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SAN JUAN DE LA CRUZ

(Fontiveros, Ávila,1542-Übeda, Jaén,1591).

Juan de Yepes se forma con los jesuitas e ingresa en la Orden carmelita en 1563 y cursa
estudios en Salamanca entre 1564 y 1568.

En 1577 es apresado por los calzados de Toledo, y en su estrecha celda concibe de memoria la
primera parte del Cántico espiritual.

En 1582 inaugura la fundación de monjas en Granada y allí goza de su momento literario más
fecundo: termina el Cántico y la Subida del Monte Carmelo, y escribe la Noche oscura y la
Llama de amor viva.

Hasta 1585 es prior en Granada y, luego, Vicario Principal de Andalucía.

Continúa sus fundaciones y muere en Úbeda en 1591, posiblemente de septicemia.

Es sin duda alguna el poeta místico más importante de la lengua española. Su enigmática obra
literaria también ha dejado desconcertados a sus lectores, desde aquellos primeros
destinatarios religiosos que piden les aclare los versos, hasta Marcelino Menéndez Pelayo o
Dámaso Alonso, que “religioso terror” y “espanto” al abordar su obra.

El propio San Juan advierte los misterios de sus versos delirantes, que llega a llamar “dislates”.
Pero ese misterio, novedísimo en la poesía española de entonces, es fecundo y volitivo: en los
versos del Cántico espiritual, la Llama y la Noche, el poeta se sirve de él para comunicar una
experiencia espiritual inenarrable que admite no a ver comprendido racionalmente. El
resultado literario de este misterio verbal es sorprendente: las liras inconexas y las imágenes
delirantes de que hace gala el poeta -sobre todo en su obra maestra, el Cántico (escrito entre
1576 y 1578)- dejan al lector tan apasionadamente “confundido” como lo estaría su autor,
quien de esta manera le comunica eficazmente algo de su trance indecible y a-racional.

La belleza onírica de esta poesía que llega a emplear imágenes del irracionalismo verbal
“contemporáneo”, tiene una deuda con el Cantar de los Cantares. San Juan entiende como
nadie la ambigüedad desconcertante y la falta de ilación lógica tan característica de la poesía
hebrea y muy particular de estos apasionados versículos bíblicos.

Para hacer asequibles en algunas en alguna manera sus versos de amor místico, San Juan les
adjunta comentarios en prosa. San Juan se convierte en uno de los teóricos místicos más
importantes de la cristiandad. Es célebre sobre todo su compleja elaboración del símbolo de la
noche oscura del alma, que describe el camino de ésta para llegar a la unión con Dios.

Pero, contra lo esperado, esta prosa “aclaratoria”, en lugar de limitar la ambigüedad de los
poemas místicos, la exacerban y la llevan a sus últimas consecuencias.

San Juan ensancha su propio lenguaje poético en lugar de imponerle una estructura
ordenadora a la manera de los exegetas bíblicos que tan a fondo conocía.

La prosa “aclaratoria parece pues tan enigmática como la poesía que pretende explicar. Este
lenguaje sanjuanístico, insufla a las palabras sentidos arbitrarios e ilimitados, intentando así
capacitarlas para la traducción suprema e imposible de un Dios infinito.
La unión de prosa y poesía tiene un sentido muy articulado en San Juan de la Cruz. El poeta nos
permite intuir, al margen de la limitante razón humana, algo de la inaprensible infinitud de
Dios.

El santo, gran teórico literario entendió muy bien el sentido último del misterio verbal en su
prólogo al Cántico, verdadero tratado sobre la estética del delirio que debe caracterizar a toda
literatura mística autentica. Reiterará su idea sobre la imposibilidad de traducir
“racionalmente” a Dios a lo largo de toda su obra.

Sus seguidores no comprendieron al poeta e intentaron hacer “lógicos” sus comentarios


prosísticos en las imitaciones y refundiciones a los que sometieron. Con la única tradición
literario-mística con la que el santo parecería coincidir estrechamente es con la poesía mística
comentada musulmana. El santo vuelve a exhibir una cercana coincidencia con el vocabulario
musulmán.

El resto de la poesía del reformador es de diferente calidad estética. Algunos poemas son
verdaderos tanteos, y otros refacturas como “Un pastorcito solo está penando…”. Pero en otros
poemas (Que bien sé yo de la fonte…”, “Entréme donde no supe…”, “Tras un amoroso lance…”)
advertimos versos perturbadores, dignos del mejor y más apasionado San Juan.

Importa dejar dicho que estamos ante un corpus fragmentario: lo que queda de la obra de San
Juan es lo que sobrevivió al trágico naufragio de sus textos. Perseguido por los calzados y por el
tribunal inquisitorial, manda destruir muchos de sus papeles, incluso engulle algunos para
hacerlos desaparecer.
TRAYECTORIA POETICA DE GARCILASO

La obra de Garcilaso, vista en su dearrollo cronologico, nos sitúa ante el proceso de un espíritu
excepcionalmente dotado que va encontrándose a si mismo mediante un creciente
enriquecimiento de su mundo poetico. El manantial primero, como en toda autentica
floreacion lirica, es el sentimiento. La materia poética está constituida por las vivencias de un
espíritu agitado

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