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Justificación

El estrés es una respuesta general del organismo ante demandas internas o externas que en un
principio resultan amenazantes, consistiendo, básicamente, en una movilización de recursos
fisiológicos y psicológicos para enfrentar tales demandas. La respuesta de estrés es sí misma nociva;
por el contrario, se trata de una intensa reacción adaptativa que pone a disposición del organismo
una intensa cantidad de recursos, pero si la respuesta de estrés es excesivamente frecuente, intensa
o duradera, puede tener consecuencias negativas (Crespo y Labrador, 2001). Por otro lado, Buceta
y Bueno (2001) refieren que cuando existe un exceso cuantitativo o cualitativo de estrés,
consecuencia por un lado, de la exposición a múltiples o muy impactantes situaciones estresantes
y, por un lado, de falta de recursos apropiados para hacer frente a tales situaciones, o como
resultado del agotamiento de un organismo que con bastante frecuencia esta sobre funcionando
para manejar las situaciones que podrían afectarlo puede ser perjudicial, seriamente, en el
rendimiento y la salud de las personas

Hay ocasiones en que las demandas del ambiente son excesivas para el individuo, por lo que su
repertorio conductual para hacer frente a la situación generadora de estrés es insuficiente, al igual
que cuando se enfrenta a una situación nueva (Blanco, 1986), es por esto que el estrés se ha
convertido en uno de los síndromes más frecuentes en el mundo laboral, amenaza la salud de uno
de cada cinco trabajadores en el mundo (García y Gil, 2011), a su vez Buceta y Bueno (2001) señala
que el estrés se relaciona con otras alteraciones de la salud y otros comportamientos habituales que
no suelen ser mortales (aunque algunos de ellos son factores de riesgo), pero que deterioran
notablemente el funcionamiento normal, el bienestar y la calidad de vida de las personas que lo
padecen (e.g el asma, el dolor crónico, las alteraciones gastrointestinales. el insomnio, el
alcoholismo); además que deteriora el bienestar y la calidad de vida. Estos argumentos justifican la
necesidad de considerar al estrés como una respuesta significativa que puede alterar la salud, el
bienestar y la calidad de vida, inclusive la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2009) y la
Organización Panamericana de la Salud en un análisis de la situación actual de la salud de los
trabajadores, reconocen al estrés como una de las enfermedades del presente siglo, que por las
dimensiones que ha adquirido debe tratarse como un problema de salud pública. Así mismo,
señalan que es prioritario desarrollar entornos laborales saludables, no sólo para lograr la salud de
los trabajadores, sino también para hacer un aporte positivo a la productividad, a la motivación
laboral, a la satisfacción en el trabajo, así como a la calidad de vida en general. Por lo tanto, se
plantea la importancia de desarrollar estrategias apropiadas para prevenir y controlar el estrés,
gracias a los aportes de la psicología cognitivo conductual, actualmente se conocen muchos de los
factores que modulan su intensidad. Todo ello ha permitido que se desarrollen técnicas para su
intervención y así mejorar la calidad de vida de las personas, como prevenir, superar o aliviar una
enfermedad.
La conceptualización del fenómeno de estrés

El objetivo del siguiente apartado es examinar el uso que se hace del concepto de estrés en
psicología y salud. Cabe señalar que una característica inicial que se desprende es que el estrés no
es un término psicológico, sus raíces datan en distintas etapas de la historia. La utilización del
término para referirse a los problemas y adversidades se remonta al siglo XIV. Posteriormente, la
formulación más clara del concepto tuvo lugar en el siglo XVII a través del trabajo del físico Robert
Hooke, quien concibe el estrés como la relación entre la “carga” externa ejercida sobre un objeto y
la deformación experimentada por el mismo, dependiendo del resultado de las propiedades
estructurales del objeto y de las características de la fuerza externa; este planteamiento realizado
desde la Física manifiesta el carácter interactivo del concepto (Ortega, Sierra y Zubeidat, 2003).
Posteriormente como señalan Fierros, Piña e Ibarra (2012), Hans Selye 1936 introdujo el término
estrés como un síndrome especifico constituido por cambios inespecíficos del organismo inducidos
por las demandas que se le haces; inicialmente el estrés se desarrolla a partir de los trabajos de
(1936, 1960, 1974) como un término novedoso y relevante en la Medicina. Los descubrimientos de
Seyle permitieron no sólo identificar las causas y los síntomas de diversas enfermedades y
trastornos biológicos, sino que a partir de dicha caracterización del fenómeno con el tiempo
favoreció un creciente sólido trabajo de investigación experimental (Crespo y Labrador, 2001)

Actualmente el término estrés tiene un uso cotidiano como parte de lenguaje ordinario o coloquial,
pero una vez que le término pasa a formar parte del andamiaje teórico de la psicología y es aquí que
cuando tal y como mencionan Fierros, Piña e Ibarra, (2012) que cada vez que se adopta un término
que proviene de otra disciplina, éste, cualquiera que sea, adquiere ipso facto carta de naturalidad
"como si" fuese un término psicológico, Ilegando a jugar un papel central en el discurso teórico, sin
embargo, dada la investigación hecha se puede afirmar que no han conseguido crear aún una
definición consensuada internacionalmente de hecho, el estrés se puede conceptualizar desde tres
claras y grandes perspectivas teóricas (Elliot y Eisdorfer, 1982, citado por Ortega, Sierra y Zubeidat,
2003); existen definiciones en las que se considera como un estímulo, otras que están centradas en
la respuesta producida en el organismo y, en tercer lugar, las definiciones de tipo interactivo o
transaccional.

Appley y Trumbull, (1977) hacen uso del término para describir aquellas situaciones novedosas, de
carácter cambiante, intensas, inesperadas o repentinas, incluyendo aquellas que superan los límites
de la tolerabilidad, así como el déficit estimular, la ausencia de estimulación o la fatiga producida
por ambientes aburridos (citado por Ortega, Sierra y Zubeidat, 2003). Además, se mantiene una
concepción del ser humano como mero sufridor pasivo de las condiciones ambientales (Blanco,
1986). A raíz de ello, las definiciones basadas en la situación predominan en las investigaciones
sociológicas, mientras que otras disciplinas asumen definiciones de corte biologicista. Se ha
señalado que esta segunda visión no ha conseguido asentarse dado que aquellas situaciones que
causan un patrón determinado e respuestas como, por ejemplo, taquicardia, aumento de la presión
sanguínea y otras, serían las situaciones que generarían estrés, pero existe una variabilidad enorme
de situaciones que no están vinculadas al estrés y sin embargo, provocan el mismo patrón fisiológico
de respuesta, como por ejemplo hacer ejercicio físico o la pasión amorosa (Blanco,1986).

Se pueden distinguir tres aproximaciones de estudio al proceso de estrés según Estrada, Mercado,
Reidl y Ortega (2016), que son las tradiciones ambientales, psicológicas y biológicas se han centrado
en algún aspecto especifico, es decir en su propia tradición ignorando las otras partes. Por ejemplo,
los sociólogos y epidemiólogos han centrado su atención en conocer si los eventos de vida
incrementan los riesgos de enfermedad, pero no toman en cuenta los factores psicológicos que
pueden medir o interferir. Por su parte los psicólogos se han centrado en la valoración y la respuesta
emocional del riesgo a la enfermedad, sin prestar atención a las situaciones ambientales
intervinientes ni a los factores biológicos responsables de establecer ligas entre el estado psicológico
y la enfermedad. Finalmente, la tradición biológica se ha centrado en la relación entre el estrés y las
respuestas hormonales y cardiovasculares, y entre estas respuestas y la enfermedad física, pero no
en los factores psicológicos a través de los cuales los estresores pueden influir sobre los estados
biológicos.

Con objeto de superar la controversia establecida a raíz de los planteamientos anteriores, surge el
concepto de estrés como interacción entre el organismo y el ambiente que lo rodea; dicho de otra
manera, de lo que se trata es de reconocer y aceptar que en última instancia los “estresores” no son
eventos de estímulo asilado, sino unos tipos o modos de interacción persona-ambiente los que
facilitarán el que se llegue a un resultado o una condición biológica particular conocida como estrés
(Fierros, Piña e Ibarra, 2012) siguiendo esta misma línea argumentativa Blanco (1986) menciona que
el estrés no pertenece a la persona o al entorno ni tampoco es un estímulo o una respuesta, más
bien se trata de una relación dinámica, particular y bidireccional entre el sujeto y el entorno,
actuando uno sobre el otro. Por su parte Lazarus (1981) de igual manera afirma, que los seres
humanos no son víctimas del estrés, sino que su forma de apreciar los acontecimientos estresantes
(interpretación primaria) y sus propios recursos y posibilidades de afrontamiento (interpretación
secundaria) determinan la naturaleza del mismo

El estrés psicológico es aquel que establece una relación entre el individuo y el ambiente; por lo
tanto, la psicología se centra en el estudio de las causas que provocan este estado en diferentes
sujetos a través del análisis del afrontamiento individual y la evaluación cognitiva que conlleva, sí
como el afrontamiento le sirve al sujeto para controlar las demandas que evalúa como estresantes
y todas las emociones que generan
Causas del estrés

Cualquier situación que la persona perciba como una demanda o una amenaza a que exija un rápido
cambio, es productora de estrés. No obstantes, debe recordarse que no todas las situaciones ni
todos los factores estresantes son negativos. Además, dependiendo de la forma en que se perciba
los diversos factores estresantes, se producen distintos impactos en las personas (Naranjo, 2009).
Aunque no es posible establecer el valor objetivo de una situación para generar la respuesta de
estrés, dado que esta depende tanto de las demandas de la situación como de las habilidades de
una persona, sin embargo, como señalan (Crespo y Labrador, 2001), se pueden distinguir dos tipos
principales de estresores.

a) Psicosociales: Son situaciones o estímulos que no causan directamente la respuesta de


estrés, sino que se convierten a través de la interpretación y evaluación cognitiva, o del
significado que la persona les asigna.

b) Biológicos: Son estímulos o situaciones que se convierten en estresores por su


capacidad para producir en el organismo determinados cambios biológicos químicos
que automáticamente disparan la respuesta de estrés, con independencia de la
interpretación cognitiva (un cigarrillo, exponerse a altas temperaturas de calor o frio
intenso, ruido, contaminación, etc.)

Con respecto a las variables psicosociales, implican cambios significativos en su vida cotidiana, o que
las obliga a sobre funcionar para manejarlas o adaptarse a ellas, todo si son novedosas, inciertas,
ambiguas, poco gratificantes. Estas situaciones potencialmente estresantes pueden presentarse de
diferentes maneras, (Buceta y Bueno, 2001). En ocasiones son eventos, que como señala Blanco
(1986) basta con que aparezca una vez para que provoquen respuestas de estrés intensas. Otras
veces se trata de sucesos que también son importantes pero que necesitan de una exposición más
prolongada, o bien coincidir con sucesos estresantes, para producir una reacción de estrés que sea
perjudicial. Y en ocasiones son múltiples sucesos menores los que sumado su impacto estresante
pueden favorecer la presencia de un estrés prolongado suficientemente severo.
Bibliografía

Crespo. M. & Labrador. F. (2001). Cap. 2 Evaluación y tratamiento del estrés. En Intervención
psicológica y salud: control del estrés y conductas de riesgo (pp. 57- 63) Madrid, España:
Ediciones Dykinson.

Blanco, A. (1986). El estrés ambiental. In F. Jiménez Burillo & J. I. Aragones. Introducción a la


psicología ambiental (pp. 229-249). Madrid: Alianza Psicología.

Buceta, J. & Bueno. A. (2001). Cap. 1 Estrés, rendimiento y salud. En Intervención psicológica y salud:
control del estrés y conductas de riesgo (pp. 19-55), Madrid. España: Ediciones Dykinson.

Fierros. L., Piña, J. & Ybarra J. (2012). Cap. 1 La conceptualización del fenómeno de estrés en
psicología y salud: su abordaje a la luz de un modelo de adhesión. En Estrés Salud (pp. 3-16).
Ciudad de México, México: Ediciones Manual Moderno.

García. M., & Gil. M. (2016). El estrés en el ámbito de los profesionales de la salud. Persona. (19),
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Mercado. S., Reidl, L. & Ortega, P. (2016). Cap 1 El estrés. En Estrés ambiental en instituciones de
salud (pp. 20-39). Ciudad de México, México: UNAM

Olga. G. & Terry. L. (1997). Superar el estrés. Madrid: Ediciones Pirámide.

Sierra, J., Ortega. V., & Zubeidat, I. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar.
Revista Malestar y Subjetividades, 3 (1). 10- 59

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