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Nivela imperceptiblemente la
(Frans Kafka) inseguridad de su paso; si se tambalea, date a conocer y,
como un dios de la montaña, ponlo en tierra firme.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable. Yo era rígido y frío, yo estaba tendido sobre un precipicio; yo era
un puente. En un extremo estaban las puntas de los pies; al otro,
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es las manos, aferradas en el cieno quebradizo clavé los dientes,
posible entonces que durante tantos años nadie más que yo afirmándome. Los faldones de mi chaqueta flameaban a mis
pretendiera entrar? costados.
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que En la profundidad rumoreaba el helado arroyo de las truchas.
sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al Ningún turista se animaba hasta esas alturas intransitables, el
oído con voz atronadora: puente no figuraba aún en ningún mapa. Así yo yacía y esperaba;
debía esperar. Todo puente que se haya construido alguna vez,
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para puede dejar de ser puente sin derrumbarse.
ti. Ahora voy a cerrarla.
Fue una vez hacia el atardecer -no sé si el primero y el milésimo-,
FIN mis pensamientos siempre estaban confusos, giraban siempre en
redondo; hacia ese atardecer de verano; cuando el arroyo
murmuraba oscuramente, escuché el paso de un hombre. A mí, a
mí. Estírate puente, ponte en estado, viga sin barandales, sostén al
que te ha sido confiado. Nivela imperceptiblemente la inseguridad
de su paso; si se tambalea, date a conocer y, como un dios de la
montaña, ponlo en tierra firme.
FIN
Un incidente cotidiano, del que resulta una confusión cotidiana. A
tiene que cerrar un negocio con B en H. Se traslada a H para una
entrevista preliminar, pone diez minutos en ir y diez en volver, y se
jacta en su casa de esa velocidad. Al otro día vuelve a H, esta vez
para cerrar el negocio. Como probablemente eso le exigirá muchas
horas, A sale muy temprano. Aunque las circunstancias (al menos
en opinión de A) son precisamente las de la víspera, tarda diez
horas esta vez en llegar a H. Llega al atardecer, rendido. Le
comunican que B, inquieto por su demora, ha partido hace poco
para el pueblo de A y que deben haberse cruzado en el camino. Le
aconsejan que espere. A, sin embargo, impaciente por el negocio,
se va inmediatamente y vuelve a su casa.
FIN