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Universidad Nacional de San Agustín

DETECCIÓN DE METALES PESADOS MEDIANTE VOLTAMETRÍA


Domínguez Mendoza Jhonny Edward
Laruta Aroquipa Luis
Torres Mamani Manuel Bladimiro
Vizcarra Palacios Michael Ernesto
Yucra Purguaya Ymanol

RESUMEN: Se propone un sistema de Análisis por Inyección en Flujo Cerrado (CFS, por sus siglas en
inglés) acoplado con un detector electroquímico para la determinación de Cd, Pb y Hg mediante Redisolución
Anódica. Para esto, se diseñó y desarrolló una celda electroquímica de flujo y se acopló con el CFS;
posteriormente, se optimizaron los parámetros de operación y se procedió a verificar el comportamiento del
sistema para la determinación analítica en cuestión.

Se verificó la funcionalidad del sistema planteado, para la determinación de los metales presentados
anteriormente, determinando las figuras de mérito analítico. Los resultados arrojan que es posible determinar
Cd y Pb con límite de detección de 0,2 g L-1 (para ambos metales); de igual modo es posible para Hg, con
límite de detección de 3,8 g L-1. El nivel de detección depende del tiempo de preconcentración, por tanto,
con el método desarrollado se pueden obtener más bajos límites de detección. Adicionalmente, se hicieron
estudios del porcentaje de recuperación para los tres metales con una muestra de agua potable, obteniéndose
valores cercanos al 100%, indicando esto que el método permite hacer análisis con elevada exactitud. La
metodología propuesta tiene notables ventajas en cuanto a consumo de reactivos y de muestra. Las
mediciones se realizan con 3,32 mil de solución, en tiempos considerablemente cortos. El tiempo estimado
para el análisis fue de un máximo de 15 min.

PALABRAS CLAVE: Detector, Redisolución Anódica, Metales, Exactitud

Abstract: We propose a Closed Flow Injection Analysis (CFS) system coupled with an electrochemical
detector for the determination of Cd, Pb and Hg by Anodic Redisolution. For this, an electrochemical flow cell
was designed and developed and coupled with the CFS; Subsequently, the operation parameters were
optimized and the system behavior was verified for the analytical determination in question. The functionality of
the proposed system was verified, for the determination of the metals presented previously, determining the
figures of analytical merit. The results show that it is possible to determine Cd and Pb with detection limit of 0.2
g L-1 (for both metals); in the same way it is possible for Hg, with detection limit of 3.8 g L-1. The level of
detection depends on the pre-concentration time, therefore, with the developed method, lower detection limits
can be obtained. Additionally, studies were made of the recovery percentage for the three metals with a
drinking water sample, obtaining values close to 100%, indicating that the method allows analysis with high
accuracy. The proposed methodology has significant advantages in terms of consumption of reagents and
samples. The measurements are made with 3.32 thousand of solution, in considerably short times. The
estimated time for the analysis was a maximum of 15 min
Key Word:: Detector, Anodic Redisolution, Metals, Accuracy

INTRODUCCIÓN

El elevado impacto ecológico que tienen los metales pesados, especialmente aquellos con elevada toxicidad,
ha llamado la atención de investigadores en diversos campos del saber (entre los cuales pueden mencionarse
los de ciencias ambientales y de la tierra, agronomía, bioquímica y farmacia, entre otros), esto debido a la
creciente generación de desechos de industrias como la minera y de plantas cloro-soda, entre otras. Es de
vital importancia seguir protocolos para el manejo adecuado de los desechos generados de las actividades
antropogénicas a fin de minimizar la contaminación del ecosistema circundante y evitar daños directos a la
calidad de vida de los organismos vivos; igualmente, la calidad de muchos productos comerciales depende en
gran medida del contenido de algunos metales pesados.

Los metales pesados juegan un rol muy importante en la vida cotidiana, forman parte de productos
comúnmente utilizados y, en la industria, se utilizan para modificar las características físicas o químicas de
determinados productos; así mismo, actividades como la extracción de oro, la producción de cloro e hidróxido
de sodio (plantas de cloro-soda) y la fabricación de pinturas se asocia con la generación de desechos con un
alto contenido de metales pesados. Algunos de estos metales son conocidos contaminantes ambientales que
tienen una elevada toxicidad en los organismos vivos (particularmente en los humanos); sin embargo, hay

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metales que son nutrientes esenciales para el organismo humano, como lo son el hierro y el cinc, que están
involucrados en funciones biológicas, pero hay otros que no cumplen ninguna función en el organismo como
el cadmio, el mercurio y el plomo (entre otros), que tienen elevada toxicidad. Mas aún, hay metales que bajo
un cierto límite de concentraciones son nutrientes esenciales para el organismo (como el cinc y el cobre) pero
cuando éste es excedido se convierten en sustancias tóxicas.

El cadmio y el mercurio tienen una elevada toxicidad debido a la tremenda afinidad que tienen con las
enzimas (con las cuales forman enlaces a través de los grupos sulfhidrilos) y con las proteínas (enlazándose a
través de los grupos ácido carboxílico y amino) trastornando de esa manera su función en el organismo [1].
Así mismo, el mercurio, cadmio y plomo (entre otros) pueden fijarse a la membrana celular impidiendo el
transporte a través de ésta. Pueden, también, formar compuestos insolubles con los biocompuestos
(particularmente con los fosforados) o catalizar su descomposición [1,2]
Dada la toxicidad de los metales pesados que se explica, como se discutirá más adelante, por sus efectos
acumulativos y considerando el hecho que existe una frontera difusa entre las concentraciones para las
cuales un metal puede convertirse de nutriente a tóxico, es muy importante disponer de métodos analíticos
que ofrezcan una elevada exactitud y precisión (éstas entre otras figuras de mérito analítico), pues la
concentración de los metales (en las muestras consideradas) es usualmente baja, en el orden de g L-1 o
inferior.

El potencial toxicológico de los metales pesados está fuertemente afectado por la forma química como se
encuentra el metal en la muestra a considerar, por ejemplo, se conoce que las especies metálicas libres son
las más tóxicas para los peces [1], igualmente se sabe que el mayor grado de toxicidad del mercurio, para los
seres humanos, se alcanza cuando éste se encuentra en forma organo-mercurial, particularmente metil y etil-
mercurio(II), sustancias que se han asociado con desórdenes renales y neurológicos [3,4]; por tales razones,
también es de mucha importancia disponer de métodos analíticos que permitan discriminar entre las
diferentes especies químicas en que se pueda encontrar el analito.

Entre los métodos de análisis que permiten realizar la determinación y cuantificación de metales pesados
pueden mencionarse las técnicas de espectrometría atómica (en sus diversas modalidades), siendo estas las
técnicas analíticas convencionalmente usadas, sin embargo no son viables para determinaciones de rutina en
análisis de campo. Como alternativas a las técnicas convencionales, se plantean otros protocolos de análisis
que se basan en técnicas como activación neutrónica o análisis por redisolución (en sus distintas
modalidades), que permiten identificar y cuantificar la cantidad del analito en estudio [2]. Particularmente la
metodología analítica que se basa en la determinación por redisolución, ofrece resultados comparables a los
obtenidos con las técnicas de espectrometría atómica y es factible aplicarla en sistemas miniaturizados para
determinaciones de campo. (Ciencias Ambientales, 2005)

Toxicidad de Metales Pesados


Como se ha venido discutiendo, los metales pesados son elementos químicos que repercuten gran toxicidad
para los organismos vivos puesto que, entre otras cosas, algunos de ellos tienen gran afinidad por los grupos
sulfhidrilo de algunas enzimas y los grupos ácido y amino de las proteínas. En este apartado se discutirá,
grosso modo, el comportamiento toxicológico de estas sustancias, particularmente se comentarán los efectos
que la intoxicación con mercurio, cadmio y plomo (analitos a estudiar en este trabajo) traen como
consecuencia en el organismo humano y la distribución de estos en el ambiente; así mismo, se comentarán
los valores establecidos por la Organización Mundial de la Salud como límites de concentración para tales
elementos en agua de consumo.

Mercurio
Este metal existe naturalmente y se encuentra en la corteza terrestre en una proporción de 80 g/Kg, a lo
largo de eras geológicas se ha distribuido en la naturaleza mediante procesos naturales como la actividad
volcánica, movimiento de masas de agua y procesos biológicos, estos procesos son la fuente primaria del
elemento en el ambiente [8]. Sin embargo las actividades antropogénicas han contribuido a incrementar la
concentración ambiental de éste. Las principales fuentes antropogénicas de mercurio son la industria minera
(de lo cual debe hacerse notar que el uso de mercurio para la extracción de oro ha repercutido mucho en el
incremento del mercurio ambiental) [6,7], procesos industriales (plantas cloro-soda), combustión de
combustibles fósiles (particularmente carbón), producción de cemento y la
ncineración de desechos. Una fuente directa de exposición al mercurio a la cual está expuesta la población en
general son las amalgamas utilizadas en tratamientos dentales [4,8].

La mayor parte del mercurio atmosférico (por encima de 90%) se encuentra en forma de vapor de mercurio
(en estado de oxidación cero) y la mayor parte del mercurio (de origen natural) que se encuentra en los
cuerpos de agua proviene del aire y se encuentra mayoritariamente en forma de mercurio elemental (en una

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proporción mayor a 97%). Sin embargo, este mercurio no permanece por mucho tiempo en esta forma pues
tiende a formar otros compuestos o retornar al aire en forma de vapor. Por esta razón este metal puede
encontrarse en los cuerpos de agua (y sedimentos) tanto en forma elemental, como en forma iónica (sea esta
monovalente o divalente) y la distribución de las especies depende de múltiples factores como el pH y
potencial redox del medio, así como de la presencia de ligantes [8]. De acuerdo a los resultados obtenidos por
Meyer et al. [9], la especie que se encuentra en mayor proporción en agua potable es mercurio elemental y
atribuyen esta observación a la presencia de material particulado, sobre la cual se adsorbe el mercurio iónico,
que está presente en el agua, y sufre una reducción a la forma elemental.

Otra especie de mercurio que tiene gran importancia en los medios acuáticos, tanto en agua dulce como agua
de mar, y con mucha relevancia toxicológica por su potencial de bioacumulación, es la especie metil-mercurio
(CH3Hg+); esta se origina por procesos biológicos que tienen lugar en organismos aeróbicos como las
bacterias y en bacterias anaeróbicas que sintetizan metano [3].

La principal ruta de exposición al mercurio es la inhalación, alrededor del 80% del mercurio inhalado se
absorbe; la exposición por vía gastrointestinal de mercurio elemental es pequeña comparada con la inhalación
(<0,01% del mercurio ingerido es absorbido en los intestinos). Los compuestos inorgánicos del metal, si tienen
una proporción de absorción intestinal considerable comparada con la absorción de la forma cero-valente,
alrededor de 10% del mercurio ingerido; igualmente estos compuestos son absorbidos en cantidad
considerable por vía cutánea

El mercurio, en su forma metálica, es liposoluble y penetra fácilmente las membranas celulares, incluida la
barrera cerebral y la placenta; estando en el organismo puede ser oxidado a la forma divalente en los glóbulos
rojos (oxidación catalizada por la enzima peróxido de hidrógeno catalasa) y los pulmones, el catión formado
puede hallarse en forma libre (difundible) y enlazado a las proteínas en forma de complejo (no difundible); en
el plasma sanguíneo se halla predominantemente en forma no difundible, enlazado a la albúmina y la
globulina. Las principales vías de excreción del metal son la orina y las heces, siendo la saliva, el sudor y la
piel vías minoritarias de excreción.

Los efectos toxicológicos más relevantes de la intoxicación con mercurio son daños neurológicos y renales,
pues los órganos donde preferentemente se acumula este metal una vez ingresa al organismo son el cerebro
y los riñones. Entre los síntomas que se manifiestan, se encuentran temblores, irritabilidad, nerviosismo,
insomnio, pérdida de memoria, debilidad, atrofias musculares, dolores de cabeza; en general se manifiesta
con una pérdida progresiva de las habilidades cognitivas que se traduce en resultados deficientes de ensayos
psicológicos. También se manifiestan cuadros de proteinuria (perdida de proteínas a través de la orina) suave
(que son transitorios) y evolucionan a hematuria (sangramiento a través de la orina) hasta alcanzar severos
daños renales [3,4,8].

Con base en ensayos toxicológicos, se establece un consumo máximo permitido (diario) de 2 g de mercurio
total por kilogramo de peso corporal; tomando como referencia a un adulto de 60 kg de peso corporal cuyo
consumo de agua promedio es de 2 L diarios y permitiendo un margen de diferencia de 10% respecto al
consumo máximo permitido (la mayor fuente de exposición al metal es la comida mas que el agua) se
establece un máximo permitido de 6 g/L de mercurio iónico en el agua para consumo [3].

Cadmio
Este metal tiene gran similitud química con el cinc y, de hecho, se encuentra en la naturaleza formando
minerales con dicho metal (y con plomo), particularmente se halla en la corteza terrestre en forma de sulfuros.
Se lo encuentra en el aire en forma de partículas suspendidas, de las cuales el principal componente es óxido
de cadmio [6]; en los cuerpos de
agua dulce puede encontrarse en forma del catión divalente libre (Cd2+) o en forma de carbonato (CdCO3),
mientras que en el agua de mar se encuentra, mayoritariamente, en forma de cloruro (CdCl2) [1].

El cadmio es usado principalmente como anticorrosivo, el sulfuro y seleniuro de este metal se utilizan como
pigmentos en la industria del plástico; así mismo, es utilizado para fabricar baterías y componentes
electrónicos. Se ha utilizado como estabilizador para la fabricación de tubos de PVC y en reactores nucleares;
sin embargo con los años se han buscado alternativas (particularmente en la industria de los pigmentos) al
uso de este metal cuya toxicidad ya es conocida. No obstante, en la fabricación de baterías y en los reactores
nucleares aun no se tienen alternativas que suplan el uso del cadmio [1,6].

La absorción de este metal en el organismo, por vía gastrointestinal, está influenciada por la solubilidad del
compuesto al que se esté expuesto, también se ve fuertemente afectada por la deficiencia de otros metales
nutrientes como el hierro. En personas sanas, aproximadamente 3-7% del cadmio ingerido se absorbe; la

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situación es más severa cuando el paciente tiene deficiencia de hierro en el organismo, pues la absorción se
hace más efectiva (15-20% del cadmio ingerido se absorbe).

Una vez absorbido, el cadmio entra al torrente sanguíneo y se distribuye por todo el cuerpo; la concentración
de cadmio en los tejidos corporales se va incrementando con la edad, siendo los riñones y el hígado los
órganos más afectados, concentrando entre 50 y 85% de todo el cadmio absorbido por el organismo y son los
riñones donde se almacena la mayor proporción (30-60% de la proporción anteriormente indicada).

Estando en el organismo, el cadmio se enlaza a la metalotionina formando un complejo que puede ser filtrado
a través de los glomérulos, en los riñones, pudiendo ser reabsorbido por las células tubulares (del mismo
órgano) donde ocurre la ruptura del enlace cadmio-metalotionina y se libera el catión metálico. El catión
liberado promueve la producción de más metalotionina para mantener el metal en forma de complejo y evitar
los efectos tóxicos del mismo.

Si la concentración efectiva del metal en el organismo es muy alta, la capacidad de producción de


metalotionina, para mantenerlo en forma de complejo, se ve excedida y se empiezan a manifestar los
síntomas de intoxicación con el metal, cuya primera manifestación es un progresivo deterioro en las células
tubulares de los riñones que causa proteinuria de bajo peso molecular. La sintomatología por intoxicación con
cadmio se hace progresivamente más severa, manifestándose cuadros de aminoaciduria, glucosuria y
fosfaturia (perdida de las correspondientes sustancias por la orina); se pueden presentar alteraciones en la
cinética de absorción de fósforo y calcio, trayendo esto consigo la aparición de cálculos renales y el desarrollo
de osteomalacia (debilitamiento de los huesos) [6].

El trastorno más severo asociado con intoxicación con cadmio se conoce como enfermedad de Itai-Itai y se
manifiesta con severos daños a nivel renal, osteoporosis (debilitamiento severo de los huesos) y osteomalacia
con distintos grados de gravedad; así mismo se mantiene (e incluso se agudiza) la proteinuria de bajo peso
molecular, esto debido a los daños en el sistema tubular de los riñones por lo cual el sistema de reabsorción
renal se deteriora.

Asumiendo que aproximadamente 5% del cadmio consumido se absorbe en el organismo, con una tasa de
excreción diaria de 0,005% de la carga corporal para el metal, se admite un consumo máximo diario de 7 g
del metal por kilogramo de peso corporal; dicho límite se establece para no exceder un tope de concentración
del metal en la corteza renal de 50 mg de metal por kilogramo de peso corporal. Con base en estas
consideraciones se establece un valor límite para la concentración de cadmio, en agua para consumo, de
0,003 mg/L, este límite establece un margen de diferencia de 10% en el consumo diario del metal respecto al
valor tope recomendado.

Plomo
Este elemento se encuentra en la naturaleza adsorbido sobre partículas suspendidas en el aire, proviene
(entre otras fuentes) de combustibles fósiles como el petróleo [7,10], pues raramente se encuentra en la
naturaleza proveniente de fuentes naturales [11]; sin embargo, debido a la tendencia del metal a adsorberse
en el polvo y el suelo (sin mencionar que en

algunos lugares del mundo siguen usándose compuestos de este metal para preparar pigmentos), hay un
basto reservorio del metal al cual está expuesta la población y que puede afectar su salud por años (sin que
necesariamente tenga que ser emitido de alguna fuente antropogénica).

Se tienen reportes del año 2005 [7] que sugieren una cantidad considerable de plomo proveniente de fuentes
antropogénicas en la atmósfera en Ahmendabad (India), aun cuando en dicho país se interrumpió el consumo
de combustibles con plomo desde el año 2000, incluso algunas ciudades del mismo país descontinuaron el
uso de dichos combustibles tiempo antes. Considerando que la principal fuente antropogénica de
contaminación con el metal era proveniente de los combustibles que lo contenían, se pone de manifiesto el
efecto residual que tiene este contaminante y el tiempo que puede persistir en el medio ambiente, una vez
descontinuado su uso.

El plomo es usado para la fabricación de baterías (acumuladores de plomo), pigmentos, aleaciones,


recubrimiento para cables y municiones (entre otros); hasta hace algunos años, era ampliamente usado como
aditivo en combustibles, sin embargo por las razones que se presentaron anteriormente, este uso para el
plomo se ha ido descontinuando con el pasar de los años [1,10].

El creciente uso del plomo en la industria de los países desarrollados representa un problema de salud
pública global, el consumo mundial de este metal entre los años 1965 y 1990 alcanzó cifras exorbitantes (5,6

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millones de toneladas). Considerando solamente el incremento en consumo del metal en los países
industrialmente desarrollados entre los años 1979 y 1990, se aprecia un incremento notable (de 315000
Ton/año a 844000 Ton/año) en el consumo del metal que obviamente repercute en un aumento de la
distribución del metal en el ambiente; se atribuye a la contaminación global con el metal la causa del
incremento en la distribución del metal en los cuerpos de agua, suelos y aire, esto como resultados de las
actividades industriales humanas [9].

La preocupación en el campo de la salud es muy grande pues los efectos adversos que tiene la intoxicación
con plomo son muy severos, principalmente cuando los individuos expuestos son niños; los principales
trastornos asociados a la intoxicación con este metal tienen naturaleza hematológica (daños en la sangre),
problemas gastrointestinales y daños neurológicos [12]. Se han asociado trastornos del comportamiento
asociados con la intoxicación con este metal e incluso se ha reportado [10] una posible correlación de plomo
en sangre (incluso a concentraciones menores a 25 g/dL) y una consecuente disminución del coeficiente
intelectual (CI), se asocia un probable descenso de 1-3 puntos en este marcador intelectual asociado a cada
incremento de 10 g/dL del metal en la sangre.

En el agua, el plomo se encuentra en forma de Pb(II) y dependiendo del medio en que se encuentra puede
estar en forma de [PbCl]+ en agua dulce, o como PbCO3 en agua de mar [1].

Con base en los efecto nocivos (acumulativos) que tiene el metal, especialmente en niños, se establece un
límite permitido de plomo en agua para consumo de 0,01 mg/L; esto a fin de mantener el consumo diario por
debajo de 3,5 g del metal por kilogramo de peso corporal, que es el valor aceptado para el consumo
tolerable diario del metal. (Oscar Alfonso Díaz-Morales, 2007)

Técnicas analíticas para la detección y cuantificación de metales pesados.


Según lo que se ha discutido hasta este punto, se necesitan alternativas analíticas que permitan hacer
determinaciones de los metales en cuestión con elevada sensibilidad, para monitorear posibles cambios que
puedan darse en sistemas de interés, entre ellos los ecosistemas marinos y el agua para consumo masivo. La
perspectiva a futuro en el campo de la química analítica mira a la miniaturización para realizar
determinaciones in situ en ensayos de campo.

Las metodologías analíticas que se disponen hoy en día para identificar y cuantificar metales pesados son
muy diversas y abarcan desde el campo de la espectroscopia hasta técnicas electroquímicas, aplicadas
individualmente o acopladas con otras modalidades de

análisis como la cromatografía y el análisis por inyección en flujo [2, 5, 3, 8, 9, 13-16]. En virtud de esto, se
presentará una breve reseña de las técnicas de análisis que pueden usarse para realizar la determinación de
los metales pesados que son objeto de este trabajo (mercurio, cadmio y plomo). (Andrés, Bastidas, Ricardo,
& Malagon, 2013)

Técnicas espectroscópicas de análisis.

El uso de técnicas de espectroscopia atómica y espectrometría de masas es común para el análisis de


metales pesados a nivel de trazas y sub-trazas, técnicas como espectroscopia de absorción y emisión atómica
(FAAS y FAES), espectroscopia de absorción atómica con vaporización electrotérmica (ETAAS),
espectroscopia de fluorescencia atómica (AFS) y espectrometría de masa con plasma de acoplamiento
inductivo (ICP-MS), han demostrado ser alternativas eficientes para realizar el análisis de los metales a
concentraciones de trazas y ultra trazas de los respectivos metales [1,3,6,13].

Así mismo, para las metodologías que se mencionaron anteriormente se puede modificar el límite de
detección y la sensibilidad del método si se modifica la forma de introducción de la muestra, por ejemplo para
los metales en estudio (mercurio, cadmio y plomo) se puede mejorar la sensibilidad y disminuir la variabilidad
de la determinación (en consecuencia el límite de detección) si la introducción se hace por generación de
hidruros (HG) o de vapor frío (CV), según corresponda [13].

A continuación se presenta una breve descripción de las técnicas mencionadas para la determinación de cada
metal (mercurio cadmio y plomo), se discutirán y compararan en cuanto a la calidad del análisis (expresado en
las figuras de merito analítico). (Macías Socha, García Colmenares, & Chaparro S., 2017)

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Técnicas electroquímicas utilizadas para el análisis

En este apartado se hará una breve revisión de los fundamentos teóricos de las técnicas electroquímicas
utilizadas en el presente trabajo, se comentarán los aspectos concernientes a técnicas voltamétricas utilizadas
en el desarrollo de la investigación. Particularmente se revisarán los fundamentos de la voltametría cíclica y la
voltametría de pulso diferencial.

La voltamperometría o voltametría abarca un conjunto de técnicas electroquímicas cuyo fundamento es la


polarización total de un electrodo, de área pequeña, mediante la aplicación de un barrido de potencial
eléctrico para la generación de una corriente eléctrica, que es la señal de interés [17, 25].

La corriente generada por efecto de la polarización del electrodo tiene dos componentes, un componente
faradaico, generado por los procesos redox de las especies en el sistema considerado, y un componente no
faradaico, que corresponde a los procesos de carga y descarga de la doble capa eléctrica del electrodo. Este
efecto de carga y descarga debe ser considerado al momento de interpretar un voltamagrama, la contribución
de dicho proceso debe restarse a la corriente total medida en el experimento electroquímico; en este respecto,
las técnicas voltamétricas que utilizan trenes de pulso de potencial para polarizar el electrodo permiten, como
se discutirá más adelante, discriminar entre ambos (y permiten de hecho hacer la sustracción a fin de ver el
voltamograma correspondiente a las corrientes del proceso redox).

El proceso de transporte de masa desde el seno de la solución hacia la interfase del electrodo (donde se
genera el proceso redox) tiene un gran efecto sobre la corriente que se desarrolla en el electrodo, puesto que
la señal de corriente dependerá de cuan rápido se muevan las especies electroactivas; igualmente, el proceso
redox (y por ende la corriente) se ve afectado por la velocidad con la que los reactantes y productos de la
reacción redox difunden desde y hacia la superficie del electrodo.

Los fenómenos de transporte de masa que afectan los procesos redox son difusión, migración y convección.
De estos, la migración, o transporte de especies cargadas por efecto de la aplicación de un campo eléctrico
(atracción o repulsión electrostática), se minimiza adicionando a la celda electroquímica un electrolito inerte.
Los iones del electrolito apantallan los efectos de atracción y repulsión ejercidos sobre los iones de interés; a
la sustancia que tiene esta función se le da el nombre de electrolito soporte.

La difusión es otro fenómeno que afecta la corriente y corresponde al transporte de masa que se da por la
generación de gradientes de concentración, en los procesos electroquímicos este fenómeno está presente
puesto que basta que se genere una reacción en la interfase del electrodo para que se genere un gradiente
de concentración, dado que se estarán reduciendo u oxidando especies químicas [17,25].

El otro proceso de transporte de masa que afecta las reacciones en la interfaz del electrodo es la convección,
donde la transferencia de masa se promueve agitando la solución bien sea, por rotación del electrodo de
trabajo (electrodos rotatorios), mediante el transporte de la solución a través de un sistema de flujo (utilizando
para ello celdas electroquímicas de flujo) o por simple agitacion. La gran ventaja que tienen los sistemas
electroquímicos que operan en condiciones hidrodinámicas es que se puede alcanzar la condición de
equilibrio más rápidamente y pueden realizarse mediciones con mayor precisión puesto que dichas medidas
no se ven afectadas por procesos como la carga de la doble capa (fenómenos que predominan en
condiciones de no equilibrio y decaen rápidamente con el tiempo); así mismo, los sistemas hidrodinámicos
permiten estudiar cinéticas de transferencia electrónica sin que éstas se vean afectadas por el trasporte de
masa (ya que las altas velocidades de transporte másico en estos sistemas hace que la contribución de la
misma a la transferencia electrónica sea pequeña) [26].

El fundamento de la voltametría es la polarización de un electrodo por la aplicación de un barrido de potencial;


la forma de la señal de excitación del electrodo de trabajo varía de acuerdo a la modalidad de voltametría que
se realice, clásicamente se utiliza una señal de potencial que varía linealmente con el tiempo y ésta
corresponde a la modalidad de voltametría de barrido lineal. Otras señales que pueden ser utilizadas son los
pulsos de
potencial (característico de las técnicas voltamétricas de pulso) y señales triangulares que, como se verá en el
próximo apartado, corresponde a la voltametría cíclica.

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CONCLUSIONES

Los metales pesados son sustancias no degradables, por tanto, se consideran contaminantes estables y
persistentes, al ser depositados al medio ambiente. Esto ocasiona alteraciones en los diferentes ecosistemas,
llegando a reducir la calidad de vida de los seres vivos (Madero & Marrugo, 2011). Los metales, como plomo
(Pb) y cadmio (Cd) deben su toxicidad a la fuerte afinidad de sus cationes hacia el átomo de azufre y, por
ende, hacia los grupos sulfhidrilo (-SH), los cuales, están presentes, comúnmente, en las enzimas que
participan en las reacciones metabólicas de los organismos acuáticos y terrestres

El método voltametría de onda cuadrada (VOC) fue validado para la cuantificación de cadmio y de plomo.

REFERENCIAS

Andrés, C., Bastidas, O., Ricardo, E., & Malagon, R. (2013). Determinación simultánea de
--

Cu , Zn y Sn mediante voltametría de stripping anódico utilizando electrodo de película de


Bismuto.

-Ciencias Ambientales, curso 2005/06. (2005). Determinación de metales pesados en aguas


por voltamperometría de redisolución, 1–11.
https://doi.org/http://www.upo.es/depa/webdex/quimfis/docencia/TAQ/TAQP5_0506.p
df

-Oscar Alfonso Díaz-Morales. (2007). Detección de metales pesados mediante voltametría


de redisolución anódica en sistemas de flujo con lazo cerrado, 1–82.

-Macías Socha, C., García Colmenares, M., & Chaparro S., P. (2017). Determinación
Electroquímica De Plomo Y Cadmio En Aguas Superficiales. Luna Azul, (44), 27–38.
https://doi.org/10.17151/luaz.2017.44.3

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