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Gracias al trabajo continuo del Grupo Gallinazo en la discusión de nuestro pasado nacional
y la interrelación de este con nuestra actualidad, presenta, en conjunto con el Centro
Cultural de Bellas Artes, la exposición “Operación Tigre”. Mediante el cual se busca
transmitir la historia detrás de las desapariciones y asesinatos en el gobierno de Alberto
Fujimori; asimismo, se pretende establecer un vínculo socio- afectivo con el espectador, a
fin lograr una conciencia histórica y política que permitirá la comprensión y el dialogo
entre hechos del ayer y del hoy.
“Tigre 96” consistió en un operativo realizado por el gobierno de Alberto Fujimori, cuyo
objetivo era eliminar físicamente a aquellos “elementos” traidores que filtraron
información sobre el “Plan Bermudas”; el cual, tuvo el objetivo de silenciar violentamente
a los periodistas opositores y críticos del gobierno. Una de las víctimas fue Mariella
Barreto, quien fue miembro del Servicio de Inteligencia del Ejército y del grupo Colina;
este último se encargó de torturarla y descuartizarla por la información filtrada. Hasta el
día de hoy su cabeza es la única parte de su cuerpo mutilado que no ha sido encontrado.
El segundo ambiente es aún más lúgubre y se puede dividir en dos, lo resaltante en ambos
espacios serán los tres bloques de cemento que tienen una imagen inscrita. En la parte
derecha observamos objetos simbólicos asociados al gobierno de Fujimori; en primer
lugar, una pantalla donde aparecen imágenes recortadas de los rostros de Alberto
Fujimori, Keiko Fujimori y Vladimiro Montesinos, mientras se escucha la defensa del ex
presidente frente a las acusaciones de lesa humanidad y una de sus frases más conocidas:
“¡soy inocente!”. En segundo lugar, se observa un muñeco de Fujimori, donde se
encuentran colgadas portadas de periódicos de la época con titulares alarmantes de
desaparecidos y, además, fotografías de los asesinados por el grupo Colina. Y, en tercer
lugar, un Phénakistiscope (Fenaquistoscopio) con imágenes de Fujimori en el momento en
el que disuelve el Congreso de la República, mientras se reproduce otra frase conocida:
“¡Disolver!”.
La parte izquierda causa una sensación de ansiedad y tristeza porque visualizamos cajones
hechos de madera y, en ellos, muñecos hechos de trapo con fragmentos del rostro de las
víctimas del grupo Colina: Kenneth Ney Anzualdo y Dora Oyarce. Asimismo, observaremos
fotografías, rastros de prendas, libros, objetos de valor, entre otros que conforman partes
de la historia de estos jóvenes que fueron torturados y asesinados, cuyos cuerpos no
están completos y solo hay pequeños restos y recuerdos a los cuales rezar.
El espacio final es el de mayor impacto, debido a la sensación de miedo y terror que causa
la proyección en ese cuarto pequeño. Mientras suena nuestro himno nacional,
observamos en la pared, la parte superior de tres cuerpos con polos blancos y las cabezas
encapuchadas por bolsas negras, vemos como las manos de estos “desconocidos”
tiemblan debido a la tortura. La canción sigue avanzando y los torsos extremos se llenan
de sangre poco a poco, hasta teñirse de sangre completamente; es allí, donde en el torso
central se proyecta la imagen del escudo nacional, formando así la bandera del Perú en los
cuerpos torturados.
Esta exposición nos revela la crueldad y la violencia de nuestra historia nacional. No se
trata de mostrar la realidad pasada desde un punto de vista lejano y opuesto, no se
intenta moldear ni suavizar los hechos; sino que se pretende manifestar el dolor, el miedo
y la desesperación de un pueblo que clamaba la protección del Estado y, en vez de eso,
obtuvo cuerpos, fosas y sangre. Gracias a proyectos como este, aprendemos de nuestra
historia y luchamos para construir un país sin violencia y un Estado sin corrupción.
Hasta el 30 de junio
Ingreso libre