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Un diálogo intercultural
más allá del multiculturalismo*
Resumen
Este artículo examina la teoría de Kymlicka y la de Parekh con el objetivo de
compararlas críticamente. Luego, se revisa la posibilidad de articular una
concepción integradora que vaya más allá de los límites del multiculturalismo
liberal y del multiculturalismo, deteniéndose en algunas contribuciones relevantes
hechas por la teoría feminista.
Palabras clave: multiculturalismo; liberalismo; feminismo; identidad; cultura.
* Este artículo es producto del proyecto de investigación Nº 11080006 financiado por FONDECYT (Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología
- Chile), titulado “Identidad y autonomía en sociedades multiculturales. Bases para una propuesta conciliatoria”, del cual el autor fue
el investigador responsable y finalizó el año 2010. Agradezco la valiosa colaboración de la ayudante del proyecto Nicole Selamé, y los
tesistas Marcela Rey González y Felipe Pérez Álamos en la preparación de este trabajo, todos Licenciados en Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Universidad de Valparaíso.
** Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Diego Portales, Santiago de Chile. Doctor en Derecho por la Universidad
Autónoma de Madrid. Profesor investigador de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, Chile; y profesor de la
Universidad Diego Portales, Santiago de Chile. Línea de investigación principal: las críticas comunitaristas, multiculturalistas y feministas
al proyecto liberal de ciudadanía. E-mail: luis.villavicencio@uv.cl; lvillavicenciomiranda@gmail.co
Opinión Jurídica, Vol. 11, N° 22, pp. 31-44 - ISSN 1692-2530 • Julio-Diciembre de 2012 / 210 p. Medellín, Colombia 31
Luis Villavicencio Miranda
Abstract
This article is an evaluation to Kymlick’s theory and Parekh’s theory, intended
to make a comparison critically. Then, the possibility to articulate an integrating
conception going beyond the boundaries of liberal multiculturalism and
multiculturalism itself is reviewed, making emphasis on some relevant contributions
made by the feminist theory.
Key words: multiculturalism; liberalism; feminism; identity; culture.
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Luis Villavicencio Miranda
auténtica y significativa. Como sostiene Raz, aquellas que autorizan al grupo −étnico o na-
“solo a través de la socialización en una cultura cional– a ser tratado con igual consideración y
podemos canalizar las opciones que dan senti- respeto que otros grupos equivalentes (a modo
do a la vida” (Raz, 2001, p. 192). de ilustración, los derechos a una lengua propia,
el derecho a un estatuto especial de posesión de
La conexión del planteamiento con la tesis tierras o el derecho al gobierno autónomo o, al
comunitarista que defiende la naturaleza menos, a instituciones parcialmente autónomas);
contextual de los seres humanos es evidente, y, por otra, tenemos las restricciones internas,
pero con la muy significativa salvedad que esa o sea, aquellas que impiden al grupo coaccio-
naturaleza solo tiene valor en cuanto contribuya nar a sus miembros impidiéndoles revisar su
a asegurar para cada persona un marco de op- concepción del bien (por ejemplo, el derecho a
ciones cualitativamente significativas. De modo sancionar a los individuos que se aparten de las
que las culturas ya no son relegadas a la esfera creencias colectivas). Pues bien, los derechos co-
privada como plantea el liberalismo igualitario, lectivos entendidos como protecciones externas
sino que juegan un papel fundamental en la son absolutamente compatibles con una teoría
conformación de ciertos aspectos decisivos en liberal de los derechos que pretenda fomentar
la construcción de la identidad como es el caso la autonomía, mientras las restricciones internas
de la lengua, la educación o ciertos símbolos son inaceptables (Kymlicka, 1996).
nacionales (Kymlicka, 1996) que se traducen en
medidas que “van desde las políticas educati- Parekh, por su lado, postula que la finalidad de
vas multiculturales a los derechos lingüísticos, su teoría es explorar nuevos modos de consti-
pasando por las garantías de representación tución del Estado moderno, que al ser estruc-
política y por la protección constitucional de los turalmente multicultural, necesita encontrar la
tratados con los pueblos indígenas” (Kymlicka, forma de pluralizarse sin minar su unidad y la
2003, p. 63). capacidad para actuar decisivamente a favor del
interés colectivo.
Ahora bien, los Estados modernos están cons-
tituidos –casi siempre– por diversos grupos Cada sociedad multicultural necesita di-
étnicos y/o nacionales lo que nos demanda señar una estructura política apropiada
para adaptarla a su historia, tradiciones
abandonar el espurio discurso de la neutralidad
culturales y al alcance y profundidad de su
y aceptar que en el de ellos habrán de tomarse diversidad. No puede comenzar a hacerlo
inevitables decisiones culturales que afectan a sin liberar la imaginación política del he-
esos grupos. Surge así la necesidad de recono- chizo de la teoría dominante y su supuesto
cer algunos derechos de grupo, bajo el alero de que existe un único modelo válido y
de una ciudadanía diferenciada y orientada universal de construir apropiadamente el
culturalmente, para dotar a las minorías de los Estado” (Parekh, 2006, p. 195).
mecanismos necesarios para enfrentar las dis-
criminaciones que pueden sufrir a manos de la ¿Cómo se lograría escapar de ese hechizo?
cultura mayoritaria. Veámoslo brevemente.
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a) Los seres humanos estamos culturalmen- las que deben ser tomadas en cuenta como
te constituidos, pues nos desarrollamos y fuente de nuevas ideas.
vivimos en un mundo culturalmente estruc- c) Las culturas son internamente plurales aun-
turado, organizando nuestras vidas y rela- que con pretensiones de coherencia interna,
ciones sociales en términos de un sistema representando un juego dialógico entre dife-
de significados y valoraciones que le dan un rentes tradiciones y estados de pensamiento.
valor considerable a nuestras identidades Las culturas surgen en una interacción con
culturales, pero que no implica que estemos otras culturas y son, a la vez, permeables,
determinados por la cultura en la que nos sujetas a influencias externas que se inter-
insertamos por haberla heredado y aceptado pretan y asimilan de una forma autónoma.
acríticamente, convirtiéndonos en sujetos
incapaces de evaluar sus creencias y prác-
ticas, sino más bien como agentes capaces La interacción creativa entre estas tres visiones
de revisarla reflexivamente o, en casos más constituye la perspectiva multicultural que Parekh
excepcionales, abandonarla –total o parcial- defiende. Me concentraré aquí solo en la se-
mente– comprendiendo y haciendo propias gunda, esto es, la conveniencia de la diversidad
otras; cultural y el diálogo intercultural4. Para alcanzar
adecuadamente la perspectiva multicultural es
indispensable comprender que la diversidad
b) Las diferentes culturas representan diversos cultural no es ni un bien estético ni juega un
sistemas de significados y visiones de la vida papel puramente instrumental en la vida de las
buena, haciendo que la diversidad cultural personas aumentando las opciones disponibles
sea no solo inevitable sino deseable. Cada para escoger un plan de vida. Muy por el contra-
uno de nosotros realiza un limitado espectro rio, la clave es reconocer la diversidad cultural
de capacidades humanas y solo percibe una como un bien moral intrínseco pues ninguna
parte de la totalidad de la existencia humana cultura, por muy compleja que sea, contiene
necesitando otras visiones para entenderla en su seno todo aquello que es susceptible de
mejor, expandiendo nuestro horizonte inte- ser valorado ni desarrolla totalmente la poten-
lectual y moral, agudizando nuestra imagi- cialidad humana (Parekh, 2006). “Las diferentes
nación, y guardándonos de la fascinación culturas se corrigen y se complementan unas a
por absolutizar la propia cosmovisión. Se otras, expanden sus horizontes de pensamiento
debe partir –de buena fe– del supuesto que y se alertan entre sí respecto de nuevas formas
ninguna cultura carece completamente de de realización humana. El valor de otras culturas
valor, mereciendo al menos algo de respeto es independiente de si son o no opciones para
por lo que significa para sus miembros y la nosotros” (Parekh, 2006, p. 167).
energía creativa que supuso y supone para
ellos. También hay que entender que ningu- Para nuestro pensador, entonces, la diversidad
na cultura es perfecta, ni tiene el derecho cultural es parte constitutiva y condición de la
de imponerse a otras, y que las culturas libertad transformándose en un aspecto impres-
cambian mejor desde la crítica interna, pero, cindible para que los seres humanos poseamos,
junto con ello, y debido a que cada cultura 4
No ahondaré aquí en la primera visión –la inserción cultural
es connaturalmente limitada, promover el de los seres humanos– por dos razones: en primer lugar, no
diálogo entre ellas como algo mutuamente constituye ninguna novedad en el debate pues hace ya algún
tiempo que el comunitarismo, a propósito de su polémica con
beneficioso. Diálogo que es posible, en fin, el liberalismo, demostró el carácter situado del agente moral;
porque cada cultura acepta a las otras como y, en segundo lugar, sobre esta cuestión Kymlicka y Parekh no
difieren. En rigor ni siquiera el liberalismo lo hace. Véase sobre
participantes iguales en el plano discursivo, este último punto (Villavicencio, 2007).
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Ya que las minorías nacionales –al haber sido criticado la visión rígida que despliega Kymlicka
subsumidas por un Estado mayor– tenían con al ocuparse solamente de los casos antagónicos
anterioridad una cultural societal propia, cum- omitiendo las situaciones intermedias como
plen con las condiciones mínimas para propor- sería el caso de grupos oprimidos que, sin
cionar a sus miembros el necesario marco para pertenecer a aquellas minorías en las que se
desarrollarse autónomamente y, por ende, se les concentra Kymlicka, sí requerirían que se les
debe reconocer el derecho a mantener o em- reconocieran algunos de los derechos de acomodo
prender su propia construcción nacional y gozar (Carens, 2000; Young, 1997). Me parece que
de alguna forma de autogobierno. “De hecho, sería el caso, sin duda, de las minorías sexuales
su cultura societal les proporciona un contexto y las mujeres7. En fin, no menos importante es
más satisfactorio del que habrían tenido en caso que el autor en comento olvida que las mino-
de que se les hubiera exigido integrarse en la rías se comportan, en la realidad, de modo
sociedad principal, ya que es la cultura con las complejo lo que dificulta su encasillamiento.
que esas minorías se identifican y están más Pensemos, por ejemplo, en los mapuche que
familiarizadas” (Kymlicka, 2003, p. 81). 7
Véase Young (1997). No puedo extenderme más aquí en la
teoría de Young, pero me parece de toda justicia apuntar
Los inmigrantes legales, continúa Parekh, cons- aquí algunos puntos centrales de su teoría. El eje que articula
todo el planteamiento de esta autora es un nuevo concepto
tituyen el otro extremo. No son minorías na- de opresión: “(…) la opresión designa las desventajas e
cionales sino étnicas, no están territorialmente injusticias que sufre alguna gente no porque un poder tiránico
concentradas ni poseen una institucionalidad la coaccione, sino por las prácticas cotidianas de una bien
intencionada sociedad liberal (…) La opresión así entendida
completa, su cultura ha sido desarraigada de su es estructural y no tanto el resultado de las elecciones o
contexto original, y no puede reproducirse como políticas de unas pocas personas” (Young, 2000, p. 74 - 75).
Ahora bien, la opresión no solo afecta a los individuos, sino a
tal en otro medio. Además, el hecho de haber los grupos en que éstos se insertan, entendiendo por tal “un
emigrado en busca de mejores expectativas colectivo de personas que se diferencia de al menos otro grupo
a través de formas culturales, prácticas y modos de vida [que
también supone que los inspira un genuino de- los constituyen aunque pueden trascender o apartarse de la
seo de integrarse a la nueva sociedad. Por estas identidad grupal]” (Young, 2000, p.77). Existen diversas clases
de opresión (explotación, marginación, carencia de poder,
razones los inmigrantes no estarían habilitados imperialismo cultural y violencia). Para los efectos de esta
para ejercitar (y debiesen dejar de demandar) apretada síntesis, baste colocar como ejemplo la explotación
el derecho al autogobierno y a su autonomía de género que Young grafica así: “No ha sido difícil para las
feministas demostrar que la opresión de las mujeres consiste,
cultural, aunque sí pueden exigir la manten- en parte, en una transferencia, sistemática y no recíproca de
ción de algunas de sus prácticas asociadas a poderes de las mujeres a los hombres. La opresión de las
mujeres no consiste meramente en una desigualdad de estatus,
su identidad etnocultural que se traducirían en poder y riqueza resultante de la práctica por la cual los hombres
diversas facultades y exenciones que Kymlicka han excluido a las mujeres de las actividades privilegiadas. La
libertad, poder, estatus y autorrealización de los hombres es
(2003) llama derechos de acomodo. posible precisamente porque las mujeres trabajan para ellos. La
explotación de género tiene dos aspectos: la transferencia a los
En opinión del autor angloindio la cuestión hombres de los frutos del trabajo material y la transferencia a
los hombres de las energías sexuales y de crianza” (Young, 2000,
clave es que no existe razón de peso para p. 89). Luego, la autora sostiene que las injusticias producto de
hacer tal distinción. Muy por el contrario, esa la explotación no se terminarán por medio de la redistribución
de bienes, puesto que mientras no se modifiquen las prácticas
clasificación no hace más que reflejar una larga institucionalizadas y las relaciones estructurales, los procesos
tendencia histórica liberal de delinear, por un de transferencia volverán a crear una desigual distribución de
beneficios con el tiempo. “Hacer justicia donde hay explotación
lado, un claro contraste entre los grupos étnicos requiere reorganizar las instituciones y las prácticas de toma de
y las naciones privilegiando a estas últimas; y, decisiones, modificar la división del trabajo, y tomar medidas
similares para el cambio institucional, estructural y cultural”
por otro, establecer una clara diferencia entre (Young, 2000, p. 93). En fin, el corolario de la argumentación
inmigrantes y ciudadanos (Parekh, 2006, p. 103). es que los grupos oprimidos tendrían derecho a demandar
Apoyándose en la misma distinción trazada aquellos derechos, sustentados en una política de la diferencia,
que Kymlicka solo reserva privilegiadamente a las minorías
(entre minorías nacionales y étnicas), otros han nacionales.
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son al mismo tiempo una minoría nacional, ét- cas por lo que es indispensable “mostrar que
nica y social dependiendo, entre otros factores los grupos etnoculturales no constituyen un
relevantes, de la ubicación geográfica donde se continuum fluido (…) sino que existen más bien
encuentran. diferencias profundas y relativamente estables
entre los distintos tipos de grupos etnocultu-
Detengámonos ahora en la respuesta del au- rales. Al contrario de lo que opina Young (…)
tor norteamericano a este primer conjunto de es importante insistir en que esos grupos pre-
ataques (Kymlicka, 2003). Kymlicka parte por sentan diferencias de tipo, y no solo de grado”
reconocer que existen muchos casos de grupos (Kymlicka, 2003, p.87)8.
etnoculturales que no encajan con exactitud
en las categorías especificadas (verbigracia, Tomando en consideración cada una de las
los gitanos, los afroamericanos en EE. UU., o tres respuestas que ha desarrollado Kymlicka al
los colonos rusos en los países del Báltico) y primer grupo de críticas, me parece que estas
que su teoría dice poco acerca de estos. Esta pierden bastante fuerza. Para empezar, cons-
limitación, con todo, no es arbitraria por va- tituye un presupuesto explícito del proyecto
rias razones. En primer lugar, concentrarse en multiculturalista liberal colmar las lagunas que
el caso de los inmigrantes y de las minorías se han producido en las democracias occiden-
nacionales se justifica porque “constituyen los tales entre las políticas efectivas impulsadas
tipos de pluralismo etnocultural más comunes en favor de las minorías nacionales y étnicas, y
en las democracias occidentales” (Kymlicka, la teoría política liberal (Kymlicka, 2003, p. 76).
2003, p. 83). Luego, la primera de las objeciones tan solo nos
advierte, desde una perspectiva externa, que el
En segundo lugar, nuestro filósofo plantea que autor podría haber escogido otro punto de par-
gran parte de estos casos intermedios pueden tida. Respecto de las otras dos me parece que
ser explicados y abordados como ilegítimas Kymlicka tiene razón en sostener que un buen
desviaciones del paradigma de la justicia pro- número de las demandas intermedias pueden
pio de la teoría liberal. En tercer lugar, plantea ser remediadas bajo el paradigma redistributivo
que su teoría puede servir indirectamente y, por último, la dificultad que plantea el crite-
para identificar soluciones para los casos de rio de Young para distinguir qué situaciones
penumbra y avizora que podría ser útil, para requerirían o no una política de la diferencia es
abordarlos adecuadamente, que alguien inten- bastante evidente y actualiza el peligro de la
tara reconducirlos dentro del modelo propio de pendiente resbaladiza.
los inmigrantes o el de las minorías nacionales.
Analizaré, ahora, el segundo grupo de repro-
Por último, su aproximación tiene una ventaja ches que Parekh desarrolla contra la teoría
práctica que no debe ser menospreciada: “[u] de Kymlicka, los que sí me parecen mucho
na de las objeciones más comunes a la con- más relevantes9. Para comprender mejor estas
cesión de derechos a las minorías es que eso críticas comenzaré por resumir las tres tesis
nos llevaría a deslizarnos por una «pendiente que, según Parekh, identifican el pensamiento
resbaladiza» en virtud de la cual, cada vez más del filósofo canadiense: i) los seres humanos
y más grupos empezarían a exigir cada vez más poseen un interés esencial en llevar una vida
derechos, lo que acabaría en una eventual des- buena; ii) esta debe ser vivida desde adentro; y
integración de la sociedad” (Kymlicka, 2003, p.
86). Precisamente esa creencia ha entorpecido 8
Vale la pena apuntar que en su obra más reciente Kymlicka
reafirma el criterio defendido en su trabajo La política vernácula.
enormemente avances en los debates sobre Véase Kymlicka (2007).
los derechos de las minorías nacionales y étni- 9
Kymlicka (2003) también lo reconoce explícitamente.
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iii) debe ser susceptible de ser revisada (Parekh, de los conflictos entre grupos etnoculturales
2006, p. 105). en Occidente versen sobre la legitimidad de
los principios liberales, antes bien los grupos
De estas tesis, solo me interesa detenerme en disienten en su interpretación y aplicación. En
la crítica a la última. Parekh argumenta que las segundo lugar, obviamente hay grupos que real-
creencias varían enormemente en cuanto a su mente impugnan los principios liberales, pero
naturaleza, exigencias y cuánto significan para son minúsculos y tienen casi nulo impacto en
nosotros. Sostener, en abstracto, que todas las políticas multiculturalistas de la vida real. Lo
debiesen ser revisables implica perder de vista anterior bastaría, en opinión de Kymlicka, para
sus diferencias cruciales e ignorar la complejidad probar que la crítica dramatiza más de la cuenta
de los modos a través de los cuales llevamos tornándose en superflua.
adelante el camino de nuestra vida. Luego, es
bien improbable que la defensa de Kymlicka de Pero imaginemos que, por un momento, los
los principios liberales básicos pueda convencer ejemplos de “laboratorio” a los que son tan asi-
a los no liberales pues estos siempre podrán duos los filósofos fueran la regla general, o sea,
oponerse legítimamente cuando se les pida vivir el debate sobre las políticas multiculturalistas
de acuerdo con ellos. Kymlicka no es capaz de girara efectivamente en torno al modo en que
dar buenas razones a grupos no liberales para se resuelven las demandas de los grupos que
que respeten esa tesis. No toma en cuenta que rechazan los principios liberales. Incluso en ese
los individuos se relacionan con su cultura de escenario, argumenta nuestro autor, Parekh se
diferentes modos estableciendo, erróneamente, equivoca pues jamás el multiculturalismo liberal
la visión liberal como universal. ha rechazado la idea de que las culturas puedan
tener un valor intrínseco o constituir un deber
La cuestión es que si vamos a ser equitativos sagrado. En consecuencia, “los individuos son
tanto con las culturas liberales como con las libres de adoptar esa actitud por lo que a sí
no liberales necesitamos construir un marco mismos concierne y pese a que también son
teórico capaz de alcanzar una comprensión libres de tratar de persuadir a otros para que
pluralista de las culturas. En definitiva, si bien lo hagan, no permite al grupo restringir las
se da cuenta del valor de la cultura, no se está libertades civiles básicas de sus miembros en
valorando del mismo modo la diversidad cul- nombre del «sagrado» carácter de una particular
tural. Kymlicka demuestra que las personas tradición o práctica cultural [prohibición de las
necesitan una cultura estable, pero no por qué restricciones internas]” (Kymlicka, 2003, p. 90).
también necesitan acceso a otras culturas. Su
principal argumento es que, como ya sabemos, Queda todavía, con todo, la hipótesis más
la diversidad cultural aumenta el rango de nues- extrema: supongamos que un grupo no liberal
tras opciones para decidir autónomamente, una pretende imponer restricciones internas a sus
visión totalmente instrumental de la cultura miembros, algo que el multiculturalismo liberal
reñida con muchas concepciones distintas a la jamás aceptaría. Kymlicka arguye que sus críti-
liberal (Parekh, 2006). cos le reprochan que en estos casos impondría
de forma etnocéntrica sus valores liberales
¿Cómo responde Kymlicka a este segundo gru- a otros grupos. Sin embargo, nuevamente la
po de reproches? En principio le parece que crítica exagera pues “los liberales no pueden
tocan un punto genuinamente problemático, presuponer simplemente que tienen derecho
pero que mucha gente exagera e identifica a imponer normas liberales a los grupos no
erróneamente (Kymlicka, 2003). En primer lugar, liberales (…) cualquier solución duradera exigirá
la evidencia muestra como falso que la mayoría diálogo” (Kymlicka, 2003, p. 91). Lamentable-
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inconsistente con la única versión plausible del que el ejercicio de la autonomía sea auténtico y
multiculturalismo, pues encasillaría, petrificaría significativo; b) los Estados están constituidos
y esencializaría la cultura a costa de la autono- por diversos grupos étnicos y nacionales por
mía de algunos de sus miembros impidiendo lo que es indispensable crear las condiciones
que estos revisen y cuestionen su pertenencia institucionales para que las minorías puedan
a la cultura. La cultura dejaría de ser, como desarrollar su cultura en condiciones igualita-
supone Parekh, permeable e influenciable ex- rias; y c) el ejercicio de cada concepción de la
ternamente haciendo que todo cuestionamiento vida buena, culturalmente delimitada, supone
sobre el modo en que debemos enfrentar el siempre la posibilidad de que esta se revise.
desafío multicultural sea vano. A su turno, tres son también los argumentos
que engloban la aproximación del pensador
Pero, de la mano de Phillips (2007), no solo angloindio al tema del pluralismo cultural: a)
basta el reconocimiento de esa capacidad de los seres humanos estamos inevitablemente
revisión mediante el derecho de salida ya que insertos en una cultura de la que, en todo caso,
este traslada todo el peso del conflicto al indi- uno puede distanciarse; b) la diversidad cultural
viduo, dejando en libertad al grupo y al Estado. es deseable pues cada cultura es limitada y, por
Además, si la identidad cultural de verdad inte- ende, el diálogo intercultural las enriquece recí-
resa a los sujetos, será necesario considerar la procamente; y c) las culturas son internamente
posibilidad de que estos decidan permanecer plurales aunque con pretensiones de coherencia
en sus grupos desafiando a las élites del mismo interna.
o, sencillamente, desechen la posibilidad de re-
nunciar por el fuerte compromiso normativo con El tercer planteamiento de Kymlicka es el ge-
su grupo cultural o religioso. Luego, volviendo nuinamente problemático, algo que él mismo
a Benhabib, la autora propone un modelo de reconoce y que Parekh identifica con exactitud:
democracia deliberativa como el más adecuado evidentemente los grupos no liberales jamás
para responder al desafío multicultural. Este aceptarán, por muy marginales que sean, la
debe caracterizarse por dos elementos clave: posibilidad de que sus miembros tengan la
primero, un marcado énfasis en la esfera públi- capacidad de revisar su pertenencia a la comu-
ca que es el lugar donde se sitúan las disputas nidad. Ahora bien, la propuesta alternativa de
multiculturales y donde también ocurren las Parekh tampoco es satisfactoria pues, si bien
transformaciones políticas y morales; y, segun- sus postulados permiten sacudirse de la tradi-
do, una defensa de la apertura de la agenda ción monista que fustiga al multiculturalismo
del debate público difuminando la distinción liberal, nos deja a cambio una apuesta algo
entre lo público y lo privado, entre lo que es crédula, incierta y ambigua de que el diálogo
de todos y lo que es solo propio de mi cultura con las culturas cerradas será fructífero. Pero
(Benhabib, 2002). lo que olvida nuestro filósofo multiculturalista
es que mientras esperamos que el diálogo haga
su trabajo (algo de suyo difícil) muchas perso-
3. Conclusión nas –las mujeres, por ejemplo– sufrirán feroces
vulneraciones de sus derechos más básicos.
En las líneas precedentes he analizado y so-
metido a críticas mutuas los postulados de
La jugada por el diálogo intercultural va en la di-
Kymlicka y Parekh. En una apretada recapitula-
rección correcta, pero es indispensable que este
ción podemos señalar que tres son las tesis que
surja en el interior de una adecuada concepción
caracterizan el pensamiento del filósofo cana-
de la democracia deliberativa como lo plantean
diense: a) el contexto cultural es decisivo para
Benhabib y Phillips. Solo admitiendo la disiden-
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cia interna nos tomamos en serio una visión no Kymlicka, W. (2002). Contemporary Political Philosophy: An
reduccionista de la cultura que sea consistente Introduction. (2 ed.), Oxford, UK.: Oxford University
con los presupuestos multiculturalistas. Lo cru- Press.
cial aquí es que, creo, tanto liberales igualitarios, Kymlicka, W. (2003). La política vernácula. Nacionalismo,
como multiculturalistas liberales y multicultura- multiculturalismo y ciudadanía. (T. Fernández & B.
listas a secas deberían estar de acuerdo sobre Eguilbar, Trads). Barcelona, España: Paidós.
este punto. La cuestión clave es saber transitar
del monismo excluyente de la diversidad, que Kymlicka, W. (2007). Multicultural Odysseys. Navigating
considera a otras formas de vida inferiores, fruto the New International Politics of Diversity. Oxford, UK.:
Oxford University Press.
de la ignorancia y de la barbarie, al pluralismo
de valores que considera que existen algunos Okin, S. M. (1998, julio). Feminism and Multiculturalism:
valores universales pero diversas formas de vida Some Tensions. Ethics, 108, (4), pp. 661-684.
deliberativamente interconectadas. Ese es el
trasfondo metaético correcto en el cual deben Okin, S. M. (1999). Is Multiculturalism Bad for Women?.
situarse las discusiones y problemas relaciona- Princeton, New Jersey, EE. UU.: Princeton
dos con el modo en que debemos reaccionar University Press.
ante el desafío multicultural.
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