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I

Relación (objeto-sujeto- representación).

“El mundo es mi representación, esta realidad es aplicable a todo ser que vive y conoce” . Así inicia
Arthur Schopenhauer las reflexiones acerca de la existencia objetiva en cuanto “objeto del
conocimiento”, y la existencia subjetiva o estado interno del conocer en cuanto “sujeto del
conocimiento”, categorías que veremos en su implicación mutua y dualidades de contenidos en
cada una. Partir del sujeto al objeto o viceversa no hace en el pensamiento de Schopenhauer
mella alguna, si desde esta máxima podríamos decir que se reconoce la intención interpretativa
del mundo y sus relaciones a través de una posición psicologísta entre lo fenomenológico y lo
representacional, haciendo necesario subordinar el complejo natural al complejo subjetivo.

“El mundo es mi representación”, se recrea esencialmente como fundamento gnoseológico que


demuestra la existencia de dos elementos de universos complejos y coexistencia real para
producir conocimiento, relacionable directamente con los intereses del sujeto.

Por siglos el hombre busca conocer el mundo en todas dimensiones de existencia, desde la
subjetividad histórica que le tocó, vivió y vive, en un espacio- tiempo limitado para sí. Medida esta
en que lo trasforma a sus necesidades desde la afección y cognición individual haciéndose
colectivo, provocando ciertas alteraciones en el objeto de su conocimiento imponiéndole
dependencia figurativa desde su condición de sujeto creador.

Obviamente, para Schopenhauer no era difícil comprender, no solo la necesidad de que el mundo
era su representación, sino, de que sin representación no se cumpliría la relación (objeto-sujeto)
del conocimiento.

Algunos pensadores de inicios del siglo XIX, han reconocido en función de teorías psicológicas , el
proceso de relación que establece Schpenhauer entre objeto-sujeto- representación, siendo esta
última la mediadora, estructurada junto al complejo real del sujeto que conoce como ser, el ser
de las cosas. Por tanto el ser de las cosas no implica que conozcamos las cosas mismas, sino, solo
las relaciones con otros seres diversos y finalmente la relación con el ser: sujeto del conocimiento
todo ello como forma de interconexión compleja del ser en general. Solo al hombre le ha sido
dada la posibilidad natural de tener conciencia de su representación, y llegar a poseerla es llegar a
tener un sentido filosófico del ser de las cosas, o sea, imagen genérica y particular del ser. El re-
conocer – noción de experiencia o participación de ella, sentido de aguda reflexión - la realidad
que determina al ser que es capaz de representación (Hombre), no es problema para
Schopenhauer, pues es necesaria para dicha reflexión y cada hombre que conoce esta verdad
“sabe muy bien que no conoce un sol ni una tierra y si únicamente un ojo que ve el sol y una mano
que siente el contacto, pero que el mundo que lo rodea no existe mas que como representación,
esto es en relación con otro ser, aquel que le percibe, o sea, él mismo.” Esto es que, el complejo
sensorial recibe conforme su acción, información objetiva que a la vez codifica y reproduce, sea en
acciones lingüísticas, semánticas o simbólicas pudiendo quedar en el sentido de la reflexión o
conjugarse con la práctica siendo o no el resultado final del movimiento intelectivo; pero todo ello
en su mayor contenido es trabajo del proceso interno del hombre -precisa Schopenhauer- de su
subjetividad, sin la cual sería imposible llamarnos seres racionales.
La representación (puente) entre el (objeto-sujeto) del conocimiento, es un factor integrado a los
demás factores internos y para Schopenhauer es el portal de conocimiento. La pregunta que
realiza el hombre al “ser general” natural en sus dos aspectos: (objeto-sujeto) sobre quien se
impone en cuestión de conocimiento, o sea, ¿quién determina al final a quien?, no es lo neurálgico
del pensador, sino, ¿cómo se determinan ambos elementos? Y en cuestión de práctica humana,
¿cuál es el más importante? Las condiciones históricas que influyeron en el análisis de las
condiciones subjetivas propiciando el conocimiento al ser humano, son un factor de importancia
para entender su filosofía; Schopenhauer de hecho no asume un partido, aunque sí como él
mismo lo manifiesta, se inicia desde el pensamiento Platónico y Kantiano proyectándose más al
idealismo objetivo. Puede considerarse que parte de la “idea de relación (sujeto- R-objeto)” para
el análisis de la realidad cognoscente, siendo estos clásicos la columna vertebral de su sistema.

Para el materialismo de la primera mitad del siglo XIX, una de las limitaciones que contenía el
idealismo era partir del sujeto, más bien de condiciones existenciales para la comprensión de la
realidad; en tanto para el idealismo la limitación del materialismo residía en partir del objeto en
cuanto escapaba constantemente ser aprehendido en su forma más pura, claro que no era la
intención del materialismo apropiarse de forma mágica del objeto real, concreto, sino de sus
relaciones internas y externas si el mismo lo permitía, siendo lo único posible de acatar o apropiar
relativamente; pero tal confusión que se extendía en cuestión de conocimiento era obvia a causa
del poco desarrollo de la ciencia en su generalidad, y si es de considerarse, ni de los métodos
mecanicistas o metafísicos en sí mismos sino del propio paso de la ciencia. En Schopenhauer partir
de la experiencia pura, del racionalismo silogístico o del racionalismo experimental, a fin de
cuentas no respondía a las necesidades o dificultades mismas del sujeto, sean existenciales o
románticas, ideológicas o prácticas, sino más bien, provocaban una individualización partidista
especulativa del conocimiento que trataremos más adelante, sin embargo caía el pensador en el
mismo error que critica al individualizar el sujeto cognoscente.

II

Relación (objeto- sujeto-existencia).

Cierto es la defensa del objeto real para el conocimiento sin el cual no existiría, sin embargo, en
Schopenhauer no es suficiente para entender al ser individual buscando conocer, en cuanto es
capaz de determinar a posteriori si interrogar o no, todo depende del motivo que active la
voluntad, de su capacidad para descubrir y analizar, por la razón de que conocimiento es
comprensión de la existencia en su “es” activo pero no la existencia misma, esta puede o no estar
dotada de inteligencia entendimiento o razonamiento, por tanto se puede comprender el hombre
desde el objeto pero también desde el sujeto, así lo hace pensar Schopenhauer buscando
comprender al individuo natural y racional en relación al “es” natural y la naturaleza misma.

El punto común es que el hombre necesita del conocimiento para su proceder, necesita vencer en
función de sus intereses, pero siempre dos fundamentos lo van a dominar: el ser sujeto de un
objeto, el ser objeto de un sujeto. Esta correlación puede entenderse de la siguiente manera: si el
“ser humano” se compone en sujeto (razón, pensamiento) objeto (cuerpo) y la naturaleza en
derredor de este individuo natural en objeto (cosas) sujeto (es, movimiento), mostrando ambos
elementos como dualidades recíprocas ello conlleva a entender la subordinación de la primera a la
segunda. El primer fundamento: ser sujeto de un objeto en el plano particular es la dependencia
de su “es” (razón, inteligencia, razonamiento) como elementos de la actividad permitida por su ser
objeto natural (instinto, necesidad). Pero este traspasa el plano individual en el que se recrea y
actúa sobre el objeto natural conforme a la condición del “es” que comporta o el “para lo que es”,
o sea, dependiendo de su sustancia material. El ser objeto de un sujeto como segundo
fundamento se valora a partir de la subordinación del objeto a los caprichos del sujeto creador
individual quien se considera dueño de la acción del objeto y le domina, solo cuando el objeto se
revela en su necesidad natural este le libera como autocomprensión de la sobrevivencia. En la
segunda variante de este fundamento segundo, nuestro objeto natural (cuerpo) está determinado
por el sujeto natural o “es” el cual comporta las leyes del movimiento, variación, selección,
muerte, etcétera. Se concluye de todo esto que en el ser humano las relaciones se establecen
entre ambos “es”, o lo mismo, entre el es humano y el es natural fuera de su re-conocer o de su yo
como expresión máxima de su “es” que como sabemos implica acción. Ambos sujetos forman
parte del objeto general, del individual por un lado y del natural por el otro, siendo el “es”
individual expresión más acabada. Como el sujeto está ligado con el objeto individual y el objeto
con el sujeto, por lo que ser sujeto significa tener un objeto, y ser objeto tanto como ser conocido
de un sujeto, lo mismo exactamente, cuando un objeto es determinado, de modo que dará lo
mismo decir: “el sujeto conoce de tal o cual manera” y yo digo: “los objetos se pueden dividir en
tantas clases de facultades cognoscitivas”. Si decimos ya no existen la sensibilidad ni la inteligencia
es lo mismo decir: “el mundo ha terminado”, si se dice “no hay ningún concepto” o “la razón ha
desaparecido” es lo mismo que decir ya no hay más que bestias .

El ser objeto (fenómeno, cosa que es) de un sujeto ( lo que “es” – en este caso- para nosotros a
través de conocimiento, razón), no es crear al objeto por el sujeto, sino, lo que “es” para el sujeto
que conoce, significación, y desde donde lo reflexiono o qué instrumentos lógicos necesito para
una comprensión profunda o por lo menos cerca de la verdad, que pueden llegar a desembocar
en lo que fue, por ejemplo, el positivismo, el materialismo, o el mismo voluntarismo, una clara
visión de lo que fue el “objeto que es” y a la vez se abre a la interrogante de la época, y a la
respuesta del sujeto individual o social de la misma. Sin embargo está limitado el “es” o sujeto, en
cuanto es finitud objetual, o sea depende de la existencia del objeto, a diferencia del “es” divino
que se expande a la infinitud, Schopenahuer deduce un “es” limitado al sujeto.

El ser sujeto de un objeto – aparentando una contradicción - nos pone en el entender de la


infinitud en cuanto el objeto no tiene límites reales, aún queriendo no depender el hombre como
individuo objetual de la realidad que lo determina sería esclavo en su contenido natural, y si su
sujeto dejara de ser conciente (irracional), no se reconociera mediando aun la vida seguirá siendo
sujeto – en cuanto permanece en actividad- para un objeto natural. En Schopenhauer, la
comprensión de esta relación puede entenderse, en que la existencia del objeto real infiere el
“es”, o el ser del objeto como: sujeto del mismo, o sea, el para lo que “es”, su función natural que
no “es” consciente, por tanto no elabora ni crea, pero expresa movimiento, trasformación,
cambios de estados que discurren al azar y que solo a un sujeto le es posible comprenderlo,
entender no masa objetual sino el “es” . Este elemento consciente solo es la esencia del objeto
Homo que “es”: Sapien Sapien, el conocer, la razón es el ‘’ser’’ del homos, definiéndose como
‘’ser’’ humano. El trasfondo del asunto no le motiva al pensador porque su punto de partida es el
entender entonces el “es” del objeto natural donde también está el Homo, a través del “es” del
mismo (razón, reflexión). “No hay otra verdad más cierta, más independiente ni que necesite
menos pruebas, la de que todo lo que puede ser conocido o sea el universo entero, no es objeto
mas que para un sujeto, percepción del que percibe, en una palabra, representación” . La
comprensión literal manifiesta o puede manifestar a algunos entendidos la unilateralidad del
sujeto.

III

Sobre la existencia del conocer.

En nosotros se cumple, la relación (objeto-sujeto) del conocer, hasta ahora no ha existido otro ser
donde se cumpla tal dualidad, solo al hombre fue dada por naturaleza la posibilidad de ser sujeto
para los objetos. Según la fisiología, en los animales más inteligentes no se cumple esta relación de
conocimiento.

Desde el punto de vista hermenéutico, podemos decir, se interroga a cada parte del mundo o a la
materia en general desde su pluralidad. Sería entonces: ¿cual es el sujeto de tu objeto? Para
Schopenhauer “todo lo que constituye parte del mundo, tiene forzosamente por condición un
sujeto, y no existe más que por el sujeto” , puede decirse entonces que el sujeto de un objeto real
sin que el hombre se los represente, es, el “ser del objeto”, esto es, la función sea homogénea o
heterogénea que realizan en el mundo. En cuestión se afirma que el ser del hombre, no es su ser
objeto entre muchos, sino, en ser sujeto (razón) que en esencia dice lo que “es”, la otra
interrogante redunda en la relación ser sujeto-ser objeto ¿soy ser sujeto de mi mismo, o “ser
objeto” entre los objetos del mundo? La respuesta para Schopenhauer sería: soy de mi mismo y a
la vez del mundo, resaltando así al sujeto lleva consigo exaltar la voluntad y la representación
como sus formas máximas de existencia.

El sujeto (conciencia) es la oposición causal del objeto a conocer, que está fuera de la conciencia
siempre y cuando no sea ella misma; pero si - esbozado de otra manera - desapareciesen todos los
sujetos ¿Quién demostraría la existencia de los objetos del conocer? Hasta sería absurdo hablar de
demostrar, entiéndase esto, no como cosa, sustancia, sino como ser objeto de un sujeto, como
conocimiento. La existencia no para la cosa sino para mi, es la idea del conocimiento, la pregunta
del hombre estriba, no en qué pasaría o qué sería del mundo sin los seres humanos, sino, qué
sería de la existencia sin el sujeto (conciencia) que la comprenda, simplemente este es el espacio
transitivo de la prehistoria a la historia. “El mundo como representación tiene dos métodos
necesarios, esenciales e inseparables (…) -afirma Schopenhauer-: el objeto, cuya forma es el
tiempo y el espacio, y por ende la multiplicidad (…) y el sujeto fuera del espacio y el tiempo, pues
está todo e indiviso en cada ser capaz de representación (…) si desapareciese cada uno de aquellos
(sujetos), desaparecería también el mundo como representación” . Si dejase de existir el objeto
natural (entiéndase como categoría) como fuente de conocimiento, dejaría de existir el sujeto en
cuanto parte como objeto que “es” y forma parte del objeto natural. Por el contrario, si dejase de
existir el sujeto que conoce, también el mundo como representación. “Por eso estas dos mitades
(objeto-sujeto) son inseparables aun para el pensamiento, pues cada uno de los dos solo tiene
sentido por y para el otro, nace y desaparece con él” .
Partiendo de las primeras ideas de A. Schopenahuer referente a la representación en el primer
libro de esta magna obra, se deja por sentado además la relación representación-voluntad, - la
primera como elemento general que comprende la razón- tratando este asunto como “una
verdad muy grave, que con seguridad hará pensar y aún temblar a cualquier hombre, a saber que
con el mismo derecho que dice: el mundo es mi representación; pues también dice el mundo es mi
voluntad” , si se incluye razón en vez de representación diríace el mundo es mi razón por tanto mi
voluntad o el mundo es mi voluntad conforme a mi razón, en caso contrario. A partir de aquí
Schopenahuer se pregunta ¿que es una realidad sin representación (en esencia razón) ni
voluntad?

El materialismo afirma que el mundo seguiría en las mismas condiciones si desapareciese el sujeto
de la representación y la voluntad, nada exterior a este cambiaría. Para el biologicismo significaría
una alteración en el proceso de selección natural además de una quiebra evolutiva teniendo en
cuenta la conexión de la especies de la alta escala para su desarrollo. Al romanticista no le
importaría vivir del proceso subjetivo centrado en sentimientos: placeres, dolores, injusticias,
justicias, penurias, alegrías, etcétera, del ser humano; siendo ello su caldo de cultivo, girado a la
infinitud creadora del sujeto cognoscente, una especie de libertad infinita de los sentimientos,
donde la voluntad aquieta una línea y la persigue o no conforme a su decisión.

La relación de partida, conforme a cualquier sistema filosófico depende de las condicionantes


históricas en que se mueve el (sujeto-objeto) de la representación, de los estímulos o motivos
causales de su ciencia, del desarrollo del pensamiento científico de la época, la cual expresa
diversos grados de representaciones en su desarrollo, no un cocimiento definido, sino
representaciones científicos intuitivas que caracterizan y comprenden una realidad determinante
al (sujeto-objeto) del conocer, que en cierta medida depende de un proceso de elección histórico
concreta enunciado en el devenir de la voluntad natural.

Hasta ahora se ha tratado de comprender la intrínseca relación que Schopenahuer propone entre
(objeto-representación-sujeto), o (sujeto-objeto del conocimiento)conforme a la realidad de la
existencia como acción. El pensador establece según se aprecia un proceso de correlación, donde
la voluntad es la razón del ser, formando parte de la esencia del (sujeto-objeto) del conocimiento
(Hombre) y del (objeto-sujeto) natural. Lo cierto es que no propone una identidad de sustancias ni
obviamente de conceptos, pues fácticamente define a cada uno su contenido, revelándose ello en
su tesis doctoral donde propone que ‘’ entre el acto de la voluntad y la acción del cuerpo no hay
relación alguna causal, sino que ambas son inmediatamente una y la misma cosa, que es percibida
dos veces: una vez en la conciencia o en la sensibilidad interior, como acto de la voluntad, y otra
en la sensibilidad exterior como acción muscular’’ , debe entenderse esto solo la interacción
funcional del hombre en su dualidad Psico-natural.

La conexión con el mundo visible, o lo mismo con el mundo material, hace del individuo un
reconocer que está dentro del mismo, como objeto no como sujeto que sale de si mismo para
fundarse en identidad con los objetos fuera de él. El hecho de que se quiera “definir” un mundo
visible, representativo, perceptible – como se hizo notar más arriba- “fuera del sujeto“ es para
Schopenhauer absurdo, y no es que dependa de este para existir, sino que el mundo fuera “cosa”,
no : existencia, pues el reconocer que existe y definirlo como tal solo corresponde al “ser
humano”. La realidad objetiva no existe fuera de la conciencia y mucho menos independiente, por
lo que entendemos que esta, la conciencia, forma parte de esta realidad sin la cual no existiera,
aún en el recóndito mundo de la fantasía y la imaginación. Esta idea asevera que (cosa-ente) y
(existencia-“es”-acción) son por demás representaciones diferentes aunque formen parte de un
complejo natural de apariencia unívoca, en cuanto existencia expresa la cosa en su movimiento,
transformación, o sea, (cosa-objeto) y (existencia-sujeto), elementos inseparables pero definibles.
Bueno es aclarar que “es” y existencia son sinónimos para el pensador manifestándose solo en el
individuo, así la existencia es la expresión del “es” individual en su re-conocerse y actuar, ella se
muestra en interrogantes que veremos más adelante. En todo esto se resuelve una aparente
identidad que muchos filósofos contemporáneos analizan, identidad que se consuma en la
verdadera realidad de la conciencia, como parte de la realidad universal, depende de ella para ser,
o mejor dicho para que sea el “es” de la “cosa” existencial.

IV

Consecuencia: (Representación-Voluntad)

La comprensión gravita en la relación que se ha dejado entrever desde el principio de la


exposición, unido a la imposibilidad de la realidad objetiva fuera del sujeto de su misma existencia,
o sea del “es” que le pertenece, le mueve, le define de forma inseparable su razón de ser. Este
“es” se establece entre la imagen que se expresa en su forma y contenido por un lado, por otro su
función natural sea orgánica e inorgánica, o en términos actuales: bióticas o abióticas. Se puede
comprender pobremente con dos preguntas que interrogan por el ser: ¿Qué “es”? (Cosa), ¿para
que “es”? (Existencia), cuestiones que posteriormente desarrolla Heidegger en el “Ser y el
Tiempo”.

El papel creativo del “ser humano” por las propiedades naturales del cerebro, dio y da luz al
conocimiento, y las condiciones puras, plenamente objetivas de las cosas inciden pero no
determinan en término absoluto el proceso intelectivo, dependiendo ello en gran medida del
sujeto de la representación, siendo por un lado, que la misma, forma parte de la realidad
heterogénea, por lo que puede expresarse más o menos este intelecto, el “es” de la “cosa” en
posibilidad a lo dado natural, por otro, el poder de la voluntad para hacer, crear, analizar,
reflexionar, etcétera, una voluntad que se identifica con la “cosa” y se objetiva en el “es” racional.
Si se estudia a fondo el pensamiento Schopenhaureano respecto a la sustancia de la voluntad se
puede considerar una relativa relación con la categoría materia por cuanto las dos definen
semejantes procesos. “La esencia de la materia es la acción (…), en la materia es donde se
produce la simultaneidad (…) la verdadera esencia de la realidad” ; es decir la esencia de la cosa:
voluntad es la acción, una vista al cuadro a priori de los predicados del Tiempo, Espacio, Materia
que Schopenahuer presenta en el segundo tomo de “El mundo como voluntad y representación”
daría fundamento a este punto. Específicamente proyecta a la categoría materia a la siguiente
manera: 1) No hay más que Materia, 2) la Materia se determina por los accidentes, 3) la Materia
no se destruye sino solo sus formas y cualidades, 4) por medio de la Materia pensamos, 5) Materia
es equilibrio, 6) tiene acción propia, 7) es absoluta, 8) carece de forma y cualidad independiente al
reposo y al movimiento . Una realidad que expresa un principio de razón que la mueve, para
Schopenahuer es el principio de razón del devenir, en esencia: voluntad, en cuanto conservación,
evolución, movimiento, cambio, donde el objeto del conocimiento sigue diluido para el sujeto que
lo toma y lo deja siempre. “Así, hablando en términos generales, el objeto no existe mas que para
el sujeto, y (…) cada clase de representaciones – en el caso del cognoscente- existen en el sujeto
mas que para el empleo particular que llamamos facultad de conocer” , donde se consuma lo
intuitivo y lo abstracto. El sujeto del conocimiento analiza y comprende el movimiento por cuanto
se encuentra en el mismo, la sucesión del mundo objetual en (espacio-tiempo), la relación
constante de causa y efecto, donde en esencia todo esta identificado con la voluntad. La voluntad,
no forma parte de este movimiento en cuanto infiera algún estado de reposo, ella es en si
movimiento, no forma parte de la relación (espacio-tiempo), (causa-efecto), sucesión: es en
general todo ello en su realidad heterogénea.

La comprensión de los elementos que entran en el suceder (espacio-tiempo) cavilan en las ideas
del filósofo, afirmando que cada momento “solo puede existir en cuanto aniquila el momento
anterior, su padre, para ser a su vez aniquilado por el siguiente, como el pasado y futuro (…) que el
tiempo y el espacio, y todo lo que en ello se da (…) todo lo que aparece como causa y motivo solo
tiene una existencia relativa(…) Heráclito proclamaba el eterno fluir de las cosas, Platón hablaba
de lo que siempre deviene pero nunca “es” ( el conocimiento que escapa a la aprehensión
humana): Spinoza de puros accidentes de la única sustancia a la cual solamente corresponde el
verdadero ser y existe por si, Kant opuso lo conocido de este modo, como mera apariencia, a la
“cosa en si”, finalmente la antigua sabiduría de los indios se expresa del siguiente modo: es Maya
el velo de la ilusión que cubre los ojos de los mortales y les hace ver un mundo del cual no puede
decir que sea ni que no sea… de lo que todos ellos hablan (…), no es otra cosa que lo que nosotros
estamos examinando: el mundo como representación sometido al “Principio de Razón General” ,
esto es a la sucesión, al devenir, a la indeterminación del conocimiento, la cosa y la existencia,
particularmente sometido a la representación humana.

El “Principio de Razón General” ocupa según Schopenhauer la esencialidad del (objeto-sujeto) del
conocimiento, entiéndase que todos los factores son cautivos del movimiento y el cambio, por ello
se incuban dentro de este “es”, los principios de razón suficiente del devenir, del (espacio-tiempo),
del conocer en su especificidad y generalidad, del ser en general. La suficiencia no refiere para
Schopenhauer un punto límite del (sujeto-objeto) diferente del hombre, ni del (sujeto-objeto)
humano. Significa, el motivo constante del suceder, de la coexistencia de las cosas, del entender y
reconocer la absoluta trasformación, movimiento, cambio de la (materia-voluntad) como
categoría fundamental de la existencia. Cómo puede entenderse este principio aplicado a la
realidad natural y al hombre que pertenece a ella, sino desde la relación (objeto-sujeto) de
conocimiento y viceversa. Si la razón en el hombre forma parte de un proceso externo e interno
complejo reconociéndose como tal en la conciencia, siendo la esencia del hombre, su “es”, en la
naturaleza esta razón: “es”, abarca movimiento. Cual sería el factor común, la acción, el
movimiento, en la naturaleza serían fuerzas espontáneas, en el individuo estas mismas fuerzas
reguladas por el complejo racional.

Principio de Razón Suficiente. Fundamento del: (objeto-sujeto natural); (objeto-sujeto


cognoscente).
El tiempo y el espacio se determinan recíprocamente, pero el motor que los impulsa, su sucesión,
es considerado por Schopenhauer como: principio de razón general (voluntad-materia), quien
determina todos los elementos particulares que se encuentran en su área de acción. En esta
consecutividad se consuma una interrogante que abarca todo lo existencial, atendiendo, además
de lo dicho anteriormente, “que todo tiene una razón- y ello- nos autoriza a preguntar en todas las
cosas el porqué, de ahí que este “porqué”, pueda considerarse como la madre de todas las
ciencias” . La columna vertebral de esta idea Schopenhaureana es que nada- según cita a Wolf:
“existe sin una razón de ser” sin una causa que confiera de hecho algún efecto entendible desde el
sujeto que busca el conocer. Para Schopenahuer el mundo visible situado en tiempo y espacio, con
una relación intrínseca de causa y efecto, deduce de esta manera (movimiento, cambio, sucesión),
está sobre la base del principio de razón en cuanto que este complejo objetivo existe no solo como
ser (objeto-sujeto), ni seres en si metafísicos, sino como ser que es “para sí” y “para otro”, esto es
dialéctica del devenir histórico. La razón suficiente de que el mundo o el universo es: futuro
constante, sin la armonía preestablecida de Leibniz, según la cual las leyes de la naturaleza
revisten carácter conveniente razonable y moral, es la defensa de este filosofo, teniendo en
cuenta además que tal movimiento no depende del sujeto para su ‘’ser lo que es’’ natural
reconociendo la objetividad de las leyes , pero si depende en su categoría existencial, en su única
posibilidad de ser representado y reconocido. El pensamiento como función del cerebro es el
lenguaje del universo.

Un elemento fundamental en el proceso de la representación es el entendimiento como se ha


observado en las figuras anteriores y que requiere de explicación, este funciona como propiedad
del reconocerse ante otros objetos y sujetos, “es”, el “es” del yo. El objeto natural no cognoscente
– que no puede conocer pero que es conocido- incide en nuestros sentidos, a esta sensación le
atribuimos una causa percibida como objeto. Sin embargo “esta operación (…) no es una
inferencia de nociones abstractas que deba su origen a la reflexión o la voluntad, sino que se
produce inmediatamente con certeza y necesidad (…), este es el modo de conocer del
entendimiento (…) sin el cual nunca se produciría la intuición, y no habría más que una conciencia
opaca (…) ” de la realidad, pues es una raíz conectiva del pensamiento. Sería, no que existe el
objeto, pues se que me lo represento, que lo percibo, deduciendo a partir de la aprehensión de
sus relaciones y propiedades ciertos o inciertos criterios, que no existe como cosa en mi
pensamiento, sino como fenómeno por ello es más rica la realidad. De aquí que esta raíz permita
concretar su estructura, entender que “este mundo como mundo de la representación existe solo
por el entendimiento y para el entendimiento ”. La acción del sujeto, es entendible además, por la
condición que el entendimiento muestra el elemento consciente, racional a través del auto
conocimiento del ser, pensándose así mismo, he aquí que “exista” por el entendimiento. En
cuestión de conocimiento seguirá existiendo para el entendimiento de las cosas del mundo y de si
mismo.

Del análisis se deriva, como hemos venido reflexionando junto a Schopenahuer, “que el objeto del
conocimiento supone siempre un sujeto como correlativo indispensable (…) y para ello es
indispensable el entendimiento del sujeto que conoce. Para el sujeto que conoce, “objeto y
representación son una misma cosa (…) pues, aunque aparente identidad de ello se deduce si
seguimos el hilo de la comprensión que la representación es la imagen pobre que retiene el sujeto,
pero es lo que atrapa la inteligencia, el entendimiento, la razón. Consideró que la síntesis entre la
realidad y la representación es entonces un móvil de conexión: la voluntad, la vida.

En cuanto se reconoce el sujeto solo a través de la representación que tiene del mismo, “luego
que el ser del objeto de la intuición es su obrar (…) en este obrar consiste la realidad de las cosas
(…)” o sea, en el reconocernos ante el mundo objetual. Si el mundo no existe objetivamente, sino
solo en la representación como muchos parten para entender la filosofía de Schopenahuer ¿es
posible entonces conocerlo a través del análisis de estas representaciones? Claramente el hombre
analiza solo sus representaciones en cuanto no es capaz de atrapar la realidad en sus concretas
existencias. Las cosas, los objetos o los fenómenos de la representación existen objetivamente, de
ello no tiene duda Schopenahuer, la cuestión estriba en el punto de partida del conocimiento que
busca, por la complejidad subjetiva entenderse así mismo en primer lugar, después el mundo
natural que le rodea.

El entender se hace en la comprensión del “obrar de las cosas, un movimiento constante,


incesante, esto es “devenir” o (Principio de Razón Suficiente), sin esta propiedad de los objetos
específicamente su movimiento, no existiría “la posibilidad del conocimiento del mundo intuitivo”
. Propiedad que poseen los cuerpos materiales de obrar uno sobre otros, de producir mutuos
cambios y esto es lo que permite la actividad de la intuición, reconociendo el movimiento como
parte esencial de la realidad.

“El entendimiento- para Schopenhauer- es base indispensable para la intuición (…), que permite
comprender las relaciones de causalidad entre (objeto-sujeto) cognoscente y natural. La actividad,
“que constituye la esencia de la materia (…)” , al ser pensada por el sujeto siendo el mismo a la vez
producto material, por tanto movimiento interno, implica una relación (devenir-movimiento
externo)-(movimiento interno), siendo en sí uno solo como totalidad, manifestándose para el
entendimiento en esta doble naturaleza. Esta relación de movimiento natural externo y natural
interno, dominado por el segundo es lo que desemboca en el conocimiento. “Los simples cambios-
afirma Schopenahuer- que sufren los órganos de los sentidos por las impresiones exteriores (…)
pueden llamarse en tanto que no producen placer ni dolor: representaciones, porque no tienen
una acción inmediata sobre la voluntad, sin embargo lo percibimos, por lo que solo existe para el
conocimiento.

Schopenhauer dedica- como ya observamos más arriba su participación en las dos figuras- un
análisis a la inteligencia, por ser la función capaz de “apoderarse de las relaciones de causalidad de
los objetos mediatamente conocidos (…)”, además de ser fundamento de la vida práctica que
opera a través de la “prudencia”. Cuando el hombre en su capacidad de elección incitado por la
voluntad, actúa por medio de la perspicacia, la penetración (reflexión) y la sagacidad actúa con
inteligencia. La prudencia es “inteligencia al servicio de la voluntad” . La utilidad de la inteligencia
es lo que hace; junto a los demás factores que componen el mundo cognoscitivo, el “ser creador”,
sean cuestiones prácticos-teóricas. El elemento decisivo en la práctica para el desarrollo no es en
si mismo la razón que posee, sino un integrado: el entendimiento que proviene en alguna medida
de la inteligencia, “sin embargo, no se pueden- afirma Schopenhauer- establecer con absoluta
precisión los limites de estos conceptos, puesto que siempre se trata de una y la misma función
(…) esta, en su mayor lucidez , nos sirve unas veces para inferir en los fenómenos de la naturaleza,
otras para inventar máquinas complicadas por el empleo de causas conocidas en la producción de
determinados efectos; otras aplicados a la motivación(…), la falta de inteligencia se llama (…)
estupidez y es la torpeza a la aplicación de la ley de causalidad, la incapacidad para la
incomprensión inmediata del encadenamiento de causa y efecto, de motivos y acción” .

Schopenahuer declara que no es solo del hombre la función de la inteligencia, también en los
animales ella opera aunque de un modo más instintivo, maquinal, se fundamenta por la
experiencia, siendo capaces de administrar más tiempo las imágenes anteriores. La cuestión está a
la hora de crear, donde la demanda es más compleja fusionando junto a la razón y el
entendimiento. Aun en los animales inteligentes se puede apreciar “exactamente lo que puede la
inteligencia sin el concurso de la razón y el entendimiento, es decir del conocimiento abstracto por
conceptos; en nosotros en cambio, no podemos conocer esto porque la inteligencia y la razón se
auxilian recíprocamente” .

Schopenhauer trata de evitar explicar la relación de los fenómenos reales y existenciales a partir
de los partidos tradicionales materialistas e idealistas, buscando una síntesis racional para dar una
nueva comprensión de la realidad natural en que se resuelve el sujeto cognoscente y el complejo
subjetivo del que depende el hombre para entender y crear, sin embargo no sale de la
especulación acerca de la complejidad interna del pensamiento devenido por la complejidad
externa natural dado a la fortaleza de la voluntad objetivada en el ser humano. De aquí la
liberación de la voluntad que impide la libertad al pensamiento, colocándose en la región de una
pura e interesante teoría. Es además su objeto definir al hombre como objeto de un sujeto y
sujeto de un objeto al mismo tiempo, reconociendo la separación y la dependencia del sujeto al
objeto para su realidad fenoménica y la dependencia del objeto al sujeto cognoscente para su
realidad existencial. El “ser” del hombre recae más es su sujeto, en un “es” que lo determina
como lo que “es”, la naturaleza en su complejidad también posee el “es” compatible a:
movimiento, devenir progreso, evolución o sea voluntad; ese para lo que “es”, es completamente
objetivo; pero es solamente comprendido por el es interno del hombre. “No hemos partido ni del
objeto ni del sujeto, sino de la representación que los contiene y los presupone a los dos, porque
el desdoblamiento es sujeto y objeto es su forma primera”

VI

Método de la unidad realidad-representación.

Las ideas sobre el partido que da vida a sus reflexiones, despeñan para muchos en clara
redundancia de exclusión mutua (objeto-sujeto) cognoscente (objeto-sujeto) natural,
trascendiendo a un aparente oscurantismo eclectisista al partir de la representación, eliminado -al
parecer- desde la subjetividad toda realidad del objeto natural.

El problema de partida estriba en primer lugar, cuando se refiere a representación infiere lo que
se representa, o sea, un: ser objeto, no es en alguna medida la percepción específica de una silla,
una mesa o un caballo, reconociendo sin dudas de que existen, sino las relaciones mediatas que
se establecen entre todos esos (objetos-sujetos) cognoscentes y naturales encontrándose en el
proceso de transformación de la materia; el fenómeno o los fenómenos del conocimiento son
analizados desde el sujeto cognoscente, no es ir a la realidad y unir una silla con un caballo – en
función a las reglas de la lógicas y las relaciones de subordinación, con-subordinación, etcétera, -
pues es absurdo; aunque percibimos y aplicamos la inteligencia el entendimiento y la razón
veremos en ello el inminente fundamento natural que le hace parte de una misma cosa (factor
común), una cosa universal que abarca, hasta donde conocemos, infinito, siendo para el filósofo
Alemán: la materia que se desdoble en sujeto (razón-voluntad) objeto (realidad pura- voluntad), y
a entrambos diríace que existe una unidad real que aclara el marxismo posteriormente como
concatenación universal afirmada desde los ejemplos figurativos (Ver esquemas 1; 2). Aquí la
importancia que da Schopenhauer al pensamiento, a su poder creativo, cuando exalta la esencia
del hombre indisolublemente unido a su realidad natural, no teniendo existencia propia por lo
que no existe pensamiento como ente en si sino como producto de la fuerza energética, del
movimiento de la materia, de la evolución fisiológica anatómica y analítica del ser humano, a todo
ello lo llama Schopenahuer el poder de la voluntad: devenir.

Estas ideas se reafirman cuando define el método de trabajo, instrumento para medir sus
reflexiones formando el meollo de partida a todo análisis. Para Schopenahuer “(…) este método
diferencia -su- filosofía de todas las anteriores que han partido o bien del objeto o bien del sujeto,
(…) tratan de explicar el uno por el otro (…) con ayuda del principio de razón, mientras que
nosotros subordinamos al imperio de dicho principio las relaciones entre sujeto y objeto,
dejándole solo – aparte- el objeto” , método de la unidad (realidad-representación). El
comprender esta relación a través del principio de razón, desde el complejo subjetivo, se hace
determinante en la búsqueda del conocimiento, es de notar que la comprensión se aplica al
método que corresponda, en el caso del subjetivo, o sea si el problema está en un elemento
conceptual, psíquico, existencial, se trataría entonces sobre la base del principio de razón, el
método de análisis lógico con la participación del entendimiento y la inteligencia. Si el comprender
redunda sobre confluencia de fenómenos naturales en relación (causa-efecto) es el método
objetivo en forma de materialismo, para Schopenhauer el más lógico y el que conduce más lejos .
No obstante, las impresiones que poseemos a partir del complejo representacional es lo que
subsiste para conocerla, datos mediatos condicionados por nuestra propia capacidad más los
límites reales, datos de una complejidad natural relativa, pasado por el mecanismo y la
elaboración del cerebro en sus funciones bio-psicológicas, modelándose a las formas propias del
entendimiento” .

La propuesta de Schopenhauer es una exigencia contra lo definitivo, si es cierto que era esencial
romper las trabas teológicas en la que estaba y sigue estando en parte el desarrollo científico, lo
adverso del materialismo constituía la sequedad que para sus entonces trataba el elemento
existencial, el complejo psicológico. Los conceptos (voluntad-razón) dejan entrever el conflicto
contra la iglesia alemana de su tiempo, el contraste racional con la fe en la lucha por demistificar la
verdad, salir de la especulación psicológica dogmático cristiana, modelando la voluntad natural y
humana al albedrío divino. El pensamiento cristiano muestra un dios poderoso: omnisapiente,
omnisciente, omnipotente, voluntarista como esencia de su poder, verdad ensalzada desde lo más
hondo de la fidelidad teológica realizándose conforme a intereses de partido. En contra de una
voluntad reductora del poder creativo de la individualidad, de la subyugación por medio del temor
a la reprehensión, Schopenhauer la retoma lanzándola a la naturaleza en forma de movimientos
diversos (energía, magnetismo, evolución, progreso natural, competencia, selección natural,
etcétera), afianzándola a la naturaleza donde se realiza; trayéndola en formas categóricas o lo
mismo en formas de representación, puede entenderse como lo que aprehendemos de la realidad
que no es ella misma.
En la naturaleza la voluntad se hace libre y no determinada a Jehová, como se ha entrevisto en la
investigación el ser humano para Schopenhauer es un producto natural, somos libres conforme a
nuestra voluntad natural, mostrando la parte objeto del ser humano. Esta voluntad se expresa por
medio del propio producto del objeto en movimiento complejo, o sea en el sujeto, aquí la
importancia de la filosofía de Schopenhauer, las condiciones de la voluntad a partir del sujeto, el
estudio de las situaciones diversas en que se encuentra la voluntad humana y el mecanismo
regulador de sus instintos naturales (voluntad). Es importante destacar que estas ideas fueron
reconocidas en el Psicólogo Sigmun Freud, posteriormente en Herbert Marcuce filósofo de la
escuela de Frankfurt especialmente en una obra titulada “Eros y Civilización”, estudio que descarta
los elementos ontogenéticos y filogenéticos de la evolución humana ya en su condición social;
pero dichos conceptos sobre condición natural (instintiva) y racional del ser humano, voluntad
sicológica, determinación, entre otros desarrollados por el Psicoanálisis y el Conductismo, fueron
presentados primeramente por Schopenahuer en: “El mundo como voluntad y representación”
desde una comprensión fundada más al idealismo, sobre la base de un análisis filosófico que se
distingue del pensamiento precedente .

VII

Relación: (ciencia-representación)

Solo de la ciencia es el papel transformador del conocimiento, única capaz de desentrañar las más
enigmáticas interrogantes, pero la ciencia no lo es todo para la comprensión de la vida en su
generalidad – determina Schopenhauer-, pues ninguna ciencia verdaderamente tal, entendiendo
por ciencia una serie de conocimientos regidos por el principio de razón, puede ser completada sin
darnos una explicación del mundo enteramente satisfactoria, porque ni puede penetrar la esencia
íntima de las cosas ni puede salir de la representación en la cual está confinada , si revelase esta la
esencia, la verdad no escapara constantemente de la ciencia, podremos descubrir una aparente
esencia pero no es más que parte de otra y así hasta un final indefinido, en esto resulta lo relativo
del conocimiento. El ser que posee razón puede ser racional y también no racional (instintivo,
voluntad natural), es un contrasentido analizado ya por Tomas Hobbes cuando escribió que: las
piedras y los seres inanimados no pueden errar porque no tienen facultades para razonar e
imaginar , por lo que la voluntad natural de Schopenhauer reconocida en la realidad pura donde se
incluye el (objeto-sujeto) humano, puede ser discutida o aparentemente desmentida con agudos
razonamientos, pero sería caer constancia incorrecta de la verdad. Por ello la voluntad se extiende
a través del entendimiento humano, en fin, el partir del objeto o del sujeto, depende de las
exigencias del conocimiento, y ninguna propondría a cabalidad el definitivo saber de una
investigación expresándose la furtividad, el escape de la realidad al sujeto cognoscente.

El partir del objeto no es suficiente, lo mismo que partir del sujeto, esto sería para Schopenahuer
el punto de inicio más adecuado dado que primeros nos representamos las cosas para luego ser
interrogados por su ser. Esta propuesta de elección no es en alguna medida al azar, sino que
depende de motivos y de sus relaciones de causalidad, donde el poder de la voluntad se hace
determinante.
Schopenhauer nos hace comprender una posición dialectológica – no consecuente- cuando valora
“la dependencia recíproca inseparable del sujeto y el objeto a pesar de la oposición” , a pesar de
sus contenidos comprendidos por separado se fundamentan en el factor común analizado
anteriormente: la naturaleza. La especulación crítico-filosófica , hace notar cómo ambos
elementos se diluyen mutuamente, o mejor, que el sujeto se reduce al objeto y viceversa sin
ahondar en el elemento intermedio: la representación.

Si deja de existir el sujeto de la representación en su totalidad, si dejase de existir el hombre,


dejaría de existir el mundo como representación, porque entendible es que una cosa es la realidad
natural rica e indeterminada al sujeto cognoscente, y la otra, la realidad subjetiva determinada. La
cuestión del conocimiento vista desde el sujeto cognoscente, donde este es dependiente para
conocer el objeto y a su vez el objeto que se interroga o que es interrogado por el sujeto, se
conoce no en cuanto tal, como ya habíamos definido anteriormente, o sea como elementos
metafísicos sino en interrelación fenoménica. La dependencia del objeto natural en relación
sujeto cognoscente “es” en cuanto fuente del conocimiento, teniendo en cuenta que el mundo
objetual “es”: devenir, movimiento, cambio, transformación, interrelación, evolución, dialéctica en
su lenguaje natural trasformando el sujeto o mejor dicho interpretando el sujeto sin lo cual no
sería posible comprender, entender, razonar el objeto, por ello “todo lo que el mundo nos revela
(…) es relativo y dependiente” . Este revelar del mundo es realizado a través de un sujeto
cognoscente, un revelar que demuestra la limitación, o mejor dicho, la imposibilidad de un
conocimiento aprendido en su totalidad por el individuo que busca descubrirlo y se reconoce en la
generalidad descubierta hasta el momento. El mundo objetivo se nos revela en y desde la
representación, el complejo subjetivo se revela a través de la conducta, de las acciones
cognoscitivas con la razón como fundamento. “Cuando consideramos el sujeto-afirma
Schopenhauer- hay en el hombre solamente, entre todos los habitantes de la tierra, otra facultad
cognoscitiva; en él se inicia otra nueva conciencia que ha sido denominada muy atinadamente y
con certero instinto: la reflexión” . Es posible entender el doble carácter de este revelar, por un
lado objetivo y por otro subjetivo; la relación entre movimiento, cambio, (causa-efecto) en el
(espacio-tiempo), es un completo revelarse en su leguaje fenoménico y natural.

La función de la representación, percepción, noción, conceptos y su génesis compleja abstracta, el


entendimiento, el razonamiento, la inteligencia etcétera, es un revelar interno conocido por la
auto comprensión. Existe una estrecha relación entre el saber que somos parte de este revelar
natural y la naturaleza del mismo, pero Schopenahuer busca referirse a los contenidos que
estructura cada uno, específicamente el comprender, y los puntos alternativos del mismo
dominado por el poder heterogéneo de la elección. La naturaleza no elije revelarse en su devenir
heterogéneo en la diversidad natural donde se encuentra el hombre, simplemente se revela, o se
objetiva. Schopenhauer conoce de antemano, que solo al hombre ha sido dado, como parte del
movimiento natural, esta posibilidad de elección, este dar no viene de la dádiva exterior de alguna
criatura real o mítica, sino, que es parte de su propia condición orgánica, real.

Finalmente podemos hacer un redefinición de estas ideas en especie de conclusión acentuando


finalmente que el modo de ser de la voluntad es un continuo devenir en el que se afirma el
querer-vivir. Todos los seres se disuelven en la voluntad única y su afirmación en el incontenible
devenir; el determinismo absoluto es la expresión de esta disolución de los múltiples en la
serialidad del devenir: todo momento del devenir procede de un momento anterior y va hacia un
momento siguiente en una serie infinita; en la serie del proceso todo tiene una razón suficiente de
“ser”. Si el determinismo domina el proceso del devenir de la voluntad, ésta en cuanto tal es
irracional: no hay razón de ser de la voluntad, entendámoslo como fin determinado; el proceso del
devenir es un proceso necesario pero la existencia de la voluntad es contingente; la voluntad es
razón de ser pero no hay razón de ser de la voluntad.

En el devenir la voluntad se mantiene como “ser”; la producción de lo devenido en el devenir “es”,


en realidad, reproducción de la voluntad única: la incesante muerte de aquél la condición de la
vida de ésta. La voluntad natural es ciega, no “ve” lo que hace, no es inteligencia de sí sino obrar
sin inteligencia; no tiene amor ni odio para lo que crea, es indiferente para con su obra, sólo
quiere ser lo que ya era, repetirse. Esta voluntad se halla fragmentada en individualidades en las
que se contrapone y lucha como voluntad única y en las que se va objetivando, de forma
gradualmente creciente, el querer vivir. La forma más alta de objetivación del querer vivir es el
hombre, ya lo observamos; la conciencia humana es la reflexión del querer vivir sobre sí mismo, la
visión que de sí mismo tiene el querer vivir, la representación de la voluntad.

En la conciencia humana se produce la manifestación de la voluntad en forma representacional


escindiéndose en un objeto en permanente devenir y un sujeto estable permanente inobjetivable.
Aun cuando en su origen la conciencia humana sea tan sólo la visión de la voluntad natural
individual y aunque ese yo individual no sea más que una manifestación de ella es también para el
hombre la ocasión de sustraerse al horror; la conciencia, que de modo inmediato es visión del
horror, se protege de ese mismo horror por medio de la contemplación pura, en la que el sujeto se
separa y diferencia de su yo individual convertido en conciencia de su propio ser, abismándose en
el goce de la visión que tiene por objeto no ya el horror inmitigado de la voluntad, sino la
representación del mismo para el conocimiento.

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