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INTROD.- El proceso de discipulado por el que trabajamos para edificar el pueblo cristiano,
está basado en nuestra relación con Dios, es decir, representa y describe la gran verdad de la
naturaleza relacional de Dios. Se ve este enfoque relacional a través de la descripción bíblica de la
reunión de los hijos de Dios en la iglesia local. Estas reuniones son descritas como «hogares,»
«cuerpos,» «edificios» - imágenes que representan la interrelación y las labores integradas de las
diferentes partes. La simple transferencia de información no es suficiente. La iglesia está llamada a
relacionarse unos con otros para añadir un aspecto relacional diferente a todo lo que hace.
Así como muchas otras cosas de la vida de iglesia, el discipulado bíblico debe desarrollarse en el
contexto de relaciones de amor y exhortación. A través de esto llegamos a conocer la vida, las
luchas y los dones de los demás y construimos una cultura de iglesia de edificación mutua.
1.2-¿Qué significa decir que Jesús «entregó su vida por nosotros?» Bueno, puede referirse a su obra
redentora... porque no podemos imitar eso en nuestras relaciones unos con otros. Debe significar
algo más, algo que nosotros como humanos podemos imitar. Debido a esto, pienso que está claro
que Él está observando la manera como Jesús entregó su vida, no en la muerte sino en el
discipulado.
1.3-¿Por qué Jesús entregó su vida por nosotros? Para glorificar a Dios y hacernos un bien
espiritual. Para enseñar, modelar, exhortar y amar a sus discípulos.
1.4-Debemos reflejar ese amor en nuestras pequeñas maneras de entregar nuestra vida por los
demás, con el objetivo de glorificar a Dios y hacerles un bien. Eso es lo que significar amar.
2.2-El discipulado debe estar fundamentado en la Palabra de Dios. Es la Palabra de Dios la que da
vida y no el consejo sabio del discipulador. La confirmación del poder y habilidad de las Escrituras
para transformar es evidente a través de todo el AT y NT.
Conclusión: 2 Tim. 3:16-17
En su forma más simple, hacer discípulos es la tarea diaria de establecer a otros en la Palabra de
Dios. Como discipuladores, trabajamos duro para no cultivar una dependencia en nosotros y en lugar
de eso entrenar cristianos para que amen las Escrituras de forma consistente.