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La impugnación
administrativa de las
licencias urbanísticas
J orge E nrique S antos R odríguez 1
Sumario
rápida y eficazmente la planificación y el control, se debe unificar una tesis orientada hacia
el carácter precario de la licencia de urbanismo y construcción, que no reconoce ningún
derecho, sin perjuicio de la indemnización por la posible vulneración en la equidistribución
de las cargas públicas. En tal sentido, la licencia es autorización simple, porque su único
objetivo es controlar la actividad autorizada y definirla en sus concretos límites que son de
naturaleza reglada” (Víctor David Lemus Chois. Planificación y control urbanístico en Bogotá:
desarrollo histórico y jurídico, Bogotá, Universidad del Rosario, 2006, p. 159).
5 Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera. Sentencia del 9
de marzo de 2000, expediente 5.733, C. P.: Olga Inés Navarrete Barrero. En sentido similar,
aunque sin ser expresas, cfr. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Primera. Sentencia del 11 de mayo de 2000, C. P.: Juan Alberto Polo Figueroa,
y Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera. Sentencia
del 4 de septiembre de 1997, expediente 4.629, C. P.: Ernesto Rafael Ariza Muñoz.
6 Una exposición de esta clasificación de los actos administrativos puede verse en Luciano
Parejo Alfonso. Derecho administrativo, Barcelona, Ariel, 2004, pp. 906 a 908, y en Eduardo
García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández. Curso de derecho administrativo, t. i, 9.ª ed., Ma-
drid, Civitas, 1999, pp. 560 y 561. También resultan muy útiles las afirmaciones de Ernesto
García-Trevijano Garnica. “Consideraciones sobre la revocación de actos administrativos
no declarativos de derechos y de gravamen”, en Revista Española de Derecho Administrativo, n.º
91, Madrid, Civitas, julio-septiembre de 1996, pp. 425 y ss.
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9 Frente a la norma citada, debe hacerse notar que el artículo 36 del Decreto Reglamentario
1600 de 2005 regula este particular aspecto de manera idéntica.
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En segundo lugar, en relación con los vecinos colindantes del predio objeto de
la solicitud, debe señalarse que ellos constituyen una primera expresión de la
ampliación de noción de parte en los procedimientos de licencias urbanísticas
en virtud del principio de participación ciudadana, consagrado en el artículo
4.º de la Ley 388 de 1997.
Por vecinos colindantes debemos entender los propietarios, poseedores,
tenedores o residentes de predios colindantes, de acuerdo con lo estableci-
do en los artículos 18.7 y 24 del pluricitado Decreto 564 de 2006. Frente a
esta categoría de vecinos, por último, debe hacerse notar que ellos pueden
solicitar la revocación de la licencia urbanística, a pesar de no haberse hecho
parte dentro de la actuación administrativa previa a la expedición del acto
administrativo respectivo.
En cuanto hace a los terceros que se hayan hecho parte en el trámite, resulta más
que obvio que ellos deben ser considerados como titulares de intereses jurí-
dicamente protegidos respecto de la licencia urbanística que se controvierte,
pues fue en esa medida en que se hicieron parte en la actuación administrativa
previa, según los términos del artículo 25 del Decreto 564 de 2006.
El tema de las autoridades administrativas competentes reviste una compleji-
dad especial, en la medida en que para determinar si, en un caso concreto,
una determinada autoridad administrativa puede propiciar la iniciación del
procedimiento administrativo de revocación de una licencia urbanística, es
necesario analizar con detalle el catálogo de funciones legalmente estableci-
do, tanto por las normas nacionales como por las normas locales, para poder
determinar si dentro de sus competencias administrativas se encuentra alguna
que de manera expresa le permita solicitar la revocación de las mencionadas
licencias, o de la cual se pueda llegar a inferir esta función.
Sobre este punto de las autoridades administrativas competentes, debe
hacerse notar que a pesar de que la norma nacional no lo dice, es posible
que las normas reglamentarias locales, puedan establecer, con nombre pro-
pio, algunas autoridades que pueden solicitar la revocación de las licencias
urbanísticas, pues jamás podemos perder de vista que en Colombia el derecho
urbanístico es un derecho fundamentalmente local 10.
Por último, en relación con el tema de la noción de parte a efectos del
trámite del procedimiento administrativo de revocación de licencias urbanís-
ticas, debe hacerse una precisión final. En efecto, un sector de la doctrina ha
considerado que en virtud del principio de participación ciudadana consagrado
en el artículo 4.º de la Ley 388 de 1997 el procedimiento de revocación de
licencias urbanísticas perdió su carácter subjetivo y se ha convertido en un
10 En relación con el carácter local del derecho urbanístico colombiano, cfr. Jaime Orlando
Santofimio Gamboa. “Estudio introductorio”, en Derecho urbanístico: legislación y jurisprudencia,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2004, p. 34.
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Para comenzar, reiteramos que el artículo 69 del cca dispone que “los actos
administrativos deberán ser revocados por los mismos funcionarios que los
hayan dictado o por sus inmediatos superiores de oficio o a solicitud de parte
[…]”.
De este texto positivo se infiere que la autoridad administrativa competente
para iniciar (en caso de que el procedimiento se inicie de oficio), tramitar y
resolver el procedimiento administrativo de revocación es el mismo funcio-
nario que dictó el acto administrativo o su inmediato superior.
Frente a lo anterior, debe hacerse notar que de conformidad con lo dispuesto
en los artículos 99.1 de la Ley 388 de 1997 y 9.º de la Ley 810 de 2003, la
autoridad administrativa competente para otorgar las licencias es el curador
urbano y, en caso de que éste no exista, será la autoridad que determine el
respectivo municipio o distrito. En consecuencia, la primera autoridad compe-
tente para la iniciación, trámite y resolución del procedimiento administrativo
de revocación será el curador urbano, o la autoridad municipal o distrital,
que expidió la licencia.
Precisado lo anterior, debemos preguntarnos quiénes son los “inmediatos
superiores” de los curadores urbanos y de las autoridades municipales o dis-
tritales competentes para otorgar licencias urbanísticas. En relación con los
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11 Consejo de Estado, Sala de Consulta y Servicio Civil. Concepto del 2 de junio de 2005,
radicación 1.643, C. P.: Luis Fernando Álvarez Jaramillo.
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Comencemos por señalar que el artículo 69 de la cca señala que los actos
administrativos, sin hacer distinciones, pueden ser revocados cuando: a. sean
manifiestamente contrarios a la legalidad; b. atenten contra el interés general,
y c. causen agravio injustificado a un tercero, lo cual permitiría pensar que
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Era apenas natural que estos actos creadores de situaciones y derechos subjetivos
no pudieran revocarse sino de acuerdo con el titular del derecho, pues de otra
forma tales derechos adquiridos y las garantías a ellos inherentes quedarían a
sólo arbitrio de la administración, lo que es contrario tanto a los principios
universales de derecho como a nuestra legislación positiva 13.
15 Sobre las diversas interpretaciones del inciso segundo del artículo 73, véase a Libardo Rodrí-
guez Rodríguez. “La revocación de los actos administrativos ilícitos”, en Derecho administrativo,
Memorias del Congreso Internacional de Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2004, pp. 547 y ss., y a Jorge Enrique Santos Rodríguez.
Construcción doctrinaria de la revocación del acto administrativo ilegal, Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2005, pp. 127 y ss.
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b) El inciso final de dicho artículo (73), permite la revocatoria parcial de los actos
administrativos, cuando sea necesaria para corregir simples errores aritméticos
o de hecho que no incidan en el sentido de la decisión. Esta disposición no
constituye propiamente una excepción a la prohibición que se examina, sino que
puede considerarse como un instrumento adecuado para corregir imprecisiones
que no inciden en el fondo de determinado acto administrativo 16.
Es cierto que según el inciso 2o. del art. 73 en referencia es posible la revoca-
ción de los actos administrativos de contenido subjetivo o particular y concreto
«cuando resulten del silencio positivo, si se dan las causales previstas en el art.
69, o si fuere evidente que el acto ocurrió por medios ilegales»; pero esta norma
debe ser entendida en el sentido de que hace alusión exclusivamente al llamado
acto presunto, producto del silencio administrativo positivo, que ha reconocido
una situación jurídica particular o un derecho subjetivo a una persona 17.
16 Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo. Sentencia del 1.º de sep-
tiembre de 1998, expediente S-405, C. P.: Javier Díaz Bueno. En igual sentido, Consejo de
Estado, Sala de Consulta y Servicio Civil. Concepto del 20 de febrero de 1986, radicación
011, C. P.: Humberto Mora Osejo; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Primera. Sentencia del 18 de julio de 1991, expediente 1185, M. P.: Ernesto Rafael
Ariza Muñoz; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera.
Sentencia del 2 de mayo de 1996, expediente 3751, M. P.: Juan Alberto Polo Figueroa, y
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera. Sentencia del
2 de noviembre de 1997, expediente 4400, M. P.: Manuel Santiago Urueta Ayola.
17 Corte Constitucional. Sentencia T-347 de 1994, M. P.: Antonio Barrera Carbonell. En
sentido similar, Corte Constitucional, sentencias T-246 de 1996, M. P.: José Gregorio
Hernández Galindo; T-315 de 1996, M. P.: Jorge Arango Mejía; T-352 de 1996, M. P.: José
Gregorio Hernández Galindo, y T-557 de 1996, M. P.: Antonio Barrera Carbonell.
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Sin embargo, es preciso señalar que, con algunos cambios, la Comisión Asesora
del Código Contencioso Administrativo, de manera casi unánime estimó que la
revocación de actos administrativos de carácter particular y concreto, sin con-
sentimiento del particular afectado, sólo era procedente en los casos derivados
del silencio administrativo positivo. No obstante, tal recomendación no quedó
plasmada en el texto final que aprobó el Presidente de la República, como se
observa palmariamente de su simple análisis gramatical.
Nótese que en el inciso 2.º de dicha norma, el legislador empleó una proposición
disyuntiva y no copulativa para resaltar la ocurrencia de dos casos distintos. No
de otra manera podría explicarse la puntuación de su texto. Pero además, como se
observa en este mismo inciso 2.º y en el 3.º, el legislador, dentro de una unidad
semántica, utiliza la expresión “actos administrativos”, para referirse a todos los
actos administrativos, sin distinción alguna.
Lo cierto entonces es que tal como quedó redactada la norma del artículo 73,
son dos las circunstancias bajo las cuales procede la revocatoria de un acto que
tiene efectos particulares, sin que medie el consentimiento del afectado: Una,
que tiene que ver con la aplicación del silencio administrativo y otra, relativa a
que el acto hubiere ocurrido por medios ilegales.
por error o por dolo, no al acto inconstitucional e ilegal de que trata el artículo 69 del cca, que
habiéndose formado sin vicios en la manifestación de voluntad de la administración, pugna
contra la Constitución o la ley.
Ahora bien, el hecho de que el acto administrativo se obtenga por medios ilegales
puede provenir de la misma administración o del administrado o de un tercero,
pues en eso la ley no hace diferencia. Pero además, el medio debe ser eficaz para
obtener el resultado, ya que es obvio que si algún efecto se produce, éste debe
provenir de una causa eficiente, como quiera que si esa causa no es eficiente el
resultado no se le puede imputar a tal causa. El medio pues tiene que producir
como resultado un acto administrativo viciado en su consentimiento, por vicios
en la formación del acto administrativo y por esa vía es por lo que se puede
llegar a la conclusión, se repite, de la revocación de tal acto, sin consentimiento
del particular afectado, previa la tramitación del procedimiento señalado en el
artículo 74 del cca
[…]
Y en este punto, debe ser enfática la Sala en señalar, que es claro que no se trata de situaciones
en las cuales la autoridad pública pueda intuir la ilegalidad de los medios usados para obtener
o provocar el acto administrativo que se revoca, como quiera que debe darse una evidencia de
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ilegal, cit., pp. 167 y ss., y a Luis Enrique Berrocal Guerrero. Manual del acto administrativo,
3.ª ed., Bogotá, Librería del Profesional, 2005, pp. 298 y ss.
22 Santofimio Gamboa. Tratado de derecho administrativo, t. ii, 4.ª ed., Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2003, pp. 308 y 309.
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23 Rodríguez Rodríguez. “La revocación de los actos administrativos ilícitos”, cit., pp. 565 y ss.
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[…] el acto administrativo a que se refiere la parte final del inciso segundo del
artículo 73 del cca, es al acto ilícito, en el cual la expresión de voluntad del
Estado nace viciada bien por violencia, por error o por dolo, no al acto incons-
titucional e ilegal de que trata el artículo 69 del cca, que habiéndose formado
sin vicios en la manifestación de voluntad de la administración, pugna contra
la Constitución o la ley24.
26 Corte Constitucional. Sentencia T-450 de 2002, M. P.: Jaime Araújo Rentería. En igual
sentido, Íd. Sentencia T-830 de 2004, M. P.: Rodrigo Uprimny Yepes.