se esgrimen en contra de la propia posición, no
significa aún, sin embargo, haber llegado a un acuerdo. Para eso hace falta un paso más.
Un consenso dialéctico sería aquél que resultase del reconocimiento de un conjunto de
reglas comunes, para el cual no fuese necesario renunciar a los principios de la propia
cosmovisión cultural. Para reconocer una serie de derechos humanos comunes, no tendría
por qué ser necesario, por ejemplo, renunciar a la cosmovisión religiosa de una cultura
particular, ni, menos aún, tener que admitir simultáneamente la ruptura de la solidaridad
social o la necesidad de la racionalidad instrumental de la sociedad de mercado. En cierto
modo, las diferentes Declaraciones de los Derechos Humanos, en la medida en que han
sido reconocidas y firmadas por estados particulares, constituyen una forma de consenso
dialéctico como el que estoy mencionando. Pero son aún una forma muy incipiente, porque
su vigencia está siendo puesta constantemente en cuestión por los fundamentalismos de
viejo y de nuevo cuño.

Publicado 25th March 2013 por TAREASMIASCOM

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