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Escuela de Historia

Introducción a la antropología forense


Mtro. Daniel Jiménez
Gerardo Guarán
201603970

El aporte de la antropología forense en la búsqueda de


personas desaparecidas
Ensayo final

I. Contextualización
Es un hecho consabido que en la sociedad guatemalteca no estamos completos.
Hoy en las calles se respira la tenue ausencia de maestros, intelectuales,
estudiantes, periodistas, escritores, líderes campesinos, etc. que más allá de sus
ocupaciones, que más allá de sus luchas, que más allá de sus creencias e
ideologías, fueron esposas y esposos, padres y madres, hijos e hijas, amigas y
amigos, cuyos dolorosos vacíos no han podido llenarse desde que vilmente
fueron desaparecidos forzosamente por las fuerzas represivas del Estado de
Guatemala durante el conflicto armado interno (CAI).

¿Cómo vivir con la incógnita de su paradero…? En este sentido, no solo fueron


45. 000 personas desaparecidas1 contra su voluntad, con ellas desapareció la
mitad de aquellos allegados que aún con vida no han podido vivirla por la
constante angustia que supone la ausencia de los que no están muertos pero
tampoco con vida.

Por eso algunos sostienen que esta forma de violencia es una de las más atroces
y perversas, pues no solo desaparece al opositor, sino que también difunde el
terror, asedia a la psique colectiva e imposibilita la reconciliación del pueblo
violentado. No es fortuito que está práctica resulte tan eficaz para eliminar
cualquier oposición, detrás de esta necropolítica hay un intrincado programa

1
IIARS. (2015). La historia reciente. Un libro de contenidos sobre el Conflicto Armado Interno en
Guatemala. Guatemala: F&G Editores.
sistemático de inteligencia, impulsado por las mentes maestras del crimen
mundial, es decir, Estados Unidos.

Desde 1946 la Escuela de las Américas del Ejército de los Estados Unidos ha
entrenado a oficiales militares de todo el continente con el propósito de defender
a toda costa el statu quo regido por las reglas de la bandera de las barras y las
estrellas, en aras de mantener su hegemonía económica y política global.

En Guatemala está práctica llego a su cenit durante los gobiernos de Romeo


Lucas García, Efraín Ríos Montt y Oscar Humberto Mejía Víctores, cuyo objetivo
era desmantelar, so pretexto de defender al país de las garras del comunismo,
cualquier forma de organización que pudiera atentar contra los intereses de un
reducido grupo de personas.

La Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) ha concluido que el total de las


víctimas asciende aproximadamente a 200.000 personas, entre ellas los 45.000
desaparecidos forzados. Lo que la CEH no puede calcular es el daño al tejido
social ni las repercusiones de esa ola de violencia sobre la sociedad guatemalteca.

Y es que lo más grave de todo, como sostiene Martín Baró, es que «el recurso a la
violencia, que en un momento pudo ofrecerse como alternativa última y
provisional, con la prolongación de la guerra se convierte en hábito y en
respuesta privilegiada» (Baró, M. 1990)2. Y es eso precisamente lo que ha pasado
en el país. En la sociedad guatemalteca, la violencia se ha internalizado, forma
parte de nuestra cotidianidad y se reproduce día con día.

Dado que la violencia se convierte con facilidad en una espiral, en un continuum,


pues como bien apunta Bougois, la represión política «es como una «olla de
presión» que va generando violencia cotidiana mediante la distorsión sistemática
de las relaciones y sensibilidades sociales» (2005:13)3.

2
Baró, Ignacio M. (1990). Guerra y salud mental. En: Psicología social de la guerra: Trauma y terapia
(selección e introducción por Baró). El Salvador: UCA Editores, 1990. p. 23
3
Bougois, M. (2005). Más allá de una pornografía de la violencia. En Jóvenes sin tregua: Culturas y
políticas de la violencia. (11-25). España: Antropos.
Por ello sostiene Díaz Boada que «la violencia es un fenómeno que hunde sus
raíces en los diversos factores socio-históricos que han conformado las
estructuras de la sociedad guatemalteca, caracterizada por la permanencia del
terrorismo de Estado, auges guerrilleros y recientemente la proliferación de
pandillas» (2012)4.

Esto hace que el tema de la violencia sea una constante, un continuum, un


fantasma al asecho, puesto que con la reciente proliferación de pandillas y del
crimen organizado y su serie de epifenómenos como la limpieza social y la
migración, la violencia se perpetua y con ella la vieja práctica de desaparecer a
las víctimas.

Basta mencionar aquí la masacre de 72 migrantes centroamericanos, entre ellos


los guatemaltecos Efraín García y sus hijos Richard y Nancy, en San Fernando
Tamaulipas, por el cartel de los Zetas5 y la reciente desaparición, en el mismo
lugar, de al menos 19 migrantes que viajaban en un autobús intentando cruzar la
frontera6.

Conviene recordar que las dinámicas fronterizas del capitalismo desatan


prácticas en las cuales la violencia extrema es un eje central de la reproducción
del capital. Sayak Valencia llama a esto capitalismo gore, con lo cual se refiere al:

«Derramamiento de sangre explicito e injustificado (como precio


a pagar por el Tercer Mundo que se aferra a seguir las lógicas del
capitalismo, cada vez más exigentes), al altísimo porcentaje de
vísceras y desmembramientos, frecuentemente mezclados con el
crimen organizado, el género y los usos predatorios de los
cuerpos, todo esto por medio de la violencia más explícita como
herramienta de necroempoderamiento (2010)7.

4
Díaz Boada, L. C. (2012) Imaginarios sociales en la reproducción de la violencia: Aproximación a la
identidad del indio y el ladino en Guatemala [En línea] Aletheia, 3(5). Disponible en Memoria
Académica: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5459/pr.5459.pdf
5
García, J. (2017). La masacre de 72 migrantes que conmovió a Centroamérica, impune siete años después.
El País, 1-6.
6
Shoichet, C. (2019). Las hipótesis sobre los migrantes desaparecidos en Tamaulipas. CNÑ, 8-11.
7
Valencia, S. (2010). Capitalismo Gore. España: Editorial Melusina.
Así pues la violencia estructural propia del capitalismo se ha se ha esparcido,
internalizado y convertido en una suerte de ethos que articula y configura las
relaciones sociales en las sociedades contemporáneas. Ya que como dice
Bourdieu, toda violencia se paga:

«La violencia estructural ejercida en los mercados financieros, en


formas de despidos, pérdidas de seguridad laboral, etc., tarde o
temprano se transforma en suicidios, crímenes y delincuencia,
drogadicción, alcoholismo y las pequeñas y grandes violencias
cotidianas» (Bourdieu citado en Reséndiz, E. 2018)8

En suma, la violencia en el sistema capitalista ha sido, tal y como sostuvo Marx,


la “partera de la historia”, pero en Guatemala no solo ha sido eso, sino también,
como diría Roque Dalton, la mamá del niño pueblo, la lavandera, la planchadora,
la barrendera y hasta el tren de aseo de la historia.

II. El aporte de la antropología forense

La antropología forense en América Latina, por un lado, se mueve en un contexto


histórico caracterizado por los conflictos armados, las masacres y las
desapariciones forzadas; por el otro, se desenvuelve en un contexto ampliamente
marcado por la violencia, producto de las pandillas y del crimen organizado, así
como de las dinámicas del capitalismo.

En tal sentido, la antropología forense, en dichos contextos, en tanto disciplina


que tiene como uno de sus objetivos primordiales la construcción del perfil
osteobiológico de las víctimas, va ligada estrechamente a la recuperación de la
memoria histórica, a la justicia transicional y a la identificación de víctimas
desaparecidas por el crimen organizado y las pandillas, en aras de viabilizar la
justicia. Para ser más específicos, la antropología forense tiene por objeto:

8
Reséndiz, E. (2018). Violento luego existo: Pandillas y maras en Guatemala. Universidad Nacional
Autónoma de México, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe.
«tanto la identificación del individuo, como la determinación de
la causa y circunstancias de la muerte. En este sentido, la
antropología forense es esencial para la recuperación de los
restos de personas desaparecidas y que fueron enterrados en
fosas comunes durante la Guerra Civil […] para su posterior
retorno a los familiares» (2010)9

Por tal motivo, la historia de la antropología forense en Guatemala está


vinculada a las violaciones de derechos humanos que se cometieron en el país
durante el CAI. Basta recordar que «esta ciencia fue introducida en el país como
el medio para documentar violaciones a los derechos humanos cometidas
durante el conflicto armado que ha afectado en su mayoría a personas civiles no
combatientes, como producto de políticas contrainsurgentes» (Moscoso, F.
1995)10.

En Guatemala, una de las instituciones más representativas de la antropología


forense, la FAFG, ha realizado más de «1,500 exhumaciones, recuperando más de
6,900 osamentas de víctimas. De ellas, 4,852 osamentas de víctimas han sido
devueltas a sus familiares, identificando a 2,734 con lo que fueron comprobados
sus testimonios históricos» (Vásquez, A. & Meléndez, G, 2015)11. Ello ha
contribuido a recuperar la memoria histórica y a agilizar los procesos de justicia
transicional, lo cual es de vital importancia para subsanar los daños provocados
por el CAI.

Anne Huffschmind resumen de manera muy acertada el aporte de esta


subdisciplina de la antropología cuando apunta que los antropólogos forenses
«buscan descifrar las huellas de la muerte anónima, devolverles a los restos

9
Malgosa, A. (2010). La antropologÃa forense al servicio de la justicia y la historia: las fosas de la
Guerra Civil. Cuadernos de Medicina Forense , 16, 65-79
10
Moscoso Möller, Fernando. (1995). Antropología Forense: Resultados de su aplicación en Guatemala.
En VIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, 1994 (editado por J.P. Laporte
y H. Escobedo), pp.327-337. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala (versión
digital).
11 Vásquez, A. & Meléndez, G.. (Septiembre 2015). El impacto de la antropología Forense en

Guatemala. Rev. Ciencias Forenses de Honduras, 1, 1-3.


humanos un nombre y a sus familiares la posibilidad de hacer el duelo y también
la justicia» (2015)12.

Este ha sido precisamente el aporte más grande que ha dado la antropología


forense en Guatemala y en América Latina en general, pues les ha dado un rostro
a todos aquellos restos corpóreos que yacen indiferenciados en fosas comunes,
dándole con ello la oportunidad a los familiares de que cierren un clico y puedan
continuar su vida, ya sea exigiendo la justicia y simplemente superando la
perdida. Aldo Bolaño nos dice que las «experiencias internacionales sobre la
búsqueda de los desaparecidos demuestran que cada cuerpo devuelto cierra más
de una herida y abre el camino hacia la verdad y, además, que preservar la
memoria biológica y social de las víctimas es una tarea básica de los Estados»
(2007)13. Cerras esas heridas y emprender la marcha hacia la verdad, posibilita,
a su vez, el desarrollo de procesos nacionales de reconciliación.

Por otro lado, debido a que la antropología forense forma parte del
conglomerado de disciplinas forenses, los resultados de los métodos y técnicas
utilizadas durante una investigación antropológica forense, están destinados a
ser presentados ante el sistema de justicia estatal. «Por lo anterior, es evidente la
importancia de su participación en la investigación en la escena del crimen,
identificación y dictamen judicial» (Lagunas, Z. 2006)14.

Los antropólogos forenses construyen una evidencia científica para la expedición


de resoluciones judiciales al reconstruir la circunstancia pre y peri mortem, lo que
asegura la objetividad de la resolución de los juicios, dado que dicha evidencia
es una fuente indubitable.

A nivel nacional e internacional, los resultados de las investigaciones forenses


han coadyuvado a determinar crimines de lesa humanidad, ya que han

12
Huffschmind, A. (2015). Huesos y humanidad. antropología forense y su poder constituyente ante la
desaparición forzada. Athenea Digital, 15, 195-214.
13
Bolaños, Aldo. (2007). La búsqueda de los desaparecidos y la antropología forense. Cosas del
Callejón. 3. 13.
demostrado la sistematicidad e intencionalidad de tales felonías en contra de la
especie humana.

En este sentido, la antropología forense, ha jugado un papel importante en la


justicia transicional guatemalteca, ya que ha determinado la intencionalidad de
los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en Guatemala entre 1960 y
1996. «En la praxis, los antropólogos han demostrado que pueden aportar el
importante potencial necesario que permite registrar e intentar “reconstruir las
memorias” de estos crímenes sistemáticos o también referidos como violaciones
masivas a los derechos humanos» (Parra, M. & Palma, M. 2005)15.

Conclusión

El contexto histórico y social de América Latina ha estado marcado fuertemente


por la violencia, cuya forma más atroz puede encontrarse en la práctica de
desaparecer a las víctimas. La antropología forense, por tales razones, se ha
convertido en un disciplina con muy requerida, tanto por los sistemas de justicia
como para los familiares de aquellas víctimas desaparecidas, pues el objeto de
disciplina es darles rostro a todos aquellos restos corpóreos que yacen
indiferenciados en fosas comunes. Con lo cual, los antropólogos forenses,
permiten cerrar las heridas del pasado y posibilita con ello emprender la marcha
hacia la verdad.

15
Parra, M. & Palma, M. (2005). Desde el rincón de los muertos y la memoria de sus familiares.
Aportes de la antropología forense a los derechos humanos. Revista Antropólogos
Iberoamericanos en Red, 4, 12-39.
Bibliografía

IIARS. (2015). La historia reciente. Un libro de contenidos sobre el Conflicto Armado


Interno en Guatemala. Guatemala: F&G Editores.

Baró, M. (1990). Guerra y salud mental. En: Psicología social de la guerra: Trauma
y terapia (selección e introducción por Baró). El Salvador: UCA Editores, 1990. p.
23.

Bougois, M. (2005). Más allá de una pornografía de la violencia. En Jóvenes sin tregua:
Culturas y políticas de la violencia. (11-25). España: Antropos.

Díaz, L. C. (2012) Imaginarios sociales en la reproducción de la violencia: Aproximación


a la identidad del indio y el ladino en Guatemala [En línea] Aletheia, 3(5). Disponible
en Memoria Académica:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.5459/pr.5459.pdf

García, J. (2017). La masacre de 72 migrantes que conmovió a Centroamérica, impune


siete años después. El País, 1-6.

Shoichet, C. (2019). Las hipótesis sobre los migrantes desaparecidos en Tamaulipas.


CNÑ, 8-11.

Valencia, S. (2010). Capitalismo Gore. España: Editorial Melusina.

Reséndiz, E. (2018). Violento luego existo: Pandillas y maras en Guatemala.


Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Caribe.

Malgosa, A. (2010). La antropologÃa forense al servicio de la justicia y la historia:


las fosas de la Guerra Civil. Cuadernos de Medicina Forense , 16, 65-79.

Moscoso, Fernando. (1995). Antropología Forense: Resultados de su aplicación en


Guatemala. En VIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala,
1994 (editado por J.P. Laporte y H. Escobedo), pp.327-337. Museo Nacional de
Arqueología y Etnología, Guatemala (versión digital).

Vásquez, A. & Meléndez, G. (Septiembre 2015). El impacto de la antropología


Forense en Guatemala. Rev. Ciencias Forenses de Honduras, 1, 1-3.

Huffschmind, A. (2015). Huesos y humanidad. antropología forense y su poder


constituyente ante la desaparición forzada. Athenea Digital, 15, 195-214.
Bolaños, A. (2007). La búsqueda de los desaparecidos y la antropología forense.
Cosas del Callejón. 3. 13.

Parra, M. & Palma, M. (2005). Desde el rincón de los muertos y la memoria de sus
familiares. Aportes de la antropología forense a los derechos humanos. Revista
Antropólogos Iberoamericanos en Red, 4, 12-39.

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